Origen Del Italiano
Origen Del Italiano
Origen Del Italiano
El italiano deriva del latín, como otras lenguas romances como el español, catalán, portugués, francés y
rumano y otras más minoritarias como el occitano provenzal, el gallego, el ladino y el friulano.
La historia del italiano comienza realmente con la fundación de Roma, en -753 a.C.
Creada por pueblos que vivían en la península italiana (etruscos, romanos y sabinos), Roma fue el punto
central de la conquista de la región.
En el 200 d.C., el Imperio romano se extendía por toda Europa occidental. Poseía también una parte de
Arabia, de África del Norte y de Armenia.
De esta manera, este vasto imperio permitió la creación de dos lenguas diferentes, aunque procedentes de
una base común: el latín clásico y el latín vulgar.
La primera era hablado por las élites. La segunda por los colonos y los soldados.
Cuando las invasiones germánicas llegaron desde el este y fragilizaron el Imperio romano, la fractura todavía
fue más brutal entre estas dos lenguas.
La inestabilidad de la región y de la falta de conexión entre Roma (capital del Imperio romano) y el resto del
territorio hicieron perder importancia al latín clásico.
A eso, hay que añadir las numerosas invasiones. Entre ellas, Italia vio llegar:
Esta amalgama cultural y lingüística permitió a los diferentes dialectos de esta época enriquecerse con
nuevo vocabulario. Estamos entonces en los albores del siglo X.
En el Renacimiento, un nombre permite transformar la lengua oficial de la región italiana: Dante Alighieri.
Este célebre poeta y escritor fue el creador de la novela: la Divina Comedia. Como no quería ofrecer un
relato solo para las élites, eligió escribir en florentino (una forma de lengua toscana), en detrimento del latín.
Evidentemente, con el paso de los años, se transformó y evolucionó para convertirse en la lengua
italiana que conocemos hoy.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Mussolini (el jefe del gobierno italiano) llevó a cabo una campaña de
"purificación" del italiano.
Decidió aterrorizar a las minorías lingüísticas. Además, retiró del diccionario todo el vocabulario extranjero.
El idioma italiano se ha desarrollado a través de un largo y gradual proceso iniciado antes de la Caída del
Imperio Romano en el siglo V.
Hasta ese momento el latín se había propagado e impuesto en todo el Imperio como “madre franca” o lengua
compartida.
Antes de la Caída del Imperio, las formas vernaculares o locales del lenguaje tenían un papel muy
importante en el día a día de la población y en la sociedad en general.
Sin embargo, durante siglos, y especialmente durante la Edad Media, el latín fue el idioma dominante, el que
se usaba en las universidades europeas, en todos los actos oficiales y en los procedimientos eclesiásticos.
Los primeros documentos escritos en lengua vernácula, es decir, en la lengua hablada por el pueblo, se
remontan al año 960.
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Estos textos son los denominados “Placiti Capuani” , dato que demuestra que algunos territorios cercanos a
la ciudad de Capua, en Campania, pertenecieron a un monasterio de monjes benedictinos.
Desde los inicios del siglo 13 se empezó a publicar en italiano regional una gran cantidad de literatura,
especialmente poemas. Las contribuciones más importantes y promovidas fueron realizadas por poetas
sicilianos en dicho siglo. A ellos les precedieron figuras toscanas tan renombradas como Dante Alighieri,
Giovanni Boccaccio y Francesco Petrarca.
Desde una perspectiva histórica no es erróneo afirmar que el toscano, la prestigiosa y reconocida variedad de
italo romance usada por los tres poetas más importantes del 1300 (Alighieri, Boccaccio y Petrarca), pueda ser
considerada como las base del italiano moderno.
El italiano que conocemos hoy en día es resultado de un largo proceso de evolución y de debates sobre cómo
debería ser la forma correcta del lenguaje, que comenzaron ya en el año 1600. De todo ello, una de las
cuestiones que permaneció fue qué tipo de italiano debería ser hablado. Aunque a finales del 1900 muchos
escritores y personajes culturales fueron inspirados por el modelo toscano, hay muchos factores histórico-
sociales que caracterizan el idioma que se deben tener en cuenta.
Durante siglos, y hasta la Unificación de Italia en 1861, el país estaba dividido en múltiples estados (de los
cuales la mayoría se encontraba bajo dominio extranjero). Cuando se produjo esta unificación en 1861, se
tomó la decisión de elegir el toscano como idioma oficial del país.
Sin embargo, en la población italiana existía una tasa elevada de analfabetismo, que se prolongó
mayoritariamente en las zonas rurales hasta 1950.
Como resultado, los dialectos fueron usados como lengua cotidiana durante siglos y por ello cualquiera que
fuera capaz de expresarse y comunicarse en italiano usaba los aspectos léxico-gramaticales y fonéticos
pertenecientes a dichos dialectos locales o regionales.
En 1950, debido a la situación de reconstrucción política, social y económica del país, menos del 20% de la
población italiana hablaba con fluidez el italiano en su vida cotidiana.
Aun así, en ciertas situaciones este derecho no estaba completamente garantizado. El acceso a una
educación superior y a la universidad estaba mayormente reservado para niños pertenecientes a familias
acomodadas. En cambio, los niños de familias campesinas y de clase obrera eran concebidos únicamente
como un recurso económico para la familia.
Aunque la ley obligaba la permanencia en la escuela hasta los 18 o 20 años, (posteriormente se realizaba el
servicio militar) muchos niños no pudieron siquiera terminar la educación primaria.
Uno de los hechos que tuvieron más impacto en la puesta en marcha de la unificación del lenguaje fue la
aparición de la televisión.
Las primeras emisiones regulares de televisión tuvieron lugar en el año 1954. Había solo un canal de la RAI,
la compañía de radiodifusión italiana pública. No fue hasta el boom económico, entre 1958 y 1962, cuando la
televisión empezó a convertirse realmente en un medio capaz de reunir a las personas y de desarrollar
modelos lingüísticos y programas culturales (poca gente tenía un televisor).
Entre 1960 y 1968 la RAI produjo un programa vespertino llamado Non é mai troppo tardi (Nunca es tarde)
presentado por el profesor Alberto Manzi. Como resultado, mucha población analfabeta aprendió a leer y
escribir. Se estima que en ese período alrededor de un millón y medio de personas adquirieron su certificado
de estudios primarios.
De esta manera, la propagación del italiano estándar se produjo gracias al crecimiento económico, el aumento
de la calidad de vida y la proliferación de programas de televisión educativos y lingüísticos.
La televisión pública en sus primeros 20 años de existencia estaba caracterizada por tener una función
educativa. Sin embargo, también se encontraban algunos aspectos negativos.
Desde la comercialización de la televisión en los años 80 los programas han ido priorizado el entretenimiento
y el ofrecimiento de temas banales. De hecho, se encuentran programas que muestran una “irreal realidad”
caracterizada por comportamientos simples y vulgares.
Con el paso del tiempo, este hecho se ha convertido en un aspecto muy negativo en la educación cultural de
las generaciones más jóvenes y ha introducido un lenguaje mucho más simple, lleno de argot, carente de
palabras y sintaxis e incluso, incorrecto. Se trata de un “populismo lingüístico” diseñado para atraer a los
jóvenes y a las masas carentes de educación cultural.
El italiano es un idioma rico lleno de vocabulario, expresiones idiomáticas y sustantivos. De hecho, los
diccionarios más completos pueden contener entre 80.000 y 250.000 entradas.
Las investigaciones llevadas a cabo hacer un par de años antes de la muerte del reconocido lingüista italiano
Tullio de Mauro (1932-2017) confirman que aproximadamente la mitad de la población usa solamente 3.000
palabras en una conversación diaria.
Además, investigaciones similares confirman que en ciertos grupos de población (no necesariamente los más
desfavorecidos) se usan incorrectamente algunos aspectos gramaticales fundamentales como el subjuntivo.
En ocasiones simplemente es excluido o ignorado. Gracias al decreto de estado de 2007 la edad de
escolaridad obligatoria se elevó de 14 a 16 años. Esto quiere decir que en la actualidad los estudiantes deben
realizar al menos 10 años de formación escolar: 5 años para educación primaria, 3 para la educación
secundaria obligatoria y 2 para el bachiller.
Cabe destacar que las escuelas y los familiares son los principales responsables de proporcionar a los niños
una educación lingüística y cultural adecuada.
Sin embargo, este proceso educativo no se lleva siempre a cabo, debido a distintos factores. En ocasiones las
escuelas no proporcionan un aprendizaje que sea capaz de desarrollar las destrezas y conocimientos críticos
de los estudiantes. A su vez, se debe tener en cuenta el auge de las tecnologías referidas a los teléfonos
móviles o tablets y redes sociales. Por todo ello, el número de estudiantes que leen es muy reducido y la falta
de hábitos de lectura disminuye las capacidades de escritura y de redacción.
Como resultado, en las facultades científicas de algunas universidades los exámenes de italiano han sido
elegidos como método para medir las capacidades de los alumnos. La Accademia della Crusca, institución de
lingüística y filología italiana ubicada en la Villa di Castello de los Médici en Florencia, es el organismo
encargado de controlar y registrar cualquier fenómeno o cambio lingüístico.
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Las lenguas romances (también denominadas lenguas románicas, lenguas latinas o lenguas neolatinas)
son una rama indoeuropea de lenguas estrechamente relacionadas entre sí y que históricamente aparecieron
como evolución (o equivalentes) del latín vulgar (entendido en su sentido etimológico de habla cotidiana del
vulgo o común de la gente) y opuesto al latín clásico (forma estandarizada que a partir de cierto momento era
una lengua aprendida como segunda lengua y no como lengua materna).
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Los cuatro placiti cassinesi son cuatro declaraciones juradas, registradas entre los años 960 y 963, sobre la
propiedad de ciertas tierras de los monasterios benedictinos de Capua, Sessa Aurunca y Teano son los
primeros documentos en italorromance escritos en una lengua que pretende ser oficial y docto.
Se refería a una disputa sobre los límites de propiedad entre el monasterio de Montecassino y un pequeño
señor feudal local, Rodelgrimo d'Aquino. Con este documento, tres testigos testificaban a favor de los
benedictinos ante el juez Arechisi, indicando con un dedo, los límites del lugar que había sido ocupado
ilegalmente por un campesino después de la destrucción de la abadía en 885 de parte de sarracenos.
La fórmula del juramento capuano fue incluida en la misma frase, escrita en latín, y se repite cuatro veces. Los
textos dicen así:
Sao ko kelle terre, per kelle fini que ki contene, trenta anni le possette parte Sancti Benedicti. Capua,
marzo 960.
Sao cco kelle terre, per kelle fini que tebe monstrai, Pergoaldi foro, que ki contene, et trenta anni le
possette. Sessa, marzo 963.
Kella terra, per kelle fini que bobe mostrai, sancte Marie è, et trenta anni la posset parte sancte Marie.
Teano, octubre 963.
Sao cco kelle terre, per kelle fini que tebe mostrai, trenta anni le possette parte sancte Marie .