Marvin Harris-Cap 17

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Introducción a la antropología general Capítulo 17


zar la opinión pública para acabar con conflictos entre individuos que per-
tenecen a diferentes grupos do1nésticos y de parentesco. EL CONTROL Y EL ORIGEN DEL ESTADO
Las acusaciones de brujería son otro inedia de dar a la opinión pública
una oportunidad de identificar y castigar a los violadores persistentes de
las reglas de reciprocidad y a otros alborotadores. Los chamanes actúan
co1no portavoces de su comunidad, pero su posición es precaria y a 1nenu-
do se les identifica como fuente de desgracias y conflictos. Como sucede
entre los kuikutu, el ten1or a ser acusado de brujería hace a Ja gente an1able
y generosa. Sin e1nbargo, bajo condiciones de presión, las acusaciones de
btujería pueden alcanzar proporciones epidén:iicas y constituir una amenaza
para el mantenimiento de la ley y el orden.
El tipo de liderazgo que ejercen los cabecillas refleja la naturaleza igua-
litaria de las instituciones de la ley y el orden en las sociedades organizadas
en bandas y aldeas. Los cabecillas poco más pueden hacer que arengar a la
gente y suplicarle apoyo. No disponen de medios físicos o materiales para
imponer sus decisiones. Su éxito depende de su capacidad para intuir la
opinión pública.
1'al como ilustran los nuer, se puede movilizar un gtan número de
personas para la guerra sin tener que concentrar el poder político en espe-
cialistas de la ley y el orden mediante el principio de la oposición comple-
n1entaria. En presencia de la oposición complen1entaria, la evitación de la En este capítulo contrastan1os las fo:1nas igualitarias de vida polítíc~d
venganza de sangre se convierte en Ja suprema preocupación de los linajes C'iracterísticas de las sociedades organizadas en bandas y aldeas co? la v1 ~
de orden superior. Entre los nuer 1 esta preocupación se expresa en Ja ins- J.oÚtica de las sociedades de nivel estatal. Exanünare1nos una teor1a plausible
y ~ldeas
titución del jefe de la piel de leopardo, cuya autoridad dtnal no tiene nin-
guna base en el poder político y econó1nico ni en las relaciones de paren-
tesco.
)1c cómo han ocurrido las grandes transformaciones de las bandas
· t.1va y de foi·n1.as 1na's sutiles de control del pensaintento
coac . en
d el
1
en jefaturas y estados. 1'ainbíén anahzare1nos el papel ~e la fuerza is1ca . .
. manten11111ento
de la desigualdad y el statu quo en los estados antiguos y mo e1nos.
Otros casos de organización política no basada en el parentesco entre
pueblos preestatales adoptan la forma de asociaciones voluntarias [sodali-
ties], tales como los clubs de hombres y mujeres, las sociedades secretas y
los grados de edad. Sin embargo, en ausencia del Estado, todos estos modos La gran .transformaciq11
de organización política de individuos no en1parentados son bastante rudi-
mentarios y están eclipsados por las redes de alianzas de parentesco basadas La conversión de los pueblos igualitarios organizado~ en bandas y aldeas
en el matrimonio y la filiación. en cainpesinos que pagan rentas e in1pu:;tos t~a1:s.f?rmo tod~s los aspee.tos
J-· la existencia humana. Con ella surgro la div1s1on entre ricos y pob1es,
;,~b:rnantes y gobernados. Esta transformación, n? fue resultado dd alJu'.oa
;úbita conspiración de los fuertes con:ra los debtles, m tampo~o e a g~n
súbito colapso de los componentes caritativos de ~a natu/raleza uman_ª: e
debió a procesos evolutivos recurrentes que pro.du¡eron. lineas de d¡sa1:ollo
iaralelas en diferentes partes del globo. No qmere decn es.to que ª. tr~n~­
formación de las sociedades igualitarias en sociedades estrat1ftcadab srgurern
l;n todas partes los mismos pasos. En un sentid? ~mpho, sin :in ~r/go) es
probable que en todos los primeros centros «pr1st1nos» de fo1ma:;~n ~el
l~stado se dieran ciertas clases sin1ilares de paso.s ..Los datos et'.1og1afiho Y
arquéológicos sugieren los siguientes:. (1) surgun1e?t~ d~ «g1~ndes oin~
brcs» [big men]; (2) surgimiento de ¡efes; (3) surgrmrento de 1eyes y em
peradores.
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320 Introducción a la antropología general
El control y el origen del Estado 321
Los sistemas de «grandes hombres»
confiere el poder de coaccionar a otros para que cun1plan sus órdenes, ní
Como hemos visto (p. 311), con frecuencia los cabecillas actúan como tan1poco eleva su nivel de vida por encin1a del de nadie. ?e hecho, con10
intensificadores de la producción y redistribuidores. Consiguen que sus la esencia de este status es regalar cosas, los grandes n1un11s pue.den consuff
parientes trabajen más, y recogen el producto extra para repartitlo. Es 1nir n1enos carne y otros tnanjares que los siuai vulgares y co1T1entes. Los
posible que en una n1isn1a aldea vivan varios cabecillas y, en los casos en kaoka, otro grupo de las islas Salo1nón que ha sido estudiado por II;.-lan
que las condiciones tecnológicas y ecológicas estitnulan la intensificación, Hogbin ( 1964: 66), tienen el siguiente dicho: «El que dona el festrn se
puede surgir entre ellos un considerable gtado de rivalidad. Compiten entre queda con los huesos y los pasteles rancios i la carne y el tocino se los llevan
sí para celebrar los festines más generosos y redistribuir las mayores canti~ los demás.» Durante un gran festín, celebrado el 10 de enero de 1939, a)
dades de bienes. A menudo, los redistribuidores más afottunados se gan~n que asistieron 1.100 personas, el Jntoni anfitrión, llan1ado ~onii ?frec10
la reputación de «grandes hombres». ,32 cerdos y una gran cantidad de budines de frutos de sagu. Son1 y sus
El antropólogo Douglas Oliver (1955) realizó un estudio clásico _del colaboradores n1ás íntin1os, sin e1nbargo 1 se quedaron con hatnbte. «Nos
sistema de «grandes hon1bres» durante su trabajo de campo entre los s1ua1 co1ncre1nos su reno1nbre») dijeron los seguidores.
de Bougainville, en las islas Salo1nón. Entre los siaui, el «gran ho1nbre» es
llamado mumi, y la mayor aspiración de cualquier joven es alcanzar el
status de munti. Un_ homQre joven demuestra su capacidad para convertitse Los «grandes hombres» y la guerra
en uno de ellos trabajando duro y restringiendo cuidadosan1ente su con-
sumo de carne y cocos. Con el tiempo, logta convencer a su mujer, hijos y Antiguan1ente, los 1nunús eran tan fa1nosos por su h~~ilidad para con"
parientes próxünos de la seriedad de sus intenciones, arrancando de ellos seguir ho111btes que luchasen por ellos con10 por su !1ab!hdad p~ra. conseff
el compromiso de ayudarle en la preparación de su primer festín. Si éste g11ir ho1nbres que trabajasen para ellos. L.a guerra h.ab1a sido supr11111da pot
tiene éxito, su círculo de seguidores se amplía y nuestro hombre pone J:is nutoridades coloniales 1nucho antes de que Ohver llevara a efecto su
manos a la obra para ultimar los preparativos de un despliegue de gene- cstudio 1 pero el recuerdo de los caudillos guerreros 1nt11ni seguía vivo entre
rosidad aún mayor. ~u próxitno objetivo es la construcción de una casa o los siuni. En palabras de un anciano:
club de hombres en la que pueden holgazanear sus seguidores masculinos
En los viejos tiempos había tlltttnis más grandes que hoy. En aquel tiempo eran
y ser agasajados los huéspedes. Con motivo de la consagración de este club fieros e ünplacables caudillos guerreros. Asolaban la can1piña y sus casas de
Se celebra otro festín, y si ta1nbién éste resulta un éxito, crece el círculo hon1bres estaban co1npletamente cubiertas con los cxáneos de los individuos que
de personas dispuestas a trabajar para él y empezará a hablarse de él como habfan inatado (Oliver, 1955: 411).
de un 1nunzi. La sucesión de festines cada vez más grandes supone que las
demandas del mu mi sobre sus seguidores se vuelven más fastidiosas. Pero Al cantar las alabanzas de sus Jnun1is) la generación de síuai pacificados
aunque se quejen de lo mucho que tienen que trabajar, permanecerán leales les lla1na «guerreros» y «Inatadores de hotnbres y de cerdos».
núentras su mumi mantenga o incremente su reno1nbre de «gran proff
veedor». Trueno que hace temblar la tierra
Finalmente, llega el momento en que el nuevo mumi debe desafiar a Hacedor de 1nuchos festines
los que alcanzaron este status antes que él. Esto se lleva a cabo en el festín ¡Qué vacíos de sones de gong quedarán todos los lugares
nzunzinai) donde se realiza un recuento de todos los cerdos, tartas de coco cuando nos dejes!
y budines de fruto de sagú que el mumi anfitrión y sus seguidores donan Guerrero, gallarda flor
Matador de hon1bres y de cerdos
al Jnu1ni huésped y sus seguidores. Si en el plazo de un año, más o menos,
Que traerás reno1nbre a nuestros lugares
este último-no logra co1·responder a sus competidores con un banquete tan cuando nos dejes.
generosó, por lo tnenos, como el que éstos le ofrecieron, sufre una gran
humillación social y su caída del status de mumi es inmediata. Al decidir a (Oliver: 1955: 399.)
quién debe desafiar 1 un tnunzi debe tener sumo cuidado. 'frata de elegir un
huésped cuya caída au1nente su propia reputación, pero debe evitar a aque- Los informantes de Oliver le dijeron que los mumis gozaban de más
llos cuya capacidad para desquitarse exceda a la suya. nutoridad en los días en que todavía se practicab~ Ja guerra. Alg.u1;os
Después de un festín que sea un éxito, hasta el 111ás grande de los c·u1dillos oue1-reros 1ntonis tenían incluso uno o dos pr1s1oneros que rec1b1an
mumis afronta una vida de afanes personales y de dependencia de los ,;.nto de :sclavos y eran forzados a trabajar en sus huertos fa1niliares .. Y Ja
estados de humor e inclinaciones de sus seguidores. El status de 1numi no gente no podía «hablar alto e ~nfan1atoría1nentc ~ontra ,s~s 1nzants sin
tc1nor a ser castigados». Esto encaJa con las expectativas teor1cas1 ya que Ja
El control y el origen del Estado 323
322 Introducción a la antropología general
a quien Malino\vski consideraba el «jefe supre1no» de los trobríandeses
capacidad para redistribuir carne va de la n1ano con la capacidad para atraer
un séquito de guerreros, equiparlos para el co1nbate y recoinpensarlos con
gol~ernab~ sobre 1ná~ de una docena de aldeas que, en conjunto, contcnía1;
vanos nules de hab!tantes. Las jefaturas se heredaban en el seno de los
el expolio de la batalla. Según parece, la rivalidad entre mumis belicosos
subclanes inás grandes y ricos, y los trobríandeses atribuían estas desígual-
estaba conduciendo a una organización política de án1bito insular cuando
dad;s a guerras .de conquista libradas en un pasado remoto. Sólo los jefes
llegaron los priineros viajeros europeos a Bougainville. De acuerdo con
pod1an portat ciertos ornamentos de conchas con10 insignias de su, alto
Olivcr (1955: 420), «durante ciertos períodos de tiempo muchas aldeas
rango y a los plebeyos les estaba prohibido permanecer de pie o estar
vec~nas luchaban juntas de 1nanera tan estable que surgió un esque1na de
sentados en una posición que colocase la cabeza del jefe a una altuta in-
regiones en guerra) cada una de ellas 111ás o 1nenos en paz interna y con un
ferior a la suya. Malinowski ( 1922) relata haber visto cómo todas las
111u1ni destacado cuyas actividades bélicas proporcionaban cohesión social
personas presentes en la aldea de Bwoytalu se dejaban caer de los balcones
interna». Estos ¡nu1nis disfrutaban de fa1na regional, pero sus prerrogativas
con10 segados pot un hutacán al sonido de un prolongado grito que anuncia-
seguían siendo rudi1nentarías. Esto se den1uestra en el hecho de que tu-
ba la llegada de un jefe importante.
vieran que propor~ionar prostitutas a sus seguidores y regalarles carne de
cerdo y otros man1ares. Co1no decía un viejo guerrero: El poder del jefe trobriandés descansaba en última instancia sobre su
capacidad para dese1npeííar el papel de «gra~ proveedor», el cuai' dependía
1n<Ís de lazos consuetudínatíos y sentÍlnentales de parentesco y n1atrin1onio
Si el 111u11li no nos traía .mujeres nos enfadábamos ... Podíamos pasar la noche
copulando y todavía querer n1ás. Lo 1nismo pasaba con la co1nída. La casa de que del control sobre ar1nas y tecursos. Entre los plebeyos, la residencia
ho1nbres solía estar repleta de alí1nentos, y por más que comiésemos, jamás nos era norn1alinentc avunculocal (véase capítulo 15). Los 1nuchachos adoles-
sentíamos satisfechos. Aquellos eran tie1npos n1aravíllosos {Oliver, 1955: 415). centes vivían en cabañas de soltetos hasta su n1atrin101üo. Después de éste,
llevaban a sus esposas a vivir en la unidad do1néstica del het1nano de su
Ade1nás, el 1nurni que quisiera acaudillar una partida de guerreros niad.re, donde laboraban conjunta1nente en los huertos del matrilinaje del
tenía que estar personal1nente preparado para pagar una indemnización inando. E,n reconocin1iento de la existencia de la 1natrilineali<lad al reali-
por cada uno de sus hon1bres que cayera en la batalla y proporcionar un zar la cosecha, los hennanos adn1itían que una parte del produc~o de las
c~rdo para su festín funerario.
licrras inatrilíneales se adeudaba a sus hern1anas y les enviaban con10
presentes cestas llenas de ña1nes, su cultivo principal. El jefe trobriandés
se basaba en esta costun1bre pata revalidar su título. Desposaba a las her-
Jefes, guerreros y redistribución: trobriancÍeses y cherokee 1nanas ?~ los c;abecillas de un gran nú111ero de sublinajes. Algunos llegaban
a adqu1t1r varias docenas de esposas, cada una de las cuales tenía derecho
:1 un regalo obligatorio de ñaines por parte de -sus hern1anos. Estos fía1nes
Apenas una tenue línea separa a los «grandes hombres» con éxito de
los jefes. Mientras que los primeros deben adquirir y revalidar constante- se transportaban a la aldea del jefe y eran exhibidos sobre unos bastidores
mente su status donando repetidos festines, los segundos heredan su cargo especiales. Parte de los mis1nos se redistribuían en elaborados festines en
y se mantienen en él aunque durante un tien1po sean incapaces de propor- los que el jefe revalidaba su posición con10 «gran proveedor», einpleándose
cionar a sus seguidores redisttibuciones generosas. Los jefes suelen vivir el resto en la alí1nentación de los especialistas en construir canoas attesa-
1nejor que los plebeyos; al revés que los «grandes ho1nbres» 1 no se quedan nos,. 1nagos y sitviCntes fa1niliares> que de este n1odo pasaban a d~¡-}ender
con «los huesos y los pasteles rancios»; A la larga, e1npero, tan1bién deben parcialmente del poder del jefe. Antiguamente los almacenes de ñames
tevalidar su título conduciendo a la victotia en la guerra, obteniendo 1ner- proporcionaban tan1bién la base para expedici~nes con1erciales del Kula
cancías y regalando co1nida y otros bienes a sus partidarios. entre ~rupos atnigos e incursiones militares contra grupos ene1nígos (Malí-
La diferencia entre los «grandes ho1nbres» y los jefes puede ilustrarse nnwski, 1935; Brunton, 1975).
con el caso de los isleños de las Trobriand. La sociedad trobriandesa estaba La organización política de los cherokee de Tenncsee (y de otros pue-
dividida en varios clanes y subclanes matrilinealcs de rango y privilegios hlos nativos de los bosques del Sudeste) muestra llamativas semejanzas
desiguales a ttavés de los cúales se heredaba el acceso a las tierras de huer- con el. con1plejo de redistribución-guerra-con1ercio-jefes de los trobriandeses.
ta. Según Bronislaw Malinowski (1920), los trobriandeses disfrutaban Lo n~1s1no que é~tos; los cher?kee eran n1atrilineales y libraban guerras
luchando y libraban guerras siste1náticas e ilnplacables, aventurándose en t:xtc.rrores en ~e1-r1tor1os n1uy le1anos. En el centro de los principales asen-
mar abierto con sus canoas para co1nerciar -o, si hacia al caso, co1nbatir- 1.a1n1cntos hab1a una gran <~casa de consejos» de esttuctura circular, en la
con las gentes de islas situadas a más de 150 km de distancia. Al contrario que el consejo de los jefes discutía los problemas que afectaban a varias
'de los mumis siuai, los jefes trobriandeses ocupaban cargos hereditarios y :.rldcas di~tintas. y se celebraban festines redistributivos. El consejo de los
sólo podían ser depuestos con n1otivo de una dettota bélica. Uno de ellos, 1cfcs tenia un Jefe supre1110, o 1nico, que era la figura central en la red
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redistributiva cherokee. Durante la cosecha, se erigía en cada can1po una gados a celebrar grandes festines, que a su vez se basaban en el trabajo
gran choza, denon1inada el «granero del 1nico». «Cada fa1nilia deposita en voluntario y aportaciones de alin1entos de sus parientes. Los lazos de
ella cierta cantidad según su capacidad o su inclinación, o nada en absoluto parentesco tendían a eclipsar los prerrequisitos y etiqueta abstractos pro-
si tal era su deseo.» Los granetos del nzico hacían las veces de «tesoro pios del rango superior. Rayinond Firth describe cón10 un hon1bre pertene-
público ... al que poder recurrir» en caso de pérdidas de cosechas) de fuente ciente a una fan1ilia plebeya, que en la tern1inología de parentesco tikopia
de con1ida «para cuando hay qüe hospedar a fotasteros o viajeros» y de al~ era clasificado coino «her1nano», podía intercan1biar insultos obscenoS con
n1acén 1nilitar «cuando parten en expediciones hostiles». 1\unque todos dis~ el jefe de más alto rango de la isla:
frutaban del «derecho a un acceso público y libre», los plebeyos tenían
que reconocer claran1ente que el aln1acén pettenecía en realidad al jefe En una ocasión paseaba con el Ariki (jefe) Kafika . ., cuando pasa1nos por
supre1no, pues el «tesoro está a disposición del rey o n1íco», quien ten~a delante del huerto de Pae Sao.. Todos los principales presentes eran «hern1a-
nos» a través de vados lazos, y de co1nlin acuerdo, le gastaron broinas obsce-
«el derecho y capacidad exclusivos ... de distribuir auxilio y protección
nas. Insultos con10 «¡grandes testículos!», «¡vosotros sois los enormes testícu-
entre los necesitados» (Bartram en Renfrew, 1973: 234). los!», acompañados de carcajadas, volaban entre uno y otro bando. Me quedé
algo sorprendido por el vigor de Ja burla, ya que el Ariki Kafika, como jefe 1nás
respetado de la isla, gozaba de inucha santidad ... Sin embargo, esto no le
Limitaciones del poder de los jefes protegió y no se lo to111ó a mal. .. » (Fírtb, 1957: 176-177).

Aunque te1nían y respetaban a sus «grandes proveedores», los jefes (:onsideraciones sin1ilares son aplicables al niico cherokee. Fuera del
guerreros, los plebeyos trobriandeses estaban muy lejos de verse reducidos cnnscjo «Se relaciona con las personas co1110 un ho111bre del cotnún, con-
al status de can1pesinos. Al vivir en islas, los trobríandeses no podían ex- versa con ellas y ellas con él con perfecta normalidad y familiaridad» (Bar-
pandirse libremente, y su densidad demográfica había alcanzado los 60 ha- (l';lll) en Renfrew, 1973: 2.33).

bitantes por n1illa cuadrada en tie1npos de Malino\vsld. Sin e1nbargo, el


control de 1 los jefes sobre el sisten1a de producción no era lo suficiente
profundo con10 para proporcionarles un gran poder. Una de las razones De la jefatura al reino
de esto tal vez fuera el hecho de que la agricultura ttobriandesa carecía
de cereales. Con10 los ñan1es (al contrario del arroz o el 1naíz) se pudren Cuanto n1ás ·grande y densa es la población 1nayor es la red redistribu-
1

a los tres o cuatro n1eses, el «gran proveedÜr» trobríandés no podía 1nani- 1ív:1 y el poder del jefe guerrero redistribuidor. Bajo ciertas circunstancias,
pular a personas repartiendo con1ida dutante todo el año ni 111antener una qne cspccificare111os enseguida la balanza del poder entre los jefes, de una
1
guarnición policiaco-n1ilitar pern1anente con sus aln1acenes. Otro factor parte, y los productores de alin1entos ordinarios, de otra, se vuelve n1uy
ünportante eran los recursos libres de las lagunas y el océano cuya explo- desequilibrada. Las contribuciones al al1nacén central dejan de ser volunta-
tación surtía de proteínas a los trobríandeses. El jefe no podía i1npedir el rías y se convierten en tributos; el acceso a las tierras cultivables y los
acceso a estos recursos y, por tanto, ta1npoco podía ejercer un control rcciirsos naturales dejan de ser un derecho, ti·ansfor1nándose en un favor;
coercitivo pet1nanente sobre sus subordinados. Sólo gracias a fonnas 1nás los redistribuidores· dejan de ser jefes para convertirse en reyes, y las jcfa-
intensivas de agricultura y grandes cosechas de cereales pudo el poder del
1111·;1s dejan de ser jefaturas para convertirse en estados.
«gran proveedor» rebasar el nivel de los jefes trobriandeses.
Otro ejemplo clásico del carácter limitado del poder de los jefes es el Los estados n1aduros tienen varios niveles de gobierno, es decir,
de los jefes de Tikopia, una de las islas Salomón más pequeñas. b11rocracias ad1ninistrativas que coordinan las actividades n1ilitares eco- 1

Aquí, las pretensiones y derechos del jefe eran mayores que los del jefe nómicas, legales y rituales de una red de aldeas (Wright, 1977). Desde
trobriandés, pero el poder real de que disponía era n1ucho inenor. Así, los nn punto de vista arqueológico, el Estado resulta a 111enu<lo identificable
jefes de Tikopia afinnaban «poseer» todos los recursos de la tierra y e1 pc_)f la estratífícacíón del yach11íento: grandes poblados con edificios pú-
1nat; sin c111bargo, la din1ensión de la red redistributiva y de las cosechas hlicos rodeados de caseríos y aldeas más pequeñas (Price, 1977; McEvan y
bajo su control hacía inviables tales derechos. Los jefes tikopia gozaban Dickson, 1978).
de pocos privilegios suntuarios. No111inaln1ente reivindicaban el control de Una de las condiciones que, probablemente, contribuyeron al desarrollo
los huertos de su grupo de parentesco cognaticio; pero, en la práctica, no de los prüneros estados fue la concentración de la población en hábitats
podían testringir a sus patientes el uso de tierras sin explotar. La oferta restringidos, con10 estrechos valles fluviales rodeados de desiertos o valles
de trabajo para sus propios huertos escaseaba, y ellos tnisrnos trabajaban JJ)ontafiosos rodeados de escarpadas laderas. Estos se denon1inan hábitats
co1no «plebeyos» en Jos carnpos. Para hacer valer su posición estaban oblí- <.'irc1111scrítos, porque si la gente intenta en1igrar de ellos a fin de evitar el
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El control y el origen del Estado 327
pago de los impuestos, no podrán seguir utilizando el mismo modo de
producción y tendrán que sufrir penalidades o confor1narse con un nivel Un reino africano: Bunyoro
de vida más bajo (Carneifo, 1970). En grandes jefaturas situadas en hábi-
tats circunscritos algunas petsonas e incluso aldeas enteras preferirán aceptar La diferencia entre un Estado y una jefatura puede ilustrarse con el
un status político de subordinación permanente a tener que emigrar a un caso de Bunyoro, reino situado en Uganda que ha sido estudiado- por
hábitat poco favorable en el que se vieran obligados a can1biar todo su John Beattle (1960). Bunyoro tenía una población de unas 100.000, per-
modo de vida. sonas y una superficie de alrededor de .5 .000 millas cuadradas. El poder
Los datos arqueológicos sugieren que los priineros estados surgieron supre1no sobre el territorio de Bunyoro y sus habitantes recaía sobre el
en valles fluviales áridos, costas, valles de n1ontañas u otros hábitats cir- Mukan1a, descendiente de un linaje real que cotnputaba su filiación hasta
cunscritos (Renfre\v, 1973). En este tipo de hábitats no sería necesatio el principí~ de los tien1pos ..La explotación de todos los recursos naturales,
pero espec1aln1ente de las tierras cultivables, era una concesión específica-
en1plear una coerción física directa para 1nantencr disciplinados a los ca1n-
1nente otor~ada por el. Mukama a una docena o más de «jefes» o a
pesinos. El parentesco se utilizatía para justificar el acceso diferencial a los
plebeyos bajo su respectivo control. A can1bio de estas concesiones ciertas
recursos por parte de linajes niayores y n1enores y grupos de alianza dona- cantidades de ali1ncntos, artesanías y servicios de trabajo se canali~aban a
dores y donatarios de esposas (los que daban esposas lo harían a can1bio través de la jerarquía de poderes hacia los cuarteles generales del Muka-
de ttibutos y servicios laborales). El B.cceso a las cosechas al1nacenadas 1na. A su vez, éste dirigía el uso de estos bienes y servicios en beneficio
podría hacerse depender de Ja prestación de servicios de tipo militar o de en1presas estatales. La pauta básica de redistribución era clara1nente
artesanal. La guerra exterior se recrudecería y las aldeas derrotadas serían inanifiesta:
incorporadas a la red fiscal y tributaria. Un creciente cuerpo de especialistas
niilitares) religiosos y artesanos obtendría su sustento de los almacenes cen- En el. s~stema tradicional, se vefa al rey con10 el supremo receptor de bienes
trales de coniida, dando soporte a la in1agen de los gobernantes con10 bené- Y serv1c1os, y como el suprerno donador ... A los grandes jefes, que recibían tri-
ficos «grandes proveedores». Y la distancia social entre la élite policiaco- butos de sus dependientes, se les exigía entregar al Mukama una parte de los
~r~ductos de sus haciendas en forr:ia de cul~ívos 1 ganado, cerveza o rnujeres ...
milítar-sacerdotal-gerencial y la clase de los can1pesinos productores de I ero todos deben dar al rey, no solo a los ¡efes ... No 1nenos relevante era el
ali1nentos continuaría ensanchándose a 1nedída que au1nentaba la produc- correspondiente papel del Mukaina con10 donador. Muchos de sus noinbres es-
ción de ali1nentos, se expandían las redes con1erciales, crecía la población peciales subtayaban su n1agnaniinidad) y uadicionalinente se esperaba que diera
y se intensificaba la producción mediante la· tributación y el reclutan1iento profusamente en forn1a de festines y regalos a individuos (Beattie, 1960: 34).
forzoso de mano de obra (cf. Fried, 1978; Serviee, 1975).
Con arreglo a los datos arqueológicos, parece probable que algunos de P~se a la gran reputación de generosidad del Mukama está claro que
los estados niás antiguos surgieron en valles fluviales y de niontaña y no di:tribuía ~anto como ~recibía. Cierta1nente) no seguía er' eje1nplo de los
otros hábitats circunscritos del Oriente Medio y Mesoamérica (Renfre\v, 111t11n1s de las islas Salo1non, que se quedaban con los pasteles rancios y los

1973). Sin embargo, la arqueología también aporta elementos de juicio que huesos. Aden;ás, gi~an parte de lo que distribuía no revertía a los producH
indican que algunos de los estados inás antiguos tal vez surgieron en há- lores ca1npes1nos. En vez de ello, pennanecía en nianos de sus parientes
bitats no circunscritos (Macneish) s.f.). No puede decirse que los 1nayas, gcnealógica1nente próxitnos, quienes constituían una clase arístocrátíca cla-
por ejemplo, tal como se los describe en el capítulo 10, se ajusten a la ra1nente de1narcada. Parte de lo que el Muka1na detraía de los ca1npesinos
teoría de Carneiro. Mucha investigación resta aún por hacer antes de que se otorgaba a no parientes que realizaban servicios extraordinarios en favor
esta cuestión quede del todo clarificada. del Estado 1 especial1nente en relación con empresas inilitares. Otra parte
Una vez nacidos los pri1neros estados, ellos mismos constituyeron se e1npleaba para mantener la guardia palaciega y el personal residente
barreras contra la huida de la gente que trataba de 1nantener siste1nas pcnnanentes que atendían las necesidades personales del Muka1na y reali-
igualitarios. Por af:íadidura, al tener estados por vecinos, los pueblos zt;ban los ritos inágico-religiosos considerados esenciales tanto para su
igualitarios se ven arrastrados a la guerra y obligados a incrementar la bienestar coino para el ele la nación. En 1951-1955) cuando Beattie hizo su
producción y a conferir a sus jefes redistribuidores cada vez n1ás poder a trabaj? de catnpo, existían todavía nun1erosos funcionarios palaciegos: el
fin de inantenerse frente a las tendencias expansionistas de sus vecinos. guardián de las lanzas, el guardián de las tun1bas reales, el guardián de los
Así, la niayoría de los estados del n1undo tiene su origen en una gran tan1bores reales, el guardián de las coronas reales) los portadores de las
diversidad de condiciones históricas y ecológicas específicas (Fried, 1967). coro~as real;"' los guardianes de los tronos (escabeles) reales y otros dig-
Y una vez nacidos, tienden a expandirse conquistando y don1inando a los nata~·1os, as1 coino cocineros) encargados del bafi.o, pastores, alfareros,
pueblos no estatales (Carneiro, 1978). fabricantes de telas de corteza 1 niúsicos y otros. Muchos de estos funcio-
narios tenían varios asistentes.
328 Introducción a la antropología general El control y el origen del Estado >29

Por añadidura, había una categoría vagan1ente definida de consejeros, Cuando se con1para el desarrollo político afi·icano con el europeo, hay
adivinos y otros servidores, integrados con10 dependientes en el grupo que recordar que hubo dos períodos de feudalismo en la Europa occidental
doméstico del Mukama, que deambulaban por el palacio con la esperanza y septentrional. El prin1ero, sobre el que se sabe poco, precedió al desarro~
de ser no1nbrados para alguna jefatura. A esto hay que sun1ar el extenso llo del In1perio ro1nano y fue interru1npido por la conquista ron1ana. El
harén del Mukan1a, sus nun1erosos hijos y las unidades don1ésticas políginas segundo siguió al derru1nban1iento del I1nperio ro1nano. Aunque el ültin10
de sus herinanos y de otros personajes reales. Para n1antenet intacto su período proporciona el modelo estandarizado del feudalismo, el tipo de
poder, el Muka111a, aco1npañado de parte de su corte, realizaba frecuentes con1unidad política existente en Bunyoro es en realidad una forn1a n1ucho
viajes por todo Bunyoro, alojándose en palacios locales 1nantenidos a costa n1cis extendida y, probablernente, se patece 1nás a los siste1nas políticos que
de sus jefes y plebeyos. (.En épocas anteriores al contacto, puede que no los ro1nanos encontraron e invadieron en su conquista de la Europa occi~
tuviera ningún cuartel general pern1anente.) dental (d. Bloch, 1964; Renfrew, 1973; Pigget, 1966).
Gracias al In1perio ro1nano, el feudalísn10 de la Europa n1edieval se
fundó en una tecnología inucho niás avanzada que la hallada incluso en los
El feudalismo
reinos subsaharianos 111ás populosos. El producto recaudado en forn1a de
Como señala Beattic, hay muchas analogías entre el Estado de Bun- in1puestos por la clase dirigente de Bunyoro era n1uy pequeño con1parado
yoro y el siste1na «feudal» existente en Inglatetra en tie1npos de la invasión con el expropiado por la aristocracia feudal inglesa. La arquitectura, la
normanda (1066 d. C.). La estratificación en Bunyoro, al igual que en 1nctalurgia, los tejidos, las arn1as y otras industrias estaban n1ucho 1nás
la Inglaterra de principios del Medievo, implicaba un voto de fidelidad por avanzadas en la Europa niedieval.
parte de los jefes de distrito («señores») a can1bio de concesiones de tierra
y de los servicios laborales de los ca1npesinos («siervos») que vivían en
estas tierras. J:'.'.l rey inglés, al igual que el Mukatna, podía recurrir a estos Un itnperio americano autóctono
jefes para que le proporcionaran arn1as, víveres y guerreros sie111pre que
surgía una a1nenaza interna o externa a su soberanía. La capacidad del rey Vías evolutivas alternativas condujeron a sisten1as estatales 1nás gran-
para reunir coaliciones de señores y de sus fuerzas 1nilitares n1ayores que des y centralizados que los de Europa inedieval. En diversas regiones sur-
las que podía conseguir otra asociación de señores desleales hacía posible gieron sisten1a~ que incorporaban en su seno a centenares de antiguos
la supervivencia del linaje real feudal inglés, ·al igual que en Bunyoro. Pero estados 1nás pequeños, forn1ando superestados o in1perios alta1nente cen-
hay que señalar in1portantes diferencias en la escala de1nográfica y en el 1.ralizados. En el Nuevo Mundo, el 1nayor y 111ás poderoso de estos siste1nas
papel del dirigente con10 redistribuidot. Aunque la redistribución se n1an- l.uc el In1perio inca.
tenía inediante un siste1na de i111puestos y tributos reales, la función poli- En su ino1nento culininante, el I1nperio inca se extendía a lo largo de
cial-1nilitar del rey inglés era 1nás conspicua que entre los bunyoro. El :l .000 km, desde el norte de Chile basta el sur de Colombia, contando con
soberano inglés no era el «gran proveedor». En ca1nbio, era el «gran pto- una población de unos seis 1nillones de habitantes. Debido a la interven-
tector». Con una población que ascendía a 1nás de un inillón de personas, l'ión del gobierno en· el inodo básico de producción, la agricultura no se
y con una producción agrícola y artesanal organizada sobre la base de encontraba organizada en función de haciendas feudales, sino en función
haciendas locales independientes y autosuficientes, la función redistdbutiva de aldeas, distritos y provincias. Cada una de estas unidades estaba bajo
de los reyes feudales de Europa era totalmente asimétrica. Guillermo el la supervisión no de un señor feudal que había jurado fidelidad a otro
Conquistador no necesitaba cultivar una i111agen de generosidad entre supetior a él y que era libre para usar sus tierras y 111ano de obra con10
la n1asa de siervos de su reinado. r\unque se preocupaba de ser generoso juzgara conveniente, sino de funcionarios del gobierno, 1101nbrados por el
con los señores que le apoyaban, la exhibición de generosidad hacia los lnca y responsables de la planificación de obras públicas y la entrega de
productores prin1arios ya no era una preocupación in1portante. Un enor1ne los contingentes de n1ano de obra, alitnentos y otros 111ateriales establecidos
abismo se había abierto entre los estilos de vida de los productores prima- por el gobierno (Motris, 1976). Las tierras de la aldea estaban divididas
rios y sus señores feudales. Y el niantenin1iento de estas diferencias ya en ttes pattes, la 1nayor de las cuales constituía, probable1nente, la
no se fundaba príncipa11nente en la aportación especial que los señores fuente de subsistencia de los propios trabajadores; las cosechas de las
feudales hacían a la producción) sino) en gran parte, en su capacidad de partes segunda y tercera se enttcgaban a los agentes eclesiásticos y guberna-
privar a los siervos de los inedios de subsistencia y de la n1isma vida. Por 1ncntales, quienes las ahnacenaban en graneros provinciales. La distribución
supuesto, en los sefioríos de la Europa inedieval, los señores feudales se de estas provisiones estaba totaln1ente bajo el control de la adn1inistración
guardaban bien de no llevar la explotación (véase p. 342) de sus siervos central. Asimisn10) cuando se necesitaba n1ano de obra para construir carre-
más allá de ciertos lúnites, para no niínar la base de su propia existencia. 1cras, puentes, canales, fortalezas u ottas obras públicas, los reclutadores
330 Introducción a la antropología general
El control y el origen del Estado 331
del gobierno llegaban directamente a las aldeas, Debido a la dimensión
de la. red adtninistrativa y a la densidad de1nográfica, enor1nes n1asas de Esto explica la gran complejidad tanto de las fuerzas policiales y paramili-
traba1ado~-;s se podían poner a disposición de Jos ingenieros incas. En la tares como de las demás instituciones y especialistas estatales que se ocupan
construcc1on de !a fortaleza de Sacsahuatnán, en Cuzco, probablcn1ente la del crimen y del castigo. Aunque, en última instancia, todo Estado se halla
preparado para aplastat a los crítninales y subversivos políticos encarcc;lán-
n1ayor construcc1ón de 111an1postería en el Nuevo Mundo, se en1plearon
30.000 personas en cortar, extraer, transportar y levantar cnorines n1onoli- dolos, mutilándolos o ejecutándolos, el peso de la labor cotidiana de man-
tos, ~lgunos de los c~ales pesaban hasta 200 toneladas. Contingentes de tener la ley y el orden frente a individuos o grupos descontentós lo
trabaJ~, ~e esta n1a?n1tud era_n raros en la l~uropa 1nedieval, pero no así soportan, en su mayor patte> instituciones que tratan de confundir, dis-
en el Egipw, ~l Onen;e. Medro y la Chin~ antiguos. (Debe recordarse que traer o des1noralizar a los alborotadores en potencia antes de que sea
los }neas carec1an de utiles de inetal, veh1culos de ruedas y poleas; véase necesario someterlos por la fuerza. Por tanto, todo Estado, antiguo o mo-
capitulas 9 y 10.) derno, dispone de especialistas que realizan servicios ideológicos en apoyo
~l, control d~ tod? .el imperio se concentraba en manos del Inca, pri· del statu qua. A menudo, estos servicios se prestan de formas y en con-
mogernto dd pnmoge111to, .descendiente del dios del Sol y ser celestial de textos que no parecen tener relación con los proble1nas económicos o
santidad ,:in igual. Este «d10s. sobre la Tierra» gozaba de un poder y lujo políticos.
n~n7a sonados por el po?re .«Jefe» n1ehinacu en su queju1nbrosa búsqueda Así, por ejemplo, el aparato de control del pensamiento de los sistemas
d1ar1a de respeto y obe?1en_c1a. La gente ordinaria no podía acercarse cara estatales preindustriales se compone de instituciones mágico-religiosas. Las
a cara al Inca. Sus aud1enc1as privadas se realizaban detrás de un biombo co1nplejas religiones de los incas, aztecas, antiguos egipcios y ottas civili-
Y todos los. que se le acercaban llevaban tina carga sobre sus espaldas. zaciones preindusttiales santificaban los privilegios y poderes de la élite
Cuando ''.1ªJaba) era transportado, sobre un palanquín adornado) por equí· dirigente. Defendían la doctrina de la filiación divina del Inca y del faraón
pos especiales de portadores (Masan, 1957: 184). Un pequeño ejército de y ensefiaban que el equilibrio y continuidad del universo exigían la subor-
barrenderos, aguadores, }efiadorcs 1 cocineros 1 guardarropas, tesoreros 1 jardi· dinación de los plebeyos a personas de nacimiento noble y divino. Entre los
ncros Y cazadores ?tend1a l~s necesidades do1néstícas del Inca en su palacio aztecas, los sacerdotes estaban convencidos de que los dioses debían ser
del Cuzco, la capllal del imperio. Según las crónicas de Garcilaso de la alin1entados con sangre humana; y arrancaban personahnente los corazones
Vega, _si los inien1bros del 1nis1no ofendían al Inca, su aldea entera era latientes de los prisioneros de guerra en lo alto de las pirámides de
destruida. Tenochtitlán (véase capítulo 22). En muchos estados, la religión ha sido
El Inca comfa en platos de oro y plata y ·en habitaciones cuyas paredes uti.lizada para condicionar a grandes masas a aceptar la depauperación
estaban recubiertas de metales preciosos. Sus vestidos estaban hechos de relativa como una necesidad, a esperar recompensas 1nateriales en la otra
la lana n1ás suave de vicuña y regalaba cada prenda usada a los n1ie1nbros vida en vez de en el presente y a mostratse agradecidos por los pequeños
de la fan1il~a.real, sin llevar ja..n1ás dos veces la 1nis1na ropa. El Inca gozaba favores recibidos de los superiores (pues la ingtatitud acarrea una retribu-
d~ los scrv1c1os de un gran nun1ero de concubinas que eran elegidas inetó- ción llameante en esta vida o en un infierno fututo).
d1can1ente entre las n1uchachas tnás herniosas del itnperio. Sin en1bargo, Para transniítir mensajes de este tipo y demostrar las verdades en
su esposa, para conservar la línea sagrada de filiación desde el dios del Sol las que están basados, las sociedades estatales invierten una gran parte de
t:nfa que ser su propia hern:ana·. Cuando nioría el Inca, su esposa, concu~ 111 riqueza nacional en arquitectura monumental. Desde las pirámides de
binas Y 1nuch?s otros servidores eran estrangulados durante una gran Egipto o Teotihuacán hasta las catedrales góticas de la Europa medieval,
danza de. e1nbr1aguez para que no sufrieta ninguna pérdida de bieriestar en d monumentalismo de los edificios religiosos subvencionados por el Estado
la otra vida. Al cuerpo del Inca se le extraían las vísceras se le envolvía ha tenido un tema común: hacer que el individuo se sienta in1potente e
en telas y se le 1no~ificaba. Mujeres con abanicos acompañ~ban constante- insignificante. Los grandes edificios públicos, ya parezcan flotar como en
mente a estas inon;1as· para. espantar las inoscas y ocuparse de las demás el caso de la catedral de Amiens o aplastar el suelo con un peso infinito
cosas que las mo1n1as necesitan para ser felices. como en el caso de las pirámides de Khufu, enseñan la inutilidad del des-
contento, la invencibilidad de los que gobietnan y la gloria del cielo y los
dioses.
El Estado y el control del pensamiento

, Las ~randesyoblaciones, el anonimato, el empleo de dinero y las v.astas El control del pensamiento en contextos modernos
di'.ere~c;~s en nquez~ hacen que el mantenimiento de la ley y el orden sea
mas dificil en las sociedades estatales que en las bandas, aldeas y jefaturas. Una manera impottante de lograr el control del pensamiento consiste
no en asustar o amenazar a las masas, sino en invitarlas a identificarse con
333
332 Introducción a la antropología general El control y el origen del Estado

la élite gobernante y gozar indirectan1ente de Ja pon1pa de los acontecimien- H Jos estudiantes a que sean creativos, perseverantes, metódi~os, lógicos e
tos estatales. Espectáculos públicos tales con10 procesiones religiosas, coro- inquisitivos. Por otta parte, los cursos que tratan d~ los fenon1e?os cultu-
naciones y desfiles de victoria operan en contra de los efectos alienantes de rales evitan sistemáticamente los «temas controvertidos» (por eJem~lo, 1.a
la pobreza y la explotación. Como todo el mundo sabe, durante la época concentración de riqueza, la propiedad d~ las n1ult.i?acionales, la n~c1c::nal~~
ro1nana, las n1asas eran son1etidas a control pern1itiéndoles conten1plar co1n- zacíón de las compañías petrolíferas) la involucrac1on de banco~ e 1n1?ob1-
bates de gladiadores y otros espectáculos circenses. Los siste1nas estatales liarias en la especulación del suelo urbano, los puntos de v1~ta .~e las
n1odernos tienen en las películas, la televisión 1 la radío, los deportes organi- 1ninorías étnicas y raciales, el control de los n1ed1os d~ co1nun1cac10.n de
zados, la puesta en órbita de satélites y los aterrizajes lunares técnicas inasas, el presupuesto de defensa militar, los puntos de v:sta ~e las nacton;s
infinitarnente 1nás poderosas para distraer y entretener a sus ciudadanos. ;:;ubdcsarrolladas, las alternativas al capitalis1no y al nac1o?all:~no, el ate1s-
A través de los 1nodernos 111edios de con1unicación la conciencia de 1nilloneS' ino etc.). Pero las escuelas van 1nás allá de la 111era ev1tac10.n de te1naS
de oyentes, lectores y espectadores es a 1nenudo n1anipulada según vías coi;trovertidos. Algunos puntos de vista políticos son tan cse?c1ales r:_ara el
determinadas con precisión por especialistas a sueldo del gobierno (Ellul, inantcnitniento de la ley y el orden que no se pueden confiar a inetodos
1965; Efron, 1972; Key, 1976). Pero tal vez la forma más efectiva de nhjctivos de educación; en vez de .ello, se in1~l,antan en la inente .~e los
«circo ro1nano» hasta ahora ideada sean los «entrcteniinientos» transn1itidos j{1vcnes apelando al miedo y al odio. La reaccton de los nortean:e11ca:ios
por el aire directa1nente hasta la chabola o el aparta1nento. La televisión nn!e el socialisn10 y el con1unisn10 no es 1nenos resultado del a<loctrinan11en-
y la radio no sólo reducen el descontento al divertir al espectador, sino 1o que la reacción de los rusos an~e el capi~alismo. ~.?~ saludos a la ba~de~
que ta1nbién n1antiencn a la gente fuera de las calles. En un sentido his- rn) juran1entos de fidelidad, canciones y ritos ,~att1ot.1cos. (asa111ble,as, JU~­
tórico muy concreto, los pobres urbanos modernos han ca1nbiado los bos- gos y desfiles) son algunos de los aspectos polrti~os i:itualizados n1as fam1-
ques de pinos, robles y secoyas de sus ancestros por bosques de antenas n~ncs de los planes de estudios en las escuelas p1:1n1~r1as' . .
de televisión de alu1ninio. .Julcs Henry, quien pasó del cstu_dio de ,los rnd!os en Brasil al_ estudio
Sin embargo, los medios modernos más poderosos de control del pen- de Jos institutos de enseñanza n1ed1a en St. Lou1s, ha. ~ontr~buido a la
samiento puede que no estén en los narcóticos electrónicos de la indus- ~)iinprcnsión de algunas de las maneras en que la educac1on u1;1versal mol-
tria de entreteniiniento, sino en el apartado de educación obligatoria apo- den la pauta de conformidad nacional. !:"Ienry n1uestra et: su hbro Culture
yado por el Estado. Maestros y escuelas satifacen evidentemente las nece- ilJ;iu'nst Man cón10 incluso en las lecciones d~ ortografia Y .c~nto pt:ede
sidades instru1nentales de las complejas civilizaciones industriales adiestran- h;ihcr un adíestrarníento básico en apoyo del «Slsten1a co1npet1t1vo d~ ,libre
do a cada generación en los servicios técnicos y de organización necesarios (~niprcsa». A los niños se les enseña a tener miedo al f~·acaso; tamb1en se
para la supervivencia y bienestar. Pero maestros y escuelas ta1nbién dedican ll's enseña a ser con1petitivos. De ahí que proi:to en1p1ecen a ver en los
mucho tiempo a una educación no instrumental: formación cívica, historia, dcrnás la principal causa de fracaso y tengan tntedo unos de ?tros. ~01110
educación política y estudios sociales. Estas n1aterias están llenas de supues- (lhscrva Henry ( 1963: 305): «La escuela es, en efecto, un ad1estran11.ento
tos Ílnplícitos y explícitos sobre la cultura, el ser humano y la naturaleza para la vida po~terior.no p~rquc enseñe (n1~jor o peo~·) la lect:-1r~, es.~r1turj
que indican la superioridad del sisteina político-económico en el que son v nrittnética, sino porque inculca la pesadilla cultu1al esencial. n11edo a
enseñadas. En la Unión Soviética y otros países coinunistas muy centrali- 'fraraso envidia del éxito ... »
zados, no se hace ningún intento para enmascarar el hecho de que una de En '!os Estados Unidos de nuestros días, la aceptación de la desigu~ldad
las principales funciones de la educación obligatoria es el adoctrinamiento cconc)111ica depende mucho 1nás del control del pensa1:i~ento qu~ d~l e¡etc1-
político. Las den1octacias capitalistas occidentales son, en general, n1enos cío de la pura fuerza represiva. A los ~ijo.s de fa1n;has econo1n1c~111e1:te
propensas a reconocer que sus sistemas educativos son también instrumen- d(:biles se les enseña a creer que el pr1nc1pal obstaculo que les .11np1~e
tos de control político. Muchos maestros y alumnos, al carecer de una pers- alcanzar riqueza y poder son sus propios n1éritos intele:tuales, res1stenc1a
pectiva comparativa, no son conscientes del grado en que sus libros, planes física y voluntad de competir. A los pobre~ s~ les ens~na a. cargar con la
de estudios y exposiciones en clase apoyan al statu qua. Sin embargo, en culpa de su pobreza y, así, dirigen su resent1m1ento, pr1n1ord1a~1nente, con-
otras partes, consejos locales de educación, juntas de regentes y comités tra sí 1nismos o contra aquellos con quienes deben c~1:ipetlr y que se
legislativos exigen abiertamente la conformidad con el statu qua (Kozol, encuentran en el mismo peldaño de la escala de la movilidad as~?ndente.
1973; Wax y otros, 1961; Ianni y Story, 1973; Gearing y Tindale, 1973; Por añadidura a la porción económicamente débil de la poblacion se le
Freire, 1973; D. Smith, 1974). enseí'ía a creer' que el proceso electoral garantiza la reparación de. los. ab_usos
Los modernos sistemas de educación obligatoria, desde los jardines de de ricos y poderosos mediante la legislación end~i:ezada a redi~wbuir la
infancia hasta las universidades, operan con un doble modelo políticamente riqueza. Por último, a la mayor parte de l_a poblac10~ _se la ma,nt'.ene en la
útil. En la esfera de la matemática y de las ciencias biofísicas, se estimula ignorancia del funcionamiento real del s1sten1a pohtico-econom1co Y del
334 Introducción a la antropología general El control y el origen del Estado 335

poder desptoporcionad~ que ejercen lobbies representativos de corporacio- Algunos de los episodios más brutales en la carrera del Estado se pro-
nes_ Y otros grupos de interés. Henry concluye que las escuelas de Estados dujeron co1no secuelas de la revolución rusa, cuando i11illones de personas
Un1~~s, pese a su_ ~stens~ble d~dicación a la investigación creadora, castigan sospechosas de pensan1ientos y actitudes «contrarrevolucionarios» fueron
a~ ntno .que n1an1fiesta ideas intelectualmente creativas con respecto a la ejecutados o condenados a rnuerte lenta en un vasto siste1na de catnpos de
vida social y cultural: concenttación (Solzhenitsyn, 1974). A la revolución china ta111bién siguieron
oleadas de ataques sin restticción alguna contra 1nillones de petsonas,· sos-
A~rend.er estudios sociales es, en gran medida, en la escuela primaria 0 en la pechosas de siinpatías burguesas, y recicnten1ente han salido a la luz prue-
un1vers1dad, aprender a ser estúpido. La 1nayoría de nosotros realizamos esta bas de un extenso sisten1a de can1pos de trabajos forzados políticos dentro
t~rea. ~ntes ~e entrar en el ínstítuto de enseñanza inedia. Pero al niño con Í!na- de la China contemporánea (Bao y Chelminski, 1973; Bett!eheim, 1978;
g1nac1on socialmente creadora no se le alentatá a jugar con sistemas sociales-: London y London, 1979).
valores. Y relaciones nuevos; no hay mucha probabilidad de que esto suceda po; Sin en1bargo, según Karl Marx, el con1unisrno no sólo es Ja antítesis
I~_senc1l1a razón de. que los pt·ofesores de estudios sociales catalogarán a tal
n1no como un estudiante mediocre. Además, este niíío sencillainente no podrá
del despotis1110, sino de cualquier fon11a de Estado. Marx estaba convencido
comprender los absu:·d_os que al maestro le parecen verdades transparentes ... de que el Estado había nacido con el único fin de proteger los intereses
Aprender a ser un idiota o, con10 dice Camus, aprender a ser absurdo, for- cconó1nicos de la clase dirigente. Pensaba que si se podía restablecer la
ma parte del desarrollo. Así, el niño a quien le resulta imposible aprender igualdad econó111ica, el Estado «Se desvanecería». La n1is1na noción de «Es-
a pensar que lo absurdo es la verdad ... normalmente llega a considerarse un tado con1unista» es una contradicción en tén11inos desde el punto de vista
estúpido (1963: 287-288). de la teoría marxista (Marx y Engels, 1948; Lichtheim, 1961). La existen-
cia del Estado con1unista se atribuye ofícialn1ente a la necesidad de proteger
nl pueblo que está construyendo un orden comunista de la agresión de los
El Estado y la coacción física estados capitalistas o de Ja persistente a1nenaza de los ciudadanos procapita·
lhtas (Lenín, 1965 [ 1917] ). No obstante, una interpretación igualmente
La ley Y el orden en las sociedades estratificadas dependen de una plausible es que las clases dirigentes de la Unión Soviética y China ni
m~~cla infinitan1ente variable de coacción física mediante la fuerza policial- en! regarán voluntaria1nente su control sobre los medios de producción ni
m1htar y control del pensan1iento basado en las técnicas discutidas en el disolverán voluntaria1nente el todavía creciente aparato de coacción estatal.
apartado anterior. f~n general, cuanto 1nás acusadas las desigualdades sociales Aunque las· clases don1inantes ele las de1nocracias parla111entarias occi·
Y más intensa la explotación en el trabajo, mayor debe ser la contribución dentales (véase capítulo 18) recurren más al control del pensamiento que
de ambas ferinas de control. Los regímenes que recurren n1ás intensamente a la coacción física para mantener la ley y el oi-den, en últi1110 análisis tam-
a dosis brutales de intervención policial-militar no son necesarian1ente los híl~n dependen de armas y cárceles para proteger sus privilegios. Huelgas
que muesttan el mayor nú1neto de desigualdades· sociales visibles. Más de policías en ciudades co1no Montteal y apagones como el que ocurrió en
bien, los sistemas más brutales de control policial y militar parecen estar Nueva York en 1977 dieron lugar a pillajes y desórdenes generalizados,
asociados a petíodos de in1portantes transfortnaciones cultutales durante de1nostrando que el cbntrol del pensa1niento no es suficiente y que gran
ntí1nero de ciudadanos ordinarios no creen en el sisten1a y se los mantiene
los cuales las clases gobernantes están inseguras y son propens'as a una
a raya sólo con la amenaza del castigo físico (Curvin y Porter, 1978;
reacción excesiva. Petíodos de convulsión dinástica y de agitación pre y Weisman, 1978).
post-revolucionaria son especialmente propicios para la brutalidad.
Los más duraderos de los despotismos del mundo mantienen sus pode-
res de coacción. en estado de aletta. Por ejemplo, en la medida en que los Resumen
en1peradotes chinos se sentían políticamente seguros, sólo necesitaban dar
alguna que otra demostración de desttucción física para elin1inar las faccio" Las sociedades con «grandes ho1nbres>>¡ jefes y clases dirigentes repre"
nes desleales. Karl Wittfogel (1957) ha proporcionado una viva exposición r-;cntan tres for1nas diferentes de organización política presentes en la
de los terrores a disposición de los antiguos despotismos. Habla de la 1rnnsfor1nación de las sociedades igualitarias en siste1nas estatales esttatifi-
«total soleda~ en, la hora del destino fatídko» que aguarda a aquellos rndos. El «gran hombre» es una forma de liderazgo basada en la rivalidad
q~e dan el mas min1mo motivo para ser prendidos por el soberano. En las y caracterizada por redistribuciones co1npetitivas que aun1entan e intensifi"
c~mar~s de tortura y en los tajos de ejecución, el enorme poder del Estado, can la producción. Tal como ilustran los mumis de las islas Salomón, la
s1mbohza.do tan perfectameMe ~n colosales monumentos y edificios públi- posición de «gran hombre» es un status te1nporal que exige una constante
cos, el11n1naba de fotma rut1nar1a a los potenciales agitadores. validación mediante exhibiciones de generosidad que le dejan con pocas
Intl'oducción a la antropología general El control y el origen del Estado 337
336

posesiones, pero con mucho prestigio y autoridad. Co1110 son n1uy respeta~ los tnílitares con su control de los tnedios de coacc1011 física los que n1an-
dos, los «grandes hombres» se adaptan bien a la función de acaudillar par- 1ienen a raya a los pobres y explotados. Sin en1bargo, todos los estados
tidas de guerra, expediciones co1nerciales de larga distancia y otras activida~ encuentran 111ás conveniente 1nantener la ley y el orden controlando el pen-
des colectivas que requieren un liderazgo entre los pueblos igualitarios. :;:uniento de la gente. Esto se hace de diferentes n1anerasi.que abarcan de_~~le
Al igual que los «grandes hombres», también los jefes desempeñan el las religiones estatales hasta los ritos y espectáculos públicos y la educac1011
papel de gran proveedor, incte111entan e intensifican Ja producción, celebran obligatoria. '
festines y organizan expediciones de guerra y con1ercio de larga distancia.
Sin en1bargo, con10 ilustran las jefaturas trobríandesa, cherokee y tikopia,
los jefes gozan de un st_atus heredit_ario> tienden a vivir algo n1ejor que e:l
plebeyo medio y sólo pueden ser depuestos por la derrota en la guerra. Sin
embargo, su poder es limitado debido a que carecen del apoyo de un grupo
per1nancnte de especialistas policiales y tnílitares y no pueden itnpedir a un
nún1ero ii11portante de sus seguidores el acceso a los inedias de ganarse la
vida.
En las sociedades estatales estratificadas, el poder de los reyes se basa
en la capacidad de recaudar iinpuestos. J_,a negativa de los can1pesinos a
contribuir al sísten1a redistríbutivo puede acarrearles la pérdida de los ine-
dios de subsistencia. Las actividades 111ilitares, econó111icas y rituales de una
red de aldeas son coordinadas por una burocracia ad111inistrativa y los 111is-
1nos asenta111ientos inuestran diferencias jerárquicas deno1ninadas «estra-
tificación del yacin1iento».
Las for1nas prístinas de estratificación y estatalidad probablen1ente es-
tuvieron ligadas al desarrollo de densas poblaciones en hábitats circunscri-
tos. Los ca111pesinos surgieron cuando las aldeas y linajes subordinados no
pudieron evitar la recaudación de in1puestos huyendo a otros hábitats sin
ca1nbiar su estilo de vida. Sin einbargo, los. estados secundarios surgieron
bajo una variedad de condiciones relacionadas con la difusión de los estados
prístinos.
La diferencia entre las jefaturas y los estados es ilustrada por el caso
bunyoro. I;] Mukan1a era un gran proveedor para sí inis1no y sus seguido-
res 111ás íntin1os, pero no para la 1nayoría de los ca111pesinos bunyoro. A
diferencia del jefe trobriandés, el Mukan1a n1antenía una corte perinanente
de criados y una guardia palaciega. Hay 111uchas se1nejanzas entre Bun-
yoro y los reinos «feudales» de la Europa medieval. Pero el poder de los
antiguos reyes ingleses era mayor y dependía n1enos de la itnagen de gran
proveedor que de la de gran protector.
La forma de Estado más desarrollada y estratificada es la del imperio.
Con10 ilustra el caso del Inca del Perú, los líderes de los antiguos Í!nperios
poseían un enorine poder y eran inaccesibles para los ciudadanos ordinarios.
La producción era supervisada por un ejército de ad1ninistradores y recau-
dadores de impuestos. Aunque el Inca se ocupaba del bienestar de sus
súbditos, éstos le consideraban con10 un dios al que le debían todo en vez
de como un cabecilla o jefe que se lo debía todo a ellos.
Como todas las sociedades estatales se basan en desigualdades acusadas
entre ricos y pobres, gobernantes y gobernados, el n1anteniiniento de la ley
y el orden presenta un desafío crítico. En último análisis, son la policía y

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