Jesús Describió El Reino de Dios Utilizando

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Jesús describió el Reino de Dios utilizando 

parábolas (véase más arriba), en muchas de las


cuales aparece un contraste entre un inicio pequeño e insignificante y un final espléndido (Mt
13,31-34), un padre generoso y unos invitados al banquete ocupados y desagradecidos (Mt
22, 1-14), un rey compasivo y un siervo sin piedad (Mt 18, 21-35), un viñador confiado y unos
arrendatarios infieles (Lc 20, 9-19), un sembrador despreocupado y distintos tipos de tierra
(Mc 4,1-9).
Hay bastante consenso entre los especialistas en cuanto a que la predicación de Jesús iba
dirigida en exclusiva al pueblo de Israel. Según Mateo, así lo dijo: «No soy enviado sino a las
ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mt 15, 24). Entre los historiadores que no han aceptado
esta exclusividad judía se encuentra Ernest Renan, quien se expresaba así en su polémica
obra Vida de Jesús (1863):
Es revolucionario en el más alto grado; convoca a todos los hombres a un culto basado únicamente en
la condición de hijos de Dios. Proclama los derechos del hombre, no los derechos del judío; la religión
del hombre, no la religión del judío; la liberación del hombre, no la liberación del judío.
Ernest Renan, Vida de Jesús 125

En cualquier caso, se admite que algunos gentiles podrían haber participado de su mensaje.
Según los evangelios, sanó a algunos gentiles, como el criado del centurión de Cafarnaún o la
hija de la mujer sirofenicia, conmovido por la fe que demostraron.
No hay unanimidad entre los estudiosos con respecto a si Jesús se consideró a sí mismo
como el Mesías de Israel, como afirman los evangelios canónicos, o si su identificación como
tal pertenece a la teología de las primeras comunidades cristianas. En los sinópticos, y
especialmente en el Evangelio de Marcos, Jesús admite implícitamente que es el Mesías,
pero pide en numerosas ocasiones a sus discípulos que no lo divulguen («secreto
mesiánico»).
Se considera generalmente un dato histórico que Jesús se designó a sí mismo como «Hijo del
Hombre», aunque no está claro si se trata de un título escatológico, como parece
desprenderse de su empleo en el Libro de Daniel y otros textos intertestamentarios, o si es un
mero circunloquio semítico para hacer referencia a la primera persona del singular. 126
En líneas generales, la predicación de Jesús se mantuvo en el marco del judaísmo de su
época.127En algunos aspectos, sin embargo, entró en conflicto con la interpretación que de la
ley judía hacían otros grupos religiosos (fundamentalmente saduceos y fariseos), sobre todo
en dos aspectos: la observancia del sábado y la pureza ritual. Existen discrepancias sobre
cómo interpretar estos conflictos: como una controversia ética (prioridad del bien del hombre
sobre la letra del precepto, de lo interior sobre lo exterior), como una controversia de autoridad
(Jesús tiene un poder recibido de lo alto y lo ejerce) o como una controversia escatológica (se
inaugura un nuevo tiempo).
En la predicación de Jesús, tienen una gran importancia sus enseñanzas éticas. El centro de
la ética de Jesús era el amor al prójimo, al desvalido de quien no se puede recibir
contraprestación (Lc 14,13) y, muy especialmente, el amor al enemigo (única manera de
distinguirse de los paganos que aman a los que les aman a ellos) (Mt 5,44-48, Lc 6,27-38).
Para algunos autores, la ética que Jesús predicaba tiene un carácter provisional, y se orienta
sobre todo a la época de preparación del Reino de Dios.128Por ese motivo también, la ética de
Jesús enfatiza la renuncia a los bienes materiales. En todo caso, las fuentes coinciden en que
no se puede servir a Dios y a las riquezas (Mt 6,24).
Jesús y las mujeres
Son muchos los especialistas que han llamado la atención acerca de la coincidencia en las
fuentes sobre la especial consideración que Jesús parece haber tenido hacia las mujeres de
diversa condición, en especial las marginadas, enfermas y pecadoras públicas. Algo, en cierta
medida, novedoso para un rabí de la época. Los ejemplos son múltiples: así la encorvada a la
que se acerca y cura en sábado llamándola hija de Abraham, título exclusivamente masculino
(Lc 13,11); la que sufría una patología femenina extrema que la hacía impura y excluida y que
alcanza a tocarle sin que Jesús pueda evitar curarla (Mc 5,25-34); la extranjera pagana, único
personaje en los evangelios canónicos que le convence en una discusión, apelando a su
corazón con una parábola (Mt 15,28); la viuda a la que Jesús se acerca por propia iniciativa,
conmovido (Lc 7,13); la prostituta que le unge, con escándalo de los presentes, y a la que le
son perdonados los pecados porque «ha amado mucho» (Lc 7, 37-47); la viuda pobre a la que
Jesús ensalza por su generosidad (Mc 12, 41-44); Marta y María, las amigas que le acogen en
su casa (Lc 10, 38-42); etc.
Las fuentes sinópticas coinciden también en que entre los discípulos itinerantes de Jesús se
encontraban mujeres (María Magdalena, Juana, Salomé...), algo no muy común en una
sociedad patriarcal. E incluso afirman que permanecieron al pie de la cruz cuando todos
habían huido (Mc 15,40-41). Resulta también paradójico que se reconozca como primeros
testigos de la resurrección a mujeres, cuyo testimonio apenas tenía validez en aquel contexto
social (Mc 16, 11).
Por otro lado, en sus diatribas contra los escribas y fariseos, Jesús les reprocha que devoren
los bienes de las viudas con pretextos religiosos (Lc 20, 18), y a los príncipes de los
sacerdotes y a los ancianos del pueblo les llega a asegurar que las prostitutas les precederán
en el Reino de Dios (Mt 21, 31).
Por su parte, en el Evangelio de Juan, destacan algunos personajes femeninos: la enemiga
étnica de vida licenciosa que es interlocutora del discurso del «agua viva» y de la «adoración
en espíritu y en verdad», que acaba evangelizando a sus convecinos samaritanos; Marta de
Betania, protagonista de un diálogo fundamental sobre la «resurrección y la vida»; y la mujer
adúltera a la que Jesús salva de morir lapidada conforme a la Ley de Moisés. Incluso la crítica
histórica y exegética más exigente reconoce que, más allá del carácter kerigmático de estos
relatos, se esconde un trasfondo histórico en donde el predicador judío, Jesús de Nazaret,
otorgó una consideración llamativa a las mujeres de su tiempo.
Milagros
Artículo principal: Milagros de Jesús

Tanto las fuentes sinópticas como el Evangelio de Juan presentan a Jesús como hacedor de
milagros. También destaca esta faceta de su actividad el Testimonio Flaviano, donde se indica
que «llevó a cabo hechos sorprendentes» (Antigüedades judías, XVIII, 63), aunque no puede
asegurarse que no se trate de una interpolación cristiana posterior.
En líneas generales, la investigación actual no concede credibilidad histórica a los hechos
maravillosos de Jesús que tienen que ver con alteraciones de las leyes de la Naturaleza, que
se consideran proyección de la fe de los primeros cristianos 129 y, como tales, requieren una
interpretación simbólica, no literal. En gran medida los relatos de milagros pueden tener un
origen helenístico: Rudolf Bultmann encontró paralelismos entre los relatos de los milagros de
Jesús y otros similares de la tradición helenística, lo que le llevó a concluir que «parece
probable que los relatos taumatúrgicos tienen generalmente un origen helenístico». 130
No obstante, se acepta en general que Jesús fue considerado por sus contemporáneos como
capaz de curar ciertas enfermedades y de exorcizar demonios, lo que puede interpretarse a la
luz de las creencias populares en la Palestina del siglo I. Los sinópticos, y especialmente el
Evangelio de Marcos, ofrecen numerosos testimonios de este tipo de actividad, y no parece
probable que se trate de adiciones posteriores. Estos testimonios coinciden además con los
de las fuentes talmúdicas, donde se relata que Jesús fue ejecutado como hechicero. Algunos
investigadores, como el estadounidense Morton Smith,131 han llegado a considerar este tipo de
prácticas como las más importantes en el magisterio de Jesús, hasta el punto de identificarlo
como un mago helenístico, similar a otros, aproximadamente contemporáneos, como Apolonio
de Tiana.
Muerte
La mayoría de las fuentesNota 29 que hacen referencia a la muerte de Jesús concuerdan en que
murió crucificado por orden del entonces prefecto romano en Judea, Poncio Pilato.
Que la orden de la ejecución de Jesús partió de la autoridad romana lo confirma lo que se
sabe acerca de los procedimientos jurídicos en las provincias del Imperio romano. Las
sentencias capitales eran competencia exclusiva del funcionario romano, que tenía el
llamado ius gladii (‘derecho de espada’).Nota 30Solo los romanos, además, utilizaban la
crucifixión como método de ejecución. Para la mayoría de los historiadores y biblistas, la
referencia en los cuatro evangelios canónicos a la existencia de una inscripción
o titulus ―tablilla que tenía por función especificar el motivo de la crucifixión― que contenía el
cargo condenatorio de Jesús de Nazaret, constituye uno de los datos más sólidos del carácter
histórico de su pasión.132133Además, Raymond Edward Brown señala que no resulta verosímil
que el cargo por el cual se condenó a Jesús de Nazaret («rey de los judíos») sea una
invención, porque nunca se presentó como una confesión cristiana y porque se trató de una
inscripción a la vista de todos.134
Existen, sin embargo, discrepancias entre los investigadores a la hora de determinar algunas
circunstancias de la ejecución. En primer lugar, en cuanto al delito del que fue acusado Jesús
y por el cual fue condenado a la pena capital. En segundo lugar, en cuanto al grado de
implicación de las autoridades judías de Jerusalén en el juicio y sentencia de Jesús.
Cronología
Ninguna de las fuentes ofrece una fecha exacta para la muerte de Jesús. Sin embargo, tanto
las fuentes sinópticas como el Evangelio de Juan coinciden en que Jesús murió un viernes.
Según los sinópticos, este viernes coincidió con el primer día de la fiesta de Pésaj (Pascua
judía), que se celebraba el día 15 del mes hebreo de nisán. El Evangelio de Juan, en cambio,
indica que la muerte de Jesús ocurrió el día anterior a dicha fiesta (es decir, el 14 de nisán), la
tarde en la que en el templo de Jerusalén se sacrificaban los corderos pascuales. Se ha
indicado que la información dada por Juan puede estar motivada por su intención de identificar
a Jesús como el verdadero Cordero de Dios, ya que su muerte, en el relato joánico, tiene lugar
a la misma hora en que en el templo se sacrificaban los corderos para la fiesta de Pascua.135
Todas las fuentes están de acuerdo en que la ejecución de Jesús tuvo lugar durante el
mandato de Poncio Pilato (26-36). Si se acepta como cierta la información que aportan los
sinópticos, la muerte de Jesús pudo haber ocurrido en el 27 o el 34, ya que en estos dos años
el 15 de Nisán cayó en viernes. Si se cree, en cambio, que la información más fidedigna es la
aportada por el Evangelio de Juan, las fechas posibles son el 30 y el 33, años en los que el
14 de nisán fue viernes.
Algunos autores han intentado armonizar los datos aportados por los sinópticos y por Juan,
apelando al uso de dos calendarios diferentes (un calendario lunar oficial y otro solar, utilizado
por los esenios). No hay indicios, sin embargo, de que Jesús siguiese otro calendario diferente
del que regía las festividades oficiales.136
Aunque la tradición cristiana considera generalmente que, en el momento de su muerte, Jesús
tenía 33 años, es perfectamente posible que tuviera una edad superior, dado que, como se ha
expresado, posiblemente nació antes del 4 a. C. (año de la muerte de Herodes el Grande).Nota
31
El número 33 con el tiempo ha acabado adquiriendo un sentido simbólico y ha sido
empleado por organizaciones como la masonería, que divide su escalafón en 33 grados
(siendo el 33 el grado superior).

Teorías minoritarias
Teorías acerca del carácter histórico de Jesús
 Una teoría considera que Jesús fue principalmente un revolucionario mesiánico, que
pretendía redimir a Israel e instalar un régimen teocrático (el Reino de Dios). Esta teoría
relaciona a Jesús con el movimiento de los zelotes, y se basa principalmente en el dato,
corroborado por fuentes no cristianas (Tácito, Flavio Josefo), de su ejecución en la cruz,
suplicio reservado a los condenados por sedición. Según estos autores, aquello que en
las fuentes contradice esta teoría sería el resultado de una reelaboración de la historia de
Jesús por parte de sus seguidores, realizada tras su muerte. El principal defensor de esta
teoría fue S. F. G. Brandon: Jesus and the zealots: a study of the political factor in
primitive christianity (1967).

 Otras teorías relacionan a Jesús con la secta de los esenios.

 Algunos autores, como Burton Mack o John Dominic Crossan, 137 piensan que Jesús
fue principalmente un maestro ético, cuyas enseñanzas tienen grandes afinidades con la
filosofía cínica.

 Morton Smith, en su libro Jesus the magician, identifica a Jesús como un mago.

 Varios autores, notablemente Hyam Maccoby, creen que Barrabás es la versión griega


del arameo Bar Abba (‘hijo de padre’), supuestamente el sobrenombre del mismo Jesús.
Según ello, al pedir a Pilato la liberación de Barrabás, el pueblo pedía la liberación de
Jesús.
Teoría de Jesús como personaje mítico
Artículo principal: Mito de Jesús

Algunos autores niegan de forma absoluta la validez histórica de las fuentes cristianas, y
sostienen que la figura de Jesús es el resultado de una falsificación consciente por parte de
los primeros cristianos.138Según esta teoría, Jesús no fue un personaje histórico, sino una
entidad mítica, producto del sincretismo entre las religiosidades helenística y judía. En la
actualidad, los principales defensores de esta teoría en medios académicos son George Albert
Wells, Earl Doherty, Alvar Ellegård, Timothy Freke y Peter Gandy.
Los principales argumentos que apoyan esta postura son:

 En la literatura cristiana del siglo I, excluidos los evangelios, apenas hay referencias a
la actividad de Jesús. Ninguno de estos textos registra sus enseñanzas, sus milagros ni el
proceso que llevó a su ejecución. Earl Doherty llama a esto, de forma irónica, «una
conspiración de silencio».139

 El hecho de que gran parte de los acontecimientos de la vida de Jesús narrados en los
evangelios tengan claros paralelos en la Biblia judía, lo que ha llevado a pensar que los
relatos evangélicos fueron modelados a semejanza de los del Antiguo Testamento. 140
Crítica
La mayoría de los estudiosos consideran esta teoría bastante inverosímil. 141142 Según Antonio
Piñero, desde la década de 1920 «no se considera científico negar la existencia histórica de
Jesús debido a la cantidad de pruebas directas o indirectas de su existencia». 143 Como
argumentos que hacen más verosímil la existencia histórica de Jesús, Piñero cita:

1. la mención de Jesús en las obras de dos autores no cristianos considerados fiables


(Tácito y Flavio Josefo);
2. el conjunto de textos cristianos transmitidos acerca de su figura, ya que «aunque los
escritos cristianos se manifiesten como obras de seguidores de Jesús, negar la
existencia histórica del personaje central de ellas presenta muchas más dificultades
que admitirla»;144
3. las alusiones en dichos textos a figuras históricas cuya existencia puede comprobarse
con documentos no cristianos;
4. las reinterpretaciones y remodelaciones de la figura de Jesús realizadas por los
autores de las fuentes cristianas, que no habrían sido precisas si el personaje fuera
una invención; y
5. el desarrollo del cristianismo, difícil de explicar sin la figura de Jesús.145
Murray J. Harris sugirió además «evidencias institucionales y algunas consideraciones
psicológicas» en apoyo del carácter histórico de Jesús; entre estas últimas destacó la
improbabilidad psicológica de que un grupo de judíos del siglo I, para quienes la crucifixión era
una maldición (Dt 21, 23), inventara una religión cuyo fundador fue crucificado por los
romanos, acusado de sedición y alboroto político, y que muriesen por sostener semejante
engaño por ellos creado.146

Repercusiones históricas de Jesús de Nazaret


Es abismal la diferencia entre la mínima repercusión histórica que la predicación de Jesús
alcanzó durante su vida y su influencia posterior en la historia universal. El movimiento
religioso iniciado por Jesús, escindido del judaísmo, terminó convirtiéndose en una nueva
religión, el cristianismo, que fue ganando adeptos por todo el ámbito del Mediterráneo durante
los primeros siglos de nuestra era. A pesar de ser duramente criticada, e incluso perseguida,
durante el siglo IV la religión cristiana llegó a ser la religión principal (oficialmente la única a
partir del Edicto de Tesalónica) del Imperio romano. La Iglesia cristiana alcanzó un enorme
poder, y mantuvo su estructura fuertemente jerarquizada después de las invasiones bárbaras
que marcaron el final del Imperio romano de Occidente. En Oriente, continuó siendo la religión
oficial del Imperio bizantino hasta el final de este estado, a mediados del siglo XV, si bien en
gran parte de los antiguos territorios orientales del Imperio romano se vio desplazada, a partir
del siglo VII, por el avance del islam.
El cristianismo se incorporó a la herencia cultural de Europa, hasta el punto de ser
considerado en la actualidad como uno de sus principales rasgos de identidad. 147148El filósofo
inglés sir Anthony Kenny declaró en su libro Una nueva historia de la filosofía occidental que
para "el desarrollo a largo plazo de la filosofía el evento más importante en el siglo I fue la vida
de Jesús de Nazaret". El impacto del cristianismo en la filosofía occidental tuvo dos grandes
efectos: Primero, redujo el interés por la filosofía por considerarse doctrinas paganas; y
segundo, la filosofía pasó a ser "sierva" de la teología, siendo las conjeturas opuestas a los
dogmas de fe rechazadas.149 Con la expansión de la cultura europea que comenzó en el
siglo XV, esta religión se difundió por otros muchos lugares del mundo, especialmente
por América, donde es hoy también la religión más importante. En la actualidad, la religión
cristiana, en sus diferentes denominaciones, es la que cuenta con mayor número de
seguidores en todo el mundo.
La historia de la Iglesia cristiana, tanto en Oriente como en Occidente, ha sido en gran medida
la de la lucha entre diferentes concepciones del cristianismo, que desembocaron en varios
cismas, con la consiguiente aparición de nuevas iglesias, por lo que en la actualidad no existe
una sola, sino muy variadas confesiones cristianas. Todas estas variantes del cristianismo
comparten, sin embargo, una visión de Jesús de Nazaret relativamente unitaria en lo esencial
(véase más abajo la sección Jesús en el cristianismo).
El cristianismo, y especialmente la figura de Jesús de Nazaret, ha ejercido hasta la actualidad
una enorme influencia en todos los aspectos de la cultura de Europa y de América (sobre
algunos aspectos de la influencia de Jesús en la cultura, véanse las secciones Jesús en el
arte, Jesús en la literatura, Jesús en el cine).

Jesús en el cristianismo
Artículo principal: Cristo

La figura de Jesús de Nazaret es el centro de todas las religiones denominadas cristianas,


aunque existen diferentes interpretaciones acerca de su persona. Nota 32En general, para los
cristianos, Jesús de Nazaret es el protagonista de un acto único Nota 33 e intransferible, por el
cual el hombre adquiere la posibilidad de elevarse por encima de su naturaleza caída y
alcanzar la salvación.150Dicho acto se consuma con la resurrección de Jesús de Nazaret. La
resurrección es, por tanto, el hecho central del cristianismo y constituye su
esperanza soteriológica. Como acto, es privativo de la divinidad e inasequible al hombre. De
forma más precisa, la encarnación, la muerte y la resurrección compensan en tres actos
sucesivos los tres obstáculos que separaban, según la doctrina cristiana, a Dios del hombre:
la naturaleza,Nota 34 el pecadoNota 35 y la muerte.Nota 36Por la encarnación del Verbo, la naturaleza
divina se hace humana.151Por la muerte de Cristo, se supera el pecado y por su resurrección,
la muerte.152
Históricamente, el núcleo de la doctrina cristiana quedó fijado en el Concilio de Nicea, con la
formulación del símbolo niceno. Este concilio es reconocido por las principales
denominaciones cristianas: católicos, ortodoxos y las diferentes iglesias protestantes. El texto
del credo niceno en lo referente a Jesús es el siguiente:
Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la
substancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no
hecho; consubstancial al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en
los cielos como las que están en la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación
descendió y se hizo carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los
vivos y los muertos.

Existen, sin embargo, iglesias no trinitarias que no reconocieron la existencia de una Trinidad
de personas en Dios (por ejemplo, el arrianismo, y posteriormente el unitarismo).
Jesús de Nazaret es también considerado la encarnación del Hijo, segunda persona o
hipóstasis de la trinidad cristiana. Es Hijo por naturaleza y no por adopción, lo que quiere decir
que su divinidad y su humanidad son inseparables. La relación entre la naturaleza divina y
humana quedó fijada en el Concilio de Calcedonia en estos términos:
Siguiendo con unanimidad a los Santos Padres, nosotros enseñamos que se ha de confesar un solo y
mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, perfecto en su divinidad y perfecto en su humanidad, verdadero
Dios y verdadero hombre con alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre en cuanto a la
divinidad, y consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad; en todo semejante a nosotros menos
en el pecado, nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad, y en los últimos días, por
nosotros y por nuestra salvación, nacido de María, la Virgen (madre) de Dios, según la humanidad: uno
y el mismo Cristo Señor Hijo Unigénito en dos naturalezas bien distintas, inmutables, indivisibles,
inseparables; la diferencia de naturalezas en ningún modo es suprimida por la unión, más bien se
conservan las propiedades de cada naturaleza y concuerdan en una persona y en un sujeto. No (está)
dividido ni partido en dos personas, sino que uno y el mismo es Hijo único, Dios, Verbo, Jesús Señor,
como desde el principio los profetas y el mismo Jesucristo nos enseñó y transmitió el símbolo de los
padres. Tras haber sido reguladas totalmente por nosotros estas cosas, con toda exactitud y armonía,
este Santo Sínodo ecuménico definió que a nadie se permita proferir otra fe ni escribirla, ni adaptarla, ni
pensarla o enseñarla a otros.153

Denominaciones cristianas con discrepancias conciliares


Existen algunas religiones cristianas minoritarias que no comparten las definiciones
dogmáticas del Concilio de Nicea, del Concilio de Éfeso y del Concilio de Calcedonia.
Artículo principal: Disputas cristológicas

 Nestorianismo: variante doctrinal inspirada en el pensamiento de Nestorio que cuenta


con iglesias activas actualmente como la Iglesia Asiria de Oriente. El centro de su doctrina
es el rechazo a considerar que el Dios Hijo pudo ser niño alguna vez. En consecuencia,
separan la persona humana y la persona divina de Jesús. Fue rechazada por el Concilio
de Éfeso.

 Monofisismo: es la variante doctrinal que unifica en una las dos naturalezas de Jesús
de Nazaret. Fue promovida por Eutiques y rechazada en el Concilio de Calcedonia. Se
acusaba a las Iglesias ortodoxas orientales, entre ellas la Iglesia copta, de ser monofisitas,
pero ellas también rechazan la teología de Eutiques y defienden el miafisismo.
Jesús en los nuevos movimientos religiosos de origen cristiano
Varios movimientos religiosos de filiación cristiana, surgidos a partir de la segunda mitad del
siglo XIX, se apartan de las creencias tradicionales de las religiones cristianas mayoritarias en
lo referente a la doctrina de la Trinidad, la naturaleza de Cristo y su misión. Por ello se discute
por parte de los grupos tradicionales si estos movimientos pueden considerarse propiamente
cristianos.
Los mormones (La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días) creen que
Jesucristo ofrece la salvación en dos aspectos diferentes, de la muerte física y de la muerte
espiritual.154La iglesia mormona, fundada en Estados Unidos, también mantiene la creencia de
que, después de su resurrección, Jesucristo visitó América y continuó allí su enseñanza. 155
Los testigos de Jehová consideran a Jesús como el único ser creado por Dios directamente y
que actualmente no es un hombre ni el Dios todopoderoso, sino «una poderosa criatura
espiritual» entronizado como rey.156También creen que Jesús no es parte de una trinidad, 157 y
que no resucitó por sí 

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