Fallo Miranda, F Por Sucesion
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El fuero de atracción es una consecuencia del carácter universal del proceso sucesorio, en virtud
del cual le corresponde al juez que entiende en el proceso el conocimiento de las acciones
vinculadas con la persona y el patrimonio del causante. Tiene por finalidad concentrar ante el
juez del sucesorio todas las acciones seguidas contra el causante, pues resulta conveniente que
dicho juez conozca también las demandas dirigidas contra el patrimonio que compone el acervo
hereditario (conf. Pérez Lasala, José Luis, “Curso de Derecho Sucesorio”, Ed. Lexis Nexis, 2007, p.
36/37). El fundamento radica en “la economía judicial para la más rápida, eficaz, segura y fácil
administración de justicia … En definitiva, para que los herederos, los legatarios, los acreedores,
todos los que tengan algún derecho, no se hallen expuestos a tener que litigar en una multitud de
tribunales diferentes, sea en razón del domicilio de cada uno de ellos, sea en razón de la situación de
los bienes, sea por las demandas de garantía que tendrían que interponerse unos contra otros, es
preciso que no haya más que un solo tribunal para decidir sobre todas las cuestiones relativas a la
sucesión aún indivisa, y ese tribunal debe ser, naturalmente, el del lugar en que la sucesión se ha
abierto, desde que allí los bienes y los negocios del difunto son más conocidos que en ninguna otra
parte” (conf. Medina, Graciela, “Proceso Sucesorio”, T. I., Ed. Rubinzal –Culzoni, 1996, p. 37).-
Toda la doctrina coincide en que el fuero de atracción comienza cuando se inicia el proceso
sucesorio y cobra publicidad con la publicación de edictos, y concluye con la partición, que pone
fin a la indivisión hereditaria.
En el caso no resulta de aplicación el instituto bajo examen. Ello por cuanto, en primer lugar, en la
especie no se advierte la existencia de acciones contra la sucesión o de acciones de herederos entre
sí, vinculadas a los bienes de la sucesión de Guillermo Miranda. Por otra parte, el proceso sucesorio
de Guillermo Miranda, tramitado ante el Juzgado Civil de General Alvear, se encuentra
completamente culminado, con partición realizada e inscripción de bienes a nombre de los
adjudicatarios (realizada en fecha 29/11/99), razón por la cual los eventuales efectos del fuero de
atracción quedaron enervados mucho antes del inicio del proceso sucesorio de Francisca Florencia
Miranda (promovido en fecha 28/10/15). Además, el fuero de atracción puede atraer acciones
relacionadas con la sucesión de Guillermo Miranda, pero no puede extender su efectos a una sucesión
distinta, como la de Francisca F. Miranda, que tiene una competencia diferente –dada por el último
domicilio de la causante en la ciudad de San Rafael-, y que provoca su propio fuero de atracción sobre
las acciones relacionadas a ella. En definitiva, la cuestión bajo análisis no se relaciona con el fuero
de atracción, sino con la conexidad de las sucesiones vinculadas.
Este Tribunal ha sostenido que “La competencia constituye uno de los requisitos extrínsecos de
admisibilidad de toda pretensión o petición extra contenciosa, en forma tal que si, en un caso concreto,
el órgano ante quién se ha acudido carece de aquella aptitud, estará inhabilitado para emitir un
pronunciamiento sobre el fondo del asunto” (L.A.C. N° 38, 29-11-91, 30/44). “Cuando media
vinculación entre dos juicios, para evitar dispendios de actividad procesal y permitir una adecuada
ponderación de los elementos comunes a ambas causas, y en función de los principios del forum
conexitatis y perpetuatio jurisdictionis, resulta adecuado que ambos se tramiten ante el mismo juez”
(LSC N° 34, 09-03-88, 234/245; LAP N° 16, 30-03-88, 367/369). “Hay conexión procesal, cuando
coexisten causas justiciables diferentes que tienen en común algunos de los elementos de la pretensión
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conocidos como "título" o "causa", "objeto", o ambos (conf. C.N.Civ. B 16/06/75, "Brunetti
c/Consorcio Av. Quintana"; CNCiv., E, LL, 1985 -E-118; CNCiv. Sup. 03/04/81, "Bermúdez
c/Inmobiliaria Güemes") - lo cual exige que un sólo juez dicte las respectivas sentencias a fin de evitar
que sean contradictorias (Conf. CNCiv. A, 27/10¬/78, "Chipy c/Produc. García Ferrer"; CNCiv. A,
17/10/78, "Chipy c/Produc. García c/Produc. García Ferrer"; CNCiv. B, 17/10/78, "Chipy c/Produc.
García Ferrer"; CCCLa Plata, 2, 15/06/78, causa B-44473” (L.A.C. N° 46, 29/11/00, 263/265).-
“En sentido procesal, existe conexión cuando dos o más pretensiones o peticiones tienen en común
alguno de sus elementos objetivos (objeto o causa), o se encuentran vinculadas por la naturaleza de
las cuestiones involucradas en ellas. Conforme a ese criterio -según lo dice Lino E. Palacio- cabe
hablar, respectivamente, de una conexión sustancial y de una conexión meramente instrumental. La
primera, determina un desplazamiento de la competencia que se funda, genéricamente, en la
necesidad de evitar el pronunciamiento de sentencias contradictorias. La segunda, genera el mismo
resultado a raíz de la conveniencia práctica de que sea el órgano judicial competente para conocer en
determinado proceso quien, en razón de su contacto con el material fáctico y probatorio de aquél,
también lo sea para entender de las pretensiones o peticiones, accesorias o no, vinculadas con la
materia controvertida en dicho proceso. (conf. "Cód. Procesal Civil y Comercial de la Nación, T.1 de
la ed. Rubinzal-Culzoni, Sta. Fe 1988, ps. 330 y 331)” (L.A.C. N° 46, 29/11/00, 263/265).-
Respecto de la conexidad en las sucesiones vinculadas, la doctrina señala que en forma genérica, la
acumulación es el acto procesal mediante el cual se persigue la reunión en un mismo expediente o
ante un mismo tribunal, de dos o más procesos que tienen entre sí una conexidad sustancial, o una
conexidad jurídica evidente, siempre que lo decidido en uno pueda producir cosa juzgada en el otro.
De forma específica, la acumulación de procesos sucesorios es la reunión de dos o más procesos
sucesorios de un mismo causante para evitar resoluciones contradictorias o la reunión de dos o más
procesos sucesorios de distintos causantes ante un mismo juez por razones de economía procesal. Las
sucesiones de distintos causantes van a dar lugar a resoluciones desiguales, a distintas declaratorias
de herederos y a disímiles formas de partición sin que se vulneren los principios de la cosa juzgada.
En este supuesto, el fundamento de la acumulación radica, exclusivamente, en la economía procesal,
cuando sean iguales los bienes que conforman las comunidades hereditarias, para que sea un solo juez
el que entienda en su división y liquidación. “En este sentido, no es permitida la acumulación de las
sucesiones de los cónyuges cuando la masa de bienes a partir fuera diferente en las dos sucesiones”
(conf. Medina, Graciela, obra citada, p. 80/93).-
En el mismo sentido se manifiesta Pérez Lasala, al expresar que la acumulación de diferentes juicios
sucesorios de distintos causantes puede tener lugar cuando hay un caudal hereditario común y los
mismos herederos; es decir, cuando concurren las identidades subjetiva y objetiva (Pérez Lasala, José
Luis, “Tratado de Sucesiones”, T. I, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2014, p.121). La Cámara Nacional de
Apelaciones ha sostenido que “La acumulación de las denominadas sucesiones vinculadas, al margen
de lo dispuesto por el art. 696 del Código Procesal Civil y Comercial, sólo es procedente cuando
existe identidad de herederos y de masa hereditaria o cuando medien poderosas razones de economía
procesal que así lo aconsejen” (CNCiv., 20/04/94, Sala S, “Grossmann, Lidia C/ S/Sucesion Ab-
Intestato – Competencia”). En el mismo orden la Sala A de dicho Tribunal, ha expresado: “Al
respecto, esta Sala tiene dicho que la acumulación de sucesiones procede a pesar de que no opera el
fuero de atracción –en principio- respecto de otros juicios universales, cuando exista conexidad entre
ellas, ya sea por referirse el nuevo juicio a los mismos herederos, o por transmitirse un acervo
hereditario común, o cuando la segunda sucesión es abierta con relación a uno de los herederos de la
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primera, transmitiéndose en ambos juicios partes indivisas de un mismo inmueble (conf. CNCiv., esta
Sala, en autos “De Lazzer, Rafael A. s/ Sucesión”, fallo del 14/12/1998, LL 1999-D)” (CNCiv, Sala
A, 15/09/16, “B. M. L. Y OTROS S/ SUCESION AB-INTESTATO”). “No corresponde disponer la
acumulación de los juicios sucesorios de cónyuges fallecidos sucesivamente cuando no existe
identidad de herederos ni diligencias o trámites comunes” (CNCiv., Sala S, 18/02/99, “GALI, Elsa
Elvira s/ SUCESION AB-INTESTATO – COMPETENCIA”, S004554).
Ahora bien, como se violentan los principios generales de competencia y de distribución de causas,
la acumulación debe ser otorgada con criterio restrictivo y sólo en el caso de que el no hacerlo
produjera un desgaste jurisdiccional inútil. A su vez, la acumulación es pertinente hasta tanto no haya
finalizado el proceso sucesorio al cual se pretende acumular; es decir hasta tanto no se hayan liquidad
los bienes (conf. Medina, Graciela, obra citada, p. 80/93).
En el caso traído a consideración, aunque existe identidad subjetiva, por tratarse de los mismos
herederos, no se da ninguno de los supuestos que habilitan la declaración de incompetencia por
conexidad. No se advierte identidad objetiva, porque el único bien del acervo hereditario de Francisca
Florencia Miranda, denunciado (fs. 13 vta.), fue adquirido en marzo de 1971 (conforme surge de la
copia de la matrícula agregada a fs. 10), cuando su marido Guillermo Miranda ya había fallecido (en
fecha 17/10/1965). Lógicamente, dicho inmueble no consta entre los bienes denunciados en el
proceso sucesorio de Guillermo Miranda. A su vez, no sólo las masas de bienes de ambas sucesiones
son diferentes, sino que el proceso sucesorio de Guillermo Miranda tramitó en forma completa y
culminó con adjudicación e inscripción de bienes mucho antes del fallecimiento de Francisca
Florencia Miranda, acaecido en fecha 11/08/2014. De la lectura detallada de los autos N° 100.118,
caratulados: “Miranda, Guillermo P/ Sucesión” –al cual se pretende acumular los presentes obrados-
se extrae que el mismo se inició en fecha 27/08/1998, se dictó declaratoria de herederos en fecha
28/06/1999, y se adjudicaron los bienes del acervo hereditario en fecha 29 de noviembre del mismo
año, inscribiéndose el 3 de enero de 2000.