Pedro Ximenez Abril Tirado
Pedro Ximenez Abril Tirado
Pedro Ximenez Abril Tirado
http://dx.doi.org/10.4067/s0716-27902017000100048
ESTUDIOS
Zoila Vega Salvatierra2
1
Instituto de Música, Facultad de Artes Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile
[email protected]
2
Departamento Académico de Artes Universidad Nacional de San Agustín de
Arequipa, Perú [email protected]
RESUMEN
Si bien la figura del compositor Pedro Ximénez Abrill Tirado ha sido reconocida por la
historiografía musical boliviana y peruana desde mediados del siglo XIX, solo con la
aparición de sus partituras en una colección privada y posterior adquisición de la misma
por varias instituciones e individuos su figura ha saltado a un primer plano en el estudio
de los repertorios históricos de América del Sur. Sin embargo, y pese al interés que ha
generado en intérpretes y musicólogos, es evidente que su biografía ha seguido
construyéndose sobre la base de mitos previos y considerando un porcentaje mínimo de
fuentes. Por lo mismo, este trabajo pretende dar nuevas luces respecto de Pedro
Ximénez, particularmente de carácter biográfico, entendiendo su contexto y transición
entre Perú y Bolivia a la luz de gran cantidad de documentos nuevos rastreados por los
autores.
ABSTRACT
Since the mid-nineteenth century the name of Pedro Ximénez Abrill Tirado has been
known in musicological and historiographical studies. However, his role and relevance as
composer has been acknowledged only recently in the study of historical repertoires of
South America, with the discovery of scores containing his music in a private collection
in Bolivia, which was later acquired by various archives and individuals. In spite of this,
biographical accounts on him have kept using the same information for decades, and
mythical constructions have increased rapidly during the last decade. This paper
presents a new biographical picture of Pedro Ximénez, with a broader understanding of
the context surrounding his life and works along with the transition of his life between
Peru and Bolivia, on the basis of important new sources gathered by both authors
through research in various archives.
INTRODUCCIÓN1
Naturalmente, todo ejercicio intelectual con fuentes como las trabajadas aquí
requiere de cierto grado de interpretación a partir de aquellas fuentes, el que
hemos realizado siempre teniendo en cuenta nuestro objetivo, que es formalizar un
perfil biográfico más completo y acucioso del compositor desde sus orígenes en
Arequipa hasta su muerte en Chuquisaca. Por lo mismo, creemos que este artículo,
a más de presentar gran cantidad de información nueva o desconocida de manera
pública, presenta algunas interpretaciones e ideas del compositor que,
desearíamos, alimenten la investigación actual relativas a su figura y su música, de
enorme valor para la musicología histórica americana. Hemos dejado de lado
discusiones estéticas y analíticas de la música del compositor, que ambos autores
de este ensayo hemos venido trabajando desde hace algún tiempo.
AREQUIPA
Todas las fuentes que se pueden consultar de Pedro Ximénez Abril y Tirado,
coinciden en afirmar que nació en Arequipa en 1780. Es muy probable que esta
fecha se haya originado en las elucubraciones de musicólogos peruanos y bolivianos
de ayer, aunque desconocemos exactamente el cuándo y el cómo se inició. La fecha
incluso ha generado problemas en la investigación actual. Por ejemplo, guiándose
por esta fecha, los historiadores Helard Fuentes Rueda y Helard Fuentes Pastor
afirman haber hallado su partida de bautismo y la identifican como la que aparece
en los Libros de Bautismos de la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Arequipa,
tomo 38 f 1364. En este documento se dice que hubo un Pedro que fue hijo legítimo
de Carlos Ximénez y Juana Vega y que el nombre “Abril” pudo ser tomado desde su
mes de nacimiento. Aunque la elucubración es honesta, parte de una fecha que
nunca se ha corroborado, y ahí radica el primer problema, pues otras fuentes
contemporáneas apuntarían en otras direcciones.
Una de las mejores fuentes para entender sus orígenes que hoy poseemos es el
expediente de su matrimonio, fechado en enero de 1819, donde sus padres
aparecen también debidamente mencionados —refutando la teoría de Fuentes y
Fuentes anteriormente mencionada—. Ellos sostienen que es muy posible que la
condición de hijo natural pudiera explicar la diferencia de nombres de los padres
entre la partida de bautismo y la de matrimonio, pero esa razón no nos parece muy
firme7. Las partidas de bautismo, matrimonio y defunción tenían en aquella época
carácter jurídico y su contenido no podía cambiarse arbitrariamente sin afrontar
responsabilidades legales. En el Libro de Matrimonios de la Parroquia del Sagrario,
libro 18 f 75v, con fecha 7 de enero de 1819, figura su partida de matrimonio con
doña Juana Bernedo8, donde aparece como hijo natural de don Buenaventura
Ximénez y María del Carmen Abril.
¿Por qué no hay ningún Pedro con estos padres en actas de bautismo? Debe
comprenderse que, al ser hijo natural y no legítimo, fue probablemente inscrito
como hijo de padres no conocidos, sin dar referencia de quiénes eran sus
progenitores, aunque sí sus padrinos, lo que dificultaría encontrar la partida de
bautizo original. Además, en el expediente de matrimonio conservado en el Archivo
Arzobispal de Arequipa9, se dice que era de treinta y cuatro años cuando contrajo
matrimonio con Juana Bernedo, entonces de quince años. Tomando en cuenta que
el expediente fue presentado los primeros días de enero de 1819, cuando todavía
no había cumplido 35 años, lo que ubica su fecha de nacimiento en 1784, no en
1780 como repiten todas las fuentes secundarias.
Esto nos permite un trabajo mucho más acotado respecto de los posibles orígenes
de nuestro compositor. En ese año, 1784, no aparece ningún Pedro Ximénez
legítimo, pero figuran en los libros parroquiales del Sagrario varios niños de padres
no conocidos de nombre Pedro. Uno de ellos, bautizado el 17 de noviembre de
178410, llama la atención por sus padrinos: don Pío Tirado y Abril y María Manuela
Tirado y Abril, hermanos, quienes eran personas de familias reconocidas, pues la
madre de ambos era Francisca Abril y Olazábal, hija a su vez de Francisco Abril y
Maldonado, alcalde de Arequipa en el siglo XVIII. Resulta extraño que personas de
esa calidad social se avinieran a bautizar a un niño de origen ilegítimo a menos que
fuera un pariente directamente cercano. El hecho de que ambos fueran Tirado y
Abril, indicaría que podrían haber sido parientes de la madre de Pedro Ximénez,
María del Carmen Abril, y por eso aceptaron el padrinazgo de un niño que podría
ser primo o sobrino de ambos.
Debido a esto, los descendientes de Retamozo, entre los que se encontraban los
Corbacho, los Abril y los Tirado, se ganaron el derecho de enterrarse a perpetuidad
en la iglesia, costumbre que mantuvieron hasta bien entrado el siglo XIX, cuando
las nuevas ordenanzas municipales prohibieron los entierros en los templos. Si
María del Carmen Abril no hubiese sido pariente de los Abril y Maldonado o de los
Abril y Olazábal, no habría tenido derecho a enterrarse en la iglesia mercedaria.
Esto nos lleva a pensar que ya que no existe su partida de bautizo como hija
reconocida, entonces quizás se trate de una hija natural de alguno de los hijos del
coronel Francisco Abril (que superaron la decena) y por eso tenía vínculos estrechos
con otros miembros de la familia. ¿O tal vez fue hija tardía del mismo coronel
Francisco Abril y Maldonado, fallecido el 14 de diciembre de 1795? Eso explicaría
por qué los hijos de su parienta Francisca fueran padrinos de su hijo Pedro en
1784. La vinculación con el templo de La Merced llevó a los Abril y los Tirado,
además de otras familias emparentadas con ellos, a fijar sus residencias en las
casas contiguas o próximas a dicho convento. Más adelante veremos cómo Pedro
Ximénez adquiere con su esposa una casa en esta misma zona.
Darío González ha planteado que Ximénez fue el autor de la música para la Marcha
patriótica de Mariano Melgar, aún cantada décadas más tarde29. Aunque el autor no
logra exponer ninguna prueba fehaciente, la conexión parece más que evidente, a
causa de la relación explícita que tuvo Melgar con la “Tertulia literaria” que se
realizaba en Arequipa en la Quinta de Tirado y que ha sido reconocida como un
punto clave en la transformación cultural de la ciudad por varios autores30. Es
llamativo también, respecto de este himno, que el mismo José Antonio Corbacho,
ya mencionado, en una carta de 1832, recordando “las tertulias literarias en que
planeamos la revolución emancipadora”, comenta las discusiones acerca de
“algunas composiciones de los cuadernos 1 y 2 [de Melgar] y de la que más
trasunta nuestro anhelo de libertad, la Marcha Patriótica”31. Sabemos que Ximénez
no siguió a Pumacahua en la revuelta y que permaneció en Arequipa. Apenas un
mes después de la salida del ejército patriota de la ciudad, ofició de padrino y
testigo de bodas de don Thomás O'Phelan el 20 de diciembre de 1814. O'Phelan, al
parecer, estaba inclinado a la música, pues su otro testigo fue Diego Llanos, por
entonces maestro de capilla de la Catedral de Arequipa. El nombre de Tomás
O'Phelan ha aparecido en partituras que pertenecían a Pedro Ximénez en la
colección de Andrés Orías Blüchner. Particularmente interesante es una colección de
sinfonías de Adalbert Gyrowetz copiadas por Ximénez en partes manuscritas para
uso privado, según consigna en las carátulas de las mismas.
Eran tiempos difíciles para aquel círculo. Melgar, como es sabido, fue tomado
prisionero tras la batalla de Umachiri y fusilado en 1815 a sus 24 años. No
podemos imaginar el impacto que esto debió tener en otros jóvenes arequipeños
intelectuales de su generación y, por consiguiente, en Pedro Ximénez de Abrill. De
hecho, no sabemos mucho respecto de la posición política de Ximénez, pero
podemos entrever que la muerte de Melgar lo haya hecho recatarse políticamente.
El mismo José Antonio Corbacho vivió perseguido durante estos años, ante el
fracaso de la rebelión de Pumacahua. No es del todo improbable descartar que
Ximénez, de haber tenido su corazón en la causa patriótica, haya preferido retirarse
un poco de la escena revolucionaria. Sin embargo, a diferencia de otros
contemporáneos, no hay claridad de la participación de Ximénez en la causa
patriótica temprana, como tampoco en el ejército, y su música del periodo no
alumbra el espíritu de un autor convencido por la independencia.
Sin embargo, una relación nueva que Ximénez estableció en este periodo fue
aquella con uno de los hombres más influyentes en las artes limeñas de comienzos
del siglo XIX, Andrés Bolognesi. La relación entre ambos hasta ahora ha quedado
en el terreno de lo especulativo32, pero existen documentos que confirman una
estrecha amistad entre ambos. En un expediente del Seminario de San Jerónimo de
Arequipa que data de febrero de 1830, la esposa de Bolognesi, Juana Cervantes,
elevó al Obispo de Arequipa, José Sebastián de Goyeneche, un pedido para que su
hijo Francisco, el futuro héroe de Arica (entonces de trece años), fuera admitido en
el Seminario como becario con rebaja de pensiones de estudio. Para demostrar que
el muchacho era hijo legítimo y como no tenía a mano ni la partida de matrimonio
de ella ni la de bautizo del muchacho, y hallándose su esposo de viaje en la capital,
doña Juana presentó a dos testigos de su situación familiar. Uno de esos testigos
fue Pedro Ximénez Abril quien dijo conocer a los padres y dar fe de la educación
religiosa que se había dado al niño. El mencionado documento expone
expresamente que conocía a ambos esposos y afirma que entonces tenía cuarenta
y seis años de edad, lo que remite nuevamente su fecha de nacimiento a 1784 y a
una cercana relación con el músico italiano33. Bolognesi volvería a Arequipa en
1823, radicándose en la ciudad hasta 1830. Posteriormente vuelve a Lima por
períodos breves y fallece en Arequipa el 27 de agosto de 183434.
Aun así, sabemos que Ximénez tuvo vínculos con Lima por las mismas partituras
que sobreviven en su colección. Por un lado, en los archivos de Sucre sobreviven
copias de obras de autores limeños en manuscrito, entre ellas una Misa a 4 y 8 de
José María Tirado (dedicada a Andrés Bolognesi en 1816 según su portada, ABNB
M1187), como dos composiciones de José Bernardo Alzedo, el villancico De La Casa
de David (ABNB M1431) y una copia única de la primera parte de la ópera del
mismo autor llamada La cifra, compuesta en 1814 o 1816 según la algo ilegible
portada (ABAS_Otros01)35. Es Alzedo quien recoge a Ximénez en su Filosofía
elemental de la música como uno de los grandes compositores de su tiempo: “Y
concretándome a nuestro Perú [entre los compositores de América], mas
notablemente al arequipeño D. Pedro Jimenez Abril (conocido vulgarmente por
Pedro Tirado), que aparte de sus misas y otras provechosas piezas, se hizo admirar
por sus sinfonías y los conciertos de violin”36.
Tal como señala Alzedo, más allá de las piezas “propias” de un maestro de capilla y
compositor habitual de la América de entonces (misas, música sacra en general y
algo de salón), Ximénez pareció destacar del resto de sus pares por su música
instrumental, en particular sus sinfonías. El intercambio con Alzedo implicó también
que se conserven algunas obras del arequipeño en los archivos de la Catedral de
Santiago y la Recoleta Dominica de la misma ciudad37. Por otro lado, sobrevive
también un Te Deum de Juan Rodríguez, también de 1816. A este Juan Rodríguez
le dedica Ximénez tres sinfonías, las Nos 27, 28 y 29. ¿Será Rodríguez también un
compositor limeño, quizás asociado a Manuel Rodríguez, director de orquesta y
quien presentó varias obras de Ximénez en Lima?
Aún quedan diversos aspectos por dilucidar de los tiempos de Ximénez en Arequipa.
Es interesante, por ejemplo, que en la catedral de la ciudad no se ha encontrado
rastro alguno de su permanencia en la capilla, ni como compositor ni como
instrumentista. En su tiempo y durante cuarenta años fue maestro de capilla Diego
de La Cruz Prado y Llanos. ¿Pudo haber sido Ximénez un músico adscrito a la
capilla del convento de La Merced? Es inevitable pensar que su música sacra
temprana tuvo que ser compuesta para algún templo local. La única referencia que
se da en Arequipa acerca de su obra religiosa figura en un artículo publicado por
Mariano Béjar Pacheco en 1924. Béjar Pacheco dice que es probable que la música
de la Reseña, ceremonia emblemática de la Semana Santa que tuvo mucha
importancia en Arequipa hasta bien entrado el siglo XX, fuera compuesta por Pedro
Ximénez de Abril y Tirado43. Dejó de cantarse después de 1963, pero no hay
mayores pruebas de la relación de esta partitura con nuestro músico.
Fue, sin embargo —y como planteaba Alzedo—, en el universo secular que Pedro
Ximénez llegó a sus mayores alturas de excepción. Fue parte de una generación
profundamente afectada por los cambios educacionales e institucionales en
Arequipa, principalmente aquellos promovidos por el obispo Chávez de la Rosa. Fue
la generación de Domingo Tristán, José María Corbacho, Mariano José de Arce y
otros que afectarían profundamente las discusiones de las décadas posteriores al
1800. La “Tertulia literaria”, donde participaban Mariano Melgar y José María
Corbacho, quizás fue también hogar intelectual de Ximénez, ya que la misma se
celebraba en la Quinta de Tirado44. Ahora bien, es cierto que quizás no se trató de
una institución, como se ha pensado muchas veces, sino de varias ocasiones con el
mismo nombre, así como parece entrever Corbacho en su carta a Benito Lazo
donde habla de “las tertulias literarias en que planeamos la revolución
emancipadora”45.
Es desde el universo cultural de estas tertulias que años más tarde nace la
Academia Lauretana de Arequipa, de tanta importancia para la institucionalidad
académica peruana tras la independencia. Ximénez fue nombrado miembro
asociado de la misma en 1823 por “sus merecimientos notables”46, si bien no podía
ser académico debido a que carecía de título universitario. Algunos miembros de la
academia fueron luego nombrados profesores del Colegio Nacional de la
Independencia Americana en 1827. Por eso Pedro Tirado figura en la lista de
docentes de este colegio que en septiembre de este año abre la cátedra de
música47. Un año después, el 9 y 10 de octubre de 1828, presentó a trece alumnos
de su cátedra a examen teórico público48. Curiosamente, el nombre del catedrático
en este caso cambia a Pedro Jiménez Abril. En este claustro seguía compartiendo el
espacio con José María Corbacho, que ejercía como profesor de bellas letras y con
Antolín Corbacho, bibliotecario del colegio, ambos casados con miembros de la
familia Tirado.
Como ya ha sido publicado en varias ocasiones, una de las noticias más
importantes que tenemos de Ximénez en esta etapa es como organizador de
conciertos en su casa, según nota del Arequipa Libre del 25 de noviembre de 1828:
“Un artista célebre D. Pedro Jimenes Tirado reúne en su casa en la noche de los
martes de cada semana, una sociedad filarmónica, donde se ejecutan las mejores
piezas de Europa, y otras de su propia composición”. Ximénez, tal como apunta la
nota, poseía una enorme cantidad de piezas manuscritas e impresas de autores
europeos y peruanos, algunas de estas se han conservado hasta hoy. Sinfonías de
Pleyel, Gyrowetz, Haydn y obras de Beethoven son solo parte de ese repertorio. En
su obituario se señala explícitamente que Ximénez poseía “casi toda la música” de
Haydn, Mozart y Pleyel y “mucha” de Beethoven49.
Existen indicios que apuntan a que Ximénez tuvo contactos nuevamente con Lima
hacia 1830. El 3 de agosto de 1831 se toca uno de los cuartetos para flauta, violín,
viola y cello de Ximénez en la academia de Mario Bañón, una de las sociedades
filarmónicas más importantes de Lima en aquel momento. Es posible que él tomara
parte en esta actividad, porque la pieza es anunciada como “Cuarteto de flauta,
violin, viola y violoncelo por Abrill” —nótese el cambio de apellido—, la primera
composición en el programa luego de la requerida obertura —en esta ocasión
del Otello de Rossini—54. Un Jiménez también aparece entre los firmantes de una
lista de suscriptores para que la compañía italiana de ópera que recorría América se
quede en Lima como compañía estable55. Sin embargo, como ya se ha señalado
antes, Ximénez debió estar en 1830 en Arequipa, al menos por un tiempo, debido a
que testificó en esa ciudad mientras Bolognesi estaba en Lima. Esto implica,
necesariamente, que no viajaron juntos. ¿Habrá sido Bolognesi quien llevó las
obras o el mismo Ximénez quien viajó a la capital?
Otra pista que nos lleva a ligar la obra de Ximénez en Lima hacia 1830 está en un
ya famoso “Cuaderno de vihuela” fechado en ese año en la Ciudad de los Reyes, el
que fuera recuperado y estudiado hace años por Octavio Santa Cruz. Como él
mismo reveló en una entrada de su blog el 201156, el minuet N° 6 de dicho
cuaderno es prácticamente idéntico —por no decir igual— al N° 14 de la colección
de cien minuetos publicada por Ximénez en Paris. Santa Cruz propone que el
cuaderno puede ser la creación de un estudiante de Ximénez o del propio
compositor, utilizándolo como cuaderno de apuntes. Aunque la caligrafía se
asemeja a la de Ximénez, no nos parece que sea exactamente la suya. Sin
embargo, aunque es de reconocer que Ximénez sí ocupaba copiadores de apuntes
para sus ideas, de los que se conservan ejemplos fragmentarios en ambos archivos
públicos en Sucre57. El mismo cuaderno tiene pegado un trozo de decreto
promulgado por Andrés de Santa Cruz de diciembre de 1829, único vestigio de otra
posible conexión, pues será justamente el mariscal de Zepita quien será la figura
más importante para Pedro Ximénez durante la década siguiente, transformando su
vida y llevándolo a trasladarse de una a otra de las ciudades blancas de los Andes.
CHUQUISACA/SUCRE
Aún existen muchas dudas acerca del modo exacto en que Ximénez llegó a Sucre y
cómo se hizo el contacto con él, además de quién tomó finalmente la decisión de
contratarlo. Si tomamos como punto de inicio la narración que aparece en el
obituario escrito en La Nueva Era en 1856, el principal encargado de su
contratación fue Juan Esteban [o Estevan] Lizárraga, de quien no hemos
encontrado información en documentación oficial entre Perú y Bolivia. Él fue —
según el obituario— comisionado primeramente por Antonio José de Sucre para que
Ximénez viajara a la ciudad que hoy lleva su nombre, habiendo conocido al
compositor en 1823. Incluso señala el obituario que sacó “el general Sucre para el
efecto 500 pesos de su peculio para viático”, reforzando la historia con un dato
específico. El anónimo escritor apunta también a que problemas con el entonces
prefecto de Arequipa impidieron el viaje en esa fecha, hasta que Santa Cruz retomó
la idea años más tarde y, mediante la gestión de Lizárraga nuevamente, contrató a
Ximénez como compositor a cargo de la capilla de la Catedral y de los colegios
Junín y Educandas de la ciudad de Chuquisaca. A partir de esta narración, es
posible llenar algunas lagunas y corroborar algunos aspectos confusos, aunque no
tantos como quisiéramos.
Un primer aspecto clave es que parece indudable que fue el mismo Andrés de
Santa Cruz quien contrató a Ximénez y, aunque no se ha podido encontrar un
documento contractual, existen varias cartas que muestran cómo Santa Cruz en
persona solicita que se instale a Ximénez en sus lugares de trabajo. Esto lleva a
pensar que el acuerdo se llevó de palabra, en forma privada por medio de un
agente, probablemente el mismo mencionado Lizárraga. Quizás la relación con
Santa Cruz se dio mediante el vínculo con Francisca Cernadas, con quien el
mariscal se casó en Arequipa en 1829, en camino a Bolivia. También puede ser que
Santa Cruz conociera a Ximénez a partir de la Sociedad Filarmónica que se creó en
Lima en 1827, pues era miembro de la junta protectora de dicha institución,
denotando un interés particular por la música 59. Otra posibilidad es que Santa Cruz
se interesara en Ximénez luego de la importancia que se dio a su música en varios
conciertos de una compañía extranjera en Sucre en 1832, la de Romualdo Díaz. Un
recital de óperas dado por el mismo en el teatro de Sucre el 29 de abril de 1832
comenzó “por una sinfonía del célebre arequipeño Pedro Tirado, que fue muy bien
ejecutada”60. Esto significa que Ximénez sonaba en Sucre casi un año antes de su
llegada. Su fama, o el conocimiento que había de su figura, por tanto, le precedían.
¿Cómo se cultivó su figura y cómo llegó a ser conocido? ¿Tuvo esta fama directa
relación con su contrato para servir de catedrático y maestro de capilla en
Chuquisaca? Son muchos los documentos que faltan para entender este proceso,
pero lo que parece evidente es que Ximénez había logrado para entonces
reconocimiento como un compositor relevante de la América austral y, de seguro,
esto atrajo a Santa Cruz —del mismo modo que luego contrataría a José Joaquín de
Mora en literatura o Amadeo Gras en pintura, quienes, sin embargo, eran
extranjeros europeos—.
Pedro Ximénez, por tanto, fue recibido en Chuquisaca en un rol que podría tildarse
como de “compositor de corte”, aun cuando esto ya no se estilara hacia 1830. Sus
sueldos eran astronómicos en comparación con sus antecesores y contaba con una
apreciación rara vez vista hacia otros músicos americanos. No solo nos referimos en
esto a la comparación con el anterior maestro de capilla: José Norberto Gunniel,
quien como maestro de música en el Colegio de Educandas ganaba solo cien pesos
en comparación con los quinientos de Ximénez, y al arribar el arequipeño se le
obligó a seguir colaborando como ayudante del recién llegado 67. En el Colegio Junín,
Ximénez ganaba en 1834 quinientos pesos, esto es, la misma cantidad que el
vicerrector de la institución, mientras que los otros profesores ganaban todos entre
cien y trescientos pesos. El mismo año, el “catedrático de música” cobraba
quinientos pesos en total, esto es, solo cien menos que el rector y mucho más que
las maestras y profesores restantes68.
También la prensa se hizo eco de la importancia que su llegada tenía para la cultura
chuquisaqueña. El 17 de marzo de 1833 el Iris de la Paz, uno de los periódicos más
importantes de Bolivia, publicó una nota redactada por alguien que conoció a
Ximénez en Sucre:
“Todos los dias nos muestra la esperiencia que las formas de la música, mas que
otras cualesquiera, estan sujetas a las variaciones en el gusto y a los caprichos de
moda, que ni las mas bellas obras han podido contrarrestar […] Entre los
compositores modernos podemos contar por el primero al americano Pedro Jimenes
Tirado, cuyas invenciones se han anticipado en el tiempo, y cuya gloria será tal vez
mayor dentro de cien años”.
“Se concede la licencia que se solicita, escepto los dias de fiesta, primeras y
segundas clases; con la condicion de que el suplicante componga y arregle los
papeles de música de esta Santa Iglesia”75.
Por otro lado, su trabajo como maestro era también reconocido en la ciudad, y
algunos ecos del mismo nos quedan, incluyendo varios apuntes pedagógicos y
melodías para estudiantes que se conservan en el ABAS. Entre sus alumnos hubo
varios que luego tuvieron un rol importante en la música boliviana, y sus clases
debían tomarse tan en serio como cualquier otra examinación escolar. En un
artículo de El Boliviano del 8 de septiembre de 1833 se reseñan los exámenes del
área de música del Colejio Junín:
“Los alumnos de la clase de música del colejio Junin han presentado un brillante
ecsamen de Teórica, en el que se ha mostrado el adelantamiento que debe la
juventud al celo y actividad asi como a los grandes conocimientos de su digno
catedratico el señor don Pedro Jimenez Abril. […] No concluiremos este articulo sin
repetir que la adquisicion del señor Abril ha sido sumamente ventajosa y se hace
cada dia mas grata para Bolivia. Su talento armonico le recomienda entre los
Americanos, y la moralidad de sus costumbres le hace apreciar jeneralmente de
todos los que conocen su honradez y dedicación”.
El Colejio Junín, según un inventario del 17 de enero de 1838, tenía varios “pianos
y otros instrumentos”77, además de un “Diccionario de Música moderna a la rústica
= dos tomos”, este último mencionado en el inventario de 183778.
Durante este mismo periodo aparece en la ciudad Mariano Rosquellas, que había
tenido una importante carrera musical en Europa para luego radicarse en Buenos
Aires y, movido por algunos negocios, se traslada a Sucre hacia fines de 1833. Por
primera vez aparece mencionado en las fiestas a la Santa Cruz en Potosí, reseñadas
por El Boliviano el 15 de diciembre de ese año. Allí ofreció dos presentaciones
teatrales con su hijo Pablito, tildado por el periodista de “el Paganini de América”. El
dos de febrero de 1834 dan su primera función pública en Sucre, con entradas a la
venta por ellos mismos. El domingo siete, nueve de febrero, anuncian un nuevo
programa que, a más de una buena cantidad de piezas de Rossini, incluye no una,
sino dos “sinfonías de Pedro Tirado”, liderando respectivamente la primera y
segunda parte del programa79.
Con los años, Rosquellas se dedicará más bien a los negocios, pero es imposible
pensar que no mantuvieran una amistad en una ciudad donde ambos eran el centro
musical. En más de un sentido, sus contemporáneos llegaron a leerlos como un par
inseparable. En la biografía de Néstor Galindo publicada en Buenos Aires en 1868
se hace recuerdos de 1841 y de “los viejos del partido restaurador” —vencedores
ante Santa Cruz—, “en Sucre con sus esposas y sus hijas, al grato son de las
sinfonías de Tirado y Rosquellas”82. La música de ambos, veinticinco años más
tarde, reflejaba un pasado boliviano, una banda sonora de aquel periodo histórico
crítico para toda el área andina, y con dos apellidos y la mención de “sinfonías” el
escritor da por suficiente todo ejercicio de ambientación.
Otros artistas con los que Ximénez posiblemente se relacionó durante este periodo
son Amadeo Gras y José Joaquín de Mora. El primero, pintor y fotógrafo de gran
importancia para la historia de las artes americanas, fue también chelistas y ofreció
varios conciertos en Buenos Aires antes de llegar a Sucre, donde estuvo radicado
un tiempo. Siendo intérprete del mismo instrumento que Ximénez, es posible
pensar que se conocieron y, quizás, incluso hicieron música juntos, aunque no
queden registros de esta relación. José Joaquín de Mora fue contratado a fines de
1833 bajo términos similares a los de Ximénez para servir como catedrático de
español y filosofía en La Paz y Sucre, pagándosele un adelanto de 6000 pesos. De
Mora era también músico y había sido un fiero crítico de ópera en su España de
origen y luego en Santiago de Chile. Lo encontramos en varias ocasiones como
evaluador de exámenes en el Colegio Junin 83, el mismo donde trabajaba Ximénez.
Gracias a la afición por la música de De Mora, quien incluso había formado una
academia en Chile, es posible pensar que se conocieron y relacionaron.
Es posible que durante este periodo Ximénez realizara aún algunos viajes como
compositor o intérprete. Gaelle Bruneau ha planteado que desde 1835 hasta una
fecha algo posterior Ximénez se alejó por varios meses de la maestría de capilla 84.
Ella señala que, quizás, tuvo que ver con un mal clima laboral encontrado o un
posible viaje a Europa, bastante improbable; pero la situación no podía tildarse de
mala en Sucre, especialmente luego que sus quejas fueron acogidas. Quizás volvió
a Arequipa o Lima por algún concierto. El dos de octubre de ese año sin duda
estaba en la ciudad, pues negocia directamente con Mariano Daza la venta de una
mulata esclava en su posesión, de nombre Paula, que luego será adquirida también
por el prefecto de Chuquisaca antes de volver a manos de Ximénez85. Este caso de
esclavitud tardía, aparece como una muestra del dinero que llegó a manejar
Ximénez en Chuquisaca, pero también como una mancha en su carácter de artista
liberal.
Esto es, en algún punto Ximénez se había quedado solo con su trabajo como
Maestro de Capilla. De hecho, según una carta al Ministerio de Instrucción Pública
por parte del rector del Colegio Junín el 27 de octubre de 184189, se reconoce cómo
los diversos y sucesivos movimientos políticos llamaron a anular “todo cuanto se
había hecho por la administración derrocada” de Santa Cruz, siendo destituidos en
varias ocasiones los empleados y luego recuperados en sus puestos por otros
gobernantes. Otra carta firmada por el rector al Ministerio del Interior el 14 de julio
de ese año señala que por estos decretos y despidos, hay un miedo constante entre
los profesores respecto de su delicada situación laboral90. Seguramente Ximénez
sintió parte de este miedo, ya que su instalación en Sucre había dependido solo y
exclusivamente de la voluntad de Santa Cruz, y es probable que más de alguien lo
sintiera como un eco —sonoro— de aquella administración.
Los últimos años de Ximénez debieron verse profundamente afectados por los
estragos a su economía personal, aunque también por las nuevas tendencias
estéticas del momento. De hecho, el presidente Ballivián había conseguido a su
propio compositor para hacer las veces de “voz oficial” en la música de gobierno,
mediante el italiano Leopoldo Vincenti, mucho más acorde a los nuevos gustos. De
hecho, aunque Vincenti pasará la mayor parte de su tiempo en La Paz —y ahí
estrenará el himno nacional— fue nombrado como director de Capilla en paralelo a
Ximénez en 1846, posiblemente para darle un sueldo fijo. Quizás viendo cómo su
tiempo iba quedando atrás, Ximénez realizó copias limpias de muchas de sus obras
e incluso sobrevive un inventario que, a todas luces, debió ser realizado mientras el
compositor aún estaba vivo, aunque después de la publicación de los minuetos (en
1844)93. Una de las mejores referencias que tenemos de Ximénez en este periodo
fue realizada por un extranjero, cuando Hugh de Bonelli lo conoce y escribe lo
siguiente acerca de él:
“Es uno de los más refinados y pulcros compositores en la vieja escuela de sonata y
rondó y, al mismo tiempo, un intérprete sin igual del violoncello. Su poder de
ejecución es tan grande como su gusto de compositor, y esto queda evidenciado en
las exquisitas melodías que logra en su elegante instrumento, la guitarra española.
Las joyas musicales que ha creado su genio son suficientes para inmortalizar su
nombre: varias han llegado a Europa y han generado la aprobación total del gran
Spohr”94.
Aun así, en las elogiosas palabras de Bonelli se deja entrever la crisis final de la
vida de Ximénez: “old sonata and rondo school”, un término peyorativo para hablar
de aquellos que aún escribían en las tendencias de fines del siglo XVIII y comienzos
del siglo XIX, en lo que hoy llamaríamos “periodo clásico”. Claramente, Bonelli ve
aquí a Ximénez como un músico brillante y genial, pero arraigado al pasado. Esta
opinión no era solo de Bonelli, sino de otros miembros de la población y seguro
debió afectar al viejo maestro, especialmente con la llegada de nuevas “estrellas” al
ambiente. A comienzos de 1850 aparece en la escena musical de Sucre Pedro
García, cantante y músico, que logrará gran prestigio en los años siguientes 95.
García representaba una nueva era, encargado de los estrenos locales de nuevas
óperas, como Norma y Lucia di Lammermoor, aquel belcantismo que estaba
haciendo furor en todos los países vecinos. De hecho, García hacia 1856 estaba de
director del teatro de la ciudad y, por tanto, su estilo era visto por muchos como el
de una “nueva era”. El 22 de abril Pedro García se ofrece ante el Cabildo para
reemplazar a Ximénez, quien al parecer estaba ya en algún tipo de crisis que
visiblemente le impedía hacer su trabajo. En el documento García señala
específicamente que el maestro está “enfermo”. Aun así, el cabildo resolvió que
esto era imposible ya que aún “estaba vivo”96.
Como ya es sabido, Ximénez falleció el 12 de junio de 1856. Dos días más tarde se
publicó la noticia en La Nueva Era, el periódico local, aunque con bastante poco
respeto por el cuerpo en proceso de enfriamiento:
“Sintiendo, como es justo la pérdida del Señor Pedro Abril Jimenes Tirado, Maestro
de Capilla de la Iglesia Metropolitana, cuyo jenio músico ha sido reconocido aun en
Europa; y uniendo nuestros votos a los de la opinión pública deseamos que para el
buen arreglo de dicha Capilla sea subrogado el Señor Tirado con el Sr. Garcia
Director de la compañía Lírica”97.
“hemos observado, como todos, una noble transición de la música antigua a otra
mil veces animada, mas expresiva y encantadora”.
REFLEXIONES FINALES
Este artículo no pretende ser más que una aproximación clara a las fuentes que se
conservan para tratar de entender la vida de Ximénez a partir de las fuentes
históricas, es un pie en extremo necesario hoy cuando su música vive un creciente
renacer y auge que no ha sido del todo sustentado por el discurso musicológico o la
veracidad en la documentación. Al menos, creemos, es posible dejar de pensar a
Ximénez como un misterio.
1
Este artículo no hubiera sido posible sin la colaboración y apoyo de muchas
personas e instituciones, entre ellas están los funcionarios de todos los archivos
aquí mencionados, así como amigos y colegas, a todos quienes va nuestro sincero
agradecimiento.
2
Si bien existe un catálogo publicado por Carlos Seoane (2010) de la música de Pedro
Ximénez en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, consideramos que el
mismo contiene varios problemas y no hace diálogo con otras fuentes del artista
Por lo mismo, uno de los autores de este texto, José Manuel Izquierdo, ha estado
preparando un catálogo más completo que puede ser solicitado por vía digital a su
correo, [email protected], así como también se imprimió una copia tanto
en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia como en el Archivo Arquidiocesano
en la ciudad de Sucre.
5
La Nueva Era, Chuquisaca, Bolivia (25 de junio, 1856), vol. I, N° 88.
6 Montiel-Capone 2012
: 15-16.
8
Archivo Arzobispal de Arequipa: Libro de matrimonios de la parroquia del Sagrario,
N° 18 fol 75v: “Año del Señor de mil ochocientos dies y nuebe (sic.). Dia siete de
Enero yo don Luis García Iglesias, cura rector de esta Santa Iglesia catedral de
Arequipa, certifico que di licencia mia el S. D.D Manuel Menaut canónigo doctoral
de esta dicha Iglesia, desposó por palabras de presente que hacen verdadero
matrimonio a D. Pedro Ximenes Abril, soltero, natural y vecino de esta ciudad, hijo
natural de D. Buenaventura Ximenez y de Doña María del Carmen Abril, con Dna
Juana Bernedo, soltera, natural y vecina de esta ciudad, hija natural de D. Manuela
Bernedo, en virtud de havérseles dispensado por el Ilutrísimo Señor Obispo de esta
diócesis las tres proclamas dispuestas por el Santo Concilio de Trento como aparece
del expediente que formé que original con los de su clase queda en el archivo de
Esta Santa Iglesia Auxiliar de Santiago, siendo testigo del matrimonio el capitán
don Antonino Corbacho, Juan Chaves y Mariano Cayro. Y para que conste lo firmé
fecha ut supra, Luis García Iglesias.”
9
Archivo Arzobispal de Arequipa, Sección Catedral y Cabildo Eclesiástico, Serie
Expedientes Matrimoniales 1819 TOMO XIII, sin foliar, primer expediente.
10
Libro de bautismos del Sagrario N° 42, fol. 36v.
11
Archivo Regional de Arequipa, protocolo 750 fol. 284.
12
Según datos enunciados por la misma Jacinta en su testamento extendido el 12
de abril de 1870, Protocolo ante el notario Baltazar Morales, legajo 533 fol. 89v.
13
Archivo Arzobispal de Arequipa. libro de bautismos del Sagrario N° 46, fol. 17 del
16 de agosto de 1790.
14
Archivo Arzobispal de Arequipa, Libro de defunciones del Sagrario N° 19, fol. 182
partida N° 53 del 19 de julio de 1843.
15
Testamento de Jacinta, 12 de abril de 1870, Protocolo ante el notario Baltazar
Morales, legajo 533 fol. 89v.
16
Archivo Arzobispal de Arequipa. Libro de matrimonios del Sagrario N° 13 (1789-
1796), fol. 47.
17
Archivo Arzobispal de Arequipa, Expedientes matrimoniales del Sagrario de 1793.
s/f.
18
Archivo Arzobispal de Arequipa, Libro de Defunciones del Sagrario N° 19 fol 57v.
19
En entrevista concedida a Zoila Vega en marzo de 2014.
20
Archivo Regional de Arequipa, protocolo 744 folio 456 del 2 de mayo de 1820.
21
Publicada en El Mercurio de España de 1794, p. 301 y ss, redactada en 5 de enero
de 1794.
22
Esto es particularmente evidente al comparar sus firmas en partituras, que pasan
de Pedro Tirado, a Pedro Tirado y Abrill, a Pedro Ximénez Abrill, para finalmente
quedar en Pedro Ximénez Abrill Tirado.
23 Cornejo 2012
: 58.
24
Particularmente llama la atención que en la misma época vivió un Pedro Abril y
Tirado que fue arpista en la catedral desde 1811 hasta su muerte en 1826. Archivo
Arzobispal de Arequipa, Parroquia del Sagrario. Libro de defunciones N° 18 1823-
1829 F 106 de don Pedro Abril y Tirado. “Año del Señor de 1826 día diez y ocho de
abril. Yo, don Pedro Pablo Urdanibia rector de esta Santa Iglesia Catedral de
Arequipa para efecto de que se le hagan las exequias enterré con Cruz Alta en la
Iglesia de la Merced, el cuerpo Mayor de D Pedro Abril y Tirado soltero pobre de
Solemnidad fue auxiliado con los Santos Sacramentos y para que conste lo firmé”.
25
En Lira Arequipeña edición de 1889, p III del prólogo y en Mistura para el bello
sexo. décima edición de 1893 p 119. Este último refiere que “desde tierna infancia
se dedicó a los menesteres musicales, que llegó a ser ‘maestro mayor de Arequipa’,
tocaba órgano y violín y dirigía la música coral y religiosa de esta ciudad. En 1814
puso música a la ‘marcha Patriótica’ del poeta Mariano Melgar. Años después dedicó
a su ciudad natal ‘los pasatiempos al pie del Misti’. Enseñó muy poco tiempo en el
Colegio de la Independencia Americana donde examinó a los alumnos de la primera
promoción. Viajando a Bolivia, se estableció en Cochabamba donde compuso su
‘Yaraví Cochabambino’. A fines de 1834 se trasladó a Sucre donde fue nombrado
maestro de capilla de la catedral al año siguiente. Más tarde se mudó a Chuquisaca,
donde por pocos años fue maestro de capilla de la catedral de dicha ciudad en
Sucre murió y descansa en paz”. “Todavía hay músicos en Arequipa que conocieron
al señor Tirado y es probable conserven si no muchos, algunos de sus papeles”.
26
Datos consignados en el expediente sacerdotal de Cayetano Joseph Rodríguez.
Archivo Arzobispal de Arequipa, Sección: Curia Diocesana, Serie: Órdenes
Sacerdotales, 1778-1788. 14 de noviembre de 1780.
27
Archivo Arzobispal de Arequipa: Libro de fábrica de la catedral, tomo II fol. 210
(año de 1764).
28
Citado por Miró 1998: 116. La referencia proviene de Breve Descripción de las fiestas
celebradas en la capital de los Reyes del Perú con motivo de la promoción del
Excmo Señor Don José Baquíjano y Carrillo al Supremo Consejo de Estado. Lima:
Imprenta de los huérfanos año de 1812, pp. 30-32.
29 González 1995
: 85-117.
30 Cornejo 2012
: 58-59.
31 Delgado 1972
: 85-86. La carta es del 28 de marzo de 1832, dirigida a Benito Lazo, otro
miembro de aquella tertulia literaria, ministro luego en varios gobiernos y
presidente de la Corte Suprema entre 1850 y 1854.
32 Cornejo 2012
: 60.
33 Turpo 2008
: 95-96.
34
Archivo Arzobispal de Arequipa, Libros de defunciones de la parroquia del Sagrario
N° 19 1830-1846, fol. 76. Bolognesi falleció el 27 de agosto de 1834.
35
Respectivamente las primeras dos obras se encuentran en el Archivo y Bibliotecas
Nacionales de Bolivia (ABNB), M1187 y 1431, mientras que La Cifra se conserva en
el archivo arzobispal de la misma ciudad (ABAS, 001).
36 Alzedo 1869
: 212.
37
Un Salve Regina de Ximénez, conservado en ABNB-M1438, corresponde a una
pieza adscrita a José Bernardo Alzedo en la Recoleta Dominica de Santiago de
Chile, SMC_08. Tres misas de Ximénez se conservan en la catedral de Santiago
bajo los números de carpeta 322, 146 y 129.
38
El porqué el apellido de la esposa es diferente en el protocolo podría deberse a
que era el apellido de su progenitor. Al ser hija natural no estaba reconocida.
39
Archivo Regional de Arequipa, año 1819 f.143.
40 Rojas 2007
: 187.
41
Archivo Regional de Arequipa, Escribano Manuel Primo de Luque Protocolo 722 fol.
449 del 23 de julio de 1825.
42
Archivo Regional de Arequipa: Testamento de Jacinta Abril extendido el 12 de
abril de 1870, Protocolo ante el notario Baltazar Morales, legajo 533 fol. 89v.
43 Béjar 1924
: 2, c.1.
44
Ver discusión acerca de la tertulia en Ballón, Galdos y Quiros 1999: 215-16; Miró 1998: 77-79.
45 Delgado 1972
: 85-86, carta de José María Corbacho a Benito Lazo del 28 de Marzo de
1832.
46 Ballón; Galdos y Quiros 1999
: 129.
47
El Republicano N° 96 (sábado 29 de septiembre, 1827), p. 114.
48
El Republicano Tomo 4 N° 9 (28 de febrero, 1829), p. 4 c.1.
49
La Nueva Era, Chuquisaca, Bolivia (15 de junio, 1856).
50
El Republicano, tomo 6 N° 6 (Sábado 5 de febrero, 1831), p. 4.
51 Perú 1826
: 53.
52
Archivo personal de María E. Tomasio. Manuscrito sin foliar.
53
Libro de Actas de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa N° 1 fol. 1-
6, Negritas son de los autores.
54
El Mercurio Peruano, Lima Perú (2 de agosto, 1831).
55
El Mercurio Peruano, Lima, Perú (6 de febrero, 1832).
56
http://laguitarraenelperu.blogspot.com/2011/08/pedro-x-tirado-y-el-cuaderno-
de-vihuela. html (revisado el 22 de agosto de 2014).
57
Particularmente llamativo es un segundo álbum de 143 canciones no catalogado
en el Archivo y Bibliotecas Nacionales de Bolivia (ABNB) y que se encuentra bajo la
carpeta “Pedro Ximénez Abrill”, como también apuntes de un álbum de guitarra en
el Archivo Arquidiocesano de Sucre (ABAS), también sin catalogación. Algunas de
esas 143 canciones fueron pasadas en limpio en álbumes con piano, y llevan escrito
encima “ya está”, mismo comentario en los de guitarra, denotando su carácter de
cuadernos de apuntes.
58
Mencionado por Villegas 1985: 362.
59 Raygada 1956-1957
: 29.
60
El Boliviano (2 de mayo, 1832).
61
Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB): Ministerio de Interior, Tomo 69,
10: f78.
62
ABNB: Ministerio de Interior, Tomo 69, 10: f78-89.
63
ABNB: Ministerio de Interior, Tomo 43, 16a: f1.
64
Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de La Paz, La vida y obra del
mariscal Andrés Santa Cruz, 39-40.
65 Mesa Redonda 1976
: 213.
66 Sobrevilla 2011
: 126.
67
ABNB: Ministerio de Interior, Tomo 69, 10: f79v.
68
ABNB: Documentos de Gobierno, ABNB Anuario Administrativo 1832-83, pp. 231-
32.
69
ABNB: Ministerio de Interior, Tomo 65, 21, f. 4-9.
70
En este segundo volumen, de 1838, aparece también la siguiente lista de los
integrantes de la orquesta: Violines: Juan de Dios Reyes, Norberto Gumiel, José
Ortuste; Arpista: José Mariano Valda, Santiago Ampuero; Organista: Gregorio
Useda, José Manuel Echeberria; Oboísta, Manuel Valdés y Toribio Risco. Calendario
y guía de forasteros de la república boliviana, para el año de 1838. La Paz,
Imprenta del Colejio de Artes, p. 46 y 167.
71 Lofstrom 2006
: 42.
72
Es de notar que aquí ya firma con todos sus apellidos, en 1833, agregando el
infrecuente “y” entre Abrill y Tirado, y utilizando la J en vez de la X (tal como
aparece también en la publicación de su obra Cien minuetos en París en 1844).
73
La más temprana es la Lamentación Primera para el Viernes Santo del 30 de
marzo de 1833 y la última es la Lamentación Tercera del Jueves Santo, del 18 de
noviembre de 1834. Esto nos lleva a una pregunta que estimamos importante: ¿Por
qué componer música de Semana Santa en noviembre?
74
Archivo Arquidiocesano en Sucre (ABAS): V.19 Archivo del Cabildo, Sucre; 1833-
1849, f. 14.
75
ABAS: V.19 Archivo del Cabildo, Sucre; 1833-1849, f. 1.
76
La Nueva Era, Chuquisaca, Bolivia (15 de junio, 1856).
77
ABNB: Ministerio de Interior, Tomo 65, 21, f. 9.
78
ABNB: Ministerio de Interior, Tomo 65, 21, f. 18.
79
El Boliviano (9 de febrero, 1834).
80
La Nueva Era, Chuquisaca, Bolivia (15 de junio, 1856).
81
Beizaga s.f: 21.
82
La Revista de Buenos Aires, Año VI (diciembre, 1868), N° 68: 500.
83
ABNB: Ministerio de Interior, tomo 48, f. 17.
84 Bruneau 2009
: 144.
85
Sobre el “viaje” de esta mulata entre varios compradores, ver Durán 2010: 674 y ss.
86 Bruneau 2009
: 147.
87 Bruneau 2009
: 145.
88
La Nueva Era, Chuquisaca, Bolivia (15 de junio, 1856).
89
ABNB: Ministerio de Instrucción Pública de Bolivia, Tomo 2, f. 23.
90
ABNB: Ministerio de Interior, Tomo 85, f. 20.
91
ABAS: Catedral de Sucre, v22, f407, artículo 6° del decreto supremo del 14 de
octubre de 1845. Se explicita que el sueldo del Maestro de Capilla fue ajustado
acorde a esto. El artículo aparece publicado en Leyes de 1845, firmadas por José
Ballivian, p. 222 (ABNB).
92
ABNB: Leyes de 1845, firmadas por José Ballivian, p. 225 art. 2 y correspondiente
Decreto Orgánico de los Colegios (p. 226).
93
Lista de todas las obras compuestas por Pedro Ximenez Abrill T. con sus
respectivos precious, ABNB M1353.
94 De Bonelli 1854
: 78. “[He] is one of the most refined and polished composers of the old
sonata and rondo school, and, at the same time, a first-rate performer on the
violoncello. His power in execution is as great as his taste as a composer, and this
is evidenced by the exquisite melodies which he draws forth from that elegant
instrument, the Spanish guitar. The musical gems to which his genius has given
birth, are sufficient to immortalize his name: many of them have found their way
into Europe, and have drawn from the great [Ludwig] Spohr the tribute of his
unqualified approbation”.
95
Partituras de la época de García sobreviven tanto en el ABNB como ABAS, sin
clasificar o catalogar aún, incluyendo diversas selecciones y arreglos de ópera.
96
ABAS, Catedral de Sucre, vol. 31, f. 22.
97
La Nueva Era, Chuquisaca, Bolivia (14 de junio, 1856).
98
ABAS: Catedral de Sucre, vol. 31, f. 66v.
BIBLIOGRAFÍA
ARCHIVOS CONSULTADOS
ARTÍCULOS Y LIBROS
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1999 Academia Lauretana de Ciencias y Artes de Arequipa. Arequipa: Colegio de
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