El Recurso de Casación Info
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La historia del recurso de casación transita desde los primeros desarrollos del Derecho
Romano, pasando por las variaciones del Derecho Francés. Este recurso extraordinario posee
una importancia no solamente en el ámbito jurídico, sino también en la construcción de todo
el sistema de justicia que nos remite al ordenamiento constitucional moderno en el cual nos
encontramos inmersos.
Etimológicamente Casación deriva del latín "quassare" que significa romper. Cuando un
Tribunal de Casación casa un fallo, significa que lo rompe, lo anula, lo deja sin efecto, por tener
los vicios que la ley señala.
Nuestro Recurso de Casación Civil, como institución jurídica de lo que hoy es, tuvo su primera
positivización en la Constitución Política de 1979 donde, en términos generales, nada más
designó la función de conocimiento de la Corte Suprema de este medio impugnatorio,
diferenciándose de una instancia más.
El actual mecanismo procesal extraordinario que tiene nuestro ordenamiento jurídico para
analizar las alegadas infracciones normativas o apartamientos inmotivados de los precedentes
judiciales, no siempre tuvo el nombre de Recurso de Casación como mecanismo diferenciador
de una instancia judicial. Es fundamental, a fin de notar las características positivas y negativas
de nuestro modelo casatorio, tener en cuenta la historia y los antecedentes en nuestro país de
este medio de impugnación. Así, los artículos de nuestras leyes que regulan el Recurso de
Casación Civil, no vendrían a ser –de acuerdo a Laclau (1994)- disposiciones arbitrarias, sino
que, citando dicho autor a Ihering, señala que la “solución ha de buscarse en una cuidadosa
institución de la realidad histórica, donde se nos exhibe la vida de los diversos pueblos como
una comunidad entre ellos, como un intercambio que abraza todos los aspectos de la
existencia humana".
Así, aunque con diferencias a nuestro actual modelo casatorio, podremos referir que ya el
Código de Enjuiciamientos Civiles de 1852 regulaba el denominado “Recurso de Nulidad” que
establecía un mecanismo excepcional para acceder a la Corte Suprema si se alegaba
infracciones que viciaran de nulidad la resolución impugnada. Las causales de este medio
impugnatorio se describían en el artículo 1733 del citado Código de 1852 y, muy aparte de lo
que hoy vendrían a ser infracciones de carácter procesal para la procedencia de este Recurso,
también se establecía como una de sus causales la contravención a una ley expresa. Sobre las
resoluciones recurribles, el modelo extraordinario de procedencia del año 1852, se mantiene
en sus aspectos importantes, como la necesidad que la sentencia o auto impugnado haya sido
emitido por un tribunal superior. Ahora bien, este Recurso de Nulidad, se encontraba vigente
en forma paralela a la denominada “súplica” que, como refiere la jurista Eugenia Ariano
(2015), nuestro país adoptaba el modelo canónico de la “doble conforme”, el cual permitía
culminar el estudio de un caso sobre los hechos y el derecho, cuando el auto o sentencia de
vista de segundo grado, fuera confirmatorio del de primer grado. No obstante, ello, esta
denominada “súplica”, permitía un tercer reexamen (a modo de instancia y no como recurso
extraordinario), cuando el pronunciamiento en segunda instancia fuera distinto al del juez
inferior.
No obstante, ello, este modelo conocido como la súplica fue eliminado el 31 de marzo de
1855, por Decreto Dictatorial, bajo la errónea premisa que esta labor de “súplica” podría bien
ser ejercida por la Corte Suprema bajo el Recurso de Nulidad (Ariano, 2015). Y es ahí un primer
punto donde empiezan los antecedentes –entre problemas- de nuestro.
modelo casatorio antes de su nacimiento, toda vez que no siempre se ha entendido la función
de este mecanismo excepcional únicamente para analizar errores de derecho y no como un
acceso hacia una tercera instancia revisora de hechos. Si bien es cierto este denominado
Recurso de Nulidad siguió vigente en nuestras leyes procesales, la derogación de la “súplica” –
bajo el entendido que el recurso de nulidad podía atender sus demandas- indudablemente
abrió una puerta hacia el uso de este recurso –en principio- excepcional y extraordinario, como
un medio para realizar un cuestionamiento sobre aspectos fácticos o valorativos de un proceso
judicial, función que más bien debía estar a cargo de la Corte Superior en la apelación y/o
súplica. El tiempo dio la razón. Bajo el Código de Procedimientos Civiles de 1912, se reguló el
conocido Recurso de Nulidad desde el artículo 1122 hasta el 1144 del citado Código, siendo
este mecanismo una vía para que la Corte Suprema conozca, a petición de parte, infracciones
de carácter procesal o nulidades insubsanables que no podían hacer que una resolución
adquiera, por ello, ejecutoria. A pesar de ello, la primera vez que en nuestra legislación se
reconoció al Recurso de Casación nada más como institución jurídica, fue en la Constitución de
1979, donde la establecían como un mecanismo ciertamente distinto a una instancia. Tal es así
en el texto que el artículo 241 de dicha Constitución, se refiere a que “corresponde a la Corte
Suprema fallar en última instancia o en casación los asuntos que la ley señala”. Sin embargo,
en cuanto a la ley, la regulación no vino sino hasta nuestro actual Código Procesal Civil de 1993
que remplazó el Recurso de Nulidad como tal y reguló las causales de admisibilidad,
procedencia y funciones de la Casación Civil en nuestro ordenamiento jurídico, instituyéndolo
como vía para conocer puramente infracciones de carácter normativo, que en nada tengan
que ver con cuestiones de hecho y/o valoraciones de la prueba, tal como dice Hurtado (2012).
Es importante mencionar que, con la aparición de la Casación en nuestro Código Procesal Civil,
el Recurso de Nulidad dejó de existir como el medio extraordinario que antiguamente era. Si
bien es cierto actualmente existe la nulidad de los actos procesales como medio impugnatorio,
este sería considerado lo que hoy es un medio impugnatorio ordinario (a excepción de la
nulidad de cosa juzgada fraudulenta), bajo conocimiento del mismo juez que emitió el acto
procesal cuestionado e, implícitamente, con una cláusula abierta de causales de procedencia.
Aunque como vimos su primera regulación del Recurso de Casación como tal, se produjo con la
Constitución Política de 1979, fue el Código Procesal Civil de 1993 la norma especial que –para
los procesos civiles- desarrolló extensamente este medio impugnatorio. Así también, a lo largo
de estos años, no ha sido ajeno a ciertas modificaciones que han buscado, nada más con
buenas intenciones, dotar de mayor eficiencia a este mecanismo procesal como a continuación
veremos.
Nuestro actual Código Procesal Civil señala, en su reformado artículo 384, que el Recurso de
Casación “tiene por fines la adecuada aplicación del derecho objetivo al caso concreto y la
uniformidad de la jurisprudencia nacional por la Corte Suprema de Justicia”. Una regulación,
sin duda, que se aleja de las clásicas y actuales regulaciones en el resto del mundo de este
recurso que siempre buscó la correcta aplicación del derecho.
Tengamos en cuenta que estos nuevos fines no fueron los que instituyeron este medio
impugnatorio originariamente cuando entró en vigencia nuestra actual ley procesal civil, toda
vez que antes de esta reforma del artículo 384 (que se hizo en virtud de la Ley N° 29364 del 28
de mayo de 2009), se señalaba en ese mismo dispositivo que los fines esenciales de la Casación
eran la correcta aplicación e interpretación del derecho y la unificación de la jurisprudencia
nacional. Ahora bien, dicho artículo del Código Procesal Civil que regula los fines de la
Casación, debe ser estudiado en concordancia con las causales por las que procede, ya que de
ese modo se va poder comprender que busca finalmente este recurso tal como está regulado
en nuestro país.
En cuanto a las causales que procede este medio impugnatorio, únicamente son dos de
carácter general enunciadas en el artículo 386 del Código Procesal Civil: infracción normativa
que incida directamente sobre la resolución impugnada o en el apartamiento inmotivado del
precedente judicial.
Obviemos por un momento la causal del apartamiento inmotivado del precedente judicial
(sobre el que se volverá más adelante), para abocarnos un poco más acerca de esta causal
general de la “infracción normativa” a fin de buscarle el efecto (causa-efecto) de la “adecuada
aplicación del derecho objetivo al caso concreto” que tiene como fin nuestra Casación de
acuerdo a la ley procesal civil. Si vemos esta causal, la “infracción normativa” puede dar lugar a
múltiples interpretaciones que, o bien pueda versar únicamente sobre errores en la aplicación
e interpretación de normas de derecho material, o bien puede tratar de constituir una vía que,
usada perversamente, puede desnaturalizar el Recurso de Casación, tal como puede ser –por
poner solo un ejemplo-, la alegación de la infracción normativa del artículo 197 del Código
Procesal Civil (que trata sobre la valoración conjunta de los medios probatorios), buscando
pretender el acceso por la puerta falsa de dichos medios de prueba en vía casatoria.
Esta causal simple regulada de modo general, se aleja del Código Procesal Civil Modelo para
Iberoamérica dado en Montevideo de 1988, donde se establecía –como directriz o guía digna
de tomar en cuenta-, que las causales del Recurso de Casación se fundaban en la infracción o
errónea aplicación de una norma de derecho, sea éste en el fondo o en la forma (léase el
artículo 240 del Código Modelo para Iberoamérica).
Además de ello, siendo nuestro país un sistema judicial basado en el sistema romano
germánico, las normas como las contenidas en el Código Procesal Civil deben procurar, en
principio, poder generar predictibilidad sobre determinadas actuaciones procesales que se
desean emplear, sin que ello implique buscar o pretender regular cada situación que se pueda
presentar en la realidad (lo cual sería por demás imposible), pero sí al menos regular
determinadas situaciones de modo expreso para no entrar en el caos.
Siguiendo con la estructura de nuestro modelo casatorio nacional, y de aquellas normas que
inciden en su determinado grado de eficiencia (o de ineficiencia, según se vea), podemos
advertir que nuestro Código Procesal Civil decidió tomar camino por la suspensión de los
efectos jurídicos de la resolución sometida a Casación, la cual no podrá ejecutarse sino hasta
que la Corte Suprema de Justicia decida sobre el Recurso de Casación.
Así, como indica Damián Moreno (2009), la ejecución provisional de las sentencias se
sustentaba en que en un sistema casatorio de efectos suspensivos como el nuestro, el recurso
era empleado para prorrogar los efectos de lo resuelto haciéndolo posiblemente inviable para
ser ejecutado hasta que la resolución adquiera firmeza. Sobre este punto de nuestro modelo
casatorio, es pertinente hacer una salvedad: si bien es cierto nuestro Código Procesal Civil ha
regulado con acierto en el artículo 615 de la citada ley procesal la procedencia de la medida
cautelar de quien ha obtenido una sentencia favorable (en un proceso donde aún no existe
cosa juzgada), no debemos confundir ello con una consideración hacia la ejecución provisional
de la sentencia de segundo grado que ha sido sometida a Recurso de Casación. Ello es así
porque en el primer supuesto estaríamos ante una tutela cautelar, mientras en el segundo
caso ante una tutela ejecutiva. La diferencia, más que doctrinaria, implica que la tutela
cautelar nada más asegurará la ejecución de la sentencia cuando esta adquiera firmeza,
mientras que la tutela ejecutiva implicará que la resuelto en segunda instancia se empiece a
ejecutar de modo inmediato, así sea interpuesto contra ella un Recurso de Casación.
No obstante que más adelante planteemos la posibilidad de que la interposición del Recurso
de Casación no tenga efectos suspensivos, sí es necesario tener en cuenta que en la estructura
de nuestro modelo casatorio, una disposición como está tiene efectos sobre la carga procesal
que actualmente maneja la Corte Suprema de Justicia. Al igual que dicha regulación, otro
aspecto central de nuestro modelo tiene que ver con que la Corte Suprema puede conocer
bien de casos que tengan que ver con posibles interpretaciones erróneas o inaplicaciones de
las leyes materiales y, de igual forma, con alegadas infracciones a las normas procesales que
hayan tenido incidencia en el resultado final del proceso. Así, una lectura de artículo 396 del
Código Procesal Civil, nos dice que toda alegación hacia una infracción en la mala aplicación de
normas materiales (es decir, las contenidas en el Código Civil fundamentalmente), dará lugar a
que la Corte Suprema revoque y reformule la sentencia poniendo fin al proceso. Distinto a ello,
es del caso que se declare una infracción hacia normas de carácter procesal, las cuales tienen
que ver con violaciones hacia la tutela jurisdiccional efectiva o el derecho al debido proceso de
una de las partes procesales, siempre que dicha afectación haya tenido una repercusión en el
resultado final del proceso. Así entonces, no cualquier afectación o incumplimiento de las
formas procesales, implicaría una causa para acceder al control casatorio, sino que es
necesario que el incumplimiento de una correcta aplicación de dichas normas procesales haya
sido la causa para los resultados de la resolución de segundo grado. Es más, ni si quiera una
errónea motivación es causal de control casatorio, de acuerdo expresamente con el artículo
397 in fine, “si su parte resolutiva se ajusta a derecho”. Finalmente, una norma por demás
controversial (de la que posteriormente ahondaremos) es la contenida actualmente en el
artículo 392-A del Código Procesal Civil, que establece –únicamente en el Perú- la procedencia
excepcional del Recurso de Casación si no ha cumplido los requisitos de procedencia, pero,
que la Corte Suprema de Justicia considera que puede contribuir a la adecuada aplicación del
derecho objetivo al caso concreto y/o la uniformidad de la jurisprudencia nacional.
El recurso de casación tiene por fines la adecuada aplicación del derecho objetivo al caso
concreto y la uniformidad de la jurisprudencia nacional por la Corte Suprema de Justicia.
Siguiendo a Monroy Gálvez, el recurso de casación, a diferencia de los de más recursos cuyo
objetivo está íntimamente ligado al destino del proceso, tiene fines trascendentes, es decir, no
sólo ligados al destino natural del proceso, sino extraprocesales. (1992, p. 27) Veamos cada
uno de ellos:
1. A través del recurso de casación se pretende cumplir una función pedagógica, consistente
en enseñar a la judicatura nacional en general, cuál debe ser la aplicación correcta de la norma
jurídica. Asimismo, la función pedagógica alcanza, además, a la interpretación correcta de la
norma jurídica. Esto es posible dado que el recurso de casación implica la existencia de una
Corte de casación, vale decir, de un órgano jurisdiccional que con carácter especializado se
dedique a «casar». (Ídem)
Dada la transcendencia del recurso, todos los países que lo tienen regulado, conceden esta
facultad casatoria al órgano jurisdiccional más elevado. Como resulta obvio, la función
pedagógica y de ilustración antes aludida se realiza con mayor autoridad desde el lugar más
elevado que desde cualquier otro. (Ídem)
4.2. Causales
Pero, también entendemos que esta causal ómnibus posibilita la denuncia por infracción a la
norma que rige para el procedimiento, cuando afecta los derechos constitucionales de
naturaleza procesal que hacen inviable la decisión (desde el punto de vista procesal). A estos
errores se le conocen en doctrina como error in iudicando y error in procedendo,
respectivamente y se hacen visibles en el recurso de casación siempre que afecten la decisión
que es materia del recurso. (Hurtado Reyes, 2016, p. 340)
1.- Contra las sentencias y autos expedidos por las salas superiores que, como órganos de
segundo grado, ponen fin al proceso;
2.- ante el órgano jurisdiccional que emitió la resolución impugnada o ante la Corte Suprema,
acompañando copia de la cédula de notificación de la resolución impugnada y de la expedida
en primer grado, certificada con sello, firma y huella digital, por el abogado que autoriza el
recurso y bajo responsabilidad de su autenticidad.
En caso de que el recurso sea presentado ante la Sala Superior, esta deberá remitirlo a la Corte
Suprema sin más trámite dentro del plazo de tres días;
3.- dentro del plazo de diez días, contado desde el día siguiente de notificada la resolución que
se impugna, más el término de la distancia cuando corresponda;
Si no se cumple con los requisitos previstos en los numerales 1 y 3, la Corte rechazará de plano
el recurso e impondrá al recurrente una multa no menor de diez ni mayor de cincuenta
Unidades de Referencia Procesal en caso de que considere que su interposición tuvo como
causa una conducta maliciosa o temeraria del impugnante.
Si el recurso no cumple con los requisitos previstos en los numerales 2 y 4, la Corte concederá
al impugnante un plazo de tres días para subsanarlo, sin perjuicio de sancionarlo con una
multa no menor de diez ni mayor de veinte Unidades de Referencia Procesal si su interposición
tuvo como causa una conducta maliciosa o temeraria. Vencido el plazo sin que se produzca la
subsanación, se rechazará el recurso.
2.- describir con claridad y precisión la infracción normativa o el apartamiento del precedente
judicial;
1.- En caso de que el recurso haya sido interpuesto ante la Sala Superior, fijará fecha para la
vista de la causa.
2.- En caso de que el recurso haya sido interpuesto ante la Sala Suprema, oficiará a la Sala
Superior ordenándole que remita el expediente en el plazo de tres días. La Sala Superior
pondrá en conocimiento de las partes su oficio de remisión, a fin de que se apersonen y fijen
domicilio procesal en la sede de la Corte Suprema. Recibido el expediente, la Sala Suprema
fijará fecha para la vista de la causa.
Las partes podrán solicitar informe oral dentro de los tres días siguientes de la notificación de
la resolución que fija fecha para vista de la causa.
Aun si la resolución impugnada no cumpliera con algún requisito previsto en el artículo 388, la
Corte puede concederlo excepcionalmente si considera que al resolverlo cumplirá con alguno
de los fines previstos en el artículo 384.
En caso de que el recurso haya sido presentado ante la Sala Suprema, la parte recurrente
deberá poner en conocimiento de la Sala Superior este hecho dentro del plazo de cinco días de
interpuesto el recurso, bajo responsabilidad.
Durante la tramitación del recurso, la actividad procesal de las partes se limita a la facultad de
presentar informes escritos y un solo informe oral durante la vista de la causa.
La Sala expedirá sentencia dentro de cincuenta días contados desde la vista de la causa.
Si la Sala Suprema declara fundado el recurso por infracción de una norma de derecho
material, la resolución impugnada deberá revocarse, íntegra o parcialmente, según
corresponda. También se revocará la decisión si la infracción es de una norma procesal que, a
su vez, es objeto de la decisión impugnada.
Si se declara fundado el recurso por apartamiento inmotivado del precedente judicial, la Corte
procederá conforme a lo indicado en el párrafo anterior, según corresponda a la naturaleza
material o procesal de este.
2.- anula lo actuado hasta la foja que contiene la infracción inclusive o hasta donde alcancen
los efectos de la nulidad declarada, y ordena que se reinicie el proceso; o
3.- anula la resolución apelada y ordena al juez de primer grado que expida otra; o
En cualquiera de estos casos, la sentencia casatoria tiene fuerza vinculante para el órgano
jurisdiccional respectivo.
La sentencia debe motivar los fundamentos por los que declara infundado el recurso cuando
no se hayan presentado ninguna de las causales previstas en el Artículo 386.
La Sala no casará la sentencia por el sólo hecho de estar erróneamente motivada, si su parte
resolutiva se ajusta a derecho. Sin embargo, debe hacer la correspondiente rectificación.
La Sala Suprema Civil puede convocar al pleno de los magistrados supremos civiles a efectos de
emitir sentencia que constituya o varíe un precedente judicial.
La decisión que se tome en mayoría absoluta de los asistentes al pleno casatorio constituye
precedente judicial y vincula a los órganos jurisdiccionales de la República, hasta que sea
modificada por otro precedente.
Los abogados podrán informar oralmente en la vista de la causa, ante el pleno casatorio.
El texto íntegro de todas las sentencias casatorias y las resoluciones que declaran
improcedente el recurso se publican obligatoriamente en el Diario Oficial, aunque no
establezcan precedente. La publicación se hace dentro de los sesenta días de expedidas, bajo
responsabilidad.