9 Principios Prácticos Sobre La Ofrenda

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9 PRINCIPIOS PRÁCTICOS SOBRE LA OFRENDA

Introducción
A. El tema del dinero es muy delicado. Fácilmente podemos caer en dos extremos. Por un
lado, la idolatría. La Palabra de Dios nos advierte seriamente sobre el amor al dinero,
que es raíz de todos los males (1 Ti. 6:10)
B. Sin embargo, vemos en ciertos contextos aún en ciertas iglesias que tan solo se habla
del dinero. Qué triste es comprobar que hay líderes religiosos más preocupados por lo
que sus feligreses tienen en la cartera que por lo que tienen en el corazón.
C. Debemos de tener cuidado con la avaricia, pues el amor al dinero es idolatría
(Colosenses 3:5). Pero el otro extremo es igualmente triste: la negligencia.
D. No podemos cerrar los ojos ante este tema, porque el dinero es un tema importante, y
el Señor Jesús habla varias veces sobre nuestro uso de los bienes materiales.
E. Hemos de confiar en Dios, nuestro proveedor, y hemos de ser buenos mayordomos de
todo lo que Él pone en nuestras manos.

I. TODO ES DEL SEÑOR


A. En ningún momento pienses que “le estás haciendo un favor a Dios” con tus ofrendas.
Todo es suyo. Tu casa, tu coche, tu familia, tu dinero y tu vida. ( Salmos 24:1; Job 41:11)
B. Pero Él es tan generoso, que todo lo que es suyo deja que lo llames “mío”. Cuando
ofrendamos, no hacemos más que darle al Señor una pequeña parte de lo mucho que Él
nos da.
II. LA OFRENDA ES ALGO ESPIRITUAL, NO MATERIAL
A. No se trata de ofrendar simplemente para cubrir los gastos de la iglesia. Nuestro uso
del dinero expresa las prioridades de nuestro corazón. (1 Corintios 16.1,2).
B. Usamos el dinero en aquello que nos interesa, aquello que amamos, o creemos que es
importante. ¿En qué inviertes tu dinero? ¿Libros, pasatiempos, deporte, dulces, ropa?
C. ¿Qué prioridad tienen las cosas del Señor en su vida? ¿Qué importancia le da a la iglesia
local y a la extensión del Reino? El presupuesto semanal es un reflejo de lo que está en
nuestro corazón.

III. OFRENDA PARA EL SEÑOR, NO PARA LOS HOMBRES


A. La ofrenda es una forma más de expresar nuestra devoción hacia el Señor. La oración, la
lectura de la Palabra, o la ofrenda, son aspectos de nuestra adoración al Señor.
(2 Corintios 8.5)
B. Eso quiere decir, lamentablemente, que corremos el peligro de descuidar la ofrenda así
como corremos el peligro de descuidar nuestra vida de devoción privada.
C. Pero recordemos que el hecho de que solo Dios vea qué ofrendamos, no hace las
ofrendas algo menos importante, sino todo lo contrario (Marcos 14:41).
IV. NO OFRENDES PARA QUE DIOS TE DÉ; OFRENDA PORQUE DIOS TE HA
DADO
A. El mal llamado “evangelio de la prosperidad” presenta el ofrendar como una forma de
“negociar con Dios”.
B. Algunos dicen “ofrenda, para que Dios te bendiga”, otros dicen “ofrenda, o Dios te
castigará”, y usan algunos pasajes fuera de contexto para justificarse.
C. No creemos que debamos ofrendar “para que Dios nos bendiga” sino al revés.
Ofrendamos, porque Dios nos ha bendecido. ¿Le ha dado algo el Señor? ¿Tienes
sustento y abrigo? ¿Dios provee le dada cada día?
D. Nuestra ofrenda no es para “negociar” con Dios, sino una muestra de nuestra gratitud y
devoción por su bondad y generosidad con nosotros.

V. OFRENDAR ES UN PRIVILEGIO
A. Hay causas muy nobles en las cuales vale la pena invertir dinero, pero no hay causa más
excelente que la obra de la extensión del evangelio. No es de extrañar que haya
creyentes que hayan ofrendado mucho para el avance del Reino. Vale la pena.
B. Quien ha encontrado el tesoro escondido, ya no tiene el mismo apego a las cosas
terrenales. Si Dios entregó lo más precioso, su Hijo, y el Hijo entregó lo más precioso,
su vida.
C. El cristiano es por naturaleza alguien que da generosamente porque ha sido objeto de
la generosidad de Dios y desea que muchos más escuchen del camino de salvación.

VI. OFRENDAR ES UNA RESPONSABILIDAD


A. En algunos casos Dios ha usado a los incrédulos para proveer para su causa, como
cuando los egipcios entregaron el oro a los hebreos.
B. Pero en general, ese no es el caso. Los creyentes son los que con sus ofrendas envían
misioneros, sostienen a sus a evangelistas, construyen sus locales de reunión, etc.
C. El apoyo de cada iglesia local es una responsabilidad de los miembros que la
componen. El creyente puede dar de muchas maneras, y a muchos lugares, pero nunca
debiera de evadir esta responsabilidad principal con la iglesia local. La ofrenda de cada
domingo.

VII. LA OFRENDA ES UNA INVERSIÓN ESPIRITUAL


A. En 2 Corintios 9.:6 Dice “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que
siembra generosamente, generosamente también segará”.
B. Todos queremos ver pecadores venir a Cristo, y bautismos, y nuevas iglesias, y el
evangelio llegando a todas las naciones, pero para segar es necesario sembrar.
C. Dios usa el esfuerzo, el tiempo, y la ofrenda de los creyentes para traer fruto espiritual
en su tiempo.
D. No veamos la ofrenda como dinero perdido, sino como dinero invertido en una causa
con implicaciones eternas.
VIII. OFRENDA CON GOZO
A. Nos recuerda también 2 Corintios 9:7 que hemos de ofrendar “no con tristeza, ni por
necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. Recuerda, que la ofrenda es parte de su
adoración al Señor.
B. ¿Acaso cantas enfadado, y oras con fastidio? ¡Claro que no! Pues tampoco ofrendemos
con tristeza. Que aquello que decidas ofrendar sea con alegría y gratitud en su corazón.
C. La mejor ofrenda que los magos trajeron a Belén no fue el oro, ni el incienso, ni la mirra,
sino la actitud de verdadera adoración (Mateo 5:23-24).

IX. OFRENDA MEDIDAMENTE


A. De nuevo 2 Corintios 9 expresa claramente “Cada uno dé como propuso en su corazón”.
La ofrenda no se debe improvisar el domingo, rascando en el bolsillo a ver qué
encuentro.
B. Cuando el dinero llegue a sus manos, ya sea el salario, o un regalo, o una herencia de tu
bisabuelo, decide en oración delante del Señor qué hacer con ello.
C. ¿Va a ofrendar? ¿Cuánto? ¿Tienes la actitud correcta en tu corazón? Y según hayas
meditado, prepara su ofrenda para llevarla el domingo.
D. En el caso de aquellas familias donde haya varios salarios y una sola administración, la
familia debe decidir junta qué van a ofrendar.
E. En el caso de ser el único creyente en casa, decide qué va a ofrendar con el
consentimiento de tus padres, o de tu esposo, o de tu esposa. Seamos sabios, y
recordemos que todo es de Dios.
Conclusión
Gálatas 6:7 Solo el creyente por si mismo sabe lo que da al Señor. Dios esta en el cielo y el
no puede ser engañado por nadie. Pensemos en esto.

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