Desinterés e Inacción

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Desinterés e inacción: La formula que compone la corrupción.

Michael Foucault tras publicar sus tomos de la historia de la sexualidad, recibió criticas agresivas
sobre su componente de inactividad, y la lapidaria, aunque tacita definición de poder, que se
construye y se reconstruye a si mismo, a pesar de los esfuerzos que se haga para modificarlo.
Tomando esto como punto de partida, Castro-Gómez (2010) en la historia de la
gubernamentalidad realizaba un certero análisis de los dispositivos y las formas de poder que,
muchas veces son imperceptibles a nuestros ojos ya habituados a la dominación y la constricción
ideológica por parte de los medios de comunicación y las políticas de biopoder que rigen desde las
sombras nuestro actuar y nuestro devenir.

Como seres racionales en constante cambio, no somos tabulas razas en las cuales se pueda marcar
un destino a sangre y fuego, como otrora algunos pensadores recalcaban, en sus obras cercanas a
los mayores abismos ideológicos del calvinismo, que a la realidad práctica. El poder si puede ser
contrarrestado y transformado, pero, vale aclarar, no puede ser destruido. De ahí parte la
importancia de nuestra participación en las agendas públicas y en los espacios de construcción
democrática. Para ser escuchados no necesitamos más que las ganas y el ímpetu para participar de
las varias instancias que creo nuestra constitución y que amparan las leyes. Pero, chocamos con el
gran problema del desinterés, y de tomar una actitud delegativa frente a los problemas que
aquejan a nuestra sociedad, “ya alguien mas lo va a solucionar” y, en algunos casos, tomamos la
vía de buscar figuras mesiánicas que arreglen lo que deberíamos arreglar nosotros.

Para ser escuchados primero, debemos definir que queremos decir, debemos tener en cuenta que
somos actores principales en nuestro territorio, y que el logro trasciende a nuestra persona, para
ser algo constitutivo del territorio. (Alejándome un poco de Olson, y de su lógica de la acción
colectiva, muchas veces falta el interés, que falla conjunto a la mediocre estrategia publicitaria a
nivel nacional de los programas sociales). Y el territorio debe estar protegido por una organización
de personas que, siendo conocedoras de la realidad social, están llamadas a buscar soluciones que
impacten positivamente a la comunidad. En resumen, somos parte de un territorio, de un entorno,
un exosistema, que debe estar amparado por muchos de nosotros, organizados, y propositivos,
para trabajar de la mano, cual ideal contrato social, para solucionar las problemáticas de NUESTRO
exosistema, donde dejamos de ser individuos, para organizaciones, para ser sociedades.

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