TORRES ROSA MARIA Educación Liberadora y Educación Popular
TORRES ROSA MARIA Educación Liberadora y Educación Popular
TORRES ROSA MARIA Educación Liberadora y Educación Popular
Un encuentro
con Paulo Freire. Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, 1994.
2
Extractos de conversaciones, entrevistas o intervenciones en talleres y seminarios por parte de
educadores de base que han participado en talleres de capacitación en educación popular.
3
Así, por ejemplo, en un taller en que se estaba capacitando a promotores campesinos como frutos
coordinadores de talleres de capacitación en sus respectivas zonas, al tercer día se implementó una
dinámica de evaluación intermedia para comprobar la asimilación con respecto a los contenidos que se
habían visto en los dos días anteriores, y uno de cuyos ejes había sido, precisamente, la unidad teoría-
práctica en la concepción de la educación popular. Uno de ellos, revisando los folletos en cuyo manejo se
estaban entrenando, muy seguro comentó: “La práctica está en las fotos; la teoría, en cambio, viene en las
letras. Todo junto es la unidad teoría-práctica”
El equipo coordinador del taller, por su parte, decidió dar como buena la respuesta. Clarificarla habría
sido entrar en una discusión de fondo que habría impedido completar el programa previsto y restar tiempo
a lo que se consideraba más importante: la ejercitación en el manejo de los folletos y en la técnica de
conducción del taller.
puedo entender una codificación, porque no comprendo un contexto teórico
y un contexto concreto y, por lo tanto, no distingo”.4
Así, la formación teórica de estos sectores de base es una necesidad y un
desafío impostergable, si lo que está en juego es precisamente la
construcción de una educación alternativa que rompa con la alienación y la
subordinación al “especialista”. Y esta tarea requiere, en muchos sentidos,
una discusión y una clarificación colectiva, seria y profunda y a todos los
niveles en torno al pensamiento de Freire dado el peso que éste tiene dentro
del paradigma de la educación popular. No para confirmarlo como
doctrina, sino, justamente, para revisarlo y construirlo críticamente a a luz
de otros avances científicos y de la práctica acumulada, e impulsar así,
sobre bases más firmes, el reordenamiento teórico del campo de la
educación al servicio de la liberación de las masas subordinadas.
El acceso directo a Freire por parte de los grupos populares es, por lo
demás, una vía para dinamizar y aterrizar la discusión teórica y crítica,
convirtiendo a los sectores populares en interlocutores y protagonistas
directos de esta discusión que, sin duda alguna, les atañe.
4
P. Freire, La dimensión política de la educación, op. cit., págs. 17-18. El texto de la entrevista dice
originalmente “… desde el punto de vista metafísico dialéctico…”. Hemos eliminado la palabra
“metafísico” por indicación expresa de Freire pues, según nos ha aclarado por escrito, se trata de un error
que viene arrastrándose desde la primera publicación de dicha entrevista en la revista Cuadernos de
Educación, Santiago de Chile, 1973.
“El proyecto ATREVETE se organizó hace cinco años en la
comunidad de Llorens Torres (Puerto Rico) para ofrecer servicios a
jóvenes interesados en continuar su educación (…) El programa se
va desarrollando partiendo de la experiencia y las necesidades
expresadas por los participante. Se utilizan las ideas expresadas por
Paulo Freire sobre la educación popular”. (Coordinadora Nacional
para la Educación Popular –CONEP–, Boletín, Año 1, Nº 2, Puerto
Rico, abril de 1983, pág. 8).
“A lo largo de casi 3 años que duró el programa, mucho abría de
cambiar. Nuestra comprensión, así como la pedagogía del programa.
En el proceso de diálogo que se establece entre los prisioneros y
nosotros, la percepción de los prisioneros sobre sí mismos y sobre su
condición, así como nuestras propias preconcepciones sobre la
prisión, la sociedad e incluso nosotros mismos, sufrieron profundos
cambios. En este contexto, las ideas de Paulo Freire y sus métodos
de enseñanza habrían de probarse como una invaluable guía de
acción (…) El aspecto más valioso del proyecto de alfabetización en
la prisión, fue la experiencia de diálogo y el intento, a través del
ensayo y el error, de utilizar el método de Freire en nuestras
condiciones. Descubrimos que el método de Freire se nutre de la
dificultad, porque las dificultades formaron una parte integral del
proceso mismo. Antes que inconvenientes insuperables, las
dificultades eran problemas a resolver en una situación de diálogo y
a convertirse, así, en materia del proceso de aprendizaje. En el Tercer
Mundo, en el Caribe, donde nuestros problemas son grandes y
muchos, sólo una educación problematizadora (en su sentido más
profundo y revolucionario) podría equipararnos para enfrentar la
condición histórica del subdesarrollo y luchar contra la amenaza del
imperialismo”. (Didacus Jules, “Education as conscientization: a
case estudy of a prisión literacy in St. Lucía”, Folk Research Center,
Sta. Lucía, abril de 1978, mimeo, págs. 9 y 68).
“Nos dicen que tenemos que aplicar el método reflexivo crítico que
viene de Paulo Freire, pero es como que nos enseñaran en inglés.
Vienen un montón de palabras que no se entienden… Y es duro
traducir al quechua.” (Alfabetizadota indígena de Cimbonazo,
Ecuador, Encuentro Nacional de Alfabetización Alternativa,
Fundación Fernando Velasco, Conocoto, 26-28 de agosto de 1982.
Transcripción de la grabación.)
“El método que escogimos está dado por las necesidades prácticas.
Uno, un método que a corto tiempo fuera efectivo, para que
aprendieran a leer y a escribir las masas. Dos, un método que os
permitiera educar a las masas política e ideológicamente. Entonces,
con esos dos criterios, encontramos que lo que conocíamos hasta el
momento era el método Freire, con las diferencias de las
características ideológicas del método Freire. El método de llegar a
la discusión a partir de un gráfico, de la discusión colectiva llegar a
la palabra escrita y sacar de ahí la familia silábica; la creatividad a
partir de que el adulto, con la familia, crea nuevas palabras, etc. (…)
Al método no le llamábamos de concientización, porque nosotros a
la concientización le llamamos educación política, pero tiene
elementos del método de Freire.” (“Entrevista a la coordinadora de
alfabetización en las zonas de control político-militar del FMLN-
5
Tal visión es particularmente compartida entre los grupos y sectores más radicales, para quienes
usualmente “educación popular” viene siendo sinónimo de “educación política”. Dentro de esta
concepción, la “educación popular” es vista como una superación y una redefinición radical del
pensamiento de Freire, y la “opción política” en materia educativa un descubrimiento y un desarrollo
posterior. Véase, por ejemplo: O. Jara, Educación popular: la dimensión educativa de la acción política,
op. cit., págs 5-9.
Paradójicamente, mientras algunos siguen viendo en Freire al pedagogo “despolitizado”, son varios los
autores que, por el contrario, destacan que una de las contribuciones decisivas de Freire habría sido
precisamente la relación entre pedagogía y política. Véase, por ejemplo, la introducción de H. Varela
Barraza y M. Escobar Guerrero a: P. Freire, La importancia de leer y el proceso de liberación, México,
siglo XXI, 1984, pág. 9.o Carlos A. Torres, “Conciencia e ideología”: Introducción al pensamiento de
Pulo Freire”, en el libro del mismo autor, Paulo Freire en América Latina, México, Ediciones Gernika,
1979, págs. 9-39.
FDR en El Salvador”, realizada por ANDES-21 de junio en junio de
1983, mimeo, pág.12.)
7
La técnica de la “palabra generadora” está, en efecto, ampliamente extendida tanto en los programas
gubernamentales como en los no-gubernamentales de alfabetización. Retomamos, a manera de ejemplo,
referencias de tres programas oficiales: Panamá, Ecuador y México.
“El método de palabras generadoras y los procedimientos para el diálogo que recomendamos van
dirigidos a lograr el aprendizaje de la lecto-escritura, el desarrollo del pensamiento crítico,
reflexivo, creativo, y promueve al participación del hombre en la solución de sus problemas”.
(Ministerio de Educación, Dirección General de Alfabetización y Educación de Adultos,
Orientaciones metodológicas para la alfabetización, 2ª. ed. , Panamá, 1989. Véase la introducción).
“El diálogo generado por cada tema (Con un propósito deliberado de redescubrimiento de la
realidad, de análisis, reflexivo, cuestionamiento, crítica y decisión), insinúa, sugiere, o propone una
palabra clave o palabra herramienta que se pretende reúna estás características: carga emotiva,
facilidad lingüística, huella psíquica”. (Ministerio de Educación y Cultura, Programa Nacional d
Alfabetización “Jaime Roldós Aguilera”, También yo puedo, Guía de trabajo para el
alfabetizador, Quito, 1977, pág. 5).
“El método de alfabetización que usted va a aplicar es el conocido con el nombre de “la palabra
generadora”. Los fundamentos de este método definen el aprendizaje de la lectura y al escritura
con las experiencias y situaciones importantes de la vida de los alfabetizandos. El proceso de
aprendizaje considera dos aspectos principales: uno, la reflexión sobre situaciones vitales de los
adultos, tales como el trabajo, la alimentación, la vivienda, la salud, la educación, la recreación;
otro, la lectura y la escritura a partir de palabras tomadas del vocabulario de los alfabetizandos, que
se refieren a esas situaciones vitales. La reflexión se desarrolla a través de la discusión temática en
el grupo, que se estimula inicialmente con láminas, en las cuales se representan las situaciones. La
lectura y la escritura se desarrollan mediante al participación individual y grupal, que se estimula
con letreros y palabras escritas. El papel del alfabetizador es orientar y conducir el aprendizaje de
los adultos, promover la participación y aprovechar los conocimientos de cada uno para beneficio
de todos”. (Programa Nacional de Alfabetización, Manual del Alfabetizador, México, 1981, pág.
16).
En lo que hace a los programas no-oficiales, la inmensa mayoría utiliza esta técnica. en ello concluía,
por ejemplo, el Informe Final del Encuentro Latinoamericano de Alfabetización realizado en Bogotá en
noviembre de 1981, al cual asistieron representantes de 14 programas de alfabetización de: Colombia
Ecuador, Perú, Chile, Costa Rica, y El Salvador. El informe concluía, a la vez, en que “los que utilizan el
Freire de la Pedagogía del Oprimido y La educación como práctica de la libertad se caracterizan por una
representación fenoménica de la realidad”, y sugería como una necesidad de investigación estudiar el
“alcance y los límites de la metodología Freire en alfabetización”. Véase: “Aprender a leer la realidad
para escribir la historia”, Informe final del encuentro latinoamericano de alfabetización, Bogotá, 22-28 de
noviembre de 1981, Lima, CELADEC-DIMED, Servicio Documental nº 18, junio de 1982, págs. 52-63.
Por otra parte, los 10 programas de alfabetización presentes en el seminario organizado por la CRIES en
agosto de 1985, mencionan a Freire entre al biografía consultada para el diseño de sus respectivos
programas y utilizan la técnica de “palabra generadora”. Al seminario asistieron representantes del
programa de alfabetización de República Dominicana, Guatemala, honduras, Nicaragua, El Salvador,
Panamá y Colombia. Véase Memoria del seminario “Alfabetización alternativa y cambio social en
Centroamérica y el Caribe”, op. cit.
“Se utiliza, con algunas modificaciones, el método de Paulo Freire
porque se considera que es eficaz, cuya comprobación en la práctica
ha dado bueno resultado, tanto en al motivación de la participación
como en al rapidez para adquirir el manejo de la lecto-escritura,
tomando en cuenta nuestro contexto (…) El aporte original de
nuestro método de alfabetización es el de contextualizar toda la
información temática y metodológica en base a la realidad
geopolítica de nuestro país.” (Movimiento Cooperativo
Guatemalteco –MCG-; “La alfabetización, una práctica
cooperativista urgente”, México, agosto de 1985, mimeo, págs. 21 y
29.)
8
Fuertemente cargado de connotaciones culturalista y subjetivistas, el término “concientización” ha
venido perdiendo terreno en la escena de la alfabetización y la educación popular, aunque continúa vivo
en la práctica –y en el discurso- de muchos grupos de base, frente a la falta de un término alternativo. a
menudo, sin embargo, observamos que, quienes lo mencionan, culposamente se sienten obligados a
aclarar que se están refiriendo a una “concientización” no al estilo de Freire.
Por otra parte, el peso y el énfasis que un día puso sobre la “concientización” ha venido siendo transferido
hacia la “participación”, concepto tan impreciso como difundido hoy en el campo de la educación
popular. “La retórica participativa”, observa Paiva, “invadió los movimientos de educación popular en los
últimos años. “Participación” sustituyó a “concientización” como palabra mágica del período, terminando
por constituirse en una forma retórica de contenido difuso y ambiguo capaza de legitimar y avalar las
prácticas y propuestas mas diversas”. V.P. Paiva (comp.), perspectivas e dilemas da educaçao popular,
op. cit., pág. 42.
“El método de alfabetización que vamos a utilizar es un método de
reflexión-acción en el aprendizaje. No es un método “alfabetización”
solamente, pues la sola conciencia no conduce a nada. Es un método
“dinamizador” de la acción y reflexión del pueblo. Es un método que
busca aprender a leer la realidad y escribir la historia, como bien dice
nuestro lema para la jornada de alfabetización.” (Equipo de
Educación de la Coordinadora de Refugiados Salvadoreños en Costa
Rica, Cuaderno de Orientaciones para Alfabetizadores, San José,
1982, pág. 11).
Un Freire cuya crítica a la “educación bancaria” ha tendido a centrarse en
la relación pedagógica ha tendido a centrarse en al relación pedagógica y
a interpretarse, a este nivel, como una propuesta de igualdad “plena entre
educadores y educandos en la que se anularía el papel del maestro y toda
directividad en el proceso de enseñanza-aprendizaje.9
10
P. Freire, La dimensión política de la educación, op. cit., págs. 14-15. vale la pena aclarar que, en lo
que hace al presente trabajo, no pretendemos una ubicación histórica de toda su obra si no, más
específicamente, de sus primeros trabajos, que son los que más polémica y crítica han suscitado. Freire
mismo, por lo demás, cuando reclama tal ubicación histórica, se refiere a ese período inicial. No
conocemos, por otra parte, análisis rigurosos sobre su trayectoria más reciente.
11
Para un análisis en este sentido remitimos al lector a los trabajos de V. P. Paiva, en particular Paulo
Freire y el nacionalismo desarrollista, op. cit. y “Anotaçoes para um estudo sobre populismo católico e
educaçao no Brasil”, en: V. P. Paiva (comp.), Perspectivas e dilemas da educaçao popular, op. cit. el
primero es un análisis de las raíces de las ideas pedagógicas de Freire hasta 1965 en una tentativa por
“demostrar que la pedagogía de Pulo Freire se debe entender dentro del movimiento de ideas que
caracterizó los años 50’ de este siglo, de manera particular la ideología del nacionalismo desarrollista”
(pág.7). El segundo es un análisis de los orígenes ideológicos del “populismo pedagógico” –del cual
Freire sería exponente y difusor –tal como ha venido manifestándose en Brasil desde fines de los años
60’, no sólo en al ámbito del movimiento de educación popular sino de las universidades. Es estudio
intenta mostrar: “1. por qué ha sido levantada la analogía entre las posiciones asumidas por los católicos
brasileños en las dos últimas décadas y el populismo ruso del siglo XIX; 2. cómo se manifestaron
inicialmente tales tendencias populistas en el pensamiento de Vieira Pinto y Paulo Freire a inicios de los
años 60’, 3. la radicalización de aquellas tendencias en el pensamiento del equipo de NOVA
(Investigación, Asesoría y evaluación en Educación)” (págs. 232-233).
alfabetización a escala nacional, siendo Freire entonces el Coordinador
del Plan Nacional de Alfabetización del Ministerio de Educación.12
Este libro –tal y como advierte el propio Freire en su introducción en
1965– está fuertemente ligado a la realidad y a la coyuntura brasileña de
los años 60’: “No existe educación sin sociedad humana y no existe
hombre fuera de ella. El esfuerzo educativo desarrollado por el autor y
que pretende exponer en este ensayo fue realizado para las condiciones
especiales de la sociedad brasileña, aún cuando pueda tener validez
fuera de ella; sociedad que es internamente cambiante y
dramáticamente contradictoria; sociedad en “nacimiento” que
presentaba violentos encuentros con un tiempo que se desvanecía con
sus valores, con sus peculiares formas de ser y que pretendía
continuarse en otro que estaba por venir, buscando configurarse. Por lo
tanto, este esfuerzo no fue casual. Era una tentativa de respuesta a los
desafíos que contenía este transformarse de la sociedad.13
No obstante la advertencia y la calara ubicación histórica-social de la
obra (llena de referencias al Brasil, de interpretaciones de la realidad y
de la historia brasileña, y de referentes empíricos al método y a su
aplicación), las ideas allí plasmadas fueron generalizadas no sólo en
América Latina sino en otras partes del mundo. En ello –es importante
recalcarlo– el propio negocio editorial ha jugado su papel. Las
traducciones y continuas reediciones que se han hecho de este libro
muchas veces han suprimido, sin ninguna nota aclaratoria, ejemplos,
párrafos, notas de pie de página y hasta capítulos completos de la
versión original que hacen alusión al Brasil o al contexto concreto en
que se ubican sus reflexiones.14
La pedagogía del oprimido, su libro más conocido, marca –según la
percepción del propio Freire así como de sus estudiosos y críticos un
salto cualitativo importante con respecto a La educación como práctica
de la libertad. “Cuando escribí este libro”, dice “estaba completamente
12
Para una mayor acercamiento a la concepción teórico-metodológica y a la aplicación práctica del
método, así como a su gestación y trayectoria en Brasil, véase C:R: Brandao, O que é Método Paulo
Freire, (8a. ed., San Pablo, Editora Basiliense, 1985. Véase también, del mismo autor Saber e ensinar.
Op. cit.
Existe, ciertamente, una amplísima literatura sobre el tema producida en América Latina a lo largo de
estos años. No obstante, son realmente escasos los análisis serios, muchos de los que se abrogan aportes
significativos e innovación.
13
P. Freire, “Aclaración”, Santiago, 1965, en: La educación como práctica de la libertad, 25ª. ed.,
México, siglo XXI, 1979, pág. 25. (El subrayado es nuestro).
14
Por otro lado, muchos trabajos d Freire que aparecen publicados como “nuevos”, a menudo son trabajos
viejos, omitiéndose (a nuestro juicio deliberadamente, dado lo recurrente del mecanismo), la fecha en que
fueron escritos y/o publicados inicialmente, o la fuente de la cual fueron extraídos. El cambio de título, el
entremezclamiento de artículos, charlas y entrevistas en compilaciones que no siempre tienen el cuidado
de registrar fechas y especificar el tipo de texto de que se trata, las extensas bibliografías finales de Freire
y sobre Freire que viene reproduciéndose –con los mismos errores e imprecisiones y sin actualizarse- y de
un autor a otro, etc., etc., son otros tantos mecanismos que han contribuido, sin duda, a empañar mas a
obra de Freire y a dificultar su ubicación histórica de sus ideas y su evolución en el tiempo.
convencido” ya del problema de las clases sociales. Incluso escribí este
libro sobre la base de mi larga experiencia con campesinos en Chile,
absolutamente convencido del proceso de ideologización y de lo que
esto significaba”.15
No obstante, Freire advertía su carácter de ensayo introductorio y
aproximativo, anunciando trabajos posteriores para ratificar o ratificar
sus planteamientos y anticipando posibles lecturas sectarias, cerradas e
“irracionales”. “Las afirmaciones sostenidas a lo largo de este ensayo”,
aclaraba en 1969, “desposeídas de todo carácter dogmático, no son
frutos de meros devaneos intelectuales ni el solo resultado de lecturas,
por mas interesantes que estas fueran. Nuestras afirmaciones se
sustentan siempre sobre afirmaciones concretas. Expresan las reacciones
de proletariados urbanos, campesinos y hombres de clase media a los
que hemos venido observando, directa o indirectamente, a lo largo de
nuestro trabajo educativo. Nuestra intención es continuar con dichas
observaciones a fin de ratificar o rectificar, en estudios posteriores,
puntos analizados en este ensayo introductorio. Ensayo que seguramente
provocará en algunos de sus lectores reacciones sectarias (…) De ahí
que este sea, aún con las deficiencias propias de un ensayo
aproximativo, un trabajo para hombres radicales. Estos, aunque
discordando con en parte o en su totalidad con nuestras posiciones,
podrán llegar al fin de este ensayo. Sin embargo, en la medida en que
asuman, sectariamente, posiciones cerradas, “irracionales”, rechazarán
el diálogo que pretendemos establecer a través de este libro”.16
De alguna manera, efectivamente, el diálogo se cerró a partir de este
trabajo. Lejos de ser visto como un ensayo introductorio, perfectible y
superable, fue tomado como punto final y conclusivo del pensamiento
Freireano, y como tal calcado o rechazado. La trayectoria subsiguiente
de Freire y la efectiva rectificación o ratificación de aquellas ideas es, en
buena medida, desconocida dada la falta de cohesión y sistematicidad de
su trabajo posterior. Se halla dispersa en un sinnúmero de entrevistas y
charlas dada por Freire en el mundo entero y, más recientemente, en una
serie de “libros hablados” en los que el autor dialoga libremente sobre
los temas más dispares y variados, con interlocutores seleccionados. 17
Son lamentablemente escasos los trabajos que hemos visto salir de su
15
P. Freire, La dimensión política de la educación, op. cit., págs. 14-15.
16
P. Freire, “Primeras palabras”, Santiago de Chile, 1969, en: P. Freire, Pedagogía del Oprimido, 25ª. ed.,
México, Siglo XXI, 1980, págs. 23-24.
17
Mencionamos, entre ellos, un diálogo entre Freire y Sergio Guimaraes, Paz e Terra, 1984, vol. 1 y 2, así
como un diálogo entre Freire y Antonio Faúndez realizado en Ginebra en agosto de 1984 (Por una
pedagogía de pregunta, Río de Janeiro, Paz e Terra). Un nuevo “libro hablado”, esta vez con Ira Shor, es
anunciado actualmente por Freire.
“De hecho”, argumenta Freire, “hablar un libro entre dos, entre tres, en lugar de escribirlo solo, rompe
un poco, por loo menos, con cierta tradición individualista en la creación de la obra (…) La vivacidad del
discurso, la liviandad de la oralidad, la espontaneidad del diálogo, en sí mismos, no sacrifican en nadad la
seriedad de la obra o su necesaria rigurosidad” (P. Freire y A. Faúndez, op. cit., págs. 10-11).
pluma en los últimos años. En cualquier caso –y salvo quizá por Cartas
a Guinea-Bissau (1977), 18 sus productos más recientes no han
encontrado al receptividad, el impacto y la amplia difusión que tuvieran,
en su momento, La educación como práctica de la libertad y La
pedagogía del oprimido.
No obstante, aún y con lo criticable que puedan ser las posiciones
políticas y la debilidad teórica de sus primeros trabajos, lo que hoy
puede ser fácilmente adjetivado como reformista fue, de hecho,
altamente subversivo e innovador en el Brasil de la década del sesenta.
Cuestionar la educación tradicional, proponer la concientización y la
liberación de los oprimidos, propugnar por un nuevo tipo de educación
dialógica, crítica, participativa, mostrar la eficacia de un método que, se
proponía lograr que u analfabeto aprendiera a “decir y escribir su
palabra”, rompiendo con sus silencio y “siendo dueño de su propia voz”,
le valió a Freire encarcelamiento y exilio a raíz del golpe de Estado en
Brasil, en 1964. “Se me consideró” –relata Freire–, un “subversivo
internacional”, “un traidor de Cristo” y del pueblo brasileño. “Niega
usted” –preguntaba uno de los jueces– que su método es semejante al de
Stalin, Hitler, Perón y Mussolinni? ¿Niega usted que con su pretendido
método lo que quiere es hacer bolchevique al país?”.19
“Lógicamente”, explicaba Julio Barreiro en la Introducción a La
educación como práctica de la libertad, “las clases dominantes no iban
a tolerar esta transformación que, no bien accediera a las fuentes de
conocimiento, no bien tomara conciencia, cambiaría radicalmente al
estructura de Brasil. Esa misma lógica demuestra, contrario sens, que al
pedagogía de Paulo Freire corresponde con al emergencia de las clases
populares en la historia latinoamericana y con la crisis definitiva de las
viejas elites dominantes”.20 Esta afirmación –profundamente
idealizadora del significado y las implicaciones políticas de dicha
pedagogía en al coyuntura brasileña de aquella época–, deja
evidentemente de lado otros factores que, como observa por su lado
Vanilda Paiva, habrían contribuido al éxito, la rápida expansión y hasta
mistificación de las ideas de Freire. “El propio tipo de “formación
pedagógica” –idealista y abstracta, centrada en el proceso de
aprendizaje escolar, sin tomar en cuenta que la escuela se halla inserta
en la sociedad– de aquella época en Brasil, sin duda dificultó que los
profesionales de la educación captaran el significado social, político y
hasta pedagógico del trabajo de Freire (… Por otro lado, a medida que
18
P. Freire, Cartas a Guinea-Bissau, Apuntes de una experiencia pedagógica en proceso, 2ª. ed., México,
Siglo XXI, 1979.
19
P. freire, Concientización, 2ª. ed., Bogotá, Asociación de Publicaciones Educativas, marzo 1973, pág.
18.
20
J. Barreiro, “Educación y concientización”, en: P. Freire, La educación como práctica de la libertad,
op. cit., pág. 11.
crecía la represión y que con ella aumentaban las dificultades para
utilizar el método, ocurría otro tanto con la creencia en sus “poderes de
subversión” (por la imposibilidad de los problemas de confrontación
planteados por su uso y por la propia imagen de la pedagogía de Freire,
fomentada por el régimen), consolidándose tal pedagogía como panacea
de los problemas pedagógicos que aparecía en cualquier programa de
educación popular (…) Por cierto que la represión no sólo acrecentó la
fascinación ejercida por esas ideas pedagógicas, sino que el propio
golpe pedagógico de 1964 las libró de las inevitables críticas que
acompañarían la evaluación del Programa Nacional de Alfabetización
(PAN), críticas que fueron formuladas por donde el método dejaba su
rastro ( Chile, Perú, México, Tanzania, Guinea-Bissau) y que
provocaron muchas de las revisiones que el propio Freire hiciera a sus
ideas”.21
Lo cierto es que, aún con sus limitaciones y su reconocida ingenuidad
e idealismo iniciales, “su trabajo debe ser tenido como una de las
síntesis pedagógicas más acabadas del período (…) Como “sujeto
pedagógico colectivo” sintetiza pedagógicamente el espíritu de la época
y, en tal resumen, realiza la amalgama de las principales corrientes que
fueron abriéndose paso en las décadas anteriores.22
Su contribución marcó sin duda el inicio de una ruptura dentro del
campo de la educación, cuestionando con fuerza el paradigma educativo
prevaleciente por entonces en América Latina. Reconocerlo supone,
necesariamente, ubicar históricamente le pensamiento Freireano y su
crítica. Revisarlo y superarlo, por lo demás, viene siendo tarea en la que
el propio Freire ha estado activamente involucrado.
b) su evolución:
21
V. P. Paiva, Paulo Freire y el nacionalismo desarrollista, op, cit., págs. 8-11.
22
Ibíd., pág. 17.
23
“Concientización y liberación: una charla con Paulo Freire”, Ginebra, 1973, en: P. Freire, La
importancia de leer y el proceso de liberación, op. cit., pág. 24.
“…en este esfuerzo de clarificación continúo hoy. Y es esto lo que
va haciendo cada vez mas difícil que yo seas recuperado (…) Por
eso mismo es que las críticas que se fundamentan en el
conocimiento de uno u otro de mis trabajos no me parecen justas.
Al fin y al cabo, todavía no me morí.” 24
masificación como un hecho, esforzándose sin embargo por la humanización del hombre”, lo que indica
que la temática de la masificación creció en importancia para él en ese período, y que no debería ser
aceptada de manera alguna, lo que no deja de vincularse con las formas de la democracia directa a micro-
nivel. (Ibíd., pág. 226).
Por otra parte, entre los factores que habrían empujado a Freire a modificar sus posiciones entre 1959 y
1965, la autora señala “la radicalización de la vida política (brasileña) de los años 60’, la disminución de
la influencia del nacionalismo desarrollista, la influencia de las nuevas ideas…”
(Ibíd.., pág. 226).
32
Ibid., pág. 28.
33
A propósito de esta imbricación entre educación y política que ha venido caracterizando crecientemente
el pensamiento de Freire y, sobre todo, ciertas corrientes dentro del terreno de educación popular, vale la
pena remitir al lector a un breve pero muy sugerente trabajo de Dermeval Saviani “Once teses sobre
educaçao e política” (incluido en el libro del mismo autor, Escola e democracia, 9ª. ed., San Pablo,
Cortez Editora, septiembre de 1985. Ante al recurrente información de que “al educación es siempre un
acto político”, el autor plantea el “riesgo de identificar educación con política, la práctica pedagógica con
la práctica política, disolviéndose, en consecuencia, la especificidad del fenómeno educativo”, tratándose
en verdad de prácticas distintas, con especificidad propia. (op. cit., pág. 85). (El subrayado es nuestro).
poder.34 Un poder que requiere, para Freire, no solo ser “tomado” sino
“reinventado”, reinventando la producción, la cultura, el lenguaje, la
apropiación de la teoría por parte de las masas populares partiendo del
saber popular y del sentido común, no para reproducirlos sino para
superarlos.
Un Freire no reductible al método pedagógico ni al campo de la
educación popular, pues reconoce la necesaria globalidad del fenómeno
y la transformación educativa, que no puede darse al margen de las
demás prácticas e instituciones sociales que conforman una sociedad.
Un Freire, en fin, que ha transitado por el mundo entero, que ha entrado
en contacto y colaborado en experiencias y realidades educativas muy
diversas, incluyendo la de los procesos revolucionarios de África,
América Latina y el Caribe –Tanzania, Angola, Guinea-Bissau, Cabo
Verde, Sao Tomé y Príncipe, Chile, Nicaragua, Granada– y que hoy, de
vuelta en Brasil, está ahí, “para aprender todo de nuevo, como él mismo
dice.”35
c) su autocrítica:
40
“Concientización y liberación: una charla con Paulo Freire”, Ginebra, 1973, en: P. Freire, La
importancia de leer y el proceso de liberación, op. cit., pág. 23.
41
P. Freire, “Algunas notas sobre concientización”, Ginebra, 1974, en P. Freire, Ibíd., pág. 86.
42
Véase al respecto: “Desmitificación de la concientización. Una charla con Paulo Freire en Cuernavacas,
Morelos”, México, 1971, en: C. A Torres (comp.), La praxis educativa de Pulo Freire, 3ª. ed., México,
Ediciones Guernika, 1983, págs. 121-137.
43
L. Chiappini, op. cit., pág. 61-62.
44
Paulo freire en Buenos Aires, op. cit., pág. 17.
“El Paulo freire de ayer”, nos dice finalmente en la entrevista de
agosto de 1985, “–un ayer que yo ubicaría en los años 50’ y comienzos
de los 60’–, no veía con claridad algo que el Paulo Freire de hoy ve con
claridad, y es lo que yo denomino “la politicidad de la educación”. Esto
es, la claridad que tiene la educación d ser política. Porque la naturaleza
de la práctica política es educativa en sí misma, y por eso no es siquiera
hablar de una dimensión política de la educación, pues toda ella es
política. Por lo mismo, el Paulo Freire de hoy –y este hoy lo ubico desde
fines de los 60’ y comienzos de los 70’–, ve claramente al cuestión de
las clases sociales. Por ello es que para el Paulo freire de hoy, la
educación popular, cualquiera sea la educación que se dé, refleja los
niveles de la lucha de clases de esa sociedad.”
45
L. Chiappini, op. cit., pág. 61.
46
“Caminhos de Paulo Freire”, entrevista realizada por J. Chasin, Rui Gomes Danta y Vicente Madeira,
enero de 1985, en: Ensaio, nº 14, San Pablo, Editora Ensaio, 1985, pág. 23.
Es cierto, como señala Paiva y lo ha reconocido en ciertas ocasiones
Freire, que la propia imprecisión teórica y la falta de explicitación d sus
ideas en sus primeros trabajos han contribuido, en buena medida, a tales
lecturas “libres”.47 Pero freire, por su parte, insiste además en que, como
nos dice en al entrevista, “los que hacen estos comentarios no son
dialécticos, no entienden lo que yo digo o simplemente se rehúsan a
leerme “. Y, si bien reconoce como válidos muchos de los
cuestionamientos hechos a La educación como práctica de la libertad,
recomienda al mismo tiempo una relectura de “La pedagogía del
oprimido” para una reformulación de varios de los puntos débiles de
aquel primer libro, así como para un esclarecimiento con respecto a las
interpretaciones sesgadas y a las asociaciones corrientes que han venido
haciéndose en torno a su propuesta pedagógica.
En lo que hace a la crítica hecha a Freire en el sentido de haber
concebido al concientización como el motor del cambio social y como
un proceso puramente intelectual, basado en el diálogo y la reflexión,
ero sin ninguna vinculación con la acción transformadora de la
realidad48, recalcaba en efecto ya en 1969: “Es necesario que quede
claro que, dado que defendemos la praxis, la teoría del quehacer, no
estamos proponiendo ninguna dicotomía de la cual pudiese resultar que
este quehacer se dividiese en una etapa de reflexión y otra distinta, de
acción. Acción y reflexión, reflexión y acción, se dan simultáneamente
(…) y es precisamente cuando a las grandes mayorías se les prohíbe el
derecho de participar como sujetos de la historia que estas se encuentran
47
Dice Paiva al respecto: “… el éxito de Freire parece cimentarse por todas partes en algunas
características de su obra que, si por un lado se pueden señalar como puntos débiles, son a la par sus
puntos fuertes. Si en sus escritos hasta 1965 se observa cierta imprecisión teórica, acompañada de un
insuficiente desplegamiento de sus ideas (carencias que el propio freire trató de suplir en su trabajo
posterior a 1965), fueron exactamente esas características las que permitieron a cada lector hacer al
lectura mas conveniente de sus libros y utilizar su método en una forma compatible con tal lectura”. (V.
P. Paiva, Paulo Freire y el nacionalismo desarrollista, op. cit., pág. 16).
48
Refiriéndose al desarrollo y evolución de la educación popular en América Latina, y a propósito del
aporte y los límites de la “concientización”, señala por ejemplo Jara: …las experiencias mas avanzadas y
sistemáticas de educación popular, nos demuestra que su propia práctica la llevó a superar esta
concepción inicial de la “concientización”, al encontrarla limitada para responder a las exigencias que les
planteaban las acciones de lucha del movimiento popular (…) La progresiva radicalización del
movimiento popular latinoamericano durante al década del 70’, conjuntamente con la constatación de que
era imposible generar una conciencia crítica solo por medio del diálogo y al reflexión, llevó al
cuestionamiento de la práctica pedagógica anterior. Se descubrió entonces que la acción política era
indesligable de cualquier práctica de educación popular. Y se comienza a hablar de la “dimensión
política” de cualquier práctica de educación popular, y se comienzan a articular algunas experiencias
educativas con el proceso de organización y movilización de masas que eran generados por las
contradicciones económicas, sociales y políticas. Así, por las mismas exigencias del proceso histórico, se
producir un creciente acercamiento entre educación popular y acción política. (Oscar Jara Educación
popular: la dimensión educativa de la acción política, op. cit., pág. 6).
Es interesante señalar, al respecto, que el propio Freire se expresaba en estos términos ciando, en
ocasión de su paso por Nicaragua se comprueba de modo cada vez mas claro que no es la acción
educativa la que tiene al acción política, sino que es la acción política la que tiene la acción educativa”.
(ALER, Siempre estuvimos alerta. Testimonios de las escuelas radiofónicas de nicaragua, Series
Testimonios 2, Quito, diciembre de 1984, pág.54).
dominadas y alienadas. El intento de sobrepasar el estado de objetos
hacia el de sujetos –que conforma el objetivo de la verdadera
revolución– no puede prescindir ni de la acción de las masas que incide
en la realidad, ni de su reflexión. Idealistas seríamos si, dicotomizando
la acción de la reflexión, entendiéramos o afirmáramos que la mera
reflexión sobre la realidad opresora que llevase a los hombres al
descubrimiento de su estado de objetos, significara ya ser sujetos.”49
En esa misma línea, por otra aparte, planteaba en 1971: “… la
concientización no consiste en “estar frente a la realidad” asumiendo
una posición falsamente intelectual. La concientización no puede
existir por fuera de la praxis, es decir, sin el acto acción- reflexión”. 50
Y, mas claramente en 1973 1974: “Si no se da una transformación
radical de las estructuras de la sociedad que explican la situación
objetiva en la que se encuentran los campesinos, ellos seguirán igual,
explotados de al misma forma por mas que muchos de ellos hayan
alcanzado la razón de ser de su propia realidad. Y es que un
develamiento de la realidad que no esté orientado en el sentido de la
acción política sobre esa realidad, bien definida y clara, no tiene
sentido”.51 “La concientización no puede detenerse en la etapa de
develamiento de la realidad. Su autenticidad se da cuando la práctica
del develamiento de la realidad constituye una unidad dinámica y
dialéctica con la práctica de la transformación de la realidad.”52
En repetidas oportunidades, –y categóricamente en nuestra
entrevista–, Freire ha rechazado, así mismo, la asociación generalizada
que ha venido haciéndose de su propuesta pedagógica como una
pedagogía no-directiva, que propugnaría consecuentemente por la
anulación del papel del maestro y por la igualdad entre educadores y
educandos.53 “En cuanto a la no-directividad con que de vez en cuando
me identifican”, decía en 1979, “me parece interesante aclarar algo, y
la mejor manera de hacerlo sea tal vez desarrollar algunas
consideraciones en torno a la relación educador-educando, y a la
educación como acto político y acto de conocimiento. Problemas cuya
forma d encarar, creo, me sitúan en una perspectiva diferente (…) en
49
P. Freire, Pedagogía del oprimido, op. cit,. págs. 162, 165 y 166.
50
P. Freire, Concientización, op. cit., pág. 30.
51
“Concientización y liberación: una charla con Paulo Freire”, op. cit., p. 32-33.
52
“Algunas notas sobre concientización”, Ginebra, 1974, en: P. Freire, Ibíd., pág. 86.
53
Dicha “igualdad” en al relación pedagógica ha sido, usualmente, caracterizada como una de las
contribuciones fundamentales de Freire, y como uno de sus puntos nodales de su crítica a “la educación
bancaria”, tal y como lo destacan varios autores. “los planteamientos de Freire sobre al no neutralidad de
la tarea educativa, el diálogo como método de concientización, la igualdad entre educador y educando
como partícipes de un proceso que implica develar la realidad y asumir el compromiso histórico de la
liberación de los hombres, y muchos mas, dieron una nueva orientación a la concepción tradicional y han
ejercido una gran influencia en los trabajos de alfabetización y educación de adultos en América Latina, y
su aporte marca toda una época en el campo de la educación popular”. (M. Peresson, G. Mariñio y L.
Sendales, Educación popular y alfabetización en América Latina, Dimensión educativa, Bogotá, julio de
1983, pág. 33). (El subrayado es nuestro).
cuanto acto de conocimiento, la práctica educativa implica
necesariamente, la existencia de sujetos que conocen (cognoscentes) y
de un objeto cognoscible (que puede ser conocido). Esos sujetos que
pueden y quieren conocer son exactamente el educador, de un lado, y
el educando, del otro. Ahora, eso elimina la posibilidad de la anulación
completa por parte del educador. Y evita también que se caiga en la
exageración, por ejemplo, de la autoeducación exclusiva. Reducir toda
la educación a una autoeducación significa anular totalmente del
proceso educativo, del proceso de conocimiento, la figura del
educador. Para mi, no. Para mi el educador, como uno de los sujetos
que conoce, es indispensable a la práctica pedagógica, que solo se
completa, con todo, en la medida que tiene, por el otro lado, ese otro
sujeto de conocimiento que es el educando. Por eso mismo, entonces,
es que el educador es educador-educando, y que el educando es
educando-educador, como digo en la Pedagogía del oprimido”.54
54
L. Chiappini, op., cit., pág. 59.
55
P. Freire y S. Guimaraes, vol. 1, op. cit., pág. 111.
56
Ibid., pág. 93.
incompetente. Porque el educador es diferente al educando por el
hecho mismo de ser educador. Si ambos fueran iguales, uno y otro no
se reconocerían mutuamente (…) por tanto, no existe una educación
no-directiva, y esto ya está dicho en la Pedagogía del oprimido.”57
Es precisamente despegando sus posiciones en contar de la no-
directividad, de la igualdad entre educadores y educandos, del
espontaneísmo y la improvisación que Freire, que Freire rechaza la
interpretación de su propuesta pedagógica como un “populismo
pedagógico” que, al pronunciarse por el respeto a los educandos y al
insistir en el proceso de conocimiento como un proceso colectivo y
participativo, abogaría por dejar a los educandos librados a la inercia y
a la reproducción d su propio saber, negando la importancia de la
57
La verdad es que sobre este punto, como sobre muchos otros, freire a dado pie a diversas y hasta a
contradictorias “lecturas”. En lo que hace específicamente a este tema d la directividad/no-directividad de
la educación y el papel del maestro, las citas suyas que se han extraído y que mas se han difundido de sus
primeros trabajos son, precisamente, aquellas que apuntarían a afirmar la no-directividad y la anulación
del papel del maestro. Así, por ejemplo, de ete texto que aparece de corrido en la Pedagogía del oprimido
(pág. 86), el que ha recorrido el mundo ha sido el segundo, usualmente sin ninguna referencia al contexto
que ubica el primero:
“A través de este (el diálogo) se opera la superación de la que resulta un nuevo término.
No ya educador del educando, no ya educando del educador, sino educador-educando con
educando-educador. De este modo el educador no es solo el que educa, sino aquel que,
en tanto educa, es educado a través del diálogo con el educando, quien, al ser educado,
también educa. Así, ambos se transforman en sujetos del proceso en que crecen juntos y
en el cual “los argumentos de la autoridad” ya no rigen. Proceso en que ser
funcionalmente autoridad, requiere el estar siendo con las libertades y no contar ellas”.
“Ahora ya nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo. Los
hombres se educan en comunión y el mundo es el mediador”.
Precisamente, Julio Barreiro se encargaría –entre otros– de recalcar y difundir “ese nuevo principio
educativo que ya empieza a ganar mas y mas círculos en nuestras sociedades subdesarrolladas como si
acaso fuese el anunciador de nuevas prácticas que necesitamos aplicar en todos los planos de la vida de
nuestros pueblos, para que algún día alcancemos las diversas y necesarias metas de nuestra liberación:
nadie educa a nadie; nadie se educa solo; los hombres se educan entre si, mediatizados por el
mundo.” (J. Barreiro, Educación popular y proceso de concientización, op. cit., págs. 9-10).
Por otra parte, en la misma Pedagogía del oprimido, freire utiliza, dentro de un mismo párrafo (pág.
73), dos términos con connotaciones e implicaciones muy diversas para referirse ala necesidad de un
nuevo tipo de relación entre el educador y el educando: los términos de la “conciliación” y de
“superación de la contradicción”. “En verdad, como discutiremos mas adelante, la razón de ser de al
educación liberadora radica en su impulso inicial conciliador. La educación debe comenzar por la
superación de la contradicción educador-educando. Debe fundarse en la conciliación de sus polos de
tal manera que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educandos”. No obstante, ha sido la
conciliación (y no la superación de la contradicción) la que ha tendido de manera generalizada a
interpretarse como conclusión al respecto.
Otras citas generalizadas de Freire, extraídas de diversos trabajos iniciales suyos, han dado pie a sí
mismo para el planteamiento de la no-directividad, la horizontalidad, etc. ¿Y qué es el diálogo? “Es una
relación horizontal de A mas B”. (La educación como práctica de la libertad op. cit., pág 104). “o nos
convencemos de que nadie educa a nadie, o no superaremos la concepción antidialógica de la
educación.” (¡Investigación y metodología de la investigación del tema generador”, 1968, en: C. A.
Torres (comp.) La praxis educativa d Paulo Freire op. cit., pág. 150). (Todos los subrayados son
nuestros).
teoría y del conocimiento científico. “muchas veces”, nos aclara, “me
han criticado diciendo que yo defiendo que los educadors se queden al
nivel en que se encuentran los educandos. Y eso me parece extraño,
pues yo nunca use el verbo “quedarse”. Yo siempre use el verbo
“partir”, desde la Pedagogía del oprimido (…) En el acto de
conocimiento tú siempre tienes que partir. Partir de los niveles de
percepción en que se encuentran los educandos, los grupos populares,
y con ellos ir avanzando y transformando en rigurosidad científica lo
que era, en el punto de partida, sentido común (…) Es preciso respetar
la sabiduría popular, precisamente para superarla.”58
“Enseñar”, nos dice Freire, “es desafiar a los educandos a que
piensen su práctica desde la práctica social y, con ellos, en búsqueda
de esta comprensión, estudiar rigurosamente al teoría de la práctica”.
Y, para ello, “los educadores deben ser o hacerse competentes. La
competencia científica, la competencia técnica y filosófica, es
absolutamente indispensable en la lucha por la transformación de la
educación”. Al mismo tiempo, los educadores deben tratar, durante la
práctica, “de transformar la inducción en compañerismo”. Pero, “el
hecho de que el educador revolucionario se haga compañero de sus
educandos no significa que renuncie a la responsabilidad que tiene
incluso de comandar, en muchos momentos, la práctica. El educador
tiene que enseñar. No es posible dejar la práctica de la enseñanza
librada al azar.”59
Dado, entonces, “el rol activo, crítico, decisivo del educador en el
acto educativo”, y puesto que “las marcas político-ideológicas
58
Freire ha sido, efectivamente, caracterizado como uno de los principales ideólogos del “populismo
pedagógico” que viene marcando diversas corrientes dentro del campo de la educación popular en
América Latina.
Analizando la historia y la trayectoria de dicha tendencia en el caso de Brasil, Paiva concluye en que
“sus orígenes ideológicos deben ser buscados en el movimiento de renovación católica de fines de los
años 50’ e inicios de los años 60’ –en los cuales ya se identificó la presencia d elementos ideológicos
análogos a aquellos encontrados en el populismo ruso del siglo XIX. Y, si la sistematización y producción
pedagógica de tales tendencias encontraron su expresión mas conocida en la obra d Paulo Freire, en la
década del 60’, la radicalización de las mismas tendencias encontrará en los intelectuales de NOVA, en la
segunda mitad de los años 70, sus ideólogos mas articulados” (V. P. Paiva “Anotacoes para un estudo
sobre populismo católico e educaçao no brasil”, en: V. P. Paiva (org.) Perspectivas e dilemas da
educaçao popular, op. cit., pág. 232). No obstante, aclara mas adelante, “queremos resaltar aquí que, mas
allá de las posiciones asumidas posteriormente por Freire, su influencia en el sector católico –facilitada
por su acceso a poderosas fuentes de difusión de ideas y de recursos, como su acceso al Consejo Mundial
de Iglesias– reforzó los patrones ideológicos populistas hacia los cuales tendía desde finales de los años
50’, en al medida que tales sectores enfatizaron, en al lectura de sus escritos, los elementos populistas allí
contenidos”. (Ibíd., pág. 247-248).
59
Tales posiciones contrastan, evidentemente, con la fuerte tendencia no-directiva que viene
observándose en determinadas corrientes de educación popular –atribuídos en muchas ocasiones a la
influencia del pensamiento de Freire e incluso explícitamente mencionada como tal por los propios
grupos–, en las que incluso a llegado a invertirse la relación pedagógica: el educador no es quien va a
enseñar, sino quien va a aprender de y junto con sus educandos. Tal es, en efecto, la advertencia que a
menudo encontramos en folletos, manuales o guías dirigidos a alfabetizadores y educadores de base.
(Véase al respecto, las notas 37 y 38 de la entrevista).
interfieren en la puesta en práctica de determinados métodos de
conocer”, Freire enfatiza la necesidad de una forma sólida y rigurosa
de los educadores en torno a los condicionamientos ideológicos que
precisamente dificultan dicha ruptura metodológica, pues “muchas
veces, al intentar operacionalizar esta opción en función de las masas
populares, se da una incoherencia, una distancia entre los objetivos y
los método utilizados para viabilizar esa opción”. “Si yo fuera
responsable de un ministerio”, concluye, “yo entregaría mi vida –sin
ninguna dimensión idealista sino profundamente dialéctica– a trabajar
todos los fines de semana con los educadores, desde los niveles mas
bajos hasta los mas altos, sobre la cuestión de qué es conocer, qué es
crear, qué es la producción n de conocimiento, como se puede invitar a
conocer sin ser paternalista, sin ser espontaneísta pero, al mismo
tiempo, sin ser autoritario”.
Por otra parte, Freire recalca aquí la necesidad de encarar la crítica y
la transformación educativa no sólo en el marco de la relación
pedagógica ni exclusivamente a partir del método, pues “es necesario
aprehender la complejidad de la práctica educativa en todas sus
implicaciones”. Así, si bien se trata de lograr una relación pedagógica
democrática, participativa y crítica, la participación activa de los
educadores como sujetos de su propio proceso educativo arranca con
la propia definición de los contenidos, en el acto mismo de programar.
“La cuestión”, nos dice, “está en al apertura cada vez mayor que los
especialistas deberíamos seguir teniendo o aprendiendo a tener en
función de un contacto directo con la realidad, y de un respeto a la
capacidad creativa de los educadores (…) Hay que acabar con esa
comprensión elitista de que las masas populares son incompetentes,
que solamente los expertos saben lo que se puede hacer”.
Freire rechaza, igualmente, su asociación al movimiento de la
“nueva escuela”.60 Su crítica ala “educación bancaria” –enfatiza– no
60
Entre otros, Dermeval Saviani y Vanilda Paiva han venido planteando tal asociación. Saviani,
analizando las diferentes teorías educativas a la luz de lasa problemáticas de la marginalidad educativa,
hace una crítica radical al movimiento de la “nueva escuela” y se refiere a las “tentativas de desarrollar
una especie de “Escuela nueva Popular”, cuyos ejemplos mas significativos son las pedagogías de Freinet
y de Paulo Freire” (D. Saviani, Escola e democracia, op. cit., pág. 15). Paiva, por su lado, encuentra en
Freire y en su búsqueda de un método activo una recuperación de dicho movimiento, “trasladando al
plano educativo y a la educación de los adultos algunos de los principios fundamentales del
escolanovismo”. (V. P. Paiva, Paulo Freire y el nacionalismo desarrollista, op. cit., pág. 91).
Bases para dicha asociación entre la pedagogía de Freire y “la nueva escuela” se han planteado por otra
parte, a partir de elementos comunes tales como el cuestionamiento al autoritarismo pedagógico, la
estrecha vinculación entre teoría y práctica, al relación entre educación y democracia, el valor de la
experiencia, la propuesta de un método pedagógico activo que estimule la participación creativa y la
expresividad de los educandos, etc., además de la propias referencias a Dewey y a Freinet que a hecho
freire en varios de sus trabajos y entrevistas. Para un análisis comparativo entre la pedagogía de Freire y
de Dewey, véase Michael R. Matthews, The marxist theory of schooling, A study of epistemology and
education, Sussex, Harvester Press, 1980.
fue ni es una crítica a un tipo particular de educación, sino una crítica
ala sociedad burguesa y al modo de producción capitalista al cual sirve
de soporte. “Yo creo”, dice “que la “nueva escuela” trajo
efectivamente contribuciones muy importantes a nivel metodológico.
La “nueva escuela” criticaba justamente la relación entre educadores y
educandos desde el punto de vista del método, y criticaba justamente
el fraccionalismo de la escuela tradicional. Pero no traspasaba este
límite de la crítica. Yo, a mi vez, critico todo lo que la “nueva escuela”
criticaba a la escuela tradicional pero yo critico el modo de producción
capitalista”. Sin embargo, lo que no podemos esperar que al cambiar el
modo de producción cambien mecánicamente todas las relaciones
sociales. Por ello, en el campo de la educción, es necesario evitar la
reproducción del carácter autoritario que marca el modo de producción
capitalista. En el acto de conocer, tanto en el espacio escolar como en
cualquier otro espacio en que hacemos educación, nuestra tendencia es
a reproducir esa marca autoritaria. De ahí que, junto con el intento por
producir el modo capitalista de producción, deberíamos intentar
superar también su naturaleza autoritaria. De esa manera, dentro de la
educación popular, se daría no una democracia ingenua, sino una
relación radicalmente democrática. En Nicaragua, o en cualquier otro
lado, esta es una lucha que no debería subestimarse.
63
“Tho know and to be: a dialogue whit Paulo Freire”, en: Indian Journal of Yout Affairs, nº 2, Nueva
Dheli, junio de 1979. pág. 6.
64
P. Freire y A. Faúndez, op. Cit., pág. 41.
dinamice y desarrolle el reducido ámbito en que, por lo general, ha venido
moviéndose la educación popular. Dada la posición y el peso que tuvo y
continúa teniendo freire dentro del campo, dicho proceso de ruptura –
epistemológica y práctica– requiere, precisamente, una lectura crítica de su
obra, desde una perspectiva teórica que permita reconstruir una visión de
conjunto de su pensamiento y su trayectoria. Como dice Paiva:
“Posiblemente las ideas de freire, revisadas y desplegadas por él en el
último decenio, pueden contribuir todavía en este contexto no como
panacea universal, sino como un instrumento entre otros que se debe
considerar en aquella reflexión que sirve para el fortalecimiento de la clase
trabajadora.”65
Por lo pronto, es indispensable retomar los aportes de al misma
pedagogía y, en particular, de otros paradigmas pedagógicos (recuperados a
su vez, en su momento, por Freire) que contienen elementos de identidad y
afinidad con los planteamientos de una educación popular. Incorporar, por
otra parte, los aportes de la Sociología, la Antropología, la Economía, la
Lingüística, la psicología, la teoría de la comunicación, etc. Esto evitaría a
la educación popular ampliar sus horizontes, evitando replegarse sobre sí
misma y recuperando la riqueza totalizante que el propio Freire pretendiera
darle en sus primeros escritos. Esto permitiría, asimismo, replantear a la luz
de tales disciplinas teóricas, muchas de las proposiciones y principios que
han venido delineando el campo a menudo desde una óptica centrada en el
proceso educativo, en sus sujetos, métodos e instrumentos.66
De una parte, si bien la educación popular surge y se plantea como un
movimiento como un movimiento con una clara orientación e
65
V. P. Paiva, Paulo Freire y el nacionalismo desarrollista, op. cit., pág. 11.
66
Desarrollos importantes en este sentido se han venido haciendo ya, y es importante destacarlos. Julio
Barreiro por ejemplo, ha venido profundizando en el proceso de concientización, retomando los aportes
del psicoanálisis e introduciendo, así, la necesaria dimensión psicológica que está detrás de dicho proceso
y de la resistencia al mismo. (Julio Barreiro, Educación popular y proceso de concientización, op. cit.).
Adriana Puigross, por su parte, ha hecho una importante contribución al analizar las raíces históricas de
la educación popular latinoamericana a través del pensamiento de ideólogos, políticos, y pedagogos como
Aníbal Ponce, haya de la Torre, Carlos Mariátegui, Julio Antonio Mella, Furibundo Martí, Sandino e
Hipólito Irigoyen. (Adriana Puigross, La educación popular en América Latina: orígenes, polémicas y
perspectivas, México, nueva Imagen, 1984).
Intentos significativos de acercamiento a la alfabetización popular de adultos desde los aportes de la
Lingüística pueden encontrarse, entre otros, en Kenneth L. Baucom, Los ABC de la educación: lecciones
de la Lingüística, Madrid, Editorial Magisterio Español, 1978, o en M Isabel infante, Educación,
comunicación y lenguaje: fundamentos para la alfabetización de adultos en América Latina, México,
Centros de Estudios Educativos AC., 1983.
Una visión interdisciplinaria de la alfabetización, intentando profundizar en al comprensión de los
diferentes procesos involucrados en ella, puede encontrarse en Emilia Ferreiro y Margarita Gomes
Palacio (comp.) Nuevas perspectivas sobre los procesos de lectura y escritura, México, siglo XXI, 1982.
aunque la mayoría de los trabajos incluidos en este volumen abordan la alfabetización referida al mundo
infantil, la validez d muchas d sus proposiciones trasciende este nivel y, cuando menos, estimula la
necesidad de realizar investigaciones semejantes en el terreno específico de los adultos.
Diversos autores, por otro lado, han venido incursionando de un tiempo a esta parte en el análisis de la
problemática del Estado, de la democracia, del “saber popular”, de la cuestión étnica, de los movimientos
sociales, de la mujer, etc., desde la perspectiva de la educación popular.
intencionalidad política, este no cuenta aún en su conjunto –como señala
Latapí– con un proyecto operativo definido ni a nivel político ni a nivel
económico. De ahí que “es urgente desarrollar “teorías intermedias” que
relacionen las grandes visiones teóricas con los procesos económicos y
políticos inmediatos y ubiquen la acción dentro de éstos (…) El
componente utópico de la “educación popular” que le es indispensable, no
se ha visto completado con los componentes analíticos, tácticos y
metodológicos que requiere.”67
De otra parte, como, lo vienen enfatizando ya varios autores, el propio
desarrollo de la educación popular hace ver al urgencia de revisar muchos
de los conceptos y ordenadores analíticos que vienen construyéndose y
hasta cristalizándose dentro del campo. Así, por ejemplo, se plantea la
necesidad de replantear las clásicas dicotomías en que viene sustentándose
la propia encarnizada discusión terminológica que cruza al campo:
educación d adultos/educación popular; educación formal/educación no
formal, educación oficial/educación alternativa;
verticalismo/horizontalidad; autoritarismo/participación;
manipulación/participación; antidiálogo/diálogo; saber científico (erudito,
técnico)/saber popular; investigación participativa (investigación-
acción)/investigación científica (académica); teoría/práctica,
68
Estado/sociedad civil; intelectuales/pueblo; etc., etc.
67
César Picón, “Entrevista al doctor Pablo Latapí”, en Revista interamericana de educación de adultos,
vol. 7, nº 1 y 2, México, CREFAL, 1984, págs. 182-183.
68
Refirámonos, brevemente, al manejo de dichas oposiciones dentro del campo de la educación popular.
Entre muchos otros, Brandao ha insistido en diferenciar claramente “educación de adultos” y “educación
popular”, pues esta última “emerge como un movimiento de trabajo político con las clases populares a
través de la educación” y no como “un modelo oficial de educación compensatoria”, por lo que la
educación popular “pretende ser una retotalización de todo el proyecto educativo desde un punto de vista
popular”. (C. R. Brandao, Educación popular, San Pablo, Editora Brasiliense, 1984, págs. 60-61). Por
otra parte, el miso autor, en “educaçao alternativa na sociedade autoritaria”, introduce el término
“educación de subalternos” como equivalente al de “educación con sectores populares”, con el fin de
abarcar un amplio espectro de grupos y sectores de las clases populares, incluso el sector indígena.
Por otro lado, si bien la educación popular generalmente, ha sido vista dentro del ámbito de la
educación no formal, su identificación ha sido igualmente rechazada por varios. “Tan insatisfactoria es la
connotación de “no formal”, escriben Castillo y Latapí. “que los representantes de la educación popular
suelen ver un antagonismo entre la “educación no-formal de adultos” y al que ellos postulan, entebdiéndo
al primera como necesariamente integracionista y la segunda como liberadora”. (Alfonso Castillo y pablo
Latapí, Educación no formal de adultos en América Latina, Situación actual y perspectivas, op. cit., pág.
17).
Saber popular/saber científico (académico, erudito, técnico, etc.), es una oposición que viene
manejándose a la vez que cuestionándose cada vez mas dentro del campo. Joao Bosco Pinto, por ejemplo,
distingue dos saberes distintos, aunque no esencialmente opuestos: el “saber popular” y el “saber
técnico”, cuya confrontación y superación es tarea precisamente a encarar dentro de la educación popular,
disociando a su vez el saber técnico del saber dominante, con el cual tiende a ser confundido (J. Bosco
Pinto, “Reflexoes sobre estrategias educativas do estado e a prática da educaçao popular”, en V. P. Paiva
(comp.), Perspectivas e dilemas da educaçao popular, op. cit., págs. 100-101). Joao francisco de Souza,
por su lado, plantea que el problema no es si el “saber popular” es científico o no, sino que ni el saber
“popular” ni el saber “científico”, por si solos, bastan para comprender la realidad y transformarla.
Sergio Martinic, a la vez, propone diferenciar claramente entre denominaciones usualmente tratadas
como equivalentes para referirse al “saber popular”, tales como “sentido común”, “folclore” (Gramsci)
“saber cotidiano”, “sabiduría popular”, etc., destacando esta última y reservándola para aquellos
Como dice Brandao, se trata de oposiciones que, de tanto repetirlas,
“acabamos acostumbrándonos a ellas, porque parecen claras y funcionales
y, mas todavía, porque son artificios que ayudan a develar el poder político
bajo la trama de una práctica social que un conjunto de normas técnicas
pone a funcionar. Porque detrás de ellas resulta fácil oponer el “nosotros” a
“ellos”, el “aliado” y el “enemigo”. Es tiempo que sospechemos que, tanto
para hacer la historia como para pensar la práctica, existen ahí
construcciones cómodas no siempre reales”.69
A nivel propiamente pedagógico, la misma práctica de los educadores de
base viene exigiendo desarrollar y profundizar, tanto a nivel teórico como
metodológico, algunos de los componentes clave y recurrente de la
educación popular, tales como el “diálogo”, la codificación y
decodificación, la producción y utilización de medios y materiales
educativos, etc. Convertir principios y enunciados generales en propuestas
concretas y viables de acción, comprensibles, comprensibles y manejables
por parte de quienes las llevan a la práctica y ajustables a las condiciones
subjetivas y objetivas del medio en el cual se aplican, supone construir
mediaciones explícitas y coherentes entre esos enunciados generales y esa
práctica específica. Y es precisamente, a menudo, la falta o ausencia de
explicitación de dichas mediaciones la que convierte a estos educadores de
base en meros repetidores de fórmulas (que resultan) abstractas y hace de
su acción pedagógica una acción alienada o, simplemente, ineficaz.
Enfrentados al saber pedagógico cotidiano que poco o nada se parece a las
situaciones ideales para y desde las cuales se han pensado muchas de
dichas preposiciones, la “teoría” es dejada de lado frente a una realidad que
se resiste a su aplicación según lo normado, y el pragmatismo obliga a
76
Paulo Freire y S. Guimaraes, vol. 1, op. cit., pág. 86.