JURISPRUDENCIA Indignidad Denuncia
JURISPRUDENCIA Indignidad Denuncia
JURISPRUDENCIA Indignidad Denuncia
Sumarios:
1. La pretensa heredera no puede ser exluida de la herencia por indignidad de quien era su cónyuge, dado que si
bien formuló una denuncia penal contra el causante, lo cierto es que esta tenía el deber legal de hacerla, por
cuanto las denunciantes del hecho del abuso sexual eran sus propias hijas, y los deberes inherentes a la patria
potestad le imponían formularla, sin advertir una conducta maliciosa o temerosa.
Texto Completo:
1ª Instancia.- Rosario, febrero 2 de 2017.
Vistos:
La Srta. E. A., por apoderada, promueve demanda de Exclusión de Herencia por Indignidad contra la Sra. V.
J. V.
Plantea ser hija del Sr. A. A. (hoy fallecido), quien se separó y posteriormente divorció de su madre en
1998, dado que mantenía una relación amorosa con la demandada, con quien contrajo matrimonio en el año
2007. Destaca que a esa fecha la demandada tenía dos hijas menores fruto de una relación anterior.
Que la demandada convivió con su padre por más de diez años, ocupándose éste de la crianza de esas dos
hijas, residiendo todos ellos en la casa del Sr. A. hasta la fecha en que ambos cónyuges decidieron separarse de
hecho en setiembre de 2011, separación que no fue para nada amistosa sino causada por una supuesta
infidelidad de la hoy pretensa heredera quien, según dichos del causante a la actora, quería quedarse con todo lo
de él.
Relata que el Sr. A. fue sorprendido por la denuncia penal presentada el 31 de agosto de 2011 la cual, si se
hubiera fallado en su contra, le hubiera costado la pena de prisión de más de 5 años por el supuesto abuso de sus
dos hijastras menores de edad.
Entiende que dicha maniobra fue creada con la sola intención de perjudicar horriblemente al causante, de
manchar su honor y buen nombre, reseñando varias consideraciones que entiende sustentan este argumento.
Seguidamente cita jurisprudencia que entiende avala su posición, destacando que la doctrina no duda en que
el art. 3293 del Cód. Civ. exige únicamente la acusación para considerar al heredero indigno, sin importar el
resultado de la sentencia.
Destaca que la voluntariedad del denunciante debe ser interpretada como su intención de que su antecesor
efectivamente sufra una pena de prisión, o trabajos públicos por 5 años o más, lo que a todas luces demuestra un
resentimiento hacia él, debiendo por tanto el juzgador determinar en el caso de marras si hubo o no razón para
encaminar la acusación que se planteó. Si resulta justificado que el denunciante recurra a la Justicia, si los
indicios o presunciones fueron suficientes, si hubo o no intención de eliminar cualquier duda razonable en
contra del causante, si fue prudente en llegar a esta conclusión; todo ello a fin de evitar se incurra en el abuso de
un ejercicio irregular de un derecho (art. 1071 del Cód. Civ.) Seguidamente ofrece las pruebas e invoca el
derecho que entiende la amparan.
Citada y emplazada la demandada a estar a derecho (vide fs. 52) la misma comparece, con patrocinio letrado
a fs. 57, solicitando se le dé la participación que por derecho corresponda.
Corrido el traslado de la demanda (vide fs. 59), la demandada responde a fs. 60. A tal fin procede a efectuar
la negativa de rigor sobre todos y cada uno de los hechos que no sean materia de un expreso reconocimiento por
su parte, así como de la autenticidad de la documental acompañada y la aplicación al caso de la jurisprudencia,
doctrina y derecho invocado.
En tal sentido reconoce haber convivido más de 10 años con el causante, así como que éste se ocupara de la
crianza de sus dos hijas y que la nueva familia residiera en la casa del Sr. A. hasta la fecha en que ambos
cónyuges se separaron de hecho en setiembre de 2011, retirándose su parte del hogar conyugal junto a sus dos
hijas menores.
Reconoce además que el contacto entre el causante y la demandada continuó frecuentemente, hablando de
cuestiones o proyectos de trabajo, que le pidió dinero para sus hijas y que era su esposa a la fecha.
Admite como cierto que la fiscalía llegó a la conclusión del procesamiento del Sr. A., sosteniendo que ello
implica la existencia de un grado de sospecha suficientemente elevado de la comisión del delito por parte del
mismo.
Entiende procedente la aplicación del art. 2281 inc. c del Cód. Civ. y Com. de la Nación, norma que
considera indigno de suceder a quien haya denunciado o acusado al causante en cumplimiento de un deber legal.
Sostiene que no sería éste un supuesto de retroactividad de la ley sino un caso de aplicación inmediata, ya que a
la entrada en vigencia de la nueva ley debe aplicarse la misma a los hechos aún no acaecidos.
Considera que el simple anoticiamiento de un delito es motivo suficiente para efectuar la denuncia y que se
investigue el mismo. Destaca que los dichos de sus hijas menores tomaron tal estado público que su parte
incurriría en incumplimiento de los deberes de asistencia familiar (en su sentido más amplio que es el de la
obligación de todo padre de asistir no sólo económicamente a sus hijos) y en violación a la ley 26.061 de
Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes (art. 9).
Alega seguidamente que la causal de indignidad habría desaparecido en razón del perdón del ofendido, lo
que se evidenciaría por el hecho de que el causante y la demandada no perdieron contacto, encontrándose
frecuentemente y hablando de cuestiones o proyectos como si nada hubiere pasado; que el Sr. A. accedía a
entregarle dinero para sus hijas; que luego de acontecidos los hechos la Sra. V. conservó y siguió usando la
tarjeta de crédito que era extensión de la del causante, abonado éste los gastos provocados con la misma y; que
provocada la separación personal la Sra. V. se retira de la vivienda familiar, haciéndose cargo el Sr. A. de
abonar los cánones locativos suscribiendo éste los recibos emitidos.
Invoca el derecho que entiende hace a su parte, ofrece pruebas y efectúa la reserva constitucional pertinente.
Abierta la causa a prueba a fs. 70, ofrece la propia la actora a fs. 72, haciendo lo propio la demandada a fs.
76, proveyéndose la ofrecida a fs. 78.
Habiéndose agregado la prueba producida por las partes a fs. 122 se clausura el término probatorio pasando
los autos por su orden y por el término de ley para alegar, haciendo lo propio la actora a fs. 122 vta., pieza
procesal que es agregada a fs. 129, e incorporando el suyo la demandada a fs. 124, el cual es agregado a fs. 139.
En este estado, decretándose el llamamiento de autos para sentencia a fs. 126 (decreto firme y consentido
conforme constancias de fs. 130, quedan los presentes en condiciones de resolver.
Considerando:
I. En primer lugar considero relevante señalar que no resulta de aplicación al caso de marras lo dispuesto por
el art. 1775 del Cód. Civ. y Com. de la Nación ya que si bien se ha denunciado un hecho ilícito vinculado con
estas actuaciones que dio origen al sumario caratulado “A. A. I. - Abuso sexual gravemente ultrajante
agravado”, Sumario N° 767/11 que tramitó por ante el Juzgado de Instrucción n° 12 de la ciudad de Rosario,
cuyo original fuera remitido ad effectum videndi; los hechos que se juzgan en esta causa difieren de los allí
analizados.
Es más, en relación a las causales de indignidad sustentadas en la acusación o denuncia al difunto de un
delito, la doctrina no duda en que la sola acusación es suficiente para considerar al heredero dentro del tipo legal
de la figura mencionada, sin importar el resultado de la sentencia que oportunamente se dicte sea condenatoria o
no (Córdoba, Ramiro J.; “Indignidad por denuncia criminal”, DFyP 2013, 166).
A mayor abundamiento, cabe destacar que los citados autos finalizaron con el dictado de la res. N° 346 del
19/11/2014 y que dispuso el sobreseimiento del Sr. A. por haberse extinguido la acción penal a su respecto en
razón del fallecimiento del imputado.
Siendo ello así, no se produce en autos la prejudicialidad que establece la norma citada, encontrándome
habilitado para evaluar y pronunciarme sobre el planteo formulado en el ámbito civil, más allá del indudable
valor probatorio que ostentan los elementos colectados durante la tramitación de la causa penal relacionados con
la cuestión debatida en este proceso. II.- Encontrándose por tanto habilitado el Tribunal para resolver, en primer
lugar resulta necesario recordar que el mismo no tiene la obligación de analizar y resolver las cuestiones
planteadas por los justiciables en base a la totalidad de argumentos, consideraciones y elementos que los
mismos aporten a la causa, bastando a tal fin se pondere los relevantes a los fines de dirimir el thema
decidendum. En este sentido, se ha señalado que “los jueces no están obligados a considerar una por una todas
las pruebas de la causa, sino sólo aquellas que estimen conducentes para fundar sus conclusiones, como
tampoco están constreñidos a tratar minuciosamente todas las cuestiones expuestas por las partes ni analizar los
argumentos que a su juicio no posean relevancia.
La exigencia constitucional de que los fallos judiciales sean motivados, sólo requiere una fundamentación
suficiente, no una fundamentación óptima por lo exhaustiva” (Cód. Civ. y Com. de Rosario, sala 3, 29/07/2010,
“Piancatelli c. Ryan de Grant”, www.legaldoc.com.ar).
III. Formulada esta preliminar aclaración, y dada la reciente modificación de la normativa aplicable al
supuesto de marras a través de la sanción del nuevo Cód. Civ. y Com. de la Nación, entiendo dirimente en
primer lugar definir la normativa aplicable al caso.
En este sentido debe ponderarse especialmente el art. 7 del Cód. Civ. y Com. de la Nación, disposición que
establece que “a partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes”.
De esta manera, se ha destacado que la nueva ley se aplica a: i) las relaciones y situaciones jurídicas que se
constituyan en el futuro; ii) las relaciones y situaciones jurídicas existentes, en cuanto no estén agotadas y; iii)
las consecuencias que no hayan operado todavía (Kemelmajer de Carlucci, Aída, “La Aplicación del Código
Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas existentes”, Ed. Rubinzal - Culzoni, fs. 25 y ss.) En el
caso que nos convoca nos encontramos ante hechos acaecidos con anterioridad a la sanción de la nueva norma,
tanto la denuncia penal efectuada como el fallecimiento del causante y hasta el inicio de la sucesión. Y,
conforme tanto la antigua normativa como los textos hoy vigentes, la causal de indignidad debe determinarse al
tiempo de la muerte de aquel que se trate de heredar (art. 3302 del Cód. Civil) y la acción solo puede ejercerse
una vez abierta la sucesión (art. 2283 del Cód. Civ. y Com.), solución legal que se sustenta en la circunstancia
de que el hecho configurativo de la causal de indignidad debe existir al tiempo del fallecimiento del causante en
concordancia con la regla general según la cual la capacidad para adquirir una sucesión se debe tener al tiempo
de la apertura (Lloveras, Nora B.; Orlandi, Olga E. y Faraoni, Fabián E.; “Código Civil y Comercial de la
Nación Comentado. Tomo VI”; dirigido por Herrera, Caramelo y Picasso, 1er. Ed., Buenos Aires, Infojus, 2015,
p. 17).
Conforme lo reseñado, acaecida la muerte del causante con anterioridad a la sanción del nuevo Cód. Civ. y
Com. de la Nación, e iniciada con anterioridad a éste tanto la sucesión como la acción de indignidad planteada,
considero que la relación o situación jurídica que se plantea (configuración o no de la causal de indignidad)
debe entenderse agotada con anterioridad al 1 de agosto de 2015 y, por tanto regirse por las disposiciones del
Cód. Civ. hoy derogado.
Naturalmente que lo reseñado no implica desoír en forma absoluta los nuevos textos normativos,
disposiciones que gozarán de un argumento de autoridad en razón de ser las normas hoy vigentes y que, además
(como lo señala la propia exposición de motivos), en muchos supuestos no hacen sino reflejar criterios ya
consolidados doctrinaria o jurisprudencialmente.
IV. Pasando ya al análisis del caso de marras, y adelantando opinión, debo destacar que no advierto que la
acción instaurada deba prosperar.
En efecto, el actor pretende fundar su planteo en la disposición del art. 3293 del Cód. Civ., norma que
requiere que quien formula denuncia evidencie animosidad y carencia de vínculos afectivos hacia el denunciado
(Ferrer, Francisco A. M.; “Código Civil de la República Argentina Explicado”, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe,
2011, p.702). No advierto que tal sea el supuesto de marras.
A mayor abundamiento se ha destacado que debe excluirse del supuesto quien denuncia en cumplimiento de
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un deber legal, o si el parentesco que une a la víctima y el denunciante es más cercano que el que une a este
último con el causante (Córdoba, Levy, Solari y Wagmaister, “Derecho Sucesorio”, Universidad, Bs. As., tres
volúmenes 1991/2/3), situaciones que se configuran en el presente caso.
En efecto, tanto de las actuaciones penales que actualmente tengo a la vista como de las de la presente causa,
así como del propio reconocimiento de la actora, se evidencia que las supuestas víctimas del delito denunciado
serían las hijas de la demandada, situación que plantea entre denunciante y víctimas un vínculo de parentesco
que admitiría la excepción reseñada (excepción que, cabe destacar, hoy cuenta con expreso reconocimiento
legal —art. 2281 inc. c del Cód. Civ. y Com. de la Nación—).
Asimismo, advierto configurada la exigencia de un deber legal en hombros de la demandada que implicaría
su obligación de denunciar la supuesta situación generada. En efecto, se evidencia de las constancias de autos
que la patria potestad sobre las supuestas víctimas del delito denunciado (menores en ese momento) pesaba
sobre la demandada, quien fue requerida por terceros (en el caso las autoridades del colegio al que asistían sus
hijas) a formular dicha denuncia (vide constancias testimoniales de fs. 114 —quinta ampliación a Santana y
segunda pregunta a García—), informándole la situación de supuesto abuso y que la misma se iba a denunciar si
ella no lo hacía. En esa misma línea, todas las declaraciones efectuados por adultos que entrevistaran a las
menores detallan la ausencia de actitudes fabulatorias por parte de las mismas (vide fs. 114 —testimoniales de
S. y G.— y fs. 14 y 15 del sumario penal).
Ratifica lo señalado la documental obrante en el sumario penal, donde a fs. 4 se acompaña el acta de la
reunión efectuada con la demandada en la institución escolar a fin de explicarle la situación y que en la denuncia
acompañada a fs. 5 se detalla que la demandada es acompañada por la directora, el representante legal y el
coordinador pastoral y maestro del colegio.
Entiendo que es necesario en situaciones como la presente, al pretender resolver el planteo formulado,
realizar una tarea de empatía con la demandada, en el sentido de pretender comprender el punto de vista de la
otra persona, en el caso una madre que, desconociendo la situación que le informan (hecho reconocido por las
partes), es citada a la escuela de sus hijas para ser sometida a un relato de abuso de las mismas por parte de una
persona de su confianza desde hace varios años y donde, ante esa situación de vulnerabilidad en la que se
encuentra, se la insta (correctamente a mi entender) a formular el planteo legal pertinente ante las autoridades
competentes.
Ante la situación planteada no advierto como malicioso o animosa la conducta desarrollada por la
demandada, no resultando necesario que primero hable con sus hijas o efectúe un frío análisis de los hechos
ponderando la salud de su cónyuge (el cual se realiza hoy, a cuatro años del hecho). De esta forma, y conforme
las reglas de la sana crítica, entiendo que cualquier persona en la situación en la que se encontraba la
demandada, hubiera obrado de manera similar.
Cabe recordar que se exige que la denuncia o acusación se formule voluntariamente, y no en cumplimiento
de un deber impuesto por la ley (Rébora, Juan C., Derecho de la Sucesiones, t. I, p. 76), situación en la que el
denunciante no puede excusarse de formular la misma (Bueres, Alberto J. - Highton, Elena I., Cód. Civ. y
normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial. Comentario de Pérez Lasala al art. 3293.
Hammurabi, t. 6A, p.73). Tal, entiendo, es el supuesto configurado en autos donde la madre de las menores es
informada del presunto delito e instada de manera inmediata a recurrir a las autoridades dado el papel y
responsabilidades que detenta en relación a las supuestas víctimas menores de edad.
Cabe agregar que el art. 3293 C.C. encuentra aplicación aún en los supuestos de ejercicio regular de un
derecho (Cód. Civ. y Com. de Morón, sala I, 29/05/1997, RDPC, N° 17, p. 370).
De esta manera, pesaba sobre la demandada el deber de instar el accionar de las autoridades, incluso con el
riesgo de que, en caso de no hacerlo, sea el colegio quien formule la denuncia (lo que le fue manifestado
conforme las constancias y circunstancias acreditadas en la causa a fs. 114 y en el sumario penal) pudiendo
llegar a imputársele negligencia o inconducta en su proceder.
Y es que, como se ha señalado, la “voluntariedad” que se demanda debe interpretarse como la intención del
indigno de que efectivamente su antecesor sufra una pena de prisión, o trabajos públicos por cinco años o más,
lo que a todas luces demuestra un resentimiento hacia aquél (Córdoba, Ramiro J.; “Indignidad por denuncia
criminal”, DFyP 2013, 166), y no para supuestos como el presente donde no se advierte dicha animosidad sino
más bien la existencia de un deber en cabeza del denunciante, así como el ánimo de conocer la verdad.
Finalmente, entiendo que no resulta relevante en esta instancia (dado que el resultado de la denuncia no
define la suerte de este proceso) analizar las aptitudes físicas del causante, dado que la descripción de los
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supuestos abusos efectuados no le habría impedido al mismo efectuarlos (situación que ha considerado
verosímil la Jueza Mónica G. Lamperti al procesar al imputado conforme las constancias de sumario penal a fs.
104/109 y que destacara la dra. C. a fs. 96 vta. del sumario penal afirmando que la disfunción del causante no
obstaría los hechos).
Misma situación se evidencia en relación a las presuntas contradicciones que plantea la actora en relación a
los dichos de las menores involucradas. En efecto más allá de si realmente dichas contradicciones se presentan,
entiendo que las mismas no tienen la relevancia suficiente como para poder obstar o pretender que la
demandada efectúe una conducta diferente a la que desarrollara.
En razón de lo expuesto, resuelvo: 1.- Rechazar la acción de indiginidad planteada. 2.- Imponer las costas
del presente a la actora (arg. art. 251 CPCyCSF). 3.- Diferir la regulación de honorarios hasta tanto se acredite
la condición fiscal ante IVA. Insértese y hágase saber. — Marcelo Quaglia.