Etnohistoria de Los Grupos Indígenas
Etnohistoria de Los Grupos Indígenas
Etnohistoria de Los Grupos Indígenas
Resumen
Por ser un territorio surcado por ríos y que une la Cordillera Andina de Mérida
con los Llanos bajos, el estado Barinas fue y es una zona de asentamiento y
movilidad, antiguamente de grupos indígenas y ahora de poblaciones actuales.
Las investigaciones arqueológicas revelan el asentamiento de grupos originarios
desde el 1.050 a.C hasta la fecha del contacto europeo, con una movilidad en
distintas épocas desde la cuenca del Orinoco que causó la introducción del cultivo
de la yuca. También hay evidencias materiales de intercambios entre los grupos
indígenas de los Andes de Mérida con los de Barinas y los trabajos etnológicos de
Ann Osborn igualmente plantean movilidades por razones cosmogónicas desde
Mérida y Barinas, en Venezuela, hacia el norte de Santander de Colombia, cuyo
territorio era considerado uno solo para celebraciones de equinoccios y solsticios.
Finalmente, se presenta en la última parte el análisis de un material superficial
hallado en la zona de Suripá, en el sector La Barinesa, de Barinitas en Barinas.
Abstract
The area drained by the rivers of the Sierra Nevada in Merida, as they flow into the
plains in the State of Barinas, was to the indigenous (and currently remains for the
current population) a zone in which there is a constant fluctuation in availability
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Introducción
Los inicios
El estado Barinas se ubica entre los llanos altos y la base oriental de los Andes
venezolanos y por ello posee una zona boscosa de piedemonte al oeste, cuyas
alturas alcanzan entre 200 y 500 metros, y tierras llanas hacia el este, que oscilan
entre 100 y 200 metros sobre el nivel del mar.
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y Rouse, 1982: 325 y 326), como se reflejan en las crónicas del comerciante
italiano Galeotto Cey (1994) desde 1539 a 1553, quien en su primera expedición
fuera de El Tocuyo describe los estragos de las inundaciones en el llano, lo cual
puede dar una idea del porqué se conquistó tan tarde esta zona del país (27 años
antes del inicio de la crisis de la época colonial), ya que “parecen formar un
grandísimo mar (…), con las grandes lluvias que caen allí 6 meses al año, desde
abril a octubre, se inundan todos o la mayor parte” (1994: 76).
Montiel explica que hay en este estado llanero tres pisos altitudinales: el alto, el
medio y el bajo, que sería el llano inundable. Por este último, agrega, bajan aún
38 ríos caudalosos, sin incluir quebradas y caños, que en época de invierno se
inundan y “se hace un mar de agua dulce”.
La calzada “no es un sistema original nuestro, sino que fue muy difundido desde
el punto de vista ceremonial”, concluye Montiel, quien sostiene que como las
calzadas se extienden desde Barinas y Apure, por la parte venezolana, hasta los
Llanos colombianos, se trataría posiblemente de un mismo territorio: “Ese trabajo
de las calzadas no tiene menos de 3 mil años de acumulación cultural, es difícil
lograr la infraestructura de esa naturaleza en menos de 3 mil años”, planteó.
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del Gaván, descrito por los arqueólogos Charles Redmon y Elsa Spencer (del cual
se hablará más adelante), “es puro barro, igual que Titihuacán, pero de barro.
Eran ceremoniales con entierros, que no podían ser de piedra”, analizó Montiel,
quien no ha logrado conseguir sociedades jerarquizadas en Barinas: “No creo en
esas tesis de cacicazgos”, planteada por Redmon y Spencer, opinó.
Estimaron que entre los 500 y 600 d.C. había en los llanos occidentales venezolanos
una “sociedad cacical, cuyas manifestaciones fueron la aparición de una jerarquía
de tres niveles en los asentamientos, el crecimiento demográfico, la construcción
de montículos piramidales y otras estructuras de tierra, la diferenciación de status
en las viviendas y en los entierros, y las amplias relaciones de intercambio y de
guerra” (Zucchi, 1999: 69).
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• Fase Caño del Oso (230 a.C. y 650 años d.C.): Fue un grupo sedentario,
orientado hacia la sabana, cuya subsistencia se basó en la explotación de recursos
proporcionados por el medio y el cultivo del maíz (Zucchi, 1975: 12).
La Betania permitió subdividir el estilo Caño del Oso “en dos complejos
relacionados que se suceden en el tiempo”, para establecer una nueva serie,
denominada Osoide, y “fijar la fecha de introducción de la técnica para
construir estructuras artificiales de tierra alrededor de los 500 d.C.” (Ibidem).
En su excavación en La Calzada, Zucchi extendió la posición cronológica de la
ocupación de Caño del Oso-La Betania desde los 920 a.C. hasta los 1.200 d.C
(Zucchi, 1999: 67).
• Caño Caroní: Durante 1.200 y 1.400 d.C. los llanos occidentales fueron
ocupados por un nuevo grupo que escogió los sectores boscosos para sus
asentamientos. Zucchi estableció que por sus similitudes con otros materiales
del área amazónica, “el cultivo de la yuca y la preferencia por los ambientes
selváticos de las sabanas”, pudiese tratarse de un grupo de origen del sur de
Venezuela, lanzando la hipótesis que la entrada de este grupo étnico a los Llanos
pudiese ser “una consecuencia de la expansión arauquinoide”, y el hallazgo de
material de La Betania en este lugar de excavación “fue indicativo de los contactos
que mantuvieron ambos grupos (…). Esta expansión de los Arauquinoides y su
interacción con los Osoides fue probablemente la responsable de la introducción
del cultivo de la yuca y de la técnica de monticulación en La Betania y de la
adopción del cultivo de maíz por parte de los Arauquinoides (Zucchi, 1999: 70).
Adam Garson, quien excavó en el Hato La Calzada de Páez en un estudio
regional que abarcó 120 kms² y encontró 22 sitios habitacionales de la serie
Osoide, “concluyó que la producción de alimentos en los llanos variaba espacial
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El complejo Gaván también tiene dos subdivisiones: Gaván Temprano (del 300
al 500-600 años d.C.) y Gaván Tardío (de 500-600 a 1000-1100 años d.C.). En el
primero se ubicaron tres sitios habitacionales de más o menos 3 hectáreas cada
uno. El material cerámico de esta fase se asemeja a la de Caño del Oso investigado
por Zucchi (1989: 17, y 1992: 140) y carece de construcciones artificiales. En la
segunda subdivisión se excavaron cuatro sitios con 32 lugares habitacionales (más
que Curbatí Tardío, que le es contemporáneo), reflejando un gran incremento de
la complejidad en la organización regional.
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Todos estos centros estaban conectados con calzadas, lo que significaba que esta
red de relaciones no sólo le permitía a la elite regional movilizar los excedentes,
sino también reforzar las relaciones entre ella y las villas subordinadas (Spencer y
Redmon, 1992: 144 y 153). La cerámica de esta fase tiene similitudes estilísticas
con el complejo La Betania.
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Estos trabajos antes explicados revelan que en la actual zona de Barinas hubo:
1. Una ocupación temprana desde el 1050 años a.C. de un grupo (serie Agua
Blanca).
2. Luego llegó el grupo Caño del Oso u Osoides temprano (a partir de 230
años a.C.), que eran sedentarios, orientados hacia la sabana y cuya subsistencia
se basó en el cultivo del maíz y la explotación de recursos del ambiente. Las
evidencias arqueológicas de los Osoides más tardíos, ubicados entre 650-1200
años d.C., revelan la expansión de grupos de selva tropical (Arauquinoides) hacia
el Llano (desde el Orinoco), que se inició a partir de los 500 años d.C. y que
escogieron zonas de ambientes selváticos en las sabanas.
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Las tijeretas son aves que “representan shamanes vestidos de pájaros (…) toman
una forma que les permite cubrir grandes distancias para documentar su universo,
el conocido y el imaginado. El vehículo que hace el vuelo posible, es el yopo”
(Ibidem).
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Luego en el tercer vuelo se nombran los ríos (que serían para los Uwa rutas
hacia unas lagunas grandes, simbolizando el mar). En esta parte aparecen tres
referencias geográficas de Barinas: la propia Barinas como primer punto (río
Barima), Bata como quinto punto geográfico, que la autora se pregunta si es
Battuy o Batatuwi (Batatuy), y Thuruna como sexto punto, que la investigadora
señala como río Surapa (Suripá).
Así, Osborn presenta el siguiente mapa migratorio (nótese que es de norte a sur, es
decir, el vuelo partió desde Barinas, que sería tierra baja o al pie de las montañas,
siguiendo el curso de los ríos, y llega hasta el río Arauca, por el lado colombiano,
lo que hace pensar que los primeros habitantes partieron de la Cordillera Andina
de Mérida y siguieron ese recorrido):
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Osborn sostiene que había movilidad de estos grupos chibchas para celebrar
equinoccios y solsticios, ya que “el este/noreste se relaciona con el solsticio
de Junio; el centro, con los dos equinoccios y el oeste/suroeste con el solsticio
de Diciembre (…) en el mundo conceptual de los Uwa, el solsticio de Junio
ocurre cosmo-geográficamente en el área de tierras bajas en la región de Barinas
(Venezuela) y el de Diciembre en el altiplano de Santander del Sur (Colombia)
(…) era un grupo residencial y ceremonial que se movía conjuntamente entre las
diferentes zonas residenciales, durante el ciclo anual” (Osborn, 1985: 26).
Estos grupos Uwa no eran nómadas, sino que se movían entre tierras bajas y altas
por razones ceremoniales y “cada cuarto año cada grupo se encontraba en una zona
específica” para hacer sus rituales (1985: SN). Es de notar que los grupos tenían
acceso a sitios ceremoniales de otros grupos, lo que traduce que estos lugares
eran considerados de encuentro entre grupos “y estos sitios fueron señalados con
menhires”, donde intercambiaban bienes, ceremonias y ritos (Ibidem).
Me detengo en esta parte, porque Osborn sostiene en este libro que cuando los
indígenas pasaban el páramo o quebradas de división de sus territorios, “dejaban
piedras (pequeñas y labradas) como ‘pago’” (Ibidem).
Según Antonio Niño (2007: 888), cuatro de los cinco complejos estudiados en
Barinas presentan glifos alados: El Anime, Las Lajitas, Bum Bum y Curbatí.
Estas evidencias pueden develar que las poblaciones del piedemonte barinés
fueron constituidas por “inmigrantes del oriente colombiano y Andes venezolanos”
(Albarrán, 2007: 124)
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solsticio del 24 de junio, “que es el solsticio de entrada de agua, del invierno acá”,
y el de verano en el norte. Todos los caminos de petroglifos y sitios arqueológicos
conducen a la actual Pedraza y Bum Bum, según su experiencia de campo. “Los
Uwa celebraban en junio el solsticio en Pedraza, que creemos es en el sitio
llamado Las Lajitas”, donde está el petroglifo de “El General”, que asemeja una
charretera, pero es una casa solar, según Montiel. En la cúpula de esa piedra
glifada se esculpió el registro del equinoccio: “Está el sol en el centro con las
casas solares”, describe.
Los indígenas de los grupos Uwa hacían el recorrido bien sea caminando o bien
sea por vía fluvial, ya que los ríos actuales que unen esa zona de Colombia con
Táchira y Barinas, en Venezuela, son ríos aún navegables, en esta época.
De acuerdo con Montiel, los petroglifos (que coinciden con el recorrido del
vuelo migratorio descrito y analizado por Osborn) serían zonas que contienen
información topográfica, geográfica y de cosmovisión. Así, probablemente los
indígenas de Mérida bajaban hasta Barinas, como todavía siguen bajando por
toda esa ruta: “Si Barinas está poblada es por la ruta que viene de Mucuchíes,
Apartaderos, los Nevados y Aricagua. Es un movimiento migratorio que no ha
terminado. Este desplazamiento de la población para allá y para acá está vivo”.
Se debe aclarar que hay teorías que, basadas en el análisis de formas, sugieren
que los petroglifos fueron realizados por grupos de lengua arawaka (3).
Basado en documentos históricos, Virgilio Tosta detalla que Barinas era el nombre
de una de las tantas etnias indígenas que, antes de la llegada de los conquistadores,
moraba en las llanuras próximas a la Sierra Nevada, en las actuales poblaciones
de Barinitas, Quebrada Seca y Altamira, entre los ríos Santo Domingo y Pagüey.
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Compartían estas tierras junto a los torunos (4), los canaguaes y los suripaes, y
vagaban por las regiones cercanas a las actuales ciudades de Barinas y Pedraza.
“Vivían principalmente de la recolección de frutos. Eran algunos de temperamento
apacible. Otros de extremada bravura y muy belicosos, por lo cual es posible que
perteneciesen a la aguerrida nación de los Jirajaras” (Tosta, 1986: 9).
En la zona de las tribus andinas estudiadas por Julio César Salas (citado por
Tosta), donde incluye “las llanuras contiguas a las últimas estribaciones de
(la) cordillera hacia las pampas de los estados Portuguesa, Zamora (Barinas) y
Apure”, distingue dos grandes grupos: “todas las tribus de suave natural, que
tienen por características el ejercicio de la agricultura y la vida sedentaria (y)
todas las tribus esencialmente belicosas, nómadas, que derivan su subsistencia
principalmente del ejercicio de la caza y de la pesca y de frutas silvestres”. El
territorio de Suripá y Canaguá, explicaba Tosta, “estaba dominado para la época
de la conquista española por los indios Giros, diversas tribus belicosas y nómades
en su mayor parte de tipo etnológico distinto de los indios de los valles interiores”
(Tosta, 1970: 504).
Fernando Benet explicaba que los mucuchíes, formados por los mocaos,
mixteques, misintaes, mosnachoes, misiqueas y mucuchaches, “lindaban con los
Mucubajíes y Aracayes, o sean los indios de las márgenes del río Santo Domingo,
vecinos ya de los Barinas”, además de colindar también “con los Pagüeyes y
Curbatíes de la jurisdicción de Pedraza” (1929, Tomo 1: 128).
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También citando a Pedro Manuel Arcaya, Tosta refiere que el área que ocupaban
los caquetíos abarcaba desde las islas de Curazao, Aruba y Bonaire, hasta las
comarcas corianas, “corríanse al occidente hasta las costas del Lago de Maracaibo,
y hacia el oriente hasta algo más allá de la boca del Yaracuy; penetraban luego
al interior de los valles que cruza ese mismo río, cuyas márgenes habitaban,
especialmente la tierra llana comprendida entre la del Oeste de la serranía, esto es,
las fertilísimas comarcas donde después fundaron los españoles las poblaciones
de San Felipe, Guama, Urachiche y Yaritagua”.
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César Salas, Tosta refiere que los indígenas toreros o torunos de Barinas, a
semejanza de los guamos y guaneros, pertenecían a la nación ajagua (Ibidem).
Para el año 1831, refiere Tosta, “había pocos indios porque preferían ‘vivir
sepultados en las grandes montañas’ de aquel vasto distrito de Pedraza” (1970:
56 y 57), lo cual puede indicar que los grupos indígenas que quedaron o sus
descendientes se replegaron hacia las zonas montañosas, quizá del piedemonte
compartido con Mérida, Trujillo o Táchira.
Según Montiel, aún hay rutas llamadas de indios que son activas, como la de
Aricagua, la de Santa Catalina (por Acequias), la que lleva a Los Nevados (por
San Juan Bautista, pueblo que fue abandonado), por el río Curbatí (entre el
Canaguá y el Pagüey) y por Altos de la Aguada, que va a dar a Mucuchíes. “Son
caminos de recua, antiguos, que todavía están activos para la población de los
Andes, como están activos los que van hacia Boconó desde Calderas”, dijo.
El sitio
En el año 2008 se me notificó que abriendo unos huecos para hacer las bases con
el fin de instalar un tanque de agua, una familia consiguió material de cerámica,
unas cuentas de collar líticas y un dije lítico en el sector Suripá-La Barinesa,
parroquia Barinitas, del municipio Bolívar, Barinas.
Se me mostró unas cuentas y luego, yendo hasta la zona, pude ver un dije de figura
lítica antropomorfa de una piedra sedimentaria grisácea con una placa alada en el
pecho (ver imágenes de anexo), y una pequeña piedra de forma ovoide, de color
marrón, con la imagen grabada de una rana, pero el señor que se posesionó de
estas piezas sólo les dejó tomar fotos.
En el lugar donde se hicieron los huecos para levantar el tanque queda la casa de
Rafael La Cruz, quien habitaba en esa zona. Pude constatar que se trataba de una
pequeña parcela donde se sembraba tabaco y al día siguiente, cuando regresé,
los hijos de la señora abrieron un hueco de medio metro de profundidad, más o
menos, de donde extrajeron estos restos cerámicos y líticos, considerado material
superficial, que a continuación caracterizamos.
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Caracterización general
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Como dijimos, hay 14 fragmentos líticos, entre ellos 1 de forma circular, color
negro (de 3,6 centímetros de diámetro y 1 centímetro de grosor), y 13 fragmentos
de roca, también negros.
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• Una vasija de boca restringida con cuello alto, y profunda (figura Nº 3).
Suripá-La Barinesa sólo se relaciona con la cerámica de la fase Caño del Oso
en algunos fragmentos que son arenosos y ásperos, pero más por la acción de la
erosión; no obstante, las formas, uso de pintura y decoración no se asemejan, a
excepción de un asa de tipo horizontal tubular encontrada en este contexto.
El complejo La Betania no se relaciona con el material hallado en Barinitas,
aunque pudiese haber relación con la forma de vasijas globulares, ya que en
Suripá-La Barinesa se encontró una semiglobular; sin embargo, no coinciden en
la decoración y pintura.
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Gasson explica que el complejo Caño Seco, en Barinas, que ha sido poco estudiado,
“se encuentra relacionado con la fase San Nicolás, del área de Boconó” y la
cerámica es más sencilla y tosca; con Suripá-La Barinesa se relaciona quizá la
sencillez de la cerámica (por no tener decoración de pintura y la falta de apliques
en otro estilo), así como las formas de ollas globulares, pero no presentan ni la
misma decoración ni engobe.
Tampoco hay relación entre Suripá-La Barinesa y el área de la región del Orinoco
Medio (ni en formas, desgrasantes y decoraciones), según la división realizada
por Cruxent y Rousse.
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Boletín Antropológico. Año 31, N° 86, Julio-Diciembre, 2013. ISSN:1325-2610.
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El dije de una figura lítica antropomorfa de una piedra sedimentaria grisácea con
una placa alada en el pecho, encontrado en mi investigación en el sector Suripá-
La Barinesa, pudiera indicar que la cerámica hallada en esta región fue tal vez
hecha por un grupo indígena relacionado con la zona de Mucuchíes que bajó
hacia la meseta del Curay.
Las figuras de ranas, como la labrada en una piedra encontrada junto con el
dije lítico descrito anteriormente, se han ubicado en contextos arqueológicos de
Mérida, Portuguesa, Quibor y Trujillo. En Venezuela se han hallado estas figuras
en los Andes de los países de América del Sur. Según las interpretaciones hechas,
son muestra de fertilidad (6).
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Notas:
(2) No pude conseguir un mapa de Barinas que señalara la ruta de las calzadas,
que van paralelas a los ríos.
Bibliografía
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Boletín Antropológico. Año 31, N° 86, Julio-Diciembre, 2013. ISSN:1325-2610.
Universidad de Los Andes. Annel Mejías. Etnohistoria de los grupos... pp. 96-125.
- GASSON, Rafael. 1999. “El piedemonte oriental andino y los llanos altos de
Barinas y Portuguesa”. En: El Arte Prehispánico de Venezuela. Fundación de
Galería de Arte Nacional y Pdvsa. Caracas. PP 74-89.
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Boletín Antropológico. Año 31, Nº 86, Julio-Diciembre, 2013. ISSN:1325-2610.
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ANEXOS
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Dije lítico de mujer con una placa alada en el pecho. También hallado en el lugar.
Figura Nº 1.
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Figura Nº 2.
Figura Nº 3.
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Figura Nº 4.
Figura Nº 5.
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