Cristianismo 6to. Sec.
Cristianismo 6to. Sec.
Cristianismo 6to. Sec.
El mundo del antiguo Oriente Medio, en particular las regiones de Egipto y las tierras al este del mar Mediterráneo (Asiria
y Media), era, predominantemente, un mundo politeísta en la época del siglo 7 a.C. (Atlas Histórico del Mundo, pág. 3).
La gente de aquellas tierras adoraba a diferentes tipos de deidades. Algunos fueron vinculados con el bienestar de los
pueblos y ciudades, como Marduk en Babilonia o Ra de Heliópolis en Egipto. Otros Dioses eran los responsables del
sustento y el bienestar del hombre en tiempos de guerra y agitación, como Baal para los cananeos e Ishtar para los
sumerios y asirios. (La Herencia de las Civilizaciones del Mundo, pág. 54).
Entre este diverso conglomerado de culturas y creencias politeístas surgió una única gran tradición que más tarde iba a
fusionar las bases de las tres grandes religiones del mundo: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Estas tres religiones
pueden ser vinculadas a una tradición religiosa común que se remonta a tiempos del Profeta patriarcal Abraham. Esta
tradición religiosa subyacente, forma la sólida base sobre la que se han construido las tres religiones en el transcurso de
la historia y de la que cada una ha desarrollado diferentes creencias e ideales que los diferencian de los demás.
Para empezar, la diferencia fundamental que distingue la tradición religiosa de estas tres religiones era el concepto
unificador del monoteísmo:
Cree en un único, Todopoderoso Dios que es el Creador único, Sustentador y Soberano del universo. (Ibíd., pág. 56)
Si bien no está muy claro cuando surgió por primera vez esta doctrina, los historiadores suelen coincidir en que el
concepto del monoteísmo apareció por primera vez entre un pueblo nómada tribal conocidos como los Hebreos. (Ibíd.,
pág. 56) En esencia, la tradición religiosa común que comparten el Islam, el Cristianismo y el Judaísmo se remonta a
esos pueblos. Una mejor comprensión de la historia de este grupo de personas puede ser útil para comprender el origen
común de las religiones monoteístas contemporáneas.
LAS RELIGIONES ABRAHÁMICAS
JUDAÍSMO
El judaísmo es la religión del pueblo judío y comprende un sistema de creencias, doctrinas, ritos y costumbres que fueron
sistematizados en una vasta literatura, a partir del siglo I d.C. Sin embargo, el origen del judaísmo es ciertamente anterior
y se remonta hacia dos milenios a.C. En Canaán, parte actual de Israel.
Los judíos creen en un solo Dios, que reveló la ley a su pueblo. Descendientes de los antiguos hebreos, Abraham (nacido
en Ur -actualmente Irak- hacia el 2000 a.C.), fue el primer líder. Abraham, por orden de Dios, emigró a Canaán. Desde
esta realidad trasciende el linaje de generación en generación hasta llegar a Jesús.
Citamos al judaísmo por la razón que Jesús desde su nacimiento hasta su muerte fue judío y la diferencia consta en la
praxis que él tenía a lo largo de la predicación de su evangelio.
QUÉ ES EL CRISTIANISMO
El cristianismo es una de las tres religiones monoteístas que existen en el mundo hoy en día. Tiene como base y
fundamento las enseñanzas de Cristo.
El cristianismo primitivo nace como una corriente de la religión judaica en el año I a. de C., con el nacimiento de Jesús de
Nazareth en Judea (actualmente Israel).
El cristianismo es actualmente una de las religiones más difundidas en el mundo llegando a más de dos billones de
seguidores en el año 2015. Los mayores grupos cristianos se dividen en:
La Iglesia Católica Romana, cuyos creyentes se llaman católicos.
La Iglesia Ortodoxa o Iglesia de Oriente o Iglesia Ortodoxa Griega.
La Iglesia Protestante, cuyos seguidores se llaman protestantes.
Historia y origen del cristianismo
El cristianismo deriva de la corriente religiosa judaica en el año I a. de C., y es basada en la vida, las enseñanzas y la
muerte de Jesús. Los judíos no creen en Jesús como mesías o persona divina.
La resurrección de Jesús y su divinidad será uno de los puntos a ser discutidos por las autoridades del cristianismo que
generará posteriormente su división.
El cristianismo tiene como libro sagrado la Biblia, compuesta por el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Las
enseñanzas del Nuevo Testamento son casi exclusivas de la religión cristiana.
El cristianismo medieval tenía varias corrientes, especialmente por la diferencia de opiniones sobre la divinidad,
resurrección de Jesús y la existencia de la Santísima Trinidad.
En el año 313 d. de C., el emperador Constantino I promulga el edicto de Milán, en la cual se establecía finalmente la
libertad de culto, acabando con las persecuciones contra los cristianos.
Concilios y separaciones de la Iglesia Cristiana
El nacimiento del cristianismo condujo a varias corrientes para la interpretación del nacimiento, vida y muerte de Jesús.
En este proceso de casi 1.000 años, el cristianismo fue dividiéndose y creando divergencias en sus dogmas y creencias.
El Credo de Nicea junta los primeros dos concilios celebrados: el Concilio de Nicea en el año 325 a. de C., y el Concilio
de Constantinopla en el año 381 a. de C. En los concilios se estableció la divinidad de Jesús y la existencia de la Trinidad
que declaraba la igualdad de ‘Dios Hijo’ con ‘Dios Padre’.
Con esta resolución, se aprueba el credo de Atanasio y se condena el arrianismo por herejía ya que Arrio (256-336) y sus
seguidores, a pesar de creer en Jesús como hijo de Dios, afirmaban que Jesús y Dios no eran equiparables recusando el
concepto de Trinidad.
La separación oficial de la Iglesia Cristiana fue en el año 1054, cuando León IX y Miguel Cerulio como representante de
la Iglesia Oriental entran en conflicto por la definición de poderes que ya estaba en la mesa. La sede en Constantinopla
provoca el cisma de 1054 en el cual todas las iglesias bajo la jurisdicción de Roma se separan de ella dividiéndose en la
Iglesia Católica Apostólica Romana y la Iglesia Ortodoxa.
Características del cristianismo
El cristianismo nace con Jesús Cristo como su profeta.
Los seguidores de Jesús en vida se llaman apóstoles. Se dice que Jesús tenía 12 apóstoles cercanos.
Las tres corrientes principales son la Iglesia Católica Romana, las Iglesias Ortodoxas y la Iglesia Protestante.
Creen en un solo Dios dividido en tres aspectos, a lo cual llaman Trinidad, que se compone por el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.
Su libro sagrado es la Biblia. Los autores escribían inspirados por Dios, por lo tanto lo llaman "la palabra de Dios".
Jesús Cristo, como el segundo elemento de la Trinidad, nace de la Virgen María.
La misión de Jesús en la tierra es la reconciliación entre el hombre y Dios a través de su muerte como sacrificio por los
pecados de la humanidad.
Los rituales del cristianismo se llaman sacramentos. La eucaristía es un sacramento que incluye tanto el bautizo como la
primera comunión.
Jesús expió con su muerte en la cruz los pecados heredados de Adán con el pecado original.
La salvación cristiana solo se consigue con la creencia y la fe en Jesús Cristo.
Se cree en el Infierno como un lugar de eterno castigo y no existen puentes entre el Cielo y el Infierno.
Entendemos por Cristianismo la religión fundada por Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. La persona y las
enseñanzas de Jesús son las bases sobre las que se asienta la religión cristiana. Los cristianos consideran
a Jesucristo su Redentor y su Maestro: le reconocen como su Dios y Señor y se adhieren a su doctrina.
En una hora precisa del tiempo y en lugar determinado de la tierra, el Hijo de Dios se hizo hombre e irrumpió en la
historia humana. El lugar de nacimiento de Jesús fue Belén de Judá; la hora, cuando reinaba en Judea Herodes el
Grande y Quirino era gobernador de Siria, bajo la autoridad suprema del emperador de Roma, César Augusto (cfr. Mt II,
1; Le II, 1-2). La vida de Cristo entre los hombres se prolongó hasta otro momento de la historia, bien preciso también: la
Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo tuvieron lugar en Jerusalén, a partir del día 14 del mes de Nisán del año 30
de la Era cristiana. Caifás desempeñaba el cargo de Sumo Sacerdote, gobernaba Judea el «procurador» Poncio
Pilato y reinaba en Roma el emperador Tiberio.
CONOCER A JESUCRISTO
Jesucristo se presentó a sí mismo como el Cristo, el Mesías anunciado por los Profetas y esperado ansiosamente por el
Pueblo de Israel. En Cesárea de Filipo, ante la diversidad de opiniones que corrían sobre su persona, el Señor preguntó
a los Apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» La respuesta de Pedro fue rotunda: «Tú eres el Cristo, el Hijo
de Dios vivo». Jesús no sólo no enmendó en un ápice estas palabras, sino que las confirmó de modo inequívoco: « No te
han revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos» (cfr. Mt XVI, 13-17). En la noche de la
Pasión, ante los príncipes de los sacerdotes y todo el Sanedrín, Jesús declararía abiertamente que era el Hijo de Dios, el
Mesías. A la solemne pregunta del Sumo Sacerdote, la suprema autoridad religiosa de Israel: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo
de Dios bendito?», Jesús respondió: «Yo soy» (Me XIV, 61-62).
«Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (lo I, 10). Estas palabras del capítulo primero del Evangelio de San
Juan anuncian el drama del rechazo del Salvador por parte del Pueblo elegido. Dominaba en éste por aquel tiempo una
concepción político-nacional acerca del esperado Mesías, al que se consideraba como un caudillo terrenal que habría de
libertar la nación del yugo de los opresores romanos y restaurar en todo su esplendor el Reino de Israel. Jesús no
respondía a esta imagen, porque su Reino no era de este mundo (cfr. lo XVIII, 36). Por eso no fue reconocido, sino
rechazado por los jefes del pueblo y condenado a morir en la Cruz.
Los milagros obrados por Jesús durante los años de su vida pública constituyen el refrendo de su Mesianidad y
confirmaron la doctrina que anunciaba. Esas razones, unidas a la personalidad incomparable del Señor, motivaron
decisivamente la adhesión de sus discípulos, y en primer término de los doce Apóstoles. Una adhesión todavía
defectuosa al principio, por parte de hombres que compartían muchos de los prejuicios de sus contemporáneos; unos
hombres cuya mentalidad les hacía difícil comprender la verdadera naturaleza de la misión redentora de Jesús, lo que
explica el tremendo desconcierto que les causó la Pasión y Muerte de su Maestro.
La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su
doctrina. «Si Cristo no resucitó —escribió San Pablo—, vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (I Cor XV, 14).
La realidad de la Resurrección —tan lejos de las expectativas de los Apóstoles y los discípulos— se les impuso a éstos
con el argumento irrebatible de la evidencia: «peroCristo ha resucitado y ha venido a ser como las primicias de los
difuntos» (I Cor XV, 20; cfr. Le XXIV, 27-44; lo XX, 24-28).
Desde entonces los Apóstoles se presentarían a sí mismos como «testigos» de Jesucristo resucitado (cfr. Act II, 22; III,
15), lo anunciarían por el mundo entero y resellarían su testimonio con la propia sangre. Los discípulos de Jesucristo
reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación,
transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradición.
EL NACIMIENTO DE LA IGLESIA
Pero Jesucristo no sólo fundó una religión —el Cristianismo—, sino también una Iglesia. La Iglesia —el nuevo Pueblo de
Dios— fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el
bautismo. La Iglesia está cimentada sobre el Apóstol Pedro, a quien Cristo prometió el Primado —«y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia» (Mt XVI, 18) — y se lo confirmó y confirió después de la Resurrección: « apacienta mis corderos»,
«apacienta mis ovejas» (cfr. lo XXI, 15-17). La Iglesia de Jesucristo existirá hasta el fin de los tiempos, mientras perdure
el mundo y haya hombres sobre la tierra: «y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt XVI, 18). La
constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, y a partir de entonces comienza propiamente su historia.
En 2.000 años el cristianismo ha pasado de ser una pequeña comunidad de discípulos reunidos alrededor de un
trabajador milagroso, Jesús de Nazaret, a ser una religión mundial con
más de 2.000 millones de seguidores.
En sus primeros siglos, el cristianismo consiguió una tasa de crecimiento
increíble: se estima que ya tenía unos 30 millones de seguidores en
350 D.C.
Pero las cosas podían haber sido de otra manera. Los académicos creen
ahora que decenas, o incluso centenares de profetas y otros maestros
fundaron en la antigüedad nuevos movimientos religiosos de distintos
tamaños.
La mayor parte de ellos florecieron durante un tiempo y luego
desaparecieron, mientras que el cristianismo siguió progresando.
Puede que su éxito se explique por lo que hoy llamamos
"compartibilidad".
LA FE DE UN EMPERADOR
Los historiadores apuntan a un único acontecimiento en el siglo IV como
el que marcó el destino del cristianismo: la conversión del emperador
romano Constantino. La conversión del emperador Constantino fue clave para darle una fuerte estructura institucional al
cristianismo.
¿DESAPARECERÁ EL CRISTIANISMO EN EL LUGAR QUE LO VIO NACER?
Una vez que el cristianismo fue adoptado como la religión del emperador, se desarrolló rápidamente como una fuerte
estructura institucional, una que de
hecho sobreviviría al Imperio.
La muerte de Jesús alrededor del año 30 D.C. no significó el final de sus enseñanzas.
Los seguidores de Jesús lo veían como el hijo de Dios y el Mesías y creían que había resurgido de entre los muertos.
CRISTIANISMO EN LA ACTUALIDAD.
En la actualidad hay más de 2.000 millones de seguidores del cristianismo, divididos en más de 30.000 iglesias
diferentes, aunque las más numerosas son la iglesia católica, con más de 1.100 millones de seguidores, las iglesias
reformadas mayoritarias, con 350 millones, y la iglesia ortodoxa con 250 millones.
Estamos en una etapa de la historia en que se evidencia la importancia de las religiones como determinantes en la vida
de los pueblos e Oriente a Occidente se advierte que el transcurso de los acontecimientos viene ligado a las luchas entre
los creyentes de las religiones monoteístas y en sus detractores. En Oriente Medio vemos la interminable guerra entre
judíos y musulmanes. Y en los países democráticos occidentales observamos la lucha soterrada entre los creyentes
cristianos y los agnósticos y laicistas, que se refleja en las legislaciones internas de los pueblos: y hasta observamos
conversiones de personalidades relevantes en el mundo de la política últimamente la del ex-Premier inglés, Tony Blair
que ha pasado de la religión reformada protestante a la Iglesia Católica.
Y, en medio de este vaivén político, qué poco se piensa en la importancia que la religión cristiana, considerando en ella a
los protestantes de las diversas confesiones y a los ortodoxos de las distintas ramas, ha tenido en la historia de la
humanidad, frente a la importancia que han alcanzado otras religiones como la musulmana, la judía, o la hindú, por citar
las seguidas por millones de fieles en el mundo. Y es, precisamente, que no se valora el nacimiento histórico de Jesús de
Nazaret, COMO CENTRO DE LA HISTORIA porque por ÉL se mide el TIEMPO, EL DE ANTES Y EL DE DESPUES. Si
estamos en el año 2007, es porque hace 2007 años que Jesús nació en Belén de Judá.
Antes el cristianismo más que todo, la religión católica era prácticamente obligatoria y la iglesia católica estaba ligada al
gobierno, la iglesia tenía más poder que el estado con el tiempo por los cambios que se sucedieron en la política la
iglesia va sopándose del estado por el mismo sentido que tiene la religión para que también no sea afectada en su misión
evangelizadora por los distintos movimientos políticos a nivel mundial.