Lancelle

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 38

El psicoanálisis y la

investigación en escorzo
desde una perspectiva clínica

Guillermo Lancelle

NOTA PRELIMINAR

* La investigación es una de las maneras, específicamente


organizada, con que se intenta cumplir un propósito general:
el de presentar los argumentos en la forma más clara posible
y de ofrecer pruebas que los sustentan. El campo de la
investigación, cualesquiera sean sus resultados en sentido
estricto, tiene una función formativa: nos habitúa a diferen-
ciar y enunciar ordenadamente los fenómenos, los supues-
tos y las hipótesis y a ocuparnos de fundamentar lo que
decimos.
** Por sentido común, en psicoanálisis la investigación no es
todo ni tampoco es nada. Es, como tantas cosas, algo
relativamente importante. En otras palabras, concuerdo con
la opinión de Stoller (1979): “...en la medida en que
nuestros datos no sean accesibles, nuestras conclusio-
nes no podrán ser verificadas por nadie. Eso no signi-
fica que los analistas no puedan hacer ningún descu-
brimiento, el método científico es sólo un camino... Pero
sí significa que el proceso de verificación es muy inse-
guro. (...) Temo que no podremos ser tomados muy en
serio mientras no presentemos nuestro trabajo de mane-
ra más clara.” Huelga decir que esto ya sucede.
*** Como psicoanalista, entiendo que el saber analítico se
profundiza atendiendo pacientes y que el conocimiento
teórico acompaña. Las teorías no interesan más que las

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XIX - Nº 1-2 - 1997 119


GUILLERMO LANCELLE

personas, pero tomarlas en serio es considerarlas, nada más


ni nada menos, que como teorías. Ello obliga a un trabajo. Su
complicada relación con la práctica nunca será descifrada
ni resuelta mediante el dogmatismo de escuelas. De la
pugna entre éstas surgen partidarios, pero no razonamien-
tos. Los defectos del psicoanálisis en conceptualizar y el
afán de entendernos entre colegas, tratando con argumen-
tos y fundamentaciones, despertaron mi interés por la in-
vestigación psicoanalítica.

En estos últimos años la Asociación Psicoanalítica Internacio-


nal ha tomado parte activa en la investigación en psicoanálisis 1.
Los cuatro últimos presidentes (R. Wallerstein, J. Sandler, R. H.
Etchegoyen, O. Kernberg) deben ser reconocidos como activos
promotores de la iniciativa. En los Congresos Internacionales, a
partir de 1983, hay un panel sobre investigación (reunión especial
de media jornada); desde 1991 se realizan conferencias anuales
de tres días en Londres y desde 1995 se desarrolla un programa
intensivo de entrenamiento en investigación empírica para miem-
bros de todo el mundo. Y en este orden de cosas, no sería extraño
que en tiempos cercanos la A.P.I. creara un fondo para financiar

1
Entre psicoanalistas suele utilizarse el término investigación para referirse a cosas que
nada tienen que ver entre sí o para designar actividades diferentes (estudios epistemológicos,
búsquedas y rastreos bibliográficos, indagación del inconciente, grupos de estudio,
ensayos teóricos, etc.). El objeto de estudio de la investigación psicoanalítica son los
tratamientos analíticos y no la investigación de pacientes, como hace el clínico. En este
trabajo llamo “investigación” (research, re-search: re-búsqueda) a lo que en general se
entiende como investigación científica. Esta tiene un denominador común para todas
las ciencias: una metodología explícita; las hipótesis a estudiar claramente formuladas
y los supuestos de los que se parte; la publicidad y disponibilidad del material o los datos
con los que se trabaja –por ello es EMPIRICA, cosa muy distinta a “experimental”–;
la “confiabilidad” de los instrumentos que se utilizan, el procesamiento de los datos, etc.
Esto es común a la astrofísica, las disciplinas sociales, la biología o la historia, la
psicología y el psicoanálisis. A partir de ahí adquiere las formas particulares que cada
disciplina requiere. En psicoanálisis tiene requerimientos que la dotan de un perfil propio.
A partir de entonces se puede hablar de “investigación psicoanalítica” propiamente
dicha, que es a la que en este trabajo me refiero, en cualquiera de las modalidades
existentes. (Un interrogante corriente es cómo puede ensamblarse la subjetividad,
inherente al análisis, con las exigencias de la tradición científica. Para ser científica y
psicoanalítica, la investigación debe ser simultáneamente fiel a la alta complejidad y
subjetividad de los datos del consultorio analítico y a los llamados cánones objetivos de
la inquisición científica. (Para mayor aclaración ver “nota al pie” (nº 3) de la pág. 5).

120
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

algunas investigaciones de psicoanalistas cuyos proyectos fueran


seleccionados a tal efecto.
Estos emprendimientos no fueron acometidos en el vacío. Los
cimientos estaban sentados con anterioridad. Desde la década del
cincuenta surgieron, en distintos sitios, grupos de psicoanalistas
que se abocaron a actividades de investigación. Una sinopsis
sobre esa investigación analítica fue publicada en 1971 (Wallerstein
y Samson). El hecho es que en 1991, cuando la I.P.A. funda
oficialmente una Sección de Investigación, funcionaban varios
centros (de analistas o que incluían analistas) que habían encon-
trado eco, interés y apoyo en universidades e instituciones cien-
tíficas u hospitalarias de Europa y Norteamérica. Esta larga
marcha al margen del psicoanálisis institucionalizado, en sólo
ocho años (entre 1983 y 1991), evolucionó rápidamente a un
reconocimiento testimoniado en una estructura (el Comité de
Investigación de I.P.A.), con funciones, y con recursos.
“¿Para qué necesita ahora la Asociación Psicoanalítica Inter-
nacional la investigación empírica que trabaja con métodos mo-
dernos, después de haberla rechazado durante largo tiempo?”
(Meyer, A., 1990) 2. Pregunta a la que añadiría otra: ¿esta inicia-
tiva de la A.P.I., responde y encuentra eco en la apreciación de
la comunidad psicoanalítica internacional?
Los actuales sistemas de prestaciones en el ámbito de la salud
han alcanzado a la práctica analítica en todas las latitudes. Es
lógico que la A.P.I., con la investigación empírica de resultados
y procesos que está promoviendo, busque tender puentes que
puedan ayudar a persuadir a los sistemas de salud de la relevancia
de la psicoterapia psicoanalítica en general y de la justificación,
en muchos casos, de invertir en terapias analíticas prolongadas.
El propósito es loable y legítimo; es muy probable que muchos
lo compartan. Sin embargo, la clase de adhesión que la emergen-
cia sabe concitar, es sospechosa de oportunista y superficial. En
tal caso activará la ambivalencia..... porque “la necesidad tiene
cara de hereje”. La cuestión está, en ser capaces, como se decía
antes, “de hacer de necesidad virtud”. Una tal brecha no se cubre
de repente y porque sí. No es dilucidar un punto aislado, por
importante que fuera. La investigación analítica forma parte
de un conjunto de temas relacionados cuya consideración es,

2
Citado por Kächele, H. (1991)

121
GUILLERMO LANCELLE

a mi parecer, la cuestión de fondo del psicoanálisis actual.


Por consiguiente, espero que este artículo pueda contribuir
positivamente a la discusión de dicha cuestión de fondo, la cual va
a llevar cierto tiempo y demandar un verdadero trabajo de elabo-
ración.
La situación actual, a mi parecer, puede ser resumida en los
siguientes puntos que luego ampliaré: 1) Por mucho que merezca
hacerse por el ejercicio profesional, antes que ello y sobre todo,
la investigación es importante para el psicoanálisis como ciencia.
2) Hace tiempo están a la vista las consecuencias de un psicoa-
nálisis sin investigación; esto es, aislado de la comunidad cientí-
fica y desprovisto de la sistematización y las metodologías que
demandan el “status” presente de las ciencias psicosociales. 3)
Buena parte de los analistas tienen ideas precarias o erróneas de
la investigación o la desconocen en absoluto. 4) El rechazo de la
investigación es parte del fenómeno de apartamiento de la reali-
dad; de desconsideración por los métodos y enfoques caracterís-
ticos de las mismas ciencias con las que se aspira a contribuir; de
descuido de los intereses del psicoanálisis por la cultura, la
sociedad y comunidades tales como universidades, la profesión
médica, entidades científicas y otros. 5) A causa del desconoci-
miento, la actividad investigativa es privada de la potencial con-
tribución que tantos colegas podrían prestar, con sus objeciones y
juicios fundados en conocimiento de causa. Este tipo de aporta-
ciones proviene principalmente de analistas integrados (o cerca-
nos) a la investigación.

I. a. UN BREVE REPASO HISTORICO

Para ubicarnos correctamente en el marco de sus anteceden-


tes, pueden tenerse en cuenta dos cosas. Por una parte, que la
investigación no es una intrusa, de viejo ni nuevo cuño, en el
campo psicoanalítico. Forma parte nuclear de su historia. No hace
falta redundar en las insistentes referencias de Freud en cuanto
a su función y necesidad, ya que son referencias que todo analista
conoce (por ej. Freud 1927, pág. 238; 1933, pág. 142). Si se
quiere, basta recordar que la clínica fue la base empírica sobre la
cual Freud se apoyó tanto para construir teorías y delinear
prescripciones técnicas como para cambiar o modificar unas u

122
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

otras, toda vez que se lo exigía la contrastación con hechos o datos


nuevos. Hace un siglo Freud operaba con una modalidad científi-
ca, incluso según los cánones actuales, al someter sus teorías a la
prueba de falsación, mucho antes que fuera enunciada como tal.
De tal manera dotó al psicoanálisis de un innato potencial evolu-
tivo; no mantuvo inmodificada sus teorías, al modo como las
“escuelas” de hoy mantienen las propias.
Por otra parte, dicha tradición no fue continuada. Por mucho
tiempo, Freud fue el primer investigador en psicoanálisis, pero
también el único. En el ínterin han surgido obstáculos que tornaron
inaplicables y dejaron en el abandono sus previsiones sobre la
complementación y el equilibrio entre terapia e investigación, y la
distinción entre ambas. Una de las principales razones es que la
postulación de su principio de “unión inseparable entre terapia e
investigación” (1927), no puede ser mantenida en su forma
original. “El creía que sus reglas estrictas e imparciales de
investigación clínica y tratamiento creaban las mejores condicio-
nes científicas... Hoy en día sabemos que la realización de esta
unión inseparable entre curar e investigar exige bastante más que
dejar de lado la simple sugestión o seguir reglas standardizadas de
tratamiento” (Thomä y Kächele, 1989). Eso malogró buena parte
de muchos y grandes esfuerzos de conceptualización por un lado,
y por otro dio origen a malos entendidos 3 que infiltran y malogran,
a mi juicio, muchas discusiones actuales.

I. b. PROBLEMAS DEL DESARROLLO

Es innegable que el psicoanálisis ha sido fecundo en generar


teorías de todo tipo y nivel (metapsicológicas, clínicas, del desa-
rrollo primitivo, técnicas, etc.). Además, existen valiosas corrien-
tes de pensamiento y gran cantidad de aportes creativos en el

3
En la conocida argumentación siguiente se encuentra un ejemplo de malentendido: dado
que el procedimiento analítico entraña una indagación de aspectos psicológicos desco-
nocidos (inconcientes) del paciente y, a la vez, las respuestas de éste a las interpreta-
ciones es criterio universalmente aceptado y aplicado en el trabajo clínico, de ahí se
concluye que la investigación y la terapia son lo mismo. Consecuente con tal creencia,
el psicoanalista haría investigación científica mientras hace terapia. Más aún, llega a
decirse que ésa es la única investigación analíticamente válida y que cualquier otro modo
de hacerlo es improcedente y erróneo, por confundir al análisis con ciencia natural. (sic)

123
GUILLERMO LANCELLE

análisis clínico y en el psicoanálisis aplicado que evidencian una


formidable fuerza, que actúa en el campo teórico y cultural y se
extiende a disciplinas que incorporan estos aportes.
Durante un largo período este progreso ha tenido lugar, sin
prestar mayor atención a las exigencias del “status” científico y
ninguna a la investigación científica.
No puede decirse que tal progreso se haya estancado. Por el
contrario, en las últimas décadas hubo contribuciones teóricas de
muy diversa índole, algunas sólidas y significativas. Tampoco hay
señales de que tal actividad no continuará. En efecto, los analistas
siguen tratando pacientes mediante el método analítico. Unos,
además, siguen haciendo descubrimientos, publicando, creando
conceptos y teorías. Otros se conforman con disponer de alguna
teoría (o esquema referencial) que les resulta útil para trabajar.
Si esto ha sido así hasta ahora, es lógico preguntarse por qué
no continuar igual. No hay duda que se podría seguir así. 4 Sin
embargo, estimo que la crisis actual por la que atraviesa el
psicoanálisis en todo el mundo nos está dando la oportunidad, y ha
creado la necesidad, de plantear opciones válidas y concientes
acerca del camino a seguir. Por mucho que tenga de venturoso el
análisis en los últimos decenios, y sin perjuicio de ello, sería
suicida proseguir desatendiendo las dificultades.
La existencia de múltiples e importantes problemas es innega-
ble. Diversos aspectos de la construcción teórica del análisis son
criticados desde fuera y desde dentro del campo analítico.
Numerosísimos autores señalan que el análisis tiene insuficien-
cias como actividad teórica. “El psicoanálisis se encuentra desde
largo tiempo –dice A. Freud (1972)– en una situación revolucio-
naria y casi anárquica. Casi no hay concepto teórico o técnico que
no sea atacado por uno u otro autor... Se pierde así una condición
“sine qua non” en la esfera del psicoanálisis: la unidad esencial
entre pensamiento clínico y teórico (1972)”. Hay una extensa y
bien fundada bibliografía que habla, para decirlo genéricamente,

4
Incluso algunos sugieren seguir igual porque temen que la pretensión de mejor
sistematización y rigor científico, ponga en peligro (¿por desacostumbrada?) el “spirit”
del análisis, por lo que –según dicen– “es indispensable vigilar la preservación de lo que
es específico del psicoanálisis”, sic. (Green 1996). Como tengo la seguridad de que la base
del psicoanálisis es consistente y fuerte, no puedo entender ese tipo de temores, que sí
cabe albergar frente a lo que es inconsistente y endeble.

124
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

de la crisis de la teoría (Gitelson, 1964; Joseph y Widlöcher,


1983). Esta comprende cuestiones tales como la fragmentación
del conocimiento; la proliferación de teorías “inconmensurables”
(Lalande, 1963; Khun, 1972) entre sí 5; la falta de parámetros o
criterios compartidos según los cuales pueda evaluarse, o al
menos discutirse, la mayor o menor relevancia de unos puntos de
vista en relación con otros, etc. En tal sentido, por ejemplo, es
evidente que los procedimientos de validación utilizados en la
sesión y el tipo de prueba que proporcionan, la reflexión sobre el
material clínico o su revisión (supervisión en cualquiera de sus
formas), aunque legítimos en el trabajo con el paciente, no sirven
para conformar criterios o arribar a conclusiones compartidas por
la comunidad analítica.
Aunque otras ciencias tienen sus aspectos intrínsecos en
discusión, en la nuestra hay un defecto procesal típico: la falta de
sistematización en la “acumulación de impresiones” y del cumpli-
miento de las reglas de la conceptualización. En virtud de las
dificultades que se nos pueden presentar, ¿debe renunciarse a la
consolidación del carácter científico de nuestro conocimiento y,
concretamente, a subsanar sus deficiencias?
A mi modo de ver conviene ser lúcidamente perceptivo de tal
creciente cúmulo de problemas irresueltos, cuya existencia hay
que admitir y que no se los puede atribuir siempre y solamente a
“la intimidad y complejidad de la situación analítica, fuente prin-
cipal de nuestros datos” (Goldberg, A. 1980). Mal puede decirse
que lo que afecta al psicoanálisis actual se debe al exceso de
sistematización y método en la actividad teórica. Al contrario.
Son, en buena parte, el precio o la consecuencia de su falta.
Estas consecuencias tienen, a su vez, consecuencias secunda-
rias para las sociedades, la formación y las actitudes y costum-
bres analíticas. Por ejemplo, cuando se quiere eludir la existencia
de contradicciones –en lugar de reconocerlas como un hecho
cierto, afrontable y necesario de tomar en cuenta– se las “conju-
ra” invocando a Freud. La misma invocación demuestra que,

5
La pluralidad y diversidad de teorías no es un mal dato, por supuesto, si no fuera por
los interrogantes sin respuesta que suscita. Muchas veces, múltiples teorías no solamente
son contrapuestas o contradictorias entre sí, sino que también resultan “inconmensu-
rables” (sin medida común), por lo cual no admiten metodología alguna con la cual poder
dirimir cuestiones.

125
GUILLERMO LANCELLE

sosteniendo los mismos supuestos psicoanalíticos básicos (trans-


ferencia, resistencia, procesos inconcientes, complejo de Edipo,
etc.) y usando el mismo método analítico, se llegan a posiciones
muy diferentes acerca de la teoría y la terapia. A su vez, “la
identidad así amenazada, tiene su contrapartida en ‘la ortodoxia
analítica’. Esta última es entendible como expresión de preocupa-
ción frente a lo esencial del psicoanálisis; pero como modo cierto
de solucionar conflictos, es tan inapropiada como cualquier forma
de reacción neurótica. De hecho, rigidez y anarquía 6 se refuer-
zan mutuamente” (Thomä y Kächele, 1989, p.14).
La experiencia demuestra que la rigidez y la anarquía se
alternan o conjugan con frecuencia en la caracterización de la
formación, del clima de las sociedades y, actualmente, del ejerci-
cio profesional. Ha sido señalado en numerosas conferencias
didácticas, por ejemplo, que la formación analítica a veces fomen-
ta actitudes conformistas, acríticas y sumisas, donde el
cuestionamiento que es propio de la universidad o la academia –
la inquisición científica (scientific inquiry)– no es tolerada sino
entendida como falta de convicción o de “pensamiento analítico”.
Respecto a la profesión, los analistas encuentran dificultades
que no provienen sólo del contexto sociocultural y económico,
sino de falencias propias que se conjugan en ese contexto. Los
psicoanalistas creíamos que no había que dar explicación ni
cuenta de nada. Hasta no hace mucho solía interpretarse todo
cuestionamiento (sea epistemológico, metodológico, filosófico o
simple duda), incluso toda dificultad de tiempo o dinero invocada
por pacientes (!!), como “productos de la resistencia”, de falta de
convicción en “la existencia del inconciente”.(sic) Por supuesto
que el psicoanálisis no puede renunciar al derecho ni a la libertad
intelectual de estudiar la sociedad y ser crítico de la cultura desde
su perspectiva específica; pero esto parece haber sido interpre-
tado como una condición de extraterritorialidad y superioridad, y
asumido con las correspondientes actitudes de soberbia que,
además de intolerables, son la absurda negación de formar parte
de la cultura.
En torno a este evidentemente complejo y postergado manojo
de cuestiones relacionadas –entre las que está la investigación–
, cabe suponer que se prepara un próximo gran debate del
6
El destacado es mío.

126
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

psicoanálisis que, en varios sentidos, puede definir su futuro.


No estoy diciendo que la investigación ha de dirimir todas estas
cuestiones, aunque ocupe un sitio importante en el mencionado
debate. Lo que sí puede afirmarse, es que implica un cambio de
actitud y perspectiva y que ello es lo que ha de jugar un rol
protagónico en la crisis.
Por lo demás, la discusión sobre investigación hoy en día
debiera ser planteada en términos actuales y concretos, teniendo
conjuntamente en cuenta y cotejando las realidades propias del
psicoanálisis, como los de la investigación especializada. En vista
de sus estrategias, metodologías, instrumentos y resultados, po-
dremos evaluar críticamente su significación para el análisis y
precisar su plausibilidad. Es ocioso insistir con suposiciones
generales, cuando hay elementos de juicios definidos para discutir
y para formular cuestionamientos específicos y necesarios para la
dilucidación útil de los problemas.

I. c. PARADIGMA DE LA INVESTIGACION PSICOANALITICA

I.c.1 Investigar qué y dónde

Nuestra principal fuente de conocimientos es la situación


analítica. El analista crea la situación cumpliendo ciertas reglas y
se ejercita en la técnica y el arte de preservarla y de promover el
proceso terapéutico. Solamente allí surgen la experiencia de
tratar cada paciente, el conocimiento acerca de él y de su relación
con el analista (díada).
Este conocimiento, específico de la díada paciente-analista, es
diferente del tipo de conocimiento resultante de “impresiones
acumuladas”, las cuales, transformadas en enunciados generales,
son las teorías psicoanalíticas. (Thomä and Kächele, 1989).
El doble hecho de que la situación analítica es la fuente de
dicho conocimiento y, a la vez, su campo de aplicación, determi-
na que la relación entre práctica y teoría sea de extrema comple-
jidad. La ignorancia de tal complejidad, como sucede en el
“análisis silvestre”, conduce a versiones pueriles y prácticas
erróneas en el uso y aplicación de teorías en el campo clínico.
La aplicación correcta, en cambio, se vehiculiza por la interac-
ción personal paciente-analista, la cual implica complejos

127
GUILLERMO LANCELLE

procesos cognitivos y emocionales que sólo en parte conoce-


mos. Estos procesos también incluyen esa suerte de implícita
elección y “verificación” de teorías que lleva a cabo el analista
cuando las aplica en su trabajo con el paciente (sea en su
comprensión clínica o en su desempeño técnico).
Uno de los grandes interrogantes de siempre es cómo llegan
las proposiciones a ser consideradas verdaderas en psicoaná-
lisis. Hay medios o procedimientos pragmáticos (previos a todo
examen o deliberación), a través de los cuales el analista adopta
una teoría en lugar de otras, construye interpretaciones y las
formula en sesión, y el paciente las reconoce como ciertas o como
erróneas. Es claro que estos procedimientos no son sólo ni
principalmente cognitivos. Más bien sería un entrelazamiento
artesanal de diferentes maniobras el que se emplea en estos
espontáneos procedimientos de “validación”. Nociones de diver-
sos autores tales como: modelo de trabajo, miniteorías, minimode-
los, conceptos implícitos, teoría particular, etc., ciertamente están
relacionados con esas “maniobras artesanales” a las que me
refiero. El hecho singular y distintivo de la existencia de un saber
cómo (“know how”) hacer en la práctica con el paciente, saber
que desborda el conocimiento teórico y técnico del analista, es el
área cuya investigación, más que ninguna otra, puede nutrir el
futuro desarrollo del psicoanálisis.
En otras palabras, el campo de analista y paciente trabajando
es donde, propiamente, tales procesos pueden ser mejor y exhaus-
tivamente estudiados.

I.c.2. Modo de inserción de la investigación en el razona-


miento clínico

Al ser la clínica, por excelencia, la fuente del material a


investigar, la adecuación a dicha fuente (datos provenientes de la
clínica, como el conocimiento del paciente y de la díada terapéu-
tica paciente-analista) es una condición absoluta desde que, en
psicoanálisis, la investigación no es experimental ni puede serlo. 7
La tarea fundamental del psicoanálisis es la atención de
pacientes. A su vez, la tarea con pacientes origina otra tarea,
fuera de sesión, que tiene por objeto a los conocimientos gene-
rales (psicogénesis, teoría clínica y psicopatológica, teoría de la

128
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

técnica, de la acción terapéutica, etc., etc.). Esta otra tarea puede


realizarse en dos direcciones: 1) una va de lo general hacia el
paciente; 2) la otra desde el paciente hacia lo general. La primer
dirección (hacia el paciente), es la más usual y consiste en el uso
de conocimientos generales, en la medida que sean útiles para
entender mejor a un paciente o bien para resolver determinados
problemas que él suscita. Para el analista experimentado esta
labor no tiene secretos; es la que diariamente lleva a cabo,
mayormente en forma rápida e intuitiva.
La otra dirección, la que va del paciente a lo general, es la
que reviste una gran importancia para el psicoanálisis como
disciplina. Es la generadora de conceptos, modelos y teorías, que
ha fundado al Psicoanálisis como disciplina científica. Freud lo
expresa con extraordinaria claridad cuando dice en las Nuevas
Conferencias:

“Quince años atrás les expuse su teoría (la del psicoanáli-


sis) y hoy no la formularía de otro modo; ahora debo
hablarles de la experiencia acumulada en el intervalo.
Ustedes saben que el psicoanálisis nació como terapia; que
ha llegado a ser mucho más que eso, pero nunca abandonó
su patria de origen, y en cuanto a su profundización y
ulterior desarrollo sigue dependiendo del trato con
enfermos. No pueden obtenerse de otro modo las impre-
siones acumuladas a partir de las cuales desarrollamos
nuestras teorías”. (Freud, 1933) 8

En este texto de hace 64 años, hay dos importantes precisio-


nes, cuyo olvido es factor de muchos enredos epistemológicos que
han inhibido la investigación científica, a la cual se creía atender
confundiéndola con la indagación de los procesos inconcientes
que se hace con el paciente en la sesión. Una es la distinción
entre la terapia y el desarrollo de teorías. La segunda indica
que las teorías se construyen a partir de las impresiones

7
Hay quienes parecen creer que la investigación es algo que pretenden hacer algunos
analistas que perdieron el juicio: tomar una teoría y querer verificarla haciendo
experimentos y manipulaciones con los pacientes. Digo esto porque no hay otra forma
de entender algunas objeciones.
8
El destacado es mío.

129
GUILLERMO LANCELLE

acumuladas que deja la terapia.


Las impresiones que con el tiempo el analista va espontánea-
mente acumulando, determina un tipo especial y muy valioso de
conocimiento, que es el saber de experto, un saber “intuitivo”
que no puede sustituirse con ningún otro. De este saber (“ojo
clínico”) depende en gran parte la suerte de los tratamientos e
importa directamente al paciente o al colega que busca orienta-
ción o supervisión de su trabajo con un profesional más experi-
mentado. El “ojo clínico” es un saber incomparable en la
situación clínica. Pero es un saber del que no se conoce cómo
sabe. En sí no demuestra ni prueba nada. Como conocimiento, no
está a entera disposición de nadie, no es directamente transmisi-
ble, porque ni siquiera es de claro y pleno acceso a quien lo tiene
y lo emplea. Cualquiera puede haber notado que, a veces, cuando
queremos dar cuenta o explicar algo que corresponde a este
saber, nos vemos en figurillas y las explicaciones quedan cortas,
no alcanzan a ser satisfactorias.
Para ser bien entendido, lo que digo es que el “saber de
experto” es indispensable y fundamental, pero que el psicoa-
nálisis además necesita y procura desarrollar, y así fue desde
su creación, otro tipo de saber, el propio del mundo concep-
tual.
Si se repara seriamente en lo mencionado por Freud, que la
“profundización y ulterior desarrollo (del psicoanálisis) sigue
dependiendo del trato con enfermos porque de ahí se obtienen las
impresiones acumuladas a partir de las cuales desarrollamos
nuestras teorías” 9 , se hace evidente que la acumulación de impre-
siones para estos fines debe ser emprendida como una labor
orgánica, programada y sistemática. De tal modo, el registro
del material de sesiones, incluyendo no sólo lo que paciente y
analista dicen, sino también lo que éste siente y piensa en la
misma, es el punto a partir del cual cualquier investigación
empieza bien o falla por la base. La forma, la metodología y los
instrumentos con los cuales realizar esta tarea, es materia de una
dedicación aparte.

II. a. CARACTERISTICAS DE LA INVESTIGACION ACTUAL

9
Párrafo antes citado.

130
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

Lo que define con nitidez la inquietud de los investigadores


psicoanalíticos (y en el seno de la A.P.I. el Standing Research
Committee o Comité de Investigación de IPA), es la clara con-
ciencia de que para ser científica y psicoanalítica, la investi-
gación debe ser simultáneamente fiel a la alta complejidad y
subjetividad de los datos del consultorio analítico y a los
llamados cánones objetivos de la inquisición científica. Tal
conciencia ha sido alcanzada en virtud de vicisitudes históricas
concretas.
En medio del fenomenal desarrollo de corrientes de pensa-
miento y de la expansión del psicoanálisis, en la década del
cincuenta se inicia un nuevo período en la investigación en
psicoanálisis. En alguna medida fue la respuesta al audaz desafío
lanzado por H. J. Eysenck (1952), respecto a que no había
encontrado ninguna evidencia sobre resultados positivos en nin-
guna psicoterapia. Eso estimuló que la comunidad analítica se
diera por aludida (con razón, porque se apuntaba a ella) y
respondiera con una gran cantidad de trabajos que siguieron a
aquella afirmación. La mayoría de ellos adolecía de carencias y
por eso hizo tomar conciencia de los multifacéticos problemas
asociados a la forma de evaluar, a lo que se evaluaba y a quién lo
hacía. Ello determinó la necesidad de que la investigación en
psicoanálisis cumpliera con los cánones que rigen toda investiga-
ción científica 10; razón por la cual la investigación propiamente
dicha en psicoanálisis es, por lo pronto, investigación científica.
Otra nota de la investigación actual en psicoanálisis es, por
supuesto, la de ser psicoanalítica en el sentido de ser “isomórfica”
con el tipo de objeto y de conocimiento que es el psicoanálisis.
Algunas características de la actual investigación psicoanalítica
empiezan a perfilarse en 1950, con el proyecto de la Clínica
Menninger (Topeka), que fue el proyecto de investigación en
psicoanálisis y psicoterapia analítica más ambicioso, tanto tempo-
ral como financieramente, que se ha efectuado hasta ahora. Se
estudiaron los procesos y se siguieron los resultados durante 25
años. La publicación de sus conclusiones empezó en 1986, pero
como la información acumulada en dos décadas y media quedó
disponible, ella dio origen a varios volúmenes de diversos autores

10
Ver la importante nota al pie de la segunda página.

131
GUILLERMO LANCELLE

que la procesaron y elaboraron distintas conclusiones.


Es de notar que en curiosa oposición a los prejuicios corrientes,
a partir de Topeka y precisamente a causa de las críticas que
mereció ese proyecto desde el punto de vista de la metodología
científica, la investigación en psicoanálisis, orientándose a ser
más científica, se hizo también y a la vez más pertinentemente
psicoanalítica.
A partir de aquel año la investigación evolucionó progresiva-
mente pero, más allá de la diversificación alcanzada 11 , empezó a
tener algunas exigencias básicas comunes. Las exigencias actua-
les comenzaron a bosquejarse gracias a las importantes críticas
que se le hicieron a aquel proyecto, debidas a los defectos
metodológicos que empañaron el cumplimiento de sus propósitos.
Así es que el esfuerzo actual se orienta hacia una evaluación
sistemática del tratamiento analítico y en dilucidar cuáles facto-
res, o condiciones, del proceso terapéutico llevan a un buen o
mal resultado. El propósito de investigar no debe influir sobre
los criterios clínicos 12 . Tampoco los procedimientos de inves-
tigación deben afectar el trabajo analítico.
Los tratamientos son responsabilidad exclusiva de los
analistas tratantes. Por regla general, éstos no tienen que
ocuparse de la investigación de sus tratamientos.
Pero, por ser la clínica la fuente del material a investigar
por excelencia, se comprenderá que la investigación analíti-
camente más significativa necesita y depende de la colabora-
ción del clínico. Por lo demás, cuando la investigación tiene
un alto grado de formalización, es de exclusiva incumbencia
de quienes operan como investigadores. Estos no entrecruzan
con los clínicos información ni comentario acerca de los
tratamientos cuyo material éstos han aportado.
Una norma básica universalmente compartida es que la

11
Es imposible tratar en este artículo la diversidad de metodologías empíricas que hoy
en día se emplean, desde estudios naturalísticos hasta los cuasi-experimentales, desde los
cuantitativos a los cualitativos, de poblaciones o la metodología “del caso único”, etc.,
etc. En cambio es más sencillo hacer la distinción entre tipos de investigación analítica
según el objetivo que persiguen, lo cual se trata en el tópico siguiente.
12
Lo cual determinó, p.ej., que en la citada investigación de Topeka, las indicaciones
sobre el tratamiento suministrado a los pacientes (psicoanálisis 22, psicoterapia
analítica 20) fuera una decisión estrictamente clínica.

132
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

investigación comienza sólo cuando el paciente ha abando-


nado la consulta y el analista se sienta a reconstruir la sesión
en su escritorio. En palabras de D. Liberman, “la investiga-
ción se lleva a cabo fuera y después de la sesión”.
La investigación empírica especializada, sistemática y forma-
lizada sobre estas bases, es por regla muy costosa y demanda una
gran dedicación de los investigadores, en ocasiones exclusiva.
(Muchos de ellos, no obstante, acostumbran tener en tratamiento
psicoanalítico a algunos pacientes, queriendo así mantener bien
regulado su “instrumento analítico”).
Eso no quiere decir que el clínico no pueda usar –o no tenga
a su disposición– algunos métodos simplificados de investigación
para el seguimiento del proceso de sus propios pacientes. Luborsky
(1990), por ej., expone en forma simplificada el uso de su instru-
mento (el C.C.R.T., core conflictual relationship themes) para
que el clínico registre y siga la evolución de los fenómenos
transferenciales de un modo complementario al intuitivo que
siempre utiliza.

II. b. TIPOS DE INVESTIGACION SEGUN EL OBJETIVO

Una distinción que debe hacerse es entre la investigación


psicoanalítica propiamente dicha y la investigación en psicotera-
pia que puede resultar interesante al psicoanálisis.

Previamente a considerar los tipos de investigación psicoanalítica, se


puede mencionar algo sobre investigación empírica en psicoterapia.
Algunas de éstas, aunque referidas a psicoterapia en general, también
pueden ser de importancia e interés para el psicoanálisis. Doy algún
sumario ejemplo.
Los estudios de Phillips (1988 y 1992) reúnen varios millones de
tratamientos realizados, sin discriminar su modalidad pero incluyendo el
análisis. Revela lo que llama una “curva de adherencia al tratamiento”.
Ésta muestra que después del primer contacto, cerca de un 50% de los
pacientes abandonan. Entre el segundo y tercero (entrevista o sesión),
un 10% deja de asistir. Después de cada una de las sesiones sucesivas,
se pierde alrededor de un 10% adicional. Sólo el 5% permanece 30
sesiones. El decaimiento es rápido hasta llegar a una asíntota. Sólo el 1
ó 1,5 % pasa la sesión 50, recién cuando pueden ser tratamientos

133
GUILLERMO LANCELLE

psicoanalíticos. Lo que varía en las distintas poblaciones es sólo la


mediana, el promedio y el número de la sesión en que se alcanza la
asíntota, pero no la forma de la curva. Los pacientes de largo término
(siendo una ínfima minoría), utilizan la mayoría del tiempo del terapeuta,
razón por la cual los tratamientos de alta frecuencia son, a los ojos de
éste, los más corrientes y los más apropiados. Es una impresión
distorsionada del terapeuta (citado por J. P. Jiménez, inédito).
Otras investigaciones (Tovian, 1977 y Howard K., Orlinsky D. y Hill
C., 1969), demuestran la evolución de tres grupos diagnósticos, los tres
altamente predominantes también entre nosotros (el de los depresivos,
los ansiosos y el de los trastornos borderline de la personalidad). El
hecho de que las personas que sufren de ansiedad o depresión prolon-
gada, p.ej., sientan que se ha cumplido su objetivo terapéutico al notar
que su padecimiento ha desaparecido en forma confiable, es totalmente
comprensible. También puede entenderse que a los sistemas de presta-
ción, en todo el mundo, les interese ese tipo de criterios. Como analistas,
¿estamos seguros que debemos desestimar de plano esos criterios o,
acaso, estudiar su integración en nuestro marco conceptual de cambios
estructurales?
Otra investigación efectuada conjuntamente por los Departamentos
de Psicoterapia de las Universidades de Stuttgart y Ulm, sobre un total
de 1689 tratamientos efectuados por psicoanalistas de la I.P.A. (datos
recogidos de analistas de Escandinavia, Holanda, Suiza y Alemania),
demuestra la duración de los mismos. A los treinta meses terminaron más
del 95%. Uno de los puntos más significativos de este estudio es que el
78 % de estos pacientes finalizaron el tratamiento a los quince meses, y
que la mayoría de ellos se trataron con una frecuencia de 1 o 2 sesiones
semanales. No es disímil al crecido y creciente número de tratamientos
de 1 o 2 sesiones semanales que predomina en la Argentina presente.
¿Cómo son estos procesos? ¿Difieren cualitativamente del modelo típico
de proceso analítico? El modelo típico de proceso responde a una minoría
de los tratamientos a cargo de analistas y sobre ellos, sin embargo, se
basa la teoría de la técnica, la teoría de los cambios y, por ende, la
formación. Por otra parte hay evidencias de que también terapias más
cortas suelen lograr cambios duraderos. Éstas no debieran ser descarta-
das como meras curas sugestivas de síntomas. En todo caso es un tema
que merece ser especialmente estudiado, tanto por razones teóricas
como prácticas; en el tiempo que se analiza a una persona (un promedio
de 1.200 horas en seis años), un analista hace doce tratamientos de baja
frecuencia.

134
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

La investigación en psicoanálisis propiamente dicha, es la


que tiene especial y específico interés para el analista. Sus
principales áreas son la investigación del desarrollo, la investiga-
ción de procesos terapéuticos y la investigación de resultados.
Las correspondientes a procesos y a resultados son tratados en el
punto inmediato siguiente. La investigación del desarrollo tempra-
no basada en la observación sistemática de lactantes, tiene por
precursora a Margaret Mahler. En este trabajo sólo la menciono,
porque no implica a la experiencia terapéutica analítica en forma
inmediata. En una perspectiva histórica fue la primera que,
ajustándose a una acabada formalización científica, implementó la
observación directa de la relación madre-bebe, para dilucidar el
psiquismo en los primeros meses de vida. Ello nos remite a los
cuantiosos aportes de la obra de Mahler al conocimiento y la
teoría de los comienzos de la vida psíquica. Mahler inauguró un
método que mantiene su ininterrumpido vigor hasta la actualidad
y al cual se debe el trabajo realizado por continuadores del
método. Sobre este tipo de investigación, en el psicoanálisis se ha
planteado la discusión acerca de la relación entre los datos que
arroja la misma y los provenientes del análisis de adultos o niños.
Otra discusión de vital interés es la de su importancia para la
teoría y la clínica analíticas.
Quedaría por incluir la investigación de teorías psicoanalíticas.
A mi juicio, no se ubica en el nivel de inmediatez que tienen las dos
primeras. La investigación de la teoría se efectúa indirectamente,
a través de las del desarrollo, de procesos y la de resultados; por
cuanto al conceptualizar los fenómenos que se observan (o los
hallazgos que aparecen) en el transcurso de éstas, se utilizan
teorías existentes o se enuncian otras en calidad de hipótesis. Así
es que todas ellas ponen de este modo en juego su poder explica-
tivo.
Algo semejante puede decirse sobre la investigación de los
“modelos de trabajo” del analista –(“working model”, término
introducido por Peterfreund, 1983), en el que intervienen su
bagaje teórico y su impronta personal–, por cuanto estas investi-
gaciones son, también, investigaciones de procesos terapéuticos
y, específicamente, de interacciones en procesos terapéuticos.

135
GUILLERMO LANCELLE

I I.b. 1. Investigación de procesos terapéuticos

Es la investigación psicoanalítica por excelencia y, el llevarla


a cabo conjuntamente con la de resultados (relación entre proceso
y resultado), constituye el ideal de investigación psicoanalítica.
David Liberman debe ser considerado como uno de los pione-
ros de la investigación de procesos debido a su sobresaliente
empeño en investigar la práctica analítica, así como por los
instrumentos (grabación) y la metodología con los que lo hizo. Por
eso, quien repare en las características de su trabajo y de los
fundamentos que le ha dado, habrá de apreciar la importancia de
desarrollar este tipo de investigación.
En el tratamiento, el analista investiga el psiquismo del pacien-
te descubriendo los indicios de sus procesos inconcientes. En
cambio la investigación analítica investiga tratamientos: la
interacción paciente-analista. Son dos planos distintos y separa-
dos. Esto se hace después y fuera de la sesión. La investigación
no implica cambio alguno, por mínimo que fuere, en el encuadre,
ni en la técnica, ni en la relación entre paciente y analista, ni en
las modalidades personales del trabajo analítico.
Pero como puede ya observarse en la obra de Liberman, los
resultados de la investigación tienen un importante y potencial
interés para nuevos desarrollos de la teoría, para el mejor cono-
cimiento de la técnica y para el descubrimiento de detalles y
constituyentes “finos” de la práctica analítica (llamados “micro-
procesos”). A través del estudio sistemático de procesos analíti-
cos, la investigación se dirige a un área cuya falta de dilucidación
dificultó ostensiblemente la conceptualización e investigación
analíticas. Me refiero a la compleja relación entre teoría y
práctica, la cual es indefectiblemente mediada por la participa-
ción del analista en el proceso.
La investigación más simple de proceso es la que (con un fin
práctico respecto a un tratamiento) hace un analista toda vez que,
después y fuera de una sesión, recurre a las notas, reconstrucción
o, sobre todo, a la grabación que hizo de la misma, para repasarla
u observarla “de nuevo”, por ej., a título de auto-supervisión. Es
muy elocuente lo que dice Liberman respecto al descubrimiento
del trabajo propio que se opera revisando las sesiones “desde
afuera”:

136
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

“...se nos impone el mejor instrumento que he encontrado,


el análisis de las sesiones, el cuestionarnos si el paciente nos
ha hecho retroceder como terapeutas... o si por el contrario
hemos promovido cambios que trascienden por mucho lo
que creímos estar efectuando.(.....) El análisis de las sesio-
nes nos muestra que muchas veces estuvimos muchísimo
mejor de lo que creímos y otras veces muchísimo más
ineficaces, y aún dañinos. (.....) Otras veces detectamos
diferencias cualitativas. Creímos haber efectuado una ópti-
ma interacción analítica y resulta que terminamos hablando
como el paciente deseó que le hablásemos, que lo que
creímos que fueron “interpretaciones brillantes” pudieron
estar significando confesiones.... apuntalando de esta ma-
nera su organización narcisista y, viceversa, otras veces
que sentimos haber estado mal y que le hemos dicho cosas
al paciente que no debíamos .... porque eran injustas, y sin
embargo resulta un cambio notable en el vínculo y en la
integración personal del paciente.” (1976, pp 91-92)

Entre esa investigación “casera” y la más sofisticada y moder-


na no hay diferencias esenciales, sino de grados de formalización.
Aunque la formalización se convierte en un punto central desde el
punto de vista científico, lo que quiero significar es que “per se”
ella no desnaturaliza ni afecta la naturaleza de la actividad
analítica.
La investigación de procesos se lleva a cabo principalmente a
través de la investigación del intercambio verbal, que son las
huellas que el tratamiento deja. Si se trata de huellas grabadas,
puede agregarse la investigación del intercambio paraverbal
(inflexiones, silencios, tono, ritmo, pausas, énfasis, etc.). Todo
eso está posibilitado por el invento del grabador, cuya utilidad fue
aprovechada al máximo desde la década del 60, por dos analistas
que no tenían noticias uno de otro, H. Thomä en Alemania y D.
Liberman entre nosotros. Piénsese que la parte más importante y
nueva de este último (Lingüística, interacción comunicativa y
proceso psicoanalítico) se debe a sus estudios sistemáticos
sobre grabación de sesiones.
La investigación “casera” o a pequeña escala, propia del
clínico, de unas pocas sesiones o de fragmentos, puede ser
emprendida a partir de la “atención flotante” prestada en la

137
GUILLERMO LANCELLE

lectura de las notas o en la escucha del material grabado. Pero no


es ese un procedimiento aplicable en investigaciones de gran
cantidad de sesiones ni, tampoco, de gran cantidad de detalles
finos (la llamada investigación de “microproceso”). En estos
casos, se necesita contar con métodos explícitos y con instrumen-
tos apropiados que están más allá (aunque en otro sentido también
más acá), de lo que una persona puede percibir, retener y
procesar. –Insisto, para ser bien entendido, que me estoy refirien-
do a cómo investigar procesos de tratamientos y no a cómo
tratar pacientes–. No sugiero que la persona del analista sea
sustituido por nada.
Dicha dificultad (de poder percibir, retener y procesar) es la
que sólo la extraordinaria capacidad de retención, de combinato-
ria, de procesamiento y de síntesis de un Liberman, pudo afrontar
y, con todo, en forma muy relativa. Estimo que esa fue una
limitación con la que él se encontró en su época. Hoy en día
disponemos de instrumentos nuevos. Por hacer una comparación,
los programas de computación diseñados para investigación
psicoanalítica son el equivalente de la grabadora en los años
sesenta.
La investigación de tratamientos psicoanalíticos completos,
como puede suponerse, entraña la superación de las dificultades
derivadas de la enorme cantidad de material clínico correspon-
diente a cada tratamiento. Ese es uno de los principales problemas
desde el punto de vista metodológico y de los instrumentos. En
esta perspectiva, a diferencia de la opinión corriente, “la comple-
jidad y cantidad de variables intervinientes” es un problema muy
especialmente atendido por los investigadores y metodológica-
mente solucionable.
Sintéticamente dicho: una primer dificultad es conseguir y
luego guardar ese material. Una segunda es cómo hacer que sea
accesible. Una tercera es cómo procesar ese cúmulo inimagina-
ble de datos. 13 En tal sentido la “ayuda computarizada” y las
posibilidades que brindan los instrumentos nuevos y específicos
para esta labor, están produciendo un salto cualitativo en materia
de investigación psicoanalítica.
Es obvio que entrar en los pormenores de instrumentos, méto-
dos y diseños de la actual investigación, escapa a los límites de
esta exposición (ver nota al pie).

138
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

I I.b.2. Investigación de resultados de tratamientos psicoana-


líticos.

La investigación de cambios terapéuticos tiene central impor-


tancia para el psicoanálisis como disciplina científica. 14 El cambio
terapéutico (cambio psíquico y no siempre sólo psíquico) es el
acontecimiento de la terapia. Pero el analista no puede darse por
satisfecho con el mero éxito terapéutico.
Necesita además: a) explicar la génesis histórico-dinámica de
las afecciones que trata y; b) explicar cómo y por qué ellas
cambian a lo largo del tratamiento y, si esto no sucede, explicar
por qué y; c) buscar los argumentos a favor de que tales cambios
son “estructurales”. Es decir que también en el orden teórico,
especialmente en teoría de la técnica y en la teoría de la acción
terapéutica, el cambio terapéutico ocupa un lugar clave, desde
que fuera incluido como pieza maestra por Freud (1927).
El cambio estructural no puede ser una excusa para desenten-
derse de la existencia real de cambios psíquicos. Es cierto que la
intuición del analista puede captar cambios importantes que son
difícil de describir. Pero ello es muy inseguro y no puede dársele
ninguna validez argumental. Sabemos que muchas conceptualiza-
ciones espléndidas acerca de los logros de un análisis, puede
desplomarse por completo ante un seguimiento (follow up) prolon-
gado del paciente.
El concepto de cambio estructural se refiere a una calidad

13
El principal intento efectuado hasta ahora, es la creación de una base de datos (The
Ulm Textbank) con la transcripción de decenas de tratamientos psicoanalíticos
efectuada según estrictas reglas de transcripción . Los que no están completos reúnen
una mayoría de sesiones. Este banco de datos está abierto a investigadores de todo el
mundo. A su vez se debieron crear herramientas para operar con dicha base. Son
instrumentos para el análisis de textos pero especialmente diseñados para psicoanálisis.
En la actualidad, uno de los puntos donde está concentrado el esfuerzo es en la prueba
y perfeccionamiento de programas de análisis de textos.
El Dr. J. P. Jiménez, actual presidente de la Sociedad Psicoanalítica Chilena, ha hecho
una investigación en Ulm, dentro de los cánones citados (1989) que puede ser ilustrativa
para el lector.
14
El interés actual en demostrar con resultados la utilidad del tratamiento, argumento
legítimo y necesario para defender el ejercicio de la profesión analítica, lamentablemen-
te puede eclipsar la significación esencial del cambio terapéutico, desde puntos de vista
clínicos, técnicos y teóricos.

139
GUILLERMO LANCELLE

distintiva de rendimiento terapéutico, condición y garantía de


cambios genuinos y estables. Desde ya que no reemplaza sino que
supone resultados perceptibles, subjetiva como objetivamente: en
los síntomas, en los rasgos de carácter o en la personalidad.
Quiere decir que siempre la condición de partida tiene que incluir
“observables”, de la naturaleza que fueran. Uno de los desafíos
más interesantes estriba en ligar los observables con la distintiva
calidad psicoanalítica de estructural, que es un concepto. Se
trata de un problema no resuelto.
Uno de los primeros y más importantes pasos a dar (a esto
sería bueno abocarse con pasión !!), es la tarea de buscar y
establecer indicadores empíricos –sean clínicos, lingüísticos, pro-
yectivos, fonológicos, expresivos, etc.– de cambios estructurales;
a la tarea de traducir el concepto “cambio estructural” en
redefiniciones operativas, como supo Liberman hacerlo con tan-
tos otros. Estos esfuerzos creativos y metodológicamente riguro-
sos, que propiamente competen al psicoanalista, permitirán acce-
der a lo que nos importa: determinar si los cambios terapéuticos
logrados, corresponden o se acompañan de modificaciones de las
estructuras psicológicas inconcientes con las que nos manejamos
conceptual y técnicamente. Dichos indicadores pueden ser pro-
venientes del paciente, del analista, de la interacción entre ellos
o quizá también de terceros fuera del tratamiento si éste ha
finalizado.
Me aventuraría a decir que habrá que pensar en: a) combina-
ciones o series de observables, por un lado, y b) en la noción
conocida de que “la estructura se define por sus funciones”, por
el otro.
En cuanto a a), se puede pensar en hacer combinaciones o
formar series, con los múltiples observables recogidos con deter-
minados instrumentos, p. ej., un conjunto de cuestionarios que, en
los mismos períodos de tiempo, responde el paciente y otro
conjunto el analista (como en el “Proyecto Multicéntrico” 15).
Otras posibilidades son las abiertas por las entrevistas
semiestructuradas post-análisis o el estudio periódico de sesio-
nes. Anteriormente hubo intentos con pruebas psicológicas y
proyectivas.
En lo que concierne a b), me refiero a la evaluación de las
funciones psíquicas cuyo desarrollo paulatino es facilitado por
un tratamiento analítico. A la evaluación de funciones “clásicas”

140
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

(cambios en el superyo, en el ideal del yo, etc., o flexibilización de


las funciones de un yo idealmente plástico, Liberman 1974),
pueden agregarse otras tales como nuevos desempeños lingüísti-
cos adquiridos por el paciente; desarrollo de talentos o capacida-
des; modificaciones estables en la percepción de sí-mismo; cam-
bios cualitativos en las funciones defensivas; etc.
Pienso en la posibilidad de descubrir correlaciones significati-
vas entre series de observables y desarrollo de funciones,
correlaciones que podrían ser el substrato de lo que llamamos
cambio estructural.
Se puede ilustrar esta idea con una actividad de nuestro medio,
como es el Proyecto Multicéntrico. Los cuestionarios empleados
en este proyecto, evalúan áreas diferentes del psiquismo. Unos se
refieren al aspecto sintomatológico y rasgos de carácter (neurosis
de carácter), y otros a funciones psíquicas concernientes al área
narcisista, a modalidades del funcionamiento de la personalidad,
a vínculos familiares y sociales, etc. Así se reúne una enorme
información sobre cada tratamiento y su evolución periódica.
Mediante la utilización de programas especiales de “software”, es
posible hacer cruces de variables que permitan constatar si es
correcta la hipótesis de que el cambio sintomatológico y de
carácter (mejoría sintomática) se correlaciona con el estableci-
miento o afianzamiento de los grupos de funciones psicológicas;
cómo se correlacionan y, si no lo hacen, cuáles son las condiciones
generales e iniciales que se dan, cuando ello no sucede.
Por razones distintas y superpuestas, ocurre que el problema
de los resultados o de los cambios terapéuticos es de los que
interesan conjunta y muy especialmente al psicoanálisis como
ciencia tanto como al teórico del análisis, al clínico como al
público, al paciente como a la población. Su estudio es motivo de
acentuados y múltiples esfuerzos. Muchas reuniones internacio-
nales de trabajo se destinan a ese fin. Así ocurrió en febrero de
1996, en una reunión internacional organizada por la Universidad
de Stuttgart, a la que asistieron analistas invitados de todo el

15
Estudio Multicéntrico de Resultados de Tratamientos Psicoanalíticos. Es un proyecto
inicialmente promovido por los Dres. Horacio Etchegoyen y Horst Kächele a partir del
Congreso Internacional de Buenos Aires de 1991. Se está trabajando activamente en él
en Buenos Aires, Montevideo, Pelotas y Porto Alegre. Actualmente es auspiciado y
sostenido por la Asociación Psicoanalítica Internacional.

141
GUILLERMO LANCELLE

mundo.
En esa ocasión, al describir la situación de Argentina –y
América Latina en general– dijimos lo que transcribo y que hoy
me llama a una reflexión que hago a continuación de esta cita.

Buenos Aires, que tuvo su Asociación Psicoanalítica filial de la Int.


Psycoanalytical Association en 1942, fue el epicentro del área sur de
América Latina (Chile, Argentina, Uruguay y sur de Brasil), área que es
un polo de considerable actividad psicoanalítica en el panorama interna-
cional. Prácticamente es, hasta ahora, la forma de psicoterapia que ha
preponderado casi absolutamente. Durante 50 años, los tratamientos
analíticos, dejando aparte las psicoterapias dinámicas de centros de
psiquiatría dinámicos hospitalarios –más un training pre-analítico que
una aplicación experta del psicoanálisis–, se enmarcaron exclusivamente
en la práctica privada y se caracterizaron por la frecuencia de al menos
3 sesiones semanales y la duración entre 4 a 10 años o más.
Las personas tratadas en todo ese lapso (principalmente sectores de
la clase media y universitarios), suman una cantidad indeterminada-
mente grande. Sin embargo, dicha experiencia no está traducida en
datos ordenados, aprovechables y disponibles para la investigación,
como hoy se esperaría. Como en tantos otros países, tampoco existen
estudios medianamente sistemáticos sobre la indicación, ni sobre las
deserciones o fracasos, ni sobre resultados comparables. Esto siempre
suena como un desperdicio; pero en Latinoamérica, con tanta cantidad
de tratamientos realizados durante tantos años y con características
aparentemente tan homogéneas, esta falencia es una verdadera lástima.
(Difícilmente ha habido una experiencia similarmente valiosa en otra
parte del mundo. Seguramente es única y está fatalmente perdida). Pero
hay que aceptar el hecho de que ésas no son las dimensiones por los
cuales los analistas se interesaron tradicionalmente.
Hubo, en cambio, un fuerte interés heurístico plasmado en muchas e
importantes contribuciones, teóricas y clínicas, de numerosos y desta-
cados autores. Un hecho positivo como ése trae, secundariamente, el
problema de una pluralidad de enfoques explicativos, que ante la falta de
procedimientos e instancias probatorias consensuados y compartidos,
disminuye su valor por parecer una mera cuestión de preferencias
subjetivas.

REFLEXION

142
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

Visto desde ahora (lo cual es fácil), podría ser considerado


como un gran error histórico. En todo caso lo que tendría valor es
admitir y reconocer el hecho, con vista a una enmienda que,
aunque no fácil, todavía parece posible. Porque:
¿A quién puede interesarle una práctica psicoanalítica que no
muestra resultados o que, bajo pretextos epistemológicos o de
discreción, tiene una fuerte negativa a hacerla pública para, así,
poder ser justipreciada? Me doy cuenta que hacer este duelo es
difícil, ¡pero no hacerlo es inquietante! Por ejemplo, es preocu-
pante el hecho de que la formación de los futuros analistas sigue,
en este sentido, la misma tradición. Hay institutos en la Argentina,
donde ni siquiera se hace lo que en otros: estudiar y ensayar
formas de evaluar resultados de los tratamientos a cargo de los
candidatos, en los centros correspondientes de atención (ver
Bachrach y col., 1991).
No obstante, quizá algunos estimen que las cosas pueden
seguir igual. Lo que no podemos es que resulte creíble el argu-
mento de que en miles de horas y con decenas de miles de pesos
procuramos “cambios estructurales”, que no saben traducirse ni
manifestarse en lo único que a la gente le interesa y con razón:
curar su padecimiento de inhibición, síntomas o angustia; sentirse
vivos y reales; experimentar que su vida tiene un sentido y que
merece ser vivida; resolver mejor sus conflictos con los semejan-
tes y vivir en relaciones de respeto y colaboración; tener proyec-
tos y esperanza; ser capaz de sentir alegría sin euforia y tristeza
sin depresión; encarar la ambición, la competencia y la culpa de
modos más frontales y menos catastróficos para sí mismo y para
los demás; enfrentar la finitud y el dolor de maneras menos
catastróficas para la autoestima; sentir cualquier forma de aflic-
ción como tal y no sufriéndola psicosomáticamente sin saber.
El “cambio estructural” es un concepto valioso y específico del
psicoanálisis. No es una consigna paralizadora del pensamiento
clínico, sino un estímulo y un desafío para ejercerlo.
Esta reflexión lleva al siguiente punto, por más que cueste o
duela.

III. CONSIDERACIONES, OBJECIONES, RESISTENCIAS Y RACIONALI-


ZACIONES

143
GUILLERMO LANCELLE

Llevar adelante la investigación implica, en cualquier discipli-


na, afrontar continuamente la superación de dificultades. Todo
avance es provisorio y sometido a crítica. Eso da lugar a nuevos
proyectos que traen nuevos avances, los que a su vez son
corregidos, rectificados o complementados con otros diseños,
métodos o instrumentos. Es la rutina del mundo científico y no de
otro modo puede suceder en nuestro campo.
A lo largo de este recorrido se han mencionado algunas clases
de problemas que suscita la investigación en psicoanálisis, las
condiciones básicas a las que han de ajustarse los procedimientos
y los modos de encararlos. Muchos de ellos son dificultades
inherentes a la situación analítica, fuente principal de nuestros
datos. Otros se derivan de la simultaneidad de variables,
problema propio de las ciencias psicosociales en general. Los
investigadores psicoanalíticos son concientes de todo ello. No
hace falta que nosotros, clínicos, sigamos insistiendo en repetir lo
que es sabido. Más aún, puede afirmarse que en el día de hoy la
investigación psicoanalítica está abocada, precisamente, al
desarrollo de metodologías e instrumentos que sean apropia-
dos para “hechos psicoanalíticos”. Esta es la discusión actual,
a la cual los analistas clínicos podríamos contribuir con conside-
raciones y observaciones de nuestra competencia.
Eso supone dejar de usar el cuestionamiento con fines defen-
sivos frente a una actividad que, cuanto más se desconoce, mayor
inquietud despierta. Lamentablemente es todavía escaso el núme-
ro de clínicos suficientemente informados como para hacer esta
clase de aporte.
La investigación psicoanalítica más significativa depende y
necesita de la colaboración indispensable del clínico. Una es
por la razón que acabo de dar: el aporte de sus observaciones. La
otra, no menos importante, es que el clínico y sólo el clínico es
quien puede proporcionar el material de estudio a investigar.
Aclarado lo anterior, habría que saber distinguir y separar ese
tipo de problemas inherente a investigar, por un lado, del
obstáculo representado por determinadas actitudes típicas de
muchos analistas. Estas actitudes seguramente responden a com-
plejas motivaciones que podrían agruparse, al parecer, en: a)
factores cognitivos y culturales y, b) factores emocionales.

144
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

Culturales. Por un lado, hay una enraizada tradición post-


freudiana, en principio no tanto opuesta como ajena a la investi-
gación científica. Freud fue un hombre de cultura humanista,
estudioso de los clásicos, un escritor con singulares virtudes
literarias, un científico de formación rigurosa. Inventó y desarro-
lló el psicoanálisis con todo lo que él era. Se ocupó de que el
psicoanálisis que inventaba tuviera una base y una organización
científica. A la vez, lo que inventaba respondía al alma humana y
su mundo y por eso debía tomar de las humanidades –y no hubiera
podido ser de otro modo– sus demás componentes esenciales.
Así, esta disciplina peculiar es polifacética en su mismo quehacer.
Es cierto, el psicoanálisis no es pura ciencia; tampoco es puro
arte, ni pura hermenéutica, ni pura mayéutica, ni pura terapéutica,
ni literatura pura.
Históricamente hubo luego un apartamiento de lo científico,
que es una de sus raíces. Luego de la segunda guerra, el
apartamiento derivó en oposición a lo científico de algunos
sectores, que ya es una ideología.
Hoy vemos por ejemplo, cómo el “lacanismo” está mucho más
cerca de ser un movimiento misionero (con actitud de “verdadero
saber” desde la cual se “explican” los otros), que un saber
analítico que recoge los talentosos aportes de J. Lacan. Una vez
despertado, el extremismo se puede extender en cualquier direc-
ción. Un análisis “cientificista” sería tan disparatado como uno
“lacanista”.

Emocionales. Entrelazado con esta tendencia (a la oposición


apriorística a la investigación) opera el factor emocional, mucho
más decisivo y también más complejo, porque se intrincan fenó-
menos que pertenecen a la psicología individual y a la social.
D. W. Winnicott (1989), en excelente síntesis, describe este
factor emocional con meridiana claridad: “Dar cuenta del material
analítico es difícil. En primer lugar está la enorme tarea de
recordar y escribir lo trabajado durante la sesión. En segundo
lugar está la cantidad de material y la dificultad para elegir de él.
Y en tercer lugar, los analistas parecen tener una especial
dificultad para registrar lo que ellos mismos dijeron.” (...) “
... a los analistas con una moral analítica rígida que no permiten
el contacto, mucho de lo que ahora estamos describiendo les pasa
inadvertido (...) nunca se enteran de que ellos tienen una leve

145
GUILLERMO LANCELLE

sacudida cuando se adormecen por un momento o su mente


vagabundea (como suele ocurrir) en alguna fantasía propia. Es el
equivalente de una falla para sostener (...) la mente ha abandona-
do el paciente.” Y consecuente consigo mismo agrega: “... decidí
escribir lo que yo había dicho en la sesión, ya sea que me
gustase o que me sintiera avergonzado de ello.” 16
Hay que recalcarlo: vergüenza de mostrar (dar a conocer) lo
que hemos dicho y de mostrárnoslo a nosotros mismos. No me
cabe duda que el avergonzamiento es el verdadero y principal
motivo de tanta reserva en torno del material que, como el
grabado, nos expondría en forma personal. 17 Es lo que lleva a
utilizar argumentos y cuestionamientos en forma defensiva, lo que
en psicoanálisis se denomina racionalización.
Sabemos que la vergüenza y la humillación tienen raíces
inconcientes. En la dimensión inconciente de esas raíces, la
intimidad y reserva de la situación analítica, bien se presta a ser
equiparada a las actividades que en la infancia se volvieron
“secretas”, para evitar la desaprobación social.
A diferencia de lo que hizo Winnicott en el libro mencionado,
el material clínico que damos a conocer por la expresión escrita
o hablada (y cuánto más en alguna “supervisión pública” !!) es la
“versión revisada, corregida y aumentada” por el autor, aunque
también simultáneamente disminuida –censurada– por la supre-
sión de “partes que no importan” (ver nota sobre la segunda
censura).
Para mayor complicación, tal fantasma de “lo secreto” usual-
mente es robustecido por la colaboración del mundo externo, p.
ej., cuando las prototípicas frases como “no seas tonto” o “eso no
se hace”, resuenan o tienen réplica en ciertos hábitos institucio-
nales del intercambio societario: “habría que haber interpreta-
do...” ; “eso se explica mejor así....”; “ese modo de ver no
tiene en cuenta...”; “falta incluir algo muy importante que

16
La bastardilla es mía.
17
Hablando de la “segunda censura”, Sandler (1985) escribe: “...La evitación de la
vergüenza y la humillación se origina tempranamente en la vida, cuando el niño comienza
a sustituir el fantaseo conciente con juegos que encuentran desaprobación social. Así se
establece la diferencia entre lo que se puede hacer en secreto y lo que se puede permitir
que otros vean...”. La directiva: “no seas tonto” es una de las prohibiciones sociales más
poderosas de la infancia, y el temor de ser “tonto” o “estúpido” es profundo.

146
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

dice fulano....”, cuando no el incisivo: “es por la contratransfe-


rencia no analizada”, “eso no es profundo” o, peor, “eso no es
análisis”. (Por supuesto que siempre lo que “falta” es “importan-
tísimo” y “elemental” a la vez !!; lo explica todo). 18

En mayor o menor medida el “material clínico” que aparece en


público tiene los retoques, aditamentos y adaptaciones preventi-
vas a estas reconvenciones. Desde ya que esto crea no sólo
graves obstáculos que impiden (o hacen muy difícil) investigar la
práctica o a usar transcriptos, sino que sencillamente impiden
confiar en el material que sustentan las discusiones clínicas.
En virtud de lo anterior y para ser consecuentes, tendríamos
que preguntarnos seriamente –mutatis mutandis– qué clase de
escuchas somos los analistas, o nuestras sociedades, para nues-
tros pares y para quienes están en formación. Pareciera que
somos más propensos al “deber ser” que a enterarnos paciente-
mente de qué y cómo es lo que se nos muestra; más propensos a
decir que a preguntar; a saber que a sorprendernos. Por otra
parte, tampoco enseñamos con el ejemplo, porque no mostramos
ni dejamos ver cómo trabajamos en la sesión, tal cual como ésta
sucedió (al revés del ejemplo citado de D.W.W.), “sea que nos
guste o que nos avergüence.” Es muy problemático el hecho de
que un analista, a medida que pasan los años y va sumando
experiencia, menos muestra cómo trabaja. La formación en
nuestros institutos se hace sobre la base del trabajo de los colegas
en formación.

18
No pongo este énfasis con un afán crítico sino para resaltar lo problemático que resulta
la falta de una sistemática que es necesaria, incluso, para disentir. En el mundo de la
investigación psicoanalítica el disentimiento se considera de otro modo. Se trata de un
desarrollo de los últimos veinte años y ha partido del estudio del hecho comprobado de
que, efectivamente, los analistas aprecian las cosas en forma diferente. Evidentemente
que la pugna entre puntos de vista distintos que se alzan en la consideración de un mismo
material, por ejemplo, no es una manera de afrontar ni mucho menos de resolver la
cuestión del consenso. En los estudios que menciono se aceptan estas diferencias como
irreductibles en varios sentidos y se las estudia. Irreductibles, por ejemplo, porque la
orientación teórica tiene un marcado impacto en el modo en que se trabaja con los
pacientes. También porque cada uno reacciona de distinta manera al mismo material.
En consecuencia se proponen alternativas a la pugna entre “evidencias subjetivas”, las
que convergen en el planteo acordado de distintas formas de estudiar, cómo se hacen las
diferencias y por qué. Ver Seitz 1966, Dahl y col. 1978, Peterfreund 1983, Pulver 1987,
Thomä y Kächele 1989, Kächele 1995.

147
GUILLERMO LANCELLE

Sandler y Sandler (1985) se preguntan por qué el material


desgrabado de las sesiones de otros analistas tan a menudo da la
impresión de que son realmente muy malos analistas. No creo que
sea por la falta de afectos, énfasis, tono, etc., porque estos
componentes se pueden apreciar en las grabaciones que, sin
embargo, causan idéntica impresión. Pregunto: ¿existe algún
tratamiento correctamente encaminado desde el punto de vista
psicoanalítico (los que no, pueden ser divertidos y se interrumpen)
que no tenga muchísimos momentos que parecen “tontos” y
resultan aburridos o pesados? Si queremos ser un poco objetivos
y científicos, tomemos en cuenta este dato infaltable en la prác-
tica. ¿Cómo se explica este fenómeno? – Entiendo que el aburri-
miento o la pesadez son formas de manifestarse del “factor
temporal” 19 del psicoanálisis. El factor temporal se trasunta por
ejemplo, en el hecho de lo prolongado que requiere ser el trata-
miento analítico, por el inevitablemente lento proceso de elabo-
ración que lo vertebra. Este silencioso y trascendental proceso,
no se trasmite ni se refleja en ninguna viñeta o ejemplo clínico, por
detallado que sea. Su presencia se refleja indirectamente en el
carácter tedioso de buena parte de las reproducciones, si son
fielmente reconstruidas o grabadas. Este tedio tiene que ser
incluido en nuestros informes y superado, no suprimido ni oculta-
do.
En contraste, claro que son más atractivos y excitantes los
chispazos de ingenio explicativo, los arrebatos literarios que
adornan nuestros ejemplos !!. Pero éstos burlan algo esencial: los
tratamientos no son así. Por otra parte, pasado el “lucimiento”,
¿para qué querer y a quién sirve, un psicoanálisis de firulete
escriturístico, ajeno a curar y a demostrar, a ordenar un saber
clínico, psicopatológico y técnico, a comprender el acontecer
psíquico que trata y a explicarlo?
Es una gran incoherencia la de quienes proclaman un psicoa-
nálisis de hermenéutica pura, analizadores del “texto” del pacien-
te. Debiendo ellos ser por eso proclives a presentar el texto con
indomable fidelidad, lo retacean y lo descalifican por literal (sic).
Un texto es lo que es, no es una fuente de donde servirse frases
a elección, para hacer juegos de palabras.

19
D. Winnicott, obra citada.

148
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

No desconozco ni quiero disminuir la importancia y utilidad de


la “viñeta clínica” o del “ejemplo clínico”. Están entre los que
conocemos y usamos de ordinario para estudiar, conocer y
compenetrarnos de los trabajos y obras analíticos en general.
Alternándolos y combinándolos con la conceptualización clara, es
una de las formas más valederas de transmisión de conocimiento.
Pero para que la vigencia, valor y legitimidad de dichos recursos
no sean cuestionables, hay que reconocer sus limitaciones y su
campo específico. Siendo tan complejo nuestro objeto de estudio,
todos los recursos tienen sus alcances y sus limitaciones. Razón
de más para hacerlos complementarios, no excluyentes.
Hay otro argumento típico usado defensivamente (racionaliza-
ción). Todos escuchamos decir que es muy arduo establecer,
explicar, describir y trasmitir cómo es lo que hacemos en la
práctica con un paciente –y más arduo todavía prescribirlo como
técnica–, porque esa es la parte artesanal del análisis. Desde
ya que el aspecto artesanal de la tarea tiene especial relevancia
y se mantiene (se mantendrá siempre) con interrogantes. Pero
hay formas de cerrar los interrogantes y formas de mantenerlos
inquieta pero productivamente abiertos. Es preferible lo segundo,
sin lo cual no habría historia del conocimiento, ni filosofía, ni
análisis, ni ciencia.
Liberman, por ejemplo, era de los que manejaba el arte de
mantener a los interrogantes científicamente abiertos. Creo que
él se refería a una parte de esa artesanía, p. ej., cuando decía que
el analista:

“...debe tener capacidades de desempeños lingüísticos...


para poder encodificar (es decir, formular interpretaciones
al analizando) por medio de las combinaciones sintácticas
más adecuadas al estado del analizando como interlocutor,
suponiendo que las infinitas combinaciones que constituyen
la sintaxis de la “lengua” permitan elegir las que mejor
hagan llegar al analizando los sentidos y significados que
éste inadvertidamente nos ha hecho saber” (1976, p. 89).

Esta cita, por supuesto, se refiere sólo a una parte de lo que


significamos como artesanía del analista. Sin duda; pero lo men-
ciono para indicar que de este modo se avanza mucho más, que
escudándose diciendo que el analizar es artesanal y punto. En

149
GUILLERMO LANCELLE

todo caso, poco habría que objetar si quien habla de artesanía


mostrara (al igual que muchos artesanos) cómo hace su artesanía:
que tipo de artesano es 20. Pero a menudo sucede que el efecto de
invocarla es esotérico. Y suele ocurrir, que a continuación, se
espera que un supervisado venga...... a mostrar sus sesiones con
un paciente.

IV. COMO CONCLUSION

Entre psicoanalistas la cuestión del cómo investigar, incluso de


qué es investigación, continúa aventando la discusión en distintos
sentidos. El tenor de muchas discusiones sería muy distinto, como
en efecto lo es, cuando y si en lugar de basarse en la falta de
información, se sustentara en el conocimiento de los esfuerzos y
el progreso logrado en estas décadas. Hay una historia de las
dificultades que, a medida que se presentaron, estimularon mu-
chas iniciativas de superarlas. El diálogo fructífero impone que
esta historia sea conocida. No se puede empezar ni repetir todos
los días lo mismo.
La investigación empírica es, quizá, el esfuerzo más reciente,
pero a la vez el más orgánico, para superar las dificultades del
psicoanálisis, para verificar sus hipótesis y responder a las obje-
ciones de la epistemología actual, salvando el dilema: hermenéu-
tica vs. positivismo.
Me doy cuenta que, junto con el lector que me ha seguido, me
he internado en una exposición no exhaustiva ni completa. Me
gustaría agregar un comentario final, más para terminar de iniciar
bien esta exposición, que para completarla.
Puede ser que cierto eclecticismo sea una “deformación pro-
fesional” de algún investigador psicoanalítico o que, en principio,

20
Hay una apasionante y entre nosotros desconocida bibliografía que trata el aspecto
artesanal del trabajo analítico. Trabajos de Bowly, Peterfreund, Spence, Sandler, etc.,
son algunos de los que contienen estudios llamativamente sutiles y a la vez sistemáticos
sobre la contribución del analista al proceso. Sobre el modo como sus esquemas, teorías,
esquemas de trabajo, sensibilidad personal y experiencias, interactúan con las disposi-
ciones del paciente para dar lugar a los fenómenos que llamamos “transferenciales”. Una
de las consecuencias de estos estudios, es la formulación de “modelos de procesos
psicoanalíticos”. El lector puede encontrar el desarrollo de esta temática, p. ej., en un
muy recomendable trabajo de H. Kächele, 1995. Ver bibliografía.

150
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

parezca ecléctica la postura de esta exposición. En realidad no


abrigo posición alguna de eclecticismo teórico ni técnico. No creo
que todas las teorías psicoanalíticas son iguales. Sí creo que hay
muy buenos analistas que lo son a pesar de desarrollos teóricos
estrechos, y fallas notorias en analistas munidos de teorías con-
vincentes. Esto quiere decir que hay una distancia entre la teoría
y la práctica, pero también que hay una relación. La teoría incide
en el modo de afrontar la comprensión del paciente y, a la inversa,
ésta puede ser peor o mejor reflejada en la construcción teórica.
Pero afirmaciones como la que estoy haciendo, no debiéramos
seguir encarándolas como una cuestión de principios. Así, la
confrontación entre facciones teóricas no tiene final. Lo que me
ha llevado a atender el mundo de la moderna investigación, es la
insistencia de ella en hacer lo que yo creo que es importantísimo
en psicoanálisis: investigar la práctica. No lo que decimos que
hacemos, sino lo que hacemos. Yo sé que esta perspectiva
despierta profundas inquietudes de ser cuestionada. Pero ésta es,
en todo caso, una deformación profesional o una formación
caracterológica que tenemos los clínicos: creer que la evidencia
subjetiva es la mejor, o la única.
Espero finalmente, haber aportado información y opinión sufi-
cientes como para continuar y alimentar un diálogo. Lo cual
quiere decir que éstas son respuestas a muchos comentarios,
reacciones y críticas que he recogido en la vida institucional.
La reflexión y, en todo caso, las respuestas, que ahora sean del
lector.

RESUMEN

El objeto de estudio de la actual investigación empírica en psicoa-


nálisis es los tratamientos analíticos y no la investigación de pacien-
tes, propia del clínico. Luego del sesgo de investigador que Freud tuvo,
la falta de discriminación entre método de tratamiento y de construc-
ción teórica ha creado insuficiencias en la organización científica del
conocimiento analítico. De tal modo, la fecundidad en generar teorías
ha desembocado en una crisis de la teoría. Las consecuencias se
evidencian en distintos planos, desde la formación, el clima de las
sociedades, hasta la crisis actual del psicoanálisis. Este manojo de
cuestiones relacionadas, prepara un próximo gran debate del análisis
actual que definirá su futuro. La investigación es una de las más

151
GUILLERMO LANCELLE

importantes fuentes de respuestas a estas cuestiones. La necesidad


de defender la profesión hace perder de vista su importancia intrínseca
para el análisis.
Para ser científica y psicoanalítica, la investigación debe ser simul-
táneamente fiel a la alta complejidad y subjetividad de los datos del
consultorio y a los cánones de la inquisición científica. Hay dificultades
“objetivas” en investigación en psicoanálisis, que son metodológica-
mente solucionables. Hay reparos culturales y emocionales de los
analistas, fuertemente racionalizados. La mayor dificultad es la resis-
tencia a mostrar lo que se hace, porque la investigación analíticamente
más significativa, la investigación de procesos terapéuticos y de
resultados, depende de la indispensable colaboración del clínico.

SUMMARY

The current empirical and sistematic research in psychoanalysis


pursuits to investigate analytic treatments and not patients, as clinicians
do. The lack of discrimination between treatment and research methods,
has created deficiencies in the scientific features of the analytical
knowledge. In such a way, the fruitfulness in generating theories has
flawed into a crisis of the theory. The consequences of this are evident
in diferent areas, from the analytical training, the climax of our societies,
to the present crisis of the psychoanalysis.
This bundle of related issues is preparing the next great debate in
psychoanalysis, which will define its future. The research field is one
of the more important spring of answers to these questions.
In order to be analytic and scientific at same time, the research must
respond to the high complexity and subjectivity of the data of the
consulting room, as much as the canons of the scientific inquiry.
There are “objective” difficulties in research, wich are methodo-
logically possible to surpass it. On the other hand, there are “subjective”
objections, which are matter of complicated rationalizations of the
many analysts.
The main difficulties is the resistences of analysts to point out how
they work in practice, because process and outcomes therapeutical
research, depend on the colaborations of clinicians.

BIBLIOGRAFIA

152
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

B ACHRACH , H. M. ET AL . (1991) On the efficacy of psychoanalysis. J. Amer.


Psychoanal. Ass. 39: 871-916.
D AHL , H.; R UBINSTEIN , B. & TELLER , V. (1978): A study of psychoanalytical
clinical inference as interpretive competence and performance.
Proporsal to the Fund for Psychoanalytic Research.
E YSENCK , H. (1952) The effects of psychotherapy: an evaluation. J.
Consulting Psychology 16: 319- 324.
F REUD , S. (1918) Historia de una neurosis infantil. Amorrortu Ed.. Vol
XVII pp 1-111. Buenos Aires.
F REUD , S. (1927) Epílogo a ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?
Amorrortu, vol. XX, pp 235-242. Buenos Aires.
RESUME

Actuellement, l’objet d’étude de la recherche empirique en


psychanalyse sont les traitements analytiques, et non la recherche sus
des patients, propre de la clinique. A partir du caractère scientifique du
travail de Freud, l’absence de différenciation entre la méthode du
traitement et la construction théorique, a provoqué des insuffisances
dans l’organisation scientifique du savoir analytique. Ainsi, la fécondité
de la création de théories a abouti à une crise de la théorie, dont on
perçoit les conséquences à plusieurs niveaux: depuis la formation et
l’ambiance dans les sociétés, jusqu’à la crise actuelle de la
psychanalyse. Cette ensemble de questions liées entre elles, prépare
le terrain pour un grand débat prochain qui va définir le future de la
psychanalyse. La recherche est une source importante de réponses à
ces questions. Le besoin de défendre la proffession fait perdre de vue
son importance intrinsèque pour l’analyse. Pour être scientifique et
psychanalytique la recherche doit rester fidèle en même temps à la
haute complexité et subjectivité des données du cabinet, et aux règles
canoniques de l’inquisition scientifique. Dans la recherche
psychanalytique, on se heurte à des difficultés “objectives” qui peuvent
se résoudre méthodologiquement. Il existe des réticences culturelles
et émotionelles de la parte des analystes, fortement rationalistes. La
plus grande difficulté réside dans la résistance à montrer ce qu’on fait,
du moment que la recherche la plus significative analytiquement, celle
des processus therapeutiques et de résultats, dépend de
l’indispensable collaboration de la clinique.

153
GUILLERMO LANCELLE

F REUD , S. (1933) Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanáli-


sis. Amorrortu, vol. XXII pp 1-168. Buenos Aires.
F REUD , A. (1972) Child Analysis as a sub-speciality of Psychoanalysis.
Int. J.of Psycho-anal. 53:151-156.
G OLDBERG , A. (1980) Advances in Self Psychology. I.U.P. N.York 1980.
G REEN , A. (1996) What kind of research for psychoanalysis? . International
Psychoanalysis. Newaletter of I.P.A.
J IMÉNEZ , J. P. (1989) La modificación de la reacción a las separaciones
como indicador de cambio psíquico. Congreso Internacional de
Psicoanálisis. Roma. 1989.
K ÄCHELE , H. (1991) Investigación Psicoanalítica: 1930-1990. Revista
Chilena de Psicoanálisis, nº 9. Santiago de Chile, 1992.
 (1995) Aspectos clínicos y científicos del modelo de proceso
psicoanalítico de Ulm. En Psicoterapia Focal. Comp. Defey D.
Elizalde J.H., Ed. Roca Viva, Montevideo, 1995.
L ANCELLE , G. (1991). El cambio psíquico en la investigación psicoana-
lítica. Publicación del Simposio APdeBA 1991.
 (1992) Is Research Work compatible with the Interests of Clinicians
about the Transference? I.P.A. Standing Conference on Research.
London, March 19-21 /1992.
 (1992) La relación entre el trabajo clínico y la investigación. Biblio-
teca de la APdeBA, discutido en Ateneo Científico. Publicación del
Simposio.
 (1993) Indagación de conceptos teóricos y técnicos de Winnicott en
el material clínico de Sostén e Interpretación - Un bosquejo de
investigación empírica. Enfoques Teórico-técnicos sobre
D.W.Winnicott - T.1. Fundación Winnicott. Montevideo.
 y col. (1994) Exploración del uso complementario de dos métodos:
el C.C.R.T. (Luborsky) y el D.S.E.A. (Diálogo Simétrico entre Ana-
listas). S.P.R. - Cap. L.Amer. Society for Psychotherapy Research
Santiago de Chile.
L ANCELLE , G.; B ERNARDI , R.; E PSTEIN , R. (1996) Planning a Long Term
Psychotherapy Research and Trying Some of Their Instruments:
Experiences from a Pilot Phase in a Latin American Multicenter
Study. Stuttgart Kolleg. Forschungsstelle für Psychotherapie.
L IBERMAN , D. (1971) Lingüística, interacción comunicativa y proceso
psicoanalítico. Galerna - Nueva Visión, 3 tomos. Buenos Aires.
L IBERMAN , D. (1976) Lenguaje y Técnica Psicoanalítica. Ediciones Kar-
gieman. Buenos Aires.
L UBORSKY , L. & CRITS -C HRISTOPH , P. (1990) Understanding Transference.

154
LA INVESTIGACION DESDE UNA PERSPECTIVA CLINICA

The CCRT Method. Basic Books,Inc. New York.


P ETERFREUND , E. (1983) The Process of Psychoanalytic Therapy: Model
and Strategies. Hilsdale, N.J.: The Analytic Press.
P ULVER , S.E. (1987) How theory shapes technique: Perspectives on a
clinical study. Psychoanalysis Inquiry 7: 141-229.
P HILLIPS , E L (1988) Patient compliance. New light on health systems in
medicine and psychotherapy. Toronto Lewiston . NY Bern Stuttgart.
P HILLIPS EL (1992) George Washington University’s International Data on
Psychotherapy Delivery systems. En Larry E. Beutler & Marjorie
Crago (Eds) Psychotherapy Research, Washington. Am.
Psychological Ass.
S ANDLER , J.& S ANDLER , A.M. (1985) The past unconcious, the present unc.
and interpretation of the transference. Psychoanalitic Inquiry, 4:
367-399.
S EITZ , P. (1966) The consensus problem in psychoanalysis. In Methods
of Research in Psychotherapy. ed. L.A. Gottschalk & A. H. Auerbach,
New York: Appleton Century Crofts, pp. 209-225.
T HOMÄ , H. ET AL . (1985) Audio-recording of the Psychoanalytic Dialogue:
Scientific, Clinical and Ethical Problems. En: Dahl H, Kächele H.
Thomä H. (Ed.) Psychoanalytic Process Research Strategies.
Springer-Verlag. Berlín, Heidelberg, NY, London, Paris, Tokyo.
T HOMÄ , H. Y K ÄCHELE , H. (1989) Teoría y Práctica del Psicoanálisis. T.I
Editorial Herder. Barcelona. 1989.
W ALLERSTEIN , R. S.; S AMSON , H. (1971) Issues in research in the
psychoanalytic process. Int. J. Psychoanal. 52: 11-50.
W ALLERSTEIN, R. S. (1986) Forty two Lives in Treatment: A Study of
Psychoanalysis and Psychotherapy. New York. Guilford Press.
W INNICOTT , D. W. (1989) Sostén e Interpretación. Paidós, 1992. Buenos
Aires.

Descriptores: Clínica. Empirismo. Investigación. Investigación


científica. Psicoanálisis. Situación analítica.

Guillermo Lancelle
Maure 1687, 2º “B”

155
GUILLERMO LANCELLE

1426 Buenos Aires


Argentina

156

También podría gustarte