El JA Burgoa Antecedentes Historicos
El JA Burgoa Antecedentes Historicos
El JA Burgoa Antecedentes Historicos
A pesar de que este tema lo abordamos en nuestro libro intitulado "Las GarantíaJ
Individuales"," y aunque incurramos en repeticiones que, por lo demás, son absoluta-
mente necesarias, reproduciremos las consideraciones que en él se exponen, para no
afectar Jawiidad del tema, ni divorciar, por ende, las dos ya menciooadas básicas cues-
tiones que lo constituyen.
La libertad jurídica, entendiendo por tal toda posibilidad de actuaci6n social del
hombre, reconocida por el orden jurídico estatal, propiamente es una conquista recien-
te, producto de constantes y cruentas luchas. El momento histórico en que surge la
libertad humana, como derecho fundamental del individuo, incorporada aun régimen
normativo a titulo de garantia contra los excesos del poder público, es muy difícil de pre·
cisar. Bien es verdad que la famosa "Declaraci6n de los Derechos del Hombre", <le la
que ya hablaremos, implica el comienzo de una era en la que el respeto a la libertad del
individuo y a sus derivaciones especificas es el objeto de consagración de la mayor parte
delos regímenes constitucionales; pero también es cierto que con mucha anterioridad en
Inglaterra, a través de una larga e incesante evolución social, fruto de circunstancias
y factores de arraigo en el pueblo inglés; se fue imponiendo a las autoridades, y en par·
ticular al rey, el reconocimiento de la libertad humana, acerca de lo cual tendremos
oportunidad de disertar. Por consiguiente, hecha abstracci6n del pueblo español e inglés,
el afianzamiento de la libertad del hombre, como principal derecho de éste, y su inte-
, graci6n como contenido de las disposiciones legales de un orden -jurídico determinado,
son fenómenos relativamente recientes. .
I. TIEMPOS PRIMITIVOS
En Jos regímenes sociales orientales, los derechos del hombre o garantías indivi-
duales no solamente no existieron romo fenómenos de hecho, producto de una especie
de tolerancia por parte del poder público, sin obligatoriedad rec0l!!!oscitiva o de respeto
para éste, sino que la libertad del hombre, del individuo eJmo gobernado, fue desco-
nocida o, al menos, menospreciada, a tal grado que reinaba en aquéllos el despotismo
más acabado. El individuo, el particular miembro de la comunidad o de la sociedad,
tenía como consigna en algunos Estados orientales obedecer y callar, máxime que los
mandamientos que recibía eran conceptuados como provenientes del representante de
Dios sobre la Tierra,~decir, del gobernante ungLd.o romo tal P.Qr la voluntad divina
de la cual derivaba_SIl.investidura._Eor...este_moJiyQ, las arbitrariedades autoritarias del
---peaer en los pueblos orieill'!Íes de Ia.antigüedad, eran acatadas_p_or...los.súbditos.confor-
- me a la conciencia ql!e éstos abrigab,,!!, en el sentido de ser aquéllas emanaciones O
desigllil5Scfe la voluntad de Dios expresada por el gobernante. Esta creencia acerca del
origen del poder y de la autoridad reales estaba generalizada de tal manera, que podemos
- afirmar que casi todos IOSEgímenes de gobierno ~dichos_pueblos_~r'!!1--!eocráticos,
como el egipcio, el hebreo, etc., máxime si se toma- en cuenta que el derecho y la
religión se confundían en un conjunto de prácticas sociales indiferenciadas .
."La forma general"del Estado en el mundo oriental, afirma Cettel, fue la de una autocra-
cía o monarquía despótica, teniendo 1>Or sanción de su autoridad la religión o la conquista.
Los monarcas fueron venesados romo dioses. tal es el caso de, Egipto, o considerados como
agentes de los dioses, según ocurría en Peraia y Asiria." 81
Bien es verdad que en algunos de dichos pueblos, cerno el hebreo, la actividad del
gobernante se hallaba restringida por normas religiosas o teológicas, en las que impli-
citarncnte se reconocían ciertos derechos a los súbditos, pues se suponia que dichas nor-
mas, como las de Jehová, eran producto de un pacto entre Dios y el pueblo, cuyas dis-
posiciones debían ser inviolables; mas también es cierto que, en primer lugar, esas
restricciones eran muy débiles y la apreciaci6n--de su extralimitación quedaba al arbitrio
del propio gobernante que era su intérprete y, en segundo término, no existia ninguna
sanción para sus posibles contravenciones.
Por ende, los regímenes gubernamentales, basados en tales principios o creencias,
evidentemente pugnaban con toda idea de libertad humana, y más aún, con su recono-
cimiento, por lo que no es posible aseverar que en los pueblos orientales de la antigüe-
dad existiera tal derecho y mucho menos un medio de preservarlo, pues como ya dijimos,
el individuo estaba relegado a un plano infimo, si no es que había incidido en la
esclavitud.
Sin embargo, como una notable excepción al régimen politico y social oriental, nos
encontramos con la circunstancia de que la India no estaba dotada de un gobierno teocrá-
tico. El Estado temporal era independiente de la religión y los sacerdotes no debian
tener injerencia en la vida política, sino consagrarse exclusivamente a su cometido re-
acción. preside la vida moral de su pueblo. O es jefe o es dios. Todo se le subordina. Inevitable-
mente, en el pasado, el presente y el porvenir de la comunidad:' Sotiologla, cuarta edición, Pág. 301.
81 Raymond G. GetteJ. Historia de /tU Idear Políticas, tomo l. pág. 63.
I
40 ~L JUICO DE AMPARO
ligioso. Descartado el principió teocrático del poder público, e! pensamiento hindú se re-
veló marcadamente democrático y liberal; los pensadores de la India no reputaban al
régimen estatal coino la realización de! ideal humano de convivencia ante el cual las
personalidades individuales se desvanecían; antes bien, afirmaban que en un principio e!
hombre vivía en un estado de naturaleza, tal como lo consideró Rousseau, y que, para
evitar las injusticias que en su desenfrenado libertinaje cometían los fuertes en detrimen-
to de los débiles, fue necesario constituir el Estado, no como una forma de perfeccio-
namiento humano, sino como una urgencia de protecci6n mutua. Para hacer prevalecer
el orden dentro de la sociedad, producto de dicha necesidad, debería existir una auto-
ridad o poder social, superior a las .voluntades individuales, encargado de .implantar e!
equilibrío entre las conductas desiguales de los hombres. Dicho poder debería ejercerse
por el monarca, a quien DO era lícito actuar arbitrariamente, esto es, sin sujeción a una
norma establecida, sino que estaba obligado a obrar de acuerdo con un sentido de justicia
y equidad, asesorado por las personas más cultas. Ya en lo tocante a los derechos del
'hombre o garantías individuales, el 'pensamiento hindú abrigaba la tendencia a respetar
la personalidad humana, principalmente por lo que ve al derecho específico de libertad
Las corrientes políticas doctrinales en China asumen caracteres análogos a los de
aquellas que se desarrollaron en la India. Los más destacados filósofos chinos, tales como
Confurio y Lao-Tse, predicaron la igualdad entre los hombres, sostuvieron la democracia
Como forma de gobierno y abogaron por e! derecho legítimo de! gobernado para re-
belarse 'contra los mandatos despóticos y arbitrarios del gobernante, circunstancia ésta
que ya barrunta una idea, aunque vaga, de los derechos de! hombre o garantías indivi-
duales, tal como jurídica y filosóficamente se conciben.
111. GRECA
los destinos sociales corno elector o funcionario, y por factores jurídicos en las relaciones
de coordinación con sus semejantes.
En Atenas la situación social era diferente de la que prevalecía en Esparta. No
existía esa diferenciación jerárquica entre tres clases sociales diversamente colocadas
ante el derecho y en la realidad; había, es verdad, cierta desigualdad entre los hombres,
aunque no tan marcada como en el régimen espartano. El ateniense gozaba de una li-
bertad fáctica frente al poder público; podía libremente actuar ante éste y aun impugnar
o criticar su proceder en las asambleas cuando fuere contrario a su criterio; mas esa
libertad sólo tenía una existencia de hecho, sin que significara, por tanto, una obliga.
ción para la autoridad estatal su respeto; en una palabra, la libertad del ateniense, ma-
nifestada en diversos actos concretos, no implicaba un derecho público individual, esto
es, una exigencia jurídica frente al Estado con obligación ineludible de parte de sus
autoridades en el sentido de acatarla.
l~l"
42 EL jUlOO--DE AMPARO
vrvran, explicaban al Estado como el fruto de un pacto social, sin que esta explicación signífi-
cara la justificación de su existencia, de lo que concluía LiGo!,¿nl en .puntual congruencia
lógica con esta concepción, que: "La ley no es más que una garantía de los derechos individua-
les, sin poder alguno sobre la moralidad y la justicia personales de los ciudadanos." 82
Para apoyar su tesis anarquista. los sofistas, a través de las ideas de Hippias y A/ddamasJ
sostenían la existencia de 105 derechos del hombre, pero no a titulo de prerrogativas que el
gobernado dentro del Estado o Polis debiera tener frente a la autoridad, como ya se dijo, sino
reputándolos como elementos inseparables de la persona humana en un estado de naturaleza,
en que nadie está supeditado a nadie y en que todos son libres e iguales, situación que sig-
nificaba para los discípulos de Heráclito el ideal de la humanidad que se alcanzaría al suprimir
la organización estatal. BB
S6traJes impugnó las ideas sofistas, aun cuando su pensamiento coincidía en muchos as-
peetos con el contenido de éstas. Estimaba que el hombre habia nacido en un plano de igualdad
con sus semejantes; proclamó el principio de la racionalidad en todos los actos de la vida
individual y pública, llegando hasta sostener que el gobernado debía obedecer los imperativos
de su razón con preferencia a las leyes positivas estatales Injustas e irracionales, pretendiendo
que toda la actuación humana, social o particular, se sujetase a un.a norma ética de validez
universal. Para Sócrates, la razón era el factor omni-determínante de la vida" por 10 que es
dable presumir, de acuerdo con su pensamiento, que el gobernado debería tener todas aquellas
prerrogativas que estuvieren fundadas racionalmente frente a las arbitraridades y despotismos
de la autoridad del Estado. Sostenía, además, que la organización estatal no es un -fin en sI
misma, sino un medio para que los ciudadanos logren el objetivo supremo de su vida que
es la consecución de su felicidad a través de la virtud. Por consiguiente. para Sócrates el
Estado debe subordinarse a 'los individuos que. lo componen, sin que su poder sea absoluto,
toda vez que 'debe estar limitado por el derecho del ser humano. inherente a su naturaleza e
imprescriptible.
Si bien es verdad que P1aI6n siguió en términos generales los lineamientos de la doctrina
de su maestro Sécretes, en muchos puntos las ideas de ambos discrepan profundamente, en
especial por lo que concierne a la situación del individuo como gobernado frente a las autori-
'dades. En efecto. Platón justificaba la desigualdad social. propugnando la sumisión de los me-
diocres respecto de los mejores. a quienes debía encomendarse la dirección del Estado. En estas
condiciones. se puede fácilmente concluir que en la doctrina platónica estaban proscritas las
ideas de derechos del individuo frente al poder público. puesto que éste se suponía desempe-
ñado por personas capacitadas intelectual y culruralmente, a las cuales el gobernado debía su-
misión. Platón llegaba hasta el extremo, en su concepción ideal del Estado. de considerar a
éste como la realidad non plus ultra que debia absorber toda la actividad individual. Fue por
esto por 10 que la teoría platónica en materia política proponia la abolición de la propiedad
privada y de los lazos familiares para asegurar la unidad orgánica del Estado. Dividía la so-
ciedad en tres clases constituidas respectivamente por lo que denominaba la "raza de oro",
integrada por los gobernantes o "guardianes" del Estado, por la "raza de pltlJa"J compuesta
por los guerreros o "defensores" de la polis, y por la "raza de bronce", formada por los arte-
sanos y labradores.
No concibió Platón la idea de ningún medio heterónomo para controlar la actividad de los
gobernantes. sino que consideraba. que la sabiduría de éstos y sus virtudes cívicas y morales
eran un freno que les impedía ejercer despótica y tirénicamente sus funciones, Estimaba que el
filósofo u hombre sabio no podía gobernar contrariamente a los intereses públicos ni obrar
COD injusticia, ya que su sapiencia, al intuir el valor supremo de "Bien", le impedía desplegar
cualquier conducta contraria a este valor, que subsumía todos los demás. incluyendo el de
justicia. lH
A,isldleles, discípulo del anterior, no obstante que en lineamientos generales adopta la
teoría política de su maestro. se muestra liberal. por así decirlo. en cuanto a la cuestión de
la situación del individuo frente al poder público. Según el estagirita. para que el hombre
aa Citado por Aristóteles en "/..4 Politied'. Lib. IlJ, Cap. V, párrafo II.
B8 Enrique Rommen, Derecho Nmural, ed. 19'0, pág. 18.
S4 aro Antonio Gómez Robledo.-Mea'ital"idn so~re., la !ulli(ia.-Págs. 3' y 36.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 43
pueda alcanzar un grado de perfección. que no se lograba fuera de la convivencia social, era
menester gozar de cierto radio de libertad, el cual implicaba, correlativamente. ciertas limita-
ciones al poder estatal. Sin embargo, a esa esfera de libertad individual, Aristóteles no la ro-
Iocaba en el rango de derecho público del gobernado, oponible obligatoriamente al Estado;
según la tesis aristotélica sobre el particular, las autoridades deberían .asumir un papel de
tolerancia o consenso frente a una determinada actividad libre del ciudadano, pero nunca se
deberían ver obligadas a respetarla como si se tratara de un verdadero derecho. Por lo que atañe
a la igualdad, Aristóteles la proscribía al justificar la esclavitud y la existencia de clases sociales
completamente diversas, en vista de 10 cual es inconcuso que en la doctrina política del ilustre
estagirita no podemos vislumbrar ninguna concepción respecto a los derechos públicos Indivi-
duales ni, consiguientemente, por lo que concierne a ningún medio jurídico de protección a
los mismos.
No obstante. ello no implica que para Aristóteles DO existiera una ley natural anterior a
las leyes positivas de la polls, ya que para él éstas deberían corresponder a la "justicia ma-
terial" que debería integrar su contenido. De ahí que, cuando no existiese esa correspondencia,
incumbía al juzgador, mediante la equidad, resolver en justicia cualquier caso concreto que se
presentase. Sin embargo, las ideas de Aristóteles sobre la supervalencia de una ley natural sobre
las leyes positivas, deben sólo considerarse como un pensamiento tímido que cede a la con-
cepción vigorosa de la polis, considerada por el estagirita. siguiendo a su maestro Platón. como
el estado en que el individuo encuentra su perfección, de lo que concluye Rommen que. contra
la polis, según las ideas aristotélicas, "no podía prevalecer, propiamente hablando, ningún
derecho natural subjetivo del ciudadano".8lI Para el insigne estagirita, el Estado existe por
naturaleza y es anterior al individuo, y siendo el hambre un "zoon po/iti!um1J , no puede vivir
fuera de la entidad estatal. "El hombre que pudiera vivir aislado, incapaz de poder participar
de los beneficios de la asociación política o que no tiene necesidad de participar en ella porque
se basta a sí mismo. no forma parte del Estado: es un bruto o es un dios", agregando "No
debemos considerar al ciudadano como perteneciéndose a 51 mismo; debemos considerar más
bien a todo ciudadano como perteneciéndose al Estado. Cada ciudadano es parte del Estado:' 86
Es bien conocida, por otra parte, la clasificación aristotélica de la justicia, mediante la
cual ésta puede ser dislribuliva, ~onmJllaJiva y políli~a. La juslicia dislribuliva se realiza al apli-
carse "en la repartición del honor, de la riqueza y de otros bienes divisibles entre los miembros
de la comunidad política".37 expresándose en el conocido principio igualitario que establece un
tratamiento igual para los iguales y ¿,sigua1 para los desiguales. La illstieia ~onmulaJiva es. por
así decirlo, la que se realiza en cada caso concreto, pudiendo estimarse como una "justicia
proporcional" entre el derecho y las obligaciones de cada quien frente a la ley y a las con-
venciones particulares. Por último, Aristóteles denomina "iusti~ia po/i¡¡(eI' a la que se aplica
en la vida de la po/is y se manifiesta precisamente en la observancia del principio mismo de
igualdad ya enunciado. La "justicia política", por ende. s610 puede registrarse entre sujetos
colocados en el mismo nivelo rango social, de tal manera que las leyes de la polis la cumplan
en el tratamiento igual para los iguales y desigual para los desiguales. De ahí que política.
mente no pueda hablarse de "justicia" entre sujetos pertenecientes a diferentes clases en que,
según el estagirita, se divide la sociedad, ya que la justicia siempre reconoce como base la
igualdad.
Debemos recordar que para el ilustre discípulo de Platón la' libertad e igualdad. como
ingredientes de la justicia, deben acogerse por la ley positiva, que a su vez debe ser la expre-
sión de la razón que impida al gobernante actuar conforme a su arbitrio o despotismo. ~~':,
Pese a tan humanitarias ideas, sin embargo, Aristóteles no concibe ningún medio para
f
controlar los actos de los gobernantes distinto de la- razón, sustentada en la sabiduría, punto
éste en que sigue el pensamiento de su mae:~ (
a'
"
at
Rommen, op, cit., pág. 27.
En Roma, la situación del individuo y, por ende, de Su lii:>er\ad corno derecho exi-
gible y oponible al poder público, era parecida a la 'lu~ privaba en Grecia. Bien es
verdad que el ciois rom41JIIJ tenía. como elemento de su personalidad jurídica ~1
JlaluJ libertatis, pero esta libertad se refería a sus relaciones civiles y políticas, ya que,
repetimos, no se concebía corno un derecho intocable y reconocible por el orden jurí-
dico. El JlalUJ libertais, más bien se reputaba corno una cualidad "en oposición a la
condición del servas, o sea, como una facultad de actuar y comportarse por propia volun-
tad y determinación. Además, puede afirmarse que la libertad en el régimen romano
estaba reservada a cierta categoría de personas, como el paler-familiaJ, quien gozaba de
amplio poder sobre los miembros de su familia y sobre los esclavos.
En las relaciones de derecho privado, el ciudadano romano estaba plenamente ga.
rantizado como individuo, al grado que el Derecho Civil en Roma alcanzó tal perfec-
ción, que aun hoy en día constituye la base jurídica de gran parte de las legislaciones,
principalmente en los pueblos de extracción latina. Análogamente a lo que sucedía en
Grecia, el romano, el hamo liber, disfrutaba también del derecho de votar y ser votado,
de la facultad de intervenir en la. vida pública, integrando los órganos de autoridad y
teniendo injerencia en su funcionamiento. Por esto, en el Derecho Romano tanto la
libertad civil como la libertad política alcanzaron gran incremento, mas en el campo
de las relaciones entre el poder público y el ciudadano romano, no como depositado de
una cierta actividad política, sino como mero particular, como simple individuo, la liber-
tad humana como derecho público era desconocida.
En síntesis, la libertad del hombre como tal, conceptuada como un derecho público
individual inherente a la personalidad humana, oponible al Estado en sus diversas ma-
nifestaciones y derivaciones no existía en Roma, pues se disfrutaba como un hecho,
sin consagración jurídica alguna, respetable y respetada sólo en las relaciones de derecho
privado y como facultad de índole política.
La única garantía del pueblo frente a las arbitrariedades posibles de la autoridad,
radicaba en la acusación del funcionado cuando expiraba el término de su =go, lo
cual de ninguna manera implicaba un derecho público individual, pues éste es un obs-
táculo jurídico, cuyo titular es el individuo,· frente al poder público, el cual siempre
tiene que respetarlo, mientras que la mencionada acusación era el acto inicial de una es-
pecie de juicio de responsabilidad incoado en contra de la persona [isica que encarnaba
a la autoridad y nunca un dique a la actividad de ésta, la cual, en dicha hipótesis, se pre-
swnla ya desplegada. Además, el juicio de responsabilidad tiene como-finalidad esen-
cial sancionar al funcionario público y nunca implica una verdadera protección del go-
bernado frente al gobernante, como es la garantía individual.
propios de la persoña hüitiahít superiores ai crdénámiento estatal, el cual cárecjá d.e vaiid.ez en
cuánto vulnerare las noiIDas relatívás a. la. náturalesa del hombre:
Para el célebre órador romanó, el Derecho están fundado en la fiatüCiiieza ~el hombre y no
sóio se le eñC\1entlil en la ¡cripta, Jéx, sino ei'l Ja #iflti lex. De ahí que todo oCdetiamIentD jurí-
diro positivo que vi.liñehita esá "iey natural", 'afectando los "derechos;' que~ñfortneá ella
tieñe toda persona, serta a tódas luces injusto, de lo que concluye Clteroñ: "Si todo ~oque
ha _eldo instituido ~ virtud de una decisión de los pu~los. de decreto de los príncipes
úñ
y de una sentencia de los jueces, fuese el derecho, en tal caso el robó, el divorcio, los testa-
mentos falsos. con tal de que estén firmados serján derecho, desde el .rnoroéhtó eñ qué hablá
sid.o admitido por el tonsdltimientó y la decisión de la multitucÍ..;' 38 Agrega el Ilustre atador
y JUt1scijñSuito que "Ccmc uo hay nada que sea mejor que la razón, y COmo ésta existe cñ ti
hombre y eh la divinidad, hay entre ambos una primera sccleded fundada en la taz6n {prima
hominJ (11m deo ¡tiJionls societasl, Peco entre qulenes es común la fatultad rle la rezón, lo es
también la recta tazón, y corno ésta es ti ley; hemos de consideramos los hombres esccladcs
con los dioses por Ia ley (quae tlim Slt íex, Jege ,qiJoi¡ile consociatio bominés (11m di¡ pi#aiuii
lÑmiis)-. Mas,entre quienes hay comunidad de ley, hay también comunidad de derecho; t
aquéllos; eñ Iin, entre quienes estas cosas -e-ley y derecho- son ccmuñes, han de considerarse
cómO de la misma ciudad (civiJáíis eiusdem haherrdi slintr. 89
Miliath miliandis, Cicerón proclama una especie de ii¡uInaJuraJismoH al estimar que, sobre
el derecho positivo se encuentra el derecho apoyado en el análisis ñloséñco del hombre. "No es
del edicto del pretor, como lo piensa hoy la mayoría, ni de la Ley _de las XII Tablas; cerno
creían los antiguos, sino del ccrázón mismo de la filosofía de donde hay que extraer el conocí-
miento del derecho.. ,.f.O afirmaba.
Como es bien sabido, la historia romana comprende tres etapas; que son: la maná,..
'{uica o real, la republicana y la de los empertNloreJ. La organización política de Roma
en cada una de dichas etapas o petíodos era diversa y disimiles también las relaciones
entre los diferentes poderes en que se. desarroliaba l~ función O actividad del Estado.
En 1~ época monárquica (J real, el pueblo (populus), dividido en dos clases, los patricios
y los plebeyos, tenía cierta injerencia en la vida estatal , pues elegía a sus reyes, daba, su con"
sentimiento o externaba su disentimiento a las declaraciones de guerra o paz y decidía, en
algunos casos, sobre si las leyes deberían 'ponerse en vigor o dercgarse. Asü vez, el Senado
romano; que era el órgano aristocrático por excelencia" integrado por cien patricios; tenía en-
comendada la consulta sobre asuntos importantes de la administración pública) así como la facul-
tad de aprobar o desaprobar los proyectos de ley sobre la paz y la guerra, antes. de que éstos
se sometiesen a la consideración del pueblo. Las decisiones de los comicios (asambleas popula-
tes) deberían estar respaldadas por la aprobación del Senado, en cuyo caso, para que aquéllas
tuviesen fuerza ejecutiva y observancia. obligatoria, dicho euerpo colegiado expedía los respec-
tivos decretos, Ilamados senatus consultas. '
Como se ve, en la mencionada época la función legislativa era compartida por 'el rey, a
quien Incumbía la iniciativa de leyes, el senado y el pueblo; según los términos brevemente
apuntados. Al monarca correspondían los poderes ejecutivo y judicial, estando aquél controlado
en cierta forma por el senado en negocios administrativos de especial importancia. La función
judicial podía ser desempeñada por el rey en lo personal O por patricios que éste designaba,
pudiendo el pueblo intervenir en ella tratándose de casos penales. .,
Por tanto, en la primera etapa de la historia de Roma, existía un verdadera equilibrio entre
los principales órganos de' autoridad del Estado y por lo que concierne a las tres actividades
o poderes estatales. Tal equilibrio seconsolid6 durante la segunda época, o sea, la de la re-
públi(a. La función legislativa era ejercida por el pueblo, integrado por patricios, el senado
y los plebeyos. quienes ya no estaban excluidos del goce de derechos políticos. Las leyes eran
votadas por el pueblo y su iniciativa incumbía al senado; pero si afectaban o podían afectar a
la plebe, se sometían a la consideración de los llamados plebiscitos, esto es, a las asambleas
o conciliábulos plebeyos. El poder ejecutivo correspondía al senado, el cual designaba a di-
versos magistrados para que en su nombre lo desempeñasen, destacándose entre dichos funcio-
narios los dos eón/u/el, que en realidad sustituyeron a los antiguos reyes; y por lo que atañe
a la función judicial, ésta se ejercía por el pueblo, los plebeyos y el pretor, en sus respectivos
casos, cuyo tratamiento excederla del tema que abordamos..
Pese a esta opinión, hay autores. distinguidos romanistas. como MaJTIl y Mommsen, que
consideran a la intercessio como un medio protector del ciudadano frente al poder público.
El primero de dichos autores sostiene que: "Es verdad que en el origen la intercesión no era
apenas entre sus manos (de los tribunos) sino un alma defensiva a ~e(IO de proteger a 10J
pdrticu/areJ lI1climaJ de medidaJ arbitrarias, pero ellos (los tribunos) no tardarán en usarla
con la más grande latitud. oponiendo su veto a todo acto de un magistrado cualquiera, as¡
como también los del Senado, que les parecía contrarios a los intereses del pueblo, sin retro-
ceder ante la potencia de los cónsules, de los censores, del dictador. empleando por Igual contra
estos altos magistrados los medios de coerción más' violentos. la intercesión tribunicia, eonside-
rada como la salvaguarda de la liberlad romana, constituía. por 10 demás, tanto un deber como
un derecho, a tal punto que no era permitido a un tribuno pasar la noche fuera de Roma"·;4t
A su vez, Mommsen afirma que: "Sobre todo en la intercesión tribunicia. se ve bien marcada
la tendencia de prevenir por este medio los abusos de poder de los funcionarios públicos,
supuesto que al ciudadano oprimido o perjudicado por un mandato de los magistrados se le
concedía el derecho a reclamar (appelatio) auxilio (auxilium)." 42
En la época de los empnadores. el equilibrio entre los poderes del Estado romano desapa-
recló, para dar nacimiento a una verdadera autocracia. El emperador (caesar) 10 era todo y su
voluntad no tenía límites ni contrapesos, pues aunque el senado subsistió, fue relegado por
la hegcmonfa imperial a una posición de repugnante servilismo. Las leyes emanaban del césar
y no reflejaban sino las decisiones caprichosas del príncipe (qlJod pril1tipii placuif, legis habet
vigor",). La función judicial se concentró en las manos exclusivas del emperador, quien, en su
carácter de supremo magistrado, resolvía por sí mismo los casos de justicia o por conducto de
funcionarios (pretores) que él designaba y deponía a su arbitrio.
La. institución "de homine libero exhibendo" era un interdicto establecido por un edicto
del pretor, esto es, por una resolución que contenía las bases conforme a las cuales dicho fun-
cionario dictaba sus decisiones en los casos concretos que se sometían a su conocimiento, Ile-
nando así las lagunas u omisiones de la legislación, resoluciones que constituían una fuente
sui géneris del derecho. junto con la ley, la costumbre, etc. Los edictos de los pretores podían
ser perpetuos o temporales, es decir, o integraban normas generales que se aplicaban indistin-
tamente a los diversos casos que se fueren presentando, o solamente formaban reglas cuya
aplicabilidad tenía lugar respecto del negocio concreto que ocurría. la Lex Cornella atribuyó
a los edictos perpetuos cierta obligatoriedad en su observancia, aun por 10 que concernía a
los mismos funcionarios que los habían dictado, cuando menos por el término de un año,
al finalizar el cual el nuevo pretor podía modificarlos, debiendo conservar, sin embargo. una
gran parte dispositiva de los anteriores y los principios que en éstos se consagraban. De esta ma-
nera muchos edictos no fueron ya simples ordenanzas del funcionario público romano revestidas
de un carácter meramente transitorio, aplicable sólo a un caso particular (prout res incidil)
o a varios indistintamente que fueran surgiendo durante el término de un año (perpetuos),
sino verdaderos conjuntos dispositivos que con el tiempo fueron adquiriendo fuerza de derecho
consuetudinario, merced a la presencia constante de determinados principios que se transmi-
Han. obhgátoriamente .ii,e un edicto ji los sucesivos (edicla JraildiiJia).4iJ Desde luego, el
edicto en virtud del cual se estableció el interdicto "de homine libero exblbeado" era de carác-
ter perpetúo, de acuerdo C6.::i el comentario que sobre el particular hace U/piano, 'quien asienta:
"boc ínte,dícJum perpetuUin ejrJ.~ y 4.:1
·La acción que se derivaba del interdicto mencionado, que culminaba Con una. resolución
interina particiifar que uo pretendía decidir definitivamente la cuestión debatida, ya que, según
afirma Val!a.tta,u "se. protegía y amparaba la libertad del detenido desde luego ,Y se seguía
por cuerda 'separada el procedimiento criminal conforme a la Ley Favia", se daba 'a favor del
particular eilCUYO perjuicio .se. verificaba un acto, privativo de _$U libertad, _tdrllra el ¡rzdividuo
que lo e;ecuJaba, quien en esta. forma se constitulá ,en demandado. El objeto de dicha. acción
interdictal (permitiéndose la expresión), 'era la restitución provisional de la libertad al ofee-
dido, ordenade-por el pretor.
Ahora bien, la circunstancia subrayada, o sea la de que la acción derivada del in-
terdicto de bomine libero exbibendo se intentaba COntra actos de un particular, COlocado
juiiclicamei1teen la misma esfera que su titular, es suficiente por sí misma pata concluir
que la mencionada, institución romana no puede ser un antecedente de nuestro juicio
de amparo. En efecto, mientras que éste tiene como causa final de su existencia la pro-
tección de los derechos del hombre contra los ataques de que puedan ser objeto de
parte de las autoridades del Estado, en el interdicto aludido dicho factor no consiste
en tutelar los mencionados derechos que se vean amenazados y afectados por el poder
público, sino en 'evitar que una persona [lsic», un particular, pueda, sin sanción o res-
ponsabilidad alguna, privar de la libertad a un hombre libre, único titular en Roma de
la acción correspondiente.
Más "que un procedimiento para salvaguardar la libertad humana frente a las 'auto-
ridades del Estado, que es lo 'que caracteriza a un medio de 'control, como el amparo, es
el interdicto de bomme libero exbibendo una mera acción civil establecida por el pretor,
análoga a los demás interdictos que se dirigen también en contra de paniculares y que
no constituyen, por ende, diques u obstáculos a la actividad arbitraria o abusiva del
poder público." Esta sola diferencia entre el amparo y la mencionada institución romana,
basta para concluir, como ya dijimos, que el interdicto de homine libero exhibendo no
puede ser un precedente histórico del juicio de garantías, habiéndolo estimado asl
también don Emilio Rabasa, quien afirma, al referirse al antecedente del habeas corpus:
"Es muy probable que el edicto romano de bomine libero exbiaendo haya dado origen al
procedimiento de que se sirvió el habeas corpus; pero no al derecho de reclamarlo
ni a la autoridad del juez contra las órdenes del rey o sus agentes, que los romanos
desconocieron. El procedimiento romano sólo .se empleaba contra el secuestro de pero
sana hecho por particulareJ, pertenecía al Derecho Civil y- nada tiene que ver con la
institución de Derecho Público que estableció el pueblo inglés."·8
V. EoAD MEDIA
Cuando las ciudades libres en la Edad Media fueron desarrollándose, cuando los
intereses económicos de las mismas fueron adquiriendo importancia, los citadinos supie-
ron imponerse a la autoridad del señor feudal, exigiéndole salvoconductos o cartas de
seguridad, y en general el reconocimiento de ciertos derechos que integraron una legis-
lación especial (derecho cartulario}, Se croo en esta forma, durante este tercer período
medieval, o sea, el municipal, un régimen de legalidad que limitaba y sometía la
autoridad del señor feudal en beneficio de los habitantes de las ciudades. El incre-
mento económico y político que fueron paulatinamente adquiriendo las poblaciones
medievales, fue la causa de que los gobernantes respetaran los compromisos que habían
contraído COn sus moradores) mas la posibilidad de su contravención y sus violaciones
mismas no tuvieron ninguna sanción jurídica en favor de los afectados. Por este motivo
no es posible encontrar en esta época un precedente histórico del juicio de amparo, no
obstante la implantación de un régimen de legalidad.
Tal era la situación que guardaba el individuo a título de gobernado frente al Es-
tado y a los detentadores del poder público. Como corriente moral y humanitaria, a
principios de la Edad Media y ál finalizar la época antigua, el Cristianismo pretendió
suavizar las ásperas condiciones de desigualdad que prevalecían en el mundo pagano.
Declaraba que los hombres eran iguales al menos ante Dios; que todos estaban regidos
por una ley universal basada en los principias de piedad y caridad. Aun cuando Cristo
concretó su doctrina al terreno religioso propiamente dicho, esto es, a las relaciones en-
tre el Creador y las criaturas, su insuperable e insuperada tesis moral insinuó a los
gobernantes un trato humanitario hacia ~ gobernados, propugnando que la actuación
pública de aquéllos se ajustase a las normas de la justicia universal. Partiendo de la
idea incontrovertible de que todo hombre es igual a sus semejantes, y considerando
a todos los sujetos humanos hijos de Dios, independientemente de su condición social o
religiosa, de la doctrina de Jesús se desprende la tolerancia de credos, siempre y cuando
los diversos profesantes los sustentasen de buena fe. El Cristianismo, por consiguiente,
dulcificó y trató de atenuar el despotismo que se observaba por los gobernantes respecto
de los gobernados. Sin embargo, cuando Constantino declaró como religión oficial del
Estado la doctrina cristiana, las peculiaridades de ésta, en cuanto a sus preceptos fun-
damentales, fueron subvertidas y hasta contradichas por las ideas que se adoptaron por
la Iglesia. Esta asumió una actitud de intolerancia respecto de los demás credos reli-
giosos} dogmatizando el Cristianismo e imponiendo una serie de prácticas culturales,
cuya inobservancia se sancionaba con el anatema de la perdici6n eterna. Estas amena-
zas Con que la Iglesia acostumbraba revestir sus prédicas, constituyen la negación evidente
del principio de tolerancia que permanece imbíbito en el espíritu del auténtico y genuino
Cristianismo emanado de los inmaculados labios del Divino Maestro. Esta situaci6n
de intolerancia, que hacía nugatoria la libertad humana, cuando menos en el aspecto
religioso, perdura en los Estados católicos europeos a través de la época medieval
hasta la Revolución Francesa, en cuya Declaración de 1789 se instituyó la profesión
de cualquier credo religioso como un derecho inherente e inalienable de la persona
humana, intocable por el orden jurídico estatal y por el poder público.
La situación real, positiva, que guardaba el individuo como gobernado en la Edad
Media que se traducía en una plena supeditación de la persona al poder público,
pese al derecho cartulario de las ciudades libres alemanas e italianas, no excluyó la
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO' 51
Para tan egregio filósofo, en efecto. sobre toda ley humana positiva se encuentra la ley
natural, la cual concede una especie de valor formal a la primera. Afirma que Omnis lex hu·
menitus posiJa in lal1ltlm habel de ranone legis, in qtl411ttlm a /ege nattlrali derivater. Si vero
in aJíqúo a lege naJtlraJi diubrdel, Mm non erit lex, sed I/egis COfTtlptio.4.9
Por otra parte, es muy importante enfatizar que en el pensamiento jus-filosófico de la
Edad Media el derecho natural era superior al derecho positivo y a él no sólo estaban some-
tidos los gobernantes temporales sino también el Sumo Pontífice. Contra lo que vulgar e
ignorantemente se supone, la Edad Media, especialmente durante los' últimos siglos inme-
diatos anteriores al Renacimiento, fue una etapa en la historia de la humanidad en qu~ la
justicia, la "ley natural", y el "derecho de gentes", .constitulen los valores supremos que
debían condicionar a toda norma jurídica escrita y consuetudinaria. Seña tema' para toda
una obra de investigación aludir, comentar y analizar las ideas juddicas, filosóficas y políticas
de los más grandes exponentes del pensamiento medieval, entre ellos, destacadamente, el
Doctor Angélico, quien sostiene que toda ley humana debe ir dirigida hacia la preservación
del bien común y que, en el supuesto contrario, los' súbditos tienen el "derecho natural" de
desacatar cualquier mandamiento del soberano que no propenda. a la anterior finalidad, pu-
diendo, incluso, derrccarlo.ec
VI. EsPAÑA
4.9 "Toda ley humana positiva tiene razón de ley, en cuanto deriva de la ley natural;' si de
algún modo no concuerda con la ley natural, no será ley. sino corrupción de la ley." (Sum. Theol.
la. Ilae. q- 95. arto 2. Citada por Gómez Robledo en su magnifica obra "ya Invocada.a-Pég. 122.)
50 Séanos permitido reproducir las palabras de Gierke sobre los 'anteriores comentarios,
transcribiéndolas de la importante obra de investigación realizada por el distinguido jurisfi1ósofo
mexicano Antonio Gómez Robledo. "En contraposición al derecho positivo, el derecho natural
era, en la opinión unánime de la Edad Media, anterior, exterior y superior al Estado. En sentido
objetivo, y por mucho que en lo demás se disintiera en cuanto a sus fuentes y fundamentos, el
derecho natural fue concebido invariablemente, de una parte como irradiación de un principio
trascendente al Estado, y de la otra como verdadero y perfecto derecho vinculatorio ..'. De acuerdo
con esta concepción, las normas del derecho natural estaban fuera del .arbitric aun de los más
altos poderes terrestres, sobre el papa y el emperador, sobre el gobernante y el pueblo soberano,
sobre el conjunto, en fin, de los mortales; y no podían transgredir sus límites ninguna ley o aeta
de gobierno. ni el plebiscito popular ni la costumbre; y todo aquello que estuviera en conrradic-
ción con los principios eternos e inmutables del derecho natural, era perfectamente nulo y no
podía obligar a nadie" (op. cit. p. 272). (Medil(#ión sobre la /lIstkia, pág. 125.)
52 EL JUICIO DE AMPARO
61 C6digQS Bspagoles. Introducción al tomo I por D. joaquln, Francisco Pacheco, 1847. Para
mayor Iaformación sobre estos tópicos, consúltese la obra de don Ramón Corñnea y Andrade, deno-
minada "Década Legal", publicada en el año de 1786 (Imprenta ReaJ.-Madrid).
6i Op. tit: Introducción al tomo 1, pág. XXIX. Los citados "concilios" fueron desde sus
albores reuniones de eclesiásticos de diferentes jerarquías e categorías, '1ue se celebraban en diver-
sas ciudades españolas, siendo las más connotadas por dicho motivo as de Sevilla, Zaragoza y
Toledo. Los asuntos que en tales reuniones se trataban eran primeramente de carácter religioso,
pero más tarde se abOrdaban y. resolvían cuestiones de tipo político y jurídico laico; y prueba
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO
Fuero Juzgo regula los "juicios y causas", ordenándose en los demás, cuestiones de dere-
cho civil (casamientos, filiación, contratos, patronazgos y clientela), de derecho pena!
(delitos diversos, penas, tormentos, etc.), y de dececho rural y militar (división de tierras
entre godos y romanos, arrendamiento de tierras, peculio de los siervos, divisi6n de
heredades, servicio militar obligatorio y penas por eludirlo O por encubrir su evasión).58
Otro muy importante estatuto que integraba el derecho escrito español era el Fuero
V ie;o de Castilla, el cual, como ordenamiento compilador de diversos fueros y dispo-
siciones anteriores, fue publicado en 1356, componiéndose de cinco libros. El primero
de éstos trata de cuestiones de derecho público, tales como las relativas a losderechos
y deberes. de los fijosdalgo de Castilla, a las cosas que pertenecen al señorío del rey, a
la facultad real para desterrar a los nobles y a los derechos de los desterrados, a los
quebrantamientos de las heredades de los fijosdalgo. En el segundo se regulan tópicos
de derecho penal; en el tercero, los procedimientos judiciales en el orden civil, y en el
cuarto y quinto, instituciones de derecho civil.
En cuanto a las Leyes de Estilo, también conocidas con el nombre de Declttradón
de las Leyes del Fuero, no constituyeron una legislación propiamente dicha, sino un
conjunto de reglas establecidas por los tribunales a manera de jurisprudencia que vinie-
ron a definir y aclarar, mediante la interpretación adecuada, disposiciones contenidas en
diversos ordenamientos anteriores sobre diferentes materias jurídicas.
Una de las legislaciones que en forma singularmente marcada contribuyó a la unidad
del derecho español y antecedente inmediato de las famosas Siete Partidas del rey
don Alfonso X, el Sabio, fue el Fuero Real de España debido a! "noble rey" don Al·
fonso IX. Este Fuero se compone de cuatro libros en los que se norman diferentes
cuestiones de derecho, principalmente en el civil y en el penal.
Por otra parte, el Ordenamiento de Alcalá expedido por don Alfonso XI en el
año de 1348 en ~calá de Henares, en los treinta y dos títulos que comprende, regula,
como los otros cuerpos legales, diferentes cuestiones atañederas a diversas ramas jurí-
dicas, principalmente en lo que concierne al Derecho civil, penal y procesal.
lH Por no corresponder al tema del presente libro, no está en nuestro ánimo formular UDa
crítica exhaustiva de las Siete Partidas, pues la labor correspondiente incumbe a los historiadores
del Derecho Universal, sin que dejemos de recomendar el importante estudio que sobre dicho
ordenamiento ha elaborado el 'ilustre jurisconsulto español don Pedro G6mez de la, Serna, y que
se contiene a guisa de introducción en el tomo 11 de la compilación llamada C6digos Españoles;
edición 1849.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO ss
persas contenidas en los antiguos códigos, como el Fuero Real, las Leyes de Estilo y el
Ordenamiento de Alcalá, formulada por el jurisconsulto Alfonso Día> de Montalvo y
que en realidad no formó parte del Derecho Positivo Español por no haber obtenido
la sanción real.
En el año de 1SOS el Rey don Fernando el Católico, después del fallecimiento
de su consorte la Reina Isabel, ordenó la publicación de las llamadas Ley" de Toro,
denominadas así porque se expidieron por las Cortes celebradas en la Villa de ese
nombre. Sin embargo, no se logró la unificación de la legislación española, habién-
dose urgido en el año de 1523 al Emperador Carlos V para que procediese a la expedi-
ción de un ordenamiento que se aplicase indistintamente en todo el reino y que con-
cluyese la anarquía que en el orden legal existía. Años más tarde, y después de reiteradas
reclamaciones formuladas por las Cortes, se nombró a varios jurisconsultos para que
emprendiesen la tarea unificadora mediante la expedición de un ordenamiento que vi-
niese a resumir los múltiples y variados cuerpos legales dispersos, y fue así como en el
año de 1567, bajo el reinado de Felipe 11, se publicó un importante código que se
conoce con el nombre de Recopiladon de las Leyes de España, dividido en nueve
libros. Dicha Recopilación, según 10 afirma Díaz y Mendoza.w era incongruente, con-
tradictoria y poco práctica, pues su aplicación en la realidad ofrecía muchas dificulta-
des. Fue preciso que la autoridad real, a través de las consultas despachadas por su
Consejo, aclarase múltiples dudas y limase muchos inconvenientes que la mencionada
Recopilación presentaba al ser aplicada en la práctica; y el conjunto de todas esas con-
sultas, a las que se dio el nombre de Amos Acordados, propiamente constituyó una
especie de jurisprudencia explicativa de diferentes disposiciones contenidas en el citado
código.
Esta situación subsistió en España hasta 1805 en que fue promulgado el ordenamiento
denominado Novísima Recopilacián de Ley" de España bajo el reinado de Carlos IV,
implicando una regulación minuciosa y detallada de diferentes materias jurídicas, por
lo que no se la puede considerar exclusivamente como un código procesal, ni civil, ni
penal, ni de comercio, sino que "es todo ello a la vez".~
En efecto, el ordenamiento a que acabamos de aludir, a través de sus cinco tomos
o partes, trata sobre la Santa Iglesia y sus derechos (Tomo Primero); sobre el Rey y
su casa y corte, su jurisdicción por conducto del Supremo Consejo de Castilla, Chan-
cillerías y Audiencias (Tomo Segundo); sobre los vasallos y los pueblos (Tomo
Tercero); sobre las Ciencias, Artes y Oficios, comercio, moneda y minas (Tomo Cuar-
to); y sobre contratos, obliga...:iones, testamentos, herencias, juicios civiles, delitos y
juicios criminales (Tomo Quinto).
la somera reseña que acerca de los principales ordenamientos que integraron el
derecho positivo español hemos brevemente delineado, nos conduce a la conclusión
de que en éste, hasta antes de la Constitución de Cádiz de marzo de 1812, no se
consagraron, a título de derechos subjetivos públicos, las fundamentales potestades liber-
tarias del gobernado frente al poder público radicado en la persona del rey y emanado
de su autoridad. En otras palabras, si el súbdito carecia de un verdadero derecho opo-
nible a la actividad de las autoridades y si éstas, por tanto, no tenían a su cargo obliga-
cienes propiamente jurídicas en favor -de los gobernados que les haya impuesto ninguno
de los estatutos sucintamente comentados, es lógico inferir que en los diferentes reinos
que en el decurso del íiempo formaron el Estado español, no descubrimos antecedentes
o -preeedentes históricos de nuestras garantías individuales.
Sin embargo, no debe creerse que, por no haberse consagrado derechos individuales
públicos en beneficio del gobernado en los distintos ordenamientos que hemos men-
cionado, el poder del monarca debiese ser tiránico o despótico, pues, según afirmamos
anteriormente, a pesar de que en ellos se registra la institución de un régimen absoluto,
el derecho natural, concebido con un contenido ideológico cristiano, no dejaba de ser la
norma suprema que regla la actuación real. Tan es así, que en la Ley 31 del Título 18
de la Tercera Partida de don Alfonso el Sabio se disponía que "Contra derecho natural
non debe valer privillejo, nin carta de Emperador, rey nin otro señor. E si la diere non
debe valer", además de que, como se decía en el Fuero Juzgo, sólo legitimaba al mo-
narca su conducta conforme a derecho.
Pero independientemente de los códigos que hemos reseñado, el derecho positi-
vo español se localizaba en múltiples [ueros o estatutos particulares que en los dis-
tintos reinos de la península ibérica y en diferentes épocas expedían los reyes, tanto
en favor de los nobles o "fijosdalgo" (flleros nobiliarios} como en beneficio de los
moradores de las villas o ciudades (flleroI mllnicipales). El otorgamiento de estos
últimos obedecía a diversos motivos, bien de carácter militar o bien de índole políti-
ca, pues para recompensar las hazañas de los habitantes citadínos en las campañas de
reconquista contra los moros principalmente, o para menguar el poderío que los señores
feudales ejercían sobre los pobladores de sus dominios, el rey concedía a unos o a
otros determinados privilegiosque solemnemente juraba cumplir y hacer cumplir. En-
tre -otras prerrogativas, en el derecho foral se descubren las que atañían a la seguridad
personal de los villanos o ciudadanos frente a posibles desmanes de los poderes, así
como a cierta especie de autonomía gubernativa de la comunidad municipal." La tutela
de los fueros, por otra parte, estaba encomendada a un alto funcionario judicial, deno-
minado [ustici« Mayor, tanto en Castilla como en Aragón especialmente, quien debía
velar por su observancia en favor de las personas que denunciasen alguna contravención
a las disposiciones forales.
Parece que la institución .del /urlida Mayqr de A,agón data del siglo XII, mencionando
los historiadores como primer funcionario con tan importante investidura a don Pedro Jiménez:.
quien murió en el año de 1123. La finalidad funciona! del Jwtid. Mayor, que implicó al
mismo tiempo la causa de su creaciéo, se precisó en el famoso Parlo de Sobrarbe, en cuyo
punto V se disponía: Para que nllesJras JiberJades no padeuan deJrimenJo ni daño, habrá:
¡un medio sobre el Rey y lUJ sébditos, olZ quien Jea licito apelar el que redbiere agravio, o
de 10J que resibiese la República o sus leyeJ, para Sil remedio. 58
57 La vigencia y observancia de los diversos fueros se ratificaron por las LeyeJ de Toro, ex-
pedidas en el año de 1S0S por Feroando el Católico. Así, ea la primera de dichas Leyes se dispuso
que "... mandamos que se guarden las leyes de los fueros ensí del fuero de las leyes como las
de los fueros municipales que cada Ciudad, Villa o Lugar tuviere en lo que son. o fueren usadas
o guardadas- en los dichos lugares.. :J. Sin embargo, dicho monarca se reservó la potestad de
modificar O enmendar los fueros mediante ordenamientos y pragmáticas que él y sus sucesores
expidiesen, fundándose en la concepción dominante de la época de que "al Rey pertenece y ha
poder de hacer fueros y leyes; y de las interpretar y declarar, y enmendar donde viere que
cumple". .
68 Cita del Lic. Manuel Cervantes en su conferencia intitulada "Nuestro Derecho Mexi(attr.l',
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUIOO DE AMPARO 57
"El Justicia fue siempre el amparo y defensa contra toda violencia y fuerza, dice Zurita.
para que se fuese a la mano a los que quisiesen quebrantar sus libertades y fueros y fue DO
sólo recurso de los súbditos pero muchas veces se valieron dél los reyes contra sus ricos
hombres, y en el augnmento del Reyno fue amparo y principal defensa para que los reyes y
sus ministros no procediesen contra lo que disponían sus fueros y leyes y contra lo Que les era
permitido por sus privilegios y costumbres..... 119
En términos parecidos se expresan destacados historiadores del Derecho Español, tales
como La Ripa, lópez de Haro, Morato y oeeos.ec
Asi. López de Haro asevera que: ..... si el Rey violaba un derecho. es decir, si atacaba
en alguien una de las libertades del Reino, el justicia lo atajaba en el correspondiente presidio
foral. que es, como ahora diríamos respecto al poder ejecutivo. en pleito contencioso que
anulase una disposición ministerial dada contra Iey; y si el Rey ordenaba con carácter general
algo contra fuero. el Justicia podía inhibir el contrafuero, dejando sin efecto la disposición
de la realeza, a la manera que en los Estados Unidos la Corte Suprema declara la inccnstitu-
cionalidad de las leyes". Por su parte. el distinguido jurista mexicano Alfonso Nonega C.
formula un justificado paaeglrico del Justicia Mayor afirmando que "En su calidad de
máximo representante del Poder Judicial en Arag6n, podía el Justicia avocar toda clase de
expedientes y de procesos, independientemente del estado en que se hallase su tramitación,
para examinar si ésta se ajustaba con lo preceptuado en los fueros y leyes, siendo precisa-
mente en sus amplias atribuciones jurídicas donde mejor se apreciaba el carácter cuasi soberano
del Justiciazgo, que por propia autoridad y sin que ni las Cortes ni el Rey pudieran impe-
dirlo. podía castigar el incumplimiento de sus mandatos, convocar y reunir las fuerzas del
reino, ser en suma firme sostén de los fueros y constituciones del mismo. que en materia de
procedimiento jurídico tenía su expresión en los cuatro procesos forales de firma, aprehensión,
inventario y manifestación de las personas. al resolver los cuales el Justicia amparaba a los
peticionarios, puesto que tal era la palabra que se usaba en las resoluciones y cuya tramita-
ción era una de las preeminencias del Justicia de Aragón y de sus Oficiales, sin que la
autoridad de la Corona pudiera inmiscuirse. ya que en la realidad. el pensamiento directriz
que presidió en la institución de los referidos procesos forales fue la defensa de los derechos
individuales frente a los abusos y extorsiones del Poder. ya estuviese éste encamado por los
jueces ordinarios. ya, lo representase la potestad señorial." 01 .
Uno de los fueros que más significación tiene para la antecedencia hispánica. de
algunas de nuestras garantías individuales, es sin duda el llamado Privilegio General
que en el reino de Aragón expidió don Pedro III en el año de 1348, estatuto que ya
consagraba derechos fundamentales en favor del gobernado oponibles a las arbitrarie-
dades del poder público en lo que concierne a la libertad personal. Las garantías de
seguridad jurídica que dicho fuero general contenía en beneficio de dicha libertad,
se hacían respetar a través de distintos medios procesales que él mismo instituía y Jos
cuales se conocen con el nombre de "procesos forales", constituyendo algunos de ellos
verdaderos antecedentes o precedentes hispánicos de nuestro juicio de amparo.
En efecto, el "Privilegio General" que, como acabamos de decir, establecía ciertas
prerrogativas de los súbditos frente a la autoridad del rey o de sus órganos delegados,
independientemente de la condición particular de aquéllos (por eso se le denominó
"general"), fue un verdadero fuero en el sentido que tenía este concepto en la Edad
Media, es decir, el otorgamiento o concesión de derechos hecha por el gobernante en
favor de sus gobernados, o como afirma Escriche.es "Los fueros eran las cartas de
privilegios, o instrumentos de exenciones de gabelas, concesiones de gracia, mercedes,
franquezas y libertades, r, ". Así, pues, en el reino de Aragón encontramos ya un
ruerpo dispositivo o fuero que consignaba ciertos derechos para el individuo frente
a la autoridad, teniendo éstos una análoga concepción a la de las garantías individuales:
limitación del poder público en favor del gobernado.
sin ser oída y vencida en juicio. De modo que así cama nuestras instituciones de libertad
provisional, fianzas y embargos preventivos, se dan de forma que garanticen, en su día, la
ejecución de lo juzgado, en los procesos forales se atendía con preferencia evitar el vejamen
en la persona y en los bienes. Por eso, aunque sin hacer el distingo precedente, el cronista
Blancas y el jurisconsulto Franco de ViIlalba, con gran acierto, vienen, en sin tesis, a. decir
que la firma ¡u,is era medio foral para preservar de infracción los fueros y evitar los COntra-
fueros, liberando de toda violencia al oprimido al moderar, conforme a derecho, los injustos
arrebatos, 10 mismo de los Reyes y sus jueces, que de los regnícolas con potestad, pero bajo
la promesa legal de estar a derecho". o.
En términos semejantes se expresa Vícto, Fairén Guillén al sostener que la ;urisfirma
"era una orden de inhibición que se obtenía de la Corte de Justicia, basándose en justas
excepciones -alegaciones defensivas in genere y con prestación de fianza que asegurase la
asistencia al juicio, y el cumplimiento de las sentencias-e- el ;udi~ate solvendo -c-otorgándose,
en general. contra jueces, oficiales y aun particulares a fin de que no perturbasen a las personas
y a los bienes contrafuero y derecho; existiendo tanto en materia civil como criminal (como
politice, hay que añadir):' 65
Nosotros no creemos que los cuatro procesos mencionados eran pura y típica-
mente un medio de proteger y hacer efectivos los derechos consignados en el fuero
del "Privilegio General", pues el de la aprehensión y el del inventario propiamente
eran medidas de aseguramiento en juicio civil, como claramente se infiere de la
siguiente idea ya transcrita: "ínterin se ventilaba el derecho entre las partes". En
cambio, por lo que concierne a los dos primeros, es decir, al de la manifestación de las
personas y al de jltrúfirma, estos procesos sí constituyen verdaderos medios de protec-
ción o preservación de los derechos estatuidos en el "Privilegio General", puesto que
el primero de ellos tutelaba la libertad personal contra actos de autoridades, como fácil-
mente se infiere de la transcripción hecha, y el segundo porque constituye un verda-
dero control de la legalidad de los actos de los tribunales inferiores. En esta virtud,
puede decirse que estos dos procesos implican un antecedente histórico del juicio de
amparo, ya que su analogía es notoria, cuando menos por ]0 que atañe a sus caracte-
rísticas extrínsecas y objetivas: ser un medio de control de los derechos. públicos
individuales frente a los actos de las autoridades.
acto O proceso eran desaforados, no se devolvía al preso, sino que se le ponía en Jibertad".67
Como puede fácilmente observarse de las anteriores semblanzas, la similitud entre dicho pro-
ceso aragonés y .el juicio de amparo en 10 que respecta a la tutela de la persona humana
y de su libertad, es incuestionable.
"El Justicia de Aragón. dice Escrirhe, era el magistrado supremo d~ aquel reino (el de
Aragón), que COn el consejo de cinco lugartenientes togados hacía justicia entre el rey y los
súbditos y entre Jos eclesiásticos y seculares. "Hacia en nombre del rey sus provisiones e
inhibiciones, cuidaba de que se observaran los [ueros y quitaba las [uerzas", Al respecto,
el doctor Juan Francisco La Ripa, en su obra intitulada "Segunda Ilustración a los Quatro
procesos forales de Aragón", producida en el año de 1772. se expresaba: "Quando los
aragoneses se eligieron en rey. le dieron ya las leyes baxo las cuales les había de gobernar:
y por si sucediese venir contra ellas. de forma que resultasen agravios a sus vasallos, o para
cuando entre éstos se originaren algunas discordias, eligieron un Juez medio entre ellos, y
su rey, a quien después distinguieron con el nombre de Justicia de Aragón para que oyese
las quexas de los que se decían oprimidos por la transgresión de sus leyes, y quitar las
violencias que se les irrogasen contra sus derechos." 88
Sin embargo, una. vez que España realizó su unidad política, el poder del rey se orientó
hacia el absolutismo, que culminó con marcada prepotencia en los reinados de Carlos V (1 de
España) y Felipe JI, con cuya muerte comienza la decadencia del pueblo español, que durante
poco menos de tres siglos vivió al margen de la evolución ideológica que se experimentaba
en otros países, sustrayéndose la Madre Patria al influjo de las nuevas ideas filosóficas y
políticas, hecho éste que de manera primordial se debió a la acción inquisitorial sobre la exrer-
nación del pensamiento humano, tratando de controlarla a pretexto de la defensa de la fe
católica.
VII. INGLATERRA
ridad real que no podía traspasarlo sin provocar rebeldía y hostilidad". En conclusión,
podemos decir que en Inglaterra- existía, a virtud del (aroman law, una supremacía
consuetudinaria respecto del poder del monarca y en general de cualquiera autoridad
inferior, cuyo contenido eran la seguridad personal r la propiedad.
Sin embargo, la costumbre jurídica, el common law, en varias ocasiones se vieron
contravenidos por el rey. quien confiado en su autoridad, se creyó lo. suficientemente
poderoso para sustraerse a sus imperativos. La resistencia real a los mandatos del de-
recho consuetudinario y la consiguiente oposición a las resoluciones judiciales, provo-
caron en Inglaterra no pocas conmociones, que sirvieron para que el pueblo obtuviera
nuevos triunfos sobre el monarca, consolidando así sus conquistas libertarias mediante
"bills" o "cartas", que eran documentos públicos obtenidos del rey, en los que se
hacia constar los derechos fundamentales del individuo.
Así, a principios del siglo XIII los barones ingleses obligaron al rey Juan Sin Tierra
a firmar el documento político base de los derechos y libertades en Inglaterra y origen
de varias garantías constitucionales de diversos países, principalmente en América,
Nos referimos a la famosa Magna Charla, "en cuyos setenta y nueve capítulos hay una
abundante enumeraci6n de garantías prometidas a la Iglesia, a los barones, a los
'freemen' y a la comunidad, todos con el valor jurídico para el presente que corres-
ponde a fórmulas que se han transmutado en las libertades modernas; pero de las
cuales algunas sólo han modificado las palabras y viven en los principios de las cons-
tiruciones actuales",">
El precepto más importante de la Charra Magna inglesa es el marcado con el nú-
mero 46, que constituye un antecedente evidente de nuestros artículos 14 y 16 consti-
tucionales y del artículo 59 de las reformas y adiciones a la Constitución americana.
Dicho artículo estaba redactado en latín y decía textualmente: "Nullus liber homo
capiatur vel imprisionetur, aut disseisietur . ,. de libertatibus ve! de liberis consuetidíní-
bus suis, aut ultragetur aut aliquo modo destruatur; nec super eum ibimus, nec super
eum rnittemus, nisi per lega1em judicium parium suorum vel legem terrae. Nulli ven-
dernus, nulli negabimus aut differemus rectum aut justitiarn.' En síntesis, esta dispo-
sición contenía una verdadera garantía de legalidad, pues establecía que ningún hombre
libre podía ser arrestado, expulsado, o privado'de sus propiedades, sino mediante juicio
de sus pares y por la ley de la tierra. En efecto, el concepto de "ley de la tierra"
equivalía al conjunto dispositivo consuetudinario imperante en Inglaterra, es decir, el
common laur, que, como ya dijimos, estaba fundamentado en una tendencia jurídica
de protección a la libertad y a la propiedad. La expresión, pues, de que ningún hombre
libre podría ser privado de su libertad y propiedades, sino de acuerdo con la ley de la
tierra implicaba una garantía de legalidad en el sentido de que dicha privación sólo
podría efectuarse mediante una causa jurídica suficiente permitida por el derecho consue-
tudinario. Pero, además, la Charta Magna requería que la afectación a los derechos de
libertad y propiedad individuales se realizara no sólo de conformidad Con la lex terree,
sino mediante juicio de los pares. Con esta idea, no sólo se otorgaba al hombre la
garantía de audiencia por la que pudiera ser oído en defensa, sino que se aseguraba
también la legitimidad del tribunal que había de encargarse del proceso, pues se esta-
bleció que no cualquier cuerpo judicial podría tener tal incumbencia, sino precisamente
los pares del interesado, es decir, órganos jurisdiccionales instalados con anterioridad
al hecho de que se tratase. Fue así como el artículo 46 de la Magna Charra ínglesa re-
conoció al hombre libre, el "[reeman", la garantía de legalidad, de audiencia y de legi-
timidad de los funcionarios o cuerpos judiciales, constituyendo un claro antecedente
de nuestros artículos 14 y 16, en especial del primero, cuyo segundo párrafo expresa más
pormenorizadamente las garantías insertas en el precepto anglosajón, que inspiró asi-
mismo la enmienda quinta a la Constitución americana, la que englobó los términos
legales de las mencionadas garantías en la expresión "debido proceso legal" --Jt¡e
process 01 /aw-, cuya generalidad, amplitud y vaguedad hacen a dicha disposición
inferior a la norma correspondiente de nuestro artículo 14 constitucional.
Con el tiempo, la autoridad del monarca inglés fue decreciendo, porque, en pri-
mer lugar, el parlamento ya se había formado.t- y en segundo término, porque este
organismo fue absorbiendo paulatinamente la potestad legislativa real, mediante pro-
posiciones de ley que formulaba. Fue así como el parlamento impuso al rey otro
estatuto legal que vino a consolidar y corroborar las garantías estipuladas en la Charta
Magna: la Petitlon of Rigbts, expedida.por Carlos 1.
Por otra parte, el wril of haheas corpus, que "era el procedimiento consuetudinario
que permitía someter a los jueces el examen de las órdenes de aprehensión ejecutada
y la calificación de la legalidad de sus causas",.. fue elevado a la categoría de ley en 'el
año de 1679, en virtud de un suceso ocurrido: Hampden y otros fueron reducidos a
prisión por expresa orden del rey, pues se habían mostrado reacios a; pagar un prés-
tamo forzoso que el parlamento no había decretado, acudiendo al mencionado recurso
en defensa de su libertad; se estimó que la orden real era la causa legal suficiente
para determinar la aprehensión de que se quejaban y entonces el parlamento hizo una
declaratoria en la que asentaba que "el writ of habeas corpus no puede' ser negado,
sino que ,debe ser concedido a todo hombre que sea arrestado o detenido en prisión
o de otra manera atacado en su libertad personal, por orden del rey, de su consejo
privado o de cualquier otra autoridad". 'C' '.
Podemos decir que, a diferencia de la Charla Magna y demás estatutos legales
que se fueron expidiendo en Inglaterra, que contienen meros derechosc·derlarados; el
writ of habeas corpus implica ya un derecho garantizado, puesto que no se 'concreta a
enunciar las garantías individuales, sino que se traduce en un procedimiento para
hacerlas efectivas, en relación con la libertad personal, contra las autoridades que la
vulneren. Por consiguiente, si hemos estimado que los distintos cuerpos legales ingle-
ses, relativos al reconocimiento y consagración de los derechos del hombre,' son un.·
antecedente histórico de nuestras principales garantí.;s individuales, corno derechos
simplemente declarados, hemos también de concluir que el habeas corpus es ya .un
precedente directo del juicio de amparo, pues ambos son medíos jurídicos de tutela,
es decir, se revelan en derechos garantizados o de garantía. Es en el habeas corpus,
pues, donde en realidad descubrimos el antecedente inglés de nuestra institución de
amparo en cuanto al mencionado bien jurídico, como sistema de ·garantía en el estricto
sentido de la palabra, y no en los diversos estatutos legales ya citados que contienen
meros derechos declarados, como dijimos.
13 Sobre el origen de este organismo véase nuestra obra Devecbo Constitucional Mexicano!
páginas 591 y siguientes (Edición 1973).
'T4 Rebasa: El Juicio Constinuíonal.
66 EL JUICO DE AMPARO,
El w,;/ of habeaJ COrpUS tenia como objeto proteger la libertad personal contra
toda detención y prisión arbitraria, independientemente de la categoría de la auto-
ridad que las hubiera ordenado, teniendo sin embargo, su ejercicio las siguientes limi-
taciones: no era procedente en los casos de felonía y traición, cuando estos delitos
estaban expresados en la orden de prisión.
El wril of habeaJ COf'PUS existió como recurso consuetudinario con mucha anteriori-
dad a la ley de 1679, creado por el common law y definido por la jurisprudencia de los
tribunales ingleses durante largo tiempo. El wril of habeaJ corpus, decía Lord Bir-
kenhead, "es un recurso anterior a todo estatuto, que prolonga sus raíces muy atrás en el
genio de nuestro eommon law. Es de una antigüedad inmemorial, 11I! precedente que
se encuentra en el año trigesimotercero del reinado de Eduardo 1"." Con antelación a
dicho recurso, el derecho COmún inglés desde la Edad Media estableció 'Ciertos medios
para proteger la libertad personal y que cayeron en desuso con el advenimiento del ba-
beas corpus. Así, existía el wril de Odio el Aria, que tenía como finalidad restituir la
libertad a una persona que hubiese sido encarcelada "por odio 'o falacia", así como
, el eorit de homine repigliando, que se remontaba al siglo X1lI, y que tenía como objeto
~onstreñir a un "sheriff" a poner libre provisionalmente a un sujeto. TO
Según hemos dicho, el writ de habeas corpus propendía y propende a tutelar la
libertad personal contra todo acto arbitrario que la afecte. Sin embargo, no sólo se
ostenta como un "recurso de derecho público". es decir, no únicamente procede frente
a la actuación del poder público, sino que también presenta la naturaleza de un re-
curso de "derecho civil", para proteger la libertad personal de la mujer casada frente
al marido y de los menores frente a los que ejercen la patria potestad."
Aunque la competencia para librar un wril (orden, mandamiento), de habeas COr-
pus corresponde, según la ley de 1679, a lodo [ue: de Su Majeslad, disposiciones
legales posteriores han considerado al tribunal llamado King' s Bentb Como 5'to para
expedirlo. La demanda respectiva debe basarse en un "motivo razonable" y acompa-
ñarse de pruebas suficientes (af/idavils) para obtener el libramiento de la orden.ts
Dentro de la institución de habeas corpus existía un elemento análogo al informe
justificado que rinden las autoridades responsables en nuestro juicio de amparo. Alu·
dimos al llamado "return"; que la jurisprudencia inglesa lo define de esta manera: "el
return es el informe o ~espuesta por escrito que, debe dar la persona a quien el writ
se dirige, manifestando el tiempo y la Causa del arresto O de la detención del preso
y la presentaeipn del cuerpo de éste ante la corte o juez que conoce del recurso con la
manifestación de los motivos que haya para no ser presentado cuando esto no pueda
hacerse".'" El writ de habeas corpus era, por tanto, un recurso que, protegería la segu-
ridad personal, pues obligaba a la autoridad que llevaba a cabo una detención arbitraria
a presentar el cuerpo del detenido al .juez ante quien se interponía, mientras se averí-
guaba la legalidad del acto aprehensivo o de la orden de la cual emanaba.
La. ley del habeas corpus contenía, además diversas prevenciones que estatuían severas
sanciones para las autoridades aprehensoras que rindiesen Informes falsos sobre el aprehen-
"El poder y la jurisdicción del Parlamento, afirma Alejandro Laya, son de tal manera
absolutos, que no pueden encerrarse dentro de ningún límite. Está investido ron la autoridad
soberana y sin control, para elaborar, sancionar, ampliar, restringir, ..abrogar, poner en vigor
respetabilidad compulsoria en casos análogos a los que Jos hubiesen provocado.. Esos "preceden-
tes", que en esencia constituyen la jurisprudencia inglesa, se registran y archivan cuidadosamente
como verdaderos tesoros históricos (récords). Los funcionarios judiciales en Inglaterra, indepen-
dientemente de su jerarquía, están indisolublemente encadenados a las decisiones dictadas por sus
antecesores para que la. impartición de justicia nó pierda su continuidad, ya que en ellas se .cou-
signa el derecho común o la "ley del pafs o de la tierra", mediante la interpretación correcta,
sensata, racional y justa de las costumbres que desde tiempos inmemoriales configuran la vida
misma 'del pueble británico. Sólo ~tá permitido al juez apartarse de un precedente cuando éste
involucre una aberración manifiesta o una notoriainequidad, en cuyo caso se supone que tal
precedente no esexf,re§ivo del "vcommen Iew", o sea, no es "ley". , .
,85 bl/roduuidn a la Historia Universal del Dererho.-Tomo 1, págs. 273 y 274.-Ed. 1974.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 69
y calificar las leyes relativas a toda materia eclesiástica, temporal, civil, militar, marítima o
criminal; ro una palabra, ese poder absoluto, despótico, que debe residir en parte en todos-
los gobiernos bien organizados, se imputa al Parlamento por la. constitución de este reino,.... " 88
Por su parte, el jurista venezolano Humberto J. La Rache sostiene que "Inglaterra solamente
admitía el principio de que las leyes provenientes del Parlamento no podían estar subordi-
nadas a ninguna otra norma y que los- actos de las autoridades ejecutivas debían estar sujetos
a las reglas emanadas de su propio Poder Legislativo. Más concretamente, se puede sostener
que en Inglaterra no es posible el control de la constitucionalidad en el sentido propuesto por
Coke. Está demostrado el hecho de que en ese país la soberanía del pueblo se encuentra
esencialmente representada por el Parlamento. En consecuencia, la imposibilidad del control
de la constitucionalidad de las leyes (provenientes del Parlamento). es debida a la regla
legislativa existente allí, que impide toda influencia del Gobierno por cualquier sistema de
supremacía judicial." 81
VIII. FRANCIA
tismo de las autoridades, habiendo formulado para ello su famosa teoría de la división
de poderes, dotando a cada uno de éstos de atribuciones especificas y distintas de las
que correspondiesen a los otros, para el efécto de que imperase un régimen de frenos
y contrapesos recíprocos. s,
Pero el pensador que sin duda alguna ejerció mayor influencia en las tesis jurl-
dico-polítícas llevadas a la práctica por la Revolución Francesa, fue Rousseau con su fa·
mosa teoría del Contrato social, que ya antes había sido formulada por varios teóricos.
Afirmaba Rousseau que el hombre en un principio vivía en estado de naturaleza, es
decir, que su actividad no estaba limitada por ninguna norma, que desplegaba su libero
tad sin obstáculo alguno; en una palabra, que disfrutaba de una completa felicidad
para cuya consecución, según dicho pensador, no operaba la razón, sino el sentimiento
de piedad. Con el progreso natural, se fueron marcando diferencias entre los individuos,
antes colocados en una posición de verdadera igualdad, y es entonces cuando suceden
choques y pugnas entre ellos, Para evitar esto, los hombres, según Rousseau, concerta-
ron un pacto de convivencia, estableciendo de esta manera la sociedad civil, limitándose
ellos mismos su propia actividad particular y restringiendo en esta forma sus derechos
naturales. Al crearse la sociedad civil, en oposición al estado de naturaleza, se estableció
un poder o una autoridad supremos, cuyo titular fue y es la comunidad, capaz de
imponerse a los iñdividuos. A este poder o autoridad la llama Rousseau vo/unlM general,
a la cual considera soberanamente omnímoda, esto es, sin limitación alguna. Sin em-
bargo, y contradiciéndose con esta consideración, dicho pensador asienta que los indivi-
duos, al formar la sociedad civil, recuperan sus derechos naturales con las consiguientes
restricciones, los cuales deben ser respetados por el poder o autoridad públicos. Consí-
guientemente, en la teoría rousseauniana tenemos, por un lado, la "volonté générale",
como suprema, como soberana, y de otro, a los derechos fundamentales del hombre
respetables necesariamente. Entonces, si se acepta esta última consideración, la "volonté
générale" no es omnímoda, como lo sostiene Rousseau, sino que está limitada por los
derechos naturaJes del hombre; por el contrario, si se admite que dicha voluntad general
es omnímoda y absolutamente soberana, entonces no deben existir los derechos natu-
rales del individuo frente a ella. Esta contradicción entre el jusnaturalismo y la concep·
ción soberana del poder estatal se soluciona en las modernas teorías sobre la soberanía
a través del concepto de aUlolimilaáón, por virtud del cual, siendo el poder del Estado
soberano, esto es, no existiendo sobre él ningún otro, se impone a JI mismo, en el orden
jurídico, limitaciones de derecho, es decir, obligatorias, siendo parte de esas limitaciones
las garantías individuales o derechos fundamentales del individuo o gobernado que
reconoce (como en la Constitución de 1857) o crea (como en la Constitución vigente).
En las teorías actuales de la soberanía, los derechos del hombre ya no existen Como
superestatales, sino que, o bien sn validez depende de su reconocimiento por parte del
orden jurídico del Estado (como sucedía en la Constitución de 57, que, sin embargo,
adoptó la tesis jusnaturalista), o bien se crean o establecen por dicho orden (como
acontece en nuestra Constitución vigente, lo cual es más lógico y racional).
A diferencia de Inglaterra, en donde el constitucionalismo surge paulatina y suce-
sivamente merced a distintos hechos históricos, en Francia de manera súbita y re-
89 Boutmy, entre otros, asegura que el origen de tan célebre documento "Hay que buscarlo
en el espíritu filosófico de la Francia del siglo XVIU, y en Rousseau muy particularmente. ~n su
forma, y más aún en su espíritu, la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano es una
emanación directa del genio de Francia." (Cita contenida en el opúsculo de Jellinek intitulado "La
90
1.
Declaración de ]01 Derecbos de] Hombre del Ciudadano", Pág. 146, Editorial Nueva España.)
Origen y Evolución en América e la¡ Instituciones Política¡ Anglosajona¡, págs. 83·92.
72 EL JUICIO DE AMPARO
iguales a sus ojos, son igualmente admisibles a todas las dignidades, cargos o empleos
públicos, según su capacidad, sin otra distinción que la de su virtud o su talento."
Además. Ia'Declaración francesa de 1789 contenía.un principio netamente individua-
lista y liberal. Individualista, porque consideraba al individuo como e! objeto esencial y
único de la protección del Estado y de sus instituciones jurídicas. a tal grado de no permi-
tir la existencia de entidades sociales intermedias entre él y los gobernados particulares.
A este propósito. establecía el artículo 2 lo siguiente. que revela una concepción nota-
blemente jusnaturalista: "El objeto de toda asociación política es la conservación de los
derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos deberes son la libertad, la pro-
piedad, la seguridad y la resistencia a la opresión", que es semejante, en cuanto al
principio en él involucrado, al primer precepto de nuestra Constitución de 1857, que
dice: "El pueblo mexicano reconoce que los derechos de! hombre son la base y el objeto
de las instituciones sociales."
Consagraba también la Declaración francesa el principio liberal, porque vedaba al
Estado toda injerencia en las relaciones entre particulares que no tuviese por objeto
evitar que el libre desarrollo de la actividad individual perjudicara o dañara los intereses
de otro u otros individuos, concibiendo a aquél como un mero policía, acerca de cuyo
régimen ha hecho Duguit severas y justificadas críticas. A este respecto decía e!
artículo 4 de la Declaración: "La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no
dañe a otro; por lo tanto, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene
más límites que aquellos que aseguren a los demás miembros de la sociedad el goce
de los mismos derechos. Estos límites no pueden ser consignados más que por la
ley." En síntesis, desde el punto de vista estrictamente jurídico.politico, la Declara-
ción francesa- de 1789 contenía en sus diversos preceptos los siguientes principios:
democrático, individualista y liberal, basados estos dos últimos en una concepción ne-
tamente jusnaturalista,
La doctrina de la existencia de los derechos naturales imprescriptibles e inalienables
del ser humano encontró acogida en la tesis de Kant y Picbte, quienes, aunque contra-
yendo su pensamiento fundamental a cuestiones meramente filosóficas, en el aspecto
de la ciencia politica afirmaban que e! Estado deberla respetar los derechos subs-
tanciales del sujeto, otorgando a éste su protección en el caso de que se viesen vulne-
rados y absteniéndose de intervenir en todas aquellas relaciones de los gobernados
que no importasen esa vulneración, consideración que corresponde a una postura ne-
tamente individualista y liberal.
El sistema de mención y definición legal y escrita de los derechos del hombre ins-
tituido en la Declaración francesa de 1789, fue adoptado por casi la totalidad de los
países civilizados, principalmente por México desde que nació a la vida jurídica como
Estado independiente. al través de los diversos cuerpos constitucionales que rigieron en
nuestro país. Asimismo, la posición individualista y liberal que asumió el Estado Me-
xicano en algunos ordenamientos fundamentales, principalmente en la Constitución de
1857, tiene su origen en dicha Declaración, posición que implicaba que el fin del Estado
estribaba en proteger al individuo en el goce y disfrute de los derechos connaturales a
su personalidad y en abstenerse de tener injerencia en las relaciones entre los gober.
nadas en caso de no impedir o remediar un conflicto de intereses particulares.
74 EL JUlOO DE AMPARO
Por lo que concierne a las garantías o derechos fundamentales del individuo, la Declara-
ción f.rancesa ·instituia como principales los siguientes: la libertad, la propiedad, la seguridad
y la resistencia a la opresión (Art. 2) Y como derivados aquellos que se refieren a la materia
penal y que son análogos a los contenidos en los artículos 19. 20 Y 21 de nuestra Constitu-
ción, consignados en Jos preceptos 7. 8 Y 9 que decían. "Ningún hombre puede ser acusado,
detenido o preso, más que en Jos casos determinados por la ley y según las formas prescritas
en ella. los que soliciten, expidan, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias, deben ser
castigados, pero todo ciudadano llamado o detenido en virtud de la ley, debe obedecer al instan.
te, haciéndose culpable por su resistencia." (Art. 7).-"La ley no debe establecer sino penas
estrictas y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado. sino en virtud de una ley
establecida y promulgada anteriormente al hecho (garantía de la no retroactividad de las leyes)
y legalmente aplicada." (Art. 8) ,-"Siendo todo hombre presunto inocente, hasta que sea
declarado culpable, si se juzga indispensable su detención, la ley debe reprimir severamente
todo rigor que no sea necesario pata asegurar su persona." (Art. ·9.)
Aparte de esas garantías en materia penal, la Declaración francesa consignaba otras, en
sendos artículos, proclamando la procedencia de la expropiación, siempre y cuando me-
diara previa y justa índemnízacién que se pagara al afectado. Además, las disposiciones
conducentes del citado Código indicaban que "Nadie debe ser molestado por sus opiniones,
aun religiosas. con tal que su manifestación no trastorne el orden público establecido por la
ley:' (Art. lO).-"La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno
de los derechos más preciosos del hombre: todo ciudadano puede hablar, escribir o imprimir
libremente. pero debe responder del abuso de esa libertad en los casos determinados por la
ley," (Art. ll).-"Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser
privado de ella. sino cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija evidente.
mente y bajo la condición de una justa y previa indemnización," (Art. 12.)
encarcelado sin _ponérsele a disposici6n del tribunal que debiera juzgarlo,' transcurrido
el término de diez días de su reclusi6n, podía acudir a la "comisi6n senatorial de la
libertad individual", por conducto de sus familiares o representantes, a efecto de que
dicha comisión si 10 consideraba procedente, ordenase a la autoridad aprehensora la
cesación de la aprehensión. Sil después de tres requerimientos consecutivos no se lograba
la libertad del detenido o su consignación al tribunal competente, la mencionada co-
misión podía convocar al Senado, para que éste, una vez declarada la arbitrariedad de la
detenci6n, sometiese el caso a la consideración de la Alta Corte de Justicia.
En análogos términos procedía la llamada "comisi6n senatorial de la libertad de
imprenta", ante la que podían acudir los impresores en queja contra cualquier acto
de autoridad que hubiese significado prohibici6n para imprimir y hacer circular públi-
camente una obra.
A la caída del imperio, el Senado Conservador, que de hecho actuaba bajo la enorme
influencia de Napole6n I, dejóde ser un 6rgano político de tutela constitucional, pues
la Constituci6n de 1814 s6lo lo invistió con facultades de formación legislativa, muy
restringidas por cierto, funcionando bajo la denominación de "Cámara de los Pares",
a la que, además, competía el conocimiento de los delitos de alta traición y de los aten-
tados contra la- seguridad estatal.
El control de la constitucionalidad por órgano político vuelve a ensayarse en Francia
en la Constitución del año de 18.52, en la que el Senado asumía las funciones de
tutela y preservación, las cuales Se ejercitaban a instancias del gobierno y de los ciu-
dadanos. El papel del Senado francés en la mencionada constitución, consistía en exami-
nar las leyes que se dictaran antes de que entrasen en vigor, con el fin de constatar ,si
adolecían del vicio de inconstirucionalidad. Ninguna ley podía promulgarse sin la venia
del Senado. Este sistema fracasó al poco tiempo, pues la dictadura de Napoleón IU
hizo nugatorias sus funciones, ya que los senadores se doblegaron a su voluntad, debido
a que políticamente dependían de él, toda vez que los designaba.
Durante el siglo XIX Francia contó con diversos códigos políticos con efímera vi-
gencia, circunstancia que revela la inestabilidad \de las .ideas que sucesivamente se fue-
ron sustentando y que sirvieron de motivo de expedici6n a tales estatutos. Así, durante
el término de escasos setenta y cinco años rigieron a dicho país no menos de siete
ordenamientos constitucionales, es decir, las constituciones del año III; del año VIII,
que instituyó el Consulado, así como un medio de protecci6n del orden por ella esta-
blecido confiado al llamado "Senado Conservador" a que ya aludimos, la Carta de
1814, que suprimió la libertad religiosa declarando a la religión católica, apostólica y
romana como profesión de fe oficial; la Ley Constitucional de 1815 patrocinada por
Napole6n I a su regreso de la Isla de Elba; el Estatuto de 1830, que organiza a Francia
en nna monarquía; la Constituci6n de 1848, en que se vuelve a instituir la República; e)
ordenamiento constitucional de 1852, en que al Senado se le atribuyen funciones de guaro
dián de sus disposiciones, según dijimos, y las Leyes Constitucionales de 1875, que eo
realidad no formaron un estatuto unitario, sino que estructuraron a Francia mediante
la regulación de diferentes -materias políticas.
En octubre de .1946, y aprobada por un referéndum popular, se expidió la Consti-
tución de la República Francesa que la organizó a raíz de la terminación de la última
guerra mundial, conteniéndose en dicho documento jurídico-político un preámbulo en
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENEltAlES DEL JUICIO DE AMPARO 77
que se reitera la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789,
la cual hemos comentado anteriormente.
En dicha Constitución se establece un sistema muy curioso de control O preserva.
ción constitucional. Si una ley votada por la Asamblea Nacional se consideraba
contraria a la Constitución, y si a juicio del Comité Constitucional, compuesto por el
Presidente de la República, el Presidente de la Asamblea Nacional, el Presidente del
Consejo de la República y por siete miembros de dicha Asamblea, aquélla amerita la
revisión del pacto fundamental, tal ley secundaria no entraba en vigor hasta en tanto
no se hubiere reformado la Constitución en el precepto o preceptos contravenidos, si el'
taso lo requería. Como se ve, -la Constitución aludida de Francia hizo nugatorio el prin-
cipio de supremacía, al admitir la posibilidad de que se ajuste una disposición de índole
constitucional a una ley secundaria, mediante la reforma de la primera. Este sistema
no nos causa en México ninguna extrañeza, pues desgraciadamente en nuestro país acon-
tece lo mismo, ya que cuando se pretende expedir y poner en vigor una ley ordinaria
que se contraponga a la Constitución Federal, se reforma ésta con una facilidad pasmosa
y esa manía reformadora ha alcanzado en la actualidad tales proporciones, que no pocos
constituyentes han llegado hasta a desconocer su propia obra, entregada a constantes
cambios desde 1917._
La actual Constitución de la República francesa, adoptada en el referéndum de 28
de septiembre de 1958 y promulgada el 4 de octubre siguiente, encomienda su preser-
vación a un organismo creado por ella, denominado Consejo Constit!lcionaJ. Sus facul-
tades consisten en velar por la "regularidad" de las elecciones del presidente de la Re-
pública, de los diputados y senadores (función política), así como en mantener la
supremacía de la Ley fundamental frente a ordenamientos secundarios que la pudieren
contravenir (función jurídica). Estos son susceptibles de examinarse por dicho Consejo
antes de Sil promulgacián, con el objeto de determinar si se oponen o no a la Constitu-
ción.. En el supuesto afirmativo, ninguna ley ordinaria puede entrar en vigor. Como
se ve, el sistema de control constitucional imperante en Francia es de índole jurídico-
política, no jurisdiccional como nuestro amparo, pues aparte de que la tutela de la
Constitución -nc se confía a los tribunales, sino al mencionado Consejo, la actividad
de éste, en el desempeño de sus funciones protectoras, se excita por otros órganos esta-
tales, o sea, por el Presidente de la República, el Primer Ministro o por los presidentes
de la Asamblea Nacional (que corresponde a nuestra Cámara de Diputados) o del
Senado' (arls. 61 y 62). Además, el "pre-control" constitucional que ejerce dicho Con-
sejo no se despliega en interés de los ciudadanos, sino en el de los poderes públicos
"para mantener entre ellos la separación de funciones establecidas por la Constitución",
según lo afirma Maurice Duverger, agregando que el mencionado órgano.. interviene
ante! de que las leyes ordinarias entren en vigor para suspender su aplicación hasta que
se constate su constitucionalidad. "Si el Consejo, añade el citado 'tratadista, declara el
texto (de la ley) inconstitucional, no puede ser aplicado ni promulgado, sino después
de la revisión de la Constitución", facultad que corresponde al Senado y a la Asamblea
Nacional conjuntamente (arl. 89).01
92. Droit Pub/ir. Colección "Them"is". Edición 1968. París. Pág. 275_
98 Véase- Capítulo Séptimo, parágrafo IV.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 79
miento de una Alta Corte que velara por el respeto del régimen constitucional y por la
protección de los derechos del hombre, que deberían incorporarse al texto constitucional,
ya que se habían excluido de las leyes constitucionales de 1875. Dicho cuerpo jurisdic-
cional estaría integrado por miembros designados entre veintisiete candidatos pro-
puestos Por el Ministro, el Parlamento y por la Corte de Casación. El segundo proyec-
to era parecido al de Benoist y tendía a convertir a la Corte de Casación francesa en
una Alta Corte de Justicia, que velara por la constitucionalidad de los actos del poder
ejecutivo y del legislativo. Estos dos proyectos nunca se realizaron por haberse conside-
rado, en primer término, inadaptables al medio francés y; en segundo, por no haber
sido lo suficientemente rt explicitos",
Al fundarse las colonias inglesas en América, los emigrantes llevaron consigo toda la
tradición jurídica de Inglaterra, gestada y desenvuelta dentro del espíritu de libertad.
La opresión reinante en la metrópoli hizo que los colonos vieran en tierras americanas el
lugar propicio para el desarrollo de la libertad humana. Sin embargo, no todos los emi-
grantes eran perseguidos políticos; había quienes acudían a América en busca de fortuna
y con el propósito de fundar empresas explotadoras de los recursos naturales del nuevo
continente. Así, una compañía obtuvo de la corona inglesa la autorización para fundar
una colonia en Virginia, habiéndose establecido posterior y sucesivamente otras en la
misma forma. Poco a poco, la colonización en Norteamérica se fue extendiendo, y de
esta manera surgieron las colonias de Massachusetts, Rhode Island y Connecticut, y otras
que se fueron creando después.
Las autorizaciones que otorgaba el rey para fundar y organizar colonias en América,
recibían el nombre de cartas, que eran documentos que fijaban ciertas reglas de gobierno
para las entidades por formarse, concediéndoles amplia autoridad y autonomía en cuan-
to a su régimen interior. Dichas "cartas" reconocían la supremacía 'de las leyes de
Inglaterra y de su constitución consuetudinaria, teniendo, sin embargo, el carácter de ley
fundamental en cada colonia, de tal suerte, que sus autoridades no podían actuar sino
ciñéndose estrictamente a sus disposiciones. En esta forma, el constítucionalismo de In-
glaterra se trasplantó a sus colonias en América, organizadas ya políticamente por sUS
cartas de fundación, otorgadas por la corona. . .
Una de las prerrogativas que se hablan tomado las colonias consistía en que los
impuestos que debían pagar sus habitantes sólo podian ser decretados por sus propias
asambleas legislativas. Se desconoció así la facultad del parlamento inglés para,esta-
blecer tributos con =go a los colonos, argumentándose que éstos no tenían represen-
tación política en él.
" .. .EI derecho de imponer contribuciones corresponde al pueblo mismo o a sus repre-
sentantes --decía Patricio Henry, miembro de la asamblea de Virginia-. que son los únicos
que pueden saber qué clase de impuestos deben crearse y la manera de hacerlo, siendo este- el
carácter distintivo de la libertad británica, sin la cual no puede subsistir la antigua constitu-
ción", agregando que "los súbditos de S. M. habitantes de esta antigua colonia han disfrutado
siempre del privilegio de ser gobernados por. su propia asamblea, sobre todo en 10 concerniente
a la creación de impuestos y a su politica interior. sin que hasta ahora se les haya despojado
80 EL JUIOO DE AMPARO
de este derecho, puesto que siempre se ha reconocido por el rey y el pueblo de la Gran
Bretaña." 94
X. EsTADOS UNIDOS
Podemos decir que los Estados Unidos surgieron como nación unitaria, con vida
jurídica independiente, organizados en una confederación, con la promulgación de un
documento importante: los Artículos de Confederación y Unión Perpetua. En su lucha
'por la independencia, las colonias inglesas, tuvieron que reunir sus pocos _recursos y
combinar sus esfuerzos" en una acción conjunta en contra de Inglaterra. Consumada
la ruptura del vínculo de dependencia entre la metrópoli y las colonias, éstas no se
sintieron lo suficientemente fuertes, por sí solas, aisladas unas de otras, pata defender
su autonomía recién conquistada en caso de' un intento de nueva sojuzgación. Per-
IH Véase J. A. Spencer. "Historia de los Bstados Unidos", Tomo 1; Págs. 261 y siguientes.
ANTECEDENTES HlSTÓRlCOS GENERALES DEL JUIOO DE AMPARO 81
rnanecieron, pues, unidas, atendiendo a los dictados de la prudencia. Para que esa unión
fuese más estable, se expidieron los mencionados Artículos, cuyas signatarias eran trece
colonias, que más tarde fueron entidades federatiyas de la Unión Americana.
El aludido cuerpo normativo no establecía aún la federación como entidad jurídica
y política distinta de los miembros componentes, aunque ya consignaba una liga entre
ellos, inspirada en la mutua defensa de sus propios intereses, para lo cual cada Estado
se despojó de ciertas facultades inherentes a su soberanía, cuyo ejercicio depositó en
un organismo que se Uamó "Congreso de los Estados Unidos", siendo su autoridad
meramente consultiva, pues como dice Rabasa, "no había un poder ejecutivo central
investido de fuerza para hacer cumplir los mandatos supremos't.w
Como este sistema de unión entre los Estados norteamericanos fracas6, se propuso una
revisión de los "artículos", para cuyo efecto se verificó una convención en Filadelfia,
encargada de reformarlos. Después de prolongados debates y de la tenaz reticencia de
los Estados a formar parte de una federación, es decir, de una entidad política superior,
con facultades y órganos gubernativos propios, se formuló el proyecto de Constímcién
Federal, que fue sometido a la consideración de los Estados particulares en convencio-
nes locales, a las que concurrieron los delegados nombrados por ellos. Por fin se logró
que la Constitución federal fuese aceptada por las entidades particulares, que en número
de trece fueron las que originariamente integraron la unión norteamericana, no sin que
durante algún tiempo después surgieran intentos separatistas, a los que el' célebre "chief
justice" Marshall dio el golpe mortal, contribuyendo así a consolidar y robustecer el
régimen federal.
La Constitución americana fue sufriendo posteriormente enmienddJ, dos de 1",_<;Ba-
les, las más importantes er~. el estudio_y-fies'!t-f-Q1I.o del tem_a~que. ~íll'llºs•..contien~
sendos dereé!i.2!.. pú6nCOs "individuales, ..?p~I~_'l.L~la<lO ..Nos referim9,s.a )~._núme·
10S-Y. v: -!¡:IY~
La primera de dichas enmiendas encierra la garantía_de la le~da<l_ta de audien-
cia previa y la de que el jüiOo por el que se prive a la persona de su libertad, propíe-
dad, etc., se' siga ante jueces o tribunales previamente establecidos, análogamente a los
derechos contenidos en el segundo párrafo de nuestro artículo 14 constitucional. Dice
la citada enmienda: "Nadie será privado de la vida, de la libertad o de la propiedad,
sin el debido./!.roreso leg"J~DiSiñterpretaciones que se lian diído acerca é1eesr,(ülfiñia
expresión sostienen que implica las mismas garantías consagradas por el artículo. 46
de la Magna Charta inglesa de donde procede el precepto que comentamos, o sean,
las que para llevar a cabo dicha privación se requiere un juicio formulado por los
pares del individuo a quien se pretenda afectar, conforme a las leyes de la tierra, con-
ceptos que ya anteriormente dejamos explicados,"
95 Op. cit.
50 "Si bien esta disposición de la enmienda es nueva en la Constitución de los Estados
Unidos como limitación a los poderes de los Estados, es antigua como principio de gobierno ci-
vilizado". dice la Suprema Corte norteamericana, y agrega: "Se la encuentra en la Magna Carta
y -en la substancia si no en la forma- en aproximadamente todas o casi todas las Constituciones
que periódicamente han sido adoptadas por los dive-rsos Estados de la Unión. Mediante la quinta
enmienda, ella fue introducida en la Constitución devlos Estados Unidos como limitación a los
poderes del Gobierno Nacional y por la decimocuarta, como garantía contca la interferencia con un
derecho reconocido de ciudadanía por parte de las legislaturas .de .los Estados." "En Inglaterra,
sigue diciendo la Corte, la exigencia del debido procedimiento legal, en los casos en que la vida,
6
82 EL JUICO DE AMPARO
Por lo que concierne a la enmienda XIV, ésta contiene las mismas garantías que la
quinta, pero referidas como dique u obstáculo al poder de los Estados federados, pues
se estim6 que esta última s6lo atañla a las autoridades federales.
En esta forma opera en los Estadós Unidos un régimen constitucional de derechos
declarados, que si bien no tan legalmente explícitos como en nuestro orden jurídico fun-
damental, sí ya consolidados por las diversas interpretaciones jurisprudenciales y doctri-
narias ,<¡ue han precisado su alcance y amplitud, como ya esbozamos anteriormente.
Pues bien, el sistema de derechos fundamentales del individuo, declarados en la
Constítuá6n federal de los Estados Unidos, y en general el orden jurídico positivo que
ella misma contiene, encuentran su preservaci6n en diversos medios de derecho ejercita-
bies contra actos de autoridades.
En primer lugar, desde la fundaci6n de las colonias inglesas, que fueron las formas
políticas que precedieron a las entidades federativas, funáonaba el common law tras-
plantado de Inglaterra, siendo una de las instituciones más importantes ac1imatadas en
suelo americano el habeas corpus, como medio protector de la libertad humana contra
prisiones arbitrarias. Pues bien, el habeas corpus se practicó en las distintas colonias
inglesas de América, que, al independizarse de su metr6poli, conservaron su tradici6n
jurídica. Por eso fue que al aceptarse la Constituci6n federal por los distintos Estados
libres norteamericanos, ésta se encontró con una instituci6n de hondo raigambre en su
vida jurídica, el habeas corpus, cuya existencia respet6, considerando su ejercicio y Iegis-
laci6n dentro de la esfera de competencia de las distintas entidades federativas. Así pues,
en Estados Unidos el habeas corpus no es un medio federal de controlo protecci6n de la
libertad humana, sino una institución local, de cuyo conocimiento son titulares los órga-:
nos jurisdiccionales del Estado óÍiembro. 5610 cuando la autoridad que ordena o ejecuta
la prisi6n arbitraria es federal, la competencia para conocer del recurso del habeas corpus
corresponde a los jueces federales."
Desde sus orígenes el habeas~ ha sido en los Estados Unidos un recurso. (writ)
ante la autoxidad_judiciaLp.ara p.reservar la libertad p~sonal contra-ªprehens¡oD~
detenciones arbitrarias 'o no justificadas Rrov~~~~--ª!l~orida_des administrativas
Y~p'ecíficament,-J><1.lítiSl!S-.Sin embargo, como afirma J. A. C. Granl, su procedencia se
ha hecho extensiva contra actos de los 6rganos judiciales mediante los que se afecta
la mencionada libertad, inclusive dentro de procedimientos judiciales.
"Hasta hace pocos años, sostiene el citado jurista norteamericano. este auto (el de habeas
corpus) era un recurso efectivo s610 para afirmar derechos {rente a las autoridades administra.
nvas. Era de muy poca utilidad si una detención había sido efectuada a consecuencia de un
fallo de algún tribunal, aun cuando se hubiera privado al acusado de sus derechos básicos
en la tramitación de la causa", añadiendo que "... el babeas corpus se ha convertido en un
recurso más efectivo que la apelaci6n, puesto que la Corte puede ir más allá. del expediente
del tribunal de primera instancia, y puede considerar puntos y pruebas no presentadas a este
último. AsI puede emplearse para obtener un nuevo juicio cuando el primer juicio fue llevado
a cabo bajo la amenaza de violencia física por parte de una multitud para. poner en duda la .
admisibilidad de pruebas presentadas para el logro de una condena judicial; para invalidar:
una confesión de culpabilidad obtenida por presión ejercida por la polida; y en el que resulta
ser el caso más frecuente, para hacer valer el derecho de una persona pobre o necesitada a
que el gobierno le provea de abogado que le ayude en la defensa de su causa", concluyen-
do que "En suma" el habeas ~OfPUS se ~()1Ifler/;Jo virtualmente m 11" ¡uicro de amparo en
materia penar_aunque aún en ese caso, no puede emplearse cuanCfoliay diSponi61e cüálquier
otro recurso adecuado. tal como la apelación." 98
"El propósito histórico de este recurso, asevera Hennan Prilche1J, ha sido oponer la deten-
ción por autoridades ejecutivas, si~ proceso ;udidaJ, y hasta 1867 no podía disponerse contra
sentencias impuestas por tribunales de jurisdicción competente. Pero en dicho año el Congreso
acordó a los tribunales federales una amplia autorización para emitir mandamientos de hlSbeas
corPSIJ, en favor de prisioneros bajo custodia 'en violación de la Constitución o cualquier tra-
tado o ley de los Estados Unidos'... 89
Al lado del habeas corpus, como medio de garantía del derecho declarado de la
libertad humana y, en general, de los demás consagrados por la Constitución, en Estados
Unidos funciona lo que Rabasa ha denominado el ,r juicio constitucional", análogo al que
as! consideró dentro del régimen jurídico inglés, Para dicho autor, "el juicio constitu-
cional americano se forma de todos los procedimientos mediante los cuales se puede
llevar al conocimiento de la Suprema Corte un caso en que la Constitución se aplica" ,100
Por lo que se ve) el régimen de control que opera en los EstadoS Unidos no es unitario
como nuestro juicio de amparo, pues se traduce o revela en los diferentes medios de proteger
la Constitución. como objetivo primordial de tutela, contra las violaciones cometidas por aquellas
autoridades, generalmente judiciales, que han aplicado preferentemente una disposición legal
que contraviene el texto constitucional o que han omitido tomar en cuenta los mandatos de éste.
Sin embargo, no solamente la Constitución en general es protegida por el juicio constitucional
en el sistema americano. sino también las leyes federales que de ella. emanen y los preceptos de
los tratados internacionales para cuyo control es competente la Suprema Corte. El fundamento
de esta protección extensiva a cuerpos legales no constitucionales, estriba en la supremacía' ju-
rídica con que se les invistió respecto de 105 ordenamientos de carácter local, consagrada en 105
siguientes términos, muy parecidos a los que integran el texto de nuestro artículo 133 constitu-
ciona!: "Esta Constitución y las leyes de Jos Estados Unidos que se hagan en su prosecución y
los tratados hechos o que se hagan con la autoridad de los Estados, serán la ley suprema del
país, los jueces de cada Estado se someterán a ellos, a pesar de lo que en contrario haya en'
las constituciones o leyes de los Estados." De acuerdo con la anterior disposición. la jerarquía
normativa queda en la siguiente forma en el orden jurídico estadounidense: a).--Constitución
federal, leyes federales y tratados internacionales. b).-Constitucione:s locales, y ej.-Leyes loca-
les no constitucionales.
Pues bien, dada la supremacía de los ordenamientos integrantes del primer grupo,
resulta que cuando en un procedimiento determinado se aplica con preferencia una dis-
9S "El Control ]lIrisditcional de la ConsliJllcioniZlidaJ de 14s Leyes", Págs. 92 Y 93. (Confe-
rencias publicadas por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México,
1962.)
99 La ConSJilllción ¿J,mericana. -Tipográfica Editora Argentina. Edición 1965.
100 El [sicio C()fl'stilllcionaJ.-Pág. 206.
84 EL ]UIOO DE AMPARO
XI. ARGENTINA
les federales o estatales. pasan en revisión a la Suprema Corte de la nación. a efecto de que este
alto tribunal, como intérprete supremo de la Constitución . federal, dicte en cada caso la resolución
definitiva sobre la cuestión constitucional que se hubiere planteado" (Op. -cit: Págs. 641 y 649).
105 Op. cit., págs. 39 Y 20.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMi'Al\O 87
torla) contra las detenciones arbitrarias o ilegales, sin que su tutela se extienda a otros
derechos del gobernado consagrados constitucionalmente. Según sostiene Linares Qtlin-
tana,'oo la jurisprudencia de la Suprema Corte argentina reiteró que "aparte de dicho
instituto procesal (el habeas corpus), no existe ningún otro que ampare, en la forma
rápida y expeditiva de aquél, el goce y el ejercicio de los demás derechos constitucio-
nales fuera de la libertad física garantizada por el habeas corpus".
Aote tan menguada protección del gobernado, dicho alto tribunal, mediante sen-
tencia de 27 de diciembre de 1957, dictada en el caso "Angel Siri" creó el "amparo",
como acción distinta del habeas corpus, para tutelar "todos Jos aspectos de la Jiberta4
constitucional" no preservados por éste.'·'
El apoyo toral que encontró la Corte argentina para establecer o "reconocer" el amparo
se expresa en los siguientes términos: ..... en consideración al carácter y [erarqula de los prin-
cipios de la Carta fundamental relacionados con los derechos individuales, esta Corte Suprema,
en su actual composición y en la primera oportunidad en que debe pronunciarse sobre el
punto, se aparta así de la doctrina tradicionalmente declarada por el tribunal, en cuanto
relegaba al tnimite de Jos procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales. la protección
de las garantías DO comprendidas estrictamente en el habeas corpus. Los preceptos constitu-
cionales, tanto como la experiencia institucional del país, reclaman de consuno el goce y ejer-
cicio pleno de las garantías individuales para la efectiva vigencia del Estado de Derecho, e
imponen a los jueces el deber de asegurarlas" .10a
Asi, en el caso Sttmuel KOI, S. de R. L., fallado el 5 de septiembre de 1958, la Corte argen-
tina afirmó que "si bien en el precedente citado (caso Angel Siri} la restricción ilegítima
provenía de la autoridad pública y no de actos de particulares, lal dÍJlin~i6n no el elential a
101 fines de la prole~d6n tonstitucionsl, Admitido que existe una garantía tácita o implícita
que protege los diversos aspectos de la libertad individual (art. 33 de la 'Constitución nacional},
ninguna reserva cabe establecer de modo que excluya en absoluto ya-priori toda restricción
que emane de personas privadas", agregando: "nada hay, tampoco. que autorice la afirmación
de que el ataque ilegítimo, grave y manifiesto. contra cualquiera de los derechos que integran la
libertad, lato sensu, carezca de la protección constitucional adecuada --que es. desde luego.
la del habeas corpus y la del recurso de amparo, no la de los juicios ordinarios o la de los
interdictos, con traslados, vistas. ofrecimientos de pruebas, etc.-, por la sola circunstancia
de que ese ataque emane de otros particulares a de grllPOS organizados de individual'.10$
Debemos observar, por otra parte, que en el caso Samllel KOJ, S. de R. L., según la
versión de Linares Quintana. no se trató. en puridad jurídlcosprocesal, de ninguna "impugna-
ción constitucional" al comportamiento del "grupo de presión" relacionado con él. Los antece-
dentes judiciales de ese caso desmienten las aserciones de dicho autor, pues lo que en el
"amparo" respectivo se atacó fue la decisión de la "Cámara de apelaciones" que desechó la
XII~ BRASIL
Para proteger la libertad Física y "cualquier derecho firme y cierto" de las per-
SODas contra actos del poder público, la Constitución brasileña vigente, de 18 de
septiembre de 1946, instituye respectivamente dos medios. jurídicos, a saber, el babeas
corpus y el mandamiento de seguridrJd. "
Así. su artículo 141 en sus apartados 23 y 24, establece: "Se concederá babeas corpus
siempre que alguien sufra o se encuentre amenazado de sufrir violencia o coacción en su
lihertad Js locomoción, por ilegalidad o abuso de poder"; y. "para proteger derecho firme
y cierto DO amparado por habeas corpus, se concederé mandamiemo de uguridad, sea cual
fuere la autoridad responsable de la ilegalidad o abuso del poder".
La procedencia del habeas corpus brasileño no dejó lugar a dudas, pues este recurso
es ejercitable para tutelar "frente a cualquier acto de autoridad legalmente injustifi-
cado la libertad personal del gobernado, finalidad en que se percibe claramente la
influencia directa del derecho anglo-norteamericano en la adopción de dicha insti-
tución procesal.
En cuanto al mandamiento de seguridad, su procedencia se supedita a la definición
de lo que deba entenderse por "derecho fitme y cierto", pues sin estos atributos no
cualquier derecho del gobernado está preservado por el citado rcurso. La doctrina
jurídica del Brasil, integrada por múltiples y diversas opiniones de los más destacados
juristas de este país, no ha brindado un criterio uniforme sobre lo que deba concep-
tuarse, por "derecho firme y cierto", calificación que suele quedar bajo la discrecio-
nalidad de los tribunales.v-
].12 No está en nuestro ánimo hacer un estudio del mandamiento de seguridad y ru SIquiera
referencia alguna a la nutrida doctrina que' sobre él se ha elaborado, pues el propósito que perse-
guimos estriba simplemente en presentar una semblanza" muy somera" acerca del sistema implantado
en el Brasil para la protección del gobernado frente a actos del poder público. El análisis exhaus-
tivo del citado recurso desde su gestación y al través de sus distintas modalidades jurídicas, tanto
legales como doctrinales y jurisprudenciales, ha sido realizado por. Aleiandro Ríos Espinosa en
su monografía intitulada "Mandamiento de Seguridad", publicada en el número 53, Tomo XIV,
enero-marzo 1964, de la Revista de la Facultad de Derecho de México, sin dejar de recomendar
el estudio que sobre dicha institución formula Segundo V. Linares Quintana en la obra que hemos
citado en nota, anteriores.
90 EL JUIOO DE AMPARO
XIII. NICARAGUA
En efecto, el artículo 1 de este ordenamiento dispone que "La presente ley establece los
medios legales de ejercer el derecho de amparo, a fin de mantener y restablecer la supremacía
de la Constitución Política y Leyes Constitucionales. Conforme a ella se resolverá toda. la cuestión
que se suscite: l.-Por violación de la Constitución o de las Leyes constitucionales, mediante
leyes, decretos, resoluciones, órdenes, mandatos o actos de cualquier funcionario. autoridad,
corporecién pública o agente de los mismos; 2.-Por inconstitucionaliclad de una ley o de-
creto que se refiera a asuntos no ventilables ante los tribunales de justicia, al ser aplicados
en caso concreto, a cualquier persona, en perjuicio de sus derechos; 3.-Por detención o ame-
naza de ella en virtud de orden de cualquier funcionario o autoridad; 4.-Por actos restrictivos
de la libertad personal de cualquier habitante de la República realizados por particulares;
5.-Por auto de prisión dictado contra quien. no estando detenido, pretenda librarse de sus
efectos."
1.18 Así, los artículos 7, fracción VII, y 8 de la Constitución del Brasil disponen: "EI Gobierno
Federal DO intervendrá en los Estados, salvo para: VIL-Asegurar la observancia de los siguientes
principios: a).-forma republicana. representativa; b).-Independencia y armonía de los poderes;
e).-Temporalidad de las funciones electoras, limitada la duración de éstas a las funciones .fede-
rales correspondientes; d).-Pcohibidón de reelección de gobernadores y prefectos para el período
correspondiente; e).-La autonomía municipal; !J.-Presentación de cuentas de la administración;
g).-Garantías de poder judicial" (art. 7). "La intervención será decretada por ley federal en los
casos números VI y VII del articulo anterior, Parágrafo único: en el caso del Núm. VII. el acto
atacado de incoustitucionalidad será sometido por el Procurador General de la República al examen
del Supremo Tribunal Federal y si éste la declarase. será. decretada la intervención" (art. 8).
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICiO DE AMPARO 91
Claramente se advierte del precepto transcrito el objeto tan dilatado que tiene el
amparo en Nicaragua, que abarca inclusive al habeas corpus. De ahí que la distinción
entre "amparo" y "habeas corpus" no se justifica lógica ni jurídiCamente con vista
a la amplitud que presenta la mencionada disposición legal.
A pesar de ello, el jurista nicaragüense ArJstides Somarriba afirma la citada distinción al,
sostener que "A este respecto, es pertinente distinguir entre la acción de amparo propiamente
dicha a que se refieren los incisos 1 y 2 del artkulo 1 de la Ley de Amparo y el recurso de
habeas corpus comprendido en los incisos 3, 4 Y , del citado artículo, pues en el amparo
propiamente dicho el demandado sólo puede serlo la autoridad, mientras que en el habeas
corpus es pertinente asimismo por actos restrictivos de la libertad personal de cualquier ha-
bitante de la República realizada po, parlkuitnel." u~
El amparo en Nicaragua es un verdadero medio de control constitucional, puesto que a
través de él "El Poder Judicial y especialmente la Corte Suprema de Justicia DO s610 protegen
los derechos constitucionales del hombre frente a los abusos del poder. sino que tutelan el
régimen constitucional íntegro manteniendo a los tres poderes dentro del ámbito de sus fun-
ciones. impidiendo que se extralimiten y de esta manera Invadan la esfera de los derechos
individuales." 115 Funciona, además, conforme a los principios que caracterizan al amparo me-
xicano y que en el capítulo respectivo estudiamos en esta obra, contándose entre ellos los de
iniciativa o instancia de la parte agraviada, de la existencia del agravio personal y directo,
de definitividad, etc.; y en cuanto a la suspensión. del acto reclamado hay puntuales seme-
janzas con nuestra institución.
Sin duda alguna, además de los regímenes extranjeros a que brevemente nos he-
mos referido, existen Estados en Europa y América cuyo orden constitucional brinda
a! gobernado medios jurídicos para defender sus 'derechos frente a los actos del poder
público o implanta sistemas procesales para su propia conservación, Tal sucede, vet-
bigracía, Con Suiza, Austri« y la República Federal Alemana, cuyas instituciones de
preservación constitucional estudia documentadarnente el jurista italiano Mattro Cap·
pelletti, quien, dicho sea de paso, es un admirador del amparo mexicano.ua y U$l
InlormaJilJa de! citado Instituto, presenta un estudio muy interesante sobre la Institución deno-
r
minada Ombudmlan~ característica del Derecho Público Sueco, y que tiene como función esencial
la vigilancia fiscalización de la actividad de las autoridades administrativas, como una especie de
"defensor de pueblo", funcionario que también opera en la ConsliJud6n Monárquüa EJpalio/a
aprobada por referéndum en diciembre de 1978 (Or. Op. dt., número correspondiente a septiem-
bre-diciembre de 1981).
118 En la República Popular China operaba un control respecto de las "disposiciones y
órdenes" del Consejo de Estado que contradijeren "la Constitución, las leyes y los decretos"
(art. 31, inciso 6, de la ley fundamental de ese país). Dicho control era constitucional y legal
habiendo sido ejercíteble sobre actos del citado Coase¡o, que era el órgano administrativo su-
premo del Estado (art. 47), por el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional. Estas
referencias se contraen a la Constitución auna expedida en 1954, la ~uaJ fue JUJJiJuida por la
que entró en vigor en enero de 197J y en la que se suprimió el cargo de Presidente de la Repú-
blica para erigir al Partido Comunista de ese .pals en el órgano supremo y omnímodo rector de
la ·viéla del pueblo y del Estado.
119 Consúltese la monografía de dicho autor intitulada "La Giuridizzione C01JJtiJudoíza/c delle
Liberhf' (1955). publicada por el Instituto de Derecho Comparado de la U.N.A.M. (hoy de
Investigaciones Jurídicas).
/
CAPÍTULO SEGUNDO
I. EpOCA PRE-HISPÁNICA
120 Toribio Esquive! Ohregón.-Apuntes para la Historia del Derecho en Méxiro.-T. 1.-
Página 336.
~1 ldem. Pág. 384.
122 El Derecho Pro-Colonial. Edición 1961. Pág. 25.
1.28 Obrar rompletar.-Pág. 19.
U6 México a travh de Jos Siglos.-T. VIII.-Págs. 248 a 250 y. 302 a 306 y siguientes.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO 95
Lo cierto es que, sin perjuicio de que varios historiadores afinnen que dentro del
sistema social azteca existía un derecho consuetudinario, traducido en un COnjunto de
práctieu que regulaban las relaciones propiamente civiles entre los miembros de la
sociedad y fijaban cierta penalidad para hechos considerados comn delictuosos, es de
presumiese que la aplicación de tales costumbres a los diversos casos concretos que
se presentaran quedaba a la discreción del monarca, a quien estaba encomendada la
función de administrar justicia en fonna originaria. En estas condiciones, si bien
se puede afinnar que entre los aztecas y demás pueblos que habitaron el territorio
nacional en la época pre-hispánica existía un incipiente derecho civil y penal con-
suetudinario, no es posible formular igual aseveración por lo que toca 'a la existencia
de un reconocimiento jurídico de los derechos fundamentales del gobernado frente
a las autoridades, ya que, en primer lugar, éstas aplicaban arbitrariamente las reglas
consuetudinarias y, en segundo término, las posibles contravenciones a la costumbre
carecían de sanción jurídica.
Las anteriores aseveraciones las formulamos, sin embargo. con las reservas inherentes a
la índole misma' del presente libro. que no es, ni pretende ser, una obra de investigación
histérico-jurídica. Quizá la indagación minuciosa sobre la organización política, administrativa
y judicial de los pueblos prehispánicos que habitaron nuestro territorio, conduzca al conoci-
miento exhaustivo y auténtico de sus instituciones jurídicas, rectificando posibles errores, di-
sipando dudas 'l aclarando situaciones en que hubieren podido incurrir los historiadores.
Reconocemos que dicha labor Investigatoria es ardua, complicada y difícil, pues 13: falta de
derecho estatutario o escrito, indica que necesariamente los estudios que sobre tan importante
cuestión se emprendan, deben basarse en Interpretaciones de códices y de usos sociales ya desapa-
recidos, 00 exentas muchas veces del influjo de factores sentimentales, es decir, de simpatía o
antipatía hacia alguno de los elementos étnicos que integran nuestra nacionalidad: el español
y el indígena. Así, y en relación con nuestro juicio constitucional, Ignaeio RomerOfJargas lmr-
biJe, cree haber descubierto en la organización jurídico-política de los pueblos del Anáhuac
un antecedente del amparo a través del funcionamiento de un tribunal llamado "de princi-
pales" o sea, de "tecuhtlis y gobernantes", al afirmar que éste "tenía asiento en la sala de
Tecpan denominada tecpicalli, casa de señor y de los pillis, donde el altépetl, asistido de los
principales guerreros de los pillis (Consejo de guerra), recibía quejas e impartía justicia sobre
guerreros y gobernantes, de los pillis, juzgando con extrema severidad y de acuerdo con las
normas y costumbres de la nación, verdadero tribunal de amparo contra actos de los funcio-
narios. de real eficacia entre los indígenas".12l1
"9 Íá Nueva España estuvo vigente en primer término la legislación dictada exclusi-
vamente para las colonias de América, dentro de la que ocupan un lugar prominente
las célebres Leyes de Indias, verdadera síntesis del derecho hispánico y las costum-
bres jurídicas aborígenes. Por otra parte, las Leyes de Castilla tenían también apli-
cación en la Nueva España con un carácter supletorio, pues la Recopilación de 1681
dispuso que "en todo lo que no estuviese ordenado en 'particular para las Indias, se
aplicarán las Leyes de CastiJIa". -
En el orden político, la autoridad suprema en las colonias españolas de América
era el mismo rey de España, quien estaba representado por los virreyes o capitanes
generales, según la importancia de la colonia de que se tratase. El monarca español,
como sucede en todos los regímenes absolutos, concentraba en su persona las tres
funciones en que se desarrolla la actividad integral del Estado, pues además de ser el
supremo administrador público, era legislador y juez. Todos los actos ejecutivos, todas
las leyes y los fallos se desempeñaban, expedian y pronunciaban en nombre del rey
de España, quien, en el ámbito judicial, delegaba sus atribuciones propias, inhe-
rentes a su soberanía, en tribunales que él mismo nombraba.ws .
El derecho español positivo y, sobre todo el colonial, tenia la pretensión de ser
eminentemente realista. Ninguna ordenanza debía expedir el monarca sin estar debi-
damente enterado acerca de su conveniencia objetiva, de tal suerte que lo que debía
determinar la promulgación de cualquier ley, o inclusive su abrogación, era una mo-
tivación integrada por elementos y factores propios de la realidad social para la que
estaba destinada o que fuesen incompatibles con ella. Bajo estos auspicios, y con el
fin primordial de garantizar el realismo jurídico, se creó el llamado Consejo de Indias,
organismo que, aparte de las funciones propias que se le adscribieron en lo tocante
a todos los asuntos de las colonias españolas en América, actuaba como consultor del
rey en las cuestiones que a éstas interesaran.
Persiguiendo el objeto de unificar todas las disposiciones que bajo distintas for-
mas perceptivas se dictaron para los dominios españoles en América, el rey. Carlos ll,
'en 1681 y por sugestión de dicho Consejo, 'ordenó la conjunción de ellas en un
código que se conoce con el nombre de Recopilacién de Leyes de Indias, cuyo conte-
-nido normativo versa sobre múltiples y variadas materias que sería prolijo mencionar.
A. través de las diversas ordenanzas, cédulas, pragmáticas, etc., que en tal Recopilación
se involucraron, se observa la tendencia permanente 'de proteger a la población indí-
gena contra abusos y arbitrariedades de los españoles, criollos y mestizos principal-
mente, así como el designio invariable de evangelizarla, refrendéndose a este respecto
el testamento de la reina Isabel la Católica. La legislación de Indias Fue, por tanto,
eminentemente protectora del indio, y este afán tutelar llegó al extremo de considerar
al elemento indígena sujeto a un verdadero régimen de "capitis derninutio", restrictor
En efecto, a este propósito, el licenciado EsquÑlel OIHegón afirma 128 "la ley 238 de Estilo
establece el orden y prelación del derecho como debfan aplicarlo los jueces: en primer' lugar,
debían acatarse los principios del Derecho Natural,129 luego las costumbres razonables, es
decir, no contrarias a aquel derecho y, finalmente, las leyes positivas", y añade: "el Derecho
Natural era, pires, como las modernas constituciones, y las leyes no debían cumplirse cuando
eran contraria, o se oponian a las costumbres".
7
98 EL ]U1aO DE ,uIPARO
Esta supremacia juridica del Derecho Natural fue posteriormente corroborada por la ley
:U del titulo 18 de la Partida tres, que decía textualmente: "Contra derecho natural non debe.
valer previle]o, nin carta de Emperador, rey nin otro señor. E si la diere, DOD debe valer", así
como por la Novisima Recopilación de Leyes de España, que en el precepto conducente disponía:
"Establecemos que si en nuestras cartas mandáremos algunas cosas en perjuicio de partes, que
sean contra ley o fuero o derecho, que tal cosa sea obededda y 110 tumplida. no embargante
que en eUa se haga mención general o especial de la ley o fuero u ordenamiento contra quien
se diere, contra las leyes y ordenanzas por DOS fechas en Cortes por los procuradores y villas de
nuestros reinos."
Así, pues, cuando existía una oposición con el Derecho Natural, las leyes no
debían ser cumplidas, esto es, no debían ser acatadas SUS disposiciones ni ejecutadas,
sino que solamente debían escucharse, asumiendo una actitud pasiva (obedecer) ..
¿Qué sucedía cuando se pretendía aplicar una ley, una ordenanza, etc., contraviniendo
la prelación jurídica con que· estaba investido el Derecho Natural en el sistema es-
pañol? Que el afectado o agraviado por tal pretendida ~plicación podía acudir al rey,
solicitando su protección contra actos de su directa autoridad o de sus inferiores, o,
como dice Esquivel Obregón uo "se apelaba al rey ante el rey mismo o se pedía
amparo al rey, a quien ~. ilustraba sobre los hechos, contra el rey que había mandado
algo por obrepción (mala información) o por fubreprión(ocultación de los hechos
inspiradores del mandato real)". Este ri.:urso tutelaba, por ende, la supremada ju-
rídica del Derecho Natural en primer lugar, y en segundo término, las costumbres,
que DO podían ser CODtra\-enidas por disposición autoritaria alguna, y dentro de esta
teleología protectora, también encontraban su preservación lós derechos fundamen-
tales del hombre, consagrados por el Derecho Natural y contenidos en las prácticas
sociales. Por tal motivo, es pertinente afirmar que en el recurso de obedézcase pero
no se cumpla de que hemos hablado, hallamos un precedente histórico español de
nuestro juido de amparo, aunque técnicamente consideradas ambas instituciones ofrez-
can profundas diferencias por su diversa estructura jurídica, que nos hace inclinar
a creer que específicamente el mencionado recurso hispánico, en su funcionamiento,
es el origen de la reconsideración administrativa, aunque genéricamente, en su as-
pecto teleológico, puede serlo del amparo.
acepciones l6gicas de ambos vocablos. Así, cuando el rey expedía alguna orden que
se estimara contraria a los derechos, prerrogativas o privilegios del gobernado, éste
obedecía pero no aunplía esa orden, es decir, asumía una actitud pasiva de respeto,
de !"",tamiento a lo que se mandaba en ella, en señal de que provenía de una auto-
ridad legítimamente encargada del gobierno, pero se abstenía de ejecutar o realizar
los aetos positivos que tal orden entrañase, o sea, no la cumplía, mientras se con-
venda al propio monarca de que esiaba afectada por los picios de obrt!/Jción o de
Jubrepri6n, para el efecto de que, en su caso, la revocara.1.85 '1186
1.$6 La obreprid1'l equivale al "fraude que se comete en la obtención de alguna grada. tes-
cripta. empleo o dignidad callando en la narración hecha al superior alguna verdad que era ne-
cesario manifestar para la valides del eco". La .rubrepri6n consistía en "el fraude que se cometía
en la obtención de dichas cosas avanzando hechos contrarios a la verdad. Obreptitio fit verítete
tacita; subreptitio autem fit subjecta falsitate" [Bscriche, Diccionario de lurisp,-udenda y Legis-
lMión). Según este autor, tanto la obrepción como la subrepción "anulan por derecho la gracia
o título en que se encuentra, con especialidad si procede de dolo del impetrante, pues no vale la
carta ganada con mentira. o encubriendo la verdad. Los títulos, cartas, concesiones o privilegios
que se han logrado por obrepción o subrepción, se Uaman obrepcios o subrepcios, respectivamente¡
Ley 56, tít. 18, partida 5, capítulo super Iiteris, 20, de rescriptis".
1M El recurso de "obedézcase pero no se cumpla", según se ha dicho, tomó carta de natu-
ralización en la costumbre jurídica española a principios del siglo XVI y constantemente se daban
casos de su aplicación concreta. En la misma Nueva España, según referencia de Bemal DJaz del
Cestillo, aconteció un suceso en que se acudió al expediente de "obedecer y no cumplir" una preví-
si6n real, tendiente a entregar el gobierno de la naciente Colonia a Cristóbal de Tapia de parte
de Hemán Cortés. Nos permitiremos exponer dicho suceso en los términos en que lo relata el
aludido cronista, de lo que se deduce que en la conciencia de los conquistadores figuró la idea del
citado recurso ,con verdaderos perfiles prácticos. .
"Pues como Cortés hubo despachado los capitanes y soldados por mí .ya dichos a pacificar
y poblar provincias, en aquella razón vino un Cristóbal de Tapia, veedor de la isla de Santo
Domingo. con provisiones de Su Ma;eslad, guiadas y encaminadas por don Juan. Rodríguez de
Fonseca, obispo de Burgos, para que le admitiesen a la gobernación de la Nueva España.
'Tapia presentó sus provisiones en la Villa Rica delante de Gonzalo de Alvarado, hermano
de don Pedro de Alvarado, que estaba en aquella razón por teniente de Cortés, porque Rodrigo
Rengel, que solía estar por alcalde mayor, no sé qué desatinos e injusticias había hecho cuando
allí estaba por teniente y de Alvarado, las obededó y puso sobre su (abeza (amo provisiones y
mandara de nuestro rey J sellar. En (uanlo al (ump/imienlo di;o que se ¡umarJan los akaldes
, regidores de aquella villa, y que plali(arian y verían cémo y de qué manera eran habidas IY[udldJ
provisiones, y que lodos ;untos lal obede(erútn, porque él sólo era una sola persona, y también
verían si Su Ma;eSIa4 era sabedor que laJes provisiones enviasen.
"Esta respuesta no le cuadró bien a Tapia, y aconsejáronle personas que estaban bien con
Cortés que se fuese luego a México, donde estaba él con todos los más capitanes y soldados, y
que allá las obedecerían. Además de presentar las provisiones, escribió Tapia a Cortés de la manera
que venía por gobernador; y COmo Cortés era muy avisado, si muy buenas cartas le escribió Tapia,
r vio las ofertas y ofrecimiento del obispo de Burgos, y por otra parte las amenazas, si muchas
buenas palabras venían en ellas, muy mejores respuestas y más halagüefias y llenas de cumplimiento
le envió Cortés.
"Luego rogó y mand6 a ciertos de nuestros capitanes que se fuesen a ver con Tapia, los
cuales fueron Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandcval, Diego de Soto, Valdenebro y Andrés de
Tapia, a los cuales envió Cortés luego a llamar en posta que dejasen de poblar entonces las provin-
cías en que estaban y que fuesen a la Villa Rica, donde estaba Tapia, y aun con ellos mandó que
fuese un fraile que se decía fray Pedro Melgerejo de Urrea, que tenía buena expresión.
"Ya que Tapia iba camino de México a verse con Cortés. encontróse con los capitanes y
ron el fraile, y con palabras y ofrecimientos que le hicieron; volvió del camino para un pueblo
que se dice Cempoal. Allí le dem411daron que mostrase otra vez sus provisiones, y verían (ómo
y de qué manera lo mandaba Su Ma;eslaJ, y si venía en ellas su retiJ firma o era sabedor de ello, y
que los pechos por tierra las obedecerían loda! ellas en nombre de Remando C()fléJ y de
10Ja la Nueva España, porque IraJa poder para ello. Tapia tomó a mostrar las provisiones, y lodos
aquellos rapitanes a una las besaron y pusieron sobre sus (abezaJ como provisiones de su. rey y
señor, y que en (uanto al (umplimienIO, que Jupli(abtttt de ellas partt ante el emperador nues-
ANTECED:Ertr~ HISTÓP.1COS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO 101
Tales son, pues, los datos que nos proporciona el derecho español acerca de los
antecedentes posibles, hist6ricamente hablando, de nuestro juicio de amparo, derecho
que, corno ya dijimos, estuvo vigente en las colonias americanas y específicamente
en la Nueva España, euyo régimen jurldico en gran parte estuvo integrado por la
legislación castellana, como lo corrobor6 la Recopilaci6n de Leyes de Indias. En esta
virtud, podemos afirmar, 16gicamente, que en la Nueva España jurídicamente existi6
el recurso de "obedézcase pero no se cumpla", en los términos que hemos dejado
apuntados con antelación, consideración confirmada por la ley 22, libro primero, de la
mencionada Recopilación, que ordenaba a las autoridades coloniales suspender la eje-
alción de las leyes de Indias, mando hubiere obrepci6n '0 subrepción. Decía la dispo-
sición relativa: "Los ministros y jueces obedezcan y no cumplan nuestras cédulas y
despachos, en que intervengan los vicios de subrepción y obrepción."
Independientemente de la existencia de dicho medio tutelador de los postulados
del Derecho Natural, derivada por inferencia 16gico-jurídica, don Toribio Esquivel
Obregón aduce otras instituciones neo-españolas que considera como antecedentes de
nuestro juicio de amparo. El citado autor se refiere a una especie de recurso de lo que
hoy I1amaríamos "de incompetencia constitucional", pues dice, "se daba el caso con
frecuencia de que una persona, que se creía agraviada con una resolución del virrey,
apelaba de ella para ante la Audiencia, por juzRar que aquél se extralimitaba en el uso
de su jurisdicción, y que el hecho era el conocñníento de la justicia... , suspendién-
dose el curso de los autos en tanto que aquel tribunal decidía si el negocio era de
justicia O de gobierno" .1.31
Por nuestra parte, si en lo tocante al recurso de' "obedézcase peco no se cumpla"
estamos de acuerdo en que genéricamente puede estimarse como un precedente his-
pánico del juicio de amparo, en atenci6n al objeto mismo' de tutela de ambas institu-
ciones, no participamos, en cambio, del mismo parecer del licenciado Esquivel Obregón
por lo que atañe al medio jurídico que enuncia anteriormente, "Creemos que éste, más
que un elemento jurldico de protección o tutela de un orden de derecho superior
contra disposiciones legales inferiores o actos de autoridad, era un verdadero medio
de suscitar la incompetencia del virrey, en el sentido de estar éste impedido para co-
nocer de un determinado negocio en razón de la naturaleza del mismo. En la hipótesis
que provocaba la interposici6n del medio de que. habla el citado autor, pudo o no
haber un agravio individual en estado potencial o actual o una contravención a un
orden jurídico superior, suposiciones negativas que son inadmisibles tratándose de un
medio de control o preservación de los derechos del hombre o de un cuerpo legal
supremo.
En su afán de descubrir dentro del régimen jurídico colonial antecedentes de
nuestras instituciones de derecho actuales, y por lo que concierne en especial al juicio
de amparo, el multicitado escritor afirma que en el llamado recurso de fuerza se
"0 señor, y di;t1ron que no e'4 sabqdor de el/di ni de ~OIa ninguna. Que Tapia no era suficiente
para gobernador y que el obispo de Burgos era contra todos los conquistadores que servimos a Su
Majestad y andaba ordenando aquellas cosas sin dar verdadera relación a Su Majestad y por favo-
recer a Diego Velázquez y a Tapia, por casarle con una Fulana de Fonsece, sobrina o hija del
mismo obispo." (Berna! Díaa del Castillo: Historia Verdadera de La Conquista de La Nut'I:'l Es.
p.na, Cap. CXXXVUI.)
'" O". <;,. Pág. ~3S.-T. 11.
102 EL JUICO DE AMPARO
encuentra otro antecedente de aquél. Dice a este propósito: "Por esta ley (la de 12
de febrero de 1589 dada por Felipe 11), aparece que el 'recurso de fuerza' podla
interponerse por protesta ante el tribunal eclesiástico (cuando había conocido de un
caso de naturaleza temporal); pero también podía interponerse ante la Audiencia,
en royo caso ésta libraba la provisión ordinaria para que el juez eclesiástico otor-
gara la apelación y repusiera y absolviera llanamente",''' agregando más adelante:
"Las audiencias en tales casos se limitaban a resolver si había habido fuerza o no; es
decir, si el asunto era de la jurisdicción civil o de la eclesiástica, cualquiera otro punto
debería ser materia de juicio aparte:' ".
Por 10 que respecta a esta institución procesal que el mencionado autor mexicano
señala como un antecedente del juicio de amparo, emitiremos la misma opinión que
sustentamos en lo que concierne al caso anteriorJ esto es, que más que ser dicho recurso
un precedente de nuestro medio tutelar, es una especie de incidente judicial para
suscitar la incompetencia entre las· autoridades coloniales, ya no por razón de la
naturaleza intrínseca del negocio (jurísdiccional o administrativa), sino en vista
del fuero a que pertenecía (civil o eclesiástico).
Sin embargo, el recurso de fuerza DO sólo era un medio para suscitar cuestiones
de incompetencia, sino que implicaba, además, un recurso de protección. Bajo este
. segundo aspecto, guardaba estrechas semejanzas con el juicio de amparo, a tal punto,
que puede considerarse como un antecedente hispánico de nuestra institución.
En efecto. 'según afirma José de Cooarrubias, "Fuerza, dice el Señor Don Alfonso el Sabio,
es cosa, que es fecha a otro torticeramente de que non se puede amparar el que la recibe.
Tales son Jos atentados que cometen los Jueces, quando aJrope/latldo las leyes despojan al
ciudadano ele su libertad, hacienda, y honor sin oírle, ni admitir sus defensas o apelaciones,
o mand411 algllna cosa eonJra ley; en cuyo copflictc no tiene otro recurso el vasallo más que
acudir a su Rey. su Señor Natural, y Protector, o a sus Tribunales supremos. para qlle le libren
y 'defiendan de la op,.esión." 140
~
JI!. MtxIco INDEPENDIENTE (GENERALIDADES)
En tal sentido, que revela la. esencia misma del individualismo, está concebido el mencionado
artículo 24 de la Constitución de Apatlingán, que textualmente dice: "la felicidad del pueblo
106 EL JUICIO DE MoIPARO
Sin embargo, Héaor Fix Zamlldio considera que "La Constitución de Apatzingán no sola-
mente establecía sistemas de naturaleza preventiva destinados a. lograr la marcha equilibrada de
las instituciones políticas, sino que collsagcó 'en forma rudimentaria', instrumentos procesales
para reparar las violaciones que las autoridades pudieran realizar en perjuicio de la Ley Fun-
damental. .," y agrega: "En la parte final del articulo 237. " se encontraba situada la siguiente
disposición: Cualquier ciudadano tendrá derecho de reclamar las infracciones que notare." "Esto
no significa, continúa dicho autor, que los constituyentes tuviesen el propósito definitivo de
establecer un procedimiento destinado a la tutela de los derechos fundamentales, consagrados
en su capítulo V", concluyendo que "pero de cualquier manera, aunque sea inconscientemente y
todavía en germen, se encuentra en dicha Ley Fundamental el principio relativo a la reclama-
ción de los ciudadanos contra las violaciones constitucionales, por 10 que de haber tenido
eficacia, hubiera podido conducir a una tutela procesal de la amplia gama de los derechos del
hombre que dicha carta consagro en su parte dogmática".UG
No creemos pertinente, para el cabal desarrollo del tema que estamos tratando,
referirnos al Plan de Iguala y al Tratado de Córdoba, por carecer éstos de la carac-
terística de todo ordenamiento constitucional, o sea, la de ser organizadores, primor-
dialmente, del régimen gubernamental del Estado. Dichos documentos, aunque ais-
ladamente, como mera fórmula del proceder político de sus autores, contienen algunas
bases fundatorias del sistema de gobierno, propiamente constituyen un conjunto de
reglas transitorias a las cuales se sujetó una actuación determinada y perentoria, o
bien, un convenio para finalizar una etapa de luchas y contiendas. Por consiguiente,
aun cuando el Plan de Iguala y el Tratado de Córdoba del año de 1821 son elemen-
tos de inestimable valor para conocer la ideología política de sus protagonistas y
partes, no deben figurar, en cambio, entre los ordenamientos constitucionales mexi-
un análisis efe ella, pero basta decir que es una constitución republicana, democrática, central, re-
presentativa y congresional que estaba destinada a desaparecer tan pronto como terminara Ja lucha
para dar lugar a la reun ión de un congreso constituyente que dietara la Constitución definitiva."
(Fragmento de un articulo publicado en "EI Universal" el 27 de octubre de 1948.)
141) "La Defetua de la ConJlillldón en el Decreto COnJlilUfionaJ para la libertad de la Amé.
rifa Mex;fana." Estudio citado por Felipe Remolina Roqucñí en su monografia "u Constitución
de AptllZingán"J Pág. 8'.
lOS EL JUICIO DE AMPARO
Tanto dicha Constitución, como la anterior a que DOS acabamos de referir, es decir, la de
Apatzingán, estuvieron precedidas por importantes documentos jurídico-políticos, cuyo estudio
deliberadamente DO abordamos, ya que la finalidad primordial que perseguimos en esta somera
indagación histórica, consiste en determinar si en los ordenamientos constitucionales a que hemos
aludido y en los que posteriormente mencionaremos, Se consigna o no algún recurso, medio o
institución que haya sido antecedente de nuestro juicio de amparo. En nuestro libro H U S Garan-
lías Individua/el', hacemos una sucinta narración de la historia político-jurldica del México
independiente, por 10 que, en obvio de repeticiones. nos remitimos a las ideas que sobre dicho
tópico y en nuestra citada obra exponemos.wt 7 1418
legalidad. Fuera de esta escasa enunciación de derechos del gobernado frente al Esta-
do, la Constitución de 1824 no establece, como la de Apatzingán, la consagración
exhaustiva de los derechos del hombre, por lo que bajo este aspecto es inferior a ésta.
Si en cuanto a la declaración de las garantías individuales es deficiente, por ma-
yoría de razón debemos concluir que la Constitución de 1824 tampoco consigna el
medio jurídico de tuteladas. Sin embargo, en la última parte del inciso sexto de la
fracción V del artículo 137, se descubre una facultad con la que se invistió a la Corte
Suprema de Justicia, consistente en "conocer de las infracciones de la Constitución
y leyes generales, según se prevenga por ley", atribución que, podría suponerse, pu-
diera implicar un verdadero control de constitucionalidad y de legalidad, según el
caso, ejercitado por dicho alto cuerpo jurisdiccional.
Bien es cierto que esta disposición, juzgada teóricamente) encierra un principio de
control constitucional y legal que debiera haber sido reglamentado por una ley espe-
cial, mas su utilidad práctica fue nula, pues nunca se expidió la citada ley bajo la
vigencia de la Constitución de 1824, de tal manera que se organizara el ejercicio
de la facultad, en forma análoga a la regulación instituida por las distintas leyes
reglamentarias de amparo que posteriormente se expidieron y a las cuales nos habre-
mos de referir. Por eso nos es dable afirmar que si la disposición que comentamos
contiene un principio de control constitucional y legal ejercido por la Corte Suprema,
éste nunca existió ni práctica ni positivamente, ya que nunca se promulgó la ley
reglamentaria respectiva, que propiamente viniera a implantarlo.w"
yéndose que la Federación estaba interesada "en que Su Tribunal Supremo de Justicia conozca
de las infracciones del Código Y de las Leyes en que aquélla se sostiene". Como se ve, la con-
sabida facultad fue expresamente reiterada por el Poder Legislativo de la Unión, al rechazar
terminantemente su pretendida abolición, sin que, no obstante, y como ya hemos dicho. se
hubiese expedido la ley secundaria para organizar procesalmente la atribución de control
constitucional y legal a que hemos aludido.1.fiO
Las Siete Leyes Constitucionales del año de 1836 cambian el régimen federativo
por el centralista, manteniendo la separación de poderes. La característica de este
ruerpo normativo, que tuvo una vigencia efímera, es la creación de un superpoder,
verdaderamente desorbitado llamado el "Supremo Poder Conservador", fruto proba-
blemente, de la .imitación del Senado Constitucional de Sieyes,''' habiendo sido su
160 aro Derecho Público Mexicano.-Isidro Montiel y Duarte-e-T. Il. Págs. 300 Y 304.
101 Como antecedente doctrinario mexicano de dicho Poder Conservador, en que se alude con
espíritu critico a los sistemas de control constitucional por vía política, puede citarse la obra del
licenciado Barquera, aparecida en el año de 1822, intitulada "Lecciones de Política y Derecbo
Público para instraccíán del pueblo mexicano", misma que comenta concienzudamente el licenciado
Hilado MeJina en un artículo periodístico publicado en "El Universal" con fecha 13 de octubre
de 1948. Nos permitiremos insertar algunas ideas que se contienen en la citada obra acerca del
poder conservador: "Publicistas modernos (entre ellos, posiblemente, Sieyes}, deseosos de asegurar
el equilibrio de los poderes, para evitar la tiranía de muchos, más temible que la de uno solo.
quieren que se adopte un tribunal conservador, que vendría a ser como la clave de la bóveda en el
edificio social. Como el poder ejecutivo propende al despotismo por un vicio de la naturaleza
humana y el legislativo a la democracia, lo que se desea es un gobierno libre de estas propensiones
tan perjudiciales a la sociedad, lo que se consigue con un poder intermedio que contenga Jos
extremos y los conserve en feliz contacto. Este poder conservador podría ser un monarca moderado
conduciendo un cuerpo de ministros que bajo su responsabilidad ejerce el poder ejecutivo, siendo
el monarca una -especie de divinidad reguladora que al mismo tiempo influye en la acción tem-
pIada de los otros poderes; pero si aun se quisieren multiplicar los resortes de firmeza y de -seguri-
dad, puede este tribunal conservador componerse de un número proporcional con los representantes
de la Nación, escogidos entre los de más probidad, sabiduría y buen nombre, de edad "madura, y que
hayan dado pruebas de un decidido amor a la patria en el sentido riguroso de la palabra:'
Dentro de las facultades de control constitucional que Barquera asignaba a dicho poder conser-
vador, se encuentran las siguientes: "declarar la infracción de la Constitución en los actos Iegislati-
vos o ejecutivos o si alguno de esos podeces se excede de los límites constituidos, ya sea que Jos
advierta o que se denuncien por la imprenta o por insinuaciones verbales (sic) previa justificación
legal. y poi último, declarar suficientes los procedimientos judiciales o formales establecidos por la
ley cuando ha lugar a la revisión del Aeta Constitucional, pudiendo convocar a una asamblea ad hoc".
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO ! 11
más ferviente propugnador don Francisco Manue/ Séncbez de Tagle. Estaba este orga-
nismo integrado por cinco miembros, cuyas facultades eran desmedidas, hasta tal punto
de constituir una verdadera oligarquía. 1 6 'Z Bien es cierto que, como se lee en las frac-
ciones 1, 11 Y III del artículo 12 de la segnnda Ley, su primordial funci6n consistía
en velar por la conservación del régimen constitucional, mas su ejercicio dista mucho
de asemejarse al desplegado por el Poder Judicial Federal en las Constituciones de
1857 y vigente.'"
En efecto, el control constitucional ejercido por el denominado "Poder Supremo
Conservador", no era, como 10 es el que ejercen los Tribunales de la Federación, de
índole jurisdiccional, sino meramente político, y cuyas resoluciones tenían validez
"erga omnes". Se ha querido descubrir en esta facultad controladora con que se invis-
ti6 al Supremo Poder Conservador, un fundamento hist6rico del actual juicio de
amparo, consideraci6n que es pertinente en atenci6n a la teleología genérica de éste
y de la aludida facultad, O sea, la consistente en ser ambos, en sus. respectivos casos de
.162 Don Isidro Montiel y Duarle, al referirse al Supremo Poder Conservador, que califica de
"monstruoso", se expresa en los siguientes términos: "Un lugar oscurísimo veremos siempre en el
derecho constitucional que estableció entre nosotros el 'Supremo Poder Conservador', con una supe-
rioridad inconcebible respecto del Poder Judicial, del Ejecutivo y aun del Legislativo, pues autorizado
estaba para suspender a la Alta Corte de Justicia, para declarar la incapacidad física y moral' del
Presidente de la República y hasta para suspender por dos meses las sesiones del Congreso General.
Un poder tan monstruoso, fue creado COD el fin de sostener el equilibrio constitucional entre Jos
poderes y el de mantener o restablecer el orden constitucional en los casos en que fuere turbado;
y aunque no pudo ser más plausible el propósito, de seguro que el medio fue completamente
inadecuado, porque la eficacia de la acción de un poder tan exorbitante, no pudo derivarse sino de
un profundo y religioso respeto al principio de autoridad; y este respeto qued6 completamente rela-
jado desde el momento en que se vio levantada una entidad enteramente desconocida, cuyas plantas
podían hollar impunemente la supremacía de nuestros altos Poderes aun en su existencia colectiva.
De otra manera, si se hubiera conseguido, habría sido crear, DO el poder moderador autorizado en el
Imperio del Brasil, sino un poder desp6tico que nos hubiera oprimido con toda la fuerza del viento
de las pasiones políticas que hubieran agitado a los hombres en cuyas manos se ponía una arma tan
formidable." (Derecho Público Mexicano. Tomo 111, Pág. 4.)
Para don Aljonso Ntl1'iega el Supremo Poder Conservador fue "la creación más importante de
la Constitución de 1836 y el complemento natural de la Declaración de Derechos del Mexicano"
y su implantación "la cuestión .más debatida" en el Congreso que elabor6 dicho ordenamiento.
habiendo dado motivo "a las más apasionantes controversias, no tan s610 jurídicas, sino fundamen-
talmente políticas, ya que Santa Anna, que luchaba por la conquista del poder absoluto, siempre
vio con malos ojos la posibilidad de que existiera en la ley fundamental una institución que podría,
por su propia naturaleza, tanto más si llegaba a tener eficacia, ser usada en contra de sus aspi-
raciones" {Pensamiento Conservador y Conservadurismo Mexicano, obra en cuyo capítulo V el
citado autor realiza un estudio exhaustivo sobre el mencionado Poder desde diferentes puntos de
vista, tales como el doctrinal, el histórico, el genético parlamentario y el pragmático, remitiéndonos.
por nuestra parte, a las consideraciones que lo informan).
168 Conforme a las disposiciones apuntadas, el Supremo Poder COnservador podía: "I.-Ded~
rar la nulidad de una ley o decreto dentro de dos meses después de su sanci6n, cuando sean
contrarios ti arl1culo expreso de la Constitución, y le exijan dicha declaración o el Supremo Poder
Ejecutivo o a la Corte de Justicia, o parte de los miembros del Poder Legislativo en representación
que firmen dieciocho por lo menos.-II.-Declarar, excitado por el Poder Legislativo o por la
Suprema Corte de Justicia la nulidad de 10.1 «10.1 del Poder Ejecutivo, cllando sean contrarios
a Lt Con.1titución o a la.r leyes (control de constitucionalidad y de legalidad), haciendo esta decla-
raci6n dentro de cuatro meses contados desde que se comuniquen esos actos a las autoridades
respectivas.-IJI.-Declarar en el mismo término la nulidad de 10.1 «tos de la Suprema eme de
Justicia, excitado por alguno de los otros dos Poderes, y sólo en el caro de u.1urptUión de facultade.1."
Las demás dilatadísimas atribuciones del Supremo Poder Conservador, que en obvio de trans-
cripciones no las reproducimos, pueden consultarse en las obras "Derecho Público Mexicantl' y
"Leyes PundiZfl1ntt¡z}es de Méxicú', respectivamente de don Isidro Montiel y Duarte y de don Felipe
Tena Ramirez. -
112 EL JUlCJO DE AMPARO
15io Dentro del ejercicio concreto de sus exorbitantes funciones, el Supremo Poder Conservador'
hizo una declaración que revelaba su situación real: la de ser un órgano incondicional del general
Antonio Lépea de Santa Anna, a cuyos designios en no pocas ocasiones estaba supeditado. En
efecto. por declaración de 23 de enero de 1839. interpretando la "voluntad" de la Nación. expresé
dicho Poder que su Alteza Serenísima se encargase del gobierno de la República, por ausencia del
Jefe del Ejecutivo y por estar "físicamente impedido" el Presidente del Congreso que deberla
sustituir a éste.
Sin embargo, el Supremo Poder Conservador asumió un gesto de dignidad y valor civil. desem-
peñando con entereza sus funciones controladoras del orden constitucional establecido en la Ley
Fundamental de 1836, al declarar contrario a sus principios preceptivos un decreto expedido por el
Congreso General en el que se dispuso que. fuesen juzgados militarmente los ladrones y sus cóm-
plices. En el caso específico mencionado, la impugnación a dicho decreto correspondió a la Corte
Suprema de Justicia y de tal suceso da una interesante versión el licenciado Pran~i¡(o Parada Gil',
cuyos términos nos permitimos transcribir:
"El Congreso General lanzó un decreto por el cual se dispuso que fuesen juzgados militar-
mente en consejo ordinario de guerra los ladrones de cualquiera clase y todos sus cómplices, ya
fuesen aprehendidos por la jurisdicción militar, por la fuerza armada, por la policía o por cualquie-
ra persona privada" a no ser que obrasen en auxilio los jueces ordinarios, La Corte: Suprema estimó
'atentatoria, abusiva e injuriosa para las autoridades judiciales dicha ley, y en tal virtud excitó al
Poder Conservador para que declarase su nulidad', y así se hizo. Pero como el Gobierno, por
virtud de ciertas circunstancias, se negara a acatar lo dispuesto por el Poder Conservador, llevó el
asunto a la Cámara de Diputados, que sostuvo la opinión gubernamental. El Poder Conservador,
ANTECEDENTES HIS1'ÓRlCOS MEXICANOS DEL jurero D~ .o\!!PARO 113
en uso de sus derechos. tuyo por nula la declaración de la Cámara; el Gobierno expidió una
circular a las autoridades militares para que cumpliesen con el decreto relativo a la forma de juzgar
a' los ladrones y sus cómplices; y la Corte Suprema de Justicia ordenó a 10$ jueces que resistieran Jo
dispuesto por el Gobierno y acataran la decisión del Poder Conservador que babía declarado nulo
el mencionado decreto." (Breve Reseña Hist6rit" de /" Suprem4 Corte de JUJticia de /a NIKi6n.
1929.-Págs. 24 Y 25.)
Por otra parte, en ejercicio de la facultad de "interpretar" la "voluntad de la Nación" y violando
por servilismo político. la misma Constitución cuyo mantenimiento implicaba su primordial función,
el Supremo Poder Conservador, mediante decreto de 17 de diciembre de 1838. declaró que "Que-
riendo la nación. el que en las actuales y extraordinarias circunstancias, todos los mexicanos Ie
presten los servicios de que cada uno sea capa.z, es su voluntad que el gobierno pueda emplear
libremente a todos los individuos que crea íÍtiles, en las comisiones que tuviere a bien. c¡¡a}ql/ierl1
que sean las restricciones constitucionales que /0 impidan ... JI
1~5 La expedición de este ordenamiento ostenta un marcado carácter ilegítimo. según se ad-
vierte en su gestación política, a Ia . que brevemente aludimos en nuestras obras "Las G4f'd11tÚlS
Indif/idll41es" y "Derecho Constitucional Mexüano".
•
114 EL JUICIO DE AMPARO
.1li6 "Voto" inserto en el "Derecbo Público Mexicano" de don Isidro Montiel y Duarte, Tomo
In, págs. 139, 145 Y 146. Sin embargo, Ramírez. 11 pesar de que invoca aparentemente la 'Íamoslo.
obra de Tocqueville, surgida a la luz pública en el año de 183'J propuso un sistema político de
control constitucional, según .podrá advertirse, distinto del jurisdiccional imperante en Jos Estados
Unidos y que es el que precisamente estudia el célebre jurista y político francés.
11'
r~."'~ ;
VIII. Coxsrrrtrcróx
t ~ +."
Los lineamientos generales esenciales del juicio de amparo establecidos por las
Gonstituciooes de '7 y de 17 se encuentran en la obra de Rej6n, con la circunstancia
ventajosa, como ya dijimos, de que lo hada procedente contra cualquier violación a
cualquier precepto constitucional, que se tradujera en un agravio personal y en los
términos que exponemos a continuación: Daba Rejón competencia a la Suprema Corte
para conocer de lodo juicio de amparo contra actos del gobernador del Estado (Poder
Ejecutivo) o leyes de la Legislatura (Poder Legislativo) que entrañaran una violación
al Código Fundamental. A los jueces de primera instancia también Rejón los repu-
'100 bis Este Proyecto fue discutido durar.~e tres meses y "la Constitución que emanó de él,
y al que se ciñó con ligerísimas modificaciones:, estuvo vigente desde el 16 de mayo de 1841"
según 'afirma Carlos A. Ecbánove Trojillo (Ch. 1.4 OlHa ¡_ríJica de Manuel C. Rej6n, publicación
del Sindicato de Abogados del D. F., 1937).
116 > > EL 'JUICIO DE AMPARO
taba como órganos de control, pero sólo por actos de autoridades distintas del gober-
nador y de la legislatura que violaran las garantías individuales, siendo los superiores
jerárquicos de los propios jueces quienes conocían de los amparos interpuestos contra
sus actos> por análogas >violaci~nes constitucionales. , >
.',"' I
Por su parte. los artículos 63 y 64 de dicha Constitución, disponían: "Art. 63: Los jueces
de primera' Instancia ampararán, en el goce de los derechos garantizados por el articulo anterior
a Jos que les pidan su prot~d6n contra cualesquiera funcionarios que no correspondan al orden
judicial, decidiendo breve y sumariamente las cuestiones que se susciten sobre los asuntos' indi-
cedes," ..Art. 64: De los. atentados cometidos por los jueces contra los citados derechos, conoce-
rán sus respectivos superiores con la misma preferencia de que se ha hablado en el articule
precedente, remediando desde luego el mal que se les reclame, y enjuiciando inmediatamente
al conculcador de las mencionadas garantías."
El sistema de amparo propuesto por Rejón perseguía las finalidades siguientes, según se
advierte de los preceptos; transcritos:
En los dos primeros Casos. el amparo procedía ante la Suprema Corte de Justicia de Yuca-
tán (art. '3). y, en el último ante los jueces de primera instancia o ante sus superiores
jerárquicos (erts. 63 Y 64).
Conforme a este sistema; el amparo tutelaba, ea favor de cualquier gobernado, loda la
ConIIÍlUti6n, pero s610 contra actos de la legislatura y del gobernador o "Ejecutivo reunido",
así como toda la /egiswián s(I(unJaria respecto de actos de éste. Sin embargo, frente a actos
de autoridades distintas de la legislatura. o del ejecutivo. el amparo únicamente propend1a a
preservar las garanlías individuales. es decir, nada más las disposiciones constitucionales que
las contenían (art. 62). Sin embargo, ello no implica que la violación de tales garantías por el
Ejecutivo o el Legislativo no hiciese procedente el .amparo COntra los actos respectivos. ya que
cualquier ley, decreto o providencia de dichos 6rgano~que las infringiesen, serian concomitante
e inescindiblemente contraventores de la Constitución, surtiéndose la hip6tesis de procedencia
prevista en el articulo '3. Debemos reconocer, no obstante. que el amparo ideado por don
Manuel Crescendo Rejón no configuraba un medio completo o integral de control constitucio-
nal, pues las violaciones a la Constitución que cometieran autoridades diversas de la legislatura
o del gobernador contra preceptos diferentes de los que consagraban las garantías individuales.
no lo hacían procedente. .. .
Con la creación del juicio de amparo R~jÓD prácticamente vine a establecer la SUpr6matÍlZ
del Poder ludkiaJ, lo que se encuentra corroborado por las siguientes palabras del insigne ju-
rista yucateco, vertidas en la exposición de motivos de su Constitución: "Pasando ahora de un.
" Poder (el Ejecutivo). que hace siempre uso .de la violencia para conseguir los fines que se
propone. la Comisión entrará a otro, el más apacible y tranquilo de los tres... y que apoyado
en la fuerza moral que debe darle .la justicia de ses fallos, necesita. poco de la materia para
obtener la consideración que merece. Lafiranía procura mantenerlo en la abyección y nulidad
a que le hemos visto reducido en el régimen colonial; pero es de la primera importanda y se
le abastece de grandes facultades en los gobiernos libres .. ; De ahí es que, en -Ios Estados
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO " ...,
,; ~
En efecto, al aludirse en ésta al Poder Judicial, se asienta: "Así (es decir, mediante la su-
jeciórr de los fallos judiciales a la Constitución y la invalidación de los actos del Poder Legislativo
y del Poder Ejecutivo cuando fuesen contrarios a ella por la Suprema Corte yucateca), se pondrá
un dique a los excesos y demasías de las Cámaras; y los (iuJadatiol contarán COn un arbitrio,
para reparar las injusticias del Ejecutivo del Estado, sin verse en la precisión de exigir responsa-
bilidades contra funcionarios, que tendrán siempre mil medios -de eludirlas, y que aun cuando
se exigiesen, s610 darían por resultado la aplicación de una pena a los transgresores de la ley, y
jamás la reparación completa del agravio a la persona ofendida. Se hará también innecesaria
la creación de un poder conservador monstruoso, que' destruya las instituciones fundamentales á
pretexto de conservarlas, y que revestido de una omnipotencia política sea. el árbitro de los des-
tinos del Estado, sin que haya autoridad que modere sus abusos.
"Por otra parte, dotado así el Poder Judicial de las facultades indicadas con más las de
proteger en el" goce de las, garantías individuales al oprimido por los empleados del orden político,
que abusan casi siempre de la fuerza, por el apoyo que les presta. el gobierno de que inmedia-
tamente dependen, no queda desnaturalizado sacíndosele de su esfera. Tampoco se hace de él
un poder temible, cual 10 sería si se le encargase de impugnar las leyes de un modo teórko
y general,. pues que entonces al erigirse en censor del legislativo, entrada abiertamente en la
escena política, dando apoyo al partido que le contrariase; y llamando todas las pasiones que pu-
diesen interesarse en la contienda. con peligro de la tranquilidad del Estado;
"Así es, que aunque según el proyecto; se da al Poder Judicial el derecho de censurar la
legislación, también se le obliga a ejercerlo de una manera oscura Y' en casos pankularél, ocultan-
do la importancia del ataque a las miras apasionadas de las facciones. Sus sentencias, pues, como
dice muy bien Tccqueville, no tendrán por objeto más que el descargar el golpe sobre un imerél
personal, y la ley s610 se encontrará ofendida, por casualidad. De todos modos la, ley así cen-
surada no quedará destruida: se disminuirá sí su fuerza moral, pero no se suspenderá su efecto
material. Sólo perecerá por fin poco a poco y con los golpes redoblados de la ;uriJpruJen(ia,
siendo además fácil de comprender, que encargado al interés particular promover la (enlllra de
fa¡ leyes, se enlazará el proceso hecho a éstas con el que se siga a un hombre, y habrá de consi-
guiente seguridad de que la legislación no sufrirá el más leve detrimento, cuando se le deja
expuesta por este sistema a las agresiones diarias de los partidos; En fin, multiplicándose por el
medio referido los fallos contra las leyes inconstitucionales, se harán éstas ineficaces, teniendo
las Cámaras por lo mismo que derogarías, y sacándose de consiguiente la ventaja de COnservar el
Código fundamental intacto, por un antemural el más fuerte que se ha levantado contra la tiranía
de las asambleas legislativas. .
/
118 EL JUICO DE AMPARO
El influjo eidética a que nos acabamos de referir se comprueba can la simple consulta de la
obra de Tccqueville, quien afirma: "Cuando un juez con motivo de un proceso ataca una ley
.relativa a este proceso. extiende el circulo de sus atribuciones. pero no se sale de él, puesto
que le ha sido necesario, digAmoslo asl, juzgar la ley para llegar a juzgar el proceso. Cuando
pronuncia sobre una ley sin partir de un proceso sale completamente de su esfera y se interna
en la del poder legislativo" (principio de relatividad).' "El juez americano no puede fallar
sino cuando hay litigio; nunca se ocupa más que de un caso particular; y para obrar, siempre
debe aguardar a conocer de él" (el mismo principio y el de iniciativa o instancia de parte).
"Si el juez pudiese atacar las leyes de una maneta teórica y general; si pudiese tomar la iniciativa
.para censurar al-legislador, entraña en la escena política; y siendo defensor o adversario de algún
"partido, atraerla las pasiones que dividen el país pata tomar parte en la lucha. Pero cuando
el juez contrarresta una ley en un debate oscuro y acerca de una aplicación particular, oculta eI1;
parte el embate a las miradas del público. Su sentencia no tiene más objeto que descargar el gol.
pe sobre UD interés individual y la ley no se lesiona sino por casualidad. De esta manera, la'
ley así censurada no queda destruida; se disminuye, si, su fuerza moral, pero su efecto material
no se suspende. Poco. a POCO. y bai() los golpes f'eJobllJllos de la ;urúprudencia, a la postre
sllfllmbeJJ (principio de relatividad).l68
El control constitucional de las leyes por vía de excepción o defensiva imperante en los
Estados Unidos queda patentizado por Tocqueville con las siguientes expresiones: "Cuando
se invoca, ante los tribunales de los Estados Unidos, una ley que el juez estima contraria a la
u, Es::posici6n inserta en la obra citada en la nota anterior, págs. 158 y 159 del tomo 111.
1G8 fiLa Démoualie en Ammt¡ue",.. 12a. edición, 1848, tomo 1, Págs. 160. 163 Y 164.
ANTBCEDBNTESHlST6R1COS MEXICANOS DEL JUICO DE AMPARO 119
constitución, puede rebasarse a aplicarla. Esta potestad es exdusiva del magistrado americano,
. teniendo la gran influencia poUtica que de ella se. deriva", agregando "Jos americanos' han'con-
ferido. pues, a sus tribunales un inmenso poder político; pero obligándose a no atacar las leyes
s~o por medios judiciales:' 159 . .
, En el' año de '1842 se designa una comisión, integrada. por siete miembros, cuyo
cometido consistla en elaborar un' proyecto_ constitucional para someteí:lo' posterior-
mente a la consideración del Congreso.'·· Figuraba en dicha 'éomisión don Mttriano
Otero, quien, en unión de Bspinos« de lo! Montero! y de Mufíqz Ledo; disintió del
parecer de las personas restantes que constitulan' la mayorla. El proyecto de la mino-
na de 42 era de carácter eminentemente individualista y liberal, a tal punto que
declaraba que los derechos del individuo deblan ser el objeto principal de protecáón
de las instituciones constitucionales, consagrando una especie de medio de control del
régimen establecido por la Constitución jurisdiccional y polltico, combinación de ca-
racteres que engendraba un sistema híbrido, con las consiguientes desventajas, que
distaba mucho de emular siquiera al implantado por Rejón en Yucatán.
Daba el proyecto de Otero competencia a la Suprema Corte para conocer de los
"reclamos" intentados por los particulares contra actos de los poderes ejecutivo y
legislativo de los Estados, violatorios de las garantías individuales. Como se puede
observar, el sistema creado por Otero era inferior, jurídicamente hablando, al instituido
por Rejón, pues, además de que en este caso las autoridades responsables sólo podlan
ser el ejecutivo y legislativo locales, quedando por ende fuera del control jurisdic-
cional el poder judicial local y los tres poderes federales, sólo se contraia el "reclamo"
a las violaciones a las garantías individuales, a diferencia del sistema de Rejón que 10
hacia extensivo a toda infracción constitucional con las modalidades que ya se expu-
sieron. En cuanto a la suspensión del acto reclamado, ésta estaha encomendada a los
tribunales superiores de los Estados.
Pero, como ya dijimos, el sistema de Otero no solamente consagraba un medio
de control jurisdiccional, sino que en él se conservó el polltico de la Constitución de
1836, ya no ejercido por el oligárquico "Poder Conservador", sino por las legisla.
turas de los Estados, a las cuales incumbía hacer de la declaración de inconstitucionali-
dad de las leyes del Congreso General, a peticiOO no ya del particular afectado, sino
"del Presidente de acuerdo con su Consejo, de diez y, ocho diputados; seis senadores
o tres Legislaturas", fungiendo la Suprema Corte como mero 6rgano de escrutinio, es
decir, su injerencia en el control político se reducía a compntar los vOtos' emitidos
por los diversos poderes legislativos en los Estados.
El sistema hlbrido de Otero, además. de engendrar las desventajas que un régimen
de control por 6rgano polltico ocasiona, es muy inferior al de Rejón por las razones ya
aducidas. Sin'embargo, el gran mérito de Otero consisti6 en que fue el autor de la
f9muiIá 'jurídica que en~erra los efectos dé la sentencia recaída en un juicio de ampa-
ro, y que implica al mismo tiempo la característica de un régimen de control jurisdic-
cional, como ya veremos, f6rmula que se contiene tanto' en la Coastitución de 57 como
que
ei\' la' vigente y" 'dice: "Lasenteiicia: será siempre tal, que sólo se oórpede indí:
a en
vjduos particulares,'limitándOse' ampararlos, y protegerlos, ,el caso especial sobre
el que verse la. queja, siri hÚer una declaración general respecto de la' ley o acto,que '13
motivare" (fracci6n I(del articulo' ~07 ·COf1stitucional). ' ., "
: El proyecto elaborado por el grupo mayoritario, en el 'que figuraba don fosé F. Ra-
mlrez, también consigné un sistema de preservación constitucional, dentro del que se
atribuyó a! Senado la' facultad de declarar nulos los actos del Poder 'Ejecutivo que
fuesen contrarios a la Constitución General, a las particulares de. Jos Departamentos
a
o' las leyes genitaIes, teniendo dicbas declaraciones efectos' "erga omoes"."'.
,Los gt!Jpos minoritarios y mayoritarios, ante la presión ejercida por el Congreso
Extraordinario' Constituyente de 1842, elaboraron un proyecto transaccional de Cons-
tituci60 que fue leido en sesi6n de 3 de noviembre 'dedicbo' año. Además de censa-
grarse, en su título tercero, las garantías individuales, .a manera de "Derechos Natu-
rales del Hombre", se estableci6 en él un sistema de tutela, constitucional de carácter
polltico, atnbuyendo a la amara de Diputados la facultad dedeclarar la nulidad de
los actos de la Suprema'Corte de Justicia o de sus Salas, en el caso de usurpaci6n de las
atnbuciones de los otros poderes o de invasi6n a la 6rbita competencia! de los tribu-
nales departamentales o de otras autoridades; considerando a! Senado como 6rgano de
control para anular los actos del Poder Ejecutivo cuando fuesen contrarios a la Consti-
tucl6li General, a las particulares de los Departamentos o a las leyes generales. A la
Suprema Corte de Justicia el citado proyecto la facult6 para suspender las 6rdenes del
¡¡<>biemo contrarias a la Con~tituci60 o Ieyés generales. ' ,,,Jo
~, El proyecto constitucional elaborado por vía de transacci6n entre los grupos mi-
noritario y mayoritario de la Comísién del Congreso Extraordinario Constituyente de
1842, no obstante haberse comenzado a discutir, no llegó a convertirse en Constitu-
ción, merced a que por decreto de 19 dé diciembre de dicbo año, expedido por don
Antonio L6pez de Santa Anoa, se declar6 disuelto, nombrándose en su sustituci6n a
una Junta de Notables.
EL artículo S del Acta de. Reformas ya esbozó la idea de crear un medio de control consti-
tucional a través de un sistema jurídico que hiciera efectivas las garantías individuales al
disponer que "Para asegurar los derechos del hombre que la. Constitución reconoce. una ley fijará
las garantías de libertad, seguridad, propiedad e igualdad de que gozan todos los habitantes de la
República, .y establecerá los medios de hacerlas efectivas,"
Por su parte, el artículo2' del ordenamiento a que nos estamos refiriendo. cristaliza las
ideas de don _Mariano Otero acerca del amparo, Otorgando competencia a los tribunales de la
Federación pata proteger a "cualquier habitante de la República, en el ejercido y conservación
de los derechos que le conceden esta Constitución. y las leyes constitucionales, contra todo
ataque de los poderes legislativo y ejecutivo, ya de la Federación, ya de los Estados. limitándose
dichos tribunales a, impartir su protección en el taso particular sobre el que verse el proceso,
sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley o acto que la motivare".
acerca de lo, incompleto que se presenta en, comparadón con el instituido por Rejón,
lo que, no obstante, constituye ya un .progreso en nuestro Derecho Público. ."
( :-,
Al trabU del proyecto de la minoría de 42. dijimos que Otero combinó el régimen -de eco- .
ecl poUtico con el jurisdiccional a que acabamos de aludir. encontrándose el primero ~ en
los artículo 22. 23 Y 24 del Acta de' Reformas de 47, y que dicen respectivamente: Art. 22:
·"Toda ley de, los Estados. que ataque la CotÍstinición o las leyes generales. será declarada nula
por el Congreso, pero ~ta declaración s610 p~ci ser ~iciada en 'la Cám~'!'de-'SenadO~';;
.Art. 23: "Si dentro de un mes de publicada una ley del Congreso General, fuera 'reclamada romo
anticonstitucional, o por el Presidente, de acuerdo con su Ministerio, o por diez diputados o seis
senadores, o tres legislaturas, la Suprema Corte. ante 1& que se haré el. reclamo, someterá-la
le)' al examen- de las Legislaturas, las que dentro de tres meses, y precisamente en un mismo día,
darán su voto. Las declaraciones se remitirán a la Suprema Corte, y ésta publicará el resultado,
quedando anulada la ley, si así 10 resolviere la mayoría de-las Legislaturas"; Art. 24: "En el.
ceso de los dos artículos anteriores, el Congreso General y las Legislaturas. a su vez, se con-
traerén a decidir únicamente si la ley de cuya invalidez se trata, es o no anticonstitucional. y en
toda declaración afirmativa, se insertarán a la letra la ley anulada y el texto de la Constitución .
o ley general a que Se oponga."
Las ideas de Mariano Otero, que, como ya dijimos, fueron acogidas en sus perfiles
cardinales en el Acta de Refonnas de 1847, se contienen en su célebre "voto partictllar'
de 5 de.abril del propio año. Dicho "voto", además de entrañar un valiosísimo documen-
to en la historia del Derecho Constitucional de nuestro país, encierra muy importantes
enseñanzas en esta rama jurídica, implicando un estudio penetrante de sus diversos
aspectos, que legitima a su autor como uno de los más brillantes juristas mexicanos.
En el citado "voto particular.... Otero expone las razones que, en su concepto, fundan el
sistema mixto de protección constitucional establecido en el Acta de Reformas. argumentando
al respecto que: ..... es indispensable dar al Congreso de la Uni6n el' derecho de declarar
nulas las leyes de los Estados que importen una violación del Pacto federal, o sean contrarias
a las leyes generales; porque de otra manera el poder de un Estado seda superior al de la
Unión, y el de ésta se convertiría en una mera irrisi6n. Pero, para evitar que Se hagan declara-
ciones imprudentes, ya se consulta que estas leyes 5610 puedan iniciarse en la Cámara de Sena-
dores. la cual representa el principio federativo en toda su fuerza, y da las mejores garantías
de calma y circunspección; y además se establece que la mayoría de las Legislaturas de los
Estados tenga el derecho de decidir en todo caso si las resoluciones del Congreso general
son o no anticonstitucionales. De esta manera cada Estado en particular está sometido a la
Uni6n y el conjunto de todos será el árbitro supremo de nuestras diferencias y el verdadero
poder conservador. de las instituciones. Si hay todavía otro medio más eficaz de robustecer el
principio federativo, si se conoce otra mejor garantía de las libertades de los cuerpos confedera-
dos, yo no la propongo. porque no la conozco. .
"Los ataques dados por los poderes de los Estados y por los mismos de la Federación a los
particulares, cuentan entre nosotros por desgracia numerosos ejemplares, para que no sea sobre-
manera urgente acompañar el restablecimiento de la Federación con una garantía suficiente
para asegurar que no se repetirán más. Esta garantía sólo puede encontrarse en el poder judiáaJ,
protector nato de los derechos de los particulares, y' por esta razón es s610 conveniente. Aun
en las monarquías absolutas, refugiada la libertad en el recinto de los tribunales. ha hecho
que la justicia encuentre allí un .apoyo cuando han faltado todas las garantías políticas. Un
escritor profundo ha observado que la amplitud y responsabilidad del Poder Judicial era el .más
seguro signo de la libertad de un pueblo, y por esto yo no he vacilado en proponer al Congreso
que eleve a grande altura el Poder Judicial de la Federación, dándole el derecho de proteger a
todos los habitantes de la República en el goce de los derechos que les aseguren la Constitución
y las leyes constitucionales. contra todos los atentados del Ejecutivo o del Legislativo. ya de los
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO 123
A pesar de que Rejón formó parte del citado Congreso, no aparece signando el Aeta de
Reformas que éste expidió el 18 de mayo de 1847. Su mencionado biógrafo y jwto panegirista,
E~hánof/~ Tru¡iUo, explica la ausencia de don Crescencio por un incidente, que resultó ser ca-
lumnioso, a través del cual se le lanzó la imputación de haber estado en connivencia con un señor
Benton, comisionado por el gobierno de los Estados Unidos, para entablar negociaciones que se
consideraron ruinosas para México a propósito de la guerra empeñada entre ambos países; De
tal imputación Rejón quedó reivindicado; mas a. pesar de ello, optó por no volver al Congreso,
pretextando enfermedad. "Si don Crescencio hubiera estado presente en las discusiones {del
"voto" de don Mariano Otero al que acabamos de hacer referencia), concluye Echánove, segura.
mente hubiese evitado que, por una falta de penetración de Otero, se hubiera excluido al poder
judicial de entre las autoridades capaces de infringir la Constitución y establecido, frente por
frente del nuevo procedimiento indirecto y puramente jurisdiccional, el directo y peligroso de
oposición de poderes" (el político a que antes se aludi6).1.ell
La Comtituci6n d. 1857, emanada del Plan de AYlltla, que fue la bandera política
del partido liberal en las Guerras de Reforma, implanta el liberalismo e individua-
lismo puros, como regímenes de relaciones entre el Estado y el individuo. Puede afir-
marse, pues, que dicha Constitución fue el reflejo auténtico de las doctrinas imperantes
en la época de su promulgación, principalmente en Francia, para las que el individuo
163 "La vida pasional fI inquieJa de Cresrencio Rei,,6tr", Págs. 409 Y 410.
1(J~ Op. cit., pág. 411.
iee Idem, pág. 420.
124 '. .. EL '-JUICIO' DE . AM-PARO
Pues bien, ambas posturas estatales, individualista-y liberal, derivan claramente del articu.
. lado de la Declaración de los Derechos del' Hombre de 1789 y se encuentran plasmados en
nuestra Constitución Federal de .18~7, euyo artículo primero dice a la letra: "EI pueblo mexi-
cano reconoce que Jos derechos del hombre son la base y el ob;efode las instituciones sociales.
En consecuencia, declara que todas "les leyes y todas Ias autoridades del pa1s deben respetar y
: sostener las garantías-que otorga 'la presente Constitución." Efectivamente, de la simple lectura
del precepto que acabamos de transcribir se desprende que el Código Político de 18~7 consideró,
fiel a la tesis individualista, que los derechos del hombre no sólo son el objeto de las instituciones
jurídicas, sino su base mis-ma...Los autores de dicha Constitución, además, implícitamente se
declararon partidarios del jusnaturalísmo en materia de derechos del hombre, tal como puede
colegirse de la exposición de motivos respectiva, que en su parte conducente. dice: ','Persuadido
el Congreso de que la sociedad para ser justa, "sin 10 que no puede ser duradera, debe respetar
los derechos concedidos al hombre por su Creador, convencido de que las más brillantes y
deslumbradoras teorías políticas SOn torpe engaño, amarga irrisión, cuando no se aseguran.
aquellos derechos, cuando no se goza de libertad civil, ha definido clara y precisamente las
garantías individuales, poniéndolas a cubierto de todo ataque arbitrario. El aeta de derechos
que va al frente de la Constitución, es un homenaje tributado en vuestro nombre; por vuestros
legisladores a los derechos imprescriptibles de la humanidad. Os quedan, pues, libres, expeditas,
todas las facultades3}J.Ie del Supremo recibisteis para el desarrollo de vuestra inteligencia, para
el logro de, vuestro bienestar:' ' - .
~ En"efecto. de la segunda parte del artículo primero se desprende que toda 'autoridad debe
respetar y sostener las garantías individuales y en" la exposición de motivos "relativa se expresa:
"El Congreso estimó como base de toda prosperidad, de todo" engrandecimiento. la unidad na-
cional, y por tanto, se ha empeñado en que las instituciones sean un vinculo de fraternidad,
fin medio seguro de lJeglW a establefer armonías, y ha profundo tzl,¡ar (llanto producir pudiera
(hoques y resistencias, colisiones y (oflf/i(/OF'" lo cual viene a indicar, sin .dejer lugar ti. dudas,
que al Estado se reputó romo un mero vigilante de", las relaciones entre' particulares, cuya
injerencia surge"cuando el desenfrenado desarrollo de la- libertad individual acarrea disturbios
en la convivencia social.
Hemos hecho las anteriores digresiones alrededor del 'artículo primero de la Cons-
titución de 57, para comparar a este precepto con el relativo de nuestra Constitución
vigente y poder así constatar la diferente ideología politica que en materia de garan-
tías individuales se contiene en ambos ordenamientos fundamentales.
Pasando ahora a los derechos individuales públicos específicos contenidos en la
Constitución de 57, cuyo estudio o análisis extralimitaría el tema que desde un principio
hemos seleccionado, y que abordamos en nuestro libro intitulado "Las Garantías Indi-
viduales", diremos que encierra los mismos que la Constitución. vigente, dentro de los
cuales destacan por su singular importancia los contenidos en sus artículos 14 y 16 a
los cuales nos referiremos menos someramente al tratar el control de legalidad. •
Contrariamente a lo que acontecía con otros ordenamientos jurídicos mexicanos y
extranjeros, que consagraban los derechos del hombre en forma meramente declara-
tiva, sin brindar un medio para su protección, la Constitución de 57 inJtitl'Ye el juicio
de amparo, reglamentado por las distintas. leyes orgánicas que bajo su vigencia se
fueron expidiendo, tal como genérica y básicamente subsiste en nuestra Constitución
vigente, cuyos artículos (de ambas Leyes Fundamentales) 101 y 103, respectivamente,
son iguales con toda exactitud.
En la Constitución de 57 desaparece el sistema de control por órgano político que
estableció el Acta de Reformas de 1847, documento que, según hemos afirmado, lo
combinó con el sistema jurisdiccional. En el proyecto respectivo, la Comisión del Con-
greso Constituyente de 1856-57 que lo elaboró y de la que formó parte don Ponciano
Arriaga, _enfoca una justificada y severa crítica contra el régimen político de tutela
constitucional implantado en la citada Acta, pugnando, en cambio, porque fuese la
autoridad judicial la que proveyese a la protección de la Ley Fundamental en los casos
concretos en que se denunciase por- cualquier particular alguna violación a sus manda-
mientos y mediante la instauración de un verdadero juicio, en que los fallos no tu-
.,vieran efectos declarativos generales. Por revestir singular interés el pensamiento de la
Comisión Redactora del Proyecto de Constitución de 57 sobre la manera como debía
operar la preservación constitucional, no podemos resistimos a transcribir :la parte
conducente de. la exposición de motivos correspondiente.
"Era nuestro sistema poner en' público y serió combate la potestad soberana de la Federa-
ción con la soberanía de un Estado, O a la inversa: abrir una lucha solemne para declarar la
pendencia. por el ejercido de otro poder también soberano," que gira y se mueve en órbita dife-
rente: confundir así los atributos de los poderes federales con los de los Estados, haciendo a
éstos agentes de la Federación unas veces. y otras convirtiendo a los de la Federación en tutores
o en agentes de los Estados. La ley de un Estado, cuando ataca la constitución o leyes gene-
rales, se declaraba nula por el Congreso; y la ley de éste, reclamada como anticonstitucional, se
sometía al juicio de la mayoría de las legislaturas. En cu.a1quier caso era una declaración de
126 EL JUICIO DE AMPARO
guerra de potencia a potencia, y esta guerra venía con todas sus resultas. con sus más funestas
consecuencias'. Los gobernadores tenían obligación de promulgar y ejecutar las leyes del Con.
greso federal. como si fuesen empleados de esta administración, y el poder de la Unión bada
sucumbir al del Estado: en uno y otro extremo quedaba siempre desairada y envilecida. una
de las dos autoridades. sancionada la discordia y hasta decretada inevitablemente la guerra
civil. No es éste el sistema federal, pues si éste fuera. sería necesario proscribido y execrado.
Si nos fuera posible resumir en, breves y concisas palabras toda la teoría, todo el mecanismo
del sistema federal, lo haríamos en esa sencilla fórmula: "para todo lo concerniente al 'poder
de la Federación desaparecen, deben desaparecer los Estados; para todo lo que pertenece a
éstos, desaparece. debe desaparecer el poder de la Federacién; . ," Pero nacen dudas, se
suscitan controversias: ¿quién califica? ¿Quién las decide? Repiten los que quieren el soña-
do equilibrio de un poder conservador. las dudas Y controversias entre la Federación y los
Estados, y entre ésta y aquéllos, se resuelven y califican, naturalmente. por los mismos medios
legales de que usan los individuos cuando litigan sus derechos. No invocan su exclusiva
autoridad. ni cada uno delibera como parte y como árbitro, ni se retan y se tiran guantes.
ni apelan a las armas: van ante un tribunal, y ahí, en un juicio 'con todas sus formas, se
decide la contienda, con la diferencia' de que. en el litigio de un individuo con otro, la sen-
tenda es directa. universal. positiva, comprende todo el círculo de 10:5 derechos discutidos.
mienlras que en la contienda contra un soberano, la sen/entia es indiretlll, particflLu, nega·
/iva, no iutu detLutUiones generales, ampara, declara libres a los parlkuJaus quejosos tk Id
obJigtUi6n de cumplir la ley o el eao de qlle se quejan: pero d~a imana, ton todo\ru vigor
y prenigio, no aldea de frente, a la tUltoridad de qlle eman6 la ley o el acto qlJe dio
motivo al iuicio." 16&
forme a $U. texto se conservé la Intervención del. jurado. popular para calificar el hecho
infractor de la Ley Fundamental. SiJ1 embargo, al expedirse ésta se suprimió dicbo
¡",aJo, para atribuir la competencia exclusiva de conocer de todas las controversias
que se suscitaren por leyes O actos de cualquier autoridad que violaran las garantías
individuales o que vulnerasen el régimen federal, a los tribunales de la Federacián
(art. 101), eliminándose así la injerencia en dicha materia de los tribunales de los
Estados y consignándose en el artículo 102 los principios cardinales que informan
al, sistema de protección constitucional por órgano y por vía jurisdiccionales, como
ion los de iniciativa de la parte agraviada, la substanciación judicial del procedi-
miento y la relatividad de los fallos correspondientes.
Congreso constituyente quiso y orden6 que en estos juicios (los de amparo) se procediera con
la garantIa de un jurado compuesto de vecinos del distrito a que corresponda Ia parte aetora,
el cual calificaría el hecho", agrei,indose que ..... esta conquista del Congreso constituyente,
este gran principio de la Constituci6n, 10 eché- por tierra el encargado de la minuta (León
Guzmán), que suprimió el artículo 102 del proyecto, cuya discusión se verificó en los días
28, 29 Y 'O de octubre de 1856, declarándose en este suficientemente discutido por 70 votos
contra 13, y aprobado en votación nominal por 56 contra 27", concluyéndose que "El punto
es gravísimo, pues habiendo necesidad de reformar la ley orgánica sobre juicios de amparo,
('1 ésta (es decir;' 13 que sustituyó a Ja de \1861 y_ se 'expiwó en enero <k: 1869). ten.drá':que
basarse en el a.rt1culo·supruwdo,.y DO ~ .el 101 de la Constitución" (SiC).169 ,
La importante revista juríc;lica "El Derecho", en el número correspondiente _al.!? de oc-
.tubre de- 1868. se oCupó -de "tan trascendental cuestión, espccíecdo lo 'siguiente: "Parece que
- la Constitución de' 18:;7 no está: del todo conforme con laS diversas resoluciones acordadas
por' el Congreso constituyente al discutirle. En días. pasados se promovió en el' Congreso;' a
, moción del Sr. diputado Mata, que' se nombrase una comisión especial que -ccmparara el texto
con "aquellos acuerdos. Después se dijo que en !"J artículo 29 que habla de .la. suspensión de
garantías se suprimió 'la palabra inaiv!duaJeJ.. UJt~mainen~e El Globo .del día s del corri;;ore:
fundéndcse en .Ias . actas ofidales. de "las sesiones "de ~ asa.mblea_~ 18'6: asegura" .que fue
sup~ido un artí.culo íntegro, el que e5t.1!-hJeda. el' jurad.o para ~~ jui90s· de amparo: Es~
supresión parece indudable, porque tanto en las actas 'citadas oficiales, como 'en la historia
de ese Congreso escrita por el Sr. Zarco, consta. la aprobación del artículo omitido.
"En nuestra opinión,. sean cuales fueren las resolcdcaes de aquel Congreso, que aparea-
can. suprimidas en eljexto publicado, tal omisi~n .no puede importar la nulidad de ninguna
ley posterior, COmo .pretende el autor del artículo de El Globo. Si la comisión encargada de
formar la minuta de la Constitución de 8n hizo modificaciones u omisiones; si los secre-
tarios aseguraron al darse lectura a esa minuta que estaba conforme con los acuerdos; y si el
Congreso la aprop6. más. bien que suscitar aquella duda que puede ser origen de 'estériles
y peligrosas disputas, pudiera decirse que el Congreso mismo habla consentido con aquellos
actos, en las modificaciones o supresiones que se han notado., '
"Por otra. parte, los .acuerdos omitidos no pueden tener fueraa alguna obligatoria. 'Pofque
.las leyes únicamente la tienen por la promlllg4fión: y México sólo ha tenido y tendrá. por
texto oficial de.Ia Constitución de 57, al que fue publicado por .el gobierno con la firma de
los diputados de la nación. Si hubo o no falta en haber hecho ~as omisiones ó reformas.
ya es otra cuestión muy diversa; pero no hay raz6n fundada para querer que' formen parte
de la ley ccnstirucional, ni mucho menos para suponer la nulidad de actos posteriores que
tienen su origen en el texto oficial, que únicamente tiene el carácter de ley por haber sido
debidamente promulgado. .
.. ¿ Puede el actual Congreso, que no es constituyente, declarar que esos acuerdos son
parte de la Constituciénf ¿No -importarla esto una verdadera adici6n? ¿Quién podrá asegu•
. rar que la asamblea de 856 al aprobar la" 'minuta no consinti6 en las omisiones citadas, revc-
cando de este modo sus anteriores acuerdos?" 110
La alteración substancial que sufrió el artículo 102 del Proyecto mediante la su-
presión mencionada, a pesar. de que este precepto había sido aprobado en sus términos
originales por el Congreso, no dejó de achacarse exclusiva y personalmente a don
León Guzmán, habiéndosele imputado el grave cargo de modificar la voluntad deñ-
nida del Constituyente.:
Don León Guzmán. al contestar la imputación que en este sentido le lanzó el periódico
"La Libertad" en el año de 1879,. explicó pormenorizadamentc el proceso que se observó den-
tro. del mismo Congreso para examinar la minuta de Constitución por él elaborada, haciendo
notar que las alteraciones que introdujo al mencionado artículo 102, tal como fue aprobado
por la asamblea, fueron sancionadas por ésta en la sesión sotemoe . que se celebré el mismo
día en que se. juró la Constituci6n, es decir, el 5 de febrero de, 1857.
En desagravio de .tan destacado diputado constituyente, séanos permitido transcribir la
versión que él mismo dio acerca de la manera como se consintieron expresamente por el Con.
greso las modificaciones que aquél hizo al mencionado precepto: "La. sesi6n del día 5. dice.
ha sido extraordinariamente solemne y. ha comenzado por el a~~ importantísimo que vemos
169 Datos y transcripciones tomados del periódico "El Globo"· ( número correspondiente al 8
de octubre de 1868). citados en la obra "EJ Juicio de Amparo y el Po.k-¡NJieial de la Feder«iónJl•
RecopilaCIón elaborada por don Manuel Yáliez Ruiz (196'), Tomo. 11; Libro 1, Págs. 176 y 181.
110 "El Derecho", Tomo l. Págs. 121 y 122;. ." ,
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL ]mCIO DE "AMP_ARO 129
a describir. El señor Mata se colocó en una tribuna, teniendo en la mano el que ahora es
autógrafo de la Constitución; un Secretario colocado en la otra tribuna, tenía los artículos
originales; dos secretarios colocados en la mesa, tenían la minuta aprobada. Abriendo todos
sus respectivos documentos, el señor Mata leía en voz alta y los secretarios comparaban el
texto del autógrafo con el de los originales y el de la minuta. Después de esta operación
minuciosa, la Secretaría certificó que el texto del autógrafo estaba exactamente conforme con
los artículos aprobados y con la' minuta también aprobada. Entonces se procedió a firmar el
autógrafo y después 3 jurarlo. Esto ha pasado en presencia de más de cinco mil personas."
"Séanos lícito estampar aquí una observación. Si antes de- poner a discusión la minuta o
dentro de esa discusión misma, se hubiera acusado a Le6n GU7JDán de infidelidad en el des.
empefio de su cometido. su obligación de contestar' al cargo era notoria; pero ¿puede decirse
lo mismo cuando el Congreso se dio por satisfecho de la exactitud del trabajo, y cuando asumió
la responsabilidad, con el mismo hecho de aprobar la minuta, y cuando todos los diputados
firmaron el autógrafo? ¿ De cuándo acá las comisiones consultoras son personalmente. res-
ponsables de los acuerdos del Congreso? Por más que Seamos apasionados, tenemos la obliga-
cién de ser justos; y para ser esto último, tenemos necesidad de confesar que aun en el caso
de que León Guzmán, al extender la minuta, hubiera alterado algunos O muchos artículos de
la Constitución, su responsabilidad personal ha cesado, desde el momento en que el Con.
greso aprobó la minuta. A partir desde ese momento, León Guzmán no reporta más que la
parte que le corresponda en la responsabilidad colectiva.",111
9'
130 EL JUlOO DE AMPARO
Los constituyentes de 17 no dan razón alguna, expresamente. que los haya inducido a cam-
biar radicalmente no s610 el texto, sino el espíritu mismo de la Constitución de 57 en 10
tocante a las garantías individuales. Nosotros. sin embargo, creemos que existe una cazón de
lógica fundamental, que seguramente tuvieron en cuenta los autores de nuestro actual ordena-
miento constitucional, a saber, la consistente en que, al introducirse garantías de carácter so-
cial, al no ser ya el individuo el objeto de protección preferente de las instituciones sociales...
al darle al Estado mayor intervención en la vida social, la declaración individualista resultaba
incongruente con, el contenido del articulado constitucional. Al transformar, pues, los ccesrt-
reyentes de 1916-17 la actividad del Estado, atribuyéndole mayor radio de acción, forzosamente
tuvieron que adoptar otro principio general respecto a las garantías individuales. que son,
como repetimos. producto de una concesión por parte del orden jurídico constitucional, y
no elementos intangjbles, como las reputaba la Constitución de 1857. 11 2
Así, verbigracia, el artículo 123 constitucional instituye las bases mínimas generales. con-
forme a las cuales se debe formar la relación de trabajo y determinar sus consecuencias juri-
dices, bases que no pueden ser materia de modificación desfavorable para el trabajador.
Pues bien. para hacer efectivas en la realidad esas bases constitucionales. Interviene pficiosa-
mente el Estado en beneficio de la clase débil. con el fin de hacerlas respetar en la relación
jurídica entre trabajador y patrón, sancionando los casos que las contravengan con la nulidad
o bien con medidas más severas, según el caso.
En la solución de.! problema agrario también se manifiesta con claridad la intervención
que al Estado da la Constitución en las relaciones sociales. Asi, por ejemplo, el texto del
artículo 27 constitucional que se refiere a las dotaciones y restituciones de tierras yaguas,
particularmente, erige al Estado, por conducto de sus órganos autoritarios respectivos, en
verdadero agente no s6lo en los procedimientos correspondientes, sino en la organización y
formación del nuevo régimen de propiedad agraria. hip6tesis en las que la oficiosidad
de la actuación del poder público es manifiesta. hasta tal punto de oponerse a la voluntad de
los mismos beneficiados como acaece en un sinnúmero de casos prácticos, que sería prolijo
mencionar.
Bastan, pues, las ligeras y breves digresiones que acabamos de hacer, para demos-
trar que en el régimen jurídico instituido por la Constituci6n de 17, opera con noto-
132 EL JUICIO DE AMPMO
Las dos primeras tendencias han culminado en dos importantes obras dentro de la lite.
ratura jurídica sobre nuestro juicio constitucional y que consisten en interesantes biografías
de los mencionados hombres públicos respectivamente elaboradas por los licenciados Carlos
A. Ecbénove Truji/Jo y F. Jorge Gaxiola. En tales obras, sus autores" achacan a sus sendos
biografiados el galardón de ser cada uno, con exclusión del otro, el forjador de la institución,
y es curioso observar que a" Rejón lo denomina su panegirista el "padre del amparo", en
tanto que a Otero su biógrafo le asigna el calificativo honroso de "creador" del dicho juicio.
Parece ser que la inclinación histórico- jurídica a considerar como autor del juicio./
de amparo a don Mariano Otero prevalece sobre la contraria, es decir, sobre la que
arroja la paternidad respectiva al insigne yucateco, quien es conceptuado por don Ma·
nuel Herrera y Lasso como mero "precursor" de nuestra institución.
. .La disputa sobre la paternidad del juicio de amparo, en el sentido de estimar a·
ésta como el mero acto creador de nuestra institución, nos parece no sólo infundada,
sino absurda. En efecto) el fenómeno creativo no se resuelve en un simple hecho, sino
que se traduce en una serie de actos concatenados entre sí producidos por una especie
de sinergia eidética, o sea, en .un proceso de elaboración que comienza con' la mera
concepción de la institución de que se trate hasta su implantación definitiva y perfec-
cionada. Es más, una institución jurídica no nace, en un sistema estatal determinado,
aislada y desvinculada en forma completa de algún precedente nacional o extranjero,
esto-es, nunca surge a la vida normativa por modo íntegro y absolutamente Original,
ya que su aparición es en la mayoría de los casos la consecuencia de un proceso evo-
lutivo previo que afecta o debe afectar a todos los órdenes de derecho que tengan
un origen cultural común.
Es por ello por 10 que, salvo rarísimas excepciones, una institución jurídica" en
cuanto a su creación, es decir, desde su mera concepción, sugerida muchas veces
por la realidad y por precedentes especulativos, hasta su implantación positiva y
vigente, nunca obedece a un solo y simple acto, sino a un conjunto de hechos te1eol6-
gicamente encadenados, o sea, a un proceso de elaboración o formación, atendiendo
a lo cual no es ni lógica ni realmente posible imputar la paternidad institucional a
~na. pe~sona sol~cnte~, c?m~ er;óneamente" lo hacen, a nuestro :ntender, t~to los
partidarios del ongen rejoniano" del amparo, como los que sostienen que el autor'
de éste lo fue el ilustre jalisciense Otero.
134 EL JUICIO DE AMPARO
11'8 Es de. suponerse fundadamente que Rej6n conoció el régimen constitucional norteameri-
cano al través de la maravillosa obra de Alexis de Tocqueville, La Demorracia en Aml,ita, en la
. que su autor presenta un estudio completo del sistema normativo federal de los Estados Unidos.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL jUlOO DE AMPARO
En cuanto a la adopción del término "amparo" como denotativo del objeto mismo
de las sentencias que en el juicio constitucional se pronuncian, no nos atrevemos a
sostener '1"" Rejón haya sido su novedoso y original implantador, pues dentro del
vocabulario jurídico español no era desconocida la expresión "amparar y proteger"
a alguna persona contra actos arbitrarios de alguna autoridad, según se asienta en la
narración a que aludimos con antelación, inserta en el "Diario de los Sucesos Nota-
bles" de don Antonio de Robles.'"
La intervención de don Mariano Otero eri lo que' atañe a la formación del juicio
de amparo Se cristalizó tanto en el Proyecto de la Minoría de 1842, como en el Acta de
Reformas de 1847, cuyo articulo 25 otorgaba competencia a los tribunales de la Fede- .
ración para proteger a "cualquier habitante de la República en el ejercicio y COnserva-
ción de los derechos que le conceden esta Constitución y las leyes constitucionales;
contra todo ataque de los poderes legislativo y ejecutivo, ya de la Federación, ya de los
Estados, limitándose dichos tribunales a impartir su protección en el caso particular
sobre el que verse el proceso, sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley
o acto que la motivare". Pero, aparte de este sistema de control constitucional por
órgano jurisdiccional, Otero introdujo en el Acta de Refotmas de 1847, según ya afir-
marnos, un régimen de preservación de la Constitución en el que el Congreso Federal
fungía como entidad de tutela, al estar investido con la facultad de declarar "nula"
una ley local que pugnare con disposiciones del ordenamiento fundamental o de las
"leyes generales" (federales). Tal anomalía, consistente en combinar dentro del mismo
orden constitucional dos sistemas de protección notablemente diferentes, como lo son
el jurisdiccional y el político, posiblemente haya obedecido, por un lado, a que Otero
no se percató de la extensión tutelar completa y de la naturaleza unitaria del amparo, lo
que sí aconteció con Rejón y, por otra parte, a la influencia que sobre el preclaro jalis-
ciense ejerclan aún los regímenes políticos de preservación constitucional que imperaron
en algunos países extranjeros, como Francia, y que dieron su fruto positivo, entre nos-
otros, con el famoso Supremo Poder Conservador de la Constitución centralista de 1836.
Independientemente de que, conforme a nuestra opinión, la estructuración jurídica
del amparo en el sistema de la Constitución Yucateca de 1840 es, bajo algunos primor-
diales aspectos, superior a la que se estableció en el Acta de Reformas de 1847, po-
demos afirmar que el pensamiento de Rejón y de Otero es, en términos generales, clara-
mente coincidente, circunstancia, que nos induce a suponer que no es posible señalar
ninguna primada lógica de las ideas de uno sobre las del otro o viceversa. Sin embargo,
desde un punto de vista estrictamente cronológico, ¿a cuál de los dos juristas cupo la
honra de externar primero la idea del amparo y de su forma funcional, en términos
análogns a los que caracterizan a dicha institución en nuestro Derecho Constitucional?
Estimamos que a don Manuel Crescencio Rejón, quien, con anterioridad a don Mariano
Otero, implantó en su Estado natal un medio de preservación constitucional que presenta
las mismas y fundamentales características de nuestro artual juicio de amparo, hege-
monía cronológica que no está desvirtuada por ningún dato histórico que condu=
------ .
Véase el apartado 11, in fin"
1.14 de este mismo capítulo. Además, consúltese la interesante
obra de don Andds Lira González que ya hemos invocado Intitulada "El Amparo Colonial 1 ,1
Juicia de Amparo M",i(ano".
136 EL JUIOO DE AMPARO
a la, conclusión contraria. 11" bis Debemos advertir que no por ello escatimamos la gloria
legítima que incumbe al insigne jurista jalisciense en la formación de nuestro juicio
constitucional, pues gracias a él esta noble institución jurldica se erigió, de local, en
federal, y, por ende, en nacional, al establecerse en el Acta de Reformas de 1847.
En consecuencia, nuestro _juicio de amparo, perfeccionado ya en la Constitución
Federal de 1857, adquirió vida jurídica positiva a través de la integración sucesiva
de sus elementos peculiares en la obra conjunta de Rejón y de Otero; al primero
incwnbe el galard6n de haberlo' concebido e implantado con sus notas esenciales, como
institución local, correspondiendo al segundo el honor de haberlo convertido en .fe-
deral en el Acta anteriormente aludida.
Las leyes reglamentarias del juicio de amparo, es decir, aquellas que establecen el
procedimiento con todas sus derivaciones y _aspectos, mediante el cual los órganos
constitucionalmente competentes ejercen el control de los actos de las autoridades
estatales lesivos de las garantías individuales y del orden constitucional en sus. diver-
sas hipótesis, pueden clasificarse -cronológicamente en tres grupos, a saber: aquellas
que corresponden a una época anterior a la Constitución de 57; aquellas que regla.
mentan el juicio de amparo durante la vigencia de ésta y las que Se expidieron bajo
el imperio de la Constitución de 1917.'''
11" bi6 El maestro Alfonso Nori4g4 sostiene que nuestro juicio de amparo naci6 en el Acta
de Reformas de 1847. aludiendo con cierto desdén a la obra de don Manuel Crescencio Rejón., al
afirmar que "en Yucatán apareció un proyecte que debe considerarse como un antecedente de par-
ticular impcrtaacía, desde el año de 1840". (Cír. "Lecciones d4 Amparon, edición 1975. pág. 84.)'
No compartimos Ja idea de dicho traradísta.. pues según hemos demostrado, el insigne yueatcco
implantó por primera vez en un Estado de la República Mexicana dicha institución de control
constitucional, adscribiéndole la tónica esencial con que ha funcionado por más de un siglo. y
opera en' la actualidad.
. 116 Para el estudio de las citadas leyes reglamentarias 'del juicio de amparo recomendamos
la interesante monografía de Ni/iJa ROla Muñoz Vázqile: (1963); que presentó como tesis profe-
sional en la Facultad de Derecho de la ·U.N.A.M.