Ensayo - La Familia y El Conflicto Positivo
Ensayo - La Familia y El Conflicto Positivo
Ensayo - La Familia y El Conflicto Positivo
La figura de la familia debe proveer las condiciones suficientes que faciliten el desarrollo
óptimo del ser humano en un contexto humanizador, por esta razón, estudiar y analizar el sistema
familiar desde un enfoque psicológico aporta información de gran valor para entender el
desarrollo óptimo o deficiente de las personas en función a su salud física y psicológica, las
formas de vinculación y socialización con el entorno, las creencias, formas de pensamiento y de
conducta que se repiten en la sociedad y la influencia de esta sobre la familia. Entender a la
familia como un sistema dinámico y fluído permite un análisis más profundo para el desarrollo
de técnicas de abordaje efectivas que fortalezcan los vínculos saludables y funcionales entre las y
los miembros que integran una familia. En este ensayo se analizarán las formas más comunes de
vinculación e interacción familiar, las principales perturbaciones y afectaciones a los lazos
familiares y las técnicas y prácticas para generar relaciones familiares más funcionales entre
todos sus miembros, sin determinar una conformación o estructura específica de familia.
Los ciclos de vida familiar también pueden cumplir etapas que se relacionan con
determinadas características y cambios que afectan al sistema, estas podrían no darse en su
totalidad o darse en diferente orden secuencial:
2. La familia con niños o niñas: con la llegada de un bebé o persona menor por
embarazo o adopación, se requiere de una nueva adaptación en la dinámica de la
pareja. Esta etapa comunmente desestabiliza al principio en los aspectos afectivos,
económicos y espaciales, entre otros. Podría suceder que existan celos por parte del
padre o de la hija o hijo según sea el tiempo que la madre asigne a cada uno y de
como maneje las interacciones. Otro cambio que impacta es la readecuación
económica y la presión por incrementar los ingresos. Esta etapa también se
caracteriza por las interacciones con la familia y círculos sociales extendidos, a los
cuales se les debe poner límites de visita y de intromisión en los asuntos del bebé y la
familia.
3. La familia con un niño o niña escolar: con la entrada de las personas menores a los
centros educativos, la pareja vuelve a liberarse parcialmente de un espacio de tiempo
y atención, comunmente les lleva a reconsiderar la relación de pareja, existiendo la
posibilidad de que esta haya sido cuidad y conservada o haya existido distanciamiento
y descuido del vínculo. Otra posible situación es el manejo de la independencia y
búsqueda de autonomía de la persona menor, la carga equilibrada o desequilibrada de
la madre y el padre en cuanto al apoyo en el estudio, la presencia o ausencia de
alguno de estos por motivos de trabajo u otro. La persona menor también vive
cambios importantes como lo es el estrés de la carga académica, los compromisos
paralelos a la escuela, las presiones sociales y comparaciones, cambios biológicos y
físicos e inclusive psicológicos, al buscar su propia identidad y definir sus propios
límites.
5. La plataforma de lanzamiento: consiste en que las y los hijos dehan el hogar para
independizarse de la madre y el padre, ya sea por motivos de estudio, laborales,
matrimonio, necesidad o voluntad. Sea una acción planificada o espontánea, la
separación de la familia es un evento comunmente estresante que conlleva una
readecuación del sistema familiar
Se debe aclarar que no todas las familias siguen estas etapas o el mismo orden, a pesar de
que existe una gran variedad de formas de desarrollo del ciclo familiar, las anteriores siguen
siendo las más presentes, sin afán de caer en simplismos o invisibilizar otras formas de
desarrollo. Además, cabe destacar las situaciones no planificadas que impactan
considerablemente el ciclo y las dinámicas, por ejemplo los fallecimientos, los divorcios, las
enfermedades, los traumas, las situaciones de violencia, infidelidades, abuso de drogas, los
embarazos no planificados, entre otras situaciones complejas.
Para entender a profundidad el conflicto cabe mencionar uno de estudios más importantes
en el campo de la psicología realizado por Muzafer Sherif (1974) quien tomó a un grupo de
personas y lo dividió en dos, creó un conflicto entre los dos grupos y observó cómo se podía
resolver ese conflicto, en ese momento el modelo más utilizado era la teoría de resolución de
conflictos a través de la hipótesis del contacto, es decir, resolver el conflicto juntando a las
partes, ponerles en el mismo espacio y dejar que solucionen. El autor cuestionó esta premisa y
demostró que, en realidad, la hipótesis del conflicto no solamente estaaba equivocada, sino que
llevaba a que el conflicto escalara. Solamente permanecer juntos no es suficiente, para resolver
los conflictos se deben unir a las personas implicadas para trabajar juntos en una meta de orden
superior a los intereses individuales. Dicho de otra forma, en algo que les importe a ambos o al
grupo, algo en lo que reconozcan que necesitan al otro para lograrlo; así es como disminuyen los
estereotipos, juicios y disgustos entre las personas, considerando siempre disminuir o eliminar la
hostilidad de la ecuación y aumentando la empatía, no uno contra el otro, pero sí uno junto al
otro.
Los conflictos en las parejas y la familia son y serán inevitables pero más interesante aún
es considerarlos necesarios para la adecuación y ajustes en las dinámicas, para cambiar lo que
necesita ser cambiado, para fortalecer vínculos y crecer en colectividad y apoyo mutuo.
Conivivir en la misma casa y tener reglas claras no serán suficientes para solucionar conflictos
de forma sostenible, es necesario crear alianzas colaborativas que permitan la participación de las
partes, haciéndoles sentir co-responsabilidad y protagonismo en la búsqueda de soluciones
(Sherif, 1958).
No existen los conflictos difíciles, existen situaciones que las personas no saben resolver
ya sea porque carecen de recursos internos o de experiencia, la buena noticia es que puede
trabajarse. Un enfoque positivo lo propone el investigador en este tema John Gottman (1993)
quien descubrió que en las relaciones más sanas hay una proporción de 5 a 1 de positividad, es
decir, que por cada desacuerdo, conflicto, o enojo entre la pareja o los miembros de la familia,
hay cinco acciones positivas como besarse, abrazarse, sonreír, pasar tiempo de calidad, hacer el
amor (en caso de la pareja), etc. Él recomienda que en vez de eliminar o evadir el conflicto, lo
que se debe hacer es acentuar constantemente lo positivo. Por ejemplo a través de los
reforzadores del amor, estos son actividades que se introducen en la rutina diaria que acentúan lo
positivo, como los detalles, aquellas acciones que salgan de la rutina, que sorprendan y envíen
mensajes que expresen amor y apreciación, los momentos frecuentes de contacto físico, ya sea
para dar un beso, abrazo, tomar de las manos, de tale forma que físicamente se estimule la
conexión, los halagos y muestras de interés por el otro u otra, esto es expresar lo que gusta de la
otra persona, lo que admira, valora, aprecia, de forma verbal, escrita o cualquier mensaje
creativo, variar las rutinas a través de planes sorpresa, la espontaneidad y por último, en el caso
de la pareja, las relaciones sexuales íntimas, placenteras y significativas. El autor también hace
énfasis en propiciar que el conflicto sea positivo, o sea, en enfocarse la situación o problema y no
en la persona, en asumirlo con responsabilidad compartida, desde una actitud positiva que abra
alternativas de solución, que visibilice las habilidades y competencias de las partes para
encontrar soluciones, que se maneje con herramientas de comunicación asertiva, como la
comunicación no violenta y que se busque la solución, el cambio positivo y el aprendizaje para
todas las partes.
En relación a una saludable y feliz vinculación entre la pareja, los investigadores John
Gottman y David Schnarch concluyen que hay al menos cuatro componentes esenciales en una
relación romántica feliz y estable, estos son: 1) invertir el uno en el otro, es decir disponer
tiempo, voluntad y esfuerzo al servicio de la relación, cultivarla; 2) reconocer y ser conocido por
la otra persona, validar y ser validado, permitirse abrir al otro física y conceptualmente; 3) dar un
espacio para el conflicto pero también un lugar para la felicidad; y 4) apreciar lo positivo, por
ejemplo a través de la regla de 5 x 1, es decir por cada señalamiento de algo negativo se hace el
reconocimiento de cinco aspectos positivos.
Para Schnarch, en el manejo positivo del conflicto debe primar una serie de principios, a
conocer el Principio de necesidad personal, esto se refiere a que cada miembro de la familia sepa
reconocer sus necesidades personales y asumirlas con responsabilidad, socializarlas en función
de obtener apoyo y satisfacción, aunque no siempre se vean resueltas en su totalidad. La
intimidad es permitirse ser verdaderamente conocido por el otro, incluyendo las partes propias o
del otro que no les gustan. No se trata solamente de conocer las características físicas o
superficiales como su color favorito, con frecuencia implica también mostrar las fortalezas que
han estado escondiendo. La mayoría de los enfoques se centran en obtener la validación de su
pareja y la aceptación cuando uno o varios miembros “se desnudan” emocionalmente, aún
sabiendo que la otra persona puede no validarlo.
Resolver las perturbaciones en las relaciones requiere de una intimidad, esto se basa en
validarse primero a sí mismo desde un lugar de vulnerabilidad y consciencia. Por ejemplo el
permitirse entender su vinculación con cada miembro de la familia, la forma de comunicación,
cercanía, necesidad de cantidad y calidad de tiempo y afecto, establecer límites con cada
miembro, consensuar intereses y acordar responsabilidades según las capacidades y
competencias, desde este reconocimiento y auto-validación es más sencillo interactuar y
consciliar con el entorno, darse a entender y entender también al otro.
Otro Principio fundamental en el de intimidad, este significa generar conexión con las y
los demás, fortalecer el sentido de pertenencia, generar vínculos cercanos y no solo
interacciones, en espacios de seguridad y apoyo para cada miembro. Las habilidades para intimar
se relacionan con la capacidad de escucha activa, de empatía, de separación del pensamiento o
señalamiento juicioso, de hacer sentir a la persona protegida, validada e importante. El último
Principio es el de la perspectiva positiva, este ayuda a interpretar las cosas desde un lugar más
apreciativo y constructivo, se aplica al apreciar las cosas que funcionan dentro de la familia y las
relaciones, en adoptar una respuesta activa-constructiva enfocándose en los beneficios en lugar
de la falla y en ver el potencial de la persona, de lo que él o ella son y de sus potencialidades.
La CNV es una manera de interpretar la realidad que permite apreciarla desde una mirada
más amable, reflexiva y humana, además, funciona como entrenamiento para identificar aquellas
veces en las que se presta atención a un aspecto específico de una situación más compleja o
integral, y que genera malestar, pensamientos rumiantes o un pensamiento dualista o separatista.
Para llevarla a la práctica es necesario identificar el núcleo de la experiencia, es decir lo que cada
persona del grupo familiar percibe que pasa, lo que sienten, sus necesidades, sus intenciones y
sus contribuciones o responsabilidades. Una vez identificado existe una forma sugerida de
expresar el conflicto, la misma se puede adecuar a las necesidades específicas de la familia o la
situación, estas son: comenzar con la narrativa del acontecimiento de forma objetiva, es decir,
libre de juicios personales, posteriormente permitirse abrirse emocionalmente y expresar los
sentimientos experimentados, el tercer paso consiste en expresar las necesidades personales de
forma auténtica, o sea lo que realmente le importa a la persona y por último manifestar la
petición, lo que a la persona le gustaría que pasara o la propuesta de solución. Si cada miembro
de la familia se permite hablar con este modelo se facilita el entendimiento profundo de las
necesidades e intenciones de cada persona, haciendo más sencillo el ejercicio de consensuar,
negociar, o simplemente direccionar el conflicto hacia una o varias opciones de solución, de tal
firma que se consideren de forma integral a cada miembro.
Otras recomendaciones para gestionar el conflicto en la familia entán relacionadas con las
normas internas, es decir, los parametros donde fluyen las interacciones que organizan y
determinan la vida familiar. Las reglas familiares determinan cómo debe entenderse la conducta,
de tal forma que delimiten el quién, el dónde, el cuándo, y en qué condiciones el núcleo
completo o determinado miembro de la familia puede comportarse de determinada manera. Las
normas son establecidas comunmente en tres aspectos: 1) las domésticas, relacionadas con la
organización del hogar, las tareas repartidas equitativamente, la co-responsabilidad entre todos
los miembros del núcleo a partir de sus edades, competencias y disponibilidades, 2) el medio
intra y extra familiar, es decir las dinámicas, costumbres y hábitos a lo interno y como este se
relaciona con el contexto y 3) las afectivas, que son la expresión del afecto, sentimientos y los
vínculos entre las partes (Bustos, Valenzuela y Villa, 2007). Tanto las normas familiares como
los roles de cada miembro deben ser un asunto claro, aunque flexible en muchos casos, la
propuesta es que cada quien se sienta parte responsible de estar normas, protagonistas desde su
construcción hasta su ejecución, entendiendo el aporte necesario para el buen funcionamiento de
la familia. Estas son dadas en múltiples actividades cotidianas y situacionales, por ejemplo los
acuerdos en relación a los horarios de alimentación y descanso, la forma y espacios para la
crianza de las personas menores, el presupuesto familiar y los aportes de cada miembro, la co-
responsabilidad de los asuntos relacionados a la educación de las personas menores, la
planificación de los paseos familiares, los límites en relación al espacio privado de cada
miembro, entre muchas otras situaciones comunes al entorno familiar.
Resulta importante agregar que estas normas deben considerar las etapas de vida de cada
miembro para no incurrir en errores comunes como la asignación de una mayor responsabilidad
de las o los hermanos mayores en el cuidado de las o los hermanos menores, lo cual puede privar
los primeros de vivir plenamente su etapa de vida y apresurar una madurez con responsabilidades
no acordes a su rol en la familia. Se sobre entiende que existen necesidades familiares que
puedan llevar a requerir de un apoyo de este tipo, sin embargo debe ser visto como un apoyo y
no como una responsabilidad de adquirir un rol materno o paterno a quien no corresponde. Como
este exiten otras posibilidades de normar consensuadas que podrían no ser del todo saludables o
equitativas y traer en un futuro rupturas, resentimientos y dolor a la familia. En este sentido se
recomienda buscar un balance entre la responsabilidad y libertad de cada miembro, permitiendo
que cada uno llegue a la conclusión de la relevancia de su rol y su compromiso paralobrar
bienestar en la familia, pues desde un lugar de voluntad y no de obligación o dominancia, las
normas son obedecidas con una mayor grado de responsabilidad y con mayor probabilidad de
prevalecer en el tiempo.
Podría suceder que aún siguiendo las recomendaciones para una orientación del conflicto
hacia lo positivo exista la necesidad de solicitar la intervención profesional por parte de una
profesional en psicología que acompañe y modere la situación familiar a partir del enfoque
clínico y las técnicas de la corriente sistémica principalmente. En este sentido es recomendable
entrar a un proceso de psicoterapia familiar, un método especial de tratamiento de los desórdenes
emocionales que interviene a la familia a través de uno o varios de sus miembros, plantea la
familia como un todo, y las interacciones entre sus partes conforman ese todo; entre sus objetivos
están eliminar síntomas, adecuar o reubicar a cada individuo al entorno, buscar cambios prontos
en la conducta, es decir modificar el presente no explorando ni interpretando el pasado sino
identificando la situación conflictiva y motivando cuanto antes el cambio de la actitud y la
conducta.
La terapia familiar se recomienda utilizar cuando una familia no tiene un buen
funcionamiento, cuando se presentan dificultades de relación entre sus miembros, cuando ocurre
un evento traumático o que desestabilice emocionalmente, de forma ideal se asiste de manera
preventiva, es decir a la hora de predecir una posible situación conflictiva, de tal forma que no
pase a mayor gravedad. El o la terapeuta clínica normalmente considera su participación dentro
del sistema familiar a través de estrategias de coparticipación, o interviniendo a través de
movimientos de reestructuración y reencuadre, desafiando la visión del núcleo sobre el conflicto,
como un intruso activo que cambia la dinámica con su sola presencia. Esta terapia tiene el
propósito de lograr el socio-aprendizaje y el fortalecimiento y sostenibilidad del sistema con el
finde lograr el desarrollo personal de cada miembro (Chinchilla, 2015).
El tema del manejo del conflicto en el entorno familiar no es sencillo de manejar pues
existen una gran diversidad de variantes que determinan el buen o mal funcionamiento de una
familia, así como la multiplicidad de posibles conflictos, interpretaciones y recursos con los que
cuenta cada familia para afrontarlos. Sumano al cuidado y la sensibilidad que representa no caer
en teorías y clasificaciones estrictas sobre las dinámicas familiares sino interpretar cada una de
forma individual con sus propias cacacterísticas, creencias y vivencias.
Todas las personas quieren lograr relaciones familiares sanas y satisfactorias, en las
cuales se cumplan los objetivos y funciones propias de forma satisfactoria, como lo son las
afectivo-emocinales, las relacionadas a la protección y cuidado, transmisión de valores, entre
otros. Estas se construyen en el tiempo y a partir de la participación de cada miembro, es un
proceso como resultado del esfuerzo y la constancia. Un ciclo de vida familiar funcional no
consiste en encajar en las presiones de la sociedad con respecto a la ilusión de la “familia
perfecta”, sino en saber identificar y aceptar el modelo familiar propio, en normalizar el conflicto
positivo y reconocer la oportunidad que este trae al desarrollo de toda la familia y de cada
miembro en lo individual. Se trata de llevar el foco de atención a lo interno de cada miembro
para interactuar y vincularse mejor con los otros miembros, enfocandose en lo importante, en lo
que construye y en aquello que más les da sentido.
Referencias
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