21 El Sistema de Los Apoyos y La Función Notarial
21 El Sistema de Los Apoyos y La Función Notarial
21 El Sistema de Los Apoyos y La Función Notarial
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RESUMEN
MARCO NORMATIVO
Código Civil: arts. 43, 44, 45, 140, 160, 161 y 659-B.
Recibido : 03/12/2020
Aprobado : 20/01/2021
Introducción
Núñez Lagos (2013) señala que hay dos clases de capacidad, la natural y la legal:
a) Natural.- Al inconsciente, accidental (ebrio, morfinómano, etc.) o permanente (idiota, loco, etc.)
no se le permite el acceso a la comparecencia, porque no puede enterarse, tener consciencia del acto
y consentir libremente.
b) Legal.- De igual manera no puede comparecer quien no alcanzó la aptitud legal (incapaces) o
quien después de haberla alcanzado, la perdió (incapacitados).
En cualquiera de los dos casos el notario con su intervención es un control. (p. 155).
Uno de los juicios que realiza el notario tiene que ver precisamente con la capacidad del
compareciente, debiendo de dar fe “(…) que a su juicio los otorgantes tienen la capacidad legal o
civil necesaria para otorgar el acto o contrato a que el instrumento se refiera (…)” (Blanquer,
2006).
Como señala Giménez-Arnau (1976): “La calificación de la capacidad viene impuesta por la
naturaleza y la finalidad del instrumento público: se trata de un requisito que conceptual y
lógicamente viene impuesto ab initio para conseguir la eficacia del documento y del acto
documentado” (p. 527).
El tratamiento de la capacidad jurídica de las personas regulada en el Código Civil sufrió una
profunda modificación a raíz de la aprobación del Decreto Legislativo Nº 1384, expedida el 2018,
que modificó, entre otros, su artículo 42, señalando ahora lo siguiente:
Toda persona mayor de dieciocho años tiene plena capacidad de ejercicio. Esto incluye a todas las
personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás y en todos los aspectos de la
vida, independientemente de si usan o requieren de ajustes razonables o apoyos para la
manifestación de su voluntad.
Excepcionalmente tienen plena capacidad de ejercicio los mayores de catorce años y menores de
dieciocho años que contraigan matrimonio, o quienes ejerciten la paternidad.
En mérito a dicha disposición se otorga capacidad de ejercicio a todas las personas mayores de
edad, incluyendo a las personas con discapacidad, al margen del discernimiento que puedan tener,
con excepción de los pródigos, los que incurren en mala gestión, los ebrios habituales, los
toxicómanos y los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil, que mantienen la capacidad
de ejercicio restringida; estableciéndose, además, que los mayores de catorce años y menores de
dieciocho años gozarán de plena capacidad de ejercicio cuando contraigan matrimonio o ejerciten
la patria potestad.
De esta manera, conforme a la nueva regulación establecida en el Decreto Legislativo Nº 1384, las
personas tienen capacidad de ejercicio pleno (personas mayores de 18 años, incluyendo las
personas con discapacidad), incapacidad absoluta (menores de 16 años, salvo aquellos actos
determinados por ley) y capacidad de ejercicio restringida (los mayores de 16 años y menores de 18
años, los pródigos, los que incurren en mala gestión, los ebrios habituales, los toxicómanos, los que
sufren pena que lleva anexa la interdicción civil y las personas que se encuentren en estado de
coma, siempre que no hubiera designado un apoyo con anterioridad), alcanzando la capacidad de
ejercicio pleno los mayores de 14 años y menores de 18 años que contraigan matrimonio o sean
padres, y los mayores de 16 años y menores de 18 años que contraigan matrimonio, que obtengan
título oficial que les autorice para ejercer una profesión u oficio, o sean padres; teniendo
representantes legales (patria potestad, tutor o curador), y por tanto, no tienen capacidad de
ejercicio pleno, los menores de edad, los pródigos, los que incurren en mala gestión, los ebrios
habituales, los toxicómanos y los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil, con
excepción de los ebrios habituales y toxicómanos que cuenten con certificado de discapacidad, que
tiene derecho a designar apoyos y salvaguardias, es decir, que gozan de capacidad de ejercicio
pleno.
Dicho cambio en el tratamiento de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad, antes de
la expedición del Decreto Legislativo Nº 1384, tardó en aplicarse en el Perú a pesar de encontrarse
vigente la CPDC, conforme al artículo 55 de la Constitución Política del país, como la Ley Nº
29973, Ley General de la Persona con Discapacidad, publicada en el año 2012, que en su artículo
3.2 establece que: “Los derechos de las personas con discapacidad son interpretados de
conformidad con los principios y derechos contenidos en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y con los demás
instrumentos internacionales sobre derechos humanos ratificados por el Perú”.
Cabe destacar, sin embargo, que antes de la modificación del Código Civil algunos operadores
jurídicos ya venían aplicando la CDPD como es el caso del juez Edwin Bejar Rojas, del Tercer
Juzgado de Familia del Cusco, que es el primer juez con discapacidad visual en el Perú, que en su
sentencia del 15 de junio del 2015 señaló –frente a la exigencia de la ONP para que se declare
previamente la interdicción de los hermanos Rubén y Wilbert Velásquez como requisito para que
puedan recibir la pensión por orfandad que les corresponde por la muerte de su padre, debido a que
tenían diagnóstico de esquizofrenia paranoide–, que no era necesario ese requisito por contravenir
el artículo 12 de la CDPC, inaplicando, por consiguiente, los artículos 43 inciso 2, y 44 incisos 2 y
3 del Código Civil mediante el control difuso de convencionalidad.
Por su parte para Alonso: “La discapacidad ya no es un problema de la persona individual que
presenta una deficiencia física, intelectual, o sensorial, sino que se reconoce que la sociedad misma
es discapacitante, en cuanto pone barreras a la participación de personas con estas características. Si
la sociedad retira las barreras (físicas, jurídicas, de comunicación, de actitud), la discapacidad se
reduce porque la persona tiene más posibilidades de participar” (Alonso, 2020).
Bajo el modelo social de apoyos acogido en el Decreto Legislativo Nº 1384, las personas con
discapacidad interactúan y toman decisiones respecto de los diversos actos y contratos que
celebran, en igualdad de condiciones que las demás, responsabilizándose de los mismos, conforme
se señala en el numeral 44 de la Observación General Nº 1: “(…) las personas con discapacidad
deben tener la oportunidad de vivir en forma independiente en la comunidad y de hacer elecciones
y tener control sobre su vida diaria, en igualdad de condiciones con las demás”.
Para el adecuado ejercicio de la capacidad jurídica por parte de las personas con discapacidad,
conforme al modelo social de los apoyos, la sociedad debe proveerles de medidas de accesibilidad,
ajustes razonables, apoyos y las salvaguardias correspondientes.
Como señala Lora-Tamayo (2018): “En el artículo 12 de la Convención, que trata del ‘Igual
reconocimiento como personas ante la Ley’, se reconoce de una forma clara y contundente tanto la
personalidad jurídica como la capacidad de obrar de las personas con discapacidad, sin perjuicio de
los apoyos y las medidas de salvaguarda proporcionales que sean necesarias” (p. 6).
Diversos autores nacionales cuestionaron la adopción del modelo social de los apoyos sin tener en
cuenta el discernimiento de la persona.
Así tenemos que para Espinoza y Peralta la CDPD en ningún momento estableció que las personas
con discapacidad tengan capacidad de ejercicio, sino capacidad jurídica en igualdad de
condiciones[2], es decir capacidad jurídica de goce, conforme a la legislación española (que la
CDPD estudió para tener una idea de los conceptos de capacidad de goce y de ejercicio), francesa y
del common law (Espinoza y Peralta, 2020, pp. 83-84); pero que la Observación General Nº 1 lo
interpretó, a pesar del texto expreso de la CDPD, como capacidad de goce y de ejercicio, con la
consecuencia de que a partir de dicha interpretación todas las personas con discapacidad que no
estén en aptitud de poder ejercitar por sí mismo sus derechos, en vez de tener un representante o
curador que sustituya su voluntad, bajo el esquema de sustitución, tendrán un apoyo, es decir, “una
persona que los asista para entender el documento que van a suscribir y sus efectos y consecuencias
como para que los cocontratantes puedan entender indubitablemente su voluntad manifestada, bajo
el llamado esquema de asistencia. Si se sobreentiende que la persona con discapacidad puede
ejercer sus derechos por sí misma, solo que con apoyo y ajustes necesarios, esto tiene como natural
consecuencia que aquella es la única responsable de sus actos” (Espinoza y Peralta, 2020, pp. 84-
85).
Por su parte, Cárdenas Krenz (2020) señala que: “La capacidad de ejercicio no es innata al ser
humano, como sí lo es la capacidad de goce. Una es de naturaleza dinámica, la otra es más bien
estática. Una no la tiene toda persona ni es igual para todos; la otra más bien sí la tiene toda
persona. La primera tiene que ver con nuestra capacidad de discernir, de entender y de querer; la
segunda no, pues gozamos de nuestros derechos aun cuando no tengamos conciencia de ellos, una
es una cuestión de hechos, la otra es una cuestión de derecho” (p. 254), para señalar a continuación
que: “Mientras todos tenemos por igual la llamada capacidad de goce desde que nacemos, siendo
siempre la misma, cualquiera sean sus circunstancias (Rogel Vide, 1998, p. 12), la capacidad de
ejercicio se despliega en el tiempo, extendiéndose con el desarrollo del ser humano y pudiendo ser
restringida por razones de edad, salud mental u otros factores que no sean arbitrarios; de esta
manera varía en función de las circunstancias de cada sujeto. Y es como dice Stolfi: “no basta tener
personalidad física para poder ‘querer’ en sentido técnico; por el contrario, es menester que se haya
logrado cierto desarrollo físico o mental y que nadie turbe las condiciones del sujeto, especialmente
psíquicas” (Stolfi, 1959, 21)” (Cárdenas Krenz, 2020, p. 254).
a nuestro modo de ver, se opta por la política del avestruz, no se afronta el problema, se evade, se
invisibiliza el problema de las personas con discapacidad, en teoría ya no hay discapacitados, todos
tienen capacidad jurídica para el goce y ejercicio de sus derechos a nivel declarativo, pero, nos
guste o no, el problema real existe, una manera de mostrar respeto y consideración por ellos es
admitir su realidad y no trasladar a los operadores jurídicos el lidiar con los casos de los
discapacitados psíquicos y mentales sin un marco legal adecuado. (p. 374)
Coincidimos plenamente con las opiniones vertidas, dado que no se puede dar capacidad de
ejercicio a alguien que no tiene discernimiento, como dice Núñez Lagos, al inconsciente, sea
accidental (ebrio, morfinómano, etc.) o permanente (idiota, loco, etc.) (Núñez Lagos, 2013, p. 155).
El sistema social de los apoyos tiene sentido cuando la persona con discapacidad puede expresar
voluntad, tiene capacidad de discernimiento, solo que para interactuar y celebrar actos jurídicos
necesita que la sociedad le provea de los mecanismos que le permita interactuar en igualdad de
condiciones que las demás, tales como las medidas de accesibilidad, los ajustes razonables, los
apoyos correspondientes, así las salvaguardias adecuadas que eviten que sean objeto de abuso o de
influencia indebida, teniendo en cuenta la situación de vulnerabilidad en la que muchas veces se
encuentran.
Situación distinta es cuando la persona no tiene discernimiento, no puede expresar voluntad, como
es el caso del que se encuentra en estado de coma, del que padece de alzheimer en su etapa final, de
psicosis, y en general de enfermedades mentales que no le permitan a la persona tomar decisiones
de manera razonada, libre e informada; en estos casos lo mejor para ellos es el modelo de
sustitución o médico rehabilitador, como efectivamente se recoge en los casos de los pródigos, los
que incurren en mala gestión, los ebrios habituales, los toxicómanos y de los que sufren pena que
lleva anexa la interdicción civil, donde se establece que tienen capacidad restringida, y por lo tanto,
se les nombra un curador, en caso de ser mayores de edad, que vele por su persona y bienes,
haciéndose dicho representante legal responsable de los actos que realice.
Dicho modelo de sustitución, que no se eliminó como se acaba de ver, no se contempla para las
personas con discapacidades mentales severas, incluso se crea una categoría de capacidad
restringida, el de las personas que se encuentran en estado de coma siempre que no hubieran
designado apoyo con anterioridad, que a pesar de encontrarse inconscientes y, por tanto, no poder
manifestar voluntad; sin embargo, no se les puede nombrar curador para que se encargue de velar
por su persona y bienes, sino un apoyo, es decir, una persona que solo lo ayude a manifestar su
voluntad de acuerdo a su trayectoria de vida, sus previas manifestaciones de voluntad en contextos
similares, la información con la que cuenten las personas de confianza de la asistida, la
consideración de sus preferencias y cualquier otra consideración pertinente en el caso concreto,
asumiendo la persona asistida responsabilidad por el acto realizado porque goza de plena capacidad
de ejercicio.
Por lo expuesto, el cambio introducido por el Decreto Legislativo Nº 1384 requiere de urgente
modificación en el sentido de establecerse que el modelo social de los apoyos solo será aplicable en
los casos de las personas mayores de edad con discapacidad que tengan discernimiento y, por tanto,
puedan decidir de manera razonada, libre e informada respecto de la celebración de los diversos
actos jurídicos, pero que para ello requiere de las medidas de accesibilidad, los ajustes razonables,
los apoyos y las salvaguardias que le permitan ejercer su capacidad jurídica en igualdad de
condiciones que las demás personas; ya que en caso de no tener discernimiento el modelo a aplicar
será el de la sustitución, debiendo en dicho supuesto nombrarse un curador, previa declaración de
interdicción, que se encargue del cuidado de la persona y de sus bienes, asumiendo responsabilidad
por su actuación y no la persona asistida, como sucede actualmente bajo la figura del apoyo.
Son las medidas que adoptan los Estados tendientes a detectar y remover las barreras existentes en
el entorno a fin de garantizar a las personas con discapacidad el acceso a los bienes y servicios en
condiciones de igualdad con las demás personas, y de esta manera permitirles vivir en forma
independiente y participar plenamente en todos los aspectos de su vida.
En el artículo 9 de la CDPD se establece que: “A fin que las personas con discapacidad puedan
vivir en forma independiente y participar plenamente en todos los aspectos de la vida, los Estados
Partes adoptarán medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en
igualdad de condiciones con las demás, al entorno físico, el transporte, la información y las
comunicaciones, incluidos los sistemas y las tecnologías de la información y de las
comunicaciones, y a otros servicios e instalaciones abiertos al público o de uso público, tanto en
zonas urbanas como rurales”.
Por su parte en el artículo 15 de la Ley Nº 29973 se indica que: “La persona con discapacidad tiene
derecho a acceder, en igualdad de condiciones que las demás, al entorno físico, los medios de
transporte, los servicios, la información y las comunicaciones, de la manera más autónoma y segura
posible. El Estado, a través de los distintos niveles de gobierno, establece las condiciones
necesarias para garantizar este derecho sobre la base del principio de diseño universal. Asimismo
tiene derecho a gozar de ambientes sin ruidos y de entornos adecuados”.
Los ajustes razonables son las modificaciones y las adaptaciones necesarias de las medidas de
accesibilidad para el caso concreto, que, sin imponer una carga desproporcionada o indebida, sirven
para garantizar el ejercicio de la capacidad jurídica de la persona con discapacidad en igualdad de
condiciones con las demás, como podría ser el facilitar el uso de una silla de ruedas para los que
tienen dificultad de movimiento, el permitir que se pueda recoger la huella dactilar en lugar de la
firma en caso de no poder firmar por sufrir de hemiparesia, el redactar la escritura pública en letras
más grandes o en términos sencillos por tener dificultad en leer el texto en el tamaño normal o para
su debido entendimiento, etc.
Como se señala en el cuarto párrafo del artículo 2 de la CDPC: “Por ‘ajustes razonables’ se
entenderán la modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga
desproporcionada o indebida, cuando se requieran en un caso particular, para garantizar a las
personas con discapacidad el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con las demás, de todos
los derechos humanos y libertados fundamentales”.
III. El apoyo
1. Definición
El apoyo es, conforme se establece en el artículo 659-B del Código Civil, una forma de asistencia
libremente elegida por una persona mayor de edad para efectos de facilitarle el ejercicio de su
capacidad jurídica, pudiendo consistir dicho apoyo en el auxilio en la comunicación, en la
comprensión de los actos jurídicos y de sus consecuencias, así como en la manifestación e
interpretación de la voluntad de quien requiere el apoyo.
En el artículo 12.3 de la CPDC se establece que: “Los Estados Partes adoptarán las medidas
pertinentes para proporcionar acceso a las personas con discapacidad al apoyo que puedan necesitar
en el ejercicio de su capacidad jurídica”.
La función del apoyo no es igual, varía, va a depender del grado de auxilio que requiera la persona.
El sistema de apoyo debe ser diverso, individualizado y centrado en las necesidades de la persona
adaptándose a las diferentes situaciones personales y sociales teniendo en cuenta, entre otras
circunstancias, el tipo de figura de apoyo y el tipo de acto jurídico implicado. Las medidas de
apoyo deben cubrir todo el proceso de toma de decisiones pudiendo consistir, en función de cada
situación, en la asistencia para la traslación, comprensión y/o evaluación de información relevante,
valoración de las diferentes opciones y sus consecuencias, expresión de voluntad y preferencias etc.
(p. 8).
Por su parte, Leciñena señala: “Como puntualiza en su punto 18 la Observación general núm. 1
(2014), ‘El tipo y la intensidad del apoyo que se ha de prestar variará notablemente de una persona
a otra debido a la diversidad de las personas con discapacidad’. Esto es acorde con lo dispuesto en
el artículo 3 d) de la Convención, en el que se mencionan, entre los principios generales de la
misma, ‘el respeto por la diferencia y la aceptación de las personas con discapacidad como parte de
la diversidad y la condición humanas’” (Leciñena, 2019).
Las funciones del apoyo, conforme al artículo 10 del Decreto Supremo Nº 016-2019-MIMP,
reglamento del Decreto Legislativo Nº 1384, son las siguientes:
b) Facilitar la comprensión de los actos que produzcan efectos jurídicos y sus consecuencias.
c) Orientar a la persona que cuenta con apoyo, en la realización de actos que produzcan efectos
jurídicos.
3. Nombramiento de apoyo
La designación del apoyo la realiza la persona necesitada de auxilio, siempre que pueda expresar su
voluntad, pudiendo hacerla ante el notario de su preferencia o ante el juez. Si es ante notario
presenta una minuta con dicho nombramiento señalando además las salvaguardias proporcionales
de acuerdo a sus circunstancias personales, procediendo el notario a extender la escritura pública
correspondiente, y si es ante el juez, presenta la solicitud respectiva, procediendo el juez a emitir la
resolución pertinente, respetando la designación del apoyo como las salvaguardias establecidas en
la solicitud. La persona debe señalar la duración del ejercicio del apoyo, pudiendo este recaer en
una o más personas naturales mayores de edad, o en unas o más personas jurídicas sin fines de
lucro, cuyo objeto se encuentre acorde a las funciones que desempeñará como apoyo y esté inscrita
en Registros Públicos.
Si la persona no puede expresar su voluntad o es una con capacidad restringida (las que se
encuentran en estado de coma, siempre que no hubieran designado apoyo con anterioridad), es el
juez quien designa al apoyo, determinando su duración así como las salvaguardias
correspondientes. En caso de que la persona se encuentre en un establecimiento de salud como
hospitales psiquiátricos, centros de rehabilitación en salud mental, casas u hogares protegidos,
centros de acogida residencial, centros de atención básica integral u otras instituciones de similar
naturaleza, el juez puede designar, de manera excepcional, como apoyo temporal al director del
establecimiento donde se encuentre albergada, determinando los alcances y las facultades
atendiendo a la situación concreta de la persona.
La persona mayor de edad o el juez, cuando corresponda, puede designar a una persona natural o
persona jurídica sin fines de lucro como apoyo alternativo, para el supuesto en que el titular no
pueda ejercer las facultades encomendadas, pudiendo establecer en qué personas no puede recaer
dicha designación.
La designación de apoyo por parte de la persona que se va a beneficiar debe ser aceptada
necesariamente por la persona nombrada, conforme se desprende de los artículos 24.1.f, 30.1.g y
42.f del Decreto Supremo Nº 016-2019-MIMP.
Respecto de la designación judicial de apoyo en los casos de las personas con discapacidad que no
pueden manifestar su voluntad, o cuentan con capacidad jurídica restringida (conforme al num. 9
del art. 44 del Código Civil), no se menciona en el Decreto Legislativo Nº 1384 ni en su reglamento
si la designación tenga que ser aceptada por la persona nombrada; sin embargo, creemos que en
estos casos también se requiere la aceptación de la persona designada como apoyo por cuanto a
nadie se le puede obligar a cumplir con un encargo, por lo que resulta de aplicación por analogía lo
dispuesto en el inciso f) del artículo 42 del Decreto Supremo Nº 016-2019-MIMP.
La persona designada como apoyo por la beneficiada, ante notario, puede renunciar a dicho
nombramiento siempre y cuando se lo notifique a la persona que la designó y haya transcurrido 30
días, más el término de la distancia, sin ser reemplazada. En el caso de la designación de apoyo a
futuro, para la renuncia de la persona designada como apoyo, basta su comunicación a la persona
que la nombró.
Característica del apoyo, y de ahí su diferencia con la curatela (sustitución), es que la persona con
discapacidad siempre interviene en los actos y los contratos que celebra, tomando ella misma las
decisiones correspondientes, cumpliendo el apoyo una función auxiliar, de ayuda en la toma de
decisiones, sea en la comunicación, en la comprensión, en la orientación o en la manifestación de la
voluntad del acto a realizar.
Como señala Alonso: “Se escucha siempre a la persona con independencia de sus necesidades de
apoyo” (Alonso, 2020).
En razón de lo señalado tenemos que la persona nombrada como apoyo nunca va a actuar sin la
intervención de la persona con discapacidad salvo que además se le otorgue facultades de
representación, conforme se establece en el artículo 659-B del Código Civil, donde se indica que el
apoyo no tiene facultades de representación salvo en los casos en que ello se establezca
expresamente por decisión de la persona con necesidad de apoyo o el juez, en el caso del artículo
569 del código sustantivo. Respecto a esto último el legislador incurre en error porque el artículo
569, que regulaba los supuestos de curatela legítima, fue derogado por el Decreto Legislativo Nº
1384; sin embargo, a la luz del artículo 11.2 del Decreto Supremo Nº 016-2019-MIMP, se entiende
que el juez puede otorgarle facultades de representación al apoyo cuando después de haber
realizado esfuerzos reales, considerables y pertinentes, y prestado las medidas de accesibilidad y
ajustes razonables, no haya podido obtener manifestación de voluntad de la persona con
discapacidad y considere que dichas facultades sean necesarias para el ejercicio y protección de los
derechos de la persona con discapacidad.
Las facultades de representación que se otorga al apoyo se regulan conforme a las reglas generales
de representación contenidas en el Código Civil, es decir, conforme al artículo 145 y siguientes, tal
como se establece en el artículo 11.1 del Decreto Supremo N° 016-2019-MIMP. En razón de ello,
no será necesaria la intervención de la persona con discapacidad en los actos que celebre en su
nombre el apoyo nombrado a su vez representante.
Cabe precisar, sin embargo, que dicha representación tiene sus particularidades porque, conforme
se señala en el artículo 11.3 del Decreto Supremo Nº 016-2019-MIMP, se deben indicar de manera
expresa los actos para los cuales se faculta dicha representación, y, además, el apoyo, que a su vez
es representante, tiene la obligación de actuar respetando los derechos, la voluntad y las
preferencias de la persona con discapacidad.
Se estaría, por tanto, frente a una limitación legal respecto a la forma de actuación de dicho
representante: facultades expresas para la realización de determinados actos (poder especial
conforme al segundo párrafo del artículo 155 del Código Civil) y la actuación conforme a los
derechos, la voluntad y las preferencias de la persona con discapacidad; por lo que se requeriría que
en la escritura pública, o en la sentencia, no solo se indique los actos para los cuales se otorga la
representación, sino también la voluntad y las preferencias de la persona con discapacidad, para su
debida publicidad, al constituir dichos límites los parámetros de actuación del representante,
teniendo en cuenta la ineficacia de los actos celebrados, respecto del representado, sino no se
respetan dichos límites, conforme se establece en los artículos 160 y 161 del código sustantivo.
Creemos que en este punto resulta vital la labor orientadora y asesora imparcial del notario, para
efectos de que se plasme en la escritura pública de la manera más clara posible los límites del poder
otorgado al apoyo, tanto respecto de los actos para los cuales se faculta como también respecto de
la voluntad y preferencias de la persona con discapacidad, de tal manera que no quede margen de
duda, o en todo caso esta se reduzca al mínimo, respecto a los actos para los cuales se encuentra
facultado el representante, con pleno respeto de la voluntad y las preferencias de la persona
representada. Así, por ejemplo, de otorgarse facultades de disposición de los bienes de la persona
auxiliada, esta podría señalar que solo se puede vender un inmueble al valor del mercado, debiendo
obtenerse por lo menos tres cotizaciones y escogerse el de mayor valor, y que solo proceda la venta
en caso de necesitarse para su manutención, y que, de tener varios inmuebles, se establezca un
orden en dicha venta, empezando por el de menor valor.
Creemos que no porque el nuncio actúa conforme a las directivas recibidas por el poderdante dado
a que el negocio jurídico se encuentra completamente predeterminado por aquel, por lo que se
constituye en mero mecanismo transportador de su voluntad[3]; en cambio el apoyo no se encuentra
frente actos jurídicos predeterminados en todos sus aspectos, sino frente a actos de apoderamiento
donde la persona con discapacidad, o el juez, solo le establecen sus límites de actuación (actos
expresos y respeto de sus derechos, voluntad y preferencias), disponiendo por tanto de mayor
margen de actuación dentro de los limites señalados[4], y por tanto puede escoger entre varias
alternativas que se le puedan presentar, las que cumplan, claro está, con el requisito de respetar los
derechos, la voluntad y las preferencias de la persona con discapacidad. Por ejemplo, el nuncio
recibe la disposición de comprar el inmueble X a A por el precio Z. El apoyo, en cambio, tiene
mayor margen de maniobra porque puede escoger entre varios inmuebles ubicados en la playa Z,
frente al mar y con precios que van de A a D, porque cumplen con los derechos, la voluntad y las
preferencias de la persona con discapacidad, plasmados en la escritura pública o en la sentencia
judicial.
Siendo que la persona con discapacidad goza de capacidad jurídica plena, es decir, tanto de
capacidad de goce como de ejercicio, no existe inconveniente que otorgue facultades de
representación en favor de la persona nombrada como apoyo o en favor de un tercero. En este
último caso cabe preguntarse si se aplicarían las restricciones establecidas en el artículo 11.3 del
Decreto Supremo Nº 016-2019-MIMP. Creemos que no porque dicho artículo claramente lo
restringe a las facultades de representación otorgadas a la persona nombrada como apoyo.
Sin embargo, posteriormente, el Tribunal Registral aprobó en su CCXXVII Pleno, realizado los
días 20 y 21 de julio del año 2020, publicado en el diario oficial El Peruano el 6 de setiembre de
2020, un acuerdo bastante cuestionable y confuso: “La aprobación del Reglamento del D. Leg.
1384 aprobado por el D.S. 016-2019-MIMP implica la pérdida de vigencia del POO aprobado en el
CCXIV del Pleno del Tribunal Registral. Por tanto la representación que otorga el apoyo en su
calidad de tal solo se inscribe en el Registro Personal”.
En primer lugar no es cierto que la aprobación del reglamento del Decreto Legislativo Nº 1384
implicó la pérdida de vigencia del POO aprobado en el CCXIV Pleno, todo lo contrario, el referido
reglamento más bien afianzó dicho precedente en el sentido de que la representación otorgada al
apoyo se inscribe, por el principio de especialidad, en el Registro de Mandatos y Poderes, teniendo
en cuenta que en su artículo 11.1 se remite, en cuanto a la regulación de la representación otorgada,
a las normas generales de la representación contenidas en el código sustantivo, siendo que
conforme al artículo 2036 del Código Civil, los mandatos y los poderes se inscriben en el Registro
de Mandatos y Poderes.
La segunda parte de dicho acuerdo resulta confuso porque se señala que como consecuencia de
haber dejado sin efecto el reglamento del Decreto Legislativo Nº 1384 el POO aprobado por el
Tribunal Registral, que como se acaba de decir no ha sido así, “la representación que otorga el
apoyo en su calidad de tal solo se inscribe en el Registro Personal”.
De la lectura de los fundamentos del referido acuerdo se desprende que en realidad lo que se quiso
decir fue que la representación otorgada al apoyo se inscribe solo en el Registro Personal.
Al respecto, antes de entrar a analizar el fondo de lo resuelto por el Tribunal Registral, llama la
atención que un precedente de observancia obligatoria sea dejado sin efecto por un acuerdo
aprobado con una mayoría simple (8 votos contra 7), a pesar de que para la aprobación de un
precedente de observancia obligatoria se requiere de mayoría calificada de dos tercios de los
vocales concurrentes[5] (siendo que el precedente aprobado en el CCXIV se aprobó con 11 votos a
favor y 5 en contra), incongruencia que felizmente fue corregida por la Sunarp mediante la
Resolución Nº 149-2020-SUNARP/SN del 21 de octubre de 2020, mediante la cual se modifica el
artículo 23 del Reglamento del Tribunal Registral, estableciéndose que tanto para la aprobación de
precedentes de observancia obligatoria como para dejarlo sin efecto y/o modificarlo se requiere el
voto a favor de las dos terceras partes de los vocales concurrentes.
Entrando a analizar lo resuelto por el Tribunal Registral, creemos que dicho acuerdo plenario va en
contra del texto expreso del Decreto Supremo Nº 016-2019-MIMP, que en su artículo 11.1 señala
que el poder otorgado al apoyo se regula bajo las reglas generales de la representación y, por tanto,
va en contra del principio de especialidad, que nos informa que los mandatos y los poderes se
inscriben en el Registro de Mandatos y Poderes, conforme se señala en el artículo 2036 del Código
Civil.
Debe tenerse en cuenta que conforme al principio de especialidad, recogido en el artículo IV del
Título Preliminar del Reglamento General de los Registros Públicos, las inscripciones se realizan
de tal manera que permitan dar claridad a los actos inscritos, razón por la cual se abre una partida
por cada bien, mueble e inmueble (folio real) o por cada persona jurídica (folio personal), en donde
se extiende la primera inscripción así como los demás actos referidos al bien o a la persona jurídica.
En el caso de las personas naturales existe la particularidad que todavía no se abre una partida por
cada persona natural, donde se inscriban todos los actos referidos a ella, sino una partida por cada
registro que lo integra. De esta manera en el Registro de Personas Naturales existen a su vez los
siguientes registros: de Mandatos y Poderes, de Testamentos, de Sucesiones Intestadas, Personal,
de Comerciantes y de Gestión de Intereses, abriéndose una partida por cada uno de dichos registros
de acuerdo al acto de que se trate. Así tenemos que la sucesión intestada se inscribe en el Registro
de Sucesiones Intestadas, el poder en el Registro de Mandatos y Poderes, y el divorcio o el apoyo
en el Registro Personal.
Respecto a lo señalado por el Tribunal Registral en el primer fundamento del referido acuerdo
plenario aprobado en su CCXXVII Pleno, en el sentido de que la “designación del apoyo junto con
el otorgamiento de facultades de representación a este, son todo un conjunto, que debe considerarse
como una unidad funcional y por ende debe inscribirse en la misma partida del apoyo”; debe
indicarse que constituye un grave error de concepción, pues se confunde la figura del apoyo con la
representación, instituciones no solo distintas sino contrapuestas, al representar el primero el
modelo social introducido por la CDPD y por la Observación General Nº 1, y la segunda el modelo
de sustitución, tanto es así que ni en la CDPD ni en la Observación General Nº 1 se hace referencia
alguna a la representación.
Como se señaló, aun cuando de manera convencional o legal se imponga límites a la actuación del
representante, siempre se estará ante la figura de la sustitución[7], pudiendo la misma tener matices,
que pueden ir desde la figura del nuncio, que no tiene mayor poder de decisión porque el negocio
jurídico se encuentra predeterminado por el poderdante, hasta la figura del apoderado con
facultades generales, quedando en el medio diversas figuras sustitutivas con mayor o menor poder
discrecional.
Con relación a lo señalado por el Tribunal Registral en los fundamentos que van del octavo al
decimosegundo considerando, debe indicarse que justamente en mérito al principio de especialidad
el apoyo y las salvaguardias se inscriben en el Registro Personal, por establecerlo así de manera
expresa el Decreto Legislativo Nº 1384 y su reglamento, y la representación, a falta de disposición
en contrario, en todos los casos, en el Registro de Mandatos y Poderes, por ser persona natural la
auxiliada, al margen que el apoyo sea persona natural o jurídica (y no como se señala de manera
equivocada en el décimo segundo considerando del acuerdo plenario, en el sentido de que se
inscribiría en la partida de la persona jurídica nombrada como apoyo); no teniendo el Tribunal
Registral facultades legales para disponer algo distinto.
Si bien es cierto que daría más claridad a las inscripciones el hecho de que todos los actos referidos
a una misma persona natural estén registrados en una sola partida, tema que debiera ser abordado
por el legislador y en ese sentido modificarse el Código Civil de tal manera que se permita la
apertura de una sola partida por cada persona natural, de manera similar a la persona jurídica,
donde se puedan extender todas las inscripciones referentes a la misma persona y de esta manera
evitar los problemas de sobrecostos en la contratación que existen actualmente –como, por ejemplo,
la necesidad de revisar el Registro de Sucesiones Intestadas, de Testamentos y el Personal
(declaración de muerte presunta y de interdicción)– cada vez que interviene un apoderado, teniendo
en cuenta que el fallecimiento o la interdicción son causales de extinción del poder, o la necesidad
de solicitar certificado negativo de inscripción de sucesión intestada, de testamento y de unión de
hecho, de haber sido soltero el causante, para iniciar un trámite de sucesión intestada, es decir,
búsquedas en diferentes registros para verificar las facultades del apoderado o la procedencia del
trámite de la solicitud de sucesión intestada; debe señalarse que mientras ello no ocurra las
instancias registrales (registradores y Tribunal Registral) deben sujetarse a lo establecido por las
normas vigentes. Por tanto, la representación otorgada al apoyo, al tratarse de un acto de
sustitución, debe inscribirse en el registro correspondiente, que sería el Registro de Mandatos y
Poderes.
Al actuar el apoyo en representación de la persona auxiliada no necesita concurrir con esta última,
entendiéndose esta vinculada, claro está, en la medida en que se traten de los actos expresamente
facultados y se respeten sus derechos, voluntad y preferencias, las mismas que deben estar
consignadas, para mayor claridad y certeza, en el instrumento notarial o judicial, y, además,
extendidos en el asiento correspondiente; no necesitando, por consiguiente, además de acreditar su
calidad de representante, el de apoyo, por no actuar en ese momento como auxilio de la persona con
discapacidad, sino como su representante (con los límites antes establecidos), por lo que le bastará
exhibir su inscripción correspondiente en el Registro de Mandatos y Poderes. Ahora si el apoyo con
facultades de representación interviene en la celebración del negocio jurídico conjuntamente con la
persona con discapacidad, en dicho caso aquel no estará actuando como representante sino como
apoyo, en cuyo caso le bastará presentar copia literal de su inscripción correspondiente en el
Registro Personal.
Respecto al argumento que exigir, en aplicación del principio de especialidad, la inscripción del
apoyo y salvaguardias en un registro, y la representación en otro; duplicaría el esfuerzo y el costo
para lograr la inscripción porque se tendría que presentar dos partes, realizar dos presentaciones,
doble costo notarial, doble costo judicial por derechos de inscripción en cada uno de los registros
(Mejía Rosasco, 2019, p. 10); debe señalarse que al margen que el instrumento notarial o judicial
contenga uno o más actos inscribibles, en uno o en diferentes registros, se presenta solo un parte,
notarial o judicial, dando mérito dicho instrumento a las diferentes inscripciones, por aplicación del
artículo 48 del TUO de la Ley Nº 27444, que establece la prohibición a las entidades
administrativas de solicitar información que ellas ya cuenten, teniendo dicho enunciado aplicación
en los diferentes procedimientos registrales como, por ejemplo, en el caso de la inscripción de la
sucesión intestada en el Registro de Predios, donde no resulta necesario volver a presentar el parte
notarial o judicial de sucesión intestada (art. 104, segundo párrafo, del Reglamento de Inscripciones
del Registro de Predios), o en el caso del aumento de capital de una empresa en mérito a un aporte
de un bien registrado, en donde en mérito a un solo parte notarial se inscribe el aporte en la partida
del bien registrado, y en la partida de la persona jurídica (inciso c) del artículo 35 del Reglamento
del Registro de Sociedades). Respecto a que sería más oneroso porque implicaría el pago de doble
costo notarial o judicial por derechos de inscripción, tampoco es cierto porque los derechos
registrales se cobran por actos y no por partidas; en consecuencia, al margen que los actos
contenidos en el instrumento notarial o judicial se inscriban en una sola partida, o en diferentes
partidas, los costos van a ser los mismos, según se desprende del Decreto Supremo Nº 008-2004-
JUS, y del artículo 165 y siguientes del RGRP.
Por último, y para efectos de agilizar el procedimiento de inscripción del apoyo, las salvaguardias y
el poder otorgado, al apoyo o a un tercero, todos contenidos en un mismo instrumento, la Sunarp
podría regular un procedimiento simplificado de inscripción donde con una sola presentación el
registrador pueda inscribir el apoyo y salvaguardia en el Registro Personal, y la representación en el
Registro de Mandatos y Poderes, de manera similar a como ocurre con la inscripción de la sucesión
intestada y de la transferencia en mérito a dicha sucesión intestada en las partidas de los inmuebles
de propiedad del causante, en donde ambas inscripciones se realizan en mérito a una sola
presentación, siendo calificada por el mismo registrador, conforme se encuentra contemplado en la
Directiva Nº 06-2015-SUNARP-SN, aprobado mediante Resolución Nº 166-2015-SUNARP-SN.
De esta manera se agilizaría la inscripción del apoyo, de las salvaguardias y de la representación
otorgada por la persona con discapacidad sin necesidad de infringir el principio de especialidad.
En razón de lo señalado consideramos que el acuerdo plenario del Tribunal Registral aprobado en
su CCXVII Pleno, cuya sumilla se encuentra mal redactada, pero de la lectura de sus fundamentos
se puede determinar que se establece que la representación otorgada al apoyo se inscribe
conjuntamente con este en el Registro Personal; es inválido, porque infringe norma expresa, en este
caso los numerales 1 y 9 del artículo 2030, y el artículo 2036 del Código Civil, al no existir norma
alguna que habilite la inscripción de la representación otorgada al apoyo en el Registro Personal.
Al ser inválido el acuerdo plenario aprobado por el Tribunal Registral, adolece de un defecto de
nulidad, de conformidad con el numeral 1 del artículo 10 del Texto Único Ordenado de la Ley Nº
27444, aprobado mediante Decreto Supremo Nº 004-2019-JUS, debiendo por tanto ser declarada su
nulidad de oficio por dicho órgano o demandada su nulidad por la Sunarp, de conformidad con el
artículo 213.5 del referido decreto supremo.
9. Las salvaguardias
Las salvaguardias son las medidas adecuadas y efectivas destinadas a asegurar que la persona con
discapacidad ejerza su capacidad jurídica en igualdad de condiciones con las demás, con pleno
respeto de sus derechos, voluntad y preferencias, conforme se señala en el numeral 20 de la
Observación General Nº 1; evitando de esta manera los abusos, el conflicto de intereses y la
influencia indebida del que puede ser objeto. Son establecidas por la persona al momento de
designar al apoyo, ante el notario o el juez, y en el caso de las personas que no pueden expresar su
voluntad, por el juez.
Las salvaguardias, que no solo se limitan a controlar la actuación del apoyo, como de forma
equivocada se señala en el artículo 21.1 del Decreto Supremo Nº 016-2019-MIMP, cumplen un
papel esencial en la protección de los derechos de la persona con discapacidad, dada la existencia
de, de acuerdo al tipo y grado de discapacidad, límites en su interacción con la sociedad; y teniendo
en cuenta además el reemplazo del modelo de sustitución, donde había un curador que velaba por
su persona y bienes, asumiendo él la responsabilidad por los actos realizados, a uno de apoyos,
donde la persona con discapacidad se hace cargo de su persona y de sus bienes, asumiendo plena
responsabilidad por los actos realizados.
En ese contexto se hace necesario el establecimiento por parte de la persona, o por el juez, en el
caso de que aquella no pueda manifestar voluntad, de salvaguardias adecuadas que la proteja de
eventuales abusos, de la influencia indebida o de la falta de respeto de sus derechos, voluntad y
preferencias, aunque estos vayan en contra de su interés, porque de lo que se trata es de que las
personas con discapacidad ejerzan a plenitud su capacidad de ejercicio y con ello su derecho a
equivocarse. Como se indica en la Observación General Nº 1, en su numeral 22: “Las salvaguardias
para el ejercicio de la capacidad jurídica deben incluir la protección contra la influencia indebida;
sin embargo, la protección debe respetar los derechos, la voluntad y las preferencias de la persona,
incluido el derecho a asumir riesgos y a cometer errores”.
De acuerdo al artículo 21.3 de dicho cuerpo normativo la persona que designa apoyo puede
establecer, además, entre otras, las siguientes medidas de salvaguardias:
- Rendición de cuentas, adjuntando los documentos que sustenten la administración de los bienes.
- Realización de auditorías.
- Realización de entrevistas con la persona designada como apoyo y personas cercanas a la persona
con discapacidad.
- Requerir información a las instituciones públicas o privadas, cuando el caso lo amerite o cualquier
otra diligencia.
Creemos, sin embargo, que, de conformidad con el numeral 4 del artículo 12 de la CDPD, la
salvaguardia mínima no solo debiera ser el establecimiento de plazos para la revisión de los apoyos,
sino, además, que dicha revisión se realice en plazos cortos, de manera periódica y que esté a cargo
de una autoridad u órgano judicial competente, imparcial e independiente, que podría ser el
Ministerio Público, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables - MIMP, los Centros
Integrales de Atención al Adulto Mayor de las municipalidades distritales (CIAM distritales), o el
juez. Si bien ni el Decreto Legislativo Nº 1384 ni su reglamento lo obliga, creemos que sí resulta
exigible por establecerlo la CDPD, que conforme al artículo 55 de la Constitución Política del País,
forma parte del Derecho nacional. Su establecimiento además contribuiría a una mejor supervisión,
evitándose de manera más efectiva los abusos, el conflicto de interés y la influencia indebida,
garantizándose con ello el respeto de los derechos, la voluntad y las preferencias de la persona con
discapacidad.
Lo acabado de señalar cobra particular interés en el nombramiento de apoyo a futuro, porque si
bien al momento de su designación la persona no tiene discapacidad alguna, pudiendo expresar
perfectamente su voluntad, en el futuro, cuando ya no la pueda realizar, surge la necesidad de que
la actividad del apoyo sea supervisada por la autoridad o el juez designado, dentro de los plazos
establecidos, que deben ser los más cortos posibles.
Constituye una importante salvaguardia la intervención de la persona con discapacidad en los actos
y los contratos que celebra, es decir, que ella misma tome las decisiones al gozar de capacidad de
ejercicio, evitándose de esta manera la representación dado que implicaría un regreso al modelo de
sustitución que la CDPD justamente trata de evitar.
Por último debe tenerse en cuenta que la intervención del notario en el nombramiento de apoyo y
de salvaguardias, presentes o futuros, en el otorgamiento de poderes, como en la celebración de
negocios jurídicos por parte de la persona con discapacidad, con intervención del apoyo o de la
persona de confianza, en caso de no tener apoyo nombrado; constituye en sí misma una
salvaguardia, por cuanto a través de su función de consejo y de asesoría imparcial orienta a la
persona con discapacidad en la adecuada celebración del negocio jurídico, bien sea en el
nombramiento del apoyo que necesita, en el establecimiento de las salvaguardias correspondientes,
de acuerdo a su grado de discapacidad, en la conveniencia y extensión del otorgamiento de
facultades de representación en favor del apoyo o de un tercero, en el establecimiento de las
salvaguardias correspondientes, como en la celebración del negocio jurídico con la persona de
confianza, o con el apoyo designado, velando porque en la realización del mismo no exista abuso,
influencia indebida, conflicto de intereses y además, se respete los derechos, la voluntad y las
preferencias de la persona con discapacidad.
Conclusiones
3. Para que las personas con discapacidad ejerzan su capacidad de ejercicio en igualdad de
condiciones que las demás, requieren que la sociedad les provea de medidas de accesibilidad,
ajustes razonables, apoyos y salvaguardias.
4. Mediante las medidas de accesibilidad, los Estados detectan y remueven las barreras existentes
en el entorno a fin de garantizar a las personas con discapacidad el acceso a los bienes y los
servicios en condiciones de igualdad con las demás personas, y de esta manera permitirles vivir en
forma independiente y participar plenamente en todos los aspectos de su vida; siendo los ajustes
razonables las modificaciones y las adaptaciones necesarias de las medidas de accesibilidad para el
caso concreto, que, sin imponer una carga desproporcionada o indebida, sirven para garantizar el
ejercicio de la capacidad jurídica de la persona con discapacidad en igualdad de condiciones con las
demás.
5. El apoyo constituye una forma de asistencia libremente elegida por la persona con discapacidad,
que le va a facilitar el ejercicio de su capacidad jurídica mediante el auxilio en la comunicación, en
la comprensión de los actos jurídicos y de sus consecuencias, así como en la manifestación e
interpretación de su voluntad, debiendo en todo momento respetar los derechos, la voluntad y las
preferencias de la persona con discapacidad. Puede recaer en una o más personas naturales,
personas jurídicas sin fines lucro o instituciones públicas.
6. Cuando la persona con discapacidad puede manifestar voluntad, puede nombrar al apoyo ante
notario o ante el juez, y cuando no puede manifestar voluntad, es el juez el que le designa al apoyo.
Las personas tienen la posibilidad de nombrar apoyo a futuro, en previsión de encontrarse en una
situación de discapacidad, debiendo en dicho caso nombrarlo ante notario, debiendo señalar la
condición o la circunstancia para que surta efecto. La persona designada como apoyo debe aceptar
tal nombramiento, pudiendo renunciar a dicho encargo. El apoyo se inscribe en el Registro
Personal, así como también el cumplimiento de la condición o circunstancia establecida en el caso
del apoyo a futuro. El nombramiento del apoyo no es obligatorio, por lo que la persona con
discapacidad que no nombró uno puede celebrar actos jurídicos con intervención de una persona de
confianza.
9. Las salvaguardias son las medidas adecuadas y efectivas destinadas a asegurar que la persona
con discapacidad ejerza su capacidad jurídica en igualdad de condiciones con las demás, con pleno
respeto de sus derechos, voluntad y preferencias, evitando de esta manera los abusos, el conflicto
de intereses y la influencia indebida del que puede ser objeto. Son establecidas por la persona al
momento de designar al apoyo, ante el notario o el juez, y en el caso de las personas que no pueden
expresar su voluntad, por el juez.
11. Si bien el sistema de los apoyos tiene su razón de ser en evitar la discriminación del que son
objeto las personas con discapacidad que tienen discernimiento, al negarse en los hechos su
capacidad de ejercicio; sin embargo, con el sistema de los apoyos recogido en el Decreto
Legislativo Nº 1384 nos fuimos al otro extremo: el de reconocer capacidad de ejercicio a todas las
personas con discapacidad, sin tomar en cuenta el discernimiento, criterio básico para que una
persona pueda ejercer sus derechos por sí misma y asumir obligaciones; habida cuenta que cuando
una persona no tiene discernimiento el mejor sistema para ellos es el de sustitución, como
efectivamente se recoge en los casos de los pródigos, los que incurren en mala gestión, los ebrios
habituales, los toxicómanos y de los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil, donde se
establece que tienen capacidad restringida y, por lo tanto, se les nombra un curador, en caso de ser
mayores de edad, que vele por su persona y bienes, haciéndose dicho representante legal
responsable de los actos que realice. En ese sentido, debiera modificarse el sistema de los apoyos
recogido en el Código Civil, en el sentido de reconocerse capacidad de ejercicio solo a las personas
mayores de edad que tengan discernimiento, sean personas con discapacidad o no.
Referencias bibliográficas
Espinoza Espinoza, J. y Peralta Castellano, J. C. (2020, mayo). El mal diseñado sistema de apoyos
y salvaguardias: el otro virus que trajo el Decreto Legislativo Nº 1384 y ha contagiado al Código
Civil peruano. Actualidad Civil. Nº 71.
Lora-Tamayo Villacieros, M. (2018). Comparezcan las personas con discapacidad. En: Notario del
siglo XXI. Julio–agosto 2018. Madrid: Colegio Notarial de Madrid.
Mejía Rosasco, R. (2019). Tanto nadar para ir a morir a la orilla. La Fe Pública. Año 8, Nº 37.
Ninamancco Córdova, F. (2017). Las teorías sobre la representación y el Código Civil peruano. En
Cómo evitar poderes ineficaces. Problemas frecuentes en su redacción, inscripción y ejercicio.
Lima: Gaceta Jurídica.
Núñez Lagos, R. (2013). Los esquemas conceptuales del instrumento público. Lima: Gaceta
Notarial.
____________________
* Notario de Lima. Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con estudios de
Maestría en Derecho Civil en la misma casa de estudios. Estudios de posgrado en Derecho
Registral en la Universidad Autónoma de Madrid. Pasantía en Derecho Notarial en el Consejo
General del Notariado Español. Exvocal del Tribunal Registral y exregistrador del Registro de
Propiedad Inmueble de la Oficina Registral de Lima.
[1]Conforme a lo señalado por Espinoza y Peralta (2020): “Lo que literalmente dispone el artículo
12 es una capacidad jurídica ‘en igualdad de condiciones’, no ‘la misma capacidad jurídica’. Sin
embargo, la Observación General Nº 1 del 2014 cambió inadvertidamente los conceptos y esta
interpretación ‘que se reseñará más adelante’ es la finalmente recogida en el Decreto Legislativo Nº
1384. Evidentemente se generó un problema en la definición de este término. Al inicio se
sobreentendía que ‘capacidad jurídica’ solo implicaba la capacidad de goce, también llamada
capacidad de derecho; posteriormente la Observación General Nº 1 del 2014 interpretó que la
segunda parte ‘y las mismas oportunidades para el ejercicio de esa capacidad’ ‘no tendría sentido’,
pues ‘ejercitar’ implica necesariamente una acción por parte de la persona con discapacidad,
coligiéndose finalmente a pesar del texto expreso de la Convención de que tenía que incluir la
capacidad de ejercicio” (pp. 83-84).
[2]Siguiendo a Espinoza y Peralta, “Bajo el principio del trato diferenciado para igualar las
oportunidades o ‘condiciones, en este caso’, la Convención había establecido, en un primer
momento, el proporcionar a las personas con discapacidad acceso al apoyo, estableciendo las
salvaguardias adecuadas, proporcionales, efectivas y que respeten los derechos de la persona ‘que
se analizarán más adelante’, para impedir los abusos a los derechos de las personas con
discapacidad” (Espinoza y Peralta, 2020, p. 84).
[3]Teniendo en cuenta que para Díez Picazo, conforme indica Lohmann, “(…) es impropio señalar
que el nuncio se limita a reproducir exactamente la voluntad del representando, pues con frecuencia
la manifestación del emisario no es auténtica reproducción, sino una nueva expresión de la
declaración, lo que supone que el nuncio ha realizado una labor interpretativa de la declaración
recibida” (Lohmann, 1997, p. 164).
[4]
Lo cual no quita la posibilidad que la persona con discapacidad o el juez le determine por
completo el negocio jurídico a realizar en cuyo caso el apoyo actuaría como un nuncio.
[5]Conforme al artículo 24 del Reglamento del Tribunal Registral, aprobado por Resolución Nº
263-2005-SUNARP/SN: “Los acuerdos que aprueban precedentes de observancia obligatoria se
adoptan con el voto a favor de las dos terceras partes de los vocales concurrentes. En los demás
casos baste el voto a favor de la mayoría de los vocales concurrentes”.
2. Las resoluciones que declaren la desaparición, ausencia, muerte presunta, la ausencia por
desaparición forzada y el reconocimiento de existencia de las personas.
3. Las sentencias que impongan inhabilitación, interdicción civil o pérdida de la patria potestad.
4. Los actos de discernimiento de los cargos de tutores o curadores, con enumeración de los
inmuebles inventariados y relación de las garantías prestadas, así como su remoción, acabamiento,
cese y renuncia.
5. Las resoluciones que rehabiliten a los interdictos en el ejercicio de los derechos civiles.
6. Las resoluciones que declaren la nulidad del matrimonio, el divorcio, la separación de cuerpos y
la reconciliación.
8. La declaración de inicio del procedimiento concursal, así como los demás actos y acuerdos
registrables conforme a la ley de la materia.
9. Las resoluciones que designan al tutor o al apoyo y las que dejan los dejen sin efecto.
10. Las uniones de hecho inscritas en vía notarial o reconocidas por vía judicial.