Jacques Lacan
Jacques Lacan
Jacques Lacan
ELLO YO SUPER-YÓ
Provincia más antigua. Al Es una parte del ello que experimenta un desarrollo Consecuencia de la infancia. El ser
principio, todo es ello. distinto por la influencia del mundo exterior real- humano es dependiente de sus
Representa el propósito vital objetivo. Controla los movimientos voluntarios. Su padres y se forma en el yo una
genuino del individuo. Todo propósito es tiene el propósito de mantenerse con instancia en la que se prolonga el
lo heredado de nacimiento. vida e intentar satisfacer las exigencias del ello sin influjo de estos. Se forma cuando
Su expresión es desconocida caer en el peligro del mundo objetivo. se separa del yo.
para nosotros. Consiste en
satisfacer sus necesidades
congénitas: pulsiones.
Tiene en común con el Tiene la tarea de la auto-conservación (toma nota Tiene en común con el ello el
superyó el hecho de que sobre los estímulos exteriores: memoria, huida, hecho de que representa los
representa los influjos del adaptación, actividad). Se guía por las noticias de las influjos del pasado. El yo
pasado. El ello representa el tensiones registradas dentro suyo: representa el pasado asumido
pasado heredado (de - cuando se elevan siente displacer y por otro. Es dominado por lo que
nacimiento) - cuando se rebajan, siente placer. uno ha vivenciado: lo accidental y
El Yo aspira al placer y quiere evitar el displacer. lo actual.
Cuando aumenta la previsión de displacer, hay una
señal de angustia. Cuando hay una ocasión de
displacer, se siente peligro.
DUALISMO PULSIONAL
Las pulsiones son las fuerzas que despliegan las tensiones del ello: representan los requerimientos que hace el cuerpo a la vid
anímica. En las funciones biológicas ambas pulsiones producen efectos una contra la otra o se combinan entre sí: por ejemplo
comer es una destrucción del objeto con la meta última de la incorporación; así como el acto sexual es una agresión con el
propósito de la unión más íntima.
1
Aquí se sitúan la oposición entre pulsión de conservación de sí mismo y de - Su meta es disolver nexos, destruir las
conservación de la especie (egoísmo y altruismo); así como la oposición entre cosas del mundo.
amor yoico y amor de objeto. La energía íntegra de Eros se llama libido y no - Su meta última sería transportar lo vivo
sabemos nada de ella más que por el yo (en el ello y el superyó no conocemos estado inorgánico.
nada sobre libido). - Produce efectos en lo interior como
- Su meta es producir unidades cada vez más grandes y conservarlas (una ligazón). pulsión de muerte (permanece muda); só
- La libido tiene su movilidad: puede pasar de un objeto a otro. se exterioriza como pulsión de destrucció
- En contraposición, se produce la fijación de la libido cuando se sitúa en un objeto ya que cuando se instala el superyó,
(en general dura para toda la vida). grandes montos de la pulsión de agresión
- Sólo en estado de enamoramiento total se transfiere el monto principal de la se fijan en el interior del yo y allí ejercen
libido sobre el objeto (el objeto se pone en el lugar del yo). efectos autodestructivos. (Retener la
- Tiene fuentes somáticas y afluye al yo desde diversos órganos y partes del cuerpo agresión es muy insano y produce un
(exitación sexual): las más destacadas son las zonas erógenas; aunque en realidad efecto patógeno – mortificación – “lo
todo el cuerpo es una zona erógena. enferma”)
Desarrollo de la función sexual
1° Fase: Oral La boca es el primer órgano que aparece como zona erógena es. Primero sirve para la autoconservación
(alimento). Pero en el momento en el que aspira a una ganancia de placer independiente de la nutrición,
sexual.
2° Fase: Sádico- A partir de los dientes se busca la satisfacción en la agresión y en la función excretoria. El sadismo es una
Anal mezcla pulsional de las aspiraciones puramente libidinosas con otras destructivas.
3° Fase: Fálica La sexualidad de la primera infancia alcanza su apogeo y finalización. La niña y el varón se separan y
empiezan a poner su actividad intelectual al servicio de la investigación sexual; ambos parten de la prem
de la presencia universal del pene pero sus caminos se divorcian. El varón entra en la fase edípica y le sig
la amenaza de castración que lo trauman de por vida. La niña, luego de haber intentado ser igual al varón
sufre la falta del pene y reacciona con un primer extrañamiento de la vida sexual.
4° Fase: Genital Se produce la organización plena de la función sexual y se establece un estado en el que se conservan
muchas investiduras sexuales tempranas; otras son acogidas dentro de la función sexual como actos
preparatorios (placer previo); otras son excluidas y reprimidas por completo o tienen una aplicación dive
dentro del yo.
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Cualidades psíquicas.
Los procesos psíquicos son: conscientes, preconscientes o inconscientes. Lo “inconsciente” es todo lo
otro psíquico. Pero esto no implica una separación, muchos procesos devienen conscientes y si luego no
lo son más, pueden devenirlo de nuevo. “La consciencia en general no es sino un estado en extremo
pasajero. Lo que es consciente lo es solo por un momento.” Por eso llama “susceptible de consciencia” o
preconsciente a todo lo inconsciente que se comporta de esa manera. Mientras que otros procesos no
son susceptibles de devenir conscientes y se los llama “lo inconsciente genuino”. El yo devuelve
contenido al ello por las resistencias internas, lo reprimido es lo que el yo rechaza y es “forzado al
desalojo”. En los sueños estas resistencias se vuelven más débiles y por eso un contenido inconsciente se
puede producir en el sueño. Pero también, aspectos preconscientes se pueden volver inconscientes y
esto causa perturbaciones neuróticas. El devenir-consciente tiene que ver con las percepciones que
nuestros órganos sensoriales reciben del mundo exterior real-objetivo.
Supuesto: el estado más simple de cosas consiste en experimentar unos procesos conscientes en la periferia del yo e
inconsciente todo lo otro en el interior del yo. Aunque algunos procesos interiores del yo se pueden volver conscientes
gracias al lenguaje.
Proceso primario Interior del ello: tiene la cualidad del inconsciente (origen de todo)
Proceso La influencia del mundo externo real-objetivo fue conformando el yo. En el proceso, algunos
secundario contenidos inconscientes fueron mudando a estados preconscientes que el yo recogió mientras
que otros permanecieron en el ello (sin acceso: “lo inconsciente genuino”). Sin embargo, el yo
rechaza contenidos y se los devuelve al ello: esto es lo “forzado al desalojo” o resistencias: lo
reprimido.
La interpretación de los sueños: el sueño nocturno es el objeto de estudio más propicio porque el
contenido del inconsciente tiene posibilidades de penetrar en la consciencia. De todos modos, aquello
que recordamos del sueño no es el contenido onírico objetivo y real, sino solo una fachada tras la cual el
sueño se oculta. Es la distinción entre contenido manifiesto del sueño y los pensamientos oníricos
latentes. Se llama trabajo del sueño el proceso por el cual hacemos surgir lo manifiesto a través de lo
latente. Así, un material inconsciente (originario y reprimido) se impone al yo, deviene preconsciente y
como el yo se revela a ese contenido, experimenta una desfiguración onírica. El trabajo del sueño es, en
todo caso, una elaboración inconsciente de procesos de pensamiento preconscientes.
El sueño demanda al yo la satisfacción de una pulsión con ayuda del ello. En el ello inconsciente la
energía se encuentra en un estado de movilidad más libre, sólo desea la descarga de cantidades de
excitación. El yo retiene con firmeza el deseo de dormir y siente esa demanda como una perturbación;
por eso la cancela con el cumplimiento de deseo (inofensivo en esas circunstancias). Aun así, el sueño es
resultado de un conflicto. Lo que para el ello inconsciente es una satisfacción, para el yo puede ser
ocasión de angustia. Por lo general, los sueños de angustia son los que su contenido ha experimentado
menor desfiguración. El sueño es, entonces, una psicosis: con todos los despropósitos, formaciones
delirantes y espejismos sensoriales que ella supone. (Es una psicosis de breve duración e inofensiva,
incluso tiene una tarea útil).
Las asociaciones del soñante traen a la luz los eslabones intermedios que insertamos en las lagunas
entre el contenido manifiesto y el latente; y con ello reestablecemos el contenido latente del sueño. Así
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podemos interpretar el sueño. Hay 2 ocasiones para la formación de un sueño.
- Sueños desde el ello: deseo inconsciente (moción pulsional reprimida originariamente).
- Sueños desde el yo: aspiración que quedó pendiente en la vida de vigilia.
Ambos tienen el mismo mecanismo de la formación del sueño. La pulsión de dormir intenta regresar
a la vida intrauterina abandonada. El dormir es un regreso al seno materno. El yo de la vigilia gobierna la
motilidad; en el dormir esta función está paralizada y esto permite que se vuelvan superfluas las
inhibiciones que pesaban sobre el ello inconsciente. Las leyes del inconsciente que salen a la luz
aparecen de forma extraña.
La técnica psicoanalítica
El yo tiene la tarea de obedecer a las exigencias de la realidad objetiva, del ello y del superyó; pese a eso,
mantener también su organización, afirmar su autonomía. Los estados patológicos se producen cuando
un hay debilitamiento relativo o absoluto del yo le imposibilita sus tareas. Lo más difícil es oponer
resistencia a las exigencias pulsionales del ello. Pero también la exigencia del superyó puede volverse tan
intensa e implacable que el yo se quede paralizado.
La función del analista consiste en generar una alianza con el yo para defenderlo de las exigencias
pulsionales del ello y las exigencias de conciencia moral del superyó.
- Psicosis: el yo está completamente desorganizado, sin autonomía, entre las exigencias pulsionales del
ello y las exigencias de consciencia moral del superyó.
- Neurosis: circunstancia en la que el yo demuestra mayor resistencia, menos desorganización. No puede
cumplir las tareas que el mundo exterior y toda la sociedad le impone. Su actividad está inhibida por
prohibiciones del superyó y su energía se consume defendiéndose de las exigencias del ello. Entre los
neuróticos hay personas que, a juzgar por todas sus reacciones, la pulsión de autoconservación
experimentó un trastorno, por lo cual intentan dañarse y destruirse a sí mismos.
Complejo de Edipo (De la saga griega del rey Edipo de Sófocles)
Se describen por separado el desarrollo del varoncito y la niña porque la diferencia entre los sexos
alcanza su primera expresión psicológica. La dualidad de los sexos se presenta como un gran enigma. Lo
“masculino” es todo lo fuerte y activo, y lo “femenino” es todo lo débil y pasivo.
NIÑO NIÑA
Su primer objeto erótico es el pecho materno; el amor se engendra en En ella los efectos de castración son más uniformes
relación a la necesidad de nutrición satisfecha. No es percibido como pero no menos profundos. No teme ya que le corten
algo externo, sino como objeto libidinal narcisista. La madre no solo pene, sino que reacciona por no haberlo recibido jam
nutre sino que cuida y provoca en el niño otras sensaciones envidia desde el inicio al varoncito por su posesión.
placenteras. Así se convierte en la primera seductora del niño y queda Intenta asimilarse a él, masturbarse y conseguir una
como arquetipo de todos los vínculos posteriores de amor. Una vez que satisfacción como la del pene; sin embargo desiste
el niño pasa a la pase fálica (2/3 años), comienza a procurarse porque no es suficiente, y abandona rápidamente la
sensaciones placenteras de su miembro sexual a través de la masturbación por no querer acordarse de la
estimulación manual, deviene amante de la madre. Desea poseerla superioridad de su hermano varón o su compañerito
corporalmente y le muestra su miembro viril para seducirla. A tal punto juegos. Por esto se extraña completamente de la
la madre no sabe si satisfacer la demanda del niño o no; y decide sexualidad. Otro camino es el de la desaprensión de
amenazarlo con quitarle el pene: castrarlo. Para eso, cede al padre la madre amada: la hija no le puede perdonar no habe
ejecución de la amenaza (se vuelve más terrorífica y creíble). El niño dado un pene como el del hermano. Entonces resign
cree en la seriedad de la amenaza y es influido por el complejo de su amor y lo sustituye por otro objeto de amor: el
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castración. Todo esto constituye el trauma más intenso de su vida. Para padre. “Cuando uno ha perdido un objeto de amor,
salvar su miembro sexual renuncia más o menos de manera completa a reacción inmediata es identificarse con él, sustituirlo
la posesión de la madre (en general su vida sexual queda siempre mediante una identificación desde adentro, por así
aquejada por esa prohibición). A su vez la angustia ante el padre y el decir.”. La hijita se pone en el lugar de la madre, la
odio contra él se acrecientan. La masculinidad del niño se pone en una quiere sustituir al lado del padre: odia a la madre an
postura de desafío con el padre, que habrá de gobernar amada con una motivación doble: por celos y por
compulsivamente su posterior conducta en la comunidad humana. Y mortificación a causa del pene denegado. En relació
como residuo de la fijación erótica a la madre, se establece padre: primero desea tener su pene y luego termina
generalmente una dependencia de ella que se prolonga como desear un hijo de él. Así, el deseo del hijo reemplaza
servidumbre hacia la mujer. Cuando el proceso somático de la deseo del pene. Esto se llama complejo de Electra:
maduración sexual reanima las viejas fijaciones libidinales en apariencia escogerá a su pareja con cualidades paternas y estar
superadas, la vida sexual se revela inhibida y se fragmenta en dispuesta a reconocer su autoridad.
aspiraciones contradictorias entre sí.
Resumen
El núcleo de nuestro ser está constituido por el oscuro ello (la oscuridad de la noche) que no tiene
relación directa con el mundo exterior y solo es accesible de manera indirecta. Dentro del ello ejercen su
acción eficiente las pulsiones (energías, fuerzas) compuestas de mezclas de dos fuerzas primordiales:
Eros y destrucción. Ellas sólo quieren alcanzar la satisfacción, aunque esto generaría conflictos con el
mundo externo real-objetivo. Sin embargo no conoce ninguna prevención ni angustia: durante este
proceso primario el ello tiene su propio mundo de percepción. El ello obedece intransigentemente al
principio de placer.
La otra instancia psíquica es el yo (iluminada: el día). Se desarrolla a partir de estímulos del contacto
directo con el mundo exterior, la realidad objetiva. Intenta satisfacer las exigencias del ello a la vez que
agrega la actividad del pensar, que trata de corregirlas. Así el yo decide si el intento desemboca en la
satisfacción o si será desplazado: principio de realidad. Para ello se vale de las sensaciones de angustia
como señal que indica los peligros amenazadores para su integridad. A veces se producen confusiones
que llevan a equivocar la realidad objetiva. Por eso el yo tiene el dispositivo del examen de realidad, que
puede estar ausente en el sueño en virtud de las condiciones del estado del dormir. Así el yo combate en
dos frentes: tiene que defender su existencia contra un mundo exterior que amenaza con aniquilarlo, así
como contra un mundo interior demasiado exigente.
Los estados patológicos del yo, en los que él vuelve a acercarse en grado máximo al ello, se fundan en
una cancelación o en un aflojamiento de este vínculo con el mundo exterior. Esto puede generar el
estallido de una psicosis: la realidad objetiva se vuelve insoportablemente dolorosa, o bien las pulsiones
cobran un refuerzo extraordinario y producen el mismo efecto en el yo. Esto genera una escisión
psíquica. Por un lado una postura toma en cuenta la realidad objetiva, la normal; por el otro, la otra
postura está tomada por el influjo de lo pulsional. Las dos coexisten una junto a la otra. El desenlace
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depende de la fuerza relativa de ambas. Si la segunda es o deviene más poderosa, entonces se da la
psicosis. Si la primera gana, se puede dar una curación aparente de la enfermedad delirante, porque en
realidad se retiró a lo inconsciente.
El superyó es la instancia que se comporta en función de lo que las personas (objetos abandonados) del
mundo exterior habían ejercido sobre el yo. Lo observa, le da órdenes, lo juzga, lo amenaza con castigos;
es como los progenitores. Se siente en sus funciones de juez, como nuestra conciencia moral. Es notable
el hecho de que el superyó, a menudo despliega una severidad que los progenitores reales no han dado
el modelo; así como el hecho de que no pida cuentas al yo por sus acciones sino por sus pensamientos.
Responde al complejo de Edipo y solo se interpone cuanto termina este. Por eso su hiperseveridad no es
objetiva, sino que corresponde a la intensidad de la defensa hecha contra el complejo de castración. Por
otro lado, cuando el yo sustituye con éxito una tentación de hacer algo chocante para el superyó, se
siente orgulloso. Es decir que el superyó sigue cumpliendo para el yo el papel de un mundo exterior
aunque haya devenido una pieza del mundo interior.
Louis ALTHUSSER (Argelia 1918 – Francia 1990)
FREUD Y LACAN (1964)
publicada en una revista Positions. En Escritos sobre psicoanálisis (compilación)
Althusser había leído y anotado la mayoría de los textos de Lacan antes de la publicación de los Escritos
(Lacan, 1966). Se encontró con él una vez, reconociendo que lo veía quebrado y, aun así, lleno de talento
(porque la época en la que vivía no lo reconocía, sobre todo “encerrado en el mundo más artificial
posible: el de la medicina). En una carta no fechada, probablemente escrita en 1977 le escribe a su amiga
Franca que le interesaban las “relaciones” entre la ideología (o formaciones ideológicas concretas) y el
inconsciente. Según sus palabras: en Freud y Lacan y en Los Aparatos ideológicos del Estado parece
haber un límite no superado.1 De todas formas no suscitó un verdadero diálogo con Lacan aunque este
felicitó cálidamente a Althusser cuando recibió una versión mecanografiada del artículo. Althusser siguió
hasta el final interesándose en la obra de Lacan pero no ocurrió a la inversa.
Escandir: en poesía, descomponer un verso en sus elementos constitutivos. Pronunciar un verso con
ritmo. Toma ese término de Lacan porque “entre las disciplinas atentas a los hechos y a los grandes
acontecimientos, sin duda existen correspondencias y afinidades que una sola palabra puede liberar de
las demás”. Lacan “escande” a Freud así como Althusser “escande” a Marx.
Jacques Lacan inaugura en Francia el retorno a Freud: trabajo serio de crítica histórico-teórica para
identificar y definir, con los conceptos Freud tuvo que emplear, la verdadera relación epistemológica
existente entre estos conceptos y el contenido que transmitían. Freud desarrolló su producción
1
En los años que escribe este artículo, Althusser agrega una dimensión más “íntima” porque se entera, en 1963, del suicidio de
su amigo Jacques Martin (sensibilidad p.21: “… Especie de experiencia directa del contacto como en carne viva con ciertas
realidades normalmente insostenibles (en el contacto cotidiano)… Viví varios meses en contacto con realidades profundas,
sintiéndolas, viéndolas, leyéndolas en los seres y la realidad como en un libro abierto… Spinoza, Marx, Nietzsche, Freud… que
necesariamente debieron tener este contacto para podes escribir lo que dejaron: de otro modo no veo cómo podrían haber
levantado esta capa enorme, esta piedra sepulcral que recubre lo real.)
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intelectual en soledad teórica. “(Freud) Tuvo que padecer y disponer la siguiente situación teórica: ser
para sí mismo su propio padre (como Gabo Ferro), construir con sus manos de artesano el espacio
teórico en donde situar su descubrimiento, tejer con hilos prestado, tomados de cualquier lado, de
cualquier forma, la gran red de nudos en la cual capturar, en las profundidades de la experiencia ciega, al
redundante pez del inconsciente, al que lo hombres llaman mudo, porque habla cuando ellos duermen”
(p. 29). Básicamente Freud montó sus propios conceptos bajo la protección de conceptos importados. Su
objeto es un conjunto orgánico (práctico, técnico, teórico) que recuerda la estructura de toda disciplina
científica:
- Una práctica (la cura analítica).
- Una técnica (método de la cura), que da lugar a una exposición abstracta, de aspecto teórico.
- Una teoría que está en relación con la práctica y la técnica.
El psicoanálisis es, entonces una ciencia nueva con un objeto nuevo: el inconsciente. Con una teoría y
una técnica (método) que permiten el conocimiento y la transformación de su objeto en una práctica
específica.
Jacques Lacan vuelve a Freud para buscar y delimitar en él la teoría de la que procede todo lo demás,
tanto técnica como práctica. Para comprender su nacimiento va al puro instante de su nacimiento, en
pura transición de la no ciencia a la ciencia. Para él, esta transición no es pura, más aún, es impura. La
pureza llega después de esta transición, no se encuentra en el paso todavía “fangoso”. El retorno a
Freud no es un retorno al nacimiento de Freud, sino a su madurez. La razón occidental (jurídica, religiosa,
moral y política tanto como científica) concluyó un pacto de coexistencia pacífica con el psicoanálisis,
más que a condición de anexarlo a sus propias ciencias o a sus propios mitos 2. Por eso interviene Lacan,
para defender, contra estas “reducciones” y desviaciones que dominan hoy gran parte de las
interpretaciones teóricas del análisis, y la irreductibilidad de su objeto.
El objeto del psicoanálisis es aquello con lo que tiene que ver la técnica en la práctica analítica de la cura,
es decir, no la cura misma, sino los “efectos” prolongados en el adulto sobreviviente, de la extraordinaria
aventura que, del nacimiento a la liquidación del Edipo, transforma a un pequeño animal engendrado
por un hombre una mujer en un pequeño niño humano. Es decir, el “efecto” del volverse-humano. El
objeto es, entonces, el inconsciente. El hecho de que el niño humano sobreviva es la prueba de que
todos los hombres, adultos, superaron: son para siempre amnésicos, testigos y muy a menudo víctimas
de esta victoria, llevando en lo más sordo, es decir, en lo más agudo de ellos mismos, la heridas,
imperfecciones y cansancios de este combate por la vida o la muerte humanas. (Es comprensible que se
considere esta “supervivencia” del niño al convertirse en adulto, es decir, de la impresión de la cultura en
su cuerpo todavía amorfo, libre en sus “inclinaciones”, “deseos” y “pasiones”, en su energía libidinal,
cuando esta impresión se vive como traumática. Ahora bien: en la vida cotidiana es común dar cuenta de
subjetividades que no dan cuenta de esta impresión (represiva) de la cultura, del “Gran Otro”, como algo
traumático, sino que se acoplaron muy bien a la homogeneización. ¿Cómo analizar esas subjetividades,
las más “adaptadas” a la cultura? Además de que su adaptación se comprende sólo en contraste a los
“no adaptados” a los subalternos, a quienes transgreden la ley y son, por ellos, estigmatizados y
2
Son estas variantes: la psicología ya sea conductista o fenomenológica (Merleau-Ponty) o existencialista (Sartre); o la
bioneurología, a la vez que la “sociología” de tipo “culturalista” o “antropológica” (Mead, KArdiner) las que critican Foucault en
Historia de la Sexualidad y Deleuze y Guattari en El Antiedipo. Y, según Althusser, todos los malentendidos y las interpretaciones
del inconsciente transformadas en teorías nulas son malentendidos ideológicos.
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señalados con el dedo. Entonces: ¿cómo entender la fractura, el trauma, en los individuos en que dicho
trauma no implica síntomas (desde el inconsciente) ni preocupaciones explícitas (en el “yo”)?)
El psicoanálisis se ocupa de la única guerra sin memorias ni memoriales que la humanidad finge no
haber jamás librado, la que siempre piensa haber ganado por adelantado, simplemente porque existe
sólo por haberla sobrevivido, por vivir y crearse como cultura en la cultura humana (Sobre verdad y
mentira en sentido extramoral – Nietzsche): guerra que hace de los niños humanos, sujetos.
Lacan precisa: “El discurso del inconsciente está estructurado como un lenguaje” y Freud, en La
interpretación de los sueños estudió los “mecanismos” o “leyes” reduciendo las variantes a dos: el
desplazamiento y la condensación. Lacan reconoció en eso dos figuras esenciales designadas por la
lingüística: la metonimia y la metáfora. La primacía del lenguaje, que es el único objeto y medio de la
práctica analítica (todo lo que adviene en la cura se lleva a cabo en el lenguaje, y por el lenguaje, incluso
el silencio, sus ritmos, sus escansiones)
El descubrimiento de Lacan reside que la transición de la existencia biológica a la existencia humana
(hijo del hombre) se lleva a cabo bajo la Ley del Orden (que Althusser llama Ley de la Cultura). El todo de
esta transición es comprendido como un lenguaje recurrente. Hay 2 grandes momentos de dicha
transición:
1°. Momento de la relación dual, preedípica, en la que el niño sólo se relaciona con su alter ego: la
madre, y vive esta relación dual como la fascinación y sin poder diferenciase de un tercero. = Lo
imaginario (preedípico).
2°. El momento del Edipo en el que surge una estructura ternaria sobre el fondo de la estructura dual. El
padre se mezcla como intruso a la satisfacción imaginaria de la fascinación dual. = Lo simbólico (Edipo
resuelto).
Aun así, el momento de lo imaginario mismo en el que el niño vive su relación inmediata con su madre
sin reconocerla prácticamente con la relación simbólica está marcado y estructurado en su dialéctica
por la dialéctica misma del Orden Simbólico, es decir, del Orden Humano de la norma humana (de la
Cultura). Orden constituyente, orden de la Ley y Derecho. Orden del Significante: es decir, en forma de
un Orden formalmente idéntico al orden del lenguaje. “Lacan muestra la eficacia del Orden, de la Ley,
que acecha desde antes de su nacimiento a todo ser humano, y se apodera de él desde su primer grito,
para asignarle su lugar y su papel, por lo tanto su destino forzoso. Todas las etapas superadas por el
pequeño sr humano lo son bajo el reino de la Ley, del código de asignación, de comunicación y de no
comunicación humanas; sus “satisfacciones” llevan en sí mismas la marca indeleble y constituyente de la
Ley, de la pretensión de la le humana…” (p. 41). El discurso de este Orden, este discurso del Otro, del
gran Tercero, que es este Orden mismo: el discurso del inconsciente (no ya individual, sino social). Por
eso, el deseo no es inteligible en su especificidad más que como el sentido singular del discurso del
inconsciente del sujeto humano: es la categoría fundamental del inconsciente. El sentido que surge en el
“juego” y por el “juego” de la cadena de significantes de la que está compuesto el discurso del
inconsciente. El deseo está determinado en su ser equívoco (en su “falta de ser” dice Lacan), por la
estructura del Orden que le impone su marca, y lo condena a una existencia sin lugar, la existencia de la
inhibición, librado a sus recursos tanto como a sus decepciones.
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El drama se juega en la materia de un lenguaje formado anteriormente (p.43). Ya sea en el momento
de la fascinación dual de lo imaginario (momento preedípico) o el momento del reconocimiento vivido
de la inserción en el Orden simbólico (Edipo), toda la dialéctica de la transición está marcada en su
esencia última por el sello del Orden humano, de lo simbólico, cuyas leyes formales, es decir cuyo
concepto formal brinda la lingüística.
El Edipo es la estructura dramática, la “máquina teatral” impuesta por la Ley de la Cultura a todo
candidato, involuntario y obligado a la humanidad: una estructura que contiene en sí misma no sólo la
posibilidad sino la necesidad de las variaciones concretas en las que existe, para todo individuo que
puede llegar a su umbral, vivirlo y sobrevivirle. El psicoanálisis trabaja sobre los “efectos” concretos de
estas variaciones, es decir sobre la modalidad de la modalidad específica y absolutamente singular en la
que la transición del Edipo ha sido abordada, salvada, parcialmente fallada o eludida por tal o cual
individuo. Estas variaciones pueden ser pensadas y conocidas en su esencia misma, a partir de la
estructura del Edipo invariante (¿A qué se refiere que la estructura edípica contiene en sí la necesidad
de las variaciones concretas?).
“Con ello, lo habrán notado, se nos abre sin duda una de las vías por las cuales llegaremos quizás, un
día, a una mejor comprensión de esta estructura del desconocimiento, que interesa en primer lugar a
cualquier investigación sobre la ideología.
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Jacques LACAN (1901 – 1981)
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Complejo del destete: lo real
- El cuerpo es una multiplicidad de pulsiones. No hay conciencia, ni moral. El cuerpo es una multiplicidad
caótica. El humano es prematuro. El sujeto humano no es un sujeto del instinto. Es un sujeto
desregulado. Es un sujeto de la pulsión. La pulsión es acéfala (Bataille). El instinto sí sabe lo que quiere.
Nace con una radical dependencia de los otros. Desde los 0 a los 5 años.
- Radical ruptura con la naturaleza. El animal humano es inepto y suicida. Tiende a suicidarse en la
madre. Hay una fisura. Hereda algo con el existencialismo (y más cerca de Bataille). Hemos sido
arrojados al mundo completamente indefensos y eso nunca se va.
- Fantasma del cuerpo fragmentado: un fantasma de la desilusión, atomización, subjetividad. También
es anterior a la objetividad. No tiene forma, es informe. Lo que hay es una relación: “canibalismo
pulsional” del cuerpo con la madre. Si algo ahí pudiera hablar diría: “yo soy el pecho”. (Freud ya decía:
“momento de indiferenciación del cuerpo del bebé con el de la madre).
- El deseo siempre tiende al goce: como deseo de ese primer momento mítico de ser uno con la madre.
Y la madre no es una figura. Es el lugar, es una oscuridad. El deseo siempre va a vivir como deseo de
volver, como momento mítico, de completitud, de totalidad. Donde todas las pulsiones eran satisfechas
directamente. Obtenía todo inmediatamente. (Se comía donde se cagaba). Lo llama “la nostalgia del
todo”: el sujeto siempre es una búsqueda de esa totalidad. Este es el momento preciso de la disolución
del sujeto.
- La imago materna (anti-especular): no hay que pensar en la madre. Es la dimensión de lo informe, de lo
caótico, de donde surge la subjetividad y a la que tiende como suicidio, como destrucción de la
subjetividad. El deseo tiende ahí pero también tiene que evitar el fin. Por suerte es irrealizable. La “pura
felicidad” es el horror. En ese estado: placer y displacer van juntos. No hay forma de disociar horrible de
bello. Eso viene después: cuando hay sujeto. Genéticamente, lo primero es un omelette. Donde el placer
y el dolor están mezclados en un éxtasis: que es doloroso y sublime. Las lógicas de las adicciones es esta.
El orgasmo, el erotismo es una pequeña muerte: disuelve la subjetividad, con un daño real.
Complejo de intrusión: lo imaginario
- El deseo tiende a eso pero también se defiende de eso. Donde hay un cuerpo fragmentado tiene que
constituirse como yo. El otro es la imagen de otro que soy yo. Intrusión: figura del hermano: es otro
como yo. Cuál es la dialéctica de este yo es otro. Con la imago materna que es completamente otro
(después se va a llamar la alteridad de lo real).
- Hipótesis: imagen del bebe en el espejo o imagen del niño viendo a su hermano como semejante
precipita en él (en esa multiplicidad amorfa y caótica) un “yo” que es una primera articulación del sujeto.
Y es una ficción. El yo: la esfera (el todo esférico del otro completo semejante a mí). Si el otro es
completo y yo soy el otro completo, soy igual a él. Hay una proyección de lo otro que se vuelve “él
mismo”. Permite una primera articulación en ese cuerpo habitado por la desarticulación. Cuando el bebé
se ve a sí mismo y se imagina como completo, total, esférico, redondito, armado: ya no es más un huevo
batido. Ahí se constituye un yo, se alcanza un territorio. Juego especular. La mirada (proyección psíquica)
encuentra en otro la posibilidad de constituir un yo. Maquina las fantasías que se sucederán desde el
cuerpo hasta otro que llamaremos “ortopédica de la totalidad”
- Donde había un canibalismo pulsional con la madre se constituye un Yo. El bebé festeja, está contento
de júbilo. Pero es una ilusión, una fantasía. Porque si yo es otro y el otro me da el lugar que yo tengo. Al
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mismo tiempo me lo quita.
- Produce una instancia en la que se produce un “yo ideal”: identificación imaginaria es la lógica en la
que cuando se cae un niño otro niño que lo mira llora. Es un narcicismo que se cree autónomo pero se
cree liberado y es sujeto, se cree dueño y es adueñado.
Complejo de Edipo: lo simbólico
- Salgo de la identidad y consigo una completud. Es el yo de los celos, de la envidia (rivalidad con el
hermano). Identificación imaginaria: yo soy boca, boca sale campeón del mundo y yo soy campeón. Pero
es una estructura ambivalente porque inmediatamente se revierte: en realidad yo no soy el otro, yo soy
un fracasado. (Como industria cultural).
- El Edipo es el complejo por el cual se sale el abismo de la madre; se sale de la rivalidad ficcional del
otro. Se sale pero continua (se subsuma en otra estructura). A prevalencia del tercer momento del Edipo.
Allí se produce una identificación del otro como diferente: el padre. Coloca al hijo en el lugar del hijo:
vos sos el hijo de tu mamá y tu papá. Lo simbólico. Yo es otro pero otro también simbólico. Es el Edipo:
el nombre del padre como el sujeto accede a una identidad que es otro. La imagen del otro como
diferente: el acceso al lenguaje articulado de la cultura a través del nombre del padre. Es Sergio en tanto
“hijo de”. La posición de hijo es un lugar, una posición de diferencias. (Valor diferencial). (el significante
es el signo para Lacan: porque le hace una crítica al signo).
- Hay un hiato, un vacío entre el sujeto y su identidad. La dinámica del deseo es buscar la completud en
un otro sin poder encontrarla. “El deseo es el deseo del otro”.
- No sólo el yo no tiene ser, sino que el deseo tampoco: se desea el deseo del otro. Es el deseo de la
cultura: la identificación simbólica se ve reafirmada por la identificación imaginaria. “Yo soy un
estudiante de sociología que lee Lacan (posición simbólica), pero yo soy Lacan, porque Lacan es todo y es
lo más; pero a la vez Lacan es Lacan y yo no soy Lacan (posición imaginaria)”.
El incesto no es tanto un deseo de objeto (o de no objeto: la madre es un no objeto): también es algo
que el deseo del otro me identifica a mí. Yo soy mi papá y mi mamá me marca qué es lo que hay que
desear: mi papá. El deseo es el deseo del otro. La pelea real está en la simbolización: no en el plano del
deseo. Porque pensar que está en lo imaginario es pensar que la madre sí es un sujeto cartesiano (y no lo
es). Es un inconsciente que ya está afuera y está adentro. Vos sos ese deseo porque sino sos otro y te
desmoronas. El yo es el lugar del máximo desconocimiento y de la máxima servidumbre. Lo más singular
posible aparece sólo en la máxima dislocación de la realidad. La falta es estructurante de la estructura.
Nostalgia del todo (Pag. 43): asimilación perfecta de la totalidad del ser. Cancelas esa distancia del yo soy
yo. Se reconoce una nostalgia de la humanidad: abismo metafísico. Utopía social de tutela autoritaria.
ESTRUCTURA (3 REGISTROS): La Familia. MODELO DE LA FALTA CONSTITUTIVA
COMPLEJO DEL Cuerpo: multiplicidad de pulsiones. No hay conciencia ni moral. El LO REAL (“ello”: el
DESTETE: el humano cuerpo es una multiplicidad caótica. El sujeto no es un sujeto del instinto, “inconsciente”, caos,
es un animal sino que es un sujeto desregulado, sujeto de la pulsión: que es acéfala. acéfalo). Fantasma del
prematuro (no es El deseo siempre tiende al goce: la madre es oscuridad (1° momento cuerpo fragmentado
sujeto del instinto: el mítico): deseo de volver al momento de completitud, de totalidad: “la
instinto sí sabe lo que nostalgia del todo”.
quiere). Es La “imago materna”: es lo anti-especular. Es la dimensión de lo informe,
radicalmente de lo caótico: omelette. El placer y el dolor están mezclados en un éxtasis
dependiente. que es doloroso y sublime.
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COMPLEJO DE El Otro es la imagen de otro que soy yo. Intrusión: figura del hermano, de LO IMAGINARIO (“yo”):
INTRUSIÓN: el cuerpo otro que es como yo. Dialéctica de la intersubjetividad (Mimesis, es una ficción en la que
fragmentado tiende a imitación). el yo es una esfera.
constituirse como yo. Hipótesis: bebe en el espejo/niño viendo a su hermano. Es un “yo” que es Primera articulación en
una primera articulación del sujeto: es una ficción. El yo se arma por un cuerpo habitado por
semejanza: el otro es complejo y yo soy el otro completo, soy igual a él. la desarticulación.
Hay una proyección de lo otro que se vuelve “él mismo”. El bebé no es Juego especular.
más un huevo batido: es un total esférico, redondito, armado. Se produce un “yo
Juego especular: la mirada (proyección psíquica) encuentra en otro la ideal”: identificación
posibilidad de constituir un yo. Maquina fantasías hacia un cuerpo: imaginaria (lógica en la
“ortopédica de la totalidad”. que cuando se cae un
niño otro niño que lo
mira, llora).
COMPLEJO DE EDIPO: Se produce una identificación del otro como diferente: el padre, que es LO SIMBÓLICO
complejo por el cual la ley, es la cultura, es lo simbólico. La imagen del otro como diferente: el (“superyó”: Cultura,
se sale de la rivalidad acceso al lenguaje articulado de la cultura. Hay un hiato: un vacío entre el padre, lenguaje): salgo
ficcional del otro, pero sujeto y su identidad. La dinámica del deseo es buscar la completitud en de la identidad y
continua (se subsuma otro sin poder encontrarla. “El deseo es el deseo del otro”. No solo el “yo” consigo completud: yo
en otra estructura - no tiene ser sino que tampoco tiene deseo: se desea el deseo del otro. La de los celos, de la
¿inconsciente?-) identificación simbólica se ve reafirmada por la identificación imaginaria. envidia. Deseo de la
“Yo soy un estudiante de sociología que lee Lacan (posición simbólica), cultura.
pero yo soy Lacan, porque Lacan es todo y es lo más; pero a la vez Lacan
es Lacan y yo no soy Lacan (posición imaginaria)”.
LA FAMILIA (publicado en 1938) Oscar Masotta: “idea psicoanalítica de base: la inherencia del sujeto
a la familia constituye siempre su acceso a la profundidad de lo real.”
Introducción: la INSTITUCIÓN FAMILIAR: La cultura: introduce una nueva dimensión en la realidad social
y en la vida psíquica que especifica a la familia humana, al igual que todos los fenómenos sociales del
hombre. En la familia las instancias sociales dominan a las naturales. La familia humana es una
institución. El análisis psicológico debe adaptarse a esta estructura compleja. Herencia psicológica: La
familia desempeña un papel primordial en la transmisión de la cultura. Gobierna los procesos
fundamentales del desarrollo psíquico, la organización de las emociones de acuerdo con tipos
condicionados por el ambiente que constituye. Se manifiesta mediante la transmisión a la descendencia
de disposiciones psíquicas que lindan con lo innato: así, instaura una continuidad psíquica entre las
generaciones.
La familia primitiva: una institución. Las formas primitivas de la familia muestran los rasgos esenciales
de sus formas finales: autoridad, modo de parentesco, herencia, sucesión, transmitidos en algunos casos
en forma diferenciada. La familia primitiva desconoce los vínculos biológicos del parentesco. El
parentesco sólo es reconocido mediante ritos que legitiman los vínculos de sangre y, de ser necesario,
crean vínculos ficticios: el totemismo, la adopción son algunos ejemplos. La familia moderna está
compuesta por un grupo reducido que, antes que una simplificación, aparece como una contracción de
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la institución familiar. Muestra una estructura profundamente compleja. Por eso es necesario atribuirle
a la influencia predominante que asume en ese caso el matrimonio, institución que se debe distinguir de
la familia. Es así que podemos calificar como excelente el término de «familia conyugal» con el que la
designa Durkheim.
EL COMPLEJO, factor concreto de la psicología familiar
La familia como objeto y circunstancia psíquica: nunca objetiva instintos sino, siempre COMPLEJOS. Es
fundamental comprender que está condicionado por factores culturales, en detrimento de los factores
naturales.
- Definición general del complejo: une en una forma fija un conjunto de reacciones que puede interesar a
todas las funciones orgánicas, desde la emoción hasta la conducta adaptada al objeto. Lo que define al
complejo es el hecho de que reproduce una cierta realidad del ambiente en forma doble:
1. Su forma representa esta realidad en lo que tiene como objetivamente distinto en una etapa
dada del desarrollo psíquico: esta etapa especifica su génesis.
2. Su actividad repite en lo vivido la realidad así fijada en toda oportunidad en la que se producen
algunas experiencias que exigirán una objetivación superior de esta realidad; estas experiencias
especifican el condicionamiento del complejo.
Esta definición implica que el complejo está dominado por factores culturales; en su contenido,
representativo de un objeto; en su forma, ligada a una etapa vivida de la objetivación; por último, en su
manifestación de carencia objetiva frente a una situación actual, es decir bajo su triple aspecto de
relación de conocimiento, de forma de organización afectiva y de prueba de confrontación con lo real, el
complejo se comprende en su referencia al objeto.
Toda identificación objetiva: exige ser comunicable, es decir que se basa en un criterio cultural. En lo
que se refiere a la integración individual de las formas de objetivación, ella es el resultado de un proceso
dialéctico que hace surgir toda nueva forma de los conflictos de la precedente con lo real. En este
proceso, es necesario reconocer el carácter que especifica al orden humano, es decir, la subversión de
toda rigidez instintiva, a partir de la cual surgen las formas fundamentales de la cultura, plenas de
variaciones infinitas.
El complejo y el instinto. Si bien el complejo corresponde a la cultura, no por eso debe considerarse
que no existe relación alguna entre el complejo y el instinto.
El complejo freudiano y la imago. Hemos definido al complejo en un sentido muy amplio que no
excluye la posibilidad de que el sujeto tenga conciencia de lo que representa. Freud, sin embargo, lo
definió como un factor esencialmente inconsciente (efectos psíquicos no dirigidos por la conciencia,
actos fallidos, sueños, síntomas). Estos efectos presentan caracteres tan distintos que obligan a
considerar como elemento fundamental del complejo esta entidad: una representación inconsciente,
designada con el nombre de imago. El Complejo e Imagen han revolucionado a la psicología. La familia
dejó de ser un tema de paráfrasis moralizante y se convirtió en objeto de un análisis concreto. Sin
embargo, se comprobó que los complejos desempeñan un papel de «organizadores» en el desarrollo
psíquico; de ese modo dominan los fenómenos que en la conciencia parecen integrarse mejor a la
personalidad; se encuentran motivados así en el inconsciente no sólo justificaciones pasionales, sino
también racionalizaciones objetivables.
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1. EL COMPLEJO DEL DESTETE (lactancia)
Representa la forma primordial de la imago materna. Fija en el psiquismo la relación de la cría, bajo la
forma parasitaria exigida por las necesidades de la primera edad del hombre. Da lugar a los sentimientos
más arcaicos y más estables que unen al individuo con la familia. Se encuentra determinado por
completo por factores culturales y es radicalmente diferente del instinto. Carácter esencial del instinto
(como ablactación: alimentación) su regulación fisiológica, que se manifiesta a través del hecho de que
el instinto maternal deja de actuar en el animal cuando se ha llegado al término de la cría. En el hombre,
por el contrario, el destete se encuentra condicionado por una regulación cultural.
El destete: crisis del psiquismo. Deja en el psiquismo humano la huella permanente de la relación
biológica que interrumpe. Esta crisis vital se acompaña con una crisis del psiquismo, cuya solución
presenta una estructura dialéctica. Por primera vez, según parece, una tensión vital se resuelve en
intención mental. A través de esta intención el destete es aceptado o rechazado. Sin embargo, como
polos coexistentes y opuestos, determinan una actitud ambivalente. Esta ambivalencia primordial se
resolverá en diferenciaciones psíquicas de un nivel dialéctico cada vez más elevado y de una
irreversibilidad creciente. LA IMAGO DEL SENO MATERNO: el rechazo del destete es lo que instaura
lo positivo del complejo; la imago de la relación nutricia que tiende a restablecer. El contenido de esta
imago está dado por las sensaciones características de la primera edad, pero su forma no existe hasta el
momento en que ellas se organizan mentalmente. (Forma exteroreceptiva: la presencia humana.
Algunas sensaciones exteroceptivas se aíslan esporádicamente en unidades de percepción. / Satisfacción
propioceptiva: la fusión oral. / Malestar interoceptivo: la imago prenatal).
El sentimiento de la maternidad. El imago del seno materno domina toda la vida del hombre: se
observa en la dependencia vital del individuo en relación con el grupo. Para que nuevos complejos las
integren al psiquismo, la imago debe ser sublimada. En la medida en que resiste a estas nuevas
exigencias, la imago se convierte en un factor de muerte. El apetito de muerte. La tendencia a la muerte
es vivida por el hombre como objeto de un apetito porque el complejo, unidad funcional de este
psiquismo, no corresponde a funciones vitales sino a la insuficiencia congénita de estas funciones. En su
abandono ante la muerte, el sujeto intenta reencontrar la imago de la madre.
El vínculo doméstico. Aún sublimada, la imagen del seno materno sigue desempeñando un papel
psíquico importante para el sujeto. Todo lo que constituye la unidad doméstica del grupo familiar se
convierte para el individuo, en el objeto de una afección distinta de la que lo une a cada miembro del
grupo. También, el abandono de las seguridades que comporta la economía familiar tiene el valor de una
repetición del destete. Todo desarrollo pleno de la personalidad exige este nuevo destete. Hegel señala
que el individuo que no lucha por ser reconocido fuera del grupo familiar nunca alcanza, antes de la
muerte, la personalidad. La nostalgia del todo. La saturación del complejo funda el sentimiento
materno; su sublimación contribuye al sentimiento familiar; su liquidación deja huellas. La estructura de
la imago permanece en la base de los procesos mentales que la han modificado. Se reconocerá una
nostalgia de la humanidad: la búsqueda del paraíso perdido anterior al nacimiento y de la más oscura
aspiración a la muerte.
2. COMPLEJO DE LA INTRUSIÓN. Los celos, arquetipo de los sentimientos sociales
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El complejo de la intrusión representa la experiencia que realiza el sujeto primitivo, por lo general
cuando ve a uno o a muchos de sus semejantes participar junto con él en la relación doméstica: de
acuerdo al orden de los nacimientos: heredero o usurpador. Los celos, en su base, no representan una
rivalidad vital sino una identificación mental.
Identificación mental: Si se confronta en parejas niños entre 6 meses y 2 años, se puede comprobar el
siguiente hecho: en estos niños aparecen reacciones de diverso tipo en las que parece manifestarse una
comunicación. Se bosqueja el reconocimiento de un rival, es decir de un «otro» como objeto. Entre dos
niños: sucede una paradoja. Cada compañero confunda la parte del otro con la suya propia y se identifica
con él; pero también la sucede que puede mantener esa relación con una participación realmente
insignificante de ese otro y vivir toda la situación por sí solo, como lo demuestra la discordancia en
algunos casos total entre sus conductas. Es así que en el estadio de la identificación específica de las
conductas sociales se basa en un sentimiento del otro, que sólo se puede desconocer si se carece de una
concepción correcta en cuanto a su valor totalmente imaginario.
La imago del semejante: Se comprueba que la imago del otro está ligada a la estructura del propio
cuerpo, y más precisamente a sus funciones de relación, por una cierta semejanza objetiva. El hermano
es el objeto electivo de las exigencias de la libido que, en el estadio que estudiamos, son homosexuales.
Pero insiste también acerca de la confusión en este objeto de dos relaciones afectivas, amor e
identificación, cuya oposición será fundamental en los estadios ulteriores. Esta ambigüedad original se
observa también en el adulto, en la pasión de los celos amorosos.
El sentido de la agresividad primordial. La agresividad se muestra como secundaria a la identificación.
Los celos pueden manifestarse en casos en los que el sujeto, sometido desde hace ya mucho tiempo al
destete, no se encuentra en una situación de competencia vital con su hermano. La agresividad domina
la economía afectiva, pero también que es soportada y actuada, es decir, subtendida por una
identificación con el otro, objeto de la violencia. Si se designa en el malestar del destete humano la
fuente del deseo de muerte, se reconocerá en el masoquismo primario el momento dialéctico en el que
el sujeto asume a través de sus primeros actos de juego la reproducción de ese malestar mismo y, de ese
modo, lo sublima y lo supera. La identificación con el hermano es lo que permite completar el
desdoblamiento así esbozado en el sujeto: ella proporciona la imagen que fija uno de los polos del
masoquismo primario. Así, la no-violencia del suicidio primordial engendra la violencia del asesinato
imaginario del hermano. La imagen del hermano no sometido al destete sólo suscita una agresión
especial porque repite en el sujeto la imago de la situación materna y, con ella, el deseo de la muerte.
Este fenómeno es secundario a la identificación.
EL ESTADIO DEL ESPEJO = reformulación del complejo de Edipo
La identificación afectiva: es una función psíquica cuya originalidad ha sido establecida por el
psicoanálisis especialmente en el complejo de Edipo. Para definirla esbozamos una teoría de esta
identificación cuyo momento genérico designamos estadio del espejo.
El estadio del espejo: corresponde a la declinación del destete, momento en el que el predominio
psíquico del malestar, originado en el retraso del crecimiento psíquico, traduce lo prematuro del
nacimiento que constituye la base específica del destete en el hombre. El reconocimiento por parte del
sujeto de su imagen en el espejo es un fenómeno doblemente significativo para el análisis de ese
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estadio. La percepción de la forma del semejante como unidad mental se relaciona, en el ser viviente,
con un nivel correlativo de inteligencia y sociabilidad.
Potencia segunda de la imagen especular: hay una doble ruptura vital. En relación al medio que
define el mundo animal; ruptura de la unidad viviente que en el animal somete la percepción a la
pulsión. Hay una discordancia, tanto de las funciones como de las pulsiones. Hay una
propioceptividad que entrega el cuerpo como despedazado… el interés psíquico busca una
recomposición del propio cuerpo; pero por otro lado está sometido a un despedazamiento
perceptivo. Entonces se organiza reflejando las formas del cuerpo que constituyen en cierpo modo el
modelo de todos los objetos. Esta es una estructura arcaica del mundo humano, cuyos profundos
vestigios han sido revelados por el análisis del inconsciente: fantasías de desmembramiento,
dislocación del cuerpo, de las que las fantasías de castración son sólo una imagen valorizada.
Desde un comienzo, la tendencia por la cual el sujeto restaura la unidad perdida de sí mismo surge
en el centro de la conciencia. La búsqueda de su unidad afectiva da lugar en el sujeto a las formas en
las que se representa su identidad, y la forma más intuitiva de ella está constituida en esta fase por
la imagen especular. Lo que el sujeto saluda en ella, es la unidad mental que le es inherente. Lo que
reconoce, es el ideal de la imago del doble. Lo que aclama, es el triunfo de la tendencia salvadora.
La estructura narcisista del yo. El mundo que caracteriza a esta fase es un mundo narcisita. Ese mundo
no contiene al prójimo. En efecto, la percepción de la actividad del otro no es suficiente para romper el
aislamiento afectivo del sujeto. La imagen se limita a añadir la intrusión temporaria de una tendencia
extraña: intrusión narcisista que contribuirá a la formación del yo. Sin embargo, antes de que yo afirme
su identidad, se confunde con esta imagen que lo forma, pero que lo aliena de modo primordial. el yo
conservará la estructura ambigua del espectáculo que, manifiesta en las situaciones anteriormente
descritas del despotismo, de la seducción, de la ostentación, otorga su forma a pulsiones esencialmente
destructivas del otro.
EL DRAMA DE LOS CELOS: el yo y el otro
El yo se constituye al mismo tiempo que el otro en el drama de los celos: encuentra al mismo tiempo al
otro y al objeto socializado. En este caso, una vez más, los celos humanos se distinguen de la rivalidad
vital inmediata, ya que constituyen su objeto en mayor medida de lo que él los determina: se revelan
así como el arquetipo de los sentimientos sociales. El yo no alcanza su constitución esencial antes de los
tres años.
Condiciones y efectos de la fraternidad: el papel traumático del hermano está constituido por su
intrusión. El hecho y la época de su aparición determinan su significación:
Sorprendido por el intruso en el desamparo del destete, lo reactiva constantemente al verlo:
realiza entonces una regresión que será una psicosis esquizofrénica o una neurosis hipocondríaca
o, sino, reacciona a través de la destrucción imaginaria del monstruo que dará lugar a impulsos
perversos o a una culpa obsesiva.
Si aparece después del complejo de Edipo, se lo adopta, por lo general, en el plano de las
identificaciones paternas, afectivamente más densas y de estructura más rica, como veremos. Ya
no constituye para el sujeto el obstáculo o el reflejo, sino una persona digna de amor o de odio.
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Tanto el objeto como el yo se realizan a través del semejante; cuánto más pueda asimilar de su
compañero más reafirma el sujeto su personalidad y su objetividad, garantes de su futura eficacia.
El grupo familiar, reducido a la madre y a la fratria, da lugar a un complejo psíquico en el que la
realidad tiende a mantenerse como imaginaria o, a lo sumo, como abstracta.
3. EL COMPLEJO DE EDIPO
Define más particularmente las relaciones psíquicas en la familia humana
Esquema del complejo. El apogeo de pulsiones genitales en el niño en el 4° año. Al fijar al niño, a través
de un deseo sexual, al objeto más cercano que le ofrecen normalmente la presencia y el interés
(referidas al progenitor del sexo opuesto), estas pulsiones constituyen la base del complejo; su
frustración forma su nódulo. El niño relaciona esta frustración con un objeto tercero como el obstáculo
para su satisfacción: el progenitor del mismo sexo. El progenitor del mismo sexo se le aparece
simultáneamente al niño como el agente de la prohibición sexual y el ejemplo de su transgresión. La
tensión se resuelve a través de una represión de la tendencia sexual que permanecerá latente hasta la
pubertad y a través de la sublimación de la imagen parental que perpetuara en la conciencia un ideal
representativo, Este doble proceso permanece inscrito en el psiquismo en dos instancias permanentes:
la que reprime se llama Superyó; la que sublima, Ideal del yo.
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objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo
universal su función del sujeto. (Después Lacan comenzará a llamar al moi-yo como construcción
imaginaria; y al je-yo como posición simbólica del sujeto. El yo-ideal sería la posición simbólica del
sujeto, es decir, su función de sujeto en lo universal, que se configura a partir del lenguaje).
Esta forma sitúa a la instancia del yo antes de su determinación social en una línea de ficción, que
será siempre irreductible por el individuo solo; “que sólo asintóticamente tocará el devenir del sujeto”.
Esta forma total del cuerpo le es dada como Gestalt, es decir, como una exterioridad que lo constituye.
Es una forma más constituyente que constituida (la forma en el espejo constituye al sujeto). Esta Gestalt
está ligada a la especie por los dos aspectos de su aparición:
- simboliza la permanencia mental del yo (je): lo une a la estatua en que el hombre se proyecta (ideal del
yo).
- prefigura su destinación alienante: fantasmas que lo dominan, autómata.
En una relación ambigua el sujeto tiende a redondearse el mundo de su fabricación (“su fabricación”
a partir de una constitución que le viene desde afuera).
La imagen especular parece ser el umbral del mundo visible. En la especie se representa como el paso,
en la estirpe, del grillo peregrino de la forma solitaria a la forma gregaria: se expone al individuo a la
acción visual de una imagen similar (cercano a los de su especie) identificación homeomórfica (pero
también identificación heteromórfica).
Hay en la captación espacial del estadio del espejo una insuficiencia orgánica de la realidad natural
(si es que atribuimos algún sentido al término “naturaleza”). En esta dialéctica social que estructura
como paranoico el conocimiento humano:
- Hace al conocimiento humano más autónomo que el conocimiento animal con respecto al campo de
fuerzas del deseo,
- También determina al conocimiento humano en esa “poca realidad” que denuncia en él la
insatisfacción surrealista (André Breton en Discours sur le peu de réalité).
La FUNCIÓN del estadio del espejo es establecer una relación del organismo con su realidad; o
sea, del Innewelt (mundo interior) con el Umwelt (medio-ambiente o mundo exterior). Esto lo lleva a
determinar que el hombre es pre-natal (lo dice también en La Familia) : es el dato de una prematuración
específica del nacimiento en el hombre (o sea que ¿para Lacan los humanos nacen “antes” en relación a
los animales? ¿Y por eso el conocimiento humano es paranoico y el de los animales es más “real” en
cuanto “objetivo” ya que es “común” a todos ellos?
Por eso el estadio del espejo es un DRAMA: su empuje interno se precipita de la insuficiencia a la
anticipación. Es un DRAMA cuyo empuje/motor interno “se precipita” de la insuficiencia (cuerpo
fragmentado, amorfo, pre-natal) a la anticipación (dialéctica social). En el sujeto, preso de la ilusión de la
identificación espacial, maquina las fantasías que se suceden desde una imagen fragmentada del cuerpo
hasta una forma que llama: ortopédica de su totalidad y hasta la armadura por fin asumida e una
identidad alienante que marca con su estructura rígida todo su desarrollo mental. La ruptura del
círculo del Innenwelt al Umwelt engendra la cuadratura inagotable de las reaseveraciones del yo.
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Así, el cuerpo fragmentado se muestra en los sueños, cuando la moción del análisis toca cierto nivel de
desintegración agesiva del individuo (como el cuadro de Jerónimo Bosco). Correlativamente, la
formación del yo (je) se simboliza oníricamente distribuyendo desde su interior hasta sus límites del
recinto, dos campos de lucha opuestos, donde el sujeto se empecina en la búsqueda del altivo y lejano
castillo interior cuya forma simboliza el ello de manera sobrecogedora. Los dos campos de lucha
opuestos son este interior (Ello, amorfo, cuerpo fragmentado) y el yo simbólico (¿social?) [dialéctica
social entre el Innenwelt y el Umwelt].
Subvierte a Freud porque subvierte el principio de realidad que parte de concebir el yo centrado sobre
el sistema percepción-conciencia, como organizado por el “principio de realidad”. Pero esto se opone a
nuestra experiencia (opone a toda filosofía derivada directamente del cogito) en la medida en que
partimos de la función de desconocimiento.
Para que no los tilden de proyectar en lo impensable de un sujeto absoluto, basan la hipótesis en el
método de reducción simbólica: instaura en las defensas del yo un orden genético: viraje del yo [je]
especular al yo [je] social. Así, el momento en el que termina el estadio del espejo inaugura (el
momento) la dialéctica que desde entonces liga al yo [je] con situaciones socialmente elaboradas.
En el momento en que el bebé reconoce su imagen en el espejo como tal hay un acto de inteligencia. Es
necesario comprender al estadio del espejo como una identificación en sentido pleno: transformación
que se produce en el sujeto cuando éste asume una imagen.
Es un DRAMA cuyo empuje/motor interno “se precipita” de la insuficiencia (cuerpo fragmentado,
amorfo, pre-natal) a la anticipación (dialéctica social). En el sujeto, preso de la ilusión de la identificación
espacial, maquina las fantasías que se suceden desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una
forma que llama: ortopédica de su totalidad y hasta la armadura por fin asumida e una identidad
alienante que marca con su estructura rígida todo su desarrollo mental. La ruptura del círculo del
Innenwelt al Umwelt engendra la cuadratura inagotable de las reaseveraciones del yo.
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La FUNCIÓN del estadio del espejo es establecer una relación del organismo con su realidad; o sea, del
Innewelt (mundo interior) con el Umwelt (medio-ambiente o mundo exterior). Esto lo lleva a
determinar que el hombre es pre-natal (lo dice también en La Familia) : es el dato de una prematuración
específica del nacimiento en el hombre (o sea que ¿para Lacan los humanos nacen “antes” en relación a
los animales? ¿Y por eso el conocimiento humano es paranoico y el de los animales es más “real” en
cuanto “objetivo” ya que es “común” a todos ellos?
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INTRODUCCIÓN al seminario de la carta robada (1955)
El automatismo de la repetición surge en Freud a partir de la nueva tópica que se preludia en 1920 con
Más allá del Principio del Placer y que se representa en los términos yo, ello, superyó. Allí Freud inaugura
la concepción de la MEMORIA que implica su “inconsciente”. El sistema PSI, predecesor del
inconsciente, manifiesta la originalidad porque la única manera de satisfacerse es con volver a encontrar
el objeto radicalmente perdido. Freud da último paso decisivo al arrebatar al agente humano identificado
con la consciencia la necesidad incluida en esta repetición. Esa repetición simbólica muestra que el
orden del símbolo no puede ya concebirse como constituido sino como constituyéndolo.
El orden simbólico se concibe como constituyendo al hombre. Aquí aparece la noción de rememoración
en la obra de Freud (pero él, no cediendo ante esta originalidad, se ve obligado a evocar un elemento
que la gobierna desde el más allá de la vida: el instinto de muerte).
En el juego del niño que esconde el objeto no se ve otra cosa que la entrada del individuo en un orden
cuya masa lo sostiene y lo acoge bajo la forma del lenguaje, y sobreimprime en la diacronía como en la
sincronía la determinación del significante a la del significado. Así se muestra el rudimento del recorrido
subjetivo: se funda en la actualidad que tiene en su presente el futuro anterior. En el intervalo entre ese
pasado que es ya y lo que proyecta se abre un agujero que constituye cierto caput mortuum del
significante: cosa que basta para suspenderlo de alguna ausencia, para obligarlo a repetir su contorno.
La subjetividad, en su origen, no es incumbencia de lo real, sino de una sintaxis que engendra en ella
la marca significante.
3 pisos
1 Lo REAL
2 Lo IMAGINARIO
3 Lo SIMBOLICO Sólo lo simbólico juega como representante de los dos primeros
La autonomía de lo simbólico es la única que permite liberar de sus equívocos a la teoría y a la práctica
de la asociación libre en psicoanálisis. De hecho, sólo los ejemplos de conservación de las exigencias de
la cadena simbólica [como cuando hablé de la pasión humana que más tabú genera, la envidia, y me
confesé sintiendo envidia, en realidad hablaba de la necesidad de reconocimiento por lo que en realidad
amo: en esa “envidia de cómo los demás se lucían y eran reconocidos; más bien pretendía poder lucirme
yo también sin que eso fuera algo malo”] permiten concebir dónde se sitúa el deseo inconsciente en su
persistencia indestructible. Si el hombre llega a pensar en el orden simbólico, es que primeramente
está apresado en él en su ser. Es por la vía de una abertura específica en su relación imaginaria con su
semejante como pudo entrar en ese orden como sujeto (a partir del estadio del espejo). Pero no puso
efectuar esa entrada sino por el desfiladero radical de la palabra. O sea, el mismo del que hemos
reconocido en el juego del niño un momento genético pero que, en su forma completa, se reproduce
cada vez que el sujeto se dirige al Otro como absoluto, es decir como el Otro que puede anularlo a él
mismo, del mismo modo que él mismo puede hacerlo con él, es decir, haciéndose objeto para engañarlo.
Esta dialéctica de la intersubjetividad. Se muestra en el esquema L:
22
(moi) “yo quiero, yo deseo”
Relación imaginaria con un autre. Ese
“yo” identificado con otro. En esa
relación imaginaria se desea el deseo
del otro. “Yo”: terreno de la ficción,
del mayor desconocimiento. Donde el
sujeto es más actuado y piensa que
más actúa.
Estructura de S: Sujeto (Es): es recubierto por un paréntesis, ya que implica un redoblamiento (una
especie de división que comprende una función de dobladillo: banda de moebius). Es el sujeto
“completado”, el de la sesión psicoanalítica, por ejemplo). Aparece bajo la forma que le da Freud: lo
distingue del inconsciente, a saber: logísticamente desunido y subjetivamente silencioso (silencio de las
pulsiones).
Ejemplo del juego: el sujeto interrogado quiere adivinar en dónde está el objeto o si es par o impar la
cantidad de objetos que tiene escondida en la mano. Si es inteligente y se queda a ver la próxima
partida: hay un grado de objetivación más avanzado y se manifiesta una identificación imaginaria por el
hecho de que es una imigación interna de sus actitudes y de su mímica porque pretende lograr pensar
como el así gana el juego. Desde ese momento no hay otro tiempo válido del razonamiento, en lo
sucesivo se repite en una oscilación indefinida. Ahí está atrapado con él en el callejón sin salida que
comprende toda intersubjetividad puramente dual: la de estar sin recursos contra Otro absoluto.
Esto no quiere decir que la vía de la identificación imaginaria con el adversario sea una vía condenada de
antemano; sino que excluye el proceso propiamente simbólico. Hay, así, una dominancia del significante
sobre el sujeto.
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La relación imaginaria es la que hay que despejar para poder acercarse al inconsciente.
- Palabra vacía: al nivel del yo y en el discurso social. Palabra ficcional (palabra ideológica que, para que
funcione, el sujeto no tiene que ser consciente).
La vida subjetiva es la vida social. El eje de lo imaginario intercepta el eje de lo inconsciente: lo
complementa a la vez que lo deforma. Según Lacan lo oculta. Es la dimensión del yo: el yo es puro
desconocimiento. El lazo imaginario es el lazo del desconocimiento. (El registro imaginario es el registro
en el que el yo es yo y es el de mayor desconocimiento (porque piensa que está estudiando sociología
porque quiere)). La relación con el otro no es sólo simbólica (porque sino todos seríamos hijos,
sociólogos, seríamos todo lo que nos manda la regla, la autoridad, el otro; y no seríamos neuróticos). Es
el vínculo especular. La relación imaginaria es una relación reversible. Quien es un fenómeno es después
un idiota.
El sujeto está descentrado porque el centro es el otro. La relación tradicional objeto, sujeto; a la vez que
la de adentro y lo de afuera, se invierte. La relación del sujeto con el otro es una relación de extimidad
(inventa una palabra): es íntima y externa a la vez. El esquema L es una banda de mobius aplastada4.
Es una relación topológica. Yo es otro.
Es lo que antes llamá bamos ideología Aunque también se va a modificar
Massota: lo que cierra la estructura por dentro es precisamente lo imaginario. El engaño. El lazo
simbólico, el encuadramiento simbólico enlaza con lo imaginario para que el sujeto viva esa dependencia
como libertad. “Yo”: terreno de la ficción, del mayor desconocimiento. Donde el sujeto es más actuado y
piensa que más actúa. El conocimiento está del lado del se.
El orden imaginario es el de la totalización: todo o nada (especie de polo paranoide).
- El orden simbólico es el de la complejidad. Al que hay que intentar acceder para no caer en la
dicotomía todo o nada.
Falta todavía lo real: lo completamente otro. Interviene como lo insimbolizable. Es accesible pero
insimbolizable. Torsión: vuelve la madre, vuelve la muerte (todo eso que estaba en el Lacan más
existencialista), pero vuelve distinto. La muerte es insimbolizable. Hay siempre algo que es imposible
de imaginar y de digerir. El ejemplo preferido de Zizek son los zombies. Es insimbolizable y no se
puede dominar, a la vez que vive también en el sujeto. Vive como falta, como sinsentido. El hiato
que hay entre la realidad objetiva y la subjetividad social. Aparece como dislocación.
4
Es una superficie con una sola cara y un solo borde. Tiene la propiedad matemática de ser un objeto no
orientable. También es una superficie reglada.
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Por eso el momento clave es Saussure y Levi-Strauss: lo simbólico (lo social como sistema de signos). En
esa estructura simbólica está inscripto lo imaginario.
No hay cultura ni sujeto sin lo real. Sin trastocamiento, sin deslocamiento que esté impidiendo que las
cosas funcionen como se dice que tienen que funcionar. Y por eso hay transformación, por eso hay
cambio y devenir. La lectura de lo social es la misma lectura que la de lo subjetivo: hay que mirar los
síntomas, hay que mirar las conductas que no pueden ser explicadas por los actores. Ya en el esquema
Lambda: el problema viene desde el registro imaginario. Porque es el de mayor desconocimiento.
Siempre que lo simbólico prevalezca sobre lo imaginario, se mantiene intacto. “Alberto es esto,
Fernández… Etc. Yo soy Fernández, Fernández debería hacer esto…“ Siempre y cuando se sepa que
Fernández es el presidente.
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ello: es el Ministro y, finalmente, Dupin.
Aquí, entonces, se hace captar en su unidad el complejo intersubjetivo de una acción que se repite.
Falta reconocer en él el automatismo de repetición. Lo que nos interesa la manera en que los sujetos se
revelan en su desplazamiento en el transcurso de la repetición intersubjetiva. Es decir: su
desplazamiento está determinado por el lugar que viene a ocupar el puro significante que es la carta
robada, en su trío. Así, la fórmula principal es: El inconsciente es el discurso del Otro.
[RESUMEN: el desplazamiento de los sujetos está determinado por el lugar que viene a ocupar un puro
significante, o sea, la carta robada. Por eso no hay sujeto: sino intersubjetividad: interpela a todos los
sujetos en cuanto todos son desplazados por el significante. Así, el inconsciente, como motor, es el
discurso del Otro]
La verdad que revela este detective aficionado, prototipo de un nuevo matamoros, todavía preservado
de la insipidez del superman contemporáneo (jaja), es el ordenamiento de ficción. Hay un nuevo drama
que es complementario del primer: es un drama sin palabras. Cada una de las dos escenas del drama
real nos es narrada en el transcurso de un diálogo diferente.
1° Diálogo: de un sordo con uno que oye: representa la complejidad verdadera de lo que hoy se
denomina “comunicación”. Nos llega por un doble (incluso triple) filtro subjetivo: narración por el amigo
y pariente de Dupin (que es el narrador general de la historia), del relato por medio del cual el jefe de
policía da a conocer a Dupin la relación que le hace de él la reina… El hecho de que el mensaje sea
retransmitido así asegura algo que no es absolutamente obvio: que el mensaje pertenece a la
dimensión del lenguaje (está discutiendo con Benveniste porque le discute que no tiene en cuenta la
comunicación no verbal). Pero lo que quiere recalcar es el alcance de lo que repite el discurso que
prepara la cuestión de lo que repite el síntoma.
El meollo de la cuestión está en lo que Dupin deja entrever en su despilfarro de erudición: en la
descripción de la imbecilidad de la policía que buscó por todas partes y no encontró la carta en ningún
sitio. Da cuenta de un agotamiento del espacio, sin duda, teórico. Entre todos los objetos, la carta fue
dotada de la propiedad de nubiliedad. He aquí la materialidad del significante: es singular en muchos
puntos:
1. No soporta la partición. Si rompemos la carta en pedacitos: sigue siento la carta que es. El significante
es unidad por ser único: es por naturaleza el símbolo de una ausencia. La carta estará y no estará allí
donde está, vaya a donde vaya. (Como el peronismo: se puede dividir en mil partidos, sigue siendo el
peronismo).
La imbecilidad de la policía no es de oriden individual ni corporativo, es de origen subjetivo. Es la
imbecilidad realista que no se para a cavilar que nada en el mundo nunca estará escondido en él ya que
otra mano puede alcanzarlo allí, y que lo que está escondido no es nunca otra cosa que lo que falta en
su lugar (como se expresa en el diccionario). Sólo puede decirse a la letra que falta en su lugar de algo
que puede cambiar de lugar, es decir, de lo simbólico. LO SIMBÓLICO PUEDE CAMBIAR DE LUGAR.
Mientras que de lo real, cualquiera que sea el trastorno que se le puede aportar, está siempre y en todo
caso en su lugar, lo lleva pegado a la suela.
2. El significante no es funcional. Por eso, no tendría ningún tipo de sentido seguir el desplazamiento de
la carta si se contentase en tener un sentido (objetivo).
3. Entonces no es solamente el sentido, sino el texto del mensaje lo que sería peligroso poner en
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circulación. Scripta manent: ojalá los escritos permaneciesen, lo cual es más bien el caso de las palabras:
pues de ellas la deuda imborrable, fecunda nuestros actos por sus transferencias.
La singularidad de la carta es el verdadero tema o sujeto del cuento: tiene un trayecto que le es
propio. Allí se afirma su incidencia de significante: se mantiene en el desplazamiento (comparable al de
nuestras bandas de anuncios luminosos o de las memorias rotativas de nuestras máquinas-de-pensar-
como-los-hombres), debido a su funcionamiento alternante que le exige abandonar su lugar a riesgo de
regresar circularmente.
Aquí se explica el automatismo de repetición: no es sólo el sujeto sino los sujetos, tomados en su
intersubjetividad, los que toman la fila. Dicho de otro modo: nuestras avestruces, a las cuales hemos
vuelto ahora, y que, más dóciles que borregos, modelan su ser mismo sobre el momento que los recorre
en la cadena significante. El desplazamiento del significante determina a los sujetos en sus actos, en su
destino, en sus rechazos, en sus cegueras, en sus éxitos… Todo lo dado de lo psicológico.
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Hay también, en Lacan, una teoría de lo social. Es una cosmovisión, una doctrina, un lenguaje. No habla
sólo del sujeto, bajo la insignia “yo es otro”. Más bien la forma en la que se plantea el sujeto, es
concomitante a la construcción de la realidad social (o de la realidad en general).
Los pares habituales se desacomodan. Para los lacan y los lacananianos: la construcción social es una
construcción subjetiva. Pero decir esto no quiere decir que es un solipsismo (del estilo: vengo yo y
cuando me voy ya no hay nada.). Más bien, la realidad social es una realidad psíquica, pero tiene
existencia objetiva justamente porque es colectiva, es social . Puede hacer teorías psíquicas y subjetivas
de lo social sin decir que escapa a la objetividad. Es más, puede conocer objetivamente la realidad.
Por este recorrido en el que hay una teoría del sujeto que es social, termina por desarrollarse una teoría
social. Cuando Lacan dice significante, está diciendo: cultura. El sujeto es un sujeto del lenguaje, del
significante: es una existencia material, porque sin dicho significante ese sujeto no es, no ve, no
entiende. Está diciendo 2 tipos de cosas y no se pueden separar:
El lenguaje es un sistema social, entre otros y todos los sistemas sociales están estructurados como
lenguas
Todos los sistemas sociales son lenguas porque tienen como objetivo producir significados (producir
sentido).
Quiere decir que los elementos encuentran identidad sólo en relación con los otros elementos del
lenguaje. Hay una distancia entre el mundo del lenguaje y el mundo de los objetos.
La distancia entre el referente (la llamada realidad) y los sentidos que son los significantes: que es
insalvable. El sujeto está constituido por la cultura y no tiene otra forma de pensar, sentir, percibir; si no
es mediante su propia cultura. El sujeto es un sujeto del lenguaje, de la cultura.
(Freud: el sujeto es un sujeto del inconsciente. Es un sujeto dividido al interior de su inconsciente. Sigue
habiendo bastante de individuo. Lo que hay de social es el superyó. Lo demás es interior)
El estructuralismo de Levi-Strauss y Lacan va a producir un descentramiento todavía mayor: “el
inconsciente es el discurso del otro”. Es el discurso de la cultura. No hay nada de pulsional, de afectivo.
El ello no existe: no hay pulsiones energéticas. Hay palabras. Es un moterialismo. Palabras que están
investidas de afectos, pero son palabras.
A mí lo que me falta es diferencia. Siempre por el orden de la semejanza. (Falta de estructura
identitaria). Básicamente es el otro el que otorga estructura identitaria. Yo es otro, es justamente eso: yo
soy en tanto que el otro es un otro. De hecho a Matteo le falta la dimensión simbólica. No hay
diferenciación entre su yo y el otro: entonces él es todos y todos son él. Cuando aumenta la
dimensión simbólica y disminuye la imaginaria y viceversa. En la esquizofrenia creo que el problema es
que no hay dimensión simbólica. Entonces solo hay semejanza: te identificas con todos. Todos son vos y
vos sos todos. Entonces no sabes quién sos. No hay un “yo” porque no hay un “otro” delimitable. Es todo
una especie de masa homogénea que, en mi opinión, es esquizo y se vuelve lo “real”, en tanto que es
insimbolizable porque no existe la dimensión simbólica. O, en términos de Castoriadis, es quizás el
magma de significaciones imaginarias interiorizado en tanto mónada psíquica. Ahora bien: ¿no es que la
esquizofrenia representa justamente lo real? Por eso el psicoanálisis no lo comprende. Por un lado el
estructuralismo no puede explicar el cambio. A la vez que jamás pudo comprender la esquizofrenia, por
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eso: ¿a partir de qué casos clínicos terminan por inventar una dimensión de lo incomprensible? Los
esquizofrénicos, incomprensibles, insimbolizables, permiten el desarrollo de dicha dimensión
(conceptualmente). ¿En lo real hay deseo? ¿El esquizo desea? Es el ámbito de lo desconocido.
La tesis de Lacan es el de la psicosis paranoide: la no distinción entre el lugar simbólico de una actriz
simbólica y el lugar de la mujer que se identificaba con dicha actriz. El problema fue la no diferenciación
ya que ella era la otra. Entonces va y la busca para matarla. ¿Pero si la mata no se mata a ella misma?
Bueno, el sistema penal que la juzga y la mete en cárcel, de alguna forma, interviene como dimensión
simbólica y la pone en su lugar. De alguna forma la cura.
El problema de fondo es el de la dialéctica del amo y del esclavo.
De hecho para Lacan, el problema de la psicosis es un problema de puntuación.
Pandemia: crisis porque la sociedad no sabe qué es. Pone en crisis la autoridad legal, la autoridad
judicial, la autoridad… Lo cual al psicoanálisis le parece terrible, no porque sea conservador, sino porque
entiende que las consecuencias nunca son las esperadas. El orden simbólico es el de la ley, y cuando
entra en crisis todo queda en el ámbito de lo imaginario: se imaginarizan las autoridades políticas. Es el
momento de las grandes pasiones y el momento de los grandes conflictos.
¿Se podría esbozar, en este esquema, una especie de dialéctica entre lo imaginario y lo simbólico que es
posible gracias a la dimensión de lo real? O quizás no es dialéctica, sino una especie de lucha de fuerzas.
En el psicoanálisis: el otro siempre es otro encarnado: siempre es un alguien, un algo datado,
encarnado. (Es el objeto en el que se deposita…) Pero no es el otro como singular y particular, sino en
tanto que otro como posición.
CRÍTICA DEL SIGNO SAUSSUREANO
Inicia una crítica del signo (que es el otro, es el sistema). El signo es algo que representa algo para
alguien. No le gusta la idea de la representación. Como que está la realidad ahí y el signo la representa. Y
tampoco le gusta la idea de que eso se representa para alguien. Terminará elaborando una teoría de
la objetividad social, que tiene que ver con dos cosas:
1°. Es un problema la representación del árbol en sus dos dimensiones: la conceptual (significado) y el
significante (la palabra sonora, la imagen, que está representando o asociado a un significado en un
signo). Pero Lacan dice: ¿qué es el significado? Es un “pensamiento”, entonces es una palabra. Si en el
significante hay palabras, en el significado también. Sobre todo porque Saussure había dicho que el
significante se comprende por su relación con otros signos. Así Lacan elabora otro algoritmo: el
significado también es un significante. Lo más importante es la barra que separa significante de
significado. Como la lengua es un sistema y un significante remite a otro significante y otros… Entonces el
significado (la realidad, lo real) está perdido. Vivimos en el lenguaje y la dimensión del lenguaje es
insuperable. Somos sujetos sujetados del lenguaje y de la cultura en ese sentido. Por eso la materialidad
del lenguaje, por eso la moterialidad. El sentido lo da el lenguaje. Ya no hay signo: porque no hay
significado. Lo que hay es significante. Por eso se va a ir por el lado de la diferencia (y no de la
arbitrariedad). Es una cadena de significantes. Hay un haz de remisiones infinito. Hay un
desplazamiento metonímico. Es como vivir adentro de un diccionario. (“Qué es que un hombre tenga un
sueño” – Castoriadis)
29
2°. Pero entonces: ¿Cómo el lenguaje produce sentido? Puntuando – Pitonaje. Un punto que hace
que el sentido aparezca en un significante y retroactivamente. Se empieza con una palabra, luego otra y
luego otra y se pone punto. Entonces el sentido se da hacia atrás. Se da sentido retroactivamente a
partir de puntos de capitón. El punto de capitón es el botón de los sillones. Produce un sujeto de ese
discurso: sujeto de la palabra. Hay un pacto. Es un futuro anterior. Y fuera de eso está lo real. (La lectura
paradigmática se inscribe en esta lógica: futuro anterior. Ir con todo hacia atrás). Hay un cierre que
implica la noción del discurso, ya no el de la lengua que se presuponía como código. Se imponía como
sentido al hablante.
Lo real es lo que está perdido.
- “Yo es otro”: énfasis en la diferencia.
- “No hay otro del otro”: énfasis en la arbitrariedad. No hay un referente, un fundamento, en el cual el
otro, la cultura se apoye para establecer su realidad. No hay un fundamento. La realidad social es
netamente discursiva: sin apoyos. Lo real está perdido, queda como un agujero. Falta otro del otro. Por
eso siempre la construcción de sentido tiene que permanentemente reactualizarse.
De hecho nosotros somos gracias a esa estructura: el lenguaje. Lo real es posible gracias a la dimensión
simbólica.
El punto de capitón después se va a convertir en punto nodal: lugar discursivo que permite el sentido
pero no tiene ningún sentido. Pero permite el sentido. Es el significante vacío.
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LA INSTANCIA DE LA LETRA EN EL INCONSCIENTE, O LA RAZÓN DESDE FREUD
El tema de este seminario está situado entre lo escrito y el habla: está a medio camino.
El sentido de la letra: más allá de esa palabra, es toda la estructura del lenguaje lo que la experiencia
psicoanalítica descubre en el inconsciente. La LETRA: es el soporte material que el discurso concreto
toma del lenguaje. Así, el lenguaje no se confunde con las diversas funciones somáticas y psíquicas que le
estorban en el sujeto hablante. El lenguaje con su estructura preexiste a la entrada del sujeto en él
en un momento de su desarrollo mental. Y el sujeto, siervo del lenguaje, lo es más aun de un discurso
en el movimiento universal por el cual su lugar está ya inscrito en el momento de su nacimiento, al
menos bajo la forma de su nombre propio.
Por eso la lingüística: es la posición piloto. Consiste en el momento constituyente de un algoritmo que la
funda: S/s. Significante sobre significado. El “sobre” es la barra. La temática de esta ciencia está
suspendida desde el momento en que la posición primordial del significante y del significado como
órdenes distintos y separados inicialmente por una barrera resistente a la significación: no hay ninguna
significación que se sostenga si no es por la referencia a otra significación. (Énfasis en la diferencia y no
en la arbitrariedad). No hay una lengua, entonces, para la que se pueda plantear su insuficiencia para
cubrir el campo del significado, a que es un efecto de su existencia el hecho de que la lengua responda a
todas las necesidades.
En realidad el significante entra en el significado: bajo una forma no inmaterial plantea la cuestión de
su lugar en la realidad. En el ejemplo de los baños: caballeros y damas, como significante “sobre”
significado (en el que el significado es igual en ambos) se observa mejor el alcance del significante
interesado en la experiencia.
El algoritmo (S/s) es pura función del significante: revela una estructura del significante en esa
transferencia (el significante entra en el significado). La estructura del significante es que sea articulado.
Es decir: que sus unidades están sometidas a la doble condición de reducirse a elementos diferenciales
últimos y de componerlos según las leyes de un orden cerrado. Estos elementos, descubrimiento
decisivo de la lingüística, son los fonemas que no tienen nada que ver con la fonética sino más bien son
consistentes con el sistema sincrónico de los acoplamientos diferenciales, necesarios para el
discernimiento de los vocablos en la lengua dada. El elemento formal predestinado a moldearse en los
caracteres móviles que presentifican la letra: es la estructura esencialmente localizada del significante.
Aquí se afirma la necesidad del sustrato topológico: anillos cuyo collar se sella en el anillo de otro
collar hecho de anillos. Porque el significante por su naturaleza anticipa siempre el sentido desplegando
ante él mismo su dimensión. “Yo nunca…, En todo caso…, Aunque tal vez…”
31
Es en la cadena del significante donde el sentido insiste, pero que ninguno de los elementos de la
cadena consiste en la significación expectada (de la que es capaz en ese momento). Así, esta estructura
de la cadena significante descubre la posibilidad que tengo -por el hecho de que me es común con otros
sujetos- de utilizarla para significar muy otra cosa que lo que ella dice. Función más digna de subrayarse
en la palabra que la de disfrazar el pensamiento (casi siempre indefinible) del sujeto: indica el lugar de
ese sujeto en la búsqueda de lo verdadero.
Esto se observa muy bien en la poesía metonimia: conexión palabra a palabra. La conexión del barco
y de la vela no está en otro sitio que en el significante, y que es en esa conexión palabra a palabra donde
se apoya la metonimia. Y es la metáfora:
La poesía moderna y la escuela surrealista nos han hecho dar aquí un gran paso, demostrando que toda
conjunción de dos significantes sería equivalente para constituir una metáfora. Pero esta doctrina es
falsa. La chispa creadora de la metáfora no brota por poner en presencia dos imágenes, es decir, dos
significantes igualmente actualizados. Brota entre dos significantes de los cuales uno se ha sustituido al
otro tomando su lugar en la cadena significante, mientras el significante oculto sigue presente por su
conexión (metonímica) con el resto de la cadena. Una palabra por otra: esa es la fórmula de la
metáfora: si son poetas, se producirá como por juego un surtidor continuo, un tejido deslumbrante de
metáforas. La metáfora se coloca en el punto preciso donde el sentido se produce en el sinsentido.
¿Qué encuentra el hombre en la metonimia? Esa forma que da su campo a la verdad en su opresión: ¿no
manifiesta su servidumbre inherente? El espíritu vive en la letra: las pretensiones del espíritu
permanecerían irreductibles si la letra no hubiese dado pruebas de que produce todos sus efectos de
verdad en el hombre, sin que el espíritu intervenga en ello lo más mínimo. Esta fue la revelación de
Freud y le llamó el inconsciente.
La LETRA en el INCONSCIENTE
La interpretación de los sueños (1899) abre su camino real hacia el inconsciente. El sueño tiene la
estructura de una frase, es un rébus5: del latín (“significar una cosa por otra”). Y hay que entenderlo al
pie de la letra, es decir: la instancia en el sueño de esa estructura literante donde se articula y se analiza
el significante en el discurso.
5
Son acertijos gráficos en los que, a partir del significante o el significado de los elementos icónicos o simbólicos,
debe recontruirse una frase (“jeroglíficos”)
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Freud ejemplifica de todas las maneras posibles que ese valor de significante de la imagen no tiene nada
que ver con su significación:
- La Entstellung, traducida transposición, en la que Freud muestra la precondición general de la función
del sueño, es lo que designamos con Saussure como el deslizamiento del significado bajo el significante,
siempre en acción (inconsciente) en el discurso. Pero las dos vertientes de la incidencia del significante
sobre el significado vuelven a encontrarse allí:
- La Verdichtung: condensación, es la estructura de sobreimposición de los significantes donde toma su
campo la metáfora, y cuyo nombre indica la connaturalidad del mecanismo a la poesía, hasta el punto de
que envuelve la función propiamente tradicional de ésta.
- La Verschiebung: desplazamiento es el viraje de la significación que la metonimia demuestra y que,
desde su aparición en Freud, se presenta como el medio del inconsciente más apropiado para burlar a la
censura.
INCONSCIENTE en Freud. En el Freud: La interpretación de los Lacan + Saussure
análisis del sueño otorga las sueños
leyes del inconsciente en su Transposición: función del En Saussure es el deslizamiento
extensión general. sueño. del significado bajo el
(Dos vertientes de la incidencia significante: siempre en acción
CADENA DE SIGNIFICANTES en del significante sobre el (inconsciente) en el discurso.
Lacan, es decir: la letra significado)
(metonimia y metáfora). Condensación Estructura de sobreimposición de
los significantes donde toma su
campo la metáfora y cuyo
nombre indica la connaturalidad
del mecanismo a la poesía.
Desplazamiento Viraje de la significación que la
metonimie demuestra y que se
representa como el medio del
inconsciente más apropiado para
burlar a la censura.
El hecho de que el sueño disponga de la palabra no cambia nada a este respecto, dado que para el
inconsciente no es sino un elemento de puesta en escena como los otros.
El Pienso, luego soy (cogito ergo sum), explica en realidad que aquello que piensa (cogitans) nunca
hago otra cosa sino constituirme en objeto (cogitatum). Es decir: soy objeto y mecanismo. En cuanto
pienso me constituyo como objeto. Depuración extrema del sujeto trascendental.
El juego significante de la metonimia y metáfora, incluyendo y comprendiendo que clava mi deseo sobre
un rechazo del significante o sobre una carencia del ser, y anuda mi suerte a la cuestión de mi destino,
ese juego se juega hasta que termine la partida, en su inexorable finura, allí donde no soy porque no
puedo situarme. O sea, lo que hay que decir es: no soy, allí donde soy el jueguete de mi pensamiento;
pienso en lo que soy, allí donde no pienso pensar.
Los contenidos del inconsciente no nos entregan en su decepcionante ambigüedad ninguna realidad
más consistente en el sujeto que lo inmediato. Los enigmas que propone el deseo: su frenesí que imita
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el abismo del infinito, la colusión íntima en que envuelve el placer de saber y el de dominar con el goce,
no consisten en ningún otro desarreglo del instinto sino en su entrada en los rieles -eternamente
tendidos hacia el deseo de otra cosa, de la metonimia. De donde su fijación “perversa” en el mismo
punto de suspensión de la cadena significante donde el recuerdo encubridor se inmoviliza, donde la
imagen fascinante del fetiche se hace estatua.
No hay ningún otro medio de concebir la indestructibilidad del deseo inconsciente: es en una
memoria (moderna máquina de pensar) donde reside esa cadena que insiste en reproducirse en la
transferencia, y que es la de un deseo muerto. Por eso sólo el psicoanálisis permite diferenciar, en la
memoria, la función de la rememoración. Arraigado en el significante resuelve, por el ascendiente de la
historia en el hombre, las aporías platónicas de la reminiscencia. Aquí se revela al espectador que la
máquina dirige al director mismo.
Incluso en el nivel individual, la solución de lo imposible es aportada al hombre por el agotamiento de
todas las formas posibles de imposibilidades encontradas al poner en una ecuación significante la
solución. Hace captar que en la coextensividad del desarrollo del síntoma y de su resolución curativa se
muestra la naturaleza de la neurosis: fóbica, histérica u obsesiva, la neurosis es una pregunta que el ser
plantea para el sujeto “desde allí donde estaba antes de que el sujeto viniese al mundo”. Es un ser que
aparece durante el relámpago de un instante en el vacío del verbo ser, y que plantea su pregunta para el
sujeto. ¿qué quiere decir eso? No la plantea ante el sujeto, puesto que el sujeto no puede venir al lugar
donde la plantea, sino que la plantea en el lugar del sujeto, es decir que en ese lugar plantea la pregunta
con el sujeto, como se plantea un problema con una pluma y como el hombre antiguo pensaba con su
alma.
Por eso Freud hizo entrar al yo en su doctrina, definiéndolo por resistencias que le son propias: que son
de naturaleza imaginaria en el sentido de los sueños coaptativos. Ese yo, distinguido por las inercias
imaginarias que concentra contra el mensaje del inconsciente, opera cubriendo el desplazamiento que
es el sujeto en una resistencia esencial al discurso como tal. La perífrasis, el hipérbaton, la elipsis, la
suspensión, la anticipación, la retractación, la negación, la digresión, la ironía, son las figuras de estilo;
como la catacresis, la lítote, la antonomasia, la hipotiposis son los tropos, cuyos términos se imponen a la
pluma como los más propios para etiquetar estos mecanismos.
El inconsciente no es lo primordial, ni lo instintual, y lo único elemental que conoce son los
elementos del significante.
La LETRA, el SER, y el OTRO
¿Lo que piensa así en mi lugar es pues otro yo? experiencia psicológica del maniqueísmo. “Donde
estuvo (fue) ello, tengo que advenir. Esa finalidad es de reintegración y de concordancia, diré incluso de
reconciliación.
¿Cuál es pues ese otro con el cual estoy más ligado que conmigo mismo, puesto que en el seno más
asentido de mi identidad conmigo mismo es él quien me agita? Su presencia no puede ser comprendida
sino en un grado segundo de la alteridad, que lo sitúa ya a él mismo en posición de mediación con
relación a mi propio desdoblamiento con respecto a mí mismo así como con respecto a un semejante. El
inconsciente es el discurso del Otro [Autre] con A mayúscula es para indicar el más allá donde se anuda
34
el reconocimiento del deseo con el deseo de reconocimiento. Ese otro es el Otro que invoca incluso mi
mentira como fiador de la verdad en la cual él subsiste. En lo cual se observa que es con la aparición del
lenguaje como emerge la dimensión de la verdad. Intersubjetividad. Para que la pregunta misma
salga a la luz del día es preciso que el lenguaje sea. En las proposiciones por las cuales abro una
negociación de paz con mi rival (¿dialéctica del amo y del esclavo?), no es ni en la palabra ni en el
interlocutor donde ésta se sitúa. Sino en el luchar de la convención significante.
“Conócete a ti mismo no es tanto eso como las vías que llevan a ello y que él nos da revisar. Ese “eso”
que nos propone alcanzar no es algo que pueda ser objeto de un conocimiento, sino aquello que hace de
mi ser y de lo cual, nos enseña él, doy testimonio tanto y aun más en mis caprichos, en mis aberraciones,
en mis fobias y en mis fetiches que en mi personaje vagamente civilizado.
Al tocar, por poco que sea, la relación del hombre con el significante , se cambia el curso de su historia
modificando las amarras de su ser. Freud por su descubrimiento hizo entrar dentro del círculo de la
ciencia esa frontera entre el objeto y el ser que parecía señalar su límite.
Si hablo de la letra y del ser, si distingo al otro y al Otro, es porque Freud me los indica como los términos
a los que se refieren esos efectos de resistencia y de transferencia con los que he tenido que medirme. El
síntoma es una metáfora, queramos o no decírnoslo, como el deseo es una metonimia, incluso si el
hombre se pitorrea de él.
35
Tonkonoff – SUJECIÓN, SUJETO, AUTONOMÍA. NOTAS SOBRE UNA ENCRUCIJADA ACTUAL
36
posibilidad de promover cualquier tipo de transformación estructural o subjetiva. El sujeto es una
función del lenguaje, pero no es idéntico al lenguaje. Lacan lo caracteriza como algo que sucede con un
pie adentro y otro afuera del campo simbólico : el sujeto está en el lenguaje pero también está afuera de
él en cierto modo. El sujeto que el significante representa no es unívoco, algo en él (o en ella) se sustrae
a esta representación. Esto quiere decir que para evitar las aporías a las que conduce la tesis
estructuralista, esa misma tesis debe ser completada con la apreciación de un particular tipo de
obstáculo a la significación. Se trata de aquello que resiste a la simbolización y que Lacan llamó real.
Lo real/lo excluido
La cuestión de la en relación a la noción de real como resto insimbolizable. Es decir, indecible e invisible
pero productivo de efectos sobre la realidad.
En Lacan parecen convivir al menos dos nociones de real.
1. La de corte realista. Lo real seria aquello que pre-existe al lenguaje: un material que está “allí afuera”
y que el lenguaje procura simbolizar. Por ejemplo, el cuerpo biológico entendido como una multiplicidad
de fuerzas caóticas que serían progresivamente organizadas y adaptadas al orden simbólico en el
proceso de socialización, y de las que siempre quedarían, sin embargo, restos inasimilables. Restos, por
tanto, “a-históricos”, los mismos en cualquier mundo posible.
2. Lo real caracterizado por las lagunas e imposibilidades que tienen lugar al “interior” del orden
simbólico mismo. En vez de ser un campo de referentes al que el lenguaje se dirige, lo real es, en esta
versión, un escollo en el campo mismo de la significación. El cuerpo es concebido como aquello que es
“originariamente el lugar del Otro”. Es decir, como el lugar donde se inscribe originariamente el
significante. De manera que desde el principio el cuerpo humano estaría en relación con el lenguaje de
un modo constitutivo.
Lo real permite no sólo referirse al goce del cuerpo, a los afectos violentos irreconciliables con la
vida del individuo, sino, además, a los procesos, objetos y conductas excluidos de la visibilidad y la
decibilidad del orden imperante. Esto es, permite dar cuenta de todo aquello que se torna in-
simbolizable por estar vinculado a los puntos de exclusión y excepción instituidos por la organización
social.
Así, el sujeto puede comenzar a ser retratado (lacanianamente) como algo que tiene lugar entre un
orden simbólico y lo que sacude o distorsiona ese orden. En este sentido va la definición según la cual el
sujeto esta situado en la juntura (o mejor en la disyunción) del cuerpo y el goce – donde el cuerpo es el
lugar del significante y el goce es el nombre de la experiencia de lo real.
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Aun cuando Lacan haya oscilado entre la aporía de la inmanencia y la aporía estructuralista, es
precisamente poniendo en relación el polo de lo real con el polo del lenguaje como tal vez se logre
sortear el desfiladero abierto por ambas. El polo de lo real es una dimensión fundamental del sujeto,
pero sólo en tanto tiene consecuencias sobre el lenguaje. Arribaríamos así a una noción de sujeto que no
designa lo que sucede en el lenguaje mismo, ni lo que sucede en los márgenes del cuerpo social e
individual como real, sino los efectos de lo real en el lenguaje y viceversa. Esto se resume diciendo que el
sujeto lacaniano se encuentra en algún lugar entre el orden significante y lo que es revulsivamente
exterior a él.
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