Teología en La Cafetería: Una Conversación Entre Amigos

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TEOLOGÍA

EN LA
CAFETERÍA
Una conversación entre amigos

una teología
fácil de comprender
y aplicable a la vida diaria

FRANK MOORE

CASA NAZARENA DEPUBLICACIONES


CONTENIDO
Introducción 9

DIOS
1. Dios, en el principio La existencia de Dios 15
2. El Dios cercano y lejano La inmanencia y
trascendencia de Dios 19
3. ¿A qué se asemeja Dios? Los atributos de Dios 23
4. Uno más uno, La Trinidad 29
más uno, igual a uno
5. El primer día de todo La creación 34
6. La mano invisible La providencia 40
de Dios
7. Alguien me cuida Los ángeles 45

LA REVELACIÓN PERSONAL DE DIOS


8. Un paseo por el parque La revelación general 51
9. La carta es para usted La revelación especial 55
10. Cartas personales La inspiración de las Escrituras 59
de parte de Dios
11. Es la última palabra La autoridad de las Escrituras 63

EL MAL
12. Problemas en Satanás y los demonios 69
la oscuridad
13. Contaminación cósmica El problema del mal 74
LA RAZA HUMANA
14. Nuestro comienzo El origen de la humanidad 81
15. De tal palo, tal astilla La imagen de Dios en el ser 86
humano
16. Está en nuestros genes La naturaleza humana 91

EL PECADO
17. ¡No me culpen! El pecado original 99
18. Errar al blanco El pecado 103
19. Un sueldo no cobrado Las consecuencias del pecado 107
20. Una peste que El mal sistémico 112
se propaga

JESUCRISTO
21. La llegada misteriosa La concepción virginal 119
de Jesús
22. Dios con nosotros La deidad de Cristo 124
23. Una visita personal La humanidad de Cristo 128
de Dios
24. El remedio para La expiación de Cristo 133
el pecado
25. Se levantó de la tumba La resurrección de Cristo 138

Conclusión 142
Notas bibliográficas 144
Glosario 146
Bibliografía 152
INTRODUCCIÓN

Estoy entusiasmado con el tema de este libro y el de su continuación


(Más teología en la cafetería). La teología ocupa el interés central de mi vida.
Vivo, respiro y hablo de ella cada día. Hoy, más que nunca, los cristianos
debe- mos saber en qué creemos y por qué. La razón es simple, pero seria.
Si no estamos anclados en una sólida roca teológica, seremos arrastrados
hacia el mar por una enorme ola de creencias engañosas.
Somos bombardeados por una revolución de información. Tenemos ac-
ceso más que ninguna otra generación en la historia de la humanidad a obte-
ner la mayor información en el menor tiempo. Miles de páginas de
información llegan a nuestra computadora en un simple disco compacto. Un
par de clics nos conectan al sistema de Internet que, a su vez, nos provee
información ins- tantánea desde cada rincón del mundo. Máquinas de fax,
correos electrónicos, teléfonos celulares, televisores, radios, revistas,
satélites, televisión por cable y otras tecnologías próximas a aparecer hacen
nuestro mundo más pequeño, y nos acercan cada vez más. Un amigo mío dice
que lo que nos sucede es com- parable a intentar beber agua del potente
chorro de una manguera conectada a una bomba de agua.
Toda esta información va más allá de los simples datos y cifras; incluye
aspectos éticos, filosóficos y teológicos, todo empaquetado en pequeñas por-
ciones fácilmente digeribles.
¿Cómo nos afecta toda esta información? Bueno, una consecuencia seria
es el rápido cambio de los patrones culturales que, a la vez, nos empujan a re-
nunciar a nuestras creencias. Hoy en día tenemos la oferta de una línea de
productos de cafetería con una variedad interminable. La sociedad moderna
en la que vivimos aprecia cada vez más el pluralismo. Éste, acepta como ver-
daderos todos los sistemas de pensamiento por igual, sin considerar si tienen
respaldo bíblico o lo extraño que puedan ser. Nada es mejor ni peor. En este
medio ambiente las verdades absolutas se evaporan como el rocío de la
mañana.
Todos quieren validar sus ideas como posibles respuestas a nuestras pre-
guntas más urgentes. Las así llamadas tolerancia y aceptación crean una
incer- tidumbre teológica que hacen que cualquier idea transmitida en un
programa televisivo adquiera el valor de una respuesta, al menos, tentativa.
¡Todo, en especial la doctrina sólida fundamentada en la Biblia, está a
nuestra disposición en este tiempo! Si no me cree, lea los artículos sobre
cultos

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TEOLOGÍA EN LA CAFETERÍA

extraños publicados recientemente en los periódicos o revistas del momento.


Cuanto más extrañas sean las creencias, más rápido la gente simpatiza y paga
lo que sea para adherirse. Las estrellas de Hollywood tropiezan una y otra vez
en sus engaños. ¿Dónde podemos hallar la verdad en estos días?
Una de las señales del cristianismo, desde la iglesia primitiva hasta
nuestros días, es su apego a la verdad de Dios. La Verdad, no “una” verdad.
La fe cristiana no es solo una idea mejor, comparable a las demás. El
cristianismo cree que Dios responde las preguntas básicas de la existencia
humana.
“¿Quién soy?”
“¿Qué significado tiene mi
vida?” “¿Para qué estoy
aquí?”
“¿De dónde vengo?”
“¿A dónde voy?”
Estas preguntas, finalmente, hacen posible que establezcamos una in-
creíblemente significativa amistad con Dios. El deseo de los cristianos, a
través de los siglos, fue conocer mejor a Dios.
¡Esta búsqueda de Dios nunca fue tan amplia como ahora! Mis abuelos
nacieron, vivieron y murieron sin haber tenido contacto durante toda su vida
con ningún individuo que confesara otra religión del mundo. Pero esto ya no
sucede. Estamos en contacto con seguidores de religiones no cristianas cada
vez que salimos a la calle, cuando escuchamos la radio, miramos televisión o
leemos el diario. Y aun si nos quedáramos en nuestra casa y no prendiéramos
ni la radio ni la televisión, fieles seguidores de esas otras religiones, con una
amabilidad sobrecogedora, golpearían a nuestra puerta ofreciendo instruirnos
en sus creencias.
Otra de las razones por la que los cristianos deben comprender más pro-
fundamente su fe es porque los valores contemporáneos no les brindan las
res- puestas a sus preguntas más profundas. La ciencia y la tecnología
prometen más de lo que son capaces de dar. Y poco a poco desechamos esas
promesas vacías, pues sus soluciones no funcionan ante las encrucijadas de la
vida. Así vemos que la gente continúa su búsqueda de propósito y
significado, cada vez más dispuestos a escuchar lo que la fe cristiana les
ofrece.
Por lo tanto, tenemos una doble razón para comprender nuestra fe cris-
tiana de un modo más completo y adecuado.
Para satisfacer el apetito de nuestras almas.
Para ser capaces de ofrecer las respuestas que Dios da a aquellos amigos
cuyas preguntas sobre la vida y la muerte ocupan sus itinerantes
pensamientos y sus noches de insomnio.
C. S. Lewis hace una observación reveladora: “En los tiempos antiguos,
cuando la educación y el debate eran menores, tal vez era posible sentirse
satisfecho con unas pocas y simples ideas acerca de Dios. Pero ahora ya no es
así. Todos leen; todos escuchan aquello que se discute. Consecuente- mente,
si usted no está al tanto de lo que dice la teología, ello no implica que
INTRODUCCIÓN

no tiene ideas acerca de Dios. Significa que tiene un montón de ideas equivo-
cadas, malas, turbias y anticuadas”. 1
Concerniente a este peregrinaje de fe, intento presentar una teología fácil
de comprender y aplicable a la vida. Por favor, no recurra desesperadamente a
las aspirinas si en alguna ocasión concluyo una explicación llamándola un
misterio. Al hablar de misterio, simplemente, me refiero a aspectos del ac-
cionar de Dios que no son comprensibles para la mente humana. Nuestra falta
de habilidad para entender completamente a Dios no hace que nos quedemos
en la más completa oscuridad, ni tampoco lo convierte a Él en un ser desco-
nocido e irracional. Por lo tanto, cuando reconozco que existe un misterio no
se trata de una falla divina, sino de una limitación humana. Como Dios es in-
finito, nuestras mentes finitas no pueden comprender por completo su
sabiduría. Dios es Creador, nosotros criaturas. ¡Enorme diferencia! El
conocimiento de Dios satisface el hambre y, a la vez, produce más hambre.
Nos sa- tisface en un nivel profundo al lograr que nuestros corazones reposen
en Él. Pero, al mismo tiempo, anhelamos saber más. En estas páginas intento
comu- nicar las verdades centrales del cristianismo con simplicidad,
claridad y brevedad.
Al escribir, me imagino que estamos debatiendo estos temas, mientras
bebemos una taza de café en alguna cafetería de la calle principal de la pe-
queña ciudad en que crecí. Allí, durante mi niñez, los ancianos del pueblo se
reunían a debatir acerca del clima, la política y la religión. Pasaban horas es-
forzándose por resolver esas cuestiones. Creo que la mayoría de los
problemas que azotan nuestro mundo se hubieran resuelto en poco tiempo si
los líderes mundiales hubieran visitado esa cafetería y escuchado sus
consejos. Por eso, le sugiero que lea esta obra teniendo en cuenta el contexto:
un debate entre ami- gos, en la pequeña cafetería.
Los temas, las referencias bíblicas, las citas y la aplicación a la vida pre-
tenden informar e inspirar su fe. La sección “Fundamentos bíblicos” de cada
capítulo ofrece referencias bíblicas y comienza con la frase “Usted recor-
dará…”, porque todas estas verdades básicas se fundamentan en la vida y el
ministerio de Jesús. Me esforcé mucho por presentar las realidades de la fe en
un lenguaje sencillo para que todos puedan aplicarlas a su vida diaria. Dejé
las palabras técnicas en los libros académicos. Este ejercicio de declarar la
milagrosa obra de Dios en un vocabulario sencillo estimuló mi propia fe, y
me maravilló por su sorprendente simplicidad. ¡Tenemos un mensaje
maravilloso de parte de Dios! Espero que estos conceptos lo entusiasmen a
usted también.
Cada breve capítulo presenta un aspecto diferente de nuestra fe. Aun así,
los temas están relacionados entre sí como los eslabones de una cadena; y por
eso, de tanto en tanto, hago referencia a esas relaciones. Todos se unen para
formar un cuadro completo. Note que la sección más larga es la que trata
acerca de nuestra salvación. Esto responde a que la salvación es el propósito
principal del cristianismo y el mensaje central de la Biblia. Todas las
doctrinas

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TEOLOGÍA EN LA CAFETERÍA

promueven una mejor comprensión de nuestra salvación. La comunión con


Dios, el ser semejantes a Cristo y el llegar al cielo son los objetivos finales.
Espero que disfrute la lectura de este libro así como yo disfruté al es-
cribirlo. No pretendo que lea todo el libro de una sola vez. Lo mejor es leer
un capítulo cada día en el tiempo devocional. Le recomiendo que lea el
capítulo, y luego piense cómo puede aplicarlo a su vida a lo largo del día.
Pídale al Es- píritu Santo que le dé una nueva comprensión. Creo firmemente
que nos pareceremos cada vez más a Cristo a medida que caminamos en fe
por las avenidas principales de la vida. Bueno, pidamos una taza de café,
algunas ga- lletitas y comencemos.
el pecado
Pecado es el reclamo de mis derechos sobre mí
mismo.
—Oswald Chambers

CAPÍTULO 17

¡NO ME CULPEN!

EL PECADO ORIGINAL
Fundamento bíblico
“Él respondió: —La mujer que me diste por compañera me dio de
ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el Señor le preguntó a la
mujer: —¿Qué es lo que has hecho? —La serpiente me engañó, y
comí —contestó ella.” (Génesis 3:12-13).

“Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy
grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el
mal” (Génesis 6:5).
Usted recordará que Jesús entendía a la gente y su condición pecaminosa
mejor de lo que ellos se entendían a sí mismos. Habló sobre nuestra
necesidad de cambiar desde el centro mismo de nuestro ser. Dijo que no es la
comida que consumimos lo que nos condena, sino las actitudes, palabras y
acciones que salen de nosotros. La fuente en la que se originan esas malas
actitudes, palabras y acciones está corrompida por completo. Jesús dijo que la
fuente necesitaba ser transformada para que pudiéramos cambiar de vida.
Habló de un cambio interior que produce un cambio exterior.

La Verdad en lenguaje cotidiano


Existe un breve paso entre la creación, que se relata en Génesis 2, y la
caída, de Génesis 3. Inmediatamente, podemos detectar un serio problema
que afecta a la familia en su nivel más profundo. El problema comienza con
la desobediencia de nuestros primeros padres a un claro mandato de Dios:
“Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha
dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán.”
(Génesis 3:3).
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TEOLOGÍA EN LA CAFETERÍA

Antes de la desobediencia, Adán y Eva disfrutaban de una plena comunión


con Dios en un marco perfecto. Tenían el privilegio de amar y servir a Dios
sin ningún impedimento. La única restricción que Dios les había impuesto
fue este claro mandamiento.
Desde ya, no estuvieron solos en la tentación. Satanás había planificado
todo el evento, que se centraba en plantear la duda con respecto a la palabra
de Dios y en la exaltación de su propia persona. Satanás apeló al uso egoísta
que la pareja hizo de su libre albedrío. Esto resultó en el primer mal uso de la
libertad de elección y, a la vez, en el comienzo de la separación de Dios.
Twain ofrece un par de sugerencias que hubieran evitado la caída. En primer
lugar, sugiere que Dios debía haber prohibido la serpiente en lugar de la fruta.
De esa manera, Adán y Eva se hubieran comido la serpiente y hubieran
evitado la tentación. En segundo lugar, sugiere que Dios hubiera puesto a
Martín Lutero y Juana de Arco en el jardín en lugar de Adán y Eva. Su
voluntad de hierro nunca hubiera cedido a la tentación de la serpiente.1
Cuando Adán y Eva nos representaron mal, y cayeron, arrastraron detrás
de ellos a toda la raza humana. El pecado entró en nuestros corazones y sus
efectos entraron en el mundo. De allí en adelante, la Biblia asume la
pecaminosidad universal y heredada a todas las personas de la tierra. 2

El pecado afecta todo nuestro ser: cuerpo,


mente, razón, emociones y voluntad.
Nadie que estudie la Biblia o la naturaleza humana puede dudar jamás
que padecemos de un cáncer espiritual que nos lleva siempre a preferirnos a
nosotros mismos. Ocasionalmente, escucho a alguno decir que todos desean
hacer el mal. No creo que el deseo sea necesariamente el de hacer cosas
malas, sino el de hacer todo a nuestra manera. Algunos lo relacionan con el
orgullo, otros con la soberanía propia. No importa la manera en que lo
describamos, el resultado es siempre el mismo: la resistencia a la autoridad de
Dios sobre nuestras vidas y el rechazo a que Él sea nuestro Señor. Si usted
duda de ese penetrante e inherente egocentrismo del ser humano, ¡ofrézcase
como volun- tario para trabajar en una guardería de la iglesia llena de niños
de dos y tres años!
El juicio vino inmediatamente después de la caída. Los dolores de parto
y el sudor al trabajar la tierra no fueron nada comparados con la peor parte
del juicio: la muerte física y espiritual. La separación de Dios y la mortalidad
en- traron en escena. Pablo lo resume muy bien, cuando dice: “Por medio de
un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la
muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos
pecaron” (Romanos 5:12).
Con frecuencia, usamos el término “depravación total” cuando
debatimos acerca del pecado original. Con esta expresión no queremos decir
que todos ignoran por completo lo que les dicta su conciencia o que pecan
tanto como
¡NO ME CULPEN!

pueda ser posible. Más bien, nos referimos a que el pecado afecta todo
nuestro ser: cuerpo, mente, razón, emociones y voluntad. Nuestros corazones
están in- clinados hacia la gratificación personal. No podemos evitar su poder
sobre nosotros como disciplinarnos para romper un hábito malo. Comer
excesiva- mente es más fácil que parar de pecar. El problema es mucho más
profundo de lo que nuestra voluntad puede controlar. Esto posee por
completo nuestro ser. No tenemos ni la voluntad, ni el deseo, ni tampoco la
habilidad de ga- narnos el favor de Dios. Nuestra separación de Dios
(privación) nos corrom- pió espiritualmente (depravación).
El problema no termina en los individuos. Cuado tomamos decisiones
pecaminosas la sociedad entera se ve afectada. Todo nuestro sistema social,
in- cluidos los gobiernos, las escuelas, los juzgados, las organizaciones
civiles, las iglesias y muchas otras esferas sufren.
Trataremos este tema en detalle en el capítulo sobre el mal sistematiza-
do. Aquí lo menciono únicamente para ilustrar el enorme alcance y los
efectos del pecado original.
Una pregunta frecuente que la gente se hace en relación con este tema
es: “¿Dios nos condena por el pecado original?” No. Cuando un niño pequeño
muere antes de entender la responsabilidad moral de escoger entre el bien y el
mal, automáticamente, recibe la gracia de Dios para entrar al cielo. Lo mismo
sucede con los discapacitados mentales. Dios nos hace responsables sólo de
aquellos actos pecaminosos que cometemos voluntariamente cuando somos
capaces de distinguir la diferencia entre el bien y el mal. Tan pronto como uti-
lizamos nuestro libre albedrío para desobedecer la voluntad de Dios, que
conocemos, somos culpables de pecado ante Él. La tendencia inherente a
pecar no es equivalente al pecado en sí mismo.

La Verdad para enriquecer su vida


Previamente en este capítulo, sugerí la posibilidad de trabajar en la
guardería de la iglesia. Y no fue una insinuación hipotética. De hecho, yo lo
hice durante varios años. ¡Me encantaría contarles lo que aprendí de esa
expe- riencia, pero me llevaría todo el resto del libro! Créame, la guardería
fue un excelente laboratorio para la preparación de mi material teológico
sobre el pecado original. No me malinterprete, amaba a esos niños y me
encantaba trabajar con ellos. Podía arrastrarme y jugar en el suelo como uno
más. Ellos me dieron la oportunidad de realizar un excelente estudio sobre la
naturaleza humana, pues no tratan de esconder sus motivaciones y deseos.
Los adultos son grandes artistas y esconden muy bien sus verdaderas
intenciones. Los niños son tremendamente honestos. Sus palabras más
comunes son: “mi”, “mío” o “para mí”.

101
TEOLOGÍA EN LA CAFETERÍA

Muchas veces oigo que la gente argumenta que pecamos porque crece-
mos en un ambiente pecaminoso o porque imitamos a otras personas que
pecan. Pero, ¿qué se podría decir, entonces, sobre mis niños de la guardería?
La mayoría de ellos venía de hogares cristianos. El ambiente en el que
crecieron y los modelos a imitar eran netamente cristianos. Aún así, esa ten-
dencia innata a satisfacer el ego se manifestaba claramente a una edad muy
temprana. Ellos no la recibieron del exterior, sino que la tenían dentro.

Dios diseñó un plan


para liberarnos de la atadura
y el poder del pecado.
También escucho personas que niegan el pecado original, diciendo que
todos pecamos porque conscientemente decidimos pecar, no porque
tengamos una disposición heredada. Es verdad que realizamos una elección,
pero no es cierto que podamos evitar la poderosa influencia que tiene el
pecado original. Mire a su alrededor. ¿Conoce a alguien, además de
Jesucristo, que no haya pecado en toda su vida? Yo no conozco a nadie y
dudo que usted conozca. Sería razonable pensar que si el problema no es
inevitable alguien en algún lu- gar podría desafiar las evidencias y decidir no
pecar.
El pecado dañó nuestro mundo de un modo terrible, pero este no es el
final de la historia. Por lo tanto, no debemos desesperarnos por los efectos del
pecado. Dios diseñó un plan para liberarnos de la atadura y el poder del peca-
do. Ese será el tema central de los próximos capítulos.

Apuntes breves
1. El pecado original es el resultado del mal uso que hicieron Adán y
Eva de su libre albedrío.
2. El efecto del pecado original en nosotros es una resistencia a la autori-
dad de Dios y rechazar que Él sea el Señor de nuestras vidas.
3. Nuestra separación de Dios (privación) nos corrompe espiritualmente
(depravación).
4. No somos culpables ante Dios del pecado original, pero sí por los
pecados que cometemos.

Oración
Padre, sé que Tú siempre estás pensando en
nuestro bien; por eso nos advertiste contra la fruta
prohibida.
Ayúdeme hoy, a alejarme de la fruta prohibida.

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