Multas en Los Contratos Administrativos
Multas en Los Contratos Administrativos
Multas en Los Contratos Administrativos
Doctor en Derecho
Profesor de Derecho Administrativo
Universidad de los Andes (Chile)
Resumen: El presente trabajo tiene por objeto analizar la tesis sustentada por la Contraloría
General de la República y por la Corte Suprema, que afirman que las multas en los contratos
administrativos ostentan la naturaleza de cláusulas penales de origen contractual, y cuya
aplicación se canaliza a través de la simple ejecución de una cláusula contractual. Dicha
afirmación, niega que a las multas en los contratos administrativos les sean aplicables las
atributos o prerrogativas de los actos administrativos, esto es, presunción de legalidad,
imperatividad, exigibilidad y ejecución de oficio.
Desde mitad de la pasada década, se ha venido sosteniendo por una parte de la comunidad
académica (2) , por la Contraloría General de la República y por la Corte Suprema, que las multas
en los contratos administrativos ostentan la naturaleza de cláusulas penales, sometidas a las
normas y plazos del Derecho Civil, por cuanto han sido libremente consentidas por el contratista
durante la etapa de licitación.
La asimilación de las multas contractuales a la categoría de cláusulas penales fue reconocida en
primer lugar por la jurisprudencia de la Contraloría General de la República, a nuestro juicio, sin
adentrarse en un análisis profundo respecto de la naturaleza jurídica de la multa contractual, sino
afirmando su asimilación a la cláusula penal para efectos de extender las reglas de prescripción del
Código Civil. De paso permitir que la Administración del Estado pudiese perseguir las infracciones
contractuales dentro de un plazo más holgado que los 6 meses del artículo 94 del Código Penal. En
efecto, desde el dictamen N.o 65.791 de 2014 se ha sostenido que:
«En cuanto a la naturaleza jurídica de las multas, cabe reiterar lo tantas veces señalado en la
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Aclarada la afirmación que efectúa nuestra jurisprudencia sobre la natureleza de cláusula penal
de las multas en los contratos administrativos, nos preguntamos si ¿efectivamente son cláusulas
penales? ¿Puede la Administración del Estado configurar cláusulas penales en las bases de
licitación unilateralmente, sin el consentimiento de los licitantes? ¿Son las bases de licitación el
instrumento normativo adecuado para crear y configurar multas contractuales?
La invocación de la cláusula penal como instituto justificatorio de las multas en los contratos
administrativos, genera una serie de consideraciones que es preciso tener presente para entender
su aplicación, sentido y alcance, y sobre todo, para dilucir si efectivamente la cláusula penal
ostenta la susficiencia dogmática para justificar la potestad punitiva del Estado en materia
contractual.
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contractual entendida como cláusula penal no responde a«(…) una indemnización de perjuicio
propia de la responsabilidad civil extracontractual: el quantum de la sanción usualmente se
manifiesta en un ejercicio de poder discrecional de la Administración, que no tiene vinculo directo,
objetivo o científico con el perjuicio que la conducta del contratante privado puede significar para la
Administración. Por lo mismo, tampoco dicho poder hace refencia ni responde directa y
necesariamente a alguna categoria de daño contractrual que deba ser indemnizado por uno de los
contratantes al otro, lo que es propio del Derecho Privado» (16) .
Entendemos, que tanto la Contraloría General de la República como la Corte Suprema al
calificar jurídicamente las multas contractuales como cláusulas penales se refieren a las cláusulas
penales punitivas o stipulativo poenae, que en términos dogmáticos tienen por objetivo servir para
asegurarla ejecución de las convenciones (17) o para compulsar a los deudores a cumplir con sus
obligaciones, ante la amenaza de una sanción por lo común más gravosa (18) . En efecto, la
penalidad pactada constituye una sanción, una pena privada que recae en el deudor por el
incumplimiento de su obligación (19) .
La cláusula penal punitiva o aflictiva niega que la cláusula penal tenga una función resarcitoria
y le atribuye la finalidad inmanente de constituir una verdadera y propia sanción, o decididamente
una pena por la inobservancia del comportamiento debido (20) . Un requesito esencial para este
tipo de cláusula penal es la presencia de un consentimiento libre, que permita que las partes del
contrato se sometan voluntariamente tanto a la imposición de una sanción, pena o castigo
contractual como al quantum del mismo, es decir, los contratantes deberán estipularlo de modo
expreso en el contrato (21) , según se desprende de los artículos 1537 («a menos que se haya
estipulado que por el pago de la pena no se entiende extinguida la obligación principal») y 1543
(«a menos de haberse estipulado así expresamente») de nuestro Código Civil.
Salvo disposición legal, es dudoso que en la contratación administrativa, este tipo de cláusulas
nazcan del consentimiento libre y espontáneo de los licitantes, por dos motivos. Primero, porque
las bases de licitación son íntegra y discrecionalmente elaboradas por la Administración del Estado,
que en su función de satisfacción de necesidades públicas —sin perjuicio de los elementos mínimos
que exiga la ley— define los elementos esenciales que componen las bases de licitación y el futuro
contrato público. En segundo lugar, el proceso de licitación es conducido e impulsado por el Estado,
sin mayores injerencia de los futuros licitantes, cuyas actuaciones excepcionalmente ostenta e l
carácter para modificar el pliego licitatorio (22) .
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solicitada por la autoridad (artículo 123), los incumplimientos generales del contrato, que permite
que las bases de licitación modifiquen el monto de las multas por razones de la envergadura de la
obra, la urgencia, el tiempo, con un límite del 15% del valor del contrato.
En la segunda hipotesis —el legislador regula la potestad de multar en términos escuetos, pero
se remite al reglamento o las bases de licitación para su desarrollo— se encuentra el contrato de
concesión de obra pública regulado en el DS N 900, de 1996, del Ministerio de Obras Públicas, que
en el artículo 18 habilita al Ministerio de Obras Públicas a imponer las multas previstas en las
bases de licitación ante los incumplimientos tanto en la etapa de construcción, como en la etapa de
explotación, la misma idea es reiterada en el artículo 29 en relación con las potestades que ostenta
el Inspector Fiscal del contrato, finalmente el artículo 36 bis regula en plazo de prescripción de las
multas en el contrato de concesión. Por su parte, el DS N.o 956, de 1999, del Ministerio de Obras
Públicas, que contiene el Reglamento de la Ley de Concesiones, regula las multas como elementos
esencial de las bases de licitación (artículo 17), como contenido del decreto adjudicatorio, como
partida cuyo pagado se debe imputar a las garantías del contrato (artículo 33 N.o 2), finalmente, se
regula el procedimiento y pago de las multas (artículos 47 y 48).
Finalmente, la tercera hipótesis que logramos detectar es aquella en la cual la ley se remite
integralmente al reglamento o las bases de licitación y el respaldo legal de la potestad de sancionar
es casi inexistente. En esta situación se encuentra el contrato de suministro y prestación de
servicio regulado en la Ley N.o 19.886, de 2003, que se refiere a las multas cuando regula las
cauciones o garantía de fiel cumplimiento del contrato, respecto de las cuales se podrán hacerse
efectivas las multas (artículo 11). Lo anterior es reiterado por el artículo 22 del Reglamento de la
Ley N.o 19.886, contenido en el DS N.o 250, de 2004, del Ministerio de Hacienda. En la misma,
situación se encuentran las Municipales por cuanto la Ley de Municipalidades las habilita a celebrar
contratos, mediante licitación pública, privada o trato directo, no obstante, nada se dice respecto
de las multas que puedan configurarse en las bases de licitación.
A nuestro juicio, consideramos que la última hipótesis es las más delicada respecto del principio
de legalidad, por cuanto en aquellos casos en que las multas son integramente de origen
administrativo, esto es, que su fuente son solo las bases de licitación, la Administración es libre
para crear hipótesis infraccionales sin limitación alguna, configurar multas por días de retraso,
aplicar administrativamente las multas sin sujección a procedimiento alguno, y de esta forma,
excluir los controles contenciosos administrativos especiales (Tribunal de la Contratación Pública),
relegando el control a los tribunales ordinarios de justicia. Esta última hipótisis, la que tanto la
Contraloría como la Corte Suprema han cubierto con el manto de la cláusula penal.
Lo anterior evidencia un importante problema de legalidad de la configuración de las multas en
el marco del contrato administrativo, por cuanto se acude al derecho privado para construir una
multa administrativa desprovista de todas las formalidades propias de Derecho Administrativo,
como el principio de motivación, certeza, proporcionalidad, razonabilidad, procedimiento racional y
justo.
Respecto de las multas creadas por las bases de licitación, Moraga contrario a la jurisprudencia
actual ( 2 3 ) , l a s c a l i f i c a c o m o e l r e s u l t a d o d e u n a p o t e s t a d p ú b l i c a e x o r b i t a n t e d e l a
Administración, «(…) que no puede ser asimilada a la cláusula penal del artículo 1535 CC, ya que
esas sanciones son creadas unilateralmente, es decir, sin la intervención del contratante privado, y
porque si la sanción fuere una verdadera cláusula penal, ello dejaría en evidencia una desigualdad
crassa que afecta los contratos públicos, de momento que únicamente la Administración impone
dichas cláusulas, pero no acepta cláusulas penales del contratante privado en contra de ella misma»
(24) .
A mayor abundamiento, estimamos que las bases de licitación, no son el instrumento
administrativo adecuado para configurar infracciones y multas administrativas, porque a pesar que
se les califica como una fuente creadora de multas (cláusulas penales), las bases de licitación
constituyen un acto administrativo de carácter orgánico, cuyo campo de acción es servir de norma
que discipline el proceso licitatorio. No olvidemos, también, que las bases de licitación sirven de
guía y documento de interpretación subsidiaria para la posterior ejecución, extinción y liquidación
del contrato administrativo.
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sostiene que las sanciones en los contratos administrativos deben ser analizadas desde l a
perspectiva del Derecho Administrativo Sancionador, por cuanto la celebración de un contrato
público no deroga ni contractualiza la potestad sancionatoria unilateral de la Administración sin
que sea relevante el título de intervención respectivo (contrato administrativo), máxime en los
casos que la potestad sancionadora se encuentra íntegramente regulada en las leyes que regulan
el contrato específico, v.gr., construcción de obra pública, concesión de obra pública.
Se señala que la multa contractual no puede ser calificada como una simple cláusula penal, en
razón de los siguientes argumentos esgrimido por la doctrina. En primer lugar, Lara y García-
Huidobro, estiman que la multa contractual se encuentra sujeta exclusivamente a las reglas
propias del Derecho Público, por cuanto es fruto del ejercicio de una potestad pública exorbitante
reconocida por nuestro ordenamiento jurídico respecto de los contratos administrativos (30) .
Adicionalmente, dichos autores agregan que como consecuencia de lo anterior, la multa será un
acto administrativo dictado por la propia Administración, que se traduce en una afectación
patrimonial en el contexto de un procedimiento administrativo de autotutela sin necesidad de
intervención judicial (31) . En el mismo sentido, Bermúdez que indica que «Ante el incumplimiento
del contrato o el retraso en la ejecución del mismo, la Administración podrá imponer las sanciones
que correspondan, las que, en general, se traducen en: (...) Multas por el incumplimiento de las
cláusulas contractuales, las que son aplicadas administrativamente (…)» (32) .
Moraga añade dos tópicos relevantes para la discusión. En primer lugar, señala que cometida la
infracción, la Administración tampoco tiene a su disposición un grado de discrecionalidad que le
permita decidir si debe o no ser sancionado el contratante, de momento que los intereses fiscales
envueltos le obligan a aplicar las sanciones, a todo evento, es decir, la Administración no podría
aplicar el principio de oportunidad y no sancionar infracciones menores (33) . En segundo lugar,
que el poder sancionatorio que afecta al contratista particular no responde a los cánones propios
de la responsabilidad civil extracontractual, y por ende a las reglas de la cláusula penal, porque el
quatum de la sanción usualmente es reflejo del ejercicio de un poder discrecional de la
Administración, que no tiene vínculo directo, objetivo o científico con el perjuicio que la conducta
del contratante (34) .
En el mismo sentido, Arancibia ha sostenido que la resulta erróneo atribuir a las sanciones
contractuales el carácter de cláusula penal en desmedro de su naturaleza potestativa, por que
«Aunque tales prerrogativas existan en cualquier contrato, su carácter potestativo es intrínseco,
por su parte, a la relación jurídica del Estado con los particulares. Esta se rige por la regla de oro del
derecho público de que el Estado solo puede hacer aquello que está expresamente permitido, no
siendo una excepción a este principio el contar con la anuencia del particular (.—) El poder legal de
imponer cargas públicas, sujetas o no a aceptación, no comprende el de modificarlas, sancionar su
incumplimiento o terminarlas unilateralmente. Tales prerrogativas son distintas y, por tanto,
requieren también de poder legal; además, según dijimos, la mera aceptación del particular no
bastaría para legitimar actuaciones extra-legem» (35) .
Por otra parte, ha sido la propia doctrina civil que ha afirmado que las multas contractuales no
pueden ser entendidas como simples cláusulas penales, por cuanto la «(…) regulación normativa
permite que estas multas se cobren con cargo a las garantías que el contratante particular ha
constituido para la debida ejecución del contrato, o de las retenciones que se hubieren efectuado
por parte de la Administración. ¿Se presenta entonces una verdadera cláusula penal, ya que estas
retenciones y garantías tienen origen contractual? Nuestra respuesta es negativa, porque el hecho
que las garantías o retenciones se usen para facilitar el cobro de las multas no cambia la naturaleza
de éstas, las que siguen siendo propiamente sanciones derivadas del poder punitivo del Estado y no
expresión de la autonomía contractual» (36) .
Como se consecuencia de lo anterior, las multas en los contratos administrativos deben
sujetarse a los principios de legalidad, tipicidad, culpabilidad, irretroactividad, temporalidad,
proporcionalidad, presunción de inocencia (37) . En cuanto al principio de legalidad, las multas
contractuales deben sustentarse en una habilitación legal expresa que regule la potestad
sancionadora, no admitiéndose la creación por norma infralegal ni por el contrato de multas sin
sustento legal expreso, sin perjuicio que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional ha permitido
la colaboración reglamentaria, siempre que el legislador establezca el núcleo esencial de la
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la Corte Suprema acoge la prescripción de 5 años, estimamos que dicho plazo es excesivo en
consideración a los plazos que disponen los particulares para reclamar de la imposición de las
multas y discrepa de otros plazos de prescripción en otras áreas, v.gr., artículo 86 de la Ley N.o
20.529, prevé un plazo de 6 meses respecto de las multas o el artículo 61 de la Ley N.o 21.000
regula un plazo de 2 años para el cobro de las multas.
IV. Conclusiones
Una vez analizados los tópicos más relevantes de la naturaleza de las multas en los contratos
administrativos, podemos arribar a las siguientes conclusiones:
1. Que, parte de la doctrina, apoyada por la jurisprudencia de la Corte Suprema, estima que
las multas en los contratos administrativos ostentan la naturaleza de cláusulas penales sujetas
a las reglas y principio del Derecho Civil, y por lo tanto, su aplicación constituye el mero
ejercicio de una cláusula contractual y se encuentra desprovista de los privilegios de
presunción de legalidad, imperatividad y ejecutoridad de los actos administrativos.
2. Que, el auxilio al derecho privado es funcional, solo para prescindir de las reglas y
principios aplicables a las actuaciones administrativas, al señalar que la multa se ejecuta en
razón de una cláusula contractual, y no de una potestad pública, por medio de dicha
interpretación se busca excluir los controles propiamente administrativos, como el principio de
razonabilidad y proporcionalidad.
3. Que, las multas contractuales en los contratos administrativos no ostentan la naturaleza
de cláusales penales, primero porque su función no es indemnizatoria, sino correctiva. En
segundo lugar, porque si fueran cláusulas penales, éstas serían cláusulas punitivas que exigen
siempre el consentimiento expreso del contratista, en cuanto a su existencia y quatum, por
cuanto su imposición es unilateral con mínimas posibilidades de negociación de los licitantes.
4. Que, no ostentan la naturaleza de cláusulas penales porque las bases de licitación no son
el instrumento adecuado para configurarlas sin un sustento legal claro, preciso y expreso,
porque sería aceptar la creación administrativa, vía acto administrativo, y sin mayores límites
de multas contractuales cuyos supuestos fácticos y fórmula de cálculo queda entregada
íntegramente a la Administración del Estado.
NOTAS
(1)
Doctor en Derecho. Profesor de Derecho Administrativo. Universidad de los Andes, Santiago, Chile.
Dirección Postal: Mons. Álvaro del Portillo 12.455, Las Condes, Santiago. [email protected] .
Este trabajo forma parte del Proyecto Fondecyt de Iniciación Nº11180639, «Recepción del principio
de equilibrio económico y financiero en los contratos administrativos de suministro y prestación de
servicios, de construcción de obra pública y de concesión de obra pública», del que el autor es
investigador principal.
Ver Texto
(2) Lledó Veloso, Camilo y Pardo Donoso, José, «Sistema de sanciones por incumplimiento en los
contratos públicos de suministro y prestación de servicios: la incerteza como un problema de
política pública», Revista de Derecho Público, Vol. No 82, (2015), p. 62.
Ver Texto
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(4) Lledó Veloso , Camilo y Pardo Donoso, José, «Sistema de sanciones por incumplimiento en los
contratos públicos de suministro y prestación de servicios: la incerteza como un problema de
política pública», Revista de Derecho Público, Vol. No 82, (2015), p. 62.
Ver Texto
Ver Texto
(6) Corte Suprema, 25 de julio de 2019, Rol No 11.527-2019. En el derecho comparado, Tribunal
Supremo Español ha señalado que «(...) las consecuencias de una cláusula penal integrada en un
contrato no constituyen una manifestación del derecho sancionador (...). Por el contrario, la
naturaleza de dichas cláusulas contractuales responde a una concepción civil, en la que se predica
el principio de la presunción de culpa en el contratante que no cumple lo pactado o incurre en
algún defecto en su cumplimiento». Vid., Tribunal Supremo, sentencia de 21 de noviembre de
1988, Rec. Núm. 1207, FJ 4.
Ver Texto
(7) Marienhoff, Miguel, Tratado de Derecho Administrativo, 4ª edición, Editorial Abeledo Perrot,
Buenos Aires, t. III, 1998, p. 415. En el mismo sentido, Villar Palasí señala que las multas pueden
tener su origen en los pliegos de condiciones por la necesidad de la Administración de apremiar al
contratista para que dé cumplimiento al servicio contratado. Villar Palasí, José Luis y Villar Ezcurra,
José Luis, Principios de Derecho Administrativo, Universidad de Madrid, Facultad de Derecho, 1983,
Madrid, t. III, p. 107.
Ver Texto
(8) Fiorini, Bartolome, Derecho Administrativo, 2ª edición, Abeledo Perrot, Bueno Aires, 1995, t. I, p.
730. En el mismo sentido , Díez, Manuel María, Derecho Administrativo, Omeba, Buenos Aires,
1968, t. III, p.117
Ver Texto
(9) Dromi, Roberto, Licitación pública, 10ª edición, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2010 ,
p. 510.
Ver Texto
(10) Corral Talciani, Hernán, «La cláusula penal en la resolución del contrato» en Alcade, Enrique y
Fábrega, Hugo (Coord.) Estudios jurídicos en homenaje a Pablo Rodríguez Grez, Universidad del
Desarrollo, Santiago, 2009, p. 339.
Ver Texto
(11) En el derecho comparado, se afirma que la cláusula penal es un contrato, así Aída Kemelmajer,
concluye que la cláusula penal «(...) es un negocio juridico o una convención o estipulación
accesoria por la cual una persona, a fin de reforzar el cumplimiento de la obligación, se
compromete a satisfacer cierta prestación indemnizatoria si no cumple lo debido o lo hace tardía o
irregularmente». Kemelmajer De Carlucci, Aída, La Cláusula Penal, Ediciones Depalma, Buenos
Aires, 1981, p. 17.
Ver Texto
(12) Alessandri Rodríguez, Arturo, Teoría de las obligaciones, Editorial Zamorano y Caperán, Santiago,
1939, p. 104.
Ver Texto
(13) Fueyo Laneri, Fernando, Cumplimiento e incumplimiento de las obligaciones, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 1991, p. 467. Siguiendo lo señalado por Fueyo, la Corte Suprema ha sentenciado
que este «(…) tipo de liquidación de perjuicios proviene directamente de las partes, ya que son
ellas quienes pueden avaluar mejor que nadie los efectos del incumplimiento, inclusive
considerando las razones particulares y hasta subjetivas que importan su real y verdadero interés
en que las prestaciones se cumplan debidamente». Corte Suprema, 24 de marzo de 2008, Rol No
136-2006.
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Ver Texto
(14) Prado Puga, Arturo, «Algunos aspectos de la cláusula penal en el derecho chileno», en Revista de
Derecho (Coquimbo) Vol. N o 26 (2019), p.12 (versión online).
Ver Texto
(15)
En este sentido, señala parte de la doctrina civil, que «(…) bajo las reglas del Derecho chileno es
perfectamente posible, si así lo convienen las partes acumular, el pago de la cláusula penal al
cumplimiento de la obligación principal o al pago de la indemnización por incumplimiento.
Además, se dispone expresamente que el deudor no puede alegar la falta de perjuicios para
exonerarse del pago de la cláusula». De La Maza Gazmuri, Iñigo, «El secreto esta en la técnica: los
límites a la cláusula penal», en Revista Chilena de Derecho Privado, No 7 (2006), p. 24.
Ver Texto
(16)
Moraga Klenner, Claudio , Contratación Administrativa, 2ª edición, Thomson Reuters, Santiago,
2019, p. 498.
Ver Texto
(17) Mosset lturraspe, Jorge, Medios Compulsivos en Derecho Privado, EDlAR Sociedad Anónima
Editora, Buenos Aires, 1978, p.78.
Ver Texto
(18) Borda, Guillermo, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones, 5ª edición, Editorial Perrot , Buenos
Aires, 1983, p. 197.
Ver Texto
(19) Soto Coáguila, Carlos, «La función de la cláusula penal en los contratos y la inmutabilidad de las
penas convencionales», en Revista Chilena de Derecho Privado No 6 (2006), p. 92.
Ver Texto
(20) Espinoza Espinoza, Juan, «La cláusula penal», en Revista de Derecho (Themis) No 66 (2014), p.
227.
Ver Texto
(21) Prado Puga, Arturo, «Algunos aspectos de la cláusula penal en el derecho chileno», en Revista de
Derecho (Coquimbo) Vol. No 26 (2019), p.15 (versión online).
Ver Texto
(22) Estimamos que es posible que las circulares aclaratorias o respuestas puedan modificar las bases
de licitación con el objetivo de perfeccionar el proceso concursal, pero deben cumplir con estrictas
exigencias de transparencia y publicidad, de manera que la modificación mediante una respuesta
sea general para todos los licitantes y no constituya una vía de alteración del principio de estricta
sujeción a las bases. En esta línea, recientemente la Corte Suprema, 14 de febrero de 2020, Rol No
22.112-2019.
Ver Texto
Ver Texto
(24) Moraga Klenner, Claudio, Contratación Administrativa, 2ª edición, Thomson Reuters, Santiago ,
2019, p. 497. En el derecho colombiano, el Consejo de Estado entendió que el carácter exorbitante
de una cláusula se desprende de la posición contractual privilegiada en que esta sitúa a la
Administración, para conseguir la efectiva prestación del servicio. Por ende, si se pacta que ambas
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partes tienen los mismos poderes, «es decir, la entidad estatal y el contratista, no habría
rompimiento alguno de la simetría posicional de las partes dentro del contrato, aspecto este que es
de la esencia de las cláusulas excepcionales, y por esa vía finalmente también se llegaría a la
satisfacción del interés individual del contratista sin que contara el interés general que es el que
debe prevalecer». Ahora bien, si el rompimiento de la simetría contractual beneficia únicamente al
contratista, esta facultad sería ilegal y contraria a la satisfacción del interés general (sentencia de
20 de febrero de 2017, Exp. Nro. 56939).
Ver Texto
(25) De Laubadère, André, Traité Théorique et Practique des Contrats Administratifs, R. Pichon et R.
Durand-Auzias, Paris, 1956, t. II, p. 137.
Ver Texto
(26) Parada Vázquez , José Ramón, Los orígenes del contrato administrativo en el Derecho Español,
Instituto García Oviedo, Sevilla, 1963, pp. 199-200.
Ver Texto
Ver Texto
(28) A propósito el Consejo de Estado Colombiano ha señalado que, «(…) la imposición unilateral de
multas requiere habilitación legal expresa y, al no contar con esta, el acto que la impone "se
encuentra afectado por vicio de incompetencia", lo cual "constituye el vicio más grave de todas las
formas de ilegalidad en que puede incurrir el acto administrativo (...) por el carácter de orden
público que revisten las reglas sobre competencia"». Consejo de Estado de 23 de septiembre de
2009, Exp. Nro. 12.342, 2004.
Ver Texto
(29) Un avance importante respecto de la forma de conceptualizar las sanciones administrativas en los
contratos, llegando incluso a cuestionar la institución del contrato administrativo y sustituirla por
los actos administrativos de efectos bilaterales se encuentra en el trabajo del profesor Jaime
Arancibia Mattar. Vid., Arancibia Mattar, Jaime, «Naturaleza y j u s t i c i a d e l o s c o n t r a t o s
administrativos», Revista de Derecho Administrativo Económico, No 30 (2019), pp. 27-53.
Ver Texto
Ver Texto
Ver Texto
(32) Bermúdez Soto , Jorge, Derecho Administrativo General, Thomson Reuters, Santiago, 2011, p
.230.
Ver Texto
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los principios de eficiencia y eficacia, así como el deber de la SMA de velar por la eficiente e idónea
administración de los medios públicos y por el debido cumplimiento de la función pública —
consagrados en los artículos 3° y siguientes de la ley No 18.575—, es posible sostener que el
legislador le ha conferido a aquella la atribución de fiscalizar el cumplimiento de las RCA y, en
forma exclusiva la de ejercer la potestad sancionatoria, cuando, a su juicio, existe mérito suficiente
para ello. Así y en concordancia con la jurisprudencia administrativa de este Organismo Contralor
contenida, entre otros, en los dictámenes Nos. 6.190, de 2014, y 4.547, de 2015, debe entenderse
que en el ejercicio de las atribuciones que el legislador ha entregado a la SMA, debe existir cierto
margen de apreciación para definir si desarrolla o no determinadas actividades fiscalizadoras, como
asimismo, para discernir si da o no inicio a un procedimiento sancionatorio, decisión que, en todo
caso, es exigible que tenga una motivación y un fundamento racional».
Ver Texto
(34) Moraga Klenner , Claudio, Contratación Administrativa, 2ª edición, Thomson Reuters, Santiago,
2019, p. 498.
Ver Texto
(35) Arancibia Mattar, Jaime, «Naturaleza y justicia de los contratos administrativos», Revista de
Derecho Administrativo Económico , No 30 (2019), pp. 41-42.
Ver Texto
(36) Corral Talciani, Hernán, La «cláusula penal». Función y eficacia del contrato penal en el Derecho
Chileno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2012, p. 357.
Ver Texto
(37) Rufián Lizana, Dolores, Manual de Concesiones de Obras Públicas, 2ª edición, Andros impresores,
Santiago, 2018, pp. 106 y 107 .
Ver Texto
Ver Texto
Ver Texto
Ver Texto
(41) Flores Rivas, Juan Carlos, «Revisión de los contratos administrativos: el adecuado equilibrio entre
potestades exorbitantes y los derechos contractuales», en Revista de Derecho (Valparaíso) No 53
(2019), pp. 67-98. Recientemente, la Corte Suprema obligó a un municipio a indemnizar el daño
emergente, producto de aplicar una multa en exceso con infracción a las normas establecidas en
las bases de licitación. Corte Suprema, 23 de julio de 2020, Rol No 24212-2019.
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(43) Corte Suprema, 12 de marzo de 2018, Rol No 43293-2017. En el mismo sentido, la Corte d e
Apelaciones de Santiago señala que «(…) la responsabilidad derivada de una infracción
administrativa no es objetiva, ya que exige la reprochabilidad de la conducta del sujeto (…) Así,
resulta contrario a este principio que se establezcan formas de responsabilidad por el hecho ajeno
o formas de imputación respecto de la conducta de terceros que no han tenido participación en los
hechos constitutivos de la infracción». Corte de Apelaciones de Santiago, 12 de octubre de 2018,
Rol No 313-2018.
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Contratación Administrativa Práctica nº 173, mayo-junio 2021, Nº 173, 1 de may. de 2021, Editorial Wolters
Kluwer
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