Libro Contingencia Covid 19 Descargable Baja
Libro Contingencia Covid 19 Descargable Baja
Libro Contingencia Covid 19 Descargable Baja
frente a la adversidad
Reflexiones interdisciplinares frente
a la contingencia por covid-19
Introducción 15
Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes
N
uestra confianza en la ciencia, aparen-
temente todopoderosa, se derrumba.
Nuestra soberbia, o más comúnmente
nuestra vanidad, ha sido duramente golpeada: el
virus de la covid-19 nos humilla, nos sentimos
desesperadamente impotentes.
Un poco forzados, hemos redescubierto al
otro, a la familia, a la comunidad. Nos hemos visto obligados a reunirnos y
convivir, modificando nuestra rutina cotidiana que dedicaba gran parte del
día, al margen de los demás, a nuestro trabajo. Quizá, podemos observar un
repunte de la solidaridad. La situación es desconcertante y produce miedo,
porque desconocemos cuál será nuestro destino dentro de esta tragedia
universal. Debemos cuidar que esa pasión siempre presente, que puede y debe
ser controlada, no se convierta en pánico irrefrenable. Las consecuencias del
fenómeno de la pandemia que estamos viviendo son múltiples. Los cambios se
dan en todos los ámbitos:
En economía, es un desastre mundial porque el modelo moderno de
producción descentralizada, casi atomizada, está naufragando debido a la
rotura de las cadenas de suministro global. Las empresas que son una realidad
conformada por trabajo, trabajo, y más trabajo, el directivo, el operativo y el
acumulado que está conformado por los ahorros del trabajo anterior convertido
en inversión, son una dimensión moral de la libertad económica. Las hay de
todos los tamaños, pero más de 90% son empresas pequeñas y micro que, sin
embargo, son responsables de más de la mitad de la producción y casi las tres
cuartas partes del empleo productivo.
En lo político, en general, los liderazgos se han visto rebasados
prácticamente sin excepción. Se ha visto una tendencia preocupante a la
concentración del poder, a la lucha por acrecentar el control de la sociedad
con visiones miopes de carácter electoral o sucesorio, sobre todo en regímenes
no democráticos. Se ha aprovechado la crisis para demostrar una supuesta
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
El gran destructor de la paz, hoy, es el crimen del niño inocente no nacido [
] pero hoy,
¡millones de niños no nacidos son asesinados!, ¡y no decimos nada! [...] Para mí las
naciones que han legalizado el aborto son las naciones más pobres. Tienen miedo
de los pequeños, tienen miedo de los niños no nacidos, y el niño debe morir porque
no quieren alimentar un niño más, no quieren educar un niño más, el niño debe
morir […] hagamos una sólida resolución: salvemos a cada niño pequeño, a cada niño
no nacido, dándole la posibilidad de nacer.
A nivel mundial, se dan entre 40 y 50 millones de abortos por año, según
la oms. De hecho, es la principal causa de muerte en el mundo. Un verdadero
genocidio. Los abortos en la Ciudad de México han sido 216 755 en los últimos
13 años y los asesinados 269 204 en el mismo periodo. Hasta ahora, en el mundo
hay 2.8 millones de infectados por la covid-19, y 200 mil muertos.
Tendemos a suponer que a los demás les irá tan bien o mal como a nosotros,
pero eso no es cierto. La suerte de cada quien es diferente dependiendo de su
circunstancia: trabajo, ingresos, vivienda, educación, condiciones anteriores de
salud, acceso a los servicios de movilidad y transporte, número y condición de los
dependientes, situación familiar, alimentación
6
Presentación
7
L
a Universidad Intercontinental desde
sus Escuelas de Filosofía y Teología,
pertenecientes al Instituto Intercontinental
de Misionología, así como el Observatorio
Intercontinental de Religiosidad Popular, ha estado
muy sensible a los graves acontecimientos que nos
embargan como institución, como sociedad, como
país, como mundo que formamos, pero sobre todo como seres humanos que
somos. Todos experimentamos la pandemia de la covid 19 como una amenaza
que nos vulnera y descubre nuestra fragilidad, aquella que creíamos que no
existía, que no formaba parte de nosotros y que ahora se revela en todo nuestro
ser con sus inconmensurables y nefastas consecuencias, resquebrajando
todos los órdenes de nuestra vida.
De este modo, constatamos que con el mismo apremio que estamos
procurando la salud, la protección y la supervivencia en este tiempo de contagio,
tendríamos que procurar la palabra y el sentido de lo que estamos viviendo,
dando razón de la propia experiencia vivida en estas inéditas condiciones,
ya como personas humanas, ya como creyentes, ya desde nuestros valores, ya
desde nuestra religiosidad, etcétera.
Si renunciamos a ello, haremos un lugar permanente en nosotros al caos y
al temor que por momentos nos asaltan. Estamos llamados a vivir en la esperanza
ante la evidente adversidad, a sostenernos en la fe, acompañando el sufrimiento
y el dolor, propio y ajeno, y a hacer nacer en nosotros el verdadero amor que
nos dispone a dar y a recibir sin reservas, porque el otro que está frente a mí se
encuentra en la misma situación.
La iniciativa de esta publicación de la Universidad Intercontinental
quiere privilegiar la palabra y la reflexión, el sentido y la significación, de este
fenómeno que estamos padeciendo. Nuestro teólogos, nuestros filósofos,
nuestros sacerdotes misioneros, nuestro cuerpo docente e invitados especiales,
han dado cabida en sus artículos a las preguntas más acuciantes que todos nos
hacemos en estas difíciles situaciones, acerca de Dios, de la vida, de la muerte,
del sufrimiento, del dolor, la soledad, la contingencia, la enfermedad, el mundo,
la creación, nuestra fe, nuestra religión, la sociedad, la economía, etc. Ellos nos
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
ayudarán a reconocer la palabra, entre las muchas que nos llegan hasta nosotros,
y nos acompañarán a encontrar el Sentido, entre tanto despropósito que nos
rodea.
Al terminar de hacer estas lecturas, será nuestra propia reflexión la que
prevalecerá, esperando que al fin de esta difícil experiencia, podamos continuar
el camino al lado de los nuestros, con una mirada renovada buscando un nuevo
orden, privilegiando lo más valioso de cada uno de nosotros.
Felicito a cada uno de los autores que aquí escriben, agradeciendo su
trabajo y su profesionalidad al servicio de nuestra universidad, de igual manera
a los directores de nuestras Escuelas de Filosofía y Teología del Instituto
Intercontinental de Misionología, así como al Observatorio Intercontinental de
Religiosidad Popular, y a la misma Universidad Intercontinental, que, fiel a sus
principios rectores, hacen posible que seamos una universidad misionera.
Ducit et Docet
P. Raúl Ibarra Hernández, mg
Presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad Intercontinental
10
S
in duda, todas las personas en el mundo entero
viven buenas o malas experiencias, que no
sólo marcan y forjan nuestras vidas, sino
también están en potencia de darle sentido, en la
medida que las interpretamos en diferentes momentos
de nuestra existencia y si, además, les permitimos llegar
a su punto de maduración.
Si presuponemos haber comprendido y asumido la totalidad de estas
experiencias, podríamos estar en el riesgo de no permitirles alcanzar el justo
punto de maduración y, con ello, de impedir que brinden sentido a nuestras
vidas. Por ello, resulta complicado dar razones y respuestas inmediatas a nuestra
experiencia. Lo que ahora comparto con ustedes, lo comprendí gracias a algunas
personas del pueblo japonés, que no sólo vieron morir en un instante a sus seres
queridos, sino también perdieron todos sus bienes materiales, el fruto del trabajo
de toda una vida, sus proyectos, sus ideales, cuando todo fue arrasado por un
terremoto, un tsunami y un accidente en una central nuclear.
Estuve en Japón durante muchos años, enviado por los Misioneros de
Guadalupe, para colaborar con la Iglesia de ese país en el trabajo de la misión ad
gentes. Hace poco más de nueve años —el 11 de marzo de 2011, a las 14:46 h—,
junto con el pueblo japonés, viví una experiencia tan dolorosa que jamás podré
olvidarla: el gran terremoto del noreste de Japón. Le siguió un tsunami y, por
último, un terrible accidente en la Central Nuclear Fukushima I.
Esta catástrofe ocasionó la muerte de 18 887 personas; de ellas, más de
2 500 cuerpos jamás fueron encontrados. Qué decir de las innumerables pérdidas
materiales y de las personas que sufrieron fuertes heridas físicas y psíquicas, cuyas
consecuencias continúan provocando un enorme sufrimiento hasta el día de hoy.
Es imposible olvidar la expresión de tantos rostros de personas
sumergidas en una profunda oscuridad de desesperanza; rostros de adultos
mayores, de adultos, jóvenes y niños que optaron por permanecer en un silencio
que fue acabando lentamente con sus vidas.
Por otro lado, y a pesar de las muchas dificultades para la elaboración del
plan nacional de reconstrucción de las zonas afectadas, el trabajo de remoción
de escombros fue avanzando rápidamente. Esto ayudó a algunas personas a
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
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Presentación
13
introducción
E
ste libro conjunto publicado por la Universidad Intercontinental, y
coordinado a través de su Instituto Intercontinental de Misionología,
pretende ser un aporte, breve, claro y directo ante las consecuencias
evidentes y serias marcas que esta emergencia ha traído y está por traer en un
futuro cercano e incierto para nuestra sociedad mexicana y en el mundo entero.
El alcance generalizado que ha tenido esta situación en todos los ámbitos de
la cultura humana rebasó muy pronto los límites de una mera situación sanitaria,
recordándonos la indivisibilidad de nuestra realidad humana que aunque la
fraccionemos con ánimos analíticos, en la operatividad de la vida, sigue siendo
una e indivisible.
Las repercusiones económicas, políticas y sociales han sido tan devastadoras
como el mismo virus que originó esta avalancha y la apertura de esta caja de
pandora.
Frente a esta situación y la inevitable angustia e incertidumbre que provoca,
pretendimos como área divisional de la uic, hacer acto de presencia activa desde
la reflexión académica universitaria aportando lo que nos compete a la sociedad
de la que formamos parte en esta situación adversa donde compartimos el dolor,
la incertidumbre y la preocupación frente a los reacomodos socio-políticos y
económicos que están por venir. Muchos pendientes sociales y desigualdades
que arrastrábamos como sociedad, desde hace tiempo, se exacerban con las
consecuencias que han traído consigo esta pandemia y los medios para intentar
aminorar su impacto.
Esto rebasa con mucho los límites de un solo país o región y nos confronta
como cultura global con nuestras propias formas de entendernos entre humanos,
nuestras relaciones y economías, así como la forma de confrontar la naturaleza. Lo
mejor y lo peor de nosotros mismos como género humano aflora y nos sorprende
en uno y otro sentido.
La diversidad de temas que se integran en esta compilación constituyen
una muestra de la inherente diversidad de pensamiento y de disciplinas que
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
16
Introducción
escenario, y ese toque es tan fuerte que hace patente que nuestras seguridades
sociales no son tan seguras después de todo.
La estabilidad se desequilibra y sale a relucir la impronta de nuestra
inmanencia con toda su fuerza y fealdad sin tiempo para maquillarla. Esta
condición humana frágil, inestable, perecedera e incierta genera un malestar en
nuestra vida social frente al cual estamos ahora lidiando y en cuya reestructura y
superación afrontamos elementos y circunstancias completamente nuevas como
grupos humanos.
Sobra decir que esta situación total rebasa con mucho el ámbito de
decisión meramente individual dejando al hombre real y concreto con un dejo
de absurdo en su accidentado transitar por los acontecimientos adversos.
No obstante, la capacidad humana de sobreponerse, de rebelarse frente a la
desgracia y de resistirse a un sumiso amor fati, hace que nuestra creatividad,
imaginación y poder de interpretación de los acontecimientos ayuden a superar
el escollo.
Ciertamente hay un momento inicial de aturdimiento, pero nuestra
imperiosa necesidad de ordenar y normalizar para contar con una base desde la
cual construir nuestra realidad en un sentido positivo hace que avancemos hacia
la superación de las dificultades.
Somos perecederos y degenerativos, en palabras de Silvana Rabinovich:
“subjetividad de polvo y cenizas”1, nuestra esencia, más que erguirse como
fortaleza impenetrable, se nos revela como vulnerabilidad, fragilidad, fugacidad.
Y es allí donde el sentido cobra particular importancia para el ser humano, pues
no se trata de ceder indefensamente ante una conciencia negativa de finitud que
cierna nubarrones de absurdo sobre nuestra vida.
En el sentido se revela nuestra naturaleza rebelde, un elemento antitrágico
que se yergue contra la idea de un destino inamovible y aplastante. El ser humano
cree, a pesar de las evidencias en su contra, sonríe y reemprende la lucha aún con
las probabilidades a su desfavor.
La desgracia humana evidencia la limitación de nuestra existencia, llena de
afanoso trabajo, penalidades, una que otra recompensa fugaz y más trabajo. La
vida humana es dura, se desarrolla en medio de una rudeza cruda y despiadada.
La frase: “Dios perdona, pero el tiempo no” nos deja ver esa sabiduría popular de
1
Cfr. Silvana Rabinovich, “Espiritualidad de polvo y cenizas”, en Shulamit Goldsmit (coord.), Memorias del 1°
y 2° coloquios internacionales de Humanismo en el Pensamiento Judío, Universidad Iberoamericana, México,
2002, pp. 48-63.
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
conciencia de un “algo” que está más allá de las voluntades —humana y divina—,
¿el destino?, que, como dijera el poeta árabe, “atropella a los hombres como un
camello ciego”.
Luces y sombras se entreveran. La dicha y el sufrimiento se abonan y crecen
a la par. No hay garantías ni recetas infalibles para prolongar la bienaventuranza
y alejar la desgracia; una y otra nos esperan a la vuelta de la esquina y sobra decir
que tal vez más frecuentemente sea la desdicha la que nos asalta en el camino
de la vida.
Esta realidad antropológica aflora en momentos como el que estamos
viviendo con esta emergencia sanitaria y todas las consecuencias que conlleva
y habremos de afrontar. Sufrir esta realidad que imprevistamente nos asaltó
en nuestro trayecto vital, no es una cuestión epistemológica, sino existencial;
muerde en carne viva, supera el ámbito de la reflexión, apresa la existencia entre
sus dientes y desgarra el tejido que la ordinariedad entrelazó en los cauces de una
supuesta normalidad que angustiosamente se desvanece.
Frente a este panorama es que pretendemos, desde nuestro trabajo
académico y reflexivo, aportar ángulos de enfoque de nuestra situación actual
y las posibilidades que tenemos desde nuestra humanidad para reinventarnos y
reconstruirnos a nivel social y cultural.
Cuando los cauces de la existencia se cierran tanto que la vida deja de fluir,
la esperanza y la resiliencia desazolvan los canales de la ordinariedad para que
todo cobre nuevamente su lugar y las cosas funcionen otra vez, aunque de manera
diferente.
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reflexiones filosóficas de la contingencia
Mauricio Beuchot*
U
na de las labores del filósofo es interpretar la realidad. Lo hace a través
de la hermenéutica, que es la disciplina que nos enseña a llegar a esa
comprensión de los fenómenos, como si fueran textos. Después de una
descripción fenomenológica, hay que pasar a la interpretación para encontrar el
significado de lo que ocurre. Principalmente para darnos un sentido a nosotros
mismos.
De acuerdo con ello, abordaré algunos aspectos de la pandemia que nos
ataca, para que la reflexión filosófica, tanto desde la fenomenología como desde
la hermenéutica, nos ayude a situarnos. Trataré de conectar temas muy filosóficos
como el ontológico, o del ser y el axiológico, o del valor, con la ética y la política,
porque todo en el hombre está íntimamente correlacionado. Y terminaré con
algunas consideraciones de tipo psicológico o de antropología filosófica.
Consideración ontológica
Cuando sucede una catástrofe al ser humano, reacciona con miedo, ansiedad
o angustia y tristeza o depresión. Vivimos y recordamos el carácter de seres
contingentes que nos cualifica. Ser contingente, en filosofía, significa que algo que
es puede no ser. No es la simple posibilidad, la cual consiste en que algo puede ser,
sino en que, contando con la posibilidad, o que algo pudo ser, bien puede no ser, o
dejar de ser. Tal es la condición humana, que está rodeada de peligros; sobre todo
el principal, que es dejar de existir, la muerte.1
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
1
Martin Heidegger, ¿Qué es metafísica?, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1967, pp. 90-92.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
2
M. Heidegger, El ser y el tiempo, 4ª ed., México, Fondo de Cultura Económica, 1971, pp. 204 ss. y 258 ss.
3
Platón, Fedón, 63e-64a y 67d-e.
4
Friedrich Nietzsche, La voluntad de poderío I, Madrid, Edaf, 1998, p. 33.
20
Reflexiones filosóficas de la contingencia
La parte axiológica
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
como el que ofrenda su vida para defender a su pueblo en una guerra. Se ve como
dar vida a los otros. Siempre es a favor de la vida.
Por eso, resulta muy natural temer por la salud, preocuparnos por ella.
Máxime si se contrae una enfermedad que conduce a la muerte. La pérdida de la
salud es otro de los indicadores de nuestra fragilidad, de nuestro carácter de seres
contingentes.
El miedo a perder la salud causa naturalmente ansiedad y depresión. Por
esa razón, llama la atención que, incluso en estos tiempos de pandemia, muchas
personas no guardan las indicaciones de higiene y se descuidan, poniéndose en
riesgo de contagio, que es lo que lleva en este caso a la enfermedad, y poniendo
en peligro a los otros.
El miedo al contagio es lo que se presenta más frecuentemente durante
la contingencia. Se nos dice que observar las indicaciones para tal efecto basta
para evitarlo. Pero también se ven personas que no ponen cuidado para evitar el
contagio a sus semejantes. Mas, por lo pronto, la mayoría de la gente se preocupa y
teme. Inclusive se llega a una especie de pánico hacia el contagio y la enfermedad.
Asimismo, la cuarentena afecta a las personas. El encierro forzado por
la situación de peligro poco a poco va minando las mentes y surgen problemas
psicológicos. Por eso, se ven anuncios que ofrecen ayuda o terapia a los que sientan
miedo, ansiedad, angustia o depresión, lo cual indica que brotan estos síntomas.
Y es que la salud psicológica forma parte de la salud general de la persona.
Es también un valor, y hay que protegerlo, porque en este tipo de situaciones se ve
muy afectado. Es otro indicador de nuestra fragilidad humana. Somos vulnerables
no sólo en cuanto al cuerpo, sino también en lo tocante a nuestra vida emocional.
22
Reflexiones filosóficas de la contingencia
La cuestión ética
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Aspectos psicológico-antropológicos
5
Mauricio Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de la interpretación, 6ª ed.,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2019, pp. 57 ss.
24
Reflexiones filosóficas de la contingencia
6
Albert Camus, La peste, París, Gallimard, 1947, pp. 5 ss.
25
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
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Reflexiones filosóficas de la contingencia
tienen un carácter simbólico muy fuerte.7 Y la gente vive de sus símbolos, como lo
son esos espacios dedicados a Dios y a los santos. A muchas personas les afectó
el no poder asistir a misa, el no comulgar, el tener que suplirlo por programas de
televisión o de skype, en lugar de la presencia real.
Algo que se necesita mucho es la esperanza. Es decir, ¿qué me espera
durante la pandemia? ¿Qué me espera después? Porque a veces se tiene el temor
de no sobrevivir a ella, lo primero que uno quiere es esperanza de seguir viviendo
después de que pase. Y lo segundo es qué esperanza tenemos ante un mundo que
ya no va a ser el mismo, que va a cambiar necesariamente en muchos aspectos, y
queremos saber a qué atenernos.
El aislamiento, la separación, alzaron el sentimiento de la soledad. Y es muy
sabido, en filosofía, que la soledad humana provoca la meditación sobre la ética,
sobre la antropología filosófica y, en definitiva, sobre el sentido de la existencia
humana, pues ella cobra significación por el acompañamiento, por la comunidad,
por las relaciones de afecto que, desde muy pequeño, necesita el hombre.
Conclusión
7
Jürgen Habermas, “El resurgimiento de la religión, ¿un reto para la autocomprensión de la modernidad?”, en
Diánoia, vol. LIII, núm. 60, 2008, pp. 3-20.
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
28
el arquetipo “ encierro ” como símbolo
de un mañana
L
a actual pandemia que vive el mundo provocada por la COVID-19 ha
sumido a toda la humanidad en un estado de tensión nerviosa, tal
que es necesario replantearse muchos de los horizontes a los cuales la
gente estaba acostumbrada antes de su descubrimiento a finales del año
pasado en territorio chino. En efecto, más allá del ámbito médico-biológico-
farmacéutico o del económico-político, esta enfermedad ha provocado la
reflexión de los seres humanos sobre la fragilidad de sí mismos como especie y
ha sumido a todos nuevamente en uno de los miedos más difíciles de superar:
el miedo a la muerte.
Eso es independientemente del hecho de que la mortalidad, en términos
porcentuales, no es muy alta; sin embargo, la facilidad de contagio ha provocado
que los sistemas sanitarios de los países se vean sobrepasados en muchas
ocasiones para dar respuesta ante la demanda de aquellos que requieren atención
y sostén biomecánico en situaciones de crisis y de gravedad.
Carl Gustav Jung sostuvo en su teoría que, una carga especial de energía
que se concentre en la psique del ser humano, como la que está presente en
estos momentos en la mayoría de las personas ante el continuo bombardeo
de informaciones desalentadoras, es capaz de provocar que un arquetipo
inconsciente se convierta en un símbolo onírico.
En otras palabras, la salida de esta carga de energía extra que posee el ser
humano en determinado momento al estar sometido a la angustia, el nervio o el
miedo, encuentra su canalización en la configuración de imágenes surgidas en el
sueño; pero, al hacerse conscientes, se convierten en símbolos de los anhelos más
profundos del ser humano.1
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
1
Jolandi Jacobi, Complejo, Arquetipo y Símbolo en la psicología de C.G. Jung, México, Fondo de Cultura Económica, 1983.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
30
El arquetipo “encierro” como símbolo de un mañana
no se basan en el número cuatro, sino en el tres o en cinco. El número seis y doce son
a veces una excepción. El doce puede estar basado o en el cuatro o en el tres. Los
doce meses y los doce signos del zodiaco son definitivamente círculos simbólicos de
uso diario. También estamos acostumbrados en círculos basados en el seis.2
2
Carl Gustav Jung, Psicología y Alquimia, Barcelona, Plaza y Janés, 1992, p. 287.
3
C. Jung, A modern myth of things seen in the skies, Londres, Psychology Press, 2002, p. 71.
4
Jorge Luis Ortiz Rivera, Hacia ti, morada santa. Las peregrinaciones a los santuarios como actitud arquetípica,
[en línea], s.d., http://www.therapyvlado.com/index.php?id=4&article=1705
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
oportunidad para el hombre, pero para ello, ha debido reiniciar su vida cotidiana
y después de un encuentro con los suyos largo, pero fructífero adviene un nuevo
comienzo.
Algunos investigadores afirman que se refiere a la zona de los ríos, Tigris y Éufrates,
al sur de Ur y de Eridu, en la creciente, donde se desbordan provocando la
consabida alteración de los ritmos cotidianos de la vida. En todo caso, se refería
a una situación insalubre, presencia de moscos y demás plagas que obligarían a
los antiguos a retirarse a sus casas. Pero después de ello la tierra habría quedado
fertilizada por la creciente.5 Encierro-nueva vida.
En otro relato, frente a la ira de Yahvé que sobrevendrá a los egipcios en la
décima plaga, es decir, en un estado en el que se sobreentiende que el resultado
será la muerte de todos aquellos que no hayan teñido los dinteles de su casa con
la sangre del cordero pascual y, por eso, se encuentran los hebreos en tensión, con
miedo se provoca otro símbolo producido por el arquetipo de encierro. En este
caso, el encierro obligatorio para no ver pasar la ira de Dios provocará después la
libertad del pueblo elegido. Encierro-libertad.
Por su parte, José hubo debido pasar años en el calabozo de Potifar acusado
injustamente. Sin embargo, ello fue necesario para alcanzar el máximo dominio
de su capacidad de interpretación del inconsciente, referida en la Biblia como
interpretación de los sueños. Después de este periodo se encuentra capacitado,
no sólo para referirse a lo inconsciente, sino incluso para hacer frente a las
cuestiones prácticas que demandan la administración de los bienes del imperio
egipcio, al ser nombrado el segundo al frente, tan solo por debajo del faraón.
Encierro-crecimiento.
El arquetipo del encierro también evoca la idea de recuperar lo que se
poseía antes. Ello aparece claramente en las de figuras de los héroes Sansón, el
cual debió pasar el encierro para recuperar la fuerza perdida con el crecimiento de
su cabello y poder así manifestar la furia de Dios contra los filisteos y la figura del
profeta Jeremías quien hubo de pasar un tiempo en el pozo, hundido en medio del
fango con la zozobra de la muerte. En ambos casos, el encierro sirvió a los héroes
5
Vid. Francesc Ramis Darder, Mesopotamia y el Antiguo Testamento, Pamplona, Verbo Divino, 2019, pp. 15-33.
32
El arquetipo “encierro” como símbolo de un mañana
6
Evangelio Apócrifo de Tomás, Descenso de Cristo a los Infiernos.
33
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Habría que hacer un recorrido por las culturas del mundo entero para
descubrir también cómo este momento de encierro en la vida del héroe es común
entre ellas, pero las dimensiones de este trabajo no permiten hacerlo. Sin embargo,
es ya lícito aventurar la tesis siguiente: En estos relatos existe un elemento común,
a saber, alguien se encierra, porque se prepara a un futuro mejor. Por supuesto,
no se trata de recuperar la misma vida que se tenía antes tal cual. En los relatos
apócrifos de Lázaro, éste ha debido de afrontar la realidad de una situación
conocida o presumida por toda la población que hasta antes había sido ocultada.
Jonás ha recuperado la vida en la tierra firme a condición de que cumpla una
misión. Los hebreos han recuperado la libertad después del encierro de la noche
fatídica de Pascua, pero, después de ello, han tenido que afrontar los riesgos del
viaje hacia la tierra prometida. El arquetipo del encierro ha permitido volver a la
misma situación, mas no de manera idéntica antes de él.
Es que el arquetipo del encierro tiene parentesco con otro arquetipo que
interesa en esta exposición y es el arquetipo de la cueva. Desde siempre, las cuevas
han sido símbolo del útero materno. Se debe ingresar en una cueva para prefigurar
una nueva gestación y un nuevo nacimiento. Ya el evangelio de Juan reconoce la
necesidad de este proceso y de volver a nacer. Esta intuición está presente en los
símbolos propios de algunos ritos de iniciación como lo es el bautismo, donde se
representa una muerte que dé origen a una nueva vida. Desde los Lamas hasta los
34
El arquetipo “encierro” como símbolo de un mañana
monjes tibetanos, las cuevas son centros que generan sabiduría. Uno entra en una
cueva para renacer más sabio que antes.
Pues bien, todos estos elementos nos han de servir para poder interpretar
la realidad que se está viviendo en estos momentos. Es un hecho que después
de la pandemia, no podremos ver el mundo igual. De repente y de golpe, el ser
humano se ha hecho consciente de que poco le lleva a la naturaleza recobrar sus
dominios, una vez que el ser humano ha desaparecido de ella. Los azules y dorados
de las playas de México, por ejemplo, a unos cuantos días de no tener bañistas, los
animales y las aves caminando y volando libremente por los campos y parques de
las ciudades recluidas, recuerdan lo endeble que es la raza y la cultura humana.
La primera reflexión que se habrá de obtener de este nuevo nacimiento
que se avecina cuando todo esto pase, es la sensibilidad de que a la naturaleza le
basta un poco para poder recuperarse de la presencia del ser humano.
En segundo lugar, se habrá de analizar hasta dónde el concepto de “frontera
entre las naciones” seguirá conservando la misma fuerza que tenía antes del
2020. Es verdad que, hubo otras epidemias en épocas anteriores, pero esta ha
llegado en un momento donde la humanidad se concientiza más fácilmente
de sus implicaciones y consecuencias a través de los medios de comunicación
masiva. No hubo una frontera política que detuviera el embate de la enfermedad,
ésta, inconsciente realidad fenoménica, no fue detenida, ni seleccionada en
términos de frontera. No hubo una raza superior que la pudiera evitar. ¿Dónde
podrán apoyarse, pues, los supuestos fundamentos de supremacía racial a partir
de ahora?
En tercer lugar, se habrá de analizar en estos periodos de encierro, para salir
a la luz con nueva sabiduría, y lo frágil que es el ser humano y su posibilidad de
que desaparezca de la faz de la tierra, con una enfermedad un poco más mórbida
que ésta. Por ello, éste es un encierro que está llamado a ser el generador de la
conciencia de la vida, una vida que nos parecía dada y que era irrefutablemente
llamada al progreso sin regresos. Incluso, en los países del primer mundo, los seres
humanos han tenido que reconocer que ella se escurre entre las manos como agua.
El problema fundamental para la vida del ser humano no es tanto la explicación
causa–efecto y que ésta haya sido dada por los médicos, o preguntas como ¿qué
es lo que provoca esta enfermedad? ¿Cómo puede prevenirse? O que quizá en
un futuro cercano se encuentre el remedio para evitarla y curarla finalmente. La
problemática fundamental no es, sino, ¿qué es lo que se ha aprendido en términos
de humanidad con esta pandemia?
35
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
7
Dan Sperber, El simbolismo en general, Barcelona, Anthropos, 1998, p.170.
8
Ibidem, p. 171.
9
Vid. Lluís Duch, Empalabrar el mundo, el pensamiento antropológico de Lluís Duch, Joan-Carles Mélich, Ignasi
Moreta, Amador Vega (eds.), Madrid, Fragmenta Editorial, 2011, pp. 258-259.
36
El arquetipo “encierro” como símbolo de un mañana
la realidad”.10 Así, el mundo logra mutar de una realidad inhóspita a una realidad
antropomórfica. En un mundo humano, de una u otra manera, los acontecimientos
pueden ser asimilados.
Este periodo de aislamiento habrá de asumirse, en conclusión, desde
una perspectiva en donde la semiótica juega un papel importante junto con la
hermenéutica, a saber, canalizar estas energías concentradas en muchos días en
poco espacio, bajo una sobre carga de energía psíquica, para permitir al símbolo
arquetípico “encierro” no convertirse en un símbolo de fracaso o de debilidad de
la humanidad frente a la naturaleza, la cual siempre ha producido circunstancias
que aparecen como retos a superar, sino de reconciliación respecto a ella y en ella
con la misma humanidad.
10
Lluís Duch, Religión y comunicación, Barcelona, Fragmenta, 2012, p. 125.
37
el ser humano y sus miedos
reflexiones sobre la pandemia
S
e cuenta que en alguna entrevista se le preguntó a James Joyce, autor de la
magna obra del siglo xx, Ulises, su parecer acerca de la llamada Gran Guerra
(“la guerra que acabaría con todas las guerras”); la respuesta fue un simple e
incluso acartonado “sí, supe que hubo una guerra por ahí”.
Afirmar, como Joyce, en nuestra situación actual: “sí, supe que hubo una
pandemia por ahí”, quizás sea caer en un extremo de arrogancia y complacencia
que no le haría gracia a nadie; sin embargo, ¿lo adecuado es lo contrario? ¿Asegurar
que nunca hemos vivido lo que se está viviendo? ¿Que el mundo ya no volverá
a ser el mismo? ¿Huir de temor ante el mínimo contacto? ¿Cubrirnos de pies a
cabeza para evitar el posible contagio? ¿Juzgar con menosprecio las acciones de
los otros? ¿Paralizar la vida (ya sea económica, social, intelectual o afectivamente)?
Las enfermedades siempre han sido parte de la historia humana, si bien una
disciplina que se encarga de ellas, como la epidemiología (entiéndase ésta como
la ciencia que estudia la dinámica de la salud en las poblaciones), apenas nació en
1979 (el día de ayer en la historia). Pero eso no impidió que “las nuevas corrientes
historiográficas que surgen en los años 60-70 convierten a las enfermedades en
protagonistas de la historia”.1 ¿Cómo no ver en este protagonismo un cierto tropos
temático y conceptual en cualquier medio de expresión (ya sean obras de ficción,
no ficción, científicas, sociales, periodísticas, etcétera) en los últimos cuarenta
años?, ¿de qué otra manera explicar la exacerbada cantidad de “apocalipsis
zombis”, pandemias en el cine y la literatura, historias del fin del mundo,2 dramas
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
1
Beatriz Echeverri Dávila, “En el centenario de la gripe española: un estado de la cuestión”, en Revista de
Demografía Histórica, i, España, Asociación de Demografía Histórica, 2018, p. 19.
2
John Blake, “El coronavirus desata una peligrosa plaga de predicciones del fin del mundo”, CNN [en línea],
cnnespanol.cnn.com
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Durante la mayor parte del siglo xx, la pandemia de gripe de 1918 fue una catástrofe
olvidada. No deja de ser curioso, si tenemos en cuenta que los más de 50 millones de
muertes que causó en pocos meses fueron cerca de tres veces más que las resultantes
de la Primera Guerra Mundial. Es interesante constatar que a pesar de la enorme
pérdida de vidas que supuso la pandemia de 1918 entre los soldados, y de que la
pandemia afectó la evolución de la guerra, los más importantes historiadores de la
guerra se han referido a la pandemia, cuando lo han hecho, en unas pocas frases. No
han sido los únicos; por muchos años el mundo pareció olvidar aquella pandemia de
gripe más feroz que la guerra.3
3
Ibidem, p. 18.
40
El ser humano y sus miedos
4
Fausto Dopico, “El impacto demográfico de las creencias”, en Revista de Demografía Histórica, xxxii, ii, 2014,
Segunda Época, p. 55.
41
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
es tan fuerte que se va a dar un cambio sustancial por el cual ya no seremos los
mismos; que, después del coronavirus, el contacto, ya sea con el otro y con las
cosas, será un tema tan esencial, que ya no sabremos cómo saludar a nuestro
semejante5 o incluso cómo abrir una puerta;6 que los Estados tomarán un papel
más central, por lo que la balanza se inclinará a sociedades más autoritarias;7
que 75 por ciento de las microempresas y negocios no sobrevivirá la pandemia;8
que lo colectivo será el único escenario viable ante el fracaso de una economía
neoliberal,9 o que la intimidad y la vida privada sufrirán un duro golpe debido a
que las personas, dejadas a su arbitrio y sin control, son un peligro para la vida de
los demás.10
Si damos libre acceso para que esta enfermedad domine nuestras vidas,
no pasará mucho tiempo antes de empezar a estigmatizar a la gente a nuestro
alrededor; por ejemplo, “¿cómo sé que el otro se ha lavado las manos?”, asumo su
falta de higiene, sus “malos” hábitos y mejor ni acercarme; ¿y cómo no extender
esto al extranjero y al inmigrante? Su presencia será una amenaza y no solamente
por una cuestión económica o social, sino por un posible, e incluso inevitable,
contagio (más extremo parece que lo que ocurría con las peores expresiones
del racismo porque su base no es política). El uso del cuerpo individual quedará
subordinado al beneficio exclusivo del colectivo.
5
Melissa Breyer, “Iceland recommends hugging trees instead of people”, Treehugger [en línea], www.
treehugger.com
6
Lloyd Alter, “First Contact: How will we deal with doors after the coronavirus?” Treehugger [en línea], www.
treehugger.com
7
Nacho Temiño, “Diez claves del mundo que nos espera después del coronavirus”, El Diario [en línea], www.
eldiario.es
8
L. Alter, “The Coronavirus and the future of Main Street”, Treehugger [en línea], www.treehugger.com
9
Alberto Vanegas Arenas, “¿Qué cambios traerá el coronavirus?”, El Soberano [en línea], elsoberano.mx
10
“Coronavirus en el mundo: los cambios que dejará para siempre”, Semana [en línea], www.semana.com
42
El ser humano y sus miedos
Ahora bien, tenemos muchas razones por las cuales no sentirnos derrotados
por las circunstancias; especialmente respecto de nuestra postura en una situación
límite, la cual, por su propia naturaleza, nos inclina a tomar decisiones que se
ubican, por así decirlo, a su mismo nivel. Esto significa que una situación límite
nos propende a ser deferentes con la autoridad, a considerarnos moralmente
superiores, a adoptar pensamiento mágico y tribal, a desear la seguridad por
encima de todo y en particular, a sentirnos las víctimas colaterales de unos
imaginarios grupos de poder que buscan el control absoluto del mundo.
¿Cómo no ver pruebas positivas de nuestro quehacer humano cuando
descubrimos que, en un país como México, la media de vida para 1910 fue de 35
años y que para el año 2000 la media subió a 75 (y que sigue subiendo)?, ¿o de la
revolución humanitaria que abolió la persecución religiosa, el esclavismo o los
castigos físicos?, ¿o qué decir de la revolución sanitaria que redujo tremendamente
la mortalidad infantil, junto con la cantidad de vidas salvadas por los innumerables
descubrimientos científicos en el área de la salud (tabla 1)?
43
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
La mayoría de la gente está de acuerdo con la vida es mejor que la muerte. Que la salud es
mejor que la enfermedad. Que el sustento es mejor que el hambre. Que la abundancia
es mejor que la pobreza. Que la paz es mejor que la guerra. Que la seguridad es mejor
que el peligro. Que la libertad es mejor que la tiranía. Que los derechos de igualdad
son mejores que la intolerancia y la discriminación. Que el alfabetismo es mejor que el
anafabetismo. Que el conocimiento es mejor que la ignorancia. Que la inteligencia es
mejor que la estupidez. Que la felicidad es mejor que la tristeza. Que las oportunidades
del disfrute de la familia, de amigos, de cultura y de la naturaleza son mejores que
la monotonía y el aburrimiento. Todas estas cosas se pueden medir. Y si ellas han
aumentado a lo largo del tiempo, entonces se puede considerar como progreso.11
11
Steven Pinker, Enlightenment now. The case for reason, science, humanism and progress, Nueva York,
Viking, 2018, p. 51.
44
El ser humano y sus miedos
por el miedo irracional de los catastróficos, aquellos que no pueden ver más allá
de sus límites espacio-temporales, los que creen, infantilmente, que la historia
empieza y termina con ellos y, como toda actitud infantilizada, que vivimos
(moviéndonos de tragedia en tragedia) en el peor de los mundos posibles.
45
¿ dónde está dios cuando sus hijos sufren ?
tentación y esperanza
T
odo cristiano sabe, gracias a la revelación, que Dios está en todas partes.
Sin embargo, la suya, es una presencia esquiva, misteriosa y escondida.
La presencia divina no es algo a lo que se pueda acceder de manera
inmediata, con sólo desearlo. Sin embargo, Él siempre está junto al hombre, tanto
en las circunstancias amables como en aquellas que lo sumergen en el abismo del
dolor.
En tiempos difíciles, como los que ahora se viven, se impone la pregunta:
¿dónde está Dios cuando sus hijos sufren? El propósito de esta breve reflexión
consiste en poner de manifiesto algo que se suele olvidar: la vida entera del
hombre es efecto de la donación amorosa de Dios. Tanto los bienes —aparentes
y reales— como aquello que causa pesar y sufrimiento, es un don que el cristiano
debe acoger para descubrir en su acaecer la llamada que, proveniente del Amado,
lo convoca al ejercicio del amor: de ese amor que se manifestó en la cruz de Cristo
como poder liberador y salvífico.
El texto que ahora se ofrece, con el más sincero deseo de fortalecer la
esperanza en medio de la adversidad, comienza con el análisis de los posibles
sentidos del sufrimiento. El propósito es definir la postura auténticamente
cristiana ante aquello que amenaza con destruir y despojar de todo valor a la
existencia. La segunda parte profundiza sobre la enseñanza silenciosa que Job
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
ofrece hoy y siempre: Dios es el que es y no lo que nosotros quisiéramos que fuera.
Por tanto, clamar al cielo diciendo ¿por qué yo? carece de sentido. Finalmente, la
tercera parte aborda el vínculo esencial entre tentación y esperanza.
La importancia de estas páginas coincide por completo con el deseo que
las anima: recordar, en el sentido de volver a traer al corazón, que la esperanza
no debe ser confundida con la confianza vana de que Dios, por ser tal, tiene que
cumplir toda las expectativas humanas, sino en la certidumbre de que, por ser
Dios amor perfecto, la promesa de la salvación se mantendrá, no “por qué…” sino
“a pesar de…” cualquier suceso.
Dios y el sufrimiento
Al decir que el sentido común es lo mejor repartido en el mundo y, sin embargo,
casi nadie lo tiene, Descartes estaba ironizando. La única experiencia de la que
todo hombre participa sin excepción es el sufrimiento.
El sufrimiento es la experiencia afectiva del mal. Se sufre cuando hay algo
cuya presencia o ausencia causa dolor, ya sea en el plano físico, moral o espiritual.
Ejemplos del sufrimiento físico son la enfermedad y la discapacidad; del mal
moral, la injusticia y la crueldad; del mal espiritual, el pecado y la incapacidad
para reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas. Aunque los diversos tipos
de mal provocan sufrimientos que difieren entre sí, hay algo común a todos ellos:
la certeza de que, lejos de afirmar la vida, tales experiencias desvalorizan las
expectativas tanto individuales como colectivas.
Ante la universalidad del sufrimiento, se imponen
las preguntas: ¿de qué manera conviene enfrentar el
sufrimiento? ¿Qué sentido encierra el sufrimiento? ¿Cómo
hacer para soportar la dureza del sufrimiento? La primera
alternativa consiste en dejarse arrastrar por la fascinación
que provoca la imagen de la propia destrucción. Antes
de que el poder destructor del mal lo alcance, el hombre
que desespera se anticipa a la vivencia de su fin, con la
intención de superar la incertidumbre. Es más sencillo
lidiar con el sufrimiento real que vivir agobiado por su
proximidad.
La segunda alternativa ante el sufrimiento es
aceptarlo. Al reconocer que el sufrimiento es una realidad
48
¿Dónde está Dios cuando sus hijos sufren?
de nuestra vida, cabe asumir una actitud de rebeldía y luchar en contra de todo
aquello que se considera un trágico destino. O bien, en un intento por aferrarse a
la vida, el hombre puede adoptar una actitud optimista, negándose a asumir lo
que de hecho ocurre.
Ahora bien, más allá de la desesperación, del heroísmo y la negación, ¿cuál
tendría que ser la actitud propia del cristiano ante el sufrimiento?
La presencia universal del mal, que causa el sufrimiento, lejos de revelar a Dios
contribuye a ocultar su presencia amorosa. En tal sentido, entre los cristianos, no
han faltado voces indignadas que, clamando al cielo, preguntan: si Dios es amor,
¿por qué permite el sufrimiento del justo y del inocente? Al respecto, el libro de Job
ofrece una lección silenciosa, de gran densidad espiritual.
El texto sagrado describe a Job como un hombre justo al que Dios permite
que le ocurran una serie de desgracias para probar su fidelidad, con el fin de que
su fe se purifique y no dependa de los favores recibidos. Llevado por la idea de que
el sufrimiento tiene por causa la transgresión de la ley, Job se pregunta ¿qué hizo
para merecer tantas desgracias?
La pregunta de Job apunta al origen del mal moral y señala como posible
responsable a Dios. Preguntarse por qué Dios permite el mal, siendo infinitamente
bueno, omnipotente y omnisciente, tiene por consecuencia hacerlo responsable
del primero. Para pensar que un mal moral tiene lugar es necesario “que haya
un responsable de dicho mal y que dicho responsable carezca de motivos o
razones que lo justifiquen”.1 Señalar a alguien como responsable del mal exige
la existencia de “una persona, alguien dotado por lo menos de cierto grado de
conciencia y voluntad, que actúa de cierta manera, pudiendo evitarlo. Es por
ello que para juzgar un mal moral hace falta alguien a quien adjudicarle, si no la
intención expresa, al menos sí el descuido o la negligencia”.2
¿Cómo es que, al pensar a Dios en términos personales, se acaba por
atribuirle la responsabilidad del mal moral? El ya clásico problema de la teodicea
tiene su origen en una representación equivocada de Dios. Pensar que Dios es
persona en el mismo sentido en que lo es el hombre resulta equivocado: implica
1
Isabel Cabrera, I. El Dios de arena y otros ensayos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2011,
p. 15.
2
Ibidem, p. 16.
49
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
atribuir a Dios una actuación moral y, por tanto, hacer del hombre la medida de
Dios. Concebir a Dios de tal modo lleva a identificarlo como causa del mal, ya
sea porque lo provoca o porque lo permite pudiendo evitarlo, aun cuando, desde
cierta perspectiva, no haya razones válidas para que el hombre sufra.
Sin embargo, ¿puede el hombre exigir a Dios que justifique sus actos? Creer
que Dios es un sujeto moral y que debe justificar la moralidad de cada uno de
sus acciones implica rebajar y desconocer el misterio de Dios. En este punto,
Job aporta una lección valiosísima: enseña que no hay un vínculo causal entre
sufrimiento y pecado; que el sufrimiento es una experiencia universal que carece
de justificación por cuanto no obedece a la lógica del castigo y, en tal sentido, que
alguien sufra no es signo de su maldad.
En el libro de Job, “Yavhé no da la explicación esperada por parte de Job,
que le permitiría a éste comprender su miseria. Y, no obstante, hay un momento
en el cual Job —que parecía incansable e insobornable— deja de preguntar. Los
capítulos finales del libro narran la experiencia religiosa que finalmente convenció
a Job y apacigüo su indignación”.3
La enseñanza silenciosa de Job es que las acciones de Dios escapan a toda
valoración moral. Que el hombre no es ni puede ser la medida de los actos divinos.
Que el problema no es encontrar la justificación del sufrimiento, sino enfrentarlo
como una ocasión privilegiada para que la fe, luego de ser probada, se purifique de
toda idolatría. En última instancia, la sabiduría de Job —de la que todo cristiano
debe participar— consiste en caer en la cuenta de que lo importante es entender
que no se puede exigir a Dios que comparezca ante el tribunal de la razón, porque
entre su sabiduría y la del hombre existe una distancia infinita e infranqueable.
Asumir la propia limitación para comprender las razones últimas que
parecen estar detrás de la voluntad divina que permite el sufrimiento, posibilita
relativizar este último y concentrarse en pedir a Dios no una explicación de
por qué el mal destruye al hombre, sino la fuerza necesaria para soportarlo y
transformarlo en escenario privilegiado para el ejercicio del amor. Sólo cuando el
individuo reconoce en el sufrimiento una prueba de fe, la vida recobra su sentido y
el poder devastador del mal retrocede ante la actitud de quien puede hacer suyas
las palabras de Jesús: “¡Abba, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta
copa; pero no sea lo que yo quiero sino lo que quieres tú”.4
3
Ibidem, p. 21.
4
Mc 14, 36.
50
¿Dónde está Dios cuando sus hijos sufren?
Tentación y esperanza
5
Anselm Grün, La sabiduría de los padres del desierto, Salamanca, Sígueme, 2003, p. 41.
6
Idem.
51
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
también de la confianza en que, por ser Dios quien es, no dejará al hombre caer
en tentación, sino que lo librará de todo mal. Experiencia que San Agustín expresa
bellamente diciendo: “Tú habitas en Dios, mas para ser contenido. Dios habita en
ti, mas para contenerte y evitar que caigas”.7
Mientras que la tranquilidad espiritual que surge de la confianza superficial
en Dios hace al hombre inocuo; la tentación lo obliga a caer en la cuenta de que
“la senda de la vida eterna [es] estrecha (Mt. 7, 14), que el justo apenas se salva”.8
Entender que la esperanza es la otra cara de la tentación, es pensar que aun en
“la constricción y la estrechez de la angustia puede desplegarse la grandeza de la
misericordia divina y de la salvación”.9
La tentación, por la que el hombre se siente probado, es el drama de la vida
donde pueden surgir tanto la desesperación como la esperanza. La esperanza hace
su aparición allí donde todo está perdido. “Esperar es llevar dentro de sí cierta
seguridad íntima de que, a pesar de las apariencias, la situación intolerable en
que me encuentro no puede ser definitiva, debe tener una salida”.10 Sólo cuando
la lógica enseña que nada cambiará para bien, puede surgir en el hombre una
confianza absoluta en Dios.
La esperanza sólo se puede comprender con relación a la experiencia de
la cautividad. De acuerdo con Gabriel Marcel, “me siento cautivo cuando me
descubro no sólo arrojado, sino comprometido, por una coacción externa, con
un modo de existencia que se me impone y conlleva restricciones de todo tipo
respecto de mi propio actuar”.11 La cautividad puede asumir diversos rostros:
pobreza, soledad, desamparo, injusticia, enfermedad, discapacidad, etcétera. El
rasgo común a todos ellos es la falta de plenitud.
Quien espera permanece abierto al futuro y evita formarse una idea acerca
de la manera en que la liberación llegará. Se espera en Dios; no se espera que Dios
cumpla los caprichos de cada uno de nosotros. Aquello a lo que el hombre aspira
desde la esperanza no corresponde a un objeto, a una situación ni a algún estado
que se juzgan como deseables. La esperanza no es un deseo de posesión egoísta
que apunta a una finalidad específica; es un anhelo de integridad y de plenitud.
Tener esperanza es afirmar que Dios es Padre y que, por lo mismo, siempre
que aquello que se quiera sea digno de ser deseado, lo habrá de dar a su tiempo,
7
San Agustín, Homilías, 8, 14.
8
San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual B, anotación.
9
Jean Louis Chrétien, La mirada del amor, Salamanca, Sígueme, 2005, p. 70.
10
G. Marcel, El misterio del ser, Buenos Aires, Sudamericana, 1964, p. 298.
11
G. Marcel, Homo viator: prolegómenos a una metafísica de la esperanza, Salamanca, Sígueme, 2005, p. 42.
52
¿Dónde está Dios cuando sus hijos sufren?
53
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
el mundo como luminar; será capaz de irradiar el amor de Dios y adoptar una
actitud fraterna y solidaria; de compartir la suerte de quienes sufren e implicarse
de forma creativa en el drama de su existencia, para hacer que el don del amor
divino fructifique.
Dios creó al hombre por amor y para amar en perfección. Puede parecernos
que el ejercicio del amor perfecto es una exigencia demasiado radical; que no
estamos a la altura de ella. No obstante, si no es en la participación del amor
perfecto de Dios, ¿en qué principio radica nuestra identidad? ¿Acaso ser cristiano
consiste en conformarse con amar hasta donde nos lo permiten nuestras limitadas
fuerzas y nuestra imperfección natural? Al pensar así, ¿no estamos olvidando que
al infundirnos su gracia salvadora Dios nos otorga la fuerza necesaria para amarlo
y amarnos unos a otros con el mismo amor que Cristo nos amó en la cruz?
Si el amor entraña sufrimiento es porque consiste en una entrega absoluta
del “yo” al “tú”. Quien ama no busca el sufrimiento, pero está dispuesto a soportarlo
y tiene la capacidad de sostener al que sufre dando testimonio de la esperanza.
Ningún sufrimiento puede destruir el amor, porque quien se ha determinado a
amar como Jesús nos amó en la cruz, mantiene su decisión en cualquier escenario,
por terrible que sea.
54
¿Dónde está Dios cuando sus hijos sufren?
55
la experiencia humana del sufrimiento
y silencio divino :
el creyente frente a la adversidad
L
a realidad humana inmanente implica vulnerabilidad, cambio,
inestabilidad, degeneración y muerte. A partir de esto, aprendemos
como seres humanos a convivir con nuestra fragilidad existencial y la
ordinarizamos mediante nuestra experiencia cultural, integrando en nuestras
vidas un sentido de orden y una ritualización de la ordinariedad para domesticar
un poco la incertidumbre propia del anonimato de los elementos que nos
circundan y que actúan a nuestro pesar.
En momentos de crisis, cuando el rompimiento de la ordinariedad es
rápido y profundo y no somos capaces de retomar las riendas del control de
nuestra existencia se nos desvela nuevamente lo que la rutina había cubierto
con un pudoroso velo: nuestra fragilidad y exposición constante al cambio, la
degeneración y la muerte como improntas de nuestro ser contingente.
Eso es lo que estamos viviendo en estos momentos de crisis provocada por
la emergencia sanitaria por covid-19, entendiendo de forma holística el problema,
pues sabemos que es una crisis generalizada en todas las dimensiones de la cultura
humana que, de forma imprevista y sin precedentes en nuestra historia, ha roto
de forma sistemática nuestras seguridades en torno a la ciencia, la economía, la
estabilidad social y política del mundo entero, demostrando nuestra fragilidad y
fugacidad humana.
En este escrito pretendo centrarme en el hombre creyente frente al
sufrimiento y desazón que esta realidad provoca, porque para el no-creyente la
cuestión reafirma la orfandad humana en el mundo y la imposibilidad de una
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
presencia extramundana que nos cobije. Pero para el creyente implica una crisis
extra: la crisis de fe al confrontar una realidad extrema que ha de conciliar con esa
presencia bondadosa y amorosa que de pronto se nubla en la brutalidad de los
acontecimientos que ahogan la existencia. Para quienes creemos que el infinito
nos responde, la cuestión se complica cuando el silencio pareciera ser la única
respuesta.
En este proceso, el sentido y la esperanza juegan un papel imprescindible
para encontrar nuevas formas de acción, sobreponiéndose a la adversidad y
reconciliando la experiencia humana del dolor y el sufrimiento con la fe en un
Dios presente y amoroso que está de nuestro lado en la historia.
1
Emmanuel Levinas, “Más allá de lo posible2, en Escritos inéditos 2, Madrid, Trotta, 2015, p. 195.
58
La experiencia humana del sufrimiento y silencio divino
59
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
2
Lam 3, 1-18
60
La experiencia humana del sufrimiento y silencio divino
El silencio de Dios
Tema difícil es éste. Para el hombre creyente, ¿Dios guarda silencio? O su aparente
silencio ¿es parte de nuestra incapacidad humana de “escuchar” lo divino? En todo
caso, creo que se entiende, pues es una realidad antropológica inherente a nuestra
condición contingente frente al Absoluto. Una realidad que se sufre en la piel. El
idioma de Dios es el silencio. Con toda su carga exasperante para el hombre —sobre
todo el sufriente—. En todo caso, confrontación con el Misterio. En este sentido,
me gustaría proponer una serie de extractos de textos que pueden ayudar a esta
reflexión acerca de ese misterioso silencio que susurra algo, a quienes creemos que
el infinito nos responde.
Para empezar me parecen emblemáticas las palabras de la Madre (ahora
Santa) Teresa de Calcuta:
Señor, Dios mío, ¿quién soy yo para que Tú me abandones? La niña de Tu amor —y
ahora convertida en la más odiada— la que Tú has desechado como despreciada,
no amada. Llamo, me aferro, yo quiero, y no hay Nadie que conteste, no hay Nadie
a quien yo me pueda aferrar, no Nadie. Sola. La oscuridad es tan oscura —y yo
estoy sola—. Despreciada, abandonada […] ¿Dónde está mi
fe? Incluso en lo más profundo, todo, dentro, no hay
nada sino vacío y oscuridad. Dios mío, qué doloroso
es este dolor desconocido. Duele sin cesar. No
tengo fe. No me atrevo a pronunciar las palabras y
pensamientos que se agolpaban en mi corazón y me
hacen sufrir una agonía indecible. Tantas preguntas sin
respuesta viven dentro de mí —me da miedo descubrirlas— a
causa de la blasfemia. Si Dios existe, por favor, perdóname. Confío en
que todo esto terminará en el Cielo con Jesús. Cuando intento elevar
mis pensamientos al Cielo hay un vacío tan acusador que esos mismos
pensamientos regresan como cuchillos afilados e hieren
mi alma. Amor, la palabra no trae nada. Se me dice que
Dios me ama —y sin embargo la realidad de la oscuridad y
61
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
de la frialdad y del vacío es tan grande que nada mueve mi alma— […] Todo el tiempo
sonriendo. Las hermanas y la gente hacen comentarios de este tipo. Ellos piensan que
mi fe, mi confianza y mi amor llenan todo mi ser y que la intimidad con Dios y la unión
a su voluntad impregnan mi corazón. —Si supiesen— cómo mi alegría es el manto bajo
el que cubro el vacío y la miseria […] aquí estoy Señor, con alegría acepto todo hasta
el final de la vida y sonreiré a tu Rostro Oculto siempre.3
Tengo esta terrible sensación de pérdida —esta oscuridad indecible—, esta soledad,
este continuo anhelo de Dios que me causa ese dolor en lo profundo de mi corazón.
La oscuridad es tal que realmente no veo ni con la mente ni con el corazón. El lugar
de Dios en mi alma está vacío. No hay Dios en mí. Cuando el dolor del anhelo es tan
grande sólo añoro una y otra vez a Dios y es entonces cuando siento Él no me quiere, Él
no está allí […] Dios no me quiere. A veces sólo escucho a mi corazón gritar “Dios mío”
y no viene nada más. No puedo explicar la tortura y el dolor.4
Cuánto las cosas divinas son en sí más claras y manifiestas, tanto más son al alma
oscuras y ocultas naturalmente; así como la luz, cuanto más clara es, tanto más ciega
y oscurece la pupila de la lechuza, y cuanto el sol se mira
más de lleno, más tinieblas causa a la potencia visiva y
la priva, excediéndola por su flaqueza. De donde, cuando
esta divina luz de contemplación embiste en el alma
que aún no está ilustrada totalmente, le hace tinieblas
espirituales, porque no sólo la excede, pero también la
priva y oscurece el acto de su inteligencia natural. Que por
esta causa san Dionisio y otros místicos teólogos llaman a
esta contemplación infusa rayo de tiniebla […]
Por lo cual David (Sal. 96,2) también dijo que cerca de Dios
y en rededor de él está oscuridad y nube; no porque en sí
ello sea así, sino para nuestros entendimientos flacos, que
en tan inmensa luz se oscurecen y quedan ofuscados, no
3
Madre Teresa de Calcuta, Ven, sé mi luz. Las cartas privadas de la Santa de Calcuta, Brian Kolodiejchuk [ed.],
Barcelona, Planeta, 2008, pp. 231-232.
4
Ibidem, pp. 15 y 16.
62
La experiencia humana del sufrimiento y silencio divino
alcanzando. Que por eso el mismo David (Sal. 17, 13) lo declaró luego, diciendo: Por el
gran resplandor de su presencia se atravesaron nubes, es a saber, entre Dios y nuestro
entendimiento. Y ésta es la causa por que, en derivando de sí Dios al alma que aún
no está transformada este esclarecido rayo de sabiduría secreta, le hace tinieblas
oscuras en el entendimiento.5
Pero hay aquí otra cosa que al alma aqueja y desconsuela mucho, y es que, como esta
oscura noche la tiene impedidas las potencias y afecciones, ni puede levantar afecto
ni mente a Dios, ni le puede rogar, pareciéndole lo que a Jeremías (Lm. 3,44), que ha
puesto Dios una nube delante porque no pase la oración. Porque esto quiere decir
lo que en la autoridad alegada (Lm. 3,9) dice, a saber: Arrancó y cerró mis vías con
piedras cuadradas. Y si algunas veces ruega, es tan sin fuerza y sin jugo, que le parece
que ni lo oye Dios ni hace caso de ello, como también este profeta da a entender
en la misma autoridad (Lm. 3,8) diciendo: Cuando clamare y rogare, ha excluido mi
oración.6
Si Dios deja de ayudarme, entonces yo tendré que ayudar a Dios […] Yo te ayudaré
Dios mío para que no te extingas en mí […] No eres tú quien puede ayudarnos, sino
nosotros somos los que podemos ayudarte y haciéndolo, nos ayudamos a nosotros
mismos. Es lo único que podemos salvar en esta época y es lo único que importa: un
poco de ti en nosotros. Sí, Dios mío, pareces poco capaz de modificar una situación
finalmente indisociable de esta vida. No te pido cuentas de nada; al contrario, eres tú
el que, un día nos pedirás cuentas. Y casi con cada latido de mi corazón se me hace más
claro que no puedes ayudarnos, pero que nosotros tenemos que ayudarte y defender
hasta el final tu morada en nosotros.7
5
San Juan de la Cruz, La noche oscura, libro segundo, capítulo 5, número 3.
6
Ibidem, capítulo 8, número 1.
7
Etty Hillesum, Une vie bouleversée. Journal 1941-1943, París, Seuil, 1985, pp. 160-166.
63
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Hay en mí un pozo muy profundo. Y en ese pozo está Dios. A veces consigo llegar a él,
pero lo más frecuente es que las piedras y escombros obstruyan el pozo, y Dios quede
sepultado. Entonces es necesario volver a sacarlo a la luz […] Y ésa es la sensación que
yo tengo de forma perpetua y constante: la de estar en tus brazos, Dios mío, protegida,
abrigada, impregnada de una sensación de eternidad; como si el menor de mis actos,
la palabra más anodina, se inscribiera sobre un fondo de grandeza, como si tuviera un
sentido profundo […] No basta con predicarte, Dios mío, para exhumarte, para sacarte
a la luz en los corazones de los otros. Es preciso despejar en el otro el camino que lleva
a ti, Dios mío […] A veces las personas son para mí como casas con las puertas abiertas
[...] Te lo prometo, te lo prometo, Dios mío, te buscaré un alojamiento y un techo en el
mayor número de casas posibles.
[…] Quieren nuestro total exterminio... ¡Está bien!: acepto esta nueva certeza. Ahora
lo sé. No impondré a los demás mis angustias, y me abstendré de todo rencor hacia
quienes no comprenden lo que nos sucede a nosotros, los judíos. Pero que una certeza
adquirida socavada o debilitada por otra. Yo trabajo y vivo con la misma convicción, y
encuentro la vida llena de sentido, sí, llena de sentido a pesar de todo, aunque apenas
me atrevo a decirlo en sociedad. Tanto en mis acciones como en mis sensaciones se
introduce una pizca de eternidad. No soy la única que está cansada, enferma, triste
o angustiada. Lo estoy al unísono con millones de otros seres humanos a través
de los siglos. Todo esto es la vida. La vida es bella y está llena de sentido en medio
de su absurdo, a poco que sepamos disponer en ella un sitio para todo y llevarla
toda entera en su unidad. Entonces la vida, de un modo u otro, forma un conjunto
perfecto. En cuanto rechazamos o queremos eliminar ciertos elementos, en cuanto
64
La experiencia humana del sufrimiento y silencio divino
nos entregamos a nuestro gusto y nuestro capricho para admitir tal aspecto de la vida
y rechazar tal otro, entonces la vida se vuelve, efectivamente, absurda. En cuanto se
pierde el conjunto, todo se vuelve arbitrario.8
En una reedición posterior de esta misma obra, este mismo autor hace un
escalofriante añadido narrando el episodio de la muerte de su padre tomado de
la versión en Yiddish:
Recuerdo aquella noche, la más horrenda de mi vida: “Eliezer, hijo mío, ven aquí…
Quiero decirte algo… Solamente a ti…Ven, no me dejes solo… Eliezer…”.
Yo escuché su voz, comprendí el significado de sus palabras y la trágica dimensión de
ese momento, sin embargo, no me moví.
Ese había sido su último deseo, tenerme cerca de él en su agonía, en el momento
cuando su alma fuera desapegada de su lacerado cuerpo, sin embargo no le concedí
su deseo.
Tenía miedo. Miedo de los golpes. Por eso permanecí sordo a sus gritos.
En vez de sacrificar mi miserable vida y apresurarme a su lado, y tomando su mano
reconfortarlo, mostrándole que no estaba abandonado, que yo estaba cerca de él, que
sentía su pena, en vez de todo eso, permanecí replegado sobre mi espalda, pidiendo a
Dios que hiciera que mi padre dejara de llamarme por mi nombre, que lo hiciera dejar
de gritar. Tan temeroso estaba yo de incurrir en la ira de la SS.
8
Ibidem, pp. 143-146.
9
Elie Wiesel, en Sheila Cassidy, La gente del Viernes Santo, Santander, Sal Terrae, 1992, p. 14.
65
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Cuando digo que vivimos en el tiempo de la muerte de Dios, quiero decir que el vínculo
que unía a Dios y al hombre, al cielo y a la tierra, se ha quebrado. Nos encontramos
en un cosmos frío, mudo, desapacible, sin la ayuda de ningún propósito poderoso
más allá de nuestros propios recursos. Después de Auschwitz, ¿qué otra cosa puede
decir un judío sobre Dios? […] No veo otro camino que el de la “muerte de Dios” para
expresar el vacío que pone cara a cara al hombre con el lugar en que antes estuvo
Dios.13
10
Elie Wiesel, “Preface”, en Night [trad. de Marion Wiesel], Nueva York, Hill and Wang, versión Kindle, pos. 93
a 115.
11
E. Wiesel, cit. por Lluis Duch, Un extraño en nuestra casa, Barcelona, Herder, 2007, p. 434.
12
Francois Mitterrand y E. Wiesel, Memoria a dos voces, Madrid, Aguilar, 1995, p. 46.
13
R. L. Rubinstein, AfterAuschwitz: History, Theology and Contemporary Judaism, Baltimore, Johns Hopkins
University Press, 1992, p. 44.
66
La experiencia humana del sufrimiento y silencio divino
Tal vez ese vacío que menciona Rubens, donde antes estuvo Dios, es lo que
trata de expresar Paul Celan en su “salmo” donde suple el nombre de Dios por Nadie:
Una nada
Fuimos, somos, seremos
Siempre, floreciendo:
Rosa de nada,
De Nadie rosa.
14
Paul Celan, “Salmo”, Obras completas [trad. De José Luis Reina Palazón], Madrid, Trotta, 1999, pp. 161-162.
15
Jaques Derrida, Schibboleth. Para Paul Celan, Madrid, Arena, 2002, p. 72.
67
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Esta noche y purgación del apetito, dichosa para el alma, tantos bienes y provechos
hace en ella (aunque a ella antes le parece, como habemos dicho, que se los quita),
que así como Abraham hizo gran fiesta cuando quitó la leche a su hijo Isaac (Gn. 21,
8), se gozan en el cielo de que ya saque Dios a esta alma de pañales, de que la baje
de los brazos, de que la haga andar por su pie, de que también, quitándola el pecho
de la leche y blando y dulce manjar de niños, la haga comer pan con corteza, y que
comience a gustar el manjar de robustos, que en estas sequedades y tinieblas del
sentido se comienza a dar al espíritu vacío y seco de los jugos del sentido, que es la
contemplación infusa.18
Y las viejas palabras litúrgicas cuentan historias inverosímiles: Dios que ha amado a
Israel con un amor eterno —el Señor que nos salva de la mano de todos los tiranos—,
la fuerza del Faraón tragada por las aguas y los cantos de júbilo de Israel. Todas estas
oraciones antiguas, repetición infatigable de un credo en el triunfo del débil. ¿Qué
pensar de esas palabras anticuadas cuando en 1940 o 1941 se es prisionero israelita
en Alemania y cuando se las comprende?
¿Cerrar el libro de oraciones con desdén y marcharse conteniendo en los labios una
blasfemia que pugna por salir? ¿Repetir esas cosas sin pensar en ellas, sin creer en
ellas, con la indulgencia que se puede tener por el candor de los tiempos antiguos;
16
Emmanuel Levinas, Difícil libertad, París, Albin Michel, 1963, pp. 173-174.
17
Ibidem, pp. 172-173.
18
San Juan de la Cruz, op. cit., libro primero, capítulo 12, número 1.
68
La experiencia humana del sufrimiento y silencio divino
pensar que aquellas cosas estaban muertas y que estábamos sin doctrina y sin verdad,
igual que estábamos sin protección ni futuro? ¿Implorar al Señor desde el fondo del
abismo, como Jonás? Todo eso, desde luego; unas veces, una cosa, y otras, otra. Pero
podía ascenderse de nivel por un instante, un corto instante, un escalón más, y salir
del círculo mágico en el que se daba vueltas. Se podía encontrar a aquel amor de
Dios una terrible confirmación en el dolor y la duda mismos. En la pasividad total del
abandono, en el desatarse todos los vínculos, sentirse como en las manos del Señor,
notar su presencia. Distinguir en la quemadura del sufrimiento la llama del beso
divino. Descubrir el misterioso cambio del sufrimiento supremo en felicidad. ¿Qué
es, a fin de cuentas, el judaísmo? […] ¿Qué es el judaísmo, sino la experiencia, desde
Isaías, desde Job, de ese cambio posible —antes de la esperanza, en el fondo de la
desesperación— del dolor en felicidad; el descubrimiento de signos de la elección en
el sufrimiento mismo?19
Conclusión
19
E. Levinas, 2La experiencia judía del prisionero”, en Escritos inéditos I, Madrid, Trotta, 2013, p. 134.
20
Nos referimos a cuando el sabio Sileno (acompañante de Dionisos), le dice fría y directamente al rey Midas,
cuando éste lo obliga a responder qué es lo mejor para el hombre: “Estirpe miserable de un día, hijos del
azar y de la fatiga, ¿por qué me fuerzas a decirte lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo
es totalmente inalcanzable para tí: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti:
morir pronto2 (Friederich Nietzsche, El Nacimiento de la Tragedia, Alianza Editorial, México, 1995: 52)
21
Creció delante de Él como renuevo tierno, como raíz de tierra seca; no tiene aspecto hermoso ni majestad
para que le miremos, ni apariencia para que le deseemos. Fue despreciado y desechado de los hombres,
69
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Por fin Job rompió su silencio y maldijo el día en que había nacido.
¡Maldita sea la noche en que fui concebido!
¡Maldito el día en que nací!
¡Ojalá aquel día se hubiera convertido en noche,
y Dios lo hubiera pasado por alto
y no hubiera amanecido!
¡Ojalá una sombra espesa lo hubiera oscurecido,
una nube negra lo hubiera envuelto
o un eclipse lo hubiera llenado de terror!
¡Ojalá aquella noche se hubiera perdido en las tinieblas
y aquel día no se hubiera contado
entre los días del mes y del año!
¡Ojalá hubiera sido una noche estéril,
en que faltaran los gritos de alegría!
¡Ojalá la hubieran maldecido los hechiceros
que tienen poder sobre Leviatán!
¡Ojalá aquella mañana no hubieran brillado los luceros,
ni hubiera llegado la luz tan esperada
ni se hubiera visto parpadear la aurora!
varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue
despreciado, y no le estimamos, Is 53, 2-3.
22
Llegado el mediodía, se oscureció todo el país hasta las tres de la tarde. A las tres en punto Jesús gritó con
voz fuerte, “Eloi, Eloi, lema sabachthani?” que significa, “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”,
Mc 15:33-34.
23
“Maldito el día en que nací;
el día en que me dio a luz mi madre no sea bendito.
Maldito el hombre que dio la noticia
a mi padre, diciendo:
¡Te ha nacido un hijo varón!,
haciéndolo muy feliz.
Sea ese hombre como las ciudades
que el Señor destruyó sin piedad;
oiga gritos de mañana
y alaridos al mediodía,
porque no me mató en el vientre
para que mi madre hubiera sido mi sepultura,
y su vientre embarazado para siempre.
¿Por qué salí del vientre
para ver pena y aflicción,
y que acaben en vergüenza mis días?” Jer 20 14-18.
70
La experiencia humana del sufrimiento y silencio divino
24
Job 3 1-26
71
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
25
E. Levinas, op. cit., pp. 131-135.
72
fragilidad y reafirmación humanas
¿Q
ué nos ha dejado el confinamiento? Si uno es atento a las
indicaciones que el gobierno ha dado respecto a la emergencia
sanitaria que acontece ahora en el mundo, y si las obedece,
podríamos pensar en dos vertientes que acaparan la reflexión humana, a saber,
tiempo para pensar en lo que el ser humano es ante tal emergencia, y tragedia,
para algunos filósofos y literatos, muy necesaria en la vida.
En lo que respecta al presente, me es grato compartir las reflexiones
que han surgido a raíz de esta terrible y necesaria situación. ¿Por qué digo
necesaria? Porque soy parte de aquellos que piensan que la tragedia es
necesaria en la vida para poder reafirmar su existencia. Ante tal problemática,
se evidencia la siguiente proposición: es necesario reafirmar la existencia del ser
humano. Y podríamos añadir más, ya sea frente a la naturaleza, o bien, en ciertas
circunstancias paupérrimas que nos fuerzan a hacerlo. Pues bien, comparto con la
lectora y el lector del presente mis reflexiones, si bien más del lado de la filosofía,
en concreto, de la ética vista desde la fenomenología, comúnmente referido a los
filósofos contemporáneos preexistenciales, aterrizado en la hermenéutica, en
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
concreto, una hermenéutica analógica. Puede ser que estos términos sean leídos
con total desconocimiento y hasta temor a la filosofía, pero lo que me queda claro
es que este conjunto de reflexiones no dejan de ser humanas, no dejan de ver
cuán frágil, solitario, descuidado y mortal es el ser humano frente a lo que algunos
psicoanalistas y filósofos refieren como las tres intenciones o pulsiones necesarias
para su vida: el fracaso, la enfermedad y la muerte.
74
Fragilidad y reafirmación humanas
punto en donde nos topamos con toda clase de cuestiones en torno a la fragilidad
humana, pues, si somos conscientes de nosotros (y de nuestra fragilidad, aun
sin comprender bien qué es), acataríamos sin dificultad las indicaciones que las
autoridades sanitarias nos dan para hacer frente a la epidemia, y junto a esto se
abriría el espejo que posa frente a nosotros para pensar en nosotros mismos: ¿Qué
somos frente a la enfermedad?, ¿Qué es la fragilidad?, ¿Cómo se posa la muerte
frente a lo que llamamos “dignidad humana”?, ¿Somos lo suficientemente dignos
como para seguir viviendo postpandemium?
¿Cómo vivir la vida? Es una cuestión imparable, incluso compleja como para
una respuesta sencilla. Si somos conscientes de ella, no queda más que aceptarla
estoicamente tal cual es; es decir, hacernos cargo de nuestra vida humana frente
a lo que hoy acontece. ¿Qué acontece? No estamos para señalar a nadie, pero esta
pandemia puede ser reflejo de un descuido meramente humano, y si queremos
ser exagerados, el reflejo de un fracaso meramente humano. Un descuido en toda
la extensión mundial de la palabra. Y escribimos mundial, porque, según algunas
estadísticas, el virus, hasta el día en que escribimos esta reflexión, está a once
países “no soberanos” y “no independientes” de cubrir la totalidad del mundo.
Entonces, hacernos frente de la vida es aceptarla con todas sus amenazas
y sus fructíferas experiencias. El problema es pensar en lo fructífero de esta
situación. ¡Oh, sí, lo fructífero es la reflexión consciente! Y no sólo una reflexión
75
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
76
Fragilidad y reafirmación humanas
verme más bien aquí que allá, para que sea ahora más bien que
entonces”.1
Pero no sólo eso. Parecería que la vida en estos instantes
es una apuesta. ¿Qué se apuesta? Siguiendo a Pascal, se apuesta
todo. La moneda tiene dos caras, ambas indican la vida y la
muerte juntas; pero un lado indica algo bueno al morir y el otro
indica que nada nos espera al morir. Él estaba muy desconcertado
por lo que sería de sí después de su vida. Si muero, ¿Qué me
espera? Si muero, puedo ver a Dios y me esperará la eternidad y
una vida beata. En cambio, si muero y no veo más que nada, ¿Qué
me espera? ¡Eso! Nada. ¿Será que la vida es una apuesta? Hemos
coqueteado con que, en efecto, lo es. Y si seguimos vivos, ¿Qué
nos espera después de esta pandemia? ¿Acaso el ser humano será
consciente de tal fragilidad que carga consigo junto a la muerte? ¿El
concepto y la experiencia de enfermedad cambiarán? Eso podría
responderse conforme los casos de lamentables fallecimientos y
de contagiados continúen su conteo. Sin embargo, las preguntas
quedan en el aire.
Ahora bien, si somos entusiastas de la vida y de la esperanza, podemos
prescindir de la idea de que la vida es una apuesta. Si somos atentos con lo que
pasa en el mundo y si somos conscientes de nuestro conjunto de experiencias
personales, entonces podríamos dar un salto. ¿Qué es el salto? El salto de ser
(hasta cierto punto existencial) lo que queremos ser mientras seamos. No, no es
tautología, es una re-afirmación, una mera reafirmación de nuestra existencia en
tanto que es. ¿Qué somos, entonces, ante esta emergencia? ¿Cómo dar el salto a
nuestra reafirmación? No somos sino seres humanos frágiles ante la enfermedad,
la muerte y el fracaso. Saltaremos a un modo esperanzador de vivir, de ser y de
actuar frente a lo que nos posibilite ser. Esperemos, pues, que el mundo cambie.
Tengamos la esperanza de que el mundo cambie de perspectiva de ser, de existir,
de mirarse en el espejo de la verdad y la posadera de la muerte. Esperemos el
momento en que esta emergencia nos cambie la conciencia y la imagen de lo que
ahora somos; y si no tenemos la conciencia, esperemos que nos dé una.
Ahora sabemos, ahora somos conscientes de los límites vitales y mortales
que atañen al ser humano. Tanto que ha modificado para subsistir; el pánico lo
1
Blaise Pascal, Pensamientos, 68, Madrid, Gredos, Madrid, 2012.
77
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Algo cierto es que esta pandemia desnuda. No sólo desnuda el cómo operan los
sistemas de salud del mundo o los sistemas político-económicos con los que cada
país se dirige y se ordena. Antes bien, esta pandemia desnuda al ser humano;
devela, tal vez como los griegos pensaron en la palabra alétheia, la condición que
el ser humano porta consigo mismo.
Se han visto casos en que las personas aplauden al personal médico por el
esfuerzo diario que dan al exponer su vida frente a la enfermedad; en cambio, se
2
B. Pascal, Pensamientos, 72.
78
Fragilidad y reafirmación humanas
ven otros en que las personas insultan y agreden al personal médico exactamente
por la misma razón. Incluso se han reportado saqueos y amenazas de saqueo en
algunos negocios, mientras que se reportan ayudas y expresiones (entre otras,
artísticas) de agradecimiento de y a la civilización, por su labor para con otros.
¡Vaya paradoja humana! Unas veces la humanidad se muestra pura, con vestigios
de virtud, y hasta inocente e ingenua; otras veces, en cambio, se muestra barbián,
estólida, agresiva y carente de afecto y sentido. ¡Eso es, sentido!
¿Cuál es el sentido del ser humano hoy? ¿Qué significa ser ser humano
frente a una pandemia? Si somos quisquillosos, podríamos prescindir del
sentido que las autoridades sanitarias dan a la palabra pandemia. Nos han
recomendado, o dicho con mayor sentido, nos han dado la encomendación de
quedarnos en casa, esto es, de aislarnos. Con esto dicho, podríamos deducir que
la palabra pandemia tiene una referencia de aislamiento, de quedarse solo en
casa a reflexionar, a ver cómo pasa todo, en fin, a esperar el momento en que esta
emergencia termine. Ahora bien, siguiendo el tenor de la quisquilla, si hacemos
caso al sentido griego de la palabra pandemia, podremos ver que pandemía
refería a la reunión del pueblo, esto es, el momento en que todos (panta) los
ciudadanos (demos) se reunían, ya sea en el ágora o plaza, o en algún lugar
determinado, para convivir, para discutir los asuntos importantes de su política
y educación, o simplemente para recrearse. Por otro lado, si vemos esta reunión
más fondo en nuestra acontecida actualidad, podríamos decir que se manifiesta
79
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
80
Fragilidad y reafirmación humanas
de que ambas son parte de la vida y que ocurren en nosotros; es decir, podemos
enfermar en cualquier momento y es una verdad absolutamente cierta el que
vamos a morir.
Si se es consciente de la vida y de la muerte, no queda más que respetarnos,
no queda más que dimensionar cuán pequeña es nuestra existencia, cuán
frágiles, rotos y desequilibrados somos frente a un pequeño virus que ha sido
capaz de darle la vuelta al mundo, de enfermar a millones de personas (y a
algunos animales) y de matar a cientos de miles más. ¿Qué valores esperar
y encontrar durante y después de esta emergencia? Eso depende de lo que
nuestras experiencias del virus nos hayan dejado. Pero, si seguimos con la rúbrica
de la esperanza, nos cambiará la percepción del mundo y reafirmará nuestra
conciencia de homúnculos.
Sin embargo, lo complicado no es encontrar valores ante esta emergente
situación; lo complicado es cómo desenvolverlos, cómo practicarlos. Eso, a
nuestro parecer, es una cuestión de desnudez. Si bien la covid-19 ha sido capaz de
desnudarnos desde nuestra humilde humanidad hasta la forma política, social y
cultural de ser, tendríamos que responder de una manera similar al develamiento
de los valores. Es decir, si fuimos tan susceptibles de ser frente a un virus, no
tendría que cambiar nuestra susceptibilidad y nuestra sensibilidad frente a los
valores. ¿Cómo expresar tal sensibilidad axiológica frente y con el mundo, de tal
manera que esta pandemia deje como resquicio la reunión de las personas y no
un aislamiento que brote de nuestro egoísmo, de nuestro posible fracaso como
humanidad o de nuestro pensar solitario y callado ? Fácil respuesta: con amor.
El amor nos cambia, el amor nos hace conscientes de nuestro acontecer por el
mundo, el amor nos redime y nos reafirma como los seres que somos en el cosmos.
El amor, al igual que la muerte, que la enfermedad y que este virus, cambia nuestra
facticidad. ¿Qué es esto? La facticidad es el vivir consciente de todos los días, muy
cercano a la ordinariedad o cotidianeidad. La diferencia radica en el sentido; la
facticidad tiene sentido, le da sentido y significado a la vida.
El presente que ahora acontece parece estar desfactizado. Y esto se evidencia
cuando arrojamos una mirada a nuestros adentros y exclamamos: ¡Cómo puede
estar pasando esto! El asombro ante una situación tan escabrosa parecía casi
81
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
82
control y unión : realidad humana
después del sarscov - 2
P
odemos pensar en Job como el hombre más fuerte ante los infortunios
vividos; en Moisés como el poseedor del temple más álgido en medio de
todas las plagas en su momento avenidas; en la figura de Perseo como
sobreviviente de la temible Medusa o
en Dante como luchador excelso de los
infiernos. Lo que encontramos en común
en estos personajes es la fuerza interna
para continuar con su camino, aunque
algo más que los emparenta es ubicarse
fuera de esta época; incluso, fuera de esta
realidad. Entonces, ¿qué es lo que pasa con
el ser humano “normal”? ¿Cuándo no se es
hijo de dioses, profeta o héroe de nuestra
propia novela? El ser humano normal, o
animal racional, sólo cuenta con su mente.
La mente es regidora de actos, actitudes,
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
84
Control y unión: realidad humana después del sarscov-2
esencial de ambas disciplinas, da cuenta del poder conferido a la razón del hombre
para dominar su conducta. Los sentidos y la mente son sometidas al mismo
hombre cuando éste hace suyo el principio estoico comprendido como máxima
racional. Por ello, ante la pandemia que atravesamos, requerimos intentar guiar la
actitud del hombre por un camino de costumbres humanas de sanidad, físicas y
mentales, para recuperar su orientación hacia la sociedad y hacer surgir un fuerte
sentido de comunidad.
En esta nueva peste del siglo xxi resulta claro ver la falta de igualdad
comunitaria por la apropiación de los recursos naturales llevado a cabo por una
pequeña oligarquía. La emergencia que enfrentamos nos pide replantearnos el camino
tomado para la construcción de la actual realidad democrática, cuyo papel ha
versado en la articulación de la propiedad privada y estatal. Realidad lejana del
proyecto comunitario original que impele la restitución de lo social. La situación
presente exige claridad mental para encausar el pensamiento al proyecto original
del hombre planteado por su particular naturaleza social: adhesión a lo común.
El enemigo que enfrentamos parece invisible, sólo vemos sus efectos,
pero no vemos cuándo ataca; sabemos cómo lo hace, pero la no tangencialidad
de su presencia, en varias ocasiones, nos impide extremar precauciones. De
manera contraria, cuando no vemos su presencia, nuestra mente puede dar
rienda suelta a la imaginación y sucumbimos a la aprensión. Lo importante en
este punto no es abandonarse al desaliento y fatalidad de lo que no vemos,
sino comenzar por aceptar y entender nuestro miedo hacia la posibilidad de
contagio para ayudar al otro con su miedo a la incertidumbre de lo que pueda
pasar en la realidad. Somos seres finitos, seres que morirán, y, como tales,
todos deseamos el bienestar.
Partir de la igualdad para llegar a la justicia; buscar lo común para encontrar
el bienestar perdido por la sociedad, aunque lo social haya estado en declive
desde que situó lo individual como principio de realidad. Lo común implica la
reconstrucción de los lazos sociales; no sólo con el individuo, sino con todo lo
que lo rodea: naturaleza, familia, ciudad, mundo y realidad. La recuperación del
vínculo con la tierra tenía que ser gradual, pero el poco cuidado y respeto que tuvo
el hombre con su realidad lo ha entregado a esta caída vertiginosa en que nos
encontramos, marcada por la estrepitosa adquisición y propagación del virus:
desapego, violación, explotación, deforestación; consumo, egoísmo, acumulación
y apatía. Resultado: aniquilación..., aunque también puede ser renovación. Para
ello requerimos la recuperación del proyecto social del hombre para vincularlo
85
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
86
Control y unión: realidad humana después del sarscov-2
condición natural del hombre, sino producto de una política que busca un cambio
acelerado e imperativo de la sociedad, de sus relaciones y de sus subjetividades.
Si las medidas políticas actuales, como lo anteriormente ejemplificado,
continúan enfocándose en la expansión del otrora proyecto capital, la pérdida
de las condiciones de vida en el planeta se acelerarán y el hombre continuará
su tarea de destruir, no sólo la realidad, sino al mismo hombre por un bien
particular. El retorno a los desastres naturales, sociales, políticos y militares que
hemos presenciado de nada servirá si las políticas redistributivas continúan
impulsando el desarrollo capital con la lógica del mercado anclada en la
actualidad: competencia social. Un sistema así procura la constante competencia
generalizada, procura un nuevo orden en la relación con uno mismo y con los
demás en función de la máxima producción en el menor tiempo posible y por
un “rendimiento indefinido”. La realidad competitiva no es una condición natural
del hombre, sino producto de una política que busca un cambio acelerado e
imperativo de la sociedad, de sus relaciones y de sus subjetividades en favor,
desde luego, del imperialismo capital.
La realidad que enfrentamos requiere cooperación humana que sólo
es posible con la conciencia de responsabilidad y solidaridad. El respaldo que
la filosofía, como posibilidad de un modo de vida, da a la ciencia, es esencial
para cumplir la norma de apartarnos en casa sin hundirnos en el tedio, pavor
o melancolía. Lo anterior no significa dominar todo el bagaje teórico-racional
de la disciplina para poder llevarla a la práctica, sino un dominio mental para
87
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
adecuarse a este nuevo cambio de realidad. El encierro nos pide fortaleza física
y vital, pero mientras no logremos la actitud mental correcta, el cansancio y la
desesperanza continuarán indefinidamente y nos impedirán reestablecer los
lazos de solidaridad que hemos logrado ante la adversidad. Los esfuerzos de las
víctimas y socorrista del sismo de 2017 son un reflejo del grado de lucidez que el
humano puede alcanzar si renuncia a sí mismo por el bienestar de los demás.
El virus sarscov-2 se nos presenta como la posible nueva plaga milenaria
que reivindica la necesidad de reconsiderar al otro ser humano como pieza
clave elemental para superarla y también reclama una actitud solidaria con
todos. El reto es derogar el sentimiento egoísta del hombre para superar
la pandemia y ello significa advertir los peligros que los distintos estados
mentales puedan generar en la consideración de la nueva crisis sanitaria
mundial, en la consideración de la realidad y en la consideración del otro. La
apuesta no es pretenciosa, el ser humano ha logrado antes apartarse de sí
ante la adversidad (solidaridad del sismo de 2017). En esta nueva catástrofe
humana, el ser humano puede ayudar a generar una confianza y respeto al
mundo, al individuo, y una responsabilidad del individuo en el mundo. Ante
ello, el problema que se presenta es lo que acompaña esa responsabilidad:
la libertad y, por tanto, la imaginación acompañada de sus ficciones, a veces
desenfrenadas, que es necesario controlar. El riesgo de la mente, entonces,
son las invenciones de la imaginación y, por ende, la comprensión de la nueva
peste debe llevarse a cabo procurando un adecuado orden interno que regule
las acciones y el comportamiento del individuo en el mundo.
88
Control y unión: realidad humana después del sarscov-2
89
hefesto : una lección de esperanza
en tiempos de covid
E
l cambio es una de las características más notorias de nuestro panorama
contemporáneo; como nunca antes, los avances en materia de tecnología,
comunicación, ciencia y muchos ámbitos más, han dado lugar a una
realidad que se transforma a un ritmo vertiginoso, provocando una serie de
consecuencias tanto a nivel social como en términos de la vida material y psíquica
de los individuos.
En estos meses transcurridos de 2020, la turbulencia nos ha llegado de
manera principal a partir de la emergencia sanitaria provocada por la epidemia
de covid-19, causada por el virus sars-cov-2, cuyo impacto en la salud, en la vida
económica y en la dinámica social ha alcanzado prácticamente a todos los
rincones del planeta. Para el momento en que se escriben estas líneas, estamos
por llegar a los tres millones y medio de casos confirmados a nivel global y se
cuentan casi 250 mil fallecidos por esta causa.
Mientras algunos países, severamente afectados por la pandemia, comienzan
el retorno a la actividad, en México, el panorama todavía no es prometedor; pese
a las medidas de contención del contagio, implementadas en la llamada fase 3,
nuestro país se acerca a los 17 mil casos y ya sobrepasamos las 2 mil defunciones.
Aun cuando apenas asoma la meta de aplanar la curva, punto medular de la
estrategia difundida por nuestras autoridades sanitarias para hacer frente a esta
crisis, los números siguen creciendo.
Las medidas puestas en marcha desde el pasado 23 de marzo, bajo el lema
“Jornada Nacional de Sana Distancia”1, tales como el llamado a la población para
1
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
1
Cfr. Secretaría de Salud, Sana distancia covid 19, México, Gobierno de México, 24 de marzo de 2020 [en línea],
https://www.gob.mx/salud/documentos/sana-distancia
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
92
Hefesto: una lección de esperanza en tiempos de covid
2
Cfr. Guillermo Bodner, “Apuntes sobre la función del mito en el Psicoanálisis”, Temas de Psicoanálisis,
publicación semestral de la Sociedad Española de Psicoanálisis, núm. 11, enero de 2016.
93
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Era objeto de espanto para los hombres y de aversión para los dioses, no
obstante, su maestría en el manejo de múltiples materiales es legendaria; se le
atribuye la construcción del palacio del mismo Zeus y diversas narraciones le
reconocen la forja de casi todos los objetos metálicos con poderes usados por
los dioses, como el casco y las sandalias de Hermes, el radiante carro de Helios y
diversos escudos, como el de Aquiles y Eneas; es también el artífice de Pandora, la
primera mujer, elaborada a partir de arcilla por encargo de Zeus, para introducir
toda serie de males en la vida de los hombres, como castigo por la osadía de
Prometeo de darles el fuego.
Sin embargo, los relatos conocidos han recogido pocos datos acerca
del origen de su cojera y de algunos rasgos psicológicos que distinguieron la
personalidad de Hefesto dentro de la comunidad de los inmortales. Como sucede
con diversos personajes de la mitología griega, existen historias divergentes y
hasta contradictorias acerca de algunos hechos que marcaron su vida. Su propio
nacimiento está envuelto en la controversia: mientras unos autores afirman
que fue hijo de Hera y Zeus, concebido fuera del matrimonio en un arranque de
pasión, otras tradiciones señalan que su altiva madre lo engendró sola, como
revancha por el nacimiento de Atenea, hija de Zeus, sin intervención de mujer. No
obstante, si consideramos que en una versión del mito es el propio Hefesto quien
golpea la cabeza de su padre para el alumbramiento de su hermana menor, la
venganza de Hera no tiene ningún sentido. En todo caso, es de gran interés que
en el pensamiento griego, reflejado en estas narraciones, los destinos de Atenea
y Hefesto —la sabiduría, la guerra y la fabricación de las armas para ella— estén
unidos indisolublemente.4 4
3
Jacques Brunschwig y Geoffrey Loyd, Diccionario Akal de El Saber Griego, Madrid, Akal, 2000, p. 63.
4
Vid. Robert Graves, Los mitos griegos, Madrid, Ariel, 2008, pp. 14 a 16.
94
Hefesto: una lección de esperanza en tiempos de covid
5
Elvira Barba, Miguel Ángel, Arte y Mito. Manual de iconografía clásica, Madrid, Sílex, 20008, p. 211.
6
Homero, Ilíada, Madrid, edaf, 2000, p. 292.
95
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
calor de un hogar y odiado por no cubrir las expectativas de sus padres; lastimado
en su cuerpo por crueles escenas de violencia doméstica, que le dejarán secuelas
permanentes; dañado en su autoestima por una herencia genética poco atractiva;
repudiado y víctima de los celos, conflictos y envidias de sus propios cuidadores.
En fin, la amarga situación vivida por muchos niños y niñas en la Grecia antigua y
también en el México de nuestros días, herido por la emergencia sanitaria.
No es difícil intuir que un pequeño como Hefesto, víctima de este entorno
familiar disfuncional, estaba condenado a crecer con graves deficiencias en su
imagen y con problemas serios en su personalidad. Varias narraciones hacen eco
de la naturaleza violenta y vengativa de nuestro personaje; por ejemplo, cierto día,
furioso por el trato recibido, alcanzada la fortaleza del cuerpo y la sagacidad de
la mente, urdió una astuta revancha: regaló a la diosa Tetis una joya bellísima y
cuando Hera la vio, quiso saber quién la había confeccionado; al enterarse de que
era obra de su hijo, llena de codicia lo invitó a volver al Olimpo; en respuesta, recibió
un exquisito trono de oro, bellamente decorado como regalo de su hijo ausente.
Complacida, la diosa tomó asiento, pero cuando trató de levantarse, unas correas
invisibles se lo impidieron y quedó atrapada; en vano intentaron liberarla otros
dioses y ni siquiera la fuerza devastadora de Ares fue capaz de romper los lazos,
pues el conjuro era muy poderoso y el único que podía deshacerlo era su creador.
Hefesto se negó de manera rotunda a trasladarse al Olimpo para soltar a
su madre; no sirvieron los ruegos ni las amenazas, pero pudo más la astucia de
96
Hefesto: una lección de esperanza en tiempos de covid
Dionisos, amigo suyo, quien lo persuadió recurriendo a los efectos del alcohol y lo
llevó a la presencia de la diosa en el lomo de un asno. Sin embargo, el rencoroso hijo
no accedió a dejarla libre hasta que fue atendida una demanda: recibir por esposa
a Afrodita, la más bella de las diosas, quien tiempo después lo engañaría con el
mismo Ares. Por cierto, el ilustre cojo de ambos pies castigaría la infidelidad de su
mujer de una manera semejante: confeccionó una red invisible que inmovilizó a
los amantes en su propio lecho e invitó a todos los dioses a presenciar el adulterio,
para deshonra de su esposa.7 7
7
David Hidalgo Rodríguez, Noemí Cubas Martín y Ma. Esther Martínez Quinteiro (eds.), Mujeres en la Historia,
el Arte y el Cine, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2011, pp. 48-49.
97
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Esta historia nos muestra sin duda que la marca distintiva de la vida psíquica
es su afán de seguir adelante, su perseverancia, su resiliencia, para utilizar el
término en boga;9 Hefesto nos muestra con seguridad que podemos volver
9
8
Cfr. Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos, Barcelona, Ediciones B, 2001, p. 143.
9
Vid. María Aracelly Quiñones Rodríguez, Resiliencia: resignificación creativa de la adversidad, Bogotá,
Universidad Distrital Francisco José Caldas, 2007.
98
Hefesto: una lección de esperanza en tiempos de covid
99
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
dejando de lado los de menor calidad; por ello, se convirtió en la divinidad por
excelencia del amor, de la restauración mística y de los vínculos. 10 10
Así pues, traer hoy a Hefesto a nuestra memoria es una oportunidad para
recordar que en esos mismos aspectos heridos, deformes o inválidos de nuestra
vida interior, poseemos valiosas habilidades espirituales para regenerarnos,
contamos con toques curativos, con la capacidad de ver en la obscuridad y la
confusión y con un poderoso discernimiento que capta lo físico y lo emocional.
Escuchar esos aspectos nuestros, conocerlos y confiar en ellos es encomendarnos
en unas manos que poseen sabiduría que nos alimenta, nos remedia y nos
sostiene, en tanto que pasa el peligro.
Hefesto es un símbolo de nuestros recursos personales para hacer y también
para deshacer vínculos materiales y, sobre todo, espirituales. Representa nuestra
fuerza interior para mantenernos unidos, para conservar la esperanza en medio
de la tragedia, para confiar en nuestras capacidades y, al mismo tiempo, encarna
la determinación para romper los lazos que nos aprisionan al pasado, que nos
encadenan a relaciones tóxicas, a prácticas poco sanas o a hábitos destructivos
de pensamiento.
En un mundo que cambia sin cesar, que está marcado por la violencia
continua, Hefesto, el artesano del alma, nos conecta con nuestra potencia interna
mediadora, con nuestra capacidad de reconciliación y con los aspectos más
amorosos y pacificadores de nuestra personalidad. Aspectos tan necesarios hoy,
en nuestro mundo amenazado por la pandemia.
10
J. Brunschwig y G. Loyd, op.cit., p. 63.
11
Cfr. C. Pinkola Estés, op.cit., p. 345.
100
compasión y caridad desde el humanismo
cristiano en tiempos de pandemia
Ricardo Marcelino Rivas García*
Sed misericordiosos,
así como vuestro Padre
es misericordioso.
Lucas 6, 36
L
a actual situación sin precedentes que vive el mundo entero puede ser
vista desde dos ángulos. Por un lado, se puede analizar como un hito que
provocará un reacomodo en el orden mundial, donde las dos economías
más grandes del planeta se disputan el lugar de privilegio, y al mismo tiempo, la
reestructuración del capitalismo postindustrial es confrontado por una recesión
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
económica global. ¿Será el fin de una era de casi trescientos años que inició en
Europa, particularmente en Inglaterra, y que desde entonces se había sostenido
como el modelo hegemónico y triunfante, especialmente con el fin de la guerra fría?
El otro ángulo de la situación es el de la respuesta concreta que las personas
tomaremos ante esta pandemia por la covid-19, ya sea en el sentido de cuidar y
asegurar nuestros propios intereses; o para entender de una vez por todas, y actuar
en consecuencia, de que todos los seres humanos somos frágiles, vulnerables y
estamos a merced de la naturaleza y factores que escapan a nuestro control o
que pudiéndolos controlar, son utilizados con fines de dominio y poder. Desde
este punto de vista, reconocer lo anterior puede que genere en nosotros y en
las jóvenes generaciones un grado de conciencia moral solidaria y responsable,
no sólo tolerante sino compasiva, basada en la justicia, pero también en la
donación y en la gratuidad. ¿Podrá ser éste un nuevo comienzo para reconocer y
vivir de acuerdo con valores éticos universales, y que éstos se puedan impregnar
en nuestros diferentes ámbitos de actuación, yendo desde su ejercicio como
virtudes o hábitos operativos hasta quedar plasmados en políticas de Estado?
Una de las tareas de la filosofía desde sus orígenes ha sido el problematizar la
realidad, ver nuestro mundo desde una perspectiva más densa y menos simplista,
que nos permita ir más allá de la inmediatez y más allá de la ingenuidad, no sólo
para complicar las cosas sino para tener una comprensión más profunda de ellas,
generar interrogantes y problemas para idear soluciones y respuestas. En la filosofía
se da por sentado que nada ni nadie parte de cero; por tanto, siempre recurrimos
a tradiciones filosóficas, literarias, religiosas, culturales, desde las cuales apoyar
nuestras reflexiones y así darles sustento. A continuación, revisaremos los aportes
que el humanismo cristiano ha dado a nuestra cultura occidental desde el punto
de vista ético, pero que sin grandes dificultades tales aportes podrían trasladarse
a diferentes cosmovisiones o latitudes, ya que no pretendemos centrarnos en el
cristianismo como propuesta de salvación y de sentido trascendente, sino como
una tradición que, desde sus orígenes y desde sus raíces judaicas y los elementos
helénicos recogidos en su protohistoria, hasta sus expresiones en pleno siglo xxi,
ha exaltado el valor del ser humano y ha afirmado su suprema dignidad.
En estos tiempos desconcertantes y desafiantes, consideramos pertinente
recordar dichos aportes para estimular la respuesta moral que es necesario que
las personas demos ante la crisis sanitaria, económica, social, política y moral que
nos está dejando la pandemia causada por la covid-19.
102
Compasión y caridad desde el humanismo cristiano en tiempos de pandemia
1
Génesis 1, 26-27. Cfr., Ricardo Rivas García, “La crisis del humanismo: una revisión y rehabilitación de los
supuestos del humanismo cristiano ante los desafíos del antihumanismo contemporáneo”, Franciscanum.
Revista de la ciencia del espíritu, Universidad de San Buenaventura, Bogotá, vol. 61, núm. 172, 2019.
2
Gálatas 13, 26-28.
3
Colosenses 3, 9-12.
4
Rino Fisichella; “Posmodernidad y Humanismo Cristiano” Cuestiones Teológicas, Medellín, vol. 38, núm. 89,
103
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
104
Compasión y caridad desde el humanismo cristiano en tiempos de pandemia
sobre un ser humano que establecer si lo es o no”. Cfr. “El derecho a la vida en el horizonte cultural europeo
de fin de siglo” en Carlos I. Massini-Correas y Pedro Serna, El derecho a la vida, Pamplona, Eunsa, 1998. Desde
otros supuestos teóricos, pero en relación con el tema de la desigualdad, Adela Cortina acuñó el término
“aporofobia” para referirse al sentimiento de rechazo no solo al extraño sino principalmente al pobre,
el desigual y excluido por antonomasia. Vid. A. Cortina, Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la
democracia, Barcelona, Paidós, 2017.
8
Francisco, Laudato si, n. 216 ss.
105
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
106
Compasión y caridad desde el humanismo cristiano en tiempos de pandemia
107
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
idea de autosuficiencia. El ser humano depende de otros, del entorno, del agua,
del aire, en definitiva, del equilibrio ecológico del mundo, necesita ser cuidado
por los otros y asumir la responsabilidad de cuidar a otros. Del mismo modo, las
otras especies dependen también del círculo de la vida y de la acción humana.
Si todo es interdependiente, la acción no puede percibirse de modo egocéntrico,
porque tiene siempre efectos para otros, ya sea a corto o a largo plazo. Esta idea
de interdependencia exige responsabilidad.9
Sin embargo, de la idea de interdependencia y de igualdad no se deriva la
uniformidad, pues todos los seres son contingentes e interdependientes, pero
cada uno tiene su naturaleza, sus propiedades, su complejidad y su riqueza
inherente. El ser humano, precisamente, porque puede llegar a ser consciente de
su presencia en el mundo, y tiene en sus manos la tarea de hacerse cargo de ello,
tiene un grado de responsabilidad mayor a la hora de gestionar su libertad ante
sí mismo, ante los demás y ante los demás seres de la naturaleza. En definitiva,
reconocer nuestra condición de criaturas supone, al mismo tiempo, un acto de
humildad, un acto de reverencia ante el absoluto y un acto de responsabilidad
solidaria ante el prójimo y ante el resto de la creación.
9
Como señala Carlos Llano: “El hombre no está hecho para conservar el universo. El universo está hecho para
que el hombre pueda habitarlo; por eso el hombre tiene que cuidarlo, porque es su hábitat, donde vive”. Vid.
Viaje al centro del Hombre, Madrid, Rialp, 2003, p. 6.
108
Compasión y caridad desde el humanismo cristiano en tiempos de pandemia
10
A. Schopenhauer, Los dos problemas fundamentales de la ética, p. 26.
109
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
11
Ibidem, p. 232-233.
12
A. Schopenhauer, Metafísica de las costumbres, Madrid, Trotta, 2001, p. 155.
13
A. Schopenhauer, Los dos problemas fundamentales de la ética, p. 235.
110
Compasión y caridad desde el humanismo cristiano en tiempos de pandemia
Compasión y caridad
14
Max Horkheimer, Materialismo, metafísica y moral, Madrid, Tecnos, 1999. Vid. También Theodor Adorno,
Dialéctica negativa, Madrid, Taurus, 1975.
15
T. Adorno, Minima Moralia, Madrid, Akal, 2004, p. 44.
16
M. Horkheimer, Anhelo de justicia, Madrid, Trotta, 2000.
111
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
son menos visibilizadas que aquellas que hacen resaltar el lado oscuro de nuestra
naturaleza.
Pero la compasión no sólo como respuesta emocional sino como
disposición voluntaria y libre es una repuesta que sólo los seres humanos
podemos dar. Ésta tiene una diferencia no sólo de grado sino de naturaleza
respecto a las respuestas que nos han permitido superar las limitaciones de
nuestra especie y alcanzar estos márgenes culturales y civilizatorios. Según
Yuval Harari, en su best-seller,17 ha sido la cooperación, la reciprocidad y la
ayuda mutua lo que nos ha permitido evolucionar hasta el grado en el que
nos encontramos. Pero bajo esta lógica de la mutualidad, la cooperación
se da con la expectativa de recibir algo a cambio, no importa que no se dé
inmediatamente, que se retrase la “retribución”. Según Harari, esto es lo
que diferencia al homo sapiens de otras especies de “homo” como de otros
mamíferos. Sin embargo, cuando haya alguien que no tenga esta capacidad
de corresponder, éste seguramente se quedará al margen de los beneficios del
intercambio, de la reciprocidad.
Es por ello por lo que la cooperación tiene que ser trascendida por una
respuesta que históricamente representa el sello de originalidad de la tradición
cristiana, a saber: la caridad. Compasión y caridad son aportaciones que el
humanismo cristiano mantiene vigentes. Especialmente el concepto de la
caridad ha sido analizado por el filósofo francés Paul Ricoeur,18 quien considera
la caridad (lo llama “principio meta-ético del amor”) como un principio que
se coloca por encima del de reciprocidad, éste se halla implícito en la regla
de oro (trata a los demás como quieras ser tratado). También la caridad ha
sido analizada y ampliada por el teólogo alemán Joseph Ratzinger.19 La caridad
da lugar a la lógica del don, basada en la compasión, sí, pero más aún en
la gratuidad y en la donación. La caridad se expresa en la lógica del don y la
clave y fundamento de ésta es la gratitud ante el don recibido. Si la lógica del
mutualismo se basa en el intercambio recíproco (doy para recibir algo a cambio),
la donación invierte el razonamiento de la transacción que se encuentra en
el mutualismo: no damos porque esperamos recibir, sino que damos porque
17
Yuval Noah Harari, Sapiens. De animales a dioses, México, Debate, 2018; Homo Deus. Breve historia del
mañana, México, Debate, 2018.
18
Paul Ricoeur, Amor y justicia, Madrid, Caparrós, 1990.
19
Joseph Ratzinger, Introducción al cristianismo, Salamanca, Sígueme, 2005, p. 222. Ya en su ministerio como
Papa (Benedicto XVI), escribió una encíclica dando continuidad al tema: Caritas in veritate, Roma, Editrice
vaticana, 2009.
112
Compasión y caridad desde el humanismo cristiano en tiempos de pandemia
113
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Reflexión final
Ciertamente nos identificamos con todos los seres humanos, en cuanto que
participamos de lo que llamamos “comunidad de la finitud”, mediante la cual se
derivaban las exigencias morales de respetar a los otros, a la naturaleza y a Dios,
por nuestra interdependencia y nuestra dependencia del ser trascendente. Sin
embargo, y de manera más radical, también formamos una comunidad del don
o de la gracia (entendida ésta no en sentido teológico sino como don gratuito), en
cuanto que las personas hemos sido acreedores de dones incondicionados que
nos interpelan a responder mediante la compasión y la caridad hacia los demás,
especialmente a los que se encuentran en situación de desventaja o vulnerabilidad,
independientemente de las causas de dichos factores o situaciones.
La actual realidad que enfrentamos se presenta como una providencial
oportunidad para que los seres humanos manifestemos de una vez por todas
estas actitudes compasivas, misericordiosas y amorosas, sin caer en la cursilería,
en el sentimentalismo o en el falso pietismo, pues ellas deben ser producto de
una reflexión y una convicción profunda de que hemos sido “agraciados” por esos
dones incondicionados que ahora nos corresponde prodigar a las personas, a toda
persona, especialmente a las que se encuentran en esta situación de indefensión
y vulnerabilidad. Es una exigencia moral que deriva del reconocimiento de nuestra
naturaleza humana, que es universal pero que se da de manera individualizada
en mi propia persona y en la individualidad de cada persona. Es una exigencia
universal, pero requiere esa actitud de humildad y de gratitud, actitud que no
todos están dispuestos a asumir. Sin embargo, se vuelve un imperativo moral
incondicionado para quienes nos adscribimos al mensaje del Logos mismo.
20
“Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor (caridad) sería
como bronce que resuena o campana que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los
misterios, —el saber más elevado—, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor
(caridad) nada soy. Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir
alabanzas y sin tener el amor (caridad), de nada me sirve. El amor es paciente y muestra comprensión. El
amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar
por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo,
lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser,
callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado [...]Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el
amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor (caridad).” (1 Corintios 13, 1-8; 13).
114
una pandemia entre la memoria y el olvido
L
a pandemia sólo vino a constatar la muerte de aquellos que están
en el olvido, de aquellos que no aportan recursos que permitan y
prolonguen el funcionamiento de una maquinaria como lo es el aparato
económico, pues siempre se les ha considerado una carga desestabilizadora de
dicho sistema. Esos que no aportan “nada”, digámoslo de una manera fuerte,
son insignificantes, de ahí su negación. Tal insignificancia implica su negación.
Y, lo peor de todo, es que el poco rastro que queda de ellos lo quieran borrar
bajo el nombre de una pandemia y enterrarlos bajo el peso de un virus. Esto
para los que se encuentran en las cunetas de la historia, para los olvidados. Y
a los que son parte de las masas modernas, de esas masas supermovilizadas
por propagandas abyectas y egocéntricas, y sometidas en gavias de oro a la
esclavitud de los sistemas de la moda, también quieran o no se ven interpelados
por esta situación presente en el mundo.
Esta pandemia les ha dicho que sus ideas, necesidades e incluso sus sueños
“no son suyos”, son “alquilados” o “prestados”; que su vida interior está “total y
burocráticamente administrada”, programada para producir exactamente los
resultados que el sistema social se propone satisfacer, y nada más. La covid-19
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
La superaceleración de la vida
y la aniquilación de la memoria
1
Lluís Duch, Vida cotidiana y velocidad, Barcelona, Herder, 2019, p. 27.
2
Cfr. Jürgen Habermas, El discurso filosófico de la modernidad, Madrid, Taurus, pp. 15-23.
3
Luis Sáez Rueda, El ocaso de occidente, Barcelona, Herder, 2015, pp. 181-182.
4
Vid. Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero, Barcelona, Anagrama, 1996.
5
Vid. Max Horkheimer, “Concepto de Ilustración”, Dialéctica de la ilustración, Madrid, Trotta, 1998.
6
Cfr. Javier Sádaba, “El fin de la historia? La crítica de la post modernidad al concepto de historia como
metarrelato”, en Reyes Mate (ed.), Filosofía de la historia, Madrid, Trotta, 2013.
7
Cfr. G. Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos, Barcelona, Anagrama, 2008, p. 55.
8
Ibidem, p. 54.
116
Una pandemia entre la memoria y el olvido
9
Cfr. Manuel-Reyes Mate, “Sendas perdidas de la razón. Cuando ‘el sueño de la razón’ produce monstruos”,
Ideas y valores, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, vol. 45, núm. 100, 1996.
10
G. Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos, p. 62.
11
Idem.
12
Vid. G. Lipovetsky, El crepúsculo del deber, Barcelona, Anagrama, 1994.
13
G. Lipovetsky, La era del vacío, Barcelona, Anagrama, 1986.
117
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
14
G. Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos, p. 63.
118
Una pandemia entre la memoria y el olvido
15
Las experiencias humanas son lo que se comparte en la vida cotidiana. Esto lo permitió el alto en el camino
provocado por la pandemia.
16
Vid. M. Horkheimer, Anhelo de justicia, Madrid, Trotta, 2000, pp. 185-188.
17
L. Duch, op. cit., p. 113.
18
Ibidem, p. 114.
119
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
colectivo. Todo pasa tan aprisa y fugaz que ni tiempo de una pausa y sosiego,
condiciones éstas para el recordar, para la memoria.
La velocidad vertiginosa, el aumento de la velocidad, es un poderoso
impedimento para que el ser humano atienda a los recuerdos, desde los
cuales irrumpen en el día a día de nuestras existencias, algunas especies de
desconcertantes epifanías, que son aquí y ahora manifestación de la inefabilidad
de lo que fue y de lo que será. Esos mismos recuerdos permitirán la presencia de
nuevas referencias creativas y nuevos impulsos vitales, nuevas y sorprendentes
irrupciones del más-allá en el más-acá.19
Y es que la misma superaceleración de la vida reduce a la realidad a lo
sólo vivenciado. La realidad es lo vivenciado en la instantaneidad de lo sentido,
dado, precisamente, por la fugacidad del aquí y el ahora. A diferencia de esto,
el pasado es lo ausente presente. La memoria, en este sentido, no reduce la
realidad a lo “presente”. Para la memoria, el pasado también es real. Con esto,
salvaguardamos. El ser humano, desde la memoria, recuperará la capacidad
efectiva y afectiva para hacer presente lo ausente, pasado y futuro, para poder
contextualizarlo sin extraviarse por completo en el laberinto de las ficciones
que a menudo construimos irresponsablemente en el aire, con las imágenes
o, mejor aún, con nuestros ídolos, construcciones sostenidas por el ídolo de la
hipervelocidad.
Del futuro ni qué hablar. Se ha perdido definitivamente, porque sólo nos
queda, a modo de “soplo”, una instantaneidad, a menudo etérea y delirante.
Vivir en la instantaneidad es el imperativo de someter el tiempo a la velocidad.
La pérdida de memoria pone en tela de juicio que el mismo ser humano tenga
alguna forma de porvenir. El vivir en y desde el presente no posibilita que el futuro
sea es una alternativa en el horizonte humano. Ante esto, la vida del presente se
cierra y enclaustra en las vivencias —no experiencias—, dadoras de momentos de
exaltación y de euforia instantáneos. Y en la medida en que el futuro está dominado
y, a menudo incluso, secuestrado por los problemas de la instantaneidad —y
este parece hoy ser el caso—, el futuro ya no puede configurar aquel ámbito de
proyección e imaginación, en el que podían recogerse sin excesivos esfuerzos los
deseos, esperanzas y temores de cada presente del ser humano. Es evidente que
el futuro ya no nos lo representamos como aquel “lugar” suficientemente alejado
de nosotros, sin embargo, imaginable, que podía acoger y hacer fructificar
19
Ibidem, p. 115.
120
Una pandemia entre la memoria y el olvido
20
L. Duch, op. cit., p.117.
21
Vid. G. Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos, pp. 51-110; Vid. también G. Lipovetsky, La sociedad de la
decepción, Barcelona, Anagrama, 2008.
22
G. Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos, p. 19.
23
Ibidem, p. 19.
24
Ibidem, p. 68.
121
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
cierto punto no queríamos voltear a ver, fue la pandemia que está azotando el
planeta desde que inició este año. Así, la hipermodernidad no designa tanto la
concentración en el instante como su retorno vinculado a un futuro que se ha vuelto
inseguro y precario. Lipovetsky emitió una afirmación contundente al respecto:
“La cultura despreocupada del carpe diem retrocede: con la presión ejercida por
las normas de la prevención y la salud, lo que predomina no es tanto la plenitud
del instante como un presente dividido, ansioso, atormentado por los virus y los
desastres de la época”.25 La covid-19 se une a las contradicciones objetivas de la
sociedad hipermoderna, y le recuerda al ser humano su vulnerabilidad.
El ser humano que exaltaba la individualización de las condiciones de vida,
el culto a uno mismo y a la felicidad privada, fue acechado por la covid-19. Y se enfrenta
hoy al hecho de estar en una escalada de inseguridades en donde la vida se vuelve
más estresante. Así, la inseguridad de la existencia ha suplantado la indiferencia
ante el futuro y nos recuerda, por si alguna vez lo olvidamos, nuestra finitud. Pero
enfatizamos que rememorar y olvidar son elementos de la memoria. En este sentido
expresa Mélich que la memoria es la facultad que mejor expresa la finitud.26
Por la memoria somos capaces de mantener viva la historia de los otros,
de los que ya no están, de lo que están, pero en la medida en que la memoria
también es olvido, somos capaces de olvidarnos de quiénes y de qué somos,
somos capaces de olvidarnos de nuestra historia y de los que ya no están. Es
cierto que podemos recordar lo que somos y lo que no somos, pero igualmente
podemos olvidarnos de los otros y de nosotros mismos. “Y como en la memoria se
expresa la finitud —y por tanto la contingencia, la ambivalencia, la relatividad—,
a menudo olvidamos lo que no tendríamos que olvidar”.27
La covid-19 nos ha obligado a estar en pausa, a bajar el ritmo acelerado
impuesto por la hipervelocidad, a entrar en una esfera de sosiego, condiciones
éstas, como señalábamos anteriormente, de la memoria. Y recordémoslo una vez
más, la memoria no es sólo rememoración, también en ella está el futuro. Es decir,
en toda memoria además de rememoración, hay también anticipación y crítica.28
La memoria es la facultad que permite a los seres humanos trascender
la inmanencia de su presente, pues no se conforma con la facticidad, con los
hechos. De ahí el peligro de que el ser humano se abandone al presente, porque
25
Idem.
26
Joan-Carles Mèlich, Filosofía de la finitud, Barcelona, Herder, 2011, p. 83.
27
Idem.
28
Ibidem, p. 84.
122
Una pandemia entre la memoria y el olvido
Para el progreso, los sufrimientos pasados son el precio de la felicidad futura. Dicho
de otro modo, el progreso canjea felicidad futura contra infelicidad pasada. En
29
Ibidem, p. 85.
123
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Reflexión final
No sólo hay que tener vivencia de la pandemia, sino experiencia. Recordando que
por experiencia entendemos la capacidad humana de integrar muchas vivencias
en cuanto que la experiencia nos condicionará como seres humanos en la manera
de cómo sostenernos como seres humanos o, caso contrario, de dispersarnos
como seres humanos.
A lo que nos obligó la covid-19 fue a hacer una pausa, a tomar un respiro,
a hacer un alto en el camino, a adentrarnos en un sosiego y, precisamente, en
ello también la memoria tiene su propia tarea: la tarea de recordar todo lo que se
encuentra olvidado bajo el peso de vivir superaceleradamente, pues desde eso
olvidado podemos encontrar motivos y esperanzas para sostenernos como seres
30
Johann Baptist Metz, Por una cultura de memoria, Barcelona, Anthropos, 1999, p.76.
31
Reyes Mate, A contra luz de las ideas políticas correctas, Barcelona, Anthropos, 2005, p.58.
124
Una pandemia entre la memoria y el olvido
125
la esperanza en tiempos de la covid - 19 :
una mirada desde la filosofía de kierkegaard
E
l objetivo del presente trabajo no es investigar el virus que provoca
la covid-19, sino la postura de esperanza o desesperanza que asume
el hombre, frente a una situación de pandemia provocada por dicho
virus, la cual lo hace voltear hacia sí mismo y encontrar un ser finito, limitado,
incapaz de evitar lo inevitable: la muerte. “Y ese tal hombre hoy se siente
libre y feliz, y mañana libre e infeliz, hoy cree y mañana duda, hoy espera y
mañana desespera, hoy apuesta su vida a un sueño y mañana se revuelve en
sus perturbadoras pesadillas.”1 De frente a esto, el hombre necesita asumir la
postura de protagonista.
Con un comienzo en China y de forma exponencial, creciendo por todo
el mundo, la denominada pandemia llegó a México. Ante esta situación, las
secretarías de Salud y el Poder Ejecutivo mexicano tomaron la medida de
aislamiento, bajo la campaña #QuédateEnCasa. Así, a mediados de marzo de
2020, las actividades que lo permitían debían realizarse desde los hogares: el
cierre de instituciones gubernamentales, bancos, escuelas, entre otras. Además,
las noticias, y las falsas noticias, fueron la pauta para que la gente comenzara a
ver la vida cotidiana desde otra perspectiva. Aunado a una falta de conocimiento
sobre el verdadero peligro de contagiarse, con posibilidades de morir, muchas
personas se cuestionaron ¿estamos preparados para superar a algo como la
covid-19? ¿Qué esperanza tenemos de salir adelante?
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
1
César Augusto Giraldo, “De la condena a la libertad en Sartre a la esperanza creíble en Kierkegaard”, Escritos,
vol. 40, núm. 18, 2010, pp. 187.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
tornaba hacia uno mismo. Pero si algunos hombres lo tienen claro, otros muchos
no estaban conformes con eso que veían, con lo que podría ser no otro, sino uno
mismo el contagiado y que podría morir. Ese pensamiento lleva a la búsqueda de
una respuesta, a que algo nos dé certeza o al menos una esperanza.
Antes de ver la postura de esperanza o desesperanza en el hombre,
comenzamos identificando a la primera, desde la propuesta filosófica de
Kierkegaard. Según el filósofo danés, la esperanza “dista de ser un mero
sentimiento o estado anímico ‘interno’ de carácter puramente psicológico”;2
él lo identifica como “el correlato (subjetivo) de índole afectiva de un proceso
(objetivo) de naturaleza ontogénica que acontece en la realidad misma”,3 porque,
precisamente en esta realidad, presente, se experimenta el fenómeno.
Analógicamente, desesperanza sería que “las generaciones pasarán por este
mundo como las naves pasan por la mar, como el huracán atraviesa el desierto:
actos inconscientes y estériles”.4 El modelo globalizado que tenemos propicia
que las cosas sucedan más rápido y a gran escala, sin dejar mucho tiempo a la
contemplación de los sucesos. De forma cotidiana, algunos damos por hecho
muchas cosas y escasamente nos damos tiempo para hacer conciencia de
cosas más importantes, como la salud, la convivencia con el otro, el cuidado y el
conocimiento personal.
Lo que parece estar en juego en una situación pandémica es la conciencia de
existencia, por parte del hombre. En Kierkegaard, encontramos que la existencia
está distinguida en existencia determinada espiritualmente, es decir, intensiva,
de la existencia que carece de espiritualidad y es extensiva. La confronta interna
del hombre, al identificar su vulnerabilidad, es dada “porque desde el punto de
vista del espíritu, cuanto más se piensa en la vida, más pesada y difícil se torna
ésta”.5 Cuando nuestra naturaleza se enfrenta a una enfermedad que nos puede
llevar a la muerte es en el momento en que la desesperanza podría entrometerse
entre los elementos que componen al hombre: cuerpo y alma. La superación de
la desesperanza ante la muerte, está, según Kierkegaard, “entre morir (‘at døe’) y
fallecer (‘at afdøe’)”.6 Lo que muere es lo corpóreo, mientras que lo que convierte
2
Á. E. Garrido Maturano, «Un nuevo amanecer. Lectura de la idea de esperanza en el pensamiento de S.
Kierkegaard», Revista de Filosofía , núm. 42, vol. 1, 2017, p. 25.
3
Idem.
4
Søren Kierkegaard, Temor y temblor, México, Ramón Llaca, 1996, p. 69.
5
J. Martín, “La espiritualidad como determinación antropológica en los diarios de Søren Kierkegaard”, Ars
Brevis , núm. 13, 2007, p. 82.
6
Ibidem , p. 89.
128
La esperanza en tiempos de la covid-19: una mirada desde kierkegaard
129
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
10
J. Martín, op, cit., p. 86.
11
S, Kierkegaard, op. cit., p. 107.
130
La esperanza en tiempos de la covid-19: una mirada desde kierkegaard
12
A. M. Rodríguez, “La espiritualidad ante la proximidad de la muerte”, Enfermería global , núm. 10, vol. 22,
2011.
13
J. Martín, op. cit., p. 84.
14
A. E. Garrido Maturano, op. cit., p. 31.
15
J. L. Caballero, El camino espiritual de Soren Kierkegaard, Madrid, San Pablo, 2008, p. 551.
16
S. Kierkegaard, op. cit., p. 72.
131
invitación a la meditación en tiempos
de pandemia
Marco Antonio de la Rosa*
E
n estos días, apenas en pocas semanas, la vida nos ha cambiado de
manera drástica y determinante como consecuencia de la pandemia de la
enfermedad covid-19 que asola nuestra tierra, pues se ha convertido en
una amenaza mundial. La grave situación en la que se encuentran muchos países
del mundo a causa de la rápida difusión de la covid-19 nos pone a prueba a todos.
Sabemos que, lamentablemente, esta crisis no se resolverá en poco tiempo,
y que la pandemia se está difundiendo. Estamos ante una situación que hasta hace
poco tiempo parecía inimaginable, como el escenario de una película de ciencia
ficción. Todo ha cambiado de repente, y lo que antes dábamos por supuesto
parece vacilar: el modo de relacionarnos con los demás en el trabajo, la gestión de
los afectos, el estudio, el ocio, la oración y la posibilidad de participar en la misa.1
En medio de un mundo actual en el que en buena medida se ha perdido
la conexión con el sentido del misterio, con lo sagrado que se expresa en todo
lo creado y donde la experiencia fratricida sigue marcando muchas de nuestras
relaciones, sea por acción o por omisión, es imprescindible abrazar esta promesa.
Por temor de aquellos que se cierran en sí mismos y quienes ven amenazas
en todos los cambios necesarios que nos permiten recuperar el inaplazable
equilibrio en nuestra vida y en la relación con nuestra hermana madre tierra, Dios
mismo hace una promesa biocéntrica; es decir, Dios promete a todos los seres
que han sobrevivido el diluvio, hablando en primera persona, que no habrá otra
expresión de desconexión con ellos expresada en la aniquilación de la vida. Dios
hace una promesa que hoy podemos interpretar en lo que el papa Francisco llama
*
Misioneros de Guadalupe.
1
Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, Fuertes en la tribulación. La comunión de la Iglesia, ayuda
en el tiempo de prueba, Ciudad del Vaticano, Librería Editora Vaticana, 2020, p. 3 [en línea], www.vaticannews.
va consulta el 23 de abril de 2020.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
la ecología integral. Una categoría que está en comunión con las innumerables
expresiones de una fe conectada con el cuidado de la vida y de toda vida.
Es muy complejo creer en la promesa de Dios cuando un virus microscópico
ha postrado a la civilización entera y nos ha hecho conscientes de nuestra absoluta
fragilidad y pequeñez. Pero, desde una fe que abraza y experimenta la pasión y
muerte de Jesús, afirmamos y acogemos esta promesa en la certeza absoluta de
Su resurrección, que acontece en medio de la vida y supera a la muerte siempre.
Igual que Noé, hoy nosotros estamos llamados a asumir una opción esencial
por el cuidado de la casa común, debemos plantar la primera viña que haga
florecer la vida en su conjunto y que la plenifique después de esta noche oscura
de la pandemia que habrá de pasar. Para ello, necesitamos abrazar la coexistencia
y codependencia de unos con otros y con nuestra tierra que es la fuente de
vida, alimento y sustento, erradicando la dominante sociedad del descarte, del
acaparamiento, de la destrucción de la tierra que sirve para enriquecer a muy
pocos. Es hora de redescubrir los bienes de la creación. Luego de esta pandemia
tan dolorosa, se liberarán potencias de reflexión que estaban confinadas a un
sitio marginal o que eran dominados violentamente por posturas funcionales
autorreferenciales y sostenidos en el afán de dominio político y económico. Esta
crisis abre posibilidades insospechadas para crear nuevos caminos que, sostenidos
en la experiencia de misterio, nos podrían llevar a crear toda una nueva relación y
correlación con nuestra casa común.2
2
Mauricio López Oropeza, López: La comunión con la madre tierra resucitará después de la pandemia [en línea],
www.vaticannews.va consulta el 23 de abril de 2020. M. López Oropeza es un teólogo mexicano secretario
ejecutivo de la Red Eclesial PanAmazónica y uno de los organizadores del Sínodo Panamazónico de 2019.
134
Invitación a la meditación en tiempos de pandemia
realidad paso a paso, aquí y ahora.3 Si queremos, por fin podemos hacer silencio.
Si lo hacemos, tenemos la oportunidad de acceder a lo profundo de nosotros
mismos, conectarnos y comprender.
Es el momento de dosificar el tiempo ante la televisión y el celular para abrir
espacio a la realidad del Misterio que se deja sentir cuando nos abandonamos
en quietud a lo que llega desde nuestra experiencia interior. Allí accedemos
a la sabiduría que hace clara la razón de vivir y lúcida la conciencia y las
responsabilidades personales y públicas.4
Preguntas para la reflexión:
· ¿Se volverá a un estilo de vida frenético o se logrará tener ritmos y espacios más
humanos?
· ¿Se recuperará el tiempo perdido en el consumismo o se aprenderá que es posible
vivir felizmente con lo esencial?
· ¿Seguiremos desenfrenados en la carrera por contaminar el mundo o le daremos un
respiro al planeta?
3
M. López Oropeza, Vivir la esperanza en tiempos de coronavirus: una mirada apocalíptica, 2020 [en línea],
www.vidanuevadigital.com consulta el 22 de abril de 2020.
4
Francisco de Roux, S. J., “Nos creíamos invencibles”, Vatican News, 2020 [en línea], www.vaticannews.va
consulta el 18 de abril de 2020. El padre de Roux es filósofo, economista jesuita y presidente de la Comisión
de la Verdad de Colombia.
5
Ángel Fernández Artime, “covid-19: Reflexiones del Rector Mayor de los Salesianos”, Vatican News, 2020 www.
vaticannews.va consulta el 23 de abril de 2020.
135
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
6
Leonardo Boff, “El coronavirus despierta en nosotros lo humano”, Religión Digital, 2020 [en línea], www.
religiondigital.org consulta el 18 de abril de 2020.
7
Frei Betto, “Rico no es quien tiene todo, decía Buda, sino quien tiene necesidad de poco”, Religión Digital,
2020 [en línea], www.religiondigital.org/opinion/Frei-Betto-Rico-Buda-necesidad-coronavirus-Reste-e...
consulta el 18 de abril de 2020.
9
Albert Camus, La Peste, París, Gallimard, 1947, pp. 256.
9
Rafael Narbona, “La Peste: Albert Camus en los tiempos de coronavirus”, El Cultural [en línea], www.elcultural.
com consulta el 24 de abril de 2020.
10
Nacho González, “Por un mundo mejor”, Religión Digital [en línea], www.religiondigital.org consulta el 18
de abril de 2020.
136
Invitación a la meditación en tiempos de pandemia
11
Mario Santana Bueno, Cuarentena por el coronavirus: tiempo de descubrimientos… lo que podemos aprender
de esta situación [en línea], www.diocesisdecanarias.net consulta el 18 de abril de 2020.
12
Leonardo Boff, “Cómo cuidar de sí y de los demás en tiempos de coronavirus”, Redes cristianas [en línea],
www.redescristianas.net, consulta el 18 de abril de 2020.
13
Xavier Melloni Ribas, “Cristo resucitado-Domingo de Pascua”, Cristianisme i Justícia [en línea], www.blog.
cristianismeijusticia.net/2020/04/12/cristo-resucitando-domingo-de-pascua consulta el 18 de abril de 2020.
137
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
14
Roberto R. Aramayo, “Reflexiones desde la filosofía: lo que covid-19 puede enseñarnos”, The Conversation,
2020 [en línea], www.theconversion.com consulta el 18 de abril de 2020.
15
Santiago Estrella, “Stéphane Vinolo, La pandemia nos lanza a la cara nuestra ética”, El Comercio [en línea],
www.elcomercio.com consulta el 24 de abril de 2020.
16
Idem.
138
Invitación a la meditación en tiempos de pandemia
o imponga crisis económicas. Aún está por ver si éste o futuros virus pueden acabar
con la globalización, o al menos con muchas de sus dimensiones.
La ciencia y la técnica han sido utilizadas por las élites globales para
aumentar su bienestar, pero instrumentalizadas o, mejor, silenciadas, cuando
lo ponían en riesgo, para hacernos creer que no había ningún peligro.17 Así que
se propongo lo siguiente: Hagamos de la necesidad virtud y pensemos de qué
manera; vivir con menos; buscar el silencio; detenernos. Querer el decrecimiento
(con el consiguiente impacto positivo a nivel ambiental) podría ser también una
opción válida y, probablemente, la única posible.18
17
Pablo Font Oporto, “Crisis del coronavirus, capítulo dos: El impacto de la realidad”, Cristianisme i Justície,
2020 [en línea], www.blog.cristianismeijusticia.net, consulta el 24 de abril de 2020.
18
Xavier Casanovas, “Coronavirus: una oportunidad para secularizar la Cuaresma”, Cristianisme i Justície, 2020
[en línea], www.blog.cristianismeijusticia.net consulta el 24 de abril de 2020.
19
Jesús Catalá, “Carta Pastoral: vivir la fe inmersos en la pandemia, Diócesis de Málaga”, 2020 [en línea], www.
diocesisdemalaga.es consulta el 18 de abril de 2020.
20
Mc, 4, 35-41.
21
Jl, 2, 12.
22
Papa Francisco, “Homilía extraordinaria del papa ‘en tiempos de Pandemia’”, Humanitas. Revista de
Antropología y Cultura Cristianas. Pontificia Universidad Católica de Chile, 2020 [en línea], www.humanitas.
es, consulta el 18 de abril de 2020.
139
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Ahora hay que promover la introspección, volver a la esencia de lo que somos como
personas y como cristianos, hasta dónde y cómo nos acogemos a la figura de Cristo
y retornar a la esencia de la cristiandad.23
Eran y son pocos los que pueden dedicarse a lo que les importa; es decir,
lo que aporta algo a la vida, al interior de tanta exterioridad.24 Esto nos enseña a
transitar la ruta sobre el sentido de nuestra propia existencia en medio de esta
crisis; asimismo, a reflexionar sobre cómo nos ubicamos ante esta pandemia
y si somos capaces de mirar más allá de ella. Todo esto refleja nuestras
miradas limitadas por nuestras comprensiones parciales, nuestras categorías
fragmentadas, nuestra reducida comprensión del mundo.
No hay manera de predecir un futuro material con certeza cuando estamos en
el vórtice de la pandemia; por tanto, lo único que nos queda es el cuestionamiento
existencial sobre nuestra identidad profunda. Lo esencial en este tiempo de
pandemia, con miras al mañana que habría de llegar, es definir cómo y desde qué
fuerza interna y externa mayor a nosotros mismos vamos a afrontar estos meses
y años por venir y dilucidar cuál es la actitud determinante con la que hemos de
conducir como hijos de este tiempo con respecto de nosotros, los otros, y sobre
qué sentido del Misterio que nos trasciende hemos de sostener nuestro camino.
Esta pandemia nos exige una mirada necesariamente anclada en el sentido del
Misterio, en el reconocimiento de lo Trascendente y en el abrazo de la otredad.25
23
José Beltrán, “Ainhoa Arteta, ‘Tras el coronavirus hay que reactivarse en la espiritualidad’”, Vida Nueva
Digital, 2020 [en línea], www.vidanuevadigita.com, consulta el 18 de abril de 2020.
24
José Fernando Juan, Ocio y ociosidad en tiempos extraños, Vida Nueva Digital, 2020 [en línea], www.
vidanuevadigital.com, consulta el 18 de abril de 2020.
25
M. López Oropeza, “Más allá de la pandemia, la conversión existencial: reflexiones desde ‘La Peste’ de A.
140
Invitación a la meditación en tiempos de pandemia
Los cambios profundos —metanoia— que nuestro mundo necesita asumir en esta
pandemia para encarar con ojos de esperanza el incierto mañana.
Camus”, Vida Nueva Digital, 2020 [en línea], www.vidanuevadigital.com consulta el 18 de abril de 2020.
26
José María Marín, “José María Marín: ‘Orar no cambia a Dios, nos cambia a nosotros’”, Religión Digital, 2020
[en línea], www.religiondigital.org
27
Carlos Ferraro, La pandemia en tiempo de Semana Santa, es un desafío reconstruir la sociedad: Carlos Ferraro,
signis alc, 2020 [en línea], www.signisalc.org, consulta el 23 de abril de 2020.
28
Carlos Luna, “celam: Una reflexión sobre la pandemia, ‘el vino está por llegar’”, Vatican News, 2020 [en línea],
www.vaticannews.va
141
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
29
Idem.
30
Lc, 137-162.
142
Invitación a la meditación en tiempos de pandemia
31
Brown, Frases y citas célebres: las mejores frases de Pierre Teilhard de Chardin, s/d.
32
M. López Oropeza, López: La comunión con la madre tierra…
143
esperanza cristiana y utopía . cercanías y
diferencias antropológicas y teológicas
E
n tiempos difíciles, como los que estamos viviendo, entre los creyentes
nos preguntamos sobre la presencia de Dios y su actuación. Los cristianos
afirmamos que confiamos en que se haga la voluntad de Dios y que en
Dios basamos nuestra esperanza. Pero cuando decimos que en Dios tenemos
nuestra esperanza, ¿qué queremos decir?, porque sin duda a la misma cuestión
le pueden nacer varias respuestas e incluso sin poner a Dios de por medio,
porque sólo por el hecho de ser seres humanos, la esperanza nos acompaña en
el camino de la vida a creyentes y no creyentes. Dada esta circunstancia, ¿qué
sería lo propio de la esperanza cristiana y cómo se relaciona con la esperanza
humana? ¿Acaso nuestra esperanza se centra en un Dios que interviene desde
fuera por medio de un milagro del que los seres humanos y la creación son sólo
videntes y beneficiarios, pero no invitados a participar y ser mediadores de la
acción de Dios? De ahí la importancia de aclararnos qué queremos decir cuando
afirmamos que en Dios sustentamos nuestra esperanza.
En este sencillo ensayo se pretende establecer las conexiones y diferencias
entre la esperanza cristiana y la esperanza no creyente, o no unida a un credo.
Para nuestro caso, nos referiremos a esperanza cuando ésta se relaciona con la
fe cristiana y a utopía (esperanza humana) cuando ésta se quede sólo a nivel
histórico, a nivel de sólo este mundo. De hecho, en un discurso no riguroso
se suelen dar por sinónimos utopía y esperanza, aunque para nuestro caso
estableceremos algunas distinciones. Elijo no poner esperanza cristiana y
esperanza humana porque, en principio, se puede establecer una relación de
competencia o de minusvaloración de alguna de ellas; incluso, negación del valor
de una de las partes, y la intención es valorar el aporte positivo que cada cual
tiene, pero también distinguir la identidad particular de la esperanza cristiana.
*
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
146
Esperanza cristiana y utopía.
147
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
148
Esperanza cristiana y utopía.
1
Gn, 12, 1; 22, 2; Ex, 3,10; Jos, 1, 2.
149
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Función dinamizadora
Las grandes utopías del Antiguo Testamento y, específicamente, la gesta que nos
narra el libro del Éxodo, muestran que sus anhelos de liberación y establecimiento
en la tierra de la promesa nacieron del abismo del sufrimiento en Egipto, donde
nace la luz de la esperanza; por lo que los momentos altos de esperanza en Israel
es cuando pesa sobre ellos el yugo violento de la dominación, del exilio, del
abandono...
Las utopías humanas despuntan, también, en el mismo contexto del
sufrimiento. Un pueblo satisfecho vive bajo la tentación de sofocar todo germen
utópico, esperanzador, y cuando, por el contrario, vive situaciones de pena y
sufrimiento, brotan en su medio profetas de un futuro mejor, utopistas de nuevas
realidades.
Tanto la utopía, como la esperanza mueven a las personas a actuar en la
línea de la transformación. Las personas necesitan ideales, proyectos, sueños
e ilusiones que los muevan hacia una mejor realidad. De hecho, en el espacio
secular de la historia, la utopía mueve a las personas a actuar en la línea de la
transformación. En ambientes religiosos de corte cristiano la esperanza ejerce esa
misma función. Se podría decir que la utopía es la cara secular de la esperanza y
la esperanza es la cara teologal de la utopía.
Para quienes el horizonte de la historia no trasciende la historia humana, la
utopía ejerce una función impulsadora del proceso histórico; para los que creen
la esperanza cristiana, anima a la comunidad creyente en sus luchas históricas.
Utopía (desde el mundo no creyente) y esperanza cristiana sustentan las luchas
de los pueblos y las gentes y ejercen una función de dinamizadoras de la historia.
150
Esperanza cristiana y utopía.
Función trascendente
Todos los seres humanos esperamos algo más que realidad que nos limita, sea
por razones económicas, sociales, de salud o de anhelos. El ser humano, por más
logros que tenga, siempre sigue esperando más justicia, igualdad, participación,
fraternidad, entre otros. Somos seres abiertos a algo más; por lo que esperar que
ese algo más que satisfaga sus anhelos de manera definitiva (esperanza cristiana)
sea llevado a su plenitud por Dios, no va en contra de la propia estructura humana
que siempre está abierta, aún más que esta realidad, especialmente cuando ésta
le resulta adversa, como es la situación en la cual estamos inmersos. Esperar desde
la creencia cristiana o desde las utopías humanas es algo propio del ser humano.
La utopía y la esperanza se explican, en último término, por causa de la
estructura del propio ser humano, como un ser abierto a la trascendencia. La
utopía hacia una trascendencia inmanente; es decir, algo que trascienda el hoy y
que vaya más allá de esta realidad tal y como está presente. Espera que algo más
que yo tenga otra palabra, otra realidad; sea ésta la historia, el tiempo, el destino,
la patria, el pueblo. No se conforma con que el hoy sea su medida y nos resistimos.
Nadie quiere que el otro u otra sea su medida o que ésta u otra realidad sea su
medida de que ya no puede pasar.
En el origen de esta cuestión late la experiencia primera y compartida de
que el ser humano vive una existencia que el mismo no se dio. Así se pregunta
de dónde vino y para dónde va, ya que se concibe como un proyecto inacabado,
orientado a un futuro desconocido. Esto vale para creyentes y no creyentes, por
lo que el fundamento antropológico de la utopía o de la esperanza cristiana es el
mismo.
El hombre vive en la tensión entre su realidad limitada, a pesar de los logros
y el deseo de estar más realizado. A cada conquista que realiza, le queda el deseo
de una nueva conquista. En ese itinerario surge la pregunta radical del sentido de
toda esa vida en cuanto vivida y en cuanto proyecto. En el fondo, cada cual busca
un sentido último para su existencia. Pero el sentido sólo puede ser atribuido por
el hombre si él mismo ya vive un horizonte de sentido si su vida, su historia ya
tiene sentido en su realidad; de lo contrario, busca ese sentido que lo instale en el
presente con toda su memoria significativa y lo lance al futuro.
Esa proyección, en cuanto creación suya, es utopía, y en cuanto supera sus
fuerzas en la realización, es esperanza, pues cada vez que ese proyecto se realiza, se
abre nuevamente la expectativa del futuro. El hombre sabe que ese mecanismo de
crear utopías es mayor que las mismas utopías, por eso fundamenta la esperanza.
151
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
En ese sentido, la misma raíz antropológica hace al ser humano, al mismo tiempo,
crear utopías, y para quienes son creyentes, abrirse a esperanzas más allá de las
utopías; sin dejar de tomarse con la seriedad debida el horizonte utópico de las
personas y las luchas con que intentan que ese horizonte se haga concreto.
152
Esperanza cristiana y utopía.
Verificación y efectividad
La utopía es de más fácil verificación y normalmente es más notoria su efectividad
cuando se logra hacer presente con algún grado de cumplimiento. Si lo que se
prometió, por ejemplo, es agua en una ciudad, cuando eso pase, será notorio. Es
decir, cuando la utopía tiene que ver con servicios, condiciones laborales, tierra,
agua, vivienda, de movilidad, la evidencia es más clara. En cambio, con la esperanza
es más difícil la verificación, tan solo a nivel histórico.
¿Cómo medir la misericordia, las relaciones fraternas, la conversión y la
justicia sin que nos queden dudas?; porque alguien puede ser muy caritativo,
pero ¿cómo sabemos que no lo hace farisaicamente para ser reconocido, para
promocionar su nombre?, o tal vez sí lo hace por mera gratuidad, al modo de
Jesús. Nunca hay una certeza definitiva, siempre cabe la duda, incluso cuando los
153
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Destinos diversos
Lo peor que le puede pasar a la utopía es que no llegue a concretarse, sea porque
hubo tal oposición que ni siquiera se logró un alumbramiento, o bien, porque
después del nacimiento, las trabas del camino sólo le permitieron un cumplimiento
limitado de sus anhelos y lo peor sería que ni siquiera se le permitiera su concepción,
que se le elimine incluso antes de que pueda ser sembrada. Pero, incluso cuando
se cumple parcial o totalmente, su destino es la muerte, el cementerio. La utopía
tiende a desaparecer al realizarse, tiene en sí el germen de la muerte. Vive para dar
la vida a una realidad y, entonces, morir, sin importar que pueda vivir por mucho
tiempo, como la actual utopía del consumismo que está llegando a su fin con el
nacimiento de la utopía ecológica.
154
Esperanza cristiana y utopía.
Espiritualidad
La diferencia no estriba nor-
malmente en que se hagan cosas
diferentes, sino en el espíritu
con que se hacen esas cosas, y
en nuestro caso es el espíritu-
espiritualidad cristiana, que nos
hace actuar desde la búsqueda de
la voluntad de Dios; aquí y ahora,
bajo la acción del Espíritu Santo,
al modo del Hijo y ese “modito” de
hacer las cosas, sólo el creyente,
seguidor de Jesús lo puede hacer,
lo cual no nos hace superiores
o inferiores, sino simplemente
diferentes en el servicio. Ese modo
de servicio sólo los cristianos lo
podemos hacer presente en la vida
cotidiana, personal y social.
155
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
156
Esperanza cristiana y utopía.
157
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
158
Esperanza cristiana y utopía.
2
Rom, 8, 20.
159
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
3
Col, 1, 15.
160
ser y hacer iglesia en un contexto urbano
y de crisis sanitaria
Desiré Afana*
Consuelen, consuelen
a mi pueblo, dice su Dios
Is 40,1
S
i algo distingue a un escritor del resto de la sociedad, es precisamente su
capacidad de preocuparse cuando los demás están instalados en la quietud.
Por eso son a menudo considerados como despertadores de consciencia
o perturbadores del orden establecido, de eternos insatisfechos a quienes nada
colma. No es así. Si el escritor se prohíbe el sueño, o restringe sus diversiones,
es precisamente porque siente en sus hombros, el indescriptible peso de la
responsabilidad, su deber de contar el dolor de los demás, oponerse al olvido. El
escritor, cuando su pluma empuña, se constituye, según lo amerite la circunstancia,
en portavoz, en abogado, en consolador o heraldo de tiempos mejores. Aimé
Césaire, figura prominente de la negritud, decía en este sentido: “ma bouche será
la bouche des malheurs qui n’ont pas de bouche, ma voix, la liberté de celles qui
s’affaissent au cachot du desespoir”.1
*
Universidad Lumen Gentium.
1
Aimé Césaire, Cahier d’un retour au pays natal, París, Présence Africaine, 1956. Vid. “Mi boca será la boca
de las desgracias que no pueden hablar, mi voz, la libertad de las que colapsan en los calabozos de la
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
desesperación”.
162
Ser y hacer iglesia en un contexto urbano
empieza por los años 1940, es hasta el 15 de septiembre de 1967 que la parroquia
es creada por el arzobispo primado de México, Miguel Darío Miranda y confiada
al cuidado pastoral y espiritual de los misioneros de San José.2 Nosotros como
misioneros de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, tomamos el
relevo en 2003, hace 17 años. La parroquia cuenta con un templo Mayor dedicado
a la Virgen de los Dolores y de una rectoría: San Juan Bautista. La feligresía es
esencialmente de la tercera edad. Conocemos problemáticas sociales como la
drogadicción, la prostitución, el alcoholismo, el desempleo o la inseguridad.
Por su ubicación, el territorio parroquial es muy transitado. No falta la
presencia de otras propuestas religiosas como la Luz del mundo, los mormones,
los Testigos de Jehová y los Brahamanistas llamados “cristianos”. La mayoría
de ellos ataca la doctrina de la Iglesia católica. Nuestra parroquia, en tiempos
normales, enfrenta también un flujo de migrantes que se acercan para pedir
apoyo. Actualmente, somos un equipo de dos sacerdotes que, junto con los grupos
constituidos y los laicos comprometidos, animamos pastoralmente la parroquia.
El 2019 y su significado
Antes de hablar sobre cómo iniciamos el año pastoral en curso, me gustaría decir
cómo vivimos y terminamos el año anterior. Quizá muchos no lo notaron, pero
el año 2019 estaba para tener un significado enorme por lo que había pasado 25
años atrás. Efectivamente, en 1994, el 1ero de enero, en el Estado de Chiapas, se
levantaba en armas, el ezln, encabezado por el subcomandante Marcos. Esta crisis
abrió los ojos de todos sobre el multisecular descuido pastoral y político que
venían sufriendo los indígenas de Chiapas. Otros acontecimientos que 25 años
después seguían teniendo un impacto fuerte en la vida de la nación mexicana,
eran el asesinato de Luis Donaldo Colosio, en Tijuana el 23 de marzo 1994; las
privatizaciones masivas de empresas por Carlos Salinas de Gortari; la firma del
Tratado de Libre Comercio entre México, EU y Canadá; el no menos importante
asesinato de José Francisco Ruíz Massieu, Secretario General del PRI el 28 de
septiembre; la organización del primer debate televisivo entre candidatos a la
presidencia; la elección de Ernesto Zedillo como sexagésimo primer presidente
de México.
Traigo a la memoria, el año de 1994, porque fue de una intensa actividad
incluso dentro de la Iglesia católica y tiene similitudes con lo que estamos
2
Para saber más sobre esta historia del templo, Vid. Senén Mejic, Santuario del consuelo, Ciudad de México, 1970.
163
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
3
Vid, cem, Documentos Colectivos del Episcopado Mexicano iii, 1987-1997, Ciudad de México, 1997, pp. 229-305.
164
Ser y hacer iglesia en un contexto urbano
165
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
166
Ser y hacer iglesia en un contexto urbano
a las diferentes parroquias, así como una pequeña agenda de nuestras juntas
mensuales. De las nueve visitas programadas, pudimos, hasta la fecha, realizar
ocho; quedando pendiente la última por razones de emergencia sanitaria.
A nivel parroquial, en mi mensaje de año nuevo, invité a toda la feligresía
a ponerse las pilas y con el lema que todo el año iba a ser “evangelizar a todo
vapor”. Habíamos estado estancados durante más de un año, desde que empezó a
rumorearse la creación de la nueva diócesis y no se pudo avanzar mucho en temas
pastorales. Todas las parroquias nos quedamos “manteniendo” lo que ya existía.
Una vez despejado el camino con la nueva diócesis y el nuevo obispo, ya no había
que esperar más. Por eso eché para adelante la comunidad. A parte de participar y
repercutir en la parroquia las iniciativas diocesanas, planeamos nosotros mismos
varias actividades de suma importancia: una noche de adoración con música,
luces, alabanzas y testimonios el 31 de enero; el lanzamiento del grupo Alfa4 en la
parroquia a partir del 4 de febrero y el retiro cuaresmal parroquial el 7 de marzo.
La lógica era tener una actividad que uniera a todas las fuerzas vivas, todos los
grupos a un ritmo de una al mes.
Para llegar a esta calendarización, una junta especial del consejo pastoral
parroquial fue organizada. El punto para nosotros no era elaborar un plan pastoral
antes de la diócesis; más bien, ir preparando el terreno, calentando motores para
cuando estuviera listo el plan pastoral diocesano, aterrizarlo nada más en nuestra
realidad parroquial.
Mi estrategia pastoral fue
abrir espacios a nuevas propuestas
evangelizadoras, sin dar por muertas
las antiguas prácticas devocionales de
nuestra feligresía. En muy poco tiempo,
surgieron liderazgos nuevos en la
parroquia como el de Enrique y su esposa
Bárbara, que organizaron la noche de
adoración; igual como el de Claudia,
una joven universitaria que encabeza
ahora el grupo Alfa. Innovamos en la
parte de la comunicación: en vez de
4
Alfa es una propuesta de evangelización que combina la oración, el kerigma y la reflexión humana. Se trata
de abordar los problemas de la vida personal, sean dudas, alegrías o miedos desde una perspectiva cristiana.
167
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
168
Ser y hacer iglesia en un contexto urbano
hacer lo mismo, utilizando sus ventanas. Cristo que en realidad ya está en nuestra
Ciudad, no quiso que lo recibiéramos en alguna plaza pública, quiso entrar en
cada casa. El Jueves Santo, con un templo vacío, celebramos la institución de la
eucaristía. Igual entendí que Cristo nos decía que sí quería comer la Pascua con
sus discípulos que somos, pero no en un restaurante, sino que en la intimidad
y la verdad de una casa. El Viernes Santo, unimos nuestros dolores a la Cruz
del Salvador. De hecho, nuestra parroquia está consagrada a la Virgen de los
Dolores. Fue uno de los momentos más emocionantes de la pasión, decirle a
María algo que ella había experimentado: el dolor, la angustia, la impotencia, la
desesperación de su pueblo. Más que nunca, pedí a los feligreses que, desde sus
propias penas y problemas, buscaran el consuelo de María y que como Jesús que
aguantó el peso de la cruz, cargáramos las nuestras con valentía y esperanza.
Desde luego, no faltó el llamado al arrepentimiento, a la conversión. No hace
falta mencionar que nuestro mundo se ha vuelto experto en desafiar a Dios. El
sábado de Gloria, el cirio pascual nos recordó que por más oscuras que sean las
tinieblas, siempre brilla la luz de Dios. Fue nuestro símbolo de esperanza por
excelencia. El paralelismo de la tumba vacía de Jesús, signo de su resurrección,
con nuestras calles y templos vacíos se imponía. Si no estábamos en el templo,
esto no significaba que habíamos muerto, sino que estábamos vivos en nuestras
casas.
La semana santa 2020 será recordada como única porque las redes sociales
que muchas de las veces transmiten odio, mentiras, falsas noticias, se vieron
invadidas y obligadas a transmitir la Palabra de Dios; el celular se transformó
un púlpito ambulante y la pantalla de televisión, un altar virtual. De repente,
169
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
170
Ser y hacer iglesia en un contexto urbano
5
Hasta la fecha, hemos recibido cuatro comunicados de nuestro obispo, Adolfo Miguel Cataño Fonseca, sobre
la covid-19, el primero el 18 de marzo, el segundo el 20 de marzo, el tercero el 24 de marzo y el cuarto el 21 de
abril del 2020.
6
Todas las citas bíblicas, las sacamos de celam, Biblia de la Iglesia en América, PPC, Ciudad de México, 2019.
171
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Cáritas parroquial sigue acopiando despensas para ayudar a las 21 familias que cada
mes reciben despensas de la parroquia.
11. Se optó por quedarnos, como misioneros, en medio de nuestro pueblo,
compartiendo su sufrimiento y sus angustias. Nos queda claro que un pastor no
abandona a su rebaño, un capitán no se baja de su nave en plena tempestad; aguanta
barra.
12. En las misas transmitidas por las redes sociales, tratamos de presentar
una cara serena para tranquilizar a nuestra feligresía. En la introducción
de la misa y en la parte de las oraciones universales, tratamos de
considerar cada una de las situaciones en las que se pueda
encontrar nuestra gente para que se sientan tomados en
cuenta. Al rezar por los enfermos o los cumpleañeros,
particularizamos el mensaje, dirigiéndonos directamente
a ellos. Las homilías son más breves pero nutritivas
espiritualmente. Cada lectura que nos ha tocado durante
este tiempo de pascua, nos vino como anillo al dedo y se
prestó para hacer entender a nuestra feligresía, que Dios no
nos ha abandonado, que sigue en la barca con nosotros y
que nos salvará. Casi casi podemos decir como Jesús “Esta
lectura que acaban de oír se ha cumplido hoy” (Lc 4, 21).
Pulimos nuestro lenguaje para no hacer comentarios que no
vienen al caso; ni aventurarnos a comentar las estadísticas
o pronosticar alguna cosa. La unidad, la comunión, la
solidaridad, la fe, la esperanza, como lo hicieron los
obispos mexicanos en 1994, son convicciones de que
tratamos de compartir con los nuestros. Por eso
hemos participado desde la red, a todas las iniciativas
pastorales que se nos han pedido. La última fue la coronilla de oración con motivo
del domingo de la Divina Misericordia.
13. Tratamos de que no se corte este lazo que tienen los feligreses con su templo. Por
eso, siempre lo adornamos como debe de ser para que, al momento de transmitir
la misa, vean que luce y se conmuevan al ver a la santa patrona de la comunidad, la
Virgen del Consuelo.
172
Ser y hacer iglesia en un contexto urbano
muchas ideas. Pienso y medito sobre experiencias de sufrimiento que nos cuenta
la Sagrada Escritura: el diluvio, los 40 años de Israel en el desierto, la angustia
de Jacob cuando su pueblo se estaba muriendo de hambre, la desesperación de
los israelitas frente a la plaga de serpientes en el desierto, la escasez de agua y
de comida, la angustia de la reina Ester cuando vio asediado su pueblo, el mismo
pueblo de Israel frente al terror que representaban los filisteos, la preocupación de
los apóstoles en el cenáculo, etcétera.
Pienso en los primeros cristianos, cómo se sentían cuando estaban en la
antesala de la muerte, encerados en las entrañas del coliseo en Roma, esperando
ser devorados por los leones. Pienso en los esclavos que eran arrancados de sus
tierras y comunidades de África y condenados a convivir con cadáveres durante
todo el viaje hacia las Américas. No quita mi mente, la imagen de este Dios
liberador de su pueblo, que siempre lo defiende y lo salva aun cuando está al borde
del abismo. Pienso en las palabras de Cristo frente a Marta: “Yo soy la resurrección
y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Jn 11, 25). Tengo frente a mí,
siempre, la imagen de Cristo consolador de su pueblo; que siempre decía a
sus discípulos, “¡Soy yo, no tengan miedo!” (Jn 6, 20). La Virgen de Guadalupe
también está allí; ella que dijo a Juan Diego cuando lo vio preocupado: “¿No estoy
yo aquí que soy tu madre? Pienso en la valentía de los primeros misioneros, que
enfrentaron guerras, hambres y un sinfín de trabas y calamidades a causa del
Evangelio. Pienso en la sabiduría que el pueblo mexicano ha acumulado a lo
largo de su historia y que ha sintetizado en proverbios y refranes7. He aquí unos
cuantos: “la esperanza es lo que muere al último”; “no hay mal que dure cien
años”; “si te toca, aunque te quites y si no te toca, aunque te pongas”; “no hay mal
que por bien no venga” y muchos otros. Por eso, si el tiempo del confinamiento es
inusual para nuestra generación tan dada al activismo, al mismo tiempo es una
oportunidad para crear un mundo mejor. De eso sí, estoy convencido. Un mundo
se está muriendo y otro está naciendo. Ahora, ¿Cómo acogeremos pastoralmente
el nuevo tiempo que resultará de esta crisis sanitaria?
7
Por falta de algo mejor en estos tiempos de confinamiento, me referí a F. Ramón Mendoza Ruíz (Dir.), El libro
de todos los refranes, Ciudad de México, Delfín Editorial, 2011.
173
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
174
Ser y hacer iglesia en un contexto urbano
Conclusión
Permanecen muchas dudas sobre la naturaleza del virus mismo, sobre la
pertinencia de las medidas de confinamiento, la numerología que se maneja a
nivel del gobierno. Mientras lleguen las respuestas, y que podamos debatir con
tranquilidad, concluyo con estas palabras del salmista: “El Señor escucha a los que
gritan y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca de los que tienen el
corazón herido y salva los espíritus abatidos” (Sal 34 (33), 18, 19).
175
vulnerabilidad eclesial :
entre la biopolítica y la eucaristía
E
l mundo vive una pandemia a nivel global y la fase 3 de la contingencia
sanitaria por covid-19 se ha declarado en México a nivel nacional mientras
tiene lugar este texto. El gobierno mexicano ha tomado las siguientes
medidas que pretenden salvaguardar a la población de un contagio que desborde
cualquier sistema de salud:
*
Universidad Católica Lumen Gentium.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
tanto la especie humana desarrolla inmunidad ante este virus, ya sea de manera
natural o por medio de una vacuna.1
Mientras el ser humano se guarda en sus hogares, algunas especies de
fauna silvestre deambulan por diferentes ciudades: un siervo en Tokio, un jabalí
en Barcelona, un león marino en Acapulco, un cóndor en el balcón de un edificio
en Chile, unas cuantas cabras comiendo los setos en la zona urbana de Gales.
La televisión, las revistas y el internet dan cuenta de tales eventos. Todos son
ejemplos de lo que sucede con la naturaleza mientras que el ser humano reduce
su actividad diaria debido al confinamiento voluntario que exige los diferentes
gobiernos para evitar el colapso de los servicios salubridad.
Otro de los efectos de la limitación de movilidad humana y el paro de
actividades no esenciales por la contingencia sanitaria ha sido el colapso del
precio del petróleo —principal combustible fósil—, que el 20 de abril tuvo una
cotización de menos treinta y siete dólares (-37.63 dólares) por barril.2 Éste es
uno de los indicativos de la crisis del sistema financiero global: la recesión en la
economía mundial al nivel de los años treinta o cuarenta del siglo pasado.3
Pero la crisis no deja títere con cabeza. Desde hace varias décadas y previo
a la declaración de pandemia, el Estado, en cuanto institución ordenadora de un
país, era incapaz de gobernar de manera tradicional porque
su capacidad de monopolizar las funciones necesarias para
realizar su tarea había disminuido frente a los diferentes
sectores de la sociedad, los cuales también poseían el poder
suficiente para influir en las decisiones de Estado. Es decir,
el Estado moderno había dejado de gobernar para practicar
la gobernanza. Sin embargo, con el resguardo voluntario de
la población, la participación política se ha visto mermada
por la incapacidad de reunirse en número necesario como
para permitir que algún colectivo ciudadano organizado
haga contrapeso a los diferentes gobiernos; es entonces
que el Estado vuelve a tener la potestad única de tomar
decisiones en su territorio nacional alegando la seguridad
1
Cfr. Inma Gil. Coronavirus: 3 estrategias posibles para salir de la pandemia. bbc News Mundo, 12 de abril de
2020. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=QBv7nudMSpc&feature=youtu.be
2
Esta cotización se refiere al West Texas. Cfr. “Precio del petróleo se hunde más del 300% y cierra en negativo”,
televisa.news [en línea], https://noticieros.televisa.com
3
Cfr. Gabriela Frías. “El fmi confirma que en 2020 viviremos la peor recesión económica en 90 años”. CNN en
español [en línea], https://cnnespanol.cnn.com
178
Vulnerabilidad eclesial: entre la biopolítica y la eucaristía
4
Cfr. Juan Pablo Delgado, “Mamá, el covid-19 infectó a mi democracia”, Vértigo Político [en línea], http://www.
vertigopolitico.com
179
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
El camino de Emaús:
aislamiento o ruptura de la sana distancia
5
Lc, 24, 13-35.
180
Vulnerabilidad eclesial: entre la biopolítica y la eucaristía
6
Idem.
181
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Biopolítica y Eucaristía
Los medios de comunicación se han centrado en el papa Francisco celebrando
la misa sin presencia física de los fieles, tanto en la Casa de Santa Martha, como
en la Plaza de San Pedro. El papa Francisco no cesa de celebrar para todos, pero
hace recordar al pueblo fiel que la Iglesia no es una iglesia virtual; que, si bien las
celebraciones permiten una cierta intimidad en el confinamiento voluntario, la
comunidad cristiana no está formada por identidades o adscripciones virtuales,
porque la Eucaristía es origen, fuente y fin de la Iglesia.7 Tal como lo indica el texto
de los discípulos de Emaús. Sólo estando todos juntos, compartiendo el mismo
pan y el mismo cáliz, los bautizados muestran al mundo, sin miedo y sin angustia,
que compartimos el mismo destino en el único Señor Jesús para anunciar un nuevo
universo para todo y todos los seres humanos porque ésa es la voluntad de Dios.8
Entonces, ¿cómo es que nos encontramos resguardados voluntariamente?
El mundo moderno en que solía vivir el ser humano antes de la pandemia le había
mostrado que era un individuo empoderado, característica nada despreciable si
consideramos que en ese mundo nada es gratis, que nadie da nada por nada y
lo importante es la plusvalía que se logre acumular por medio de las actividades
productivas. Es un mundo donde el sueño americano impera: “Una tierra de
acogida donde es posible soñar con una vida mejor”.9 La acumulación de riqueza
es la que proporciona una vida mejor en su materialidad; por ello, se dice que
el dinero no lo es todo, pero cómo ayuda. De modo que el individuo se asume
como el centro de ese mundo, es autorreferencial. En ese mundo hay otros que
7
LG, 11.
8
1 Tm 2, 4.
9
Javier Navarro, “Sueño Americano”, Definición abc, [en línea], www.definicionabc.com
182
Vulnerabilidad eclesial: entre la biopolítica y la eucaristía
compiten por recursos limitados, así que debe luchar con sus propias fuerzas para
alcanzar el éxito prometido de una vida mejor, de esa manera se autogestiona. Sin
embargo, las diferentes crisis (contingencias sanitarias, catástrofes ambientales,
recesiones económicas) muestran que el empoderamiento del individuo es una
ilusión.
El Estado y los poderes fácticos son los encargados de administrar el
acceso, posesión y permanencia en la vida mejor de sus ciudadanos. Quienes
detentan y ejercen el poder, ya sea social, económico, político o religioso, en
favor de sus intereses individuales, definen la programación biopolítica necesaria
para conservar el statu quo. Es decir, pone delante del ser humano la opción de
ser mejor mediante la cualificación reconocida por las instituciones. Así, a una
mayor cualificación, corresponde una mayor producción de bienes y servicios, lo
que justifica una mayor remuneración. El esfuerzo por una mayor cualificación
sólo es posible en cuanto que el ser humano se asuma empoderado. Así, el
empoderamiento del individuo es un mecanismo de control para la movilidad
social y, en sincronía, permite que el ser humano sea capaz de realizar su
actividad productiva a costa de su propia existencia sin siquiera cuestionarse
sobre la legitimidad de los requisitos para el acceso a una jerarquía socialmente
reconocida basada en la acumulación de riqueza material o inmaterial.
El mundo previo a la enfermedad por covid-19 es un entramado de ilusiones
vanas donde el individuo es la figura central y la ruptura del tejido social es un
presupuesto básico de
conservación del sistema.
Ese mundo muestra
la limitación de la
programación biopolítica
de que ha sido objeto.
El ser humano, al ser
confinado, es incapaz de
realizar la programación
a la que responde su
cualificación. Ya no es
capaz de estar dentro de
la cadena de producción
de bienes y servicios,
motivo por el cual no
183
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
recibirá lo necesario para vivir la vida que espera. El individuo experimenta que sus
capacidades especializadas han sido atrofiadas, no por la falta de capacitación,
sino por la falta de ejecución y de remuneración económica. No sólo es incapaz
trabajar para recibir su paga, sino de permanecer en casa para una convivencia
prolongada con aquellos que dice son su familia. Las relaciones sociales son un
riesgo, no sólo por un posible contagio, también porque el resto de los individuos
se perciben como competidores por los recursos disponibles; de modo que se ha
perdido el objetivo de la vida: tener una vida mejor.
Sin embargo, hay una salida, un escape: la virtualidad. El ciberespacio
permite que el individuo oferte su cualificación a la misma cadena de producción
bajo el signo de la protección a la salud por medio de un aislamiento mayor. El
ciberespacio es la prolongación de ese mundo resquebrajado por la pandemia.
No importa que ceda el espacio al avance de las especies animales salvajes, lo
importante es poner en práctica el empoderamiento a fin de no perder el sitio que
la cualificación lograda ha otorgado. El libre mercado subsiste con su enorme oferta
de posibilidades para la satisfacción de cualquier necesidad, incluida la religiosa.
“¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de toda
la fatiga con que se afana bajo el sol?”, reza el libro del Cohelet.10 El camino
del resguardo voluntario es largo. En él se presentan, al parecer, monólogos
articulados majestuosamente para que el ser humano no se escuche. La
incontable cantidad de opciones no hacen más que saturar los sentidos,
anestesiarlos lo suficiente para sobrellevar la frustración de no ejercer la
cualificación especial en la que tanto se ha invertido. La Iglesia, nuestra Iglesia,
que se halla en el mundo, no logra entender que no es de ese mundo… muchas
de sus propuestas están relacionadas a la ritualidad y la devoción ingenua;
por ello es una oferta más dentro de las opciones para enfrentar el estrés y la
frustración generadas por la pandemia. Es un tratamiento terapéutico para los
individuos y pequeños grupos quienes resisten la emergencia sanitaria desde
sus posibilidades.
Sí, el camino a Emaús es largo. Las sombras caen mientras más nos
enredamos en nuestros soliloquios. ¿Dónde se halla ese desconocido que nos
apabulle con sus palabras por la dureza de nuestra forma de entender la vida?
¿Dónde está el Resucitado que romperá el empoderamiento individual con la
vivencia de la comunidad reunida en torno a la mesa del Pan?
10
Ec, 1, 2-3.
184
Vulnerabilidad eclesial: entre la biopolítica y la eucaristía
185
“ no temas esta enfermedad ni ninguna otra […]
ni cosa aflictiva …” 1
R
esulta de extraordinario interés constatar cómo se consignaban las
noticias históricas en los anales indígenas y aun en ciertos códices
poscoloniales del siglo xvi novohispano; o, mejor dicho, la forma en
que los naturales administraban o gestionaban la información dependiendo de
la importancia que ésta revestía en su circunstancia. Por ejemplo, en el Códice
Aubin, valioso manuscrito de 1576 custodiado en el Museo Británico, apenas si
se mencionan, por ejemplo, el arribo del “Marqués” (Hernán Cortés), la llegada
de los 12 “primeros” frailes franciscanos y aun la muerte de Motecuhzoma ii
Xocoyotzin,3 todo lo cual se reportan al final del folio en un amontonamiento
hasta anacrónico, a propósito del año 1519:
1519 1519
Nicã miq̉ico ỹ moteuhcçomatzin yuã Aquí murió el venerable Moteuhcçoma
yquāc açico ỹ marques. y llegó el Marqués.
In iq̃c q̃mpēuhq̃ ỹ mexica in xp̃rianome Los cristianos conquistaron a los
camo çã nen vallaq̃ ca ytencopatzinco mexica, y no vinieron en vano, pues
in tote.o, ca q̉monavatilli in sancto p.e siguieron el mandamiento de su señor.
q̉molhuili. Xiq̉navatican in El Santo Padre les ordenó: “Tened
cavallelosme occentetl tlalli ypã listos los caballos para que podáis ir a
yazque. otra tierra”.
Ynic açicô ỹ nican. xii. frayles. Y llegaron aquí los 12 frailes.4
1
“Macamo xiquimacaci in cocoliztli, manoce oc itla cocoliztli, cococ teopouhqui”, NM, 118.
2
Instituto Intercontinental de Misionología, Universidad Intercontinental.
3
Codex Aubin, BM, Add Ms 31219, f. 41v.
4
Idem.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
5
Ibidem, f. 46r.
6
Ibidem, f. 47r.
7
Códice Telleriano-Remensis, bnf, Ms. mexicain 385, f. 46v.
188
“No temas esta enfermedad ni ninguna otra, ni cosa alflictiva...”
8
Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdera, c. 124.
189
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
9
Códice Florentino, bml, Firenze, Cod. Medic. Palat. 220 [t. iii], l. xii, c. 29, f. 53r-v.
10
Ibidem, f. 53v.
11
Versión del náhuatl de Ángel María Garibay K., en Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la Conquista,
edición revisada y enriquecida, introducción, selección y notas de Miguel León-Portilla, versión de textos
190
“No temas esta enfermedad ni ninguna otra, ni cosa alflictiva...”
nahuas de Ángel María Garibay K., ilustraciones de los códices: Alberto Beltrán, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 1989, p. 101.
12
Nm, 95.
13
Alonso de Molina, Vocabulario [1571], ii, f. 23v.
191
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
del cerro; no fuera que lo detuviera la Señora para que llevara la señal pedida
por Zumárraga. “Que primero nos deje nuestra tribulación”,14 se repetía para sus
adentros el vidente.
Pero la virgen le sale sorpresivamente al encuentro y le pregunta a dónde
se dirige. Juan Diego, avergonzado, le confiesa que primero irá México en busca
de algún sacerdote que prepare a su tío que está por expirar: “porque en realidad
para ello nacimos, los que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte” (“ca nel
ye inic otitlacatque in ticchiaco in tomiquiztequiuh”), le dice resignado.
Lo que Santa María de Guadalupe le respondió representa, quizás, el
momento más exaltado y esperanzador de todo el relato atribuido al sabio indígena
Antonio Valeriano: “Escucha, ponlo en tu corazón, hijo mío, el menor, que no es
nada lo que te espantó, lo que te afligió; que no se perturbe tu rostro, tu corazón;
no temas ésta ni ninguna otra enfermedad ni cosa punzante, aflictiva”.15
Y aún le consuela con las célebres palabras que nunca sobrará repetir:
Cuix amo nican nica nimonantzin? ¿No estoy aquí yo, que soy tu madre?
Cuix amo nocehuallotitlan, ¿No estás bajo mi sombra y resguardo?
necauhyotitlan in tica? Cuix amo ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No
nehuatl in nimopaccayeliz? Cuix amo estás en el hueco de mi manto, en el
nocuixanco nomamalhuazco in tica? cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad
Cuix oc itla in motech monequi?16 de alguna otra cosa?17
14
Nm, 102.
15
Nm, 118.
16
Nm, 119.
17
Idem.
192
“No temas esta enfermedad ni ninguna otra, ni cosa alflictiva...”
cuello […] y es que el Escudo de que pende la tunica de Maria Sma. desde el cuello,
se ve distintamente gravada con una cruz negra en campo de oro… [sic]”.24
18
Cayetano Cabrera y Quintero, El Escudo de Armas de México, l, i, c. 7, núm. 85, p. 37.
19
Ibidem, l, i, c. 9, núm. 108, p. 48.
20
Ibidem, l, ii, c. 10, núm., 354, p. 175.
21
Idem.
22
C. Cabrera y Quintero, op. cit., l, i, c. 5, núm. 65, p. 28.
23
Idem.
24
Ibidem, l, i, c. 5, núm. 67, p. 29.
193
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
25
Mt, 9, 22.
194
familias resilientes : la salvación somos todos
Juan Pablo Brand Barajas*
H
ay un tiempo para todo y éste es un tiempo de crisis, de confinamiento,
de enfermedad e incertidumbre. Se afirma que la actual pandemia, la
de la covid-19, cambiará el rumbo de la Historia, tras décadas rondando
en el imaginario colectivo la llegada de una tercera guerra mundial, como un impacto
drástico de transformación social, económica y de valores; es un virus, un
coronavirus, y no una gran guerra, quien vino a mostrarnos nuestra vulnerabilidad
y las fallas del sistema en que vivimos.
*
División de Ciencias de la Salud, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
1
Martin Seligman, Indefensión. En la depresión, el desarrollo y la muerte, Barcelona, Debate, 1995.
196
Familias resilentes: la salvación somos todos
2
Friedrich Hölderlin, Poesía completa, Barcelona, Ediciones 29, p. 395.
197
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Este autor hizo una revisión de la teoría psicoanalítica clásica del trauma,
para mostrarnos que una vivencia traumática, o varias, aunque sean en la infancia,
no son determinantes de una psicopatología grave o de un destino de repetición
sintomática, al que Sigmund Freud denominó “compulsión a la repetición del
trauma”.
La adversidad es el germen de la resiliencia. El dolor es la semilla del impulso
a la superación y los obstáculos son el incentivo a la convicción sostenida hacia el
crecimiento y la transformación.4
Afirmó Boris Cyrulnik en una entrevista reciente: “El confinamiento machaca
psicológicamente. Resisten mejor los que ya tenían una buena disposición. Su
fortaleza se basa en tres factores: confianza en sí mismos, un dominio del lenguaje
que les permite contar lo que les pasa. Y tener a alguien a quién contárselo; es
decir, una red afectiva de familiares y amigos”.5
Aun con el distanciamiento a que estas circunstancias nos obligan, nuestras
redes de apoyo, de vínculos significativos, constituyen gran parte del punto de
apoyo frente al impacto de la cuarentena, el contagio y los efectos colaterales y
de la postpandemia.
Ya sea en hordas, clanes, tribus o familias, los seres humanos hemos vivido
en comunidades desde hace cientos de miles de años. Pertenecer a un grupo nos
protege, nos contiene y nos da identidad. Como afirma Tizón:
de ahí el valor crucial de las relaciones y la solidaridad humanas para la vida y para la
supervivencia: desde sus inicios, la vida incluye una serie de escaramuzas emocionales
desbordantes. Es imposible controlar su aparición, su desarrollo, sus modalidades. No
nos es dado controlar las emociones puestas en marcha, nuestras respuestas iniciales,
las respuestas de nuestros padres y cuidadores, las respuestas microsociales incluso
[...] Nos desarrollamos entre escaramuzas emocionales que nos desarrollan.6
3
Boris Cyrulnik, El murmullo de los fantasmas, Barcelona, Gedisa, p. 26.
4
Cfr. Ibidem.
5
Carlos Manuel Sánchez, “Entrevista con Boris Cyrulnik”, XL Semanal. Disponible en: https://bit.ly/2KL6fp2.
6
Jorge L. Tizón, Salud emocional en tiempos de pandemia, Barcelona, Herder, 2020, p. 101.
198
Familias resilentes: la salvación somos todos
Enfocarse en la
resiliencia es ponderar
lo que las comunidades
pueden resolver por sí
mismas y fortalecer sus
capacidades. En el caso
específico de la resiliencia
familiar se plantea que
“existen factores protectores
cuya definición apunta a
la función de ‘escudo’ que
ciertas variables cumplen
sobre el funcionamiento
familiar para mantenerlo
saludable y competente bajo condiciones de estrés: por ejemplo, las
celebraciones familiares, el tiempo compartido o las rutinas y tradiciones
familiares. Estos factores actúan atenuando o incluso neutralizando el impacto de
los factores de riesgo sobre la trayectoria evolutiva familiar”.8
Por otro lado, están los procesos de recuperación, que se refieren a todos
los comportamientos orientados a promover un nuevo equilibrio tras el impacto
desestructurante de una crisis. En este sentido, se encuentran las formas de
comunicación extraordinarias, sustentadas en la intención de contener al grupo,
particularmente a los más vulnerables.
7
John Twigg, Características de una comunidad resiliente ante los desastres, 2007. Disponible en https://bit.
ly/2SfFRbi.
8
Cit. por Esteban Gómez y María Angélica Kotliarenko, “Resiliencia familiar: Un enfoque de investigación e
intervención con familias multiproblemáticas”, Revista de Psicología de la Universidad de Chile, 2010, vol. 19,
núm. 2, pp. 111.
199
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
propone entender la resiliencia familiar como la descripción del camino que sigue una
familia a medida que se adapta y prospera al afrontar el estrés, tanto en el presente
como a lo largo del tiempo. Las familias resilientes responden positivamente a estas
condiciones específicas de adversidad en formas únicas, dependiendo del contexto,
nivel de desarrollo, la combinación interactiva de factores protectores y de riesgo, y
una visión familiar compartida”.11
9
Johan Huizinga, Homo ludens, Madrid, Alianza, 1972.
10
Cit. por E. Gómez y M. A. Kotliarenko, op. cit.
11
Ibidem, pp.111 y 112.
200
Familias resilentes: la salvación somos todos
201
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Como bien lo afirma, Jorge Tizón: “La crisis cultural, social y psicológica
provocada por la pandemia [de covid-19] es una oportunidad para repensar. Para
cambiar. Una nueva oportunidad. Es otra ocasión para intentarlo o, al menos,
para avanzar hacia unas perspectivas más solidarias, más democráticas, más
humanas. Más saludables, en el amplio sentido del término”.14
Es tiempo de voltear la mirada hacia la familia, hacia nuestras familias,
ya sea para mostrar total gratitud por su poder resiliente o para valorar lo que
12
Froma Walsh, Resiliencia familiar: Estrategias para su fortalecimiento, Buenos Aires, Amorrortu, 2004.
13
Ibidem, p.117.
14
Jorge Tizón, Salud emocional en tiempos de pandemia, Barcelona, Herder, 2020, p.108.
202
Familias resilentes: la salvación somos todos
hemos dejado de hacer para que no sea la comunidad de resiliencia que debe
ser. Nos fascinamos tanto con la visión amplia del mundo que olvidamos tocar
la tierra del piso que pisamos y nos sostiene. La familia es el jardín en el cual
germina lo más sublime y lo más siniestro de la condición humana, no todo es
voluntad, ni todo se resuelve por elección, pero cuando se trata de amar, siempre
estamos llamados a transformarnos y lograr que lo que dolió o estuvo enfermo,
se convierta en la fuerza para afrontar toda adversidad, que lo que fue peligro sea
el motor de nuestra salvación. Que respondamos al llamado que nos hace Boris
Cyruln: “todo el mundo debe participar en la resiliencia”.15
15
Boris Cyrulnik, El murmullo de los fantasmas, Barcelona, Gedisa, 2003, p.37.
203
la esperanza como competencia organizacional
para tiempos de crisis
D
esde hace una década, el tema de la resiliencia se ha desarrollado en
las organizaciones, buscando pasar de una organización tóxica a una
organización saludable. Ocasionalmente, en esquemas de resiliencia
organizacional, se agrega o menciona la esperanza como un aspecto que puede
incluirse en medio de otros aspectos que completan el desarrollo emocional y
psicológico del ambiente organizacional.
Este ensayo tiene el objetivo de exponer algunas im(posibles) pautas para
desarrollar la esperanza como una competencia trascendental dentro de las
organizaciones. Esto, como aporte pertinente para tiempos de crisis en que la
emotividad colectiva e individual de los empresarios, directivos y colaboradores
requieren reconstruirse a sí mismos y a su empresa desde la confianza de un futuro
mejor y saludable, desde la liberación crítica y creativa de un oscuro tránsito a
construir mejores alternativas de permanencia y crecimiento.
El punto de llegada de este texto nos lanza a ulteriores desarrollos para la
incorporación y desarrollo de esperanza como una competencia necesaria para acom-
pañar a las organizaciones en la realización de sus metas y sobre todo en la
configuración de nuevos futuros posibles.
*
Dirección División de Negocios, Universidad Intercontinental.
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
206
La esperanza como competencia organizacional para tiempos de crisis
1
Vid. R. A. Z. Torres y J. C. Acosta-Prado, “Esperanza y atributos de los colaboradores”, Suma de Negocios, 6,
14, 2015, pp. 178-182.
207
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
2
Ibidem, p. 180.
3
Vid. S. Ahmed, “Esperanza, inquietud y promesa de felicidad”, Nueva Sociedad, 283, 2019, pp. 111-125.
208
La esperanza como competencia organizacional para tiempos de crisis
4
Vid. L. E. B. Arévalo 2016. 36“La comprensión de las organizaciones empresariales y su ambiente como
sistemas de complejidad creciente: rasgos e implicaciones”, Ingeniería, 21, 3, 2016, p. 369.
209
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
puede hacer surgir una nueva orientación o sentido, por lo que se establece un
proceso que equivale a establecer criterios (derivado de crisis), un estándar de
discernimiento entre lo verdadero y lo falso, entre lo adecuado y lo que no lo es.
Para las organizaciones, esta acepción de crisis implica una revaloración por la
identidad y sentido de la propia organización. Gualdrón, Acosta y Bohórquez5
indican que este reacomodo se observa en dos grandes ámbitos de la empresa
en la estructura organizacional y también en las relaciones jerárquicas. Aquí
pensamos que va más allá esta reinvención organizacional; frente a la crisis,
se cuenta con criterios establecidos para la toma de decisiones. La identidad
corporativa no es más un mantra sin sentido, pues los rasgos de identidad sirven
de criterio para la toma de decisiones, más en tiempos de crisis, en que se ponen
a prueba las identidades.
5
L. Y. Gualdrón, J. M. Acosta y L. E. Bohórquez, “Estructuras organizacionales y adaptación a las condiciones
cambiantes del entorno: retos e implicaciones”, Artículos de Investigación y Tecnología, doi: https://doi.
org /10.16925/in.v23i13.1983
210
La esperanza como competencia organizacional para tiempos de crisis
6
Vid. P. L. Véliz Martínez, A. R. Jorna Calixto, E. M. Berra Socarrás, “Consideraciones sobre los enfoques,
definiciones y tendencias de las competencias profesionales”, Educación Médica Superior, 30, 2, 2016.
7
J. F. Rueda y S. A. Portilla, “Formación en competencias laborales generales, desafío para la educación
superior”, I+ D Revista de Investigaciones, 15, 1, 2020, pp. 37-44.
211
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
8
Vid. M. Salanova, Organizaciones saludables, organizaciones resilientes, s. d., 2009.
212
La esperanza como competencia organizacional para tiempos de crisis
Conclusiones
213
la reconversión de la educación en tiempos
de la covid - 19
Leticia Ruiz Flores*
E
n el momento histórico de incertidumbre por la presencia de la covid-19
a escala mundial, y específicamente en México, la reconversión de la
educación y la consecuente transformación de la práctica docente, no
sólo son necesarias, sino que constituyen un reto para los maestros, estudiantes y
padres de familia.
En estos días, se percibe a México como un país que toma medidas de
combate en los ámbitos y político, social, económico y educativo. Al principio
parecía fácil, puesto que el cierre de las escuelas —hacia la tercera semana de
marzo—, los estudiantes, maestros y padres de familia no medían la trascendencia
del problema humano y el incierto futuro cercano que se avecinaba. Conforme
empezaron a pasar los días, las instituciones educativas empezaron a reaccionar
ante este hecho inédito y un inminente “quédate en casa hasta el 30 de abril”, que
en pocos días llegó al 30 de mayo.
Debido a estos acontecimientos, en otros países se vieron forzados a
reorganizar el sector salud, así como el social y el educativo. En el caso de México,
se inicia la acción docente comprometida, que consistió en echar mano de la
tecnología para continuar con los proyectos educativos de los estudiantes. Tal
decisión se tomó al observar que en el continente europeo la covid-19 estaba
cobrando muchas vidas y empezaba a tomar más tiempo del que se tenía
programado para salir de la epidemia.
Ante las incesantes noticias que empiezan a azotar a la república mexicana,
entre sanitizaciones en las calles, contagiados, sospechosos de contagio,
muertes, porcentajes de letalidad, la educación propuso estrategias diferentes y
apoyó con el uso de diversas plataformas.
216
La reconversión de la eduación en tiempos de la covid-19
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Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
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sobre los autores
Desiré Afana
Nacido en Camerún, es miembro de la Congregación del Inmaculado Corazón de
María (cicm). Ha sido párroco de San Miguel Arcángel Cualac, Diócesis de Tlapa,
Guerrero; Capellán de la Universidad La Salle, Ciudad de México, y actualmente
en la Parroquia de Nuestra Señora del Consuelo, Segunda Zona Pastoral, Diócesis
de Azcapotzalco. Es autor de los libros: La balade démocratique du Zaire: (1970-
1997); Sept ans de transition tumultueuse, en 1998; France-Afrique: Histoire d’ami-
tiers. Séduction mutuelle usage différentiel, en 2001; Femme camerounaise: ¿Reine
sans peine?, en 2004; Frère Louis Lokumu. Un témoin de la fraternité universelle,
en 2004; África: La jungla de los vampiros. ¿De quién se burla el Nepad?, en 2005;
además de numerosos artículos. También es maestro de Pastoral Urbana por
parte de la uclg.
Mauricio Beuchot
Mauricio Beuchot es doctor en Filosofía por la Universidad Iberoamericana
de la Ciudad de México. Es profesor en el Posgrado de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es investigador en el
Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam, donde fundó el Seminario de
Hermenéutica. Colabora con la Universidad Intercontinental como investigador
en Filosofía. Es iniciador del movimiento de la Hermenéutica Analógica. Ha
publicado libros y artículos sobre Historia de la Filosofía y Hermenéutica. Es
miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Academia Mexicana de la
Historia, de la Academia Mexicana de los Derechos Humanos, de la Academia de
Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad por covid-19
Santo Tomás del Vaticano y del Seminario de Cultura Mexicana. Es emérito del sni
y ha sido premio unam en Investigación en Humanidades.
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Sobre los autores
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