Apuntes Sobre Narratología - Básico
Apuntes Sobre Narratología - Básico
Apuntes Sobre Narratología - Básico
1. CONCEPTO DE NARRATOLOGÍA
-Narratología: disciplina que se ocupa del discurso narrativo en sus aspectos formales, técnicos y
estructurales. En definitiva, es la teoría de los textos narrativos (y de ciertos aspectos de los textos
teatrales).
-Narrar: referir una sucesión de hechos que se producen a lo largo de un tiempo determinado y que,
normalmente, da como resultado la variación o transformación de la situación inicial.
(Ambas definiciones se aplican principalmente a la Literatura, pero tanto ellas como la mayor parte del
contenido de estos apuntes se pueden usar para cualquier tipo de narrativa, como es el caso de la
cinematográfica o la del cómic).
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El siguiente apunte fue armado a partir del texto Apuntes de narratología de Antonio Martín Infante y Javier Gómez
Felipe
*Cuento literario: se diferencia del popular en que tiene un autor y poco o ningún componente didáctico.
Puede imitar o inspirarse en los populares (Historias de aventuras para niños, 1835, Hans Christian
Andersen) o gozar de total libertad temática (El Aleph, 1949, Jorge Luis Borges). Hoy en día se le llama
también “relato” o “relato corto”.
B) Los personajes
Son cada una de las personas y seres conscientes (reales o ficticios) que intervienen en la acción y viven
los acontecimientos narrados.
Nos interesa del personaje no solamente sus rasgos físicos (prosopografía), sino también sus rasgos de
personalidad (etopeya) y poder conseguir como resultado final la mezcla de los dos (prosopopeya o
retrato).
-Los personajes tienen dos dimensiones:
-Funcional: son el motor de la acción al interactuar con el tiempo, el espacio y el resto de personajes.
-Caracterizadora: presentan una serie de rasgos y características que los definen y posicionan dentro de
dicha acción.
-Existen varios tipos de personajes:
-Por su importancia en la acción:
*Principales: son aquellos que soportan la mayor parte del peso de la acción. Pueden ser protagonistas,
coprotagonistas o antagonistas (Aquiles, Ulises y Héctor, Ilíada, s. VIII a. C., Homero).
*Secundarios: tienen una participación menor y actúan como complemento de los principales (Patroclo,
op. cit.).
*Terciarios: también llamados “comparsas” o “figurantes”, ocupan una posición inoperante dentro de la
progresión de la acción, aunque sí pueden contribuir a la ambientación y a la creación de verosimilitud
(los ejércitos griego y troyano, op. cit.).
C) El tiempo
El tiempo en la narración expresa el orden y la duración de los acontecimientos que se cuentan.
-Tiempo externo o histórico: se refiere a la época o momento en que se desarrolla la acción (Quo
Vadis?, 1895-1896, Sienkiewicz).
-Tiempo interno o narrativo: es el tiempo que abarcan los acontecimientos que transcurren en la
acción. Según su duración, podemos encontrar distintos tipos de ritmo (un concepto que se ve afectado
notablemente por la lentitud narrativa):
-Ritmo lento: cuando en la narración se presentan escenarios, personajes o en general descripciones muy
extensas, el tiempo parece ir más lento.
-Ritmo rápido: cuando en la narración prevalecen los peligros, las acciones sucesivas y los
acontecimientos, el tiempo parece transcurrir más rápido.
El tiempo en la obra suele transcurrir de forma lineal o natural, es decir, los acontecimientos se suceden
uno detrás de otro. Sin embargo, otras veces dicho orden se altera; es lo que se llama anacronía. Dos
son las formas básicas que asumen las anacronías:
-Analepsis (retrospección o flash-back): se introducen acontecimientos que, según el orden lineal de la
historia, debieran haberse mencionado antes (El Señor de los Anillos, 1954-1955, J. R. R. Tolkien). Se
dice que la narración comienza in media res (“en medio de la cosa”) cuando empieza en la mitad del
historia y por tanto ésta debe contarse en gran medida a base de analepsis (Odisea, s. VIII a. C.,
Homero).
-Prolepsis (anticipación o flash-forward): se anticipan acontecimientos que, según el orden lineal de la
historia, debieran contarse más tarde (Crónica de una muerte anunciada, 1981, Gabriel García
Márquez; Memento, 2000, Christopher Nolan).
D) El espacio
Es el soporte de la acción, el marco o lugar donde suceden los acontecimientos y se sitúan los
personajes. El espacio puede ser un mero escenario o también puede contribuir al desarrollo de la
acción; a veces incluso exige y justifica la evolución de los acontecimientos en el relato y contribuye a la
verosimilitud (el café de doña Rosa, La colmena, 1951, Camilo José Cela; la abadía benedictina, El
nombre de la rosa, 1980, Umberto Eco).
Los espacios pueden ser ficticios o reales (Londres, From Hell, 1993-1997, Alan Moore). Existen
espacios ficticios verosímiles (Vetusta, La Regenta, 1884-1885, Clarín), pero también de carácter
irreal o alucinante (The Matrix, Larry y Andy Wachowski, 1999); en ambos casos pueden tener diversos
significados simbólicos. Además, se puede hablar de una “geografía literaria”: el autor crea
localidades inventadas donde se desarrolla la acción, desde aldeas hasta países o continentes enteros (la
Tierra Media, El Señor del los Anillos, 1954-1955, Tolkien).
E) La narración
Una buena narración debe ser interesante, tener cierto suspense y una gradación narrativa que conduzca
al clímax, el punto culminante de la obra que suele preceder de forma inmediata al desenlace. Para lograr
todo ello, el autor debe organizar la acción, la sucesión de los acontecimientos, dándole una determinada
composición o estructura a la trama.
-Estructura interna: la forman las diferentes partes en que se divide el relato y establece las
relaciones que conectan a los acontecimientos entre sí.
-Ordenación lógica: ya Aristóteles señaló que la estructura básica de una narración es
“Planteamiento-Nudo-Desenlace”, la cual se corresponde con la organización lógica y lineal del relato de
cualquier acontecimiento.
*Planteamiento: presentación de los elementos básicos de la historia (personajes, tiempo, espacio) e
introducción del motivo desencadenante de la acción que aporta la inestabilidad a la situación inicial.
*Nudo: complicación de la historia que se está contando a través de la introducción sucesiva de
acontecimientos relacionados entre sí.
*Desenlace: resolución de las complicaciones acumuladas por la acción narrativa (gracias a uno o varios
acontecimientos que aportan una estabilidad final a la historia). Justo antes del desenlace tiene lugar el
“clímax”, que es el momento de máxima tensión. Además, el desenlace puede ser dos tipos: cerrado (la
historia termina de forma clara y estable); y abierto (la historia carece de una resolución clara, por lo que
es el lector quien tiene que suponerla o imaginarla).
-Otras estructuras: algunas veces una estructura lógica y lineal es insuficiente para explicar la complejidad
con que se construyen los textos narrativos. De este modo, hay otras muchas formas o estructuras para
organizar la acción, hasta el punto de que cada autor puede crear una estructura propia y personal. Aún
así, existen algunas estructuras bastante consolidadas:
*Estructura circular: la narración vuelve al principio y termina como empezó, en ocasiones, incluso con
las mismas palabras (Cien años de soledad, 1967, García
Márquez).
*Estructura caleidoscópica: se entremezclan varias historias en paralelo (no hay nudo, planteamiento y
desenlace unitarios) (Pulp Fiction, Quentin Tarantino, 1994).
*Estructura de muñecas rusas: una historia es la base donde se insertan varias historias más pequeñas, las
cuales, a su vez, también pueden contener otras más pequeñas aún (Las mil y una noches, siglos IX-
XIV, anónimo).
*Estructura en espiral: da vueltas alrededor de un tema y suele tener un desenlace abierto (El túnel,
1948, Ernesto Sábato).
-Estructura externa: es la forma física en la que se organiza el discurso narrativo. Está formada por
las partes que se pueden ver a simple vista, sin necesidad siquiera de leer el relato (incluso la ausencia de
tales fragmentaciones puede considerarse un rasgo estructural). Las principales son:
-Secuencia: acontecimiento o grupo de acontecimientos unidos desde el punto de vista temático y
cronológico dependientes de la acción principal y separados entre sí por breves elementos tipográficos
(interlineado mayor, asteriscos…) (Tiempo de silencio, 1962, Luis Martín Santos).
-Episodio: acontecimiento o grupo de acontecimientos autónomos dentro de la acción principal sin
distinción tipográfica (no confundir con episodio televisivo, que equivale a capítulo) (El Lazarillo de
Tormes, 1554, anónimo).
-Capítulo: agrupación de acontecimientos en función de razones temáticas y/o cronológicas,
generalmente extensa, numerada y titulada (Viaje al centro de la Tierra, 1864, Julio Verne).
-Parte: todas las fragmentaciones anteriores pueden englobarse a veces en varias grandes divisiones o
partes (especialmente en las narraciones muy extensas), atendiendo sobre todo a criterios cronológicos
(Madame Bovary, 1857, Gustave Flaubert).
F) La focalización
También llamada visión, punto de vista o perspectiva narrativa, es el lugar en que se sitúa el narrador
para conseguir el interés del lector. El narrador es la entidad (normalmente ficticia) encargada de
desarrollar el relato. No debe confundirse con el autor, que es la persona real responsable del texto
narrativo, el escritor que da forma a la historia a través de dicho relato. Existen varios tipos de narrador:
-Narrador en primera persona:
-Narrador protagonista: es la llamada técnica autobiográfica, en la que el narrador y el protagonista se
identifican y se limita la perspectiva a aquello que el propio narrador observa. Esta técnica acerca el
narrador al lector y éste se identifica más con la historia. Da al relato la apariencia de hechos reales.
Ejemplo:
No sabréis quién soy como no hayáis leído un libro titulado Las aventuras de Tom Sawyer, pero eso no importa. Ese
libro lo hizo el señor Mark Twain, y en él dijo la verdad poco más o menos. Exageró algunas cosas; pero, en general, dijo la
verdad. Eso no es nada. Jamás conocí a nadie que no mintiera alguna vez, como no sea tía Polly, o la viuda, o tal vez Mary.
Tía Polly (es la tía Polly de Tom), y Mary, y la viuda Douglas, de todas habla el libro, que es un libro que dice la verdad en
general, con algunas exageraciones, como ya he observado.
Mark Twain, Las aventuras de Huckleberry Finn (1885), cap. I.
-Narrador testigo: Es un personaje que habla en primera persona desde dentro del relato, contando la
historia del protagonista. Su importancia puede ir desde la posición de simple testigo imparcial hasta la
de personaje secundario vital para el desarrollo de la acción. Suele alternar la primera persona (cuando el
narrador se refiere a sí mismo) y la tercera persona (cuando se refiere al protagonista). Ejemplo:
Tan apetecible resultaba desde todo punto de vista el apartamento, y tan moderado su precio, una vez dividido entre los dos,
que cerramos trato en el acto mismo y quedó por nuestro desde aquel momento. Al atardecer de aquel mismo día trasladé
todas mis cosas desde el hotel, y a la mañana siguiente se me presentó allí Sherlock Holmes con varios cajones y maletas.
Pasamos uno o dos días muy atareados en desempaquetar los objetos de nuestra propiedad y en colocarlos de la mejor
manera posible. Hecho esto, fuimos poco a poco asentándonos y amoldándonos a nuestro medio.
Arthur Conan Doyle, Estudio en escarlata (1887), cap. II.
Un tipo especial de esta focalización es la “técnica del manuscrito encontrado”. Se crea la ficción de que
el narrador es el transcriptor de una fuente oral o escrita previa. Lo único que corre de su cuenta es la
copia de esa historia. Ejemplo:
Como oficial del ejército francés, me tocó asistir al sitio de Zaragoza. Pocos días después de la toma de la ciudad, habiendo
avanzado hasta un lugar algo apartado, descubrí una casita de muy buen aspecto, que en un principio pensé no habría sido
visitada aún por ningún francés (…). En un rincón advertí, sin embargo, esparcidos por el suelo varios cuadernos escritos, y al
echarles una ojeada comprobé que contenían un manuscrito en español. Aunque mi conocimiento de esa lengua es escaso,
sabía de ella lo necesario para darme cuenta de que era un texto entretenido, en el que se hablaba de bandidos, de almas en
pena, y de adictos a la cábala; pensé que nada mejor que distraerme de las fatigas de la campaña que la lectura de una novela
extraña. Y convencido de que el curioso manuscrito no volvería ya a su legítimo dueño, no vacilé en apropiármelo.
Jan Potocki, Manuscrito encontrado en Zaragoza (1804-1813), “Advertencia”.
-Monólogo interior: también llamado stream of consciousness (flujo de conciencia), es una forma
particular de narración en primera persona, que introduce al lector directamente en la vida interior de los
personajes sin que intervenga el narrador. Pretende trasladarnos los pensamientos del personaje en el
momento en que se están produciendo, por lo que se refleja, incluso lingüísticamente, el desorden de ese
pensamiento en estado puro (puede mezclarse con la narración en segunda persona). Ejemplo:
Sí porque él no había hecho nunca una cosa así antes como pedir que le lleven el desayuno a la cama con un par de huevos
desde los tiempos del hotel City Arms cuando se hacía el malo y se metía en la cama con voz de enfermo haciendo su
santísima para hacerse el interesante ante la vieja regruñona de Mrs. Riordan que él creía que la tenía enchochada y no nos
dejó ni un céntimo todo para misas para ella solita y su alma tacaña tan grande no la hubo jamás de hecho le espantaba tener
que gastarse cuatro peniques en su alcohol metílico contándome todos sus achaques mucha labia que tenía para la política y
los terremotos y el fin del mundo tengamos antes un poco de diversión que Dios nos ampare si todas las mujeres fueran de su
calaña…
James Joyce, Ulises (1922), cap. 18.
-Narrador en segunda persona:
El personaje desdobla su personalidad y habla consigo mismo como si lo hiciera con otra persona. Si se
mantiene durante la mayor parte de la narración, es como si al personaje le fuera contada su propia
historia por sí mismo (por aclarar sus ideas, conocerse mejor, sincerarse consigo mismo…); pero
también es posible que surja sólo en momentos puntuales de estrés emocional o psicológico
(mezclándose normalmente con el monólogo interior). En ambos casos el efecto que produce es de una
intensificación de la subjetividad. También puede surgir en casos en los que el narrador le habla
directamente al lector o busca, a propósito, que este se identifique con un personaje de la novela.
Este narrador típica de la narrativa contemporánea, pero poco frecuente, ya que el lector suele sentirse
aludido inconscientemente por la segunda persona y esto puede llegar a cansar. Ejemplos:
Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie
más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y
barato. Tú releerás. Se solicita historiador joven.
Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores
de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Tres mil pesos mensuales,
comida y recámara cómoda, asoleada, apropiado estudio. Sólo falta tu nombre. Sólo falta que las letras más negras y llamativas
del aviso informen: Felipe Montero. Se solicita Felipe Montero, antiguo becario en la Sorbona, historiador cargado de datos
inútiles, acostumbrado a exhumar papeles amarillentos, profesor auxiliar en escuelas particulares, novecientos pesos
mensuales. Pero si leyeras eso, sospecharías, lo tomarías a broma.
Carlos Fuentes, Aura (1962), cap. 1.
Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Recógete.
Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro
lado siempre está la televisión encendida. Dilo en seguida, a los demás: «¡No, no quiero ver la televisión!» Alza la voz, si no te
oyen: «¡Estoy leyendo! ¡No quiero que me molesten!» Quizá no te han oído, con todo ese estruendo; dilo más fuerte, grita:
«¡Estoy empezando a leer la nueva novela de Italo Calvino!» O no lo digas si no quieres; esperemos que te dejen en paz.
Dorian, sin responder, avanzó con lentitud de espaldas al cuadro y luego se volvió hacia él. Al verlo retrocedió, las mejillas
encendidas de placer por un momento. Un brillo de alegría se le encendió en los ojos, como si se reconociese por vez
primera. Permaneció inmóvil y maravillado, consciente apenas de que Hallward hablaba con él y sin captar el significado de
sus palabras. La conciencia de su propia belleza lo asaltó como una revelación. Era la primera vez. Los cumplidos de
Basil Hallward le habían parecido hasta entonces simples exageraciones agradables, producto de la amistad. (…) Aquello le
había conmovido y, ahora, mientras miraba fijamente la imagen de su belleza, con una claridad fulgurante captó toda la
verdad. Sí, en un día no muy lejano su rostro se arrugaría y marchitaría, sus ojos perderían color y brillo, la armonía de su
figura se quebraría. Desaparecería el rojo escarlata de sus labios y el oro de sus cabellos. La vida que había de formarle el alma
le deformaría el cuerpo. Se convertiría en un ser horrible, odioso, grotesco. Al pensar en ello, un dolor muy agudo lo atravesó
como un cuchillo, e hizo que se estremecieran todas las fibras de su ser. El azul de sus ojos se oscureció con un velo de
lágrimas. Sintió que una mano de hielo se le había posado sobre el corazón.
Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray (1891), cap. II.
-El contrapunto:
Consiste en contar simultáneamente varias historias (o la misma desde diferentes puntos de vista). Los
personajes, tiempos y espacios se entremezclan sin previo aviso, mezclando también distintas
perspectivas narrativas y, por tanto, diferentes narradores (el primero en usar esta técnica procedente de
la teoría musical fue Aldous Huxley, en Contrapunto, 1928).
4. OTRAS TÉCNICAS DISCURSIVAS EN LA NARRACIÓN
Otras técnicas discursivas presentes en la narración son la descripción, el diálogo y, en mucha menor
medida, la exposición y la argumentación.
-Exposición y argumentación: la exposición consiste en presentar el análisis objetivo de una
cuestión determinada y la argumentación, en aportar razones para demostrar un hecho o defender una
opinión con la intención de convencer a alguien. Por tanto, ambas técnicas no son propias de la
narrativa, sino de otros tipos de textos como los científicos, los periodísticos o los ensayísticos. Sin
embargo, esto no quiere decir que no se usen a veces en la narración, por parte de un narrador
omnisciente o poniendo en boca de los personajes exposiciones y argumentaciones, como ocurre por
ejemplo con la llamada “novela de tesis”.
-Diálogo: en las obras narrativas, el uso del diálogo significa que el narrador disimula su presencia para
dar la palabra a los personajes de un modo similar a lo que ocurre en teatro.
Los diálogos sirven para caracterizar a los personajes, hacer progresar la acción y proporcionar realismo
al relato. En la narración, existen varias formas de reproducir el diálogo (o el monólogo, que al fin y al
cabo es una forma de diálogo del personaje consigo mismo):
*Estilo directo: se reproduce totalmente y sin modificaciones las palabras del personaje que habla. Para
ello se recurre a verbos de habla (verbos dicendi) que introduzcan lo que va a decir el personaje. Se
transcribe precedido de dos puntos y entre comillas o con un guion. Ejemplo:
*Estilo indirecto: el narrador selecciona, resume e interpreta el habla y/o los pensamientos de los
personajes. Para ello, es necesario usar una fuerte subordinación sintáctica a través de las conjunciones
“que”, “si” o proposiciones interrogativas indirectas. Ejemplo:
Mejor que nunca lo conoció cuando hubo que dar la gran batalla para trasladar al caserón de los
Ozores el nido del amor adúltero. (…) Ana se negaba a acudir a un rincón de amores que Álvaro prometía buscar; el mismo
Álvaro confesaba que era difícil encontrar semejante rincón seguro en un pueblo tan atrasado como Vetusta. (…) No había
más remedio que tomar por asilo el caserón de los Ozores. Era lo más seguro, lo más tranquilo, lo más cómodo. Comprendía
Álvaro los escrúpulos de Ana, pero se propuso vencerlos y los venció. (…) A don Álvaro se le ocurría que sin tener de su
parte a una criada, a la doncella mejor, era todo sino imposible muy difícil; pero ni siquiera se atrevió a proponer a Anita su
idea; la vio siempre desconfiada, mostrando antipatía mal oculta hacia Petra, y comprendió además que era muy nueva la
Regenta en esta clase de aventuras, para llegar al cinismo de ampararse de domésticas, y menos sabiendo de ellas que eran
solicitadas por su marido.
Clarín, La Regenta (1884-1885), cap. XXIX.
*Estilo indirecto libre: el narrador cuenta los pensamientos del personaje como si estuviera dentro de su
mente. El resultado es un discurso ambiguo o híbrido, en el que no se sabe muy bien si lo que leemos es
la voz del narrador o del personaje. El uso de la tercera persona y del pretérito imperfecto de indicativo
son característicos de este estilo. Podemos identificarlo porque, normalmente, ante los pensamientos de
los personajes podría colocarse la expresión “pensó que”. Ejemplo:
Quería ir a Marte en el cohete. Bajó a la pista en las primeras horas de la mañana y a través de los alambres les dijo a gritos a
los hombres uniformados que quería ir a Marte. Les dijo que pagaba impuestos, que se llamaba Pritchard y que tenía el
derecho de ir a Marte. ¿No había nacido allí mismo en Ohio? ¿No era un buen ciudadano? Entonces ¿por qué no podía ir a
Marte?
Ray Bradbury, “El contribuyente”, Crónicas Marcianas (1959).
*Estilo directo libre: las voces de los personajes se insertan directamente en el discurso del narrador, sin
previo aviso, sin verbos de habla, dos puntos, comillas ni guiones. Ejemplo:
Piensa: no hay solución. Ve una larga cola en el paradero de los colectivos a Miraflores, cruza la plaza y ahí está Norwin, hola
hermano, en una mesa del bar Zela, siéntate Zavalita, manoseando un chilcano y haciéndose lustrar los zapatos, le invitaba a
un trago. No parece borracho todavía y Santiago se sienta, indica al lustrabotas que también le lustre los zapatos a él. Listo
jefe, ahoritita jefe, se los dejaría como espejos, jefe.
Mario Vargas Llosa, Conversaciones en la catedral (1969), libro I, cap. 1.