Versiones de Caperucita
Versiones de Caperucita
Versiones de Caperucita
de Gianni Rodari
- ¡No Roja!
- ¡Que no, Roja!
Érase una vez una loba que cuidaba de sus nietos lobeznos.
Era hora de dormir, pero los pequeños estaban excitados y se negaban a acostarse
sin haber escuchado antes una historia como las que les contaba muchas veces la
abuela loba. Pero esta vez, el relato sería especial, pues era real, era una
experiencia que vivió un antepasado, un tíoabuelo de la abuelita.
Los lobeznos, muy contentos de saber que lo que iban a oír era algo tan
emocionante, fueron obedientes y se acomodaron en sus camitas.
-Es verdad, según una historia que oímos el otro día en la plaza, nosotros nos
alimentamos de caperucitas (a veces, también de sus abuelitas) cuando somos
adultos.-aseguró otro lobezno.
-Ay, pequeños míos, lo que vosotros habéis escuchado es una historia que se ha
hecho famosa por todo el mundo. Pero eso es un cuento que se inventaron un
grupo de caperucitas del pueblo de al lado, para ocultar su verdadera identidad al
resto de la gente y también para darnos fama de crueles, sanguinarios y
peligrosos.
La verdadera historia es la que os estoy contando yo, que es la misma que oísteis
en la plaza, pero al revés. Es decir, una caperucita fingío que se había perdido y mi
tíoabuelo, un lobo muy noble, quiso ayudarla a encontrar el camino de vuelta a su
casa donde, en realidad, esperaba la abuela de la caperucita, preparando una olla
con caldo de verduras para comerlo. Cuando quisieron obligar al tíoabuelo a
meterse en la olla, hubo una gran revolución y toda la casa quedó destrozada por
dentro a causa del forcejeo con las dos mujeres. Aprovechando las condiciones en
las que había quedado la casa, cuando el tíoabuelo consiguió huir, y llegó el
cazador, la caperucita y su abuela fingieron ser las víctimas. Así que el cazador
persiguió al lobo y lo hirió. Pobrecillo...
-Y, lo principal, ya que nos reconocen por las orejas, llevar una gorra o un gorrito.
¡¡Hay que mantenerse lejos de las caperucitas!!