Lingüista Propone Una Nueva Ortografía para El Español

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Lingüista propone una nueva ortografía

para el español

16/06/2014

Acaba de ver la luz el libro Ortografía americana de la lengua española, del Dr. Juan Andrés Gualda Gil,
lingüista, del quien se ofrece amplia información en la página www.ortografiaamericana.blogspot.com

El autor llama la atención sobre el hecho de que las normas lingüísticas que rigen la lengua española en
todo el mundo (450 millones de hablantes) están basadas en el dialecto castellano hablado en el centro
y norte de España por solo 30 millones. Las naciones americanas están ya preparadas para tener su
propia ortografía, a la cual puede avenirse la RAE.

Este libro les da una base científica a las lógicas y sensatas propuestas ortográficas planteadas por
Gabriel García Márquez en el Congreso de Zacatecas.

Reseña de la Ortografia americana de la lengua española

Juan Andres Gualda Gil

Hase unos años se han selebrado los bisentenarios de la independensia de los paises
hispanoamericanos, pero todavia esa independensia no es total pues no han consegido la linguistica ya
qe sus normas, su dicsionario y su ortografia vienen siendo dictados por la antigua metropoli a traves de
la RAE (Real Academia Española de la Lengua). A pesar de qe la lengua en America ha experimentado
sustansiales cambios y es hablada por unos 420 millones de personas (nada menos qe el 93% de todos
los hispanohablantes), las normas linguisticas qe la rijen son las del dialecto castellano hablado tan solo
por unos 30 millones en el sentro y norte de España. Es, pues, llegada ya la hora de cambiar para poder
disponer de una ortografia autenticamente americana. Esta ortografia americana podria convertirse
simplemente en una nueva ortografia de la lengua española si la RAE tuviera el coraje y la consiensia
democratica de avenirse a ella, en benefisio de todos los hispanohablantes incluidos los españoles.
La RAE es una institusion de marcado espiritu sentralista y tradisionalmente viene desoyendo a las
academias americanas. Pensemos qe en el Dicsionario Panhispanico de Dudas el 70% de los «errores»
qe se sansionan corresponde a usos americanos. El DRAE deja fuera terminos americanos usados por
muchos millones de hablantes y por el contrario incluye peqeños rejionalismos españoles.

Las academias americanas no son conssientes de su gran poder y se limitan a segir las directrises de la
española pero hay qe recordar qe España ya no es la madre patria de las nasiones americanas sino una
nasion hermana mas y qe la lengua ya no es patrimonio de una sola nasion y de una sola academia. La
RAE debe democratisarse y asumir qe solo representa al 10% de hispanohablantes y no puede erijirse en
directora ni ostentar la maxima autoridad.

Afortunadamente poco a poco la RAE va sediendo terreno a las otras academias y asi su director ha
declarado qe «los españoles tenemos que aceptar que no somos el centro del idioma».

Mas informasion: www.ortografiaamericana.blogspot.com.

El Dr. Juan Andres Gualda Gil es linguista y profesor universitario.

Domingo, 28 de abril de 2019

Fernando Vallejo propone nueva ortografía

para la era digital

07/10/2013

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N. Padilla, El Espectador, BogotáEl valor de la nueva novela de Fernando Vallejo, Casablanca la bella, no
sólo radica, como siempre, en su irreverente manejo del lenguaje para crear ficción, sino en la propuesta
que plantea en la página 57: el escritor colombiano se dirige a las academias de la lengua en América y a
la española para que el nuestro deje de ser un idioma “estúpido” y no siga cediéndole espacios al inglés
por no adoptar un sistema ortográfico basado en la fonética y no en la etimología.Dice: “Mi reforma
ortográfica, señorías, en esencia es la que propuso en el Siglo de Oro Gonzalo Correas (quien escribía
“Korreas”) pero acomodada a la realidad actual del idioma, la de que los hispanoamericanos hoy por hoy
somos sus dueños, va así: “Casa” con ka de “kilo”: “kasa”. “Queso” con ka de “kilo” y sin u: “keso”.
“Aquí” con ka de “kilo” y sin u ni tilde: “aki”. “Cielo” con ese de “suelo”: “sielo”. “Zapato” con ese de
“suelo”: “sapato”. “General” con jota de “joder”: “jeneral”. “Guerra” con ge de “ganas” pero sin u:
“gerra”. “Güevón” con u sin diéresis ni tilde: “guevon”. “Burro” con be de burro: “burro”. “Vaca” con be
de “burro”: “baca”. “Hijueputa” sin hache: “ijueputa”.“Nuestras tres letras dobles con sonido sencillo,
que son la che, la elle y la erre, se escribirán respectivamente s, l y r, cada una con guión bajo. Y así
tenemos: “Chapa”: “sapa”, con ese africada postalveolar sorda y sin hache. “Caro”: “karo”. “Carro”
(como para decir que las prepago quieren carro: “karo”, con ka y erre dura. “Río” se escribirá “río”, con
erre dura. “Cigarro”: “sigaro”, con ese y erre dura. “Loco” se escribirá “loco”, con ele normal. “Llama”:
“lama”, con ele rara. “Calle” se escribirá “kale”, con ka y ele rara. “Yegua” se escribirá “legua”, con ele
rara. La ye de “el hombre y la mujer” irá con i latina: “el hombre i la mujer”. “Wagneriano” se escribirá
“bagneriano”. “Examen” se escribirá “ecsamen”.“Se suprimen pues, señorías, la ce, la hache, la cu, la ve,
la ve doble, la equis, la ye, la zeta, las tildes y la diéresis, a Dios se le quita la mayúscula”. Le preguntan al
narrador que dónde deja a España, donde pronuncian “zielo” y “zapato”, y responde: “¡Que se joda
España!”. “Vuelta pues atrás a los fenicios y a los griegos, a un signo por cada sonido. Ortografía fonética
sin resabios etimológicos, señorías. A este idioma le sobran ocho letras y al hombre dos tetas”.Fernando
Vallejo incluyó esta nuez en el alma de la novela porque tiene la autoridad para hacerlo –ha ganado los
premios literarios más importantes de Latinoamérica y su obra ha sido traducida a 25 idiomas, incluidos
el sueco y el serbobosnio a cuyos lectores saluda en este libro– y venía meditando la reforma luego de la
publicación de El cuervo blanco, la biografía sobre Rufino José Cuervo, obra que la Real Academia
Española avaló como un gran tratado del español. También es el autor de Logoi, más que una simple
gramática del lenguaje literario una biblia de las fórmulas sintácticas de la ficción desde la Ilíada y la
Odisea hasta el siglo XX. “Yo quiero mucho mi idioma y he descubierto muchas cosas de él a través de la
literatura”, dice.La urgencia de aprobarla, según le explicó el autor a El Espectador, es que “la reforma la
están haciendo los muchachos en los celulares, en los computadores, porque están escribiendo
ortografía fonética”. Ocurre en twitter, “una red de alcantarillas donde la chusma paridora y vándala
excreta sus insultos”, dice en el libro.“Los idiomas están cambiando a una velocidad enloquecida. El
español, el idioma antioqueño, el de Medellín, el de mi infancia, no tiene que ver con el de ahora.
Infinidad de términos que yo usaba nadie los entiende ya. Y así pasa en todos los países hispánicos”.
Cree que si se actualizara la que propuso Gonzalo Korreas –que era sacerdote– “podríamos desbancar al
inglés. El chino no a va a ser por esa ortografía endemoniada que toma diez o 20 años aprender”. Aclara
que no quiere sacar del esquema a la RAE, que respeta sus tres siglos de tradición, pero insiste en la
necesidad de eliminar normas anacrónicas. “Nosotros somos 20 países acá, el idioma somos nosotros:
América. Independicémonos del todo”.Sin embargo, hay que recordar que el Nobel Gabriel García
Márquez ya había propuesto una reforma ortográfica más pequeña en el primer Congreso Internacional
de la Lengua en Zacatecas y no le prestaron atención. Vallejo opina que ‘Gabo’ “no supo hacerlo”:
“porque todavía no era el momento, porque internet y los celulares todavía no tenían el auge de ahora.
Él no vio que esto tenía un pasado de cuatro siglos desde Nebrija y Korreas. Esto los académicos lo
entienden y los que saben de filología y gramática más lo entienden a través de la literatura”.Le
recuerdo que Nebrija fue otro en fallar en ese intento de que se escriba como se pronuncia. “Es que así
haya sido el primer gramático español, él nunca entendió bien nada y sólo escribió para España, que era
lo que había. Ahora estamos nosotros”.Vallejo está dispuesto a ir a sustentar la reforma durante el IV
Congreso Internacional de la Lengua Española, a realizarse entre el 20 y el 23 de octubre en Panamá. “Si
a mí me invitan, yo la propongo y estoy seguro de que se abre camino. No puede ser más fácil ni más
viable. La academia ha hechos pequeños cambios como quitarle la tilde a solo cuando es adverbio. Están
dando palos de ciego y no quieren ver lo que es evidentísimo. Tenemos que eliminar las tildes”.A lo
largo de las 185 páginas de Casablanca la bella no sólo ironiza con el sueño casi siempre malogrado de
tener un techo donde meter la cabeza en un país “vil” como Colombia, sino consolida la metáfora de
cómo se debe construir el idioma desde la literatura. “Una celebración de la lengua castellana de un
hombre comprometido con su época”, piensa el escritor William Ospina.Abunda en sarcamos e ironías
contra los españoles: “están en bancarrota, quebrados. Se gastaron lo que no tenían y de amos que se
sentían ahora van a volver a ser esclavos. Un empujoncito más y se hunden. ¡Que se hundan, que se
jodan los euracas!”. Va con todo contra políticos como Rajoy y Rubalcaba, incluso contra poetas como
García Lorca. Se pregunta cómo es posible que en el Diccionario de la RAE no figure “goterero”. Propone
la reformulación de la entrada “puta”. Le dijo a este diario: “Llaman americanismo decir ‘verraco’. ¡No!
Tenemos es que llamar españolismos los términos que ellos usan. España ya es una provincia anómala
del idioma”.Percibe que uno de sus aliados puede ser el escritor español Juan José Millás, el único capaz
de decir allí que su país es “mierda”. Le va a escribir porque el idioma tiene que modernizarse e incluir
desde los 33 albañiles que reconstruyeron su Casablanca la bella hasta los académicos de la lengua. “Si
estás escribiendo una novela y tiene diálogos ¿cómo va a hablar la gente de las comunas? ¿cómo
hablaba Cuervo? No. Las comunas hablan con el idioma que tienen y punto”.

Fernando Vallejo: «El español

es hoy un desastre»

09/06/2012

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EFEPolémico y genial, el escritor Fernando Vallejo rescata la figura del gran filólogo colombiano Rufino
José Cuervo en su libro «El cuervo blanco», una biografía que traspasa los límites del género y en la que
el autor demuestra su amor por la lengua española, un idioma que —dice vehemente— «hoy es un
desastre».«Este idioma démoslo ya por muerto y pongámonos a hablar inglés. Pero eso sí, en un inglés
libre de contaminaciones hispánicas y latinismos, como escupiendo, en puro anglosajón», afirma Vallejo
(Medellín, 1942) en una entrevista, en la que dedica duras palabras a su país de origen, Colombia, y a
España: «La colombianidad es la podredumbre del alma. Pero España es peor: un país de hidalgos
prepotentes, soberbios, gritones, altaneros, groseros», son algunos de los dardos que lanza este escritor
apasionado, radical y lúcido, considerado uno de los mejores escritores en lengua castellana, como se lo
reconoció en 2011 con el Premio FIL de Literatura en lenguas romances.Residente en México desde
1971, Vallejo canoniza en su libro a Cuervo (Bogotá, 1844 - París, 1911), el filólogo que trató de apresar
el genio del idioma en su monumental «Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana»,
pero ese genio es «rebelde, cambiante, caprichoso, se sale de donde lo quieren meter y no lo agarra ni
el loquero», dice el autor en su libro, publicado por Alfaguara.La labor que hizo Cuervo fue de tal
magnitud que puede considerarse «una locura». Y es que «él era de alma española. O sea loco. Como
don Quijote, metido a arreglar lo inarreglable», subraya Vallejo.Fruto de una investigación exhaustiva, el
libro rinde homenaje a este filólogo en el centenario de su muerte, y le da pie al autor a reflexionar
sobre la historia de Colombia desde la segunda mitad del siglo XIX y, también, a criticar a la Iglesia, a los
políticos, la hipocresía, la falsa moralidad y la burocracia.Entre los materiales que ha consultado, figuran
las mil seiscientas cartas que Cuervo «recibió de unos doscientos corresponsales de países de Europa y
de América, y se las dejó de herencia, junto con sus papeles y sus libros, a la Biblioteca Nacional de
Colombia».También ha manejado las mil cartas que el propio Cuervo escribió y que el Instituto Caro y
Cuervo ha logrado reunir. «He dispuesto de una documentación inmensa», asegura.Desde niño, cuando
Vallejo leía las «Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano», quiso saber más y más de Cuervo.
«Nunca imaginé que un día, ya al final de mi vida, habría de llegar a saber tanto de la suya», dice el
autor.«Fue un hombre modesto, bondadoso, puro, que no conoció la soberbia, ni la envidia, ni la
traición. Ni la lujuria, ¡y mire quién se lo dice!».Y continúa: «¡Qué diferencia con esta partida de tartufos
que ha canonizado la Iglesia y que con los miles que recientemente el papa Wojtyla (la alimaña polaca
canonizadora) les sumó han hinchado el santoral hasta el punto de casi reventarlo!».El autor se muestra
pesimista con la evolución del español y no cree que este idioma tenga salvación. Y le echa la culpa de
muchos de los fallos que se cometen —o «fallas», como se dice en América— a los españoles, a los que
en «antaño fueron la metrópoli y hoy no son más que una provincia anómala del idioma. Y en plena
quiebra por lo demás, de vuelta otra vez a los chiqueros del siglo dorado de Carlos V», afirma.Y no le
parece que en Colombia el español sea mejor que en otros países, como mucha gente opina: «El español
de Colombia es más desastroso que el país. Es un idioma en ruinas para un país en ruinas. Por lo menos
en esto somos consecuentes y estamos de acuerdo con nosotros mismos», indica Vallejo.
RAE: el castellano nació en Burgos

08/11/2010

El MundoEl primer testimonio escrito del castellano retrocede dos siglos atrás en el tiempo, del XI al IX, y
viaja de La Rioja a Castilla y León.Así lo demuestra un estudio sobre los manuscritos de Santa María de
Valpuesta (Burgos), que cuenta con la bendición de la Real Academia Española (RAE) y que, en la
práctica, dinamita el ya cuestionado mito de las Glosas Emilianenses como primer texto y San Millán de
la Cogolla (Rioja) como cuna del castellano.La investigación acredita que en este monasterio de
Valpuesta, a noventa kilómetros de la capital burgalesa, se encontraron los documentos más antiguos
(del siglo IX) que incluyen términos en castellano, en oraciones en las que el latín iba desapareciendo y
se apreciaba el orden lógico del nuevo idioma.Estos escritos eran conocidos como Cartulario de
Valpuesta y el historiador clásico y de referencia de la lengua, Ramón Menéndez Pidal, ya los
mencionaba en su estudio Orígenes del Español.Sin embargo, la presencia de falsificaciones entre los
más antiguos, con las que los monjes simulaban tener privilegios reales que, en verdad, nunca les habían
sido dados, hicieron que los estudiosos miraran con desconfianza todo el conjunto de legajos.Ahora
filólogos y paleógrafos del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua han apartado las falsificaciones —
tres en total— y han acreditado la validez de los 184 documentos restantes.La RAE ha coeditado en dos
lujosos volúmenes, Los becerros góticos y Galicano de Valpuesta, que recoge el estudio, con una tirada
de 2.500 ejemplares. La presentación tendrá lugar el próximo 12 de noviembre en la sede de la
Academia en Madrid.Su vicedirector, José A. Pascual, da por seguro en el prólogo «el consenso entre
filólogos e historiadores, en cuanto a que acerca mucho el trabajo a lo que se entiende por
definitivo».Los fondos de Valpuesta constan de ocho documentos del siglo IX, 39 del X, 49 fechados en el
XI, noventa en el XII y uno del XIII, y consisten, sobre todo, en escritos que registran donaciones de
bienes materiales (ganado, tierras o enseres) de particulares al monasterio a cambio de bienes
espirituales como un entierro en su suelo o misas en su memoria. Los escribientes de aquella época
intentaban plasmar los acuerdos en latín.Pero Gonzalo Santonja, director del Instituto Castellano y
Leonés de la Lengua y filólogo, señala que ese latín «estaba tan alejado de la rectitud, presentaba un
estado tan evolucionado o corrompido» que, asegura, «se puede concluir que la lengua de los becerros
de Valpuesta es una lengua latina asaltada por una lengua viva, de la calle y que se cuela en estos
escritos».RepercusionesEl hallazgo tiene repercusiones políticas y académicas. Valpuesta adquiere una
nueva dimensión legitimadora para Castilla y León, comunidad invitada este año en la prestigiosa Feria
del Libro de Guadalajara y a ella asiste como lugar de origen de la lengua común. Un título que todavía
ostenta La Rioja gracias a las anotaciones manuscritas de San Millán de la Cogolla en las que se halló el
considerado hasta hoy como primer testimonio del romance hispánico.
Datan en el siglo IX el origen del

castellano

28/12/2009

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La RazónPonerle fecha y lugar de nacimiento al castellano ha sido uno de los mayores desafíos para los
lingüistas. Hasta ahora, se situaba su origen en las Glosas Silenses o Emilianenses, textos escritos en los
márgenes de obras redactadas en latín, y que se guardaron desde el siglo XI en que fueron escritas en
los monasterios de Santo Domingo de Silos (silenses) y San Millán de la Cogolla (emilianenses). Pero un
estudio del Instituto de la Lengua de Castilla y León dirigido por Gonzalo Santonja, adelanta las primeras
palabras del español más de un siglo.Santonja avanzó algunos de sus descubrimientos, que serán
próximamente presentados con detalle, y que señalan a los Cartularios de Valpuesta como la expresión
escrita más antigua del castellano, que dataría del siglo IX. Aunque habitualmente se utiliza la
denominación de cartulario para un documento escrito por dos o tres personas a lo largo del tiempo, en
este caso se trata de un compendio de documentos. El director del Instituto Castellano y Leonés de la
Lengua (ILCYL) se ha mostrado «muy satisfecho» por el resultado del estudio, dada la dificultad de
analizar este compendio de documentos que fueron agrupados por un clérigo del santuario de
Valpuesta con todos los textos que iba encontrando, y que se guardaban desde dos siglos antes en el
norte de la provincia de Burgos, informa Efe.La complejidad del estudio estriba en que se trata de
escritos realizados durante diferentes momentos por más de una treintena de personas, lo que ha
hecho «muy difícil identificar la mano» que elaboró cada uno de estos textos y el momento en el que se
fueron modificando. Santonja insistió en que no se trata del origen del español, sino del registro escrito
más antiguo que se conoce hasta ahora «porque el español nació en la calle, no en un monasterio ni
debajo de ninguna piedra». Localismos y «patochadas»Para este experto, los «localismos» que
pretenden vincular el nacimiento del idioma a un monasterio concreto son «patochadas». «Las lenguas
son del pueblo y es paradójico que haya quien diga que todas nacen en la calle y luego afirmen que el
español nació en tal o cual monasterio», aseguró.Uno de los trabajos realizados por el Instituto,
inaugurado hace nueve años pero con sólo dos de funcionamiento, está relacionado también con el
surgimiento de las lenguas romances. Para Santonja resulta decisivo el descubrimiento de la importancia
de las pizarras visigóticas, que permiten entender «la disolución del latín y la formación de las nuevas
estructuras prerromances».La memoria de las glosasAunque podría cambiar si se prueban las
conclusiones de este reciente estudio dirigido por Gonzalo Santonja, hasta la actualidad se apuntaba a
las glosas como el texto fundacional del castellano. Dichas glosas tenían una finalidad explicativa y
buscaban aclarar el significado de algunos pasajes de textos latinos, como el Códice Aemilianensis, a
través de los cuales los monjes pretendían acercar al pueblo llano la lengua que éste ya hablaba: el
español. Las glosas emilianenses se guardaban en San Millán de la Cogolla, en La Rioja, por entonces
parte del Reino de Navarra, lo que las convirtió en excepcionales, ya que contenían apuntes en
castellano, euskera y latín.

San Millán, donde nació el

español

27/12/2009

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La RiojaCono aiutorio de nuestro dueno dueno Christo, dueno salbatore... Hace mil años, entre los siglos
X y XI, en el scriptorium de San Millán de la Cogolla, el amanuense Muño, que copiaba un códice latino,
escribió al margen de una página esta oración que, como el resto de sus hermanos del monasterio,
debía de saberse de memoria. Lo hizo, seguramente sin pensarlo mucho, empleando una lengua
romance, «un dialecto riojano o altorriojano». Aquellas inocentes anotaciones han llegado a ser
consideradas a partir del siglo XX el primer testimonio escrito del que se tiene noticia de un dialecto
romance hispánico medieval, es decir, la lengua que ya no es latín hablada por el pueblo llano en la alta
Edad Media. El origen del idioma español.El Códice 60, que contiene ésta y muchas otras glosas más, es
uno de los setenta códices procedentes del monasterio de San Millán que custodia en Madrid desde
mediados del siglo XIX la Real Academia de la Historia (RAH), uno de los mayores tesoros de su
biblioteca. Pero también un símbolo de La Rioja, orgullosa cuna de la lengua. Como tal lo viene
reclamando en reiteradas ocasiones desde 1978 y ha vuelto a hacerlo este año, junto con los glosarios
31 y 46, también de gran trascendencia filológica. Pero la Academia se ha negado una vez más, sin
atender a los cambios obrados en los últimos años, desde la declaración de San Millán como Patrimonio
de la Humanidad en 1997 y la puesta en marcha de Cilengua (Centro Internacional de Investigación de la
Lengua Española), que reúne las condiciones para la custodia, conservación y estudio de tales
documentos. Sin embargo, La Rioja no se resigna; diversas voces acreditadas insisten en que San Millán
es su lugar.Con la ayuda de nuestro Señor Don Cristo Don Salvador... Una oración en espíritu semejante
a la que rezaba el bueno de Muño en San Millán de Suso en la Edad Media sería la que entonaran los
monjes benedictinos mucho después, a primeros de marzo de 1821, cuando vieron partir de su querido
monasterio de Yuso los «códices antiquísimos» de su biblioteca. Marchaban a la fuerza rumbo a Burgos,
reclamados por el 'Gefe Político' durante la desamortización ordenada por el Gobierno liberal.Quizás
esperaran un milagro como aquél que dio origen a su morada. Cuenta la leyenda que en el año 1053,
cuando el rey García quiso llevarse a Nájera los restos mortales de san Millán para desolación de los
monjes, los bueyes que tiraban de la carreta con las reliquias se detuvieron en el llano y ya no volvieron
a andar. Era, sin duda, el propio san Millán imponiendo su voluntad de no pasar de allí y ser enterrado
de nuevo en aquellos lugares. Ante aquel prodigio, el rey mandó construir un segundo monasterio, al
que se llamaría Yuso para distinguirlo de Suso.Pero con los códices no hubo milagro y la carreta que los
portaba siguió su camino ante la mirada resignada de los benedictinos, que por segunda vez se veían
obligados a la exclaustración (ya habían sido expulsados por José Bonaparte en 1809 y lo serían
definitivamente en 1835 con la desamortización de Mendizábal; hasta 1878 no llegarían para ocupar su
sitio los agustinos recoletos).Con esa zozobra vivían las comunidades religiosas los no pocos vaivenes
políticos de la España del siglo XIX, con gobiernos que se sucedían derogando lo dispuesto por el
anterior. Pero no por ello regresaron a San Millán aquellos viejos manuscritos en los que los
desamortizadores esperaban encontrar títulos de propiedad de la Iglesia, cuando en realidad escondían
otro gran tesoro todavía por descubrir.Los primeros años de su exilio los pasaron en Burgos, hasta que
en 1851 fue reclamada desde Madrid la «remisión de códices pertenecientes a los monasterios de San
Millán de la Cogolla y San Pedro de Cardeña (Burgos), ordenada por la Dirección de Fincas del Estado en
virtud de la aplicación de la legislación relativa a la desamortización». Efectivamente, uno de los
aspectos de la desamortización de bienes eclesiásticos por el Estado español en el siglo XIX fue la
incautación de gran cantidad de archivos monásticos, catedralicios, etcétera, de distinta procedencia a
los que asignaron —como a otros muchos bienes muebles e inmuebles— destinos distintos.Entre las
adjudicaciones figuraba un sustancial corpus de documentos cuya masa reunida dio origen al Archivo
Histórico Nacional, radicado en la capital de España. Otras incautaciones desamortizadoras pasaron a
engrosar los fondos de muchos archivos históricos y administrativos regionales, provinciales y locales; y
una importante serie de libros y documentos antiguos fue asignada a la Biblioteca de la Real Academia
de la Historia (RAH) en Madrid «como entidad cualificada para su custodia y aprovechamiento
científico».A este último grupo pertenecía el selecto lote procedente de los monasterios benedictinos de
San Millán de la Cogolla y San Pedro de Cardeña. De los más de cien volúmenes que reuniría esta
entidad en sucesivas adquisiciones, casi setenta son códices emilianenses (códices del 1 al 64 y del 118
al 120, según la numeración con que fueron registrados al ingresar).Quién sabe si de no haber sido por
esta biblioteca no habrían acabado en la hoguera aquellos legajos carentes del valor que esperaban de
ellos los políticos de la época. Pero fue allí donde aguardaron silenciosamente a que alguien iluminase
su secreto. Su verdadero valor fue descubierto en 1911, cuando el académico Manuel Gómez Moreno
transcribió alrededor de mil glosas interlineales y marginales del Códice 60 y se las envió a su colega
Ramón Menéndez Pidal.La claveDe pronto, al cabo de nueve siglos, allí estaban las viejas palabras de
Muño ante alguien capaz de entender su significado y, sobre todo, de apreciar su singularísimo valor
filológico, cultural e histórico. «En estas Glosas Emilianenses —sentenció el eminente medievalista—
vemos el habla riojana del siglo X muy impregnada de los caracteres navarro-aragoneses». Era la clave
del origen de aquella primera lengua romance que ya no era latín. «El primer vagido de la lengua
española es, pues, una oración», afirmaría el filólogo Dámaso Alonso; se refería, claro está, a la sencilla
oración de Muño.Otros muchos estudiosos, como Rafael Lapesa, Emilio Alarcos o Manuel Alvar,
vendrían después a enjuiciar lo que simbólicamente se ha consensuado como «acta de nacimiento del
idioma». A estudiar los demás códices emilianenses preñados de glosas de otros copistas del scriptorium
medieval: Albinus, Atiltus, Andreas Darmarios, Dominicus, Emilianus, Enneco Garseani, Eximino
Archipresbiter, Moterrafe, Pedro, Petrus Abbas, Quisius, Juan Sánchez de Villoria, Trinitarius Presbiter...
Los hermanos de Munnius, que, como él, tanto se habían afanado en copiar manuscritos y, cuando
tenían dificultades para la comprensión de un texto latino, lo glosaban en el habla del pueblo llano o
redactaban auténticos diccionarios enciclopédicos, como el Códice 46.«Por voluntad del Todopoderoso
devine monje calígrafo en el celebrado scriptorium de aquella abadía millanense (...) y dediqueme junto
a mis hermanos en la caridad de Cristo, puestos en comunión bajo la regla monástica de San Benito de
Nursia, a la reproducción de las obras vertidas por nuestros egregios predecesores en la religión
cristiana, aquellos sobre cuyo piadoso numen infundió el Altísimo su inspirado soplo para el más elevado
brillo de su verdad eterna e imperecedera». Algo parecido al protagonista de El escriba y el rey (del
escritor riojano Demetrio Guinea) debieron de sentir quienes actuaron sin saberlo como notarios de
aquel alumbramiento idiomático tan trascendente a nuestros ojos.Eran y son sus palabras escritas los
primeros vagidos de un recién nacido cuya cuna, como quedó acuñado en 1977, al celebrarse en San
Millán el Milenario de la Lengua, es por extensión La Rioja. Veinte años después de aquel evento, los
monasterios de San Millán de la Cogolla fueron declarados Patrimonio de la Humanidad. A raíz de
entonces se acometió una profunda restauración monumental de Yuso y Suso y, a partir de la Fundación
San Millán de la Cogolla, su puso en marcha Cilengua (Centro Internacional de Investigación de la Lengua
Española), heredero del esplendor cultural del scriptorium medieval.La devolución de las Glosas
Emilianenses, de aquel Códice 60 y de otros glosarios como el 31 y el 46, todo un símbolo para un
idioma hablado ya por casi 500 millones de habitantes en todo el mundo, pero también un símbolo para
La Rioja, fue formalmente solicitada por primera vez en 1978 por parte de la Asociación de Amigos de
San Millán y nuevamente en 1990 con motivo de una reunión de centros riojanos en el mundo. La RAH
siempre se ha negado argumentando que San Millán no reunía las condiciones necesarias de seguridad
para custodiar unos documentos de tanta valía.Este año 2009, el Gobierno de La Rioja ha vuelto a pedir
su «depósito temporal» con el convencimiento de que aquellas carencias han quedado sobradamente
subsanadas. Pero en vano; la Academia que tanto aprecia este tesoro, no lo cede. Y a ese lugar de la
palabra que es San Millán le siguen faltando sus palabras primeras, aquéllas que escribiera Muño un
buen día hace mil años en que la devoción y el amor por su noble oficio «le apretaron dentro del pecho
añadiendo lo que le salía del alma»: Cono aiutorio de nuestro dueno dueno Christo, dueno salbatore...

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