El Legado
El Legado
El Legado
Kirsten Tranter
El legado
ePub r1.0
Titivillus 22.07.15
A la memoria de Josh y
Kirstin, amigos
desaparecidos
Prlogo
Fleur llam a la puerta; yo deba de
estar dormida, porque al parecer me
despert. Supuse que haba odo la
pelea de la noche. En su momento, esta
no haba parecido muy ruidosa, pero
ahora, por la maana, daba la impresin
de que el mundo entero estaba borroso y
apagado. La luz era muy tenue, como si
acabase de dejar atrs la oscuridad.
Dej que entrase. Nos miramos.
Ahora vuelvo dijo, y regres al
cabo de unos minutos con una taza de t
en un platillo. La fragilidad de la
porcelana era de algn modo
maravillosa, transparente incluso con
aquella luz plida. Fuerza y delicadeza a
la vez.
Se sent en la silla de mi escritorio
yo estaba en la tumbona y encendi
un cigarrillo.
Lo siento dijo. S que no te
gusta, pero qu le vamos a hacer. Dio
una profunda calada. Ir contigo. Al
hospital.
Permanec totalmente quieta.
No dije.
Te has mirado en el espejo?
Sonre, o al menos esboc algo
parecido a una sonrisa. Dola.
escuela? pregunt.
Volvi a rerse, esta vez de m. Abr
los ojos.
No tendras que estar en la
escuela? repiti haciendo burla.
Bueno, s contest. En
realidad no, hoy no.
Yo hoy tampoco ir dijo, y pas
una pgina. Los lunes son una prdida
de tiempo.
Transcurri un minuto.
Pero ms tarde ir al estudio
dijo. No estar mucho rato. Volver
para la cena. Podemos encargar comida
tailandesa.
me superasen en altura.
Esas puertas brillantes, con espejos,
se disolvieron en un sueo sobre una
huida en barca por un ro. La ciudad-isla
se derrumb a mi espalda. Experiment
una dichosa sensacin de libertad hasta
que vi al hombre en la popa del ferry,
con la mano extendida para cobrar.
Luego supe que el ro que estbamos
cruzando era el que nadie haba cruzado
de vuelta jams, y cog su mano
extendida en seal de splica. l esboz
una sonrisa cruel que yo conoca muy
bien, y empezaron a caer monedas a mi
alrededor; doradas en las sombras,
brotaban en torno a mis rodillas.
PRIMERA PARTE
1
Cuando aquel jueves de agosto por
la tarde llegu a casa, en la encimera de
la cocina haba tres cartas para m,
sobres brillantes, blancos y color crema,
contra los baldosines azules. Destacaba
uno, largo, lleno.
El papel de carta del interior era
grueso, la cremosidad a juego con la del
sobre. Llevaba estampadas las iniciales
RH.
La nota era un garabato debido a la
mano de Ralph, un desafo para todo
recargadas.
Al final del csped, donde los
rboles marcaban la linde, haba una
Diana de piedra, de tamao natural
reducido a la mitad. Al menos siempre
haba credo que era Diana. Mientras
desapareca en el ocaso, supuse que
poda ser cualquier figura femenina
clsica, una muchacha o una diosa,
robada con la intencin de que
contribuyese al arte de la jardinera.
Quizs en otro tiempo formara parte de
una fuente. Ms all de los rboles
apareca la lnea del horizonte, el mar se
alzaba igual que un muro de agua y a
medida que caa la noche se desdibujaba
hasta confundirse con del cielo. Yo
venir.
Me sent.
Quieres tomar algo? Vino? Un
poco de whisky? Hizo un gesto hacia
el chico y sonri. Es Aaron.
Aaron me dirigi una sonrisa
luminosa y me acerc un vaso. Ola a
brandy. El calor ya empezaba a
aturdirme. El vaso estaba muy fro en mi
mano.
Le pregunt cmo se encontraba. Ya
no sera ms una pregunta casual. l
siempre haba estado delgado, nunca
llenaba del todo la ropa. Observ que
esta era cara y de buen corte, como de
costumbre, y que le quedaba muy
holgada. Una preciosa camisa color
con tu ta?
Sigo all.
Y Mark?
Por ah anda. Esper. Estoy
pensando en mudarme aad sin estar
segura de cuntos detalles quera dar. El
tema de la mudanza tambin haba
salido, haca poco, con Mark, pero sin
verdadera intencin.
Oh, lo siento. Pareca pensativo
. Mudarse repiti con una leve
mueca de asco. Es siempre tan
perturbador.
Esper.
Hace calor aqu dije. Se me
pegaba el vestido al asiento y me
sudaban las piernas dentro de las
desperdiciarlo.
Me re.
No puedo alojarte en el Plaza
aadi con tono de disculpa. Pero hay
un sitio donde puedes quedarte.
Era un apartamento de su to, Robert,
en el West Village, al que iba de vez en
cuando (Robert viva gran parte del ao
en Londres, donde llevaba un par de
restaurantes). Yo haba pasado una
temporada en Nueva York tiempo atrs,
cuando tras acabar el instituto dediqu
un ao a viajar. Fue uno de los
habituales periplos alrededor del mundo
que hacan los jvenes australianos al
cumplir los dieciocho aos: Estados
Unidos, Europa, Londres y a casa. En
mir.
2
Antes de que Ingrid se hiciera amiga
nuestra, a Ralph le gustaba contar la
historia de cmo nos conocimos. Por
entonces yo trabajaba en una tienda de
vdeos de Kings Cross; mi turno
empezaba por la tarde y duraba hasta
entrada la noche. La tienda estaba en el
lmite del Cross y los barrios menos
srdidos que lo rodeaban, y era el nico
comercio de vdeos en un kilmetro a la
redonda
que
no
se
dedicaba
exclusivamente a la pornografa. Era una
Puedo ir en un momento a la
esquina repuso, levantando la vista.
Tambin podramos probar con El
halcn malts. Es la pelcula que tengo
que ver para la clase de maana. Se
enderez y empez a echar los hombros
hacia atrs, pero cedi.
Empiezas
a
interesarme.
Vagamente dije, y l parpade, otra
vez con las manos en los bolsillos,
mirndome de reojo.
Me agach para recoger el montn
de devoluciones. Porno con un tema
sobre la leyenda del rey Arturo. En la
cartula apareca una larga y enjoyada
espada junto a una mujer con una
largusima y estratgicamente colocada
al trote.
Cruzamos el vestbulo. Estaba
empapelado de rojo y negro, y lleno de
relucientes percheros de madera y mesas
auxiliares. Una gran ventana salediza
dominaba el saln en el que entramos.
Una cabeza rubia sobresala por el
respaldo de un silln de terciopelo, de
espaldas a m. Estaba flanqueada por
George, sentado en su habitual y
deslucida butaca, y Ed, amigo de Ralph,
que ocupaba una silla. Racer tambin
haba ido a sentarse al lado del silln de
terciopelo. Ralph se hallaba de pie,
mirando absorto a la mujer del silln.
Alz la vista y me dedic una sonrisa
luminosa.
dentadura
perfecta,
y
estudiaba
Econmicas;
seguramente
estaba
destinado a ser un poltico conservador.
Yo lo haba visto varias veces con
Ralph en el campus. Siempre se
mostraba
contrariado
con
su
aparentemente marxista tutor. Que yo
supiese, Ed era la nica persona que
viva en el campus, en uno de los
colegios mayores ms ricos y antiguos,
hecho de piedra con pintorescas
ventanas emplomadas engastadas en los
muros. Mis otros amigos estudiantes
vivan an en casa o compartan una
vivienda como la ma si podan
permitrselo. Adems de ser el ms
privilegiado, el colegio de Ed tena muy
fregadero de porcelana.
Gracias contest sin alterarse.
Se sec las manos con un trapo a
cuadros rojos y blancos.
Si vienes la semana que viene,
conocers a Victoria dijo. Mi
hermana.
Tu hermana?
Oh, ella es la bonita. Ingrid
sonri.
De veras? Me pregunt cmo
haba influido esto en Ingrid.
Ella respondi a mi pensamiento:
Ser que yo soy la estudiosa.
Estabilic los platos de postre en su
montn sobre la encimera. Ella se apoy
contra el fregadero.
Eve
haba
ido
Perth
ests enfermo?
No s por qu lo pregunt. l tena
los brazos cruzados. No me mir.
Todo est en los pueteros genes,
no? Apag el cigarrillo con el zapato
. Bueno, no exactamente. Entremos.
Ralph.
No, Julia. No quiero hablar de
esto. No pasa nada, venga.
Me cogi la mano rpidamente, solo
los dedos, y la solt para volver dentro.
Mi pulso se aceler y se desaceler. Le
segu.
Tard un rato en menguar la
concurrencia. George estaba bebiendo
jerez, mientas Eve lo miraba
malhumorada y Ralph se agitaba a su
coment Ingrid.
Parpade sorprendida.
No dije. No lo creo, en todo
caso. Supongo que no puedo saberlo.
Ingrid asinti pensativa. Termin su
bebida exactamente al mismo tiempo
que yo, fue a la barra con los vasos
vacos y trajo otros dos llenos, aline
pulcramente las bolas y tir; nunca se
desanimaba si fallaba, sonrea alegre
cuando acertaba. No me importaba
perder con ella, y adems senta un
punto de satisfaccin por su habilidad,
contenta y en cierto modo orgullosa por
estar con alguien que jugaba tan bien.
Ella no era competitiva en el sentido
clsico; pareca que encontraba el
aparato.
Traigo algo de comer?
pregunt Ralph cuando comenzaba la
pelcula, exactamente lo que yo me
esperaba. Calle abajo hacen un sushi
fantstico.
Se fue. Termin de devolver el
montn de cintas a los estantes y regres
al mostrador.
Qu queras ver realmente?
pregunt mientras pasaba las pginas del
libro de consulta de pelculas.
Ingrid me dirigi una mirada que
peda compasin.
Bueno mira, lo que pensaba al
entrar, una estupidez, es que me gustara
ver St. Elmos, punto de encuentro. Se
Historia
del
arte
dije
recuperndome. Cine modernismo.
Una clase de ingls urbano en la
literatura.
Prctico
repuso
agitando
vagamente la mano hacia las estanteras
que nos rodeaban. Para estudiar, para
la clase de cine.
Eh, s dije mirando los
montones de malas comedias romnticas
de Hollywood y pelculas de accin con
sus cartulas descoloridas. Tenamos
una seccin pequea de cine extranjero
y un estante de clsicos mejor que en
otros sitios, pero no era lo que
llamaramos una coleccin de arte y
ensayo. Ms o menos.
3
El domingo siguiente volv a la casa
con Ralph. l haba estado all buena
parte de la semana anterior, pero la
noche antes, despus de una larga salida
nocturna, se haba quedado en su piso.
Habamos empezado en una fiesta en
Redfern, uno de los barrios ms
srdidos cercanos a la universidad,
donde los estudiantes vivan junto a
pisos de proteccin oficial y bloques de
familias aborgenes. La fiesta se
celebraba en una mansin victoriana que
4
Al cabo de un mes o as de haber
conocido a Ingrid qued claro que ella
saba ms que yo sobre el estado de
salud de Ralph. De vez en cuando, en la
forma de comportarse delante de l
haba algo solcito, una especie de
preocupacin que me recordaba la
manera en que Ralph se inclinaba hacia
su padre, dndole el vaso de agua o de
vino, avisndole, vigilndole. Un da, en
la casa, despus de almorzar, estbamos
sentados en el saln ya algo borrachos, y
ms.
Ralph se acerc, tom la raqueta de
mi mano y se agach a recoger la pelota.
A Ingrid pareca darle igual. No lo mir
directamente durante un buen rato, solo
vistazos, pero era como si lo estuviera
vigilando de cerca en su visin
perifrica. Ralph tir la bola al aire
unas cuantas veces, atrapndola,
botndola. Lanz la raqueta una o dos
veces, haciendo girar el mango. Me
dirigi
una
sonrisa
burlona,
ensendome los dientes y el incisivo
montado. Me qued all. Ingrid estaba
inmvil, esperando. Ralph alz la bola
de repente y sac hacia ella, con rapidez
y elegancia. Ingrid se movi apenas unos
fuente de bochorno.
No s muy bien lo que est
haciendo ahora. Vive en el norte, en una
comuna o algo as. No mantengo mucho
contacto con ella. De vez en cuando
me enviaba una postal. Pero has
conocido a mi hermano Peter.
Nos encontramos con l una noche
en el pub. Fue algo un poco extrao,
pues por lo general su mundo y el mo
no se cruzaban. l era cuatro aos
mayor y estaba terminando su perodo
de mdico residente. El modo en que
habamos crecido con padres
disfuncionales, poco comunicativos
no haba creado entre nosotros ningn
vnculo estrecho como pareca suceder
aceptaba eso.
Tenan dinero, pero aun as haba
curiosamente pocas esperanzas de que
Ralph encontrase algo til que hacer
despus de la universidad, un trabajo o
alguna actividad creativa. No pareca
haber nada de eso. En su momento no
entend lo potencialmente grave que era
su enfermedad, pero Eve y George s, y
ahora, al mirar atrs, es como si los
viera decidiendo conscientemente no
presionarle. En todo caso, ellos tambin
lo adoraban, y su elegancia, su encanto y
su inteligencia les procuraban placer y
orgullo en grado mximo con
independencia del logro de que se
tratase.
camisa.
T tambin tienes uno!
exclam con horror fingido, y me re.
l rio tambin, pero no me busc los
ojos. Apur el vaso y se sirvi otro.
hizo pasar.
Ingrid y Eve estaban sentadas en el
sof, con Racer a sus pies, alerta e
inquieto. Eve tena una expresin adusta
de resignacin. Al verme, Ingrid se
levant.
Est arriba anunci sin ms, y
volvi a sentarse.
Ingrid.
5
Si me pona a pensar en lo que
podra estar haciendo Ingrid en Venecia
y Roma o cualquier otro sitio de Europa
al que hubiera ido, me la imaginaba
viendo montones de ruinas cada da,
examinando cada trozo del Coliseo,
pasando horas frente a los cuadros de
las iglesias de Venecia. Mis recuerdos
del viaje a Roma en mi ao libre eran
muy confusos. El Coliseo me haba dado
nuseas. No poda menos que pensar en
gladiadores muriendo en un charco de
Ingrid
estaba
explorando
una
experiencia con resolucin cientfica y
no con un sentimiento verdadero, vivo.
Era un extrao contrapunto de su
entusiasmo por la vida en general.
A veces yo acababa cansada de ser
la cara que todo el mundo pasaba por
alto cuando salamos juntas, y entonces
empezaba a llamarla narcisista, pero de
hecho es curioso lo poco que esto me
molestaba en general. Por entonces yo
suspiraba por Ralph, y lo que ms dao
me haca era esa competencia con ella.
Ingrid gan sin siquiera luchar,
naturalmente, pero fue una victoria que
nunca exhibi ante m, y no poda
odiarla por ello.
un
trabajo
final
que
llevaba
retrasadsimo; su profesor le haba
concedido bastante ms tiempo con
motivo de la muerte del padre, pero se
le estaba acabando. Se hallaba ms a
menudo en el piso de Kings Cross,
siempre leyendo en la mesa de la
cocina, frente a l un enorme montn de
libros que pareca crecer de un da para
otro. Tena algo que ver con Malory; o
al menos as era al principio. Un da que
pas por ah camino del trabajo, la
ltima adicin a la pila de libros era una
coleccin impresionante de ttulos sobre
Freud y Jung. Al principio pareca que
el refugio en los libros y el ensayo era
una forma de apartarse de Ingrid antes
Supongo que s. Y t?
pregunt.
Peter
Pan contest
con
brusquedad, y volvi a su lectura.
Yo intentaba tener paciencia.
Una noche no vino cuando le
esperaba, y me sent aliviada. Un guapo
cliente haba entablado conversacin
conmigo y me sorprend a m misma
deseando que me pidiera el nmero de
telfono. Pens en darle una tarjeta del
montoncito del mostrador, pero habra
tenido que apuntar en ella mi nombre y
mi nmero, lo que habra parecido un
poco laborioso y desesperado. Son el
telfono. Era Ralph. Llamaba para
decirme que haba terminado el trabajo.
menos!
Ingrid, aqu es muy temprano.
Oh, lo siento, lo siento. Nunca lo
tengo en cuenta.
No pasa nada. Estaba despierta.
Qu tal Venecia?
En serio? Venecia fantstica,
hermosa, qu bueno haber venido. Julia,
debo decrtelo. Me he enamorado.
Pareca hablar muy en serio.
Sonre.
Me alegro de veras por ti.
Gracias.
De repente la voz se le fue
apagando, un fallo en la lnea,
desapareciendo en los kilmetros que
nos separaban.
Hola?
un amigo de Maeve.
Lo siento, no te he odo.
Qu? Ah, te estaba hablando de
Gil. Gil Grey.
Es amigo de Maeve? Costaba
poner a Maeve, con su plumaje oscuro y
su andar tranquilo, junto a cualquiera de
los jvenes afables y de acento
agradable que haba imaginado para el
idilio de vacaciones de Ingrid.
S, de Nueva York. El silencio
se trag de nuevo la voz, que volvi de
pronto en Florencia, un palacio!
No
te
oigo
bien.
Hay
interferencias.
Oh, qu pena. Mira, estoy en
telfono.
Supongo que llegar a tiempo
agregu. Me ha dicho que se haba
enamorado.
Ah, s?
De un amigo de Maeve.
Vaya. Me pregunto quin ser.
Un tal Gil.
Bien, bien.
Crea que pasara algo as.
Que pasara, claro.
Nos quedamos callados. l se
despidi. Unos segundos despus,
volvi a sonar el telfono y descolgu.
Era otra vez Ralph. Se rio.
Soy un idiota. Haba olvidado el
motivo de mi llamada de antes.
Merci dije.
De rien contest. Por algn
motivo, aquel da todo era en francs.
6
La primera vez que encontr a Ingrid
tras su viaje fue en una clase a la que
bamos
juntas,
un
curso
del
Departamento de Ingls sobre literatura
inglesa y los clsicos que yo segua para
cumplir un requisito. La vi en el otro
extremo de la sala; Ralph estaba a su
lado, con aspecto cansado y enojado.
Despus fuimos a almorzar juntos. Ella
llevaba una blusa nueva de un azul
subido, como el vestido de una Virgen,
con pliegues diminutos.
su voz. Me march.
Cuando me iba, Ralph discuta con
Ingrid en una habitacin que daba al
pasillo. Ella pareca harta. Nunca antes
los haba visto reir. Fue un largo paseo
de vuelta a casa.
pregunt.
El fin de semana pasado
contest. Una buena sorpresa, eh?
Fantstico. Muy bien.
Acabamos otra vez en Kirribilli,
cada vez ms borrachos, dentro del
coche en el camino de entrada,
escuchando la radio mientras Ralph iba
y vena de la casa trayendo botellas de
vino y agua y vasos. El coche de Ed
estaba all. l haba bebido menos que
los dems.
Te llevo a casa, Julia? dijo
cuando se dispona a irse. No supe si
pretenda intentarlo de nuevo.
Te quedas, no, Julia? aadi
Ingrid.
Oh, s.
Ya no me acordaba de la habilidad
especial de Ingrid para lograr de sus
profesores cualquier clase de prrroga o
exencin.
Esperaba tanto que l me lo
pidiera dijo. Pero tena intencin
de ir igualmente a finales de ao.
Ingrid haba estado hablando de
viajar a Estados Unidos, pero por alguna
razn no at cabos.
Ests en contacto con l?
pregunt.
Un poco nos hemos escrito,
solo una o dos veces.
Pens nuevamente en la edad que
tendra l. Unos treinta y tantos ms
Debi
de
ser
mnimamente
consciente de lo que me peda, pens,
apoyarle en su preocupacin por Ingrid
mientras yo sufra por l mi propio
enamoramiento no correspondido. Me
deca a m misma que no se daba cuenta
de lo doloroso que me resultaba, que en
realidad ni se lo imaginaba, y al mismo
tiempo negaba el verdadero carcter
destructivo que tena todo eso para m.
Saba que era ma la decisin de seguir
arrimada a l, as que, pese a todo, no
poda echarle la culpa.
No dijo nada. Fuera, haba
concluido el largo crepsculo y las
luces de los senderos brillaban contra la
oscuridad, los viejos edificios de
despus.
Mira, Julia, dos por uno con
British Airways. No puedes decir que
no.
No poda.
7
Ingrid me pidi que la ayudara a
hacer las maletas un par de das antes de
su partida, y me sent en su habitacin
dando buena cuenta de un gran pedazo
de brie que haba encontrado en la
nevera mientras ella sacaba cosas de su
armario y dos enormes tocadores. No es
que a Ingrid le interesara mucho la ropa;
era como si sintiera la necesidad de
preocuparse de qu llevara en ese viaje
pero sin estar muy segura de cmo
acometer la tarea.
sent.
Pas al otro montn.
No tienes nada negro? le
pregunt.
S, una cosa respondi, sacando
una blusa. Esta te quedara bien.
Era bonita. Encaje de ojetes con un
cuello redondo y tres delicados botones
de cristal en un cierre en la espalda.
Es Nueva York dije.
O sea, que podr comprar todo lo
negro que necesite.
S, de hecho, deberas llevarte
poca cosa. Ve a comprar cuando ests
all.
Tienes que decirme adnde ir.
Podemos ir juntas!
instrucciones.
Se volvi hacia m y me estrech la
mano.
Encantado de conocerte. Tena
una sonrisa encantadora. Fue entonces
cuando su nombre se me qued
realmente grabado; despus de esto para
m jams fue Gil, como lo llamaba
Ingrid, sino Grey, como lo llamaba
siempre Maeve, el color[1] que siempre
le vi llevar y el de sus ojos serios. Sus
manos eran de huesos delicados, y me
sorprendi la suavidad de su apretn.
Extendi la mano y estrech la de
Ralph.
Y Ralph. Un placer. Ralph
murmur una respuesta. Qu estis
sin parar.
Result que Grey haba realizado
all
cierto
trabajo
de
asesor,
ayudndoles a encontrar un poco de
arte verdadero que colgar en las
paredes. En todo caso, lo que colgaba
en nuestra habitacin era poco
memorable. Cuando volvimos ms tarde,
contemplamos los grabados con ojo
crtico: imgenes con tonos sepia de
flores a punto de echar brotes, marcos
dorados contra el papel pintado
densamente rayado.
Le pregunt si vendra Fleur.
He odo hablar mucho de ella
aad.
Ha salido con unos amigos
un abrazo rpido.
Hasta pronto. Me alegra que ests
aqu.
Grey la condujo al coche, que
esper unos segundos antes de arrancar
y meterse en el trfico. Los mir a travs
de la ventanilla: la mano de ella
extendindose para coger la de l en el
asiento de atrs, y luego, de pronto,
increblemente deprisa, la silueta de
Grey inclinndose para besarla,
cubriendo el cuerpo de ella con el suyo,
desaparecidas las manos en el pelo y
dentro del abrigo rojo. Pens en esa
delicada mano de Grey, posada en la
espalda de Ingrid, y vi la tensin ahora,
el deseo de llevrsela de all, el deseo.
El coche arranc.
Ralph se qued con las manos
metidas en los bolsillos de su abrigo
marrn oscuro, una larga bufanda
marrn anudada al cuello. Tiritaba.
Me estoy congelando dijo.
Me dirigi una leve sonrisa con las
comisuras de la boca vueltas hacia
abajo.
No vamos a pasear, verdad? le
pregunt.
No, claro que no. Mejor pedimos
algo al servicio de habitaciones. Mi
sashimi no saba a nada.
Pedimos hamburguesas y nos
instalamos en el gran saln de ensueo
de la parte trasera del hotel, con una
obviamente,
pero
tambin lista.
Hablaron con ella. No es que quisieran
llevarse sus pinturas hechas con los
dedos y ver qu podan sacar. La nia
entenda bastante bien lo que estaba
pasando; pensaba que si a las personas
les gustaba ver sus cuadros, deberan
poder tenerlos para mirarlos. Siempre
podra pintar ms, a su parecer. Y era
tan prolfica Es increble la
coherencia y la calidad y la
impresionante cantidad de arte que
produjo en aquellos aos.
El crtico del Times convenci a
Grey de que considerase la cuestin de
organizar una exposicin de mayor
envergadura en una galera de Nueva
artista
y su esposa.
Tambin
esperbamos a Fleur, pero an no haba
llegado.
Por alguna razn, ese da el jet lag
me haba dado fuerte, y solo deseaba
que acabara la noche e irme a dormir,
sabiendo que cuando lo hiciera estara
despierta hasta las tres, escuchando el
dbil silbido de las tuberas de la
calefaccin.
Daba la impresin de que la cocina
se utilizaba solo de vez en cuando. De
una barra metlica suspendida sobre el
hornillo colgaban relucientes sartenes de
cobre. La nevera era negra y brillante, y
advert una foto pegada en el lado con
un imn: Maeve de pie con una nia. Se
los ojos.
Es Fleur dijo, como si
explicase una obviedad a alguien corto
de entendederas.
Pronto qued claro que Grey estaba
de algn modo cortejando al artista. Se
haba mudado a la ciudad no haca
mucho; era ingls, y su esposa alemana,
o sueca; olvid su nombre en cuanto lo
pronunci. l expona en la galera de
Maeve y buscaba un nuevo marchante.
Me iba enterando ms o menos de su
conversacin.
Ingrid mostraba una especie de
languidez que, supuse, tendra su
explicacin
en
largas
noches
apasionadas al acordarme del beso
junto a Ingrid.
Fleur no estar con nosotros esta
noche. Lamento decepcionaros. Nos
dirigi una sonrisa fugaz a Ralph y a m;
su voz revelaba apenas una pizca de
frustracin.
El artista ingls pareca defraudado.
La expresin de Maeve desde que
volviera del telfono adquiri ms
sentido; haba parecido precisamente
una madre exasperada discutiendo con
su hija, y los fragmentos de la
conversacin que habamos odo por
encima sonaban tambin a eso. Ahora
estaba ocupada en la cocina, abriendo el
vino. La cara de Ingrid denotaba
preocupacin; pareca a punto de
denotaba ms control.
En la habitacin grande y abierta se
estaba caliente, pero yo no poda
quitarme de encima el fro que se me
haba metido dentro. La comida fue
abundante y deliciosa: cantidad de pato
asado y verduras con mantequilla. Ingrid
comi con su buen apetito habitual,
ahora ms animada, una mano siempre
bajo la mesa, sobre la pierna de Grey.
Jams se haba comportado as con
ninguno de sus admiradores de Sidney;
as es como yo me la imaginaba
enamorada, con esa mirada ligeramente
devota que diriga a Grey, extasiada por
su atencin y su aprobacin.
Al final de la comida nos quedamos
la rebelin.
Bueno creo que es de veras
romntico coment.
S asinti ella aliviada.
Exacto, eso es.
Ralph
pareca
decepcionado
conmigo, exhal un suspiro y volvi en
s.
Haremos un brindis a tu salud
dijo, y le dio un beso en la mejilla.
Varios.
Nos despedimos y bajamos con el
artista ingls y su esposa, que se iban
andando a casa en la direccin
contraria. La calle estaba tranquila;
pasaron unos cuantos taxis ocupados, y
caminamos una o dos manzanas hasta
8
Encontramos a un grupo para
celebrar la Nochevieja y nos
emborrachamos con vino espumoso
barato en un minsculo apartamento del
East Village, decorado con faroles de
papel
anaranjado.
Pequeas
habitaciones abarrotadas, una confusin
de caras, el traje bueno de Ralph
arrugado en cuanto cruzamos la puerta,
su beso, duro, rpido y desapasionado, a
medianoche, un instante antes de que el
lugar entero emitiera un rugido. El resto
Ralph se rea de m.
Te dio vergenza pedirle el
nmero de telfono? Esa no eres t
dijo.
Cmo que no?
Me rega:
Pues claro que le gustabas. Estoy
seguro de que se enamor perdidamente
de ti.
Muy bien.
Cosas que pasan. Y no sabes
cmo se llama. El misterioso
desconocido. Esto s que es romntico.
Pero por algn motivo no lo era. Me
haca sentir inquieta. Llevaba conmigo
su cara sin nombre, atractiva y graciosa.
Ingrid accedi finalmente a venir
gafas.
No dejes que te arrastre todo el
rato a esos museos solt.
Yo tambin quiero verlos
afirm con voz dbil.
Me dirigi una sonrisa de
complicidad.
Todo es cosa de Grey. l le
plane este viaje a Europa.
Frunc el entrecejo.
Ingrid tambin era as en Roma
seal.
Bueno, Grey est haciendo
resaltar ese aspecto de su persona.
Crees
que
Ingrid
quiere
demostrarle algo?
Ralph cerr el libro.
l le ha anotado un montn de
sitios para que ella los vaya tachando en
la lista antes de proseguir el viaje
educativo en Londres. Tambin hay
restaurantes. Valdra la pena probar
alguno al menos. Me gustara comer en
ese al que iba siempre Sartre. Su
dedo estaba an sealando el lugar.
Vamos esta noche.
Yo haba visto las notas en las
secciones de gastronoma de las guas
de Ingrid.
Creo que en realidad ella tena
otra cosa en la cabeza coment.
Muy bien. Se acomod en la
silla y volvi a abrir el libro. La
llamar dentro de un rato.
9
De nuevo en Sidney, el grupo de tres
se desarm deprisa, pasando de aquellas
noches en el hotel a los clidos y largos
das de enero y febrero en que casi no
nos veamos. Aquel semestre, cada uno
tena un horario diferente. La nica
excepcin era una clase de cine a la que
iba con Ralph, que no apareca casi
nunca. Los meses pasaban despacio.
Ingrid y Ralph venan a verme a la
tienda en noches distintas.
Ingrid me llevaba de vez en cuando
araa.
Es mucho mayor que t dije
despus de haberla felicitado. Con los
meses, mis sentimientos hacia Grey se
haban endurecido. Al principio quera
pensar bien de l, pero esto no haba
durado. El recuerdo de su mirada
compartida con Maeve era demasiado
fuerte. Nunca habl con Ralph de esa
mirada. l ya odiaba a Grey lo
suficiente, igual que desde el principio.
Oh, a l no le importa que yo sea
tan joven contest. Desde su
perspectiva qued claro que era l quien
aportaba al matrimonio todo lo
realmente
valioso:
sabidura,
experiencia, conocimiento.
Viene
Ralph?
pregunt
mientras bajbamos.
Si viene? Se volvi a medias
para mirarme. Pens que t lo sabras.
Comimos sin l, Eve a la cabecera
de la mesa. Ralph apareci cuando
estaba terminndome el caf y me
dispona a irme. Ingrid se qued en la
entrada del saln, presta para recibirle.
Qudate, no? dijo l.
Fue una de las ltimas veces que
estuvimos juntos. Me march.
Aquella noche, mi ta estaba
preparando cena para m. La lluvia
golpeteaba suavemente el techo de
hojalata de su casa, y la cocina ola a
tomates asndose en el horno. Estaba
que
nos
movamos
tortuosas
callejuelas llenas de basura y srdidos
interiores y luz de nen y la opulencia
de clase alta de la casa de Ralph en
Kirribilli, la suave alfombra y la luz de
lmpara y el buen vino, esa riqueza
aristocrtica de la Orilla Norte. Muchos
domingos
terminbamos
all
almorzando, copas de cristal dispuestas
para nosotros, resacosos y colocados
tras toda la noche tomando cerveza,
combinados o drogas adulteradas, los
pies doloridos despus de tambalearnos
entre edificios y por escaleras estrechas,
y me hunda en el gran sof de cuero del
saln como si fuera un bao caliente,
escuchando al padre de Ralph citar a
speras.
T tambin ests un poco
enamorada de ella solt una vez,
dndome una sacudida, justo cuando
todo comenzaba a irse a pique.
No es verdad repliqu,
sorprendida de que esta pudiera ser su
crtica de Ingrid; esperaba que dijera
algo ms, como que mi amistad con
Ingrid solo era para acercar ms a
Ralph.
Ambas
posibilidades,
aparentemente imposibles de conciliar,
me hicieron sentir tan incmoda que
supuse que algo de verdad habra en
ellas.
La mquina iba echando palomitas, y
una mano meti unas cuantas en un cubo
en nuestra casa.
De vez en cuando, Jenny nos dejaba
estar en su estudio mientras pintaba, y
esos eran los momentos ms mgicos.
Siempre pasaba al final de la tarde,
cuando entraba en la estancia un sol
caliente, tardo, y ella nos hablaba a la
vez que trabajaba, preparando un lienzo
o terminando la esquina de un cuadro.
La mayor parte del tiempo, la puerta del
estudio permaneca cerrada mientras
ella pintaba, y no le importaba que
armramos jaleo o viramos la
televisin, algo que podamos hacer
durante horas.
All haba tranquilidad, pero de una
forma pacfica, no era el silencio de
viejos.
Curiosamente, tena muy poco que
llevar conmigo a la casa de Jenny. La
habitacin, ya sin viejas telas, tena una
cama y un escritorio con una silla que
me gustaron, un viejo y feo armario y
una cmoda de edad indeterminada
pintada de blanco. Yo traa sobre todo
libros y un par de maletas con ropa y
otras cosas. Peter vino con la camioneta
de un amigo y me ayud a cargarlo todo,
y fuimos hasta Mosman con cajas y
lmparas amontonadas precariamente en
la parte trasera. Me ayud a meterlo
todo dentro, y desapareci unos minutos
en la vieja habitacin trasera de las
pegatinas y el rincn hmedo. Sali con
sentenci.
Vale. Muy bien.
En serio. No quiero hablar ms
del asunto.
No te sientas culpable, Ralph.
Lo digo en serio, Julia. No quiero
or hablar ms de esto, y sanseacab.
Eso es todo.
De acuerdo.
Y eso hicimos.
10
Ingrid y Grey se casaron en Nueva
York en una sencilla ceremonia
celebrada en la finca de Grey junto al
Hudson, en mayo del ao siguiente.
Ralph y yo fuimos invitados, pero fue
difcil saber lo autntica que era la
invitacin;
unos
meses
despus
organizaron una fiesta en Sidney para la
familia y los amigos australianos que no
podan viajar al extranjero, y dio la
impresin de que mi sitio era ms ese
que el acto de Nueva York. En todo
otro extremo.
Mark ya haba extendido la mano.
Exhal un suspiro.
Vale, dame uno.
Ralph sac el blster del bolsillo y
dej caer en mi mano una pequea
tableta rosa.
Y otra para despus. Gui otra
vez el ojo.
Deja de guiar el ojo. El taxi est
esperando dije.
Un poco de luz vespertina
atravesaba las persianas bajadas
mientras el sol buscaba un ngulo nuevo,
y la habitacin se ilumin en ese rincn.
Me alis el vestido.
Tally-ho.
Ralph
gesticul
ligeramente descompuesta.
Ingrid vino hacia m. Tena los ojos
ms brillantes, a punto de brotar las
lgrimas, que contuvo al punto. Apret
su mejilla contra la ma.
Gracias murmur. Gracias
por venir.
En un rincn, un tro tocaba un jazz
triste: contrabajo, saxo con sordina y
piano de cola negro. Los msicos
miraban al suelo o los instrumentos de
sus colegas, nunca a los invitados.
Al rato me vi hablando con un
antiguo profesor de historia del arte, mo
y de Ingrid; la conversacin pareca
desvanecerse, y no poda reconocer a la
gente que tena delante o si participaba o
no en la conversacin. En un extremo de
mi campo visual surgi Mark. Estaba
sentado en un rincn, hablando
concentradamente con una chica que
pareca demasiado joven para estar
bebiendo, y l le iba llenando el vaso de
una botella. La chica dijo algo con ojos
serios y muy abiertos. Entonces apareci
delante de m Ralph, que cogi una copa
de una bandeja que pasaba. Le colgaba
un cigarrillo entre los dedos; el
camarero lo vio y dijo algo a modo de
advertencia, pero l no hizo caso.
Cmo va todo? Mi voz sonaba
como si llevara tiempo sin ser utilizada
. Sales conmigo fuera a fumar un
cigarrillo? Recorra el lugar una larga
Ingrid.
Me mir un instante con inequvoco
desdn y dijo:
Ya. Se ech el largo cabello
sobre el hombro y dirigi una radiante
sonrisa al hombre de las cejas
arqueadas. l la bes en las mejillas (al
parecer se conocan), y volv a sentirme
como si estuviera al margen. Pero eso
era mejor que ser el objeto de la duda
narrativa. En el rincn, tras la palmera,
estaba la botella, vaca en el suelo bajo
las sillas pegadas a la pared, pero Mark
y la chica no. Luego lo vi a l, saliendo
por una puerta sin nombre cercana a la
entrada de la cocina, sin el vaso. Para
cuando lleg junto a m tena ya dos, me
Ralph,
apartndolo.
La
palabra
desalio se abri camino hasta mi
cabeza. El rostro de Ingrid fue visible un
segundo, el semblante trgico y
perplejo, antes de que Mark se llevara a
Ralph a rastras las puertas se le
abrieron suavemente en cuanto las toc
, hasta la galera, junto a m, donde de
repente pude percibir y oler sus cuerpos,
el olor a sudor y adrenalina. Se cerraron
las puertas y el interior fue una caja
sellada y silenciosa donde todos
estuvieron afanosamente ignorando la
escena
y tomando
otra
copa,
aplaudiendo el primer plato cuando
apareci a su debido tiempo, segundos
despus de que la novia, la esposa,
11
Cuando aquella maana los aviones
se estrellaron contra las torres, haca
rato que haba oscurecido en Sidney. Yo
haba pasado toda la noche en la cama
releyendo Middlemarch para la clase de
la semana siguiente, comiendo galletas
de mantequilla directamente del paquete.
En ese momento seguramente lea las
discusiones de los Lydgate sobre si
vender los muebles para pagar sus
deudas. Al despertar a la maana
siguiente, el libro estaba aplastado y
Adis.
Mark,
anfitrin expansivo
y
generoso, estaba en la gloria en aquel
entorno, abriendo vino, llenando vasos,
complaciendo a todos. Volvi a llenarme
el vaso y me bes de cualquier manera.
Le mir. Si haba un momento para decir
te quiero, era ese. Una afirmacin
frente a lo que hubiera ms all, detrs
de la pantalla ahora oscura y en silencio,
en el otro extremo del mundo, donde el
agujero humeante y el montn de
escombros.
Por qu no te mudas aqu?
propuso.
Yo no tena llave. Bueno, s la tena,
pero l no lo saba.
Vaya.
Pinsatelo dijo, y me estrech
la cintura, y volvi a su papel de
anfitrin, enarcando las cejas ante un
chiste que alguien acababa de contar,
sirviendo vino en los vasos.
An estbamos todos estupefactos.
La sensacin de crisis tuvo el previsible
efecto de unirnos, y a lo largo de la
noche fue dejndose caer ms gente del
edificio, y el grupo se convirti en
multitud. De todos modos, era una
sensacin de crisis extraamente lejana;
en el otro lado del mundo ya era de
nuevo por la maana. Eso hizo que
Nueva York y Estados Unidos
parecieran estar a la vez ms cerca y
la noche.
Diez das despus del once de
septiembre, recib una carta del
Departamento
de
Clsicas.
Conjuntamente con el de Ingls iba a
organizar una reunin conmemorativa
para celebrar la vida de Ingrid
Holburne-Grey. Era una nota escueta
en papel fino, con una fecha y una hora.
La dobl en dos para que no se vieran
las letras y la dej en la mesa, tan ligera
que pareca dispuesta a salir volando
con el primer soplo de brisa. Haba
estado pensando en el entierro de Nueva
York, la ceremonia recordatoria, o lo
que hiciera la gente cuando no se
contaba con un cadver real. Grey no me
12
El oficio religioso estaba previsto
para las cuatro de un jueves. Esa
maana decid que ira, y le dije a
Martin que tendra que salir antes.
Claro, claro dijo pestaeando y
asintiendo cuando entr en su despacho.
Me entretuve en la tienda hasta la
hora de irme. La tarde se haba vuelto
clida y seca. En la calle no haba
mucho trfico.
Vamos, vete dijo Martin por fin,
saliendo para ocuparse de la caja
cabeza.
Cuando la levant, Ralph estaba
leyendo sus papeles, pero como no los
necesitaba, los dobl y sigui hablando.
Yo no entenda el latn, pero de algn
modo reconoc la cadencia y las
palabras. Los presentes miraban unos
pequeos folletos que tenan en la mano,
donde estaban impresos un poema y su
traduccin.
Era Apolo, persiguiendo a Dafne, y
el ruego de ella por poder huir. La diosa
la oy y la transform en un laurel.
Ingrid nos haba recitado este pasaje a
Ralph y a m una tarde, en el csped
prximo al bar. Al hacer ella una pausa,
Ralph la haba mirado con ojos
S, supongo.
Los bocadillos son malsimos.
Pero bueno, no es ninguna sorpresa.
Pues mi vino no est mal. Eso
s era una sorpresa.
Ah, eso. Apart la mirada.
Lo he trado yo confes. No
soporto la porquera que sirven
normalmente en cosas as. Los
bocadillos vale, pero Tom un
sorbo. Atraqu las bodegas de
Kirribilli y me agenci unas cuantas
botellas.
Muy amable de tu parte.
Pues s.
Se apreciaba en su voz un tenue
destello de burla y travesura, muy
SEGUNDA PARTE
13
El cielo era de un gris sucio
mientras el taxi cruzaba Brooklyn desde
el aeropuerto, acelerando por vas
rpidas bordeadas de bloques de
apartamentos, detenindose durante
largos minutos a la entrada del puente. A
cierta altura pudo verse el skyline no
haba estado visible desde mi lado del
avin mientras descendamos, y la
lnea de rascacielos pareca reflejar el
gris del cielo con un lustre
sombramente rutilante. Mir a la
en la habitacin de un estudiante de la
NYU. Su compaero de cuarto casi
nunca estaba, siempre andaba con su
novia, que tena su propio apartamento
en el East Village. Cuando al final se
separaron, l regres a la habitacin, y
se pasaba todo el tiempo enfurruado,
cerrando a puntapis las puertas de los
armarios. Despus de eso, el estudiante
y yo no duramos mucho.
Cuando me ape del taxi, el aire ola
como la noche, una humedad suave, gris
como todo lo dems. El apartamento se
hallaba en un edificio que haca esquina,
alto y de ladrillo rojo, separado de la
calle por una estrecha franja de jardn,
persianas blancas cerradas en las
acostumbraran a la forma de la
habitacin en la creciente oscuridad. Por
las cristaleras se filtraba un poco de luz.
Cuando las abr, el sonido de la calle
entr de golpe junto con el aire suave y
hmedo. Daba la sensacin de que se
avecinaba lluvia.
Las puertas daban a una pequea
terraza con plantas en tiestos
desparramados. Haba una larga
tumbona de mimbre pegada a la pared
del edificio, y delante una larga mesa
tambin de mimbre, sufriendo a causa de
tanta intemperie. Las barnizadas
superficies relucan en ciertos puntos,
las ensambladuras pintadas de un rojo
subido. De las paredes colgaban
Sustituyendo,
reorganizando,
disponiendo de otro modo. Contando el
cambio con cuidado tras cada venta.
Verificando dos veces la cantidad de la
caja registradora, la lista de ventas,
verificando por tercera vez. Neil haba
estado pendiente de m y alarg la mano
con rapidez para coger la grapadora
cuando al final de la tarde la tir
mientras buscaba con torpeza el recibo
de un cambio, como si hubiera estado
esperando que yo la cagara por algn
lado. No dijo nada, se limit a
devolvrmela y mirar cmo la devolva
al mostrador, intentaba de nuevo hacerla
funcionar, la abra, me rascaba el dedo
con una grapa rota. Mir el fino hilo de
Judy.
En la ducha, se me ocurri que
podra ser Judy. Por qu no? Judy en
Nueva York. Cmo sera Judy? Era
imposible no pensar en Judy Garland,
taconeando, con los zapatos brillantes.
En ningn sitio como en casa. En ningn
sitio como en casa.
El agua caa caliente y constante y
tena su propio olor de ciudad, metlico
y curiosamente intenso. Me lav el avin
de
la
piel,
capas
invisibles
desapareciendo en el desage.
No haba quedado mucho de m en la
ciudad, pens, pero seguramente
demasiado para formar a Judy. Julia sin
ms.
14
El viernes de esa primera semana
fue una sorpresa. La confusin del jet
lag haba desordenado los das, sin
rutina que les diera significado. Pero
cuando aquella noche sal a la calle, en
el ambiente haba algo especial. Las
voces de la gente apresurada tenan una
agitacin subida de tono. Haba mujeres
que hablaban deprisa unas con otras
mientras andaban, golpeando el
pavimento con los altos tacones, en su
zancada haba una determinacin distinta
apremio.
A media manzana haba un
restaurante con una gran ventana que
daba a la calle. Dentro, un hombre solo
en una de las mesas, servida para uno,
con una elegante copa y una botella de
vino. El hombre estaba leyendo un libro,
que mantena abierto con una mano
mientras con la otra beba de la copa.
Me senta paralizada por la misma
fascinacin voyeurstica que se siente al
observar a alguien a travs de la ventana
de su saln. l pareca sentirse muy
cmodo, aunque tambin poda ser
teatro.
Yo podra estar haciendo eso
pens, comer y beber bien a solas en
Cuando vuelvas?
Le di las gracias y acept.
No saba de qu clase le gustaran,
as que compr de semillas de amapola,
de ssamo, normales y de pasas. Los
bagels eran gordos, brillantes y
calientes. Camino de vuelta al edificio
me com el mo, solo con queso
cremoso.
Llam a su puerta, pensando en mi
imagen a travs de la mirilla. Me hizo
pasar y me cogi la bolsa de papel
marrn de las manos.
Qu tal ah afuera? pregunt.
Calorcito dije. Ella asinti
sabiamente.
La puerta daba directamente a un
ms abajo.
Supongo que es una flor. En un
sentido genrico.
Se encogi de hombros.
Espere veo algo dije. Me
haba llamado la atencin, vuelto del
revs, al ver la segunda flor. Un
candado.
Alz las cejas y mir. Arrug un
poco los labios.
Ya veo asinti.
Est abierto o cerrado?
pregunt.
Me mir.
T qu crees?
Qu significa?
Volvi a mirar la taza.
desde fuera.
Ir repet.
Ella haba colocado unas galletitas
de mantequilla en un plato, dulces, que
se desmigaban fcilmente. Se me parti
una en las manos, y cayeron migas en mi
falda y el suelo.
No te apures. Sonri.
Ese da no interpret los dibujitos
del t. Por algn motivo, al final apenas
quedaron hojitas en el fondo. Antes de
levantarme para irme, mir en la taza.
Aquello era como un test de Rorschach,
con las hojas componiendo formas
enmaraadas que cada mente poda
interpretar como quisiera. En una
ocasin se lo coment a la seora Bee.
15
Cuando llegu, la puerta del
despacho del profesor se encontraba
cerrada. Como las paredes de alrededor,
estaba pintada de color hueso, que se
volva gris en los bordes y el pomo.
Mientras pensaba en llamar, el pasillo
se vea tranquilo. La puerta se abri de
repente: sali a toda prisa una chica que
se alej. No nos cruzamos la mirada.
Alcanc a ver que haba llorado.
Llevaba el pelo oscuro echado hacia
atrs, un vestido corto negro, bufanda
Perfecto.
Estupendo. Dame la mano.
Su apretn fue ligero y suave. Con
un bolgrafo me escribi el nombre y la
calle de un bar en el dorso.
Est en Chinatown. Podemos
quedar a eso de las nueve?
Claro.
Nos vemos all.
Nos paramos frente al ascensor.
Trinh apret el botn para subir, y al
instante se abrieron las puertas, que
tuvieron un efecto transformador al
cerrarse: ella sonri.
Puls el botn para bajar y esper.
El pasillo era agobiante, con su techo
bajo de paneles blancos cuadrados
Ella asinti.
Dnde
has
estado
desde
entonces?
En Sidney.
Trinh se quit la cazadora. Al
moverse, los asientos de vinilo
chirriaron. Tena los brazos llenos de
dibujos sombros e intrincados. Intent
no mirar.
As que Jones te ha dicho que
hablaras conmigo prosigui la mujer.
S, hoy le he visto un momento.
Tena algo que contarte?
La verdad es que no. Nos han
interrumpido antes de que empezramos
realmente a hablar.
Ah, s, est muy ocupado con las
rog.
El da antes yo ya haba llamado y le
haba dejado un mensaje en el
contestador, explicndole que Ralph
estaba hospitalizado y dejndole el
nmero. Eso a l no se lo dije.
Al da siguiente volv a llamarla. En
vano. Ralph pareca peor. Estaban
probando con nuevos medicamentos
para hacer que su corazn latiera con
arreglo a un patrn ms seguro.
Crees que vendr? me
pregunt, esperando una respuesta; pero
yo no lo saba.
Por fin consegu comunicarme con
Ingrid al otro da. Respondi al telfono
Fleur. Era la primera vez que
Altibajos.
No, no lo entiendes. Es que l
no quera que ella viniese.
A verte?
S.
Te lo ha dicho ella?
No, pero estoy seguro.
Esper.
Vosotros dos nunca os casteis
bien. Pero ello no significa que el
matrimonio de Ingrid sea un fracaso.
Eso es lo que dije, perdiendo ya la
paciencia, pero en el fondo saba que
Ralph tena razn.
No tiene nada que ver conmigo.
Ya.
No, quiero decir los problemas
Has almorzado?
No contest.
Pues vamos.
Era apuesto a la manera tradicional,
arrogante, ambivalente, sin duda
albergaba un escondrijo de heridas
psquicas o al menos unos cuantos
complejos. Se me encogi el corazn,
pero igualmente le segu. Mientras
bamos por el pasillo, pasamos junto a
la chica del otro da. Ahora ya no
lloraba. l la salud con la cabeza. Ella
le devolvi apenas el saludo sin mirarle
a los ojos.
Una vez fuera del edificio, Jones
ech a andar a paso ligero, sus ojos
movindose deprisa por los rostros con
16
Decid volver a intentarlo al da
siguiente. Estaba de pie frente a la
puerta 520, leyendo los nombres, cuando
Trinh apareci a mi lado y dijo hola.
Iba otra vez cargada de papeles,
acaso el mismo montn del otro da.
Ahora pareca haber ms. En una de las
hojas se vean marcas de bolgrafo rojo:
un crculo rodeando una palabra, un
signo de interrogacin en el margen o
algunos comentarios garabateados. Me
sent como si estuviera espiando. Apart
Este es el mensaje.
Se lo har saber repuso Aaron
con su voz dulce y neutra. En su extremo
de la lnea se oy el sonido de un pjaro
cantando a lo lejos, en el leve susurro
del calor. Colgu.
He acabado aqu, me dije a m
misma como si fuera una frase de un
papel que estuviera ensayando. Estoy
acabada. Suspir y supe que no era
verdad.
Sin pensarlo, me duch, me vest y
cog el metro hasta la universidad, llam
a la puerta de Jones y entr directamente
sin esperar a que l respondiera. An
era temprano y los pasillos estaban casi
vacos. Jones alz la vista de su
en televisin.
Entonces, los koalas son
realmente bonitos? pregunt. O
ms bien una lata? l tena la idea de
que estaban en todas partes, infestando
los rboles de la ciudad como las
ardillas.
En Sidney no es as expliqu.
No hay koalas. Me mir con recelo.
Ni canguros.
Ya saba que no haba canguros en
la ciudad dijo a la defensiva.
Pues eso.
As en Sidney no hay mucha
fauna.
Donde vivo yo no. Muchas
cucarachas, s.
17
Unos das despus, a media maana
fui a ver a Grey al apartamento que
haba comprado con Ingrid en Central
Park West. Una fina bruma haca
palidecer los edificios y oscureca la
visin de las largas avenidas. Era un
edificio de ladrillo claro de la dcada
de 1920, la parte delantera pegada a la
calle, con un borde de setos oscuros
pulcramente podados. Haba un
intimidante arreglo floral en una mesa
justo al cruzar las puertas de la calle, en
Su
rostro
revel
qu?
Compasin? Horror?
Lo siento agregu. Solo
quera saber.
No pasa nada dijo, otra vez
sereno. Creo que tena una cita con su
asesor financiero. Utilizaba una empresa
con sede all abajo.
Mir la mesita que haba entre
nosotros, un montn de libros de arte
cuidadosamente colocados en un lado.
Uno de los cuadros colgados en la pared
de enfrente, un tringulo ms o menos
rojo y manchas de colores en la parte
inferior, estaba reproducido en la
cubierta del libro que remataba el
montn. Reconoc la imagen.
An pinta? pregunt.
Se removi ligeramente en la silla y
se le tens el rostro.
Tendrs que preguntrselo t
misma dijo. Por lo que yo s no
desde luego no para exponer. Hizo
una pausa y acto seguido prosigui, a
todas luces apenado: Empez a
hacer fotografas admiti azorado,
como si estuviera explicando que su hija
se dedicaba ahora a robar. Y vdeo.
Interesante.
Un vistazo rpido a las paredes
revel que solo haba cuadros, ninguna
foto. En los estantes s haba algunas
fotografas pequeas en marcos
plateados, un tipo de imagen diferente.
La inauguracin es el jueves
dijo. A Maeve le encantara verte.
Ven y tmate una copa de vino.
Dije que le vera all.
18
Cuando pensaba en Ingrid, su muerte
real era la parte que intentaba no
imaginarme, pero fue la que apareci en
mis sueos cada noche durante esas
primeras semanas en Nueva York. El
sueo siempre era el mismo pero
distinto: ella sonriendo, o volviendo la
cabeza, o mostrando simplemente su
espalda enigmtica, de piel fina, con los
huesos de los hombros redondeados y
alargados en forma de alas. Pero
siempre,
adems,
muriendo.
Esper.
El qu? pregunt por fin.
Jones. Centr la atencin en la
pintura de al lado, una mujer de perfil,
las clavculas marcadas, con un vestido
rojo sin mangas. No suele mencionar
que est casado.
Ah, eso dije. De algn modo ya
lo saba.
Ella suele estar fuera admiti
Trinh, como si eso lo explicara todo.
Por qu lo llamis as?
pregunt buscando un modo de cambiar
de tema, sin saber muy bien cmo.
Haba visto los lomos de los libros de l
en la estantera de su oficina, los que
haba escrito y editado, pero no apareca
Me re.
Eres una detective profesional?
aadi.
Eso suena muy sofisticado. No,
nada de eso. Trabajo en una librera, o
al menos as era Bueno, todava estoy
all y voy a estudiar Derecho. Nada
especial. Iba a la universidad con Ingrid.
Cuando pronunci el nombre,
Richard hizo una leve mueca.
Vale, lo siento me disculp.
No hablemos de ella.
Soy graflogo seal. Y hago
traducciones. Del francs y el alemn.
Yo no saba qu era eso de
graflogo. Explic que tena que ver con
el anlisis de la letra. Era una especie
Cualquier cosa.
Pastel de cerezas, escrib. Y
caff latte.
Richard estuvo a punto de sonrer.
Escribe tu nombre, tu direccin
indic.
Los escrib.
Ya tienes mi nmero de telfono
dije. Se ruboriz un poco.
No. Es que es por los nmeros,
el modo de escribirlos. Da igual.
Cogi la servilleta y el bolgrafo y
analiz mi escritura.
Primero miramos la forma global
de lo escrito explic. Si sigue una
lnea recta si las letras son grandes,
pequeas, uniformes, de trazo coherente,
solicitudes de empleo?
Oh, nunca lo saben prosigui
mientras examinaba la forma de mis
maysculas. Todo es muy discreto.
Me pagan bien porque es algo
supersecreto. La grafologa hoy da no
se
considera
exactamente
algo
cientfico. Esas empresas no anunciaran
que lo hacen.
Porque es algo repulsivo dije.
No replic con calma. Est
pasado de moda, supongo.
En todo caso, ya nadie escribe.
Todo el mundo utiliza el ordenador.
Lo s. Pareca lamentarlo.
Seguramente detestas firmar.
Revelarlo todo sobre ti.
19
De nuevo en el apartamento, se vea
el pasillo a oscuras, pero haba luz en el
saln. Jones estaba sentado en el sof.
Sonaba msica, tonos minimalistas con
tanto silencio entre uno y otro que
costaba un poco darse cuenta de que era
msica.
Cmo has entrado? pregunt.
No seas ridcula dijo.
Supuse que Matt le haba abierto.
Quera llevarme a cenar. Pero primero
pidi con timidez otra visita a la terraza.
una coctelera.
Tras los primeros tragos, empec a
brillar con una sbita sensacin de
pertenencia: entrar en un bar y encontrar
all a una amiga. Eso es lo que
significaba estar en casa en una ciudad.
Es as o no? Record los jueves por la
tarde de la ltima primavera en el
campus, cuando suba al bar y contaba
con ver all a Ingrid y Ralph,
acurrucados en el maltrecho sof de
cuero rojo, bebiendo cerveza y ginebra,
entretenidos con juegos en la mesita
llena de ceniceros y cigarrillos.
Entonces record de qu haba ido a
hablar con Trinh. Y el brillo
desapareci.
Se rompi la mano?
S. Se cay por las escaleras del
piso. Las habrs visto. Cay mal, se
rompi algunos huesos, no recuerdo
cuntos, estos huesecillos. Le daba
rabia; llev la mano vendada un par de
semanas y no poda teclear, tena que
hacerlo con una sola mano.
Me imagin a Ingrid, vendada, y
pens en las muecas de Fleur y las
manos que les faltaban. Algo no
cuadraba.
La factura es de 2001 dije.
No de 2000.
Trinh
frunci
el
entrecejo
ligeramente.
Quiz lo recuerdo mal. Crea que
Ella asinti.
Dnde trabajas? pregunt,
figurndomela tras una barra. Ella pase
la mirada entre Jones y yo durante un par
de segundos.
En el centro, no lejos de aqu.
Bsicamente, cmo lo dira, le explico a
la gente lo que ha de hacer.
Eres una especie de manager.
No exactamente.
Jones la observaba en silencio.
La gente me paga por decirle qu
debe hacer aadi Trinh. Aguard.
Ella sostena su copa. Asesora, pens; o
instructora. Soy una especie de
dominatrix, creo que se dice as.
Jones sonri ligeramente y levant
La transcripcin.
La habitacin estaba a oscuras.
Ahora tena lugar una discusin abajo,
en la calle, una voz zalamera contra un
grito enojado. El reloj mostraba sus
brillantes nmeros rojos, y lo apart. La
oscuridad comenzaba a disiparse y
aclararse. Las sbanas ya no estaban tan
fras. Las voces exteriores se iban
alejando. Dispuse que se cerrasen los
cajones en mi mente y me qued
dormida.
20
En mi primera visita a su estudio,
Fleur me invit a una fiesta que se
celebrara all al cabo de dos semanas.
Le pregunt si se trataba de alguna
ocasin especial. Ella pareci confusa,
pens un segundo y luego dijo: Es el
cumpleaos de Theo. Pero esto pareca
ms la exposicin de un hecho que el
verdadero motivo de la fiesta.
Cuando llegu, el lugar estaba lleno
de gente, de la edad de Fleur hasta la
ma y algo ms, unas cuantas cabezas de
en mi bolsillo de atrs.
Me volv y vi a Richard Evans all
de pie, con una cerveza en la mano.
Hola salud. Mir la mesa. Yo
haba cerrado los cajones. Mi vaso de
ponche estaba dejando una marca
hmeda en la blanca superficie laminada
. Haciendo de detective?
La fotografa de Fleur e Ingrid de
espaldas estaba en la pared que haba
entre nosotros, y uno y otro dirigimos la
mirada all en silencio. Me dio la
sensacin de que l haba ido al rincn
tapado a verla.
Ya me iba dijo mirando hacia el
biombo. Solo pasaba por aqu. Se
alis una parte del cabello lacio y
botella.
Aqu se est ms tranquilo dijo.
Asent.
Iba recin afeitado, y la luz brillaba
aqu y all reflejada en sus gafas. La
parte del cabello que haba intentado
alisar se mostraba rebelde. Sus rasgos
eran muy normales, pero los ojos
conferan al rostro algo especial. Eran
azul metlico, graves, escrutadores. Nos
quedamos un rato as, sin hablar mucho.
Pronto me termin la copa, un fino trozo
de fresa pegado al costado. Justo cuando
iba a proponer que furamos a pedir
otra, l se puso en pie y estir las
piernas, rgidas de tanto estar sentado.
De pronto me result difcil hacer la
familiar, y la ma extraa.
Creo que le gustara verte.
Est consciente? pregunt.
La distancia entre nosotros semejaba
a la estela de una ola. Pasaron unos
segundos, aunque ahora a mis ojos les
costaba concentrarse en las finas lneas
negras del reloj. La voz de Peter me
sac de debajo del agua.
Entonces, cundo podrs estar
aqu? dijo Peter.
No lo s. Pronto. La diferencia
horaria no s lo que tardar.
Comprar el billete enseguida. Mi
cerebro empez a darle vueltas a la
logstica de las lneas areas, los
horarios, el viaje.
Hum.
dao.
TERCERA PARTE
21
El avin todava estaba en la pista
cuando saqu el libro a sabiendas de
que an no empezara a leerlo, pero
quera tener algo en las manos, algunas
palabras listas para distraerme cuando
se iniciara el despegue. Sacar el libro
comport cierta reorganizacin del
contenido de mi bolso; bolsos dentro de
bolsos dentro de bolsos; cosas que vea
ahora y no se me ocurra para qu las
poda necesitar. Al menos diez
bolgrafos. Por qu estaban ah todos
hayas venido.
Entonces not una llamarada de
rencor. Yo haba estado fuera solo unas
semanas, mientras ella llevaba aos sin
ver a Jenny. Peter lo capt y me dirigi
una mirada de advertencia.
Jenny pareca pequea en la cama de
hospital, las sbanas almidonadas con
sus rgidos pliegues alrededor. Me
sonri con la mitad de la cara. En la
mesilla haba una libreta de espiral con
un bolgrafo al lado.
Mi madre se puso rpidamente a
hablar con mi hermano sobre el estado
de mi ta y los comentarios del mdico
del da anterior.
He venido lo antes que he podido
dije a Jenny.
Ella cogi el bolgrafo y escribi:
me alegra verte, J.
Cog la silla en la que haba estado
sentada mi madre. Ahora su libro estaba
sobre la mesilla: la ltima entrega de
una serie de autoayuda que prometa
Un curso de milagros.
La habitacin estaba presidida por
una enorme pantalla de televisin en un
rincn del techo, ahora apagada. Por las
paredes se filtraba dbilmente el sonido
de las de las otras habitaciones. Frente a
la cama haba una gran ventana cuadrada
con un rbol arrimado a ella, las hojas
verde oscuro tocando el cristal. Peter y
mi madre hablaban, pero los intervalos
22
Unos das despus de esa primera
visita al hospital, fui a ver a Ralph. El
invernadero estaba clido como nunca.
Aaron segua llevando su sarong, esta
vez con una camisa blanca de manga
ancha. Me sirvi un brandy con lima y
soda. Ralph se sentaba en el mismo
sitio, el mismo silln, pero tena mejor
cara que la vez anterior. Record su
camisa negra de Pars. Por un instante
quise cogerla, sujetar los puos para
rozarle el pecho con los nudillos, pero
Espera el ingls?
S.
Crees que ella?
No. Le interrump y negu con
la cabeza. Por lo visto. Regres su
decepcin.
Y qu vas a hacer ahora?
Baj la vista al suelo. Pizarra
oscura.
Si quieres volver empez.
Alc la vista y le mir.
No s.
Bien. Adelante, si es eso lo que
quieres.
Pens en ello.
Ralph, qu haces aqu todo el
da?
dije.
Aaron me mir en silencio.
Llmame! grit la voz de
Ralph cuando estaba en el pasillo,
camino de la puerta.
Un da vi a Victoria, la hermana de
Ingrid, una maana entre semana, en la
calle de Mosman, donde estaban las
platino.
Ests
comprometida?
la
yo.
Estbamos a finales de noviembre.
Poda coger un avin la semana
siguiente. Aaron hizo la reserva.
23
En el aeropuerto de Nueva York
esper un taxi un buen rato, y durante el
trayecto el cielo se oscureci rpido. El
conductor estuvo todo el viaje hablando
por telfono en un idioma que no supe
identificar. De vez en cuando algo
sonaba a espaol. Me acurruqu en un
rincn y vi pasar los edificios, la oscura
y brillante mole del skyline mientras nos
dirigamos a la isla.
Las calles del centro estaban
extraamente vacas; recorrimos varias
l dijo:
Ahora te paso a Ralph.
Transcurrieron largos segundos.
Luego se oy la voz de Ralph.
Julia.
Sigue hablando quera decir yo
. Di algo. Ese anhelo que sent al
verle la ltima vez en Sidney, el deseo
de agarrarle la camisa con los dedos, se
convirti en una furiosa ondulacin en
mi pecho, justo donde crea que aquello
se haba muerto para siempre, llenando
el silencio.
La sensacin se calm en cuanto
volv a or su tono expectante y cansado.
Ests ah? pregunt.
S.
Bien.
Risas en la televisin.
Aqu es invierno coment. No
dijo nada. Solo quera decirte que he
llegado.
Gracias.
Cmo ests?
Oh, bien. Pude or una sonrisa
. Bueno
Ralph dije. Has sabido algo
de Victoria?
Victoria?
Pens en las largas piernas y la
espalda tensa alejndose rpido de m
aquel da en la calle; su respuesta hostil
a mi declaracin de que haba estado en
Nueva York.
en gemelos fantasmagricos.
Ingrid me sonrea. Era una sonrisa a
medias. Le mir la boca ms de cerca y
me pareci ver la sombra de un moratn
en el labio inferior, donde haba un lado
ms hinchado que otro. En la foto, con
todos los colores apagados, apenas se le
vea el azul de los ojos. Alcanc a ver la
forma escalonada del edificio a su
espalda, y alc la vista para compararla
con mi visin. Era en parte una
construccin que poda ver, y en parte
otra. Trat de recordar el emplazamiento
de las torres y si habran estado cerca y
detrs de esos otros edificios. Era como
si tuvieran que estar ah, en la imagen,
tanto si era un edificio que me figuraba
He estado en Sidney.
Ah, vale.
Mi ta sufri una apopleja.
Dios, lo siento. Pap lo mencion,
s. Qu horror.
Me pregunt cmo se habra
enterado l por Maeve por Eve
por Ralph
Gracias. Todo va bien le dije.
As que has regresado para huir
un poco de todo aquello.
Supongo que s.
Observ un rato a sus amigos de la
mueca.
Fleur continu, quera hablar
contigo sobre esta foto.
La sostuve en alto delante de ella, y
Lo lamento, Fleur.
No pasa nada.
En ese momento intent como fuera
enterrar todas mis dudas sobre la
fotografa. Venir aqu a interrogar a
Fleur me pareci algo absurdo y cruel.
Ella se dirigi a donde aguardaban las
luces, cogi una cmara de vdeo y la
inspeccion. Sus amigos me miraban
recelosos.
Qudate igualmente si quieres
me dijo con tono neutro, conciliador.
Puedo hacerlo con una mano.
Vale. Dej el abrigo y el bolso
en un colgador cerca de la puerta, junto
a una docena de colgadores con
chaquetas, abrigos y bolsos.
24
La casa de Trinh era un edificio de
piedra rojiza de cuatro plantas
convertido
tiempo
atrs
en
apartamentos. Sub la escalera de la
entrada y puls el botn. Por la rejilla
de plstico negro sali su voz.
S?
Soy Julia.
Esper dos segundos, tres, cuatro,
cinco, y la puerta vibr al abrirse la
cerradura. Su apartamento estaba en la
ltima planta. En la caja de la escalera
corazn.
Mir la tetera negra en el hornillo
frente a m y me apeteci un t.
Colgaban persianas romanas en la
ventana medio cerrada. En la mesa haba
una partida inacabada de majong, junto a
un diccionario griego de cubierta negra.
En una estantera de la pared ms
alejada, junto a un sof, se vea un
jarrn con tallos de fresias prpura.
Aparte de eso, todas las dems
superficies estaban despejadas. A mi
espalda, un radiador metlico pintado
traqueteaba ligeramente y despeda
calor.
Trinh regres con los dos ojos
castaos, gafas de montura metlica y
ti, lo quemara.
Podas haberlo hecho.
Bueno, me ahorras el trabajo,
no? Sonri.
El papel que tena en la mano era
quebradizo con pintura seca, como si a
la mnima pudiera desmenuzarse. Sent
una atroz sensacin de turbacin y
tristeza.
Escucha, Julia prosigui Trinh
con calma. Piensa con cuidado lo que
quieres hacer con esto. Hablo en serio
cuando digo que lo mejor sera
guardarlo, perderlo de vista, lo que sea.
Me gustas. Ingrid tambin me gustaba.
Lamento lo que le pas.
Era muy desdichada, verdad?
Me acompa a la puerta.
Es cosa tuya aadi. Pero si
vas a Gil con esto es que ests como una
puta cabra. Haz lo que quieras, rene las
cosas de ella, entirralas, pero a l
djale en paz.
Alz el brazo hacia la puerta, un
arabesco de lneas negras. Por primera
vez me pregunt si el tatuaje haba
dolido, desde luego que s la suave
piel de la parte inferior de los
antebrazos pareca fina y tensa.
A ver si un da tomamos una copa
dijo. Ya sabes dnde encontrarme.
Si aceptas no hablar de esto. Movi
un pie descalzo para que quedara
apoyado ligeramente en el otro. Me
imagen.
Cmo te va el trabajo?
pregunt.
Ah, bien, ya sabes dijo. Lo
he dejado en un par de turnos a la
semana. Menos. Pase la mirada por
la estancia. A decir verdad, me estoy
aburriendo. Entonces, qu? Sus
ojos se cruzaron con los mos. No
hay noticias?
Crea que no queras hablar de
eso.
Solo era ver qu tal.
Ninguna noticia.
Bien.
Has enviado a Jones para que me
vigile?
de pino.
Le habl un poco del hospital, del
tiempo que pas en Sidney. No saba
muy bien qu decir sobre las fotos que
vi en el avin, de mi visita a Fleur, del
sobre que guardaba en mi habitacin, de
nada. Yo crea en parte que ella lo
adivinaba todo a su modo psquico; y
tambin quera en parte ocultrselo por
la misma razn.
Ya me dirs cundo quieres que te
lea las cartas dijo justo antes de que
me fuera.
Me haba olvidado de que lea las
cartas.
Se encogi de hombros.
A veces.
Cartas de tarot.
As es.
Quiz la prxima vez. Pero soy
escptica, recuerda?
Ya me dirs algo. Te espero
maana para tomar el t.
Hasta maana, pues.
terciopelo.
Detesto que haga eso dije.
Pens en la cama; ahora a Jones le
gustaba sin hacer, arrancaba las sbanas
y las tiraba al suelo hechas un ovillo. El
colchn me araaba la piel.
Lo lamento se disculp ella.
Hizo una pausa y sus ojos enfocaron de
nuevo. Pero no es quien te imaginas.
Las letras tintineaban. Me invadi el
miedo. El sobre, todava en el tocador,
pareca un faro brillante y peligroso en
el apartamento. Se me ocurri de
repente dejarlo a cargo de la seora
Bee, pero desech la idea.
asiento de en medio.
Los costados de los vagones estaban
cubiertos de psteres. El que yo tena
enfrente era una foto tomada desde
dentro de una habitacin con una ventana
que daba al exterior, la sala de estar de
alguien quiz. Dos verdes arbustos en
tiestos haban sido podados y
moldeados en pequeos rectngulos y
colocados en el marco de la ventana
para llenar el espacio, ocupando el lugar
de las Torres Gemelas. Uno era algo
ms alto que el otro, lo que creaba un
efecto de perspectiva, las torres vistas
desde un ngulo, desde la distancia. El
texto al pie anunciaba una escuela de
arte.
25
Camin deprisa hasta el edificio de
Richard y toqu el timbre.
Soy Julia.
Nunca utilizas el telfono?
Es que djame subir.
Sub corriendo. Haba cuatro
cerrojos, pero antes de abrirse la puerta
solo se descorri uno. Richard me mir
de arriba abajo y me puso la mano en el
hombro para conducirme adentro.
A qu viene tanta prisa? dijo
. Ni siquiera saba que volvas a estar
centrado.
Richard dio un mordisco a su
manzana.
Has visto esos carteles del
metro? dije. Declaraciones de
gente tras el once de septiembre.
Ah, s.
Por qu le deca esto?, pens. Iba
a preguntarle realmente si crea que
Maria, de treinta y seis aos, era zurda?
Quera causarle impresin de buena
estudiante? Ya me dispona a cambiar de
tema cuando aadi algo:
Me parecen muy interesantes.
Estoy casi seguro de que son autnticas.
Autnticas?
Parece que han sido escritas por
sabes? jade.
Porque parecen reales. La
escritura es la apropiada, no s, para
una persona de tal o cual gnero y edad.
Hay una de alguien llamado Carl
Pero y lo que dicen? le
interrump. Las cosas que afirman
haber experimentado, el contenido de
las declaraciones. Piensas que estn
describiendo algo que les pas de
verdad?
Richard no contest de momento.
Esto
Era una pregunta intil. Para l, la
verdad de las declaraciones no tena
relacin con el contenido de las
palabras, lo que transmitan en cuanto
Claro.
Oye, Richard, no s qu hacer con
estas cosas o qu pensar de ellas. Las he
tenido guardadas un montn de das sin
saber cmo actuar.
Parte de m quera que l se lo
quedara todo, los dibujos, los cuadros,
las fotos, dejrselo y marcharme, ir
directamente al aeropuerto y esperar un
avin que me llevara a casa. Pero saba
que si mi intencin inicial hubiera sido
hacer eso, ya lo habra hecho.
Se puso las manos en las rodillas, de
repente animado y serio.
Vale dijo. Cuntamelo todo.
Sabe Grey que ests en la ciudad?
Sabe que tienes esto? Sabe que lo
tena Ingrid?
No he llamado a Grey, pero he
hablado con Fleur He intentado hablar
con Fleur. Pero no desde esto.
Record las palabras de la seora Bee:
No es quien te imaginas, y otra vez me
recorri un escalofro. A estas alturas
seguramente sabe que estoy en la ciudad
si ellos han hablado. Pero no s por qu
iba Fleur a decrselo.
Y lo dems, no s solo lo que me
cont Trinh. En realidad, ella no quera
hablar mucho; no estoy segura de cunto
saba. Dijo que Ingrid estaba a todas
luces tensa al darle el sobre Trinh
estuvo semanas sin mirar dentro.
Richard alz las cejas. Vale. Da igual.
Asent.
La contusin tena muy mal
aspecto.
S, as es continu. Pero ella
se negaba a hablar, solo quera quedarse
aqu, no quera volver a su casa. Fleur
no estaba, se encontraba fuera. Un
amigo de la escuela? No s. Tal vez por
eso vino aqu. El apartamento de Grey
no quedaba lejos del de Richard, un
corto trayecto en taxi. Haba estado
aqu antes, algunas veces. Nos
hicimos amigos, podramos decirlo
as se le hizo un nudo en la garganta
, aquel primer ao en Columbia. En
todo caso, verla esa noche fue una
sorpresa. Exhal un suspiro. No
tena en la mano.
Qu dijo Grey sobre eso?
Bueno, nuestras conversaciones al
respecto
no
eran
verdaderas
conversaciones. La polica enseguida
estuvo implicada. l resulta muy
convincente, el esposo afligido, yo el
enloquecido
amante
rechazado,
imagnate. Muy pronto tuve prohibido
legalmente acercarme a l a menos de
una manzana. Entrelaz los dedos,
volvi a separarlos. Suena paranoico,
ya. Cuando ests apenado todo
empieza a resultar extrao. No s por
qu era ms fcil creer esto que lo otro,
que simplemente se muri como los
dems.
todo insoportable?
Seguramente Ingrid lo descifr
dijo Richard. Puede que supiera algo,
lo que fuera, desde tiempo atrs y para
proteger a Fleur no hiciera nada. La
quera, ya me entiendes. Estaban muy
unidas. Pero cuando la cosa empeor
con Grey quizs ese verano estuvo
buscando en la casa del Hudson y
encontr todo esto.
Pero para qu? pregunt.
Para qu le habra hecho chantaje si no
quera abandonarle?
A lo mejor iba a abandonarle y
simplemente no quiso decrmelo. O tal
vez solo se trataba de conseguir que no
la golpeara ms dijo Richard sin
En su escritorio. Estaba en su
escritorio, la otra vez que estuve aqu,
cuando visit a Grey en el apartamento.
Estuve en la habitacin de Ingrid. Ech
un vistazo Se me haban puesto las
mejillas coloradas. Estaba mirando
las cosas del escritorio solo por
encima, en todo caso. Vi el diario la
agenda y hoje. Estaba escrito all:
Paul, nueve de la maana. Record la
lnea escrita en esa fecha, la tinta azul,
su longitud.
Era su letra?
Esper un poco.
Lo pareca.
Richard emiti un sonido de
impaciencia.
No.
Por alguna razn, su personalidad
impona ms que antes, me sorprendi la
fuerza que transmita su cuerpo.
Richard me dices que en tu
opinin Grey mat a Ingrid. La apale
hasta la muerte o lo que t quieras.
Ahora me pides que vaya a su casa y
consiga pruebas, si es que el diario es
eso.
Me mir sin comprender.
Pero l no sabe que tienes esto.
Seal las fotos. Ni que nosotros
hemos hablado. Por qu no puedes
pedir que te deje ver otra vez la
habitacin de tu amiga? Por qu va a
importarle?
apareci al fin?
Se qued un momento callada.
No contest. Creo que t te
hiciste cargo del asunto por tu cuenta y
fuiste a verle.
Cundo? Ahora mismo?
Se rio bajito.
Lo siento, no s decirte no est
claro. Puede haber pasado no? O
quiz todava tiene que pasar.
Eso no es muy concreto.
No. Ests bien, cario?
Se refiere a Gil o a Richard?
Lo siento. No puedo ayudarte.
Debera haber dicho algo. No me di
cuenta de que sera tan perturbador.
Colgu. Pens en Jones, en quien
problema ofreci.
Gracias.
Permanec en la ventana un rato,
mientras le oa trastear por el pequeo
apartamento, dejar cosas en el
fregadero. Sonido de agua corriente en
el bao, abrir y cerrar de puertas.
Cuando me volv, vi almohadas y
colchas en el sof, que era lo bastante
largo para poder tumbarse en l
cmodamente. Sobre la almohada, un
cepillo de dientes an con su envoltura
de plstico. Me figur una ordenada
coleccin de cepillos en algn armario.
El sobre estaba sobre su escritorio.
Fui y lo guard en el bolso, que dej
apoyado en el sof. Las luces estaban
Se qued inmvil.
Cerr la puerta de golpe pero sin
hacer ruido. Me acerqu a la cama, los
pies silenciosos, la quietud tan absoluta
que apenas oa mi propia respiracin
cuando debera haber estado jadeando.
Richard volvi la cabeza para seguirme.
Cruz la ventana rpidamente el reflejo
de una luz de un coche o un camin, de
modo que despus la habitacin qued
ms a oscuras que nunca. Luego pareci
volver el sonido, y una tabla cruji bajo
mis pies. Me pareci orle pronunciar
mi nombre, pero en un tono
extraamente apagado, y me pregunt si
en el fondo no estara dormida. l
estaba quieto como una estatua. Mi
No quera molestar.
Oh, no contest de inmediato
con voz afectuosa. No pasa nada.
Alz la vista hacia m. As que la
Promenade dijo conciliador. Hace
un buen da para eso. Fuera, el cielo
estaba azul.
Vale.
Pareci satisfecho.
Primero tengo que ir a hacer un
recado aad. No tardo nada.
Claro dijo. Estar all.
26
Al final no supe qu decir por
telfono o en un e-mail, as que unos
das despus me present en casa de
Grey sin ms. Era la misma hora de la
maana que la ltima vez que estuve
all, una parecida luz del sol fra a la
caza de restos de niebla, un ngulo
estacional distinto. Me present ante el
mismo portero que segua tras el enorme
mostrador de granito del vestbulo.
Mientras l llamaba al apartamento, me
pregunt qu hara yo si Grey no quera
S.
Y poco despus Su voz se
fue apagando.
Las palabras que yo no haba sido
capaz de pensar o de ensayar antes
brotaron ahora con facilidad.
Supongo que, en cierto modo,
volvi a traerlo todo a la memoria. Y
era verdad. Intent encontrar de nuevo a
Ingrid en la estancia sin vida. Pareca
ms oscura que la otra vez. Ella no
estaba.
Grey me mir, pero no con esa
lstima repugnante con que me miraban
los vecinos de Mark tras el once de
septiembre. Era una forma de
condolencia que yo sabra manejar. No
Es un legado general al
departamento. Hizo una pausa. No
saba que estabas tan familiarizada con
su trabajo de investigacin. Deba
habrmelo imaginado, supongo.
Habl con gente del departamento
en Columbia gente que haba
estudiado con ella. Profesores.
Asinti.
Es un departamento fantstico.
Una gran prdida para ellos. No
pregunt con quin haba hablado.
S que es una peticin extraa y
no quiero importunar. Lo siento solo
pensaba la habitacin de Ingrid
podra verla otra vez?
Cuando se levant, su semblante era
inexpresivo.
Desde luego dijo.
Ha sido difcil liberarse
Me puse en pie con torpeza. Pero
volva a ser cierto, todo era una mentira,
una afrenta a la hospitalidad y la
compasin. La culpa me fren. l me
esperaba al pie de la escalera, con una
mano en la barandilla.
Desde luego repiti. Y ah
estaba yo, a punto de dar el primer paso
. Es muy triste, siempre lo he
pensado, que vosotras dos no estuvierais
ms unidas despus de que nos
casramos.
Me calm un poco.
Es triste, pero inevitable, no?,
conversaciones
telefnicas.
Interminables.
Su sonrisa era delicada y de
menosprecio hacia s mismo, la sonrisa
de aquella primera cena en que hablara
de Fleur. Orgulloso, exasperado, lleno
de adoracin. Podra ser todo puro
teatro o que hubiera coexistido con lo
otro: la explotacin y el oportunismo
experto. Grey habra podido llegar a
imaginar que la fama y el prestigio que
l y Maeve haban creado para Fleur
eran un regalo valiossimo, un acto de
amor.
Si Grey me hubiera mirado una vez
con verdadero afecto, habra podido
quedar prendada del encanto de sus
en otras no.
Debera haber pensado en eso
dijo para s en voz baja, reclinndose en
la silla. La letra de Grey. Necesito
algo para hacer la comparacin.
Bueno, si crees que voy a volver
all a robar otra cosa, te equivocas.
No. Vale. Ha de haber otros
medios. Supongo.
Esto no me gusta.
Alz la vista hacia m.
No me parece bien leer su diario
as asever.
No
son exactamente
unas
memorias Es solo una lista de fechas
y horas.
Ya. Pero me sigue pareciendo
mal.
Richard no dijo nada.
T lo haces continuamente, es tu
trabajo, leer cosas no dirigidas a ti y que
sometes a anlisis. Enterarte de secretos
de la gente. Pero yo no estoy
acostumbrada a esto.
El diario pareca pequeo en la
mesa, pero la muerte de Ingrid le
otorgaba cierta densidad, ms masa de
la debida.
Puedes dejrmelo a m, si quieres
dijo.
No, no quera decir eso.
Ya sabes lo que hay en juego
replic.
Volvi a aparecer el moratn,
es Vrtigo.
Me acomod de mala gana.
Qu has estado haciendo?
pregunt.
No hagas preguntas dije.
Hace varias noches que no veo al
divino seor Jones.
No. Su esposa est en la ciudad.
No hay manera. Por cierto, si an
ests interesada, el artista sigue
buscando un ayudante. Carson. Creo que
le gustaras. Es algo, no s,
temperamental, pero t te relacionas
bien con la gente. Le mir fijamente
. Vale. Puedes manejarlo. Empezaras
el mes que viene. Pinsatelo.
Promet que lo hara. La idea de un
algunas
flores.
Violetas?
Pensamientos? Eran prpura, amarillo
y verde, el color de la sangre cuando se
concentra bajo la piel en un viejo
moratn. Me sonrea con tristeza.
Obsesivo
repet.
Lo
importante es que no ests solo
obsesionado con demostrar esa versin
de la historia por la que has apostado.
No quiero que sea verdad
afirm. Por eso me di antes por
vencido. Aparte de que con eso no
conseguira nada. Resolv que era ms
horrible que la idea del accidente.
Entonces, por qu no lo dejas
ahora? pregunt. Pero no contest, y
yo no necesitaba la respuesta.
Le suger hablar con Fleur.
Ella quiz sea capaz de
conseguirnos algo escrito por Grey
dijo Richard.
No quiero pedirle eso. Solo
27
Fleur me hizo pasar al estudio y me
mir con gesto de reproche, un brazo
apoyado en el banco junto al fregadero.
Sostena una botella de coca-cola, la
pequea y anticuada de vidrio, y tras
tomar un trago la dej bruscamente en la
encimera.
Mira dijo con dureza en la voz
. Quiero esa foto. Quiero que me la
devuelvas.
Voy a ensearte algo.
Saqu el diario del bolso. Ella se
haciendo?
Qu era lo que haba dicho
Richard?
Supongo que buscar la verdad.
No son muy bien, ni siquiera a m.
Fleur me mir fijamente, incrdula, y
volvi el enfado.
No crees que ya es bastante duro
que se haya muerto? Qu crees que vas
a conseguir con esto? La otra vez que
estuviste aqu fue distinto ahora
ests viendo fantasmas paseando este
diario por ah. Y fabricando teoras
conspiratorias.
Me qued en silencio.
Richard est loco, ya lo conoces
prosigui. Furioso porque ella no
Jones.
S.
Era profesor tuyo?
S. Me mir. Es listo
aadi de mala gana. Ingrid lo
idolatraba.
Pues entonces tuvo ms suerte que
t coment con tono cido. Cualquier
drama de celos que estuviera
representndose aqu tena que ver con
Ingrid, sin la menor duda.
No, no lo creo. Su voz era
tranquila. Ms suerte que yo, no.
Dobl el peridico por la mitad. Es
igual. He hecho mal en preguntar. No es
asunto mo.
No pasa nada.
Yo conoca a su esposa. En la
universidad.
Vaya. De repente me sent
desnuda y me apart el pelo de la cara.
Era la primera vez que hablaba de su
pasado.
Es igual de mala que l. Tal para
cual.
Saqu un bagel de la bolsa de papel
que haba en la encimera y le di un
mordisco.
l no es tan malo, a veces dije
. Tiene sus momentos.
Es Se interrumpi. No
importa. Seguro que tienes razn.
Solt un bufido.
Me parece que todava no he
llegado a esa fase.
Pues apresrate. Es la ltima.
Lo s.
Hubo un silencio que se hizo largo.
Desde que dejara el diario en su casa,
haba tardado bastante en sentirme otra
vez realmente limpia. No quera volver
a eso. Nos dijimos adis.
punto de desplomarse.
Cuando se movi, tropez conmigo y
me estamp en la pared. La puerta
segua abierta, lo vi por el rabillo del
ojo. Iniciaba su lento balanceo hasta
cerrarse. La cara de Richard estaba fra,
contra mi cuello, la mole de su cuerpo
una negrura ms all, y luego caliente en
cuestin de segundos, un intercambio
caprichoso de temperatura entre nuestros
cuerpos.
Richard dije. Richard.
Quera que l estuviera all. Pero
pens con amargura en esas otras veces
en que Ingrid haba empujado
indirectamente a un fugitivo hacia m.
Ralph, en mi cama, la mano en mi
28
Al da siguiente, aunque haca fro,
sal a la terraza con una taza de caf.
Tena el libro abierto en el regazo, las
pginas agitndose en la brisa, y el caf
se enfri enseguida. La luz era suave e
intensa por turnos, apareciendo y
desapareciendo en funcin de unas
pequeas nubes que cruzaban el cielo y
pasaban frente al sol brillante.
Tintineaban las campanillas de la jaula.
Una paloma se pos en el alto saliente
de ladrillo que circundaba la terraza.
convencional
que
me
sent
decepcionada. Se disiparon las nubes,
de modo que el sol brill claro y con
fuerza, proyectando mi sombra sobre el
suelo de hormign.
El sol segua resplandeciendo. Ech
a andar hacia el estudio de Fleur. Y
result que nos encontramos a mitad de
camino entre mi casa y la suya.
Iba a verte dijo ella.
Tena el pelo recogido atrs y
llevaba al hombro lo que pareca una
mochila escolar y en una mano una bolsa
de Toys R Us. La enorme mochila
pareca fuera de lugar en su delgado
cuerpo. Sostena un cigarrillo, que se
fum deprisa, lo termin y lo tir.
sise.
No quiero hablar de esto dijo
. Aqu no.
Nos pusimos en pie.
En tu casa? suger.
Ella quera negarse.
Vale concedi a disgusto, y
salimos.
culpa.
Abajo, el sof de terciopelo segua
en el escaparate; al lado, en el suelo, el
par de botas desatadas. Una mujer que
sala por la puerta de la tienda casi
choc conmigo. Acarreaba dos bolsas
grandes en cada mano y llevaba unos
tacones altos que rascaron el pavimento
al pararse. Sonri, turbada, y apart las
bolsas hacindolas oscilar. Su cara me
result conocida: era la mujer del
cuadro en la galera de Maeve, la
Madame X actualizada. Sigui manzana
abajo, resuelta, algo insegura en sus
tacones en direccin al norte. Yo me
volv y ech a andar hacia el centro.
De nuevo en el apartamento a
primera hora de la maana, junto al
telfono vi mensajes garabateados con
la letra de Matt. Richard. Jones. Trinh.
La nevera vaca, nada para beber.
En la habitacin, el diminuto
elefante de Ingrid estaba sobre la
cmoda, medio enterrado bajo una
bufanda y un peridico doblado de das
atrs. Lo cog. Haba algo raro. El rojo
no era exactamente como lo recordaba
en el tocador de la habitacin de Ingrid
en Kirribilli. Podra ser la luz. Era una
sustitucin, un seuelo? El verdadero
estara ahora en su poder, tal vez era lo
Me permit sonrer.
Agradecimientos
Gracias en primer lugar a mi madre,
Lyn, fantstica agente y gran lectora, y a
mi padre, John, por no escatimar apoyo
ni aliento. Estoy en deuda con el
brillante Bruce Gardiner, que sin querer
inspir esta historia aos atrs en una
clase sobre Henry James y George Eliot.
Gracias tambin a Debra Adelaide, una
de las primeras y mejores lectoras de
este libro; a mis editores, Nicola
OShea y Linda Funnell de HarperCollins Australia, y Laura Stern de
en
Notas
[1]
[2]
[3]