Averroes
Averroes
Averroes
Averroes
Así, el Corán ofrece una religión natural, de acuerdo con las enseñanzas
de la experiencia común, y capaz de ser entendida por la mayoría de la
gente que no va más allá de la imaginación en su forma de entender. En
este contexto se ubican las dos pruebas sobre la existencia de Dios
propuestas en el Corán. Primera: el mundo no puede deberse al azar,
sino que es obra de un creador, porque todo él está adaptado y
ordenado para mantener la vida del hombre, de los animales y de las
plantas. Todo lo que existe está orientado al servicio del hombre. La
segunda: la admirable disposición y coordinación de todas las cosas
entre sí exige un creador. Esto constituye la religión natural a la cual
podrían haber llegado los hombres a través de las cosas sensibles, con
la sola fuerza de su razón, aunque con mucho trabajo, después de largo
tiempo y con riesgo de muchos errores.
Siendo el conocimiento de Dios el origen del mundo, está claro que éste,
lo mismo que su hacedor, no puede tener principio ni fin. Es nuestra
mente quien concibe el principio y el fin del mundo, al considerar la
realidad bajo la categoría subjetiva del tiempo. Averroes trata el
problema de la distinción entre tiempo verdadero (tiempo-duración) y
tiempo abstracto (tiempo-medida) en su breve tratado Solución al
problema: creación o eternidad del mundo . El tiempo verdadero no se compone
de momentos temporales separados por un principio y un fin. Debe ser
considerado, más bien, como una circunferencia en la que todo punto es
al mismo tiempo principio y fin de un arco. El tiempo abstracto es el
tiempo abstraído de la realidad del mundo, que se le aplica como
medida, y es representado como línea recta (ya sea ésta finita o
infinita).
Averrroes sostuvo además el monopsiquismo, es decir, la existencia de
una sola mente (alma) supraindividual y universal, de la que la
inteligencia (psique) sería una simple y provisional manifestación. Es
decir: el hombre no posee un alma propia, sino que participa, hasta que
muere, del alma colectiva. Contrariamente a las enseñanzas del
cristianismo y del islam, desde el punto de vista del individuo no existe
ninguna esperanza de eternidad: el alma individual está destinada a
morir con el cuerpo.
Nociones como ésta valieron a Averroes una condena de exilio (en
1195) y suscitarían la sospecha de herejía en el averroísmo latino,
orientación filosófica difundida después de 1270 en Occidente y muy
particularmente en París, gracias a las enseñanzas de Siger de
Brabante. En 1277, el arzobispo Stefano Tempier condenó 219 tesis
sostenidas por aristotélicos averroistas, empezando así una polémica
filosófica que no terminaría hasta el Renacimiento.
La orientación averroísta que elevaba a Aristóteles a la categoría
de auctoritas incluso por encima de la Biblia se difundiría a partir del siglo
XIII entre las magistri artium, los profesores de formación laica que
controlaban en las universidades la enseñanza de
las scientiae (aritmética, música, geometría) y de la scientia prima, la
metafísica aristotélica. El choque entre estos intelectuales y la ortodoxia
religiosa alcanzó su cima con el Tomismo, pero a pesar de la influencia
de Santo Tomás de Aquino (para quien Averroes había desfigurado las
enseñanzas de Aristóteles), el espíritu del Averroísmo sobrevivió en la
tradición aristotélica del Renacimiento (en particular en Pietro
Pomponazzi). Su llamada a la superioridad de la razón sobre la fe, al
valor de la filosofía natural (la práctica científica) en oposición a la
teología, se convirtió en un importante regulador de la mentalidad
científica moderna. En Oriente, en cambio, la filosofía de Averroes pasó
prácticamente desapercibida.