Supernatural Spanish
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Ed y Jan Speraw.
1 Samuel 1:1-28
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CONTENIDO
Reconocimientos 7
CAPÍTULO UNO
Creyendo en la Biblia ....................................................... 9
CAPÍTULO DOS
El Mundo Invisible: Dios y los Dioses .............................. 15
CAPÍTULO TRES
Reyes de Antes y del Futuro ............................................ 25
CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas ...........................................................33
CAPÍTULO CINCO
La Geografía Cósmica ..................................................... 43
CAPÍTULO SEIS
El Verbo, el Nombre, y el Ángel ....................................... 53
CAPÍTULO SIETE
Reglas de combate .......................................................... 61
CAPÍTULO OCHO
Espacio Sagrado ..............................................................69
CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa ....................................................................77
CAPÍTULO DIEZ
Escondido en Plena Vista ................................................ 87
4
CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural .................................................... 95
CAPÍTULO DOCE
El que Cabalga sobre las Nubes ..................................... 105
CAPÍTULO TRECE
La Gran Revocación ........................................................ 115
CAPÍTULO CATORCE
No de este Mundo ............................................................125
CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina ................................... 135
CAPÍTULO DIECISEIS
Gobernando sobre Ángeles ............................................. 143
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RECONOCIMIENTOS
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CAPÍTULO UNO
Creyendo en la Biblia
¿V
erdaderamente crees lo que dice la Biblia? Para
algunos, eso puede parecer una pregunta extraña
para hacer en un libro que va a ser leído mayormen-
te por cristianos. Pero, no creo que sea extraño. La
Biblia tiene muchas cosas extrañas en ella—cosas que son difí-
ciles de creer, especialmente en el mundo moderno.
No estoy hablando de las cosas grandes, como si Je-
sús era Dios que vino a la tierra, que luego murió en la cruz y
resucitó de entre los muertos. Ni siquiera estoy pensando en
las historias milagrosas como el éxodo, cuando Dios rescató a
Israel de Egipto haciéndoles camino por el Mar Rojo. La mayo-
ría de los cristianos dirán que creen en esas cosas. Después
de todo, si no crees en Dios ni en Jesús, o que ellos pudieran
hacer cosas milagrosas, ¿cuál es el punto en decir que eres
cristiano?
Estoy hablando de las pequeñas cosas sobrenaturales
que son poco conocidas que encuentras ocasionalmente cuan-
do lees la Biblia pero raramente lo escuchas en la iglesia.
Aquí hay un ejemplo. En 1 Reyes 22, hay una historia
sobre un malvado rey de Israel, Acab. Él quiere unir fuerzas
con el rey de Judá para atacar a un enemigo en el lugar lla-
mado Ramot de Galaad. El rey de Judá quería una visión del
futuro— él quiere saber lo que va a pasar si ellos atacan. Así
que los dos reyes le preguntan a los profetas de Acab y reciben
aprobación total. Pero ellos tan solo le están diciendo a Acab
lo que quiere escuchar y ambos reyes reconocen esto. Así que
deciden preguntarle al profeta de Dios, una persona llamada
Micaías. Lo que le dice no son buenas noticias para Acab:
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CAPÍTULO UNO
Creyendo en la Biblia
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Creyendo en la Biblia
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CAPÍTULO UNO
Creyendo en la Biblia
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CAPÍTULO DOS
El Mundo Invisible: Dios y los Dioses
L
a gente está fascinada por lo sobrenatural y con lo sobre-
humano. Simplemente piensa en los últimos años en la in-
dustria del entretenimiento. Miles de libros, programas de
televisión y películas en las pasadas décadas han sido so-
bre ángeles, extraterrestres, monstruos, demonios, fantasmas,
brujos, magia, vampiros, hombres-lobo, y superhéroes. Muchas
de las franquicias taquilleras de “Hollywood” caracterizan lo so-
brenatural: los Hombres-X, los Vengadores, la saga de Harry
Potter, Superman y la saga Crepúsculo. Los programas de te-
levisión como Fringe y, claro Sobrenatural y Archivos-X tienen
fieles seguidores aun cuando hayan terminado de grabar nue-
vos episodios. Y realmente, ¿estas cosas no han sido siempre
populares—en cuentos, en libros, en las artes?
¿Por qué?
Una respuesta es que son un escape de lo ordinario. Ofre-
cen un mundo que es más interesante y excitante que el nuestro.
Hay algo con respecto a lo bueno versus lo malo magnificado en
una escala cósmica que nos emociona. La lucha épica de los
héroes de la Tierra Media (Gandalf, Frodo y compañía) en contra
del Señor Oscuro Sauron en la trilogía de El Señor de los Anillos
cautivaron a los lectores (y ahora a los aficionados del cine) por
más de medio siglo.
En otro nivel, la gente es atraída a otros mundos porque,
como dice el libro de Eclesiastés, Dios ha “puesto la eternidad
en sus corazones” (Ecl. 3:11). Hay algo sobre la condición hu-
mana que anhela algo más allá de la experiencia humana—algo
divino. El apóstol Pablo también escribió sobre esta añoranza.
Él enseñó que venía del hecho de simplemente estar vivos en
el mundo que Dios ha creado. La creación da testimonio de un
creador, por lo tanto, a un reino más allá del nuestro (Rom 1:18-
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CAPÍTULO DOS
El Mundo Invisible: Dios y los Dioses
23). De hecho, Pablo dijo que este impulso era tan poderoso
que tenía que ser suprimido voluntariamente (v.18).
Y todavía parece que no pensamos en la historia épica de
la Biblia de la misma manera en que pensamos en lo sobrena-
tural de nuestros propios relatos en libros, películas y leyendas.
Hay razones para esto, y van más allá de la falta de efectos
especiales. Para algunos, los personajes de la Biblia son muy
ordinarios o anticuados. No se sienten dinámicos ni heroicos.
Después de todo, estas son las mismas personas y las mismas
historias que hemos estado escuchando desde niños en la es-
cuela dominical. Entonces hay una barrera cultural. Es difícil
para nosotros identificarnos con aquello que parece una parada
interminable de pastores antiguos y hombres vestidos de túni-
cas, como tantos actores en la obra de la natividad en tu iglesia.
Pero creo que un factor aún más grande del porqué la
ciencia ficción y la fantasía sobrenatural capta nuestra imagina-
ción tan fácil es cómo nos han enseñado a pensar en el mundo
invisible de la Biblia. Lo que hemos escuchado a través de los
años en la iglesia no solo pierde susignificado—hace lo sobre-
natural algo aburrido.
Lo que muchos cristianos imaginan que es cierto sobre el
mundo invisible no lo es. Los ángeles no tienen alas. (No cuen-
tan los querubines porque nunca son llamados ángeles y son
criaturas. Los ángeles siempre están en forma humana.) Los
demonios no lucen cuernos ni una cola, y no están aquí para
hacernos pecar (hacemos eso muy bien por nuestra propia
cuenta). Y mientras que la Biblia describe la posesión demo-
niaca en formas legítimamente horribles, la inteligencia maligna
tiene cosas más siniestras por hacer que convertir en títeres a la
gente. Y encima de eso, los ángeles y demonios son jugadores
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CAPÍTULO DOS
El Mundo Invisible: Dios y los Dioses
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CAPÍTULO DOS
El Mundo Invisible: Dios y los Dioses
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CAPÍTULO DOS
El Mundo Invisible: Dios y los Dioses
res reales. Esos ídolos hechos a mano solo eran objetos que sus
dioses podían habitar para recibir sacrificio y dar conocimiento a
sus seguidores, quienes desempeñaban rituales para solicitar a
los dioses que vinieran a ellos y habitaran en el ídolo.
Los dioses del Salmo 82:1 son llamados “los hijos del Altísimo
(Dios)” más adelante en el salmo (v.6). Los “hijos de Dios” apa-
recen varias veces en la Biblia, usualmente en la presencia de
Dios (como en Job 1:66; 2:1). Job 38:7 nos dice que ellos esta-
ban antes de que Dios comenzara a diseñar la tierra y crear la
humanidad.
Y eso es muy interesante, Dios llama a estos seres espi-
rituales sus hijos. Como él los creó, hace sentido el lenguaje de
“familia”, en la misma manera que te refieres a tu descendencia
como tu hijo o hija porque participaste en su creación. Pero apar-
te de ser su Padre, Dios es también su rey. En el mundo antiguo,
muchas veces los reyes reinaban a través de sus familias ex-
tendidas. El reinado pasaba a sus herederos. El dominio era un
asunto familiar. Dios es Señor de su consejo. Y sus hijos tienen
el siguiente rango más alto por virtud de su relación con él. Pero
como discutiremos a través de este libro, algo pasó—algunos de
ellos fueron desleales.
Los hijos de Dios también toman decisiones. A través de
1 Reyes 22 (y muchos otros versículos) sabemos que los asun-
tos de Dios involucraban la interacción con la historia humana.
Cuando Dios decidió que era tiempo para el malvado Acab de
morir, el dejó que su consejo decidiera cómo iba a suceder.
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CAPÍTULO DOS
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CAPÍTULO DOS
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CAPÍTULO DOS
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CAPÍTULO DOS
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CAPÍTULO TRES
Reyes de Antes y del Futuro
T
uvimos una breve introducción al consejo celestial de
Dios—su familia invisible y su equipo de trabajo. Hay mu-
cho más en todo eso—necesitamos mirar, especialmen-
te, en cómo los jugadores de grandes ligas como Jesús
y Satanás caben dentro de la imagen. Pero antes de regresar
a lo que pasa en el mundo invisible, tenemos que pensar sobre
nosotros mismos de forma distinta. El gobierno de Dios en el
mundo espiritual invisible a través de su consejo es un modelo
para su gobierno en la tierra—lo que los teólogos llaman el reino
de Dios. Todo esto comenzó en Génesis, en el jardín del Edén.
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CAPÍTULO TRES
Reyes de Antes y del Futuro
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CAPÍTULO TRES
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CAPÍTULO TRES
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CAPÍTULO TRES
Reyes de Antes y del Futuro
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CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas
T
erminé el capítulo anterior con el pensamiento de que el
libre albedrío en manos de seres imperfectos, fuese divino
o humano, puede tener un resultado desastroso. Ese es
una subestimación. Algunas catástrofes en los capítulos
tempranos de la Biblia involucraban tanto a la humanidad como
a los seres sobrenaturales, ilustran el punto.
Acuérdate que Dios decidió compartir su autoridad tanto
con seres divinos en la esfera sobrenatural como con los seres
humanos en la tierra. Ese fue el escenario de la declaración de
Dios, “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Gen. 1:26, énfa-
sis añadido) y el hecho de que Dios creara luego a los huma-
nos a su imagen. Los seres espirituales y los humanos son los
portadores de imagen de Dios. Compartimos su autoridad y lo
representamos como cogobernantes.
Por un lado, esa fue una decisión fantástica. El libre albe-
drío en parte es ser como Dios. No podríamos ser como él si no
estuviera en nosotros. Sin libre albedrio, mueren los conceptos
como el amor y el sacrificio propio. Si solamente estás progra-
mado a “amar”, no hay ninguna decisión en ello. No es real. Las
palabras de un guion y la actuación no son genuinas. Pensando
en esto me recuerda la última película de las originales de Star
Wars, “El Retorno del Jedi”. El espíritu de Obiwan Kenobi le dice
a Luke que su padre, Darth Vader, “ahora es más máquina que
hombre”. Y aún, al final, encontramos que eso no fue verdad.
Vader salva a Luke del emperador a cambio de su vida. No solo
era una maquina programada. Su decisión vino de su corazón,
de su humanidad—de su libre albedrío.
Pero en la decisión de Dios hay un lado oscuro. Dándole
libertad a los seres inteligentes significa que ellos pueden y to-
man decisiones erróneas o intencionalmente se rebelan. Y eso
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CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas
Problemas en el Paraíso
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CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas
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CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas
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CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas
como él lo hizo.
La Semilla Mala
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CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas
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CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas
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CAPÍTULO CUATRO
Rebeliones Divinas
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CAPÍTULO CINCO
La Geografía Cósmica
L
as transgresiones divinas que vimos en el capítulo anterior
tenían algo en común. Ambas eran rebeliones sobrenatu-
rales dirigidas a la cooptación del plan de Dios para la hu-
manidad y la restauración de su reinado. En este capítulo
veremos otra rebelión, una que se originó con la gente.
Esta rebelión produjo una situación difícil de la que toda-
vía todos somos parte, y que involucra seres sobrenaturales. La
lucha titánica para la restauración de la estrategia de Dios tomó
un giro para lo peor que solo el regreso de Jesús finalmente lo
resolverá.
La Torre de Babel
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CAPÍTULO CINCO
La Geografía Cósmica
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CAPÍTULO CINCO
La Geografía Cósmica
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CAPÍTULO CINCO
La Geografía Cósmica
vivía allí.
Esa no era la intención original de Dios. Sí, lo que él hizo
en Babel fue un juicio a las naciones, pero la intención de Dios
no era que las naciones estuvieran desamparadas para siem-
pre. Cuando Dios hizo su pacto con Abraham, el dejó en claro
que “en ti serán benditas todas las familias de la tierra” a través
de Abraham y su descendencia (Gen. 12:3). Dios estaba plani-
ficando que en algún punto dado volvería a traer a las naciones
de vuelta a su familia.
Pablo sabía todo esto. En su sermón a los filósofos paga-
nos en Atenas él dijo:
Y de uno hizo todas las naciones del mundo para que ha-
bitaran sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado
sus tiempos señalados y los límites de su habitación, para
que buscaran a Dios, si de alguna manera, palpando, le
hallen, aunque no está lejos de ninguno de nosotros. (He-
chos 17:26-27)
A través de Moisés, Dios advirtió a su propio pueblo que
no adoraran a las “huestes celestiales” (Deut. 4:19-20), una eti-
queta que encontramos en otros lugares para los miembros del
consejo divino (1 Reyes 22:19). Hechos 17:26-27 deja claro que
el propósito de Dios era que de alguna manera las naciones aún
lo siguieran buscando.
Pero los dioses que fueron puestos sobre estas naciones
interfirieron con este plan de dos maneras.
Vimos previamente que en el Salmo 82:1 Dios reunió a
los dioses de su consejo. El salmo completo nos dice el por qué.
Los dioses de las naciones habían reinado sobre las naciones
injustamente—en maneras que eran contrarias a los deseos del
Dios verdadero y sus principios de justicia. Tan pronto comenzó
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CAPÍTULO CINCO
La Geografía Cósmica
La Cosmovisión de Deuteronomio 32
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CAPÍTULO CINCO
La Geografía Cósmica
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La Geografía Cósmica
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CAPÍTULO CINCO
La Geografía Cósmica
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CAPÍTULO SEIS
El Verbo, el Nombre, y el Ángel
E
n el último capítulo aprendimos sobre la geografía cósmica
de la Biblia. En respuesta a la rebelión humana en la Torre
de Babel, Dios desamparó a las naciones. Las asignó a los
miembros de su consejo celestial, los hijos de Dios (Deut.
32:8-9). Para reemplazar a las naciones ahora desamparadas,
él crearía un nuevo pueblo, una nación para sí mismo. Ellos se-
rían sus agentes para reestablecer su reino en la tierra. Pero esa
tarea probaría ser una lucha atroz, ya que los otros dioses y los
pueblos bajo su dominio se convertirían en enemigos feroces de
Israel y de Dios.
El nuevo pueblo de Dios comenzaría con un hombre lla-
mado Abram, cuyo nombre se cambiará más tarde por Abraham.
Poco después del juicio de Babel, Dios lo visitaría.
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CAPÍTULO SEIS
El Verbo, el Nombre, y el Ángel
pasó con Abraham. Dios hizo algo más dramático. él vino como
hombre. Él y Abraham hablaron cara-a-cara.
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CAPÍTULO SEIS
El Verbo, el Nombre, y el Ángel
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El Verbo, el Nombre, y el Ángel
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El Verbo, el Nombre, y el Ángel
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CAPÍTULO SIETE
Reglas de Combate
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asta ahora en nuestra historia: Dios echó a un lado las
naciones y a sus pueblos en Babel. Los dioses menores
asignados a ellos tomaron dominio (Deut. 32:-89). Cuando
Dios comenzó de nuevo con Abraham, estaba claro que
planificó un día donde reclamaría a las naciones a través de la
influencia de Israel (Gen. 12:3). Pero los dioses de las naciones
hubieran estado obligados a rendir su poder y adoración (Sal.
82:6-8). Eso significó conflicto—tanto en el reino visible e invi-
sible. Tan pronto como hubo un Israel, estaba en la mira de los
dioses.
¿Quién es Yahvé?
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CAPÍTULO SIETE
Reglas de Combate
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CAPÍTULO SIETE
Reglas de Combate
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CAPÍTULO SIETE
Reglas de Combate
La Ley de Dios—Entregada
por el Consejo de Dios
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CAPÍTULO SIETE
Reglas de Combate
Lealtad Creyente
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CAPÍTULO SIETE
Reglas de Combate
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CAPÍTULO SIETE
Reglas de Combate
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CAPÍTULO SIETE
Reglas de Combate
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CAPÍTULO OCHO
Espacio Sagrado
L
os israelitas pasaron más de un año en el Monte Sinaí.
¿Por qué tanto tiempo? Ya habían entrado en el pacto con
Dios y recibieron los Diez Mandamientos. Pero ellos toda-
vía tenían mucho que aprender. Una cosa era prometer
creer y ser leal al Dios de sus ancestros, Abraham, Isaac, y Ja-
cob. Otra cosa era el saber las expectativas de Dios y como era
él.
El Concepto de la Santidad
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CAPÍTULO OCHO
Espacio Sagrado
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CAPÍTULO OCHO
Espacio Sagrado
El Cielo (y el Infierno) en la
Tierra Aunque somos pecado-
res inmundos, si estamos
en Cristo somos santos.
El llevar la atención sobre la al- Aunque seamos imper-
teridad de Dios comunicó ciertas fectos, a través de Jesús
ideas, no sólo sobre Dios, sino nuestras imperfecciones
también sobre los límites sobre- son pasadas por alto. Es
naturales. La idea de la “distinción así de fácil, pero aun así
de reinos” era fundamental para de profundo.
la cosmovisión sobrenatural de
Israel. Si donde habitaba la pre-
sencia de Dios era santo, la tierra
en otros lugares no lo era—era
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CAPÍTULO OCHO
Espacio Sagrado
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CAPÍTULO OCHO
Espacio Sagrado
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CAPÍTULO OCHO
Espacio Sagrado
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CAPÍTULO OCHO
Espacio Sagrado
No necesitamos de un ta-
bernáculo o un templo para mar- Nunca debemos olvidar,
car el espacio sagrado. Nuestros ni por un momento, ol-
cuerpos son el espacio sagrado. vidar quienes somos en
Pablo llama a nuestros cuerpos Cristo—y lo que significa
terrenales un “tabernáculo” (2 Cor. eso para el mundo.
5:4) porque habita en nosotros
esa misma presencia divina que llenaba el lugar Santísimo en el
tabernáculo y en el templo (Rom. 8:9-11). Eventualmente nues-
tros cuerpos, la casa terrenal de nuestro espíritu, morirá, solo
para ser reemplazados por una “una casa no hecha por manos”
(2 Cor. 5:1-3), una morada celestial—el nuevo Edén, el cielo re-
gresó a la tierra (Apoc. 22:1-3).
Como hoy día, Dios mora en los creyentes a través de
su Espíritu Santo, cada iglesia—cada reunión de creyentes—es
tierra santa. Esto es porque Pablo, cuando tristemente le decía
a los corintios que expulsaran a un cristiano impenitente que
estaba viviendo en pecado, les instruía “entregad a ese tal a Sa-
tanás” (1 Cor. 5:5). La iglesia era tierra santa. Fuera de la confra-
ternización de los creyentes estaba el dominio de Satanás. Ahí
era donde pertenecía el pecado y su autodestrucción.
Es tiempo de que nos miremos a través de ojos sobrena-
turales. Eres un hijo de Dios, apto para espacio sagrado, no por
lo que haces o dejas de hacer, pero porque tú estás en Cristo,
adoptado por Dios (Rom 8:15; Gal 4:5). Has sido extraído del
reino de las tinieblas y nos “trasladó al reino de su Hijo amado”
(Col 1:13).
Nunca debemos olvidar, ni por un momento, quienes so-
mos en Cristo—y lo que significa eso para el mundo.
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CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa
L
a Biblia es un libro controversial. La gente que no la ve
como la Palabra de Dios muchas veces se opone a lo que
dice. Pero algunas partes de la Biblia aún incomodan a
los cristianos. La guerra de Israel para conquistar la Tierra
Prometida es un buen ejemplo.
¿Por qué? Mayormente por la matanza. Parece ser indis-
criminada y demasiada exhaustiva. ¿Por qué era necesario en
algunas ciudades matar a la población entera—hombres, muje-
res, niños, y aún el ganado? ¿Por qué no permitir a los habitan-
tes rendirse? ¿No sería mejor exiliarlos en vez de matarlos?
Hay una respuesta a esas objeciones—pero he descu-
bierto que la respuesta parece hacer los cristianos más incomo-
dos que el problema. Solo puedes entender esa relación y los
motivos del relato de las conquistas cuando uno lo ve a través de
la cosmovisión sobrenatural de un israelita.
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CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa
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CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa
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CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa
1:4; Jos. 13:12), eran considerados las puertas del reino del in-
framundo de los muertos. Dentro del contexto de la cosmovisión
sobrenatural de Israel, Dios tenía que guiar a los israelitas a las
puertas del infierno.
Y eso no era todo.
Dios había traído a los israelitas para encontrarse con dos
reyes, Sehón y Og. Estos dos reyes eran amonitas (Deut. 3:2-
3; 31:4) y gobernantes de los que la Biblia llama los Refaim.
Deuteronomio 2:11 nos señala ominosamente, que los anaceos
eran “también contados como Refaim”. A través de Moisés, Dios,
había guiado al pueblo a otra área ocupada por el mismo tipo de
gigantes que años más temprano habían asustado a los espías
israelitas hacia la incredulidad (Núm. 13:32-33), el evento que
les causó la deambulación por cuarenta años.
¿Por qué Dios los había llevado allí? Porque esta con-
frontación era un anticipo de lo que hubiera tenido que hacer-
se cuando se terminaran los cuenta años. Eventualmente Israel
tendría que cruzar el Jordán para ocupar la tierra que Dios le
había dado. Dios estaba probando a su pueblo. ¿Creerían y pe-
learían esta vez? Si es así, la victoria les daría confianza y fe
para lo que restaba adelante.
En años anteriores los israelitas se habían vuelto atrás.
Pero esta vez la historia terminó diferente. Como dijo Moisés,
“Y el Señor nuestro Dios lo entregó (Sehón) a nosotros; y lo de-
rrotamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo… Así que el Señor
nuestro Dios entregó también a Og, rey de Basán, con todo su
pueblo en nuestra mano, y los herimos hasta que no queda-
ron sobrevivientes” (Deut. 2:33; 3:3). Años más tarde, el profeta
Amos, vuelve a relatar la confrontación en su propio libro bíbli-
co, describe el resultado de esta manera: “(el Señor) destruí al
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CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa
“Devotos a la Destrucción”
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CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa
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CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa
parcial es desobediencia.
Los israelitas habrían de pasar siglos pagando por la de-
cisión de quedarse cortos en cumplir los propósitos de Dios. El
libro de los Jueces reitera el ciclo horrible: Israel era abrumado
por las naciones hostiles repetidamente, la creencia de la lealtad
a Dios estaba casi apagada. Para el tiempo del rey David y su
hijo Salomón, las cosas mejoraron, pero una vez que Salomón
no estaba, Israel siguió en su desintegración hacia la guerra civil
y la idolatría.
La gloria de la conquista La conquista de la Tierra
era opacada por el fracaso épico. Prometida era una gue-
La derrota fue arrebatada de las rra santa—una batalla
fauces de la victoria. El gobierno contra las fuerzas de las
de Dios—el plan para un Edén tinieblas y los enemigos
restaurado—se fue por la borda. bajo el dominio de los
La cosmovisión sobrenatural que dioses hostiles que dice la
surgió de Babel, con naciones in- Biblia que son realmente
crédulas bajo el dominio de dioses entidades espirituales.
malignos, se mantuvieron intactas.
Israel fue derrotado y esparcido, y su Tierra Prometida cayó bajo
el gobierno de otros dioses y otros pueblos. Esta misma cosmo-
visión permea también en el Nuevo Testamento. Pablo usa los
términos como principados, autoridades, tronos y poderes para
describir las fuerzas de las tinieblas. En la antigüedad cada uno
de estos términos fue usado para referirse a los gobiernos geo-
gráficos.
La causa del fracaso de los israelitas fue la desobedien-
cia y la infidelidad de parte del pueblo de Dios. Los humanos
son débiles. Podríamos preguntarnos por qué Dios se molesta
con nosotros. Pero si miramos hacia atrás al Edén, sabemos
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CAPÍTULO NUEVE
Guerra Santa
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CAPÍTULO DIEZ
Escondido en Plena Vista
D
esde la caída Dios había estado tratando de revivir su pro-
pósito original para el Edén: vivir en la tierra con ambas
familias, tanto la divina como la humana. Dios les había di-
cho a Adán y Eva que fuesen fructíferos y se multiplicasen,
esparciendo de esta manera el buen gobierno de Dios sobre el
resto del planeta. Dios quería que toda la tierra fuese un lugar
donde el cielo y la tierra se encontraran, donde la humanidad
podría disfrutar de lo divino, y donde lo divino podría disfrutar de
la tierra y la humanidad. Sabemos cómo fue eso.
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CAPÍTULO DIEZ
Escondido en Plena Vista
La Solución—y un Problema
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CAPÍTULO DIEZ
Escondido en Plena Vista
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CAPÍTULO DIEZ
Escondido en Plena Vista
El Mesías Críptico
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CAPÍTULO DIEZ
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
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n el último capítulo, vimos como el Antiguo Testamento
presenta al mesías al esconderlo a plena vista. La llave al
plan de Dios para restaurar el Edén y redimir a la huma-
nidad era para que el mesías, Jesús, muriera en la cruz y
luego resucitara de entre los muertos.
Solo al convertirse en hombre, Dios podía reinar sobre su
pueblo sin caer en pecado y extraviarse espiritualmente. Solo si
ese rey muriere en el lugar de su pueblo y resucitara de entre
los muertos, Dios podía juzgar rectamente el pecado y proveer
salvación todo a la misma vez. Solo a través de la muerte del
mesías y su resurrección, un pueblo caído podía tener un lugar
aun en el consejo familiar de Dios, gobernando en ese reino
Edénico renovado, como fue originalmente planificado.
Pero piensa sobre todo lo que requería: Jesús tenía que
en alguna manera asegurarse que los poderes sobrenaturales
de las tinieblas manipularan a los hombres para matarlo—sin
entender lo que realmente estaban haciendo. Así como Pablo
le dijo a los corintios (1 Cor. 2:6-8), si realmente supieran lo que
los resultados iban a hacer, ellos nunca hubieran crucificado al
Señor.
Cuando es visto contra ese trasfondo la vida y el ministerio
de Jesús puede tener más sentido. Es fácil para los lectores del
Nuevo Testamento, por ejemplo, para obtener la impresión de
que el ministerio de Jesús conduciendo a la cruz era algo al azar.
Después de todo, los evangelios no siempre presentan el mis-
mo episodio—por ejemplo, el nacimiento de Jesús es encuentra
solo en dos de ellos (Mateo y Lucas), y solo uno de ellos men-
ciona a los reyes magos (Mat. 2). A veces las escenas aparecen
en un orden un poco diferente en los diferentes evangelios. Pero
los actos de Jesús escritos en los evangelios estaban llevándolo
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
Engañar a la Maldad
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
Ven Por Mí
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
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CAPÍTULO ONCE
Propósito Sobrenatural
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CAPÍTULO DOCE
El que Cabalga sobre las Nubes
C
erré el ultimo capitulo señalando cómo Jesús comenzó a
hablar sobre su muerte inmediatamente luego de echarle
una carnada a los poderes de las tinieblas en la puertas
del infierno y en el Monte Hermón. El reto puso en la mar-
cha una serie de eventos que nos llevarían al juicio del Señor y
a su muerte en la cruz. Los cristianos han leído muchas veces
sobre el juicio de Jesús. Pero hay un trasfondo sobrenatural en
ello que muchas veces se pasa por alto.
Para entender lo que finalmente provoca la sentencia de
la pena de muerte de las autoridades judías y el transferir a Je-
sús hacia Poncio Pilato para que él lo lleve a cabo, tenemos que
ir hacia atrás en el libro de Daniel en el Antiguo Testamento—
para una reunión que Dios tiene con sus huestes celestiales, su
consejo divino.
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CAPÍTULO DOCE
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CAPÍTULO DOCE
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CAPÍTULO DOCE
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que Él lo libre,
Que Él lo rescate,
Puesto que en Él se deleita…
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CAPÍTULO DOCE
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No saben ni entienden;
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CAPÍTULO DOCE
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caminan en tinieblas;
son sacudidos todos los cimientos de la tierra. (Sal. 82:1-5)
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CAPÍTULO DOCE
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CAPÍTULO DOCE
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CAPÍTULO TRECE
La Gran Revocación
A
parte de las historias sobre Jesús en los evangelios—tales
acontecimientos como la de su nacimiento, su muerte, y
el Sermón del Monte—quizás el pasaje más familiar en el
Nuevo Testamento es Hechos 2, donde el Espíritu Santo
se deposita sobre los seguidores de Jesús en el día de Pente-
costés. Esto marca el lanzamiento de la iglesia emergente y el
comienzo del evangelismo global en el nombre de Jesús.
Así como este pasaje es familiar, hay muchas más cosas
sucediendo en ello que muchos comprenden. De hecho, Hechos
2, está diseñado para telegrafiar la campaña para revertir del
Antiguo Testamento, la geografía cósmica de Babel, donde las
naciones que no incluían a Israel estaban bajo el dominio de los
dioses menores. Lo que pasó en Pentecostés fue un plan de ba-
talla para infiltrar todas las naciones desheredadas por Dios en
Babel con el evangelio de Jesús—una estrategia antigua para la
guerra espiritual.
Pentecostés
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CAPÍTULO TRECE
La Gran Revocación
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CAPÍTULO TRECE
La Gran Revocación
Pentecostés y Babel
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CAPÍTULO TRECE
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La Gran Revocación
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CAPÍTULO TRECE
La Gran Revocación
“Iré a España”
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CAPÍTULO TRECE
La Gran Revocación
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CAPÍTULO TRECE
La Gran Revocación
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CAPÍTULO TRECE
La Gran Revocación
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CAPÍTULO CATORCE
No de este Mundo
E
n la muy conocida oración de Jesús en el jardín del Getse-
maní antes de ser arrestado para el juicio, él le dijo a sus
seguidores, “Ellos no son del mundo, como tampoco yo
soy del mundo.” (Juan 17:16). Ciertamente los creyentes
estaban en el mundo, encomendados especialmente por Dios
para llevar el evangelio a toda nación (Mat. 28:19-20), pero no
eran del mundo. Esta paradoja—siendo de este mundo, pero
no de ellos—fue telegrafiada a los primeros cristianos en varias
maneras memorables.
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CAPÍTULO CATORCE
No de este Mundo
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CAPÍTULO CATORCE
No de este Mundo
Entregado a Satanás
Este concepto está muy bien ilustrado por la visión de Pablo so-
bre la santidad de la iglesia local. Cada cuerpo de creyentes era
tierra santa, ningún lugar para pecado impenitente.
En el capítulo 8 vimos cómo el campamento de Israel lidió
con el pecado para preservar la santidad del campamento—su
lugar sagrado. Hablamos sobre el Día de Expiación (Lev. 16),
donde los pecados de la nación eran ritualmente transferidos al
macho cabrío—el que era “para Azazel” (Lev. 16:8, 10). Azazel
era la entidad demoniaca la cual pensaban que moraba en el
desierto. Los israelitas enviarían el macho cabrío al desierto lle-
vándose sobre si sus pecados. El acto simbólicamente enviaba
los pecados del pueblo a donde pertenecían—en el desierto, el
lugar de las tinieblas espirituales.
Pablo hace que los corintios traten con su pecado de la
misma manera—enviándolo donde pertenece. En 1 Corintios 5,
Pablo escribió a los corintios sobre el hombre que estaba vi-
viendo en inmoralidad sexual, que tenía que arrepentirse. Él les
mandó, “entregad a ese tal a Satanás” (I Cor. 5:5). La lógica era
clara—el pecado no tenía lugar en la tierra santa. Creyentes te-
nían que remover a los creyentes impenitentes de la iglesia (1
Cor. 5:9-13). El ser expulsado de la iglesia era ser lanzados al
reino de Satanás, de regreso al mundo.
Pablo espera que el resultado del hombre impenitente se-
ría “la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo
en el día del Señor” (1 Cor. 5:5). (La referencia aquí no es para
muerte física, sino para muerte de la carne lujuriosa tendiendo
una trampa a este hombre [Gal 5:24; 1 Cor. 11:32-33]).
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No de este Mundo
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CAPÍTULO CATORCE
No de este Mundo
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CAPÍTULO CATORCE
No de este Mundo
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CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina
¿
Sabes quién eres?
Hice esta pregunta anteriormente, pero es tiempo
de hacerla de nuevo. Sí, somos del mundo, pero no de él.
Cierto, hemos sido salvos por la gracia a través de la fe
por lo que hizo Jesús en la cruz. (Efe. 2:8-9). Pero eso es solo el
comienzo de entender lo que Dios ha estado haciendo.
La intención original de Dios en Edén fue la de unir a su
familia humana con su familia divina, los hijos celestiales de Dios
quienes estaban aquí antes de la creación (Job 38:7-8). Él no
abandonó ese plan cuando ocurrió la caída. Cristiano, serás he-
cho divino, como uno de los hijos de Dios elohim, como Jesús
mismo (1 Juan 3:1-3).
Los teólogos se refieren a la idea con muchas etiquetas.
La más común es glorificación. Pedro se refería a ellos como
“partícipes de la naturaleza divina” (2 Ped. 1:4). Juan lo puso de
esta manera “Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre,
para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos” (1 Juan
3:1, énfasis añadido). En este capítulo vamos a echarle una mi-
rada a cómo la Biblia transmite este mensaje.
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CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina
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CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina
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CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina
Los primeros dos capítulos del libro de Hebreos nos dan un re-
trato dramático de la familia mezclada—divina y humana. Para
mí, es uno de los pasajes más conmovedores de la Biblia.
Hebreos 1 hace hincapié en que Jesús es “mucho mejor
que los ángeles (v. 4). No hay otro más alto que Jesús en el con-
sejo celestial de Dios. Después de todo, él es Dios. De hecho, el
escritor hace el punto de que como no hay ningún ángel adecua-
do para ser hombre y heredar el reino, los ángeles necesitaban
adorar a Jesús (vv. 5-6). Jesús es rey.
Notablemente, cuando Jesús vino a ser hombre, él fue
hecho poco menor que los ángeles. El vino a ser uno de noso-
tros. Los humanos son creaturas menores que los seres divinos
como los ángeles. El escritor de los Hebreos pregunta:
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CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina
Porque convenía que aquel para quien son todas las cosas
y por quien son todas las cosas, llevando muchos hijos a la
gloria, hiciera perfecto por medio de los padecimientos al
autor de la salvación de ellos. Porque tanto el que santifi-
ca como los que son santificados, son todos de un Padre;
por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos hermanos,
diciendo:
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CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina
nos 8:18-23:
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CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina
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CAPÍTULO QUINCE
Partícipes de la Naturaleza Divina
nieblas invisibles.
De eso trata la Biblia, del Edén al Edén. Ese es tu desti-
no. Ahora tu vida no es la de ganar tu lugar en la familia de Dios.
No puede ser ganada. Es un regalo. Ahora tu vida está mostran-
do la apreciación por tu adopción, al disfrutarla, y tratando de
que otros la disfruten contigo.
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CAPÍTULO DIECISEIS
Gobernando sobre Ángeles
E
s crucial para nuestra fe que entendamos quiénes somos
como cristianos. Somos los hijos y las hijas de Dios, un
consejo divino rediseñado que ya participa en el reino de
nuestro Dios. Pero hay algo más que eso. Sí, somos el
consejo familiar de Dios— ¿pero con qué fin?
Mientras que estamos en el reino (Col. 1:13), todavía no
hemos visto la plena revelación de ese reino—no hemos visto la
tierra convertirse en el Edén. Esta paradoja “ya, pero todavía no”
corre de muchas maneras a través de la Biblia. En este capítulo,
quiero darte un vistazo del “todavía” que contesta la pregunta
“¿con qué fin?”
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CAPÍTULO DIECISEIS
Gobernando sobre Ángeles
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CAPÍTULO DIECISEIS
Gobernando sobre Ángeles
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CAPÍTULO DIECISEIS
Gobernando sobre Ángeles
El Eterno Edén
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Gobernando sobre Ángeles
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Gobernando sobre Ángeles
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Gobernando sobre Ángeles
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Gobernando sobre Ángeles
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Conclusión
H
emos llegado al fin de nuestra jornada. Pero probablemente
es mejor que digamos que solamente la hemos comenza-
do. Hemos considerado varias preguntas fundamentales:
¿Existen otros dioses? Si lo hacen, ¿Hace mucha diferen-
cia en cómo entendemos la Biblia? ¿Qué significa para nuestra
fe si suponemos que el mundo invisible descrito en la Biblia es
realmente verdad—no solo las partes familiares o aceptadas,
pero las partes inusuales y muchas veces ignoradas? Una vez
que comencé a entender el significado de la trama sobrenatural
de las escrituras, entendí que necesitaba pensar diferente so-
bre muchísimas cosas. Pero puedo resumirlas en dos palabras:
identidad y propósito. Espero que al leer este libro hayas sido
retado en ambas áreas.
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Conclusión
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