Capitulo 8

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Capitulo 8 - Servicios Ambientales

 Ciclos de Materia y Flujo de Energía


 Servicios Ambientales
 La Relación entre los Servicios Ambientales y la Intensidad de
Uso
 La Falacia de Que la Oferta y la Demanda  Protegen a los
Recursos Naturales de la Sobreexplotación
 Puntos de Reflexión
Todos dependemos de los ecosistemas para obtener alimentos y
demás recursos naturales que sostienen nuestras vidas. La mayoría
de los recursos son renovables porque los ecosistemas los
suministran de manera continua. Las personas utilizan los recursos
y los devuelven al ecosistema como residuos en el drenaje, la
basura o los efluentes industriales. Los ecosistemas renuevan los
recursos procesando los residuos de tal modo que resulten de
nuevo accesibles a la gente (véase la Figura 8.1). Para lograr esto,
se requiere un suministro continuo de energía solar. La energía
solar impulsa el movimiento cíclico de la materia a través del
ecosistema, brindando a todos los animales, incluso al ser humano,
un suministro de recursos naturales renovables y un depósito para
sus residuos.

Figura 8.1 La utilización de recursos renovables por los humanos, y


su retorno al ecosistema como residuos.
La provisión de recursos naturales renovables forma gran parte de
los servicios ambientales. Estos servicios no dependen únicamente
de la luz del sol, sino también de una comunidad biológica saludable
que transporte la materia y la energía a los humanos de tal forma
que puedan utilizarla. La habilidad de los ecosistemas para
proporcionar estos servicios deriva de dos propiedades emergentes
importantes: los ciclos de materia y el flujo de energía. Como
veremos, la materia circula; pero la energía no lo hace,  ya que sale
del ecosistema al fluir por él.
Ante la explosión demográfica humana y el incremento de los
niveles de consumo que implica el desarrollo económico,
recientemente se han generado exigencias crecientes de estos
servicios ambientales. Cuando las personas tratan de extraer
demasiado  de los ecosistemas (cuando sobreexplotan los servicios
ambientales), obtienen cada vez menos al dañar la capacidad de los
ecosistemas para proporcionar estos servicios. Si la población
humana persiste en hacer demandas excesivas, el ecosistema
puede cambiar al grado que los servicios desaparezcan por
completo. La pérdida de servicios puede resultar irreversible. Como
vimos al analizar la sobrepesca y la desertificación debida al
sobrepastoreo en el Capítulo 6, la sobreexplotación puede alterar
un ecosistema hacia un nuevo dominio de estabilidad de manera
que el servicio no regresa, aún cuando se reduzca la demanda.
Ciclos de Materia y Flujo de Energía
Los ciclos de materia y el flujo de energía son propiedades
emergentes de los ecosistemas que resultan de la producción y
el consumo en los ecosistemas (véase la Figura 8.2).
Producción

Utilizando la energía del sol, la fotosíntesis forma cadenas de


carbono a partir del dióxido de carbono para constituir los tejidos
vivientes de las plantas. La producción biológica (también
llamada producción primaria neta) es el crecimiento de las
plantas. Además de proporcionar el material estructural para todos
los organismos vivientes, las cadenas de carbono almacenan una
gran cantidad de energía, que utilizan para el ‘trabajo’ metabólico.
Consumo

Los animales y los microorganismos se alimentan de plantas, o de


otros animales y microorganismos, y utilizan las cadenas de
carbono de sus alimentos como:

 Material de construcción para su propio crecimiento;


 Fuente de energía para las actividades metabólicas (procesos
fisiológicos que los organismos vivientes utilizan para unir entre sí
las cadenas de carbono y construir sus cuerpos).
Para obtener energía, las cadenas de carbono son rotas y liberadas
a la atmósfera como dióxido de carbono.  Este proceso se conoce
como respiración.
Ciclos de materia

El movimiento de la materia a través de un ecosistema constituye


los ciclos de materia, también llamados ciclos de minerales, o
ciclos de nutrientes, ya que elementos como el nitrógeno, el fósforo
y el potasio son minerales que nutren a las plantas. La materia se
mueve a través de los ecosistemas en un ciclo de producción y
consumo. Los elementos más importantes son carbono, oxígeno e
hidrógeno, requeridos para la fotosíntesis, y nitrógeno, fósforo,
azufre, calcio y magnesio, que se necesitan para la construcción de
proteínas y otros compuestos estructurales de los cuerpos de los
seres vivos. El crecimiento de las plantas también requiere potasio y
algunos otros elementos en menor cantidad (hierro, cobre, boro,
zinc, y manganeso, entre otros). Estos elementos se transfieren del
suelo y el agua a las plantas verdes mientras crecen (esto es,
durante la producción). Regresan al suelo y al agua cuando las
cadenas de carbono se rompen durante el consumo.
Los animales y algunos microorganismos son consumidores. Las
distintas especies juegan diferentes papeles ecológicos, como:
 Herbívoros (animales que se alimentan de plantas);
 Depredadores (animales que cazan y se alimentan de otros
animales);
 Carroñeros y Detritívoros  (animales que se alimentan de
plantas o animales muertos);
 Parásitos (animales que viven sobre o dentro de hospederos
animales o vegetales.);
 Patógenos (microorganismos que viven en o dentro de plantas
o animales y les ocasionan enfermedades).

Figura 8.2 Ciclos de materiales y flujo de energía a través de un


ecosistema.
Los consumidores utilizan las cadenas de carbono de sus alimentos
como material de construcción para sus cuerpos. Cuando obtienen
más nutrientes minerales de sus alimentos de los que requieren
para sus cuerpos, los liberan al ambiente. Por ejemplo, el nitrógeno
se excreta como amoniaco o urea. Los minerales regresan al suelo,
donde sirven de nutrimentos para las plantas.

La mayoría de los microorganismos la constituyen


los descomponedores, que consumen los cuerpos de las plantas,
animales y otros microorganismos muertos para obtener los
materiales de construcción de cadenas de carbono que necesitan
para crecer. Liberan cualquier exceso de nutrientes minerales en
sus alimentos al medio ambiente, quedando disponibles para las
plantas. La función básica de los descomponedores en el
ecosistema es similar en muchas formas a la de los consumidores.
Las leyes de la termodinámica

La energía se presenta en seis formas básicas:

 Radiante (luz solar, ondas de radio, rayos X, radiación


infrarroja).
 Química (como las baterías, o las cadenas de carbono).
 Mecánica (el movimiento).
 Eléctrica (el movimiento de los electrones).
 Nuclear (la energía que se encuentra en los átomos).
 Calor (el movimiento de átomos y moléculas).
La primera ley de la termodinámica concierne a la conservación de
la energía. Establece que la energía no puede ser creada ni
destruida, pero se puede transformar de una forma en otra. Esto
significa que siempre existe la misma cantidad de energía, antes y
después de su transformación de una forma en otra.
La segunda ley de la termodinámica indica que siempre que la
energía se transforma de una forma en otra, parte de ella se
convierte en calor de bajo nivel. Esto quiere decir que la conversión
de energía de una forma en otra nunca es 100 por ciento eficiente
(véase la Figura 8.3). Parte de la energía se pierde en forma de
calor. La energía ‘perdida’ aún es energía, pero ya no es la energía
de alto nivel necesaria para generar trabajo, como mover objetos o
impulsar los procesos metabólicos de plantas y animales.

Figura 8.3 La segunda ley de la termodinámica: la conversión de


energía en calor al transformarse un tipo de energía en otro.
Una consecuencia importante de la segunda ley de la
termodinámica es que todos los sistemas del Universo, tanto físicos
como biológicos, necesitan insumos de energía para continuar
funcionando. El funcionamiento de los sistemas físicos y biológicos
involucra muchas transformaciones de energía. Cada vez que la
energía se transforma de una forma en otra al realizarse un ‘trabajo’
físico o metabólico, parte de ella se convierte en calor de bajo nivel,
que ya no puede ser utilizado. En otras palabras, el sistema pierde
energía útil (de alto nivel) a medida que la usa. Si no hay un insumo
de energía a un sistema, toda su energía útil se pierde
eventualmente como calor de bajo nivel, y al sistema no le queda
energía útil de alto nivel para continuar funcionando. El principal
insumo de energía para los ecosistemas es la luz solar. La
comunidad biótica utiliza energía para realizar trabajo físico, como el
movimiento de los animales y microorganismos, trabajo metabólico
y otros trabajos que los ecosistemas requieren para continuar
organizándose y funcionar adecuadamente (véase la Figura 8.4).

Figura 8.4 Flujo de energía a través de la red trófica de un


ecosistema.
Una metáfora de los ciclos de materia y el flujo de energía
en los ecosistemas

Un recipiente de agua sobre una estufa ilustra cómo se mueven la


materia y la energía a través de un ecosistema (véase Figura 8.5).
El fuego calienta el agua que se encuentra en el fondo del
recipiente, haciéndolo pasar a un nivel más alto de energía (los
objetos calientes tienen un nivel de energía más alto que los fríos).
Debido a que el agua caliente es más ligera que la fría, sube hacia
la superficie. Mientras el agua caliente se encuentra en la superficie,
su temperatura disminuye, y se enfría a medida que la energía en
forma de calor se traslada del agua caliente al aire más frío que se
encuentra sobre ella. Después de perder calor, el agua (que ahora
se encuentra más fría y más pesada) se hunde hacia el fondo del
recipiente para sustituir al agua recién calentada que está subiendo.
El resultado es una circulación de agua – un ciclo físico. El fuego es
el insumo de energía al sistema, y la pérdida de calor del agua
superficial es egreso de energía del sistema.

Figura 8.5 La cazuela de agua como metáfora del ciclo de materia y


flujo de energía en un ecosistema.
Debido al insumo de energía (el fuego), el agua en el recipiente se
auto-organiza. Hace su propia estructura (diferentes temperaturas
en distintas partes del recipiente). El agua del recipiente forma un
ciclo material, pero la energía no circula. La energía entra al
recipiente desde el fuego, se mueve del fondo del recipiente hacia
sus bordes con el agua caliente, y deja el recipiente como calor de
bajo nivel. Esto se conoce como flujo de energía. Si el fuego (el
insumo de energía) se apaga, el agua en el recipiente deja de
circular, la energía deja de fluir, y el agua pierde su estructura auto-
organizada.
Flujo de energía en los ecosistemas

Como en el caso del recipiente de agua, el movimiento de la materia


por los ecosistemas es cíclico. La energía ingresa a los ecosistemas
como luz solar (como el fuego que calienta el recipiente). La energía
es capturada por la fotosíntesis en cadenas de carbono utilizadas
por las plantas verdes para su crecimiento. Las cadenas de carbono
se parecen al agua caliente del recipiente en tanto que contienen
energía de un alto nivel. Las plantas rompen algunas de las
cadenas de carbono de su cuerpo (a través de la respiración) para
obtener la energía necesaria para su metabolismo, y parte de la
energía se libera al medio ambiente como calor. Las plantas
cuentan con las cadenas de carbono restantes (es decir, su
fotosíntesis menos su respiración) para crecer. El crecimiento de
todas las plantas en un ecosistema constituye su producción
primaria neta. La producción primaria es la fuente de materia
orgánica y energía (en forma de cadenas de carbono) de los
ecosistemas.
Cuando los consumidores (animales y microorganismos) utilizan las
cadenas de carbono de sus alimentos como material de
construcción para sus cuerpos, rompen algunas de estas cadenas
para liberar energía y cubrir sus requerimientos metabólicos. Esto
es la respiración, y la energía generada se utiliza en movimientos –
en primera instancia, en el movimiento y la reorganización de las
moléculas necesarias para el crecimiento y las actividades
metabólicas esenciales para la supervivencia; y en segunda, el
movimiento del cuerpo entero. Una vez utilizada la energía
proveniente de la respiración, parte de ella es liberada al medio
ambiente en forma de calor. Cuando un consumidor se come a otro,
hay un flujo de energía de alto nivel en forma de cadenas de
carbono a lo largo de una cadena alimenticia que atraviesa la red
trófica, y hay una pérdida de energía en forma de calor en cada
paso del trabajo metabólico (respiración). El porcentaje de energía
de una fase de la cadena alimenticia disponible para la próxima
etapa se conoce como eficiencia de la cadena alimenticia. Se
calcula como la cantidad de energía contenida en los alimentos
menos la energía utilizada en la respiración. Usualmente es de 10 a
50 por ciento. La Figura 8.6 muestra el flujo de energía de una etapa
de la cadena alimenticia a otra.

Figura 8.6 Flujo de energía de una etapa a otra en una cadena


alimenticia.
A medida que pasan a través de la red trófica, las cadenas de
carbono se van rompiendo poco a poco para liberar energía, hasta
que desaparecen (véase la Figura 8.7). Cuando los consumidores
espiran dióxido de carbono y agua, y excretan otros minerales,
como nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio y calcio, estos minerales
se presentan como nutrientes para las plantas, exactamente en el
mismo estado en que ingresaron a los sistemas biológicos la
primera vez. Circulan de nuevo hacia las plantas. Los residuos de
los consumidores son alimentos para los productores. La energía no
se recicla hacia las plantas porque sale de los consumidores como
calor de bajo nivel, que las plantas no pueden utilizar; las plantas
solamente utilizan la luz solar. A escala global, la energía luminosa
del Sol que llega a la Tierra se convierte eventualmente en calor de
bajo nivel, y deja el planeta como radiación infrarroja (véase la
Figura 8.8).
Figura 8.7 Flujo de energía a través de una cadena alimenticia. P =
productores. C = consumidores.
En los ecosistemas agrícolas, el número de etapas en la cadena
alimenticia que conduce al ser humano determina la eficiencia de la
canalización de la producción primaria del sistema hacia la gente.
Una cadena alimenticia más larga significa que habrá menos
alimentos para la gente. La gente obtiene más alimentos de la
misma superficie de tierra cuando consume plantas.
Figura 8.8 Ingresos y egresos de energía del planeta Tierra.
La luz solar es la única fuente significativa de insumo de energía
para la mayoría de los ecosistemas, pero los insumos humanos de
energía son importantes para los ecosistemas agrícolas y urbanos.
Los insumos humanos de energía incluyen el trabajo humano, la
tracción animal, los insumos mecanizados de energía, como los
tractores y otros equipos de maquinaria, y el contenido energético
de los materiales introducidos por los humanos a los ecosistemas.
Los insumos humanos de energía no se integran al flujo biótico de
energía como lo hace la luz. Los insumos humanos de energía se
utilizan para organizar ecosistemas cambiando la comunidad biótica
y añadiéndoles estructuras físicas antropogénicas. A su vez, esto
afecta los flujos bióticos de energía y los ciclos de materia,
cambiando la producción primaria y la red trófica. Con la agricultura
moderna, la mayor parte de los insumos humanos de energía
provienen de la energía petroquímica.

Servicios Ambientales
La Figura 8.9 muestra lo dependiente que es el ser humano del
funcionamiento de otras partes del ecosistema. Los humanos somos
consumidores – solamente una entre todas las especies de
consumidores que hay en el ecosistema. Casi todo lo que la gente
requiere para sobrevivir proviene de ciclos de materia y flujos de
energía para dos servicios esenciales:

 El suministro de recursos renovables (plantas, animales y


microorganismos como alimento; fibras de plantas y animales para
el vestido; madera para la construcción; y agua).
 La absorción de contaminantes y residuos (consumo y
descomposición de los residuos orgánicos por bacterias, absorción
de nutrimentos minerales del agua por plantas acuáticas, y dilución
de los materiales tóxicos en los ríos, océanos y atmósfera).
Figura 8.9 Los servicios ambientales como ciclos de materia en un
ecosistema. Nota: Los consumidores son animales (herbívoros,
depredadores, parásitos) y micro-organismos patógenos dentro de
la red trófica.
La Relación entre los Servicios Ambientales y la
Intensidad de Uso
Una importante propiedad emergente de los ecosistemas consiste
en que los servicios ambientales decaen si se utilizan con una
intensidad que daña la habilidad del ecosistema para
proporcionarlos (véase la Figura 8.10).

Figura 8.10 La relación entre servicios ambientales y la intensidad


de su uso.
Utilizando las pesquerías como ejemplo, si el esfuerzo pesquero (el
número de redes o anzuelos en el agua) en determinado
ecosistema acuático es mínimo, un incremento en este esfuerzo
conducirá a mayores capturas. Sin embargo, si el esfuerzo
pesquero es mayor al óptimo, un incremento en la pesca conducirá
a un menor volumen de captura. Esto se debe a que la población de
peces se ve disminuida a tal grado que no quedan suficientes peces
adultos como para producir un número adecuado de alevines para
que la próxima generación de peces pueda sostener los mismos
niveles de captura. La sobreexplotación ha disminuido el capital
natural del ecosistema.
Lo mismo sucede con los bosques, las praderas, y la agricultura. En
tanto que la tala no es frecuente, su incremento rinde un mayor
volumen de madera; mientras no haya demasiados animales
pastando en una pradera, una mayor cantidad de animales rendirá
más carne y leche; y una agricultura más intensiva generará
mayores rendimientos siempre que esta no haya sido ya antes
demasiado intensiva. Pero si los árboles se talan con demasiada
frecuencia, los bosques no serán capaces de madurar; en
consecuencia, la cantidad de madera extraída pronto se vuelve
insostenible. Si la pradera se apacienta con demasiada intensidad,
los pastos serán menos abundantes. El suministro de alimentos
para los herbívoros es reducido, y los rendimientos de producción
(es decir, el crecimiento de los animales) son menores. El uso
excesivo de fertilizantes o plaguicidas químicos para incrementar la
productividad de los cultivos puede contaminar el suelo y reducir la
producción. Las cantidades grandes de fertilizantes o plaguicidas
pueden resultar tóxicas para las plantas; los plaguicidas también
pueden matar a los animales y microorganismos edáficos que
conservan la fertilidad de los suelos. La explotación recreativa de las
áreas naturales puede dañar los ecosistemas originales y ejercer
impactos sobre la belleza visual que originalmente fue el atractivo
del sitio.
Una propiedad emergente de los ecosistemas: los servicios
ambientales pueden desaparecer si la intensidad de uso es
excesiva.

Esta propiedad emerge cuando una sucesión inducida por el


hombre hace cambiar a un ecosistema de un dominio de
estabilidad ‘funcional’ a uno ‘no funcional’ (véase la Figura 6.8). Un
ejemplo es la sucesión de pesquerías, cuando los peces de valor
comercial desaparecen por haber los pescadores enfocado sus
esfuerzos sobre una especie determinada (ver Figura 6.7). El
ecosistema cambia de uno que provee peces comercialmente
valiosos en abundancia a otro que no lo hace. La desertificación
debida al sobrepastoreo es otro ejemplo (ver Figura 6.6). La relación
entre la intensidad de uso y los beneficios obtenidos puede cambiar
de ser una como la que se muestra en la Figura 8.10 a otra como la
ilustrada en la Figura 8.11.

Figura 8.11 Desaparición de un servicio ambiental debido a la


sobreexplotación.
Otro ejemplo es la intensificación de la producción de alimentos
extendiendo ladera arriba técnicas agrícolas inadecuadas – una
práctica común en el mundo en vías de desarrollo de hoy en día.
Cuando se desarrollan cultivos año tras año en las laderas, la
erosión puede acabar con todo el mantillo, dejando al suelo sin la
capacidad para sostener más cultivos. De manera parecida, la
intensificación inapropiada de la producción de alimentos mediante
el riego puede hacer que la tierra deje de ser adecuada para ese
propósito. El uso de riego en las regiones áridas donde el agua
resulta insuficiente, puede resultar en una salinización que hace
que el suelo resulte tóxico para los cultivos. Cuando el agua de
riego se evapora, deja tras de sí minerales que pueden acumularse
hasta alcanzar concentraciones tóxicas para los cultivos, a menos
que la tierra se sature con agua adicional para lavarla de sales. En
la ausencia de agua adicional, las sales se acumulan hasta que el
rendimiento de las cosechas decrece al grado que la agricultura se
vuelve improductiva. Grandes superficies de tierras semi-áridas del
sur de Asia que se dedicaron a la agricultura durante la Revolución
Verde de hace varias décadas, ahora son páramos debido a la
salinización.
Sucede lo mismo con la absorción de residuos en los ríos, lagos,
océanos y otros ecosistemas acuáticos. Arrojar demasiados
residuos en un ecosistema acuático puede reducir su capacidad
para absorberlos. Los ecosistemas absorben residuos orgánicos
cuando, por ejemplo, los descomponedores, como las bacterias, los
utilizan como alimento. Los descomponedores utilizan el oxígeno del
agua para respirar, y liberan cadenas de carbono parcialmente rotas
al agua, como subproductos de la descomposición. Incrementar la
cantidad de residuos implica que habrá más respiración, y más
subproductos. Si se arrojan demasiados residuos orgánicos al agua,
los descomponedores utilizarán todo el oxígeno disuelto en ella, y
los subproductos liberados por ellos alcanzarán concentraciones
tóxicas. La calidad química del agua cambiará tanto que ni siquiera
los descomponedores que consumen residuos podrán sobrevivir.
Los descomponedores que consumen residuos serán sustituidos
por otras especies de bacterias, que no purifican el agua, y la
capacidad natural del ecosistema acuático para absorber residuos
orgánicos se verá reducida.

Antes de la Revolución Industrial, cuando la población humana era


relativamente pequeña y las exigencias sobre los servicios
ambientales eran correspondientemente reducidas, el uso de los
servicios ambientales se encontraba en la porción ‘ascendente’ de
la curva que se muestra en la Figura 8.11. Actualmente, con la
superpoblación y una maquinaria industrial masiva, de cobertura
global, que consume grandes cantidades de recursos naturales, el
uso humano de los servicios ambientales se encuentra cada vez
más en la porción ‘descendiente’, de sobreexplotación, de la curva.

¿Cómo podemos saber cuál es la mejor intensidad de uso? ¿Cómo


podemos saber si estamos sobreexplotando los servicios
ambientales? Nuestro sistema social no ha podido desarrollar
medios eficaces para responder a estas preguntas porque antes,
cuando la población humana era menor y la gente no imponía
demandas excesivas a los ecosistemas, la sobreexplotación no era
un problema relevante. Una aproximación práctica para evitar la
sobreexplotación consiste en incrementar la intensidad de la
utilización de recursos en intervalos relativamente pequeños,
vigilando cuidadosamente cómo cambian los beneficios obtenidos a
medida que crece la intensidad de uso. Pueden evaluarse
simultáneamente las partes relevantes del sistema social y el
ecosistema, en busca de evidencias de consecuencias imprevistas.
La intensidad de uso es la correcta si los beneficios aumentan
cuando ésta aumenta (ver Figura 8.10). Una disminución de los
beneficios obtenidos indica que existe una sobreexplotación.

Por simple que parezca en principio esta aproximación, su puesta


en práctica no resulta nada sencilla. A veces, los procedimientos
operativos para evaluar los servicios ambientales no son del todo
evidentes. La recolección y sistematización de los datos puede
resultar costosa, y los resultados pueden resultar poco
concluyentes. Las actividades humanas incluyen tantas acciones
distintas que afectan a los ecosistemas, y las respuestas de los
ecosistemas pueden involucrar tantos servicios, que puede ser
virtualmente imposible identificar causas y efectos específicos. Más
aún, la respuesta de los servicios ambientales a los cambios en las
actividades humanas puede tardar años o décadas, un marco de
referencia temporal que frecuentemente no coincide con la
velocidad de cambio de las actividades humanas. Cuando existen
dudas acerca de la sobreexplotación, es prudente seguir
el principio precautorio descrito en el Capítulo 10.
La Falacia de Que la Oferta y la Demanda
Protegen a los Recursos Naturales de la
Sobreexplotación
Algunas personas suponen que la mano invisible de la oferta y la
demanda protege a los recursos renovables contra su
sobreexplotación (ver Figura 8.12). Esta creencia se basa en la idea
de que el uso excesivo de un recurso se evita mediante un
incremento en su precio, cuando el recurso escasea. La protección
proviene de un circuito de retroalimentación negativa. Por ejemplo,
si se capturan demasiados peces, éstos escasean, su precio
aumenta, hay una menor demanda de peces, se capturan menos, y
la población de peces vuelve a aumentar.

Figura 8.12 El control del uso de recursos por la oferta y la


demanda. Nota: Las flechas negativas indican efectos negativos: si
el abasto del recurso aumenta, disminuye el precio; si el abasto del
recurso disminuye, aumenta el precio. Las flechas positivas indican
efectos positivos: si aumenta la demanda, aumenta la intensidad de
uso; si la demanda disminuye, disminuye la intensidad de uso.
El circuito de retroalimentación negativa de la oferta y la demanda
es real, pero la creencia de que las fuerzas del mercado protegen a
los recursos naturales de la sobreexplotación se basa en una visión
simplista de los ecosistemas que ignora que las sucesiones
inducidas por el hombre resultan irreversibles. Puede haber un
cambio de un dominio de estabilidad a otro (ver Figura 6.6). Cuando
los peces comercialmente valiosos son sustituidos por ‘peces
chatarra’ debido a la sobrepesca, los peces valiosos pueden no
volver, aún si la captura se suspende totalmente.
Los bosques aportan otro ejemplo. Si se cortan los árboles con
demasiada frecuencia, la comunidad biótica puede cambiar de
bosque a pastizal o a matorral. Si se tala una superficie muy grande
de bosque, éste puede no regenerarse al no quedar semillas de
árboles maduros para generar renuevos. Además, sin árboles que
proporcionen hojarasca, el suelo puede perder la cubierta de hojas
que lo protege contra la erosión, y ésta puede reducir la fertilidad del
suelo al grado que la supervivencia de los árboles se hace
imposible. Hay razones sociales además de ecológicas para
explicar la pérdida del bosque después de la tala excesiva. Los
mismos caminos que construyen las compañías madereras para
extraer los árboles de los bosques del mundo en vías de desarrollo
también pueden proporcionar acceso a las áreas recientemente
deforestadas para que la gente hambrienta de tierras siembre
cultivos de plantas. El bosque nunca se regenera si la gente
continúa utilizando la tierra para la agricultura.

Puntos de Reflexión
 Haga una lista con los productos provenientes de plantas,
animales y microorganismos más importantes que usted utiliza.
Estos productos corresponden a las flechas que van de los
productores, consumidores y descomponedores, a los seres
humanos, tal como se muestra en la Figura 8.9. ¿De qué tipos de
ecosistemas provienen los diferentes productos? ¿Dónde se
encuentran estos ecosistemas? En el caso de los productos que
provienen de animales y microorganismos, ¿cuántos eslabones
tiene la cadena alimenticia que conduce a cada producto? ¿Qué
productos u otros servicios significativos provienen de un
ecosistema en conjunto?
 Piense en algunos recursos renovables importantes que
consume directa o indirectamente. ¿Piensa usted que la intensidad
de uso de esos recursos es óptima, en el sentido que se ilustra en la
Figura 8.10? ¿Es menor, o mayor que la óptima? (esto es, ¿se
encuentran sobreexplotados esos recursos?). En el caso de los
recursos que parecen estar sobreexplotados, ¿cómo podría
reducirse el uso? ¿Qué obstáculos significativos, de índole práctica
o social, existen para reducir su uso? ¿La sobreexplotación ha
conducido a cambios irreversibles en algunos de los recursos?
 Piense en algunos recursos no renovables. ¿Están siendo
utilizados de tal forma que puedan durar por el tiempo que la gente
los requiera? En el caso de los recursos que están siendo agotados
rápidamente, ¿qué puede hacerse para reducir las tasas de
consumo? ¿Qué obstáculos significativos existen para reducir el
consumo?
 La gente hace demandas de los ecosistemas para obtener
servicios que mejoren la calidad de su vida. Dado que la capacidad
de los ecosistemas para satisfacer las necesidades humanas es
limitada, necesitamos estar conscientes de lo que realmente
queremos de la vida y lo que realmente necesitamos de los
ecosistemas. Haga una lista de las cosas que resultan más
importantes para su calidad de vida. ¿Qué proporción de su lista
está compuesta por bienes de consumo? ¿Qué implicaciones tiene
su lista para las demandas que se hacen a los ecosistemas?
 

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