Articulo La Pulsion Respiratoria en Psicoanalisis 2004
Articulo La Pulsion Respiratoria en Psicoanalisis 2004
Articulo La Pulsion Respiratoria en Psicoanalisis 2004
Introducción
Al menos en dos oportunidades Jacques Lacan sostiene que existe cierto desinterés
por el estudio de la erogeneidad respiratoria, la que, consecuentemente, es muy poco
conocida. En una lo afirma respecto a la importancia dada a lo respiratorio por el sujeto
humano hablante (cabe aclarar, aunque él no lo haga, que se refiere al sujeto de la cultura
europea occidental), en comparación, por ejemplo, con los excrementos.2 En otra indica que
la erogeneidad asociada a la respiración está mal estudiada, en este caso, por los
especialistas.3
Intentaré hacer progresar la comprensión de la erogeneidad respiratoria en torno a la
pregunta por si ella puede adquirir el estatuto de lo que en psicoanálisis lacaniano se entiende
por pulsión; en este caso, una pulsión pnuemática o, como prefiero expresarlo por el
momento, una pulsión respiratoria.
En variadas ocasiones, un número importante de psicoanalistas propuso aumentar la
lista de las pulsiones reconocidas en psicoanálisis. Ello favorecido por el hecho de que no
existe un conjunto (tanto en lo que hace a número, como a tipo) de pulsiones aceptado por la
totalidad de los autores, ni siquiera por la mayoría, ni aún en el seno de cada obra personal.
Entonces, se pueden plantear las siguientes preguntas: ¿cuántas pulsiones hay?, ¿cuáles son
las verdaderas pulsiones?
¿Son las pulsiones de dos tipos? Tal el caso de las pulsiones de vida y de muerte.
Sigmund Freud propone, a lo largo de su extensa obra, una dualidad fundamental de las
pulsiones. Pero el número de dos se aplica según él a grupos, tipos o variedades de pulsiones.
De tal forma que los conjuntos pulsionales incluyen variadas pulsiones, como, por ejemplo,
las pulsiones de autoconservación, de apoderamiento, de comunicar, de investigar, de saber,
de poder, sociales, etc. Complica el panorama de sus concepciones, la postulación de las
organizaciones orales, anales y genitales de la libido, que lleva a muchos autores a considerar
a tales organizaciones como pulsiones; oral, anal y genital respectivamente.
1
Steiner, George, Antígonas. La travesía de un mito universal por la historia de Occidente, Gedisa, pág. 243,
Barcelona, 2000.
2
Seminario 10, La angustia, inédito, clase n° 23 del 19 de junio de 1963.
3
La subversión del sujeto..., Escritos 2, Pág. 797, Bs. As., 1992.
2
¿Son las pulsiones en número de cuatro? Lacan sostiene que su número es limitado
(igual que para el objeto) y que él es cuatro (un número de gran importancia en relación a la
estructura tal como él la postula). Así serían exclusivamente reconocidas como tales la
pulsión oral, la anal, la escópica y la invocante; aunque él mismo sostuvo en varios textos
otros tipos de pulsiones, como, por ejemplo, la pulsión sado-masoquista. A su vez,
considerando a las pulsiones en número de cuatro, ellas se ordenan en dos pares (las primeras
asociadas íntimamente a la demanda y las segundas al deseo), que no se adecuan a la
oposición fundamental entre las de vida y las de muerte propuesta por Freud.
¿Opera en general, para Lacan, la oposición freudiana de pulsiones de vida y de
muerte? ¿Es para él la pulsión de muerte una pulsión, o más bien se trata de la compulsión a
la repetición derivada de la propiedad del orden significante? ¿O es otra la forma de articular
la pulsión en general con la muerte? Respecto de las pulsiones de vida y en especial del Eros
unificante, su rechazo es indiscutible, por más esfuerzo que pongan muchos autores
lacanianos en borrar las diferencias entre Freud y Lacan; más aún, para Lacan la pulsión de
vida es lo que se encuentra fundamentalmente perdido para el sujeto humano hablante.
Otros autores han propuesto la existencia de las más variadas pulsiones. Por ejemplo,
Gerard Haddad propone la pulsión de caminar; Pierre Legendre la pulsión de asesinar, etc.
No me parecen propuestas serias. No por el hecho de que ni Freud ni Lacan, ni ningún otro
gran maestro las haya propuesto, sino porque no se hace, al proponerlas, una utilización seria
y rigurosa de la noción de pulsión, ni se debate qué propiedades o condiciones debe poseer
algo para ser concebido como pulsional. Para colmo, tales supuestas pulsiones carecen de las
principales propiedades de lo que se denomina pulsión y los autores hacen caso omiso de
ello.
Para evitar caer en las mismas maniobras que critico, en la propuesta de la existencia
de una pulsión respiratoria realizaré un recorrido, que aunque parcial, intente contextuar
teórica y clínicamente la hipótesis.
En el caso que los argumentos no resulten convincentes4 como para sostener la
existencia de una pulsión respiratoria, al menos intentaré favorecer el estudio y la discusión
en torno de la importantísima y muy desatendida cuestión de la respiración en el mundo
humano.
Para tal fin, propongo avanzar siguiendo el siguiente recorrido:
1. Replanteo de la pregunta ¿qué se designa mediante el concepto de pulsión en
psicoanálisis? Haciendo pie en las enseñanzas de Lacan, especialmente utilizando los
desarrollos de: a) Subversión del sujeto..., b) Posición del inconsciente, Del trieb de
Freud y del deseo del psicoanalista, el Seminario 11 sobre los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis y c) el Seminario 16 “De otro al Otro”5; estableceré
importantes distingos con lo sostenido por S. Freud y grandes diferencias con lo que
suele entenderse en general por pulsión en la comunidad psicoanalítica (con menos
diferencias entre escuelas de lo que se supone) y sobre aquello en que se sostiene la
opinión más difundida en la sociedad occidental en general.
2. Estudio de lo elaborado por S. Freud en torno a la respiración y cuestiones afines.
3. Análisis de la relación entre la angustia y la respiración.
4
Los mismos ya han sido presentados y discutidos previamente en varios ámbitos distintos: en un curso de
posgrado anual en la Facultad de Psicología de la U.B.A. durante el año 1999; en el curso por Internet en el sitio
Psiconet durante el 2000; en un Coloquio Abierto de Apertura, Sociedad Psicoanalítica de La Plata en el 2001 y
en el trabajo de investigación con un grupo de psicoanalistas que trabajó durante dos años el tema de la pulsión
respiratoria.
5
Dejo para la sección donde propongo la pulsión respiratoria el análisis de lo sostenido por Lacan sobre la
pulsión en los Seminarios 9 y 10.
4. Estudio de los motivos posibles del olvido y del desinterés del lego y del especialista
por la erogeneidad respiratoria.
5. Planteo del núcleo del argumento: la postulación de la pulsión respiratoria.
6. Articulación de: la fórmula de la pulsión (S D), el Otro (A) en la pulsión
respiratoria, la atmósfera, el objeto a y la realidad.
7. Puesta a prueba de los argumentos en la clínica psicoanalítica.
de “las neurosis tóxicas y traumáticas”.6 Especialmente rechazo el uso de pulsión para dar
cuenta de los casos que no progresan o de reacción terapéutica negativa.
Propongo designar a todos los desarrollos que hacen de la pulsión una noción
derivada de la biología, o del cuerpo real, que explica lo desmesurado, como una maniobra
psicologizante. Plantearé, justamente, todo lo contrario: la noción de pulsión es específica al
psicoanálisis y a la práctica psicoanalítica en la medida en que ella designa la posición que
supone en el origen de todo lo pulsional al sujeto del inconsciente.
En su actitud de apertura inusitada, S. Freud descubrió algo absolutamente nuevo y
operó sobre eso desde una perspectiva inédita. En la crítica que propongo en relación a la
pulsión (el concepto más fundamental pero el más oscuro del psicoanálisis), no rechazo ni su
hallazgo, ni, menos aún, su posición ética frente a ello. Retomo la dirección de su búsqueda
tal como la encuentro en mi lectura de Jacques Lacan, en especial cuando: a) evita derivar lo
pulsional de un efecto de una energía o tendencia biológica que emana del cuerpo, b) la
postula como el efecto sobre lo humano causado por el orden significante y la demanda, y c)
que determinan coordenadas estructuradas de la relación de la así creada subjetividad, con el
Otro, A. Se trata del inconsciente y su relación con el cuerpo real, la sexualidad y el
problema de la satisfacción.
Para comenzar a establecer aquello que sí entiendo por pulsión, siguiendo como ya
dije las enseñanzas de Lacan, propongo como dato inicial recordar que la noción de pulsión
propuesta por S. Freud responde a lo más específico de los problemas hallados en la práctica
clínica psicoanalítica de las neurosis de transferencia, especialmente, en relación a los
obstáculos en la dirección de la cura y el fin del análisis. Luego, la pérdida del sistema de
diferencias y especificidades causada por el sentido común y la ideología imperante sobre lo
humano, hizo que se utilice a la pulsión para dar cuenta de lo que, justamente, no es esa
clínica psicoanalítica.
¿Qué sí es pulsión? O, mejor planteado: ¿a qué conviene designar mediante el término
pulsión, para conservarlo por fuera de la maniobra psicologizante? Elegí la siguiente
modalidad de plantearlo: tomaré los tres segmentos seleccionados de la enseñanza de Lacan,
que se encuentran entre los lugares más específicos e importantes para poder establecer su
concepción de la pulsión, uno a uno, e iré estableciendo las propiedades y características
fundamentales por él establecidas conjuntamente con el análisis de sus definiciones. Aunque
he seleccionado las citas que estimo de máxima importancia, obviamente no cubren la
totalidad de lo sostenido por Lacan sobre la pulsión, ni siquiera voy a poder recoger todo lo
que él enseña en esos textos; pero no existe otra forma de proceder. Consideraciones y
rectificaciones importantes realizadas por Lacan sobre, por ejemplo, la energía y otros temas
quedarán necesariamente por fuera de mi exposición en relación a su teoría sobre la pulsión.
La noción de pulsión que sostengo, ya lo afirmé, es la que leo en las enseñanzas de J.
Lacan. Para dar una versión precisa y sucinta voy a limitarme a utilizar los textos arriba
indicados, tal selección de textos está justificada por las siguientes razones:
a) Comienza por Subversión del sujeto... debido a que: 1) es allí donde aparece la indicación
referida a la falta de investigación de la erogeneidad respiratoria, causa de este texto; 2) es en
Subversión donde Lacan presenta formalmente a la pulsión como (S D) y como tal toma un
lugar en el grafo del deseo. Esta localización es la primera realización por parte de un
psicoanalista de la modalidad de presentar y concebir a las nociones del psicoanálisis sólo en
función de la articulación entre ellas, lo que implica un intento de erradicar toda
sustancialización de las mismas; 3) ya a la altura de este escrito, Lacan rompió con los
tiempos del Edipo, lo que significa: dejar caer la función de la maduración en la perspectiva
6
Como lo propone David Maldavsky en Pesadillas en vigilia, (quien entre otros, ha explorado el tema motivo
de esta comunicación, pero que designa como “investidura respiratoria”).
evolutiva; operar plenamente con la metáfora paterna y el objeto a, dejando atrás los
argumentos de los Seminarios 4, 5 y 6 (¡tan dispares en lo sostenido por Lacan en relación a
Freud en los escritos de los mismos años!); esto le permite una teoría novedosa sobre la
pulsión, que si bien prosigue el hilo planteado por Freud, se distingue de lo que él sostuvo en
forma precisa.
b) Exploro, a continuación, en detalle los argumentos sobre la pulsión presentes en Posición
de inconsciente, Del Trieb de Freud y del Deseo del Psicoanalista y del Seminario 11. Este
conjunto de textos de la misma época, es fundamental y el más importante para el
establecimiento de la concepción lacaniana de la pulsión. Ello es así, debido a que: 1) a esta
altura de los acontecimientos, Lacan, no sólo se ha desprendido totalmente de la teoría del
padre sostenida por Freud, sino que también ha cortado con la I.P.A. a consecuencia de su
“excomunión”, lo que le permite una disposición de la palabra o un cambio de estrategia
enunciativa, que se manifiesta en la exposición de una concepción distinta a la de Freud
explícitamente presentada; tal como en el caso de “El inconsciente freudiano y el nuestro”; 2)
en este período se produce, a mi entender, un punto de arribo en las elaboraciones de Lacan
sobre la pulsión, que permite afirmar la existencia de una teoría acabada sobre la misma (lo
que no impide que él prosiga su trabajo ni que nosotros continuemos la investigación, sino
que Lacan ya logró dar dos vueltas completas en torno a lo que quería decir al respecto).
c) Concluyo con el Seminario 16, debido a que allí Lacan retoma y articula casi todos los
argumentos por él elaborados mediante la noción de pulsión, articulándolos de una forma que
vale la pena aprovechar como cierre provisional del recorrido. A partir de esta época la
concepción de la pulsión se mantiene, en términos generales, estable.
Para la presentación de mi lectura de estos textos no procederé a la cita, sino que
comentaré, analizaré y, en muchos casos, recurriré a la paráfrasis.
significado proviene de “código” y designa una tablilla que sirve para modificar un
testamento. Así el término y el ejemplo remiten a la muerte real y a la muerte en su
valor simbólico. Cabe recordar que Lacan articula de una forma notablemente
novedosa en psicoanálisis a la pulsión con cierta función o característica del Otro, A,
que viene a reemplazar en sus concepciones a la noción de código en la teoría de la
comunicación y que va a proporcionar una de sus principales concepciones de la
pulsión.
Definición de pulsión. A partir de la pregunta por el estatuto subjetivo de la cadena
significante en el inconsciente, es decir, planteada la pregunta (necesariamente en
análisis) por lo que sostiene, soporta, lleva (supporter en francés) al sujeto en el
inconsciente; que no puede ser él mismo en tanto que habla, ya que allí no sabe que
habla, ni lo que dice, ni siquiera que allí se dice; en análisis la respuesta la provee el
concepto de pulsión. La pulsión es allí donde se designa, en este caso donde se
localiza al sujeto del inconsciente a través de una ubicación “orgánica”, oral, anal,
etc.; aunque con una condición esencial: esa localización orgánica para ser habitada
por el sujeto del inconsciente, debe “estar tanto más lejos del hablar cuanto más
habla”. O sea, que si bien el sujeto no sabe que eso-ello habla, lo hace y en una
relación inversamente proporcional con lo que el sujeto de la experiencia sabe. En
este sentido la pulsión es lo más oscuro para el propio sujeto, que no debe confundirse
con operar con oscurantismo en la teoría psicoanalítica.
Articulación de la pulsión con la función del Otro. Lacan es el primero en articular a
la pulsión con la función del Otro, A. Primera consecuencia: se trata entonces de
significantes, ya que el A es definido y articulado en Subversión... como “tesoro del
significante”. Un tesoro es: un lugar (por ejemplo, el tesoro de un banco), que
contiene un gran valor, pero que ese valor no puede ser total (piénsese en cualquier
objeto de valor, por ejemplo, el oro, si se pudiese concentrar todo el oro del mundo en
un único lugar, el oro así acumulado perdería todo valor de intercambio). Por otra
parte, un significante es un elemento imposible de pertenecer a un código, ya que en
cuanto tal no significa nada. Así el valor queda concebido como no total y
dependiente de la articulación al lugar de los significantes. El A es, entonces el tesoro
del significante, pero así es definido su lugar en el piso inferior del grafo. En el piso
superior y del mismo lado, el tesoro del significante se escribe (S D). Lacan
distingue las dos modalidades del tesoro del significante, indicando que la del piso
inferior es sincrónica (el A posee una estructura sincrónica, no evoluciona, está todo
él junto desde el principio, lo que es difícil de concebir pero que es un axioma
fundamental de la teoría de Lacan), mientras que en el piso superior, en el lugar
donde se localiza la pulsión, es diacrónica. Si se trata del sujeto del inconsciente en el
inconsciente, el sujeto está desvanecido y la demanda también, por lo tanto, resta la
gramática: el sujeto, el objeto y el verbo (la acción) en la diacronía de la cadena
significante.
La localización corporal indicada no es la que habitualmente se postula como una
exigencia de trabajo que proviene de lo corporal biológico, una energía cinética
proveniente de la sustancia viva. En realidad Lacan invierte los términos al proponer
que la pulsión habita una función orgánica. Esta última, como tal, es un real del
cuerpo biológico y la pulsión (la localización en el inconsciente del sujeto
inconsciente) se aloja, ¿o habría que decir invade?, en alguna función de aquél; pero
se distingue netamente, dado que lo que caracteriza a la pulsión, a diferencia de la
función orgánica, es el artificio gramatical. Así los ciclos biológicos, por ejemplo, del
hambre o de la sed, deben ser reemplazados plenamente por algo absolutamente
artificial: las reversiones gramaticales (chupar, chuparse, ser chupado; mirar, mirarse,
ser mirado; etc.).
Además, la pulsión aísla del metabolismo de la función una zona parcial que como tal
no puede ya responder a ninguna necesidad y, por otra parte, se introduce un corte no
natural en el cuerpo: es la delimitación de la zona erógena que aprovecha y
transforma un agujero real ofertado por el cuerpo biológico.7 Todos los bordes
anatómicos pueden cumplir la función de sede de la pulsión. Es al confeccionar su
lista que Lacan propone estudiar la erogeneidad respiratoria, debido a que es un hecho
la existencia de los agujeros de la nariz, la boca y la garganta.
El corte. El aislamiento introducido por la pulsión, que más adelante articularé a la
condición del sujeto del inconsciente, implica el funcionamiento de un corte. El corte
opera tanto en el aislamiento de una zona corporal, que circunscribiendo como línea
cerrada de Jordan, un agujero lo convierte en zona erógena, como a nivel del objeto.
El objeto de la pulsión se caracteriza por ser producto también del corte: pezón,
escíbalo, etc., se caracterizan por la cisura.
El objeto. Respecto del objeto, en Subversión... Lacan enseña además, que el mismo
carece de imagen especular. O sea, ambas propiedades del objeto se articulan a la
topología; tanto el corte recién descripto como la no especularidad son propiedades
topológicas. La especularidad se refiere a todos aquellos objetos que colocados frente
a un espejo producen una imagen que puede ser el producto de una transformación
topológica (esto es: bicontinua y biunívoca) de ellos. La banda de Moebius, por
ejemplo, es no especularizable, ya que una banda con torsión izquierda produce frente
al espejo una con torsión derecha, la que no es posible de producir mediante una
transformación topológica de la anterior. El objeto de la pulsión se caracteriza por no
ser especularizable, esto es, no puede ser en sí ningún objeto natural. Entonces, todo
objeto tridimensional que pueda ser utilizado para producir cualquier efecto en un
agujero corporal no es, específicamente hablando, un objeto pulsional. Por otra parte,
el no poseer imagen especular asocia al objeto con el sujeto del inconsciente, para el
cual el objeto pulsional funciona como una estopa muy peculiar. Por otra parte, se
entiende así la trascendencia en el mundo humano de la imagen especular: da
vestimenta a aquello que es no especularizable. ¿Qué sucede, con relación a la
especularidad, con el pezón o el escíbalo? Faltan aún los argumentos para
establecerlo, es necesario el recorrido en torno a los argumentos del Seminario 11.
Las dos dimensiones del corte caracterizan a la pulsión como necesariamente parcial.
Parcial respecto de la función orgánica: no satisface, por ejemplo, al hambre; parcial
respecto del conjunto de órganos asociados para satisfacer una necesidad: el aparato
digestivo será sustituido por la zona erógena que sólo será un corte establecido en
torno a un agujero, no más que ello y, finalmente, el objeto también inscribe en sí esta
función de ser una parte, como el pezón del pecho. El imaginario de la castración se
sostiene en la medida en que ciertos órganos favorecen la imagen de su sección y,
consecuentemente, su condición de seccionables.
7
Cuando la localización y el aislamiento introducido no respeta la oferta de los agujeros reales del cuerpo, se
trata de una respuesta psicosomática.
8
A pesar de lo cual, mediante el recurso actual a las necesidades corporales, al trabajo exigido por el cuerpo, a
la energía psíquica, etc., una gran cantidad de psicoanalistas retornan a una concepción instintivista, muchos de
ellos sin saberlo.
dificulta o, más aun, impide el desarrollo de una lógica en la cual pueda inscribirse el
objeto a como la parte perdida de sí mismo, que el sujeto, esencialmente agujereado,
va a buscar en el campo del Otro.
A partir de aquí, voy a presentar las elaboraciones de Lacan respecto al circuito
pulsional, mediante una serie de pasos:
1) Concepción del significante y del sujeto. Un significante sólo existe en la medida en
que se articula con otro, y un sujeto es lo que un significante representa frente a otro.
Como se observa con claridad, ambas definiciones se reclaman mutuamente.
2) Entre los dos elementos se establece un recorrido circular, constituido, para el par de
significantes, por anticipación y retroacción; y para el sujeto, por alienación y
separación. Tal recorrido circular crea un intervalo, que puede ser considerado como
lo más específico, tanto de la articulación significante como del sujeto.
Topológicamente hablando el recorrido circular posee la estructura de una línea
cerrada de Jordan y el intervalo es la superficie circunscripta por ella.
3) Los agujeros reales ofertados por el cuerpo real se articulan con el intervalo creado
por el circuito circular de los significantes y del sujeto. Por tal motivo son elevados a
cumplir una función de la que carecen totalmente en el mundo animal. En la pulsión,
el sujeto del inconsciente se localiza en tales agujeros corporales, los que se
convierten, sólo por este motivo, en zonas erógenas, quedando el sujeto mismo
equiparado a un aparejo agujereado. Así se establece una comunidad topológica entre
los agujeros corporales y el sujeto del inconsciente, planteados por Lacan en el seno
de la estructura fundamental de las relaciones de los campos del sujeto y del Otro.
4) El recorrido pulsional consiste en un trayecto circular. Tal trayecto es la forma en la
que Lacan elabora las reversiones pulsionales propuestas por Freud. El vaivén
pulsional circular se apoya en un agujero del cuerpo.9 En tal recorrido cabe distinguir
entre lo que Lacan designa aim, el trayecto, del goal, consistente en la vuelta sobre sí
mismo o el cierre del circuito circular. Tal cierre entorna al objeto a, saliendo desde el
campo del sujeto hacia el campo del Otro y retornando en forma invertida desde éste
hacia al sujeto.
Se podría decir que el recorrido pulsional se apoya en su borde “externo” en la zona
erógena y en el “interno” en el objeto. Tal como se intenta mostrar en el siguiente
esquema:
9
Lacan propone concebir esta función de apoyo mediante el Teorema de Stokes.
S1 S2
1 2 3 4
10
La articulación de la libido como la laminilla y el objeto a lleva a Lacan a proponer como paradigma de este
último al ludion, en este caso, ludion lógico.
11
Justamente la diferenciación entre perversión y neurosis, radica en la consistencia del objeto en la escena. El
perverso hace del significante del libreto un objeto tridimensional bien al alcance de la mano, mientras que el
neurótico, especialmente el fóbico, hace del objeto un significante.
12
Lo que obliga a plantear la diferencia con el fantasma. Éste último tiene por función, en la concepción de
Lacan, organizar la escena (casi dicho como en el mundo del teatro: tramoya, decorado, practicables, etc.) en la
realidad en la cual está indicado el objeto “del deseo”; como tal es que funciona como soporte del deseo y opera
como velo, que sirve como superficie de proyección y como velo de ocultamiento, del objeto a causa del deseo.
c) Para concluir este recorrido, paso ahora a presentar lo que Lacan desarrolla sobre la
pulsión en el Seminario 16, especialmente en el curso del 5 de marzo de 1969, que me parece
de especial importancia para el tema y, por otra parte, permite articular las dos escansiones
anteriores.
Dentro del esquema de relaciones entre saber y verdad, Lacan sostiene la posición
que afirma que el psicoanálisis implica un saber, un descubrimiento, y tal
descubrimiento son las pulsiones. Ellas son consideradas por él como el medio de
producir satisfacción mediante montajes articulados y articulables. Justamente, las
propiedades de tal satisfacción, son interrogadas mediante la noción de pulsión.
Denunciar el funcionamiento de una pulsión implica sostener que algo se satisface en
eso; ese algo no puede designarse de otro modo que como sujeto ,13 o
sea, como un sujeto supuesto. El término ypokeimenon, significa: yacer, estar debajo,
servir de base, servir de cimientos; estar subordinado, sumiso, sujeto; estar de visita,
estar presente; ser sugerido, etc. Para Lacan, el establecer una pulsión implica
suponer que un sujeto se realiza en ella. La satisfacción pulsional sugiere al sujeto del
inconsciente “por debajo”.14 El suponerlo es la posición del psicoanalista, no del
sujeto que está en análisis; pero si adviene su pregunta por el estatuto del sujeto del
13
M. Heidegger sostiene, a este respecto, que el sujeto, en tanto que sub-iectum, es la traducción e
interpretación latina del griego (Cf. Por ejemplo, El nihilismo europeo, Cap. 15, Ed. Destino,
Barcelona, 2000.)
14
Zugrunde gehen o untergang.
2. Freud y la respiración
Son muchísimos los lugares donde S. Freud se aboca al estudio de los problemas
respiratorios, de los síntomas vinculados a la respiración y cuestiones afines. Pero en esta
sección, sólo presentaré sus argumentos referidos a desarrollos muy puntuales sobre la
respiración y poco tenidas en cuenta por quienes lo continuaron. Para que la presentación sea
lo más acotada posible, la haré considerando su obra en conjunto (sin distinguir textos ni
épocas) y limitada a cuatro rubros. Las cuestiones vinculadas a la respiración que destaco,
son las siguientes:15
Freud articuló las pulsiones a las grandes necesidades corporales, que originan
estímulos endógenos prontos a la descarga. Pero cabe tener presente que para él las
grandes necesidades son: hambre, respiración y sexualidad. Freud no cae en el olvido
de la función de la respiración y la pone en el mismo nivel que el hambre y la
sexualidad, lo que en términos generales, y salvo contadas excepciones, no hace casi
ningún otro psicoanalista ni nadie en general en occidente, si no siente que le falta el
oxígeno o teme que le suceda.
Freud destaca permanentemente la íntima relación entre la angustia y la respiración,
en realidad también a la actividad cardiaca, especialmente en el momento del
nacimiento, que es el evento que deja tras de sí esa huella, que él denomina “angustia
tóxica”. Este vínculo es así fundamentalmente fisiológico.
15
Dejo de lado la sorprendente historia de su relación con Fliess y el tratamiento y concepción que este último
dio a la nariz, el moco y cuestiones afines con la sexualidad humana, su ritmo de 28 días y su relación con la
neurosis.
En torno a esta relación entre angustia y trauma del nacimiento, considerado éste
último como cambio en la modalidad de oxigenación de la sangre, existe una
polémica, planteada por el mismo Freud. Además de la represión orgánica de lo
olfativo, Freud acepta la íntima relación existente entre la angustia (tanto sensaciones
como inervaciones) y el trauma del nacimiento, entendido este último como
arquetipo; sin embargo, en oposición a Rank y su teoría sobre la relación entre el
trauma del nacimiento y la neurosis, Freud establece las siguientes salvedades: a) no
alcanza con el trauma del nacimiento para dar cuenta de la angustia; b) esa es una
explicación exclusivamente biológica insuficiente para dar cuenta de lo psicológico y,
finalmente, c) Freud pone en tela de juicio que el niño recién nacido recuerde como
tal al trauma. Según Freud, no se puede explicar la angustia si no se aplica la noción
de la pérdida de objeto. Él sostiene como fundamental la angustia de castración (que
implica: la sexualidad, la etapa fálica, la amenaza de castración y el superyó, más la
retroacción de este conjunto de elementos articulados sobre el trauma del nacimiento)
y la pérdida del objeto amado. Como se ve, nuevamente se plantea la relación entre la
pérdida del objeto propio (falo) y la pérdida del objeto como otro (la madre).
En torno al problema del malestar en la cultura, Freud desarrolla un concepto, que
quedó bastante desconocido para la posteridad: la represión orgánica. Dado el
alzamiento del ser humano del suelo, por el logro de la bipedestación, se produce por
consecuencia una profunda subversión de valores. El ser humano se “distanció” de los
estímulos olfatorios, sentido rector respecto de la alimentación y la sexualidad para
los mamíferos en general. Tal proceso fue acompañado y consolidado por una
represión (cultural) de la atracción ejercida por los olores, en especial, los olores de
los excrementos de los otros, sentidos como profundamente desagradables. Así la
represión contribuye con el proceso de evolución de la especie. El avance cultural que
acompaña este proceso evolutivo, trajo como consecuencia una desvalorización del
sentido del olfato en general y una imposición muy fuerte de sublimaciones (en el
sentido que S. Freud le da a este término), conformando una estética propia a lo
humano.16 Entiendo que esta función de la “represión orgánica” es un intento
indirecto de Freud de responder a la pregunta (arriba citada) por la causa del olvido de
la función de la respiración. Además, Freud postula que los estímulos visuales
reemplazan a los olfatorios y así en el estado de cultura, lo visual ganaría una máxima
valencia a consecuencia de la represión de lo olfativo.
Otro lugar destacable del estudio freudiano de la respiración, es la íntima vinculación
que él plantea entre las primeras emergencias de las excitaciones sexuales y el espiar
con las orejas el coito de los padres. Sin lugar a dudas, lo que establece
retroactivamente tal investigación es una íntima relación entre la sexualidad y la
respiración, a través de lo que de ella es pasible de ser escuchado: el jadeo. Freud
llega a darle el estatuto de fantasía primordial al deseo de espiar con las orejas la
actividad sexual de progenitores; cabe reconocer que en muchos lugares de nuestra
16
Freud nunca cedió la prioridad de esta conjetura, de lo que estaba muy orgulloso.
3. Angustia y respiración
Como recién planteé, Freud estableció desde el comienzo la íntima relación entre angustia
y respiración. Le daré una vuelta más al tema, considerando lo que Lacan sostuvo al respecto,
conjuntamente con otras articulaciones.
Para comenzar, se debe tener presente que ambos autores han desarrollado gran parte de
lo que sostuvieron sobre la respiración en íntima relación con la angustia, en los textos o
seminarios especialmente dedicados a ella.17
Freud destacó el valor angustiante del ahogo producido en el nacimiento, aunque, como
ya dije, no sólo por eso; Lacan considera a la asfixia del nacimiento como el único y
verdadero trauma del nacimiento,18 rechazando todos los desarrollos que postulan, por
ejemplo, una función a la pérdida del medio acuoso intrauterino; pero en especial
estableciendo que lo traumático no es la separación del cuerpo de la madre. En todo caso el
niño se separa de la placenta, “su” órgano vital que se enraíza en la madre. A partir de esto
último, concluye que si la angustia es una señal que no engaña, es, justamente, señal del
trauma del nacimiento. Pueden ser considerados recordatorios de esto último: la palmada
innecesaria que practicaba el obstetra frente a la espera angustiosa de la primer inspiración
del neonato; la imagen consolidada del padre angustiado que fumando deambula por la sala
de espera y el desahogo de todos frente al primer llanto. La dimensión más real de vivencia
de la muerte se produce en el nacimiento, y su manifestación, asociada a la angustia, es el
grito.
La angustia posee una propiedad que la diferencia de los otros afectos y aún de todos los
penosos: su relación al cuerpo; la angustia se encarna y esto no es una metáfora. La angustia
se localiza en el cuerpo, motivo que justifica la siguiente afirmación de Lacan: un sueño es
de angustia cuando el cuerpo del soñante es tomado, tironeado en la escena del sueño. ¿Por
qué la angustia se caracteriza por localizarse? La respuesta se obtiene si se plantea otra
pregunta: ¿dónde se localiza la angustia? Ella se localiza, todos la localizamos -se podría
decir también, la sentimos- en el “plexo solar”. Como se observa, a partir del trauma del
nacimiento, previo a toda demanda, el sujeto humano localiza una primera angustia en la
zona pectoral-ventral, asociado a lo pulmonar. Con la puesta en funcionamiento del
significante, la angustia ya de castración, sigue localizándose en torno al diafragma, asociada
a la respiración y al ahogo. La angustia es sentida así como una “opresión en el pecho”.
El término mismo de angustia inscribe lo esencial de estos argumentos. Basta recordar la
etimología latina para arribar a las mismas cuestiones. “Angustia” proviene del latín
«angustia», derivado a su vez de «angustus». “Angustus” significa: estrecho, apretado,
17
En el comienzo mismo de la primer clase del seminario sobre la angustia Lacan plantea su sorpresa en
relación a que ninguno de sus alumnos haya articulado la forma del grafo del deseo con “la pera de la angustia”
y “el plexo solar”. Como dice Miguel Cané en Juvenilia, en relación a la “pera de la angustia”: “... rojiza la faz,
a causa de la dificultad para respirar a través de un aparato, rigurosamente aplicado sobre la boca, y cuya
construcción, bajo el nombre de Pera de angustia, nos había enseñado Alejandro Dumas en sus Veinte años
después, al narrar la evasión del duque de Beaufort del castillo de Vincennes.” Tal aparato, muy utilizado en el
medioevo, consistía en una pera de hierro que se introducía en la boca del prisionero para impedirle hablar y
gritar y que pasó a ser un elemento de tortura; Dumas habla de él en los capítulos XXI y XXV. “Plexo solar” es
la red nerviosa que rodea a la arteria aorta ventral, que procede especialmente del gran simpático y del nervio
vago. Los elementos así relacionados son: angustia, cuerpo (pecho-estómago), y respiración.
18
Lo que se asocia al hecho de que la muerte se designe: “expiración”, que proviene de respirar, inspirar y
espirar.
4. Motivos de un olvido
Desde lo que acabo de sostener, sorprende aún más, el olvido al que está sometido lo
respiratorio en el campo psicoanalítico y en occidente en general. ¿Cuáles serán sus motivos?
A partir de los desarrollos freudianos, contamos con su hipótesis sobre la represión
orgánica de los estímulos olfatorios acompañada por la represión cultural del período
evolutivo superado; si bien implica un uso muy laxo de la noción de represión, es innegable
que la potencia de los estímulos olfatorios está muy sometida por las pautas culturales. Basta
con disfrutar El perfume de Patrick Süskind,19 para comprobar que con sólo leer un buen
libro, nuestro mundo es capaz de llenarse sorpresivamente de todo tipo de olores y,
consecuentemente, cambiarse todo el sistema de orientadores de la realidad y vínculos con
los objetos más cotidianos.
Entre los principales motivos de la ausencia de estudio de lo respiratorio como pulsional,
destaco los siguientes: en el seminario sobre el deseo y su interpretación, Lacan sostiene que
no hay corte, salvo excepciones, en lo respiratorio (afirmación que al poco tiempo de
producida él mismo corregirá). Efectivamente, no es fácil concebir una operatoria pulsional
respiratoria, en la medida en que el aire se nos manifiesta como continuo en las tres
direcciones espaciales, o sea, es muy difícil concebir al aire como objeto. El aire, en
apariencia, no es buen tapón del agujero, ya que siendo un “fluido”, complica la concepción
de su entornado por el circuito pulsional. Su condición de invisible, contribuye en la misma
dirección. Tales propiedades lo asocian con la voz y la mirada.
Otra cuestión más debe ser considerada. Tal como afirma Lacan, existe una sinergia20
entre la voz y la respiración. Así la voz tiende a cautivar más al sujeto como objeto y queda
velada a la función de la respiración y la posible localización de cierta función del aire como
objeto. Pero cualquiera que quiere cantar y haya dedicado a esa actividad cierta atención, o
para aquellos muchos sujetos que padecen dificultades, dolores o síntomas en la emisión de
voz, conoce la función fundamental de la respiración, oculta a primera vista por lo
impactante de la sonoridad de la voz y el valor de la palabra.
En lo que respecta a los agujeros corporales sucede lo mismo. La nariz y la boca o, para
ser más específico, las cavidades nasal y bucal, se encuentran en continuidad, lo que permite
que algunas de sus funciones sean confundidas por el hombre común. Así, lo respiratorio
queda olvidado, no sólo tras la voz, sino también, tras lo oral. Ni siquiera esto es todo. Lo
respiratorio también queda oculto tras el sentido del olfato. Al convergir tantos elementos
significativos en una misma zona del cuerpo y una misma actividad, depende mucho de la
valorización social, y de cada uno dentro del consenso cultural.
Otro motivo del olvido y el retraso en la concepción de una posible pulsión respiratoria,
consiste en que la cavidad nasal es un órgano totalmente inmóvil, lo que impide reconocer
19
No es casual que este autor alemán, ambiente en Francia de S. XVIII su novela, cuyos habitantes tienen
ganada una fama en torno a los olores y los perfumes.
20
Sinergia significa: la acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales
y, en fisiología, el concurso activo y concentrado de varios órganos para realizar una función.
allí el hacer pulsional; aunque justamente a causa de ellos, está más ofertado para alojar al
sujeto acéfalo.
Finalmente, el último motivo que señalo como explicativo del olvido de la trascendencia
de lo respiratorio en el mundo pulsional humano, es que la respiración es una función
involuntaria. En la medida en que respiramos, por ejemplo, mientras dormimos o en estado
inconsciente, a diferencia de las funciones orgánicas sometidas al control, disciplina y
educación, como lo oral o lo anal, y por lo tanto “voluntarias”, se produce una supuesta
diferencia, según la cual las segundas pueden albergar con más facilidad al sujeto del
inconsciente. Justamente sostengo todo lo contrario. Lo respiratorio es más apto para
localizar al sujeto del inconsciente en el inconsciente, debido al sistema múltiple de
ocultamiento que lo caracteriza. En la clínica con sujetos que padecen de síntomas
respiratorios, síntomas en el uso psicoanalítico del término, es frecuente encontrar asociadas
al padecer, las siguientes preguntas, sorprendentemente idénticas en muchos sujetos: ¿Por
qué hay que respirar?21 ¿Podría dejar de respirar? ¿Qué sucedería si dejo de respirar? En
todas estos interrogantes se verifica la existencia, en torno a lo respiratorio, de una trama apta
para presentar al sujeto en la misma medida en que se lo oculta.
5. La pulsión respiratoria22
Luego de esta larga preparación, llegó la hora de presentar el núcleo de la propuesta.
Como ya dije, la misma partió, para mí, de las indicaciones de Lacan, aunque ya me había
encontrado con el problema y no sólo como psicoanalista. A partir de ellas y en función de
mi clínica y del estudio sistemático del problema, he concluido en la validez de la propuesta,
su coherencia con los principales postulados del psicoanálisis y su potencia en la clínica.
Todo conduce a aceptar la posibilidad del funcionamiento pulsional en torno a la
respiración. Partiendo de su alta significación como necesidad, que permite dar cuenta de su
trascendencia para la subjetividad que es atraída por esta función vital, (el que se la olvide se
articula perfectamente con su condición de inconsciente); que se caracteriza por una íntima
relación con la muerte, siempre actualizada en lo respiratorio, y el trauma del nacimiento; la
posibilidad de una precisa localización de un agujero corporal (en este caso dos: boca y
nariz) que funciona como zona erógena, con la siguiente característica a destacar: uno de
ellos, la nariz, al igual que el oído, no se cierra;23 un hacer específico, el respirar, que permite
articular con lo pulsional, donde el ida y vuelta pulsional están notablemente favorecidos por
el hecho de la escansión entre inspiración y espiración. A nivel de la pulsión respiratoria, las
inversiones están doblemente facilitadas, no sólo por lo recién dicho, sino además por el
hecho de que lo normal es inspirar por la nariz y espirar por la boca, lo que puede invertirse.
Piense el lector en sí mismo o consulte con sus allegados y se sorprenderá del número de
sujetos que han invertido su respiración sin siquiera darse cuenta. Además de esto, la
respiración habilita una gama notablemente extensa y extendida de fenómenos, que
presentaré oportunamente. La lista de posibilidades de síntomas brindada por lo respiratorio,
como se verá, es llamativamente amplia en comparación, por ejemplo con lo oral o anal;
21
S. Freud también conoció un caso, al menos, en el que se manifestó esta pregunta. Lo publicó como
observación 7 en Obsesiones y fobias.
22
Luis Delgado y Graciela García hicieron en 1992 una propuesta en apariencia muy similar a la que hago
mediante la expresión “pulsión respiratoria”, pero las diferencias son sustanciales. Ellos, en su libro La etapa
nasal, proponen la existencia de una fase o etapa nasal preoral. Su planteo de corte psicoanalítico gira, a pesar
de ello, en torno a la idea de instinto. La respiración sólo vale en su planteo como base de la sobrevida y la
etapa o fase nasal que ellos proponen, opera sobre la base del objeto “olor” que sería la primer fuente de goce y
placer.
23
Esto lo sostengo a pesar de que Lacan afirme en el Seminario n° 11 que el único agujero que no se cierra a
nivel del inconsciente es el oído.
además de las manipulaciones que posibilita la nariz, como el tan frecuente “escarbarse la
nariz”.
Existen también problemas para aceptar la propuesta de una pulsión respiratoria. ¿Cuál
sería su objeto, si se reclama de él que implique un corte equivalente al que manifiestan el
pezón o el escíbalo? ¿Dónde o en qué localizar la función del Otro, A, que destaqué como
fundamental en la pulsión y requerido para diferenciarla de las meras prácticas autoeróticas?
Más aún, como ya afirmé, el propio Lacan se opone indirectamente, en su Seminario 6, a la
posibilidad de la existencia de una pulsión respiratoria.
Voy a tomar aquí sus salvedades para proseguir analizando mi propuesta. Para Lacan, en
ese seminario, lo que caracteriza al objeto pregenital es que el sujeto se corta de él. El estadio
sádico-oral indica que el sujeto “se muerde y corta una parte de él” El destete para Lacan, a
diferencia de lo que se entendió y aceptó en el movimiento psicoanalítico, no consiste en que
el niño sea destetado, sino en que el niño se desteta, lo que implica un deseo del destete que
está en la base de la teoría de la anorexia mental de Lacan. Los objetos orales y anales
manifiestan en su estructura la factibilidad de ser cortados, separados24 del sujeto, en la lógica
de lo cesible. Tal factibilidad del corte es lo que hace que estos objetos sean elegidos para
inscribir el corte del propio sujeto y explica su alta significatividad en el mundo humano.
Aquí es donde aparece el problema. Llegado a este punto, en la clase del 20 de mayo de
1959, Lacan rechaza que en la elección del objeto se trate de una función vital; si así fuese,
enseña que la primera a ser considerada debería ser la respiración. Pero Lacan rechaza la
posibilidad que la respiración se convierta en algo pulsional y que, consecuentemente, aporte
una modalidad del objeto a. Ello debido a que la respiración no conoce según sus
elaboraciones de ese momento en ninguna parte, la posibilidad de introducir el elemento de
corte. Salvo excepciones, para Lacan la respiración se caracteriza por el ritmo, la pulsación y
la alternancia vital. Lo neumático no se escande y así no inscribe el intervalo, el corte,
fundamento de lo pulsional.
Sin embargo, en poco tiempo, Lacan se rectifica en este punto. En septiembre de 1960, o
sea, en sólo un poco más de un año, Lacan se corrige y, fundamentalmente, encuentra la
solución a un problema mucho más basto. Sosteniéndose en que el rasgo del corte prevalece
como propiedad del objeto, lo que lo convierte en parcial, en Subversión del sujeto...,
construye una lista de objetos pulsionales, donde se evidencia que Lacan incorpora lo que en
su apariencia es un flujo; tal lista es la siguiente: pezón, escíbalos, falo (como objeto
imaginario), flujo urinario. La lista se completa con: fonema, mirada, voz y nada (le rien).
Evidentemente, Lacan abandonó el requisito de la presencia de un surco en el propio objeto
tridimensional. Pasa por la maniobra del sujeto supuesto la existencia del corte entendido
como línea cerrada de Jordan. El flujo urinario, la voz y la mirada, para hacer de ellos un uno
contorneable, requieren de un corte, pero éste es función del significante y no requiere de
propiedades intrínsecas de aquellos como objetos reales. En ese escrito y en torno a este
problema Lacan propone estudiar la erogeneidad respiratoria,25 y la solución que él aporta a
la aparente ausencia de corte provisto por lo respiratorio, consiste en la consideración del
“espasmo”.
El espasmo, la contracción brusca, violenta e involuntaria de uno o varios músculos, se
asocia, en especial, aunque no exclusivamente, a lo respiratorio.26 El bostezo, el estornudo, la
agitación, el sollozo, son los tipos más comunes de espasmos y participan de la clínica aquí
24
Para Lacan la separación, en la dialéctica de la alienación y la separación, no significa, como todo el mundo
cree, la separación del Otro, sino la separación del objeto; tal como lo propuso Freud en La escisión del yo...
25
Debo reconocer que en la lista de zonas erógenas, Lacan no incluye el agujero de la nariz o cualquier otro que
se pueda establecer en la “bomba respiratoria”.
26
En el Diccionario de Autoridades figuran dos acepciones de espasmo, una de ellas es: “Sirve al dolor de
costado, de pecho.”
considerada. El término “espasmo”, proviene del latín vulgar «pasmus», del clásico
«spasmus», que a su vez es un derivado del griego «spasmós», que de «»27, significa:
arrancar, tirar de; en su etimología, este término griego, valía también por “tejidos
desgarrados”.28 En medicina significaba: tirar de, sacar y sorprendentemente para el
desconocimiento reinante sobre este tema: arrancarse algo propio. Esta acepción es
notablemente próxima a lo que se pretende sostener con la noción de objeto pulsional como
cortado del sujeto en su cuerpo.
La selección de los términos por parte de Lacan siempre sorprende por la profunda
riqueza que su estudio depara. En este caso, hay aún más para aprovechar de espasmo,
debido a que pertenece a la misma familia de palabras que “pasmado”, que se utiliza como:
dejar, quedarse, estar atontado (por ejemplo: “Me dejó pasmado su atrevimiento”, “Estoy
pasmado de ver tus progresos”, “No te quedes ahí pasmado y ayúdanos”); sin comprender o
sin saber qué hacer; asombro; admiración o extrañeza tan grandes que dejan sin saber qué
hacer o qué decir. En francés (spasme) es también utilizado como “desfallecer”. Así lo
respiratorio, a través del espasmo que lleva al pasmado, provee una dimensión específica del
fading, afánisis o desvanecimiento del sujeto, que es justamente la modalidad requerida para
la “presencia” del sujeto en la pulsión.
No sólo el espasmo resuelve el problema de la falta de corte aparente a nivel de lo
respiratorio, sino que además indica al sujeto del inconsciente en el inconsciente de una
forma sumamente contundente, al dar cuenta del sujeto “en su inefable y estúpida
existencia”. Estúpida existencia, que equivale al sujeto “béante”, que en castellano se expresa
“boquiabierto”, el sujeto localizado en la hiancia; que aquí es expresado al nivel más
íntimamente pulsional como pasmado.
Además, el objeto en la pulsión respiratoria quedaría también comprendido a través del
espasmo como corte o “escansión” del cuerpo en relación al aire, lo que crea la “bocanada”.
Un capítulo completo que debe ser analizado en torno a la propuesta de una pulsión
respiratoria y su relación con el objeto voz, consiste en una de las dimensiones esenciales de
la estructura de las lenguas humanas. El habla en general se apoya necesariamente en lo
respiratorio, ya que la emisión de la voz lleva por soporte la función respiratoria. Aquí se
arriba a un tema que se supone radica en la oposición entre vocales y consonantes. Pero tal
oposición pertenece al ámbito de la lengua escrita, es una oposición de letras. Su historia es
específica, en ella se destacan tres períodos cronológicos fundamentales: 1) el principio
sumerio de fonetización, 2) la escritura silábica semítica occidental y 3) el alfabeto griego,
base de todos los actuales. La innovación aportada por este último, consistió en agregar
signos para las vocales, convirtiéndose éstas en los últimos signos adquiridos por la
escritura.29 En la lengua hablada la oposición está dada por otros elementos llamados abiertos
o cerrados u oclusivas. Las oclusivas son una propiedad universal de las lenguas humanas y
representan el corte, dado que las abiertas no tienen propiamente límite alguno y es por esto
que son las que se utiliza, por ejemplo, para las escalas continuas de vocalización musical.
Así en el uso, acentuación y balance en la utilización o pronunciación de sonantes y
consonantes que se basa en el cierre del canal bucal, se habilita un andarivel para una
dimensión de la manifestación de lo pulsional respiratorio.
27
La raíz latina “spiro” (tan similar al término griego), presente en los términos que significan: soplar, insuflar,
respirar, exhalar un olor, es independiente, según los diccionarios consultados, de este término griego, y
muestra relación con las onomatopeyas de las acciones referidas.
28
Término que comprende casi el mismo campo semántico que “”, que conviene que sea considerado ya
que aporta los siguientes sentidos: arrastrar, sacar, alzar, arrastrar con violencia, maltratar y, el que
especialmente interesa, lacerar.
29
Cf. Historia de la escritura, Ignace J. Gelb, Alianza Universidad, 1993.
Hacer surgir en alguien ideas creadoras: “Dice que aquel ambiente le inspira”. Causar una
persona en otra o en la gente en general cierto sentimiento hacia ella: “Esa familia inspira
compasión”. Hacer concebir, despertar, dictar, espirar, imbuir, inculcar, infiltrar, infundir,
instilar, llevar, mover, soplar la musa, soplar, sugerir, transmitir. Concitar, conquistar,
cosechar, despertar, hacerse con, provocar, recoger, suscitar entusiasmo, instinto,
inspiración.
Jadear: respirar trabajosamente, por cansancio, por calor, por dificultad o por otros motivos.
Resollar: respirar haciendo ruido, por ejemplo, de cansancio. Dar la noticias de sí o señales
de existencia una persona de la que hacía tiempo que no se sabía nada.
Resoplar: respirar muy fuerte y haciendo ruido, para aliviar cansancio o para mostrar
enfado.
Silbar: realizado al expulsar el aire a través de los labios colocados en cierta forma, a veces
produciendo una melodía. Manifestar desagrado contra alguien o algo silbando. “Le
silbaron en distintas partes del discurso”. “Han silbado la obra estrenada esta tarde”.
Desaprobar, protestar.
Soplar: apuntar un texto, inspirar o sugerir. “Hoy no te sopla la musa”.
Suspirar: desear mucho algo, estar enamorado.
Susurrar: suspirar por padecimientos.
En este mismo sentido se debe considerar aquí al grito, que sin oclusivas, como
vociferación o clamor, que se sostiene sobre el telón de fondo del silencio, sobre la base de
una emisión del aire sin barrera, puede entrar en variadas configuraciones, tales como: dar,
emitir, lanzar, proferir, prorrumpir, soltar y arrancar un grito; significando, a su vez: insultar,
amenazar, quejarse, avisar, etc. Cualquiera que habla gritando, al gritar puede decir sin
saberlo, que se queja, que está enfadado, indignado, herido, dolorido moralmente, o tan solo
que él grita.
Existen muchos ejemplos más y tantos como ellos son los casos del decir pulsional
respiratorio, pero que sólo son verificables en la práctica cotidiana del psicoanalista si el
concepto se lo habilita en su quehacer y si la transferencia específicamente analítica ha
operado.
En cuanto al ida y vuelta pulsional, que implica en su recorrido un pasaje hacia y desde el
campo del Otro (el ya destacado “circuito pulsional”), cabe establecer un conjunto de
distingos en la serie de las pulsiones establecidas por Lacan: oral, anal, escópica e invocante.
Es necesario revisar con precisión en qué consiste en cada una de ellas el hacer y el hacerse,
como el padecer pulsional, desde el sujeto y desde el Otro. La formulación más clara se
produce, indudablemente, a nivel de la pulsión escópica: mirar, mirarse y ser mirado, estos
son sus términos y sus acciones, desde el sujeto los dos primeros y desde el Otro el tercero. A
nivel de la pulsión invocante ya se producen notables diferencias. “Hacerse oír” es una
inversión, ya que va desde el sujeto hacia el Otro. En lo anal, si se descarta el “hacerse cagar”
como metáfora, resta la dialéctica del dar y recibir el objeto-regalo-dinero, que manifiesta un
desplazamiento del objeto anal que, por ejemplo, a nivel de la voz y la mirada, no se
producen. Respecto de la pulsión oral, también existen importantes distinciones a considerar;
imprescindibles en este estudio sobre la pulsión respiratoria. La mejor versión del hacer oral,
creo que, la aporta J. Lacan mediante la figura del vampiro. El hacer pulsional oral, la
succión vampírica es igual como ida y como vuelta pulsional: succionar – ser succionado;
pero la succión oral, y esto no es metáfora, opera fundamentalmente a través de la aspiración.
La lactancia implica la función de un vacío operante a través de la respiración,32 de una
32
La asociación entre lactancia y respiración posee otro componente: el olor. Es muy evidente a la observación
y se encuentra muy estudiado por la medicina el gran valor que posee el estímulo olfativo (el olor de la madre)
del fantasma y, 3) la demanda (que puede ser muda o que especialmente lo es en la pulsión,
lo que establece, conjuntamente con el silenciamiento del sujeto, el requerimiento del Wo es
war ...), cuando Lacan, luego de concluido el Seminario 11, posee una concepción acabada
del corte como línea cerrada de Jordan35, es propuesta poseyendo una estructura de círculo
repetido, lo que puede ser representado de la siguiente forma:
donde cada círculo está compuesto por las relaciones entre S1 y S2, y es aquello en lo cual el
discurso se inscribe en el lugar del Otro, en la medida en que eso que se dice en el lugar del
Otro es una demanda. Entonces, esta se define, a la altura, por ejemplo, del Seminario 12,
como el discurso que viene a inscribirse en el lugar del Otro. Así, mediante la “D” de la
fórmula de la pulsión, Lacan inscribe la relación al Otro en lo esencia de la pulsión, lo que es
necesario debido a que el sujeto se identifica por la ausencia de identidad en el campo del
Otro al resto como objeto causa.
En el análisis de lo respiratorio como pulsional resta por ser establecido esto mismo, o
sea, la función del A, sin la cual lo pulsional como tal no existe. Voy a plantear un primer
análisis de la cuestión aprovechando una pregunta que Lacan plantea y responde con el
recurso de la topología. Ella es la siguiente: si Umwelt designa en filosofía y, a través de ella,
para el imaginario de todos nosotros, al mundo circundante, e Innenwelt al mundo interno,
entonces: ¿Qué hace el Welt (el mundo) allí adentro?36
Esta metáfora de la filosofía: ‘el mundo está dentro de cada uno’, se apoya en la
concepción del sujeto como individuo indiviso entendido como una esfera.37 Lacan propone
como modelo alternativo una esfera agujereada con dos suturas, o sea, un toro:
35
Es la forma más conveniente de entender la apertura y cierre del inconsciente, en lugar de la versión que
propone un primer tiempo de apertura y luego uno segundo de cierre, ya que el tiempo en psicoanálisis debe
articular la anticipación y la retroacción en lugar de sostenerse en la flecha del tiempo.
36
Lo que también puede ser designado de la siguiente forma: el Umwelt como realidad y el Innenwelt como
alma.
37
Todo el seminario sobre la identificación, el número 9, tiene por leit-motiv la crítica de esta concepción, tan
generalizada en occidente y entre los psicoanalistas.
El Welt no está dentro de cada uno, sino que el sujeto humano hablante posee una relación
con el Otro que puede entenderse como la relación de interpenetración entre dos toros, donde
el objeto es evidentemente “transicional”.
Esta concepción de la relación entre sujeto y Otro, lleva a Lacan a proponer, en lugar del
‘Um-welt’, el hombre-vuelta (homme-volte), dado que cada toro es concebido como
constituido por un conjunto de demandas repetidas infinitamente próximas unas a la otras y
que llega a su cierre.
La respiración debe ser considerada aquí. Lo que articula a la respiración con lo pulsional
y el Otro, tal como acabo de articularlo siguiendo estos planteos de Lacan, es que el
nacimiento con su ahogo inevitable y la angustia consecuente, hace que la respiración
produzca la primera aspiración dentro de sí de un medio radicalmente extraño, o sea,
absolutamente “Otro”, que si bien es anterior a toda demanda, la prefigura realmente.
Lacan caracteriza en el seminario dedicado al tema de la angustia, no sólo al aire como la
primera incorporación de lo Otro, sino que llega a proponer lo siguiente: la aparición y el
desarrollo del aparato respiratorio en la historia de la humanidad implica una verdadera
intrusión en el cuerpo. El “cosmos”38 como algo alrededor de sí, como medio, pasa, vía lo
respiratorio, a insertarse dentro de sí, acompañado por tan extraño órgano al que el resto del
cuerpo y, en especial, el sistema nervioso tardó en acomodarse.
Aún existe otra cuestión que debe ser articulada con estas últimas; también elaborada
entre los Seminarios 9 a 12. Para Lacan, el sujeto, subject o sujet, el sujeto como asunto,
trama o material discursivo es bidimensional. Él lo designa: “el sujeto infinitamente plano”.
Pero al relacionarse íntimamente al cuerpo biológico, se precipita la pregunta: ¿dos
dimensiones o tres? Esta ambivalencia, permite que el objeto a cabalgue entre una condición
bidimensional (la laminilla) y una tridimensional (el tapón del agujero del cuerpo). La tercera
dimensión, el volumen, el complemento del espacio, como lo llama Lacan, es presentificado
de la forma más contundente, justamente, por la necesidad de respirar. La realidad
imaginariamente se hace fuerte en la tercera dimensión, en la medida en que estamos
envueltos, no por el mundo (el planeta), sino por el aire (la atmósfera), lo que lleva a Lacan a
interesarse e investigar la figura del cosmonauta. Aquí extiendo la consideración, del lado del
astronauta, hacia el satélite y del lado del buzo, al submarino, como modalidades de
envolverse con el propio pulmón o con uno hecho con materiales artificiales, pero que está en
continuidad con el órgano natural.
En su incesante investigación, Lacan arriba a este mismo problema con nuevas
herramientas, ellas son: la aletósfera y el objeto a como acósmico. Su concepción del objeto
a, tanto como causa del deseo y como objeto bidimensional de la pulsión, representa una
38
Cf. El Seminario, Libro 12, Problemas cruciales para el psicoanálisis, inédito, clase del 16/12/64.
función acósmica reductible a un punto “fuera de línea”.39 El objeto a, como punto imposible
en el cosmos como orden completo, implica que el mundo no puede poseer, para el sujeto
hablante, la estructura de una esfera. El objeto parcial representa este punto imposible en la
realidad humana, que por ello mismo, tiende a no querer ser visto en la medida de la angustia
que representa y por ser profundamente anti-intuitivo. Propongo que la realización o
representación más consistente del objeto a como acósmico está dada por la función
respiratoria, por lo angustiante del primer vínculo del sujeto con tal función, por lo extraño
absoluto que representa el aire, por el hecho de que el aire es incorporado como parte de la
realidad no-yo dentro del cuerpo y, finalmente, debido a que el aire presenta a la realidad
humana como tridimensional, velando su bidimensionalidad.
Para concluir, cabe destacar que para Lacan la atmósfera en la que el sujeto humano
hablante habita no es, como la intuición lo indica, la masa de aire en la que parecemos estar
sumergidos;40 sino una que está constituida, y su ley fundamental está dada, por la estructura
de ficción de la verdad, que propone él designar mediante el neologismo “aletósfera”.
Incorporando la indicación a la aletheia -la verdad como “a ser develada”-, advierte sobre la
estructura de la realidad y en qué consisten los “surcos del cielo”, pero no olvida, lo que
intento destacar, lo crucial de lo atmosférico.
7. Lo respiratorio en la clínica.
Este ítem, aunque ello resulte sorprendente, es el más complicado. ¿Por qué sorprendería
que fuese el más complicado? Debido a que podría suponerse que una propuesta como ésta
sobre la pulsión respiratoria, debería estar avalada por una extensa serie de casos que
manifestaron tal pulsión, por una profusión de observaciones de fenómenos pulsionales
respiratorios y que, a partir de ellos, se haría la propuesta. Sin embargo las cosas no son así.
Lo primero que cabe establecer es qué se entiende por clínica de la pulsión. Como ya dije,
rechazo que tal clínica consista en los casos donde se manifiesta una excesiva manipulación
de una zona corporal (el autoerotismo), o una exagerada manifestación de una necesidad
corporal (como, por ejemplo, la alimenticia), o una sorprendente tendencia a centrar las
escenas en torno a la mirada o la voz, o a realizar actos perniciosos para el sujeto u otros,
como pulsión de muerte. La clínica de la pulsión no coincide con la clínica de las
impulsiones. Existe una clínica de las impulsiones, pero en este trabajo sostengo a la noción
de pulsión para los casos de neurosis de transferencia en el seno de tratamientos
psicoanalíticos.
Tampoco se trata de síntomas (en el sentido psicoanalítico de síntoma) respiratorios. La
existencia de síntomas respiratorios en casos tratados por analistas, no es la novedad que
intento proponer; aunque es notable la poca atención dada por los analistas a la sorprendente
cantidad de sujetos que presentan síntomas respiratorios, y hasta se podría decir que tal
manifestación va en aumento.
Los síntomas respiratorios son de múltiple apariencia y de una gran presencia en la clínica
cotidiana, aunque olvidados o no tomados en debida cuenta porque no participan de las
grandes clasificaciones divulgadas. Se le presta una notable atención a todo aquello que se
acompañe del término “mirada” o “voz”, ninguna a lo respiratorio. Sin embargo, y para
comenzar: el tan famoso y moderno ataque de pánico se caracteriza por la presencia central
de trastornos respiratorios, lo que no sorprende ya que siendo ataques de angustia, el nexo
entre angustia y respiración no podía faltar. Sujetos que sufren de síntomas de ahogos,
agitación, asma, fatiga, tos nerviosa, fobia al agua, fobia a lugares estrechos, o niños con
espasmos de sollozos o espasmos respiratorios de diversa índole, son muchos. Las fijaciones
39
En topología, este punto es considerado doble en la estructura del cross-cap.
40
La etimología de atmósfera es: el vapor () que rodea a la esfera (). ¡Siempre la esfera!
sexuales caracterizadas por la práctica del ahogo propio o del partenaire en el acto sexual,
que llega, en su extremo, a la muerte de algunos de ellos, también son frecuentes.41 Muchos
adictos también practican el ahogo, ya sea como acompañante de la ingesta de droga o como
paliativo o sustituto en caso de abstinencia, “hay adictos al ahogo”.
Tampoco la clínica de la pulsión debe confundirse con la manifestación de una escena
fantasmática, teñida de cuestiones respiratorias, aunque sean muy frecuentes. Si bien la
pulsión no deja de estar articulada al marco y al libreto de la escena, tal como los establece el
fantasma inconsciente, implica una diferencia que no debe perderse y que intenté establecer
en las páginas anteriores.
El problema pasa por establecer qué se entiende por clínica de la pulsión. La misma
implica el derrotero de un análisis y la dirección de la cura. Dada la entrada en análisis, que
no coincide con la demanda de análisis hecha a un analista, sino con las rectificaciones de las
relaciones del sujeto con lo real de su sufrimiento; no con la cura del síntoma, sino el
necesario cambio en la política que el sujeto lleva para enfrentar lo que insiste de su
padecimiento; el consecuente establecimiento de la transferencia analítica, que no coincide
con el pasaje del analista de otro semejante (a) a Otro radical (A), que si bien es
imprescindible, no da cuenta de transferencia en lo que tiene de específico en psicoanálisis,
sino en que el analista pase de Otro radical (A) a la posición de objeto a causa del deseo; y lo
que necesariamente es la otra cara de la misma moneda, el pasaje del sujeto de paciente a
analizante, lo que implica el abandono de la queja y la toma de la posición del deseo de
saber. Todos estos pasos en la dirección de la cura son necesarios para arribar a lo
específicamente analítico en ella, que es aquello que no puede saltear el análisis de alguien
que pretende sostener la posición de analista. No tenerlo presente y no conducir el análisis de
forma tal que los tiempos del mismo sean posibles, es lo que hace que tantos análisis se
prolonguen indefinidamente, sin arribar a su fin y que exista tan poca “clínica de la pulsión”.
Dadas estas consideraciones que permiten sostener la existencia de una clínica bajo
transferencia, que implica todos los elementos recién listados, es que se puede plantear la
pregunta por la localización del sujeto del inconsciente en el inconsciente, pregunta que da
cuenta de la posición de analizante; y, a partir de allí, es que comienza en análisis la clínica
de la pulsión. A partir de la pregunta y la transferencia, se puede establecer su localización en
un agujero y un hacer del cuerpo, que si bien, dada su fenomenología, aparentaba ser mudo, a
partir de la pregunta y la transferencia, puede suceder que: donde eso era, el sujeto pueda
advenir. Por motivos estructurales ya planteados, la última localización del sujeto del
inconsciente en el inconsciente es en un agujero real del cuerpo. Su advenimiento será
correlativo al del objeto a en juego para tal sujeto.
Poca clínica existe en general como experiencia articulada de esto que acabo de afirmar.
No son muchos los análisis en los que el sujeto desea llegar tan lejos, pocos son los analistas
que dirigen la cura en general y menos los que, consecuentemente, la dirigen de esta forma.
En su mayoría sostienen que el analista no debe dirigir la cura, lo que confunden con dirigir
la vida, la conciencia o el alma, y dejan tal tarea a las asociaciones del sujeto, al inconsciente
del mismo. Ellos practican la comunicación inconsciente – inconsciente. Yo, siguiendo en
esto a Lacan, creo que en la experiencia psicoanalítica un solo inconsciente debe estar
operando. Tal inconsciente se dirige al analista, no al inconsciente del Otro. Esto puede y
debe sorprender al manifestarse, no sólo al sujeto de la experiencia, sino también al analista.
Pero esta sorpresa no establece que se haya producido un corte a nivel de su posición
inconsciente.
Con esto no afirmo que un analista prevenido no establezca, desde el comienzo de las
entrevistas preliminares, un funcionamiento muy significativo de algo vinculado, por
41
Como en el film La clase gobernante.
ejemplo, a una localización y una función pulsional; pero ella no entra en el trabajo del
análisis, hasta que la transferencia sea establecida y la pregunta por el sujeto esté en acción.
De mi clínica, paso ahora a comunicar algunos casos en los que supongo que se trató de
estas cuestiones. Son aquellos en los que “síntoma”, “fantasma”, “las cuatro pulsiones” o el
mero “goce”, no bastaron para dar cuenta de algo más que operó en ellos y en las respectivas
curas; creo valioso que eso en más sea tomado consideración, ya que su inclusión y análisis
puede ser necesario en otros muchos casos. Sin embargo no propongo que sean casos de
clínica de la pulsión, sino que en ellos lo respiratorio reclamó una consideración especial, a la
que la pulsión respiratoria intentó ser una respuesta.
El primero se trata de un varón de mediana edad, con esposa e hijos, empleado. Padecía
de una gran cantidad de malestares obsesivos, que habían tenido un desarrollo tan amplio que
casi le impedían realizar cualquier tarea independientemente de rituales, mandamientos,
compulsiones. Luego de varios años de análisis, apareció por primera vez la cuestión de una
“H” que había desaparecido de su apellido. El sujeto pertenecía a la tercer generación nacida
en el país y en los documentos de inmigración de la primera figuraba en el apellido una “H”,
que en el de su padre y en el suyo había desaparecido. A partir de este hallazgo, cobró
significación un hecho que había estado presente desde la primer entrevista, pero del cual no
se había hablado hasta ese momento: cada vez que le abría la puerta el sujeto producía un
fuerte sonido muy extraño, que al comienzo, dada la gran rivalidad y agresividad que
planteaba en las relaciones interpersonales, parecía que “bufaba” en mi cara. Luego, y a
partir de la investigación sobre la letra muda y perdida, se pudo establecer que se trataba de
lo inverso, el resoplido venía en el lugar de una inspiración muda, relacionada a la letra
hache. Tal falta en su apellido se enlazaba con su típico posicionamiento en las escenas de
alto calibre subjetivo: su sensación de ser “trucho”, no tener títulos que lo habilitasen a
participar en ellas. Su padre no había sido “nada importante” para su abuelo, y para él la letra
ausente en su “nombre”, antes del análisis, tampoco lo era.
El segundo caso que voy a referir es el de una mujer joven. Ella no respiraba fluidamente
y no sólo en las entrevistas. A su rostro tenso y enojado (que nunca miraba en el espejo) se
acompañaba una respiración llamativamente entrecortada. Luego de cada sección de lo que
decía (a veces frases, otras veces palabras), ella resoplaba, o, suspiraba. Muchas noches se
despertaba con el “pecho cerrado” y una angustiante sensación de ahogo. Para ella misma
estos fenómenos eran el cortejo de su estado de infelicidad, la que había comenzado a partir
de un hecho desgraciado ocurrido aproximadamente en la mitad de lo que llevaba de vida: la
muerte de uno de sus progenitores. Su existencia se dividía en dos: antes de la desgracia
había sido feliz, luego de ella inmensamente infeliz. Cuando se estableció el distingo entre
éxito socioeconómico de la pareja de sus padres y felicidad familiar, ella comenzó a llorar. El
largo período de llanto en análisis y de gritos fuera de él, sustituyó a los suspiros. El fumar,
que era su único placer, dejó de acaparar los tiempos libres de su existencia. Queda, a partir
de allí, planteada la pregunta por la confusión entre éxito y felicidad y la sustitución de la
rigidez de su rostro y el espasmo respiratorio por el llanto y la queja. Es claro que la teoría de
la felicidad fue construida a su pesar y a su entero costo y que impedía lógicamente cualquier
protesta. Luego de realizar una serie de actos muy demorados en su vida y hechos posibles
por el trabajo de análisis, refiriéndose a su abandono del “vicio” de fumar, afirmó en sesión:
“Estoy todo el día respirando y no puedo creer la felicidad de que no me duela el pecho.”.
Esta mujer reconocía así –sin saberlo- que, hasta ese momento, sólo respiraba “a veces”.
El tercer caso es el de una mujer joven a la que siempre le llamó la atención por ilógico su
temor a dejar de respirar o, como solía presentársele el asunto, “a que se le cierre la
garganta”, lo que narró al pasar en el transcurso de las primeras entrevistas. Este tratamiento
estuvo frenado mucho tiempo. El trabajo analítico no aportaba cambios que incidiesen sobre
el sufrimiento de la sujeto. Todo se modificó cuando se estableció que su padre era la única
persona confiable para ella, lo que impedía toda relación de pareja y su vínculo con el
analista. La contracara de este notable apego a la persona del padre, era el profundo
desinterés del mismo por toda su familia, en especial por la sujeto y su madre. La angustia
por el cierre de la garganta se convirtió primero en el mandamiento “no abrirás la boca a
cualquiera”, luego como modalidad de inscribir su falta total de relaciones sexuales, que
implicaban su rechazo al hombre, para que no le sucediese lo mismo que a su madre. Se
encontraba “cerrada” por sostener el rechazo que había padecido el representante amado del
A.
El siguiente caso es el de una mujer, profundamente hipocondríaca “desde siempre”, que
se interesaba únicamente por lo anómalo del funcionamiento de su cuerpo, interés expresado
en términos médicos que implicaban un profundo conocimiento de la medicina que ella no
había estudiado. Padecía permanentemente de “ataques al corazón” acompañados siempre
por notables alteraciones de la respiración. Éstas eran expresadas por la sujeto mediante un
gesto realizado con su mano que recorría la parte delantera de su garganta como si fuese un
tubo entornable, afirmando que algo se cerraba en esa zona de su cuerpo. Enfrentada al tema
de una de las más tristes coordenadas de su vida (la estructura de su pareja, sostenida durante
muchos años) planteó sin vacilar: “No quiero salir del ahogo”, frase dicha cuando asoció su
tristeza al hecho de encerrarse sola en el baño por largas horas y el no salir casi nunca de su
casa. Ella estaba doblemente encerrada y cerrada, por fuera y por dentro.
El último caso de esta serie es el de un hombre mayor, que fumaba incesantemente, lo que
había producido un deterioro importante en su salud. Nunca había podido dejar de fumar,
aunque se lo había propuesto numerosas veces, aún en anteriores curas analíticas. Había
realizado muchos tratamientos para dejar de fumar, de la más diversa índole, ninguno le
había resultado. Se le propuso un trabajo analítico que no tuviese por meta que él dejase de
fumar, sino el tratar de establecer la causa por la cual no podía dejar de hacerlo. Luego de
haber establecido una larga serie de identificaciones con fumadores de su familia, lo que no
le aportó novedad alguna, se estableció que en su infancia había sufrido de trastornos
respiratorios de los que no se pudo establecer ninguna característica precisa, por falta de
recuerdos, pero sí su íntima relación con estados de profunda angustia vinculados a la
relación de contacto corporal con su madre o en su defecto con la hermana mayor. A partir de
pesquisar la angustia actual, se pudo establecer que lo que él buscaba en el fumar, entre otros
motivos, era aspirar bocanadas de aire, pero más consistentes por el sabor de la nicotina y el
alquitrán y el humo del cigarrillo. Para él la inspiración nasal proveía una cantidad
insuficiente de aire, por lo cual respiraba en forma invertida: inspiraba por la boca y expiraba
por la nariz, sin que nunca se halla dado cuenta de ello.
Para concluir, considero oportuno considerar una única cita. Ella es del Seminario 23 de
Lacan, Le sinthome, clase del 18/11/75, dice así: “Es preciso que haya algo en el significante
que resuene. Uno se sorprende de que eso no se les haya aparecido para nada a los filósofos
ingleses. Yo los llamo filósofos porque no son psicoanalistas -ellos creen férreamente que la
palabra no tiene efecto. Ellos se imaginan que hay pulsiones, [...], pues no saben que las
pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho que hay un decir, pero que este decir, para que
resuene, para que consuene, [...] , es preciso que el cuerpo sea allí sensible. Que lo es, es un
hecho.” Propongo concluir la propuesta con este texto de Lacan debido a que es una precisa y
bella formulación de la pulsión: el eco en el cuerpo del hecho del decir; eco que se propaga,
agrego, en la aletósfera.
Las líneas de investigación están planteada, la cuestión es si de eso-ello hemos sido
capaces de hacer advenir un sujeto.
Alfredo Eidelsztein
Bibliografía