Conclusiones Del Trabajo Infantil

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CAPÍTULO VI

CONCLUSIÓN
6.1. EL CONTEXTO GENERAL DEL ANÁLISIS DE RESULTADOS

El trabajo infantil se presenta como una alternativa que tienen los hogares ante situaciones
económicas, sociales, y culturales específicas, esto con el fin de mejorar en el corto plazo
sus condiciones de vida, y, en algunos casos, como una posibilidad de adquirir destrezas
o conocimientos.

El análisis de la información que sobre este tema corresponde al período 2001-2007, per-
mite corroborar que dentro de los factores más importantes relacionados con la decisión
de los hogares frente al trabajo de los menores de edad, se encuentran algunos de tipo
económico, como la precariedad de los empleos de los adultos en cuanto a niveles de
remuneración, horas y condiciones de trabajo y, en general, a la falta de oportunidades,
derivada de una inequitativa distribución de la riqueza, hechos que conducen a la po-
blación hacia los sectores y las posiciones menos formales de la economía, como lo son el
comercio, la agricultura y las ocupaciones en donde se desempeñan como trabajadores
independientes y familiares sin remuneración.

La realidad económica que define las condiciones de vida de los hogares, que incluye,
además de los ingresos generados por el trabajo, por ejemplo, niveles de activos acumu-
lados por el hogar, es complementada por las características demográficas, nivel edu-
cativo, actitudes y aspiraciones de los padres y, en general, una apropiación conceptual
y cultural que media desde las interpretaciones de género, hasta aspectos tales como la
diferenciación de roles entre hombres y mujeres.

Estos condicionantes en los modos de vida de los hogares son variables y presentan im-
portantes cambios relacionados con tres aspectos fundamentales como son: el contexto
general de la economía, el área de localización de la población y la participación por
sectores económicos y posiciones dentro de las categorías de ocupación. Articulados a
estos condicionantes, entran a mediar otras variables como el tipo de familia, el número
de niños y niñas en el hogar, los patrones culturales de género, la valoración de la esco-
larización y las actividades que se realizan en familia.

El período que coincide con las cuatro investigaciones (2001, 2003, 2005 y 2007) anali-
zadas en este documento, corresponde a un desempeño positivo en el crecimiento de la
economía, en el que han mejorado progresivamente las condiciones laborales de la po-
blación. En este sentido, han abandonado el trabajo infantil, en primer lugar, los grupos
que de alguna manera se aproximan a lo más moderno de la economía y los que se arti-
culan a las grandes ciudades; luego los que corresponden a cabecera, para, finalmente,
quedar rezagadas las áreas rurales en donde, de manera más lenta, cede la participación
de los niños, niñas y adolescentes en las actividades productivas.

Ocurre lo mismo con los sectores y con unas formas de proceder que se reflejan en los
rangos de edad, donde dejan de trabajar los niños y niñas de menor edad, ante mejores
oportunidades de los padres y, seguramente, mejor oferta educativa y facilidades de
acceso a la educación, hecho que es constatado prioritaria y nuevamente por quienes
viven en el área urbana.

En este sentido, es posible concluir para este período que quienes no han salido y aún
continúan en el trabajo infantil se hallan ubicados en las actividades más informales de
la economía, y, en consecuencia, viven situaciones desfavorables más agudas y son, a la
vez, más difícilmente atendidos por las políticas y programas institucionales, por lo que
es recomendable focalizar los esfuerzos hacia los sectores que se caracterizan por una
baja productividad.
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6.1.1. Factores asociados y principales resultados. Teniendo en cuenta que son factores
asociados al trabajo infantil: a) el nivel y calidad del empleo que determina el ingreso
de los hogares y la necesidad de apoyo económico de los niños, niñas y adolescentes;
b) la oferta insuficiente de cupos y la mayor o menor importancia de los gastos requeridos
para la escolarización y, c) las percepciones y valoración cultural sobre la utilidad de
la educación y la importancia de una u otra actividad desarrollada por los menores
en edad escolar, es necesario considerar el período 2001-2007 como favorable para la
disminución de la participación de la población de 5 a 17 años en el mercado laboral.

Los indicadores del mercado laboral para los años investigados, reflejaron claramente
el crecimiento económico que siguió al proceso recesivo con el que finalizó la década de
los noventa. La tasa de desempleo disminuyó en 4,0 puntos porcentuales durante este
período, mientras el subempleo lo hizo en 3,6 puntos porcentuales, y el crecimiento de
la economía alcanzó, en el 2007, 7,5%.

Es claro que un comportamiento de esta naturaleza es una contribución importante para


la reducción del trabajo infantil, hecho al que se suma un aumento en la cobertura en
educación con una tendencia constante, e incrementos que, aunque moderados, contri-
buyeron a que en el 2007 se contabilizaran 200 000 niños más en el sistema escolar, en
relación al año 2001.

Estas condiciones, que además aseguran una mejor percepción de la población sobre
la importancia de la educación en relación con la posibilidad de que los niños trabajen,
permiten registros cuantitativos muy importantes relacionados con el terreno ganado al
trabajo infantil.

Si bien, en el 2001 se habían contabilizado 1 409 777 niños, niñas y adolescentes en el


mercado laboral, esta cifra fue disminuyendo en las condiciones descritas a 1 180 864
y 999 895 en los años 2003 y 2005, para, finalmente, llegar a 786 567, con una reducción
total en el período de 623 210, cifra que resulta significativa tanto a nivel nacional como
por ciudades.

Como ya se señaló, la población que va quedando en el mercado laboral, se localiza en


los reductos más informales de la economía, pero aún así, al considerar los totales, por
ejemplo, de agricultura y comercio, en donde hay mayor participación de trabajo infantil,
se registran indicadores de disminución.

Frente a esta situación, la conclusión más importante está relacionada con la necesidad
de diseñar y aplicar políticas que ante nuevas dificultades, como la situación por la que
actualmente atraviesan todas las economías del mundo, eviten un nuevo avance de la
población entre 5 y 17 años hacia la participación en el mercado laboral.

6.1.2. Trabajo infantil, escolarización y oficios del hogar. Uno de los principales obs-
táculos en la lucha contra el trabajo infantil radica en cómo se define este concepto.

En principio, la alta sensibilidad que produce el tema, así como la carga moral que se
le impone, significó la satanización del trabajo infantil y, por lo tanto, cualquier acti-
vidad que involucrara infantes y trabajo debería ser eliminada. Debido a que la discu-
sión se centró en lo moral, la palabra trabajo y explotación empezaron a ser vistas como
equivalentes y, en consecuencia, un niño, niña o adolescente que trabaja está siendo
explotado(a).

Pese a las dificultades en la conceptualización, hoy la definición de trabajo infantil ha


evolucionado hasta tal punto, que ya se admite que trabajo no es igual a explotación.
126 Puesto que el trabajo infantil tiene diferentes categorías, se considera conveniente el
diseño de políticas públicas más heterodoxas. Así, la labor de los responsables del di-
seño de políticas públicas deberá concentrarse en identificar la frontera gris que separa
el trabajo de la explotación.

Lo anterior demanda la construcción de criterios que vayan más allá del simple cumpli-
miento de los estándares internacionales. Lo cual implica un trabajo riguroso en donde
se tengan en cuenta las particularidades de cada contexto (rural y urbano), para definir
los criterios que determinan que haya o no explotación infantil. Los parámetros deben
servir para identificar qué circunstancias atropellan la dignidad de niños, niñas y ado-
lescentes.

Por su parte, la erradicación de la explotación infantil no debería ser la lucha por la ga-
rantía de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, sino por los derechos a la vida
digna en una sociedad. En otras palabras, la existencia de trabajo infantil en condiciones
de explotación plantea una descomposición en las condiciones sociales, políticas y eco-
nómicas que se hacen visibles en violaciones tan fragrantes como la explotación sexual
infantil, y solo pueden ser erradicadas cuando dichas condiciones hayan cambiado.

Al estudiar el trabajo infantil y las tasas de escolaridad, se infieren dos argumentos. En


primer lugar, que existe un considerable grupo de niños, niñas y adolescentes que trabajan
y estudian de manera simultánea en las cabeceras. Esto sugiere que el trabajo no es un
elemento que lleve a la deserción estudiantil, sino el trabajo bajo ciertas condiciones
laborales y otras asociadas a las necesidades del individuo y el sistema educativo. Un
segundo argumento está relacionado con la rigidez de los sistemas educativos, en ese
sentido, el área rural ilustra, de manera elocuente, cómo la educación en el campo no
respeta las condiciones de vida de los niños, niñas y adolescentes que encuentran en la
escuela una institución hostil a sus intereses, expectativas y forma de vida.

Por otro lado, uno de los sesgos que impide identificar la explotación infantil se debe a
que esta se encuentra en el trabajo informal e ilegal. En este sentido, no hay indicadores
que expongan la participación de niños, niñas y adolescentes en el conflicto, tampoco
en la explotación sexual, ni mucho menos en el tráfico de drogas. La intervención del
Estado, en relación con la explotación infantil de los casos anteriormente mencionados,
es casi inexistente, porque las miradas se han concentrado en los oficios del hogar y las
tasas de escolaridad, desconociendo las causas que permiten la explotación.

6.1.3. Las peores formas de trabajo infantil. Como se ha señalado en los anteriores
análisis, en los que se presentan los resultados de las investigaciones que sobre trabajo
infantil ha adelantado el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, existen
ramas de la producción económica de las que prioritariamente deben aislarse los niños,
niñas y adolescentes, por cuanto se trata de actividades que exigen un uso inconveniente
de la fuerza, o que por las condiciones mismas como horarios excesivos, entre otras,
presentan graves riesgos para la salud de los menores de edad.

Sobre estas condiciones no existen registros adecuados, ya que si bien se trata de ac-
tividades que pueden identificarse con los instrumentos actuales de investigación, no
pueden definirse con precisión para avanzar en las intervenciones, como es el caso de la
falta de información sobre descripción del oficio y horas de actividad, pues, por ejemplo,
no todos los trabajos en estas ramas de actividad, por su calidad e intensidad, vulneran,
o no lo hacen de la misma manera, la integridad de los niños, niñas y adolescentes.

Por otra parte, se ha incluido dentro de las peores formas de trabajo infantil, con el interés
de proteger a los menores de edad en su integridad física y moral, algunas actividades
que aunque no son trabajo por ser al margen de la ley, como el denominado trabajo
sexual y la vinculación a los grupos armados, es preciso concluir sobre la necesidad de 127
obtener esta información que por sus mismas características de actividades ocultas re-
quieren de técnicas de investigación diferentes a las tradicionalmente utilizadas.

6.2. RECOMENDACIONES

Las conclusiones que hasta aquí se han presentado sirven para indicar con precisión
algunas recomendaciones fundamentales:

• Debido a que paralelamente, ante la disminución de niños, niñas y adolescentes en


el mercado laboral, se agudizan las condiciones en algunas ramas de la producción,
algunas áreas, y en ciertas posiciones ocupacionales, se considera conveniente au-
mentar los esfuerzos de manera focalizada en la intervención de los sectores más in-
formales y con más baja productividad de la economía.

• Es recomendable, ante nuevas dificultades como las que atraviesan las economías del
mundo actualmente, la revisión y reforzamiento de programas de intervención, con el
objetivo de que no se revierta la actual situación con un nuevo avance de la población
entre 5 y 17 años hacia el mercado laboral.

• Ante las modificaciones en conceptos, es necesario efectuar una revisión y actualiza-


ción sobre la frontera que separa el trabajo de la explotación. Esto demanda la cons-
trucción de criterios que vayan más allá del simple cumplimiento de los estándares
internacionales.

• En cuanto al manejo de información, es evidente la importancia de las investigaciones


hasta ahora realizadas. Sin embargo, es conveniente una especialización del instru-
mento, buscando las desagregaciones requeridas (por ejemplo, tiempos de dedicación
y condiciones) para caracterizar con más precisión el trabajo infantil, adicionando as-
pectos cualitativos como los culturales y legados históricos, estudiando la posibilidad
de la separación de esta investigación de las encuestas de hogares.

• Finalmente, resulta de gran importancia para el diseño de políticas, el logro de acuerdos


interinstitucionales (entidades gubernamentales y no gubernamentales), a causa de
las dificultades señaladas, para la obtención de información sobre las llamadas peores
formas de trabajo infantil.

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