Modulo 2 Penal
Modulo 2 Penal
Modulo 2 Penal
autor tenía el deber de evitarlo y si ello era posible omisión. Sobre todo cuando se admite que “todas las
acciones pueden ser reformuladas como omisiones
Las estructuras lógico-objetivas
Para WELZEL, el mundo empírico está ordenado previamente al conocimiento humano, en
estructuras lógico-objetivas.
- Lógicas: porque su inobservancia trae aparejada contradicción interna y falta de
unidad en el ordenamiento jurídico;
- Objetivas: porque una vez conocidas existen independientemente de toda
aceptación o rechazo posterior.
Se llaman estructuras lógico-objetivas a las que vinculan al legislador con el objeto que
desvalora: la relación no puede alterar el ser del objeto con el que se relaciona, porque de
lo contrario se relacionará con otro objeto. La acción es una de estas estructuras, la cual
tiene por esencia la finalidad del autor, concepción que no puede ser modificada por el
legislador. La teoría de las estructuras lógico-objetivas no puede hacer más que sentar
algunas premisas generales limitativas del poder del legislador.
Concepto social de la acción - Esta teoría fue desarrollada por EBERHARD SCHMIDT, el
concepto social de acción se presenta como una superación de las insuficiencias del
concepto causal y final de acción, buscando explicar todas las distintas formas del
comportamiento humano, relevantes para el derecho penal. Esta teoría entiende que la
única forma de encontrar un concepto de acción común a los delitos dolosos, los culposos
y los de omisión, es remontarse a un denominador común que pueda agrupar las distintas
modalidades de comportamiento que dan lugar a cada una de aquellas clases de delitos.
Para conseguir ese denominador hay que remontarse a un punto de vista superior de
naturaleza valorativa: la perspectiva social.
Para JESCHECK, que se ubica en la denominada variante subjetiva, “acción es toda
conducta humana socialmente relevante”, que puede consistir en:
a) en el ejercicio de una actividad finalista;
b) en la causación de consecuencias dominables por el autor;
c) en una actividad frente a una determinada expectativa de acción. Para MAIHOFER,
“acción es todo dominio objetivo de la acción de un hombre con dirección a un
resultado social previsible”. Con esta variante objetiva, la concepción social de acción
se parece a la teoría causalista.
Se ha cuestionado a estas teorías diciendo que, entre otras cuestiones, el concepto social
de acción no puede cumplir con la función delimitadora, ya que, buena parte de lo que se
busca excluir del concepto de acción si es socialmente relevante (ROXIN).
Responsabilidad penal de las personas jurídicas - Se explica este fenómeno debido al
creciente papel protagónico desempeñado principalmente en dos ámbitos de la
criminalidad: la delincuencia económica y ambiental.
Debe tenerse en cuenta que los fundamentos en los que se basan las teorías del delito estudiadas, no brindan
los elementos suficientes a los fines de analizar sistemáticamente el actuar de una persona jurídica en el
ámbito penal. Esto –fundamentalmente- porque se parte de un concepto de acción propio de la teoría general
del hecho ilícito o del delito, desde la cual la responsabilidad penal no puede ser distinta de la subjetiva. En
nuestro ordenamiento legal existen numerosas disposiciones en donde directa o indirectamente se hace
referencia a la responsabilidad penal de los entes ideales. La mayoría rechaza la responsabilidad penal de las
personas jurídicas, basada en la vieja máxima proveniente del derecho romano “societas delinquere non
potest”, que les niega capacidad de acción y consiguiente culpabilidad, exponiendo también sobre la
problemática de la violación de principios básicos en nuestra materia, tal como lo es el conocido principio de la
personalidad de la pena. Se sostiene que la persona jurídica no posee capacidad de acciona sino que lo hace
a través de sus órganos o representantes, que no posee subjetividad, y por ende no podría actuar con dolo o
culpa, y que de imponérsele una sanción, se la estaría condenado por el actuar de un tercero. Todos estos
inconvenientes pueden ser superados sin mucho esfuerzo. A los fines de sortear estos inconvenientes, se han
elaborado modelos teóricos superadores. A los fines de su entendimiento conviene no perder de vista que la
teoría del delito es una herramienta de análisis que no se encuentra reflejada en la legislación vigente, y por
ende, por más que dogmáticamente se discuta la posibilidad o imposibilidad de dicha –persona jurídica en el
ámbito penal-, de surgir una norma con la claridad suficiente en el sentido de la imputación, se debería
corregir el mecanismo de análisis a tales fines. No obstante ello, veremos más adelante que la jurisprudencia
no siguió ese camino. En nuestro país Baigún ideó un sistema de desde nuestro punto de vista impecable. El
autor señala que “… Toda teoría del delito contribuye a la aplicación de la ley en un caso concreto pero, al
mismo tiempo, debe adecuar su estructura a la función social del derecho que, en el campo de las personas
jurídicas, se enlaza directamente con la necesidad de corregir la disfuncionalidad de sus comportamientos y
neutralizar el daño social que provoca…”. Promueve la utilización de un nuevo (teoría del delito),
especialmente formulado para las personas jurídicas.
Nuestros autores clásicos históricamente se han manifestado contra dicha posibilidad. Núñez les negó la
capacidad de conducta, Soler entendía que las sociedades no podían ser sujeto de delito, y Fontán Balestra
no les reconocía capacidad de culpabilidad.
Baigún diseña un perfecto prototipo de sistema analítico, trazando un paralelo entre el concepto de acción
clásico y el de acción institucional, de modo tal que la acción llevada a cabo por la sociedad estará
determinada por su modelo organizativo –vertical u horizontal- y el ámbito normativo en el cual se
desenvuelve. En este sentido, y adaptando el concepto de acción al sujeto del cuál emana, señala que las
decisiones institucionales podrían tener dos direcciones: hacia adentro -administrativas- o hacia fuera
representación del ente-, ambas eventuales objeto de la imputación. Las actuaciones del órgano que
producen la acción de la persona jurídica, serían aquéllas que responden al interés social, que no es sólo el
que surge de su estatuto -el objeto social-, sino también a su interés económico (ganancia-beneficio).
Señala el autor que la persona jurídica no tiene otro modo de actuar sino a través de sus órganos, siendo las
personas físicas o sus representantes “sólo son brazos de un mismo cuerpo, modos de aparición de la acción
institucional”. Delinea de esta forma un concepto de “acción institucional”, en donde la voluntad dolosa es
denominada “voluntad social dolosa”. El proceso de formación de la decisión no es psicológico como en la
persona física, pues la voluntad social no es patrimonio de las individualidades que integran el órgano, sino
que la génesis de la decisión es estructural y normativa.
En ese camino, la decisión institucional es la -que mediante acuerdo o votación- resuelve lesionar un bien
jurídico de nuestro repertorio penal. El tipo penal se mantiene casi intacto en el sistema propuesto, así como
el análisis de causas de justificación (segmento de la antijuridicidad). Ahora bien, no ocurre lo mismo con la
culpabilidad. Entendida esta como “responsabilidad”, el autor la denomina “responsabilidad social”,
elaborando una categoría compleja, siendo la consecuencia jurídica de la acción institucional confrontada con
el tipo y la antijuricidad. En este esquema la acción institucional es la base sobre la que se asienta la
responsabilidad social y el tipo de injusto de que se trate. Las consecuencias del obrar delictivo traerán
aparejada la posibilidad jurídica de la aplicación al ente de determinadas penas y medidas de seguridad,
lógicamente de acuerdo a su especial naturaleza de la persona que se habrá de sancionar, excluyéndose, las
penas privativas de la libertad que quedarán reservadas –en su caso- para las personas que hubiesen
participado en el hecho. En cuanto a la finalidad de la pena aplicable a la corporación está determinada por el
elemento económico, dado que lo que podría perjudicar a la sociedad es la ausencia de ganancia, la
cancelación de su personería, suspensión de sus actividades, o prestaciones obligatorias, etc. (todas ellas
previstas en nuestro ordenamiento aduanero). Por su parte, Eugenio Zaffaroni, ha considerado que en el
derecho penal “stricto sensu” las personas jurídicas no tienen capacidad de conducta, desde que el delito que
surge de nuestra ley es una manifestación individual humana: “Si bien hay leyes penales stricto sensu que
sancionan a personas jurídicas, entendemos que tales leyes no hacen más que conceder facultades
administrativas al juez penal, o sea que las sanciones no son penas ni medidas de seguridad, sino
consecuencias administrativas de las conductas de los órganos de las personas jurídicas”.
Se trata de supuestos en donde, por motivos externos o internos, no hay acción y tampoco
hay delito.
Factores externos
a) Fuerza física irresistible (vis absoluta) Fuerza de entidad tal que haga al sujeto incapaz
de dirigir sus movimientos, que lo haga obrar mecánicamente. El sujeto no domina la
acción, sino que es un instrumento de un tercero o de una fuerza de la naturaleza. Esta
prevista como causa de exclusión de pena en el art. 34 inc. 2, 1º parte, C.P. Se diferencia
de la vis relativa (amenazas de sufrir mal grave e inminente) situación que podrá dar lugar
a la inculpabilidad del sujeto, pero que no excluya la acción.
- Uso de medios hipnóticos o narcóticos
En el art. 78 del C.P. el uso de éstos queda comprendido en el concepto de violencia.
Los actos típicos realizados en dichos estados caen dentro de la causal de falta de
acción, reglado en el art. 34 inc. 2, 1º parte, C.P. Según ZAFFARONI, en relación al uso
de narcóticos, habrá que ver en cada caso que tipo de incapacidad le han provocado al
sujeto, pudiendo según los casos, configurar una situación de vis absoluta o bien una
situación de vis relativa.
b) Movimientos reflejos o involuntarios “Actividad o inactividad atribuible a una
excitación de los nervios motores debida a un estímulo fisiológico-corporal, ajeno a la
impulsión voluntaria de la persona” (NUÑEZ)
Estos actos pueden ser espontáneos (estornudo o los movimientos del epiléptico), o
provocados (cosquillas).
c) Los comportamientos automatizados Se entiende por acción automatizada, “una
disponibilidad de acción adquirida mediante larga práctica y que llegado el caso se
transforma en movimientos sin reflexión consistente” (ROXIN). Como por ejemplo: caminar,
respirar, manejar, etc.
- En casos normales acelera la reacción en situaciones en que una reflexión duraría
demasiado tiempo;
- En casos concretos pueden producirse reacciones equivocadas. Factores internos
Estado de inconsciencia.
Supuestos - Desde un punto de vista clínico, la conciencia es el resultado de la actividad
de las funciones mentales.
a) La conciencia puede estar perturbada, no hay ausencia de conducta, porque no
desaparece la voluntad del sujeto. Pueden dar lugar a la inimputabilidad de la persona,
pero no a la falta de acción.
b) Cuando la conciencia no existe , no habrá voluntad y desaparecerá la conducta. Hay
inconciencia cuando en el hecho no intervienen los centros altos del cerebro o cuando lo
hacen de forma altamente discontinua o incoherente. El sujeto se procura un estado de
inconciencia, realiza una conducta, que podrá ser típica según las circunstancias:
- En casos de embriaguen, se debe distinguir de la ordinaria y la sin sentido, en este
último caso habrá falta de acción.
- En los casos de sueño fisiológico, la doctrina se inclina por la falta de acción;
- En los casos de transe hipnótico, remitimos a lo dicho en la fuerza física irresistible.
- Como excepción en los casos de sonambulismo, puede realizar movimientos propios
de un delito de comisión y es respecto a éstos que no hay acción de su parte.
- Otros casos: sujeto afectado de crisis epiléptica, desmayo, o estado de coma,
sonambulismo, fiebre muy alta, etc.
Lección 8: “El tipo doloso de comisión” 1- El tipo. Tipo garantía. Tipo sistemático. Funciones del Tipo:
a)
indiciaria; b) vinculante (“figura rectora”); c) didáctica; d) limitadora. Su construcción compleja: A. Tipo
Objetivo: elementos objetivos o descriptivos. Tipos de pura actividad y de resultado. La causalidad. Principales
teorías. La imputación objetiva del resultado. B. Tipo Subjetivo: El dolo: concepto, sus elementos (cognoscitivo
vo) y sus clases (directo, indirecto y eventual). Teorías tradicionales sobre el dolo. Elementos subjetivos -
Falta
y volitide tipo. Atipicidad. Evolución de la teoría del ias del tipo objetivo: in objeto, in persona, aberratio ictus,
de los distintos tipos de dolo. Elementos normativos. 2 error. El error sobre las
causal, dolusnormativos
circunstanc generalis. El
y error de tipo,
normas sus modalidades
penales y consecuencias.
en blanco. Error Error sobre los elementos error
sobre elementos
sobre los supuestos
accidentales. El objetivos de una causa de justificación y su relación con los elementos negativos del tipo.
1. EL TIPO - Es la descripción abstracta de la conducta prohibida por la norma que efectúa
el legislador. Equivale a aquello en que el hecho consiste, el supuesto de hecho. Según
NUÑEZ, “el tipo se limita a la determinación conceptual de la figura formal de hecho
punible. La fórmula con la que la ley expresa el tipo corresponde al siguiente esquema:
“El que haga esto…” o “El que no haga esto”.
El Tipo Penal equivale al Tatbestand → aquello en que el hecho consiste, el supuesto de hecho. Ejemplo:
el matar a otro que describe el art. 79 del CP.
El tipo delictivo no es el hecho punible, sino uno de sus elementos, pues el hecho punible comprende:
- el hecho como soporte real del delito y,
- todos los caracteres que lo convierten en el presupuesto legal de la aplicación de la pena.
tificación.
A- Tipo Objetivo
Comprende → el aspecto externo del comportamiento humano prohibido por la norma
que abarca no sólo su descripción abstracta, sino también valoraciones de distinta
índole. Queda excluido → lo que se encuentra situado dentro de la esfera anímica del
autor. Ello corresponde al tipo subjetivo.
Elementos objetivos o descriptivos
- El núcleo está constituido por la conducta o la acción descripta por el verbo (Ej.: matar,
falsificar, etc.)
- También diferentes circunstancias como su relación con personas o cosas, su
vinculación con el tiempo y el espacio, la forma y modo de ejecución. Tipos de pura
actividad y de resultado
- Los tipos de pura actividad , solo requieren el comportamiento del autor, sin exigir un
resultado. (Ej.: violación de domicilio, art. 150 C.P.)
- Los tipos de resultado, la modificación sensible del mundo exterior está separada
espacial y temporalmente de la acción del sujeto. (Ej.: homicidio).
El resultado puede consistir en:
a) Tipos de lesión: la conducta debe haber producido la lesión del bien jurídico,
mediante la modificación del objeto material sobre el cual recae.
b) Tipos de peligro: es suficiente que el bien jurídicamente protegido haya sido
puesto en riesgo de sufrir la lesión. El peligro puede ser concreto (posibilidad real de
lesión, Ej.: disparo de un arma de fuego) o abstracto (el tipo describe un
comportamiento que representa en sí mismo un peligro.
Elementos normativos del tipo - En algunos tipos nos encontramos, además de los
elementos descriptivos, con elementos valorativos, los cuales no son perceptibles por
medio de los sentidos y sólo se pueden captar por un acto de valoración. Ese acto
requiere un conocimiento paralelo en la esfera del lego.
- Clasificación según la naturaleza de la valoración:
Se pueden distinguir dos clases de conductas lesivas según la actitud subjetiva del autor
respecto del bien jurídico y la dirección de su voluntad:
a) Tipos dolosos, dirigidos por la voluntad contra la norma que prohíbe dañar el bien
jurídico de que se trate. Lo sucedido debe haber sido conocido y querido por el autor (Ej.:
muerte de la víctima y la conducta letal del sujeto que la produjo). La mayoría de los
delitos de la Parte Especial del C.P. son tipos dolosos;
b) Tipos culposos, se limitan a infringir una norma de cuidado. El sujeto no pretende
lesionar el bien jurídico, pero su conducta descuidada produce su afectación (Ej.: el
conductor apresurado, aumenta la velocidad por encima del límite, causándole la muerte
a un peatón que cruzaba la calle). Los tipos culposos constituyen la excepción.
El dolo
Teorías tradicionales sobre el dolo.
Hasta la llegada del Finalismo → la doctrina era pacifica, y situaba al dolo en la culpabilidad, ya sea como
forma o especie de ella (psicologismo) o como elemento (normativismo).
La teoría Finalista → traslado el dolo, a través de la acción, al tipo, para constituir su aspecto subjetivo,
reduciendo de esta forma la culpabilidad a una forma pura reprochabilidad, cuyos presupuestos se limitan a la
imputabilidad y a la posibilidad de comprensión de lo injusto.
El sistema causalista → había adoptado el concepto romano de dolo malo, que estaba compuesto por dos
elementos: - intención de realizar el hecho. - conocimiento de su carácter ilícito. (Querer algo que se sabe
malo o ilícito)
A partir de Frank → se produjo en la dogmática alemana el desmembramiento conceptual del dolo. Este
enfoque concibe al dolo como vorsatz = intención.
Que no es decisivo para la culpabilidad atento que existen casos como el estado de necesidad que no
obstante exigir dolo, se excluye la culpabilidad. Entonces, si el dolo no contenía el conocimiento de la ilicitud y
si, además, existían hechos dolosos inculpables, el dolo ya no podía seguir teniendo una posición dominante
en la culpabilidad como una de sus especies, y de ahí en más será un elemento de ésta al lado de otros. Lo
decisivo será la reprochabilidad (Juicio sintético de Valoración) que recaerá sobre diversos elementos, uno de
los cuales, era el dolo.
El traslado del dolo al tipo de injusto lo dio Welzel cuando → se dio cuenta de la dificultad sistemática de
colocar en un mismo plano la valoración y el objeto valorado. Se llega a un concepto de dolo natural, carente
de valor que consistía en: - Conocer - Querer la realización del hecho típico.
La teoría finalista traslado el dolo al tipo, para constituir su aspecto subjetivo, a la par que
redujo la culpabilidad a una pura reprochabilidad, cuyos presupuestos se limitan a la
imputabilidad y a la posibilidad de comprensión de lo injusto.
1. Sistema causalista, había adoptado el concepto de dolo malo que comprendía el
aspecto objetivo de la conducta típica y la conciencia de su antijuridicidad, el dolo
consistía en querer algo que se sabe malo o ilícito.
2. Este enfoque concibe al dolo como intención, que no es decisivo para la
culpabilidad. Si el dolo ya no contenía el conocimiento de la ilicitud y si existían hechos
dolosos inculpables, el dolo ya no podía seguir teniendo una posición dominante en la
culpabilidad. En la teoría normativa el dolo se transforma en intención y conocimiento de
circunstancias de hecho.
3. El traslado del dolo al tipo del injusto lo hizo WELZEL cuando reparó en la dificultad
sistemática de colocar en un mismo plano la valoración y el objeto valorado. Se llega así
a un concepto de dolo natural, que consiste en conocer y querer la realización del hecho
típico.
4. Sistema moderno, logrado luego de la superada disputa entre causalismo y
finalismo, empieza a darle importancia a la “función de motivación de la conducta
humana que se asigna a la norma jurídico-penal”. El carácter doloso o culposo de la
infracción dependerá de cuál sea la norma infringida por el sujeto: si la norma es
prohibitiva, el tipo será doloso; si la norma es de cuidado, el tipo será culposo. La
presencia del error excluye al tipo doloso.
5. El funcionalismo radical o sistemático de JAKOBS redefine el dolo sobre la base del
elemento cognitivo, lo decisivo será la representación y no la voluntad.
El dolo eventual es convertido en un dolo de peligro, basta que el agente haya obrado con
conciencia de la peligrosidad de la acción en sí misma, aunque no acepte sus
consecuencias. La culpa queda reducida al inconciente y solo se da en caso de error
evitable. Sus elementos (cognoscitivo y volitivo)
Dentro de la concepción clásica se habían desarrollado distintas teorías para explicar su
contenido, a través de sus dos componentes: el conocimiento (cognoscitivo o intelectual) y
la voluntad (volitivo).
El dolo consiste en el conocimiento y la voluntad de realización del tipo penal. El autor
debe saber que realiza el hecho, que hecho realiza y las circunstancias que lo rodean, y
además, debe querer realizarlo.
- CARRARA privilegiaba el elemento volitivo, “intención más o menos perfecta de
ejecutar un acto que se conoce contrario a la ley”.
- VON LISZT, con su teoría de la representación, priorizaba el elemento intelectual.
Definía al dolo como “el conocimiento de todas las circunstancias de hecho
correspondientes a la definición legal, que acompaña a la actuación voluntaria”.
- BELING, con su teoría del asentimiento, sostenía que lo decisivo para la existencia
del dolo era la actitud del sujeto frente a esa representación.
- NUÑEZ, conceptúa al dolo como la “intención de cometer el delito o la indiferencia
de cometerlo frente a su representación como probable”.
Sus clases (directo, indirecto y eventual)
Error in objeto, in persona, sobre el nexo causal, aberratio ictus, dolus generalis-
Recaen sobre elementos accidentales del tipo, son irrelevantes como eximentes del dolo.
- En los casos de error in objeto y error in persona (sobre su identidad), en principio
carece de eficacia como excluyentes del tipo subjetivo. Hay un único delito doloso
consumado, ej.: hurto, confundir el objeto y apoderarse de otro; homicidio, confundir la
víctima y privar de la vida a otra persona.
- En los errores sobre el nexo causal , por lo general se plantean cuando el autor previó
el resultado como producto de su acción según una determinada mecánica causal, pero
aquel se produjo por una forma diferente, aunque sin impedir que el resultado sea producto
de su acción.
- En la aberratio ictus (error en el golpe) el curso causal se produce según una
mecánica no esperada, en virtud de la cual el resultado querido se produce, pero sobre una
persona distinta. Ej.: A quiere matar a B disparándole, pero el proyectil se desvía
causándole la muerte a C. Últimamente se propugna la solución del concurso ideal de
homicidio doloso tentado y homicidio imprudente consumado, si era previsible su
producción y existe el tipo culposo.
- En el dolus generalis el procedimiento causal es puesto voluntariamente por el autor,
aunque sin conocimiento. Ej.: A le dispara a B, y creyéndolo muerto cuando solo estaba
lesionado, lo arroja al río, muriendo ahogado.
Error de tipo - Existe una sola clase de error excluyente del dolo. Si en la construcción
compleja del tipo, el dolo queda comprendido en el tipo objetivo. La exclusión del dolo
generada por la deficiencia cognoscitiva del autor puede comprender tanto los elementos
fácticos o descriptivos como normativos del tipo objetivo, salvo que sea inevitable o
inadmisible.
Modalidades - El error de tipo puede recaer:
- Sobre un elemento del tipo básico, ej.: el sujeto se apodera de un objeto ajeno
creyendo que es propio;
- Sobre una circunstancia agravante o atenuante del tipo calificado , ej.: aunque quiere
matar a otro, el sujeto no sabe que la víctima es su padre, en cuyo caso su error es
accidental porque solo excluye el parricidio, pero no el de homicidio simple.
Consecuencias - El error de tipo trae como consecuencia la exclusión del dolo, para que
esta se produzca debe tratarse de un error esencial e invencible.
- Si bien el error esencial vencible puede excluir al dolo, no elimina la culpa, quedando
una responsabilidad penal restante del sujeto si el delito admite la forma culposa y la
conducta de aquel se adecua al respectivo tipo culposo.
- El error se considera invencible o no imputable cuando no hubiera podido evitarlo
una persona cuidadosa y diligente en las mismas circunstancias que rodearon la
conducta del autor.
Error sobre los elementos normativos y normas penales en blanco - Cuando se trate
de tipos que contienen elementos normativos que no adelanten una valoración sobre la
antijuridicidad del hecho y que remiten a disposiciones prescriptitas extrapenales (leyes
penales en blanco), el falso conocimiento o el desconocimiento de dicha normativa puede
dar lugar a errores de tipo. Esta situación suele ocurrir con frecuencia en el ámbito de los
delitos socioeconómicos, por el empleo de aquella técnica legislativa: normas de muy
distinta importancia y origen, que sufren modificaciones, como las tributarias, bancarias,
etc.
Error sobre los elementos accidentales - No excluye el dolo ni la culpa, porque no afecta
el conocimiento del hecho y sus caracteres consecutivos que fundamentan el tipo y su
antijuridicidad.
En el sistema del Código Penal argentino
a) La teoría más tradicional respeta la distinción de la ley, intenta ampliar la
comprensión del significado de “error de hecho”. Los que no se relacionan con la
existencia de la prohibición penal en sí misma, o de la previsión legal que crea una
causal de justificación o de inculpabilidad, quedan como puros errores de derecho.
b) Nuestros autores finalistas postularon la viabilidad de la distinción entre error de tipo
y error de prohibición.
- El error de tipo impide al autor comprender la criminalidad del acto porque excluye el
fin de cometer un delito determinado;
- El error de prohibición no elimina el fin de realizar la conducta descripta en el tipo. El
error sobre los presupuestos objetivos de una causa de justificación y su relación con los
elementos negativos del tipo
Error de prohibición indirecto, como el que recae sobre la existencia de la agresión en
legítima defensa. Su solución:
- Teoría estricta de la culpabilidad Brinda el mismo tratamiento como error de
prohibición al error que recae sobre la existencia, los límites y los presupuestos fácticos de
las causas de justificación:
a) En caso de error invencible no hay culpabilidad, tampoco se puede imponer pena.
b) En el error vencible, se llega a la atenuación de la pena.
- Teoría limitada de la culpabilidad Coincide con la teoría estricta de la culpabilidad al
encuadrar:
a) Como error de prohibición al error sobre la existencia y los límites de una causa de
justificación.
b) Como error de tipo al que recae sobre los presupuestos fácticos de la causa de
justificación.
ROXIN llega la misma solución por la teoría de los elementos negativos del tipo. El tipo
consta de dos partes: la positiva equivalente al tipo tradicional, con los elementos
fundamentales del injusto y la negativa, que consiste en la exigencia de no mediar una
causa de justificación.
MUÑOZ CONDE sostiene que hay que tener en cuenta las consecuencias que pueden
producirse: En el caso de error invencible el hecho no podría ser considerado como
antijurídico. La licitud o ilicitud de un hecho típico no puede depender solo de las creencias
subjetivas del particular.
La teoría de la culpabilidad que remite a las consecuencias jurídicas del error de tipo,
formulada por JERSCHECK, implica una posición autónoma que ubica al error sobre los
presupuestos fácticos de las causas de justificación en el error de prohibición, pero en el
caso de error vencible, en lugar de aplicarle una pena atenuada acude a la analogía in
bonam parten y le impone la sanción del delito culposo, pese a que subsiste el dolo. Dicha
solución sui generis presenta la ventaja sobre la teoría de la culpabilidad limitada, que no
excluye la ilicitud, con lo que puede dar lugar a la responsabilidad civil y permite la legítima
defensa y las reglas de la participación criminal.
El error sobre los presupuestos objetivos de una excusa absolutoria - Partiendo del
principio de la soberanía del pueblo (art. 33 C.N.) las leyes penales están dirigidas a todos
los habitantes capaces de comprender su significado, y estos tienen que conocer:
a) Los hechos que han sido considerados relevantes para la razón o fundamento de la
incriminación en cada caso previsto por la ley.
b) Poder saber que a esos hechos se les asocia normativamente una sanción
retributiva. Precisamente para alcanzar ese objetivo las leyes son previas y públicas. El
poder conocer esta norma no es suficiente para fundar la responsabilidad penal, ésta olvida
que el destinatario de la ley penal tiene que poder saber bajo qué condiciones se le asocia
una pena.
Lección 9: “El tipo doloso de omisión” 1- Criterios distintivos entre acción y omisión. Su concepto natural o
normativo. 2- La omisión propia. a) La situación típica generadora del deber obrar; b) la no realización de la
acción ordenada; c) poder fáctico para realizar lo ordenado (capacidad de obrar). 3- La omisión impropia.
Objeciones provenientes del principio de legalidad-cláusula de equivalencia-. Las denominadas (“fuentes del
deber actuar” posición de garante) 4- La causalidad de la omisión. La imputación objetiva.
Lección 10: “El tipo culposo – La preterintencionalidad” 1- El tipo culposo. Sistemas legislativos. La
estructura del tipo culposo. Sus elementos constitutivos: a) Imputación objetiva del resultado; b) Infracción del
deber de cuidado; c) El resultado en el delito culposo. 2- Modalidades subjetivas: culpa consciente e
inconsciente. Delimitación 3- Causas de atipicidad: a) Ausencia de elementos objetivos; b) Ausencia de
previsibilidad y el error de tipo invencible; c) Ausencia de dañosidad social. 4- Los tipos complejos. La
preterintencionalidad. Los delitos calificados por el resultado. Consideraciones sobre la responsabilidad
objetiva.
1. CONCEPTO DE CULPA.
Determinación - Existe amplio acuerdo en considerar a la intención como primer
elemento negativo en orden a caracterizar a la conducta culposa. “Negativo” quiere
decir aquí lo siguiente: quien actúa culposamente no tiene intención de realizar el tipo.
Históricamente han sido definidos dos conceptos de culpa, uno psicológico y otro
normativo: a) El concepto psicológico, defendido en Alemania a comienzos del Siglo XX
por autores como BELING y VON LISZT, aparece ligado al concepto psicológico de
culpabilidad. La culpabilidad consiste en una relación psíquica entre la mente del sujeto y
su hecho, y el dolo y la culpa son dos “formas” posibles de la culpabilidad. Ésta concepción
no puede explicar el fenómeno de la “culpa inconsciente”, en el que no existe ninguna
relación entre el autor y el resultado.
b) El concepto normativo de culpabilidad, como puro juicio de reproche contra el autor
concreto por haber obrado en forma contraria al derecho. Aquello que determina que una
conducta sea culposa es la posibilidad de que la conducta del autor sea objetivamente
reprochable. Ese reproche objetivo reside en la violación por parte del autor de un
determinado deber objetivo de cuidado.
De la noción al concepto - Vamos a iniciar el estudio del tipo culposo con una distinción básica y de sentido
común a la cual luego iremos agregando elementos técnicos jurídicos hasta llegar al concepto que es lo que
nos interesa. Luego haremos una breve introducción y un mínimo repaso de conceptos básicos para
conformar una plataforma donde podamos asentar firmemente los nuevos conceptos que vamos a ver en
esta clase. Ejemplo: JUAN CAUSA LA MUERTE DE PEDRO. Ya hemos visto que JUAN puede causar la
muerte de PEDRO mediante una acción o mediante una omisión. Además de esto podemos decir que la
muerte de PEDRO - ocasionada por JUAN- puede ser “querida” o “no querida” por él.
Ejemplo de muerte “querida”: JUAN dispara con un arma de fuego mecánicamente apta contra PEDRO y lo
mata. Ejemplo de muerte “no querida”: JUAN conduce su vehículo por Av. Colón a una hora pico y a 100 km.
por hora. En esas circunstancias, y cruzando un semáforo en rojo, atropella a PEDRO y lo mata.
En este segundo supuesto, en donde lo que JUAN quiere en realidad es llegar rápido a algún lugar, o no
perder la onda verde, o sobrepasar un colectivo que lo venía molestando hace varias cuadras (pero nunca
causar la muerte de nadie) ¿Cómo se define su conducta desde el punto de vista del DP?
Desde el punto de vista de nuestra materia, lo que JUAN hace es infringir un deber de cuidado, con lo cual
pone en peligro un bien jurídico, superando con su conducta el riesgo permitido, causando así un resultado
(muerte de PEDRO) que podría haber previsto y evitado.
JUAN provoca la lesión del bien jurídico vida por desarrollar un actuar descuidado o negligente. La conducta
de JUAN puede entonces ser definida desde el punto de vista del DP como culposa.
Repaso: En la introducción a la materia dijimos que el derecho penal era una de las ramas del derecho
público, y que estaba a su vez integrado por dos grandes vertientes: una sustantiva y otra adjetiva. La
segunda estaba compuesta por el derecho procesal penal, materia que verán próximamente. La primera -a su
vez- estaba dividida en grandes segmentos, uno el derecho penal parte general y otra el derecho penal parte
especial. La parte especial estaba conformada por todas las conductas que el sistema legal argentino prohíbe
desarrollar, amenazando con la aplicación de una sanción penal al eventual infractor. Como sabemos nuestro
ordenamiento prevé un sistema de clausura basado en la previsión del art. 18 de la CN, es decir, que las
conductas que no están expresamente prohibidas, están permitidas. En consecuencia la parte especial está
conformada por todos los tipos penales que conforman lo que se denomina el núcleo duro del CP (robo, hurto,
defraudación, homicidio, etc.) sumados a los previstos en leyes especiales que se agregan a su continuación.
La parte general que estamos llevando adelante este año, consta, desde nuestro punto de vista, de dos
pilares fundamentales: la teoría del delito y la teoría de la pena. Recordemos que la teoría del delito tiene que
ser vista por nosotros, por los operadores judiciales (jueces, fiscales y defensores) como una herramienta que
media entre el caso (ejemplo JOSE se apodera sin violencia y en forma ilegítima del celular de MARIELA) y el
texto legal (delito de hurto art. 162 del CP).
Esta herramienta nos permite determinar con la mayor precisión posible si una conducta (una acción o una
omisión) encuadra en alguno de los tipos previstos en la parte especial. Esto es lo que hace a este tema,
dentro del programa, uno de los más importantes, principalmente porque podemos utilizar esta teoría como
una fórmula aplicable –que funciona- con relación a todos los tipos que conforman la parte especial.
Es por esto también que dijimos que este tema resulta fundamental para poder comprender acabadamente la
materia Derecho Penal II que verán también el próximo año.
Entonces, retomemos –y es importante que retengan ésta idea- la teoría del delito es una herramienta. La
podemos representar como una máquina de forma rectangular, dividida en distintos segmentos, cada uno de
ellos separado por un tamiz. En el extremo que forma el inicio de la máquina imaginaria podemos introducir
una conducta, y hacerla recorrer todos los segmentos que la conforman. El primer segmento es el de la
tipicidad, el segundo es el de la antijuridicidad y el tercero el de la culpabilidad. Si esta conducta que nosotros
introducimos logra atravesar todos los tamices que separan los segmentos de la máquina tendremos como
resultado una conducta delictiva. Caso contrario podremos tener una conducta atípica, una conducta típica
pero justificada (no antijurídica), o una conducta típica y antijurídica, pero inculpable.
Otra misión importante de la teoría del delito es la de servir como límite al poder punitivo del Estado. El Estado
a través de sus distintos organismos va reconociendo determinados bienes que son considerados de valor por
la sociedad. Estos bienes – merecedores de una protección especial- ingresan al sistema jurídico,
generalmente a través de otras ramas del derecho, debido su carácter subsidiario. Cuando el Estado
considera que ese bien ya reconocido legal y jurídicamente merece una protección aún mayor –más fuerte-
redacta o crea –a través del Poder Legislativo- una fórmula en donde se amenaza con sancionar –mediante
algún tipo de pena- la conducta que intente lesionarlo. Este examen de lesividad forma parte de uno de los
pasos que debe recorrer esa conducta que habíamos introducido en nuestra máquina a los fines de
determinar si reunía todos los requisitos necesarios para considerarla delictiva. En consecuencia el juez a
través de este elemento –teoría del delito- cuando se encuentra ante una conducta que en apariencia podría
constituir un delito dice: previo a arribar a esa conclusión voy a someter la conducta a una serie de análisis y
recién después voy a poder determinar si esta conducta que la administración (policía, aduana, DGI,
gendarmería, o cualquier fuerza de seguridad) trae a mi despacho para mi consideración conforma un delito.
Repaso: debemos tener siempre presente las distintas teorías que hemos visto y sus segmentos, así como
elementos que componían cada una de las categorías. Especificamos cuáles eran estas teorías: positivismo
jurídico, normativismo, finalismo, y funcionalismo. Vamos a dibujar nuevamente el esquema de las distintas
teorías y sus componentes, enfocándonos esta vez en la culpa, y vamos a repetir esta especie de ejercicio en
todos los temas a desarrollar. Esto se debe a que este esquema nos va servir como un mapa en donde nos
podremos ubicar histórica, teórica y metodológicamente.
2. UBICACIÓN SISTEMÁTICA.
Evolución histórica. La culpa ha evolucionado desde su ubicación en la culpabilidad a
fines del siglo XIX y comienzos del XX, hasta su ubicación en el tipo desde 1930.
1- Segunda mitad del S. XIX, todo lo subjetivo debía pertenecer a la culpabilidad,
mientras que todo lo objetivo pertenecía a la antijuridicidad. Se consideraba que el dolo y la
culpa significaban diferentes formas de lo subjetivo.
2- En 1907, un artículo de FRANK llamó la atención sobre la imposibilidad de que ese
concepto psicológico de culpabilidad pueda explicar el fenómeno de la culpa inconsciente,
abriéndose por primera vez el camino hacia un concepto normativo de culpabilidad.
3- En 1906, BELING publicaba la “teoría del tipo”, a través de la cual se incorporo el
tipo a la teoría del delito, pero puramente objetiva.
4- En 1915, M. E. MAYER, y en 1924, MEZGER, aclaran que muchos tipos también
estaban integrados por elementos subjetivos y por elementos normativos. Esto indica que
la culpa ya no podría continuar siendo considerada una forma de la culpabilidad.
5- En 1930, la investigación de ENGISCH sobre dolo y culpa, advierte que la
“inobservancia del cuidado debido”, debía ser considerada como un elemento del tipo.
6- En 1940, según la “teoría final de la acción”, creada por WELZEL, lo fundamental en
orden a considerar ilícita una conducta es el desvalor de acción, no el desvalor de
resultado. La presencia de dolo o culpa en la acción del sujeto es lo que determina que la
conducta en sí, sea jurídico-penalmente desvalorada. El dolo y la culpa, debían ser
“trasladados” del ámbito de la culpabilidad al del ilícito, y dentro de éste al de la tipicidad,
pues es allí donde se caracteriza positivamente a la conducta punible.
7- A partir de 1960, las diferentes corrientes surgidas en Alemania, como los diferentes
funcionalismos de ROXIN y JAKOBS, aceptaran que la culpa tiene su lugar sistemático en
el tipo. Lo fundamentaran con la “teoría de la imputación objetiva”, para lo cual solo es
culposa la conducta que crea un riesgo no permitido realizado a su vez en el resultado.
Una conducta amparada por el riesgo permitido es jurídicamente irrelevante. Los
ciudadanos no solo deben saber qué está prohibido, sino también que no puede prohibirse.
El tipo es el elemento comunicante fundamental con que cuenta el Estado para transmitir
esa información a las personas.
8- En nuestro país la jurisprudencia mayoritaria trata todavía al dolo y a la culpa en la
culpabilidad.
3. SISTEMA DEL CÓDIGO PENAL ARGENTINO RESPECTO DEL DELITO
CULPOSO.
Clases de delito culposo - Existen dos posibilidades básicas de regular el delito culposo
en un código penal:
a) o bien se prescribe a través de una cláusula de la parte general que cada delito
doloso puede ser a su vez cometido culposamente (sistema de numerus apertus);
b) o bien se establecen específicamente en la parte especial de determinados tipos
penales culposos y es preferible contar con un cláusula en la parte general que
establezca que sólo se castigará una conducta como culposa cuando expresamente lo
disponga la ley (sistema numerus clausus).
Nuestro Código Penal participa del numerus clausus, donde se prevé la cláusula de la
parte general en el principio constitucionalidad de legalidad (art. 18 C.N.), según el cual
sólo es posible una conducta, en este caso culposa, cuando así expresamente lo
establezca la ley. Sólo serán típicamente culposas en nuestro derecho penal positivo
vigente aquellas conductas que se adecuen a los tipos penales de la aparte especial del
Código Penal o de sus leyes complementarias.
En nuestro derecho penal:
- Existen delitos culposos de resultado, pudiendo ser de lesión (arts. 84 y 94 C.P.) o de
peligro concreto (art. 56 ley 24.051). Todo delito culposo de resultado puede ser a su vez
realizado mediante comisión o mediante omisión impropia (comisión por omisión);
- No existen en nuestro derecho penal positivo delitos de omisión propia culposos. -
Existen también delitos culposos de peligro abstracto (art. 189 C.P.) y de mera actividad
(art. 204 bis C.P.);
4. EL SUPUESTO CONFLICTO ENTRE LOS TIPOS CULPOSOS Y EL PRINCIPIO DE
LEGALIDAD
Los tipos culposos son tipos “abiertos”, en el sentido de que su concreta forma de
realización típica no está expresamente señalada en la ley, la cual por lo tanto debe ser
completada por el juez según las características del caso concreto. Ej.: art. 84 C.P.
Como la acción concreta no está determinada legalmente, se sostiene que los tipos
culposos afectarían de alguna manera el principio constitucional de legalidad, exige que los
tipos penales deban describir exhaustivamente la conducta prohibida. Se exige que los
tipos sean “cerrados”. Pero tal punto de vista es erróneo y lo rechaza parte de la doctrina.
Los delitos culposos no son ni más ni menos “abiertos” que los doloso. Ej.: comparación
entre el art. 79 (homicidio doloso) con el citado art. 84 (homicidio culposo).
5. CLASES DE CULPA Por su representación por parte del autor: culpa consciente e
inconsciente.
Clases de imprudencia
Por su representación por parte del autor: Por su representación por parte del autor: culpa consciente y
culpa inconsciente. Cabe aclarar primeramente que esta es una clasificación teórica que no importa una
consecuencia práctica. Esto se debe fundamentalmente a que ambos tipos de actuar culposo tienen la misma
escala penal. Distinta es la diferencia entre dolo y culpa, y en definitiva, entre culpa consciente y dolo
eventual que veremos a continuación.
En la culpa inconsciente el autor actúa sin representarse de ninguna manera la posible lesión del bien
jurídico. Ejemplo: el conductor que maneja por una Av. en forma correcta, con cinturón de seguridad, por su
carril, a la velocidad adecuada y segundos antes de llegar al semáforo que le daba paso, se agacha por un
instante e intenta recoger un CD que se le había caído mientras lo colocaba en el estéreo. En ese instante el
semáforo cambió y dio paso a los de la mano contraria, produciéndose un grave accidente con lesiones para
varias personas. El autor sabía lo que estaba haciendo, pero nunca se representó una lesión al bien jurídico,
y por ende, tampoco el resultado típico.
Por otra parte el que actúa representándose la posible lesión al bien jurídico pero confiando que por X
circunstancia que ella no ocurrirá, actúa con culpa consciente.
Ejemplo: otro conductor, pero ésta vez uno más intrépido, conduce por una Av. a 120 km. por hora cuando el
límite de velocidad es de 30. En ese curso atraviesa un semáforo en rojo, sin intentar frenar, y pudiendo
observar que desde el otro carril los automóviles que tenían paso habían comenzado su marcha. A esa
velocidad impacta contra dos vehículos produciendo la muerte instantánea de tres personas. En este caso,
podemos observar que el conductor previó la posibilidad del resultado lesivo, pero confiando en algo –que
bien podría ser en su pericia como conductor, en la suerte, en que los demás autos iban a verlo e iban a
frenar, o lo que sea- creyó que éste no se produciría. El conductor no quería causar la muerte de nadie, en
realidad, quería llegar velozmente a algún lugar, no obstante el hecho ocurrió por su responsabilidad.
Tengamos en cuenta por último que un hecho ocurrido con culpa consciente no necesariamente debe ser más
grave que uno cometido en forma inconsciente, basta pensar a tales fines que en el primer ejemplo el
conductor distraído podría haber ocasionado de todas formas la muerte de alguna persona, y en el segundo
caso, el intrépido, podría haber solo chocado con otro vehículo, produciendo así solamente un daño. Y si
tenemos en cuenta que el daño como delito penal requiere para su tipificación de una conducta dolosa, es
decir cometida con conocimiento e intención, estaríamos –en esta variante del ejemplo- en el campo del
derecho civil (indemnización patrimonial por daño). La distinción entre dolo y culpa
DIRECTO A los fines de clarificar este punto vamos a repetir necesariamente algunos
DOL conceptos que ya tratamos. La actitud subjetiva del autor se analiza en el
INDIRECTO
O segmento del “tipo subjetivo”. Esta actitud puede variar desde su grado máximo
EVENTUAL
–dolo directo- hasta la culpa inconsciente –su grado mínimo-. En el ínterin el
CONSCIENTE autor puede vivir distintas actitudes subjetivas: dolo indirecto, eventual y culpa
CUL
INCONSCIE consciente. Vamos a señalar las características de cada uno de ellos para
PA
NTE marcar de forma más precisa las diferencias.
Dolo directo: la acción y el resultado típico constituyen el objeto perseguido por el sujeto: quiere matar a
otro y lo mata.
Dolo indirecto: abarca los resultados que, aunque no queridos directamente por el autor, aparecen
unidos de modo necesario e ineludible al resultado comprendido en la intención del sujeto: poner una
bomba en un lugar donde hay varias personas para matar una de ellas, sabiendo que matará al resto.
Dolo eventual: quien realiza la conducta conoce que probablemente se producirá el resultado típico, y no
se detiene por ello. Es el umbral mínimo de dolo, y se dice que el sujeto le es indiferente la representación
de la eventualidad del resultado. Se resigna ante la posibilidad de resultado, de buena o mala gana. Esta
indiferencia hacia el resultado se equipara normativamente a quererlo.
Entonces podemos decir que en las tres representaciones del dolo la representación del hecho en cuanto
a la comprensión de la criminalidad del acto es más o menos semejante. Lo que varía es la aptitud
anímica: en el dolo directo el autor desea el acto y dirige su conducta hacia él, quiere el hecho
representado; en el dolo indirecto el autor, si bien no lo desea, lo admite resignadamente por su
vinculación necesaria con el hecho principal directamente querido; en el dolo eventual el autor tiene la
comprensión de la criminalidad del acto, y ante la eventualidad asume una actitud de menosprecio,
desdén o indiferencia respecto del eventual resultado lesivo (ejemplo cazador/ciervo/hombre: un grupo de
cazadores se organizan para ir de campaña. En un atardecer se encuentra diseminados por el bosque a
la caza de alces. Uno de ellos divisa entre la maleza una forma que aparenta ser un alce, pero también
por momentos parece tener alguna forma humana. Ante ese hecho el cazador decide disparar, matando
así a su compañero de hazaña).
En los tipos culposos el agente no pretende lesionar el bien jurídico, pero su conducta descuidada produce su
afectación. Aquí la conducta no está dirigida por la voluntad del autor contra la norma que le prohíbe dañar el
bien jurídico, y muy por el contrario, se limita a infringir una norma de cuidado. Estos comportamientos –los
culposos- tienen una gravedad diferente a la de los dolosos, circunstancia que se traduce en la intensidad de
la pena a aplicar a los infractores, generalmente inferior a la prevista para los culposos.
Ejemplo: la figura básica del homicidio doloso tiene una escala penal en abstracto que va de 8 a 25 años de
prisión o reclusión; por su lado, la figura básica del homicidio culposo tiene una escala penal en abstracto que
va de 6 meses a 5 años de prisión o reclusión.
Culpa consciente: se represente el resultado pero considera que este no ocurrirá. La imprudencia consciente
(con representación del posible resultado lesivo) también requiere una voluntad; peo es una voluntado
negativa porque el sujeto no quiere la lesión del bien jurídico y confía en que no se producirá. Es decir que la
diferencia entre culpa consciente y dolo eventual pasa por el plano volitivo, de la voluntad, aunque en el plano
cognitivo sean iguales.
Ejemplo del conductor con culpa consciente: sabe que va en exceso de velocidad, y sabe que puede
ocasionar la lesión o la muerte de unos transeúntes que están cruzando la calle a 40 metros de distancia de
su inminente recorrido, se representa como posible ese resultado, pero está convencido –por ejemplo- de que
éstos advertirán su paso y se abstendrán de continuar caminando. Los peatones no advierten el paso del
automóvil y son atropellados.
- Culpa inconsciente: actuar sin representarse de ninguna manera la posible lesión del
bien jurídico; no se representa el resultado
- Culpa consciente: actuar representándose esa lesión pero confiando en que ella no
sucederá.
Esta diferenciación no tiene importancia práctica, ya que el legislador asigna la misma
pena. La distinción adquiere sentido respecto de la diferenciación entre la forma más
general del dolo (eventual) y la más exigente de la culpa consciente.
Ésta distinción puede significar en la práctica una considerable diferencia en la aplicación
de pena o directamente el paso de la punibilidad a la impunidad, según el caso. Por su
gravedad: ¿culpa grave o temeraria y leve o simple?
La culpa insignificante - La calificación de “grave” o “leve” debe estar referida al desvalor
de acción y no al desvalor de resultado; es decir, no interesa la cuantía del daño causado
sino la característica de la acción en sí.
Lo que debe tomarse en cuenta no es la actitud interna del sujeto sino el nivel objetivo de
peligrosidad de la acción. Como ejemplo, en el C.P. alemán de 1962: “Actúa
temerariamente quien se conduce de modo gravemente o burdamente culposo”. Tras la ley
de reforma del art. 278, inc. 2º del C.P. nacional, se ha incorporado esta distinción. En lo
que hace a la determinación del carácter insignificante o levísimo de la culpa, se ha
propuesto trabajar en consonancia con el principio de insignificancia o de bagatela,
elaborado en función del delito doloso, pero tampoco esta idea ha sido mayormente
desarrollada.
Por su modalidad: ¿negligencia, impericia, imprudencia y violación de reglamentos? En la
literatura comparada no se le da ninguna significación a esta distinción, mientras que en la
doctrina nacional se la ha considerado de importancia. Por ejemplo, el médico que no
posee la pericia suficiente para practicar una operación y no obstante la práctica, obra con
impericia, pero por asumir una responsabilidad que sobrepasa su capacidad actúa
culposamente, y viola con ello reglamentos médicos específicos o generales.
Hasta el año 2000 nuestro CP no distinguía entre culpa grave y culpa leve. No obstante con la modificación
sufrida por el art. 278 CP la distinción fue incorporada, para este supuesto especialmente. Ahora bien, aún
cuando esta distinción no existía en ninguna norma del ordenamiento penal, la doctrina la utilizaba a los fines
de graduar el monto de pena a aplicar de acuerdo al supuesto a que se enfrentaban.
Es decir esta distinción sirve para determinar la medida de la culpabilidad, y por ende, la pena a imponer al
eventual imputado. Respecto a la culpa insignificante o levísima, existe consenso doctrinario a favor de su
impunidad. Ahora bien, esto no se refleja tan claramente en la jurisprudencia en donde debemos atenernos al
criterio del juez y al análisis de cada caso en particular, la culpa levísima o insignificante sigue siendo culpa, y
por ende podría entenderse que justamente para eso se cuenta con mínimos y máximos en la escala penal
establecida para cada figura.
¿Qué criterios se deben tener en cuenta para determinar cuándo estamos ante una culpa grave o una culpa
leve? Se señala generalmente que debe prevalecer la valoración sobre el desvalor de acción y no sobre el
desvalor de resultado.
Concretamente una parte de la doctrina señala que no debe estarse al resultado causado (es decir a la
cuantía del daño causado) por la conducta sino a las características de la conducta en sí. A su vez se dice
que, con respecto el desvalor de acción lo que debe tomarse en cuenta no es la actitud interna del sujeto sino
el nivel objetivo de peligrosidad de la acción.
Concepto - el positivismo jurídico sostiene que la antijuridicidad es la calidad del hecho que determina su
oposición con el derecho. Cuando se hace referencia a “calidad del hecho”, se está indicando que al hecho
típico se le asigna una cualidad o característica especial: su oposición con el derecho, y ello es la
antijuridicidad misma.
De esta forma, la calidad de antijurídico de un hecho no existe porque el hecho sea simplemente típico.
Ejemplo: Quien mata en legítima defensa realiza un hecho típico. Sin embargo, ese comportamiento no es
antijurídico porque en esas circunstancias el hecho se encuentra justificado. Es decir, la justificación quitó esa
“calidad del hecho que determina su oposición con el derecho”: la antijuridicidad. En cambio, quien mata sin
que concurra una causa de justificación obrará antijurídicamente porque la calidad de antijurídico del hecho
no fue suprimido por una causa de justificación.
En otro orden, el normativismo sostiene que la antijuridicidad es un juicio de desvalor sobre el hecho, donde
lo injusto se concibe como infracción a la "norma de valoración" del hecho objetivo. Recordemos que el
normativismo, otorgó contenidos materiales a cada una de las categorías de la estructura delictiva.
En tanto, para el finalismo, la antijuridicidad es un juicio de valor objetivo porque se pronuncia sobre la
conducta típica a partir de un criterio general: el orden jurídico. En este orden de ideas, luego de haber
establecido que un hecho es típico (recordemos el tipo complejo con que trabaja el finalismo), el mismo será
antijurídico salvo que opere una norma permisiva.
Por último, el funcionalismo moderado sostiene que la antijuridicidad es el ámbito de las soluciones sociales
de los conflictos, el campo en el que chocan los intereses individuales opuestos, o las exigencias sociales con
las necesidades del individuo. Se trata siempre de la regulación de intereses contradictorios en que se
enfrentan diariamente los intereses de los individuos entre sí, o de los individuos y la sociedad.
Lo que comúnmente se denomina antijuridicidad no hace referencia a un estrato analítico
superador de la estructura del tipo prohibitivo o perceptivo. Sencillamente se trata de un
sector - el de la juridicidad general- a confrontar eventualmente con aquél como resultado
de una deficiente elaboración del supuesto de hecho concreto. Como característica del
supuesto de hecho abstracto:
- La antijuridicidad general (contradicción con el derecho) viene afirmada por la
comprobación de la tipicidad;
- La antijuridicidad específica (penal) implica verificar si el supuesto es merecedor de
la pena.
En nuestra elaboración confluyen los presupuestos de las teorías:
- Bipartitas, las cuales se conjugan en un solo estrato del tipo y la antijuridicidad. Es
válida en el ámbito de la antijuridicidad genérica;
- Tripartitas, separan en dos estratos el tipo de la antijuridicidad. Es válida en lo
relativo a la antijuridicidad específica.
El entuerto, para la doctrina mayoritaria, es la acción típicamente antijurídica. También se
denomina entuerto a un estrato más amplio: a la unidad en donde se resuelve la
subsunción del supuesto de hecho concreto en el supuesto de hecho abstracto de un tipo
antijurídico o de una causa de justificación.
El obrar irrelevante y el obrar lícito El art. 19 C.N. prevé que las acciones de los hombres
que de ningún modo ofendan el orden y la moral pública, ni perjudiquen a terceros. Se trata
de un conjunto de conductas que se declaran irrelevantes. El intérprete, a la hora de
subsumir una conducta en una figura delictiva, debe advertir prioritariamente si la conducta
no reúne las características apuntadas, pues la conducta es irrelevante. No se toma en
cuenta la sola lesión a un bien, sino que se lo pone en contacto con la posibilidad de la
lesión de otro bien y, en esta ponderación se autoriza llevar adelante u omitir lo que
normalmente es prohibido u obligatorio.
El obrar irrelevante, es aquel en donde el individuo realiza o deja de realizar una conducta
facultativa no descripta en forma particular por el legislador (Ej.: matar a un mosquito). El
obrar lícito, es el sector de conducta que la ley ha definido específicamente y, en atención a
una ponderación de valores, la ha permitido expresamente (Ej.: matar a una persona en
legítima defensa).
Unidad del ordenamiento jurídico - Una conducta ordenada por un sector del
ordenamiento jurídico no puede estar, a la vez, prohibida por otra norma de un sector
diferente del mismo ordenamiento jurídico. Una conducta prohibida no puede estar al
mismo tiempo ordenada, ni una conducta permitida puede estar prohibida o mandada.
La función de la antijuridicidad especial o penal es delimitar lo vedado merecedor de pena.
Sería una contradicción que una conducta autorizada en cualquier campo del derecho no
obstante fuera castigada penalmente. No solo se trata de la cuestión de si un
comportamiento (activo u omisivo) debe estar prohibido, sino de si debe estar prohibido
bajo pena.
La antijuridicidad general satisface los principios de legalidad y lesividad; la antijuridicidad
específica, los de subsidiariedad y mínima intervención.
Una causa de justificación puede proceder de cualquier área jurídica, que lo que un sector
del ordenamiento jurídico se considera justificado también tendrá que estarlo en el derecho
penal, cualquiera sea el órgano creador de las normas, si no sería contradictorio.
La antijuridicidad general es receptada como condición necesaria, pero no suficiente para
que exista entuerto penal. Es indispensable que se corrobore la antijuridicidad específica
(penal).
Antinormatividad, “teoría de la antinormatividad” Elaborada por HANS WELZEL, a
pesar de haber sido abandonada en la actualidad, es indispensable su conocimiento. Toda
realización del tipo de una norma prohibitiva es ciertamente antinormativa, pero no siempre
es antijurídica. Existen preceptos permisivos que permiten la cultura típica, por ej.: matar a
un hombre en legítima defensa.
- Antijuridicidad, es la contradicción de una realización típica con el ordenamiento jurídico
en su conjunto. La conducta típica contradice la norma de determinación individual. De la
mano de los preceptos permisivos se decide si va en contra también de todo el
ordenamiento jurídico, con lo cual no sólo es antinormativo sino también antijurídico.
Relaciones propuestas entre el tipo y la antijuridicidad
a) Tipo valorativamente neutro con relación a la antijuridicidad : Para BELING (1906), el
tipo tiene carácter puramente descriptivo y no se contesta la cuestión de la antijuridicidad
o de la licitud. Hay acciones adecuadas al tipo que no son antijurídicas y hay acciones
antijurídicas que no se adaptan al tipo. El tipo y la antijuridicidad estaban claramente
separados.
b) Tipo como ratio cognoscendi de la antijuridicidad : MAYER considera a la tipicidad
como indicio de la antijuridicidad. Para el finalismo, el tipo agota la caracterización fáctica
del hecho. La afirmación de la tipicidad expresa la contradicción del hecho con la norma
que supone una calificación valorativa por completo autónoma y se diferencia claramente
de la contradicción del hecho con el ordenamiento jurídico en su conjunto.
- El tipo es la “descripción concreta de la conducta prohibida. Figura puramente
conceptual”.
- La antijuridicidad es la “contradicción de una realización típica de una norma
prohibitiva con el ordenamiento jurídico en su conjunto”.
c) Tipo como ratio essendi de la antijuridicidad: El tipo jurídico-penal es fundamento real y
de validez (ratio essendi) de la antijuridicidad, aunque a reserva de que la acción no
aparezca justificada por una causa especial de exclusión del injusto. Si tal cosa ocurre, la
acción no es antijurídica, a pesar de su tipicidad.
- La teoría negativa del tipo , por ADOLF MERKEL, estima que el tipo tiene dos partes:
1º- tipo positivo, equivale al tipo en sentido tradicional (conjunto de elementos que
fundamentan positivamente el entuerto) 2º- tipo negativo, la exigencia de que no ocurran
causas de justificación.
- La teoría de la antijuridicidad pretípica, por CREUS, el análisis del delito debe
comenzar por el tema de la antijuridicidad.
- La teoría de la tipicidad conglobante , por ZAFFARONI, opera la comprobación de
que la conducta legalmente típica también es antinormativa a la luz de la consideración
de la norma conglobada con las otras ramas que integran el orden normativo. En su
elaboración se tiene en cuenta la relación de contrariedad entre supuestos de hecho
abstractos (prohibidos o mandados).
Evolución del concepto de antijuridicidad
- En 1590, T. DECIANUS, en su Tractatus Criminales formulo el concepto como
presupuesto independiente de delito; - En 1813, en C.P. del Reino de Baviera, se refiere al
dolo antijurídico y hablaba de las acciones antijurídicas individuales:
- En 1897, R. VON IHERING, encuentra el concepto del injusto, como la mera
contradicción objetiva con el ordenamiento jurídico de donde germinó la noción de
antijuridicidad objetiva.
a) Antijuridicidad objetiva Es la contradicción del ámbito exterior del hecho
acontecido con el ordenamiento jurídico. Compartido por el pensamiento clásico, el
positivismo jurídico.
b) Antijuridicidad subjetiva Es la intención contraria a la norma de determinación
dirigida al individuo, manifestada a través del hecho externo. Apoyada por el
pensamiento neoclásico, el normativismo.
c) Antijuridicidad formal y material La antijuridicidad formal, hace referencia a la
relación entre la acción u omisión y la norma penal de determinación. Una acción u
omisión es formalmente antijurídica en la medida que contraviene una prohibición o
mandato legal. Confirmada la antijuridicidad formal, se verifica si se ha menoscabado el
bien jurídico protegido por la norma. La antijuridicidad material, hace referencia al
contenido disvalioso de ésta. Una acción u omisión es materialmente antijurídica en
tanto ella plasme una lesión de bienes jurídicos socialmente nociva y que no se puede
combatir suficientemente con medios extrapenales. La antijuridicidad material, despliega
su eficacia mediante la interpretación del tipo, graduación del injusto y ponderación de
intereses dentro de los límites del derecho.
TERAN LOMAS, considera que cuando se habla de antijuridicidad sustancial se hace
referencia a la lesión o puesta en peligro de un bien jurídico. La antijuridicidad sustancial
se vincula con el planteamiento de la potencialidad dañosa a la acción como
característica de la concepción objetiva.
d) El carácter “indiciario” de la tipicidad - Límites del efecto indiciario de la
tipicidad - Si bien la doctrina mayoritaria sostiene aquel criterio que propone que la tipicidad es indicio
de la antijuridicidad, existen básicamente dos situaciones en las que la conducta atrapada por un tipo
penal no es todavía indicio de que la misma sea antijurídica.
La primera de estas situaciones es la aplicación del criterio de la adecuación social. Se afirma que un
hecho atrapado formalmente por un tipo penal no es típico si el comportamiento es socialmente adecuado.
El fundamento de ésta postura radica en que para que un comportamiento sea típico debe caer fuera del
orden social debido a que esa conducta constituye un peligro jurídicamente desaprobado. Así, la tipicidad
no es sólo formal, sino que tiene un contenido: su contrariedad al orden social.
Uno de los primeros ejemplos utilizados para ilustrar la adecuación social, es aquel en que una persona
envía a su tío en un viaje en avión con la esperanza que se produzca un accidente para de éste modo
heredar su fortuna. Respecto a éste ejemplo, se dice que enviar a una persona en un viaje en avión es
una conducta socialmente adecuada que no puede ser atrapada por el tipo del homicidio. Modernamente,
la doctrina considera que éste tipo de comportamientos no supera el análisis de la imputación objetiva,
porque el hecho no supera el riesgo permitido, salvo que se tengan conocimientos especiales, como por
ejemplo, saber que en el avión se colocó una bomba.
El otro supuesto en que se percibe un límite al efecto indiciario de la tipicidad es el de los tipos abiertos.
Recordemos que los tipos abiertos son aquellos que no describen suficientemente la conducta prohibida,
debiendo ser completados para su aplicación por el juez. El clásico ejemplo lo brinda el delito de coacción
descripto por el segundo párrafo del art. 149 bis del C.P. Amenazar a alguien para que haga algo no es
por sí solo un comportamiento que caiga fuera del orden social. Así, quien amenaza a sus compañeros
con no concurrir a una partida de naipes si no comienzan una hora más tarde de lo programado, no
coacciona a pesar de su adecuación formal a la conducta descripta por el tipo. Ello es así, porque falta la
reprochabilidad de la amenaza con relación al fin perseguido. Distinta sería la situación si quien quiere
retrasar la partida de naipes amenaza con poner una bomba en caso que no se acepte su pretensión,
porque en este caso, el uso de la amenaza implica el anuncio de un daño de carácter ilegítimo, idóneo y
futuro, mientras que en el primer caso no se dan esas características.
1°) Teorías jurídico-constitucionales - Señala Bustos que entre estas tendencias se pone de relieve que
hay dos órdenes de valores dentro del ordenamiento jurídico, uno estaría fijado en la Constitución y otro en la
legislación penal. El orden de valores de lo penal solo coincidiría con los valores constitucionales en lo
nuclear “... vida, libertad, patrimonio, etc.), pero habría otros que no estarían estructurados como tales en la
constitución. Sin embargo, y en todo caso, la constitución fijaría la orientación básica del jus puniendi (así
Walter Sax). En este orden existen otras concepciones (entre las que se destacan Escrivá, González Rus,
Rudolphi, Roxín, Marx, Bricola), que plasman expresamente la existencia prepositiva (antes de la
Constitución) de los bienes jurídicos”.
Para Roxin la única restricción previamente dada al legislador, se encuentra en los principios de la
Constitución: "El texto constitucional engloba las valoraciones esenciales para la elaboración del concepto de
bien jurídico que, por tanto, será previo a la legislación penal y vinculante para ella". Sostiene que los bienes
jurídicos son "circunstancias dadas o finalidades que son útiles para el individuo y su libre desarrollo en el
marco de un sistema social global estructurado sobre la base de esa concepción de los fines o para el
funcionamiento del propio sistema”. Esta definición, al atender a "circunstancias dadas y finalidades" en vez
de a "intereses" de modo general, quiere expresar que este concepto de bien jurídico abarca tanto los
estados previamente hallados por el Derecho como los deberes de cumplimiento de normas creados sólo por
él mismo, o sea que no se limita a la primera alternativa. De ese concepto de bien jurídico "que le viene
previamente dado al legislador penal, pero que no es previo a la Constitución", se pueden derivar una serie
de tesis concretas: las conminaciones penales arbitrarias no protegen bienes jurídicos, las finalidades
puramente ideológicas no protegen bienes jurídicos, etc..
2°) Teorías sociológicas - Enrolados dentro de estas teorías encontramos un gran número de penalistas
(Amelung, Hassemer, Calliers, Muñoz Conde, Quintero Olivares, Mir Puig, Octavio de Toledo, Gómez
Benitez, entre otros). Bustos señala que para Jäger la protección sólo es concebible racionalmente cuando
antes del acto legislativo ya existía un bien vital y cultural, “la teoría del bien jurídico se basa por lo tanto en la
siguiente premisa: bien jurídico sólo puede ser lo que ya antes era bien (valor social) (p.21)”. Amelung, que
parte de una posición funcionalista, sostiene que el bien jurídico está constituido por “la dañosidad social", su
base está dada por la contraposición con las condiciones de existencia social, con lo cual se llega entonces a
una total formalización social del problema, como una función inmanente al sistema. Para este autor –citado
textualmente por Bustos- aún los tipos que protegen las piedras, o la raza aria satisfacen este requerimiento,
es decir de desarrollar una teoría de las condiciones de vida humana en común. Lapidariamente sostiene
Bustos: “Elimina toda trascendencia garantista y dogmática de la teoría del bien jurídico y pasa a ser un
simple axioma o dogma o bien una perogrullada, a nivel social pasa a ser lo mismo que la posición inmanente
de Binding a nivel jurídico”. Mir Puig entiende al bien jurídico desde dos perspectivas: político–criminalmente
(lege ferenda), como lo único que merece ser protegido por el Derecho Penal; y dogmáticamente (lege lata),
como objeto efectivamente protegido por la norma penal. Callies sostiene que los bienes jurídicos no son
sustanciales, ni valores, ni bienes cuasi cosificados sino una participación en la sociedad45. Hassemer
sostiene que “... el bien jurídico engloba los intereses humanos requeridos de protección penal y no más.
Partiendo de un enfoque personal del bien jurídico (teoría personalista) se allana a reconocer la existencia
paralela de bienes jurídicos colectivos, solo y en tanto se correspondan con los intereses del individuo y
brinden la posibilidad, a pesar de esa dimensión colectiva, de servir directamente a los interés del hombre...
los bienes jurídicos... proceden del acuerdo social basado en la experiencia...”. En general –indica Bustos-
todas estas tendencias sociológicas o sociales, ya sea funcionalista o bien interaccionista simbólica, tienden
solo a señalar determinadas condiciones para la existencia de un bien jurídico, ya sea en general o en
concreto, dentro de una sociedad democrática, o bien a intentar precisar su función garantizadora general.
3°) Cambio de paradigma: fin del derecho penal como protección de la vigencia de la norma. Günther
Jakobs (funcionalismo sistemático) - Recapitulando lo señalando en la unidad 1 puede decirse que Jakobs
sostiene que el derecho penal protege la expectativa de mantener la vigencia de la norma penal, y no un bien
jurídico determinado. El autor reconoce que la doctrina dominante entiende que el Derecho Penal protege
bienes, y que éstos serían preexistentes al derecho (vida, propiedad, etc.). Señala que el derecho no es un
muro de protección colocado alrededor de los bienes, sino que es la estructura de la relación entre personas,
por lo tanto, “el Derecho Penal como protección de bienes jurídicos significa que una persona, encarnada en
sus bienes, es protegida frente a los ataques de otra persona”. Así entiende que el Derecho Penal garantiza
la expectativa de que no se produzcan ataques a bienes. El bien no ha de representarse como un objeto
físico, sino como norma, como expectativa garantizada, porque así se representa el derecho en cuanto a
estructura de la relación entre personas. La consigna será “el derecho penal garantiza la vigencia de la
norma, no la protección de bienes jurídicos”.
Como adelantáramos, Zaffaroni indica que para Jakobs el bien jurídico penal es la validez fáctica de las
normas que garantiza que se pueda esperar el respeto a los bienes, los roles y la paz. Lo enrola en las
teorías que llevan a una minimización de la importancia del bien jurídico en la teoría del delito50.
Lascano señala que “la función del Derecho Penal para Jakobs es restablecer en el plano de la comunicación
la vigencia perturbada de la norma, cuando existe un procedimiento a causa de la infracción misma. La
protección y confirmación de las normas, que configuran la identidad social, se logra a través de la pena, que
sirve para ejercitar a los ciudadanos en la confianza hacia la norma, a tener fidelidad al derecho y a aceptar
las consecuencias de la infracción a sus preceptos. Jakobs señala que "Lo que constituye una lesión de un
bien jurídico penal no es la causación de una muerte (ésta es simplemente lesión de un bien), sino la
oposición a la norma subyacente en el homicidio evitable. El homicidio evitable tiene el sentido de una
oposición a la norma subyacente en los delitos de homicidio, porque al autor se le hace responsable, a causa
de su conocimiento (dolo) o cognoscibilidad (imprudencia), de haber elegido realizar el comportamiento que
acarreará consecuencias en lugar de la alternativa inocua. "La norma obliga a elegir la organización a la que
no siguen daños, pero el autor se organiza de modo que causa daño imputablemente: su proyecto de
conformación del mundo se opone al de la norma". Considera además que los aportes de la teoría del bien
jurídico son mínimos y que lo propio para el Derecho penal se desarrolla bajo la teoría de la validez de la
norma.
El principio de insignificancia
- Atípicas, aquellas conductas que importan una afectación insignificante del bien
jurídico. Permite excluir desde un principio daños de poca importancia. Las penas por las
bagatelas, serían en verdad un medio irracional, desproporcionado en relación a los
hechos a los que se aplica, que provocaría males inaceptablemente mayores que aquellos
que con la pena procura evitarse.
- La adecuación social, hace referencia a conductas que no elevan el riesgo tolerado
respecto de los bienes jurídicos protegidos por la figura.
- La insignificancia, se manifiesta en la elevación del riesgo de manera ínfima para
dicho bien, de tal modo que la conducta aparece como ilícita pero no al punto de merecer
la pena.
El principio de insignificancia excluye la antijuridicidad específica. Es necesario poner en
contacto el criterio de exclusión del entuerto penal (ilícito o injusto) con el principio de
subsidiariedad del derecho penal. Siendo la potestad represiva del Estado última o extrema
ratio del ordenamiento jurídico sólo aplicable en caso de grave afectación de los bienes
jurídicos, el principio de insignificancia no es más que su recepción dogmática a nivel de
teoría del delito en el estrato analítico de la antijuridicidad especifica.
Ámbitos de la normatividad