Derechos Humanos y Empresas

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LOS DERECHOS HUMANOS COMO PRINCIPIOS RECTORES DE LAS

EMPRESAS Y ORGANIZACIONES

1. Un planeta conflictivo: guerra y conflictos en el siglo XXI

Históricamente ha recibido más atención la guerra que la paz (VVAA, 1994) 1 y Hegel
llego a considerar la guerra como “un aspecto esencial de la historia de la humanidad” y
hasta positiva en relación a un largo periodo de paz: “En épocas de paz se extienden los
límites de la vida civil y a la larga esto tiene como consecuencia que los hombres se
hundan en el vicio. Sus particularidades se vuelven cada vez más sólidas y osificadas”
(Hegel 1999). El internacionalista polaco Edmund Jan Osmañczyk 2 estima que en los
últimos 5.500 años ha habido 14.513 guerras que han costado 1.240 millones de vidas y
han permitido 292 años de paz (Valencia, 2003). Vemos, por lo tanto, que la guerra ha
sido una constante en la historia de la humanidad y aunque nunca ha podido ser evitada,
siempre se ha intentado acotar, mediante dos procedimientos específicos: la limitación
de los medios y métodos de combate (que cristalizará en el llamado “Derecho de La
Haya” o “derecho de la guerra”) y la protección de las víctimas (que dará lugar a finales
del siglo XIX al “Derecho de Ginebra” o Derecho Internacional Humanitario - DIH).
Veremos que el derecho internacional de los DDHH es aplicable y exigible siempre y en
todo lugar, con independencia de que exista o no un conflicto armado. Pero este
imperativo universalizable no siempre ha sido tan claro.

En la antigüedad las normas aplicables en situación de guerra eran establecidas


consuetudinariamente por los estados o grupos beligerantes quienes más tarde
codificaban aquellas prácticas en códigos de conducta o tratados. El código caballeresco
imperante en la Edad Media, dos de cuyos exponentes básicos son la Tregua de Dios de
Puy del año 990 (renovada en Tolouse en 1027) y el tratado Elogio de la Nueva Milicia
Templaria de San Bernardo de Claraval establecían unas reglas de comportamiento en
combate mucho más “humanitarias” de lo que a menudo prejuzga la cultura popular,
siendo por ello mínimas las bajas entre la población civil a diferencia de lo que sucede
en las guerras modernas. Es precisamente a mediados del siglo XIX cuando se realiza el
esfuerzo más riguroso por regular la conducta en combate, con ejemplos como el
Código Lieber3 durante la Guerra de Secesión norteamericana y las primeras
Convenciones de Ginebra, promovidas por el empresario suizo Henry Dunat a raíz de
haber sido testigo directo del sufrimiento de los heridos tras la batalla de Solferino
(1859). Se estima que el ratio porcentual de víctimas civiles y militares en los conflictos
de la era napoleónica es de 10-90%, mientras que en los conflictos contemporáneos
(posteriores a la Segunda Guerra Mundial) dicho porcentaje se ha invertido,
representando las víctimas civiles el 90 o el 95% y las militares un 10 o 5% del total de
las víctimas4

Sin embargo, la doctrina más elaborada acerca de los límites de la Guerra Justa se debe
al padre Francisco De Vitoria quien, retomando los planteamientos de Santo Tomas de
Aquino, postula la defensa de los derechos humanos (VVAA, 1994). Dentro de la
misma “Escuela de Salamanca” podemos destacar a Melchor Cano, cuya tesis principal

1
Artículo “La paz justa” de Evaristo Palomar Maldonado (pp. 57-70)
2 Su obra más conocida es Encyclopedia of the United Nations and International Agreements (Anthony Mango, 2002)
3
Instructions for the Government of Armies of the United States in the Field (elaborado por Francis Lieber y promulgado como
Orden General nº100 del presidente Lincoln, el 24 de abril de 1863)
4
Revue Internationale de la Croix-Rouge, número 789, mayo-junio de 1991 (pág. 327)
es que no es lícito realizar una guerra para ampliar el propio Estado o por utilidad del
príncipe. La escolástica española, a diferencia de otros autores como Grocio, se
preocupa no solo de la licitud de la guerra cuanto de establecer límites en sus medios, lo
que en el siglo XVI supone una anticipación de cuatro siglos a lo que más tarde
conoceremos como “Derecho de La Haya” o “derecho de la Guerra”. Incluso alguien
tan proclive a la expansión del Imperio español como Juan Ginés de Sepúlveda llegó a
establecer límites a la guerra justa y en su obra Demócratas Segundo. Tratado sobre las
justas causas de la guerra contra los indios (1547) llega a afirmar, en boca de
Demócratas, que “la guerra justa no sólo exige justas causas para emprenderse, sino
legítima autoridad y recto ánimo en quien la haga, y recta manera de hacerla. Porque no
es lícito a cualquiera emprender la guerra, fuera del caso en que se trate de rechazar una
injuria dentro de los límites de la moderada defensa, lo cual es lícito a todos por derecho
natural, (…) todas las leyes y todos los derechos permiten a cualquiera defenderse y
repeler la fuerza con la fuerza. Pero el declarar la guerra, propiamente dicha, ya la haga
por sí, ya por medio de sus capitanes, no es lícito sino al príncipe o a quien tenga la
suprema autoridad en la república”5. Observamos pues que estos autores de
pensamiento escolástico coinciden en identificar al menos tres límites a la guerra justa:
la justa causa (iusta causa), la declaración formal por la autoridad (auctoritas principis)
y la recta intención (intentio recta). Fray Domingo de Soto se pronuncia con igual
rotundidad en su obra De la Justicia y el Derecho.

Aunque la gestión de la guerra se ha “juridificado” a través de numerosos acuerdos,


tratados y convenios, todo ese corpus convencional no dejaba de ser un desiderátum
más moral que jurídico ya que la prohibición legal de la guerra como “medio para
solucionar conflictos entre Estados” solo se habría producido con plenos efectos
jurídicos con el Tratado de parís de 27 de agosto de 1928, más conocido como Pacto
Briand-Kellogs (Casanovas 1999). Y a pesar de todo, dicha proscripción de la guerra no
fue obstáculo para las agresiones del nazismo, el horror de la Segunda Guerra Mundial
y sus más de sesenta millones de muertos, campos de exterminio y bombardeos
indiscriminados de ciudades a uno y otro lado del frente. Tras la caída del nazismo en
1945 y el inicio de la Guerra Fría, el mundo quedó polarizado entre dos cosmovisiones
antagónicas: el comunismo de la URSS y sus estados satélites y el capitalismo liberal
liderado por los Estados Unidos. El orden mundial estuvo basado en la disuasión
nuclear y la traslación de los conflictos al Tercer Mundo (África, Sudeste Asiático e
Iberoamérica) en proceso de descolonización. Producto de aquella etapa fueron las
guerras de Corea, Indochina y Vietnam, Angola (terminada en 2002 tras casi 30 años de
guerra civil), Biafra, los golpes de estado en centro y Sudamérica y las numerosas
guerras de descolonización en las que directa o indirectamente participaron las dos
grandes potencias enfrentadas en la Guerra Fría (Navarro, 2015).

Durante la segunda mitad del siglo pasado ya no se pretendió prohibir la guerra, como
se había intentado en 1928, sino solo regularla6 a través del derecho internacional de los
derechos humanos y del DIH (basado esencialmente en las cuatro Convenciones de
Ginebra de 1948) cuyo máximo y más reciente garante es la Corte Penal Internacional
(en adelante CPI) con potestad para juzgar crímenes de guerra preestablecidos. Al
terminar el siglo XX existía un cierto optimismo hacia los nuevos tiempos que parecían
tender hacia una cierta “humanización” de la guerra (Glover, 2013) mediante
convenciones (contra el uso de minas anti persona; regulación de la exportación de
5
Obra original en edición bilingüe latino española en https://jorgecaceresr.files.wordpress.com/2010/05/democrates-segundo-o-de-
las-justas-causas-de-la-guerra-contra-los-indios.pdf (consultada el 030/9/2017)
6
El artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas, consagra con carácter general la prohibición del uso de la fuerza.
armas ligeras, tratados de no proliferación nuclear, etc.) y un mayor protagonismo de las
Naciones Unidas en el concierto internacional y en la prevención de los conflictos. La
caída del régimen comunista y la desaparición de la URSS creo la falsa impresión de un
nuevo mundo no polarizado y libre, bajo hegemonía norteamericana y en donde, en
palabras del famoso ensayo de Francis Fukuyama (1988) 7, se había llegado al “fin de la
Historia”. Es también durante ese periodo, cuando alcanza su máxima expansión el
nuevo paradigma de la responsabilidad social de las organizaciones (en adelante RSO),
tal y como acredita la numerosa normativa legal y convencional de rango internacional
que analizaremos más adelante.

Esta optimista percepción del nuevo orden internacional cambió radicalmente tras los
atentados del fundamentalismo islamista en Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
Desde entonces el mundo se ha tenido que enfrentar a un “enemigo invisible”: el
terrorismo internacional frente al cual los sistemas de prevención, ataque y defensa
tradicionales no son efectivos. La actuación de los EE. UU y su política de “guerra
preventiva” (guerras de Afganistán e Irak) modificó radicalmente el escenario
internacional y fracturó el orden mundial. Mientras que en Iberoamérica la situación
política en general apunta una clara tendencia a la consolidación de las democracias
liberales (Smith, 2009) en Oriente Medio la conflictividad no hace más que crecer
(guerras de Siria, revueltas en Libia, Túnez y Egipto, expansión del terrorismo islamista
organizado8, etc) expandiendo su desestabilización a muchos países, algunos de los
cuales están muy alejados de su ámbito geográfico y cultural.

El inicio del siglo XXI nos presentaba dos alternativas contrapuestas: Choque de
Civilizaciones9 (Huntington, 1993) o Alianza de Civilizaciones, un proyecto promovido
por Naciones Unidas (26 de abril de 2007) con el apoyo de un damero de Estados en
ocasiones muy alejados de la democracia, el respeto de los Derechos Humanos y de las
libertades públicas (Irán, Sudan, Afganistán, etcétera). Y es en ese contexto bélico en el
que en numerosas ocasiones y de forma creciente intervienen las empresas nacionales y
transnacionales, siendo por ello actores no estatales con capacidad de prolongar el
conflicto o, por el contrario, de facilitar o promover los procesos de construcción de
paz. La forma en la que estos actores no estatales aborden su responsabilidad social en
la promoción de los Derechos Humanos será determinante para comprobar hasta qué
punto se implican activamente en este proceso o no.

Partiendo de la base de las Convenciones de Ginebra y del DIH podemos distinguir dos
tipos básicos de conflictos armados:

1. Conflicto armado internacional. De acuerdo al artículo 2 común a los Convenios de


Ginebra de 1949 y el artículo 1 del Protocolo Adicional I de 1977, el conflicto armado
internacional se verifica entre al lo menos dos Estados. El artículo 2 establece que "…se
aplicará en caso de guerra declarada o de cualquier otro conflicto armado que surja entre
dos o varias Altas Partes Contratantes, aunque una de ellas no haya reconocido el estado
de guerra." Se trata, por lo tanto, de la guerra en su interpretación más tradicional en la
que dos o más países luchan entre si. Este tipo de conflicto es hoy minoritario.

7
El artículo ¿El fin de la Historia? publicado por Fukuyama en la revista The National Interest (verano 1988) está basado en una
conferencia que el autor dictó en el John M. Olin Center for Inquiry into the Theory and Practice of Democracy de la Universidad
de Chicago (EE. UU.)
8
Según el Índice Global de Terrorismo (2015) del Institute for Economics & Peace cuatro grupos yihadistas fueron los responsables
del 74% de las 29.300 asesinatos cometidos en todo el mundo.
9
Artículo original en Foreign Affairs (Volº 72m nº 3): http://www.hks.harvard.edu/fs/pnorris/Acrobat/Huntington_Clash.pdf
2. Conflicto armado no internacional. La definición de conflicto armado no
internacional la encontramos en el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra de
1949 que señala: “En caso de conflicto armado que no sea de índole internacional y que
surja en el territorio de una de las Altas Partes Contratantes (…)”. Para que un conflicto
armado sea tipificado de no internacional (Protocolo II de la Convención de Ginebra)
deben concurrir las siguientes circunstancias:
a) El conflicto tiene lugar en el territorio de un solo Estado
b) Hay oposición o combate entre las fuerzas armadas de este Estado contra fuerzas
armadas o grupos armados que no reconocen su autoridad
c) Esas fuerzas y grupos armados deben estar bajo el mando de una autoridad
responsable
d) Deben ejercer un dominio o control sobre una parte del territorio de hecho que
les permita realizar operaciones militares sostenidas y concertadas, y aplicar las
disposiciones de derecho humanitario del Protocolo II.

En este tipo de conflictos (más comúnmente conocidos como “guerras civiles”) las
partes en conflicto tienen prohibido, en cualquier tiempo y lugar:
 Los atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio
en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y los suplicios
 La toma de rehenes
 Los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y
degradantes
 Las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo juicio ante un tribunal
legítimamente constituido, con garantías judiciales reconocidas como
indispensables por los pueblos civilizados.

Además de las situaciones de conflicto armado declarado, el Comité Internacional de la


Cruz Roja (CICR) añade dos circunstancias menos severas que un conflicto armado
pero que también suponen violencia y por lo tanto afectan a la responsabilidad de las
empresas: los disturbios y las tensiones.

- Disturbios internos. El CICR considera que existe una situación de disturbios


interiores cuando, "sin que haya conflicto armado no internacional propiamente
dicho, hay dentro de un Estado, un enfrentamiento que presente cierta gravedad
o duración e implique actos de violencia. Estos actos pueden ser de formas
variables, desde actos espontáneos de rebelión hasta la lucha entre sí de grupos
más o menos organizados, o contra las autoridades que están en el poder. En
tales situaciones, que no necesariamente degeneran en una lucha abierta en la
que se enfrentan dos partes bien identificadas (conflicto armado no
internacional), las autoridades en el poder recurren a cuantiosas fuerzas
policiales incluso a las fuerzas armadas para restablecer el orden, ocasionando
con ello muchas víctimas y haciendo necesaria la aplicación de un mínimo de
reglas humanitarias". Las revoluciones árabes en 2012 y 2013 o las revueltas
estudiantiles en Venezuela a partir de 2014 serían ejemplos de disturbios
internos.

- Tensiones internas. A diferencia de los disturbios, en las tensiones internas no


se registran enfrentamientos armados. Según el CICR constituye una situación
de tensión interna, "toda situación de grave tensión en un Estado, de origen
político, religioso, racial, social, económico, etc.; las secuelas de un conflicto
armado o de disturbios interiores que afectan al territorio de un Estado". Las
tensiones internas se encuentran en un nivel inferior con respecto a los disturbios
internos, dado que no implican enfrentamientos violentos.

En el 2009 se registraron 31 conflictos armados en el mundo, 14 en Asia, 10 en África y


el resto en Europa, Oriente medio y América (Prandi: 2010). Algunos de ellos se
produjeron en países de especial interés económico para las empresas españolas. En
esos entornos de violencia, una amalgama cada vez más confusa de grupos armados –
regulares o irregulares- ejercen su poder en alguna parte del territorio. Estos conflictos
armados son causa de graves crisis humanitarias, con impacto directo en
desplazamientos masivos de población (Colombia, por ejemplo, es el país del mundo
con mayor número de desplazados internos a causa del conflicto), hambre,
enfermedades y violaciones constantes de los derechos humanos. La guerra, por
desgracia, sigue viva y goza de buena salud. Desde 1998 hasta 2015 los países en
conflicto aumentaron un 5% (Índice Mundial de Paz, 2014) aunque la tendencia actual
es a una ligera reducción (-0,09%).

INDICE MUNDIAL DE PAZ (2019)

Fuente: Global Peace Index (2019)

Según el Informe 2019 del Global Peace Index los países del mundo que tenían una
mayor y menos propensión a la conflictividad eran los siguientes (la numeración
corresponde al ranking que elabora dicha organización):

Tabla
Ranking de los 10 países más y menos pacíficos del mundo (2019)

Países más pacíficos Posición Países menos pacíficos Posición


Islandia 1 Rusia 154
Nueva Zelanda 2 República Democrática Congo 155
Portugal 3 Libia 156
Austria 4 República Centro Africana 157
Dinamarca 5 Somalia 158
Canadá 6 Iraq 159
Singapur 7 Yemen 160
Eslovenia 8 Sudan del Sur 161
Japón 9 Siria 162
República Checa 10 Afganistán 163

Fuente: Elaboración propia sobre datos del Global Peace Index 2019

Por encima de cualquier otra consideración, la guerra significa la destrucción de vidas


humanas, de infraestructuras y de retraso económico, social y político de las
instituciones. Dejando aparte los elementos humanos más dramáticos y terribles de un
conflicto y centrándonos solamente en los resultados económicos de la guerra podemos
identificar los siguientes efectos, claramente negativos:

1. Crisis humanitaria y pérdida de vidas humanas (generalmente las más jóvenes y


cualificadas); lo que supone un lastre para la reconstrucción del país una vez
terminado el conflicto
2. Reducción del 2% anual de la producción “per capita” (Banco Mundial).
Algunos autores (Brauer, Tepper: 2009) calcularon que el cese de la violencia
generaría un «dividendo de la paz» equivalente aproximadamente al 13,1% del PIB
o lo que es igual 28 billones de dólares USA (acumulado desde 2006 a 2009). El
Informe 2019 del Global Peace Index cuantifica el impacto económico de la
violencia en el 11,2% del PIB mundial
3. Destrucción del capital físico, humano y social
4. Reducción de las inversiones y transferencia de activos financieros al
extranjero
5. La detracción de recursos humanos y gasto público de las actividades
productivas que no estén directamente relacionadas con la guerra
6. Migración de trabajadores cualificados. Las cifras de desplazados forzosos 10 en
2018 alcanzaron los 70,8 millones de personas (ACNUR, 2019)
7. Perturbación de los mercados y otras formas de orden económico y social
8. Para la empresa, además, la guerra supone importantes costes directos tales como
gastos de seguridad (gestión, servicios de seguridad, etc.), gestión del riesgo
(primas de seguro); pérdida o destrucción de material, retrasos en la producción
o entregas y gastos personal (secuestros, amenazas, asesinatos, dificultades en el
reclutamiento, salarios compensatorios más altos, etc.)
9. Refuerza el círculo vicioso corrupción-guerra-corrupción. Las conclusiones del
Global Peace Index 201911 contrastadas con el Índice de Corrupción Percibida de
Transparencia Internacional, confirman la equivalencia entre los altos niveles de
corrupción y las altas tasas de conflictividad en un país.

10
Esta cifra supone tanto refugiados como desplazados internos. Naciones Unidas define a los
desplazados internos como aquellas personas o grupos de personas que han sido forzadas u obligadas a
huir de sus hogares o lugares de residencia habitual, o a abandonarlos, en particular a causa de un
conflicto armado, de situaciones de violencia generalizada, de violaciones de los derechos humanos o
desastres naturales o causados por el hombre, y que aún no han cruzado una frontera reconocida
internacionalmente entre Estados o que lo hacen a fin de evitar los efectos de todo ello. A diferencia de
los refugiados, no han cruzado la frontera de su país.
11
O. cit. https://www.abc.net.au/news/2019-06-12/global-peace-index-2019-1/11203322 (consultada el 08/07/2019)
Creemos que para una intervención decidida de las empresas en zonas en conflicto debe
existir un claro apoyo de los gobiernos, tanto a nivel informativo (presentando las
oportunidades) como de apoyo económico12 que compense los primeros y arriesgados
pasos en esos nuevos y turbulentos entornos. Resulta sorprendente la descoordinación
que sigue existiendo entre los diferentes organismos públicos que promueven distintos
tipos de intervenciones en el exterior, según sean instancias de corte económico (el
ICEX y sus programas de apoyo a la internacionalización de empresas y exportación) o
de Ayuda Oficial al Desarrollo (AECID-Agencia Española de Cooperación
Internacional). Ambos organismos invierten importantes partidas presupuestarias en los
mismos países sin que hasta la fecha se hayan llegado a crear mecanismos coherentes de
coordinación que faciliten mayores sinergias sus respectivos grupos de interés:
empresas internacionalizadas en el caso del ICEX y ONG y organizaciones de
cooperación en el caso de la AECID. Aunque es cierto que la AECID en sus últimos
Planes Directores ya incluye expresamente a la empresa como actor para la cooperación
internacional al desarrollo13, no es menos cierto que aún falta mucho para que de las
palabras se pueda pasar a los hechos. Las alianzas inclusivas para el desarrollo, el uso
de las TIC o las alianzas entre diversos actores para coordinar adecuados proyectos de
formación son algunos de los retos que tendrán que afrontar las empresas con sus
grupos de interés.

Antes de analizar el marco convencional que regula la aplicación de los Derechos


Humanos por parte de las empresas, creemos necesario explicar brevemente cuales son
los rasgos característicos de los conflictos del siglo XXI.

2. Tratamiento de los conflictos bélicos según los Derechos Humanos y el Derecho


Internacional Humanitario

El Derecho Internacional Humanitario o DIH, cuyo propósito es la protección de las


víctimas de los conflictos armados mediante la limitación de los medios y métodos de
combate, y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, cuyo objetivo es
garantizar el goce y ejercicio de los derechos y libertades fundamentales del ser
humano, integran el conjunto de normas internacionales que, junto con el Derecho
internacional de los refugiados, tienen por fin la protección integral de la persona.

Esta aspiración común hace que estos sistemas normativos compartan importantes
semejanzas y diferencias, y sean casi perfectamente complementarios en su aplicación
(Rodríguez-Villasante et al, 2017). La relación entre derechos humanos (en adelante,
DDHH) y DIH quedó establecida en el propio preámbulo de la Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948 (en adelante, DUDDHH) al recordar que muchos de
los conflictos armados (bajo mandato del DIH) se originan, precisamente, por una
violación o vulneración previa de los DDHH14. El núcleo fundamental de derechos del
DIH y de los DDHH se fundamenta en los principios de inviolabilidad, no
discriminación y seguridad (Pictet 1986)

Tanto en el ámbito de los DDHH cuanto en el del DIH, todas las personas son titulares
de esos derechos por su condición de seres humanos, con la única peculiaridad de que
12
Apoyo económico que no debe entenderse restrictivamente en el sentido de las clásicas subvenciones, créditos o financiaciones
sino también a otras fórmulas que pasarán por la cobertura de riesgo de exportaciones (generalmente no cubiertos en países en
guerra o conflicto), la asistencia técnica en cuestiones generalmente ajenas a la empresa (gestión de la seguridad), etc.
13
Plan Director de la Cooperación Española 2013-2016:
http://www.cooperacionespanola.es/sites/default/files/plan_director_cooperacion_espanola_2013-2016.pdf
14
Preámbulo de la DUDDHH, párrafos 2 y 3 Resolución 217A (III), de 10 de diciembre de 1948, de la Asamblea General de las
Naciones Unidas.
los DDHH se aplican en cualquier circunstancia y el DIH únicamente en aquellas
situaciones de conflicto armado sea este internacional o interno como veremos más
adelante.

La mayoría de estos derechos no son absolutos pues deben ser ejercidos respecto de
otras personas, una situación que exige que el ejercicio de los propios derechos se
realice respetando los derechos de los demás, lo que viene a ser una formulación
práctica del imperativo categórico kantiano: “Obra sólo según una máxima tal que
puedas querer al mismo tiempo que se convierta en ley universal” (Kant 1921). Por esta
razón, muchos de los derechos reconocidos por ambos sistemas normativos tienen rango
de norma imperativa en el derecho internacional general (ius cogens) o, dicho en otras
palabras, se trata de derechos que han sido reconocidos por la comunidad internacional
en su conjunto15 y no son susceptibles de renuncia. Este derecho internacional
representa, en palabras del jurista italiano Norberto Bobbio, “la máxima conciencia que
el hombre ha alcanzado hasta ahora en sede jurídico-política, de la sustancial unidad del
género humano (…) La DUDDHH puede ser aceptada como la mayor prueba histórica
que nunca haya existido del consensus ómnium gentium acerca de un determinado
sistema de valores” (Bobbio 1991; Valencia 2003). Esta idea de la “cosmópolis”, por la
que todo hombre es potencialmente ciudadano no sólo de un Estado sino del mundo,
había tenido un desarrollo en La paz perpetua (1795) de Kant. Uno de los aspectos
menos estudiados de este escrito es la introducción por parte de Kant, junto al Derecho
público interno y al externo, que era división tradicional, de una tercera especie de
Derecho que él llama ius cosmopoliticum (Bobbio 1991) que, en el fondo, venía a ser un
desarrollo del ius gentium salmantino.

Mientras que la obligatoriedad jurídico-internacional de tal declaración sigue siendo una


de sus principales limitaciones (habida cuenta de que las Naciones Unidas -en adelante,
NNUU- solo tienen competencia para hacer recomendaciones) su obligatoriedad moral
no es discutida por nadie y por esa razón la DUDDHH es la expresión de la conciencia
jurídica de la humanidad y como tal fuente de un “derecho superior”, un Higher Law,
cuyos principios no pueden desconocer los Estados (Truyol y Serra 1982). Esa “ley
superior” o ley de naturaleza16 tiene entre otras cosas la virtud de actuar como baremo o
patrón que sirve para evaluar el nivel de humanidad las leyes de los Estados, esto es, de
la rectitud de sus derechos vigentes (Savater 2008). Y dicha evaluación sobre el baremo
de los DDHH universalizables – y en consecuencia transhistoricos, transociales,
transmorales y transreligiosos- no es más que un juicio moral, legal y político en donde
se medirá la talla moral (o legal o política) de los distintos países. Los numerosos
indicadores, índices y ranking internacionales que actualmente confeccionan una
pléyade de observatorios, ong, institutos u organismos de NNUU17 son la prueba
tangible del impacto y valor real de los DDHH en un mundo globalizado y cada vez más
informado.

Al no existir un instrumento internacional con capacidad de imponer coercitivamente


los derechos humanos mediante el uso legítimo de la fuerza el problema de la eficacia
15
Su desarrollo normativo está recogido en el artículo 53 de la Convención de Viena del Derecho de los Tratados (1969)
16
Según la definición de Thomas Hobbes, en el capítulo XIV del Leviatán la Ley de naturaleza (lex naturalis) “es un precepto o
norma general, establecida por la razón, en virtud de la cual se prohíbe a un hombre hacer lo que puede destruir su vida o privarle de
los medios de conservarla; o bien, omitir aquello mediante lo cual piensa que pueda quedar su vida mejor preservada”
17
Citaremos algunos de ellos, sin ánimo de exhaustividad, por la relevancia directa que los derechos humanos tienen en el diseño y
medición de estos índices: Índice de Libertades Públicas (Freedom House), Índice de Desarrollo Humano (PNUD), Índice de
Libertad Económica (Heritage Foundation), Índice de Corrupción Percibida (Transparencia Internacional), Índice de Democracia
(The Economist Intelligence Unit), Índice de Libertad de Prensa (Reporteros Sin Fronteras) o los diversos índices de libertad
religiosa y creencias del Pew Research Center.
práctica del derecho internacional de los DDHH ha sido profusamente debatida por la
doctrina y la literatura desde los ámbitos de la filosofía moral y política (Aristóteles,
Kant, Hegel, Jellinek, Habermas, etc) y del derecho (Friedrich, Kelsen, Schmitt, etc),
disciplinas que se arrogan la primacía para su conceptualización y gestión. No hay duda,
sin embargo, que la existencia, la vigencia y la eficacia de los DDHH y del DIH no sería
posible sin la colaboración sustentadora de la fuerza del Estado (el kratos platónico de
su dialogo Protágoras) con el sentido moral (aidós) y el sentido de la justicia (dike).

La pretendida superioridad de la política sobre el derecho (Hegel 1999) sumada a la


inexistencia de un poder político universal que garantice la aplicación de los derechos
humanos los barniza en ocasiones de una peculiar “coloratura utópica”, a medio camino
entre la promesa ideal y la estricta rigidez reglamentara. En ese sentido, la ausencia de
una ley positiva que los recoja y garantice, transforma a los DDHH en meras
aspiraciones morales y jurídicas, que solo alcanzaran eficacia jurídica cuando se
incorporen a alguna legislación nacional (Savater 2008). Friedrich establece una
condición para que los derechos humanos tengan calidad de ley genuina: “que un
número suficientemente grande pueblos que participen en la creación de ese derecho
vivan en comunidades legales constitucionalmente organizadas” 18 ya que “las
constituciones de tales estados disponen por lo común que el derecho general
internacional tiene precedencia sobre la ley nacional, incluyendo la ley constitucional”
(Friedrich 1978). Mientras eso sucede, los derechos humanos siguen teniendo un
enorme valor al ser no solamente el baremo que mide la talla ético-jurídica de los
Estados sino también una brújula19 que nos indica el camino correcto (virtuoso) para
alcanzar la meta (Kant 1921); una meta que para ser virtuosa está íntimamente ligada a
las necesidades humanas de supervivencia y vida digna. David Braybrooke en su ensayo
Meeting Needs compara cuatro listas posibles de necesidades básicas 20 y su parecido
con la lista de los derechos humanos y con lo que Hoobes llamaba lex naturalis es
sorprendente (Savater 2008).

Es preciso señalar que los derechos humanos han sido y son actualmente
desprestigiados por teóricos y militantes provenientes tanto de la extrema derecha (la
“Nueva Derecha” francesa con Alain de Benoist y Guillaume Faye a la cabeza) como de
la extrema izquierda, cuyo fundamento doctrinal se sustenta en el propio Marx que
siempre desprecio los derechos del hombre al asociarlos a los derechos del burgués y
del capitalista y ser una herramienta para perpetuar los antagonismos naturales21.

3. La responsabilidad de las empresas para promover los Derechos Humanos


18
Sin embargo, Friedrich no es ajeno a la problemática de ese derecho cosmopolita de “estados constitucionalmente organizados”
pues es consciente de que tras la Segunda Guerra Mundial “por lo menos dos de las cinco naciones más poderosas (se refiere a la
URSS y a China) no están constitucionalmente organizadas” y en consecuencia “solo queda la posibilidad de restringir el mundo,
por una ficción legal, a las naciones que si están constitucionalmente organizadas”. Friedrich que fue además un profundo
conocedor de los sistemas totalitarios (su obra Totalitarismo y dictadura es un clásico) intuye que la creación de dos bloques
mundiales de derechos humanos (el sostenido por los estados democráticos y el aplicable a las dictaduras) sería incluso peor que el
sistema actual que no distingue entre estados signatarios de la DUDDHH (actualmente el sistema de NNUU, incluso con sus fallas y
debilidades, empezando por el tipo de estados que integran su Consejo de Seguridad) y afirma que “las convenciones y otros cuasi-
convenios mantenidos por los estados totalitarios por su propia conveniencia, aunque no ofrecen la certeza de una paz perdurable o
duradera, si proporcionan en cambio un marco para la realización de continuados esfuerzos en busca de la paz” (Friedrich 1978:326)
19
Al final del capítulo I de la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres Kant escribe su conocida metáfora de la brújula
(“compás” en la traducción de García-Morente): “Sería muy fácil mostrar aquí cómo, con este compás en la mano, sabe distinguir
perfectamente en todos los casos que ocurren qué es bien, qué es mal, qué es conforme al deber o contrario al deber, cuando, sin
enseñarle nada nuevo, se le hace atender solamente, como hacía Sócrates, a su propio principio, y que no hace falta ciencia ni
filosofía alguna para saber qué es lo que se debe hacer para ser honrado y bueno, y hasta sabio y virtuoso.”
20
Una de las listas es la propuesta por Jan Drenowski (Economista de las NNUU), la segunda lista fue propuesta por Ernest Mandel
(teórico marxista), la tercera lista es de Nestor E. Terlecky (experto de la National Planning Association) y finalmente la cuarta lista
fue propiciada por la OCDE.
21
Un buen estudio de la crítica de la izquierda a los DDHH es el libro de Carlos Eymar Karl Marx, crítico de los derechos humanos
(Técnos, 1987). Otro ensayo crítico es Contra el Humanismo, de Felix Duque (Abada Editores, Madrid, 2003).
Las empresas nacionales o multinacionales, especialmente las que actúan en zonas en
conflicto, tienen la capacidad de exacerbar o paliar el conflicto existente o latente. Su
intervención puede ayudar a construir paz y confianza entre las partes en conflicto o a
todo lo contrario. Tienen, por lo tanto, una gran responsabilidad; en el sentido de que
tienen que rendir cuentas sobre su impacto. Sin embargo, todavía son muy pocas las
empresas que incorporan políticas expresas relativas a la aplicación interna del Derecho
Internacional Humanitario (Navarro: 2012)

Es un error por parte de la empresa que actúa en zonas en conflicto ignorar las normas
del DIH, no solo por las repercusiones legales que podría implicar ser perpetradora de
un delito, sino también porque el DIH protege tanto a su personal (local, expatriado y
contratante) como a sus activos e inversiones de capital (instalaciones, vehículos, etc.),
que en el supuesto de ser robados o incautados deberían ser restituidos al final del
conflicto (Prandi, Lozano: 2010).

Desde el ámbito del DIH, una empresa que opere en zona de conflicto, así como su
personal, tienen responsabilidad penal por cometer o ser cómplices de crímenes de
guerra y son igualmente responsables civiles por daños y perjuicios.

Aunque es cierto que un conflicto bélico puede suponer ventajas inmediatas a ciertas
empresas especulativas (falta de transparencia por “razones de seguridad” en concesión
de tenders o contratas internacionales, soborno de funcionarios públicos, concesiones
extractivas ilegales, vulneración de leyes medio ambientales, explotación de recursos,
deforestación, tráfico de armas, diamantes, violación de derechos indígenas, etc.)
existen numerosas razones para que una empresa socialmente responsable quiera
invertir en procesos de paz:

1. Rehabilitación posbélica. El final de un conflicto bélico requiere grandes


inversiones en infraestructura institucional (beneficios sociales, sanidad, educación,
etc.). El Banco Mundial define la reconstrucción posbélica como las “actividades
que apoyan la transición de un conflicto a la paz en un país a través de la
reconstrucción del marco socioeconómico de la sociedad”. Por su parte, el Fondo
Monetario Internacional hace referencia a la recuperación postconflicto definiéndola
como “actividades que restablecen los bienes y el nivel de producción en la
economía”, ciñéndose al carácter exclusivamente económico de la reconstrucción.
Finalmente, la Comisión Europea hace referencia a la reconstrucción como “el
restablecimiento del funcionamiento de la economía y de las capacidades
institucionales necesarias para restablecer la estabilidad social y política en países en
desarrollo que han sufrido fuertes daños debido a la guerra, desórdenes civiles o
desastres naturales” (Prandi, Lozano, 2010)
2. La promoción de los Derechos Humanos, el respeto a las minorías o las políticas
de género pueden promover la integración y acercamiento de las partes en conflicto
y/o de la población discriminada; facilitando el dialogo entre ellas y generando
confianza, base esencial de una ética dialógica que lleve a la paz (García-Marzá,
2009)
3. La paz promueve la estabilidad interna (política y social) y la transparencia. Si
según reza el viejo adagio “la primera víctima de la guerra es la verdad”, la paz
favorece la transparencia institucional y la pluralidad y libertad de los medios de
comunicación
4. La paz y los procesos de paz suelen coadyuvar al desarrollo sostenible, facilitando
las condiciones para realizar inversiones a largo plazo y para respetar los recursos y
leyes locales
5. Reactivación económica y reducción de la pobreza. Quienes durante un conflicto
bélico son beneficiarios de programas de ayuda humanitaria pueden convertirse en
ciudadanos durante los periodos de paz y estabilidad interna, si se dan las
condiciones socioeconómicas para ello. Según la OIT, “la mejor forma de reducir la
pobreza es el trabajo decente”. Según dicha organización más de la mitad de la
población de los países en desarrollo y de las economías en transición vive bajo el
umbral de la pobreza (con un dólar, o menos, al día) cuando, por el contrario, el
50% se encuentra en edad de trabajar (de 15 a 64 años). La teoría de la Base de la
Pirámide (Prahalad, 2005) desarrolla esa idea de negocios inclusivos como forma de
lucha contra la pobreza
6. Aumento del consumo interior y exterior. El fin de un conflicto armado suele ir
acompañado de la apertura del mercado antes cerrado por la guerra, lo que supone
una descongestión de en un comercio internacional muy saturado y con menos
“nichos” en los mercados tradiciones (UE, EEUU; sudeste asiático e Iberoamérica)
7. Mejora de la estabilidad social a través del empoderamiento de los distintos agentes
sociales y de una mejor gobernabilidad de las instituciones políticas y económicas
8. Mayor seguridad jurídica y garantías en las transacciones empresariales
(transportes, tipos cambiarios, viajes, seguridad ciudadana)
9. Mayor motivación y estabilidad del personal (menores tasas de absentismo, bajas,
ceses, “fuga de cerebros” …)
10. Facilita la captación de socios locales y el desarrollo de la industria y comercio
local (outsourcing, consorcios, alianzas)
11. Mejora del medioambiente y de la salud pública. Nada hay tan destructivo para el
medioambiente y la salud como la guerra. Pozos petrolíferos incendiados,
enfermedades de transmisión sexual, salud mental, minas antipersonales, aguas
infectadas, etc. no son más que algunos ejemplos del terrible impacto ambiental
producido por la guerra
12. Impacto en la reputación. Hacer negocios con ciertas personas u organizaciones
durante la fase de conflicto armado puede tener sus riesgos reputacionales para la
empresa, especialmente desde que existe una mayor concienciación ciudadana
acerca de la RSC (consumo responsable) y un mayor número de organizaciones de
la sociedad civil atentas a las malas prácticas empresariales (organismos
prescriptores de RSC, watchdogs, ONG de derechos humanos o
medioambientalistas, etc)
13. Mejora de la formación y capacitación de los recursos humanos locales;
reforzando no solo su cualificación sino su permanencia en el país de origen y
evitando la descapitalización humana (“fuga de cerebros”).

4. Marco normativo internacional para empresas en materia de Derechos


Humanos

A partir del año 2000 empiezan a aparecer significativas directrices y pautas de


actuación en materia de Responsabilidad Social de las Organizaciones, una gran parte
de ellas con impacto internacional, habida cuenta el carácter de los organismos
promotores (Naciones Unidas, OMT o la ISO). Como veremos, no todas estas
orientaciones podrán ser verificables y en algunos casos se excluye expresamente la
certificación (como sucede con la Guía ISO 26000). Antes de analizar el variado marco
normativo y convencional aplicable a empresas y derechos humanos nos parece
relevante distinguir entre convención, guía y norma certificable:

 Convención es un acuerdo establecido por un organismo de carácter multilateral (o


sea, que comprende varios estados) en el que se abordan y regulan aspectos
concretos competencia del organismo en cuestión. Las convenciones una vez
suscritas y ratificadas por los Estados miembro deben ser integradas al derecho
interno de los Estados, bien mediante la modificación de sus leyes para adaptarlas a
la convención, bien mediante la aprobación de nuevas leyes que traspongan la
convención al derecho interno (a este proceso es conocido en derecho como
“positivación”; o sea, convertir algo en Derecho Positivo y, por lo tanto, exigible y
aplicable). Ejemplos de Convenciones relevantes son la Convención OCDE Anti
Corrupción (1997) y algunas Convenciones de la OIT sobre prácticas laborales.

 Guía: En procesos de calidad es un documento que establece pautas orientativas de


actuación para desarrollar un proceso de producción (para productos) o servucción
(para servicios). Aunque sigue la estructura de una norma técnica las guías no son
certificables, pero resultan muy útiles como referencia o modelo a la hora de
desarrollar un proceso racional y eficaz de producción o servucción. Ejemplo: la
Guía ISO 26000.

 Norma certificable: norma técnica - de carácter público o privado - que establece


procesos y procedimientos para desarrollar un sistema de gestión, de producción o
de servucción sobre la base de unos indicadores de calidad convencionalmente
aceptados y que pueden tener valor contractual entre las partes (por ejemplo:
exigirse por parte de una administración pública el cumplimiento de una
determinada norma para optar a una licitación pública, o la exigencia de un
comprador a sus proveedores de que cumplan con la ISO 37001 anti soborno).

Como en toda norma que sea certificable, los procesos pautados deben ser
susceptibles de verificación mediante un proceso de auditoria (interna o externa).
La ISO 8402 define la auditoria de calidad como un “examen sistemático e
independiente con el fin de determinar si las actividades y los resultados relativos a
la Calidad satisfacen las disposiciones preestablecidas, y si éstas disposiciones son
aplicadas en forma efectiva y son apropiadas para alcanzar los objetivos”. El
resultado de la auditoria puede suponer la conformidad a la norma, la no
conformidad o la realización de ciertas acciones correctivas. Las auditorias
generalmente tienen un periodo de validez limitado, transcurrido el cual deben ser
revalidadas.

Si analizamos las fuentes de verificación de la RSO que vienen empleando los


principales organismos internacionales (ver cuadro), se comprueba fácilmente que
existe un abanico amplio y creciente de normas (certificables), guías (no certificables),
reglamentos, directrices y orientaciones para la aplicación de políticas generales o
sectoriales de RSO.

Aunque las más conocidas son el Pacto Mundial de NNUU, las Memorias de
Sostenibilidad del GRI, las Convenciones de la OIT, las orientaciones para
Multinacionales de la OCDE, la SGE 21 Foretica, o el amplio abanico de normas ISO;
cada organización decide según sus circunstancias y grupos de interés cual o cuales de
ellas va a aplicar como pauta para gestionar sus valores y asegurar el cumplimiento
normativo (compliance).

El cuadro siguiente recoge algunas de las convenciones, orientaciones y normas


técnicas relacionadas con la gestión por valores, especialmente en el ámbito de los
derechos humanos, pero también sobre los derechos socio laborales y la transparencia y
el buen gobierno.

Convenciones, orientaciones y normas técnicas sobre Derechos Humanos y RSO

Denominación Fuerza Ámbito Iniciativa


vinculante
Declaración Universal de Convención Derechos Naciones
Derechos Humanos (1948) internacional Humanos Unidas
Ley de Información No Ley obligatoria Todos los España
Financiera ámbitos
Pacto Mundial Orientación Derechos Naciones
voluntaria Humanos Unidas
Principios Ruggie Orientación Derechos Naciones
voluntaria Humanos Unidas
Orientaciones Amnistía Marco normativo Derechos Amnistía
Internacional para Empresas voluntario Humanos Internacion
Multinacionales al
Líneas Directrices para Marco normativo Derechos OCDE
Empresas multinacionales voluntario Humanos
Normas sobre la Marco normativo Derechos CESNU
responsabilidad de las voluntario Humanos
empresas transnacionales en
la esfera de los Derechos
Humanos
Líneas directrices para Marco normativo Derechos Internationa
multinacionales voluntario Humanos l Business
Leaders
Forum
Principios Equator Orientación Todos los
voluntaria ámbitos
Principios Ceres Orientación Todos los
voluntaria ámbitos
Principios Global Sullivan Orientación Todos los
voluntaria ámbitos
Objetivos de Desarrollo Orientación Todos los Naciones
Sostenible (ODS) voluntaria ámbitos Unidas
Principios MacBride Orientación Todos los
voluntaria ámbitos
Convenios OIT Convención Derechos Socio OIT
internacional laborales
Declaración Tripartita de Orientación Derechos Socio OIT
Principios sobre Empresas voluntaria laborales
Multinacionales y Política
Social
Declaración relativa a los Convención Derechos Socio OIT
Principios y Derechos internacional laborales
Fundamentales en el Trabajo
SA 8000 Norma técnica Derechos Socio SGS
certificable laborales
Empresa Familiarmente Sello autorizado Derechos Socio MásFamilia
Responsable (Efr) laborales
ISO 45001:2018 Norma técnica Derechos Socio ISO
certificable laborales
OHSAS 18001:2007 Norma técnica Derechos Socio Privada
certificable laborales
Ethical Trading Initiative Norma técnica Derechos Socio ETI
(ETI) certificable laborales
UNE 170001 - Gestión de Norma técnica Derechos Socio AENOR
Accesibilidad Universal certificable laborales
Sello de Igualdad del Sello autorizado Derechos Socio España
Ministerio Laborales
EFQM – Framework for Norma técnica Todos los EFQM
Social Corporate certificable ámbitos
Responsability
AA 1000 Norma técnica Todos los Privada
certificable ámbitos
RS10 AENOR Norma técnica Todos los AENOR
certificable ámbitos
SGE 21 FORETICA Norma técnica Todos los FORETICA
certificable ámbitos
ISO 26000 Guía no Todos los ISO
certificable ámbitos
Convención Anti Corrupción Convención Transparencia y OCDE
(1997) internacional buen gobierno
Ley de Transparencia Ley Obligatoria Transparencia y España
Buen Gobierno
Indicadores de transparencia Indicadores Transparencia y CONGDE
y buen gobierno de ONG de auditables y Buen Gobierno
Desarrollo obligatorios para
miembros de la
CONGDE
Principios Humanitarios Marco normativo Transparencia y CICR
Cruz Roja Internacional aplicable a buen gobierno
(CICR) personal
humanitario
ISO 37001 Sistema de gestión Norma técnica Transparencia y ISO
para prevenir el soborno certificable buen gobierno
UNE 19601 Sistema de Norma técnica Transparencia y AENOR
gestión de Compliance Penal certificable buen gobierno
Memorias de sostenibilidad Informe Todos los GRI
GRI verificable ámbitos
Fuente: elaboración propia.
4. Convenciones y normas sobre derechos humanos aplicables a empresas y otras
organizaciones.

La responsabilidad de respetar los Derechos Humanos22 (DDHH) no recae solamente en


los gobiernos o en los Estados soberanos, si bien deberían ser estos sus principales
promotores y garantes, como recomiendan los Principios Ruggie.

Antes de continuar adelante, conviene aclarar que los Derechos Humanos son
inherentes, inalienables, universales e independientes (cuadro)

La Guía ISO 26000 establece (art. 6.3) que los Derechos Humanos son los derechos
básicos que le corresponden a cualquier ser humano por el hecho de serlo. Hay dos
categorías:
 La primera concierne a derechos civiles y políticos e incluye derechos tales
como el derecho a la vida y a la libertad, la igualdad ante la Ley y la libertad de
expresión.
 La segunda categoría concierne a derechos económicos, sociales y culturales e
incluye derechos como el derecho al trabajo, el derecho a la alimentación, el
derecho al máximo nivel alcanzable de salud, el derecho a la educación y el
derecho a la seguridad social

Una parte importante de los compromisos asumidos por las diferentes normas y
sistemas internacionales de gestión o comunicación de la RSO (Pacto Mundial, GRI,
etc.) inciden en que las empresas y resto de organizaciones tienen la responsabilidad de
hacer que se respeten los DDHH no solo en sus lugares de trabajo sino en su esfera de
influencia más amplia. El imperativo ético se impone como salvaguarda de un
comportamiento cívico con todos aquellos grupos de interés que afecten o puedan ser
afectados por las decisiones de la organización. El respeto a los Derechos Humanos
contribuye a mejorar el entorno socioeconómico y, por ende, la calidad y rentabilidad 23
de las empresas y resto de actores que operan en un entorno determinado.

Los argumentos que habitualmente justifican la inclusión de los Derechos Humanos en


la estrategia de las organizaciones son los siguientes24:

22
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
23
Rentabilidad entendida como también como el logro de objetivos sociales cuando se trata de organizaciones no lucrativas
24
Elaborado sobre la base del punto nº 1 del Pacto Mundial de Naciones Unidas.
1. Cumplimiento del Derecho Nacional e Internacional: Como mínimo, las
organizaciones deben esforzarse por garantizar que sus actividades se llevan a cabo
de acuerdo con la legalidad vigente en el país en el que desarrollan su actividad. Hay
una tendencia creciente a presentar demandas contra multinacionales o incluso
ONG25 por malas prácticas ejercidas fuera de sus países de origen, ya que en estos,
las leyes y reglamentos generalmente cubren los aspectos esenciales de los DDHH.
En España el Plan Nacional de Empresas y Derechos Humanos 26 es la orientación
de referencia para cualquier organización que desee alinearse en este ámbito.
2. Promoción de los Principios de Derecho: Las organizaciones que operan fuera de
sus países de origen pueden aprovechar su presencia en ellos para promover el
respeto a los Principios de Derecho y exigir el cumplimiento de la ley en países en
los que el apoyo y el respeto de los DDHH es nulo o insuficiente. Las sociedades en
las que se respetan los DDHH son más estables y facilitan un marco adecuado para
el desarrollo de negocios.
3. Acercamiento a las preocupaciones de los consumidores y de la sociedad en
general: El acceso a la información global supone que los consumidores están cada
vez más informados sobre el origen de los productos que consumen y sobre las
condiciones en que estos se fabrican. Las campañas periódicas de ONG y otras
organizaciones de la sociedad civil sobre sectores especialmente sensibles (textil 27,
farmacéutico, hidrocarburos, etc.), dan prueba de ello. Un enfoque dinámico y
coherente en la aplicación de los Derechos Humanos por parte de las empresas
podría contribuir a reducir el impacto negativo que suponen las campañas
(publicidad adversa) desarrolladas desde las organizaciones de consumidores, ONG
y otros grupos de interés.
4. Gestión de la cadena de suministros: Las fuentes de materias primas y la
fabricación a nivel mundial hacen que las empresas necesiten conocer a fondo las
responsabilidades en cuestión de DDHH en todas las fases del proceso de
producción. Promover buenas prácticas en relación con los DDHH permitirá a las
empresas aliarse con los socios que resulten más idóneos; promoviendo entre ellos
una “reacción en cadena” virtuosa que pase ineludiblemente por el respeto a los
Derechos Humanos.
5. Incremento de la productividad del trabajador y permanencia: Los trabajadores
tratados con dignidad y retribuidos justa y equitativamente son más productivos y
guardan una mayor fidelidad a la empresa (menores tasas de rotación, abandono o
absentismo). Los solicitantes de empleo tienen cada vez más en cuenta la reputación
de las empresas cuando seleccionan una empresa en la que desearían trabajar.
6. Mejora de las relaciones en el seno de las comunidades locales: Las
organizaciones están sometidas al escrutinio global como resultado de los avances
producidos en las tecnologías de la información y comunicación (TIC). Un
acercamiento positivo hacia los DDHH puede resultar beneficioso no solo en los
propios centros de trabajo, sino también en las comunidades locales en las que
interviene la empresa y a nivel mundial.
7. Inclusión de los DDHH en la política y cultura de la organización: Un punto de
partida decisivo para que los trabajadores entiendan los valores que están en juego

25
Véase el escándalo en se vio inmersa en 2018 la ONG Oxfam Internacional al ser acusada de abusos sexuales y prostitución en
Haití. https://www.abc.es/internacional/abci-altos-cargos-oxfam-organizaron-orgias-prostitutas-haiti-tras-terremoto-2010-
201802091030_noticia.html
26
Resolución del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, de 1 de septiembre de 2017, de la Secretaría de Estado de
Asuntos Exteriores, por la que publica el Plan de Acción Nacional de Empresas y Derechos Humanos (BOE, jueves 14 de
septiembre de 2017.: https://www.boe.es/boe/dias/2017/09/14/pdfs/BOE-A-2017-10516.pdf
27
Por ejemplo la campaña “Ropa Limpia” liderada en España por la ONG SETEM desde 1997
(http://www.setem.org/site/es/federacion/campana-ropa-limpia)
es difundir la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Las organizaciones
deben respetar las leyes nacionales en los países en los que intervienen y saber
adaptar su estrategia en función de la cultura local, para reforzar y promover
aquellos DDHH que resulten más vulnerables. Igualmente importante es difundir
que el respeto a los Derechos Humanos forma parte del núcleo esencial de valores
de la organización y de su cultura.

A continuación, revisaremos algunas de las normas, instrumentos y principios más


relevantes para la regulación y promoción de los Derechos Humanos por parte de las
organizaciones:

4.1. Los Derechos Humanos y la ONU.

Desde su origen, la ONU ha creado distintos organismos y herramientas específicos


tanto para regular la aplicación de los Derechos Humanos en general como para facilitar
su gestión y promoción por parte de las empresas transnacionales.

En 1947 se creó la Comisión de los Derechos Humanos, dependiente del ECOSOC y


encargada de “establecer la estructura jurídica e internacional que protege nuestros
derechos y libertades fundamentales y servir foro en el que todos los países, grandes o
pequeños, los grupos no gubernamentales y los defensores de los derechos humanos de
todo el mundo puedan expresar sus inquietudes en este tema” 28. Esta Comisión fue
reemplazada en 2006 por el actual Consejo de Derechos Humanos, creado el 15 de
marzo de 2006 por la Asamblea de Naciones Unidas como órgano responsable de
“promover el respeto universal por la protección de todos los derechos humanos y
libertades fundamentales de todas las personas, sin distinción de ningún tipo y de una
manera justa y equitativa, así como ocuparse de las situaciones en que se violen los
derechos humanos (…) y promover la coordinación eficaz y la incorporación de los
derechos humanos en la actividad general del sistema de las Naciones Unidas” 29.
Existen además siete Comités cuya misión es supervisar su cumplimiento30.

En el ámbito de los Derechos Humanos se han creado distintos órganos e instrumentos.


En 1974 se creó la Comisión de Sociedades Transnacionales, con el objetivo de elaborar
un Código de Conducta en materia de DDHH para las Sociedades transnacionales. Al
no lograse dicho objetivo, la Comisión de Sociedades Transnacionales se transformó en
una División de Empresas Transnacionales e Inversión en el seno de la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (CNUCED).

En 1997, la Subcomisión de las Naciones Unidas para la Promoción y Protección de los


Derechos Humanos elaboró un informe de seguimiento y creó un grupo de expertos
para trabajar sobre los “Métodos de Trabajo y las Actividades de las Empresas
Transnacionales”. Fruto de aquellas acciones, en 1999 comenzó el proceso de
preparación de un proyecto de Código de Conducta para las empresas, a través de un
proceso de estudio y consulta de los principales actores implicados y, tras cuatro años
de trabajo, se presentó a la Subcomisión un borrador de Normas de la ONU para
Empresas, aprobado por unanimidad en agosto del 2003.

28
http://www.un.org
29
Resolución 60/251 de la Asamblea General de las Naciones Unidas por la que se establece el Consejo de los derechos Humanos
(puntos 2 y 3). http://www.ohchr.org
30
Para más información http://www2.ohchr.org/spanish/bodies/treaty/index.htm
4.2. El Pacto Mundial de las Naciones Unidas (Global Compact).

El Global Compact o Pacto Mundial (en su traducción española), es una idea promovida
por el ex Secretario General de NNUU, Kofi Annan, durante la Cumbre de Davos 31
(1999) en virtud de la cual las empresas voluntariamente adscritas se comprometen a
seguir sus diez principios básicos, de hondo contenido ético. Su objetivo es fomentar la
colaboración de las empresas con la sociedad y crear un mercado mundial más
equitativo y respetuoso con los Derechos Humanos y el medioambiente.

El Pacto Mundial, por lo tanto, no es ni un instrumento regulador que plantea normas


legales de conducta para todas las entidades, ni un instrumento que concede una
certificación a aquellas que cumplen con determinados requisitos. La entidad que se
adhiere al Pacto asume voluntariamente el compromiso de ir implantando los diez
principios en su operativa. Y también se compromete a rendir cuentas a la sociedad con
unos Informes de Progreso, públicos y transparentes, en los que se recojan los avances
realizados durante el proceso de implantación32.

El Pacto funciona como una red de trabajo en la que las compañías participantes, la
ONU, sus organizaciones sectoriales (OIT, UNCTAD, ACNUR...), las ONG (Amnistía
Internacional, Human Rights Watch, WWF...) y los sindicatos (ICFTU, UNI, TUAC),
promueven estos diez principios:

Derechos 1. Las empresas deben apoyar y respetar los DDHH


Humanos proclamados a nivel internacional
2. Evitar verse involucradas en abusos a los DDHH
Derechos 3. Las empresas deben respetar la libertad de asociación y
Laborales el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación
colectiva
4. La eliminación de todas las formas de trabajo forzoso y
obligatorio
5. La abolición efectiva del trabajo infantil
6. La eliminación de la discriminación respecto del empleo
y la ocupación
Derechos 7. Las empresas deben apoyar la aplicación de un criterio
Medio de precaución respecto de los problemas ambientales
Ambientales 8. Adoptar medidas para promover una mayor
responsabilidad ambiental
9. Alentar el desarrollo y la difusión de tecnologías inocuas
para el medio ambiente
Transparencia 10. Las empresas deben trabajar contra la corrupción en
todas sus formas, incluidas extorsión y soborno33
Fuente: elaboración propia sobre la base de los 10 principios del Pacto Mundial.

31
Durante la Cumbre Mundial Kofi Annan declaró que “Creando riqueza y empleo se combate a la pobreza, lo que representa uno
de los objetivos de las Naciones Unidas; objetivo que también comparten las empresas”. Debería matizarse, no obstante, que ese
objetivo suele ser asimilado por las empresas a través de una interpretación a contrario sensu (si hay pobreza, no hay riqueza ni
empleo). Uno de los objetivos que pretende Global Compact es la disminución de los índices de pobreza en los 49 países más
pobres del mundo.
32
Acceso directo al Informe de Progreso global (2018): https://www.pactomundial.org/2019/01/publicacion-comunicando-el-
progreso-2018-una-vision-integrada-en-sostenibilidad-y-reporting/
33
El 24 de junio de 2004, Kofi Annan declaró que “de modo urgente, y tras un amplio proceso de consulta con todos los
participantes, quienes expresaron multitud de muestras de apoyo, el Global Compact incluirá un décimo principio, contra la
corrupción, reflejando también la actitud adoptada al respecto por la Convención de la ONU.
Todavía es pronto para evaluar la efectividad práctica del Pacto Mundial, pues
independientemente del número creciente de empresas y organizaciones adscritas, lo
que hay que valorar es hasta qué punto esa participación ha supuesto cambios
sustanciales en la filosofía de esas mismas organizaciones, especialmente en aquellos
contextos en los que los Derechos Humanos son violados frecuentemente (de ahí la
relevancia de los “informes de progreso”). Hay que tener en cuenta que las
organizaciones signatarias son líderes en sus respectivos sectores, están
geográficamente muy dispersas y aspiran a un crecimiento de los mercados responsable
y sostenible, por lo que cabe anticipar un efecto “mimético” en otras empresas y Pymes,
así como en sus cadenas de valor, que no dejará de ser positivo.

En España, existe una plataforma (ASEPAM34) que se encarga de coordinar, seguir y


promover las acciones derivadas del Pacto Mundial. La lista actualizada organizaciones
españolas signatarias del Pacto Mundial puede consultarse aquí:
https://www.pactomundial.org/listado-de-firmantes/
35
A nivel mundial el Pacto Mundial cuenta en la actualidad (2019) con más de 13.000
organizaciones signatarias, desglosadas de este modo:
- Pymes: 5.514
- Grandes empresas: 4.577
- ONG y fundaciones: 1.980
- Universidades: 606
- Asociaciones empresariales: 509
- Sector público (y ciudades): 324
- Sindicatos: 19

4.3. Normas sobre la responsabilidad de las empresas transnacionales y otras


empresas comerciales en la esfera de los Derechos Humanos (Consejo Económico y
Social de la ONU - CESNU).

Aprobadas en agosto del 2003, recogen las aportaciones de la Declaración tripartita de


principios sobre las empresas multinacionales y la política social de la OIT y las Líneas
Directrices para las Empresas Multinacionales de la OCDE, entre otras. El punto de
partida es muy claro: el Estado es el principal garante de los Derechos Humanos, pero
las empresas tienen también una responsabilidad:

“Aunque los estados tienen la responsabilidad primordial de promover y proteger


los Derechos Humanos, asegurar que se cumplan, respetarlos y hacerlos respetar,
las empresas transnacionales y otras empresas comerciales, en su calidad de
órganos de la sociedad, también tienen la responsabilidad de promover y proteger
los derechos enunciados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.

En estas normas del CESNU queda bien establecida la responsabilidad de las


corporaciones respecto al desarrollo, haciendo mención expresa a cuestiones tan
relevantes para los Derechos Humanos como son:
- La igualdad de oportunidades y trato no discriminatorio entre trabajadores.

34
Creada el 15 de noviembre de 2004.
35
Listado de miembros (web consultada el 26/02/19): https://www.unglobalcompact.org/what-is-gc/participants
- El reconocimiento de los derechos de los trabajadores, incluida una
remuneración digna que les garantice un nivel de vida adecuado para ellos y sus
familias y que les permita mejorar.
- La garantía de los Derechos de libre asociación y negociación colectiva.
- La prohibición del soborno y la corrupción.
- La protección del consumidor y del medio ambiente.

4.4. Los Principios Ruggie.

En el año 2005 la ONU estableció un Representante Especial del Secretario General


para la cuestión de los Derechos Humanos y las empresas. Este nombramiento supuso la
apertura de una nueva etapa en el enfoque de la cuestión. Dado que las Normas del año
2003 no recibieron el apoyo que se espera, se consideró necesario abrir un proceso de
análisis, estudio y reflexión.

Dicha tarea fue encargada a John Ruggie36. Su mandato comenzó en 2005 y fue
renovado en dos ocasiones, 2008 y 2011.

El Representante Especial elaboró el Marco para “proteger, respetar y reparar” que


fue adoptado por el Consejo en su resolución 7/8. Dicho Marco -más conocido como
“Principios Ruggie”- está basado en 3 principios básicos: la obligación de los Estados
de proteger (principios 1-10), la responsabilidad de las empresas de respetar (principios
11-24) y la necesidad de mejorar las vías de reparación a las víctimas (principios 25-
31).

Los principios Ruggie cuentan, en nuestra opinión, con tres ventajas fundamentales
frente a otras propuestas de responsabilidad de las organizaciones:

- Global. Los Derechos Humanos, por su propia naturaleza, son más apropiados
para suscitar un acuerdo global entre todos los actores, aunque sean de culturas
diferentes.
- Concreto. El marco Ruggie sugiere a las empresas obligaciones específicas en
relación a todos los Derechos Humanos, en vez de obligaciones genéricas y
confusas respecto a algunos valores. Se espera de las empresas que eviten violar
los derechos humanos afectados por sus operaciones (que son casi todos).
- Integrable. Los principios Ruggie son fácilmente integrables con otras
herramientas de control y evaluación como puedan ser distintas certificaciones,
normas y guías (como ya se ha hecho con la ISO 26000), los estándares de
reporte del GRI (Global Reporting Initiative) o la legislación nacional (en el
caso de España el Plan Nacional de Empresa y Derechos Humanos)

4.5. Principios de Derechos Humanos para Empresas de Amnistía Internacional37.

La ONG Amnistía Internacional ha elaborado una lista de control preliminar de


principios de Derechos Humanos como orientación para las empresas multinacionales.
Tales principios se fundamentan en las siguientes normas internacionales de Derechos
Humanos:

36
Profesor de Derechos Humanos y Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard. http://www.hks.harvard.edu/
37
http://web.amnesty.org/library/index/engACT700011998?open&of=eng-398
 Declaración Universal de los Derechos Humanos.
 Convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
 Principios Básicos de Naciones Unidas para el Empleo de la Fuerza y las Armas de
Fuego.
 Declaración Tripartita de Principios sobre Empresas Multinacionales y Política
Social de la OIT.

Las materias abordadas son: política empresarial de Derechos Humanos, planes de


seguridad, compromiso con la comunidad, ausencia de discriminación, ausencia de
esclavitud, salud y seguridad, libertad de asociación y derecho a la negociación
colectiva, condiciones de trabajo justas, mecanismos fiables y periódicos para controlar
de manera efectiva la conformidad de todas las operaciones con los códigos de conducta
y con las normas internacionales de Derechos Humanos. 

La violencia y la inestabilidad imperantes en muchos países y zonas en conflicto obliga


a las empresas a proteger su personal y bienes con guardias de seguridad armados o
mediante acuerdos con las fuerzas de seguridad del Estado. Según Amnistía
Internacional (AI), estas medidas a veces han contribuido directamente a violaciones de
Derechos Humanos o a agresiones en las que se ha hecho un uso excesivo o
indiscriminado de la fuerza contra población civil (o lo que es lo mismo, contra “no
combatientes”, según la terminología del Derecho Internacional Humanitario). La
reputación, la legitimidad social y la seguridad de la empresa y sus grupos de interés
pueden estar en juego en tales situaciones.

Según las normas de AI, las empresas deben garantizar que su personal y las fuerzas de
seguridad que hayan contratado reciban la formación adecuada y se comprometan a
respetar los principios y normas internacionales sobre el empleo de la fuerza; en
particular el Código de Conducta de las Naciones Unidas (ONU) para Funcionarios
Encargados de Hacer Cumplir la Ley y los Principios Básicos de las Naciones Unidas
sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de
Hacer Cumplir la Ley. Dichas normas imponen fuertes restricciones al uso de la fuerza
y de las armas de fuego y exigen que un proceso de investigación y rendición de cuentas
si en algún momento ha sido necesario el uso de la fuerza, incluso aunque fuera en
grado mínimo.

Las empresas deben implantar sus propios procedimientos de acuerdo con estas normas
internacionales en caso de que necesiten hacer intervenir o contratar a las fuerzas de
seguridad del Estado o crear su propio cuerpo de seguridad para proteger a su personal y
bienes. Estos procedimientos deben incluir las garantías necesarias para evitar el empleo
excesivo de la fuerza, excluyendo la tortura o el trato cruel, inhumano o degradante. Las
empresas deben recoger expresamente esas exigencias en sus contratos de seguridad y
tomar medidas firmes para garantizar que la formación o el material que proporcionan
al personal de seguridad público o privado no se utiliza para violar los Derechos
Humanos.

Las normas de la empresa deben concretar quiénes pueden llevar armas, qué material
puede proporcionar la empresa al personal de seguridad y cuál es el alcance y la
naturaleza del control y la influencia ejercidos por la empresa sobre el personal de
seguridad. Todo el personal de seguridad debe recibir formación sobre cómo respetar
los derechos de la comunidad local. No se debe facilitar a las fuerzas de seguridad
información que pueda convertir a determinados individuos en objetivo de ejecuciones
extrajudiciales, «desapariciones», torturas o detenciones arbitrarias.
Asimismo, al seleccionar al personal de seguridad, las empresas deben estudiar el
historial del candidato para comprobar si han participado en violaciones de Derechos
Humanos y no contratar a ningún involucrado en violaciones graves, tales como
ejecuciones extrajudiciales, homicidios indiscriminados, «desapariciones», torturas o
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y detenciones arbitrarias de oponentes
políticos. En este sentido, AI recomienda el despido inmediato de cualquier trabajador
de seguridad si, tras un juicio con las debidas garantías, se descubre que ha cometido
tales violaciones.

4.6. Las líneas directrices de la OCDE para empresas multinacionales.

Las líneas directrices de la OCDE para empresas multinacionales forman parte de la


«Declaración de la OCDE sobre inversión internacional y empresas multinacionales»,
siendo una serie de recomendaciones que pretenden asegurar una conducta responsable
por parte de las empresas en el contexto de su internacionalización o inversión exterior.

Fueron creadas en 1976, aunque su última revisión fue publicada en 2011 38.
Periódicamente publican un informe de seguimiento39.

Los países signatarios asumen voluntariamente el compromiso vinculante de aplicar


dichas directrices, lo que se debería concretar en la elaboración de una normativa
específica por parte de las empresas. Actualmente son suscriptores los Estados
miembros de la OCDE, a los que se han sumado Argentina, Brasil, Colombia, Egipto,
Letonia, Lituania, Marruecos, Perú, Rumanía o Túnez. 

Si bien las directrices no son vinculantes directamente para las empresas (a menos que
los gobiernos que las suscriban trasladen este compromiso a las empresas vía
legislativa), suponen un marco de aceptación que se ha mostrado eficaz para la RSE,
encajando especialmente en la visión empresarial en relación con otros estándares por
su sencillez y flexibilidad.

En relación con los Derechos Humanos, las directrices se encuentran alineadas con el
Marco para Empresas y Derechos Humanos de NNUU: «proteger, respetar y reparar»
(Principios Ruggie).

Ambos marcos normativos (directrices OCDE y NNUU), reconocen que los Estados
tienen el deber de proteger los Derechos Humanos en su ámbito territorial, y que las
empresas deben respetar dichos derechos, independientemente del empeño o voluntad
que pongan los Estados en su protección.

Al hablar de Derechos Humanos hay que circunscribirse a la Carta internacional de los


Derechos Humanos40 y a la Declaración de los principios y derechos fundamentales del
trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que incluye los ocho
convenios fundamentales de la OIT al respecto.

38
http://www.oecd.org/daf/inv/mne/MNEguidelinesESPANOL.pdf
39
El último publicado es de 2017 y puede consultarse aquí: http://mneguidelines.oecd.org/2017-Annual-Report-MNE-Guidelines-
EN.pdf
40
Comprende la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los principales instrumentos en los que se ha codificado: el
Pacto internacional de los derechos civiles y políticos y el Pacto internacional de los derechos económicos, sociales y culturales.
De acuerdo con ambos marcos, el respeto de los Derechos Humanos por parte de las
empresas debe materializarse mediante la publicación de una declaración al nivel
jerárquico más elevado de la empresa, acompañada de las políticas que sean necesarias
y del despliegue de procesos de evaluación del riesgo de incidencia, vigilancia,
detección y reparación legítima (cooperación con organismos judiciales o
extrajudiciales).

4.7. Líneas Directrices para Empresas Multinacionales de la OCDE

Las directrices de la OCDE 41 forman parte de la Declaración sobre Inversión


Internacional y Empresas Multinacionales, adoptada en 1976 para facilitar la inversión
directa entre los miembros de la OCDE.

Se trata de recomendaciones no vinculantes dirigidas desde los Estados miembro de la


OCDE a las empresas multinacionales, que contienen principios voluntarios para una
conducta empresarial responsable en consonancia con las políticas y leyes de los países
en los que operan. 

Cubren todo el espectro operativo de las multinacionales, desde empleo y relaciones


laborales (salud y seguridad en el trabajo, condiciones laborales, formación, preaviso
razonable, etc.) hasta materias más transversales y relacionadas con la ética, tales como
la lucha contra el soborno, la protección de los consumidores y las buenas prácticas en
la comercialización y publicidad. También se recogen otras materias, como la
revelación de datos, fiscalidad, competencia y medioambiente.  

Los gobiernos de la OCDE, aunque no de manera vinculante, están comprometidos a


promover su cumplimiento y a asegurar su eficacia a través de Puntos Nacionales de
Contacto (PNC) que a menudo tienen una composición tripartita (gobierno,
interlocutores sociales y organizaciones patronales). El PNC recaba información sobre
la aplicación de las directrices y remite un informe anual al Comité sobre Inversión
Internacional y Empresas Multinacionales, el órgano de la OCDE responsable de la
supervisión de las directrices.

Los BIAC y TUAC (por sus siglas en inglés), Comités Consultivos de las Federaciones
Empresariales y Sindicales, tienen como deber el informar a sus federaciones miembro
del desarrollo de las directrices, así como buscar las aportaciones de sus miembros
respecto a los procedimientos de seguimiento. En caso de incumplimiento se fomenta el
recurso a los mecanismos internacionales de resolución de conflictos, incluido el
arbitraje. No cuenta con un sistema de supervisión similar al de la OIT o al de los
órganos de Derechos Humanos de NNUU. Aparte de promover las directrices, la
función de las autoridades públicas en la aplicación de las mismas no está definida con
claridad y, como hemos visto, no se concretan el tipo de mecanismos de control que
deberían ponerse en marcha.

4.8. Políticas y normas de desempeño sobre sostenibilidad social y ambiental de la


Corporación Financiera Internacional (Banco Mundial)42
41
http://www.oecd.org/dataoecd/43/29/48004323.pdf
42
Documento accesible en pdf:
https://www.ifc.org/wps/wcm/connect/5aebfd004d5e3818b83cfa2389a1bab4/PS_Objectives_English.pdf?MOD=AJPERES
Las normas de desempeño sobre sostenibilidad social y ambiental elaboradas por la
Corporación Financiera Internacional (CFI) del Banco Mundial definen los criterios
para financiar proyectos del sector privado.

Las ocho normas de desempeño establecen condiciones que el cliente debe cumplir
durante la vigencia de la inversión de la CFI y pueden ayudar a las empresas a abordar
los riesgos y oportunidades ambientales y sociales de sus proyectos.

LAS 8 NORMAS DE DESEMPEÑO DE LA CFI

Fuente: ICF

4.9. Los Principios Caux43

La mesa para los Principios Caux fue creada en 1986 por Frederik Philips (ex-
presidente de Philips Electronics) y por Olivier Giscard d'Estaing (vicepresidente del
INSEAD y hermano del ex presidente de Francia), con el fin de reducir las tensiones
que a la sazón existían en el comercio internacional. La mesa estaba formada por
empresarios líderes de Europa, Japón y Estados Unidos.

Una de sus líneas de trabajo fue la reducción de las amenazas socio-económicas a la paz
y estabilidad mundial; razón por la cual los 7 Principios Caux están basados en dos
ideales éticos fundamentales:

1. El kyosei. Se trata de un concepto japonés que significa vivir y trabajar juntos para
el bien común, permitiendo que la cooperación y la prosperidad mutuas sean
compatibles con una competencia justa y saludable.
2. La dignidad humana. En el contexto económico debe reconocerse el valor supremo
de la persona como fin y no como medio para la consecución de los objetivos
comerciales.

Al igual que otras normas de RS están muy centradas en aspectos socio laborales y
medio ambientales y estos son sus 7 principios 44

 La responsabilidad de las empresas va más allá de los accionistas


 El impacto de las empresas debe llevar a la innovación, la justicia y a una
comunidad internacional
 La responsabilidad de las empresas va más allá de la literalidad de la Ley; deben
crear confianza

43
http://www.cauxroundtable.org/
44
Para interesados en los principios Caux, aquí el acceso directo: http://www.cauxroundtable.org/principles/
 Apoyo al comercio multilateral
 Respeto al medio ambiente
 Prevención de operaciones ilícitas

4.10. Los Principios Global Sullivan

Toman su nombre del reverendo Leon Sullivan, importante personaje de la vida pública
sudafricana, quien en 1977 desarrollo la primera versión de estos Principios con la idea
de preservar y promover los Derechos Humanos y la igualdad de oportunidades por
parte de las empresas que operaban en la Sudáfrica de la segregación racial. Su
iniciativa fue una de las de ayudo a la desaparición del “apartheid”. En 1999 se elaboró
una segunda versión de estos principios, menos centrada en el apartheid y más
focalizada a la promoción de los derechos humanos por parte de las empresas.

En la actualidad han sido superados o desarrollados por otros proyectos internacionales,


pero tiene el mérito de haber sido una propuesta pionera y socialmente responsable en
una época en la que la RSC no era tan permeable a la sociedad.

Los 7 principios siguen plenamente vigentes y son muchas las empresas que los han
suscrito. Inciden sobre todo en valores tales como la tolerancia, igualdad de
oportunidades, formación de los trabajadores, el respeto a la diversidad, la mejora de la
calidad de vida y dignidad de los trabajadores.

5. Un futuro probable: ¿Hacia un Tribunal Comercial Internacional de los


Derechos Humanos?

No hay duda de que a medida que nuestras sociedades están más informadas y son
conscientes del impacto de las empresas en los Derechos Humanos, empiezan a
reclamar paulatinamente a sus gobiernos (en calidad de ciudadanos) y a las empresas
(en calidad consumidores) la adopción de las mejores prácticas para promover y
reforzar los Derechos Humanos en todos aquellos países en los que intervengan.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la creación de la ONU y la Declaración


Universal de los Derechos Humanos (1948) se ha ido construyendo por diversos
organismos un “corpus” convencional cada vez más enfocado a la promoción de los
DDHH por parte de las empresas. Lamentablemente muchas de esas normas y
convenciones internacionales quedan en simples declaraciones de intenciones ya que
son de aplicación voluntaria por parte de las empresas y todavía no existe un sistema
internacional de control y eventual sanción. El marco Ruggie supone un importe avance
en la responsabilidad de empresas y Estados en el respeto de los Derechos Humanos,
pero creemos que sigue siendo necesaria una instancia superior a los Estados
individuales con capacidad y legitimidad para procesar y juzgar las violaciones de
Derechos Humanos que puedan ser cometidas por las empresas.

Así, del mismo modo que desde la Organización Mundial del Comercio (OMC) se
persiguen y penalizan las malas prácticas comerciales de aquellos de sus miembros que
violen los principios de libre comercio propugnados por la OMC (por ejemplo:
prohibición de prácticas anti-dumping y posibilidad de denunciarlas antes la OMC)
creemos que es necesaria la creación de un Tribunal Comercial Internacional de
Derechos Humanos, neutral, profesional, permanente e independiente, y con capacidad
para juzgar y hacer ejecutar lo juzgado a las empresas que violen los Derechos
Humanos, con una mecánica de funcionamiento similar a la de la Corte Penalk
Internacional. Dicho Tribunal internacional debería fundamentar su actuación y
competencias en unos estatutos y en un corpus convencional pre-existente y conocido
(transparencia y publicidad). De este modo el marco Ruggie (“proteger, respetar y
reparar”) quedaría plenamente garantizado, especialmente en cuanto a las reparaciones.
Se trata, por supuesto, de una propuesta de implementación muy compleja, pero ello no
le resta urgencia, ni necesidad.

Existe alguna experiencia reciente en este sentido, como el Tribunal del Distrito 9 de
Nueva York que juzga casos de derechos humanos y empresas 45 sobre la base del Alien
Tort Claim Act (Ley de Reclamación por Agravios contra Extranjeros). Según dicha
Ley “Los Tribunales Federales de Distrito de Estados Unidos tendrán jurisdicción en
toda acción civil entablada por un extranjero por una violación de las leyes de la nación
o de un tratado de los Estados Unidos". Ello permite a un extranjero iniciar una acción
judicial contra otro en los tribunales federales de Estados Unidos por un delito cometido
fuera de Estados Unidos (extraterritorialidad), si tal delito supone una violación de las
leyes de la nación o de un tratado específico suscrito por los EEUU.

Este proceso hacia una juridificación de los Derechos Humanos en el ámbito de las
empresas transnacionales puede requerir años, como sucedió con la creación de la Corte
Penal Internacional que desde su fundación en 1998 (Estatuto de Roma) conoce y juzga
las violaciones contra el Derecho Internacional Humanitario (crímenes de guerra, etc),
pero estamos firmemente convencidos de que su creación no sólo es inevitable a juzgar
por las preocupaciones sociales de una sociedad cada vez más informada que sabe
exigir a sus gobiernos, sino también imprescindible para cerrar el círculo virtuoso de
normas y convenciones internacionales promotoras de los DDHH, algunas de las más
relevantes hemos repasado someramente en este capítulo.

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45
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