Lenguaje y Cerebro. Ferreres

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Aldo Rodolfo Ferreres

Cátedra I de Neurofisiología

Lenguaje y Cerebro
Afasia, modelo clásico

Temas 11 y 12

Dictado virtual, pandemia 2020

1
Lenguaje y cerebro
Lenguaje, afasia, modelo clásico de las relaciones cerebro lenguaje

Índice

Preguntas para guiar la lectura………………………………………………..…Página 3


Introducción…..……………………………………………………………..…..…Página 4
El lenguaje…..………………..……………………………………………..….….Página 5
Las afasias, evaluación y síntomas……………………………………….....….Página 7
Primeros estudios científicos de la relación cerebro lenguaje…………….…Página 15
El modelo afásico clásico………………………………………………………. Página 18
Listado de términos clave de los Temas 11 y 12….……………………….... Página 22

2
Preguntas para guiar la lectura
Temas 11 y 12: Lenguaje, afasia, modelo clásico de las relaciones cerebro lenguaje

Este es un material bibliográfico preparado para la cursada virtual durante la pandemia 2020. Se
detallan a continuación una serie de preguntas para dirigir la lectura del presente material.

Leé atentamente las preguntas, es posible que no tengas conocimientos para responder algunas
(o muchas de ellas). Sin embargo, podés reflexionar sobre qué se está preguntando y anotar las
ideas que te surjan, aunque no constituyan una respuesta formal. Activar los conocimientos
previos, aunque sean insuficientes, es una parte muy importante para comprender un texto.

1. ¿Qué es el lenguaje?
2. ¿Cuáles son los componentes del lenguaje?
3. ¿Es lo mismo lenguaje y pensamiento?
4. ¿Existen diferentes tipos de palabras?
5. ¿Qué es la afasia?
6. En la exploración de las alteraciones del lenguaje ¿qué prueba utilizaría para evaluar la
comprensión de palabras aisladas?
7. En la exploración de las alteraciones del lenguaje ¿qué prueba utilizaría para evaluar la
producción de palabras aisladas?
8. Entre los signos de la afasia ¿Qué son las parafasias semánticas?
9. ¿Cuál fue el aporte de Broca al estudio de las funciones cerebrales?
10. ¿En qué área cortical se localiza lo que Wernicke postuló como almacén de las imágenes
auditivas de las palabras?
11. ¿En qué consiste el modelo afásico clásico?
12. ¿Qué función cumple el fascículo arcuato en el modelo desarrollado por Wernicke-
Lichtheim?
13. ¿Cuál es la diferencia entre holistas y localizacionistas respecto del sustrato del lenguaje?

3
Silvia Jacubovich

Lenguaje, afasia, modelo clásico de las relaciones cerebro lenguaje


Sobre la base del texto: Cerebro y lenguaje de Aldo Ferreres, Nancy China y Valeria Abusamra

Introducción

La investigación científica de las bases cerebrales del lenguaje comenzó en 1861, cuando Paul
Broca presentó en la Sociedad Antropológica de París el primer estudio anátomo-clínico de un
paciente con una alteración del lenguaje producida por una lesión cerebral. Paradójicamente, la
patología del lenguaje inicia y domina durante mucho tiempo el estudio de las relaciones cerebro
lenguaje. A partir de Broca el avance en el conocimiento en este dominio estuvo fuertemente ligado
al estudio de las características de las alteraciones del lenguaje provocadas por lesiones
cerebrales y a la localización de las lesiones causales. Posteriormente, hubo importantes cambios
conceptuales y metodológicos. El surgimiento de las disciplinas que estudian al lenguaje
(Lingüística, Psicología cognitiva, Psicolingüística, Neuropsicología cognitiva) generó un replanteo
sobre el modo de describir e interpretar tanto el procesamiento normal del lenguaje como el
patológico. Y, más recientemente, el progreso en las técnicas de estudio de la función cerebral, en
especial las técnicas de imágenes cerebrales, permitió estudiar la actividad del cerebro durante el
procesamiento del lenguaje en sujetos sin lesión e introdujo cambios en la conceptualización de
cómo sustenta el cerebro las funciones complejas.

Desarrollaremos el tema de las relaciones cerebro-lenguaje en dos grandes partes que abarcan
cuatro clases (clases 11 y 12 para la primera y 13 y 14 para la segunda). En la primera se definirá
qué se entiende por lenguaje en el presente trabajo; se abordará la definición de afasia y se
describirá cómo se evalúa y cuáles son sus síntomas. Se analizarán los aportes de los autores
clásicos al estudio conductual y neural de las alteraciones del lenguaje, se analizará el primer
modelo de las relaciones cerebro–lenguaje y las críticas que se le hicieron en su tiempo. Los
temas 13 y 14 abordarán la crisis del modelo clásico tanto en sus aspectos psicológicos
(subespecificación lingüísitica) como en sus aspectos neurales (subespecificación neural).
También se abordarán las alteraciones del uso del lenguaje por lesiones en el hemisferio derecho.

4
El lenguaje.

El lenguaje, la parte más accesible de la mente humana, es un poderoso sistema de comunicación


que interactúa con muchas otras funciones como la percepción, la memoria, el pensamiento, la
planificación y el control de la conducta. La estrecha y a veces intrincada relación con otras
funciones hace que la delimitación del lenguaje no resulte sencilla y que no exista consenso
respecto de cuáles son sus límites. El estudio de las bases neurales de cualquier función o
capacidad psicológica requiere primero de una definición explícita de la misma, que permita
diferenciarla de otros dominios. En Neuropsicología y Neurociencia cognitiva el término lenguaje
se utiliza habitualmente como sinónimo de lo que más abajo definiremos como “procesos nucleares
del lenguaje”. Esta delimitación del lenguaje lo diferencia del pensamiento, por un lado, y del uso
del lenguaje (pragmática), por el otro.

Lenguaje y pensamiento.
Lenguaje y pensamiento tienen estrechas relaciones y suelen funcionar muy unidos, pero suponen
habilidades diferentes. El pensamiento es la capacidad de tener ideas y de relacionarlas para
generar nuevas ideas. El lenguaje, en cambio, es la capacidad de codificar ideas en señales para
comunicarlas y decodificar las ideas de otros a partir del mismo tipo de señales. Hay pensamiento
sin lenguaje en los primates no humanos e incluso hay pensamiento en los bebés humanos antes
de que dominen el lenguaje. También hay formas de pensamiento que difícilmente se apoyen en
el lenguaje, como la resolución de problemas mecánicos mediante la manipulación de imágenes
visuales y espaciales. Y de modo más general, hay pensamiento sin lenguaje cuando se razona
utilizando conceptos. En sentido restrictivo, el lenguaje puede ser definido como una función
(facultad, capacidad) mental que permite transmitir ideas mediante un sistema estructurado
de señales y que no incluye a las ideas mismas (Dronkers, Pinker y Damasio, 2001).

Estructura del lenguaje. Los aspectos nucleares: léxico y gramática.


¿Cómo está compuesto este sistema de comunicación? El lenguaje en sentido restrictivo, lo que
se denomina procesos nucleares del lenguaje, incluye dos componentes principales: las palabras
y la gramática. Cada palabra es un signo que asocia un sonido con un significado; la asociación
es arbitraria porque nada en la forma sonora de las palabras (por ejemplo “casa” y “cara”) tiene
conexión natural con los objetos a los que refiere. La asociación entre significante y significado es
una convención compartida por una comunidad de hablantes y sus integrantes la memorizan en
algún momento de su vida.
Las palabras se almacenan en un léxico mental que incluye palabras de dos clases. Existe una
enorme cantidad de palabras de contenido tales como sustantivos, verbos y adjetivos, que refieren
5
a un extenso conjunto de conceptos tales como objetos, personas, lugares, acciones, sus
cualidades y propiedades, que constituyen los fenómenos del mundo. Este conjunto recibe el
nombre de palabras de clase abierta porque permite incorporar nuevas unidades
(permanentemente se crean nuevas palabras para designar nuevos fenómenos del mundo,
“internet” por ejemplo). El léxico también incluye un número fijo de palabras gramaticales: artículos,
preposiciones, pronombres y verbos auxiliares que sirven para especificar las relaciones entre las
palabras y organizar así la estructura sintáctica de las oraciones; a este grupo se lo llama palabras
de clase cerrada porque no acepta nuevos integrantes.

Se llama gramática al sistema de reglas que rigen la combinación de las unidades del lenguaje. La
gramática tiene tres componentes: fonología, morfología y sintaxis. La fonología de cada lengua
describe su estructura sonora y contiene un conjunto muy reducido de elementos sonoros
denominados fonemas (unos 17 consonánticos y 5 vocálicos en nuestro español rioplatense) y
reglas que rigen el modo en que se combinan (“tanisor”, aunque no sea una palabra, es una
combinación de fonemas legal en español, “anst” y “spe” son combinaciones ilegales). Con un
puñado de fonemas se pueden formar miles de palabras distintas. Los fonemas no tienen
significado en sí mismos, pero son los que permiten distinguir una palabra de otra (“cama” y “cara”
se diferencian por un fonema, pero los fonemas m y r no tienen significado en sí mismos). Un
morfema se define como la mínima unidad del lenguaje que posee significado, y las reglas
morfológicas regulan la combinación de los morfemas en palabras. Las palabras panadería y
panadero comparten el morfema raíz “pan” que ya posee significado; los morfemas sufijos suman
nuevos significados (“adería” donde se vende, “adero” el que lo fabrica). La sintaxis consiste en
reglas para combinar palabras en oraciones. No es sólo una cuestión relacionada con el orden
lineal de las palabras, por ejemplo, en la oración “el perro asusta al caballo” la posición de los
sustantivos respecto del verbo define quién lleva a cabo la acción -el perro- y quién la recibe -el
caballo-. La sintaxis es fundamentalmente una cuestión de estructura, por ejemplo, en la oración
“el perro es asustado por el caballo” la forma verbal (-es asustado-) y la preposición (-por-)
determinan un significado inverso al del ejemplo anterior pese a que se mantiene el orden de los
sustantivos respecto del verbo. A diferencia de las palabras, que forman un amplio inventario
almacenado en la memoria, la sintaxis es un conjunto reducido de reglas combinatorias cuyo
dominio permite comprender y producir un número prácticamente infinito de oraciones. No es
necesario memorizar las oraciones; se pueden comprender oraciones nunca escuchadas y
producir oraciones nunca pronunciadas ni oídas con anterioridad. Es útil recordar entonces lo
explicitado anteriormente dentro de la diferenciación entre pensamiento y lenguaje: el lenguaje es
un sistema que permite transmitir un número ilimitado de ideas mediante un sistema estructurado
de señales que no incluye a las ideas mismas.
6
Uso del lenguaje (pragmática).
A pesar de su productividad, el léxico y la gramática no son suficientes para describir cómo
interviene el lenguaje en la comunicación humana. El significado de la expresión “¡qué fresco hace
aquí!” es muy diferente según la prosodia, los gestos del emisor y el contexto. Puede significar una
afirmación placentera (cuando se escapa del calor), una burla sarcástica (dirigida a quien eligió un
restaurante sin aire acondicionado) o una petición (que alguien cierre la ventana en una habitación
helada). Conocer las palabras y la estructura sintáctica de la oración “¡qué fresco hace aquí!” no
alcanza para entender la intención del hablante que la utiliza en un contexto concreto. En una
conversación los interlocutores cooperan aportando información nueva y evitando la irrelevante o
ya conocida por el otro, respetando los turnos hablante/oyente, tomado en cuenta el efecto de lo
dicho sobre el interlocutor e intercambiando señales para progresar en el desarrollo de la
conversación, reparar malentendidos y finalizarla o cambiar de tema. Para interactuar
eficientemente en estas situaciones los aspectos nucleares del lenguaje no son suficientes. Se
necesita, además, habilidad para procesar claves emocionales y sociales (prosodia, gestos
faciales y corporales, indicadores de estatus), conocimiento del mundo (hechos, contextos y
normas sociales), capacidad para inferir los estados mentales del interlocutor (emociones,
intenciones, creencias) así como habilidades ejecutivas para seleccionar, abstraer e integrar
información de esas múltiples fuentes y para planificar, sostener y controlar la actividad de
comunicación.
La distinción entre los procesos nucleares del lenguaje y el uso del lenguaje es sumamente
relevante para el estudio de sus bases cerebrales porque, como se desarrollará más adelante, los
aspectos nucleares del lenguaje dependen de un número relativamente reducido y encapsulado
de componentes mentales cuyos sustratos neurales se localizan en la región perisilviana del
hemisferio izquierdo, en tanto que el uso del lenguaje depende del trabajo integrado y flexible de
un conjunto más amplio de sistemas mentales cuyos sustratos neurales se distribuyen en ambos
hemisferios.

Las afasias. Evaluación y síntomas.

Definición de afasia.
Según la definición clásica, la afasia es una alteración del lenguaje producida por una lesión
cerebral que no se explica por déficit sensorial, motor o trastorno mental. La afasia se produce en
un sujeto que ya había adquirido el lenguaje y hacía uso normal del mismo antes de la lesión
cerebral. Se trata de una patología en la que pueden observarse dificultades tanto de producción
7
como de comprensión del habla. El concepto de afasia no incluye a las alteraciones del desarrollo
del lenguaje en la infancia, que se engloban bajo otros términos como disfasia o trastorno
específico del desarrollo del lenguaje. En referencia a las dificultades de comprensión del lenguaje
que se presentan en esta patología, la definición clásica de afasia explicita que la alteración no es
de naturaleza sensorial, enfatiza así que el déficit de comprensión no se debe a problemas
auditivos. Efectivamente, estos pacientes no son sordos, oyen y pueden diferenciar perfectamente
el sonido de un timbre, el ladrido de un perro y el sonido del habla, pueden incluso distinguir a un
familiar de otro por el timbre de la voz. Pero, aunque escuchen y se den cuenta de que les están
hablando, lo que los pacientes no pueden hacer es utilizar los sonidos del lenguaje para reconocer
palabras, acceder a su significado y relacionar el significado de las palabras de acuerdo con la
estructura sintáctica de las oraciones que están oyendo. En otras palabras, los pacientes no
comprenden porque no pueden decodificar el mensaje verbal. Por otro lado, en referencia a las
alteraciones del habla (de la producción verbal oral), la definición clásica enfatiza que el trastorno
no se explica por déficits motores (parálisis, alteración del tono muscular o incoordinación de la
musculatura bucofonatoria)1. Aunque puedan masticar, deglutir o incluso silbar y hasta cantar, lo
que los pacientes no pueden hacer es planificar la producción de una oración, seleccionar las
palabras adecuadas y/o articular correctamente los sonidos del habla; en otras palabras, no
pueden codificar sus ideas en un mensaje verbal2. Finalmente, la definición clásica también excluye
de la afasia los comportamientos lingüísticos desviados o atípicos que, como los que se observan
en la psicosis, son expresión de las alteraciones en el contenido y curso del pensamiento. La afasia
consiste entonces en una dificultad para comprender y/o producir mensajes verbales que aparece
cuando una lesión cerebral afecta los procesos normales de codificación y descodificación de los
signos lingüísticos. Relacionando la definición de afasia con la definición del lenguaje en sentido
estricto que se hizo más arriba puede decirse que la afasia consiste básicamente en la alteración
de los procesos nucleares del lenguaje: léxico y gramática (fonología, morfología y sintaxis).

El impacto de la afasia en la vida de quien la padece


Aunque en este texto se enfoca el estudio de la afasia como una fuente para develar las relaciones
cerebro-lenguaje, no puede dejar de señalarse que es una patología con un enorme impacto sobre
todos los aspectos de la vida de quien la padece, así como, en menor medida, sobre la de las
personas de su entorno. El lenguaje no es el único, pero sí el principal medio de comunicación de
la especie humana. Los signos lingüísticos y sus combinaciones constituyen el más rico y preciso
sistema de transmisión de información y su dominio resulta imprescindible para desempeñarse en
el complejo entramado de la sociedad humana. La pérdida del lenguaje afecta la vida social, laboral,

1
Las dificultades articulatorias del habla producidas por déficits motores reciben el nombre de disartria.
2
Es una situación similar a la de tratar de comunicarnos en una lengua extranjera que no dominamos, sabemos que escuchamos lenguaje, pero fallamos en descifrar
su significado; sabemos qué queremos decir, pero construimos mal las oraciones, no tenemos las palabras y pronunciamos mal los sonidos de la lengua extranjera.
8
familiar y, por supuesto, la esfera psicológica individual del paciente, porque el lenguaje es el
principal instrumento para representar, al exterior y al interior de los sujetos, sus estados psíquicos
(ideas, emociones, afectos, intenciones). No es extraño entonces que una alta proporción de las
personas con afasia presenten cuadros de ansiedad y depresión, sobre todo durante el primer año
de la enfermedad.

Etiología de la afasia.
Cualquier lesión que afecte las áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje puede producir un
cuadro de afasia. Las causas más frecuentes son los accidentes cerebro vasculares (obstrucción
o rotura de vasos que irrigan el cerebro) y los traumatismos de cráneo. Los accidentes cerebro
vasculares ocurren por lo general en personas de 50 o más años, mientras que los traumatismos
de cráneo suelen afectar a una población más joven. Los tumores y las infecciones del cerebro
(encefalitis virales, por ejemplo) también pueden producir afasia. Además, patologías que afectan
al cerebro de manera difusa como las demencias degenerativas (entre ellas, la enfermedad de
Alzheimer) pueden producir signos de afasia en algún momento de su evolución.

La exploración de los signos y síntomas afásicos.


La evaluación clínica de las afasias consiste en la administración de pruebas que permiten estimar
el nivel de rendimiento del paciente en las distintas tareas del lenguaje (comprender, denominar,
repetir, etc.) e identificar signos y síntomas característicos de su alteración. Se denomina síntoma
a cualquier dificultad percibida por el paciente; por ejemplo, el paciente puede sentir dificultad para
encontrar una palabra (“sé lo que quiero decir, pero no me salen las palabras”), para articular el
habla fluidamente (“me trabo, no hablo como antes”) o para comprender lo que le dicen (“no
entiendo ¿me repite?”). Se llama signo a cualquier conducta anómala observada por el evaluador;
por ejemplo, falla en la ejecución de una orden, sustitución de una palabra por otra, errores en la
pronunciación, etc.

Las pruebas más comunes que forman parte de los protocolos de evaluación de la afasia son las
siguientes:
a) Habla espontánea: se obtiene a través de una conversación (¿cómo se llama?, ¿cómo empezó
su enfermedad?, ¿cuáles son sus principales dificultades?, etc.) o se le pide al paciente un relato
breve sobre un tema conocido (¿se acuerda el cuento de Caperucita Roja?, ¿podría contarlo?) 3.

3
El evaluador debe compartir el conocimiento del tema para observar la precisión en el relato. Puede utilizar temáticas menos
infantiles, siempre que cuente con la certeza de compartir contenidos. Así, podrá indagar por ejemplo “¿Qué aprenden los niños
en la escuela?
9
b) Prueba de denominación: se muestran al paciente objetos (reloj, destornillador) o dibujos (gato,
puerta, rinoceronte) y se le pide: “diga cómo se llama este objeto (o dibujo)”.
c) Prueba de repetición: se dicen palabras y el paciente tiene que repetirlas (por ejemplo: casa, sol,
tomate, maestra, etc.). También puede pedirse la repetición de oraciones o de series de palabras.
d) Prueba de comprensión verbal auditiva: se evalúa la comprensión mediante comandos (órdenes)
que el paciente debe ejecutar de manera no verbal, por ejemplo: “tóquese la nariz con la mano
izquierda” o “toque el tenedor” (cuando tiene delante un tenedor, un cuchillo, un clavo y un
destornillador). Se utilizan pruebas con respuesta no verbal para evitar que los problemas de
producción del paciente sean mal interpretados como problemas de comprensión. Una prueba de
comprensión clásica es la de los tres papeles: se colocan delante del paciente tres papeles de igual
color y forma, pero distinto tamaño (rectángulos grande, mediano y chico) y se le dan órdenes de
complejidad creciente, por ejemplo “toque el papel grande”, “ponga el papel chico sobre el grande”,
“doble el grande, deme el pequeño y tire el mediano al piso”.
e) Pruebas de lectura: se le pide al paciente que lea en voz alta palabras y oraciones y que ejecute
órdenes escritas (“tóquese la oreja”, “señale el cuchillo”, etc.).
f) Pruebas de escritura: incluyen el dictado de palabras y oraciones, la copia y la denominación
escrita (“escriba cómo se llama este objeto”).

Además de evaluar el rendimiento cuantitativo en cada prueba, es decir cantidad de aciertos y


errores, es importante analizar el tipo de error que produce el paciente en cada prueba. La
caracterización de los errores ha ido ganando precisión con la aplicación de conceptos y métodos
de la lingüística que permiten un análisis y una descripción más fundamentada. Los errores pueden
ser descriptos apelando al nivel lingüístico que aparece ostensiblemente desviado en la respuesta
del paciente (aunque debe tenerse en cuenta que la manifestación de un error a través de la
conducta puede tener distintos orígenes en la cadena de procesamiento 4).

Signos de afasia: Errores en la producción oral.


En la producción oral de los pacientes afásicos se pueden observar errores sintácticos, léxicos, de
codificación fonológica, fonéticos y problemas de fluencia.

4
El error afásico es una manifestación de superficie que no siempre refleja en forma directa el nivel lingüístico que lo origina,
también puede reflejar un mecanismo compensador. Un error en denominación que tiene toda la apariencia de ser un error
semántico, por ejemplo, denominar margarita a una rosa, puede deberse en un paciente X a un déficit verdaderamente semántico,
es decir, a un déficit en el conocimiento del objeto. Pero también puede, en otro paciente Y, ser un mecanismo compensatorio de
su dificultad para encontrar la palabra justa: el paciente sabe perfectamente de qué flor se trata, no encuentra el nombre de esta,
dice el nombre de otra flor (objeto semánticamente cercano) y agrega “no es margarita, es otra flor, no me acuerdo cómo se
llama”).
10
Errores sintácticos en la producción oral: algunos pacientes presentan agramatismo en la
producción oral, alteración que consiste en una dificultad con la sintaxis. Su habla se caracteriza
por la presencia de oraciones mal construidas sintácticamente o por el predominio de oraciones
simples. Los errores sintácticos incluyen la omisión de verbos, su inadecuada conjugación, la
omisión y/o sustitución de palabras de clase cerrada o gramaticales (artículos, preposiciones,
pronombres) y problemas con la concordancia morfológica entre palabras (por ejemplo, sobre
género y número).

Ejemplo de agramatismo en el habla espontánea.


Evaluador: ¿Qué hizo hoy por la mañana?
Paciente5: Me levanté de cama, hice oración. Siempre… tomar delsayuno… café con leche,
queso ontato con pan integral. Despés fui dar comer perro. Perro acostumbra o comer Dogui.
As vece dar carne. Moy poca. Despés vino los nieto. La hija se fue, de ridiretora la escuela
número dos.

Para resaltar los errores sintácticos del paciente se repite el fragmento anterior incluyendo entre
llaves oraciones sintácticamente correctas elaboradas por el evaluador.

Me levanté de cama {Me levanté de la cama}, hice oración {Recé}. Siempre … tomar
delsayuno… café con leche, queso ontato con pan integral {Desayuné, siempre desayuno café
con leche y pan integral untado con queso}. Despés fui dar comer perro {Después fui a darle
de comer al perro}. Perro acostumbra o comer Dogui {El perro acostumbra/está acostumbrado
a comer Dogui}. As vece dar carne; moy poca. {A veces le doy carne; muy poca}. Despés vino
los nieto {Después vinieron los nietos/Después vino el nieto}. La hija se fue, de ridiretora la
escuela número dos {Mi hija se fue, es directora de la escuela número dos}.

Ejemplo de agramatismo en la repetición de oraciones.


Evaluador: Repita “La nena faltó al colegio porque estaba enferma y hacía frío”
Paciente: a nena ató co col… ecuela… efema y fio.
Comentario: en este ejemplo se observa omisión de palabras funcionales y verbos (“al”,
“porque”, “estaba” ‘hacía”). Además, se observan, como en el ejemplo anterior, errores
fonémicos (“delsayuno” en el anterior, “efema”, “fío” y otros, en este).

5
Nota: la producción del paciente se transcribe en itálica y las preguntas del evaluador o los estímulos en letra normal.
11
Errores léxicos: las palabras deben ser recuperadas del léxico mental, ya sea para denominar
objetos o para ser incluidas en oraciones que expresen correctamente las ideas del hablante. Uno
de los síntomas afásicos más frecuentes y penosos es la anomia, signo que se define como la
dificultad para encontrar “la palabra justa” en el momento exacto que se la requiere, la que
corresponde al significado que se quiere transmitir en el habla espontánea o que etiqueta (nombra)
correctamente al objeto o dibujo de la prueba de denominación. Las anomias pueden dar lugar a
latencias, omisiones, parafasias y circunloquios. Las latencias traducen la dificultad para recuperar
la palabra y se expresan en la utilización de un tiempo más prolongado para encontrarla; si la
dificultad es severa, puede originar una omisión. Se llama parafasia a la sustitución de la palabra
correcta (blanco u objetivo) por otra errónea (parafasia). Las parafasias pueden presentarse en
tareas de denominación, repetición o durante el habla espontánea. Según la relación del error con
el blanco, se distinguen las parafasias formales (el error es una palabra similar al blanco por su
forma sonora, es decir, fonológicamente similar), las parafasias morfológicas (el error tiene la
misma raíz del blanco pero distinto sufijo), las parafasias semánticas (la palabra tiene un significado
próximo al del blanco) y las parafasias no relacionadas.

Ejemplos de los diferentes tipos de parafasias:


Formales: Clavo > cabo6. Saludo > salida. Frío > lío. Rosado > rayado. Martillo > Martín.
Morfológicas: Caminando > caminar. Cafetera > cafetería. Bailan > baile. Tomo > tomar.
Vinieron > vino.
Semánticas: Clavo > perno. Peine > cepillo. Peine > espejito. Destornillador > tornillo.
No relacionadas: Bicicleta > lápiz. Botón > tenaza. Botón > ladrillo.

Los circunloquios referenciales incluyen descripciones de rasgos físicos y funcionales de aquello


que no se puede denominar. En ocasiones los circunloquios adoptan la forma de secuencias de
aproximación semántica que consisten en una serie de palabras semánticamente relacionadas con
el blanco (ver ejemplo de “martillo” más abajo). En los circunloquios autorreferenciales el paciente
sólo hace alusión a la dificultad que experimenta. `

Circunloquios.
Referenciales:
Botón > no me puedo acordar… a veces cuando tengo que pegar, pegarme uno acá (señala
su camisa), vestidamente.

6
Nota: el estímulo o el blanco que debe producir el paciente se transcribe precediendo al símbolo >, a continuación, en itálica, se transcribe la
respuesta del paciente.
12
Destornillador > este es un… una puntita, un tormino para, para destenchar, lo sé, pero no
lo mnemo, no puedo.
Martillo > herramienta, tengo uno… para golpear, para clavar, ¡se agarra por aquí… martillo!

Errores de codificación fonológica: los errores fonémicos consisten en la sustitución, omisión,


agregado o desplazamiento de fonemas que, en sí mismos, son correctamente pronunciados. El
paciente recupera buena parte de la información fonológica de la palabra, pero falla en la selección
y el ordenamiento de sus fonemas en la cadena o código correcto7. Los errores fonémicos pueden
presentarse en tareas de denominación, repetición o durante el habla espontánea.

Errores fonémicos en denominación.


Escalera > estalera. Micrófono > micófono. Billetera > bitellera.

Errores fonémicos en repetición de palabras y oraciones.


Frío > pio. Rosado > brosado. Ferrocarril > terrocarril. Maestra > manestra. Tenedor >
nenedor
Escuela > ecuela. Enferma > efema. Frío > fio.

Errores fonémicos en habla espontánea.


Desayuno > delsayuno. Untado > ontato. A veces > as vece. Muy > moy. Después > despés.
Directora > ridiretora.
Primario > imaio. Escritorio > testitorio.

La dificultad de codificación fonológica también queda en evidencia en las secuencias de


aproximación fonológica a la palabra blanco.

Secuencias de aproximación fonológica.


Berenjena > benquené benquenera. Pinza > bin brin bri brisna brinza prinza.
Caparazón > capac capara carapa caparsol car carapars carap caraparzón caparasol
caparazón.

7
En algunas clasificaciones los errores fonémicos reciben el nombre de parafasias fonémicas. Preferimos reservar “parafasias” para los errores
en los que se sustituye una palabra por otra palabra (lo que sugiere un problema de procesamiento léxico) y “errores fonémicos” para aquellos
en los que lo afectado es un segmento (fonema) debido a lo cual, el blanco frecuentemente resulta sustituido, no por otra palabra, sino por una
“no palabra” de sonido relacionado (escalera > estalera).
13
Cuando la recuperación fonológica de la palabra es muy pobre y/o la codificación fonológica está
muy alterada, los errores fonémicos son tan numerosos que puede originarse un neologismo, error
que no guarda relación semántica ni fonológica reconocible con el blanco. En los ejemplos de más
abajo el blanco puede identificarse porque se trata de pruebas de denominación, en las que el
evaluador determina cuál es la palabra blanco. Sin embargo, cuando los neologismos se producen
en el habla espontánea, no siempre es posible identificar la palabra blanco que el paciente pretende
recuperar y producir. El habla fluente cargada de parafasias se denomina jergafasia y, si
predominan los neologismos, se denomina jergafasia neologística.

Neologismos.
Brazo > ofolitro. Bicicleta > anjila. Bolita > mostedor. Destornillador > destenchar.

Errores fonéticos o de articulación: la pronunciación de cada fonema depende de un patrón preciso


y sincronizado de movimientos de los articuladores (cuerdas vocales, faringe, velo del paladar,
labios, lengua). Cuando falla la automaticidad y coordinación de estas configuraciones articulatorias
se producen errores fonéticos que distorsionan el sonido del fonema hasta hacerlo a veces
ininteligible para el interlocutor. El esfuerzo por controlar la articulación hace que el habla de estos
pacientes sea laboriosa, plagada de latencias, no fluida y disprosódica. Se llama disprosodia a la
pérdida del ritmo y la entonación melódica de palabras y oraciones.

Errores fonéticos.
Peine > p[oe]ine8. Tuyo > tu[ty]o. Camino > c[ao]mino. Casa > c[ae] [ts]a. Tuto > tu[ty]o

Problemas de fluencia: considerada globalmente, el habla de los pacientes afásicos puede caer en
una de dos categorías posibles: fluente y no fluente. La fluencia es una propiedad global del habla,
fácilmente identificable pero no muy bien definida, a la que en general se relaciona con el flujo
verbal (cantidad de palabras por unidad de tiempo), la longitud de las oraciones, el ritmo y
entonación melódica del habla (prosodia), la velocidad en la recuperación de las palabras y la
facilidad general de la elocución. El habla no fluente está caracterizada por un flujo reducido (pocas
palabras por unidad de tiempo, mutismo en casos severos), dificultades para iniciar la elocución,
oraciones cortas y de estructura sintáctica simple, articulación laboriosa y disprosódica (pérdida de
la melodía del habla). Por el contrario, el habla fluente tiene un flujo normal, a veces aumentado
(logorrea), presencia de oraciones con estructuras sintácticas complejas, buena articulación y
prosodia, aunque, claro, con errores léxicos, por ejemplo, que no modifican la prosodia o la sintaxis.

8
Se transcriben entre corchetes los sonidos aproximados que el paciente articula en un error fonético [oe], [ty], [ao].
14
Signos de afasia: errores en la decodificación y comprensión del habla.
La comprensión de palabras aisladas puede explorarse mediante una tarea de emparejamiento
palabra-dibujo. Por ejemplo, se le dice al paciente la palabra “pala” y se le muestran dos dibujos, el
de una pala y el de una bala (distractor fonológico). Los dibujos también pueden representar objetos
semánticamente relacionados; por ejemplo, se le dice al paciente la palabra “león” y se le muestran
los dibujos de un león y de un tigre (distractor semántico). Las fallas en el reconocimiento y
comprensión auditivas de palabras aisladas, pueden deberse a problemas en la discriminación
acústica de los fonemas (el paciente no distingue entre los fonemas /p/ y /b/ y por tanto puede
confundir palabras como pala y bala). Algunos pacientes pueden tener problemas en el
reconocimiento fonológico de las palabras, por ejemplo, no pueden decidir si “cartón” y “tartón” son
palabras o no. Otros presentan problemas en el acceso al significado, por ejemplo, pueden decir
que “tartón” no es una palabra y que “cartón” sí lo es, pero no saben qué significa. Otros pacientes
pueden mostrar una degradación del propio significado de las palabras (alteración semántica) y
producen errores en el emparejamiento palabra-dibujo cuando las opciones de dibujos incluyen
distractores semánticos; por ejemplo, señalan el dibujo de un tigre cuando se les dice la palabra
“león”; estos pacientes también pueden producir errores cuando se los indaga sobre los rasgos
semánticos de las palabras; por ejemplo, saben que “perro” y “león” son animales (rasgo genérico)
pero no pueden determinar cuál es doméstico y cuál salvaje (rasgo más específico).
La comprensión del lenguaje puede estar afectada por dificultades en el nivel del procesamiento de
oraciones (agramatismo de entrada) debido a fallas en la decodificación de la información
sintáctica. Por ejemplo, en la oración “el payaso es aplaudido por la bailarina” el paciente
comprende las palabras payaso, bailarina y aplaudir, pero no quién aplaude a quién porque no
decodifica correctamente la estructura sintáctica de la oración.

Primeros estudios científicos de la relación cerebro lenguaje.

Broca: el primer tipo de afasia y el nacimiento de la Neuropsicología.


En 1861, Paul Broca presentó en la Sociedad Antropológica de París el primer estudio que
relacionó la alteración de un aspecto del lenguaje con una lesión cerebral. La presentación de
Broca marcó el nacimiento de la Neuropsicología9 como disciplina científica e impulsó la utilización

9
La Neuropsicología estudia las relaciones mente-cerebro a partir del análisis del efecto que provocan las lesiones cerebrales
sobre las funciones psicológicas complejas. La Neuropsicología clínica se ocupa del diagnóstico y tratamiento rehabilitador de
las alteraciones de las funciones psicológicas complejas debidas a lesión cerebral.
15
del método de correlación anátomo-clínica10 para estudiar las bases anatómicas cerebrales de las
facultades mentales. Broca presentó el caso del paciente Leborgne, a quien había evaluado pocos
días antes de que falleciera a la edad de 55 años. El paciente comenzó con problemas
neurológicos a los 34 años de edad, cuando presentó el primero de sus tres accidentes cerebro
vasculares. El primer ataque cerebro vascular le provocó una severa pérdida del habla y su
expresión verbal quedó reducida a la sílaba “tan”, que llegó a transformarse en su apodo porque
la utilizaba como respuesta a cualquier cosa que se le preguntase. El segundo ataque le produjo
parálisis del lado derecho de la cara y del brazo derecho y el tercero una parálisis de la pierna
derecha que se complicó con la infección que produjo su deceso. Broca evaluó al paciente antes
de su deceso y reportó que comprendía todo lo que se le decía, que sus respuestas gestuales eran
apropiadas y que a pesar de su mutismo lograba hacerse entender. En su análisis, Broca distinguió
entre la comunicación verbal, afectada en el paciente, y la comunicación no verbal, conservada.
Dentro del lenguaje, diferenció entre la comprensión conservada y la expresión alterada para
concluir que Leborgne tenía un déficit aislado en una función a la que llamó “facultad del lenguaje
articulado”. Broca examinó el cerebro del paciente después de su fallecimiento y encontró infartos
cerebrales de distinta antigüedad, coherentes con la evolución del paciente en tres etapas. La
lesión más antigua, que Broca asoció al mutismo, se localizaba en la región inferior del lóbulo
frontal izquierdo, más específicamente en el pie de la tercera circunvolución frontal izquierda.
Más tarde, Broca (1865) publicó un trabajo en el que comunicaba que ocho personas afásicas
estudiadas por él presentaban lesiones en el hemisferio izquierdo11, lo cual, sostenía, no podía
deberse al azar y concluía que el hemisferio izquierdo era el responsable del lenguaje. Advirtió
además que el hemisferio dominante para el lenguaje (el izquierdo) era el que controlaba la mano
más hábil (la derecha en los diestros) y asoció la dominancia para el lenguaje con la dominancia
manual. En cuanto a los déficits del lenguaje de los nuevos casos, Broca notó que no todos tenían
un habla tan reducida como la del paciente “Tan”, pero era siempre entrecortada y dificultosa, con
omisiones de palabras y gran dificultad para pronunciar los sonidos individuales.
La contribución de Broca tuvo una extraordinaria influencia en el estudio de las relaciones mente-
cerebro. De hecho, es el primer trabajo científico que relaciona una facultad psicológica, la facultad
que él llamó “lenguaje articulado”, con un área cerebral. El mérito, más allá de la vigencia actual
de sus afirmaciones, se basó en el abordaje del problema de la relación mente-cerebro a partir de
una descripción detallada de la conducta de los pacientes, un análisis de los datos

10
El método clásico de correlación anátomo-clínica en Neuropsicología consiste en relacionar el déficit de una función mental
provocado por una lesión cerebral con la localización de la misma, determinada a través de la autopsia. En la actualidad se puede
correlacionar el déficit con la localización de la lesión a través de las neuroimágenes estructurales (tomografía y resonancia
magnética de cerebro).
11
Sólo dos de los casos estudiados por Broca tenían autopsia, el de Leborgne y uno más; en los seis restantes Broca asumió que
la lesión estaba en el lóbulo frontal izquierdo porque los pacientes tenía hemiparesia derecha.
16
neuroanatómicos y la elaboración de hipótesis (falsables) que podían ser puestas a prueba con el
estudio de nuevos casos.

Wernicke: el segundo tipo de afasia y la posibilidad de un tercero.


En 1874, Carl Wernicke publicó un artículo en el que describió un nuevo tipo de afasia y predijo un
tercero. Dos de los nueve pacientes analizados en el artículo mostraban una alteración del lenguaje
muy distinta a la de los pacientes que había descripto Broca. Estos dos pacientes presentaban
severos problemas de comprensión en tanto los de Broca tenían la comprensión conservada y
además presentaban dificultades en el habla muy diferentes. Mientras los pacientes de Broca
tenían un habla dificultosa, entrecortada y con mala pronunciación de los sonidos del habla, los
dos pacientes de Wernicke tenían un habla fluida, entonación correcta y buena pronunciación de
los sonidos del lenguaje. Claro que, aunque “sonaba” como normal, el habla de los pacientes de
Wernicke era incomprensible, vacía de contenido y plagada de errores, de manera que el
interlocutor se encontraba perdido para entender qué era lo que el paciente intentaba decir.
Wernicke observó que los pacientes cometían frecuentemente errores que consistían en la
sustitución de unas palabras por otras relacionadas ya sea por el sonido o por el significado (lo que
luego se denominaron parafasias formales y semánticas) y también secuencias de sonidos bien
articulados pero que no significaban nada (neologismos). Uno de los pacientes falleció y la autopsia
mostró que tenía un infarto cerebral localizado en la circunvolución temporal superior izquierda,
por detrás del área auditiva primaria, zona considerada como área de asociación auditiva (área
auditiva secundaria). Wernicke propuso que esta parte de la corteza, especializada en la
elaboración compleja de la información auditiva, era un almacén de las “imágenes auditivas de las
palabras” y que tenía a su cargo la comprensión del lenguaje hablado. También elaboró una
explicación para la intrigante alteración del habla de sus pacientes. La autopsia mostraba que el
área frontal de Broca estaba sana, por lo que el déficit de producción no podía ser atribuido al área
de Broca. Wernicke concluyó que el déficit de comprensión y el de producción del habla de su
paciente tenían que ser causados por la lesión del lóbulo temporal izquierdo. El lenguaje expresivo,
argumentó, necesita de una doble activación: por un lado, una activación directa proveniente del
pensamiento que se intenta expresar y, por el otro, una activación proveniente del depósito auditivo
de las palabras que también se activa por el pensamiento que quiere ser expresado. En otras
palabras, para que las “imágenes motoras” de las palabras se activen correctamente en el área de
Broca, necesitan una doble estimulación, ambas provenientes del pensamiento, una directa y otra
indirecta a través de la activación de las “imágenes auditivas” de las palabras. De esta manera, la
lesión que afectaba el almacén de imágenes auditivas de las palabras (localizado en la
circunvolución temporal superior) alteraba no sólo la comprensión sino que también afectaba la
producción del habla. A partir de la descripción de Wernicke, se concluyó que también la
17
comprensión podía alterarse por lesión cerebral y el lenguaje comenzó a analizarse en términos
de producción y comprensión.

No escapó a Wernicke el hecho de que, si el área de las imágenes auditivas de las palabras estaba
conectada con el área de las imágenes motoras de las palabras, existía la posibilidad de que una
lesión afectase la conexión, sin lesionar las áreas en sí mismas. En esa situación, razonó Wernicke,
el paciente podría comprender el lenguaje ya que el centro auditivo no estaba lesionado, pero el
habla sería desorganizada y parafásica como en los pacientes que él había descripto. De esta
manera, Wernicke predijo la existencia de un nuevo tipo de afasia sin haberla observado; este
tercer tipo de afasia fue luego denominado por Lichtheim como afasia de conducción (marcada
con el número 3 en el diagrama de la figura 1).

El modelo afásico clásico

Lichtheim: la clasificación de las afasias y el modelo clásico de las relaciones cerebro


lenguaje.
En 1885, Ludwig Lichtheim publicó un trabajo en el que analizó todos los tipos de afasia conocidos
hasta ese momento y, siguiendo las ideas de Wernicke, propuso un modelo de los componentes
funcionales del lenguaje y sus relaciones con el cerebro.
Lichtheim resumió sus ideas en el famoso diagrama de la “casita” del lenguaje (figura 1), modelo
que recibe el nombre de “conexionista” porque explica el lenguaje como el resultado de la actividad
de tres centros corticales y varias conexiones de fibras de sustancia blanca. El centro M, localizado
en el área de Broca (circunvolución frontal inferior izquierda), almacenaba las “imágenes motoras”
de las palabras y su función o facultad era la producción de lenguaje oral. El centro A, localizado
en el área de Wernicke (circunvolución temporal superior izquierda), almacenaba las “imágenes
auditivas” de las palabras y su función era tanto la comprensión del lenguaje como asistir al centro
M durante la producción del habla. Lichtheim, siguiendo a Wernicke, consideraba que las imágenes
acústicas y motoras de las palabras eran elementos diferentes de los conceptos a los que estaban
asociados; consideraba que los conceptos eran la suma total de todas las asociaciones sensoriales
de un objeto (visuales, sonoras, táctiles) y que, por lo tanto, los conceptos no estaban almacenados
en un centro localizado sino que se distribuían por toda la corteza. Por eso, el componente B del
modelo12, el almacén de los conceptos, difería de los otros dos centros en que no estaba localizado

12
La letra B refiere a la palabra alemana Begriff, cuya traducción al español es “idea, concepto”.

18
en una región específica del cerebro. Las funciones del lenguaje consideradas por Lichtheim,
producción, comprensión y repetición, dependían del flujo de información entre los centros A, M y
B. Según la clasificación clásica, entonces, las afasias podían producirse por lesión de los centros
M (motor) y A (auditivo) o por lesión de las conexiones entre A, M y B.

En síntesis, el modelo conexionista clásico dividía al lenguaje en un conjunto de subfacultades o


“modalidades” (habla, comprensión, repetición) cuya base cerebral estaba constituida por centros
corticales conectados entre sí a través de fibras blancas. Los centros almacenaban
representaciones del lenguaje, el centro A reunía las imágenes -memorias- auditivas de las
palabras y el centro M las imágenes -memorias- motoras de las palabras. Las tareas
fundamentales del lenguaje, comprensión, producción del habla, repetición, eran llevadas a cabo
por los centros a través de la activación de las imágenes que almacenaban y del flujo de
información entre los centros.

Debe notarse que el modelo de la “casita” de Lichtheim es, por un lado, un modelo psicológico
funcional, de “cajas y flechas”, en el que las cajas representan almacenes de memoria (“imágenes”
auditivas o motoras de las palabras) y las funciones o procesos (comprensión, producción,
repetición) se llevan a cabo a través del flujo de la información indicado por las flechas. Por otro
lado, los autores también proponían un modelo neural de las representaciones y procesos del
lenguaje. El centro M se localizaba en el área de Broca en el lóbulo frontal izquierrdo, el centro A
en el área de Wernicke en el lóbulo temporal izquierdo y ambos se conectaban a través del haz de
fibras blancas denominado fascículo arcuato (arqueado). El componente B, almacén de los
conceptos no estaba localizado sino distribuido en el resto de la corteza (figura 1).

Objeciones al conexionismo clásico Freud, Jackson y Head.


Los primeros 100 años de la Neuropsicología estuvieron signados por la polémica entre
localizacionistas y holistas (o globalistas). Los primeros, entre los que se encontraban Broca,
Wernicke y Lichtheim, sostenían que las funciones del lenguaje como la comprensión o la
producción estaban localizadas en áreas restringidas del cerebro, y los segundos, entre los que se
encontraban Freud, Jackson, Head y otros, sostenían que el sustrato del lenguaje se distribuía en
regiones mucho más amplias o incluso en todo el cerebro en su conjunto. Sin embargo, el
agrupamiento de estos autores en dos bandos dejó de lado detalles de las posiciones que
defendían. Algunos localizacionistas no localizaban todos los aspectos del lenguaje; por ejemplo,
en el modelo de Lichtheim el componente B no está localizado sino distribuido a lo largo de todo
el cerebro. Por su parte, los holistas no tenían posiciones homogéneas, criticaban aspectos a veces
muy distintos de la propuesta conexionista y, si bien señalaron déficits teóricos de esos modelos,
19
20
en algunos casos también aceptaban aspectos de la misma. Algunas de estas críticas
enriquecieron el análisis de los cuadros afásicos y revelaron aspectos no observados o
simplemente dejados de lado por los conexionistas.

A pesar de las críticas, el modelo conexionista se impuso como la versión clásica de las relaciones
cerebro- lenguaje que, con algunas vicisitudes, predominó durante más de 100 años. Parte de su
éxito se debió a que proporcionaba una explicación neuroanatómica de los síndromes afásicos,
entidades clínicas que ya mostraban inconsistencias (insuficiencias descriptivas, variabilidad
entre pacientes, debilidades teóricas), pero que resultaban relativamente fáciles de diagnosticar
a partir de un conjunto de signos y síntomas que los clínicos podían reconocer mediante la
aplicación de unas pocas pruebas. El encuadre de un paciente dentro de uno de esos síndromes,
además de proporcionar cierta “tranquilidad diagnóstica”, tenía la ventaja de ser el único medio
con que entonces se contaba para predecir con algún éxito la localización de la lesión en una
época en que no existía otra forma de hacerlo. Finalmente, otra razón no menor del éxito inicial
de los modelos conexionistas fue que sus críticos se limitaron a cuestionar algunos de sus
aspectos sin proponer un modelo alternativo suficientemente desarrollado.

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Lista de términos clave del Tema 11

Los términos ayudan a diferenciar conceptos. En una nueva materia lo más probable es que te
encuentres con muchos términos nuevos que refieren a conceptos también nuevos. Tratar de
recordar con precisión esos términos y tener claridad sobre los conceptos que denotan te ayudará
a asimilar la materia (y a comprender textos en general).

Procesos nucleares del lenguaje


Uso del lenguaje
Léxico
Gramática
Afasia
Afasia de Broca
Afasia de Wernicke
Evaluación de la afasia, pruebas de producción oral
Evaluación de la afasia, pruebas de comprensión verbal auditiva
Errores léxicos
Errores de codificación fonológica
Errores fonéticos o de articulación
Errores sintácticos en la producción oral
Errores sintácticos en la comprensión auditiva

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