Dualidad
Dualidad
Dualidad
g
El comienzo del fin
Sábado por la mañana. Delfina descolgó del perchero el sacón gris y se dirigió
de Letras era a las diez. Él era Julián Levid, consagrado escritor de unos cuarenta
años.
caminar por una embarrada calle de tierra. Algunas gotas continuaban cayendo,
gotas que caían sobre su cuerpo la obligaron a detener el paso para ponerse el
donde también aguardaban otras tres personas. Los únicos dos asientos que
había en el lugar estaban ocupados por una pareja muy mayor. Parada delante de
tranvía.
atolondrada golpeó a la anciana que intentaba hacer lo mismo con ayuda de su fiel
acompañante.
con más intensidad, pero parecía no preocuparle ya que en menos de una hora
Al subir observó una gran cantidad de humo que provenía del fondo, buscó
aire se renovará, haciéndose cada vez más denso. Cansada de toser, Delfina
decidió bajarse unas cuadras antes y llegar caminando al lugar, ya que disponía
verde.
observarla con una mueca de sonrisa, luego se quitó el mojado sacón gris y
día.
inclinaba, mojándose los labios en el bebedero. Observó que lo miraba. Tal como
cautivó.
diferencia de él— escribiría una gran historia de amor con final feliz.
II
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Cuando llegara, la esperaba una grata sorpresa
Delfina golpeó la puerta tres veces. La lluvia ya era historia, el cielo comenzaba a
Sin pronunciar palabra y solo con gestos de su cabeza y sus manos, Julián
le indicó que no, y la invitó a pasar. Ella entró mientras se quitaba con parsimonia
—Estás toda mojada —dijo Julián. Ahora te traigo una toalla. Delfina sonrió
y le agradeció. Luego, mientras con las palmas de las manos se frotaba los brazos
entrar en la oficina era porque él algo ocultaba allí, y la relación estaba cada día
más fuerte como para andar soportando engaños de esa naturaleza. A pesar de la
intriga y las ganas de investigar lo que Julián ocultaba, Delfina se detuvo frente a
uno de los cuadros, observándolo con el más mínimo detalle. Julián le entregó la
Delfina giró y quedó cara a cara con Julián. Lo observó a los ojos unos
instantes, él percibió que los ojos de ella estaban aún más brillantes que aquel día
luego se alejó unos pasos y comenzó a secarse. Julián sonrió y la siguió con su
—Voy a ver qué ropa puedo conseguirte —dijo él mientras volvía a entrar a
su dormitorio.
pintarlo!
—Tomá, vas a tener que usar mi ropa mientras se seca la tuya —Julián
dejó sobre el sofá una camisa y un short largo de hombre, luego comenzó a juntar
la ropa mojada desparramada por toda la habitación y salió. Ella, enojada, agarró
—Estás hermosa —
—No me cargues —
unos centímetros mas alto, quedo mirándola desde arriba, luego la abrazo y ella
respondió al abrazo.
soltarse ni separarse.
Julián se sorprendió, la abrazo con mas fuerza y luego la soltó, aunque sus
centímetros.
—¿Por qué preguntás eso?
—¿Qué?
Julián cerró los ojos y echo su cuerpo para atrás, luego comienzo a reírse.
Julián dejo de reírse y con un gesto con su cabeza le dijo que no.
—Pasá.
tapizadas de estanterías llenas de libros, solo tenía un pequeño escritorio con más
le impedía seguir adelante. Conocía bien a Julián y sabía que aquella tensa
Cuando llegó al escritorio comenzó a observar los libros, todos iguales, con el
mismo dibujo en las tapas, salvo por la diferencia de que en cada uno el idioma
Delfina tomó uno de los libros, lo abrió y comenzó a pasar sus hojas
escritas en francés. Dejó ese y tomó otro, escrito en alemán, pasó un par de
páginas y —cuando lo abrió hacia la mitad— cayeron dos papeles. Delfina los
tomó y comenzó a leerlos. Comprendió que se trataba de dos pasajes con destino
muchacha cuando descubriera qué eran exactamente esos papeles. Sin embargo,
aún tenía miedo de que ella no aceptara la propuesta. Con una enorme energía y
—¿Qué es esto?
sobre él y lo abrazó muy fuerte mientras lanzaba una carcajada. Luego bajó de
juntas que no podía moverse, ni siquiera hablar. Julián supuso todo lo contrario, al
respuesta pensando alguna excusa para no aceptar el viaje. Aquella escena solo
duró unos segundos que parecieron minutos, hasta que él no pudo contenerse por
g
El viaje no fue lo que esperaban
A las 11.50 de la noche, diez minutos antes del 17 de julio de 1939, ambos se
relación.
equipaje al maletero así podemos ir a dar una vuelta.Delfina le acercó todas sus
escribiendo hacía ya más de una década. Por su parte, Delfina escribió una serie
para él. Cuando el capitán anunció a los tripulantes que pronto llegarían a la costa,
Delfina arrojó los hojas sueltas al mar, para asegurarse de que aquellas palabras
que había entrelazado en aquel magnífico viaje solo serían leídas por su gran
amor.
hecho el amor cuarenta y tres veces desde que subieron a aquel barco, más del
doble de las veces que gozaron en tierra firme. Además de hacer el amor y
inglés, para que pudiese comunicarse en los países que visitaran en los que no se
hablara castellano.
Apenas desembarcaron se enteraron de las noticias del Viejo Continente. A
guerra en aquel país, pero esta vez serían otros los afectados. En España los
Franco aún no estaban extintos, y el rumor que merodeaba sobre las costas del
las bases militares de Madrid por parte de los pocos anarquistas que habían
sobrevivido a la guerra.
pareja, que con aquel viaje pretendía sellar de una vez por todas el amor que se
tenían dispersando dudas morales por la amplia diferencia de edad entre ambos.
—¿Solo unos días? —interrumpió Delfina—. ¿Qué voy a hacer sola unos
—No creas que yo quiero esto, también me gustaría estar con vos todo el
viaje.
para convencer a Julián de que la dejara acompañarlo. A pesar del esfuerzo y las
que lo había acompañado los últimos quince años de su vida y que solo lograba
comenzó la cuenta regresiva, aún faltaban siete días para reencontrarse con él.
Pasó las primeras cinco jornadas encerrada en el hotel, casi todo el tiempo
El sexto día de espera, se decidió a salir del hotel y dar una pequeña vuelta
que sería esa ciudad con el correr del tiempo: gente corriendo de un lugar a otro
sin rumbo fijo, en su mayoría exaltados, demasiados policías patrullando las calles
Aunque en focos aislados, también se veía gran movimiento militar, por lo que
Delfina llegó a interpretar que se trataba de alguna fiesta nacional con desfile y
debido a ello la gente se encontraba en aquel estado de exaltación porque no
de todos lados, buscó refugió en un bar un poco más tranquilo pero también
repleto de gente.
una de las banquetas, al lado de un joven muchacho que clavó sus ojos en los de
cantinero dejó delante del joven una copa de brandy y Delfina pidió un exprimido.
mirándola de esa manera, no lograba reunir las fuerzas necesarias para iniciar una
conversación. Ella dejó de lado todos los prejuicios y —luego de darse aliento
g
El dolor sin respuesta, como de costumbre
Julián descendió del tren con tres horas de retraso debido a las aisladas alertas de
paranoia en el que vivían por ese entonces. Eso lo ayudó a comprender el éxito de
viaje solitario y plagado de contratiempos. Durante los diez días que permaneció
en España y Francia pasó la mayor parte del tiempo trasladándose de una ciudad
dinero y el tiempo para volver a esos lugares y disfrutarlos junto con su amada
Delfina. Ese pensamiento lo llevó a imaginar muchas cosas, pero entre ellas la
más importante fue la idea que se le ocurrió al octavo día de viaje, exhausto sobre
la cama de un lujoso hotel parisino, pensó que —a la hora de realizar ese viaje—
podría presentar a Delfina como su flamante esposa en todos los lugares que
visitarían. A partir de ese momento, destinó sus escasos momentos libres para
dejándolos en penumbras y sin poder contemplar las bellas obras pintadas por el
escritor.
Delfina se volteó. Inundaron su alma la tristeza, la confusión y el dolor, en
ese momento comprendió que —si bien su cuerpo había regresado a Buenos
Aires— su corazón aún permanecía en aquel viejo bar de Berlín. No supo qué
contestar, simplemente tomó su saco gris y salió corriendo a la calle. Cuando llegó
en ese momento, y ante los amenazantes pasos que provenían de la casa, Delfina
Corrió durante dos horas, hasta que percibió que ya se había alejado
también húmeda debido a la poca distancia que la separaba del río. El barrio era
oscuro y ya no se veían grandes edificios como los del centro, sino apenas alguna
que otra casa. La oscuridad se tornaba más intensa cuando una nube tapaba la
esperaba un fenómeno de esos que muy pocas veces suceden se hiciera presente
para hacerla reaccionar y así solucionar aquel asunto pendiente dando respuesta
a ese hombre cuyo único error fue el de enamorarse de una mujer con el corazón
en otra parte.
De repente se hizo visible un destello de luz, el milagro fue real por unos
instantes, pero a medida que se acercaba Delfina pudo comprobar que aquella luz
no era más que un taxi. Aunque no se trataba del milagro que esperaba, tampoco
se desilusionó porque aquel taxi era justo lo que necesitaba para abandonar ese
desolado barrio. Se paró de un salto y con sus manos hizo señas al taxi. Subió y
permaneció en silencio, el taxista aguardaba cada vez más impaciente que le
g
Al final la decepción
Atardecer del tercer día. Julián caminaba solo por las calles de Madrid pensando
Berlín.
soltería. Imaginó la forma en que se entregaría a ella —si debía seguir ciertos
formalismos que por aquel entonces comenzaban a dejarse de lado como pedir la
necesarios hasta llegar al altar y al momento después a que ella diera el «Sí» de
compromiso y entrega a él. También recordó que ella jamás había aludido a sus
padres y que ni siquiera vivía con ellos desde hacía ya cuatro años, cuando se
mudó a la capital a casa de sus tías. Comenzó a sacar sus propias conclusiones y
mientras trataba de disimular las arrugas del sobre, planchándolo con la palma de
pudo evitar pensar en lo peor. Las malas noticias llegan volando, las buenas se
trataba de un telegrama. Lo leyó para sí, respiró aliviado y luego lo hizo en voz
alta.
«Berlín es hermoso pero me falta tu luz para verlo mejor. Buen viaje. Tu
amor, Delfina.»
Immanuel esbozó una sonrisa y contuvo una carcajada hasta que Julián
***
El atardecer del cuarto día descubrió a Julián solo en la enorme cama, que
acentuaba aún más una ausencia. Algunos rayos de sol lograban colarse por la
bajó a desayunar, para luego tomar el tren de las 12:20 con destino a Barcelona.
Gracias a esos rayos de luz que lo despertaron, dispuso de algunas horas
antes de subirse al tren. Dejó sus bolsos en la estación y caminó hasta el Correo.
para luego enviar el mensaje, los cachetes de Julián se tornaron de un rojo muy
comenzó a telegrafiar:
estos días opacos sin ti. En Madrid reina la tranquilidad, cada minuto maldigo
—Es un poco extenso, debo enviar dos —dijo el encargado. Julián asintió
con la cabeza, abonó rápidamente y salió lo más rápido posible, tan cegado por la
vergüenza que no pudo evitar chocarse con un puesto ambulante. Cuando volvió
en sí y tomó conciencia del desastre ocasionado, vio los objetos caídos en el piso,
ver todos los objetos, comprendió que se trataba de un puesto ilegal de venta de
objetos robados.
acabó por comprarlo. Todo parecía indicar que debía hacerlo. Cuando terminó la
problema.
***
despertaron justo unos minutos antes del amanecer del octavo día desde que se
levantó con un terrible dolor de cabeza, al mirar a un costado para buscar sus
pantalones y vestirse para abrir la puerta, notó la presencia de una hermosa mujer
con usted, cuando termine sus asuntos debe pasar por su oficina —concluyó el
empleado del hotel, retirándose sin recibir propina. Julián cerró la puerta y miró la
cama, esperando que lo que había visto hacía unos segundos solo fuese producto
de su imaginación.
VI
g
El amor
Durante el trayecto que separaba aquel lugar desolado de la casa de Julián,
oriental y, sin preámbulos, se declaró sumamente atraída por él. Sin entender qué
era lo que decía la hermosa muchacha, Takeshi le hizo entender que desconocía
el idioma.
forma.
copa con él. A los pocos minutos de charla, descubrieron que existía entre ellos
una gran conexión, y durante dos horas compartieron sus historias y unos
exquisitos tragos.
***
simpático hombrecillo que había conocido hacía unos días en el bar. Luego de que
el sol hiciera su maravillosa salida detrás del lago Müggelsee, Takeshi invitó a
ocurriese.
Aún pensaba en Julián, pero esos dos días junto a Takeshi la habían hecho
tan feliz que la obligaron a replantearse qué era exactamente lo que quería. Eran
comprobó que efectivamente una mujer estaba recostada sobre ella. Se quedó
inmóvil durante unos segundos, hasta que descubrió en una mano de la mujer el
hacia su amada.
Julián que debía abandonar el hotel por los destrozos de la noche anterior y los
disturbios recientes.
A partir de esa mañana el tiempo cambió para cada uno, Delfina en un
santiamén tuvo a Julián delante de ella y para él aquellos dos días que pasaron
parecieron años. Aquel primer encuentro solo duró unos minutos, Julián entró al
cuarto del hotel mientras Delfina tomaba una ducha, dejó su equipaje, besó a su
más conferencias, en los dos días que siguieron solo tuvieron tres oportunidades
***
la pareja dormía, con la noticia de que Alemania había entrado en guerra. Para
evitar riesgos, Julián decidió marcharse ese mismo día. Delfina aprovechó un
estación. Delfina lo vio entrar y aproximarse a ella, traía en sus manos unos
guantes que Delfina había dejado la noche anterior. Ella los tomó y se despidió de
su amante sin besarlo, argumentando que tenía llagas en la boca para no besarlo
en la guerra como piloto, y le dio su nueva dirección. Antes del adiós, Takeshi notó
la presencia de Julián:
—¿Quién era?
—Del hotel… ¡había dejado mis guantes sobre la cama! —respondió ella,
mostrándoselos.
***
Defina bajó del taxi y golpeó la puerta de la casa de Julián. Un momento después
ojos. Ambos querían estirar ese instante para retrasar el momento en que Delfina
siempre los latidos de su corazón. Delfina sintió que no debía prolongar más esa
situación.
silencio de cinco minutos, interrumpido por el acto sexual. Antes de que ella se
agregó algo a su maletín y, por primera vez en veinte años, salió de su casa sin
meditando por las calles de una Buenos Aires desierta, que respiraba serenidad.
esperando la llegada del tranvía. Apenas subió, se sentó en uno de los primeros
a divagar. Partiendo del pensamiento más absurdo llevó aquella divagación por
diferentes caminos hasta encontrarse con un planteo filosófico terrible: por primera
vez en su vida se cuestionó porqué todos aquellos personajes que creaba para
sufrimientos, torturas y todo tipo de situaciones que hacen infeliz al ser humano.
Nunca había estado en esa misma situación como para poder observar desde ese
punto de vista a aquellos hombres ficticios que había creado. Ahora sí sentía
simples personajes de ficción cobraban vida a través de los miles de lectores que
—al abrir sus libros— volaban hacia aquel decadente mundo ficticio, plagado de
seguía con ellos en el mundo real, impidiéndoles creer en un futuro y una vida
mejores.
Antes de bajarse se dio cuenta de que merecía esto que le estaba pasando,
comprendió que el mundo no era tan injusto como creía y que en verdad los
miserables algún día la pagan. Bajó del tranvía y caminó una cuadra hasta llegar a
una calle de tierra, se detuvo y con un grito de guerra desafió al destino. Ya sabía
que su vida acabaría trágicamente como en todas sus novelas, pero antes
cumpliría una misión cargada de bondad: regalarle a Delfina su verdadera historia
lo tiró entre los yuyales de un terreno baldío. Lo arrojó aunque interiormente sabía
que por más que lo llevase consigo, ya había aceptado su destino y sería incapaz
Luego caminó media cuadra hasta detenerse delante de una de las pocas
casas que había en la zona. Sacó su mano derecha del bolsillo y golpeó tres
veces la puerta.
***
Carta Nº 1
tuvimos tiempo para desahogar ese amor que nos tenemos, pero soy optimista y sé que
en poco tiempo volveremos a estar abrazados nuevamente cuando estos locos dejen de
tuyas y saber cómo está la situación allá, aquí los rumores son muchos y no se llega a
Desde acá rezo todos los días por vos y para que nunca tengas que entrar en
Delfina
***
la envío. Delfina, con una expresión de ternura en su rostro y los ojos brillosos por
***
Carta Nº 4
Ya pasaron dos meses desde mi primera carta y aún sigo sin respuesta tuya después de
haberte enviado una segunda y una tercera… Me dicen que en Alemania las cosas están
difíciles, las fronteras bloqueadas y casi todo el mundo defenestra a tu líder, que decías
que iba a darnos un nuevo y mejor mundo. Hace unos días comenzaron a llegar barcos
desde el Viejo Continente, cargados de europeos que según ellos pudieron escapar del
Carta 5.
Delfina
***
Con la voz disfónica Delfina le hizo saber a Julián que debía enviar una nueva
que el hombre saliera por la puerta para comenzar a seguirlo y confirmar las
sospechas que sostenía de que él jamás enviaba esas cartas. El escritor dirigió
algunos consejos más para proteger a Delfina de una eminente gripe y se marchó,
siempre de aquel hombre. Pero sintió que, por más que le hiciera esto tan terrible,
debía enfrentarlo. Continuó siguiéndolo dos cuadras más hasta que él entró a un
bar. Delfina se sentó en la vereda y esperó más de media hora hasta que se fuera,
cincuenta metros detrás, maquinando todas las cosas que le diría apenas cruzase
la puerta.
En sus elucubraciones mentales aquella situación terminaba de la peor
lo contrario, cuando Julián volvió a su casa ella estaba llorando, él la abrazó y ella
suplicó perdón una y mil veces. Él no comprendía la situación hasta que ella le
explicó todo, relatándole que lo siguió durante todo el trayecto y que pensó hasta
en acuchillarlo desde que lo vio entrar a ese viejo bar, y cómo se sintió cuando
luego lo vio entrar a una sucursal del Correo que ella desconocía. Julián
g
La vida en cartas
Antes de que la esperanza muera, Julián entró corriendo con un sobre en la mano
al altillo donde Delfina daba sus primeros pasos en la pintura, sin pronunciar
vida.
Querida Delfina:
Gracias por tus cartas tu amor y tu palabras, me ayudan a sobrellevar estos tristes días de
Solo tus cartas me hacen levantar día a día con la esperanza de que cuando
es por propia voluntad sino por el contexto que me rodea. Tus cartas llegan rápidamente,
***
Carta Nº 5
Querido amor:
Tu carta llegó en el momento justo para evitar mi locura. Es insoportable convivir con esta
angustia de no saber si estás bien, siendo consciente de que estás en constante peligro y
únicas palabras que puedo escribirte hasta recuperarme de la inmensa alegría que me
provocó recibir tus respuestas. Aunque esperaba otras palabras… necesito que me digas
Delfina
***
Querida Delfina:
Si lo que necesitás para confirmar esto es leer en estas líneas lo mucho que te amo, lo
escribiré expresamente en este instante: te amo, te amo, te amo. Un poco más que ayer
Quería compartir con vos esta alegría inmensa que me acoge, acabo de ser
padre desde Japón ha influido en los generales alemanes y me han brindado esta
oportunidad. En una semana voy a viajar a Múnich, donde estará Hitler, y voy a conocerlo
Prometo escribir tan pronto culmine mi encuentro con él para contarte todos los
detalles. Sin más se despide tu amor, que te ama con todo su corazón.
***
Carta Nº 6
Querido amor:
Desde que cuento con tus cartas he vuelto a vivir. Has hecho mi existencia más feliz,
llegaste justo en el momento de mayor soledad y tristeza para cambiarlo por compañía y
alegría. A pesar de que estemos lejos, te siento junto a mí en cada palabra que me
***
Querida Delfina:
Solo puedo encomendarme a vos después de tan terrible tragedia. Casi soy víctima de
Gracias a un error de cálculos no lograron llevar a cabo su cometido, por suerte. Yo aún
no logro recuperar la audición al cien por ciento y todavía sufro el zumbido del estallido en
mis oídos.
Espero recuperarme plenamente para escuchar tu dulce voz. Me despido con todo
mi amor.
***
Carta Nº 12
Mi amor:
No soporto más la distancia, los días pasan y pasan y esta guerra no se acaba más.
Tengo pesadillas todas las noches. Dejé de escribir, ya no tengo más incentivos y pronto
voy a dejar de comer, no logro probar bocado pensando en que no puedo tenerte al lado
***
Querida Delfina:
Yo tampoco soporto más continuar viviendo sin vos, el motivo de la carta es para darte mi
nueva dirección y decirte que si quieres venir te voy a estar esperando y voy a protegerte
hasta mi último aliento. Mi vida seria mas feliz si pudiera tenerte en me casa cada día que
volviera de trabajar. Antes debo aclararte que aquí las cosas tampoco están muy bien… si
***
Carta Nº 13
Querido amor:
Prefiero morir contigo a vivir sola. Dicen que el trece es el número de la desgracia. Esta
es la décima tercera carta que te escribo, y también la más feliz. Mañana me embarco
hacia allá, me despido hasta que —personalmente y con un beso— te exprese lo mucho
que te amo.
Delfina
***
Sin pensarlo dos veces, Delfina preparó su bolso, en el cual echo muy pocas
prendas y tomo todo el dinero que tenia ahorrado. Una vez que tuvo todo listo
busco pluma, tinta y papel y escribió entre lagrimas una carta que dejaría en el
g
Adiós muchachos…
Cansado y oprimido por el frío, Julián volvió del bar de Valderrama, de la reunión
mensual con sus amigos literatos, en donde entre copa y copa debatían y
compartían las novedades del mundo del arte. Cuando el alcohol surtía efecto
Desde que Delfina vivía con él, Julián había olvidado un poco la bebida
para no escuchar reproches al llegar a casa. Llegó sobrio, cansado y con frío. Al
arriba de la mesa y dedujo que ella había recibido una carta desde Alemania y
el sobre. Lo tomó y vio escrito su nombre. Sobrio, cansado, con frío y ahora
temeroso comenzó a abrirlo, sacó una hoja escrita a mano y debido a los nervios
Lamento que ésta sea la forma de despedirme, pero no puedo mirarte a los ojos y decirte
que me voy. No aguanto más la separación, no soporto vivir sin sus caricias y sin su
hermosa voz hablándome al oído. Nuevamente te pido disculpas y me gustaría que sepas
que mi amor hacia ti sigue intacto como el primer día, solo que no sé… mi corazón dice
que con el voy a ser mas feliz y mi sexto sentido dice que no me equivoco. Nos vemos
quedaban aquellos amigos con los que compartía una copa un día a la semana.
Se levantó y se cambió la ropa sucia con la que se había revolcado por el piso,
pocas personas que lo reconocían. Luego de dos horas de caminata entró al bar
—Así es amigo, pero voy a necesitar algo más fuerte, lo más fuerte que
acto reflejo que no había mostrado nunca, sujetó de las manos al mesero.
inútiles, vivencias similares, despecho y una conclusión: debía luchar por el amor.
Julián Se paró como pudo y caminó hasta la puerta con ayuda del mesero.
Desde allí pidió un taxi, que lo dejó en la entrada del puerto. Luego de pagar, se
bajó y caminó hacia el puerto. Contempló la soledad del lugar por unos minutos,
Permaneció acostado por varios días pero el reposo no fue solución. Si bien
pensar en Delfina, y esa situación lo enfermaba cada vez más. Luego de una
Llegó tarde, cuando ya ellos estaban sentados charlando sobre las nuevas
quedaron perplejos.
Julián quedó pensativo, sin saber de qué le hablaban sus amigos. Toda la
información que tenía sobre la guerra le llegaba a través de Delfina, que a su vez
era informada por su joven amante, que evitaba contarle o desconocía ciertas
atrocidades cometidas por los nazis. Ante la silenciosa respuesta de Julián, Martín
—que nada tenía que ver con las letras— tomó la palabra:
—¿Qué decís? —se enojó Julián—. ¿Qué tiene que ver que sea judío?
Explotó una gran discusión en el bar. Como todo judío, ante la mínima
situación, pero él seguía absorbido por la furia, que no le permitía escuchar las
Damián salió tras Julián, mientras el resto de los muchachos juntaban las
cosas que la silla había tirado luego de impactar sobre la mesa. Giró en la esquina
y miró hacia ambos lados, asombrado de no ver a Julián. Luego miró hacia abajo y
darle, así que simplemente se quedó en silencio junto a él. Recién en ese
momento comprendió el amor totalmente sincero que Julián sentía por Delfina.
Jamás hubiese imaginado que una muchacha tan joven podría haberle robado el
Damián no servía para esas situaciones, en que había que consolar y dar
una palabra de aliento, solo se dispuso a abrazarlo por varios minutos hasta que
—Tengo que ir por ella, no me puedo quedar acá sin hacer nada —dijo
según ellos del infierno. No sé exactamente qué es lo que está pasando allá, pero
—Me voy en el próximo barco, tenga que enfrentarme a lo que sea que
pase —dijo Julián con mucha firmeza, ya sin llorar y poniéndose de pie. Luego
Vagó dos días por toda la ciudad despidiendo amigos que trataban de
impedir su viaje con palabras inútiles ante los sordos oídos del empeñado hombre
legales que le impidieran salir del país, como no obtuvo ninguna las inventó, pero
los buscaron y hablaron con ellos. Todos se habían marchado por un rumor que
comenzó a circular sobre que los encarcelarían, otros afirmaban que los
Aquel rumor se había incrementado ante los primeros desaparecidos, por ese
apareciera y se los llevara. Ninguno tenía certeza de nada, pero todos opinaban
conscientes de que su amigo podría estar yendo hacia una muerte segura, pero
sabían que no podrían detenerlo. Decidieron secuestrar a Julián por unos días o lo
que hiciera falta para evitar que realice aquel viaje, al menos hasta que se
asegurasen que estuviesen todas las condiciones dadas para que el escritor
g
Lo que vendrá
Julián se despertó nuevamente —como venía sucediéndole desde hacía más de
186 días— en una cama sucia y maloliente. Ya se había habituado a aquel rancio
olor del abandono. Lo despertaron los fuertes ruidos provenientes del exterior,
apenas una tenue luz que se colaba desde un agujero en la pared le permitió
encontrar una piedra en el piso, la tomó y giró hacia la pared, donde marcó un
palito más junto a los anteriores 185. Todos los días pensaba en Delfina,
aquella mirada que parecían tan inocentes, pero que sin embargo escondían
mucha picardía.
Se preguntaba que estaría haciendo, en donde y con quien. Una de las cosas que
mas lo torturaba era pensar en que ella se haya arrepentido y que hubiese vuelto y
no lo encontrara en la casa.
¿Me estará buscando? Se preguntaba una y otra vez. Cuando se encontraba mas
embrazada. ¿Cómo seria con barriga o con vestido blanco? La verdad que no
sabia como era una boda en Japón, se la imaginaba de mil formas y siempre
rasgados y piel amarilla. Ella que tenia esos ojos bien redondos y grandes con una
Los días de mayor optimismo planeaba formas de poder contactarla, pero todo lo
que pensaba era inútil. La mayor tortura que tubo que soportar en ese encierro y
Delfina.
nuca y miró al piso, como habían ordenado que hiciera. Luego se resignó a
esperar a que alguien apareciera y le diese las órdenes del día. Mientras esperaba
g
Pasado cercano
Julián despidió a su representante, ya cansado de oír falsas trabas para impedirle
el viaje, y le ordenó que cuando regresara lo hiciese con el dinero suficiente para
—Me voy mañana a las once —gritó Julián mientras Immanuel abría la
Julián—. Lo quiero antes de las ocho —señaló—. Luego cerró la puerta con llave y
habló por teléfono durante quince minutos. Cortó y miró el reloj de pared, que
indicaba las 23.30. El sueño ya comenzaba a surtir efecto y mañana tendría que
días volvería a ver a su joven amada se lo impedía. Logró dormirse poco después
imposible. Buscó pastillas para dormir y lo intentó durante otra media hora más,
nuevamente en vano.
Se levantó a las seis y comenzó a caminar por la casa buscando algo para
mesa y la cabeza sobre las manos entrelazadas. Permaneció con la mirada fija en
presente para llevarle lo pedido. En los minutos que Julián le permitió permanecer
Miró el reloj, indicaba que ya era hora de salir. Observó los bolsos que lo
por varios minutos hasta que lo asustó un fuerte golpe en la puerta, que
—Señor, ya estamos listos para cuando ordene salir —dijo uno de ellos—.
escritor—. Caminó unos pasos hacia el escritorio en donde tenía una estrella de
ese momento sintió que no sería un viaje sencillo, pero el amor era más fuerte y
En ese momento vio una carta escrita de puño y letra por Delfina que le dio
un envión anímico mas grande todavía. Ya estaba decidido, nada podía detenerlo.
Al ver aquella hoja también le recordó algo importante, su plan era llegar a
esa carta se le ilumino la cabeza. En alguna parte de la casa tendría que haber
sobres o cartas que Delfina descarto por alguna razón, ya sea porque se le había
manchado o no le gusto la letra o por miles de razones mas, Delfina siempre las
descartaba y volvía a escribirlas una y otra vez hasta que le quedaran perfectas,
por lo que la tarea no fue tan difícil, comenzó en el altillo y en los primeros minutos
encontró dos cartas con dos direcciones diferentes, supuso que si en la primera no
la encontraba la otra seria la mas actual. Puso las cartas en una bolsa para
salvaguardarla de cualquier cosa que pudiera dañar ese dato tan valioso y luego
copio los datos en otra hoja y guardo las cartas en su maleta y la hoja en su
billetera.
campo de uno de ellos durante unos días, hasta que desistiera de la idea.
delante del auto que llevaba a Julián y el otro se detuvo detrás, encerrándolo.
Tres personas bajaron del coche de atrás y una del delantero, la idea era
pedirle a Julián que por las buenas se cambiara de auto y se fuese con ellos, y en
el caso de que no accediera entre los seis podrían doblegar a los dos
hombretones.
metros, luego aceleró hacia delante embistiendo al coche que le impedía avanzar.
hacia el auto para impedir que escape, dos de los que ya estaban al lado del
piedad.
comenzaron a echarse hacia atrás. Apenado, desde el habitáculo del coche Julián
rostro de Julián.
abrazo a cada uno, mientras entre ellos se miraban para ver si continuaban con el
plan del secuestro. Con toda la tristeza del alma José les hizo señas que no.
g
El dolor
Julián se despertó nuevamente —como venía haciéndolo desde hacía más de 186
Cuando abrió los ojos, una luz muy tenue que se colaba por un agujero en la
pared marcando un palito más junto a los anteriores 186. Como todos los días
nuevamente con esa fresca sonrisa para luego quedar nuevamente perplejo por
aquella mirada que parecía tan inocente, pero que sin embargo escondía mucha
picardía.
y miró al piso. Luego se dedicó a esperar que alguien apareciera y le diese las
órdenes del día. Escuchó el ruido de los otros hombres que comenzaban a
puerta con un garrote. Por su mala modulación y porque gritaba en un idioma que
Dos soldados rasos aparecieron detrás del hombre distinguido con varias
medallas, que señaló al único de los detenidos que no se había levantado. Los
hermano menor. Luego cada militar se llevó uno de los cuerpos, el de Abraham ya
sin vida y el otro que la conservaría solo por unos minutos más. El resto de los
reclusos permaneció inmutable sobre sus camas con la cabeza gacha y las manos
sobre la nuca.
Uno de los jóvenes escogidos corrió hacia un balde con agua sucia y el otro
todas las mañanas que eran una mierda, luego les indicaba el lugar en el que les
tocaría trabajar, gritaba «malditos judíos» y culminaba por escupir a uno de ellos al
azar.
a formar fila junto al resto de sus compañeros, los dos hombres encargados de
limpiar se sumaron a la fila luego de acabar su tarea. Como todos los días, sabían
que deberían hacer algún trabajo forzado como transportar materiales, objetos
La poca comida que les daban no llegaba a saciar a nadie, por lo cual
disponible, era costumbre especular y tratar de timar a otros compañeros con tal
de llevarse un bocado más a la boca. Los soldados notaban esto. Los más sádicos
lo usaban por pura diversión y en el intervalo que los detenidos tenían para comer
generaban un improvisado ring de boxeo en el que los hacían pelear por un plato
recordar a su amor, que era lo único que lo mantenía con vida. Solo chocaba con
unidos. Si bien eran una minoría, había algo que rescatar de ese centro de
perdición.
Esos días fueron más agradables a pesar de las torturas sufridas y una
enfermedad que desconocía pero lo tenía a mal traer. Estaba feliz porque había
Delfina. Se preguntaba qué sería de ella. Lo torturaba la idea de que hubiese sido
Pasado los doscientos días de la captura llamaron a todos los presos del
gueto para ser examinados por los médicos, quien los separaba entre aptos y no
aptos para los trabajos. Separado en esos dos grupos, cada uno tomaría un
camino distinto. Julián no era tan joven y estaba muy debilitado por la falta de
alimentación y esa nueva vida a la que ninguno estaba acostumbrado y menos él
que jamás había hecho ese tipo de trabajos, sumado también a la enfermedad que
cientos de ellos que no habían logrado superar el examen. Fue entonces cuando
Julián subió al tren de los afortunados que aún conservarían su vida… pero que
del vagón el aire era más espeso, más del sesenta por ciento murió asfixiado
de quemarlos.
cadáveres, los hicieron formar una fila y ponerse de espaldas contra un enorme
paredón. Un Mayor del ejército pasaba con una lista frente a cada uno de los
judíos y les hacía decir sus nombres. Así lo hizo con cada una de las cuatrocientas
repasando la lista.
Luego comprendieron que mataba sin razón pero con una finalidad. De los
cuatrocientos que arribaron solo quedaron trescientos cincuenta, que eran los
—Marche cada grupo a sus casas —ordenó uno de los oficiales. Hoy están
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La resistencia
El nuevo lugar era malo, pero de todos modos era cientos de veces mejor que el
anterior. El trabajo era duro y realizaban casi las mismas tareas que en el primer
sitio, las labores eran insalubres y la opresión por parte de los nazis continuaba
llevándose la vida de los judíos. Pero las horas de trabajo se habían acortado, de
terminar de trabajar a las nueve de la noche —casi quince horas diarias— pasaron
lo que les permitía desarrollar, aunque sin mucha libertad, algunas actividades
personas con quienes compartía su gusto por el arte. Cada uno brindaba lo que
sabía hacer, Julián les enseñaba a jugar al truco y los deleitaba con maravillosas
enamorarse del escritor, pero él seguía obnubilado por el amor de Delfina, lo que
Lo que más perturbaba a Julián era que todos los días se levantaba para ir
a la fábrica y ayudar a fundir el metal con el cual fabricarían las armas con las
era más fuerte, por lo que algunos disimuladamente se hicieron los distraídos y
más leña al fuego de rebelión que tenía Julián, pero solo Marcello —un joven
grupo de los rebeldes ya contaba con diez personas dispuestas a todo para
planeado todo, desde reducir a los guardias más cercanos, lo que les brindaría las
primeras armas, hasta tomar el centro de control del gueto y así escapar.
actuales y mínimamente unas cinco personas más para reducir a los primeros
custodios.
Sabían que —una vez iniciada la rebelión— los indecisos los apoyarían y
serían unas doscientas personas levantándose contra otras doscientas. Si bien los
había hablado de la idea de escaparse porque sabía que existían sectores por los
que podría llegar fácilmente a ese objetivo. Pero todos estaban tan concentrados
se había escapado, pero sin embargo no podían creer que lo hubiese hecho
hombres hizo lo mismo y corrieron hasta la plaza, lugar en el que había unas
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Amigo del mal
Ninguno de ellos podía creer lo que había presenciado. Marcello —totalmente
Marcello había intentado entrar en las oficinas nazis para obtener los
mapas… cualquiera hubiese comprendido que lograrlo solo y sin planificación era
misión imposible, pero el joven idealista no quería perder más tiempo y se lanzó a
esa misión que hubiese sido considerada como una proeza heroica de haber
tenido éxito.
que por el momento las aguas iban a estar turbias y los nazis comenzarían a
buscar a todos los responsables de atentar contra su régimen. Al día siguiente los
soldados estaban más furiosos que nunca, al punto de que ante cualquier
problema disparaban sobre los prisioneros. Ese fatídico día fueron ejecutados
entre ellos —sin que nadie lo sospechase— se contaban infiltrados nazis con la
encuentra en el ojo del huracán, el momento en que todo se tranquiliza para luego
descanso en el trabajo. Casi sin detenerse ante él, pasó por delante con su
comida y le dijo:
—Esta tarde van a revisar las casas —susurró Jan—. Julián se quedó
pensando en el motivo por el cual Jan le había brindado esa información. Hasta
que recordó que debajo de su colchón habían escondido toda la información que
Desde el lugar de trabajo, unas horas antes de salir, Julián observó que
Cuando salió del trabajo fue directamente a su casa, al llegar observó una
escuchó:
—¡Es mentira, es mentira! ¡Yo no vivo aquí! —gritaba el pobre diablo, que
general.
haciéndole caer una cinta verde que colgaba en su pecho al tiempo que decía:
—¡Yo no hice nada, yo no hice nada! —volvió a gritar el hombre que había
sido culpado injustamente—. Otra patada más cayó sobre su rostro, sin lograr
callarlo, y continuó gritando que él no había hecho nada malo. El general tomó su
pistola Luger y le disparó dos tiros en la cabeza. Luego ordenó que limpiaran el
lugar a unos judíos que aún curioseaban. A sus soldados les ordenó que dejaran
el cuerpo colgado unos días en el centro de la plaza para que todos observaran
Hans tomó del brazo a Julián y lo condujo hacia un lugar. Julián intentó
hablar, pero el soldado lo hizo callar. Caminaron dos cuadras hasta que entraron a
—A partir de hoy vas a vivir acá —le dijo el soldado, mostrándole el lugar.
libros en las filas enemigas le parecía algo muy extraño, pero se emocionó con las
yo no me preocupé en aclararlo.
ella le había roto el corazón. El soldado nazi —que era un gran romántico—
escuchó muy conmovido aquella historia de amor. Cuando miró la hora se percató
preguntó si podía continuar charlando con él al día siguiente, por lo que el escritor
fue que acordaron encontrarse allí mismo cuando Julián concluyese su jornada de
trabajo.
también comprendió con amargura que una persona inocente había muerto por su
culpa. Eso le quitó el sueño y estuvo dando vueltas en la cama pero no logró
soldado se veía inocente y podía hacerle creer que podían ser amigos y así
obtener muchos beneficio, que entre ellos sin lugar a dudas se encontraba el
Al día siguiente, luego del trabajo volvió a reunirse con Hans y le preguntó
porqué había acusado a una persona inocente cuando sabía que el autor había
sido él. Hans le explicó que de todas maneras tenia que ejecutar a esa persona
pensó que si debía morir que al menos fuese por algo más grave que robarse
fueron entablando una gran amistad y poco a poco Julián fue aportándole sus
Dentro de la casa eran íntimos amigos, pero cuando se veían fuera de ella,
Hans debía asumir su cargo de soldado y tratarlo de forma repulsiva, por eso
intentaban no cruzarse en la vía pública. Pero igualmente Hans trataba de ponerlo
a salvo de que sea víctima de algún soldado que por mera diversión matara
habanos y whisky.
varias discusiones que acabaron a los golpes. El resultado derivó en una gran
paliza para Jan más dos semanas en el calabozo. Gracias a Hans Julián solo fue
condenado a encerrarse una semana en su casa sin poder salir, lo que resultó un
único que le faltaba era libertad. El trabajo que le asignaron era más sencillo y la
escuchaban villancicos y por las calles pasaban cantando, muy borrachos, los
escuchó un fuerte estallido. Como por orden no podía salir de la casa, se asomó
furiosos. Sacaron a todos los presos fuera porque habían encontrado restos de
tratado de un accidente. Los golpearon uno a uno para que confesaran quién era
Unos días después Hans llegó a la casa del escritor con una foto en la
Julián quedó sorprendido. A ella se la notaba tan feliz como siempre pero
mucho más madura, ya era una mujer. Los ojos comenzaron a llenársele de
favor…
Lo que sea —contestó el escritor sentándose en una de las sillas, sin sacar
la vista de su amada.
—Es algo complicado, quizás no… —dijo Hans sentándose en una silla
—Es buena esa actitud, es simple pero sé que es difícil… Los generales
por ese lado. Le disgustaba el hecho de que hacía ya mucho tiempo tenía el poder
brindado, jamás había recibido ni siquiera una señal y —ahora que necesitaba
algo— venía con foto y todo. A pesar de eso era consciente de que no podía
desaprovechar esa oportunidad para comunicarse con ella, así que sin más
su pecho se quedo sin aire, cosa que no le permitía enviar aire hacia las cuerdas
vocales, para que estas produzcan el sonido de su voz. Ahora su propio cuerpo
seguía sin poder pronunciar palabra. Al principio pensó que el destino quería
cerebro actuó mejor que su cuerpo. Vio una hoja, busco un lápiz y a pesar de que
cuando organizaba el plan para la rebelión— Jan propuso sus conocimientos para
crear explosivos y dijo que ya tenía elementos para realizarlos. Hans se paró y se
Julián trató de recordar otras cosas para aportarle más datos que
Cuando el soldado estaba por salir, recordó una reunión en donde Jan había
peligroso, que por amor una persona puede cambiar y transformarse en el peor
reflejo de uno mismo. Puede matar, engañar, traicionar, hasta abandonar su moral
y sus ideales. Comprendió que el amor para él no significaba lo mismo que para el
cruel, sabía que era un hombre enamorado y que estaba dispuesto a hacer
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Nuevo hogar
Empeorando aún más la situación, ante la falta de abrigos el invierno se cobraba
más propensos a morir eran los judíos que acababan de llegar al campo y no
Por aquellos días Julián era el hombre mimado, hasta contaba con un hogar
a leña en su casa. No todos los días lo proveían de leña, pero lo hacían con la
regularidad suficiente como para que el frío pasara a un segundo plano. Cierto día
Hans.
allá.
Hans enérgicamente—. Julián lo festejó como un niño que tiene permiso para
faltar al colegio.
Hacía unos días Hans había conocido en una de las fiestas de fin de año a una
hermosa muchacha con la cual estaba comenzando una relación. Durante largas
horas hablaron de todo, del amor, de la vida, de sus pasados. Julián se sacó una
duda que tenía desde el primer día en que se habían conocido: le preguntó cómo
era que siendo una persona tan noble podía ser soldado del régimen nazi.
—Tenía dos opciones, o venía aquí a dar golpes o venía, también aquí, a
recibir golpes. El instinto de supervivencia me hizo escoger ser el que daba los
obligado a alistarse.
comenzaría el toque de queda, esta vez una hora antes de lo normal. Hans se
la carta, los tomó y comenzó a escribir lo que pensaba. Se explayó sobre lo dual
que es todo basándose en la doble tortura, por un lado un judío recibiendo los
golpes del soldado y por el otro el soldado que —sin quererlo— tiene que dar
El día siguiente volvió al trabajo, y por la tarde retomó las charlas con Hans.
Con esa rutina transcurrió un mes entero en el que todo fue adquiriendo una
monotonía y una calma que hacían sospechar que se avecinaba una gran
madrugada del 4 de febrero el soldado entró a la casa del escritor, que aún
dormía. Lo despertó y le entregó un papel escrito con unos códigos que Julián no
comprendía.
—Te van a trasladar al peor lugar que existe, ese papel es lo único que te
—Te van a meter a un tren y te llevarán lejos, cuando estés ahí buscá lo
más rápido que puedas soldados que tengan un cinta verde como la mía… Sin
dirigirles la palabra entregales el papel que acabo de darte. No pude evitar que te
enviaran ahí, un lugar del que es muy difícil salir con vida. Los soldados que
tenemos estas cintas verdes somos opositores, así que les voy a pedir que
Por los altoparlantes comenzó a escucharse una voz que comunicaba que
todos los prisioneros tenían que salir fuera de sus casas. Julián lo abrazó y le
agradeció todo lo que hacía por él. Luego se dirigió hacia la puerta.
—Todavía no salgas —dijo Hans, que empezaba a llorar.
después un soldado lo golpeó, llevándolo cerca de las vías del tren donde
esperaban el resto de los judíos. Cuando estaba amaneciendo llegó un tren. Los
El viaje fue muy largo, pero esta vez la falta de oxígeno no fue problema, ya
que habían agregado más ventilación en los vagones, por tanto no se produjo
bajaban los hacían formarse uno al lado del otro mientras un oficial daba un
discurso cuyo lema de recibimiento profesaba «el trabajo los hará libres».
dado Hans, pero no lograba dar con ninguno. Mientras estaban formados algunos
diferentes galpones en donde había camas tripes una al lado de la otra. A cada
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Auschwitz
Durante casi un año Julián permaneció allí soportando torturas, falta de
salida, por lo que pensó y actuó rápido. En el suelo encontró un nailon, lo tomó y
completamente.
Poco a poco eran conducidos hacia los peluqueros, quienes los rapaban
cabello, los obligaban a tomar una ducha corta y con el agua helada. Luego se les
daba la ropa del campo. Posteriormente de cumplir estos pasos, eran registrados
en los archivos del campo. Por desconocimiento, Julián fue registrado como
izquierdo. Jamás pudo recordar cuál había sido el nuevo nombre que le habían
Por fin Julián observó al primer soldado distinguido con una cinta verde.
Con gran disimulo logró sacarse el papel y —mientras pasaba delante del
traducir los códigos con los que había escrito Hans— el soldado sospechó de qué
registrado.
El soldado codificó el mensaje de Hans y al instante lo transmitió a los
suyos, que actuaron para que Julián sea escogido como kapo —las SS
resto— por lo que se aseguraban que el supervisor sea de total confianza para
ellos y tampoco perjudicara a los otros prisioneros. Allí ya no eran solo judíos, sino
donde prevalecían los gitanos. A las cuatro de la mañana eran despertados con un
establecía una orquesta que iba delante de ellos. Cuando llegaban a la fábrica
En total trabajaban de once a doce horas por día. Luego de eso, Julián
volvía al campo con el resto de los prisioneros, que eran contados nuevamente.
lo compartía con las personas que veía necesitadas de calorías, ya que casi
nunca llegaba a cubrir las que él mismo necesitaba. Luego eran llevados a dormir,
luego controlar allí a los demás prisioneros. Cada semana debía efectuar un
las SS.
campo de concentración lo hizo olvidar todo. Con el correr de los meses fue
recordando porqué estaba allí y volvió a pensar en Delfina. No podía creer cómo
pudo rememorar cómo era. Fue en ese momento cuando pensó que debía hacer
barranca sin ser descubierto por los agentes de las SS. Luego descubrió que era
difíciles que llevó adelante fue encargada por un grupo de prisioneros políticos
polacos que querían dejar un testimonio visual para que las generaciones futuras
fotográfica, ellos por medio de otros prisioneros habían logrado conseguir rollos de
fílmico.
Un domingo fue citado en las oficinas del oficial, entró y brindó su informe
como de costumbre. No había mucho que reportar más que algunas peleas por un
cámara muy pequeña utilizada por los agentes de espionaje nazis. La guardó en
sus partes íntimas y salió hacia los campos. La adrenalina fue extrema, sabía que
jugado demasiado el pellejo, por lo cual desde ese momento decidió no aceptar
Los siguientes meses resultaron muy monótonos para él, haciendo siempre
lo mismo. Lo único que cambiaba día a día era su imaginación… Todos los días
Uno de los hechos que lo hicieron olvidar por momentos a Delfina fue la
invitación al campo burdel. Los oficiales de las SS lo llevaban todos los viernes a
aquel campo creado por orden de Himmler para prisioneros privilegiados. En aquel
sitio habitaban en su mayoría prisioneras polacas que eran obligadas y otras que
comodidades.
Durante cinco meses Julián acudió todos los viernes al campo burdel a
visitar a la misma muchacha, que había elegido por su gran parecido con Delfina.
Aunque no le interesaba en absoluto la muchacha en cuestión, cuando tenían
cuando los nazis supieron que la derrota era inminente y —a través de varias
sus cintas le comunicó a Julián que se mezcle con los prisioneros más debilitados
hicieron lo mismo.
estar inválidos.
Antes de marcharse, uno de los soldados que había ayudado a Julián le dijo
que permanecieran unos días en el campo, que pronto llegarían los soldados
Allí permanecieron durante diez días buscando comida por todos lados. Los
comprobar que los pocos soldados de las SS que quedaban habían abandonado
Al tercer día uno de los prisioneros polacos encontró en las oficinas de las
días los rusos harían su ingreso a Cracovia donde —según unos mapas que
para que todo el mundo conociera el sufrimiento por el que pasó su pueblo. Julián
le aportó algunos consejos y le contó sobre él, sobre su labor y cómo actuaban los
fue el de mayor mortalidad durante los días de espera, pero la mañana del 27 de
Mientras se levantaban, el ruido se hacía más y más fuerte. Los que aún poseían
figuras y en lo alto varias banderas rojas de la Unión Soviética. Los que podían
oídos de los que padecían adentro de los galpones y ellos también comenzaron a
festejar sin saber exactamente lo que celebraban, hasta que uno de los
recibirlos con los brazos en alto, los rojos desconocían que allí hubiese prisioneros
sino que esperaban un ataque nazi. Cuando salieron los primeros prisioneros
resto se escondió y comenzaron a gritar en todos los idiomas: «no nos disparen,
somos prisioneros». El general ruso ordenó el cese del fuego y envió un grupo a
inspeccionar el lugar.
repugnantes.
Los prisioneros comenzaron a pedir por favor que les dieran comida, pero
los soldados los hicieron formar y en principio fueron tratados como prisioneros de
guerra. Luego llegó el primer oficial y apartó a los menos desnutridos. Luego
ordenó que dieran alimentos a los que se hallaban en mejores condiciones. Los
que debían esperar a que el médico los examinara para entonces sí poder
hablaban inglés, entre ellos Julián, quien les describió todo el horror que sufrieron
este con prisioneros, y los mismos prisioneros les aportaron los mapas que habían
obtenido en dónde estaban marcados varios puntos que indicaban los campos de
de prisioneros que pudiera movilizarse por sus propios medios. Por la mañana del
soldados rusos. Partió de allí con una sola idea en la cabeza: encontrar a Delfina.
se anotó con un nombre y una nacionalidad falsos para no tener que soportar los
Chars Rapers, un filósofo con el cual había entablado una amistad epistolar a
Había recordado la dirección a la que le enviaba las cartas… tal vez Chars
aún continuaba viviendo allí. Buscó a alguien que le indicase dónde quedaba la
calle, luego de lograrlo caminó exactamente veintidós cuadras hasta que encontró
allí hasta la mañana siguiente, le contó todo lo que había vivido y sus planes
futuros.
para volver a Alemania. Julián aceptó el consejo y le pidió ayuda para regresar a
su país. También le solicitó hospedaje, por lo que el anciano le ofreció con gusto
Los planes del escritor eran esperar por lo menos un mes hasta que
más difícil que hallar una aguja en un pajar. Luego de más de un mes de espera,
comprendió que la derrota total alemana se demoraría aún varios meses, por lo
día hasta el puerto desde donde partían barcos hacia América. Julián se embarcó
en un buque francés que partía hacia Brasil. Durante todo el viaje no hizo otra
g
Señales de esperanza
Luego de desembarcar en Brasil se dedico a conseguir todos los medios de
transportes que lo pudieran llevar mas rápido hasta Buenos Aires. Durante el viaje
primero que hizo fue conseguir un cerrajero para abrir la puerta de su casa, difícil
taxi. Todos los lugares estaban cerrados, hasta que en el quinto intento dio con un
Lo primero que vio fue una pila de cartas. Comenzó a desechar una por una
hasta que apareció la que deseaba leer desde hacía mucho tiempo. El remitente
era Delfina y el sello postal indicaba que la carta había llegado hacía pocos
Querido Julián:
Antes que nada disculpame por estos largos años de ausencia. Tuve mis motivos pero
desearía explicártelos si algún día el destino nos vuelve a poner cara a cara. La guerra ya
se está acabando para los alemanes. Lamentablemente perdimos, pero aún continúa en
pie el imperio de mi esposo, por lo que mañana marcharemos hacia allá. Vamos a estar
un tiempo en Japón y, cuando termine la guerra, me gustaría visitarte. Espero que aún
estés viviendo en el mismo lugar y recibas esta carta. Todos los días miro los nuevos
Ojalá puedas volver a escribir. Sabes que mi corazón aún te ama. Te envío muchos
besos.
Delfina
Julián buscó entre el resto de las cartas si había otras de Delfina, pero no
hallo ninguna más. Ya sabía dónde encontrarla, pero las cosas se complicaban
todavía más. Si bien Japón es un país pequeño, también es cierto que está
superpoblado y que eso le haría muy difícil rastrearla. Pero sabiendo que estaba
casada con alguien de alto rango en el Ejército, lo mejor sería ubicar primero a
noticia de su regreso sino para pedirle que consiga al mejor detective del país.
Immanuel lo puso en contacto con un hombre que tenía contacto con otros
investigación.
reencontró con sus amigos y conocidos. Mintió sobre lo que había vivido para no
despertar el interés de los periodistas y que lo retrasen en sus objetivos. Les contó
a sus amigos que había conocido a una hermosa griega, quedándose a vivir con
ella durante esos largos años, hasta que ella enfermó y falleció.
Delfina. Julián se emocionó tanto que dio un salto y abrazó al detective como si
Julián desconocía:
—¿Todavía me amás?
comunico que esta vez tenia mas certezas para encontrarla y la situación ya no
era tan peligrosa dado la nueva ubicación. Sus amigos quedaron pensativos por lo
que Julián continuo dándoles motivos por lo que tenia que ir.
—Hace poco mas de una hora hable con ella— Los cinco amigos quedaron
José se paro y sin despedirse salió de la casa. Uno menos –pensó Julián-
ningún plan que lo pueda llevar hasta Japón. La distancia era demasiada y
José.
—Prepárate, por la noche sale un amigo camionero con destino a chile, va
Finalizo José.
embarcado nuevamente, pero esta vez sobre el Océano Pacífico, en una travesía
Durante el viaje ayudo al capitán del barco en tareas menores, el resto del
de navegación.
Allí buscó la forma de seguir acercándose a su destino. Esta vez el viaje era
por tierra, tomando cuatro trenes que atravesaron toda Australia de punta a punta.
El día 20 llegó a Puerto Regenent, allí debió esperar dos días para tomar
la mañana, buscó un teléfono y llamó una vez más a Delfina. Luego de escuchar
por tercera vez que aún lo amaba, Julián le dijo que estaba yendo hacia allá.
tomar un avión desde Pekín a Japón. Sin dudarlo partió hacia la capital China. Ya
estaba agotado de viajar y cada vez la desesperación era más intensa. Quería
estar ya frente a su amada pero debía continuar viajando. Llegó a Pekín unos días
antes de la partida del avión, por lo que recorrió toda la ciudad conociéndola en
toda su extensión e intoxicándose varias veces con la comida local. Cuando llegó
escribiendo la carta de amor más bonita que jamás había escrito. Pensó en
enviársela, pero si lo hacía quizás llegase antes él que la carta, por lo que decidió
cuando el conserje del hotel le informó que el avión partiría esa noche.
agosto por la tarde. Ni siquiera sabía dónde estaba. Bajó de la aeronave y fue
inglés preguntó si era suficiente. El taxista se emocionó al ver tanto dinero junto,
El taxista recorrió cuatro cuadras, frenó y le hizo señas para que bajara.
Partieron el lunes por la mañana. El coche era muy lento y había un intenso
tránsito. El chofer prefería no viajar de noche por la niebla, por tanto Julián aceptó
kilómetros, casi la mitad del trayecto. Había esperado tanto que ya no le importaba
aguardar dos días más, por ese motivo acordaron hacer el resto del viaje en dos
tramos. Al siguiente día tuvieron que desviarse debido a que todo Japón estaba en
alerta. Los únicos rumores que tuvieron ellos fue que Estados Unidos había
pero era el único disponible. El miércoles por la mañana Julián volvió a llamar a
Delfina, para sorpresa de ella le dijo que iba a llegar en unas horas y cortó.
hasta despertarlo. Pensó en el sueño que había tenido unas noches atrás, en el
que un hombre que ella desconocía se le acercaba y le repetía varias veces al
con amor, eso le indicaba que amor era lo que sentía por el japonés… y
Su esposo le dio los buenos días y ella le respondió con un «No te amo». Él
quedó atónito como si le hubiese caído encima un baldazo de agua fría. Luego
través de ella. Continuaron discutiendo por unos minutos hasta que Delfina le pidió
hasta el día siguiente para pensar. El le dijo que iba a salir a meditar a orillas del
Por fin había podido descifrar el sueño. Cuando Julián llegara, ellos dos
desprecio era hacia su marido o hacia Julián. Pero para ese momento las cartas
Durante todo el viaje Julián leyó y releyó varias veces la carta que había
escrito, al punto que ya podía repetirla de memoria. Estaba ansioso porque Delfina
pose sus ojos sobre esas letras y se deleite nuevamente como aquella primera
sentada en la vereda. El taxista se detuvo varias veces para consultar qué rumbo
debía tomar para encontrar la dirección indicada. Luego de dar varias vueltas y
perderse en varias ocasiones el taxista encontró la calle, avanzó por ella varias
la vereda.
Caminó con paso ligero. Delfina levantó su mirada y lo vio. Una lágrima
comenzó a caer sobre su mejilla, luego se levantó y caminó. Solo los separaba la
calle, pero los autos no cesaban de pasar. Ellos esperaron pacientemente, sin
despegar la mirada uno del otro. Julián apretó la carta que sostenía en su mano.
sonidos que emitía el corazón del otro. Un latir que aceleraba cada vez más su
y desde atrás se vio una radiante luz que encandiló todo, pero que no logró que
Julián soltó la carta, que voló por los aires impulsada por una fuerza