Derechos Humanos y Empresas
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EMPRESAS Y ORGANIZACIONES
Históricamente ha recibido más atención la guerra que la paz (VVAA, 1994) 1 y Hegel
llego a considerar la guerra como “un aspecto esencial de la historia de la humanidad” y
hasta positiva en relación a un largo periodo de paz: “En épocas de paz se extienden los
límites de la vida civil y a la larga esto tiene como consecuencia que los hombres se
hundan en el vicio. Sus particularidades se vuelven cada vez más sólidas y osificadas”
(Hegel 1999). El internacionalista polaco Edmund Jan Osmañczyk 2 estima que en los
últimos 5.500 años ha habido 14.513 guerras que han costado 1.240 millones de vidas y
han permitido 292 años de paz (Valencia, 2003). Vemos, por lo tanto, que la guerra ha
sido una constante en la historia de la humanidad y aunque nunca ha podido ser evitada,
siempre se ha intentado acotar, mediante dos procedimientos específicos: la limitación
de los medios y métodos de combate (que cristalizará en el llamado “Derecho de La
Haya” o “derecho de la guerra”) y la protección de las víctimas (que dará lugar a finales
del siglo XIX al “Derecho de Ginebra” o Derecho Internacional Humanitario - DIH).
Veremos que el derecho internacional de los DDHH es aplicable y exigible siempre y en
todo lugar, con independencia de que exista o no un conflicto armado. Pero este
imperativo universalizable no siempre ha sido tan claro.
Sin embargo, la doctrina más elaborada acerca de los límites de la Guerra Justa se debe
al padre Francisco De Vitoria quien, retomando los planteamientos de Santo Tomas de
Aquino, postula la defensa de los derechos humanos (VVAA, 1994). Dentro de la
misma “Escuela de Salamanca” podemos destacar a Melchor Cano, cuya tesis principal
1
Artículo “La paz justa” de Evaristo Palomar Maldonado (pp. 57-70)
2 Su obra más conocida es Encyclopedia of the United Nations and International Agreements (Anthony Mango, 2002)
3
Instructions for the Government of Armies of the United States in the Field (elaborado por Francis Lieber y promulgado como
Orden General nº100 del presidente Lincoln, el 24 de abril de 1863)
4
Revue Internationale de la Croix-Rouge, número 789, mayo-junio de 1991 (pág. 327)
es que no es lícito realizar una guerra para ampliar el propio Estado o por utilidad del
príncipe. La escolástica española, a diferencia de otros autores como Grocio, se
preocupa no solo de la licitud de la guerra cuanto de establecer límites en sus medios, lo
que en el siglo XVI supone una anticipación de cuatro siglos a lo que más tarde
conoceremos como “Derecho de La Haya” o “derecho de la Guerra”. Incluso alguien
tan proclive a la expansión del Imperio español como Juan Ginés de Sepúlveda llegó a
establecer límites a la guerra justa y en su obra Demócratas Segundo. Tratado sobre las
justas causas de la guerra contra los indios (1547) llega a afirmar, en boca de
Demócratas, que “la guerra justa no sólo exige justas causas para emprenderse, sino
legítima autoridad y recto ánimo en quien la haga, y recta manera de hacerla. Porque no
es lícito a cualquiera emprender la guerra, fuera del caso en que se trate de rechazar una
injuria dentro de los límites de la moderada defensa, lo cual es lícito a todos por derecho
natural, (…) todas las leyes y todos los derechos permiten a cualquiera defenderse y
repeler la fuerza con la fuerza. Pero el declarar la guerra, propiamente dicha, ya la haga
por sí, ya por medio de sus capitanes, no es lícito sino al príncipe o a quien tenga la
suprema autoridad en la república”5. Observamos pues que estos autores de
pensamiento escolástico coinciden en identificar al menos tres límites a la guerra justa:
la justa causa (iusta causa), la declaración formal por la autoridad (auctoritas principis)
y la recta intención (intentio recta). Fray Domingo de Soto se pronuncia con igual
rotundidad en su obra De la Justicia y el Derecho.
Durante la segunda mitad del siglo pasado ya no se pretendió prohibir la guerra, como
se había intentado en 1928, sino solo regularla6 a través del derecho internacional de los
derechos humanos y del DIH (basado esencialmente en las cuatro Convenciones de
Ginebra de 1948) cuyo máximo y más reciente garante es la Corte Penal Internacional
(en adelante CPI) con potestad para juzgar crímenes de guerra preestablecidos. Al
terminar el siglo XX existía un cierto optimismo hacia los nuevos tiempos que parecían
tender hacia una cierta “humanización” de la guerra (Glover, 2013) mediante
convenciones (contra el uso de minas anti persona; regulación de la exportación de
5
Obra original en edición bilingüe latino española en https://jorgecaceresr.files.wordpress.com/2010/05/democrates-segundo-o-de-
las-justas-causas-de-la-guerra-contra-los-indios.pdf (consultada el 030/9/2017)
6
El artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas, consagra con carácter general la prohibición del uso de la fuerza.
armas ligeras, tratados de no proliferación nuclear, etc.) y un mayor protagonismo de las
Naciones Unidas en el concierto internacional y en la prevención de los conflictos. La
caída del régimen comunista y la desaparición de la URSS creo la falsa impresión de un
nuevo mundo no polarizado y libre, bajo hegemonía norteamericana y en donde, en
palabras del famoso ensayo de Francis Fukuyama (1988) 7, se había llegado al “fin de la
Historia”. Es también durante ese periodo, cuando alcanza su máxima expansión el
nuevo paradigma de la responsabilidad social de las organizaciones (en adelante RSO),
tal y como acredita la numerosa normativa legal y convencional de rango internacional
que analizaremos más adelante.
Esta optimista percepción del nuevo orden internacional cambió radicalmente tras los
atentados del fundamentalismo islamista en Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
Desde entonces el mundo se ha tenido que enfrentar a un “enemigo invisible”: el
terrorismo internacional frente al cual los sistemas de prevención, ataque y defensa
tradicionales no son efectivos. La actuación de los EE. UU y su política de “guerra
preventiva” (guerras de Afganistán e Irak) modificó radicalmente el escenario
internacional y fracturó el orden mundial. Mientras que en Iberoamérica la situación
política en general apunta una clara tendencia a la consolidación de las democracias
liberales (Smith, 2009) en Oriente Medio la conflictividad no hace más que crecer
(guerras de Siria, revueltas en Libia, Túnez y Egipto, expansión del terrorismo islamista
organizado8, etc) expandiendo su desestabilización a muchos países, algunos de los
cuales están muy alejados de su ámbito geográfico y cultural.
El inicio del siglo XXI nos presentaba dos alternativas contrapuestas: Choque de
Civilizaciones9 (Huntington, 1993) o Alianza de Civilizaciones, un proyecto promovido
por Naciones Unidas (26 de abril de 2007) con el apoyo de un damero de Estados en
ocasiones muy alejados de la democracia, el respeto de los Derechos Humanos y de las
libertades públicas (Irán, Sudan, Afganistán, etcétera). Y es en ese contexto bélico en el
que en numerosas ocasiones y de forma creciente intervienen las empresas nacionales y
transnacionales, siendo por ello actores no estatales con capacidad de prolongar el
conflicto o, por el contrario, de facilitar o promover los procesos de construcción de
paz. La forma en la que estos actores no estatales aborden su responsabilidad social en
la promoción de los Derechos Humanos será determinante para comprobar hasta qué
punto se implican activamente en este proceso o no.
Partiendo de la base de las Convenciones de Ginebra y del DIH podemos distinguir dos
tipos básicos de conflictos armados:
7
El artículo ¿El fin de la Historia? publicado por Fukuyama en la revista The National Interest (verano 1988) está basado en una
conferencia que el autor dictó en el John M. Olin Center for Inquiry into the Theory and Practice of Democracy de la Universidad
de Chicago (EE. UU.)
8
Según el Índice Global de Terrorismo (2015) del Institute for Economics & Peace cuatro grupos yihadistas fueron los responsables
del 74% de las 29.300 asesinatos cometidos en todo el mundo.
9
Artículo original en Foreign Affairs (Volº 72m nº 3): http://www.hks.harvard.edu/fs/pnorris/Acrobat/Huntington_Clash.pdf
2. Conflicto armado no internacional. La definición de conflicto armado no
internacional la encontramos en el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra de
1949 que señala: “En caso de conflicto armado que no sea de índole internacional y que
surja en el territorio de una de las Altas Partes Contratantes (…)”. Para que un conflicto
armado sea tipificado de no internacional (Protocolo II de la Convención de Ginebra)
deben concurrir las siguientes circunstancias:
a) El conflicto tiene lugar en el territorio de un solo Estado
b) Hay oposición o combate entre las fuerzas armadas de este Estado contra fuerzas
armadas o grupos armados que no reconocen su autoridad
c) Esas fuerzas y grupos armados deben estar bajo el mando de una autoridad
responsable
d) Deben ejercer un dominio o control sobre una parte del territorio de hecho que
les permita realizar operaciones militares sostenidas y concertadas, y aplicar las
disposiciones de derecho humanitario del Protocolo II.
En este tipo de conflictos (más comúnmente conocidos como “guerras civiles”) las
partes en conflicto tienen prohibido, en cualquier tiempo y lugar:
Los atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio
en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y los suplicios
La toma de rehenes
Los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y
degradantes
Las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo juicio ante un tribunal
legítimamente constituido, con garantías judiciales reconocidas como
indispensables por los pueblos civilizados.
Según el Informe 2019 del Global Peace Index los países del mundo que tenían una
mayor y menos propensión a la conflictividad eran los siguientes (la numeración
corresponde al ranking que elabora dicha organización):
Tabla
Ranking de los 10 países más y menos pacíficos del mundo (2019)
Fuente: Elaboración propia sobre datos del Global Peace Index 2019
10
Esta cifra supone tanto refugiados como desplazados internos. Naciones Unidas define a los
desplazados internos como aquellas personas o grupos de personas que han sido forzadas u obligadas a
huir de sus hogares o lugares de residencia habitual, o a abandonarlos, en particular a causa de un
conflicto armado, de situaciones de violencia generalizada, de violaciones de los derechos humanos o
desastres naturales o causados por el hombre, y que aún no han cruzado una frontera reconocida
internacionalmente entre Estados o que lo hacen a fin de evitar los efectos de todo ello. A diferencia de
los refugiados, no han cruzado la frontera de su país.
11
O. cit. https://www.abc.net.au/news/2019-06-12/global-peace-index-2019-1/11203322 (consultada el 08/07/2019)
Creemos que para una intervención decidida de las empresas en zonas en conflicto debe
existir un claro apoyo de los gobiernos, tanto a nivel informativo (presentando las
oportunidades) como de apoyo económico12 que compense los primeros y arriesgados
pasos en esos nuevos y turbulentos entornos. Resulta sorprendente la descoordinación
que sigue existiendo entre los diferentes organismos públicos que promueven distintos
tipos de intervenciones en el exterior, según sean instancias de corte económico (el
ICEX y sus programas de apoyo a la internacionalización de empresas y exportación) o
de Ayuda Oficial al Desarrollo (AECID-Agencia Española de Cooperación
Internacional). Ambos organismos invierten importantes partidas presupuestarias en los
mismos países sin que hasta la fecha se hayan llegado a crear mecanismos coherentes de
coordinación que faciliten mayores sinergias sus respectivos grupos de interés:
empresas internacionalizadas en el caso del ICEX y ONG y organizaciones de
cooperación en el caso de la AECID. Aunque es cierto que la AECID en sus últimos
Planes Directores ya incluye expresamente a la empresa como actor para la cooperación
internacional al desarrollo13, no es menos cierto que aún falta mucho para que de las
palabras se pueda pasar a los hechos. Las alianzas inclusivas para el desarrollo, el uso
de las TIC o las alianzas entre diversos actores para coordinar adecuados proyectos de
formación son algunos de los retos que tendrán que afrontar las empresas con sus
grupos de interés.
Esta aspiración común hace que estos sistemas normativos compartan importantes
semejanzas y diferencias, y sean casi perfectamente complementarios en su aplicación
(Rodríguez-Villasante et al, 2017). La relación entre derechos humanos (en adelante,
DDHH) y DIH quedó establecida en el propio preámbulo de la Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948 (en adelante, DUDDHH) al recordar que muchos de
los conflictos armados (bajo mandato del DIH) se originan, precisamente, por una
violación o vulneración previa de los DDHH14. El núcleo fundamental de derechos del
DIH y de los DDHH se fundamenta en los principios de inviolabilidad, no
discriminación y seguridad (Pictet 1986)
Tanto en el ámbito de los DDHH cuanto en el del DIH, todas las personas son titulares
de esos derechos por su condición de seres humanos, con la única peculiaridad de que
12
Apoyo económico que no debe entenderse restrictivamente en el sentido de las clásicas subvenciones, créditos o financiaciones
sino también a otras fórmulas que pasarán por la cobertura de riesgo de exportaciones (generalmente no cubiertos en países en
guerra o conflicto), la asistencia técnica en cuestiones generalmente ajenas a la empresa (gestión de la seguridad), etc.
13
Plan Director de la Cooperación Española 2013-2016:
http://www.cooperacionespanola.es/sites/default/files/plan_director_cooperacion_espanola_2013-2016.pdf
14
Preámbulo de la DUDDHH, párrafos 2 y 3 Resolución 217A (III), de 10 de diciembre de 1948, de la Asamblea General de las
Naciones Unidas.
los DDHH se aplican en cualquier circunstancia y el DIH únicamente en aquellas
situaciones de conflicto armado sea este internacional o interno como veremos más
adelante.
La mayoría de estos derechos no son absolutos pues deben ser ejercidos respecto de
otras personas, una situación que exige que el ejercicio de los propios derechos se
realice respetando los derechos de los demás, lo que viene a ser una formulación
práctica del imperativo categórico kantiano: “Obra sólo según una máxima tal que
puedas querer al mismo tiempo que se convierta en ley universal” (Kant 1921). Por esta
razón, muchos de los derechos reconocidos por ambos sistemas normativos tienen rango
de norma imperativa en el derecho internacional general (ius cogens) o, dicho en otras
palabras, se trata de derechos que han sido reconocidos por la comunidad internacional
en su conjunto15 y no son susceptibles de renuncia. Este derecho internacional
representa, en palabras del jurista italiano Norberto Bobbio, “la máxima conciencia que
el hombre ha alcanzado hasta ahora en sede jurídico-política, de la sustancial unidad del
género humano (…) La DUDDHH puede ser aceptada como la mayor prueba histórica
que nunca haya existido del consensus ómnium gentium acerca de un determinado
sistema de valores” (Bobbio 1991; Valencia 2003). Esta idea de la “cosmópolis”, por la
que todo hombre es potencialmente ciudadano no sólo de un Estado sino del mundo,
había tenido un desarrollo en La paz perpetua (1795) de Kant. Uno de los aspectos
menos estudiados de este escrito es la introducción por parte de Kant, junto al Derecho
público interno y al externo, que era división tradicional, de una tercera especie de
Derecho que él llama ius cosmopoliticum (Bobbio 1991) que, en el fondo, venía a ser un
desarrollo del ius gentium salmantino.
Es preciso señalar que los derechos humanos han sido y son actualmente
desprestigiados por teóricos y militantes provenientes tanto de la extrema derecha (la
“Nueva Derecha” francesa con Alain de Benoist y Guillaume Faye a la cabeza) como de
la extrema izquierda, cuyo fundamento doctrinal se sustenta en el propio Marx que
siempre desprecio los derechos del hombre al asociarlos a los derechos del burgués y
del capitalista y ser una herramienta para perpetuar los antagonismos naturales21.
Es un error por parte de la empresa que actúa en zonas en conflicto ignorar las normas
del DIH, no solo por las repercusiones legales que podría implicar ser perpetradora de
un delito, sino también porque el DIH protege tanto a su personal (local, expatriado y
contratante) como a sus activos e inversiones de capital (instalaciones, vehículos, etc.),
que en el supuesto de ser robados o incautados deberían ser restituidos al final del
conflicto (Prandi, Lozano: 2010).
Desde el ámbito del DIH, una empresa que opere en zona de conflicto, así como su
personal, tienen responsabilidad penal por cometer o ser cómplices de crímenes de
guerra y son igualmente responsables civiles por daños y perjuicios.
Aunque es cierto que un conflicto bélico puede suponer ventajas inmediatas a ciertas
empresas especulativas (falta de transparencia por “razones de seguridad” en concesión
de tenders o contratas internacionales, soborno de funcionarios públicos, concesiones
extractivas ilegales, vulneración de leyes medio ambientales, explotación de recursos,
deforestación, tráfico de armas, diamantes, violación de derechos indígenas, etc.)
existen numerosas razones para que una empresa socialmente responsable quiera
invertir en procesos de paz:
Como en toda norma que sea certificable, los procesos pautados deben ser
susceptibles de verificación mediante un proceso de auditoria (interna o externa).
La ISO 8402 define la auditoria de calidad como un “examen sistemático e
independiente con el fin de determinar si las actividades y los resultados relativos a
la Calidad satisfacen las disposiciones preestablecidas, y si éstas disposiciones son
aplicadas en forma efectiva y son apropiadas para alcanzar los objetivos”. El
resultado de la auditoria puede suponer la conformidad a la norma, la no
conformidad o la realización de ciertas acciones correctivas. Las auditorias
generalmente tienen un periodo de validez limitado, transcurrido el cual deben ser
revalidadas.
Aunque las más conocidas son el Pacto Mundial de NNUU, las Memorias de
Sostenibilidad del GRI, las Convenciones de la OIT, las orientaciones para
Multinacionales de la OCDE, la SGE 21 Foretica, o el amplio abanico de normas ISO;
cada organización decide según sus circunstancias y grupos de interés cual o cuales de
ellas va a aplicar como pauta para gestionar sus valores y asegurar el cumplimiento
normativo (compliance).
Antes de continuar adelante, conviene aclarar que los Derechos Humanos son
inherentes, inalienables, universales e independientes (cuadro)
La Guía ISO 26000 establece (art. 6.3) que los Derechos Humanos son los derechos
básicos que le corresponden a cualquier ser humano por el hecho de serlo. Hay dos
categorías:
La primera concierne a derechos civiles y políticos e incluye derechos tales
como el derecho a la vida y a la libertad, la igualdad ante la Ley y la libertad de
expresión.
La segunda categoría concierne a derechos económicos, sociales y culturales e
incluye derechos como el derecho al trabajo, el derecho a la alimentación, el
derecho al máximo nivel alcanzable de salud, el derecho a la educación y el
derecho a la seguridad social
Una parte importante de los compromisos asumidos por las diferentes normas y
sistemas internacionales de gestión o comunicación de la RSO (Pacto Mundial, GRI,
etc.) inciden en que las empresas y resto de organizaciones tienen la responsabilidad de
hacer que se respeten los DDHH no solo en sus lugares de trabajo sino en su esfera de
influencia más amplia. El imperativo ético se impone como salvaguarda de un
comportamiento cívico con todos aquellos grupos de interés que afecten o puedan ser
afectados por las decisiones de la organización. El respeto a los Derechos Humanos
contribuye a mejorar el entorno socioeconómico y, por ende, la calidad y rentabilidad 23
de las empresas y resto de actores que operan en un entorno determinado.
22
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
23
Rentabilidad entendida como también como el logro de objetivos sociales cuando se trata de organizaciones no lucrativas
24
Elaborado sobre la base del punto nº 1 del Pacto Mundial de Naciones Unidas.
1. Cumplimiento del Derecho Nacional e Internacional: Como mínimo, las
organizaciones deben esforzarse por garantizar que sus actividades se llevan a cabo
de acuerdo con la legalidad vigente en el país en el que desarrollan su actividad. Hay
una tendencia creciente a presentar demandas contra multinacionales o incluso
ONG25 por malas prácticas ejercidas fuera de sus países de origen, ya que en estos,
las leyes y reglamentos generalmente cubren los aspectos esenciales de los DDHH.
En España el Plan Nacional de Empresas y Derechos Humanos 26 es la orientación
de referencia para cualquier organización que desee alinearse en este ámbito.
2. Promoción de los Principios de Derecho: Las organizaciones que operan fuera de
sus países de origen pueden aprovechar su presencia en ellos para promover el
respeto a los Principios de Derecho y exigir el cumplimiento de la ley en países en
los que el apoyo y el respeto de los DDHH es nulo o insuficiente. Las sociedades en
las que se respetan los DDHH son más estables y facilitan un marco adecuado para
el desarrollo de negocios.
3. Acercamiento a las preocupaciones de los consumidores y de la sociedad en
general: El acceso a la información global supone que los consumidores están cada
vez más informados sobre el origen de los productos que consumen y sobre las
condiciones en que estos se fabrican. Las campañas periódicas de ONG y otras
organizaciones de la sociedad civil sobre sectores especialmente sensibles (textil 27,
farmacéutico, hidrocarburos, etc.), dan prueba de ello. Un enfoque dinámico y
coherente en la aplicación de los Derechos Humanos por parte de las empresas
podría contribuir a reducir el impacto negativo que suponen las campañas
(publicidad adversa) desarrolladas desde las organizaciones de consumidores, ONG
y otros grupos de interés.
4. Gestión de la cadena de suministros: Las fuentes de materias primas y la
fabricación a nivel mundial hacen que las empresas necesiten conocer a fondo las
responsabilidades en cuestión de DDHH en todas las fases del proceso de
producción. Promover buenas prácticas en relación con los DDHH permitirá a las
empresas aliarse con los socios que resulten más idóneos; promoviendo entre ellos
una “reacción en cadena” virtuosa que pase ineludiblemente por el respeto a los
Derechos Humanos.
5. Incremento de la productividad del trabajador y permanencia: Los trabajadores
tratados con dignidad y retribuidos justa y equitativamente son más productivos y
guardan una mayor fidelidad a la empresa (menores tasas de rotación, abandono o
absentismo). Los solicitantes de empleo tienen cada vez más en cuenta la reputación
de las empresas cuando seleccionan una empresa en la que desearían trabajar.
6. Mejora de las relaciones en el seno de las comunidades locales: Las
organizaciones están sometidas al escrutinio global como resultado de los avances
producidos en las tecnologías de la información y comunicación (TIC). Un
acercamiento positivo hacia los DDHH puede resultar beneficioso no solo en los
propios centros de trabajo, sino también en las comunidades locales en las que
interviene la empresa y a nivel mundial.
7. Inclusión de los DDHH en la política y cultura de la organización: Un punto de
partida decisivo para que los trabajadores entiendan los valores que están en juego
25
Véase el escándalo en se vio inmersa en 2018 la ONG Oxfam Internacional al ser acusada de abusos sexuales y prostitución en
Haití. https://www.abc.es/internacional/abci-altos-cargos-oxfam-organizaron-orgias-prostitutas-haiti-tras-terremoto-2010-
201802091030_noticia.html
26
Resolución del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, de 1 de septiembre de 2017, de la Secretaría de Estado de
Asuntos Exteriores, por la que publica el Plan de Acción Nacional de Empresas y Derechos Humanos (BOE, jueves 14 de
septiembre de 2017.: https://www.boe.es/boe/dias/2017/09/14/pdfs/BOE-A-2017-10516.pdf
27
Por ejemplo la campaña “Ropa Limpia” liderada en España por la ONG SETEM desde 1997
(http://www.setem.org/site/es/federacion/campana-ropa-limpia)
es difundir la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Las organizaciones
deben respetar las leyes nacionales en los países en los que intervienen y saber
adaptar su estrategia en función de la cultura local, para reforzar y promover
aquellos DDHH que resulten más vulnerables. Igualmente importante es difundir
que el respeto a los Derechos Humanos forma parte del núcleo esencial de valores
de la organización y de su cultura.
28
http://www.un.org
29
Resolución 60/251 de la Asamblea General de las Naciones Unidas por la que se establece el Consejo de los derechos Humanos
(puntos 2 y 3). http://www.ohchr.org
30
Para más información http://www2.ohchr.org/spanish/bodies/treaty/index.htm
4.2. El Pacto Mundial de las Naciones Unidas (Global Compact).
El Global Compact o Pacto Mundial (en su traducción española), es una idea promovida
por el ex Secretario General de NNUU, Kofi Annan, durante la Cumbre de Davos 31
(1999) en virtud de la cual las empresas voluntariamente adscritas se comprometen a
seguir sus diez principios básicos, de hondo contenido ético. Su objetivo es fomentar la
colaboración de las empresas con la sociedad y crear un mercado mundial más
equitativo y respetuoso con los Derechos Humanos y el medioambiente.
El Pacto funciona como una red de trabajo en la que las compañías participantes, la
ONU, sus organizaciones sectoriales (OIT, UNCTAD, ACNUR...), las ONG (Amnistía
Internacional, Human Rights Watch, WWF...) y los sindicatos (ICFTU, UNI, TUAC),
promueven estos diez principios:
31
Durante la Cumbre Mundial Kofi Annan declaró que “Creando riqueza y empleo se combate a la pobreza, lo que representa uno
de los objetivos de las Naciones Unidas; objetivo que también comparten las empresas”. Debería matizarse, no obstante, que ese
objetivo suele ser asimilado por las empresas a través de una interpretación a contrario sensu (si hay pobreza, no hay riqueza ni
empleo). Uno de los objetivos que pretende Global Compact es la disminución de los índices de pobreza en los 49 países más
pobres del mundo.
32
Acceso directo al Informe de Progreso global (2018): https://www.pactomundial.org/2019/01/publicacion-comunicando-el-
progreso-2018-una-vision-integrada-en-sostenibilidad-y-reporting/
33
El 24 de junio de 2004, Kofi Annan declaró que “de modo urgente, y tras un amplio proceso de consulta con todos los
participantes, quienes expresaron multitud de muestras de apoyo, el Global Compact incluirá un décimo principio, contra la
corrupción, reflejando también la actitud adoptada al respecto por la Convención de la ONU.
Todavía es pronto para evaluar la efectividad práctica del Pacto Mundial, pues
independientemente del número creciente de empresas y organizaciones adscritas, lo
que hay que valorar es hasta qué punto esa participación ha supuesto cambios
sustanciales en la filosofía de esas mismas organizaciones, especialmente en aquellos
contextos en los que los Derechos Humanos son violados frecuentemente (de ahí la
relevancia de los “informes de progreso”). Hay que tener en cuenta que las
organizaciones signatarias son líderes en sus respectivos sectores, están
geográficamente muy dispersas y aspiran a un crecimiento de los mercados responsable
y sostenible, por lo que cabe anticipar un efecto “mimético” en otras empresas y Pymes,
así como en sus cadenas de valor, que no dejará de ser positivo.
34
Creada el 15 de noviembre de 2004.
35
Listado de miembros (web consultada el 26/02/19): https://www.unglobalcompact.org/what-is-gc/participants
- El reconocimiento de los derechos de los trabajadores, incluida una
remuneración digna que les garantice un nivel de vida adecuado para ellos y sus
familias y que les permita mejorar.
- La garantía de los Derechos de libre asociación y negociación colectiva.
- La prohibición del soborno y la corrupción.
- La protección del consumidor y del medio ambiente.
Dicha tarea fue encargada a John Ruggie36. Su mandato comenzó en 2005 y fue
renovado en dos ocasiones, 2008 y 2011.
Los principios Ruggie cuentan, en nuestra opinión, con tres ventajas fundamentales
frente a otras propuestas de responsabilidad de las organizaciones:
- Global. Los Derechos Humanos, por su propia naturaleza, son más apropiados
para suscitar un acuerdo global entre todos los actores, aunque sean de culturas
diferentes.
- Concreto. El marco Ruggie sugiere a las empresas obligaciones específicas en
relación a todos los Derechos Humanos, en vez de obligaciones genéricas y
confusas respecto a algunos valores. Se espera de las empresas que eviten violar
los derechos humanos afectados por sus operaciones (que son casi todos).
- Integrable. Los principios Ruggie son fácilmente integrables con otras
herramientas de control y evaluación como puedan ser distintas certificaciones,
normas y guías (como ya se ha hecho con la ISO 26000), los estándares de
reporte del GRI (Global Reporting Initiative) o la legislación nacional (en el
caso de España el Plan Nacional de Empresa y Derechos Humanos)
36
Profesor de Derechos Humanos y Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard. http://www.hks.harvard.edu/
37
http://web.amnesty.org/library/index/engACT700011998?open&of=eng-398
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Principios Básicos de Naciones Unidas para el Empleo de la Fuerza y las Armas de
Fuego.
Declaración Tripartita de Principios sobre Empresas Multinacionales y Política
Social de la OIT.
Según las normas de AI, las empresas deben garantizar que su personal y las fuerzas de
seguridad que hayan contratado reciban la formación adecuada y se comprometan a
respetar los principios y normas internacionales sobre el empleo de la fuerza; en
particular el Código de Conducta de las Naciones Unidas (ONU) para Funcionarios
Encargados de Hacer Cumplir la Ley y los Principios Básicos de las Naciones Unidas
sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de
Hacer Cumplir la Ley. Dichas normas imponen fuertes restricciones al uso de la fuerza
y de las armas de fuego y exigen que un proceso de investigación y rendición de cuentas
si en algún momento ha sido necesario el uso de la fuerza, incluso aunque fuera en
grado mínimo.
Las empresas deben implantar sus propios procedimientos de acuerdo con estas normas
internacionales en caso de que necesiten hacer intervenir o contratar a las fuerzas de
seguridad del Estado o crear su propio cuerpo de seguridad para proteger a su personal y
bienes. Estos procedimientos deben incluir las garantías necesarias para evitar el empleo
excesivo de la fuerza, excluyendo la tortura o el trato cruel, inhumano o degradante. Las
empresas deben recoger expresamente esas exigencias en sus contratos de seguridad y
tomar medidas firmes para garantizar que la formación o el material que proporcionan
al personal de seguridad público o privado no se utiliza para violar los Derechos
Humanos.
Las normas de la empresa deben concretar quiénes pueden llevar armas, qué material
puede proporcionar la empresa al personal de seguridad y cuál es el alcance y la
naturaleza del control y la influencia ejercidos por la empresa sobre el personal de
seguridad. Todo el personal de seguridad debe recibir formación sobre cómo respetar
los derechos de la comunidad local. No se debe facilitar a las fuerzas de seguridad
información que pueda convertir a determinados individuos en objetivo de ejecuciones
extrajudiciales, «desapariciones», torturas o detenciones arbitrarias.
Asimismo, al seleccionar al personal de seguridad, las empresas deben estudiar el
historial del candidato para comprobar si han participado en violaciones de Derechos
Humanos y no contratar a ningún involucrado en violaciones graves, tales como
ejecuciones extrajudiciales, homicidios indiscriminados, «desapariciones», torturas o
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y detenciones arbitrarias de oponentes
políticos. En este sentido, AI recomienda el despido inmediato de cualquier trabajador
de seguridad si, tras un juicio con las debidas garantías, se descubre que ha cometido
tales violaciones.
Fueron creadas en 1976, aunque su última revisión fue publicada en 2011 38.
Periódicamente publican un informe de seguimiento39.
Si bien las directrices no son vinculantes directamente para las empresas (a menos que
los gobiernos que las suscriban trasladen este compromiso a las empresas vía
legislativa), suponen un marco de aceptación que se ha mostrado eficaz para la RSE,
encajando especialmente en la visión empresarial en relación con otros estándares por
su sencillez y flexibilidad.
En relación con los Derechos Humanos, las directrices se encuentran alineadas con el
Marco para Empresas y Derechos Humanos de NNUU: «proteger, respetar y reparar»
(Principios Ruggie).
Ambos marcos normativos (directrices OCDE y NNUU), reconocen que los Estados
tienen el deber de proteger los Derechos Humanos en su ámbito territorial, y que las
empresas deben respetar dichos derechos, independientemente del empeño o voluntad
que pongan los Estados en su protección.
38
http://www.oecd.org/daf/inv/mne/MNEguidelinesESPANOL.pdf
39
El último publicado es de 2017 y puede consultarse aquí: http://mneguidelines.oecd.org/2017-Annual-Report-MNE-Guidelines-
EN.pdf
40
Comprende la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los principales instrumentos en los que se ha codificado: el
Pacto internacional de los derechos civiles y políticos y el Pacto internacional de los derechos económicos, sociales y culturales.
De acuerdo con ambos marcos, el respeto de los Derechos Humanos por parte de las
empresas debe materializarse mediante la publicación de una declaración al nivel
jerárquico más elevado de la empresa, acompañada de las políticas que sean necesarias
y del despliegue de procesos de evaluación del riesgo de incidencia, vigilancia,
detección y reparación legítima (cooperación con organismos judiciales o
extrajudiciales).
Los BIAC y TUAC (por sus siglas en inglés), Comités Consultivos de las Federaciones
Empresariales y Sindicales, tienen como deber el informar a sus federaciones miembro
del desarrollo de las directrices, así como buscar las aportaciones de sus miembros
respecto a los procedimientos de seguimiento. En caso de incumplimiento se fomenta el
recurso a los mecanismos internacionales de resolución de conflictos, incluido el
arbitraje. No cuenta con un sistema de supervisión similar al de la OIT o al de los
órganos de Derechos Humanos de NNUU. Aparte de promover las directrices, la
función de las autoridades públicas en la aplicación de las mismas no está definida con
claridad y, como hemos visto, no se concretan el tipo de mecanismos de control que
deberían ponerse en marcha.
Las ocho normas de desempeño establecen condiciones que el cliente debe cumplir
durante la vigencia de la inversión de la CFI y pueden ayudar a las empresas a abordar
los riesgos y oportunidades ambientales y sociales de sus proyectos.
Fuente: ICF
La mesa para los Principios Caux fue creada en 1986 por Frederik Philips (ex-
presidente de Philips Electronics) y por Olivier Giscard d'Estaing (vicepresidente del
INSEAD y hermano del ex presidente de Francia), con el fin de reducir las tensiones
que a la sazón existían en el comercio internacional. La mesa estaba formada por
empresarios líderes de Europa, Japón y Estados Unidos.
Una de sus líneas de trabajo fue la reducción de las amenazas socio-económicas a la paz
y estabilidad mundial; razón por la cual los 7 Principios Caux están basados en dos
ideales éticos fundamentales:
1. El kyosei. Se trata de un concepto japonés que significa vivir y trabajar juntos para
el bien común, permitiendo que la cooperación y la prosperidad mutuas sean
compatibles con una competencia justa y saludable.
2. La dignidad humana. En el contexto económico debe reconocerse el valor supremo
de la persona como fin y no como medio para la consecución de los objetivos
comerciales.
Al igual que otras normas de RS están muy centradas en aspectos socio laborales y
medio ambientales y estos son sus 7 principios 44
43
http://www.cauxroundtable.org/
44
Para interesados en los principios Caux, aquí el acceso directo: http://www.cauxroundtable.org/principles/
Apoyo al comercio multilateral
Respeto al medio ambiente
Prevención de operaciones ilícitas
Toman su nombre del reverendo Leon Sullivan, importante personaje de la vida pública
sudafricana, quien en 1977 desarrollo la primera versión de estos Principios con la idea
de preservar y promover los Derechos Humanos y la igualdad de oportunidades por
parte de las empresas que operaban en la Sudáfrica de la segregación racial. Su
iniciativa fue una de las de ayudo a la desaparición del “apartheid”. En 1999 se elaboró
una segunda versión de estos principios, menos centrada en el apartheid y más
focalizada a la promoción de los derechos humanos por parte de las empresas.
Los 7 principios siguen plenamente vigentes y son muchas las empresas que los han
suscrito. Inciden sobre todo en valores tales como la tolerancia, igualdad de
oportunidades, formación de los trabajadores, el respeto a la diversidad, la mejora de la
calidad de vida y dignidad de los trabajadores.
No hay duda de que a medida que nuestras sociedades están más informadas y son
conscientes del impacto de las empresas en los Derechos Humanos, empiezan a
reclamar paulatinamente a sus gobiernos (en calidad de ciudadanos) y a las empresas
(en calidad consumidores) la adopción de las mejores prácticas para promover y
reforzar los Derechos Humanos en todos aquellos países en los que intervengan.
Así, del mismo modo que desde la Organización Mundial del Comercio (OMC) se
persiguen y penalizan las malas prácticas comerciales de aquellos de sus miembros que
violen los principios de libre comercio propugnados por la OMC (por ejemplo:
prohibición de prácticas anti-dumping y posibilidad de denunciarlas antes la OMC)
creemos que es necesaria la creación de un Tribunal Comercial Internacional de
Derechos Humanos, neutral, profesional, permanente e independiente, y con capacidad
para juzgar y hacer ejecutar lo juzgado a las empresas que violen los Derechos
Humanos, con una mecánica de funcionamiento similar a la de la Corte Penalk
Internacional. Dicho Tribunal internacional debería fundamentar su actuación y
competencias en unos estatutos y en un corpus convencional pre-existente y conocido
(transparencia y publicidad). De este modo el marco Ruggie (“proteger, respetar y
reparar”) quedaría plenamente garantizado, especialmente en cuanto a las reparaciones.
Se trata, por supuesto, de una propuesta de implementación muy compleja, pero ello no
le resta urgencia, ni necesidad.
Existe alguna experiencia reciente en este sentido, como el Tribunal del Distrito 9 de
Nueva York que juzga casos de derechos humanos y empresas 45 sobre la base del Alien
Tort Claim Act (Ley de Reclamación por Agravios contra Extranjeros). Según dicha
Ley “Los Tribunales Federales de Distrito de Estados Unidos tendrán jurisdicción en
toda acción civil entablada por un extranjero por una violación de las leyes de la nación
o de un tratado de los Estados Unidos". Ello permite a un extranjero iniciar una acción
judicial contra otro en los tribunales federales de Estados Unidos por un delito cometido
fuera de Estados Unidos (extraterritorialidad), si tal delito supone una violación de las
leyes de la nación o de un tratado específico suscrito por los EEUU.
Este proceso hacia una juridificación de los Derechos Humanos en el ámbito de las
empresas transnacionales puede requerir años, como sucedió con la creación de la Corte
Penal Internacional que desde su fundación en 1998 (Estatuto de Roma) conoce y juzga
las violaciones contra el Derecho Internacional Humanitario (crímenes de guerra, etc),
pero estamos firmemente convencidos de que su creación no sólo es inevitable a juzgar
por las preocupaciones sociales de una sociedad cada vez más informada que sabe
exigir a sus gobiernos, sino también imprescindible para cerrar el círculo virtuoso de
normas y convenciones internacionales promotoras de los DDHH, algunas de las más
relevantes hemos repasado someramente en este capítulo.
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45
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