Juicio

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Juicio

Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás. Allí fue juzgado
ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían no
fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús
dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba
una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús. 41En el
Evangelio de Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás, suegro de Caifás, y luego ante este
último. Solo se detalla el interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los
sinópticos.42Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba
oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los
sirvientes, le negó tres veces (dos según el Evangelio de Juan), como Jesús le había
profetizado.43
A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el procuradorNota 9 romano. Tras
interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a
Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes
de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se
lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús. 44
Crucifixión
Artículo principal: Crucifixión de Jesús

Cristo crucificado de Diego Velázquez (siglo XVII).


Detalle del semblante de Cristo recién muerto, obra de José Luján Pérez, 1793.

Jesús fue azotado, lo vistieron con un manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de
espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo:
«Salud, rey de los judíos».45Fue obligado a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta
un lugar llamado Gólgota, que en arameo significa ‘lugar del cráneo’. Le ayudó a llevar la cruz
un hombre llamado Simón de Cirene.
Dieron de beber a Jesús vino con hiel. Él probó pero no quiso tomarlo. Tras crucificarlo, los
soldados se repartieron sus vestiduras. En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en
arameo, griego y latín con el motivo de su condena: «Este es Jesús, el rey de los judíos», que
a menudo en pinturas se abrevia INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, literalmente ‘Jesús
de Nazaret, rey de los judíos’). Fue crucificado entre dos ladrones. 46
Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Elí, Elí, lemá sabactani», que, según el Evangelio
de Mateo y el Evangelio de Marcos, en arameo significa: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?’.47Las palabras finales de Jesús difieren en los otros dos evangelios. 48
También hay diferencia entre los evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús estuvieron
presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de
Jesús; en el Evangelio de Juan se menciona también a la madre de Jesús y al «discípulo a
quien amaba» (según la tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto del
evangelio no se menciona su nombre).
Sepultura
Artículos principales: Descendimiento de Jesús y  Lamentación sobre Cristo muerto.

Un seguidor de Jesús, llamado José de Arimatea, solicitó a Pilato el cuerpo de Jesús la misma


tarde del viernes en que había muerto, y lo depositó, envuelto en una sábana, en un sepulcro
excavado en la roca. Cubrió el sepulcro con una gran piedra. 49Según el Evangelio de Mateo
(no se menciona en los otros evangelios), al día siguiente, los «príncipes de los sacerdotes y
los fariseos» pidieron a Pilato que colocase frente al sepulcro una guardia armada, para evitar
que los seguidores de Jesús robasen su cuerpo y difundieran el rumor de que había
resucitado. Pilato accedió.50

Resurrección y ascensión
La resurrección de Cristo, por Piero della Francesca (siglo XV).

Artículos principales: Resurrección de Jesús y  Ascensión de Jesús.

La resurrección de Cristo, en el Retablo de Isenheim, por el pintor alemán Matthias


Grünewald (siglo XVI).

Los cuatro evangelios relatan que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día después
de su muerte y se apareció a sus discípulos en varias ocasiones. 51En todos ellos, la primera
en descubrir la resurrección de Jesús es María Magdalena. Dos de los evangelios (Marcos y
Lucas) relatan también su ascensión a los cielos. Los relatos sobre Jesús resucitado varían,
sin embargo, según los evangelios:

 En el Evangelio de Mateo, María Magdalena y «la otra María» fueron al sepulcro en la


mañana del domingo. Sobrevino un terremoto, y un ángel vestido de blanco removió la
piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Los guardias, que presenciaron la escena,
temblaron de miedo y «se quedaron como muertos» (Mt 28, 1-4). El ángel anunció a las
mujeres la resurrección de Jesús, y les encargó que dijeran a los discípulos que fueran
a Galilea, donde podrían verle. Al regresar, el propio Jesús les salió al encuentro, y les
repitió que dijeran a los discípulos que fueran a Galilea (Mt 28, 5-10). Entretanto, los
guardias avisaron a los príncipes de los sacerdotes de lo ocurrido. Estos les sobornaron
para que divulgaran la idea de que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo (Mt
28, 11-15). Los once apóstoles fueron a Galilea, y Jesús les hizo el encargo de predicar el
evangelio (Mt 28, 16-20).

 En el Evangelio de Marcos, tres seguidoras de Jesús, María Magdalena, María la de


Santiago y Salomé, fueron al sepulcro el domingo, muy de mañana, con la intención de
ungir a Jesús con perfumes (Mc 16, 1-2). Vieron que la piedra que cubría el sepulcro
estaba removida. Dentro del sepulcro, descubrieron a un joven vestido con una túnica
blanca, quien les anunció que Jesús había resucitado, y les ordenó que dijesen a los
discípulos y a Pedro que fuesen a Galilea para allí ver a Jesús. Se indica que María y sus
compañeras no dijeron nada a nadie, pues tenían miedo (Mc 16, 3-8). A continuación, se
dice que Jesús se apareció a María Magdalena (sin mencionar a las otras mujeres), y que
esta dio al resto de los seguidores de Jesús la buena noticia, pero no fue creída (Mc 16, 9-
11). Jesús volvió a aparecerse, esta vez a dos que iban de camino: cuando estos
discípulos contaron lo ocurrido, tampoco se les creyó (Mc 16, 12-13). Finalmente, se
apareció a los once apóstoles, a los que reprendió por no haber creído en su resurrección.
Les encomendó predicar el evangelio, y subió a los cielos, donde está sentado a la
derecha de Dios (Mc 16, 14-20).Nota 10

 En el Evangelio de Lucas, algunas mujeres, María Magdalena, Juana y María de


Santiago, y otras cuyos nombres no se mencionan, acudieron al sepulcro para ungir a
Jesús con perfumes. Encontraron removida la piedra del sepulcro, entraron en él y no
encontraron el cuerpo (Lc 24, 1-3). Entonces se les aparecieron dos hombres con
vestiduras deslumbrantes, quienes les anunciaron la resurrección de Jesús (Lc 24, 4-7).
Las mujeres anunciaron la resurrección a los apóstoles, pero estos no las creyeron (Lc
24,8-11), excepto Pedro, que fue al sepulcro y comprobó que el cuerpo había
desaparecido (Lc 24, 12). Ese mismo día, Jesús se apareció a dos discípulos que
caminaban de Jerusalén a Emaús, que lo reconocieron en el momento de la fracción del
pan (Lc 24, 13-35). Poco después se presentó ante los once, que creyeron que se trataba
de un espíritu, pero les demostró que era él en carne y huesos, y comió en su presencia
(Lc24,36-43). Les explicó el sentido de su muerte y resurrección (Lc 24,44-49), y, más
tarde, los llevó cerca de Betania, donde ascendió al cielo (Lc 24,50-53).

 En el Evangelio de Juan, María Magdalena fue al sepulcro muy de madrugada y


descubrió que la piedra había sido removida. Corrió en busca de Pedro y del «discípulo a
quien Jesús amaba» para avisarles (Jn 20,1-2). Los dos corrieron hacia el sepulcro. El
discípulo amado llegó primero, pero no entró en el sepulcro. Pedro entró primero y vio las
fajas y el sudario, pero no el cuerpo. El otro discípulo entró después, «y vio y creyó» (Jn
20, 3-10). Magdalena se quedó fuera, y se le aparecieron dos ángeles vestidos de blanco.
Le preguntaron: «¿Por qué lloras, mujer?», y ella contestó: «Porque han tomado a mi
Señor y no sé dónde lo han puesto». Se volvió hacia atrás, y vio a Jesús resucitado, quien
le preguntó a su vez por qué lloraba. Magdalena le confundió con el hortelano, y le
preguntó dónde había puesto a Jesús. Jesús la llamó: «¡María!», y ella lo reconoció,
respondiendo: «¡Rabbuní!». Jesús le pidió que no lo tocara, ya que aún no había subido al
Padre, y pidió que avisara a sus hermanos de que iba a subir al Padre. Magdalena fue a
anunciar lo ocurrido a los discípulos (Jn 20, 11-18). Ese mismo día, por la tarde, Jesús se
apareció al lugar en que los discípulos se encontraban ocultos por temor de los judíos. Les
saludó diciendo «La paz sea con vosotros», les mostró la mano y el costado, y, soplando,
les envió el Espíritu Santo. Uno de los once, Tomás, no estaba con el resto cuando tuvo
lugar la aparición de Jesús, y no creyó que el aparecido fuera realmente Jesús (Jn 20, 19-
25). Ocho días después, Jesús volvió a aparecerse a todos los discípulos, incluido Tomás.
Para vencer su incredulidad, Jesús le dijo que tocara su mano y su costado. Tomás creyó
en él (Jn 20, 26-29). Más adelante, Jesús volvió a aparecerse a siete de sus discípulos
cuando estaban pescando junto al mar de Tiberiades. No habían pescado nada; les pidió
que volvieran a echar la red y la sacaron llena de peces. Entonces lo reconocieron, y
comieron con él panes y peces (Jn 21,1-14). Tras esto, se relata una conversación entre
Jesús y Pedro, en la que interviene también el «discípulo amado» (Jn 21,15-23).
Profecías en el Antiguo Testamento concernientes a Jesús
Según los autores del Nuevo Testamento, la vida de Jesús supuso el cumplimiento de algunas
profecías formuladas en ciertos libros del Antiguo Testamento. Los libros bíblicos más citados
en este sentido por los primeros cristianos fueron Isaías, Jeremías,
los Salmos, Zacarías, Miqueas y Oseas. Para los autores del Nuevo Testamento, en una
visión compartida por los cristianos posteriores, en estos textos se anuncia la venida de Jesús
de Nazaret, que sería el Mesías que esperaba el pueblo de Israel. A menudo los redactores
de los evangelios, sobre todo el autor del Evangelio de Mateo, citan explícitamente estos
textos para subrayar el cumplimiento de estas profecías en la vida y muerte de Jesús. Entre
otras cosas, consideran que fueron profetizadas las circunstancias y el lugar de nacimiento de
Jesús (Is 7,14; Miq 5,2);52 su relación con Galilea (Is 9,1);53 su condición mesiánica (Is 9, 6-7;
Is 11, 1-9; Is 15, 5);54 el papel de precursor de Juan el Bautista (Is 40,3)55 e incluso su pasión y
muerte sacrificial (a este respecto se citan sobre todo cuatro poemas, incluidos en el Deutero
Isaías (o Segundo Isaías),Nota 11 que presentan la figura de un siervo de Yahvé,56 a cuyo
sacrificio se atribuye un valor redentor, pero también otros muchos pasajes. 57
Los judíos, que también consideran sagrados estos libros, no aceptan la creencia cristiana de
que estas profecías se refieren a Jesús de Nazaret. Para la investigación histórica actual, el
principal interrogante es hasta qué punto estos libros contribuyeron a moldear los relatos
evangélicos.

Jesús según la investigación histórica


Artículo principal: Jesús histórico

Véanse también: Búsqueda del Jesús histórico,  Historicidad de Jesús y  Retratos del Jesús
histórico.
A diferencia de lo que ocurre con otros personajes de la Antigüedad, pero al igual que sucede
con otros muchos, no existen evidencias arqueológicas que permitan verificar la existencia de
Jesús de Nazaret. La explicación principal que se da a este hecho es que Jesús no alcanzó
mientras vivía una relevancia suficiente como para dejar constancia en fuentes arqueológicas,
dado que no fue un importante líder político, sino un sencillo predicador itinerante. 58Si bien los
hallazgos de la arqueología no pueden ser aducidos como prueba de la existencia de Jesús
de Nazaret, sí confirman la historicidad de gran número de personajes, lugares y
acontecimientos descritos en las fuentes.59
Por otro lado, Jesús, como muchos destacados dirigentes religiosos y filósofos de la
Antigüedad,60 no escribió nada, o al menos no hay constancia alguna de que así haya sido.
Todas las fuentes para la investigación histórica de Jesús de Nazaret son, por lo tanto, textos
escritos por otros autores. El más antiguo documento inequívocamente concerniente a Jesús
de NazaretNota 12 es el llamado Papiro  P52, que contiene un fragmento del Evangelio de Juan y
que data, según los cálculos más extendidos, del 125 aproximadamente (es decir, casi un
siglo después de la fecha posible de la muerte de Jesús, hacia el año 30).
Papiro P52, Rylands 457.

Si bien los testimonios materiales referentes a la vida de Jesús son muy tardíos, la
investigación filológica ha logrado reconstruir la historia de estos textos con un alto grado de
probabilidad, lo que arroja como conclusión que los primeros textos sobre Jesús (algunas
cartas de Pablo) son posteriores en unos veinte años a la fecha probable de su muerte, y que
las principales fuentes de información acerca de su vida (los evangelios canónicos) se
redactaron en la segunda mitad del siglo I. Existe un amplio consenso acerca de esta
cronología de las fuentes, al igual que es posible datar algunos (muy escasos) testimonios
acerca de Jesús en fuentes no cristianas entre la última década del siglo I y el primer cuarto
del siglo II.
En el estado actual de conocimientos acerca de Jesús de Nazaret, la opinión predominante en
medios académicos es que se trata de un personaje histórico, Nota 3 cuya biografía y mensaje
experimentaron modificaciones por parte de los redactores de las fuentes. 61 Existe, sin
embargo, una minoría de estudiosos que, desde una crítica radical de las fuentes, consideran
probable que Jesús ni siquiera fuese un personaje histórico real, sino una entidad mítica,
similar a otras figuras objeto de culto en la Antigüedad. Nota 3

Fuentes
Artículo principal: Fuentes de la historicidad de Jesús

Son sobre todo las fuentes cristianas, obviamente parciales, las que proporcionan información
sobre Jesús de Nazaret. Los textos cristianos reflejan principalmente la fe de las comunidades
primitivas, y no pueden considerarse, sin más, documentos históricos.
Los textos en los que la crítica actual cree posible hallar información acerca del Jesús histórico
son, principalmente, los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas).
Secundariamente, proporcionan también información acerca de Jesús de Nazaret otros
escritos del Nuevo Testamento (el Evangelio de Juan, las epístolas de Pablo de Tarso),
algunos evangelios apócrifos (como el de Tomás y el de Pedro), y otros textos cristianos.
Por otro lado, existen referencias a Jesús en unas pocas obras no cristianas. En algunos
casos se ha puesto en duda su autenticidad (Flavio Josefo), o que se refieran al mismo
personaje cuya vida relatan las fuentes cristianas (Suetonio). Apenas aportan alguna
información, excepto que fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato (Tácito) y que fue
considerado un embaucador por los judíos ortodoxos.
Fuentes cristianas
Son muy numerosos los escritos cristianos de los siglos I y II en los que se encuentran
referencias a Jesús de Nazaret. Sin embargo, solo una pequeña parte de los mismos contiene
información útil acerca de él. Todos ellos reflejan, en primer lugar, la fe de los cristianos de la
época, y solo secundariamente revelan información biográfica sobre Jesús.
Los principales son:

1. Las cartas de Pablo de Tarso: escritas, según la datación más probable, entre


los años 50 y 60. Son los documentos más tempranos acerca de Jesús, pero la
información biográfica que proporcionan es escasa.
2. Los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), incluidos por la Iglesia en el
canon del Nuevo Testamento. En general, suelen datarse entre los años 70 y 90.
Proporcionan gran cantidad de información, pero reflejan principalmente la fe de los
primeros cristianos, y son documentos bastante tardíos.
3. El Evangelio de Juan, también incluido en el Nuevo Testamento. Fue escrito
probablemente hacia 90-100. Suele considerarse menos fiable que los sinópticos, ya
que presenta concepciones teológicas mucho más evolucionadas. Sin embargo, no
puede excluirse que contenga tradiciones sobre el Jesús histórico bastante más
antiguas.
4. Algunos de los llamados evangelios apócrifos, no incluidos en el canon del Nuevo
Testamento. Una gran parte de estos textos son documentos muy tardíos que no
aportan información sobre el Jesús histórico. Sin embargo, algunos de ellos, cuya
datación es bastante controvertida, podrían transmitir información sobre dichos o
hechos de Jesús: entre aquellos a los que suele concederse una mayor credibilidad
están el Evangelio de Tomás, el Evangelio Egerton, el Evangelio secreto de Marcos y
el Evangelio de Pedro.
Las cartas de Pablo de Tarso

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