Penal Magdalena. Anulación Veredicto Absolutorio
Penal Magdalena. Anulación Veredicto Absolutorio
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ACUERDO
La Sala I del Tribunal de Casación Penal de
la Provincia de Buenos Aires, integrada por los señores jueces doctores
Daniel Carral y Ricardo Maidana (art. 451 del Código Procesal Penal), con la
presidencia del primero de los nombrados, de conformidad con lo
establecido en la Ac. 3975/2020 de la SCBA, procede al dictado de
sentencia en el marco de la Causa N° 92058 caratulada “TEJEDA DANIEL
S/ REC DE CASA INTERP POR DEF OFICIAL /ROMA MARIA DEL
ROSARIO S/ REC DE CASAC INTERP POR PART DAMNIF / FERNANDEZ
REIMUNDO S/ REC DE CASAC INTERP POR DEF PART / MONTES DE
OCA RUBEN S/ REC DE CASAC INTERP POR DEF PART / TEJEDA
DANIEL Y OTROS S/ REC DE CASAC INTERP POR PART DAMNIF /
ROMA MARIA DEL ROSARIO Y OTROS S/REC. DE CASA INTERP POR
PART DAMNIF/MARTI Y OTROS S/REC CASA POR FISCAL”, conforme al
siguiente orden de votación: MAIDANA - CARRAL.
ANTECEDENTES
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del art. 106 in fine CP y por el Tribunal como homicidio simple con dolo
eventual en concurso ideal con tentativa de homicidio simple con dolo
eventual, en los términos de los arts. 42, 54 y 79 del CP. En la misma
decisión, dictó veredicto condenatorio imponiendo a Daniel Oscar Tejeda
-como Director de la Unidad Carcelaria 28 de Magdalena- a la pena de
cinco (5) años de prisión e inhabilitación especial por el término de diez
(10) años para ocupar cargos públicos, accesorias legales y costas, por
juzgarlo autor responsable del delito de incendio culposo agravado (hecho 1,
arts. 45 y 189 segundo párrafo del C.P.), a Reimundo Héctor Fernández -
como Jefe de Turno de la mencionada Unidad- a las penas de veinticinco
(25) años de prisión e inhabilitación especial por diez (10) años para
ocupar cargos públicos, accesorias legales y costas, y a Rubén Alejandro
Montes de Oca -como Guardia de la Seguridad Exterior de la Unidad 28- a
las penas de diez (10) años de prisión e inhabilitación especial por siete
(7) años para ocupar cargo públicos, accesorias legales y costas,
respectivamente, por hallarlos coautores responsables del hecho n° 2
constitutivo del delito de homicidio simple (treinta y tres víctimas) en
concurso ideal con tentativa de homicidio simple (dos víctimas), en los
términos de los arts. 42, 45, 54 y 79 del C.P.
Contra la sentencia fueron interpuestos siete
recursos de casación: 1) por el Defensor Oficial Dr. Ernesto Julián Ferreira, a
favor de Daniel Oscar Tejeda; 2) por el Dr. Darío Saldaño, en representación
de Rubén Alejandro Montes de Oca; 3) por el Dr. Julio Ricardo Beley, en
beneficio de Reimundo Héctor Fernández. A su vez, el veredicto absolutorio
fue impugnado por: 4) las representantes del Ministerio Público Fiscal, Dras.
María Florencia Budiño y María Victoria Huergo, en relación a María del
Rosario Roma, Jorge Luis Marti, Gualberto Darío Molina, Gonzalo Pérez,
Carlos Augusto Busto, Juan Emiliano Santamarina, Marcelo Fabricio
Valdiviezo, Juan César Romano, Eduardo Gabriel Villarreal y Mauricio
Alejandro Giannobile – todos intimados por el hecho individualizado como
número 2 según el fallo-; 5) la Dra. Carla Victoria Ocampo Pilla, el Dr. Javier
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que del fallo se desprende una derivación razonada del derecho vigente, con
aplicación a las circunstancias comprobadas por la causa. Mantiene los
fundamentos planteados en el recurso interpuesto por las Fiscales, a la par
que comparte y adhiere a los agravios deducidos por los representantes de
los Particulares Damnificados.
Los Dres. Agustina LLoret y Mariano Nicolás Lanziano,
abogados del Centro de Estudio Legales y Sociales, apoderados de Rufina
Verón, formularon una extensa presentación (fs. 1370/1402) a través de la
cual efectuaron una reseña de los antecedentes del caso y contestaron los
planteos defensistas.
A fs. 1404/1406 lucen las notas que acompañaron los
Dres. Carlos Victoria Ocampo Pilla, Javier Marcelo Percow y Margarita
Jarque, letrados del Programa de Lititio Estratégico de la Comisión por la
Memoria de la Provincia de Buenos Aires, en representación de Carolina
Delgado y Analía Ortigoza. Basaron su presentación en dos cuestiones: la
autoría y/o participación y el planteo de prescripción. Entienden que atento al
tipo de autoría establecido –concomitante o paralela-, no resulta necesario
enunciar cuál fue la conducta adoptada por los agentes absueltos. El
reproche radica en la omisión de prestar auxilio. En lo que respecta a la
pretendida prescripción, expone que ya fue planteada y resuelta de manera
adversa, por lo que no corresponde su atención en esta instancia.
El Dr. José María Hernández, Defensor Adjunto de éste
Tribunal, en representación de Tejeda y Morcella, presentó notas que figuran
a fs. 1413/1414. Entiende que las presentaciones de las acusaciones
contienen desarrollos sobre cuestiones no debatidas en la audiencia, a
excepción del planteo de prescripción; resultan así tardías y exceden lo
previsto en el art. 458 del CPP, por lo que pretende su inadmisibilidad.
Afirma que, en relación a la situación de Morcella, no se individualizó
conducta alguna que sea constitutiva del otro hacer, “…constitutiva de la
conducta prohibida en cualquier omisión (…) Una imputación así, además de
ser nula en sí, implica una pretensión de condena en infracción al principio
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de culpabilidad”.
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calor y humo que invadió el interior del pabellón, la mayoría de los internos
se vio obligado a dirigirse hacia el frente de aquél con la finalidad de salir por
allí, y ante la imposibilidad de hacerlo, comenzaron a pedir auxilio a viva voz
sin que ninguno de los agentes presentes procediera a prestar ayuda
solicitada pues no procedieron a la apertura –al menos- de la puerta de
acceso ya referenciada. Que los internos que fueron retirados por el
personal penitenciario quedaron custodiados por parte de ellos, en el frente
del pabellón, para luego ser trasladados al sector del césped circundante y
finalmente, al patio de visitas, conocido como picnic. Que transcurridos
algunos minutos, otra parte del personal interviniente, se dirigió hacia el
sector trasero, del pabellón, procedieron a abrir las puertas de emergencia,
por donde sólo logró salir con vida y mucho después Ángel Eduardo
Quintana Ramírez, ello debido a que el resto de los internos se había
trasladado en forma inmediata a la parte frontal del pabellón y por el intenso
humo y calor no pudieron regresar al sector antes referenciado, es decir, al
trasero. Que tras pasar aproximadamente diez minutos de la apertura de la
puerta trasera del Pabellón 16 y en virtud de la presencia de humo en el
pabellón lindante nro. 15, algunos funcionarios del Servicio Penitenciario
abrieron las puertas de emergencia de éste último módulo, procediendo a
desalojarlo de sus ocupantes, a quienes intentaron reducir, propósito que no
lograron puesto que, ante la pasividad demostrada por los funcionarios y los
reiterados pedidos de auxilio que provenían del pabellón 16, algunos de los
internos fueron hacia el mismo a los fines de iniciar las tareas de rescate,
mientras que otro grupo de internos se dirigió hacia los pabellones 17 y 18 a
fin de que otros detenidos que estaban allí alojados ayudaran en las tareas
de rescate de los alojados en el pabellón 16, realizando entre todos acciones
tendientes a socorrer a las víctimas, y cuando dice todos se refiere a los
internos, en esta tarea solo colaboraron por el Servicio Penitenciario el Jefe
de Guardia de Seguridad Exterior y el Subprefecto Miguel Horacio Montoya.
Que los internos lograron rescatar con vida a Juan Domingo Blanco Recalde
y a Cristián Rey González, éste último falleció unos días después. Que el
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abusivo que llevó a un interno a iniciar un foco ígneo, cerrar las puertas, no
abrirlas a tiempo.
En los discursos finales de los representantes de los
Particulares Damnificados, también se vislumbra una suerte de extensión del
período comprometido en la materialidad infraccionaria descripta en el inicio
del debate. La Dra. LLoret sostuvo que el abandono se inició durante el
operativo armado y, conociendo el foco ígneo, el personal permaneció sin
realizar ninguna conducta que evite el curso causal generador del riesgo;
entre las acciones debidas: evacuar el pabellón y extinguir el fuego.
Recordemos que el Centro de Estudios Legales y Sociales sólo se agravió
de la absolución dictada respecto de María del Rosario Roma. En lo que
respecta al alegato formulado por la Dra. Pilla, el personal del servicio
penitenciario, creó el peligro concreto en dos ocasiones: al disparar a corta
distancia –menos de diez metros- dentro del pabellón, salir y cerrar las
puertas, luego de iniciado el fuego. A su turno, la Dra. Caravellos, mantuvo
su alegato acerca de que la creación del peligro se circunscribió a las
acciones de cerrar las puertas y así mantenerlas.
Con el objeto de delinear las conductas atribuidas
por la acusación, considero de interés reseñar que luego de un prolijo
examen de la prueba, la Fiscal calificó el hecho como constitutivo de los
delitos de abandono de personas seguido de muertes y lesiones en los
términos del artículo 106 incisos 2° y 3° del Código Penal. Entendió probada
su hipótesis, esto es: la situación generadora del deber de actuar; la posición
de garante; el incumplimiento del auxilio debido; la capacidad de actuar; y la
posibilidad de que se produzcan los resultados acaecidos. “…no solo se
procedió a cerrar cuanto menos la puerta de rejas y la chapa contigua del
módulo B sino que se las mantuvo cerradas durante el desarrollo del
incendio, omitiendo de este modo brindar los auxilios inmediatos que la
situación exigía y que por cierto estaban obligados a prestar, no obstante no
desconocer la situación de desamparo creada y de peligro para la vida y la
integridad física de los internos que habían quedado atrapados dentro del
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pabellón…” (fs. 509). “…se presenta la acción típica tanto de hacer nacer la
amenaza por desamparo como de abandonar a su suerte, ello toda vez que
atento a la cantidad de disparos que se produjeron en el pabellón y la
distancia en que efectuaron los mismos, los internos se replegaron en el
fondo y uno de ellos dijo ‘voy a prender fuego para que no tiren más’ (…) y
asimismo en un segundo tramo se genera el abandono de los internos a su
suerte cuando ellos se van y cierran las puertas, se refiere a los agentes
penitenciarios. En el primer caso los autores generan el peligro y en el
segundo se desentienden del resguardo hacia las víctimas. Estos dos casos
son formas comisivas pues violan normas prohibitivas que son ‘no
desamparar y no abandonar’… (fs. 510).
Con respecto a las conductas atribuidas, la Fiscal
encontró acreditado que: Raimundo Fernández era la máxima autoridad
operativa en el penal y, una vez que sonó el timbre de la alarma, salió
munido con una escopeta al pabellón 16. Fundó su tesis –esencialmente- en
la declaración de Giannobile y la suya propia como imputado. María del
Rosario Roma, “se encontraba en el lugar de los hechos previo a originarse
el conflicto, es decir el peligro…”. Citó los dichos de Keegan, Amarilla, Carlos
Juan Gómez, Ballina, Rigo, Luis y Daniel Gamarra, Campos, y Villarreal.
Dieron cuenta del rol que desempeñó la nombrada, en concreto, daba
órdenes. Campos refirió que Roma estaba junto con Fernández como
máximas autoridades dirigiendo el operativo armado. La imputada se ubicó
en el escenario de los hechos –de acuerdo a su declaración- cuyo tenor
entendió reñido con otras constancias de prueba. (fs. 512/515). En lo que
respecta a la situación de Jorge Luis Marti, el Ministerio Público Fiscal
“…también entiende que quedó probado que Marti era el encargado de turno
esa noche…” sobre el punto, dio cuenta de las versiones prestadas por:
Nelson Castro, Cristian Keegan, Barragán, Cabeza, Salto, Melgarejo, Rigo,
Roma, Fernández, Santamaría, Molina, Perez, Villarreal, Busto y Romano. El
imputado fue visto cuando ingresó junto a los primeros agentes, por el sector
de las camas al módulo, munido con una escopeta. Juan Emiliano
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(fs. 521 vta.). Juan Eduardo Zaccheo, “…se probó que Juan Eduardo
Zaccheo se encontraba en el lugar de los hechos inicialmente así lo declaró
Roma (…) La Fiscal reflexiona que el peligro ya estaba desatado y Zaccheo
lo conocía” (fs. cit.), asimismo valoró la declaración de Molina Gualberto.
Gonzalo Pérez, “…está probado que Pérez se encontraba en el pabellón
siniestrado en los momentos iniciales de la creación del peligro según
declaración de testigo Rigo…” (fs. 521vta. y 522), Capelli, Gondenbleau,
Villarreal, y Giannobile; además contempló la versión que rindió el acusado.
Mauricio Alejandro Giannobile, “…está probado que Giannobile se
encontraba en el lugar de los hechos al momento de desatarse el peligro…”
(fs. 522 vta.) Basó su hipótesis en las declaraciones brindas por: Gomes,
Rigo, Roma, y el propio acusado. Marcelo Fabricio Valdiviezo, “…tengo por
acreditado que Valdiviezo se hallaba presente en el lugar de los hechos
cuando aún era posible hacer algo…” (fs. 523 vta.). Fundó su acusación en
la versión de Salto, Molina y Busto. Marcos David Sánchez, “…el imputado
Sánchez es ubicado en el lugar de los hechos en los momentos iniciales por
la imputada Roma (…) Es decir que, si ingresó al pabellón esto es anterior a
la creación del peligro y dejó en situación de desamparo y librados a su
suerte, una vez desatado el peligro a los que estaban dentro y él conocía
perfectamente la situación” (fs. 524). Juan César Romano, “Romano fue
hacia los módulos según lo declaró el testigo Barragán cuando dijo que
Romano fue a colaborar junto a Busto, es decir, en el momento inicial…” (fs.
cit.). Fundó su tesis en los dichos del imputado y Roma. Maximiliano
Morcella, “entiende que quedó probado que Morcella Maximiliano estuvo en
el lugar de los hechos apenas iniciado el conflicto en el módulo 16 según los
dichos del testigo Mansilla Walter Ulises…” (fs. 525). La Fiscal agregó como
elementos de cargo la declaración de Melgarejo y Molina; también dio
cuenta de la versión que prestó el imputado. Finalmente, la Fiscal responde
cómo impactaron las omisiones de los imputados en el resultado y “…tiene
en cuenta datos objetivos: de haber abierto puertas, de no haberlas cerrado,
de no haberla abierto inmediatamente. Entiende que se hubiera evitado el
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posible advertir que a las 23.23.45 horas del día 15 de octubre de 2005,
Gonzalo Pérez, quien aquella noche desempañaba la función de cabo
cuarto, se hizo presente en dicha sala, tomó una escopeta y salió presuroso
desapareciendo del ángulo que toma la cámara. Idéntica conducta por parte
de otro efectivo penitenciario muestra la cámara a las 23.23.54 hs., quien
retira tres escopetas. En razón de ello es posible inferir que apenas instantes
previos a la hora indicada (23.23.45 hs.) sonó la alarma en la guardia dando
aviso de incidentes en el sector módulos a raíz de una pelea de internos,
acerca de cuyas proporciones no fueron contestes los internos entre sí, entre
éstos y el personal penitenciario.” (fs. 880).
El acta de procedimiento y los dictámenes de inspección
ocular balística, como también las declaraciones prestadas por los expertos
Claudia Silva y Roberto Gómez de Saravia, concluyeron que el personal del
servicio efectuó, al menos, veintiún disparos con escopetas calibre 12/70 con
munición antitumulto. Se especificó que dos disparos fueron realizados
desde la reja y los restantes en el sector de la celda. Asimismo, se
estableció que se emplearon siete escopetas.
Continuó el Tribunal y, con acierto, consideró que el
procedimiento armado dentro del pabellón 16 –desde que ingresó el
personal penitenciario hasta que éste se replegó-, tuvo una duración de
menos de diez minutos. Basó su postura en lo documentado por la cámara
de seguridad; en tanto a las 23.31.27 hs. captó la salida de humo por el
frente del pabellón, “…habiéndose producido ya a esa altura el repliegue del
personal penitenciario del pabellón…” (fs. 882 vta.).
Conforme las imágenes de las cámaras, el humo
comenzó a salir por el frente del módulo a las 23.31.40 hs.; y el arribo de los
bomberos fue a las 00.10 hs –según el registro del libro de guardia exterior-
cuando el incendio estaba en la fase de auto-extinción. Los expertos
Fernandez Guillermo Llanes y Marcelo Fabián Acosta Alonso inspeccionaron
el pabellón y concluyeron que el incendio se generó por un aporte de
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patio del frente de los pabellones, tal como se hiciera con los otros internos
que antes habían sido sacados por el personal penitenciario y que luego
fueron trasladados. Es más, si se hubiese ordenado la apertura de la puerta
del patio del pabellón antes de ingresar los penitenciarios al sector
alojamiento, los internos podrían haber accedido al patio a respirar aire no
contaminado”.
La señalada puerta dos –de estructura metálica- de
acceso al pasillo desde la oficina de vigilancia, de acuerdo a los citados
peritos Carrizo y Converso, estuvo cerrada en un primer momento “…exhibió
el mismo patrón de humo negro que las paredes y luego fue abierta en forma
perpendicular a 90 grados…”. Así, el A-Quo consideró que para que el humo
negro no se adhiera a la cara interna del canto de la puerta, ésta debió haber
sido cerrada antes de que dicho humo la alcanzara y, según el registro,
ocurrió a las 23.31.40 hs., encontrándose abierta cuando arribaron los
bomberos.
Respecto a la puerta tres, a través del cual se accedía al
sector de alojamiento y se abría hacia afuera; los referidos especialistas no
pudieron determinar si estuvo abierta o cerrada durante el incendio.
Sobre la cuestión, el Tribunal consideró que puede
responder a la estructura de reja. Agregó que, testimonios de los internos,
dieron cuenta de que la misma estaba cerrada al momento de realizar el
rescate de sus compañeros (vgr. Brandán Valez, Chaparro Cabral, Gamarra
Aristiqui, González, Lasarte Palacios, Martínez, Minio, Flores Luján, Carrizo
y Avila).
Además, ponderó las versiones de Amadeo, Fernández
Cuello, Lucero, Olea Pérez, y Rolon –internos del pabellón 15- en tanto, con
distintos matices, afirmaron haber escuchado y/o visto a las víctimas pedir
auxilio en las rejas de las ventanas. Lo último, permitió al Tribunal inferir la
imposibilidad de salir por el frente del módulo, aun encontrándose abierta la
puerta de emergencia, en función del hallazgo de varios cadáveres junto a la
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módulo B, habría una reyerta entre varios reclusos, por lo que seguidamente
se hace presente en el lugar juntamente con personal de la guardia, los que
se encuentran en la unidad como grupo de apoyo” (fs. 879 vta.).
Advierto como dato de relevancia en su comportamiento
-según el relato de Gastón Alberto Rigo- que, junto a dos personas que no
pudo identificar, abrió el portón del fondo del pabellón 16.
La señalada, constituye el despliegue de una conducta
tendiente a evitar el resultado, es decir, un comportamiento de salvataje de
los internos que aún estaban en el interior.
Del acta de debate se desprende que el nombrado Rigo
expuso: “…había gente que iba y venía con matafuegos (…) de los que iban
y venían con matafuegos ¿puede identificar a alguien?: - estaban todos en
ese momento. Lo que querían era tratar de ayudar en algo. Tratar de abrir
los candados del fondo porque cuando fue a llevar la cartuchería a mis
compañeros que les faltaba también vi a gente por el fondo que ahí sí lo vi a
Marti en el fondo./// ¿En qué momento va al fondo y qué es lo que ve?-
Cuando estaba recorriendo el fondo y qué es lo que ve? – Cuando estaba
recorriendo el muro por el puesto 11, que sería casi enfrente de los
pabellones del fondo, vendría a ser de la parte de atrás donde están las
jaulitas esas, veo gente que abrieron las puertas de atrás del pabellón de
aquél. /// ¿Gente del Servicio?: sí. (…) Dijo que vio en la puerta a Marti ¿a
alguien más vio que pueda reconocer?- no recuerdo /// ¿sabe con cuántas
personas estaba Marti? : había dos o tres (…) primero se abre la del 16 y
después la del 15 (…) al rato, una vez que se abre la del 16 van para este
lado para abrir la otra porque ya el humo era demasiado /// ¿y en esa escena
estaba Marti con dos o tres?: sí…” (fs. 248 vta./253) .
Atento las contradicciones que existieron entre los
testimonios de los internos y las versiones del personal penitenciario, el A-
Quo tuvo en consideración datos objetivos obtenidos de las grabaciones de
las cámaras de seguridad e indicó que: “…es probable que se haya abierto
primero la puerta de emergencia del módulo 16 y luego la del 15, o ambas
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a que protegen el mismo bien jurídico, se relaciona con los delitos de lesión,
tal es el caso del homicidio y lesiones (…) En el caso de autos, desde el
punto de vista objetivo, al momento de quedar las víctimas encerradas en el
pabellón con un incendio declarado, existía una situación de peligro
concreto, un riesgo definido de muerte. La omisión de prestar el auxilio
necesario (apertura de las puertas delanteras del pabellón), para evitar la
muerte en dichas circunstancias desplaza la figura del abandono de
personas, al homicidio simple, en este caso, con dolo eventual. Esta
variación del encuadre legal es respetuosa del principio de congruencia y de
la garantía constitucional de la defensa en juicio…” (fs. 941/vta.).
Corresponde evaluar si se encuentra afectada la
garantía de defensa, tal como lo reclaman los Defensores.
La cuestión radica en si hubo correlación
entre la imputación y el fallo, por lo que deben realizarse algunas
consideraciones preliminares.
Tal como lo expuse junto a mi colega de
Sala, Dr. Daniel Carral, en la causa "Cardozo" 86955 del 9/5/2019: "La
enfática consagración en el artículo 18 de la Constitución Nacional de la
fórmula: "Es inviolable la defensa en juicio, de la persona y de los derechos",
se ha definido en material procesal penal que comprende la facultad de
intervenir en el procedimiento penal abierto para decidir acerca de una
posible reacción penal contra el imputado y la de llevar a cabo todas las
actividades necesarias para poner en evidencia la falta de fundamento de la
potestad penal del Estado o cualquier circunstancia que la excluya o atenúe.
imputación: una hipótesis fáctica, que consista en la afirmación clara, precisa
y circunstanciada de un hecho concreto, singular, de la vida de una persona,
cuyo paso fundamental consiste en garantizar al imputado el derecho a ser
oído, lo que se conoce como intimación.
La descripción material de la conducta imputada
contiene los datos fácticos recogidos en la acusación que constituyen la
referencia indispensable para el ejercicio de la defensa del imputado y la
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también fue expuesta por Fernández, como el hecho de haber sido el último
agente que salió del módulo “…por razones que el propio imputado invoca:
porque había entrado primero al sector de alojamiento y era el que estaba
más al fondo del pabellón. Se replegó caminando hacia atrás por razones de
seguridad quedando ante su vista el sector de alojamiento del pabellón y al
salir, la puerta de reja Nro. 3…”. (fs. cit.).
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(art. 371 antepenúltimo párrafo, CPP; ídem juicio abreviado, art. 399, último
párrafo, CPP), de allí que lógicamente debe existir una pretensión acusadora
en tal sentido.
A partir de lo expuesto en último término, me pregunto
qué sentido tiene que el legislador haya limitado a la jurisdicción al momento
de ponderar agravantes, si cuando individualiza rompe con el esquema
acusatorio de separación de funciones (exigido constitucionalmente y
reconocido por la ley ritual bonaerense), arrogándose la potestad –siempre
dentro del límite legal- de imponer una pena más elevada que la requerida
por el Ministerio Público Fiscal o en su caso- por el particular ofendido. Si se
lo analiza desde esta perspectiva, es evidente que ninguno pues, de lo
contrario, la discusión o el debate previo–conforme lo estipulan los arts. 371
antepenúltimo párrafo, y 372 primer párrafo, CPP- constituirían un vano y
trivial formalismo si la parte puede ser sorprendida por aquel juez que no se
mantiene equidistante de la discusión que tercia.
El quantum punitivo forma parte de la pretensión
acusadora, de suerte que puede ser objeto de discusión por parte de la
defensa y cuya contradicción debe resolver el Tribunal sin posibilidad de
extralimitarse más allá de los límites de lo solicitado por quien ejerce la
función requirente (doctr. arts. 116 y 120, CN).
Por lo tanto, amén del respeto que cabe al principio de
legalidad, por vía de una interpretación sistemática de la Constitución
Nacional, los Instrumentos con igual jerarquía y del sistema de
enjuiciamiento establecido por el legislador provincial, se impone otro límite a
la Magistratura a la hora de fijar la pena en concreto, cual es la imposibilidad
de aplicar una especie de pena más gravosa o un monto mayor a lo
requerido.
Tal forma de proceder asegura, por un lado, la
imparcialidad del Tribunal al estar limitado a decidir en los términos del
contradictorio (CSJN, in re Amodio, considerando 12 del voto concurrente de
los ministros Lorenzetti y Zaffaroni), de modo que–conforme la máxima
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106; Caso Barrios Altos, supra nota 3, párr. 41; y Caso Barrios Altos.
Interpretación de la Sentencia de Fondo. (art. 67 Convención Americana
sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de septiembre de 2001. Serie C
No. 83, párr. 15. 74 Cfr., Caso Barrios Altos, supra nota 3, párr. 43. El pacta
sunt servanda requiere que a las disposiciones de un tratado le sea
asegurado el efecto útil en el plano del derecho interno de los Estados
Partes 75 (infra 142).
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incendio culposo agravado, en los términos del art. 189, segundo párrafo del
CP, apartándose de la significación jurídica propuesta por la acusación.
Sobre el punto sostuvo que dada la función y las
obligaciones inherentes al cargo que ostentaba el nombrado, jefe de la
Unidad, “…se encontraba sujeto al deber de garantizar la evitación o
neutralizar el riesgo de que ocurriera el incendio normativamente peligroso
para la vida de los alojados en el módulo 16 –altamente previsible-
permaneciendo no obstante indiferente a esta situación de peligro concreto;
conducta esta receptada y sancionada por lo dispuesto en el art. 189 párrafo
segundo del Código Penal…” (fs. 939/vta.).
Los Jueces, tras anunciar que no se vulneró la garantía
de defensa -congruencia-, consideraron que la omisión en cabeza de Tejeda
de realizar la conducta debida –en resumidas cuentas- no haber controlado
el riesgo teniendo el deber de hacerlo por su específica posición de garante
“…valorándolo normativamente equivale a la causación del incendio
típicamente definido por el art. 189 del Código Penal que puso en peligro de
vida de los internos, ocasionó la destrucción material de los elementos que
había dentro del módulo como así también produjo la grave afectación de la
estructura edilicia del lugar…” (fs. 940).
Ciertamente, la defensa formuló reparos de diversa
índole respecto al juicio de subsunción efectuado.
Con respecto al reclamo vinculado con la afectación al
principio de legalidad, deviene inoficioso, desde que la estructura típica
intimada por la acusación acusador –tipo imprudente- se condice con la del
delito por el que fue condenado: la figura penal prevista en el art. 189
apartado 2° del CP, que es un delito imprudente.
En efecto, Tejeda fue acusado por homicidio imprudente
y sobre la misma plataforma fáctica, el Tribunal condenó al nombrado por el
delito de incendio agravado por el resultado muerte. Ambas estructuras
típicas no ofrecen diferencias –ni siquiera en el marco punitivo aplicable-.
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REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 22/06/2021 09:09:39 - CARRAL Daniel Alfredo
Funcionario Firmante: 22/06/2021 10:08:44 - MAIDANA Ricardo Ramón -
JUEZ
Funcionario Firmante: 22/06/2021 10:32:24 - ALVAREZ Jorge Andrés -
SECRETARIO DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL
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