David Zárate - Nnait Jatnil Soy Caballo Negro
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David Zárate - Nnait Jatnil Soy Caballo Negro
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Por
David Andrés Zárate Loperena*
RESUMEN
ABSTRACT
This artiele tells tbe story of a Kumeyaay man tbat was notable as a leader of
tbe indians living in the occupied region to tbe north and south of tbe present border
between United S tates and Mexico.
From various historical sources and descriptions made by Ros Mishkwish the
autbor rebuilds a historical-cultural scenarium of this kumeyaay leader tbat Iived
during tbe lastyears of tbe 18m century and first years of tbe 19 m century, time
during which tbe supremacy of the missionaries was ending and the era of inde-
pendent Mexico was beginning. Jatnil was a hero for the Kumeyaay.
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Figura 1. Asentamientos indígenas kumia del sur de California y norte de Baja California.
NÑ'AIT JATÑIL. SOY CABALLO NEGRO
Kamiai es el nombre que se les da a los indígenas hablantes de una lengua de la familia
lingüística yumana que habitaban lo que ahora son los municipios de Tecate, lijuana,
porciones del norte del municipio de Ensenada y del Condado de San Diego, California. Se
~es denomina también kumiai, diegueño y tipai.
El teniente Macedonio Goozález. estaba al frente de los 25 hombres que formaban la
guarnición de San Vioente cuando se sucitó en 1836 un alzamiento indígena en Jacumé, a 80
km al noroeste del Valle de Guadalupe. Los rebeldes a quienes se unieron también algunos
yumas atacaron también San Diego, lugar al que acudió en auxilio el mencionado teniente,
logrando incorporar en el camino a Jatñil.
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LOSKAMlAI
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con los cahuilla, cupeños y luiseños. Otro de sus rasgos es el hecho de que
habitaron los tres ecosistemas norpeninsulares, es decir, la costa, montaña
y desierto y esto, aunado a lo anterior, les posibilitó la población más
numerosa, probablemente entre ocho mil y diez mil individuos (Shipeck,
1982). En cOnsecuencia, tuvieron un mayor número de bandas y quizá por
ello, de variantes dialectales (Zárate, 198Th).
En la época histórica aparecen otras variables. Fue en territorio kamiai
donde se establecieron el mayornúmero de misiones: San Diego de Alcalá
y su visita Santa Isabel,4 San Vicente Ferrer, San Miguel Arcángel, Santo
Tomás de Aquino, Santa Catarina, El Descanso y Nuestra Señora de
Guadalupe. Debemos incluir aquí el poblado Misión de San Pedro y San
Pablo Bicuñer fundado en 1781, que aunque en tierras de los kwitsan tuvo
influencia en las bandas kamiai del desierto (Zárate, 1987b). Otro dato
importante es que en-sus dominios operaron simultáneamente dos órdenes
religiosas, franciscanos en la Alta California y dominicos en Baja Califor-
nia; por último, fueron los kamiai quienes más muertes violentas causaron
a los religiosos: dos misioneros en Santo Tomás, uno en San Diego y cuatro
más en la región del Colorado, cuando las bandas kamiai del desierto
apoyaron a los kwitsan, durante el ataque a los poblados de la Concepción
y Bicuñer. Los kamiai a diferencia del resto de los indígenas, lucharon por
más años en contra de la ocupación novobispana y mexicana, desde la
fundación de San Diego en 1769, hasta la destrucción de Santa Catalina
en 1840. Además, ~omo consecuencia de la guerra entre Estados Unidos
y México, su territorio quedó entre ambas naciones, particularidad que
comparten con los cucapá.
4 Visita es una estancia temporal construida de adobe y ubicada entre un centro religioso
misional y otro para servir de parador y de punto de referencia para exploradores y viajes de
misión en misión.
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SA.U. NACIMIENTO
Matuam nñakur, lamil sin 'tu 'wa. Hace tiempo, aquí vivió Jatñil, fue
el comentario de su bisnieta, Ros Mishkwish. Nuestro personaje debió
nacer hacia finales del siglo dieciocho en Chip Chip, conocido hoy como
La Ciénega (comunicación personal con Ros Mishkwish, 1983-1986).
Los kamiai no tomaban la educación de sus hijos a la ligera, por el
contrario, eran bastante estrictos en cuanto a la conducta infantil. Cuestio-
nes como el obtener un "buen corazón" eran tratadas por los padres
indistintamente del sexo de sus hijos, aun cuando existía cierta enseñanza
de padre a hijo y, también de madre a hija (Zárate, 1986). Había muchas
reglas para el comportamiento infantil, por ejemplo: Si una persona adulta
estaba de visita, les quedaba prohibido correr frente a su casa y para poder
entrar a ella, tenían que solicitar autorización. El respeto a los ancianos o
el no burlarse de personas con defectos físicos era de absoluta observancia.
También los padres ponían mucho énfasis para que los jumí o pchai, niños
o niñas, no fuesen a molestar a sus vecinos (Shipeck, 1970). Los adultos
aprovechaban cualquier situación para dar un ejemplo correcto a sus hijos
y los exhortaban a ofrecer comida a los visitantes, o bien, les señalaban
que si querían crecer y ser buenos cazadores deberían de ser aseados. Para
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Los kamiai pensaban que el ser humano pasaba por dos etapas pecu-
IInres de receptividad, por lo que las experiencias en la pubertad y adoles-
. ncia dejarlan efectos permanentes en el cuerpo y el espíritu (Waterman,
1910). Si el maJium le daba al indígena su identidad como ser humano, el
wik nispitsh lo prepararla como guerrero destinado a grandes eventos
heroicos. El ritual comenzaba semanas antes de la ceremonia, cuando el
cusiay cuatay se retiraba a localizar el kursha (Datura inoxia) (Cortés,
1988). De regreso a la aldea, el gran hechicero ponía a secar la raíz de
loloache, para luego colocarla con el resto de los objetos ceremoniales
(Mishk:wish, comunicación personal, 1983-1986). Cuando llegaba el día
señalado para la iniciación, ya se había seleccionado una casa para el
ceremonial en donde el cusiay cuatai depositaba los parafernales de la
siguiente manera: primeramente instalaba el mortero (jmu) decorado con
líneas rojas y negras (Waterman, 1910) y a continuación las tablas cere-
moniales (kotat) y las plumas de tecolote. Luego trazaba un círculo en el suelo
(mai), que representaba el Universo y dentro de éste dibujaba el Sol, las
Lunas nueva y llena, algunas constelaciones como Orión y las Pléyades;
también se cuidaba de incluir animales como el cuervo, el lobo o el león
y el coyote; en la parte media dibujaba el espinazo del diablo (maikurr),
la Vía Láctea, flanqueada horizontalmente por dos serpientes. Por fuera
del círculo, el Este era representado con dos montañas: Wikami, lugar de
origen de los kamiai, y la segunda, Mat cusiai o cerro encantado, localizado
particularmente de acuerdo al punto geográfico en donde se celebraba la
ceremonia. Al oeste del círculo dos islas, primeramente la de Santa
Catalina, de donde provenía el culto al wik ñispitsh y la segunda, repre-
sentando al Mat cusiay de las islas Coronado o Todos Santos, nuevamente
de acuerdo al sitio del ceremonial (Waterman, 1910). El jefe (kulpm)
procedía a colocar el jmu (mortero) que contenía la raíz de kursha al
oeste de la Vía Lactea y dos jmukey (manos de molienda) al norte y sur
del mortero, quedando frente a las cabezas de las serpientes.
De esta manera, todo quedaba listo para la ceremonia en la que sólo
participarían los iniciados en el wik ñispitsh y de quienes se afIrmaba que
los poderes mágicos que habían adquirido les permitían caminar sobre el
fuego o matar un águila con sólo hechizarla (Waterman, 1910).
Cuando los jóvenes eran introducidos a la uja wachiyeu (casa en donde
se baila) algún anciano comenzaba a machacar la raíz en el mortero,
mientras que otro entonaba cantos alusivos. El recipiente pasaba luego de
mano en mano por todos los ancianos, quienes simbólicamente molían la
datura, mejor conocida como toloache. Al fInalizar, se vertía un poco de
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Caballo Negro fue capacitado para el liderazgo. Tuvo que aprender los
lIislintos dialectos kamiai (Meigs, 1971) y algunas lenguas vecinas, como
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por caso, de cien guerreros cada uno. El primero estaba formado por
arqueros, quienes mientras avanzaban comenzaban a disparar sus flechas
a cierta distancia, ocasionalmente envenenadas con chamiw caliente,
hacia el enemigo. Una sección del mismo grupo atacaba con tal(s Oa
honda), quizás el arma más temida por los soldados; de hecho, todos los
guerreros iban provistos de ellas. Detrás de éstos venía un segundo grupo
provistos de i-imjoay, especie de bastones que terminaban en punta o bien,
lanza corta; otros, con macanas planas (pperwí o jampu) otros más con
miltcis (palos curvos o sables de madera dentada) que arrojaban a corta
distancia o bien, golpeaban con ellos al cuerpo. Por último, venían los
garroteros, provistos del tIajuay o macana de mezquite, dedicados a
rematar a los caídos. En el caso de que los kamiai fueran atacados en su
propia ranchería, entonces las mujeres y niños se encargaban de esta
acción. Si la guerra terminaba con un triunfo (niu man uiya) nuevamente
se celebraría conjatup imá. Esta información debe verse con cierta reserva
debido a que la informante era mujer y las "cuestiones de la guerra"
pertenecían al sexo masculino, salvo lo señalado anteriormente. También
porque las guerras indígenas habían terminado alrededor de 120 años atrás;
aunque, en el caso de Ros, su padre Juan luchó en contra de los mexicanos
en diferentes ocasiones a fmes del siglo pasado y a principios de éste, tal
vez durante los movimientos floresmagonistas y quizá ello le permitió
tener fresco el conocimiento.
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aledaños a las misiones de Santa Catalina, Santo Tomás y del valle de San
Rafael. Aún así, los indígenas de J' cum (Jacumé) aliados con nativos
cristianos de Tijuana y San Diego, atacaron varios ranchos, causando
destrucción y muertes (Rojo, 1987). De ello da cuenta Jatñil:
Pocos días después salí en campaña con Macedonio González contra
los indios de Santa Catalina, los kiliwas y los cucapá, entonces eran
muchos; a mí me obedecían mil hombres de guerra; me mataron parte
de mis mejores guerreros, nosotros también les matamos muchísimos
(Rojo 1987).
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sin embargo, nunca fue una amenaza para el jefe kamiai. En las siguientes
décadas Jatñil continuó auxiliando al Ejército Mexicano en la persecución
de alzados y transgresores de la ley (San Diego Unión, 3 de marzo de
1870).
JATÑIL MISHKWISH
BmLIOGRAFÍA
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