Lucas 13

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Lucas 13:1-14:6

Tema: El Señor enseñó sobre no juzgar y arrepentirse; la


parábola de la higuera; sanó a una mujer enferma; la parábola
de la semilla de mostaza y de la levadura; continuó con su
enseñanza y lloró sobre Jerusalén.
Estamos en una sección del Evangelio de Lucas en la que se
encuentra mucho material que sólo este escritor registró sobre
el ministerio del Señor en la tierra. Leamos los versículos 1 al 5,
en los que
Jesús enseñó sobre el no juzgar y el arrepentirse
"En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban
acerca de los galileos a quienes Pilato había matado cuando
estaban ofreciendo sus sacrificios. Respondiendo Jesús, les dijo:
¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran
más pecadores que los demás galileos? Os digo: no, antes si no
os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho
sobre los cuales cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que
eran más culpables que todos los hombres que habitan en
Jerusalén? Os digo: no, antes si no os arrepentís, todos
pereceréis igualmente."
Las víctimas de Pilato y los hombres que murieron cuando cayó
la torre no habían sido juzgados por Dios. Él no actúa por
despecho o rencor. Pero Cristo les estaba enseñando a las
personas religiosas de Su tiempo que, a menos que se
arrepintiesen, ellas también perecerían.
Este pasaje bíblico tiene lecciones útiles para nosotros. La
primera nos enseña que cuando un cristiano pasa por
dificultades mas allá de lo que es normal (y muchos sufren esta
situación), ello no significa que él sea más pecador que otros.
Los problemas no siempre vienen sobre una persona porque
ésta peque.
La otra cara de la moneda es que solo por convertirse en un
cristiano, uno queda como vacunado contra los problemas. El
Señor les dijo a sus discípulos que en el mundo tendrían
aflicciones y sufrimiento, pero les animó a confiar en Él, porque
Él había logrado la victoria sobre el pecado y el poder del mal.
Otra lección que debemos recordar es que cuando las
dificultades vienen sobre otra persona y no sobre ti, ello no
indica que tú seas superior a aquella persona. Quizás Dios te
está permitiendo ver como alguien sufre problemas para
acercarte más a El.
De esta discusión surgió una parábola. Leamos los versículos 6
al 9, que exponen la
Parábola de la higuera
"Dijo también esta parábola: Un hombre tenía una higuera
plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no lo halló. Y
dijo al viñador: Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en
esta higuera y no lo hallo. ¡Córtala! ¿Para qué inutilizar también
la tierra?. Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala
todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la
abone. Si da fruto, bien; y si no, la cortarás después."
En mi opinión, la higuera es simbólica de la nación de Israel. El
propietario de la higuera esperaba que ésta diese fruto y se
sintió defraudado cuando vio que no había producido nada. Él
tenía el derecho incuestionable de recoger el fruto y, en caso
contrario, de realizar un acto de juicio cortándola. A Israel se le
habían prometido bendiciones si vivían a la luz de la revelación
que Dios les había dado, y maldiciones si rechazaban dicha luz.
La nación había recibido una atención especial -había sido, como
la higuera, cultivada y fertilizada. Tendría que haber producido
fruto, pero no fue así. Israel rechazó a Cristo y ese rechazo fue
elocuentemente expresado cuando la multitud que contemplaba
a Cristo llevando su cruz, según el relato de Mateo 27:25,
exclamó: "Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos",
queriendo decir que ellos y sus hijos se hacían responsables de
Su muerte. La nación experimentó el juicio de Dios y fue
dispersada por todas las naciones de la tierra.
Es interesante observar que Israel, como nación, no puede vivir
hoy en su tierra y tener paz mientras continúe rechazando a
Dios. Más allá de las disputas territoriales o raciales, en el
fondo, no son otras naciones las que le causan a Israel los
problemas y las dificultades. Todo lo que sucede está permitido
o causado por Dios a aquel pueblo que Él eligió para ser de
bendición a todos los pueblos de la tierra. Cuando se vuelva a
Dios con una actitud de creer, con fe, tendrá paz y territorios
propios. Los israelitas están regresando en la actualidad a su
tierra, pero muchos de ellos aún con una actitud de
incredulidad, y no tienen paz. Ellos son una evidencia de la
intervención y control de Dios en los asuntos del mundo.
Continuemos leyendo los versículos 10 al 14, que relatan el
incidente en el que
Jesús sanó a una mujer enferma
"Enseñaba Jesús en una sinagoga en sábado, y había allí una
mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de
enfermedad, y andaba encorvada y en ninguna manera se podía
enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres
libre de tu enfermedad. Puso las manos sobre ella, y ella se
enderezó al momento y glorificaba a Dios. Pero el alto
dignatario de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera sanado
en sábado, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe
trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en sábado."
Esta mujer presentaba uno de los casos más graves de
enfermedad registrados en la Biblia. Sufría de una dolencia muy
grave. El problema surgió no porque Jesús la sanó, sino porque
la sanó en el sábado, el día del reposo. La actitud de Jesús
sanando gente en el día del reposo fue una constante fuente de
disputas entre Él y los dirigentes religiosos.
Esta mujer tenía un espíritu de enfermedad que la había estado
atormentando por 18 años. No es fácil traducir la terminología
médica que Lucas, como profesional, utilizó para describir su
condición. Se trataba de una enfermedad crónica que la había
dejado encorvada y no podía enderezarse para nada. Su
condición era desesperada y miserable y, lógicamente, inspiraba
compasión. Probablemente fue uno de los casos más graves de
enfermedad con los que Jesús tuvo que enfrentarse en su
ministerio. Continuemos con el relato leyendo los versículos 15
y 16:
"Entonces el Señor le respondió y dijo: ¡Hipócrita!, ¿no desatáis
vosotros vuestro buey o vuestro asno del pesebre y lo lleváis a
beber en sábado? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había
atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura
en sábado?"
Debo confesar que no entiendo por qué esta mujer había sido
esclavizada por un demonio. Aparentemente no era una persona
inmoral y, a pesar de su condición lastimosa, asistía
regularmente a la sinagoga. Y fue en la sinagoga que el gran
Médico divino le dijo: "Eres libre de tu enfermedad". Puso sus
manos sobre ella y, al momento, la mujer se enderezó y
comenzó a alabar a Dios. El toque de las manos del Señor no
era esencial, pero fue una ayuda para la fe de ella. Fue un
contacto personal, y ese tipo de contacto personal con Jesús es
algo muy importante también para nosotros.
El jefe de la sinagoga la reprendió con dureza, sin embargo esta
mujer no había acudido a la sinagoga con la intención de que la
sanasen. Por ello, la reacción de ese líder religioso fue
verdaderamente extraña. Estaba más interesado en el
cumplimiento de una regla, que por el hecho de que esta pobre
mujer esclavizada durante 18 años por tan dolorosa enfermedad
hubiese sido sanada. La cuestión del sábado era para los
dirigentes religiosos el asunto más importante de todos. Sin
embargo, las prohibiciones del día del reposo se habían
convertido en una carga demasiado pesada de soportar. La
cuestión del sábado y otras similares aun siguen provocando
acalorados debates en la actualidad. Lo verdaderamente
importante no es implicarse en discusiones sobre ciertos
aspectos de la religión, sino más bien aprender a vivirla. Dice el
versículo 17:
"Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios;
pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas
hechas por él."
Aunque la gente le escuchaba con alegría, pareció no llegar más
lejos en cuanto a su aceptación de Él. Parece que es posible que
uno se convierta en una persona religiosa y, al mismo tiempo
insensible, capaz de excluir a Jesús de su vida. Uno puede
presumir de conocer todas las respuestas y de ser un experto en
rebatir argumentos contrarios, pero la cuestión real es la
siguiente: "¿Has permitido alguna vez que Cristo entre en tu
corazón, en tu vida?" No hay nada que pueda sustituir esa
realidad. ¿Estás lleno de dudas? ¿Te encuentras confundido o
preocupado? ¿Estás, como aquella mujer, encorvado bajo el
peso de las cargas de la vida? Si es así, ven al Señor Jesucristo
con tus cargas y pecados. Puedes acudir a Él en cualquier
momento y lugar. Jesús está dispuesto a intervenir en tu vida.
Está esperándote para satisfacer tu necesidad personal.
Leamos ahora los versículos 18 al 21, que exponen
Las parábolas de la semilla de mostaza y la levadura
"Dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo
compararé? Es semejante al grano de mostaza que un hombre
tomó y sembró en su huerto; y creció y se hizo árbol grande, y
las aves del cielo anidaron en sus ramas. Y volvió a decir: ¿A
qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que
una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina, hasta
que todo hubo fermentado."
La semilla de mostaza simboliza el aspecto exterior de la
cristiandad, con sus numerosas organizaciones y
denominaciones. Esta semilla tenía que convertirse en una
hierba y no en un árbol. En vez de estabilizarse la multiplicación
de organizaciones eclesiales, de hecho se ha producido un
crecimiento anormal, que ha llegado a ser enorme. Los
"pájaros" constituyen la clave es esta parábola. Representan al
diablo que está activo en la cristiandad y en muchas sectas, así
como en grupos denominados "iglesias".
La levadura no representa al Evangelio sino al principio del mal.
La levadura, tal como se la expone en la Biblia, nunca
representa nada bueno. Se repite unas 98 veces en el texto
bíblico -alrededor de 75 veces en el Antiguo Testamento y unas
23 veces en el Nuevo Testamento. Siempre se utiliza en un
sentido negativo. Y muchas personas sinceras, que piensan que
representa al Evangelio que se extenderá por todo el mundo
para convertirlo al cristianismo, van a acabar decepcionadas. No
habrá ningún reino ni paz hasta que Cristo regrese para
establecer Su reino en la tierra. En Su propio tiempo, en el
momento más oportuno, Cristo mismo vendrá a instaurar Su
Reino.
Leamos el versículo 22, que comienza a relatarnos como
Jesús continuó enseñando mientras se dirigía hacia
Jerusalén
"Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras se
encaminaba a Jerusalén."
Vemos que Jesús continuó su viaje en dirección a Jerusalén.
Lucas ya nos había informado anteriormente, en 9:51, lo
siguiente: Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había
de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. Y allí
le vemos, de camino a Jerusalén donde le esperaba la muerte.
Este sería el último viaje de nuestro Salvador. Continuemos
leyendo los versículos 23 al 30:
"Alguien preguntó: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Él les
dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo
que muchos intentarán entrar y no podrán. Después que el
padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y
estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor,
Señor, ábrenos, él, respondiendo, os dirá: No sé de dónde sois.
Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y
bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo
que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros,
hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes,
cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas
en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Vendrán gentes
del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a
la mesa en el reino de Dios. Hay últimos que serán primeros, y
primeros que serán últimos."
Resulta difícil discernir por qué fue formulada esta pregunta.
Quizás fue sincera. El carisma de Cristo atraía a las multitudes,
pero pronto descubrieron que seguirle implicaba un costo muy
alto. Había muchos que en cualquier época del año iban y
venían a Jerusalén. Al acercarse a la ciudad esta última vez,
dicho costo se hizo más evidente. Y pronto llegaría el día del
cual se escribió lo siguiente: "Todos los discípulos abandonaron
a Jesús y huyeron". Jesús había dejado perfectamente claro que
había que pagar un precio para seguirle. Que nosotros, viviendo
en una sociedad opulenta y sofisticada pensemos de otra
manera, podría resultar una herejía.
Teniendo en cuenta que ésta era una pregunta especulativa,
Jesús no la respondió directamente. Fue como si le hubiera
dicho a aquel hombre: "Asegúrate de que tú eres salvo". En el
resto de este breve discurso, el Señor dejó claro que muchos
que no serían descendientes de los patriarcas Abraham e Isaac,
se salvarían.
Continuemos leyendo los versículos 31 al 33:
"Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal y vete
de aquí, porque Herodes te quiere matar. Él les dijo: Id y decid
a aquella zorra: Echo fuera demonios y hago curaciones hoy y
mañana, y al tercer día termino mi obra. Sin embargo, es
necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino,
porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén."
Ante esta advertencia de los Fariseos, el Señor Jesús calificó a
Herodes como una zorra. El ser humano no tiene su ascendencia
en los animales, pero a veces desciende al plano animal en su
forma de vivir. Nuestro Señor presentó aquí, de manera velada,
Su programa de redención y resurrección. Continúan diciendo
los versículos 34 y 35:
"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a
los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos,
como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, pero no
quisiste! Vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no
me volveréis a ver hasta que llegue el tiempo en que digáis:
Bendito el que viene en nombre del Señor."
Nuevamente el Señor expresó Su amor y preocupación por
Jerusalén, la ciudad en la que iba a morir. También pronunció
un juicio contra la "ciudad del gran Rey", como Él mismo la
llamó. Y finalmente anunció que vendría otra vez. Su futura
llegada a Jerusalén sería la verdadera Entrada Triunfal.
Lucas 14:1-6
Tema: Jesús fue a comer a casa de un jefe Fariseo; la parábola
de los invitados descorteses; la parábola de la gran cena; la
parábola sobre la edificación de la torre y la del rey que va a la
guerra; la parábola de la sal que pierde su sabor.
Sólo Lucas registró la ocasión de la comida en que Jesús acudió
a la casa del Fariseo, y de la lección de etiqueta en la
devastadora parábola del invitado ambicioso. Las parábolas de
la torre y el rey preparándose para la guerra, ambas
relacionadas con el discipulado, tampoco se encuentran en los
otros Evangelios.
Jesús salió a cenar otra vez y, en esta ocasión, hasta hubo
cierto sentido del humor. Leamos el versículo 1:
"Aconteció que un sábado Jesús entró a comer en casa de un
gobernante fariseo, y ellos lo acechaban."
Debo confesar que si un Fariseo me hubiese invitado a cenar
con el propósito de acecharme, habría rechazado la invitación.
El anfitrión estaba vigilándole para encontrar algún detalle que
desacreditase a Jesús. Este primer versículo provee el ambiente,
el tono y el color de la situación. Fue el preludio antes de la
cena lo que produjo la tensión. Dice el versículo 2:
"Y estaba delante de él un hombre enfermo de hidropesía."
En esta enfermedad se acumulan líquidos en los tejidos del
cuerpo, y es tal vez causada por algún tipo de cáncer, o por
problemas del hígado o riñones. Vemos que se había preparado
una trampa para hacer caer en ella al Señor. Creo que aquel
enfermo había sido colocado allí deliberadamente para dar un
motivo a Jesús para sanarle y, de esa manera, quebrantar el
sábado o día del reposo. Observemos lo que hizo Él. Leamos los
versículos 3 y 4:
"Entonces Jesús habló a los intérpretes de la Ley y a los
fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado? Pero ellos
callaron. Él, tomándolo, lo sanó y lo despidió."
El Señor tomó la iniciativa y les hizo primero una pregunta que
les desarmó hasta tal punto que no se atrevieron a responderle.
Y mientras ellos callaban, Él le sanó. Leamos ahora el versículo
5, que nos cuenta el desenlace:
"Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su
buey cae en algún pozo, no lo saca inmediatamente, aunque
sea sábado?"
Era evidente que si el asno o un buey caían en un pozo, ellos le
habrían rescatado. Por lo tanto, había quedado demostrado que
había sido apropiado sanar a aquel pobre individuo. Leamos
finalmente, el versículo 6:
"Y no le podían replicar a estas cosas."
Podemos imaginarnos hasta que punto este incidente creó un
ambiente tenso para la cena que tendría lugar a continuación.
No habrá sido fácil para el dueño de la casa encontrar un Tema
de conversación para la ocasión.
Una vez más, había quedado en evidencia la tendencia humana
a no entender el significado espiritual de las fiestas e
instituciones del sisTema legal del Antiguo Testamento. La
incomprensión llegaba hasta tal punto que, revelaba la
hipocresía de aquellos dirigentes, su incapacidad para ofrecer
respuestas al Señor que justificasen su propia actitud y la
impotencia del sisTema religioso que representaban para
satisfacer la necesidad del ser humano.
En contraste, vemos la actitud de Jesús, que atravesó todas las
barreras levantadas por la tradición, para que Su poder liberase
a todos los oprimidos. Dios recorrió la distancia entre el cielo y
la tierra, entre la perfección de Su propia presencia y la
condición esclavizada del mundo por causa del pecado, enviando
a Jesucristo a este mundo para morir en tu lugar. Porque Él te
ama, y quiere llegar hasta ti, para salvarte, para transformarte
y darte la vida eterna.

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