PSICOANÁLISIS

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PSICOANÁLISIS

Probablemente ningún otro sistema teórico y terapéutico está tan ligado a la vida y obra

de su descubridor como el psicoanálisis a Sigmund Freud. Este médico judío vienés

nacido en 1856 conjunta en su persona toda la pasión, convicción y honestidad del

investigador original, del descubridor a contracorriente, del conquistador (como alguna

vez se refirió a sí mismo). Sus escritos son, quizás más que en ninguna otra ciencia,

referencia obligada, mitificada, y muy frecuentemente, malinterpretada. Personaje

contradictorio sin duda, es, paradójicamente, uno de los ejemplos más claros de

coherencia en el pensar, a veces rayando en la obstinación, pero siempre, en el último

momento, con capacidad para abandonar ideas sostenidas durante lustros o décadas en

favor de una teorización más congruente con el dato clínico.

Conviene hacer resaltar que el término psicoanálisis se aplica, en realidad, a tres cosas

diferentes: 1) A un método de investigación mediante el cual las regiones más íntimas y

ocultas del espíritu pueden ser puestas en evidencia y estudiadas. Esto puede

considerarse (...) como la disección de la mente y el estudio de su anatomía. 2) Una

teoría que se elabora con los resultados de ese análisis, llevado a cabo en muchos casos

semejantes que se estudian comparativamente, para poner en evidencia rasgos y

reacciones características en cada uno. De esta suerte se elabora una verdadera

fisiología de la mente y se señalan las formas de su funcionamiento. Es la teoría

psicodinámica del desarrollo de la personalidad. 3) Una técnica de aplicación que tiene

por finalidad adoptar el método analítico -conocida la estructura de la mente y su

funcionamiento- al tratamiento de los desequilibrios del espíritu. Esta acción terapéutica

a través del inconsciente es la que verdaderamente ha de llevar el nombre de técnica

analítica o psicoanálisis" (p. xii).


La regla fundamental, la primera labor del analista consiste en crear un ambiente que

permita la expresión más libre posible de las fuerzas inconscientes reprimidas. A ello

contribuye, como ya se dijo, la utilización del diván, que aísla al paciente de la mirada

del analista y de cualquier otro estímulo del consultorio, pero también el hecho de que el

terapeuta mantenga una actitud de neutralidad, sin emitir juicios de valor, consejos o

indicaciones, y sin hacer referencia a sus propias experiencias o maneras de enfrentar

determinadas situaciones. Pero lo que más contribuye a esta expresión relajada de su

inconsciente es la regla fundamental del psicoanálisis.

La extensión de una psicoterapia es una de las variables técnicas más influyentes en el

diseño de un tratamiento y en el curso del mismo. Se refiere tanto a la frecuencia como

al tiempo de duración total y de ella dependen numerosos factores como: amplitud de

los objetivos, modalidad de la relación terapeuta-paciente, grado de exposición del

terapeuta, grado de intimidad de los sentimientos expresados por el paciente. La forma

más habitual de clasificar a las psicoterapias de acuerdo con su extensión, es en dos

grandes grupos: breves y prolongadas. Últimamente, se han ensayado formas más

particulares de clasificación. Olfson y Pincus (1994) utilizan cuatro categorías: muy

breves, breves, intermedias y prolongadas.

El estudio de caso ha constituido en la historia de la psicología clínica uno de los

aspectos que la han caracterizado. Casos como los del pequeño Hans descrito por Anna

O Freud, el pequeño Alberto descrito por Watson y Rayner, y las tres caras de Eva -Eva

Blanca, Eva Negra y Jane-, descrito por Thigpen y Cleckley, como los más famosos,

citados o conocidos (cfr. Davison y Neale, 1994), nos muestra la relevancia del estudio

de caso. Sin embargo, a veces tanto los estudiantes como los clínicos creen que lo que

aporta datos relevantes que hacen avanzar a la psicología clínica son siempre los

estudios de investigaciones experimentales bien controlados. Como ya hemos visto con


anterioridad, la investigación en psicoterapia debe entenderse en un orden jerárquico

con distintos niveles, en uno de los cuales el estudio de caso ocupa un lugar relevante,

aunque cuando analizamos la investigación en su conjunto pueda hacernos creer que es

poco importante. En la práctica, el estudio de caso es una de las bases principales de

aportación de conocimiento que permite luego pasar a realizar estudios más complejos y

con todos los requisitos de control experimental. Por ello, nos interesa especialmente

insistir en este punto, en que el estudio de caso es de gran utilidad para aportar

conocimientos y técnicas específicas a la psicología clínica y, al tiempo, en muchas

ocasiones han sido la antesala del diseño de estudios experimentales bien controlados,

que son los que permiten confirmar o rechazar las impresiones clínicas iniciales que

proporcionaron los estudios de casos. Sin duda, el estudio de caso, es una fuente

inagotable de nuevas ideas para la investigación (Kazdin, 1980).

El objetivo de las investigaciones sobre el proceso psicoterapéutico centrado en la

persona fue desde un principio aislar aquellas variables que, al margen de

consideraciones puramente teóricas, suscitaran un cambio favorable en las personas que

buscaban ayuda psicoterapéutica. Al aislar estas variables, se observó que operaban

independientemente de la orientación teórica e inclusive, de las técnicas utilizadas por el

psicoterapeuta. Es decir, todos aquellos psicoterapeutas que en su práctica profesional

mostraban los más altos niveles de empatía, aceptación incondicional y autenticidad,

fueron capaces de producir los cambios más estables y benéficos en el proceso

psicoterapéutico (Carkhuff y Berenson, 1967; Truax y Carkhuff, 1964 a 1966; Lafarga,

1986).

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