Herbert Spencer y El Derecho

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Capítulo tercero
HERBERT SPENCER Y EL DERECHO

I. Introducción

En este capítulo reflexionaremos sobre las características primordiales de las


ideas sociológicas y jurídicas del sociólogo inglés Herbert Spencer. Es un au-
tor de enorme importancia para el estudio del derecho y las ciencias sociales,
debido a lo original de su tejido conceptual y su metodología, que han tenido
gran significación en el contexto moderno y contemporáneo. La relevancia
de su obra ha tenido incidencia en el marco de la sociología jurídica, en es-
pecial en el enfoque sistémico, el evolucionismo, el funcionalismo y el estruc-
turalismo. Se le considera, al igual que al francés Augusto Comte, fundador
de la sociología.
El propósito de este apartado consiste en abordar su pensamiento, con
objeto de aplicarlo a la sociología jurídica. Sus categorías centrales son: la
demostática, la analogía, la ley de persistencia de la fuerza, la sociedad mili-
tar e industrial y la evolución; su método es de carácter analógico, en el sen-
tido de que hace de la analogía entre el organismo biológico y la sociedad
su punto de partida. Es un individualista, utilitario y positivista. Se trata de
un filósofo, antropólogo y naturalista cuya característica primordial es ha-
ber cambiado el paradigma central de la sociología, la filosofía y el derecho,
desde la era decimonónica hasta nuestros días. Sus aportaciones principales
se ubican en torno a la idea de biología social, sociedad, Estado, individuo
y sistema.

II. Desarrollo

Para iniciar este capítulo comentaremos algunas cuestiones acerca de su


existencia. Nuestro autor vino al mundo en Derby, Inglaterra, en 1820 y
falleció en Brighton, Inglaterra, en 1903. Fue un ingeniero civil reconocido
no sólo en Inglaterra, sino a nivel internacional.123 Ha sido un inglés victo-
123
Rumney, Jay, Spencer, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 337.
55
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riano que no pretendía cambiar la sociedad, sino únicamente comprenderla,


con el propósito de elaborar una batería interpretacional. Durante mucho
tiempo se dedicó al periodismo, fue director del prestigioso órgano de ex-
presión The Economist. Fue un autodidacta que vivió conflictivamente toda su
vida, jamás se casó, y fue un hipocondriaco que inventaba constantemente
enfermedades.
Su marco teórico ha sido históricamente muy contradictorio; sin em-
bargo, ha tenido una importante repercusión en el modo de comprender
la vida social. Propone una filosofía sintética adscribiéndose a un modelo
positivista de la ciencia, tomando como base dicho modelo conceptual, al
considerar de manera aislada la experiencia. Es decir, critica el conocimien-
to adquirido únicamente tomando en cuenta la experiencia, para propo-
ner la necesidad de un conjunto de hipótesis que pueden ser verificadas
experiencialmente, siempre y cuando dicha experiencia exprese las leyes
naturales. Su idea fue buscar la síntesis mediante el método científico ubi-
cado en el marco de las leyes de la naturaleza, para el cual es determinante
el evolucionismo. Encontramos muy pocas definiciones de la sociedad, la
sociología, la filosofía y la propia síntesis, ya que sólo le parecía importante
el individuo. Por eso se puede catalogar como una de las bases del indivi-
dualismo metodológico, pues todas las formas sociales se explican con base
en los individuos. Esta aproximación está basada en un rechazo al papel del
colectivismo, pues toma una posición favorable a la acción individual. Ha
sido el método típico de la ciencia económica positiva, como sucede con
la escuela austriaca, y como se presenta en la actualidad en la teoría de los
juegos, los modelos cibernéticos, el conductismo, las ciencias de la compu-
tación y la biología evolucionista. Esta propuesta metodológica puede con-
ducir a políticas totalitarias por su preferencia por los esquemas cuantita-
tivistas, fisicalistas, matematizantes, biologicistas y sistémicos. Al mantener
la hegemonía del individuo, se opone al personalismo, priorizando la idea
de función, estructura y sistema, como ha sucedido en buena parte del so-
ciologicismo darwiniano, el funcionalismo, el estructuralismo, las corrientes
estructural-funcionales típicas del positivismo unidimensional y de algunas
posturas analíticas, en el campo de la antropología, la etnografía, el dere-
cho, la sociología y la filosofía. En el ámbito de la economía ha tenido como
representantes a Friedrich Hayek, Ludwig von Mises, Murray Rothbard, y
de manera sobresaliente, a Milton Friedman. Buena parte de estos autores
son partidarios del final de la verdad, de establecer un nexo entre el carácter
autoritario del nazismo y el socialismo, la libertad individual y, sobre todo,
el primado de la democracia y el individualismo frente al colectivismo y

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el comunalismo.124 Se trata de la corriente capitalista, la cual toma como


punto de partida el anti-Estado, la supuesta libertad total, el apoyo al libre
mercado y la anarquía, tan frecuente en Spencer y en el anarco-capitalismo,
formulado de David Friedman,125 hijo de Milton Friedman. Gran parte de
las tesis fundamentales de estos autores se basa en los postulados del soció-
logo inglés.
Es un pensador típico del siglo XIX, ya que se trata de un positivista
sintético. Su obra es indispensable para entender la configuración del tejido
conceptual de la sociología en general y de la sociología jurídica en parti-
cular. Ha sido uno de los precursores del agnosticismo, el individualismo, el
libertarismo y el anarcocapitalismo.
Es el primer sociólogo que utiliza los conceptos de estructura y función.
Es uno de los creadores del darwinismo social, es decir, aquella teoría que
supone la existencia de un desarrollo basado en leyes en el entorno societal.
En tal tejido existe la idea de estructura, en tanto nexo que sostiene un ar-
ticulado compuesto por partes relacionadas entre sí; así como una función,
es decir, un mecanismo dinámico capaz de operar y de generar efectos ins-
trumentales al interior de las estructuras sociales. Cuenta nuestro autor con
otros pensadores destacados en el ámbito de las ciencias sociales, como es
el caso de Henri de Saint Simón y de Augusto Comte, así como de Charles-
Louis de Secondat, barón de la Bréde y de Montesquieu. En el terreno de
las ciencias naturales se ubican diversos científicos con ideas cercanas al
evolucionismo. Spencer revela la ley de la selección de las especies en la
misma época que Charles Darwin, encuentra su famoso descubrimiento.126
La obra principal de Spencer se llama Principios de sociología,127 texto de gran
erudición donde plantea sus conceptos y temáticas fundamentales, publica-
da entre 1877 y 1896, donde se observa al último Spencer, el hombre madu-
ro en la culminación de su existencia. Cuando sólo contaba con treinta años
de edad publica su libro Estática social, donde comienza a vislumbrar el mé-
todo comparativo organicista y algunos tópicos centrales de su pensamiento
sociológico. Doce años después, en 1862, presenta el manuscrito Primeros
principios,128 donde señala que todos los fenómenos, inorgánicos, orgánicos

124
Hayes, Friedrich, Caminos de servidumbre, Madrid, Unión Editorial, 2008, pp. 97-132.
125
Friedman, David, La maquinaria de la libertad. Guía para un capitalismo radical, Editorial
Innisfree, 2012, pp. 13 y ss.
126 Darwin, Charles, El origen de las especies, Madrid, Debate, 1999.
127 Spencer, Herbert, Principios de sociología, reedición de un texto de 1883, Buenos Aires, Edi-
torial Saturnino Calleja, 2009.
128 Spencer, Herbert, Primeros principios, Granada, Comares, 2009, pp. 394 y ss.

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o superorgánicos tienden a la evolución o a la disolución. “La evolución


implica una integración de la materia y una desaparición concomitante del
movimiento; durante este proceso la materia pasa de una homogeneidad
incoherente e indefinida a una heterogeneidad coherente y definida; y el
movimiento retenido experimenta una transformación paralela”.129
Aunque este libro se publicó en 1862, muchas ideas aquí señaladas res-
pecto a la evolución las planteó en la Westminster Review en 1852, sobre todo
la utilización de términos como “selección natural”, “supervivencia de los
más aptos” y “evolución”. Sobre este tópico, el sociólogo Nicholas Timas-
heff dice: “afirmaciones como la de que la conquista de un pueblo por otro
ha sido en lo esencial la victoria de lo social sobre lo antisocial, o del mejor
adaptado sobre el peor adaptado”.130
En los Primeros principios desarrolla Spencer tres leyes fundamentales: la
ley de la persistencia de la fuerza; después formula la ley de la indestructi-
bilidad de la materia y finalmente, la ley de la continuidad del movimiento.
En la construcción de estas leyes, Spencer mostraba un gran conocimiento
de las ciencias naturales en general y de la física y la biología en particu-
lar. Por otro eje, sus conocimientos psicológicos y filosóficos lo conducían a
elaborar su famosa filosofía sintética, que no es otra cosa sino la aplicación
de los conocimientos de su tiempo, privilegiando el método de las llamadas
ciencias duras para el estudio de la sociedad.
Para Spencer, la sociología es la ciencia que estudia la evolución de la
sociedad. Compartía con el francés Augusto Comte el gusto por la utiliza-
ción de la palabra “sociología”. Pensando la necesidad de abordar los pro-
blemas de la sociedad de la misma manera que las ciencias naturales trata-
ban su objeto de estudio. Además, pensaba que este saber constituía la más
compleja y difícil de todas las ciencias.131 Él pretendía convertir la sociología
en un saber riguroso, aunque reconocía que no era un conocimiento exacto.
Pretendía que la sociología formulara generalizaciones mediante la cons-
trucción de leyes para diseñar en consecuencia una batería interpretacional.
La sociología explora las leyes de los procesos sociales de la misma manera
que las ciencias sociales indagan las leyes de los fenómenos naturales. Para
eso recomendaba a los sociólogos la vinculación con el instrumental de la
biología y de la física. En especial, recomendaba el conocimiento biológico,
ya que el sociólogo debía conocer las leyes más importantes de la existencia

Ibidem,
129 p. 394.
130
Timasheff, Nicholas, La teoría sociológica, México, FCE, 2002, p. 50.
131 Spencer, Herbert, The Study of Sociology, Ann Arbor, University of Michigan Press,
1961, p. 115.

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y la biología nos auxiliaba a entender esa actividad. Por otro lado, la socie-
dad en su conjunto es un órgano vivo que se caracteriza por el desarrollo,
la estructura y la función. Igual sucedía con los órganos vivos; finalmente
existe una suerte de progresión y relación natural entre lo biológico y lo
sociológico, ya que el hombre es el último problema de la biología y la pla-
taforma de inicio de la sociología. En esa vía, señalaba Spencer que hay
una imposibilidad para comprender las verdades de la sociología sin haber
logrado un entendimiento de las verdades de la biología.
Establece una analogía entre la sociedad y el organismo. Al igual que
un órgano en plena actividad y vivacidad, la sociedad es un dispositivo or-
gánico con estructuras y funciones concretas. Esto lo lleva a establecer una
analogía entre un dispositivo biológico y un órgano social. Él funda, para
abordar tal estudio, la demostática, en equivalencia con la idea de física
social o sociología en Augusto Comte. Por otro lado, crea el organicismo,
en tanto corriente de pensamiento sociológico, orientado a establecer ico-
nicidades y proporciones entre la evolución social y de la vida natural. Para
Spencer, la sociología es el estudio de la marcha de lo social en su forma
más concreta. Es un orden entre los cambios estructurales y funcionales que
experimentan las sociedades. Su sociología se centra fundamentalmente en
los fenómenos macrosociales —sociedades, estructuras sociales e institucio-
nes—, así como en sus funciones. La sociedad debe tratar las cuestiones
sociales, como las ciencias naturales estudian sus fenómenos. Como Comte,
pensaba que la sociedad, sobre todo en aspectos progresivos, era la ciencia
más complicada. Spencer pensaba que la sociología es una ciencia capaz
de interpretar el momento actual de la humanidad, a través de los periodos
genéticos de la evolución mediante el conocimiento de sus leyes y principios.
Él pensaba que la evolución es la ley suprema y jerárquica de la naturaleza,
la sociedad y el pensamiento. A su vez, entendía la sociología como el saber
de los fenómenos orgánicos, es decir, de la evolución superorgánica. En una
primera fase, hay evolución en el mundo inorgánico de la materia sin vida;
posteriormente, se avanza en el mundo orgánico; es decir, en la existencia
de los seres vivos y, finalmente, se da la etapa superorgánica, en la que exis-
te una combinación de organismos vivientes en sociedades. Su método era
la inspección, consistente en la búsqueda y exploración de los mecanismos
que transcurren de lo inorgánico a lo orgánico y a lo superorgánico; en
este proceso es importante la observación y la comparación. Es el método
orgánico producto de los avances de las estrategias de indagación social en
la economía, la ciencia política y la etnología.132 Por otro lado, le da mucha

132
Spencer, Herbert, Principios de sociología, cit.

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importancia a la psicología. Para él, este saber trataba de comprender la


inteligencia, la acción y los sentimientos, señalando que el hombre moder-
no tenía mayor capacidad para controlar sus emociones que los primitivos,
existiendo en ellos un desarrollo hacia el altruismo. Sin embargo, pensaba
que las unidades de la sociedad son los individuos siendo el punto de parti-
da de los procesos sociales. A diferencia de otros sociólogos que valorizan la
masa, como Marx o el grupo en Durkheim, Spencer supone que los indivi-
duos son unidades y constituyen la base de la sociedad. A esos componentes
indivisos e indivisibles de la sociedad les corresponde una forma de evolu-
ción del estado militar al estado industrial. Desde su óptica, la sociedad ha
avanzado desde un estado marcial, con orden diferenciado, jerarquizado
y centralizado de control hacia un estado industrial, estructurado bajo el
contrato y la organización. En el primero hegemonizaba la colectividad por
encima de los individuos, existiendo un derecho para su control. En cambio,
en el estado industrial prioriza al individuo sobre la colectividad. En la mi-
litar, la estructura de mando es despótica instrumentada sobre la coacción;
en la sociedad industrial, el poder es democrático y centralizado dirigido
con base en el ordenamiento voluntario. Él piensa que es un avance de la
evolución, la sociedad industrial, que deberá tener un derecho organizado
sobre el respeto al individuo en general y el derecho a la libertad en parti-
cular; la sociedad militar establecía una prioridad a la magia, a la religión
y a la configuración de una moral estandarizada, la moderna implica el
imperio de la ley, el politeísmo y el contrato social. En la sociedad antigua
prevalecía la homogeneidad y la colectividad; en la sociedad moderna, lo
complejo y heterogéneo. En nuestro autor no existe una teoría del derecho,
y mucho menos una reflexión profunda sobre lo jurídico. Sin embargo, exis-
te una preocupación por los derechos del individuo y el papel de la ausencia
de control del Estado sobre el individuo. Era partidario de un derecho que
respetara la propiedad y la libertad.133 Spencer es un sociólogo individualis-
ta. En su pensamiento, las características de las unidades integrantes de los
seres humanos las visualizaba únicamente de manera individual, determi-
nadas cabalmente por la totalidad. Para él, la sociedad avanza de lo simple
a lo compuesto. Las unidades variadas emergen por el aditamento de al-
gunas formaciones simples; mediante el complemento de sociedades com-
puestas nacen sociedades doblemente compuestas, por la suma de socieda-
des doblemente compuestas germinan unidades triplemente compuestas.
La formación simple está integrada por familias; una formación compuesta

133
Spencer, Herbert, El hombre contra el Estado, Madrid, Unión Editorial, 2012, pp. 120
y ss.

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está integrada por familias vinculadas a clanes; una sociedad doblemente


compuesta está integrada por clanes enlazados por tribus, y finalmente,
las sociedades triplemente compuestas son aquellas que se han unificado
con base en naciones o grandes Estados.134 Es necesario decir que el mo-
delo de sociedad propugnado por nuestro autor es de corte capitalista y
de fascinación por la industrialización, la era victoriana y el capitalismo.
Su característica sociedad implicaba no sólo el primado de lo individual
sobre lo grupal, sino también la presencia de la libertad en tanto principio
de igualdad entre las personas, entendida en lo que se refiere a diversos
campos de lo jurídico y lo político. Es decir, para él, todos los ciudadanos
son iguales ante la ley y ante el Estado. También era un partidario de la
propiedad privada como fuente de desarrollo e iniciativa individual. Como
vemos, su filosofía política era partidaria del libre mercado. A su juicio, el
Estado no debía intervenir para nada ni en educación ni en la salud. Es su
idea del llamado “principio de no intervención” en el que el Estado tampo-
co debería de participar en el servicio de correos, la emisión de moneda y
todo tipo de actividad económica;135 lo ideal era evolucionar de la sociedad
militar, caracterizada por las guerras y la violencia, a la sociedad industrial,
cuyo modelo era el progreso y la empresa, iconizándose en la Inglaterra de
su tiempo. Su argumento para la ausencia de intervención del Estado en
la vida económica y educativa de la sociedad, es decir, a la promoción de
un estado abstencionista, se debía a su devoción a las leyes de la evolución
natural. Esto llevaría a los seres humanos a buscar afanosamente su destino.
Sólo los más aptos a través de una selección natural deberían sobrevivir y
formar parte de la sociedad. En ese sentido, él impulsaba el exterminio del
lumpen de la sociedad, los llamados “bajos fondos”, integrados por prosti-
tutas, desempleados, limosneros, pobres y discapacitados (visuales, lingüís-
ticos y mentales). La complejidad y la heterogeneidad crecen en la medida
en que aumenta la densidad de la población y la división del trabajo. Así,
su propuesta es individualista y egocéntrica. En su esquema, el derecho es
de factura organicista, es decir, crece a través de las estructuras y funciones,
mediante lo heterogéneo, diverso y complejo. Se basa en la sociedad indus-
trial, y el ejemplo jurídico es el positivismo inglés de la época decimonónica.
Sus teorías tuvieron un gran atractivo en la Europa de su tiempo, sobre todo
en Estados Unidos, Inglaterra y Rusia.136

134 Spencer, Herbert, Principi di sociologia (ed. a cargo de F. Ferrarotti), 3 vols., Turín, Unio-
ne Tipográfico-Editrice Torinese, 1987.
135 Spencer, Herbert, El hombre contra el Estado, cit.
136 Spencer, Herbert, Principi di sociologia, cit.

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Aplicó la teoría de la evolución a las manifestaciones del espíritu y a los


problemas sociales, entre ellos el de la educación, con su obra: Educación:
intelectual, moral, física.137 Su doctrina quedó principalmente expuesta en su
Sistema de filosofía sintética (11 volúmenes). De su extensa bibliografía, cabe
mencionar: La estática social (1850), Principios de psicología (1855), Primeros prin-
cipios (1862), Principios de biología (1864), La clasificación de las ciencias (1864),
La sociología descriptiva (1873), Principios de sociología (1877-1896) y El individuo
contra el Estado (1884).138 Políticamente, desde la década de 1880 ingresó en
la Liberty and Property Defence League, que en buena parte estaba in-
fluenciada por sus ideas. Su pedagogía es de factura narcisista y promueve
enormemente la educación física para que los más aptos aniquilen a los
menos capacitados por la selección natural. Aquí tampoco deberá interve-
nir el Estado. Es una enseñanza subjetivista sin presencia de lo ontológico
y antropológico.139
¿Cuál es nuestro balance del pensamiento spenceriano? ¿Cuál es nuestra
ponderación sobre su obra? ¿Cuáles son sus puntos positivos y negativos?
Sus aciertos son, a nuestro juicio, los siguientes:
En primer lugar, es uno de los fundadores de la sociología junto con
Comte. Su idea de demostática es una muestra de su potencial epistémico
y competencia conceptual y creativa. Es un clásico en todo el sentido de
la palabra, ya que expresa el espíritu de su tiempo construyendo nociones,
paradigmas y términos creativos, indispensables para entender la sociedad
de su época. Es un notable de la historia de la sociología; es decir, un autor
indispensable en cualquier tratado, manual, curso, taller o seminario. “Clá-
sico” significa la especificidad de un autor imprescindible en un contexto
determinado; un sujeto insustituible que aporta ideas y propuestas en un
modelo de investigación de nuevo tipo.
En segundo lugar, es el fundador de una corriente sociológica de enor-
me relevancia en las ciencias sociales modernas: el organicismo; base del
funcionalismo de Durkheim140 y del estructural-funcionalismo de Talcott
Parsons141 y Robert Merton,142 de enorme importancia en la teoría jurídica,
a través de la idea de derecho como control social e integración del indivi-
137 Spencer, Herbert, La educación intelectual, moral y física, México, Edición Diario del ho-
gar, 1891, pp. 5 y ss.
138 Spencer, Herbert, The Works. Vol. XI. A System of Synthetic Philosophy, Otto Zeller Osna-
bruck, 1966.
139 Spencer, Herbert, Ensayos sobre pedagogía, Madrid, Akal, 1983, pp. 34 y ss.
140 Durkheim, Emilio, Las reglas del métodos sociológico, México, FCE, 1986, pp. 31 y ss.
141 Parsons, Talcott, El sistema social, Madrid, Revista de Occidente, 1966, pp. 162-210.
142 Merton, Robert, Teoría y estructuras sociales, Madrid, FCE, 2002, pp. 17-55.

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duo a un sistema. De igual forma, adquiere relevancia en el funcionalismo


sistémico de Niklas Luhmann143 y en las modernas teorías del derecho penal
en la versión de los juristas alemanes Claus Roxin144 y Gunther Jakobs.145
En tercer sitio, es un pensador de inmensa creatividad, diseñador de un
tejido categorial nuevo: sociedad militar e industrial, sistema social, estruc-
tura, función, fases de lo inorgánico, orgánico y superorgánico, organicismo,
heterogeneidad, homogeneidad, sociedad simple, compuesta, doblemente
compuesta, triplemente compuesta, individuo frente al estado, concepción
orgánica de lo societal, filosofía sintética, analogía orgánica, evolución, et-
cétera. Ha configurado un marco nocional indispensable para conocer la
sociedad europea decimonónica.
En cuarto lugar, ha podido conformar un método nuevo: el organicis-
mo metodológico basado en la inspección, la observación, la analogía y la
comparación. Es uno de los clásicos en la comprensión objetiva del para-
digma comparativista, indispensable en las metodologías cualitativas de las
ciencias sociales de la época contemporánea.
Finalmente, su modelo social fue ampliamente reconocido por diversos
gobiernos en Europa y Estados Unidos en su época.146 Tenía una gran ca-
pacidad de convocatoria, siendo invitado por jefes de Estado como asesor y
consultor. Su inmensa obra escrita proporciona elementos para visualizarlo
como un intelectual completo y un erudito de elevada envergadura.
Es importante señalar que además del reconocimiento a su obra socio-
lógica, existen diversas críticas a su pensamiento y a su universo de ideas,
temas y propuestas.
En un primer momento, visualizamos que su postura forma parte del
positivismo unívoco, consistente en aplicar mecánicamente los conceptos de
las ciencias naturales, en especial la biología, al estudio de la sociedad. Es un
biologicista metonímico que literaliza los términos de las ciencias naturales
para instrumentalizarlas de forma fría y dogmática al conocimiento de los
problemas sociales. Se le ha acusado de objetivismo primario por adoptar
una posición maquínica en su idea de concebir la sociedad en términos sim-
plistas, operativos y funcionales. Se ha cuestionado su postura anti ontoló-
gica por negar el papel del saber de la condición humana en la conducción
143
Luhmann, Niklas, El derecho de la sociedad, Madrid, Herder, 2016, pp. 569 y ss.
144
Roxin, Claus, Política criminal y sistema del derecho penal, Barcelona, Alianza, 1972, pp. 19
y ss.
145
Jakobs, Günther, Sobre la teoría de la pena, Bogotá, Universidad Externado de Colombia,
Centro de Investigaciones de Derecho Penal y Filosofía del Derecho, 1998, pp. 9-34.
146 Spencer, Herbert, Estudios políticos y sociales, Sevilla, Biblioteca Científico Literaria,
1886, p. 302.

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del Estado. Su teoría estatal de corte minimalista, donde no deberá haber


ninguna intervención del gobierno en salud y educación, lo ha llevado a una
posición individualista, hiperliberal y antihumana. No valora el derecho de
manera antropológica, y únicamente le ha conferido un estatuto coactivo,
autoritario y enmarcado en el horizonte del absolutismo. Su concepto de
analogía es univocista, biológico y organicista. La analogicidad no es asumi-
da como un legado pitagórico, aristotélico, tomista e ilustrado, sino encaja-
do de su versión absolutista de origen biológico. Es una analogía ahistórica,
asocial, apolítica, desvinculada de la dialecticidad. Se ha tomado su pensa-
miento como base conceptual para modelos políticos fascistas, autoritarios y
neoliberales, como es el caso de Robert Nozick147 en su inclinación hacia el
estado mínimo, el enfoque retributivo y neocontractualista. En fin, Herbert
Spencer es un autor imprescindible para entender la esencia de las ciencias
sociales y el derecho.
En un segundo momento, su pensamiento es una crítica radical al so-
cialismo de su tiempo; fue un conservador que ignora los conflictos sociales
en general y la dinámica de la clase trabajadora en particular. Como dice el
autor en el artículo “La esclavitud por venir”, defendiéndose de los ataques
por su rechazo al socialismo:

Los socialistas han publicado dos contestaciones a este artículo: socialismo y


esclavitud por H. M. Hyndman; y Herbert Spencer acerca del socialismo, por Frank
Fairman. Debo limitarme a decir aquí que se me atribuyen en ambos según
costumbre de los adversarios, opiniones que no profeso. De que desapruebe
el socialismo no se sigue necesariamente, como M. Hyndman pretender, que
esté conforme con la organización actual. Condeno con él muchas cosas;
pero no admito el remedio que propone. La persona que firma con el pseudó-
nimo de Frank Fairman me reprocha el no tener las mismas ideas que cuando
hice en la Estática Social una defensa calurosa de las clases laboriosas. No tengo
conciencia de este cambio. No por contemplar con ojos de indulgencia los
tropiezos de las personas que arrastran una vida penosa y dura, se está obli-
gado a transigir con los vagabundos.148

Es clara la postura contra la idea del socialismo que le tocó vivir. No


obstante, su fallecimiento, dieciséis años antes de la Revolución de Octubre
en Rusia, prefiere consciente o inconscientemente el modelo capitalista in-
glés. Luego dice:

Nozick, Robert, Anarquía, Estado y utopía, Buenos Aires-México-Madrid, Fondo de Cul-


147

tura Económica, 1991, pp. 287-320.


Spencer, Herbert, El individuo contra el Estado, p. 92.
148

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HERBERT SPENCER Y EL DERECHO 65

Los socialistas, y con ellos los llamados liberales que les preparan diligentemen-
te el camino, se imaginan que los defectos humanos pueden ser corregidos a
fuerza de habilidad por buenas instituciones. Es una ilusión. Cualquiera que
sea la estructura social, la naturaleza defectuosa de los ciudadanos ha de mani-
festarse necesariamente en actos perniciosos. No hay alquimia política suficien-
temente poderosa para transformar instintos de plomo en conductas de oro.149

Esta desconfianza y descalificación a los proyectos de transformación


social muestra la limitación de un partidario de la sociedad burguesa que
se restringe a describir su punto de vista sobre el colectivismo, frente al
individuo. Por otro lado, renuncia a convertirse en un liberal, a los que lla-
ma conservadores, tal como lo expresa en el capítulo inicial de El individuo
contra el Estado, titulado “Los nuevos conservadores”.150 Dicho texto, escrito
en 1884, a escasos años de la Comuna de París de 1871 y de la Primera
Internacional entre 1864 y 1876. Su crítica a los liberales es descrita en los
siguientes términos:

Se ha olvidado la verdad de que el liberalismo se caracterizaba antiguamente


por la defensa de la libertad individual contra la coacción del Estado. Pregun-
temos ahora: ¿Cómo es que los liberales han olvidado estos hechos? ¿Cómo
el liberalismo, aumentando cada día su poder, se inclina a una legislación
más coercitiva cada vez? ¿cómo es que, ya directamente por medios de sus
propias mayorías ya indirectamente, prestando su concurso a las mayorías de
sus adversarios, se arrogan los liberales cada vez en mayor escala el derecho
de dirigir las acciones de los ciudadanos, restringiendo, por lo tanto, la esfera
dentro de la cual son libres las acciones individuales?151

Aquí cuida, nuestro sociólogo, de ser catalogado como un liberal, evi-


denciando la falta de éstos por el individuo en pos de una coacción social.
Su postura se aproxima al anarquismo individualista en tanto prioriza al
individuo por encima de todas las cosas. De esta manera, su pensamiento se
liga a Lysander Spooner, Henry David Thoreau y Benjamin Tucker, cuyas
propuestas anarquistas han sido históricamente conocidas. En el caso del
primero, se trata de un defensor de los derechos personales como una defen-
sa de la libertad moral, planteando de manera radical el derecho a la vida,
a la propiedad individual y a la libertad.152 En el caso del segundo, es reco-

Ibidem,
149 p. 91.
Ibidem,
150 pp. 9 y ss.
151 Ibidem, p. 16.
152 Spooner, Lysander, Los vicios no son crímenes. Una reivindicación de la libertad moral, Madrid,
Piedra Papel Libros, 2014, pp. 20 y ss.

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66 CONTORNOS PARA UNA SOCIOLOGÍA JURÍDICA

nocida la postura que tiene contra la administración del Estado en su libro


Desobediencia civil.153 Benjamin Tucker, por su parte, defiende la homosexua-
lidad de Oscar Wilde en sus famosos escritos sobre la libertad individual, en
su capítulo titulado “Oscar Wilde juzgado por homosexualidad” de 1895.154
Durante la vida de Spencer, había un autoritarismo recalcitrante que
exigía una obediencia total al Estado, así como la negación de la libertad.
Ante esto, nuestro autor se designa como libertario e individualista, defen-
sor del capitalismo. Una especie de admirador de la sociedad burguesa,
pero sin la presencia del Estado, de ahí su rechazo al socialismo marxista, en
el que el Estado ocupa un lugar primordial. Para Marx, el Estado socialista
se basa en la dictadura del proletariado, en toda la fase de transición hacia
el comunismo.155 La visión estatista le provoca a Spencer un rechazo no sólo
natural, sino ideológico al comunismo. Se podría considerar un anarcoca-
pitalista. Esta tendencia, representada por economistas de gran prestigio,
como Friedrich Hayek, Murray Rothbard, William Graham Sumner, Ro-
bert Nozick, Leonard Read, entre otros partidarios de la empresa privada,
la propiedad y el mercado, generó una enorme simpatía por Spencer.
En un tercer momento, su propuesta de filosofía sintética es una apuesta
por el individualismo; piensa que los individuos han de adaptarse a los cam-
bios específicos observables en la sociedad, en la que el progreso constituye
la parte esencial.
En un cuarto momento, podríamos deducir que el derecho, para Spen-
cer, es un mecanismo que permite la defensa de la propiedad privada a nivel
total; incluso plantea el derecho al ignorar el Estado y proteger la libertad
individual. En ese sentido, el Estado es inmoral, ya que ejercita la violencia
para sostener su legitimidad, es decir, que en la sociedad, los gobiernos se
hacen menos necesarios, y no durarán por siempre. Su rechazo a la idea de
que el Estado es eterno está establecido en función del capitalismo. Como
el derecho está ligado al Estado, tampoco será eterno, y está condenado a
desaparecer. Si tiene una razón de ser el derecho, es la protección del mer-
cado. El derecho intervendrá únicamente en el periodo que el mercado falla
para regularizar dicho equilibrio en ganancia de la clase dominante. Para
Spencer, se trata de limitar o eliminar el Estado en beneficio de la esfera
económica.

153
Thoreau, Henry David, Desobediencia civil, México, Tumbona Ediciones, 2012, pp. 17
y ss.
154
Tucker, Benjamin, Libertad individual y otros escritos, Madrid, Stirner, 2018, pp. 317 y ss.
155
Marx, Carlos y Engels, Federico, Manifiesto del Partido Comunista, México, Centro de
Estudios Socialistas Carlos Marx, 2011, pp. 30-46.

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HERBERT SPENCER Y EL DERECHO 67

Hemos llegado a demostrar que la idea de la justicia, a lo menos la idea hu-


mana de la justicia contiene dos elementos: uno, el positivo, que implica el re-
conocimiento del derecho de cada hombre a las actividades libres de toda tra-
bajo, así como a los beneficios consiguientes; otro, el negativo, que implica el
sentimiento consciente de los límites que imponen la presencia de otros hom-
bres que gozan de derechos análogos. Deben llamar preferentemente nuestra
atención dos caracteres opuestos que descubrimos en esos dos elementos.156

Como vemos, la idea de justicia humana es una consecuencia de la


justicia subhumana, y está vinculada con la conservación de la especie; se
ampara en la norma de que los seres adultos con mayor actitud son los que
prosperan más, prosperando menos los individuos menos aptos. Tiene una
concepción evolucionista de la justicia, de la ética y de la sociedad. También
señala que la justicia implica proporcionalidad y organización.157
Su idea de justicia lo conduce a criticar al comunismo, ya que es una
justicia administrada por el Estado, engañando al individuo al decirle que
beneficiando al Estado se beneficia a sí mismo, ya que al confiarle el pro-
ducto de su trabajo lo repartirá igualmente en la colectividad.158 Como sa-
bemos, propone diferentes posturas de la justicia ante un Estado militar y
un Estado industrial, siendo más avanzada esta última por encima de la
primera, ya que se basa en la paz.

...durante los treinta o cuarenta años de paz de que se ha gozado en el siglo


y durante el periodo de decaimiento de la organización militar consiguiente,
la idea de justicia se había fortificado. Los reglamentos coercitivos se habían
relajado, dejado a cada hombre mayor libertad para obrar a su antojo, según
sus intereses. Pero el despertar del espíritu militar ha variado la dirección de
esos cambios, y concediendo aumentos nominales a la libertad de hecho, la
ha disminuido por restricciones y exacciones múltiples. El afán de reglamen-
tación propio del tipo militar ha invadido la administración civil.159

Como se observa, su idea de justicia está distante de la reglamentación,


mostrando su diferencia con las corrientes jurídicas de su época, en espe-
cial con la escuela exegética francesa, que privilegia la ley por encima de
la justicia. Al plantear que la reglamentación es típica del Estado militar,
y la libertad específica de la sociedad industrial, deduce su crítica no sólo

156
Spencer, Herbert, La justicia, Madrid, La España Moderna, 1910, p. 53.
Ibidem,
157 p. 29.
Ibidem, p. 60.
158

Ibidem, p. 63.
159

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68 CONTORNOS PARA UNA SOCIOLOGÍA JURÍDICA

al liberalismo conservador y al positivismo normativista, sino también a la


ortodoxia del Estado socialista, ya que éste busca el sometimiento de un
ejército enorme de trabajadores con la tarea específica de recibir la parte
del producto de su trabajo, administrada al margen de la justicia por el
partido. En esa vía, toda norma que se apropia de la base monetaria del
hombre con un afán de interés público, o aparentemente colectivo, incluso
comunista. En el socialismo, el derecho militar está muy desarrollado y la
reglamentación de los individuos está muy lejos. Es por eso que utilizan
la reglamentación para dominar la vida de los demás desde una supuesta
máscara de generosidad, que no es otra cosa que la usurpación estatal de
la individualidad en pos de la colectividad. La época existencial de Spen-
cer coincide con la existencia de la Primera (1864-1876) y Segunda (1889-
1914) Internacional, y seguramente se refiere a la vida política reflejada en
los partidos de su tiempo. Dado que Spencer falleció en 1903, no pudo co-
nocer la experiencia estalinista, así como el destino de los críticos del Esta-
do, en especial el anarquismo; más bien se convirtió en uno de los ideólogos
más connotados del anarcocapitalismo,160 donde el economista y politólogo
norteamericano David Friedman esboza la posibilidad de que una forma
social funcione sin el Estado y sin el derecho.
Volviendo a su noción de justicia, coincide con la visión clásica de dar a
cada quien lo suyo, pero también, como hemos señalado, con la propuesta
evolucionista. Esto se destaca en su doble valoración de la justicia, entendi-
da desde una perspectiva egoísta, pero también altruista:

Mientras llegamos de ese modo a ver el desenvolvimiento del sentimiento egoís-


ta de la justicia, es difícil seguir el desenvolvimiento de su sentimiento altruista.
De un lado observamos que este último no puede nacer sino en el curso de la
adaptación a la vida social, y del otro que la vida social no puede realizarse sino
mediante relaciones equitativas que impliquen ya la existencia del sentimiento
altruista de la justicia.161

Así, Spencer tiene una relevancia cardinal en las humanidades y en las


teorías del derecho, ya que aborda la continuidad entre los eventos de la na-
turaleza y la existencia en sociedad, lo cual se observa en el vínculo que esta-
blece entre el derecho y los procesos naturales, como es el caso de la justicia
subhumana, entendida como la condición de cada individuo de recibir los
beneficios y sufrir los daños de su propia naturaleza,162 y la justicia humana,
160
Friedman, David, op. cit., pp. 250-270.
161
Spencer, Herbert, La justicia, cit., p. 44.
Ibidem, p. 18.
162

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HERBERT SPENCER Y EL DERECHO 69

ya que ambas están constituidas por la misma naturaleza, componiendo


los segmentos de una totalidad. Después de todo, nuestro pensador es un
crítico acérrimo del Estado, del derecho formalista, de la reglamentación
y de la coacción, y firme partidario de los derechos del individuo frente a
los poderes políticos, aunque no tanto de la esfera económica. Ahora bien,
¿cuál es su aporte a la sociología del derecho? En un primer plano, la ana-
logía manifestada en una sociología jurídica analógica, orientada al manejo
de las proporciones, en donde aplica la heterogeneidad, la complejidad y
la diversidad. En un segundo nivel, la concreción de un método analógico,
tomado de la biología, y no de la tradición aristotélica y medieval, dirigido a
establecer equivalencias entre los sucesos naturales y sociales, así como en el
derecho. Se basa en el criterio positivista de la comparación y la instrumen-
talización de leyes y principios adquiridos de las ciencias de la naturaleza, y
posteriormente en el ámbito jurídico. Su propuesta metodológica ha tenido
una buena recepción en la sociología del derecho, sobre todo en las teorías
sociojurídicas contemporáneas. En tercer lugar, el organicismo expresado
en una sociedad y un derecho organicista, apto para la sociedad industrial,
tomando como plataforma el impacto entre derecho y sociedad. Un cuarto
elemento es la biología jurídica, que no es otra cosa sino un derecho biolo-
gizado o un bioderecho, cuyo marco conceptual está tomado de la demostá-
tica, reflejado en el sistema, la función, la estructura y otras nociones simila-
res que en el campo de la sociología del derecho es mostrada como sistema
jurídico, estructura jurídica y analogía jurídica, entre otros. Por otro lado,
se tiene un quinto punto, manifestado en la apología del individuo frente
al derecho y el Estado, defendiendo los derechos subjetivos del ciudadano
frente al poder, la normatividad y la exigencia de obediencia. Un sexto ele-
mento es la sociología jurídica sintética, entendida como la evolución de lo
orgánico a lo superorgánico; en séptimo lugar, el papel de la evolución en el
derecho que ha transitado de la sociedad militar a la industrial en la búsque-
da del progreso; en octavo lugar, la idea de que el mercado está por encima
del derecho y el Estado; en noveno lugar, la negación de las normas y el
primado de los principios, y, finalmente, la conformación de un positivismo
jurídico y una sociología del derecho biologizante, excluyente y autoritaria.

III. Conclusión

Hemos abordado los elementos básicos del pensamiento sociológico y jurídi-


co de Spencer, para comprender de manera diferente el derecho, la sociolo-
gía jurídica, la sociedad, la cultura, el individuo y la ciencia de su tiempo. Se

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70 CONTORNOS PARA UNA SOCIOLOGÍA JURÍDICA

trata de un autor que desarrolló un conjunto de ideas nuevas sobre la analo-


gicidad, el desarrollo social, la naturaleza, la filosofía sintética, el organicismo
y otros conceptos similares. Su propuesta metodológica de carácter compara-
tivo, icónico y orgánico, permite una comprensión alternativa de los objetos y
fenómenos sociales. Sin duda alguna se trata de un individuo irrepetible en la
historia de la filosofía, en los saberes societales y en las humanidades.
A su vez, nos hemos dado cuenta de los importantes aportes a la socio-
logía, al grado de ser uno de los primeros teóricos partidarios del individua-
lismo en oposición a lo comunitario. Ha diseñado su pensamiento con base
en el evolucionismo natural de Lamarck y Darwin. Algunos han criticado
su propuesta por la similitud con el maquinismo y el mecanicismo. Ha sido
ubicado en el marco del positivismo por su estructura metodológica, por su
cientificismo y por su tendencia a la generalización y al uso de procedimien-
tos sintéticos y objetivistas en su concepción de la sociedad. De una manera
u otra, su pensamiento evolutivo ha sido fundamental en las humanidades,
el derecho y la ciencia de la cultura, debido a que estudia la continuidad en-
tre los eventos naturales y la propia existencia en sociedad. Su gran aporte
ha sido su propuesta evolutiva tomando como punto de partida la biologi-
zación de su idea de sociedad.

IV. Bibliografía

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