Lectura de Fe COVID 19
Lectura de Fe COVID 19
Lectura de Fe COVID 19
Ante todo, tener presente qué es lo que entendemos por “lectura de la realidad”
“Hacer lectura de la realidad es acercarse a la realidad no para juzgarla sino para
aprender de ella, para descubrir y elaborar el mensaje que encierra” (E.Morin) Hay pues
dos maneras de acercarnos a la realidad: una “para juzgarla, medirla con normas” la otra,
es para aprender de ella, para descubrir el mensaje que encierra. Es lo que distingue la
lectura de la realidad de la manipulación de la realidad o el aprovechar la realidad para
hacer proselitismo o hacer pasar una ideología o juzgarla con unas doctrinas o con unas
normas. Precisamente lo que más me ha impresionado de lo que he podido leer sobre
todo lo del COVID 19 es que el 80% de los comentarios buscan, van en esta línea y muy
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pocos se aprovechan de la situación para atacar, culpabilizar, hacer pasar una ideología o
buscar ante todo la causa que originó todo lo que está pasando.
La lectura de esta realidad nos deja cinco enseñanzas o convicciones que pueden (o
deben) cambiar nuestra manera de pensar y de actuar, que son un reto para construir una
nueva humanidad y que surgen casi espontáneamente de la manera como en todo el
mundo se está viviendo esta Pandemia. Lo que no quita que el hecho en si mismo sea un
hecho de muerte.
Estas cinco convicciones o enseñanzas son las siguientes:
1. Todas las seguridades, de todo tipo, se nos fueron al piso. Somos seres
esencialmente frágiles.
2. Este mundo es de todos y para todos. Todos somos iguales, pero diferentes.
3. el valor primero y fundamental que tenemos que defender y hacer crecer es la vida
humana.
4. la naturaleza, el planeta, es nuestra casa común que tenemos que cuidar y poner al
servicio de la vida humana de todos.
5. La esencia de nuestro ser como ser humano y lo que nos da la felicidad auténtica
es la relación con los otros. Nuestra esencia como ser humanos no es ser racional
(Aristóteles) sino ser relacional (E. Levinás.)
El COVID 19 nos tumbó todas nuestras seguridades, todo en lo que teníamos puesta
nuestra confianza. Todo se fue al suelo. Un filósofo francés es quizás el que expresa mejor
este sentimiento en un pequeño folleto de abril del 2020 titulado “Un festival
D’Incertitudes” Escribe: “Todas las certezas del siglo XX que profetizaban el futuro a partir
de las corrientes del presente, se derrumbaron… la irrupción de lo imprevisto en la
historia no había penetrado en sus consciencias. Ciertamente la llegada de lo imprevisible
siempre era previsible pero no de esta manera De allí mi máxima permanente” Espera
siempre lo inesperado” … Me considero de esas personas sin embargo, que habían
previsto las catástrofes en cadena que podían surgir tanto del desbordamiento
tecnológico como de las provocadas por la degradación de la biosfera, pero nunca había
previsto la catástrofe viral”.(E.Morin. pág. 1)
El problema está en que no podemos prescindir de seguridades.
He ahí nuestro reto; descubrir o crear seguridades que no se conviertan en absoluto,
como sucedió con la cultura occidental a partir de la década del 60 cuando rechazaron el
absoluto del Dios de las religiones porque impedía el desarrollo y libertad del hombre y se
crearon el dios del placer, del tener, del poder y del saber….
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2. ESTE MUNDO ES DE TODOS Y PARA TODOS. TODOS SOMOS IGUALES, PERO
DIFERENTES.
Es una verdad la sabíamos intelectualmente pero este COVID nos lo ha hecho sentir muy
concretamente.:
EL COVID golpeó por igual a ricos y pobres, a intelectuales e ignorantes; a gente de clase
alta y habitantes de la calle; pobladores de una aldea perdida en el África y a gobernantes
de las grandes potencias europeas. Pero lo más significativo es que el COVID-19 nos
mostró que el ser iguales no quita las diferencia porque estas vienen de la singularidad de
cada uno. Por eso aunque todos somos iguales, todos no nos golpea de la misma manera.
¡¡¡Es como si dijéramos que respeta las diferencias individuales...!!!
Esta conciencia de que este mundo es de todos y para todos de una manera también muy
concreta en la extraordinaria solidaridad que ha suscitado en todos los grupos sociales y
entre todas las naciones, buscando favorecer a los más pobres
Pero es aquí donde veo el reto mayor: el que esa igualdad y unidad la construyamos no
desde arriba sino desde abajo. Que no basta que busquemos favorecer a los más pobres,
sino que las acciones las hagamos desde los más pobres y débiles. Esto es lo ambiguo de la
solidaridad: que sigamos tratando a los más pobres y débiles como objeto de nuestra
solidaridad y no como sujeto de una solidaridad que busca el que todos nos sintamos
iguales. Que comprendamos que lo que tenemos que repartir no es nuestra riqueza sino la
pobreza de los pobres. El mundo no será para todos mientras no miremos la pobreza de
los otros como algo nuestro, algo que tenemos que repartir entre todos.
El COVID fue quizás lo que destapó más fuertemente que a nuestro mundo le importaban
más otros valores como los del poder, del tener y del saber que la misma vida humana.
Ésta se valoraba, ante todo, precisamente gracias a estos valores. De hecho muy pocos
países estaban preparados para enfrentar la crisis sanitaria que produjo de inmediato la
pandemia. El presupuesto de la mayor parte de los países le ha dado más importancia a
otros aspectos de la vida humana que a la vida humana misma. Esto aparece en lo que
hemos llamado la sociedad de consumo.
Dos situaciones producidas por el COVID nos los lo muestran quizás trágicamente.
La primera es la caída de EEUU. Durante más de medio siglo dominó casi todo el mundo
como quiso. Y de un día para oro todo este poderío se fue al suelo. Las imágenes de todo
el poder bélico de misiles, portaviones, bases militares paralizadas por el contagio del
COVID, el mayor número de muertos, el mayor número de desocupados (con 18 millones)
Y la imagen de grandes ciudades del mundo, completamente solas, etc. estaban
mostrando que los valores que propagaban no resistían la fuerza de un microscópico
virus.
La segunda situación más fuerte es quizás el valor que de un momento a otro adquirieron
cantidad de gestos y actitudes que no habíamos casi valorado: los pequeños gestos
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familiares, el servicio que nos prestan cantidad de personas: recicladores, personal de lo
que llamamos servicios varios, el trabajo de todos los que trabajan los servicios de salud,
los transportadores, los encargados de nuestra seguridad en todas partes, etc., etc., los
criterios para asignar los sueldos: por ejemplo cuánto gana un médico general y cuánto
un congresista etc. todo esto es la muestra más concreta de mostrarnos que el valor que
damos a las personas no viene de la vida que nos dan sino del sueldo con el que
reconocemos su trabajo.
El reto es entonces cómo hacer de la vida humana realmente el valor que buscamos a
través de todos nuestros proyectos y opciones personales y como sociedad y Estado. Esto
evidentemente no se puede hacer por decreto, pero si como decíamos más arriba, el
mundo nuevo se construye desde abajo, todos podemos ir mostrando cómo vamos desde
ahora, construyendo nuestro futuro.
Desde hace algunos años, el tema de la ECOLOGÍA había surgido como algo
primordial en la manera como estábamos “tratando” nuestro planeta. Inclusive ya
los científicos habían hecho predicciones muy trágicas, como la de que si
seguíamos tratando la naturaleza como lo estábamos haciendo, en 30 años el
planeta podría estallar, en el sentido de que estamos usando más recursos de los
que el planeta puede volver a proveer, de los recursos renovables. Ni qué hablar
de los que no son renovables.
Pero vino el COVID y nos mostró que no eran sólo apreciaciones sino ya realidad.
En pocas semanas vimos cómo el aire, el agua, los animales, las plantas, las
montañas tomaban otro aspecto y que la destrucción era real pero que estábamos
en un momento el que podríamos reorientar nuestra actitud frente a nuestra casa
común.
Que no se trataba de dar leyes o decretos sino de cambiar nuestra mirada sobre el
planeta. Como escribía un periodista comentando unas tímidas medidas ecológicas
de nuestro gobierno “comprendamos al menos que no fuimos nosotros los que
hicimos el planeta sino que somos sus invitados; que esta casa común es para
embellecerla, no para destruirla; que nuestra tarea es hacer de esta naturaleza
que nos prestaron (diferente a que nos la vendieron o regalaron) un mundo más
agradable y habitable para todos; que las riquezas naturales no son de nadie, ni
siquiera del Estado sino de todos y debían servirnos para que todos fuéramos más
humanos.”
Por eso nuestro reto está ante todo en cambiar nuestra mirada e ir construyendo
a plano personal e individual y social prácticas y leyes que respeten y reconozcan el
valor de nuestra casa común.
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COMO SER HUMANO NO ES SER RACIONAL ( ARISTÓTELES) SINO SER RELACIONAL
(E.LEVINÁS.)
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Finalmente, tener en cuenta que los retos con los que terminábamos cada convicción que
nos dejaba el COVID, tienen un valor de UTOPÍA. No son para ponerlos en práctica sino
para orientar e impulsar la práctica. Eduardo Galeano decía que “la Utopía era como el
horizonte: cuando uno llegaba, ya estaba lejos. Y le decían: ¿entonces para qué sirve?
Pues para obligarnos a caminar” respondía.
A todo lo que hemos reflexionado le vamos a hacer ahora la lectura de fe. Pero antes
tenemos que explicar qué entendemos por lectura de fe. Miremos esto de esta manera:
I. En qué consiste la lectura de fe
II. Condiciones para realizarla
III. Cómo hacer esa lectura de fe de lo que vimos en la I y II parte..
I. En qué consiste:
La lectura de fe es una lectura que hacemos desde la fe. Esto significa, lo que parece
obvio, que es necesario primero hacer una lectura y esta lectura la hacemos con los
elementos intelectuales y criterios ideológicos que nos da la cultura. Ahí para nada
interviene la fe cristiana. Y a esa lectura le damos el sentido que nos ofrece nuestra fe
cristiana. La lectura de fe la hacemos cuando le damos “un sentido al sentido” que
hemos realizado con nuestros criterios.
II. Condiciones.
1. El sentido que le damos a la realidad es el que surge de la Persona de Jesús.
Por eso hay que distinguir tres tipos de fe: a) la fe humana es la aceptación
de unas doctrinas basados en la autoridad de la persona; b) la fe religiosa
va en la misma línea: es la aceptación de unas doctrinas basados en la
autoridad de Dios y c) la fe cristiana es todo lo contrario: es la acogida y el
encuentro con la persona de Jesús y desde ahí aceptamos las doctrinas.
Este es el gran aporte de todo el magisterio de Benedicto XVI (cfr. Primer
parágrafo de su primera encíclica). De ahí se siguen dos consecuencias que
le dan un vuelco a nuestra práctica cristiana: una, que todo lo de Jesús es
oferta porque yo no puedo imponer la relación con una persona; y la
segunda es que lo que Jesús nos ofrece es un sentido que luego lo podemos
expresar en doctrinas y normas.
2. Para hacer una lectura de fe cristiana es absolutamente necesario conocer
la Persona de Jesús como Clave para comprender la realidad; y la persona
de Jesús como persona sólo se conoce en la oración y el evangelio.
3. A Jesús sólo lo encontramos en la vida, en la realidad:” El Verbo – La
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn.1 ,14). “La Palabra se hizo
carne para que la carne se hiciera Palabra” (G.Gutierrez). Y si queremos
encontrar la Persona de Jesús, es de lógica, tenemos que conocer la
Persona de Jesús.
III. Cómo hacer esa lectura de fe de lo que vimos en la I y II parte. Es decir: qué le
ofrece Jesús primero a la realidad de muerte que ha producido el COVID y
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luego de identificar las cinco enseñanzas o convicciones que nos deja como
consecuencias.
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La antigua religiosidad decía:
¿Yo para qué nací? Para salvarme
Que tengo que morir, es infalible.
¿Dejar de ver a Dios y condenarme?
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pastores. Y murió en una cruz, en el lugar peor donde una persona podría morir que
sufriera la peor situación, para que toda persona pudiera recibir en la situación más
dolorosa y degradante, palabra consoladora y liberadora”.
Jesús nos mostró entonces con su vida, su acción y su muerte que si queremos un mundo
para todos donde la vida sea considerada como el bien supremo al que hay que
subordinar todos los otros valores, hay que construirlo no sólo en favor de los más
pobres, sino desde los más pobres.
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Es la lectura de fe que le podemos hacer a la experiencia de la Cuarentena. Esta
experiencia ha sido única para todos en todo el mundo. Nunca nadie había tenido
que vivir esta situación. Y a todos en todos los países, nos han quedado las dos
enseñanzas que veíamos arriba: que la felicidad nuestra está en la relación
interpersonal con el otro y que esta relación es siempre conflictiva.
Es supremamente significativo que la gran parte de las reflexiones sobre las
consecuencias del COVID, los medios de comunicación las hayan centrado en
ayudar a vivir esa experiencia única de “permanecer en casa”. El letrero”
QuédateenCasa” aparece en todas partes. Son muchísimos los programas que se
ofrecen para utilizar el tiempo de estar unidos y enfrentar las dificultades y
conflictos que ese confinamiento ha traído.
Pues para leer y vivir esta experiencia de una manera humanizadora y liberadora,
Jesús nos ofrece tres aportes que de ninguna manera ni quieren suplantar, ni
contradecir las reflexiones que se nos están dando, sino que vienen a ofrecer “un
“sentido al sentido” que le estamos dando, como hemos repetido varias veces.
El primero: Jesús nos ofrece su Persona para vivir con él una relación personal IR
que puede ser el fundamento de toda relación que tengamos con los otros. Esta
relación con la persona de Jesús como toda relación personal, se realiza en el
amor, pero tiene dos características que hemos olvidado en nuestra práctica
cristiana: la primera es que es absolutamente gratuita: no nos la hemos ganado ni
tenemos que hacer nada para conquistarla, por eso no está mediatizada por la
ética. Nuestro mal comportamiento nos perjudica a nosotros pero Jesús siempre
nos seguirá amando de la misma manera. Fue lo que Jesús le dijo a los discípulos:
”No fueron ustedes los que me escogieron a Mi. Fui yo quien los escogí a ustedes”.
(Jn.13 y la segunda es que es también la única relación que no es conflictiva. lo
que les escribía Pablo a los Romanos con mucha fuerza: ni condicionada por la
ética, por la calidad de nuestro comportamiento. Y en segundo lugar: es la única
relación personal que no es conflictiva. La relación con Jesús “nadie ni nada me
puede separar del amor que me da Jesús” (cfr.Rom.8,36) Y por eso la podemos vivir
desde nuestra situación personal pues tanto lo bueno como lo malo nuestro, están
ya asumidos por Jesús. Por eso es humanizadora, personalizadora y liberadora.
Y si todo esto lo miramos desde lo que hoy consideramos como la esencia de la
persona, no como ser racional sino relacional (lo decíamos más arriba) podemos
decir que, con solo vivir esta relación personal con Jesús, ya nos estamos haciendo
personas.
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conflictiva.? Es muy sencillo, aunque nos cuesta entenderlo porque es un lenguaje
nuevo: la relación con Jesús que no es conflictiva la vivimos dentro de la relación
con los otros que siempre es conflictiva. Simplemente el conflicto hace parte de
nuestra relación con Jesús, pero no la impide. Por eso la relación con Jesús es
liberadora.
La tercera: esta relación con la Persona de Jesús hay que hacerla todos los días. No
se puede suponer. Pero es lo que pasa con todo lo afectivo: no lo podemos
suponer. La relación personal hay que hacerla todos los días, si la suponemos se
muere. Es lo que escribía en un lenguaje muy popular un psicólogo belga: “Un
novio no le puede decir a la novia el día de su boda: te amo para siempre y no
hablemos más de eso”. (A.Vergote) Todos los días tiene que renovar el amor. Lo
mismo pasa con la relación con Jesús: hay que inventarla todos los días.
CONCLUSIÓN.
Ojalá estas reflexiones nos puedan ayudar a mirar lo que estamos viviendo de otra
manera: no como una desgracia, sino como “un festival de Incertidumbres”
(E.Morin), como un momento de gracia, un kairós, como decía Pablo; una ocasión
de rehacer nuestra vida personal y nuestro mundo, como una ocasión única de
enderezar nuestra historia.
Que nuestro grito sea el que ponía Pablo al final de su primera Carta a los
Corintios: MARAN ATHA. VEN SEÑOR JESUS.
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