Antes de Planificar El Matrimonio

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Antes de planificar el Matrimonio

Hace unos años, millones de norteamericanos miraron el programa de televisión “¿Quién


quiere casarse con un millonario?”

La reacción de la gente varió entre la diversión y el shock, la incredulidad y la indignación. Este


programa consistió en permitir a un misterioso millonario, con la ayuda de amigos y familiares,
elegir una novia de entre un grupo de cincuenta mujeres.

Antes que el novio eligiera, cada semifinalista fue entrevistada.

Los atributos físicos también fueron tomados en cuenta, al desfilar cada mujer en traje de
baño para el soltero y la audiencia. El futuro esposo seleccionó a su novia, y la pareja se casó
unos minutos más tarde sin haberse conocido previamente y obviamente sin ningún tipo de
educación prematrimonial.

Esta pareja caminó hacia el altar sin siquiera haber caminado juntos antes. Al cabo de pocos
días su matrimonio fue anulado.

En este famoso programa televisivo se ve reflejada la visión prevaleciente en muchas


sociedades modernas: un precioso espectáculo de casamiento y luego la relación se disuelve
alegando diferencias irreconciliables.

Más allá del atractivo de casarse con un novio rico, el éxito del programa se debió a que
apelaba al deseo de ver realizados los sueños; la mayoría de las personas sueñan con una
relación que los llene de satisfacción.

¿No es interesante que en el mundo actual, a pesar de todos los intentos de negar a Dios,
siempre tenemos que volver al Creador? Fuimos creados para estar primeramente en
relación con Dios pero también los unos con los otros. La necesidad de pertenecer y ser parte
de la vida de otra persona sigue siendo una de nuestras necesidades primarias.

Por ello, la mayoría de la gente desea una relación matrimonial satisfactoria que dure toda la
vida. El hecho de que en varios países, un alto número de matrimonios termina en divorcio, no
desalienta de casarse a muchos. Recientes investigaciones revelan que los adolescentes aún
colocan como meta número uno para sus vidas, el tener un matrimonio feliz y una familia.
Tristemente, demasiadas parejas entran al matrimonio con poca preparación, tal como la
pareja del programa televisivo. La mayoría de los novios gasta una enorme cantidad de
tiempo, energía y recursos para preparar una boda que dura apenas unas horas, pero dedica
poco tiempo a obtener las habilidades requeridas para construir un matrimonio para toda la
vida.

Es mucho más simple prepararse para un evento de un solo día, que prepararse para un
matrimonio que dura la vida entera. Sin embargo, el casamiento más romántico y elegante del
mundo no prepara a una pareja para tener un matrimonio feliz y satisfactorio. Luego de un
hermoso casamiento y una exótica luna de miel, las parejas se enfrentan a los asuntos
cotidianos: llevar registro de los gastos, la marca del dentífrico o como vaciar el pomo, son
meros ejemplos. Pero hay temas más serios tales como decidir con cuál de los padres pasar las
fiestas navideñas, cómo lograr equilibrio entre el trabajo y el matrimonio y como mantener las
amistades previas. Muchas parejas entran en pánico ante los primeros signos de conflicto o
desacuerdo, pensando que quizás no son el uno para el otro. No están preparados para
manejar las realidades de todos los días.

El Dr. John Gottman, profesor en psicología en la Universidad de Washington en Seattle, dice


que son los eventos comunes de la vida diaria los que construyen el amor en el matrimonio.1
Cuando las parejas logran resolver los conflictos de una manera constructiva y positiva, el
matrimonio se fortalece y la intimidad se profundiza. Sin embargo, si estos temas
aparentemente insignificantes permanecen sin resolver o son resueltos de manera
destructiva, causan insatisfacción matrimonial que lleva al divorcio o a tener que vivir un
matrimonio infeliz.

La educación prematrimonial como prevención

Las investigaciones actuales sugieren la posibilidad de prevenir la insatisfacción matrimonial,


al enseñarles a las parejas habilidades de crecimiento en áreas de comunicación y manejo de
conflictos, antes que existan problemas.

Para quienes anhelan una unión feliz y duradera la educación prematrimonial es indispensable.
Este entrenamiento no es sólo para que sepan dónde pararse y cuándo decir “si, acepto” en el
día del casamiento. Un buen curso prematrimonial suministra habilidades, técnicas e ideas
específicas para mantener y construir un matrimonio cristiano sólido. Es un intento de ayudar
a la pareja a prepararse para un matrimonio satisfactorio de por vida y, por qué no, para
prevenir futuras angustias y divorcio. Los cónyuges que han tenido una experiencia positiva en
relación a la educación prematrimonial, están más dispuestos a participar en cursos de
enriquecimiento matrimonial o consejería, si en el futuro resultara necesario.

Bien realizado, este curso prepara a la pareja para las inevitables desilusiones y los conflictos
en el matrimonio. La médula de una buena relación tanto como el éxito en la resolución de
conflictos consiste en hablar y escucharse evitando hacerlo destructivamente. Para las parejas
cristianas nada de esto es novedad, ya que conocen el consejo bíblico: “Por eso, mis amados
hermanos, todo hombre sea pronto para escuchar, lento para hablar, lento para
enojarse”(Santiago 1:19).

Sin embargo hay que aclarar que enseñarle cualquier cosa a una pareja que está
profundamente enamorada, es muy difícil. Muchos de quienes solicitan guía prematrimonial
ya están bien avanzados en los planes de casamiento y luna de miel y el pastor es consultado
como una forma de cortesía. Todo concluye en unas pocas sesiones prematrimoniales y una
bendición en el día del casamiento.

Idealmente una pareja debería buscar la asistencia del pastor o consejero cristiano antes de
decidir casarse o de fijar la fecha del evento. Pero muchas parejas están tan determinadas a
estar juntas que tiene temor de recibir consejos, por miedo a que se les diga que no son el uno
para el otro. Es verdad que una pareja puede disolver su relación debido a que durante este
curso prematrimonial surgen asuntos delicados, pero tal experiencia es mucho menos
traumática que la de enfrentar un divorcio más tarde.

Consideremos a José (30 años) y Susana (29 años), quienes habían estado de novios por mas
de un año. Ya habían fijado la fecha de la boda y pagado un monto para reservar el salón para
la fiesta, pero durante el curso prematrimonial ofrecido en su iglesia, descubrieron que tenían
varias áreas que necesitaban resolver antes del casamiento. Decidieron posponer la fecha por
seis meses y aunque en un primer momento Susana se sintió muy desdichada, sabía que era lo
correcto.

Lo importante de un buen entrenamiento es enseñar a las parejas cómo lograr la transición de


la vida de soltero a la de casado. También se los alerta en cuanto a factores de riesgo que
podrían llevarlos al divorcio o a la insatisfacción matrimonial. Lo que muchos divorciados
llaman “diferencias irreconciliables” son los factores que pueden predecir un mal futuro y
tienen que ver con la comunicación, la resolución de conflictos y el desarrollo de ideas
consensuadas.

Se estima que un 60% de las parejas que se divorcian en EE.UU. habían teniendo peleas
devastadoras en forma frecuente. Más a menudo, marido y mujer se van alejando para evitar
peleas hostiles, hasta que deja de haber cercanía, amistad o sentido de conexión y sus
matrimonios terminan bajo el disfraz de “simplemente nos distanciamos”.

Es importante que las parejas analicen o evalúen otros factores que son permanentes o más
difíciles de cambiar, pero que potencialmente tienen gravitación en el éxito de su relación.
Éstos incluyen rasgos y comportamientos individuales tales como salud emocional, autoestima,
comportamientos neuróticos y actitudes disfuncionales. Otras áreas para evaluar son la
similitud de raza, religión, valores, edad y expectativas del papel de cada uno según su género.
Se debe dar atención también al impacto que puedan producir asuntos como origen familiar,
estatus socioeconómico y antecedentes de divorcio.

Si están alertas a estos factores antes del matrimonio, y mejor aún previo al compromiso,
podrán realizar elecciones usando mayor información, anticipándose a problemas futuros y
hasta a veces, para su beneficio, decidir disolver una relación.

Ayudando a prepararse a parejas jóvenes

Históricamente la iglesia ha sido el lugar donde primeramente se ofreció la educación


prematrimonial y las organizaciones religiosas aún tienen el mayor acceso a las parejas
comprometidas, ya que la mayoría de los casamientos en primeras nupcias se llevan a cabo en
las iglesias, sinagogas o templos. Consecuentemente, hasta los investigadores matrimoniales
seculares buscan instituciones religiosas para ofrecer programas prematrimoniales efectivos,
con la esperanza de preservar y proteger los matrimonios.

La iglesia puede ser el eje natural en la tarea de preparación de matrimonios exitosos y


prevención de divorcios.
Siendo así, la iglesia no puede funcionar principalmente como una máquina de bendecir
matrimonios.3 A pesar de la energía que la mayoría de las iglesias han colocado en el
entrenamiento prematrimonial, la tasa de divorcio entre los creyentes, incluyendo a los
adventistas del séptimo día, se está aproximando a las tasas de divorcio y separación del resto
de la sociedad. Estaríamos en lo cierto al asumir que mucha de esta energía no ha sido siempre
utilizada en la manera más efectiva.

Los líderes de la iglesia adventista deben hacer esfuerzos más deliberados al preparar a las
personas para el matrimonio. Primeramente debemos comenzar a mirar la educación
prematrimonial como un recurso de prevención, haciendo un abordaje del proceso, a largo
plazo. Cada iglesia local debe estar preparada para establecer guías específicas para las parejas
comprometidas.

En el pasado, el pastor ha sido el único responsable para la preparación prematrimonial de las


parejas. Quizás ha llegado el momento de realizar un abordaje con mayor aporte comunitario.
La familia de la iglesia debe estar dispuesta a hacer una mayor inversión de tiempo, energía,
reflexión y oración al ofrecer un programa de educación prematrimonial, que dé apoyo y
prepare a las parejas e individuos para el matrimonio.

La comisión de ministerio familiar de la iglesia local puede servir como un maravilloso


recurso. Las iglesias pueden utilizar diversos instrumentos ya probados, basados en
investigaciones sólidas, que puedan ayudar a evaluar las fortalezas y debilidades de las
parejas. También existen muchos programas de intervención que son ideales para futuros
contrayentes.4

El pastor puede reunirse con las parejas en forma individual para discutir asuntos más
profundos, y cuando estén listos, hacer planes para el casamiento. En algunos países hay
profesionales especializados en consejería y terapia familiar, y ellos pueden brindar un
excelente aporte. Algunas iglesias han entrenado a matrimonios para ser mentores dispuestos
a ayudar a que parejas jóvenes puedan construir matrimonios centrados en Cristo.

Tome la iniciativa

La mejor educación prematrimonial disponible será de nulo valor si las parejas que tienen una
relación estable no aprovechan este valioso recurso. Si te estás aproximando al matrimonio,
busca consejo en cristianos más maduros, que te conozcan. Mejor aún, procura la ayuda de un
pastor o profesional adventista que posea entrenamiento o experiencia en el área. En
preparación para tal encuentro, lee alguno de los tantos libros escritos por especialistas
cristianos.

No caben dudas que las parejas que obtienen educación prematrimonial están reduciendo
sus riesgos de infelicidad y divorcio, e incrementando su aporte para un matrimonio
cristocéntrico, saludable y satisfactorio.

A pesar de creer que la educación prematrimonial es una oportunidad para prevenir, debemos
decir que sus efectos no durarán toda la vida. Los esposos necesitarán apoyo continuo para
mantener la efectividad preventiva. Deberán asistir a seminarios de enriquecimiento y retiros
matrimoniales, tan seguido como sea posible, y las iglesias procurarán proveer estas
oportunidades. El matrimonio no es un deporte individual, es verdaderamente un esfuerzo de
equipo.

Elena de White lo expresa correctamente: “ Una familia bien ordenada y disciplinada influye
más en favor del cristianismo que todos los sermones que se puedan predicar”.

Mientras que los líderes de la iglesia asumen mayor responsabilidad en esta área tan
importante, los jóvenes adventistas deben utilizar todos los recursos disponibles para
prepararse adecuadamente para un matrimonio exitoso y duradero. Sino toman esta iniciativa,
correrán riesgos muy grandes. 

REFERENCIAS

1. John M. Gottman and N. Silver, The Seven Principles for Making Marriage Work (Nueva York:
Crown Publishers, 1999).
2. Scott Stanley, D. Trathen, S. McCain, and M. Bryan, A Lasting Promise (San Francisco: Jossey-
Bass, 1998).
3. Michael J. McManus, Marriage Savers: Helping Your Friends and Family Avoid Divorce
(Grand Rapids, Michigan: Zondervan Publishers, 1995).
4. Elena White, El Hogar Adventista (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas,
1965), pág. 26.

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