El Muro

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EL MURO

El muro como elemento arquitectónico funcional se comprende como aquello que proclama la
existencia de lo construido, el elemento señala el espacio y a su vez transforma la estructura, es
decir, hace ver lo existente (delimita, divide) y hace que exista (estructura). El muro dentro de su
función, delimita cada uno de los espacios habitables, no sólo de manera específica dentro de un
proyecto, sino que también determina los límites generales incluyéndose en lo urbano y en lo rural;
en lo urbano puede demarcar la presencia en el adentro y en el afuera, lo interior y lo exterior,
creando un límite claramente tangible entre las aulas y los recintos, e incluso entre lo público y lo
privado, se pude ejemplificar esto en la sencilla acción de caminar por una calle: transitamos en lo
público pero existen alrededor de ella una serie de planos o muros que limitan ese espacio y generan
lo privado.

A partir de su participación funcional, el muro comienza a proyectar sensaciones y experiencias


espaciales, siendo capaz de generar comportamientos y de afectar las emociones de las personas
que habitan o transitan ese espacio; el muro como experiencia envuelve los sentidos e involucra
cada lugar con la percepción, hace posible el hecho de residir espacios que afectan las emociones,
que juegan con el alma e involucran los sentidos. En este concepto, el muro con sus características
proyecta composiciones que crean recuerdos y sensaciones a través de lo que edifica, se levanta el
muro pensando con y para el cuerpo.

Un proyecto que nos puede dar ejemplo de estas experiencias es la Casa Farnsworth, aquí se
enaltecen las características de transparencia y opacidad jugando con la relación del adentro y el
afuera; los muros promueven un experiencia continua evitando cualquier limite visual para
involucrarse con su paisaje, no crea obstáculos con la naturaleza, al contrario, hace sentir el estar
dentro de ella. Afecta y crea sensaciones de inducir, dejar suelto, dar libertad, propiciadas por sus
muros, que al ser transparentes no censuran su entorno, se integran a él. Así mismo, sus muros
opacos interiores delimitan el espacio diáfano, generando espacios más cerrados que se
comprenden de manera sensorial como pasar de lo público y abierto a lo privado.

El muro comienza a intervenir y modificar directamente la realidad física que nos rodea, el muro
nos hace recorrer los espacios, nos hace actuar alrededor de él moviéndonos en cada una de las
estancias. En el museo Hirshhorn los muros dividen cada una de las galerías haciendo que el
movimiento en el espacio este regido por la posición de ellos, se recorren las galerías a medida que
los muros lo planteen; esas mismas divisiones demuestran experiencias espaciales, hacen aparecer
y desaparecer las obras a medida que el espectador se mueve, logrando jugar con la percepción y
las emociones de quien transita.

El muro también afecta la realidad al punto de evocar el pasado, a partir del muro se pueden
reconstruir en la imaginación lugares y experiencias, teniendo una capacidad de narrar la memoria
de las ciudades o de las mismas edificaciones; el muro materializa la memoria, hace que no
olvidemos nuestro pasado, es reflejo y testigo del tiempo; el muro es testigo material de la historia
que compone una obra arquitectónica.

En conclusión, el muro fuera de ser un elemento funcional y estrictamente técnico, es un


componente con capacidades sensitivas y perceptivas, es el elemento que hace posible sentir los
proyectos que se habitan; el muro puede resumirse en función, percepción y memoria, cualidades
principales e intrínsecas a él.

Mariana Montoya Henao

19 de mayo de 2021

Teoría e historia III

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