El Coronel, Cap. IV - V y VI

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UNIVERSIDAD SERGIO ARBOLEDA

ESCUELA DE DERECHO
DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES
PLAN LECTOR I

EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA


Gabriel García Márquez
Cap. IV y V

En cada una de las siguientes citas textuales, identifique el concepto explícito o implícito (máximo
dos). Finalmente construya una proposición de cada capítulo. Recuerde:

- Los conceptos clave en la lectura son aquellos términos eje central del texto, por tanto se
encuentran incluidos en las ideas clave. Pueden presentarse de manera explícita o implícita; y
se expresan en la categoría gramatical de sustantivos o frase nominal
- “El resultado de la inferencia es la construcción de proposiciones, Van Dijk las define en
forma sencilla como “el significado que subyace en una cláusula u oración simple”. P.27”
Delghans y Morales. Formación de lectores autónomos en la Comunidad de abogados sergistas.

Capítulo IV

1. -“Estaba a punto de sobrevivir a un nuevo octubre” . P.27

2. -“ Es el invierno, se repitió sin desesperarse. Todo será distinto cuando acabe de


llover” P.28

3. “…Ellos protestaron. Uno se inclinó hacia él. Dijo, con una voz apenas perceptible:
-Escribió Agustín.
El coronel observó la calle desierta.
-¿Qué dice?
-Lo mismo de siempre.

4. -“Había un letrero clavado sobre la guitarra: “Prohibido hablar de política”- El coronel


sintió que le sobraba el cuerpo”.p.32

Capítulo V

1. «Gracias, compadre», dijo acodado en la ventana. «Prefiero esperar a que escampe.»


Don Sabas no cerró el armario. Se instaló en el escritorio dentro de la órbita del
ventilador eléctrico. Luego extrajo de la gaveta una jeringuilla hipodérmica envuelta en
algodones. El coronel contempló los almendros plomizos a través de la lluvia. Era una
tarde desierta. -La lluvia es distinta desde esta ventana -dijo-. Es como si estuviera
lloviendo en otro pueblo. -La lluvia es la lluvia desde cualquier parte -replicó don Sabas.
Puso a hervir la jeringuilla sobre la cubierta de vidrio del escritorio-. Este es un pueblo
de mierda.
2. -Siga mi consejo, compadre -dijo don Sabas-. Venda ese gallo antes que sea demasiado
tarde. -Nunca es demasiado tarde para nada -dijo el coronel. -No sea irrazonable
-insistió don Sabas-. Es un negocio de dos filos. Por un lado se quita de encima ese
dolor de cabeza y por el otro se mete novecientos pesos en el bolsillo. -Novecientos
pesos -exclamó el coronel. -Novecientos pesos. El coronel concibió la cifra. -¿Usted cree
que darán ese dineral por el gallo? -No es que lo crea -respondió don Sabas-. Es que
estoy absolutamente seguro.

3. En la oficina de correos se dirigió directamente, al administrador: -Estoy esperando una


carta urgente -dijo-. Es por avión. El administrador buscó en las casillas clasificadas.
Cuando acabó de leer repuso las cartas en la letra correspondiente pero no dijo nada.
Se sacudió la palma de las manos y dirigió al coronel una mirada significativa. -Tenía
que llegarme hoy con seguridad -dijo el coronel. El administrador se encogió de
hombros. -Lo único que llega con seguridad es la muerte, coronel.

4. Ahora lo que debes hacer es aprovechar la mazamorra. -Está muy buena -dijo el
coronel-. ¿De dónde salió? -Del gallo -respondió la mujer-. Los muchachos le han traído
tanto maíz, que decidió compartirlo con nosotros. Así es la vida. -Así es -suspiró el
coronel-. La vida es la cosa mejor que se ha inventado.

5. -Esta tarde tuve que sacar a los niños con un palo -dijo-. Trajeron una gallina vieja para
enrazarla con el gallo. -No es la primera vez -dijo el coronel-. Es lo mismo que hacían
en los pueblos con el coronel Aureliano Buendía. Le llevaban muchachitas para enrazar.

6. La mujer abandonó el mosquitero y se dirigió a la hamaca. «Estoy dispuesta a acabar


con los remilgos y las contemplaciones en esta casa», dijo. Su voz empezó a
oscurecerse de cólera. «Estoy hasta la coronilla de resignación y dignidad.» El coronel
no movió un músculo. -Veinte años esperando los pajaritos de colores que te
prometieron después de cada elección y de todo eso nos queda un hijo -prosiguió ella-.
Nada más que un hijo muerto. El coronel estaba acostumbrado a esa clase de
recriminaciones. -Cumplimos con nuestro deber -dijo. Y ellos cumplieron con ganarse
mil pesos mensuales en el senado durante veinte años -replicó la mujer-. Ahí tienes a
mi compadre Sabas con una casa de dos pisos que no le alcanza para meter la plata, un
hombre que llegó al pueblo vendiendo medicinas con una culebra enrollada en el
pescuezo. -Pero se está muriendo de diabetes -dijo el coronel. -Y tú te estás muriendo
de hambre -dijo la mujer-. Para que te convenzas que la dignidad no se come.

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