Fernández - Diáspora La Complejidad de Un Término
Fernández - Diáspora La Complejidad de Un Término
Fernández - Diáspora La Complejidad de Un Término
ISSN: 1315-3617
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Universidad Central de Venezuela
Venezuela
Mireya Fernández M. *
ESCUELA DE IDIOMAS MODERNOS, UCV
Resumen:
El término diáspora se ha convertido en un vocablo de moda que ha invadido las diferentes ramas
del saber social y transcendido el medio académico. Su popularización impone interrogar el con-
cepto, conocer su alcance y, sobre todo, precisar ciertos límites, pues el uso indiscriminado ha
borrado los márgenes que lo separan de otros términos afines, como exilio y migración, desdibu-
jando las experiencias disímiles que cada uno representa. En este trabajo analizamos los orígenes
y evolución del concepto, las diferencias con otras palabras que comparten el mismo campo se-
mántico, para luego detenernos en las dos acepciones que dominan el horizonte teórico contem-
poráneo: aquella que parte del significado etimológico y privilegia el lugar de origen como
elemento que define a las diásporas; y esa otra que asume la palabra como metáfora de hibrida-
ción cultural. Del diálogo con una y otra posición se desprende la importancia que cobra el espa-
cio, la conciencia en el lugar (sociedad receptora) y por el lugar (sociedad de origen), en la
definición del término.
Palabras claves: Diáspora, conciencia diaspórica, identidad, espacio, desplazamiento.
This is the paradoxical power of diaspora. On the one hand, everything that defines us is com-
pounded of all the questions of our ancestors. On the other hand, everything is permanently at risk.
This contingency and genealogy are the two central components of diasporic conciousness.
1
Jonathan and Daniel Boyarin, Powers of Diaspora .
*
[email protected]
1
Éste es el poder paradójico de la diáspora. Por una parte, todo lo que nos define se
compone de todas las interrogantes de nuestros antepasados. Por la otra, todo está en
permanente riesgo. Esta contingencia y la genealogía son los dos componentes centrales
de la conciencia diaspórica (La traducción de las citas del inglés son de la autora).
306 Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura
2
La importancia del tema se puede rastrear a través del nacimiento y consolidación de la
revista Diáspora: A Journal of Transnational Studies, que, desde el año 1991, se ha dedi-
cado al estudio de este fenómeno. Su editor, Kaching Tölöyan, en su primer número,
justifica el nombre de la nueva revista cuando afirma –y traduzco– que esta publicación
debe buscar en todas las producciones culturales y a través de la historia, los rastros de
las luchas y de las contradicciones en las ideas y las prácticas de la identidad colectiva,
de la patria y de la nación. La revista debe ocuparse de las maneras cómo las naciones,
bien sean comunidades reales o imaginarias, son fabuladas, creadas, hechas y des-
hechas, tanto en lo cultural como en lo político, en la tierra que la gente llama como pro-
pia y en el exilio. Sobre todo, se centrará en dichos procesos a medida que los mismos
dan forma y son moldeados por los otros infranacionales y transnacionales del estado-
nación (Tölöyan, 1991).
Diáspora: la complejidad… 307
Uno de los aspectos que llama la atención sobre el tema y que justifica par-
cialmente la disparidad de usos dados a la palabra diáspora es su reciente in-
corporación a los diccionarios, generales y especializados 3 . Es posible observar
la ausencia del término tanto en inglés como en español hasta ya avanzada la
segunda mitad del siglo XX. La Encyclopedia Britannica, por ejemplo, no tiene
entrada para este concepto en su undécima edición de 1910; lo incluye en 1958,
pero sólo en su acepción de cristal de óxido de aluminio. Por su parte, la Ency-
clopedia of Social Science apenas lo incorpora a finales de los años sesenta.
Hasta 1975, El Webster’s New Collegiate define diáspora como el asentamiento
de colonias judías dispersas fuera de Palestina luego de la salida de Babilonia.
La misma acepción se recoge en The New Shorter Oxford English Dictionary
que incluye un nuevo significado, la migración de la población negra hacia el
norte y oeste de los Estados Unidos, entre 1940 y 1950.
3
Entre los trabajos que analizan la incorporación del término en los diccionarios y enci-
clopedias se encuentran los de Gabriel Sheffer (2003 y de Katching Tölölyan (1996).
Algunos de los datos se incorporan en este análisis.
308 Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura
les, no sin cierto matiz polémico. El interés por preservar su validez y funcionali-
dad parece ser, sin embargo, el objetivo común. Qué define y distingue a las
diásporas de otros movimientos migratorios y cómo se convierte en una catego-
ría distintiva son algunas de las preguntas que verbalizan los especialistas inte-
resados en desarrollar una epistemología de la diáspora (Butler, 2001).
La lectura sobre el tema revela el interés por definir las características co-
munes a las diásporas y con ello establecer una tipología que ayude al conoci-
miento de este fenómeno. Sea que propongan su propia caracterización o que
mencionen la propuesta por otros, los investigadores consideran que los rasgos
siguientes definen a un grupo como diáspora:
En este sentido, el esfuerzo por alcanzar una definición que destaque los
rasgos semánticos diferenciales con respecto a otros términos no cierra la
discusión sobre el concepto. Es posible distinguir un uso reciente dentro del
mundo académico de acuerdo a la propuesta que nace en el seno de los estu-
dios culturales y que se difunde de manera particular en los trabajos sobre los
Black Studies: diáspora como representación de la identidad híbrida. Se plan-
tea así la diferencia entre una perspectiva que enfatiza el asentamiento fuera
de las fronteras conocidas, los lazos con el espacio original y, en consecuen-
cia, la preservación de una identidad étnica; y aquella otra que privilegia las
312 Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura
Las obras de Paul Gilroy y Stuart Hall se encuentran entre los más conoci-
dos trabajos que alimentan este uso particular del concepto. Son una referencia
obligada dada su importancia y amplia difusión en el medio académico. Pode-
mos preguntarnos a qué obedece esta nueva acepción que traspasa la sinoni-
mia con otras palabras para convertir el término en referente de una identidad
híbrida. El paso de un sentido a otro podemos encontrarlo en el artículo de Brent
Hayes Edwards (2004) “The Uses of ‘Diaspora’” donde el autor realiza una ge-
nealogía sobre la génesis y difusión del término dentro de los Black Studies. En
este trabajo, Edwards analiza el sentido histórico y político del término partiendo
de lo que fueron las políticas culturales de los movimientos por los derechos de
los negros, en el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales. El autor
presenta las tendencias previas a la adopción del concepto diáspora: el interés
en los movimientos panafricanos desde comienzos del siglo pasado y, sobre
todo, la posterior institucionalización de los estudios sobre este grupo en el
mundo académico.
As I have pointed out, a return to the intellectual history of the term itself is neces-
sary because it reminds us that ‘diaspora’ is introduced in large part to account for
difference among African-derived populations, in a way that a term like ‘pan-
Africanism’ could not. Moreover, ‘diaspora’ points to difference not only internally
(the ways transnational black groupings are fractured by nation, class, gender,
Diáspora: la complejidad… 313
del llamado Middle Passage 4 , que interconecta los diferentes proyectos de re-
torno al África; la circulación de ideas entre intelectuales y activistas; los artefac-
tos culturales y políticos que se han producido en los diferentes puntos del
Atlántico negro durante los últimos siglos. El autor busca trascender las perspec-
tivas reduccionistas que asocian la cultura con los viejos discursos de las dife-
rencias étnicas y raciales, partiendo de los mismos argumentos del discurso
excluyente eurocentrista. Por ello, en el primer capítulo “The Black Atlantic as a
Counterculture of Modernity”, propone un nuevo cronotropo: los barcos como
microsistema político y cultural atravesando el Atlántico para explicar el naci-
miento de una formación transnacional cuya estructura –siguiendo la definición
de Deluze y Guattari– es rizomórfica; planteamiento que contrasta con el foco
nacionalista de los estudios culturales tanto en su versión inglesa como afro-
americana. Deslastrar al sujeto de la diáspora africana del esencialismo otorga-
do a la relación espacio-cultura es el norte que orienta la propuesta. La imagen
del océano y los barcos retoma la idea del desplazamiento, propia de la diáspora
que, en este caso, hace referencia a la trata de esclavos y la dispersión de los
africanos en los espacios del Viejo y el Nuevo Continente, así como a los más
recientes movimientos migratorios que han tenido lugar en el último siglo. El
Atlántico simboliza el espacio de expansión y la nave el lugar de encuentro, con-
frontación y conflicto, de negociación e intercambio entre los distintos sujetos.
Gilroy complementa esta visión en el último capítulo “Not a Story to Pass On:
Living Memory and the Slave Sublime” cuando integra la focalización espacial de
la primera parte con el estudio de la temporalidad e historicidad de la diáspora
africana, de la memoria y la narratividad como principios que articulan las con-
traculturas políticas, en una relación distintiva de antagonismo frente a la moder-
nidad. Para ello pone en duda la importancia atribuida a la idea de tradición por
la crítica cultural, la historia y la política, y busca una definición diferente del tér-
mino. El análisis muestra cómo este concepto se une a la noción de pureza pro-
puesta por los seguidores del nacionalismo étnico como medio de preservar la
identidad de los pueblos, en este caso de las diásporas africanas, aferrándose a
un pasado idealizado: la madre África antes de la esclavitud. La tradición se
convierte en un refugio y consuelo para el yo del negro, amenazado por la su-
premacía del blanco. Los rasgos invariantes de una cultura africana que sobrevi-
4
El término ampliamente difundido en los textos sociales y literarios hace referencia al
viaje forzado de los negros desde las costas africanas hasta su destino final en el Caribe
o América como parte de la trata de esclavos. La travesía representa el punto medio del
viaje triangular. Los buques partían de Europa hacia los mercados africanos donde ven-
dían sus productos o los intercambiaban por prisioneros o personas que habían sido
secuestradas en el interior del continente. Las naves, con su nueva carga, se dirigían
hacia el continente americano y las antillas donde la vendían y compraban otras mercan-
cías para el consumo europeo. La imagen de la travesía sintetiza el sufrimiento y penu-
rias de la diáspora africana, los sentimientos de pérdida y desarraigo.
Diáspora: la complejidad… 315
ven pese al periodo colonial son el eje para consolidar una identidad común a
los distintos pueblos fuera del continente africano. Los siglos de sometimiento
son un accidente carente de valor, una sombra sobre el pasado glorioso. Desde
esta perspectiva, la tradición borra la huella de la diáspora africana en la arena
de la modernidad. La esclavitud y el colonialismo no tienen un impacto substan-
cial ni en la tradición africana ni en la capacidad de los intelectuales negros de
alinearse a la misma. La precedencia de la civilización africana a la civilización
occidental se enfatiza no para escapar de la linealidad temporal sino para recla-
marla y, de este modo, subordinar su narrativa de civilización a un conjunto dife-
rente de intereses políticos, sin siquiera cambiar el término. La lógica y las
categorías de la metafísica racial permanecen intactas, pero la relación entre los
términos se invierte. Los negros llegan a ser los dominantes en virtud de la bio-
logía o la cultura; los blancos reciben un papel subordinado (Gilroy, 1993).
ner una manera de entender el complejo mundo que alimenta la relación cultura,
nación, identidad, desde una posición que traspase los peligros del absolutismo
étnico, sus aportes han sido retomados por otros interesados en este fenómeno
quienes han encontrado en su propuesta una manera de escapar al prejuicio
presente en muchos de los movimientos a favor de las minorías basado en las
mismos principios y en los mismos errores que aquellos a los que se enfrentan.
La diáspora según Gilroy (1993) debe ser entendida entonces como “…a re-
sponse to these promptings –a utopian eruption of space into the linear temporal
order of the modern black politics which enforces the obligation that space and
time must be considered relationally in their interarticulation with racialised be-
ing” 5 . La relación tiempo-espacio conjuga el rastro de experiencias pasadas con
otras nuevas que se van configurando en las sociedades donde habitan los dis-
tintos grupos. De esta manera, el Atlántico negro se convierte en encrucijada de
intercambio cultural entre las distintas comunidades de la diáspora africana y
África, enriqueciendo las diferentes identidades de uno y otro lado del océano.
Este uso de diáspora como metáfora de una identidad híbrida había ya da-
do a luz en el trabajo de Stuart Hall, “Cultural Identity and Diaspora” 6 . En este
artículo sobre el surgimiento del nuevo cine caribeño y su relación con otros
discursos fílmicos del Tercer Mundo, el autor reflexiona sobre tres temas: la
identidad cultural, los sujetos postcoloniales, principalmente, el sujeto negro y
su representación en las diferentes prácticas culturales. Partiendo del concepto
de enunciación, establece los vínculos entre este acto y el modo de representa-
ción de la identidad 7 .
5
[“…una respuesta a estos señalamientos –una erupción utópica del espacio en el orden
lineal temporal de las políticas modernas de los negros que imponen la obligación de que
el tiempo y el espacio deben ser considerados de manera relacional en su articulación
con el ser racial”].
6
Este trabajo de Stuart Hall puede consultarse en las siguientes compilaciones: J. Rut-
herford, ed. (1990) Identity, Community, culture, difference, Lawrence & Wishart, London;
en Patrick Williams and Laura Chrisman, eds. (1994) Colonial Discourse and Postcolonial
Theory. A Reader, Columbia University Press, New York; en Jana Evans Braziel and
Anita Mannur eds. (2003) Theorizing Diaspora, Blackwell Publishing, Oxford. En este
trabajo las referencias corresponden a la edición de Evans y Mannur (2003).
7
Se define el acto de enunciación como las marcas en el texto que dan cuenta del acto
de asumir la palabra por parte de un sujeto en el espacio y tiempo del presente. Ver Émile
Benveniste (1977) Problemas de Lingüística General II, Siglo XXI Editores, México.
Diáspora: la complejidad… 317
introduce la posibilidad de cambio tanto del sujeto como del locus de enuncia-
ción; por ello las preguntas que han sido norma en los estudios del discurso y en
la crítica literaria: quién habla, desde dónde se habla, cuáles son las marcas que
este acto deja en el enunciado. Partiendo de estos postulados, Hall (2003) inte-
rroga el concepto de identidad y sus modos de representación para afirmar que
en lugar de pensar la identidad como un hecho ya realizado deberíamos pensar-
la como una “producción” nunca completa, siempre en proceso, y siempre dentro
y no afuera de la representación.
Cultural identities are the points of identification, the unstable points of identification
or suture, which are made, within the discourses of history and culture. Not an es-
sence but a positioning. Hence, there is always a politics of identity, a politics of po-
sition, which has no absolute guarantee in an unproblematic, transcendental ‘law’ of
origin (Hall, 2003).
318 Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura
[Las identidades culturales son los puntos de identificación, los puntos inestables de
identificación o sutura que se hacen en los discursos de la historia y de la cultura.
No una esencia sino un posicionamiento. Por lo tanto, siempre hay una política de
la identidad, una política de la posición, que no tiene ninguna garantía absoluta en
una “ley” simple, trascendental del origen].
The diaspora experience as I intend it here is defined, not by essence or purity, but
by the recognition of a necessary heterogeneity and diversity; by a conception of
‘identity’ which lives with and through, not despite the difference; by hibridity. Dias-
pora identities are those which are constantly producing and reproducing them-
selves anew, through transformation and difference. (Hall, 2003).
[La experiencia de la diáspora que planteo está definida, no por la esencia o la pu-
reza sino por el reconocimiento de una heterogeneidad y una diversidad necesa-
rias; por un concepto de la ‘identidad’ que vive conjuntamente y a través de su
carácter híbrido, y no a pesar de la diferencia. Las identidades diaspóricas son
aquellas que constantemente se producen y reproducen a sí mismas, a través de la
transformación y la diferencia].
como nación, raza, espacio, y trascienda los límites de la frontera nacional, ale-
jándose de las lógicas excluyentes y “naturales” del territorio y del linaje, sigue
manteniendo el término cuyo origen etimológico está unido a la dispersión y refe-
rido a un sistema de parentesco trasmitido por hombres y, por tanto, a la interro-
gantes en torno a la legitimidad y paternidad que el patriarcado genera.
Pese a querer incluir las historias silenciadas y de entender que las naciones
como unidades geográficas y geopolíticas no pueden explicar totalmente las
historias de los sujetos reales o el carácter o procedencia de los flujos económi-
cos y culturales, Gilroy no logra su intención aun dentro del marco del Atlántico
Negro, pues “It relies implicitly on an appeal to historical ties of kinship and thus
ends up excluding a variety of people who might identify with the Black Atlantic
experience” (Helmrich, 1992). Desde esta posición que nace desde la perspecti-
va de género, las nociones de familia y territorio son paralelas a la idea de na-
ción, y la metáfora de la diáspora funciona de manera semejante a aquellas que
aluden a la raíz y al árbol como símbolos que vinculan a los sujetos con un de-
terminado espacio, siguiendo una lógica patriarcal. Si bien Helmrich reconoce
que la posición de Hall es más cuidadosa al definir la identidad como represen-
tación y al estar consciente del uso metafórico del término, abriendo el concepto
a otros espacios no explorados, no deja por ello de asumir un modelo de paren-
tesco para poder definirlo. Su clara omisión de la presencia de los indígenas en
América apunta a retener una noción de hibridación que admite sólo como legí-
timos componentes a determinados grupos. Se puede concluir que en su opi-
nión, la debilidad de los planteamientos de Hall y de Gilroy se encuentra en el
término mismo de la discusión, el uso de diáspora en función de la etimología de
la palabra.
Las dos últimas partes del análisis muestran dos maneras de concebir la ex-
periencia de la diáspora: una privilegia el surgimiento de una conciencia colectiva
en relación con el lugar de origen como elemento central para su definición; otra
toma en cuenta el desplazamiento que da vida a la nueva comunidad y concentra
su interés en el resultado, la identidad híbrida. Las críticas a ambas posturas
ponen en evidencia que tanto aquellos que asumen el término en su sentido me-
tafórico como los que toman en cuenta el proceso de formación y recreación de
una identidad de origen, enfrentan el peligro de caer en esencialismos –étnicos,
culturales, nacionales– o, por el contrario, en la relatividad extrema.
ocupa en una determinada sociedad. Esta manera de describir los lazos que
establece el sujeto con el medio cobra especial importancia al momento de defi-
nir el concepto de diáspora.
8
Para Augé, los lugares identifican, primero, al definir un sentido de pertenencia (la per-
sona es de un lugar, tiene una residencia, un origen). Segundo, son relacionales en tanto
constituyen un orden dentro del cual se distribuyen posiciones (los individuos y las cosas
se encuentran en relación de coexistencia). Por último, son históricos ya que requieren
necesariamente que las identidades y relaciones fijadas tengan un mínimo de profundi-
dad temporal que les otorgue estabilidad.
Diáspora: la complejidad… 323
9
Esta manera distintiva de concebir la relación espacio-temporalidad recibe el nombre de
configuración espacial. Garcés la define como el proceso mediante el cual toda sociedad
o grupo social desarrolla un ejercicio de significación y diferenciación del espacio bajo la
forma de su apropiación delimitación y/o definición funcional.
324 Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura
tiempos y dos lugares. La nueva identidad del grupo surge del diálogo no exento
de confrontación entre uno y otro.
A MANERA DE CIERRE
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