Karl Polanyi - El Sustento Del Hombre
Karl Polanyi - El Sustento Del Hombre
Karl Polanyi - El Sustento Del Hombre
Biblioteca Mondadori
Título original: The Livelihood of Man
Traducción de: Ester Gómez Parro de la edición de Academic Press, lnc.
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Para Charlie, George y Rosemary.
con quienes todo empezó
,
Indice
,
PRESENTACION de Paz Moreno Feliú 13
K.arl Polanyi: Apuntes sobre su vida por l. D. Polanyi 27
Prefacio de Harry W. Pearson 37
Introducción de Harry W. Pearson 41
Prólogo de K. Polanyi 55
Introducción de K Polanyi 59
A. Conceptos y teoría 75
1. La falacia económica 77
l. La economía y el mercado 78
11. La transformación económica 82
111. El racionalismo económico 85
IV. El solipsismo económico 87
B. Instituciones
119
ORIGEN DE LAS TRANSACCIONES ECONÓMICAS: DE LA
SOCIEDAD TRIBAL A LA ARCAICA 119
Introducción 155
l. Orígenes independientes del comercio, el dinero y los mercados.
155
11. Desarrollo interno y externo independientes 156
111. La integración de las economías sin mercado 157
8. El comercio y los comerciantes 159
l. Definición técnica e institucional 159
11. Características institucionales del comercio 162
9. Objetos y usos del dinero 177
l. El dinero como sistema semántico 177
11. Análisis ínstitucional del dinero 180
Dinero de intercambio 184
111.
IV.Uso del dinero como medio de pago 185
V.Uso del dinero como depósito 187
VI.El dinero como patrón de valor o unidad de cuenta 188
VII.El tesoro y los productos básicos en los usos del dinero 189
Tesoro y poder en la antigua Grecia 190
VIII.
IX. Dinero y status 197
X. Resumen 200
:-
funcionamiento de las tres formas de integración, y el comportamiento
institucional de las diversas clases de comercio, mercado y dinero cuan-
do no forman una tríada articulada por el sistema de mercado y, por
tanto, no pertenecen a un sistema autónomo desligado del resto de las
instituciones sociales.
Una vez más, la comparación deriva de la discontinuidad estableci-
da entre la sociedad moderna caracterizada por la existencia de una
esfera económica independiente y las otras sociedades, en las que
puede existir un tipo de elementos ~nconex~s (los v.a;ios tipo~ d~
comercio, dinero y mercado). que, debido a su 1ncrustac1on en las 1nst1-
tuciones sociales no son precedentes del sistema de mercado. Tal ~is-
continuidad, como ya hemos señalado, rompe la idea lineal de evolu-
ción al negar Polanyi la legitimidad de trazar un desarrollo continuo a
partir de elementos dispersos que sólo aparecerán conectados como
consecuencia del cambio radical ocurrido en la Inglaterra del XIX. La
denuncia expresa contra la teleología presente en las reconstruccíones
evolutivas aparece formulada en el apartado V del capítulo 3.
El núcleo fundamental de estos artículos es, pues, un desarrollo
de los temas tratados en los capítulos 4 y 5 de La gran transformación,
aunque también se incluye en esta parte de El sustento del hombre,
una última elaboración de la definición substantiva de lo económico,
característica de las polémicas de su época americana, que, el propio
Polanyi en su prólogo, parece considerar una interrupción del trabajo
emprendido en La gran transformación y que pretendía conti~ua~ ~~
el proyectado libro El sustento del hombre, que la muerte le 1mp1d10
concluir.
La segunda parte de esta obra es un estudio monográfico de la
antigua Grecia, algunas de cuyas instituciones ya habí~ abordado
Polanyi en otros artículos aunque nunca de forma exh~ust1va. Su ~pro-
ximación al mundo clásico es una vez más comparativa: despues de
haber establecido la ruptura entre modernos y antiguos, incorpora al
análisis lo que dicen en sus obras los autores griegos sobre sus propias
instituciones y su funcionamiento. Como hace notar Pearson, las tra-
ducciones de los textos, que forman la base principal de datos que
analiza Polanyi en esta parte del libro, son originales del propio Polanyi.
Muchas de ellas son heterodoxas con respecto al corpus académico
establecido de traducciones y comentarios, lo cual nos plantea de
inmediato una pregunta: ¿Por qué no recurrió Polanyi a las obras de
21
-.;.;·. ; ·. :- ·....... .
los eruditos? Creemos que la respuesta radica en que Polanyi necesita-
ba seguir su propio criterio para realizar la comparación. El mismo títu-
lo de este libro nos da una clave: el verso de Hesíodo, se puede tradu-
cir por <<medio de vida>>, o por <<subsistencia>>, es decir; por términos
con claras connotaciones <<económicas>>. Polanyi, para realizar el tipo
de comparación institucional que se propone, necesita seguir su crite-
rio, aunque esta postura tenga riesgos. Con una libertad mental que
no deja de recordamos a la actitud intelectual de Leo Strauss, Polanyi
se enfrenta a los textos no sólo como un observador procedente de
otra cultura, sino como un observador perspicaz que lleva implícita la
idea de que lo que digan los autores mismos (y el contexto) puede ser
más significativo que las interpretaciones que circulan en el mundo aca-
démico 8.
Un magnífico exponente del tipo de investigación que Polanyi lleva-
ba a cabo en sus últimos días es el capítulo dedicado a Cleómenes, esa
sombra, odiosa para sus coetáneos atenienses, que presencia la muerte
de Alejandro y que, a la luz de las páginas de Polanyi, va tomando
carne como si fuese el móvil oculto de una novela de intriga policíaca,
subgénero literario que, al decir de Borges y Bioy Casares dota a las
acciones de los hombres de explicaciones racionales en un mundo caó-
tico, y que, curiosamente, no aparece hasta que la utopía liberal descri-
ta en La gran transformación ha tenido lugar. El capítulo de Cleómenes
no es importante por la investigación casi detectivesca que Polanyi lleva
a cabo, sino porque introduce una discusión abierta sobre el que
Polanyi considera el primer mercado mundial de grano (sin duda en
cuanto a la distribución, no a la producción, puesto que tierra y trabajo
no son elementos del sistema, al no haberse producido la ruptura en
las relaciones entre riqueza inmobiliaria y poder sobre los hombres).
Así, el propío Polanyi rompe, una vez más, con la clásica frase <<en X
había mercado, a pesar de Polanyi>> que se lee muy a menudo en cierta
literatura antropológica, frase que, indudablemente se refiere a una
caricatura de Polanyi, quién sabe si fruto de la polémica entre formalis-
tas y substantivistas. porque, si bien es cierto que Polanyi rompió toda
idea de continuidad evolutiva unilineal entre los diferentes tipos y ele-
mentos de los mercados y el sistema de mercado, nunca había negado
la existencia empírica de los mercados.
Cleómenes, le sirve también a Polanyi de pórtico al capítulo que
cierra el libro, tal vez el más inacabado de toda la obra, y en el que
22
echamos de menos una discusión, latente en muchas de sus páginas, de
las tesis de Weber. discusión que tal vez nos ayudaría a comprender
cuáles son las confluencias entre la jaula de híerro y el molino satánico.
Referencias citadas
K Polanyi, 1968.
4 s. C. Humphreys. <<History, economícs and anthropology: the work of
K. Polanyi>>, History and Theo,y, 8, 1969. págs. 165-212. Incluye una bibliografía que ha
sido una de las fuentes en las que nos hemos basado para confeccionar la aquí presen-
tada Este artículo. constituye el capítulo segundo de su libro Anthropology and the
Greeks, Routledge and Kegan Paul, 1978, y es también la base de las notas bibliográficas
que traza M. Godelier en la ya citada introducción a Comercio y mercado en los imperios
antiguos. Una visión modíficada de esta última, se encuentra en el ca~~tulo 5 _de
M. Godelier, L'idéel et le matériel. París. Librairie Artheme Fayard. 1984. vers1on espano-
la lo ideal y lo material, Madrid, T aurus, 1989; G. Dalton y J. Kocke. «The worl< of the
Polanyi Group: Past, Present and Future>>. en Economic Anthropology, S. Ortiz (ed.),
University Press of America. 1983.
s En su ya citada introducción a la edición francesa de La gran transformación,
Dumont enfrenta las taJantes conclusiones de este estudio con las prácticas <<neolibera-
les>> actuales para mostrar la validez del análisis de Polanyi. Sin duda, uno de los aspec-
tos más desagradables de la confusión actual. en muchos aspectos análoga a la existen-
te en ta época estudíada por Polanyi, consiste en etiquetar fenómenos nuevos con
términos viejos que no dan cuenta de la novedad de la situación.
6 L Dumont, Horno AequaJís. Gallimard, 1977. trad. esp., T aurus, 1982: L. Dumont
Essais sur J'individuolisme, París. Ed. du Seuil, 1983: trad. española: Ensayos sobre el indivi-
dualismo, Madrid. 1987. Los textos fundamentales de la polémica entre formalistas
y substantivistas se encuentran recogidos en el ya citado libro compilado por
M. Godelier, Antropología y Economía.
7 Un artículo en el que queda patente la <<asimilación>> es el de W. Neale y A.
Mayhew, Polanyi, lnstitutional Economics, and Economic Anthropology, en S. Ortiz. ed.• op. cit
a Obsérvese el paralelismo de actitud en la crítica de Strauss a Havelock:
23
<<Havelock da por supuesto que es el sociólogo moderno y no Hesíodo, quien entíen-
de lo que sucede en Hesíodo o a Hesíodo>>. Igualmente Polanyi, prescinde de intérpre-
tes para leer a Hesíodo. La cita está tomada de A. Momigliano, Páginas hebraicas, pági-
na 247, Madrid. Mondadori, 1990.
25
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KARL POLANYI:
APUNTES SOBRE SU VIDA
Si tuviera que evocar la imagen de Karl Polanyi con una sola palabra,
emplearía una que con frecuencia pasaba por su mente: el skandalon, la
piedra de escándalo, der Stein des Anstosses. Toda su vida estuvo en con-
tra de las ideas establecidas, provocando implacablemente a los demás
para que adquiriesen una nueva lucidez: primero, en su juventud, como
orador apasionado del Círculo Galilei 1, más tarde, en su temprana
madurez, con su aparente retirada, finalmente, ya en las últimas décadas
de su vida, aportando un nuevo enfoque a las ciencias sociales.
<<Toda su vida fue socialista escribe su hija en unas notas biográfi-
cas pero nunca militó en ningún partido, ni participó jamás en movi-
mientos polfticos. Como no era dogmático, a menudo, discrepaba del
curso que seguían los principales debates en los movimientos socialistas
europeos. No era marxista, pero tampoco socialdemócrata. Era un
humanista sumamente realista que, aunque consciente de la realidad
social y de las limitaciones que esta realidad impone a las acciones. a los
valores y a las ideas de todos los que inevitablemente vivimos en socie-
dad, hizo que su vida se guíase siempre por una necesidad interior de
ejercitarse en el derecho a la libertad de acción y de ideas y de no ren-
dirse nunca ante el determinismo o el fatalismo 2.>>
Conocí a Karl Polanyi en Austria, en noviembre de 1920, cuando
3
ambos estábamos exiliados. Lo que ya he escrito en otra ocasión
sobre su crónica familiar. sus recuerdos de infancia, el impacto moral
que la emigración de los revolucionarios rusos de comienzos de siglo
tuvo en su primera juventud a través de Samuel Klatschko, un amigo de
27
su padre, tenía como referencia los recuerdos que Polanyi sacó a la luz
una y otra vez durante los cuarenta años de nuestro matrimonio.
Yo no había conocido al Karl Polanyi del Círculo Galilei. Los diez
años de diferencia que nos llevábamos. hacían que nuestras vidas per-
teneciesen a épocas distintas. En la más reciente, en la mía, sólo había
lugar para la acción revolucionaria, por lo que entre el pequeño grupo
de activistas al que yo pertenecí entre 1917 y 1919 y el grupo de los
<<antiguos galileístas>> no había nada en común.
Sólo en nuestros últimos años, en 1963 en Budapest, entre los con-
temporáneos de Polanyi, vislumbré yo también el resplandor de aquel
Círculo Galilei, que volvía a resurgir en la segunda mitad del siglo. Más
penetrantes sí cabe, porque daban una ímagen del joven Polanyi que yo
tenía en mi mente, me parecieron las palabras que pronunciaron dos ami-
gos íntimos suyos y fieles galileístas, Zsigmond Kende y Maurice Kolrach:
<<Tenía madera de profeta, y él mismo se sentía anacrónico. Así era él en
191 1, pero no en los años venideros.>>. Ésa era la opinión de Kende.
<<Era un genio, un rapsoda de su universo mental, capaz de pene-
trar en el futuro. Se anticipó a problemas que más tarde se plantearian
la sociología y la teoría del conocimiento. Lo suyo no era ser un líder
político, sino que lo esencial en él era el impacto moral que tenía sobre
la juventud: la honestidad, la sinceridad y el candor. Los jóvenes lo sen-
tían. Era el manantial del cual brotaba el clima moral del Círculo Galilei.
Ni era frío ni se sentía superior; pero sus razonamientos eran afilados.
Era nuestro hombre, nuestros corazones estaban con él.>> Tales fueron
las palabras de Korach.
Frente a mí tengo unas cuantas hojas de papel amarillentas y arru-
gadas, escritas con el puño y letra de Polanyi, conservadas por un capri-
cho del azar, aunque falta el comienzo y el final del escrito. Una mues-
tra de la piedra de escándalo:
Hubo un tiempo, en el que a los sin Dios, a los ateos, se les lla-
maba librepensadores. Hace ya mucho que hemos superado esa
etapa. También entre los ateos hay muchos con estrechez de miras,
gente inútil, con mentalidad de pequeños burgueses, a los que se les
debería considerar cualquier cosa menos librepensadores, mientras
que la inclinación religiosa puede preparar al hombre para atreverse
a la más osada revolución del espíritu. Y entre aquellos que murie-
ron por la causa de la libertad de pensamiento, el lugar más destaca-
do estará siempre ocupado por j'~sús de Nazaret.
28
Por libertad de espíritu no debemos entender la negación de la
verdad, ni de la ética, la ley o la autoridad.
Al contrario. lo que queremos decir es que la libertad de espíri-
tu buscará incesantemente la verdad, ateniéndose a los dictados de
la ética, y actuando de acuerdo con la ley y con el respeto a la auto-
ridad. Incesante y coherentemente. Sin escapar a ningún tipo de
reflexión, y sacando a la naturaleza humana de su letargo para llevar-
la a una constante y alerta vigilia. Anteponiendo la búsqueda de la
verdad a cualquier verdad de clase o raza; siguiendo el dictado de
una moral pura, a pesar de los preceptos gastados y restrictivos de
los <<moralistas>>, y yendo más allá de éstos; basándose en los funda-
mentos de la justicia. incluso desafiando a la ley, e inclinándose tan
sólo ante la autoridad de la bondad y la verdad. y volviéndose en
contra de la falsa autoridad, que descansa en un éxito corrupto y en
el abuso de poder.
Buscar, por tanto, la verdad y donde los tabúes de la tradición
bloqueen el camino, actuar bajo los postulados de la ética, aunque
esto sea censurado por los conformistas y oportunistas y lo tachen
de <<superidealísmo>>, de exhibición infantil, de <<quijotismo>> o sim-
plemente de falta de madurez. Defender la justicia, aún en contra de
la ley, y erigir un altar a la autoridad del bien y la verdad sobre las
ruinas de la autoridad de las convenciones. del cinismo, de la igno-
4
rancia y de la apatía del alma •
.
.':· ..
Notas
I El Círculo Galilei, fundado en 1908 con Polanyi como primer presidente. estaba
formado por estudiantes progresístas de la universidad de Budapest. llona Duczynska
describió en cierta ocasión sus fines en estos términos: «Ser libres de espíritu. mante-
nerse al margen de los partidos políticos, ser honrados, entregados. llegar a los estu-
diantes que viven a miles en la pobreza. Un movimiento para aprender y enseñar>>. Su
misión: «Movilizarse contra el clericalismo. la corrupción. contra los privilegiados, contra
la burocracia -contra ese laberinto siempre presente y enraizado en este país semi-
feudal >>.- Ed.
2 Karl Levitt: «Karl Polanyi y Co-Existence>>, Co-Existence. No. 2. 1964.
3 llena Duczynska: Karl Polanyi ( 1886-1964), Crónica familíar y un pequeño resu-
imperios antiguos, Barcelona, Labor. 1976. º(Glencoe, 111: Free Press and Falcon's Wing
Press, 1957.)
16
Manuscrito en poder de llena Duczynska
17 Karl Polanyi. «La Sociología Económica en Estados Unidos>>, conferencia dada
diciembre. 1963.
19 Carta de Karl Polanyi a Bé de Waard, 6 de enero de 1958. Fragmento mecano-
36
PREFACIO DE HARRY W. PEARSON
HARRY W PEARSON
Bennington College
1977
39
. .. '. .. ······-.......... . ....... .
,
INTRODUCCION
DE HARRY W. PEARSON
:'. .
puntos de vista sobre la economía y la sociedad han encontrado su
momento, provocando un interés mundial y debates entre los científi-
cos sociales que buscan una nueva comprensión de la transformación,
que está teniendo lugar en las dos últimas décadas, de la economía y la
política, de la economía y la sociedad. Tal es la razón de esta publica-
ción póstuma. que intenta ofrecer sus principales conceptos y puntos
de vista.
El problema del <<lugar cambiante de la economía en la sociedad>>
era el centro de las preocupaciones de Polanyi, que siguió con agudeza
las variedades de este tema en toda la historia del hombre. Su método
era propio de un especialista en historia general, y, aunque se conside-
raba un pintor de brocha gorda, ha llevado a las grandes autoridades
de la disciplina a replantearse algunas preguntas básicas sobre la natura-
leza y la organización de la economía en las sociedades primitivas, anti-
guas y modernas, y hacer que todos volvamos a reconsiderar algunas
cuestiones.
La primera preocupación teórica de Polanyi fue la del propio signifi-
cado del término economía, y la confusión resultante de la mezcla de la
definición <<formal>> que daban los economistas (a partir de la, lógica de
la acción económica racional) con la noción más antigua y de sentido
común del término relativa a la producción de medios materiales subs-
tantivos
,
en el ámbito de la sociedad.
Esta no fue simplemente una preocupación semántica, sino que
tocaba el fondo del problema con el que se encontraban todos los
estudiosos que pretendían analizar la economía en cualquier lugar y
momento de la historia. Si uno partía de la teoría económica del libera-
lismo occidental, la cuestión de cuáles eran y dónde estaban las institu-
ciones económicas el <<lugar>> de la economía en la sociedad ponía
al investigador ante un enigma. Era como si la economía estuviera en
todas partes y en ninguna. En esencia. la teon'a económica pura se
refiere al hecho de economizar. un aspecto de la acción humana. Por
tanto identifica y, lógicamente, formaliza un tipo de conducta delibera-
da, pero ese aspecto económico de la acción humana no tiene un lugar
institucional. Como señaló Frank K.night en 1958, cuando se le pidió
que escribiera algo sobre los problemas económicos más importantes
que afrontaba Estados Unidos: <<... la pregunta no tiene una respuesta
concreta. La mayor parte de los problemas involucran la utilización de
ciertos medios, y por tanto se exige que se economice, que se evite el
44
mal uso o desperdicio de ellos y la futilidad. Por consiguiente, los pro-
blemas económicos no forman una clase aparte, y cualquier lista que se
hiciera de ellos seria en gran medida arbitraria >>2•
El enigma se les resuelve a los economistas con la cruda coinciden-
cia entre la conducta economizadora y el verdadero lugar institucional
de la economía en el Occidente moderno. La realidad empírica, que es
la que estudian los economistas en la tradición liberal occidental, es el
sistema de mercados, dinero y precios, que tiende a hacernos a todos
economizadores. Pero aquí hay peligros evidentes que acechan a todos
los científicos sociales interesados en la economía. Si se parte de la rea-
lidad empírica que estudian los economistas de la tradición liberal para
identificar la economía en todas las sociedades. entonces toda la activi-
dad económica real de cualquier sociedad tenderá a ser vista bajo la
imagen de mercado, y aquí volvemos de nuevo a traspasar el espejo.
Polanyi se esforzaba en señalar que el complejo institucional regido
por el mercado no identifica de la misma manera la economía en todas
las sociedades. Tanto si observamos las pruebas aportadas por la
antropología como las históricas, es evidente que el complejo competi-
tivo mercado-dinero-precio, tal como funciona en su contexto legal de
propiedad privada y libre contrato y en su contexto cultural <<economi-
zante>>, o bien ha estado ausente. o bien ha adoptado un papel subor-
dinado durante la mayor parte de la historia del hombre.
La solución básica que proponía Polanyi era volver a la noción de
economía como la esfera material de producción de medios, así como
examinar las diferentes estructuras institucionales en las que esa esfera
operaba en las diferentes sociedades. Y aquí, ciertamente, no hay nin-
gún enigma Todas las sociedades deben encontrar los medios materia-
les para su supervivencia, y esa actividad es clara y evidente en todas
partes, ya que ofrece pruebas <<substantivas>>. El proceso completo
estará organizado de diferente modo según las sociedades, funcionará
por diferentes motivos y utilizará diversos materiales y tecnologías,
pero siempre existirá, será observable y se podrá analizar como un
conjunto de actividades identificables dotadas de forma, unidad y esta-
bilidad, aunque no necesariamente constituyan un sistema económico
diferenciado.
La polémica entre formalistas y substantivistas ha hecho correr ríos
de tinta, especialmente desde la publicación del capítulo de Polanyi <<La
economía como proceso institucionalizado>> incluido en el libro
45
Comercio y mercado en los imperios antiguos en 1957. (Ese ensayo apa-
rece en esta obra considerablemente ampliado en los capítulos 2 y 3.)
George Dalton mantuvo vivo durante mucho tiempo el punto de vista
substantivista publicando repetidamente algunos de los escritos más
destacados de Polanyi y haciendo importantes aportaciones personales.
No merece la pena revisar aquí toda la polémica, pero hay cuestiones
que todavía permanecen oscuras y que considero importante aclarar.
Aunque no tengo la esperanza de resolver la controversia de una vez
por todas: el tiempo se encargará de ello.
En primer lugar; tras la polémica yace la vieja cuestión de la rele-
vancia y universalidad de la teoría económica formal. El debate se
remonta a la declaración de <<cajas vacías>> hecha por la escuela histó-
rica alemana. y ha continuado con los institucionalistas americanos así
como con muchos sociólogos, antropólogos e historiadores cuyo inte-
rés radicaba en las instituciones económicas y en la estructura social y
cultural de la actividad económica substantiva. Sin embargo, muchas
veces en la larga historia de la controversia sobre la relevancia empíri-
ca del análisis económico, la cuestión de la valídez formal o lógica de.-
la economía y su universalidad como teoría de la racionalidad econó-
mica se ha confundido con la cuestión de si es relevante para aplicarla
al ámbito de los problemas substantivos a los que se enfrentan los
diversos científicos sociales en el análisis de las instituciones económi-
cas, de su historia y de su interacción funcional con la sociedad. El
tema central de este debate no es la consistencia lógica del análisis
económico, ni tampoco la universalidad de la racionalidad económica
como un aspecto de la conducta humana en todo tipo de situaciones,
desde hacer el amor a luchar en la guerra. La cuestión es si, y hasta
qué punto, la disciplina de la economía formal y la cohorte de su arse-
nal analítico, ofrece un modelo de actividad económica que identifique
sin ambigüedades la gama de variables que interesan a los científicos
sociales cuando dirigen su atención a la econcinía en las diferentes
sociedades. En este debate no basta con demostrar que la elección y
la economízación son aspectos universales de la vida, o que el hombre
demuestra ser previsor y actúa racionalmente al dirigir sus asuntos. Si
la economía formal pretende ofrecernos un concepto general de la
economía en la sociedad, es necesario que la definición operativa de
<<economizar>> (la máxima adaptación de medios escasos para lograr
fines escalonados) ofrezca los principios de organízacjón universal de
46
las relaciones de los hombres en la producción y distribución de las
cosas materiales. que todos reconocen como el papel primordíal de la
economía en todas las sociedades. La esencía del argumento de
Polanyi es simplemente que estas condiciones no están presentes uni-
versalmente en esa esfera específica de actividad en todas las socieda-
des. Y si lo que nos interesa en una sociedad dada es la esfera mate-
rial del esfuerzo humano, entonces la teon'a de la organización y del
desarrollo de la economía deberá ser independiente de la economía
formal.
Para Polanyi, la escasez de medios no es la causa de que el orden
social y las reglas de uso, adquisición y disposición sean exigencias ine-
vitables del proceso económico, sino que lo son porque las personas
que producen, hacen circular y pasan de unas manos a otras objetos
apreciados. deben conocer, independientemente de la relativa escasez
o abundancia, las reglas de la autoridad, los derechos y obligaciones
con respecto al uso productivo y distributivo de personas y cosas, las
cadencias del trabajo, las medidas de tiempo, peso y espacio sin las
'
cuales el resultado seria el caos. Estos son problemas de la economía
substantiva en su dimensión social, cultural y física, que no pueden
entenderse en términos de la abstracción: economizar al usar medíos
escasos, o <<evitar el despilfarro>>.
Polanyi demuestra claramente en este libro que, en las socíedades
primitivas y arcaicas, las tecnologías predominantes, los acuerdos socia-
les y los sistemas de comunicación que ordenan e integran la vida eco-
nómica. no plantean situaciones en las que los elementos humanos y
naturales del proceso económico puedan ser considerados por los par-
ticipantes en ese proceso como medios generalizados o elementos
adaptables a una variedad de fines. Las relaciones de dar y tomar entre
las personas en cuanto a las cosas materiales en estas sociedades están
generalmente embutidas en una amplia red de compromisos sociales y
políticos que no permiten al individuo sacar la máxima ventaja <<econó-
mica>> de dichas relaciones. Incluso cuando los mercados. el dinero y
los precios aparecen en estas sociedades, Polanyi aclara que el tejido
social, cultural y político no crea el tipo de situación en la que se com-
paren los insumos con los productos para determinar la posición eco-
nómicamente óptima que alcanzaría un individuo, y mucho menos. la
economía como un todo.
En su ataque contra el sesgo reinante, Polanyí centró fundamental-
47
-
'
...
res y su lógica de funcionamiento. Nuestra sociedad. por ejemplo, es
un orden de intercambio porque el complejo mercado-precio-dinero
sigue siendo el modo primario que estructura las relaciones entre las
personas, y no sólo en la esfera económica substantiva, sino también
en la mayoría de las esferas particulares de actividad (tales como
deportes, ocio, arte, comunicaciones, transportes, finanzas, y servicios
personales) de esta sociedad. Y otras esferas (por ejemplo, educación,
religión, política, ejército) que en su mayoría no están directamente
estructuradas a partir de las relaciones de mercado, están profunda-
mente vinculadas e influidas por el modo de intercambio dominante
en el mercado.
La aspiración teórica máxima de Polanyi era crear una economía
substantiva sin mercado, que ofreciese una estructura conceptual gene-
ral <<para toda la gama de sociedades antiguas donde se ha descubierto
que prevalecen otros modelos de integración que no son el intercam-
a
bio>> 3. Nunca llegó lograr su aspiración, pero dejó una base firme-
mente sentada, y nos ofreció una estructura conceptual para ser desa-
rrollada que puede aplicarse a sociedades antiguas y modernas, como
evidentemente él pretendía.
Los objetivos académicos de Polanyi fueron serios y respetables, y
siguen motivando a los eruditos de muchos campos, pero el significado
profundo y el tema unificador de toda su obra está en la esfera de la
filosofía social y pol~ica. Diciéndolo de un modo más simple, su preo-
cupación fundamental era que el sistema de mercado occidental había
usurpado las funciones específicas y la integridad de la sociedad huma-
na, convirtiendo en supremos los valores económicos y haciendo del
hombre y la naturaleza meros utensilios forraje para el <<molino satá-
nico>> del mercado autor-regulador; como él mismo dijo en La gran
transformación. La fuerza motora que había detrás de su trabajo era la
convicción de que esto no había sido siempre así; que había sido posi-
ble producir y distribuir los medios de subsistencia del hombre mante-
niendo la integridad de la sociedad, y que- la historia anterior al merca-
do ofrecía muchas claves a la posibilidad de devolver el destino del
hombre a la variedad de instituciones sociales, pol~icas y culturales, de
la sociedad. Por ello desafió al axioma liberal de que la libertad y la jus-
ticia estaban ínextricablemente unidas al orden de mercado. Se enfren-
tó también al determinismo económico, uno de los axiomas básicos de
la otra ortodoxia del siglo x1x, el marxismo.
52
Aún queda mucho por hacer. La obra de Polanyi que se presenta aquí no es
más que un esbozo de la gran tarea que él emprendió. Espero que este libro
sirva para dar una visión más completa. amplia y consistente de su sistema con-
ceptual. y de su papel como historiador económico. Como él, espero también
que aporte algunas ideas importantes sobre los problemas de nuestro tiempo,
problemas que siguen siendo candentes y que aún no se han resuelto desde su
muerte en 1964.
Notas
I Ver Kenneth Boulding, Economic Analysis (Nueva York, Harper and Brothers.
1941 ). pág. 3: y Melville Herskovíts, The Economic LJ(e of Primitive Peoples (Nueva York.
Alfred Knopf. 1940), pág. 29.
2 Frank H. Knight, <<On the Most lmportant Economic Problem>>. Problems of
United Seores Economic Development (Nueva York. Committee for Economic
Development. 1958). vol. I, pág. 273.
3 Ver más adelante.
53
Y es que los dioses han ocultado el sustento del
hombre.
Hesíodo, Los trabajos y /os días
54
.. · · · - · · · ~ - - - , - - -
Prólogo
tivas?
55
l. Teoría, historia y política
El uso del término <<económico>> parece estar maldito por las ambi-
güedades que presenta. La teoría económica le ha investido de una
connotación temporal que resulta ínútil fuera de los estrechos límites
de nuestras sociedades dominadas por el mercado. Términos como
oferta, demanda, precios, deberían reemplazarse por otros más
amplios, tales como recursos, requisitos y equivalencias. El historiador
podría entonces comparar las instituciones económicas de los díferen-
tes períodos y regiones sin correr el peligro de atribuir a los hechos la
forma mercantil de las cosas.
Una vez liberados de nociones engañosas, podremos enfrentarnos
a las realidades. En nuestras economías de mercado, el comercio y el
dinero parecen meras funciones del mercado, cosa que, hasta cierto
punto, es verdad; pero tal apariencia, si se generaliza, falsifica los hechos
del pasado. El comercio exterior y algunos usos del dinero son tan anti-
guos como la humanidad misma, mientras que los mercados formado-
res de precios son una innovación comparativamente reciente.
Esta idea particular puede parecer de alcance limitado, aunque lógi-
camente implica un replanteamiento de la escala temporal de la civiliza-
ción euroasiática. Después del descubrimiento del Código de Leyes de
Hammurabi en 1902, grabado en una estela de obsidiana, se dio por
sentado el carácter eminentemente comercial de la sociedad babilóni-
ca. El alto índíce de actividades mercantiles y el abundante uso del dine-
ro, tanto en forma de pago como de patrón de valor, se tomaron
como prueba de comercio y del florecimiento de los mercados. Los
orígenes de nuestra civilización comercial parecían retrotraernos enton-
ces a los mismísimos comienzos de la historia escrita, aunque el comer-
cio y los usos del dinero, como vimos, no implican necesariamente la
existencia de mercados y, como revelan los recientes descubrimientos
arqueológicos, en realidad no había rastro de lugares de mercado en
toda la zona. No será Babilonia, sino Atenas, la ciudad a la que se le
atribuirá en el futuro el t~ulo de ser la primera urbe que contó con un
mercado importante. Parece ya evidente que la historiografía del mer-
cado empieza a desviarse al menos un milenio en el tiempo y varios
grados de longitud en el espacio.
El punto de vista crucial resulta familiar en cuanto pasamos a anali-
zar los problemas humanos de los primeros milenios. Lo que a nuestra
56
generación parecen únicas y fatales encrucijadas libertad contra
burocracia, planificación contra métodos de mercado-- se reconocen
como variantes tópicas de situaciones humanas recurrentes. La econo-
mía totalmente planificada del Egipto helenístico creó el primer merca-
do <<mundial>> de granos en el Mediterráneo oriental. Armonizar la ini-
ciativa personal del comerciante con las directrices comerciales del
gobierno fue un fin perseguido por los gobernantes asirios en una
época tan temprana como los comienzos del segundo milenio antes de
Cristo. Y parece que tuvieron bastante éxito, a juzgar por los ingenio-
sos mecanismos mediante los cuales sus métodos de comercio colonial
salvaguardaban la libertad del comerciante individual. La llamada colonia
comercial de Capadocia, que nos viene ahora a la memoria, carecía de
mercados de precios y practicaba un tipo de negocios sin riesgo
mediante precios fijos, en el que el beneficio del comerciante se basaba
en los porcentajes de comisiones. Asimismo era sorprendente la forma
en que se respetaban las leyes y la libertad personal del negociante. De
manera similar se encontraron sistemas que reconciliaban la planifica-
ción económica con ,
las necesidades de mercado en comunidades tan
distintas como la Atica democrática
,
del siglo v a.C. o el reino negro de
Dahomey en el oeste de Africa, donde, unos dos mil años después, el
comercio exterior era aún dirigido por la organización comercial del
palacio real, mientras que la vida económica de las aldeas y los grupos
familiares descansaban sobre los mercados locales y la autonomía de
cada pueblo.
Aunque en términos del sustento nuestro mundo moderno puede
ser aún más joven de lo que pensamos, los grandes problemas de la
raza humana -libertad y centralización, iniciativa y planificación cier-
tamente conllevan una serie de rasgos más duraderos de lo que se
creía posible.
Notas
I
Este prólogo parte de dos versiones diferentes, una escrita en 1954. y la otra sin ff.:
fecha. pero evidentemente escrita después de 1957. (Nota del Editor.) !,.,.
,.,.
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57
Introducción
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esa misma razón, siguen siendo lamentablemente origen de una inade- ,.
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cuada comprensión de la naturaleza de la economía del hombre. l
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Si alguna observación personal interrumpe, de vez en cuando, el r,
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análisis frío de los hechos es porque el hístoriador no puede permane- ,.•·
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cer por más tiempo al margen de las necesidades de su tiempo. a pesar ..
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de que al responder a su llamada, puede que introduzca extrañas ten- .·..
siones en la estructura tradicional de una disciplina académica. Aun así, t•
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objetivamente, y el más elemental examen del presente revela algunos ';:
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de los factores permanentes en el próximo período de la historia. No ·.·
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obstante. el enfoque que se le ha dado a esta labor puede ser tachado ·.
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de personal. Hay poderosas razones subjetivas para creer que, incluso ·.
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·.
económica, debería ser capaz de descubrir una utilidad concreta en
este proceso secular. Así, por ejemplo. puede liberar nuestra mente
de nociones obsoletas, y, en tanto en cuanto pueda discernir correc-
tamente los males de la época, podría incluso aventurarse a ofrecer
una opinión sobre cómo juzgar los problemas de la polltica a largo
plazo.
Los hechos concretos de la situación en que nos encontramos son,
en realidad, vistos por muchas personas de la misma forma. Hace
aproximadamente una generación, se hizo evidente la caída del sistema
de la economía mundial. Después de la Primera Guerra Mundial, el
patrón oro internacional, los mercados mundiales de mercancías y
materias primas, y la distribución universal de los créditos e inversiones
se hundieron por los cambios, algunos repentinos, otros más graduales.
Al mismo tiempo, empezó a desintegrarse la organización polftica de
los pueblos del planeta. El equilíbrio de poderes que había evitado
guerras mayores durante un siglo dejó de funcionar. Surgieron y caye-
ron nuevas formas de gobierno díctatoriales. Se pusieron a prueba
nuevas formas de organización económica con un éxito variable. Tras
la Segunda Guerra Mundial. los continentes de Asia y África hicieron
más flexibles sus fronteras. Hubo un momento en que parecía inmi-
nente la Tercera Guerra Mundial. Sin embargo. a pesar de las diferen-
cias, las posibilidades de vida parece que superan a las de muerte.
Pero, cualquiera que sea el resultado final, se puede sacar con certeza
una conclusión: que es inevitable la necesidad de hacer más reajustes
en el marco institucional de la vida nacional e internacional. Esto puede
sonar a tópico, ya que la historia nunca permanece ínmóvil. En realidad,
dentro de este contexto significa preveer los cambios que afectan a los
aspectos vitales de nuestra existencia colectiva aunque, por muy posi-
ble que parezca ahora, no sucedan acontecimientos tan espectaculares
como los de la década que acabamos de pasar. La circunstancia crucial
que debe destacarse, y que se pasa por alto muy fácilmente, es preci-
samente que las fuerzas políticas e ideológicas en conflicto dentro de la
escena internacional, tendrán por necesidad que chocar destructiva-
mente, o armonizar constructivamente, o quizás ambas cosas. Pero es
tal la naturaleza institucional de estas fuerzas que, aunque no ocurra
nada dramático, tendrá que haber una importante adaptación hecha
paso a paso. De algo podemos estar seguros: que, sea lo que sea lo
que nos depara el futuro, es inevitable que haya un cambio creativo
60
mínimo en los rasgos permanentes de la esfera humana. La mera coe~
xistencia, si tiene que funcionar, necesita eso y más.
Más allá de los mecanismos institucionales que involucra la sola
coexistencia, es posible otro tipo de cambio no espectacular en el
mundo humano, pero más extenso que lo que la imaginación haya con-
cebido hasta ahora. La energía nuclear; una vez liberada, nunca dejará
de perseguimos. Esas preocupaciones constantes en las que tenemos
puesto nuestro ser pueden alterar su direccíón, cambiando desde su
eje económico actual a uno que, pudiéramos llamar, moral y político. El
progreso económico y el bienestar ya no serán los fines supremos del
hombre, sino que su lugar será ocupado por la paz y la libertad. El
temor. ese arquitecto del poder. está ya dando lugar a tendencias totali-
tarias de una magnitud hasta ahora desconocidas. Para mejor o para
peor. lo cierto es que la estructura misma del cambio está cambiando.
econom1co, esta por esa misma razon mal preparado para enfrentarse
a las necesidades económicas de esta época de cambios. Una sociedad
netamente de mercado como la nuestra, tiene que encontrar difícil, si
no imposible, apreciar equitativamente las limitaciones de la importan-
cia de lo económico. Debido a que las actividades diarias del hombre
han sido organizadas a través de mercados de varios tipos, basados en
motivos puramente de beneficio, determinados por actitudes competi-
tivas, y gobernados por una escala de valores utilitaria, la socíedad
humana se ha convertido en un organismo que está, en sus aspectos
esenciales, subordinado a los propósitos de lucro. Habiendo convertido
el hombre la ganancia económica en su fin absoluto, pierde la capaci-
dad de relativizarla mentalmente. Su imaginación queda encerrada en
los límites de la incapacidad. La misma palabra economía evoca en él, no
el cuadro de los medios de sustento del hombre y la tecnología que
ayuda a asegurarlos, sino una serie de fines concretos, de actitudes
peculiares y de propósitos totalmente específicos, a los que él está
acostumbrado a denominar económicos, aunque no sean más que
meros accesorios de la economía real, que deben su existencia a una
efímera interacción de características culturales. No son los rasgos
duraderos y permanentes de todas las economías las que le parecen
esenciales, sino los puramente contingentes y transitorios. Seguramente
verá dificultades que no existen si se miran de otro modo, y tropezará
62
con obstáculos fácilmente salvables, cuya misma existencia le resulta
desconocida. En su ignorancia, no puede entender ni las verdaderas
condiciones previas de supervivencia ni las formas menos evidentes de
conseguir lo posible. Esta obsoleta mentalidad de mercado es, a mi
parecer; el principal obstáculo para hacer un enfoque realista de los
problemas económicos de las futuras décadas.
Tal proposición tiene que parecer casi contradictoria. Puede dar la
impresión de que implica supervalorar la importancia de la economía
contra la cual desea advertir tan ostensiblemente. Sin embargo, de nin-
gún modo es así. Afirmar que los hábitos y costumbres de la sociedad
de mercado tienden a ir acompañados de un cierto tipo de razona-
miento económico, es enteramente compatible con el más absoluto
rechazo de la visión ilusoria del predominio eterno del factor económi-
co en los asuntos humanos. El siglo diecinueve, que universalizó el mer-
cado, experimentó el determinismo económico en su vida diaria y se
inclinó a presumir que tal determinismo era eterno y general. Su dog- ·.
'
...
. ·.
luar erróneamente el carácter general del desarrollo económico, tanto
la secuencia de los hechos, como los hechos en sí.
Notas
I
Creo que aquí se refiere a una carta que Adams escribió a Henry Osborne
Taylor el 17 de enero de 1905. En ella decía: <<..• no hará falta otro siglo para dar la
vuelta al pensamiento... Los explosivos llegarían entonces a la violencia cósmica. La
desintegración se convertiría en integración>>. Ver Harold Dean Cater, ed.• Henry Adams
and Hís Fríends (Nueva York. Houghton Miffiin, 1947), págs. 558-559.
72
El lugar de la economía en la sociedad.
73
A. Conceptos y teoría
75
1
.'
.'
1. La fa~acia económica
•
Los esfuerzos para llegar a una visión más real del problema general
planteado a nuestra generación por el sustento del hombre, se encuen-
tran desde el principio frente a un tremendo obstáculo: un arraigado
hábito de pensamiento propio de las condiciones de vida de ese típo
de economía que creó el siglo diecinueve en todas las sociedades
industrializadas, personificado en la mentalidad de mercado.
Nuestra tarea en este capítulo es indicar. de manera preliminar; las
falacias a las que ha dado lugar dicha mentalidad de mercado y, de
paso, exponer algunas de las razones por las que estas falacias han
influido de manera tan pe~udícial en el pensamiento de la gente.
En primer lugar definiremos la naturaleza de este anacronismo con-
ceptual; luego describiremos el desarrollo institucional a partir del cual
se originó y extendió su influencia a nuestra visión moral y filosófica.
Seguiremos la influencia de esta actitud mental en los campos organiza-
dos del conocimiento. tales como la teoría económica, la historia eco-
nómica. la antropología, la sociología, la psicología y la epistemología,
que forman el conjunto de las ciencias sociales.
Dicho estudio no debe dejar lugar a dudas sobre el impacto del
pensamiento económico en casi todos los aspectos de los problemas
que afrontamos, especialmente en cuanto al carácter de las institucio-
nes económicas, su política y principios, tal y como éstos se revelan
en las formas de organización de los medios de subsistencia en el
pasado.
Casi nunca es pertinente resumir la ilusión general de una época en
términos de error lógico; aunque. conceptualmente, la falacia económi-
ca, no puede describirse de otra manera. El error lógico fue algo
77
común e inofensivo: un fenómeno específico se consideró idéntico a
otro ya familiar. Es decir; el error estuvo en igualar la economía humana
general con su forma de mercado (un error que puede haber sido faci-
litado por la ambigüedad básica del término económico, al que volvere-
mos después). La falacia es evidente en sí misma: el aspecto físico de las
nec.esidades del hombre forma parte de la condición humana; ninguna
sociedad puede existir si no posee algún tipo substantivo de economía.
Por otra parte, el mecanismo oferta-demanda-precio (al que popular-
mente se denomina mercado), es una institución relativamente moder-
na con una estructura específica, que no resulta fácil de establecer ni de
mantener. Reducir la esfera del género económico, específicamente, a
los fenómenos del mercado es borrar de la escena la mayor parte de la
historia del hombre. Por otro lado, ampliar el concepto de mercado a
todos los fenómenos económicos es atribuir artificialmente a todas las
cuestiones económicas las caracten'sticas peculiares que acompañan al
fenómeno del mercado. Inevitablemente, esto pe~udica la claridad de
ideas.
Los pensadores realistas definieron en vano la diferencia entre eco-
nomía general y sus formas de mercado; el Zeitgeist económico no
tuvo en cuenta ni el tiempo ni las diferencias. Estos pensadores subra-
yaron el significado substantivo del término económico. Identificaron la
economía con la industria más que con los negocios; con la tecnología
más que con el ceremonialísmo; con los medios de producción más
que con los títulos de propiedad; con el capital productivo más que
con las finanzas; con los bienes de equipo más que con el capital; en
resumen, con la substancia económica más que con la terminología y la
forma de mercado. Pero las circunstancias pesaban más que la lógica, y
la poderosa fuerza de la historia actuó para fundir dos conceptos dispa-
res en uno solo.
l. La economía y el mercado
.···
t;>.·
inglesa, fue capaz de incluir salarios y renta en el grupo de <<precios>>,
atisbando por primera vez la visión de la riqueza de las naciones como
una integración de las diversas manifestaciones de un sistema subyacen-
te de mercado. Adam Smith se convirtió en el fundador de la econo-
mi'a política porque reconoció, aunque débilmente, la tendencia hacía la
interdependencia de estos diferentes tipos de precios en la medida en
que eran el resultado de mercados competitivos.
Aunque explicar la economía en términos de mercado fue original-
mente una forma de sentido común de relacionar nuevos conceptos
con nuevos hechos, puede que nos resulte difícil entender por qué se
tardó varias generaciones en darse cuenta de que lo que Quesnay y
Smith habían descubierto realmente era un campo de fenómenos
esencialmente independientes de la institución de mercado que se
manifestaba en esa época. Pero ni Quesnay ni Smith intentaron estable-
cer la economía como un ámbito de la existencia social que trasciende
el mercado. el dinero o los precios, y cuando lo hicieron, fracasaron en
el intento. Se inclinaron, no tanto hacia la universalidad de la economía
como hacia el carácter específico del mercado. En realidad. la tradicio-
nal unidad de los asuntos humanos que aún confor, naba su mentalidad,
les hizo contrarios a la idea de una esfera económica separada de la
sociedad, aunque ello no les impidió atribuir a la economía las caracte-
n'sticas del mercado. Adam Smith introdujo los métodos de negocio en
las cavernas del hombre prímitivo. proyectando su famosa propensión
al trueque, permuta e intercambio, hasta los jardines del Paraíso. El
enfoque que dio Quesnay a la economía no fue menos cataláctico. La
.' .
suya era la economía del produit net, una cantidad precisa en la contabi-
......i
lidad del terrateniente, pero un simple fantasma en el proceso entre el
hombre y la naturaleza, del cual la economía es un aspecto. El supuesto
excedente cuya creación él atribuía al suelo y a las fuerzas de la natura-
leza, no era más que una transferencia al <<Orden de la Naturaleza>> de
la disparidad que se espera que muestre el precio de venta contra el
de coste. La agricultura parecía ocupar el centro de la escena porque
e~aban en juego los ingresos de la clase dirigente feudal, pero después
la idea de excedente apareció siempre en los escritos de los economis-
tas _clásicos. El produit net fue el padre de la plusvalía de Marx y sus
derivados. Y así la economía se impregnó de una noción ajena al pro-
ceso total del cual forma parte, proceso que no conoce lo que es el
coste ni el beneficio y que no es una cadena de acciones productoras
80
de excedentes. Ni tampoco una serie de fuerzas fisiológicas y psicológi-
cas dirigidas por la necesidad de asegurarse un excedente para sí mis-
mas. Ni los lirios del campo. ni los pájaros que vuelan en el cielo, ni los
hombres en las praderas, en los campos o en la fábrica -cuidando el
ganado, recogiendo la cosecha, o poniendo piezas en ~na c.inta t~ans-
portadora- producen excedentes a partir de su propia existencia. El
trabajo, como el descanso y el ocio, es una fase en el curso indepen-
diente del hombre a su paso por la vida. El montaje de la idea de exce-
dente fue simplemente la proyección del modelo de mercado sobre un
1
aspecto más amplio de la existencia: la economía •
Si desde el principio la falaz identificación de los <<fenómenos econó-
micos>> con los <<fenómenos de mercado>> era comprensible, después se
convirtió en casi una necesidad práctica de la nueva sociedad y de la
forma de vida que nació con los dolores de la Revolución Industrial. El
mecanismo oferta-demanda-precio, cuya primera aparición dio origen al
concepto profético de <<ley económica>>, se convirtió rápidamente en
una de las fuerzas más poderosas que jamás haya penetrado en el pano-
rama humano. Al cabo de una generación -es decir. de 1815 a 1845, la
<<Paz de los Treinta Años>>, como la llamó Harriet Martíneau- el mer-
cado formador de precios que anteriormente sólo existía como modelo
en varios puertos comerciales y algunas bolsas, demostró su asombrosa
capacidad para organizar a los seres humanos como si fueran simples
cantidades de materias primas. y convertirlos, junto con la superficie de
la madre tierra, que ahora podía ser comercializada. en unidades indus-
triales bajo las órdenes de particulares especialmente interesados en
comprar y vender para obtener beneficios. En un periodo extremada-
mente breve, la ficción mercantil aplicada al trabajo y a la tierra, transfor-
mó la esencia misma de la sociedad humana. Esta era la identificación de
la economía y el mercado en la práctica. La esencial dependencia del
hombre de la naturaleza y de sus iguales en cuanto a los medios de
supervivencia se puso bajo el control de esa reciente creación institucio-
nal de poder superlativo, el mercado, que, se desarrolló de la noche a la
mañana a partir de un lento comienzo. Este artilugio instrtucional. que
llegó a ser la fuerza dominante de la economía descrita ahora con jus-
ticia como economía de mercado - , dio luego origen a otro desarrollo
aún más extremo, una sociedad entera embutida en el mecanismo de
su propia economía: la sociedad de mercado.
Desde esta posición no es difícil discernir que lo que aquí hemos
81
llamado falacía económica fue ante todo un error desde el punto de
vista teórico. En la práctica, la economía consistía fundamentalmente en
mercados, y el mercado envolvió a la sociedad.
Siguiendo esta posición deben'a quedar claro que la importancia de
la perspectiva económica reside precisamente en su capacidad de gene-
rar una unidad de motivaciones y valoraciones que llevaria a cabo en la
práctica lo preconizado como ideal, es decir, la identidad de mercado y
sociedad. Porque sólo sí se organiza un estilo de vida que cubra todos
los aspectos relevantes, incluyendo las imágenes sobre el hombre y la
naturaleza de la sociedad una filosofía de la vida diaria que compren-
da criterios de conducta razonables según el sentido común, una serie
de riesgos sensatos, y una moralidad práctica-, se nos ofrecerá ese
compendio de doctrinas prácticas y teóricas que por sí solas pueden
crear una sociedad o, lo que es lo mismo, transformar una sociedad
dada en el período de tiempo de una generación o dos. Y dicha trans-
formación, para mejor o para peor; fue la que hicieron los pioneros de
la economía. Es decir; la mentalidad mercantil contenía nada menos que
la semilla de una cultura completa con todas sus posibilidades y limi-
tacíones-, y la imagen del hombre y de una sociedad, transformada en
economía de mercado, surgió necesariamente de la estructura esencial
de una comunidad humana organizada a través del mercado.
Notas
IVer Harry W. Pearson. <<The Economy Has no Surplus: Critique of a Theory of
Development>>, en Comercio y mercado en los imperios antiguos, edrtado por K. Polanyi,
C. Arensberg, y H. Pearson. Labor (Glencoe, 111: Free Press and Falcon's Wing Press,
1957).
90
2. El doble significado del término
, .
econom1co
·.
'
'
'
l. Las definicíones formal y substantivo '
'
·.'
.·'
Todo intento de clarificar el lugar que ocupa la economía en la '
·:'.
sociedad, debe partir del hecho de que el término económico, usado .
generalmente para describir un tipo de actívidad humana, está com-
puesto por dos significados. Ambos tienen raíces distintas, y son inde-
pendientes el uno del otro. No es difícil identificarlos, aunque hay un
gran número de sinónimos para cada uno de ellos. El primer signíficado,
el for1-nal, surge del carácter lógico de la relación medios-fines. como
cuando usamos <<economizar>> (en su acepción de ahorrar) o económi- '
'
co (barato); de ahí procede la definición del término económico en tér- '
·.
elemental de que los seres humanos. como cualquier otro ser viviente, '
Por esta razón llamaré elementales a las dos vertientes que pue-
den distinguirse en la economía humana, la técnica y la economiza-
dora. Aunque en la economía actual estas dos vertientes, tal como
las presenté en las dos secciones anteriores, se dan por lo general
(cursivas mías) juntas, y en realidad casi (cursivas mías) nunca se
encuentran separadas. sin embargo proceden de fuentes esencial-
mente diferentes y mutuamente independientes (itálica de Menger). En
algunos campos de la activídad económica se dan ambas por separa-
do, y en algunos tipos de economía no inconcebibles cualquiera de
ellas puede aparecer regularmente sin la otra... Las dos vertientes a
las que puede derivar la economía humana no son mutuamente
dependientes sino que ambas son primarias y elementales. El hecho
de que concurran en la economía actual es el resultado de que los
factores causales que dan origen a cada una de ellas coinciden cosí (cursivas
mías) sin excepción 1•
..
....
.·
dos independientes, porque en cuanto nos alejemos de ese fin, mos-
trando la ambigüedad del concepto compuesto tan utilizado por los
académicos y los imitadores de sabios, éste resultará tan sólo una pan-
talla para la definición de escasez, mientras que el aspecto substantivo
de la economía, al cual queríamos enfocar nuestra atención, quedará
relegado al olvido.
Examinemos en primer lugar cuáles son las causas de que el mono-
polio semántico del término económico se reivindique para la definición
de escasez. A continuación desarrollaremos la definición substantiva.
Comenzaremos por formular una definición de escasez que sea lo más
amplía posible, aunque suficientemente articulada en su aplicación
como para que pueda someterse a una comprobación eficaz.
La norma implícita en el significado formal de económico, obtener
los mejores resultados de los propios medios, lógicamente se refiere a
situaciones en las que la elección está provocada por una insuficiencia
de medios, condición que con justicia se describe como situación de
escasez. Los términos elección, ,nsuficiencia y escasez deben examinarse
atentamente en su relación mutua, ya que los analistas económícos afir-
man que toman formas variadas. A veces se nos dice que en la econo-
mía hay actos de elección, otras veces que la elección implica insuficien-
cia de medios, y otras que la insuficiencia de medios implica elección: e
incluso otras veces que los medios insuficientes son medíos escasos,
e incluso que los medios escasos son los económicos.
Tales afirmaciones parecen establecer que el rango del significado
formal abarca todas las manifestaciones de la economía, que, como
quiera que esté instituida, sólo consistiría en medios escasos bajo con-
diciones que provocan actos de elección entre los usos alternativos de
medios insuficientes y. por consiguiente, se describiría en los términos
formales de la definición de escasez. Por tanto, cabría añadir; y con
razón, que la definición substantiva de económico es superflua, o al
menos de poca importancia, puesto que todas las economías imagina-
bles caerian bajo la definición de escasez. Sin embargo, estrictamente
hablando, ninguna de estas afirmaciones es válida.
Empecemos nuestro análisis por el término más general, la elec-
ción, que puede darse tanto si los medios son suficientes como si no.
La elección moral se rige por el deseo del agente de actuar correcta-
mente: la encrucijada entre el bien y el mal es el objeto de la ética.
Pero pongamos un ejemplo sencillo de elección: un hombre que viaja
97
por un camino llega al pie de una montaña de la cual parten dos sen-
deros, que llevan al mismo destino por diferentes rutas. Suponiendo
que ambos tengan la misma longitud, la misma dificultad y la misma
pendiente, el hombre estará obligado a elegir uno de los dos senderos,
o bien tendrá que renunciar a su destino. Ni bajo el aspecto moral ni
bajo el práctico, hay en este caso insuficiencia de medios. En realidad, la
variedad de medios puede hacer más difícil la elección, que, aun así,
sigue siendo necesaria. Muchas veces elegir es una actividad odiosa,
incluso dolorosa, pero se debe tanto a la abundancia como a la escasez
de medios.
La elección, entonces. no implica necesariamente insuficiencia de
medios, ni esta última implica necesariamente elección o escasez.
Pongámonos en el último caso: para que su~a una situación de esca-
sez, no tiene que haber sólo medios insuficientes, sino que éstos debe-
rán obligar a elegir: Ahora bien. para elegir tienen que darse dos condi-
ciones adicionales: varios usos de los medios, puesto que si no no
habría qué elegir; y varios fines jerarquizados, o si no no habría razones
para elegir. Para que se dé una situación de escasez, entonces, deben
confluir varias condiciones, además de la insuficiencia de medios.
Pero aunque y esto es crucial- se cumplieran estas condicio-
nes, seguiría existiendo solamente una conexión accidental entre una
s1tuac1ón de escasez y la economía. Las reglas de elección, como
vimos. se aplican en todos los campos de las relaciones medios-fines.
objetivas y convencionales, reales o imaginarias. Los medios son sola-
mente instrumentos ya sea en virtud de sus cualidades naturales.
como el carbón para la calefacción, o en virtud de las reglas conven-
cionales. como los billetes de dólar para pagar deudas. Tampoco es
importante si los grados de preferencia con respecto a los fines se
basan en escalas tecnológicas, morales, científicas. supersticiosas, o
simplemente arbitrarias.
Por tanto, la tarea de obtener la mayor satisfacción a través del
uso racional de medios insuficientes, no está límitada a la economía
humana, ya que la tienen que aplicar por igual un general al disponer
sus tropas para la batalla, un jugador de ajedrez al sacrificar un peón,
un abogado al exponer sus pruebas para defender a un cliente. un
artista al medir sus resultados, un creyente al ofrecer sus rezos y bue-
nas obras para la salvación de su alma. o. para ajustarnos al tema, una
esposa ahorrativa al planificar las compras de la semana. Sean tropas,
98
peones, pruebas, efectos artísticos. actos píos, o compras semanales,
los medios insuficientes pueden emplearse de muy díversas maneras,
pero inevitablemente cuando se los utíliza para una cosa ya no se los
puede emplear para otra; del mismo modo, los que escogen tienen
presente más de un fin y necesitan emplear los medios para lograr el
fin que prefieren.
Los ejemplos se podrían multiplicar al infinito pero cuantos más
presentemos. más evidente se hace que las situaciones de escasez exis-
ten en un gran número de campos. y que el significado formal de lo
económico, de hecho, sólo implica una referencia accidental al significado
substantivo. El carácter material de la satisfacción de las necesidades se
da tanto si hay maxímización como sí no; y la maximización se da tanto
si medios y fines son materiales como si no.
En cuanto a las reglas de conducta, también tienen validez universal.
Son dos. La primera <<relacionar los medios con los fines>>, cubre la
gama total de acciones lógicas o racionales. La segunda resume la eco-
nomía formal, es decir, esa parte de la acción lógica o racional que se
preocupa de las situaciones de escasez. Dice así: <<distribuir los medios
escasos de tal forma que ningún fin de orden inferior tenga preferencia
sobre los fines de orden superior en la aplicación de los medios>>.
Hablando llanamente: <<no hacer el tonto>>. Sin embargo, ése es el con-
tenido estricto de la economía formal.
Las dos raíces del significado económíco forman dos mundos: el sig-
níficado formal no puede de nínguna manera sustituir al substantívo. Lo
económíco (barato) o economizar (ahorrar) se refiere a la eleccíón entre
usos alternativos de medios insuficientes. El significado substantívo, por
otra parte. no implica elección ni insuficiencia. los medios de sustento
del hombre pueden, o no, implicar la necesidad de elección. La cos-
tumbre y la tradición, por lo general, eliminan la opción. y si la hubiera.
ésta no tendría por qué estar provocada por los efectos !imitadores de
ninguna <<escasez>> de medios. Algunas de las condiciones naturales y
sociales más importantes de la vida, como la disponibilidad de aire y
agua o la entrega amorosa de una madre a su hijo. por lo general no
son tan limitantes. La convicción que actúa en un caso difiere de la del
otro, como la fuerza de la gravedad contrasta con el poder del silogis-
mo, porque en el primer caso rigen las leyes de la naturaleza. y en el
segundo las de la mente.
99
- .
IV Escasez e insuficiencia
...
·..
·....
.. ': .
. ·.. .
ciencias sociales deben volver al significado substantivo de económico.
La economía, entendida como el proceso institucionalizado de inter-
acción que sirve a la satisfacción de las necesidades materiales, forma
parte vital de toda sociedad humana. Sin una economía en este sentido,
ninguna sociedad existiría durante un período de tiempo largo.
La economía substantiva debe considerarse a dos niveles: al de la
interacción entre el hombre y su entorno y al de la institucionalización
de ese proceso. En realidad, los dos son inseparables; sin embargo, los
vamos a tratar por separado.
La interacción explica el resultado material en términos de supervi-
vencia. Puede desglosarse en dos tipos de cambio, de localización y de
apropiación, que pueden ir juntos o no. El primero consiste en un cam-
bio de lugar; el segundo en un cambio de <<manos>>.
En un movimiento de localización, como implica el término, las cosas
se desplazan en el espacio; en el movimiento de apropiación, cambia la
persona (o personas) que disponen de las cosas, los derechos para dis-
poner de ellas. El movimiento de localización comprende la producción
y el transporte; el de apropiación, las transacciones y sus disposiciones.
Los seres humanos juegan un papel fundamental: dedican sus esfuer-
zos al trabajo; se mueven ellos mismos y disponen de sus posesiones y
actividades en un proceso que en definitiva sirve al fin de su superviven-
cia. La producción representa quizás la más espectacular hazaña econó-
mica, es decir, el avance ordenado de todos los medios materiales hacia
la etapa de consumo de los medios de subsistencia. Juntos, los dos tipos
de movimiento completan el proceso de la economía.
Los movimientos de localización comprenden cacen'as, expedicio.:..
nes, incursiones, talar árboles, sacar agua. el sistema internacional de
..' navegación, los ferrocarriles y el transporte aéreo. Hay que recordar
que el transporte en épocas antiguas era más importante que la pro-
ducción misma. Ya se ha afirmado antes que la producción se puede
reducir a movimientos de localización de objetos, grandes y pequeños,
desde la mayor a la más diminuta partícula de materia. El crecimiento
del grano a partir de la semilla es un movimiento de materia en el
espacio, también lo es cómo crecen los rascacielos en un abrir y cerrar
de ojos. Sin embargo, como veremos, el carácter económico de la pro-
ducción se deriva del hecho de que el movimiento de localización invo-
lucra trabajo combinado de una manera específica con otros bienes.
De ello trataremos más adelante.
104
Max Weber 5 amplió el significado original de apropiación, es decir,
la adquisición legal de propiedad. para que incluyese las disposiciones
sobre cualquier posesión valiosa, ya fuese un objeto físico, un derecho,
prestigio, o la simple posibilidad de explotar situaciones ventajosas.
El cambio de apropiación puede ser un cambio de <<manos>>
(donde <<mano>> denota cualquier persona o grupo de personas capa-
ces de poseer), lo que implica obligatoriamente cambios en la esfera de
la propiedad que acompaña al proceso de interacción. Las cosas y las
personas pasan parcial o totalmente de una esfera de apropiación a
otra. La dirección y adminístración, la circulación de bienes, la distribu-
ción de ingresos, los impuestos y gravámenes pertenecen a la esfera de
la apropiación. Lo que se cambia de <<manos>> no tiene por qué ser un
objeto total, puede tratarse de un uso parcial.
Los movimientos de apropiación no difieren sólo en cuanto a lo
que se mueve, sino también al carácter de ese movimiento. Así, los
movimientos de transacción son bilaterales y tienen lugar entre
<<manos>>, mientras que los movimíentos de disposición son acciones
unilaterales de una <<mano>> a la que la costumbre o la ley asigna efec-
tos legales definidos. En el pasado, la distinción entre movimientos de
transacción y de disposición se relacionaba con el tipo de <<mano>> en
cuestión: a las personas o empresas privadas se las consideraba aptas
para hacer cambios de apropiación mediante transaccíones, mientras
que la <<mano>> pública se asociaba con las disposiciones. La distinción
tiende a ignorarse en nuestros días tanto por empresas como por
gobiernos, ya que el Estado compra y vende, y las corporaciones priva-
das administran y disponen.
La combinación de bienes parece un término poco adecuado para
describir esa parte de la interacción comúnmente llamada producción.
Sin embargo, es un hecho básico de la economía substantiva que las
cosas son útiles porque sirven a una necesidad, directa o indirectamen-
te, mediante sus diversas combinaciones. La distinción entre bienes de
un orden <<inferior>> o <<superior>> introducida por Carl Menger. está en
la raíz de la producción 6• Incluso en un estado de escasez general, no
es posible ningún tipo de producción en ausencia de bienes de un
orden <<superior>>, principalmente el trabajo. Por otro lado, si el <<traba-
jo>> está presente dará lugar a la producción, tanto si hay abundancia de
trabajo como si no, siempre que no haya bíenes de un orden <<inferion>
disponibles para satisfacer las necesidades. Por tanto es erróneo, como
105
ya se notaba en la obra póstuma de Menger; atribuir el fenómeno de id
producción a la escasez general de bienes: sino que, la producción nace
de la diferencia entre los bienes de orden <<inferior>> y los de orden
<<superior>> --un hecho tecnológico de la economía substantiva.
Consecuentemente, la preeminencia del trabajo como factor de pro-
ducción se debe a la circunstancia de que el trabajo es el agente más
general entre todos los bienes de orden <<superior>>.
En el ámbito interacciona!, por tanto. la economía comprende al
hombre como cosechero, plantador. transportista o artesano, y a la
naturaleza, unas veces silencioso obstáculo y otras, ayuda, así como su
interrelación en una secuencia de acontecimientos físicos, químicos,
fisiológicos, psicológicos y sociales que van desde la escala mínima a la
máxima. El proceso es empírico, y sus partes se pueden someter a defi-
niciones eficaces y a la observación directa.
Sin embargo. ese proceso no tiene existencia independiente. La
trama de la interacción puede dividirse, cruzarse, formar una red: pero,
tanto si la red de causa y efecto es simple o compleja, no puede arran-
carse del tejido ecológico, tecnológico y social que forma su historia, al
igual que el proceso de la vida no puede separarse del organismo animal.
Con el fin de lograr la variada coherencia de la economía actual. el
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..
proceso simple de interacción debe adquirir una serie mayor de pro-
piedades, sin las cuales la economía ni siquiera se podría decir que exis-
te. Si la supervivencia material del hombre fuera el resultado de una
fugaz cadena de causas -sin lugar. tiempo o espacio definido (es decir.
sin unidad ni estabilidad), sin puntos de referencia (es decir, sin estruc-
tura), sin modos de acción definidos en cuanto al todo ( es decir, sin
función). sin influencias de las metas sociales (es decir, sin relevancia
política) , jamás se hubiera alcanzado la dignidad e importancia de la
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economía humana. Las propiedades de unidad y estabilidad, estructura
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y función, historia y polftica, confluyen en la economía a través de su
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...... investidura institucional.
He aquí las bases para definir el concepto de economía humana
como un proceso institucionalizado de interacción, cuya función es
ofrecer los medios materiales a la sociedad.
106
Notas
' Carl Menger, Grundscitze der Volksvvirtscha~slehre. ed. Karl Menger, Viena. 1923.
pág. 77,
;. Lionel Robbins. An Esssay on the Nature and Signíficance o( Economic Science,
2." edición. Londres. Macmillan and Co.• 1935.
3 Carl Menger. Principres of Economícs. traducción y edición de James Dingwall y
Bert F. Hoselitz. con introducción de Frank H. Knight (Glencoe. 111: The Free Press.
1950). Cf Karl Polanyi. <<Carl Menger's two meanings of "economic">>, en Studíes in
Economic Anthropology. ed. G. Dalton (Washington. D.C.: American Anthropological
Association. 197 1).
" Cf. M. l. Finley. «Aristolle and Economic Analysis>>. Post and Present.. núm. 47,
mayo 1970. págs. 3-25.
s Max Weber. Wirtscha~ und Gesellschaft (Tubinga. 1922), capítulo 1, apartado I O.
pág. 73 ff.; The Theory of Social and Economic Organ,zation, traducción de A. M.
Henderson y T alcott Parsons. ed. T alcott Parsons (Nueva Yorl<: The Free Press. 1947).
pág. 139 ff.
6 Carl Menger, Pnnciples of Econom,cs, págs. 58-59.
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3. Formas de integración y estructuras de apoyo
l. Introducción
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11. Reciprocidad y símetría
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Volví~ndo a la reciprocidad, un grupo social que decidiera organizar
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entre sí como tales. Los miembros del grupo A, entablarían relaciones
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ayudados ellos mismos por los de la derecha en una cadena infinita de
reciprocidad sin que haya absolutamente ningún tipo de mutualidad
entre ellos.
El mejor sistema comprobado de reciprocidad lo describió
Malinowski en su monografia sobre los habitantes de las islas Trobriand.
Un hombre trobriandés tiene obligaciones
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con la familia de su
. herma-.
na, pero a él no le correspondera el esposo de su hermana, sino que, s1
está casado, lo hará el hermano de su propia esposa, miembro de una
tercera familia análogamente colocada. No sólo la agricultura de subsis-
tencia se basa en las relaciones recíprocas de los trobriandeses, sino
que los intercambios de <<pescado y patatas>> entre aldeas de la costa e
interiores, se realizan también sobre una base recíproca. El pescado
llega en un momento, el ñame en otro, pero los que realizan el inter-
cambio en este caso no son grupos familiares, sino aldeas enteras. El
kula, es con mucho la mayor institución de este tipo en las islas
Trobriand. También aquí se dan asociaciones para el intercambio, pero
los actos de intercambio se realizan en diferentes ocasiones, con tal
ceremonial que desaparece toda noción de equivalencia. Asimismo. el
comercio de objetos útiles no sólo está desligado del kula, sino que se
marca un profundo contraste entre éste y las transacciones kula. Sea
cual sea el origen del sentimiento de satisfacción que el hombre expe-
rimenta ante una reacción apropiada, las connotaciones de qué se con-
sidera apropiado difieren según la situación a la que se refieran .
Mientras que nuestro sentido de la justicia se expresa en términos de
premio y castigo, los movimientos recíprocos de bienes se expresan en
términos de donación y contradonación, con lo que se quiere decir,
básicamente, que la persona apropiada en la ocasión adecuada deberá
corresponder con el tipo de objeto correcto. La persona adecuada,
por supuesto. es la que se encuentra simétricamente situada. En reali-
dad. si no fuera por tal simetría. el complejo dar y tomar que involucra
un sistema de reciprocidad no podría funcionar: La conducta apropiada
es a menudo la de equidad y consideración, o al menos una muestra
de ello, y no la actitud stricti juris de la ley antigua, como la insistencia
de Shylock en su libra de carne. Es muy difícil encontrar la conducta de
los regalos recíprocos acompañada de prácticas de regateo. Sea cual
sea la razón de la elasticidad, que da preferencia a la equidad frente a la
estrechez. tiende a eliminar las manifestaciones de autointerés econó-
mico en las relaciones de reciprocidad .
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111. Redistribucíón y centralización
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atención en el papel de la tierra y el trabajo en la sociedad, los dos ele- .·,·
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ción de la tierra y el trabajo dentro de la economía mediante los lazos .·.·
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destino de la tierra y del trabajo que va ligado a ella. En los imperios ,.
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hidráulicos eran el Templo y el Palacio los que distribuían la tierra, y el ' .
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trabajo, al menos en su forma dependiente. El surgimiento moderno ··.
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del mercado como fuerza rectora de la economía se puede trazar ·.;
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desde el momento en que la tierra y los alimentos se movilizaron )..
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podía adquirirse en el mercado. Esto puede ayudar a explicar la perti- ::.:·
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nencia de la, por otra parte insostenible, clasificación de los sistemas
económicos en esclavitud, servidumbre y trabajo asalariado, tradicional
en el marxismo, clasificación que surge de la convicción de que el
carácter de la economía lo define la posición del trabajo. Sín embargo,
es evidente que la integración de la tierra dentro de la economía debe-
ría considerarse una cuestión de no menor importancia.
Notas
118
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4. La economía incrustada en la sociedad
l. Introducción
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Para Maine y Toennies la connotación emocional de status o comu- '
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nidad. por un lado, y de contrato o sociedad, por otro, era muy dife· ·..
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rente. Maine consideraba la situación precontractual de la humanidad .·
característica de edades oscuras del tribalismo, y la introducción del
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contrato una liberación de la sumisión del individuo a la tribu. Por el '
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inaplicable, parece fuera de lugar. Entre los mismos trobriandeses. la
distribución se realizaba mediante regalos y sus correspondientes com-
pensaciones.
Como conclusión general se puede afirmar que la producción y
distribución de bienes materiales estaba incrustada en las relaciones
sociales de típo no económico de tal forma que ni existía un sistema
económico institucionalmente separado ni una red de instituciones
económicas. Ni el trabajo. ni la disponibilidad de objetos ni su distribu-
ción, se llevaban a cabo por motivos económicos, es decir; ni por deseo
de ganancia, ni por temor a pasar hambre individual. Si damos por
supuesto que sistema económíco significa el conjunto de rasgos conduc-
tuales originados en los móviles individuales de hambre y ganancia,
tenemos que concluir que no existía ningún tipo de sistema económi-
co. Sin embargo, si tomamos el término sistema económico como
deberíamos, es decir; refiriéndose a los rasgos conductuales relativos a
la producción y distribución de bienes materiales -el único significado
relevante para la historia económica-, entonces tendremos que decir
que existía, aunque institucionalmente no formara un sistema aislado.
En efecto, era simplemente el resultado del funcionamiento de otras
1 • • ,
1nst1tuc1ones no economicas.
Podremos comprender más fácilmente tal tipo de asuntos sí nos
concentramos en el papel de la organización social básica para canalizar
los motivos individuales. Al estudiar el sistema de parentesco de los
banaro de Nueva Guinea, Richard Thurnwald descubrió un complicado
sistema de intercambio matrimonial. Al menos cuatro parejas debían
unirse en matrimonio simultáneamente y cada miembro tenía que
mantener una relación definida con otra persona del grupo recíproco.
Para que tal sistema funcionara era preciso que los grupos fuesen pre-
vios y que los clanes estuviesen divididos en varios subclanes. Con esta
intención la casa de los hombres (gobJjn-ha/1) estaba partida en dos
mitades; los hombres que se sentaban a la derecha (Bon) y los que se
sentaban a la izquierda (Tan) formaban subsecciones con el propósito
de hacer funcionar el sistema de intercambio matrimonial. Thumwald
escribió:
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. a
como diez dólares individuales con nombres distintos, sino como uni-
dades que se pueden sustituir unas por otras. Sin ese concepto cuanti-
tativo, la noción de economía apenas tendría sentido.
Es importante reconocer que tales conceptos cuantitativos no se
pueden aplicar a las sociedades primitivas. La economía trobríandesa,
por ejemplo, se organiza sobre una base continua de dar y recibir; por
tanto, no hay posibilidad de abrir balances o de utilizar el concepto de
fondos. Las múltiples <<transacciones>> no pueden clasificarse desde un
punto de vista económico, es decir, según cómo afectan a la satisfacción
de las necesidades materiales. Aunque el significado económico· de las
transacciones puede ser notable, no hay forma de evaluar su importan-
cia cuantitativamente.
Uno de los logros teóricos de Malinowski es haber demostrado
cuáles eran los factores básicos de la reciprocidad. En primer lugar;
clasificó los diferentes tipos de relaciones de <<dar y tomar>> partíendo
de los regalos altruístas (como diríamos nosotros) hasta llegar al true-
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que con fines comerciales (como también diríamos nosotros).
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·. Después clasificó las relaciones socíológícamente definidas en las que
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se daban las distintas relaciones de dar y recibir. Por último enumeró
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... . los diferentes tipos de regalos, pagos, y formas de transacciones rela-
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tivas a esas relaciones 3.
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."·. Malinowskí encontró que la categoría de <<regalos altruistas>> era
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ciada a una contraprestación. Por consiguiente, hasta los regalos evi-
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dentemente <<altruistas>> se traducen en contradonaciones por algún
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servicio prestado por el destinatario. Más aún, descubrió que <<los nati-
vos indudablemente no consideran los regalos altruistas como una
clase diferente, sino que todos tienen la misma naturaleza>> 4 . Es obvio
que tal actitud le impide a un individuo considerar que tales regalos
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pertenezcan a una esfera de actividad económica que sirva para man-
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tener o incrementar unos fondos.
En el grupo de transacciones en las que un presente debe devol-
verse con otro equivalente, Malinowski descubrió un hecho sorpren-
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dente. Según nuestros conceptos, esta categoría se parece al intercam-
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bio de equivalentes y debería ser prácticamente indistinguible del
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... ,. comercio, pero, ¡nada más lejos de la realidad! A menudo el mismo
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.:;', ·. objeto se intercambia una y otra vez entre los socios, eliminando así de
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¡/ 128
las transacciones cualquier sentido o significado económico. En realidad,
este sencillo mecanismo, la equivalencia, lejos de representar un paso
en la dirección de la racionalidad económica, se convierte en salvaguar-
da contra la intrusión de elementos utilítarios dentro de la transacción.
Si el propósito del intercambio es fortalecer las relaciones y los lazos
entre los participantes, éste no se cumpliría si los parientes consanguí-
neos regateasen los alimentos ofrecidos.
El trueque y el comercio entre los trobriandeses son fenómenos
diferentes a las donaciones. Así, vemos que en el intercambio ceremo-
nial de pescado y batatas prevalece un sentido de equivalencia mutua
por ambas partes, mientras que en el trueque de pescado por batatas
se regatea. Dicho trueque de artículos útiles se caracteriza por la
ausencia de formas ceremoniales y de socios especiales para el ínter-
cambío. En cuanto a los productos manufacturados, el trueque está
restringido a objetos nuevos. excluyéndose los artículos de segunda
mano que pueden tener un valor personal.
En general, en todas las formas de intercambio excepto en el true-
que, las cantidades y tipos de cosas que se dan y se reciben están espe-
cíficamente referidas al tipo de relación social involucrada, sea ésta la
familia, el clan, el subclán, la aldea, el distrito o la tribu. Cada una es dis-
tinta y separada tanto en la terminología como en el pensamiento del
nativo. Bajo tales condiciones. los conceptos globales de fondos, balan-
ces. pérdidas, ganancias, son obviamente inapllcables.
El resultado de todas estas características de las sociedades primiti-
vas es la imposibílidad de organizar la economía, ni siquiera como idea,
al margen de las relaciones sociales en las que se insertan sus elemen-
tos. Sin embargo, tampoco existe la necesidad de organizarla. puesto
que las relaciones sociales integradas en las instituciones no económicas
de la sociedad automáticamente se hacen cargo del sistema económí-
co. En la sociedad tribal el proceso económico está incrustado en las
relaciones de parentesco que formalizan las situaciones de las cuales
nacen las actividades económicas organizadas. Por tanto, la producción
y distribución de bienes. así como la organización de servicios producti-
vos, se encuentra instituida en términos de parentesco. Los diversos
grupos disponen de tierras para pescar, cazar. cultivar y otras para pas-
tar los animales. La acumulación de productos básícos forma parte de
las actividades conjuntas del grupo familiar: tanto si están enfrentados a
otro grupo como si lo hacen para celebrar alguna fiesta ceremonial. Los
129
bienes de prestigio circulan en virtud del status o de exigencias religio-
sas o militares. La apropiación parcial de las mismas unidades físicas de
tierra. árboles o madera por varios grupos de parientes fragmenta la
noción de propiedad. Las necesidades utilitarias dependen para su satis-
facción, no de la posesíón de cosas, sino de la petición de servicios.
Ante la ausencia de precios. los actos de intercambio carecen de los
rasgos operacionales esenciales para un enfoque cuantitativo; en su
lugar. se sustituyen por el impacto cualitativo y por el prestigio de las
<<cosas valiosas>>. Como resultado, la orientación práctica del hombre
se vería más obstaculizada que favorecida por el enfoque <<económico>>
en una forma de vida que tiene sus puntos de referencia fuera de la
esfera económíca.
La solidaridad de la tribu estaba así cimentada en una organización
de la economía que actuaba para neutralizar los efectos destructivos
del hambre y del deseo de ganancias, mientras que explotaba al máxi-
mo las fuerzas solidarias inherentes a un destino económico común.
Las relaciones sociales en las que la economía estaba incrustada prote-
gían la disposición de la tierra y la distribución del trabajo de los efectos
corrosivos de las emociones antagónicas. Así, la integración del hombre
con la naturaleza dentro de la economía dependía fundamentalmente
del funcionamiento de la organización básica de la sociedad, que se
ocupaba de las necesidades económicas del grupo.
Todo esto, por supuesto, implica solamente una conciencia subjeti-
va de la economía. El proceso objetivo, tal como se desarrolla en la
realidad, tiene lugar sin que intervenga ninguna conciencia conceptual
por parte de sus participantes. ya que la secuencia causal a la que
debemos la disponibilidad de los artículos de primera necesidad está
presente sin importar cómo los hombres conceptualizan su existencia.
las estaciones rigen las cosechas, con su dureza y su relajación; el
comercio de la guerra sigue tanto el ritmo de la preparación como la
solemnidad del retorno de los vencedores: todo tipo de objetos, sean
canoas o adornos, se producen y se consumen diariamente por diver-
sos grupos de gente; todos los días de la semana se prepara comida
en el hogar familiar. Y sin embargo, la unidad y coherencia de estas
actividades económicas puede escapársele a los actores. Las series de
hechos que acompañan a las interacciones entre el hombre y su
ambiente natural, tanto si se basan en el movimiento físico de objetos
o en cambios de apropiación, tendrán inevitablemente sus consecuen-
130
cias y se reflejarán en dependencias, una de las cuales es la economía.
y si por casualidad sobresale la economía. puede haber fuerzas en
contra para evitar que los movimientos institucionalizados formen un
conjunto coherente. En efecto, son dichas fuerzas c?ntrarias 1~ res-
ponsables de que no exista el concepto de econom1a en la sociedad
primitiva.
Notas
I Thumwald. <<Banaro Society».
2 /bíd.
3 Bronislaw Malinowski. Argonauts of che Western Pacíf,c (Nueva York. E. P.
Dutton. 1961 ). pág. 176 ff.
4 lbid.• pág. 178.
131
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Notas
I David Ricardo, The Princíples o( Political Economy and Taxation (Londres, J. M.
Dent & Sons Ltd., 191 l ). pág. 6.
2 Cf. Karl Polanyi, <<Ün the Comparative T reatment of Economic lnstítutions in
Antiquity with lllustrations from Athens, Mycenae. and Alalakh>>, en City lnvincible: A
Symposium on Urbanizatíon and Cultural Development in the Ancient Near East, edición de
C. H. Kraeling y R. M. Adams, Chicago (Uníversity of Chicago Press, 1960), págs. 333·340.
138
6. Equivalencias en las sociedades arcaicas
l. Equivalencias sustitutivas
..
.. ·.'
mediante liquidación se practicaba regularmente en el comercio metro-
politano y en Capadocia, lo que podría explicar el gran número de
comisíones por arbitraje que se pagaban para que el deudor aumentara
las arcas del demandante. Aunque no hay testimonios de ningún órga-
no ejecutivo, tampoco hay datos de un solo caso de líquidación en que
el demandante se quejara por no recibir del deudor la suma que le
debía 1•
Ni los métodos de comerciar sin riesgos ni las prácticas de liquida-
ciones de pago llevadas a cabo en esas economías sin mercado, son
comprensibles sín hacer referencia a las equivalencias sustitutivas valida-
das por la costumbre o la ley.
11. Raciones
..
....·..·
. ·.
dando lo uno y tomando lo otro, y así hacen con todos los
productos necesarios. La práctica de este tipo de trueque, no era
por tanto contrario a la naturaleza, ní era una forma de obtener
riquezas, ya que estaba instituido para restaurar y mantener la
autosuficiencia natural del hombre 6.
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sino solamente el uso. Se suponía que ninguna de las dos partes obte- ..
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Lo que más nos interesa es la referencia del dítennutu a la ganancia .·...··..•.
y al beneficio. El hecho mismo de usar la mano de obra, el uso de un "
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uso del dinero, todo ello contemplado en el ditennutu, demuestra que .......
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de las partes implicadas en todo intercambio voluntario, sino también .....
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la ganancia <<objetiva>> calculada por los métodos de contabilidad. La :•. .
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ganancia de ambas partes es legítima, puesto que es justa; y es justa
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porque es equivalente. ...·.
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Las implicaciones de esta forma de pensamiento arcaico tienen un .··'·..
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significado crucial para la comprensión del primer desarrollo de la insti- :
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tución del <<precio justo>>, precursor del actual precio. ..
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Las equivalencias entre las unidades de diferentes bienes tenían .··...
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como fin indicar las proporciones que resultaban de las condiciones ...
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existentes en esa sociedad y que contribuían a mantener esas condicio- .
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nes. La <<justicia>> expresada en la equivalencia es un reflejo de la <<recti- ..:.·'
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tud>> de esa sociedad. ¿Cómo podía ser de otro modo, cuando los .·:
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ingresos por status y el nivel de vida obtenido en esa sociedad se refle- .:··..
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jaba en las equivalencias? Por consiguiente, lo que solemos llamar :
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ganancia, beneficio, salarios, renta, u otros ingresos, debe incluirse en la ..
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equivalencia, si es que esos ingresos son necesarios para mantener los .··.
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valores y las relaciones sociales existentes. Éste era el fundamento del
<<precio justo>> postulado por los eruditos. lejos de ser la expresión de
una esperanza religiosa o de un pensamiento elevado ajeno a las <<reali-
.. ·
dades económicas>>, como solía creer la economía clásica ortodoxa, el
..
precio justo era una equivalencia, cuya cantidad real estaba determina-
....... da por la autoridad municipal o por las acciones de los gremios del
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mercado, pero que en cualquier caso se regía por los factores determi-
·.
nantes de la situación social concreta. Los comerciantes que se negaban
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a vender a un precio inferior que pondría en peligro las condiciones de
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sus colegas, y que igualmente se negaban a aceptar un precio que les
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.. asegurase un ingreso superior al aceptado por sus colegas, contribuye-
...
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·.. ron a crear el <<precio justo>> con la misma eficacia que la autoridad
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;. municipal, a la que se podía acudir para fijar directamente un precío
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...·.:· V. Equivalencias y mercados
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rasgo crucial de algunas de las economías antiguas. Ahora señalaremos
su posible incídencia en el desarrollo de la pauta de intercambio, espe-
. ,:
cialmente, nos referiremos a los mercados y al dínero.
El uso del dinero como medio de cambio -de momento sólo nos
interesa ese uso del dinero- es innecesario cuando las transacciones
pueden realizarse mediante las equivalencias. El uso del dinero como
patrón de valor, a menudo, es mucho más efectivo mediante el meca-
. .. ,.
·.: ...
nismo de la equívalencia. que permite sumar e igualar las ofertas
mutuas; la diferencia restante puede pagarse en metálico.
El efecto del uso corriente de equivalentes en el desarrollo de los
: .: .·. mercados es ambiguo. Dado que los equivalentes favorecerán merca-
. ....' .
. .. . dos de precios convenidos. su uso reforzaría las formas de comercio
administrado, con lo que se eliminaría por completo el mercado. La
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función del mercado moderno formador de precios, con fluctuacio-
'.. \: .. nes que responden a los movimientos de la oferta y la demanda,
podría, por supuesto, no haber surgido, ya que su función consiste
fundamentalmente en la formación de precios. Lo único que se puede
afirmar con seguridad es que el funcionamiento del comercio y el
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..' .... dinero en sociedades complejas que no poseían mercados, sería
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Notas .··
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I Karl Polanyi. <<Marketless T rading ín Hammurabi's Time>>. en Trade and Market in ::
,··
che Eorly Empires, ed. Karl Polanyi. C. M. Arensberg y H. W. Pearson (Glencoe. 111: Free '··•
......
Press and Falcon's Wing Press. 1957}, págs. 12-26. (Hay trad. esp.) ,::
..
2 Aristóteles, Política. Libro l. capítulo 9. ...
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3 Walter Schwenzner, Das gescha(tliche Leben in A/ten Babyloníen (Leipzig, J.C. '··
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Hinrichs. ! 9 16). ....:
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" The Dead Sea Scriptures, traducido y editado por Theodor H. Gaster (Garden ..
.:·.
Cíty, Nueva York. Ooubleday. 1956), pág. 83. .'
.....
.·
s Elias Bickermann. Die Makkabaer (Berlín. Schocken Verlag. 1935). ·......
'·'
6 Aristóteles. Político, Libro l. capítulo 9. (Traducción de Karl Polanyi.) .·.,
::;
7 Cf Richard Thurnwald. fconomics in Primitíve Communities (Nueva York, Oxford .··
·:,
University Press. 1932). pág. 252 ff.: Marcel Mauss. The Gi~. traducción de lan Cunnison ·..
..
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(Nueva York. W. W. Norton. 1967). pág. 8 ff. (Hay trad. esp.) ,..
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7. El papel económico de la justicia, la ley
y la libertad
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La tríada cataláctica: comercio, dinero ·.
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y mercados .' .
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Introducción ..·..
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l. Orígenes independientes del comercio, el dinero y los mercados .'
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Desde Aristóteles a Marx, la especialización económica, o la crecien- ..
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te división del trabajo, se identificó tradicionalmente con el desarTOllo ..
del comercio, el dinero y los mercados. Estas instituciones parecían ser ..'
.,
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distintos aspectos del proceso de crecimiento económico. El comercio ..
·.
155 '
institucionales, no por los de mercado. El problema al estudiar la anti-
güedad es la fluctuación de precios no su estabilldad. Todo lo anterior
nos exige que nos replanteemos cuál era la organización primitiva del
comercio, del personal, las características de los diversos tipos de mer-
cado, las técnicas convencionales del comercio a gran escala, la función
del corretaje en las primeras socíedades, los orígenes institucíona1es de
los usos del dinero, el papel cambiante de los pesos y medidas para
estabilizar los precios relativos, el papel jugado por el tesoro y los pro-
ductos básicos almacenados en el funcionamiento del sistema moneta-
rio bajo condiciones arcaicas. y otros temas referentes a las formas de la
vida económica primitiva.
·.
·.
Siria, cuando Babilonia aún no poseía mercados: y la coexistencia del ·.
emporio mediterráneo de Tiro con un interior palestino. en cuyas ciu-
dades. por lo general, no existían mercados.
cambio. las preguntas pertinentes son: ¿cómo funciona tal economía? ··..'.
..
¿cómo, por ejemplo, unos objetos pueden utilizarse como pago, otros ·,·.
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ca correlacionar dos series de fenómenos empíricos: por una parte, los
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datos del historiador sobre las pautas de integración, excluido el ínter- ·,
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cambío. que aparecen en las sociedades de status -reciprocidad, ·'
..
redistribución y la hacienda: y por otra, las distintas variantes de las ins- ·.
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tituciones del comercio, el dinero y el mercado, tal como aparecen en ..
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las sociedades de status.
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La esperanza de que los resultados obtenidos puedan también con- ..
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tribuir a un mayor conocimiento de las economías sin mercado, se .·'
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157 .·
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apoya en una consideración formal cuyo peso recae en un rasgo poco
apreciado de la economía tradicional no en cuanto a las proposiciones
de la teoria del sistema de mercado, sino en cuanto a sus vastos objeti-
vos. Lo que tan triunfalmente se ha hecho con la sociedad de mercado
queda por hacer analitica e históricamente, con las primeras socieda-
des, donde se ha descubierto que prevalecen pautas de integración dis-
tintas al intercambio.
158
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A. Personal
dar fiestas, ni levantar una mansión. Incluso los pocos metecos ricos
que había llevaban una vida de lo menos atractiva.
4. Pueblos comerciantes
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tiva Roma, y tras la caída de los tiranos en la antigua Grecia. En el impe-
rio hidráulico, el tamkarum gana el derecho de status. En el imperio
nómada de los mongoles. el comercio era exclusivamente pasivo; no
existía en absoluto la clase comerciante; como tampoco, en los prime-
ros
,
imperios nómadas de los bereberes y los primeros árabes de
A frica.
Los pueblos comercíantes difieren profundamente de todos éstos;
entre ellos, el comercio es una fuente de medios para la subsistencia
colectiva. Los pueblos comerciantes difieren entre sí en un aspecto
importante: los comerciantes auténtícos, como podríamos llamarlos,
dependen para su sustento exclusivamente del comercio en el cual,
directa o indirectamente, participa toda la población. Para los otros
-un grupo mucho más numeroso-· el comercio es solamente una de
las ocupaciones en las que participa una parte considerable de la
población de vez en cuando, cuando viajan fuera con sus mercancías
durante períodos de tiempo más o menos largos.
Ejemplos de auténticos comerciantes son los fenicios, los rodios, y
los vikingos occidentales, todos los cuales comerciaban por mar; los
beduinos, los tuareg del desierto. los vikingos orientales y los kede de
Níger; que seguían las rutas de los ríos. Entre los que comerciaban oca-
sionalmente
, están los hausa. los duala. los mandinga y otros pueblos de
Africa occidental; y los malayos. Además había pueblos disemínados,
como los armeníos y los judíos.
B. Bienes
D. Bilateralidad
Notas
I Una versión diferente de este capítulo, preparada por George Dalton, aparece
en Ancienr CiviJization and Trade. ed. J. Sabloff y C. C. Hamberg-Karlovsky
(Alburquerque. University of New Mexíco Press. 1975). capítulo 3. En este libro se
incluye un ensayo teórico de Dalton, <<Karl Polanyi's Analysis of Long Distance T rade
and His Wider Paradígm>>.
175
2
Boris Vladimirstov. The Life of Genghis Khan, trad. de D. s. Mirsk (B
N ue~a Yori<, Houghton, Mi ffiin. 19 3O). Y oston Y
.: M. Rostovtzeff, The Social ond Economic Hístory of the HeUenistíc World (Oxford
Clarendon Press, 194 1) , vol. 1, pág. 144 ff. '
1678;. Jean Babtiste Tavernier, The Six Voyoges o( Jean Bobtiste Tavemier (Londres,
5
Cf. Karl Polanyi, en c~laboración con Abraham Robstein. Dahomey and the Slove
Trod: (Seattle YLond~s, Un1vers1ty of Washington Press. 1966). págs. 146-154.
. Cf. Karl Polan~r, <<Ports of. T rade ín Early Societies», The joumal of Economic
H,story, 23. ( 1963), ~ags. 30-45: reimpreso en Primitive, Archaic, and Modern Economics:
Essays of Karl Polany,. ed. G. Dalton (Garden City, N. Y.. Doubleday, 1968). capítulo I o.
176
9. Objetos y usos del dinero
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cambio. Tal dinero sería en cierto modo como un lenguaje en el que los .:·:
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verbos estuviesen formados por un grupo de letras. los nombres por . '.:.
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otro, los adjetivos por un tercer grupo, y los adverbios por un cuarto. :r:
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Sin embargo. existe otro punto de contraste significativo en nuestra ·.·
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que todo lo que llevó a la formación de los sistemas de lenguaje y
escritura también salió originalmente de fuentes dispares.
Consideremos el papel jugado por los sonidos orales articulados en
usos tan distintos como las invocaciones mágicas o los gritos del caza-
dor imitando a los animales salvajes, o los ritmos <<contables>> practica-
dos por los niños en sus juegos. En tanto que se considera que dichos
sonidos han contríbuído a formar la materia prima del lenguaje, no
todos quedaron finalmente incorporados a él, y algunos lo han sido
solamente reduciendo su efectividad para la comunicación de ideas. De
manera muy parecida, algunos usos primitivos del dinero. como el
mágico u ornamental, han sido en gran medída excluidos de las formas
modernas de moneda, mientras que otros usos del dinero fueron
subordinados al uso dominante, es decir; al medio de cambio.
Así, el dinero moderno, empleando los símbolos del intercambio
para todos sus diferentes usos, aparece como un simil completo del
lenguaje y la escritura. Pero, en términos generales, la analogía también
existe para el dinero primitivo y arcaico, que difiere de su contraparte
modema sólo en el grado de unificación de los sistemas simbólicos.
A. Pago
C. Depósito de riqueza
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ren no consumir o destruir esos objetos en el presente, sino que apla- ·.
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zan esa acción para un momento futuro, o 2) prefieren las ventajas de .::
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la pura posesión, especialmente el poder; el prestigio y las influencias ::
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que se derivan de ella. La <<operación>> consiste en guardar; almacenar ..,.
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o conservar los objetos para su uso posterior o para que su poses1on, ...
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y preferiblemente su exhibición ostentosa, pueda redundar en el presti- ...
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gio del poseedor y de aquellos a los que pueda representar. .··
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D. Medio de cambio ....
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principalmente como medio de cambio no se apoya en la historia de ..
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los primeros usos del dinero. Pero no se trata simplemente de un pro- ,·
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blema de definición ni de que los obstáculos para su solución sean .·.
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puramente conceptuales, sino que la ínstitucionalización separada e ...
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independiente de los varios usos del dinero origina cuestiones de hecho ..
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relacionadas con el mecanismo y estructura de las sociedades primiti- ...·
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vas. como quedará de relieve en nuestro examen de los otros usos del ..
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la naturaleza de la obligación descargada. Las obligaciones pueden : ..
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seguir siendo esencialmente no económicas, tales como el pago de una
multa. de un tributo o un impuesto; hacer regalos y contrarregalos;
honrar a los dioses. a los antepasados o a los muertos. Sin embargo.
hay una diferencia significativa, ya que el receptor gana ahora lo que
pierde el pagador; la operación encaja precisamente en el concepto
legal de la obligación pendiente de pago. . .
Aun así, el principal efecto del pago puede que siga siendo como
era antes, es decir. la disminución del poder y el status del pagador. En
la sociedad arcaica la imposición de una multa desorbitante no significa-
ba tanto la bancarrota de una persona, como su ruina política. Durante
mucho tiempo el poder y el status predominaron de esta forma sobre ..
..
historia, fue una institución autosuficiente. Por el hecho de ser rico y
·'.
honorable. el rico recibía pagos, regalos y tributos sin necesidad de uti- ...·
lizar su poder para torturar y matar: Y su misma riqueza, utilizada como . ·..
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fondo de regalos. le procuraba el suficiente poder para actuar así. '
....
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..
Sin embargo, una vez establecido el dinero como medio de cambio ·.·.
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en la sociedad, se extiende la práctica de pagar mediante dinero. Con ...
·.
la introducción del sistema de mercado, nace un nuevo tipo de obliga- .:
..·
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ción como residuo legal de una transacción económica. El pago apare- ·..
.·
......
ce ahora como la contrapartida del beneficio obtenido en una transac- .·.
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ción. El dinero es ya un medio de pago porque es un medio de cambio. .,.·.
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Otro de los usos del dinero -la acumulación de ríqueza- tiene
..
parcialmente su origen en la necesidad de efectuar pagos. Como vimos. .
187 ..
el pago no es originaríamente un término económico, como tampoco
lo es la riqueza, que en las sociedades primitivas consistía básicamente
en tesoro. Al igual que el pago, es más una categon'a social que una
categoria de subsistencia cuya presencia en la riqueza (como en el
pago) se deriva de la frecuencia con que se acumula la riqueza (y se
hace el pago) en forma de ganado, esclavos, y bienes no perecederos
de consumo general. Sin embargo, la conexión con la subsistencia no
se debe sobrevalorar. puesto que los pagos se siguen haciendo general-
mente p~r razones no económicas, tanto en el caso de los ricos que
poseen riquezas atesoradas como en el de los súbditos que les llenan
su arcas con los pagos que les entregan. El que tiene riquezas puede
por tanto pagar sus multas, sus tributos e impuestos, ya sean por moti-
vos sociales, políticos o relígiosos. Los pagos que recibe de sus subordi-
nados, altos o bajos, mediante impuestos, rentas, o regalos, no se
deben a razones económicas, sino a cuestiones polfticas, como la grati-
tud por su protección y la admiración de una cualidad superior; o el
temor a la esclavitud y la muerte.
. Una vez más no queremos negar que, cuando se hace presente el
dinero como medio de cambio, éste se preste inmediatamente a la
acumulación de riqueza, sino que, como en el caso del pago, la condiM
cíón previa es la existencia de objetos cuantificados como medios de
cambio.
El dinero como patrón de valor parece más ligado al uso del dinero
com~ medio de cambio que al pago o al ·depósito de riquezas. El inter-
cambio es una de las dos fuentes de las que surge la necesidad de un
patrón de valor, la otra es la administración. La primera, implicaba el
trueque,, la últi~a. la acumulación. A primera vísta las dos tienen poco
en comun: la primera es un acto de intercambio individual, la segunda
un acto de la administración central. Ambas, por tanto, presentan un
fuerte contraste. Y sin embargo, ni el trueque ni la acumulación se pue-
den llevar a cabo efectivamente en ausencia de un patrón de valor O
d~ una unidad de cuenta. Sin la ayuda de la unidad de cuenta. por
eJemplo, ¿cómo podría intercambiarse un trozo de tierra por una
carreta, los arreos de un caballo, los mulos, los arreos de los mulos,
188
..r .•
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adecuado: incluso, cuando se <<atesora>> comida, es probable que ésta
pase de una mano a otra entre las partes. por muy absurdo que pueda
parecer desde el punto de vista de la subsistencia. Pero la comida rara
vez funciona como tesoro, ya que la buena comida (como los cerdos
recién matados) no se conserva, y la comída que se conserva (como
cebada o aceite) no es tan exquisita. Los metales preciosos, que casi
universalmente son valorados como tesoro, no pueden intercambiarse
con bienes de subsistencia puesto que, aparte de regiones excepcional-
mente auríferas como Lidia o la Costa de Oro africana. es indigno que
la gente común haga alarde del oro.
No obstante, el tesoro, como otras fuentes de poder; puede ser de
' ' ~ ~
gran 1mportanc1a econom,ca, puesto que los dioses, reyes y jefes pue-
den oblígar a sus súbditos a poner sus servicios a disposicíón del
donante, asegurándole así indirectamente las materias prímas, la comi-
da, y los servicios de trabajo a gran escala. En última ínstancia. esta
capacidad de disposición indirecta que comprende el importante poder
de los impuestos, surge de la gran influencia ejercída por el receptor
del tesoro sobre su tribu o su pueblo.
A. Los alcmeónidas
sin apenas poder mover las piernas, con la boca llena y su figura, abul-
tada por todas partes, no parecía humana Al verle. Creso estalló en
~na carcajada, y ~o s~lo le dejó irse con todo lo que ya había cogido,
sino que además ,e dio regalos de valor equivalentes.
Pero esto sería ignorar el papel jugado por Creso en el circuito del
oro, el honor y la seguridad. El dios de Delfos pagó a los alcmeónidas
193
por el contrato de construcción la enorme suma de 300 talentos, gran
parte de la cual procedía del tesoro de Creso. Alcmeón, sin duda,
había actuado como un honrado íntermediario entre Apolo y el rey de
Lidia. Sin embargo, Creso malinterpretó los desafortunados augurios
de la pitonisa si cruzaba el río Halis. Heródoto vio con sus propios ojos
los magníficos regalos de oro que Creso le había enviado; aún seguían
expuestos en los recintos del templo cuando él lo visitó. Pero. quien-
quiera fuera el responsable del error, la destrucción de Creso a manos
de Ciro el Persa no puso fin a las transacciones. El dios cumplió con sus
obligaciones. Ya estaba encendida la pira en la que Ciro había condena-
do a morir abrasado vivo a su prisionero Creso. cuando Apolo envió
una lluvia del cielo que apagó las llamas -recordando el <<genio y la
generosidad>> de Creso-. como reza la leyenda que inspiró la oda de
Píndaro a la pitonisa.
Así era como rotaba el tesoro entre unos pocos.
B. los pisistrótidas
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espartanos, validados por el intercambio de regalos. hicieron que estos :: ~
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últimos dudaran durante tanto tiempo en obedecer la orden del orácu- •
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lo de Delfos de hacer la guerra a los pisistrátidas. .. '
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podría ser que los deudores tenían diferentes status y que la plata no
se podía comprar con cebada. En la ciudad-estado de Alalakh, el cam-
pesino y el artesano parecen haber recibido pequeños préstamos,
mientras que los miembros de <<familia>> aspiraban a préstamos de una
cantidad y categoría superiores. El status real en Dahomey confería el
uso de figuras redondas más una, un privilegio que también parece
existió entre los grandes de Babilonia. Asimismo. el rey yoruba de Oyo
cargó al rey vencido de Dahomey con un tributo anual de 41 cajas con
41 mosquetes cada una. Al ascender al trono el rey de Dahomey
<<compraba>> simbóllcamente la tierra de su pueblo por la tradicional
suma de 201 cauris. Los préstamos hechos por el templo a los campe-
sinos de Alalakh alcanzaban un máximo de I O o 20 siclos, mientras que
a los nobles les podía prestar hasta 41, 51. o 61 siclos. Esta costumbre
del <<más uno>> tuvo una duración de varios milenios y se extendió
desde Alalakh hasta Abomey. Puede haber sido una de las muchas
curiosidades culturales de la estructura de las primeras sociedades, que
explica la maravillosa estabilidad de los índices de intercambio moneta-
rio. Una onza de oro costó en Dahomey 32.000 cuerdas de conchas
de cauri durante el tiempo del que tenemos registro. es decir, el tíem-
po de vida de la dinastía, más o menos tres siglos. Hoy en día, la intro-
ducción del dinero dentro de la economía está asociada con la tenden-
cia a la fluidez y la inestabilidad; en la sociedad arcaica, por el contrarío,
199
era una fuente de estabilidad que no necesitaba apoyarse en controles
burocráticos.
Aún siguen surgiendo instituciones de dinero insospechadas en
cualquier debate sobre el precio y el comercio, revelando aspectos
cada vez más novedosos de la formación de índices de dinero, los
beneficios incorporados, las unidades <<ídeales>> para unir los patrones
básicos con una variedad de monedas limitada, que cubrieran el vacío
que había entre las unidades regionales, sin cambios fundamentales e
inamovibles, y las monedas de comercio local. La mayor parte de estos
fenómenos permanecen forzosamente ínvisibles bajo la fórmula <<dine-
ro, un medio de cambio>>.
X. Resumen
.,...
. .. .
·:.:
una necesidad operativa. Incluso la carne obtenida en una simple cace-
ría no puede distribuirse sin algún tipo de medidas referentes a las dife-
rentes partes del cuerpo del animal que se va a descuartizar. indepen-
dientemente que el reparto sea estrictamente igualitario ( 1 a 1) o no
(por ejemplo, 3 a 1). Al mismo tiempo. los índices entre bienes de elite
mantienen automáticamente más alto el status si la circulación se ltmita
a intercambiar tales bienes (circulación de elite); el status de clase infe-
rior se mantiene también restringiendo el nivel de vida y límitando el
alimento a la burda comida y los pocos artículos básicos que puede
adquirir el dinero nativo (el dinero del pobre). El mismo mecanismo
puede servir para distribuir raciones de alimentos a los pobres en tiem-
pos de escasez. Aquí las equivalencias son una necesidad absoluta.
puesto que sin ellas sería imposible el uso del dinero como patrón. la
variada y minuciosa articulación de las instituciones de dinero ayuda así
a conseguir la integración y a estabilizar el privilegio del status sin el uso
de la fuerza: a garantizar provisiones en tiempos de escasez; y a exten-
der el alcance de los mecanismos técnicos que sustituyen la escritura.
Es esto una vez más lo que hace posible las finanzas de los productos
básicos. junto con los impuestos a gran escala. En las sociedades civiliza-
das, donde el dinero se convierte en un medio de cambio, la mayoría
de estos artefactos se vuelven obsoletos y caen en el olvido junto con
los múltiples dineros y las prácticas monetarias de las comunidades
arcaicas y primitivas.
Notas
I
Cf Karl Polanyi, «The Semantics of Money Uses>>. Explorations, octubre 1957:
aparecido tambíén en Primitive. Archaic. and Modern Economies. ed. G. Dalton (Garden
City. Nueva York. Doubleday. 1968) con un apéndice, «Notes on Primitive Money>>.
2 Karl Polanyi, en colaboración con Abraham Rotstein, Dahomey y el comercio de
esclavos (Seattle y Londres. University of Washington Press, 1966), págs. 41-4 3. 53 ff.
3 Raymond Firth, «Currency, Primitíve>>. Encyclopaedia Britannico. 14.ª edición.
1 3 Paul Bohannan. <<Sorne Principies of Exchange and lnvestment Among the Tiv>>,
American Anthropologist, 57 ( 1955), págs. 50-70. Ver también Paul y Laura Bohannan. Tiv
Economy (Evanston, Northwestem University Press. 1968).
203
I O. Elementos y orígenes del mercado
l. Introducción
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su comida en el mercado. No tenemos conocimiento de otras poleis 'f
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cada vez con más frecuencia, eran contratadas para empresas comer- ..
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Peloponeso, la auto equipada infantería hoplita, tradicionalmente enro- ..·
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de casa, empezó a convertirse en una fuerza expedícionaria, cuyos ..~
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mandos eran espartanos y atenienses, mientras que el grueso de la '·
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del ejército. La primera contribuyó enormemente al desarrollo del .·
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Ya hemos comentado la importancia cuantrtat1va del bot1n de gue-
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enriquecimiento durante la época clásica. A principios de este período, ·.
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Cimón pasó de la pobreza a la tremenda riqueza, que acu_muló en s~s ..
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Apenas se intercambíaban los artículos tomados como botín en el pe-
riodo clásico, excepto los esclavos: sin embargo, hubo un cambio sus-
tancial en el método de distribución. Los problemas administrativos
presentados por la preservación, transporte y distribución de los escla-
vos, el ganado y el tesoro. debieron de ser enormes: los riesgos de pér-
dida por huida o enfermedad, también; pero aún más apremiantes
debían de ser los problemas tácticos y estratégicos surgidos del trans-
porte y la preservación del botín. El crecimiento del comercio exterior
y de los elementos de mercado ofreció una alternativa al manejo direc-
to: se podía vender el botín y distribuir el dinero. El número de casos
que cita la historia de Tucídides en los que toda una población captura-
da se vendía como esclava, demuestra que éste era el método más
habitual de disponer de los prisioneros 2. Al parecer hubo una cierta
aversión por esta práctica hacia el final de la guerra del Peloponeso, y
en el 41 1 a.c. encontramos un ejemplo en el que sólo se captura a los
antiguos esclavos, dejando en libertad a la población libre 3. Desde
entonces hasta la batalla de Mantinea en el año 223 a.c .. parece que se
observaba casi siempre esta regla '\ La esclavización de una población
griega en tiempos de guerra era posible legalmente. La prohibición era
un asunto moral: esclavizar a un griego era una violación de las normas
de buen gusto. Cuando ocurría, por tanto, se tenía que explicar el
hecho de que la persona en cuestión era <<de una estirpe mezclada,
helénica y bárbara>> ~. A finales del siglo quinto, la decisión de vender o
no a los habitantes dependía del general 6.
Los relatos de Jenofonte ofrecen bastantes más detalles sobre las
técnicas de venta del botín que los de Tucídídes. Tucídides relata que
cuando los atenienses tomaron Hicara. una ciudad al norte de Sicilia.
transportaron a la población capturada a la ciudad de Catana, donde
estaba la principal flota ateniense. y vendieron allí a los esclavos por
120 talentos 7. Parece que el método preferido era el transporte de
esclavos u otros botines al emporio. Así, Jenofonte nos cuenta que
cuando su ejército alcanzó el emporio de Crisópolis junto a la boca del
Bósforo, <<se detuvieron siete días mientras arreglaban la venta de su
botín>> 8. Poco antes, se habían detenido diez días en la colonia sinópica
de Ceraso, en el Mar Negro, donde además de revisar y contar lastro-
pas para determinar el número de bajas, <<repartieron el dinero obteni-
do por la venta de los cautivos>> 9. Por el contexto de estos pasajes
parece muy probable que los esclavos fueran vendidos allí. El rey y
210
mercenario espartano Agesilao dio lugar a un escándalo cuando siguió
un procedimiento alternativo con el fin de enriquecer a sus amigos.
Tras haber obtenido un riquísimo botín durante una campaña en Frigia
en el 396 a.C., ordenó que se vendiera el botín al instante, informando
a sus amigos de que, inmediatamente después de la venta, tenía inten-
ción de marchar hacia la costa, donde el botín podria revenderse a un
precio sustancialmente mayor. Se dijo a los subastadores del ejército
que entregaran los bienes en depósito, anotando simplemente el nom-
bre del comprador. Así los amigos de Agesilao no tenían que pagar
hasta después de haber revendido los bienes en la costa. Mediante esta
técnica, cuenta Jenofonte, <<sus amigos recogieron una enorme cose-
cha>> 10• Hay indicios de que la subasta inmediata era un procedimiento
regular en el ejército espartano. La práctica constitucional espartana
exigía que cualquiera que tomara un botín en el campo lo entregara a
los vendedores oficiales del botín (laphyropolai) 11 • que registraban el
nombre de la persona. Que tal registro llevaba consigo un honor consi-
derable, queda manifiesto por el hecho de que algunos de los principa-
les aliados de Agesilao en Asia Menor. desertaron a causa del insulto
recibido cuando los funcionarios espartar)os les arrebataron su botín
con el fin de tener ellos el honor de entregar una valiosa cantidad a los
subastadores 12• El subastador debía vender bastante a menudo el botín
en el acto, tanto, a los mismos soldados como a los mercaderes que les
acompañaban. Este fue el procedímiento utilizado, por ejemplo, cuando
se pagó en especie al ejército de Jenofonte por sus antiguos servicios
con 600 cabezas de ganado, 4.000 ovejas y 120 esclavos 13 •
El crecimiento de la escala bélica, junto con el crecimiento del hábi-
to de mercado, llevaron a una minuciosa revisión de los métodos tradi-
cionales de suministros al ejército. A comienzos de la guerra del
Peloponeso,
,
los espartanos llevan consigo sus provisiones cuando inva-
den el Atica y se retiran cuando las han consumido: el procedimiento
se repite al año siguiente 14• Tal método. evidentemente, debe haber
sído insatisfactorio, y en la fatídica expedición siciliana encontramos a
los atenienses utilizando dos métodos: comprar comida en los merca-
dos que tenían los habitantes de las regiones que cruzaban; o comprar
a los mercaderes que acompañaban al ejército. El primero es el méto-
do preferido. pero no es completamente fiable, puesto que no se
puede garantizar que vaya a haber un mercado dentro de un territorio
neutral u hostil, sino que eso es asunto de complicadas negociaciones
211
diplomáticas. La negociación de mercados es una de las mayores res-
ponsabilidades de un comandante del ejército; la muestra más clara de
estos procedimientos la tenemos en la Anábasis de Jenofonte. Después
de la muerte de Ciro, los mercenarios griegos que le habían servido
deseaban volver; y el rey persa, al parecer. estaba deseando librar al país
de un grupo que sólo podía ocasionar trastornos, por lo que les procu-
ró un salvoconducto para que abandonaran el territorio.
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siempre en todas partes mercado de alimentos. Su peculiaridad en ..
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cuanto a situación, lugar. autoridad y mercancías queda demostrada ..'.·.
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con especial claridad: el mercado se pone dentro o fuera de las puer- ·.·..
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permite entrar o se le excluye del mercado; el mercado dura un tiem- ..•
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algunas de las características de los puertos comerciales de África ·...
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occidental, diseñados para ofrecer un mercado a los extranjeros, pero
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también para alejarlos del territorio de la ciudad tanto como fuera ·.·.
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media carga de camello a la ida, y otra medía a la vuelta. Si poseía más '.
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de seis camellos, no se le pagaba por su trabajo. Cuando poseyese más
de dieciocho camellos. se convertía en socio independiente que pagaba •
Notas
I
Cf Walter Nea/e, «The Market in Theory and History>>. en Trade and Market in
the Early Empires, ed. K. Polanyi. C. M. Arensberg y H. W. Pearson (Glencoe, 111, Free
Press and Falcon's Wing Press. 1957), capítulo 17.
2 T ucídides, La Gue"a del Peloponeso. I, SS: 1, 98; IV, 48; V, 116: V, 3 1: VI. 62:
VII, 85.
3 lb{d.. VII 1, 62.
4
Polibio, 11. 56-58.
5 Jenofonte. Helénica. 11, 1. (El suceso está fechado en el 405 a.C.)
6 lbíd., 1, 6.
7
T ucídides. La Guerra del Peloponeso, VI, 62.
8 Jenofonte, Anábasis, VI, 6.
9
/bíd., V, 3.
10
Jenofonte, Agesi/ao, 1, 18 ff.
11
Jenofonte, Constitución de los Lacedemonios, XII, 1 1.
12
Jenofonte, Helénica. IV, l.
224
13 Jenofonte, Anábasis, VII, 7.
14 Tucídides, lo Guerra del Peloponeso, 111, 1.
1929).
Jo Owen Lattimore, The Desert Road to Turkestan (Boston, Little Brown, 1929).
3 1 Jean Baptiste Tavemier, The Six Voyages of Jean Baptiste Tavem;er (Londres.
1678).
32 Heinrich Barth, Travels and Discoveries in North and Central Africa (Nueva York,
Harper and Brothers. 1859).
225
2. Comercio, mercados y dinero en
la antigua Grecia
227
Introducción
Tales pueden haber sido las fuerzas responsables de ese largo reflu-
jo de la vida griega sobre la que Hesíodo nos ha legado un canto fúne-
bre. La desarticulación de los lazos del clan, acelerada por las agitacio-
nes pohí:icas y militares, de nínguna manera liberó un flujo más amplio
de vida, hecho que a veces acompaña la transición de una organización
puramente tribal· al más completo feudalismo. Los vagos recuerdos de
un pasado glorioso y de una expansión cultural ultramarina pueden
haber creado, por el contrario. un sentimiento de desolación casi inso-
portable.
234
Siendo él mismo un campesino independiente. a Hesíodo le preo-
cupaban los problemas políticos y sociales del campesinado, especial-
mente ante la creciente inseguridad del sustento indivídual, los peligros
de las deudas y la consiguiente pérdida de tierra, todo ello en beneficio
de un vecino más afortunado. También hace siniestras alusiones a las
diferencias en los órdenes superiores de la sociedad, provocadas por la
acumulación de riquezas por parte de individuos aptos al margen de las
relaciones tribales. La aparición de un individualismo crudo, por muy
tradicional que fuera, era consecuencia del declive del orden tribal. El
campesino rico hace siervo al pobre, el ladrón principesco domina a
los jefes de la tribu. Las secciones filosóficas del poema tratan de los
problemas de conducta surgidos a raíz de este nuevo rasgo perturba-
dor de la vída.
Repetimos: la historia social de Grecia desde la Edad de Homero
hasta comienzos del siglo V a.C. es fundamentalmente la historia del
vecino de aldea y ciudadano que va reemplazando a la parentela. En
algún momento de esta transición el campesino tuvo que preguntarse
a sí mísmo: ¿quién es ahora mi amigo, quién mi enemigo?
lnvíta a tu amigo a un festín, pero deja solo a tu enemigo; e invi-
ta especialmente a quien viva cerca de ti, pues sí algo malo ocurre
en el lugar, los vecinos vienen sin ceñirse pero los parientes han de
ceñirse (342-345).
'
el nombre por el que suelen llamarte en tu casa, incluso tu padre y
tu madre y los demás, los ciudadanos y (os habitantes de por a/fí...
y dime el nombre de tu país, de tu pueblo y de tu ciudad...
(VIII, 550-555, subrayado de K. P.)
V La economía doméstica
... nada mejor puede obtener un hombre que una buena esposa. y
nada peor que una mala, una glotona que abrasa a su hombre sin
fuego. por muy fuerte que sea, y que le conduce a la más triste vejez
(702-705).
239
Un hombre no debe casarse hasta los treinta años; primero es
necesario que tenga los siervos y las herramientas apropiadas.
Antes que nada. procúrate una casa, una mujer, y un buey para el
arado -una esclava no una esposa, para que vaya tras los bueyes-
y tenerlo todo dispuesto en casa, para que no tengas que pedir a
nadie y éste te lo niegue... y así estés necesitado de... (405-408).
Y finalmente aconseja llevar tan sólo consigo una parte de las per-
tenencias, debido a los riesgos que se corren.
Notas
I
Éste es el primer caso en que se emplea emporio en el sentido de comercio.
H. Knorrínga, Emporos (Amsterdam, H. J. Paris. 1926). pág. 13.
242
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En esta escena se esconde un profundo significado para la com- ...
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riador más fiable de lo que se cree, sino también un escritor con inge- ..;··
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mercado. Y en realidad. de no haber sido por la incomparable disciplina :;.
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una debilidad moral. Puestas así las cosas. los que esperaban tal debili-
dad de los helenos y apoyaban en ella sus esperanzas de victoria que-
daron al final decepcionados.
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lugar donde se habla de política infructuosa. No ~abemos cuándo y ......
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dónde se empezó a emplear esa palabra para definir el lugar del mer- ::
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Se nos cuenta que Ciro actuó de acuerdo con este consejo:
Llamó a su presencia a un medo, de nombre Mazares. y le
encargó llevar a los lidios instrucciones según los términos del discur-
so de Creso.
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arrancó las vallas de sus campos, para que los extranjeros y los ciu- .
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dadanos necesrtados pudieran coger sin temor los frutos de la tierra. ...
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Y cada día daba una comida en su casa: sencilla, es verdad, pero sufi- ..
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ciente para muchos. A ella podían ir todos los pobres que quisieran, .·.
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y así recibían su sustento sín esfuerzo y les dejaba libres para dedi- ..•·
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carse a los asuntos públicos. Pero Aristóteles dice que no era a ..
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todos los atenienses. sino sólo a sus allegados, los laciados, a quienes •.
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Pero Cimón hacía más qu~ ofrecer su hospitalidad como alternativa .,
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a las tiendas de comidas de ambiente popular. Penetró en el terreno :·:
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dinero, y se acercaban a los pobres de meJor aspecto en el mercado, ,.,.'
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arrojándoles tranquilamente unas cuantas monedas a las manos • .,
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crático, miembro de la gran estirpe de Alcmeón. Pericles patrocinó la ·..
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humilde institución del mercado. Plutarco dice que a pesar de su ocu- ....
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mediante una nueva forma de organización de su hacienda. .·,
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Consistía en vender su producción anual en bloque, y luego
comprar en el mercado cada artículo, según lo fuera necesitando.
para la vida diaria. Por esta razón no era visto con agrado por sus
hijos cuando crecieron, ni vieron sus esposas en él un proveedor
liberal. sino que murmuraban porque gastaba sólo lo de cada día y
bajo las más estrictas restricciones, no dando lugar a ningún tipo de
abundancia de víveres, como solía ocurrir en las grandes casas y
bajo circunstancias más generosas, sino que todas las entradas y sali-
das diarias iban precedidas de cuenta y medida. Su agente para ase-
gurar esta gran exactitud era un humilde sirviente, Evangelus, que, o
bien había sido dotado por la naturaleza, o bien había sido entrena-
do por Pericles para aventajar a cualquiera en cuanto a economía
doméstica 11•
cha mentalidad feudal de los pequeños señores. Aún así, había dos '
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alternativas: las superposesiones de un monarca, aunque fuera favora- '.
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ble a los intereses del pueblo, como lo fueron la mayoría de los tiranos; ..·
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o una democracia en el sentido clásico del término. es decir; la adminis- ·.:
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según el cual se organizaba la distribución de alimentos. El monarca ·.
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-sea rey. déspota o tirano- necesitaba para su fin contar con una ·.
burocracia central, como en Egipto, o tenía que mantener intactas las ..'
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organizaciones tribales locales, como en Persia. En una demo_c~acia, ...
donde se esperaba que los ciudadanos llevaran a cabo la adm1n1stra- :.
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do, porque ¿cómo iban a poder los ciudadanos procurarse sus provi- ..
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con el mercado jugando un papel importante en la distribución de ali-
mentos, como en la Atenas clásica. En este último ejemplo, el lugar que
ocupaba el mercado fue crucial para la constitución política de la polis
democrática.
·.
planteó la cuestión de la siguiente manera: ·.
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En Grecia, las leyes están hechas por hombres. Si una ley ofende
a la conciencia de la mayoría, puede y debe cambiarse; pero mien- '
tras esté en vigor, todos están obligados a obedecerla. porque hay
algo divino en ella y en la idea misma de ley. Víolar una ley conlleva
·.
castigo, no sólo de los hombres, guardianes de la ley, sino también ..
de los dioses. Esta regla de la ley en la ciudad ---o ley creada por
todo el cuerpo de ciudadanos- es uno de los rasgos más caracte-
rísticos de la vida pública en Grecia 16•
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La disciplina comprendía no sólo la esfera politica y militar. sino
también la económica. Lejos de apoyarse en un inexistente mecanismo '
cultura privada 19 •
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... los ate~ienses solían repartirse entre ellos los ingresos procedentes
de las minas de plata de Laurio, pero él. él solo, se atrevió apresen-
t~i:5e ante el pueblo y decir que debería ponerse fin a esta reparti-
c1on para que con estos dineros se construyeran trirremes... 26.
'
auspicios la constitución se hizo aún más democrática>>. La redistribu-
'
ción por y a través de la polis estaba en la línea de la tradición de la ',
polis. Al contrastar el pago por los servicios en un jurado con las pródi-
gas liturgias de Cimón, Aristóteles quiere d~cir que la realiza~i?n de
servicios públicos por el pueblo no era mas que una extens,on del
principio de la liturgia aplicado a las masas. La realización voluntaria de
los deberes era la liturgia del pobre 36•
De aquí que, hasta cierto punto, Pericles fue el que llevó a efecto
las ideas de Arístides. Sin embargo, habían pasado ya veinte años debi-
do a la reacción olígarca que siguió a las Guerras Médicas. Aunque la
37
expansión naval favoreció el poder democrático, el Areópago había
recuperado gran parte de su anterior influencia por el prestigio que ',
había ganado durante las guerras. Cuando la flota ateniense estaba a "
265
Para nuestra época, que no hace tanto tiempo estaba preocupada
por el problema de los <<trabajos sociales>>, vale la pena mencionar el
comentario de Plutarco sobre los logros alcanzados por este gran pro-
grama estatal.
VI. El kapélos
Todo esto nos hace ver que el ágora ateniense era en gran medida
un mercado al por menor para la venta de productos alímenticíos listos
para su consumo; y que el kapélos, cuya nunca aclarada figura se asen-
taba en el ágora, fue principalmenter un vendedor minorista de comida
preparada.
El <<semisynoecismo>> de Arístides, como lo llamó Wilamowitz-
Moellendorff. siguió a la evacuación forzosa de Atenas, cuya población
recurrió a los barcos y fue salvada del hambre por el milagro de
Salamina. Si la cruda cuestión del suministro de alimentos no estuviese
dotada para la conciencia pública de una intensidad dramática. la guerra
política entre Cimón y Pericles no se hubiera basado en algo tan trivial
como la venta de provisiones en el mercado. Sin embargo es en lo que
se basó. aunque apenas quedan pruebas directas de ese hecho tan fun-
damental para la comprensión de la polis y su economía. Tampoco
conocemos mucho sobre la figura central del ágora, el kapélos.
Para formarnos una idea debemos volver a Aristófanes, que en su
Azcaníenses llevó al escenario a un kapélos exagerado, inconfundible y
descomunal, aunque evita nombrarle para reforzar el efecto cómico.
Los Azcaníenses fue escrita y representada en la primera mitad de la
guerra del Peloponeso. en Atenas, la capital de la polis en guerra. La
estrategia de Pericles incluía la evacuación anual de la población del
267
campo para refugiarse en Atenas. Los habitantes marciales del munici-
pio de Arquerna, principal sufridor de los asaltos espartanos, pertene-
cían al partido de la guerra, mientras que el héroe de la comedia es un
ciudadano granjero, Diceópolís, que harto de la lucha. firma una tregua
privada con los espartanos y se dedica por completo a sus asuntos par-
ticulares. Es el ciudadano filósofo que resuelve el problema de la guerra
y la paz según le indica su sentido común. Es el zoon apolitikon, que
evita pronunciar la misma palabra polis, y cree que sí la usa no le traerá
más que desgracias. Normalmente, víviría de su terreno y sembraría la
tierra que le brindaría la feliz autosuficiencia, sin preocuparse jamás de
la ciudad y el mercado. Pero lleva seis años inmerso en la alta política,
desprovisto de su tranquilo hogar por las incursiones enemigas, y está
obligado a acudir; incluso para tener su propio aceite y su vinagre, al
mercado de la ciudad. al que una y otra vez tiene que corresponder.
Eso por no hablar del estúpido embargo que el gobierno ateniense
tenía sobre las importaciones de Megara, forzando así a nuestro héroe
a renunciar a los exquisitos bocados <<enemigos>> y a los placeres de la
mesa. Los cochinillos de Megara y las anguilas de las marismas beocias
,
ya no son mas que un recuerdo.
E~ esta burla p~lítico-filosófica, donde nada va bien, Diceópolis
contribuye por casualidad a aportarnos una buena información sobre el
ágora del siglo quinto, e incluso a un conocímeinto más concreto de la
naturaleza exacta del negocio de comidas preparadas llevado a cabo
por el kapélos. Por inclinación natural, Diceópolis censura el hábito de
~ercado, recordando los tiempos felices de su hogar rural cuando vivía
sin los acosos de la multitud y sin tener que preocuparse de la cocina.
Aunque la lógica de esta exuberante farsa, con su entramado de esce-
nas realistas y absurdas, le coloca a él mismo en el centro del mercado.
El t!empo es el presente, el año 426 a.C, el lugar es el Pnyx, antes de
~br1rse la asamblea. El tema político de la obra, es la paz, las pesadas e
inacabadas conversaciones para firmar la tregua, y la insensata polñ:ica
de los líderes, Pericles, Cleón, y todos los demás. Diceópolis inútilmen-
te se pronuncia en solitario para desacreditar las falsas promesas de los
<<traficantes de la guerra>>; el fraude de las negociaciones para pactar
con los aliados; los juegos de esas embajadas errantes durante más de
una década, evadiendo los rigores de la guerra en su propia tierra, mal-
gastando su ~iempo y el dinero del país en vanas misiones díplomáticas
en el extran1ero. Nuestro hombre, harto de estos engaños, firma una
268
tregua privada con el enemigo espartano al precio módico de ocho
dracmas; monta una campaña burlesca de negociaciones traicioneras;
trafica con las ofertas de paz del extranjero, a corto y a largo plazo; y
finalmente, establece una <<fuente constante de paz>> de la que dispensa
onzas y dracmas de ese precioso elixir a los que él considera dignos. Su
extravagante broma de exportar espías e informadores como materia
prima ateniense, envueltos en paja como la cerámica para evitar su
rotura: su negativa a vender las especialidades de su comercio privado
a los miembros del partido de la guerra; sus ruidosas fiestas domésti-
cas; su forma de entretenerse disfrazándose de pobre como los de las
tragedias de su oponente dramático, Eurípides. y mofarse con esta
indumentaria de las pomposas ropas de sus nobles vecinos: la abundan-
cia de dulces y viandas que prodiga en pacíficas meriendas, todo ello
sigue una secuencia fantástica. La representación principal, sin embargo,
es el papel del kapélos, cuyo mercado privado le ofrece todas las ben-
diciones de la paz, y al mismo tiempo le da el monopolio de la comida
preparada para la multitud, tan agradable como el placer y tan rentable
.
como un negocio.
En primer lugar le vemos montando su negocio privado.
'
Diceópolis: Estos son los límites de mi mercado. Todos los habi-
tantes del Peloponeso, Magaria. Beocia, tienen derecho a venir aquí
y comerciar, siempre que me vendan sus mercancías a mí y no a
Lamaco. Como inspectores de mercado designo a estos tres látigos
de cuero Lepreo, elegidos por sorteo. Avisados están ya todos los
informadores y los hombres de Fasis. Vienen a traerme el pilar sobre
el cual se inscribe el tratado y yo mismo lo erigiré en el centro del
56
mercado, que esté bi~n a la vista de todos •
. ~o se discuten aquí los pros y los contras del mercado como insti-
tuc1on. El a~tor no preco~iza los méritos del mercado como tal, expo-
n.e sus queJas sobre la dificultad de vender comida preparada para la
ciudad. Tampoco desaprueba en su obra las formas y costumbres de la
gen~e del ~e:c~do•. los dueños de los puestos, los taberneros y los
cocineros, 1nd1st1ngu1bles de la multitud de los puertos. En general, se
trata de una ob:a a favor del mercado, que presenta las privaciones
causadas a los ciudadanos por la orden de Pericles de rechazar a los
M~garo~ <<del mar y la tierra, del continente y de los emporios>>. Al
mismo ~1~mpo, el exuberante ingenio del poeta introduce un tono anti-
c~~pet1t1vo en el mercado privado de su héroe, con todas las contra-
d1cc1ones de ese. ~iro. Sin embargo pisamos tierra firme cuando llega-
mos.ª' d~talle tr1v1al, el coro alaba con entusiasmo la perfección de la
euda1,:non1?, de n~estro héroe. En realidad ha inventado para sí mismo
una srt~ac1on ?e incomparable felicidad. Obtiene beneficios en el mer-
cado sr~ tra~aJo; las grandes ofertas las adquiere sin esfuerzo; está libre
d~ ~sp1as e informadores, de la multitud ajetreada y de las molestias
pu?hcas; no sufre la presión de las ventas, no necesita ofertas para
satisfacer al consumidor.
270
En virtud de su tratado es abastecido con todas las mercancías
extranjeras para comerciar con ellas (diempolon), tanto para cocinar-
9
las en casa como para consumirlas tibias (chliara) ' •
Así comercia con las mercancías que llegan a él de todas partes. Pero
esto no es todo. El' se ocupa de vender comida cocinada, que a veces se
lleva el cliente para calentar en casa, y otras, y esto es esencial, la comida
ya está lista para comer. platos preparados, no muy calientes aunque rela-
tivamente templados, de pescados o aves, asados o a la plancha.
,
Esta es por tanto la única aproximación literaria que tenemos del
kapélos. El mismo término kapélos no era más que honorífico, y sus
connotaciones eran demasiado evidentes, por lo que, Aristófanes evitó
deliberadamente incrementar el efecto. Representar al campesino triste
de la guerra en la figura de un kapélos astuto, cuyo mercado privado le
da el perfil de un filósofo benigno y la dignidad de un mayorista, debió
de causar muchas risas. Sín embargo. este recurso de la verdadera
comedia puede explicar el hecho de que, en tiempos posteriores, el
papel de Diceópolis en estas escenas no se supo identificar.
El ágora era sobre todo un mercado de comida, cocinada, no muy
diferente de los mercados de la costa guineana en Africa, cuyos rasgos
característicos eran límites rígidos; regulaciones de quién puede y quién
no puede comerciar con quién: inspectores oficiales del mercado, así
como espías municipales; las mercancías sobre todo productos ali-
menticios , vendidas directamente por el campesino por dinero o a
cambio de algo. La altura alcanzada por la civilización ateniense no
debería impedirnos ver el carácter primitivo de la institución de merca-
do que un Pericles consideró digna de su apoyo personal.
Notas
I Heródoto. Las Guerras Persas, l. 153.
2 lbíd., 1, 94.
3 lbíd.. 1, 135.
4
(b{d.• l. 136.
s lbíd., l. 139.
6 Knorringa. Emporos (Amsterdam, H.J. Pan's, 1926), pág. 11.
271
7 Heródoto. Los Guerras Persas, 155-157.
8 Pseudo-Aristóteles. Oeconomica. 1, 6.
9 Puesto que Plutarco contradice expresamente a A ristóteles ( Constituc;ón de
Atenas, XXVII. 3) en este punto. podemos suponer que otras fuentes apoyaron la inter-
pretación de Plutarco.
10
Plutarco. Cimón. X. 1-3.
11
Plutarco. Pericles, XVI. 4-5.
12 Pseudo-Aristóteles. Oeconomica. l. 6, 2.
13 Aristóteles. Polttica, l. 2.
14 Kurt Riezler, Über Finanzen und Monopole im a/ten Griechenland (Puttkammer
Consejo podían ser elegidos dos veces. Aristóteles. Constitución de Atenas, LXII. 3.
25 Oración Fúnebre, en T ucídides. Lo Guerra del Peloponeso. 11. 40-41.
26 Plutarco, Temístocles. VI. 1.
27 Aristóteles, Constitución de Atenas, XXII.
ª
2 Heródoto, Las Guerras Persas, 144.
29 Aristóteles, Constitución de Atenas, XXIII, 3.
30 Plutarco. Temístocles, XIX, 2-4.
31 Aristóteles. Político, 11. 12.
32 Aristóteles, Constitución de Atenas, XXVII. J •
33 Pseudo-Jenofonte, Constitución de Atenas. l. 2.
34 Aristóteles. Constitución de Atenas. XXIV. Aristóteles describe aquí los resultados
de la adopción de la política de An'stides. puesto que el pago para algunos servicios que
él menciona. no fue adoptado el siglo quinto.
35 Aristóteles. Constitución de Atenas, XLIII. 1.
36 A comienzos del periodo clásico la liturgia era un codiciado derecho honorífico
asumido voluntariamente por los ricos; sólo más tarde se convirtió en semiobligatorio y
por eso. algunas veces, los ricos intentaban evitarlo.
37 El alto consejo de nobles, a diferencia de la Ecclesia, la asamblea de los hom-
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38 Aristóteles. Constitución de Atenas. XXIII. i
39 lbíd., XXV.
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40 Plutarco, Pericfes, IX, 2-3. '
41 Tucíd1des. La Guerra del Peloponeso, 11. 16.
42
Plutarco, Pene/es, XI, 4-5.
43 A.W. Gomme, The Population of Athens in the Fi~h and Fourth Centuries B. C.
273
13. Mercados locales y comercio exterior
l. Kapélos y emporos
del siglo cuarto. se les prohibía a los extranjeros vender en el mercado a '
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de los ciudadanos, parece evidente; conceder ese derecho a un extran- ....
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jero mediante el pago de un impuesto, era una restricción de ese dere- :·:.'.
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podían tener sus puestos en el mercado y puede que esta costumbre
variara, posiblemente, en función de las mercancías puestas a la venta.
La prostitución premarital lidia parece haber sido un anexo del hábito
de mercado. Aristófanes, ciertamente, nunca perdía la oportunidad
de echar en cara a Eurípides que su madre vendía verduras en el
mercado. El discurso de Demóstenes contra Eubulides estaría fuera
de lugar. a menos que en aquel momento
,
las mujeres tuvieran pues-
tos en el ágora comercial. En el Atíca del período clásico, bíen puede
decirse que el emporos era un hombre. mientras que el kapélos podía
ser hombre o mujer, dependiendo de las mercancías a vender o de
• •
otras c1rcunstanc1as.
Aunque. el kapélos
, fue en casi todas las épocas un ciudadano
comerciante, en el Atica no era, por esa razón, un comerciante por
status. Más que actuar por deber o por honor. buscaba simplemente
ganarse la vida con las ganancias obtenidas <<a costa del otro>> (ap'allé-
lón). Por consiguiente, la consideración en que se le tenía no podía ser
más baja. Por otro lado, durante el período clásico, el comerciante de
largas distancias casi nunca era ciudadano y nunca ciudadano
de alta posición, como había sido en los tiempos arcaicos del comer-
cio de los jefes. Por lo general. era extranjero, es decir. ciudadano de
otro estado, o residente extranjero. En general, el emporos era un
griego nacido en las islas, Magna Grecia, Asia Menor. o en alguna capi-
tal como Corinto; al mismo tiempo, sólo excepcionalmente su posi-
ción era inferior a la del comerciante por status en el país del cual era
ciudadano 11 •
El hecho de que, en el periodo clásico, la inmensa mayoría de los
emporoí fuesen griegos ha producido una enorme confusión y una mala
interpretación de la estructura del comercio griego. Aquí nos concierne
especialmente Atenas, que fue el gran centro comercial del mundo
griego en los siglos quinto y cuarto. Sin embargo, aunque esto fue así
-y aunque El Pireo fue el gran emporio del mundo griego , rara vez
encontramos un ciudadano dedicado activamente al comercio, excepto
para avalar préstamos para el comercio marítimo. Un estudio de los
discursos privados de Demóstenes revela que incluso la mayor parte
de estos pré_stamos eran concedidos por extranjeros o por metecos.
Que en el Atica los comerciantes eran extranjeros, y que, por otro
lado, los ciudadanos no eran, por lo genéral, comerciantes, se hace evi-
dente al analizar con claridad unas cuantas fuentes importantes. Entre
278
ellas destaca Vías y Recursos. un panfleto de mediados del siglo cuarto
que. al parecer. ha sido atribuido al víejo Jenofonte, y al que nos referi- '.
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remos próximamente. ..
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11. Metecos y extranjeros .'..
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Los dos tipos principales de comerciantes. como sugerimos. eran el ·,::
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extranjero y el meteco. Este último, el extranjero residente, fue uno de :: .
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los resultados de las casi constantes guerras entre, y dentro de, las ciu- .·:
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tan íntimamente unidas estas dos formas de lucha, y durante tanto .:·.,·
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tiempo, como las que hubo entre las ciudades griegas. Las luchas de '.
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partido dentro de los estados griegos, así como las guerras habrtuales .: ...
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disensiones del período de Solón produjeron, montones de exiliados, '
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hombres que <<ya no hablaban la lengua del Atica, de tanto vagar por ...'
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metecos. parece evidente en la conclusión final de Jenofonte. según la :;,
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con el fin de atraerlos, <<todos los que no tenían ciudad codíciarian el :·:.
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derecho de establecerse en Atenas>> 13 • Podemos suponer que los
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dos principalmente a la importación de grano, y algunos de ellos a los ··.'
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préstamos, los bancos y los comerciantes, proviene de los discursos
forenses de Demóstenes 14• Casi todos los comerciantes que aparecen
en estos discursos son metecos o extranJeros, una multitud abigarrada
formada en su mayoría por gente trabajadora que viajan con sus pose-
siones y comercian con ellas. La meta de casi todos los comerciantes
marinos parece ser que es acumular una pequeña fortuna, lo suficiente
como para poder retirarse de la vida marina y dedicarse ellos mismos a
los préstamos 15• La pequeña escala de operaciones del comerciante
está índicada por su total dependencia de los préstamos. Un prestamis-
ta se jacta de que:
... aunque hoy estáis decidiendo sólo un caso, en realídad, estáis fijan-
do la ley para todo el puerto, y muchos de los que están dedicados
al comercio marítimo están aquí mirando para ver qué decidís sobre
esta cuestión 18•
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El demandante parece contrastar el grupo de comerciantes con el ·:,
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cuerpo ciudadano, pero insiste en que los intereses de los ciudadanos ....
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son en este caso idénticos a los de ese grupo. Parece contratado por ...:·:
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los grandes mercaderes. que también hacen préstamos a la masa de
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un sinfín de actividades para el buen funcionamiento de un gran puer- ..
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libertad otorgada a los esclavos y a la multitud de metecos en la recien- .
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autenticidad de esta obra porque consideraban su propósito indigno .:.
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de tan famoso autor. Pero si su atribución a Jenofonte por los antiguos :.<..
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fue errónea, suponemos que fue más bien por lo contrario, es decir, ::,'
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porque nada de lo que nos ha legado su pluma puede compararse con ::;
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Después de un breve elogio a los supuestos recursos naturales del
Atica, sugiere tres métodos fundamentales para incrementar los ingre-
sos de Atenas: atraer más metecos a El Pireo 22, atraer más comercian-
tes extranjeros 23, y tomar medidas para hacer las minas de plata más
rentables para Atenas 24. No hay nada que demuestre que el plan peca-
ba de algún defecto inherente que lo hiciera totalmente impracticable.
Después de discutir el casi seguro éxito de estas medidas, demuestra
que todas ellas dependían del mantenimiento de la paz. La guerra, por
otro lado, sólo sirve para agotar los recursos 25• Así, si se aceptaba su
sugerencia, <<todos los griegos nos verán con más afecto, viviremos más
seguros, y seremos más gloriosos>> 26•
Pero aquí sólo nos interesan algunas de las propuestas que hizo en
relación al comercio. Consideramos ahora las dos primeras. La primera
sería dar los pasos oportunos para facilitar el asentamiento de los
extranjeros.
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Para atraer a los extranjeros deberían eliminarse todas las desven- ·...
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tajas que sufren los metecos, a menos que esto supusiera una conside- :
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supuesto al correspondiente aumento del volumen de nuestras ..··.
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importaciones y exportaciones, de las ventas, las rentas y los dere- ..
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chos de aduana>> 29 . .,
debería formar un fondo para construir albergues para los marineros ·.·
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en los alrededores del puerto de El Pireo, y también otros para los ...
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mercaderes favorables al emporío, así como <<casas públicas para ....
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entretenimiento de todos los que vengan a la ciudad>> 32• Si además ...·
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de estas medidas se mantiene la paz, la prosperidad queda asegurada. ·.·.
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si el Estado está tranquilo, ¿qué clase de hombre no le prestará aten- .·:
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ción? Los marinos y mercaderes encabezarán la lista. Luego estarán .. ....
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los que tienen ríquezas en grano y vino, aceite y ganado; hombres .:
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con cerebro y dinero para invertir... Además. ¿dónde van a encontrar . .·.
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mejor fortuna los que quieren comprar o vender muchas cosas que ..
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en Atenas? 33• ,.
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283 ..
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En ninguna parte de este discurso hay el más mínimo indicio de
que los atenienses estuvieran involucrados en el comercio. Ni siquiera
se sugiere que los ingresos pudieran incrementarse mediante el aumen-
to de las actividades comerciales de sus ciudadanos. Todo lo contrario,
se debe convencer a los extranjeros para que visiten o se asienten en
Atenas. La visita o la permanencia de los extranjeros incrementaría los
ingresos mediante un impuesto del 2 % sobre importaciones, exporta-
ciones y los impuestos del puerto, mientras que se podrían obtener
ingresos adicionales alquilando las tabernas y casas públicas propiedad
del Estado. Los intereses de la exportación son inexistentes. El único
hincapié se hace sobre los ingresos derivados de las actividades de
compra y venta de los extranjeros en El Pireo: en la medida en que el
interés está en el comercio más que en los ingresos derivados de él, lo
que se discute es la importación de mercancías esenciales. Atraer a los
metecos tiene la ventaja adicional de los considerables ingresos deriva-
dos del impuesto de residencia.
Aparte de la ausencia total de cualquier sugerencia con respecto a
las actividades comerciales de los ciudadanos, no hay señal y esto es
lo más sorprendente de temor por los daños que pueda ocasionar la
competencia comercial con los comerciantes nativos. Considerando el
grado en que el Estado actuaba como garantía de la subsistencia de los
ciudadanos -las propuestas tenían como finalidad asegurar medios
alternativos para que el estado garantizara esta subsistencia-, es
inconcebible que el plan de Jenofonte pudiera haber perjudicado al
comercio ateniense. El comercio para Jenofonte significaba comercio
realizado por los extranjeros, del que Atenas se beneficiaba, directa-
mente, a través de la importación de una gran variedad de bienes. e,
indirectamente, a través de los ingresos derivados del comercio.
Para resumir: había distintos tipos de comerciantes, los dedicados
al comercio local y los dedicados al comercio exterior. Las dos formas
de comercio eran radicalmente distintas. El comercio local -y no
otro- era comercío mercantil. El comercio exterior era parcialmente
administrado, parcialmente un comercio de regalos: y los aislados ele-
mentos de mercado que aparecían en él tenían relativamente poca
importancia.
284
Notas
' Platón, República, 371 D.
2 H. Knomnga. Emporos, pág. 114.
3 lbíd.. passim.
( l 935). 320-36. Finkelstein matiza este juicio añadiendo, «El cuidado con que se con-
servó la distinción es otro asunto», (pág. 336).
6 Jenofonte. Memorabilia, 111, 7. 6.
7
Finkelstein, «Emporos,>, pág. 328. núm. 37 para Grecia. Para el mundo antiguo en
general. cf. Max Weber, General Economic History. trad. Frank H. Knight (Glencoe, 111.
The Free Press, 1950), capítulos 15-16.
9 Demóstenes. Discursos Privados. trad. A. T. Murray (Cambridge. Harvard
.
',
',
9
{bíd., 33-34.
1:) lbíd., 34.
11 Esta afirmación parece tener una excepción. los habitantes de Rodas. que al
demandado tenían que defenderse ellos mismos. Por consiguiente. se desarrolló la cos- ,'
tumbre de contratar a un orador para que preparara el discurso que luego memorizaba "
,'
....
el ínteresado. ' .
r:. Demóstenes. Discursos Privados, XXXIII. 4.
16
lbíd.. XXXIV, S 1.
17 Cf. capítulo 14.
13 lbíd.. 111. .
24
lbíd., IV. .•
',
25 /bid., V.
~ lbíd.. 111. S.
30 lbíd.. 111. 3.
) I lbíd.. 111, 4.
,
En su conjunto, Grecia carece de tierra cultivable, y el suelo del
Atica, en especial, es más apropiado para el cultívo de viñas y olivos.
Después de la crisis de Solón, en ningún momento volvió a cultivar
Atenas más que una fracción del grano que consumía, aun cuando éste,
en unión del pescado fresco y en salazón, constituía la base de su dieta.
Si tuviéramos que establecer un factor determinante en la política de
casi toda la Grecia continental, sin duda alguna sería su dependencia de
las importaciones de grano para su alimentación.
El pensamiento político y social griego pudo muy bíen haber refleja-
do esta circunstancia inalterable. A veces se tiene la tentación de afir-
mar que los griegos nunca desarrollaron el concepto de lo económico
porque en ningún momento el país pudo apoyar su suministro de ali-
mentos en el mercado. que es el verdadero tema de esa disciplina. En
su lugar se centraron en la teoría política, que, casi hasta nuestros días.
ha mantenido el protagonismo de la polis ática. Su constante necesidad
de encontrar un suministro de alimentos apropiado, convirtió el princi-
pio de autosuficiencia en el postulado básico de su existencia, y. por
tanto, de su teoría del Estado. La autarquía, para la mentalidad helénica,
se convirtió en el fundamento de la polis. En este punto Aristóteles
estaba de acuerdo con Platón; ambos compartían la convicción de que
la población ciudadana de la polis debía estar formada por granjeros. En
realidad, no se podía sacar otra conclusión de la historia de Atenas.
Todos los estudiosos de la antigüedad griega están de acuerdo en
esta extrema dependencia de las importaciones de grano. Rostovtzeff
ha demostrado que, todavía en el siglo tercero, esta insuficiencia era
tan fuerte que no había señal de rivalidad comercial entre los dos gran-
des productores de grano. Egipto y Crimea Gundy insiste en que
1
•
consumo anual per cápita de seis medimnos. por lo que, con esa pro-
ducción nacional se podía alimentar como mucho a 75.000 personas.
Con una población media de 200.000 a 300.000 habitantes, se necesi-
taría importar medio millón de medimnos, , o por lo menos dos o tres
veces la producción anual doméstica. Esta debió de ser insuficiente
incluso para alimentar, a la población agraria. Aún en el 170 a.C., cuan-
do la población del Atica probablemente era mucho menor que en la
era clásica. los embajadores atenienses en Roma manifestaron que
7
Atenas <<mantenía incluso a los granjeros con el grano importado>> .
Sin embargo. la dependencia de las importaciones de grano era
mayor de lo que muestran las dudosas estadísticas. Mientras que el
conjunto de la población necesitaba las importaciones para cubrir una
gran parte de su alimentación, los ciudadanos dependían de ellas casi
por completo. Nuestras cifras se referían al total de trigo y cebada.
289
Pero la cebada era considerada útil sólo para los esclavos y metecos:
un ciudadano sólo comía cebada si era muy pobre o si se estaba
muriendo de hambre. Arístófanes, mofándose de la dístribución demo-
crática del grano, recuerda a su audiencia que la asignación de cinco
medimnos en el 424 a.C. no era más que pura cebada 8. Un orador en
el Deipnosoffsta dice: <<No nos interesa la cebada... puesto que la ciudad
está rebosante de pan de trigo>> 9 . Mientras el trigo era considerado el
alimento básico del ciudadano, no constítuía más que una décima parte
de la producción nacional -suficiente
,
quizás para alimentar a 8.000 o
9.000 ciudadanos. Para el Atica las importaciones se referían general-
mente a las de trígo. Una buena parte de los esclavos se alimentaba
con la producción doméstica de cebada; los ciudadanos dependían
enteramente de las importaciones 10• Según Naum Jasny. el trigo
<<dominaba el comercio internacíonal de grano de la era clásica casi
hasta la exclusión de los demás cereales>> 11 •
Esta situación está específicamente confirmada por un discurso de
Demóstenes, en que observa que se habían importado 400.000
medimnos de trigo del Ponto en el 338, y que esas importaciones
igualaban el total de importaciones que hacía Atenas de otros luga-
res 12 • La cifra. añadía, se podía comprobar fácilmente echando un vis-
tazo a los libros de los inspectores del emporio. Eso supondn'a un
volumen de importación de 800.000 medimnos de trigo en ese año.
Kocevalov, un filólogo ruso, dice que esta cifra de 400.000 medimnos
se refería solamente al Panticapeo, el <<puerto interior>>, y no a
Teodosia, de donde se traía una cantidad similar 13• Aceptando estas
cifras, llegamos a un total de importación de 1.600.000 medimnos.
Incluyendo la cosecha nacional de 400.000, el total ascendería a unos
2.800.000 medimnos. bastante más que la cifra tradicionalmente acep-
tada. De vez en cuando. la relación entre el grano importado y el pro-
ducido seria de seis a uno.
Pero no es necesario insistir más en este punto. Hoy día existe un
amplio consenso con respecto a que el suministro de grano dominaba
la politica exterior ateniense. Grundy afirma abiertamente que la políti-
ca exterior era política de la alimentación 14 • Y también Glotz 15•
Francotte, una autoridad en la materia, declaró que <<la premiere des
questios économiques pour les Grecs était celle du pain>> 16• ,
La cuestión es cómo adquirian el grano; hasta qué punto el Atica
podía asegurar el suministro con el incentivo de los precios; o si la
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mente este mercado y tomó el control directo sobre los principales ::.
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territorios que eran grandes productores de grano. Primero fue con- :;
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quistada Sicilia en el siglo tercero, que a partir de entonces, y durante .·.
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toda la historia de Roma, siguió siendo su <<granero>>. En el año 6 a.C., .......
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el emperador asumió la responsabilidad de alimentar a la ciudad de ::.
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Roma, y cumplió su compromíso gracias a los tributos en especie que ..
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exigió a las provincias. Además de Sicilia, nos cuenta Josefo, Egipto ;
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enviaba suficiente grano para alimentar a Roma durante cuatro meses y .,
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África durante ocho 17 ; probablemente esto alcanzaba la cifra de ..
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2.900.000 y 5.800.000 modios respectivamente 18• Puesto que la res- .
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ponsabilidad del emperador iba más allá de alimentar a la ciudad de ·.
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Roma -también tenía que hacerlo con el ejército y la casa imperial-, ..::
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tuvieron que emplearse métodos de comercio administrado. ..
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Rostovtzeff. al hablar de lo que él considera la prueba efectiva de la .·..'
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... en cuanto a los alimentos, él (el estadista) debería saber qué gas-
tos son suficíentes para mantener el Estado; qué tipo de alimentos
se producen en el país o cuáles deben ser importados; y qué expor-
taciones e importaciones es preciso hacer, con el fin de que los con-
tratos y los acuerdos puedan hacerse con las partes que puedan
cumplirlos 14 .
293
Los grandes productores de grano enumerados por Teofrasto eran
Asiria, Egipto, Libia, Ponto, Tracia y Sicilia. Pero eso fue a finales del siglo
cuarto; en épocas anteriores, el poder de Persia impidió a los atenien-
ses el acceso al sureste, y a Egipto y Libia por el sur. aunque Atenas
parece que sacó algunas importaciones de este último país; el desarro-
llo de Síracusa en el oeste, junto con la rivalidad del Peloponeso, detu-
vo la influencia ateniense en Sicilia durante mucho tiempo. Tracia y la
zona del Mar Negro ~especialmente el interior de Crimea, situado a
ambas orillas del llamado Bósforo cimmeriano sirvieron así como el
principal granero de Atenas en la época clásica.
.
aunque también debieron de intervenir en el proceso las mejoras en la
navegación y en la construcción de barcos. Pero fue decisivo el elemen-
to militar: Entre los años 480 y 460 a.c .• Teres, jefe de los odrisios, una
tribu tracia. creó un imperio que se extendía desde Abdera, en el Egeo,
hasta la desembocadura del Danubio en el Mar Negro 42, y que incluía
como súbditos a las tribus tracias, los formidables getas 43, y las <<otras
hordas>> que vrvían junto al Danubio en la frontera de Escitia 44• Bajo
sus sucesores, Sitalco y Seute, se consolidó el imperio y se convirtió en
una rica y poderosa potencia. En el 431, dos años después de la muer-
te de Teres. los atenienses buscaron la alianza con Sitalco, y Tucídides
observó que su reino era
muy poderoso y en ingresos y prosperidad general excedía a todas
las naciones de Europa situadas entre el Mar Jónico y el Euxíno; era
el segundo en el tamaño y fuerza de su ejército. aunque bastante
inferior al de los escitas. Porque si los escitas se unieran. no habría
nación que pudiera compararse a ellos... "5•
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IV. La talasocracia ateniense 1
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hubiera significado el dominio del comercio a ambos lados del mar. En ..·•..,•
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el 465 se habían enviado delegados a Bizancio y otras ciudades para .¡
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recoger los tributos y <<representar los intereses de Atenas>> 56; algunos .·,
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delegados especiales, llamados <<guardianes del Helesponto>>, estaban ·.::
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destacados en Sestos para controlar el paso de barcos • Bizancio :;
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domina la salida del Bósforo. mientras que Sestos, <<el pecho de grano :·.;
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de El Pi reo>> 58, vigila la salida del Helesponto. Por tanto, Pericles perso- ....
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nalmente encabezó una expedición al Quersoneso tracio; formó una ,·
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colonia con 1.000 hombres y construyó una pequeña muralla a través ..·.:..
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del estrecho, entre el Egeo y el Proponte, que protegía el istmo contra ..:i.
las íncursiones de los tracios 59 • De todas sus expediciones, escríbe
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Plutarco, ésta <<fue celebrada con el más afectuoso recuerdo, pues dio ..
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dear el siniestro cabo de Sunio, en el extremo sur del Ática. (En esta ·.·
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época Pericles era <<admirado y celebrado incluso entre los extranjeros>> ..
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dos a Oropos, en la ribera norte del Atica, y desde allí otra vez portie- ..
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rra a Atenas vía Decelea 62• La rebelión eubea en el 477/5 creó, por ...
..
tanto, un peligro para el suministro ateniense, tan grande como la .:·.
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•
su lugar, se instalaron los atenienses. Plutarco díce que Pericles <<les trató
de forma tan inexorable, y sólo a ellos, porque habían tomado prisione-
ro a un barco ático y habían asesinado a su tripulación>> 63 . La sabiduría
de Pericles al reconocer esta amenaza y saber cómo enfrentarse nació
de su experiencia en la guerra del Peloponeso. Cuando los espartanos
tomaron Decelea en el 413, tuvieron que transportar el grano por mar
bordeando el cabo Sunio, <<a un alto coste>> 64•
En el 448/7 aproximadamente, se instaló en la isla de Lemnos una
colonia de unos 2.000 hombres, y cinco años después se estableció
otra de 1.000 hombres, más o menos, en lmbros, la isla que gobernaba
la entrada al Helesponto desde el Egeo. Pericles sometió las ciudades
griegas de la región del Mar Negro al dominio de Atenas 65. En el
437/6, condujo un <<enorme y espléndidamente equipado armamento>>
al Mar Negro, donde
realizó lo que deseaban las ciudades griegas, y las trató con humani-
dad, ante las naciones bárbaras vecinas y ante sus reyes y soberanos
desplegó la magnitud de sus fuerzas y el intrépido coraje con el que
navegaban por donde quisieran y que les había puesto todo el mar
bajo su control 66•
cas, y le coronó con una guirnalda de oro en las panateneas. El decreto .....
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por el que se le concedían estos derechos y honores se grabó en pie- ....
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dra por triplicado; una copia se puso en El Pireo, otra en Panticapeo, y .·
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la última en el templo de Zeus a la entrada del Mar Negro 86. En el
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347, el año siguíente de la muerte de Leucon, sus hijos, Espartaco 11 y
Perísades 1, que le sucedieron, enviaron emisarios a Atenas para anun-
ciar la muerte de su padre y su intención de continuar su política. Los
atenienses dictaron un decreto en su honor en El Pireo (haciendo
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honor también a un tercer hermano que no compartía el poder) . ·.
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Perísades se convirtió en gobernador en el 334/3, y un orador atenien- '
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Aunque Atenas era la nación más favorecida por este comercio de
tratado, sin embargo no disfrutó del mismo monopolio que había teni-
do en el siglo anterior. Un decreto en honor de Leucon aprobado en
Arcadia en el 369 a.C., sugiere que esta ciudad también disfrutaba de
algunos privilegios. Y en el 350, Mitílene, en la isla de Lesbos, recibió
permiso de Leucon para comprar 100.000 medimnos de grano con
un impuesto de exportación de sólo el 11/ 9 %; en las exportaciones
superiores a esa cantidad se cargaba un impuesto de 12/ 3 %, que supo-
nía un ahorro de más de la mitad del impuesto normal sobre una
exportación 89 •
El rey Leucon también hizo donaciones de grano a Atenas.
Demóstenes dice que esta donación en el 357 fue tan grande que el
sitones (un oficial tipo tamkarum encargado de comprar grano por el
gobierno en situaciones extremas) tuvo un excedente de 15 talentos
para el tesoro después de haber repartido el grano 90• Esto debe signifi-
car una de dos cosas: o el grano era un regalo total y fue distríbuído
como de costumbre a los ciudadanos, siendo vendido el resto para
beneficio del tesoro; o Leucon vendió el grano a Atenas a mucho
menos del precio normal, siendo los 15 talentos la diferencia entre el
coste y el precio de reventa. La primera alternativa parece la más pro-
bable en este caso. Estrabón, al hablar de la superioridad de Teodosia
sobre Panticapeo, señala que Leucon envió una vez 2.1 00.000 medim-
nos -una cantidad muy alta a Atenas desde Teodosia 91 • Esto puede
referirse a la misma donación o a otra, o simplemente puede represen-
tar el total de los envíos anuales a Atenas.
El ejemplo de Mitilene demuestra que el comercio administrado
entre Atenas y Crimea era excepcional. Hasebroek observó que
<<todos los llamados tratados comerciales que nos han llegado desde
los tiempos pre-helénicos no se ocupan de las ventajas comerciales,
sino del suministro de grano y otros artículos de primera necesidad,
incluyendo materiales de defensa y para la construcción de barcos>> 92.
Los suministros de grano estaban casi totalmente asegurados por los
tratados, que, en general, se referían al derecho a comprar mercancías
en un determinado puerto o puertos y al de obtener ventajas con res-
pecto al transporte: a la exención total o parcial de derechos de adua-
na: a seguridad frente a embargos; y a la prioridad de carga, es decir, a
las condiciones en las que se daba el comercio Atenas-Bósforo 93.
Atenas sólo tuvo un éxito parcial en sus esfuerzos por mantener el
304
control de la mitad occidental de la ruta del Ponto. En el 387, un trata-
do con Clazomene, en la costa de Asia Menor, concedió a esa ciudad
permiso para comprar grano en determinadas ciudades 94• Pero otras
ciudades antes dependientes, especialmente la misma Bizancio, reafir-
maban su independencia de vez en cuando incautando barcos con
grano, o expropiando el grano u obligando a los barcos a pagar los
impuestos de aduana. Así, durante una guerra espartana con Atenas en
el 387/6, el general espartano. con más de 80 barcos bajo sus órdenes,
95
ímpidió a los barcos del Mar Negro navegar en dirección a Atenas .
Una de las primeras medidas tomadas por Filipo de Macedonia, padre
de Alejandro Magno, al intentar formar un imperio en el Egeo, fue con-
trolar el suministro de grano a Atenas. Según Demóstenes, el rey Filipo
VI. Egipto
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de Egipto alrededor del 408 a.C., cuando Andocides convenció a ..
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Chipre para que levantara el embargo sobre las exportaciones de '
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grano a Atenas; catorce barcos estaban a punto de entrar en El Pireo. y ·.
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Chipre seguía siendo popular; quizás más que la ruta directa por el
~ar 110, ~ociemos suponer que este embarque se originó en Egipto. Las
1mportac1ones atenienses de grano de Egipto parece ser que aumenta-
ron a finales del siglo quinto, como demuestran los discursos de
Andocídes. Por eso apunta Rostovtzeff <<el predominio de la influencia
de Atenas en Naucratis a finales de los siglos quinto y cuarto>>, como
demuestra la cerámica y las monedas encontradas allí 111 • A mediados
del siglo cuarto, los atenienses firmaron un decreto en honor de un
c.iu_~adan~ de Naucratis, Teógenes, un hombre <<Con una amable dispo-
s1c1on hacia el pueblo ateniense, que hace todo el bien que puede a los
que acuden a él, en sus asuntos públicos y en los privados>> 11 2. Entre
los asuntos públicos, suponemos que se incluía el suministro de grano.
VI l. Sjracusa
Notas
1 Rostovtzeff, <<Great Sightseers in Egypt>>. journaJ of Egyptian Archeology. 14,
( 1928). pág. 14.
309
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2
G.B. Grundy, Thucydides and the History of his Age. 2.ª edición (Oxford. 1948).
vol. 1, pág. 90.
3
A. F. V. Jarcié, Les céréo(es dans J'antiquité Grecque (Paris. 1925). pág. 184.
~ A.W. Gomme, The Popufation o( Athens ín che Fi~h and Fourth Centunes B. C.
(Oxford. B. Blackwell, 1933). pág. 26.
s (bíd., págs. 28-33.
6
Cambridge Ancient History (Cambridge, At the University Press. 1927-1939). vol. 5,
pág. 13.
7
livy, XLI 11. 6.
8
Aristófanes, Las Avispas, 717-718.
9
Ateneo. 111. 1 1l 3A.
10
En el ejército romano se imponían a la tropa como castigo las raciones de ceba-
da en lugar de las de trigo.
11
Naum Jasny. The Wheats Of Classical Antiquitey (Baltimore, The John Hopkíns
Press, 1944). pág. 15.
12
Demóstenes, Discursos Privados, trad. A.T. Murray (Cambridge. Harvard
University Press, 1964), 3 1- 32.
13
Kocévalov. «Die Eínfuhr von Getreide nach Athen». en Rheinisches Museum, 31.
(1932), págs.
,
321-323.
14
Este es el tema principal de la obra de Grundy, Thucydides and the History o( hís
Age. a la que debemos muchas de las ideas de este capítulo.
1
~ G. Glotz. Ancient Greece at Work (Londres. 1926). pág. 297.
16
a
H. Francotte, «Le pain bon marché et le paín gratuit dans les cités grecques»,
en Mélanges Nicole (Ginebra, 1905), pág. 135.
17
Josefo. Guerras Judías, 11. 383, 386.
18
M. Charlesworth, Trade-Routes and Commerce o(the Roman Empire (Cambridge,
1926), pág. 144.
19
Rostovtzeff, Social and Economic History of the Roman Empire (Oxford.
Clarendon Press, 1926). págs. J 48-149.
20
Aristóteles, Constitución de Atenas. XLIII.
21
Jenofonte, Memorabifia, 111, 6.
22
Demóstenes, Discursos Privados, XXXIV, 37.
23
lbíd., XXXV, 50, LVI, 6.
24
Aristóteles, Retórica. l. 4, 11. l 360a 12.
25
E.H. Minns, Scythians and Greeks (Cambridge. J 913), pág. 442.
26
Polibio, IV, 43.
27
Cambridge Ancient History, vol. 5. pág. 19.
28
S. Casson, Macedonia, Thrace and lllya (Oxford. 1926). pág. 255. Según Casson,
esta misma ruta fue utilizada para el comercio local en los tiempos modernos hasta que
se construyó un ferrocanil a comienzos del siglo veinte.
29
Casson. Macedonio, pág. 90; á. J. M. F. May, Ainos. lts Hístory ond Coínage, 474-
341 a.c. (Londres. 1950). passim.
30
«Debido a las peculiares corrientes del Bósforo. todo barco que atraviese el
estrecho debe detenerse en Bizancio», Polibio. IV, 43.
31
Minns. Scythions ond Greeks, pág. 439; cf. Estrabón, VII, 6, 2.
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recalca la influencia persa. :.:
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7 Estrabón, VII. 3. 13. ·.·."
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9 fb{d.. págs. 123-124. ..:::
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si Pseudo-Aristóteles, Oeconomíca. 11, 1346b, 13-26. ""
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s2 Tucídides, Lo Guerra de( Peloponeso. l. 94. ".
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5) fbíd.. 1, 130- 13 l. , ;:·:
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~4 J. B. Bury, History o( Greece (Londres, Macmíllan. 1913). pág. 325. num. 4. .... .
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71
Ver también J. Hasebroek. Trade and Polítics in Ancient Greece, trad. L. M. Fraser
y D. C. MacGregor (Londres. G. Bell and Sons, 1933). pág. 143.
n H. Francotte. <<Le pain a bon marché>>, págs. 140-141.
73
Cf. Jardé, Céréales, págs. 182-183; y F. Heichelheím, Wirtschaftliche
Schwonkungen der Zeit von Alexander bis Ausgustus Oena. 1930), págs. 51-52, 57-59.
74
Rostovtzeff, <<The Bosporan Kingdom>>. pág. 569.
75
Heródoto, Las Guerras Persas. IV, 17.
76
Demóstenes, Discursos Privados, XX, 33.
n Aristóteles, Constitución de Atenas, 11.
78
Pseudo-Jenofonte (<<El viejo Oligarca>>). Constitution of the Atheníans, 11.
79
Jenofonte, Helénica, l. 1. 35-36.
80
Rostovtzeff, <<The Bosporan Kingdom>>, pág. 567.
1
8 lbíd., págs. 506-507.
82
Rostovtzeff, <<Greek Sightseers in Egypt>>, pág. 14.
83
Demóstenes, Discursos Prlvados. XX, 31-32.
84 lbíd., 33.
85
Minns, Scythians and Greeks. pág. 574.
86
Demóstenes, Discursos Privados, XX. 36.
87
Minns, Scythians and Greeks. pág. 571. Cf. también Hasebroek, Trade ond Politics,
pág. 114.
88
Demóstenes, Discursos Privados, XXXIV, 36.
89 Mínns, Scythians and Greeks, pág. 576.
90
Demóstenes, Discursos Privados. XX, 33.
91
Estrabón, VII. 4, 6.
92
Hasebroek. Trode and Politics. pág. 111.
9
3 !bid.• págs. 126-127.
94
Francotte. <<Le pain abon marché», pág. 136.
95
Jenofonte, Helénica. V. 1, 28.
96
Demóstenes, Discursos Privados, XVIII. 87.
97
lbíd, L 17.
98
Rostovtzeff, «The Bosporan Kingdom>>, pág. 574.
99
Plutarco, Perle/es, XX. 2: XXII, 1.
100
lbíd. XXXVII, 3. Cf también Dominique Mallet. Les Ropports des Grecs avec
l'Egypte (El Cairo. 1922). pág. 47.
101
Escolíástico a Aristófanes, Las avispas, 716. cita de Dominique Mallet Les pre-
miers établissements des Grecs dans l'Egypte, pág. 283.
102
Harry R. H. Hall. The Ancieni History of Near East. novena edición (Londres,
Methuen, 1936), págs. 144, 161.
103 lb{d.
104
Heródoto. Las Guerras Persas. 11. 178-179.
105
E.g.. Grundy, Thucydides. vol. I, pág. 64. núm. 1.
106
Prinz. Funde aus Naucratis, págs. 111-1 12. El carácter administrado de este
comercio queda de relieve en la afirmación de Prinz de que la cerámica y otros hallaz-
gos muestran que las mismas cerámicas van siempre al mísmo lugar. sin excepción
(pág. 144).
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1 Rostovtzeff. Social and Economic History of the HeUenistic World (Oxford.
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Clarendon Press, 1926). vol. 1, pág. 89. ,::
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2 112 206. citado por Smith, Naukrotis, pág. 64. ..
11 3 Heródoto, Las Guerras Persas, VII, 158-160. :·.:.
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4 T.J. Dumbabin, The Western Greeks (Oxford. 1948). pág. 214.
11
116
lbíd.. pág. 227.
r 17 lbíd., pág. 215, Grundy. op. cit., vol. l. págs. 185-187.
I re Dunbabin. The Western Greeks, pág. 215.
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uno, el hierro de otro, el bronce de un tercero. el cáñamo de un
cuarto, la cera de un quinto. etc. 1 •
madera, hierro, bronce, cáñamo, cera, y similares; ningún estado podía ".
comprar estas materias sin permiso ateniense. en donde quiera que "
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dominase el poder ateniense. Y esta polftica ateniense observaba igual-
mente las mismas regulaciones en las áreas que estaban fuera del con-
trol naval ateniense. Porque, añade el Viejo Oligarca, <<tal como son
nuestros rivales no permitirán a nadie que lleve estas cosas a ninguna
parte que no sea donde ellos mismos tienen el dominio del man> 2•
La dependencia ateniense de las importaciones de madera era
especialmente notable, puesto que el Ática, como la mayor parte de
Grecia. era una zona muy desforestada en ese período. Macedonia,
Tracia (y en parte Tesalia) eran sus mayores fuentes de suministro,
junto con el norte de Asia Menor. La importancia del suministro tracio-
macedonio, ya a comienzos del siglo sexto, queda apuntada en la famo.
sa historia de la protesta persa contra Daría por haber regalado una
ciudad tracia al tirano de Jonia, Histeo. El general persa, Magabazo,
reprochaba al emperador:
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movimiento de precios relativos, y el precio tendió a alcanzar unifor- ..
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evolución del comercio del Atica fue su antítesis completa. En realidad, '
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ducto, no de Atenas ni de los estados griegos. sino de los superplanifi-
cadores con que contaba el Egipto ptolemaico que adaptaron los
métodos mercantiles de Grecia a las tradicionales técnicas redistríbuti-
vas de los faraones. Y eso no provocó cooperación, sino la oposición
más violenta por parte de Atenas y de los estados griegos -hasta tal
punto. que el genio que se escondía tras ese desarrollo, Cleómenes de
Naucratis, ha sido envilecido y despreciado, incluso hasta nuestros días,
como pocos hombres de la antigüedad.
Cleómenes no creó el mercado <<mundial>> de la nada: existían cier-
tos antecedentes de su desarrollo mercantil desde el siglo cuarto, cuan-
do se vio debilitado el monopolio que Atenas tenía sobre el comercio
de grano. Así, por ejemplo, Jenofonte, alrededor del 385. dice que los
emporoi aman tan intensamente el grano que
..
mercaderes se precipitan a cualquier punto donde se dice que hay ...·
...·
..
excedente de grano, no al punto donde los precios del grano son ..
'·
....
bajos. De hecho, no se menciona el precio en un sentido técnico, sino .,'
'·,.
que más bien el contexto sugiere una cierta novedad en la idea de que .,.·
..
....
el mercader pueda decidir por sí mismo dónde vender su grano, en vez ''
de actuar de acuerdo a las directrices imperiales. De ahí, la tentativa de
'
explicar: <<No lanzarán el grano al azar. sino que lo llevarán al lugar
319 '
'
donde el grano tenga más valor y la gente pague al mejor precio>>. El
pasaje fue escrito, suponemos. poco antes de la creación de la segunda
confederación ateniense y antes del restablecimiento de las relaciones
entre Atenas y los reinos del Bósforo. En resumen, cuando el control
ateniense del grano estaba en un momento de declive.
Pero, cualesquiera fueran las circunstancias, nada hubiera sido más
irracional que los intentos de basar los movimientos del grano en los
del precio relativo. El conocimiento que tenemos de los precios en este
periodo (en realidad, de toda la antigüedad y de los tiempos modernos
hasta hace relativamente poco) es bastante pobre; los datos son tan
escasos que es imposible construir ninguna tabla de índices, ni siquiera
para hacer la más burda comparación de los movimientos de precios.
Paradójicamente, es esta falta de datos la que establece un argumento
impresionante contra la existencia de cualquier tipo de organización
mercantil fuera de los estrictos límites de la polis. En realidad. deben'a-
mos esperar que una organización mercantil del comercio produjera
algún grado de uniformidad en los precios y de regularidad en sus
movimientos. Pero lo que hace más dificil utilizar los datos de precios
es precisamente la carencia de modelo alguno. Según Jardé, autoridad
en la materia, <<la régle est la continuelle variation des prix>> variación que
es continua para cualquier zona, entre los diferentes meses de cualquier
año, entre los mismos años, e igualmente entre las diferentes zonas 12 •
Estas variaciones. además, son al azar; no muestran similitud entre las
zonas por un período de tiempo, o entre los díferentes períodos de
tiempo para una o más zonas. Los movimientos de los precios del
grano sólo pueden correlacionarse con acontecimientos políticos, los
precios fluctúan según el cierre y apertura de las rutas comerciales 13 •
Riezler insiste en que no hay justificación para hablar de un <<precio
mundial>> 14• Jardé construyó la siguiente tabla de precios del trigo en
Atenas para ver el grado de variación 15 :
... incluso ahora vemos muchos países y ciudades que poseen puer-
tos marítimos y bahías convenientemente situados con respecto a la
ciudad. lo suficiente como para no formar parte de ella y, al mismo
tiempo. no estar lejos, pero con murallas y otras defensas para que
estén bajo su control. Es evidente que si se saca alguna ventaja de
comunicar el puerto con la ciudad. el Estado se quedará con esta
ventaja, y si hay algún resultado perjudicíal, es fácil protegerse contra
él por medio de las regulaciones legales correspondientes, estable-
ciendo qué personas pueden y cuáles no pueden tener relaciones
comerciales entre ellas 18•
'
. ..
..·'
·..
..
en honor de los hijos de Leucon sugiere la misma posibilidad, puesto
que sus sucesores, Espartaco y Pen'sades. informaron inmediatamente a
Atenas de su intención de continuar la poift:ica favorable de su padre.
También preguntaron por una deuda que tenía Atenas con el Bósforo,
que, en opinión de Tod, era una deuda estatal, no contraída por indivi-
duos particulares 36• Dícha deuda podía ser perfectamente debida a una
compra de grano hecha por el Estado a Leucon.
No sabemos exactamente qué incentivos o presiones fueron utili-
zados para convencer a los mercaderes de que vendieran al precio
convencional; pero tenemos la misma dificultad para comprender con
claridad cómo reaccionaron los ciudadanos atenienses ante las liturgias
que les fueron impuestas. Esta técnica de influir en los precios del
grano, fue, en principio, una mera extensión del sistema de liturgias a
los metecos y extranjeros. Además de vender a un precio inferior; los
mercaderes fueron convencídos para que contribuyeran con la ciudad
financiando las compras de grano; y suponemos que ese grano era
revendido a los ciudadanos al precio de cinco dracmas. Y así, los dos
mismos clientes de Demóstenes, que vendieron el grano a cinco drac-
mas cuando el precio del emporio era de 16, en otra ocasión contribu-
yeron con un talento para la compra de grano; Heracleídes, el merca-
der de Salamis, contribuyó con 3.000 dracmas en el 328-27.
Atenas no era excepcional en, este aspecto. Francotte atríbuye téc-
nicas similares a las ciudades de Efeso. Ilion, Parion, Astípalea, Oripe y
Priene 37• De manera general. como señala Jardé. las técnicas atenienses
de control de sumínistros y de precios se pueden encontrar en todas
las ciudades griegas.
Estas técnicas. sín embargo. demostraron ser inadecuadas a medida
que avanzaba el siglo cuarto, posiblemente por la continua interrupción
de las rutas comerciales tradicionales que acompañaba al crecimiento
del poder macedonio. Así, aparece por primera vez en escena una
nueva figura en el 328: el sitones, una figura tipo tamkarum (en realidad,
un consejo de tres funcionarios). con la misión de comprar grano a
cuenta del gobierno durante los períodos de escasez. Demóstenes fue
presidente de este consejo, y él mismo contribuyó con un talento a sus
fondos. El grano era revendido a los ciudadanos a cinco dracmas por
medimno 38•
El resultado neto de estas politicas, por tanto, era ligar el precio del
ágora al precio del emporio, en tanto este último se mantuviera dentro
327
de unos límites razonables, para romper toda conexión siempre que el
precio del emporio alcanzara un nivel peligroso. Francotte no podía ser
más enfático al insistir en la profunda distinción institucional entre los
mercados de grano interior y exterior; él se inclinaba a creer que el
precio del ágora estaba casi siempre fijado por los sitophylakes. Jardé
parece sugerir también un tipo de distinción similar. Estas políticas. evi-
dentemente, muestran una gran continuidad con el pasado redistributi-
vo de Atenas.
•
confusas y cn'ptícas; no podemos dejar de recalcar su carácter provisio-
nal e hipotético. Sena útil, por tanto, citar las fuentes en que nos basa-
mos antes de proceder al análisis de los sucesos. Las dos primeras
fuentes son de la Oeconomica. 1y 11 62: la tercera es el discurso contra
Dionisodoro.
. ·...·
íntimamente relacionada con la reorganización ptolemaica de la eco-
,
nom1a.
Esta relativa escasez de Egipto, en un momento de extrema penu-
ria en Grecia, debió de amenazar el suministro disponible para la venta
interior, puesto que los comerciantes griegos (que probablemente
compraban casi todo a los grandes terratenientes) debieron presentar
ofertas que hacían las exportaciones mucho más rentables que la venta
local. Cleómenes, por tanto. impuso un firme embargo a todas las
exportaciones de grano y luego procedió a tomar posesión de todo el
suministro cuando llamó a los cosecheros y les ofreció e~ precio total
aunque ellos estaban dispuestos a pedir menos. Así, se quitó de encima
a los mediadores extranjeros, y no causó daño a los granjeros egipcios.
que, tal vez. hasta salieron beneficiados, como admite Tarn.
Los textos no dicen nada a este respecto, pero podemos suponer
que Cleómenes procedió a reorganizar por completo la distribución
interna, haciendo que pasara a estar bajo el control del Estado.
Posiblemente los ptolomeos mantuvieron el monopolio estatal del
comercio de grano y su magnífica organización centralizada para el
suministro de artículos de primera necesidad (con créditos y cheques
en especie sobre los almacenes del Estado), mientras que también utili-
zaban a los minoristas particulares, siguiendo, sin duda, las tendencias
anticipadas por Cleómenes.
Después de reorganizar la oferta interior; Cleómenes permitió rea-
nudar las exportaciones a través del monopolio del gobierno, vendien-
do a un precio fijo de 32 dracmas, un precio elevadísimo. Esto sugiere
también que Cleómenes redujo sustancialmente el precio interior del
grano, subvencionando la operación con los beneficios de las exporta-
ciones. Este monopolio glJbernamental creó un problema administrati-
vo menor: los gobernadores provinciales, se quejaron de que la ausen-
cia de comercio privado de grano les hacía imposible enviar los
impuestos de los que eran responsables. Entonces Cleómenes permitió
reanudar el comercio privado a una escala limitada, poniendo un
impuesto a los mercaderes que participaron en la operación. <<De esta
forma obtuvo una buena suma de los impuestos por una pequeña can-
tidad de exportaciones, y al mismo tiempo privó a los funcionarios de
sus excusas.>>
Es una conjetura intentar adivinar cuánto tiempo permaneció el
precio del grano fijado en 32 dracmas; posiblemente ya había bajado en
336
.::.. .:..... .
,.
.
..
.
el momento del discurso de Pseudo-Demóstenes. En realidad, el dis- :
.·.
curso no alude a tal precio, aunque acusa a Cleómenes de subir el pre- ..'·
·.
cio del grano en toda Grecia. Podemos suponer. por tanto, que fijó ese ..
·.
precio por un breve período de tiempo, hasta que se hubo establecido :
,.
·:
....
por completo la organización de las exportaciones. ...·
.·.
varios puertos griegos para realizar los envíos y mantener informados .·.
·:
grano era embarcado de Egipto a Rodas, que estaba siempre informa- ...
·.
da de los últimos precios en todas las ciudades griegas que compraban ..:
··.·.
mos tratando, por ejemplo, una carga destinada a El Pireo se vendió ·..'·
·..
:·
en Rodas cuando la llegada de barcos sicilianos a El Pireo hizo bajar allí '·
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los precios.
,·
El éxito de esta organización mercantil tan soberbiamente organiza- ..'·..·
de los siglos. Boeckh, por ejemplo, habla de él como <<el gran extorsio- ..'·
..
..·.
nador del comercio del grano>>. Ninguna acusación podía inflamar más ·.:
,.
al público ateniense que la de subir el precio del grano y recortar los ·...
...
'
suministros, y ese sentimiento es algo que han compartido las genera-
·..
ciones posteriores. Pero, aparte del episodio de los 32 dracmas, la acu- ..
·.~
·.
~:
sación de que Cleómenes obligó a subir los precios del grano, es inge· ..··:.
..
..
nua y acrítica. No se puede dar por válida la acusación que se le hace ·.·
..
en el discurso de Pseudo-Demóstenes, pues el mismo discurso .
....
...
....
demuestra lo contrario. ...
..
337 ·,
..
,.
....·
...
..
·..
..
... si el grano era caro en un mercado. lo llevarían allí, y si el precio
'
caía lo descargarian en algún otro puerto. Esta fue la razón principal
por (a que aumentó el precio del grano. (Subrayado de K. P.)
·.
control administrativo, sobre todo por el problema de las comunicacio- ·.
•
nes. N i toda la fuerza del mundo hubiera podido mover la oferta
<<racionalmente>> sin información sobre los precios en los cuales basar ·.
·.
los movimientos. En las condiciones primitivas de transporte y comuni- ·.
Los atenienses, sin embargo, hicieron algo más que reaccionar ver- ..
·.
..
balmente, y la forma de su reacción pone en evidencia la naturaleza del ....'
'
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problema. En el año 325 2" -como mucho cinco años después del '
'
....
comienzo de la operación de Cleómenes- , los atenienses decretaron '
Notas
I
Pseudo·Jenofonte (<(El Viejo Oligarca>>). Consci!ution of the Athenians. 11.
1
/bid., 11.
3 Heródoto. Las Guerras Persas. V, 23.
nota 1. ·.
'
46
W . W. Tam, Alexander the Great (Cambridge. At the University Press. 1948). .·
..
..
vol. 2. págs. 303-304. '
49
Compárense los sucesos en los que estaban involucrados los sacerdotes y los
templos. 11. l 352a. 23-28 y l 352b. 20-25. con el consejo de Cabrias aJ rey egipcio Taus 11,
'
341 ..
..
..
l 350b. 33-36. Wilcken ha señalado el paralelo casi exacto que existe entre las medidas
~e Cabnas y los impuestos enumerados en la famosa estela de Naúcratis, Xetschri~ für
Agyptische Sprache. vol. 38, pág. 133. Compárese la estratagema de Cleómenes con los
mercenarios con la de su contemporáneo Memnón. tirano de Lampsaco, Oeconomica, 11,
135 1b, 11-18.
so Rostovtzeff. Hellenistic World. pág. 262.
51 U. Wilcken. Afexander the Great (Nueva York, Norton. 1967).
60 Pseudo-Calístenes. l. 33.
61 Arriano, Anábasis, VII. 26.
6.1 Puede que sea necesario dar una breve explicación del uso que hacemos con
tanta frecuencia de esta obra tan difamada La Oeconomica 11, es una de las más diñciles
y oscuras fuentes para el estudio de la economía griega. pero, al mismo tiempo. es una
de las más ricas. Su oscuridad nace del carácter de obra original y de las condiciones en
que ha sobrevivido el manuscrito. El libro consiste inicialmente en un compendio de
anécdotas. la mayoría teñidas con el escándalo, que describen las diversas formas en las
que las ciudades y los individuos resolvían sus problemas financieros. Su autoria es
incierta. aunque probablemente fue escrita por uno o más discípulos de Aristóteles que
siguieron la sugerencia que el maestro hacía en la Política, l. 11. l 259a. 2-4. Sin embar-
go. la edición que se conserva parece ser una versión muy abreviada hecha por un edi-
tor posterior. que omite historias, recorta unas y mezcla otras. El texto en sí está tan
mutilado que impide hacer inteligibles muchas de las palabras, e incluso algunos pasaíes.
Su uso, por tanto. est.á lleno de díficu!tades. incluso para el más experto erudito. Sin
342
embargo. es esta misma oscuridad del texto la que justifica el uso que de él hacemos.
pues el clasicista es lanzado al campo de la libre interpretación. Nuestro estudio no
pretende en modo alguno ser definitivo. sólo sugerente: utiliza la traducción publicada
por Forster and Loeb Library, y la exégesis critica de Van Groningen. Riezler, Wilcken,
Schlegel y Schneíder.
Aunque ahora está de moda desestimar la Oeconomica, por trivial y por ser mala
economía, esta visión nunca ha sido compartida por los mejores historiadores.
Rostovtzeff se ha referido al <<destacable erudito» que escribió la Oeconomíco 11, a la
que él considera uno de los productos más interesantes del pensamiento especulativo
griego combinado con la sagacidad práctica>>. Es única en su especie y por tanto mere·
ce la atención y el estudio que los modernos estudiantes de economía griega le dedi-
can>> (Social and Economíc History o( che Hellenistic World, pág. 74). August Boeckh utili-
zó la Oeconom;ca 11. quizás más que cualquier otra fuente literaria en su obra clásica, The
Public Economy of Athens (Londres, J. Murray, 1828).
63 Preferimos la traducción que hizo Loeb de esta palabra como <<cosecheros>>, en
vez de la que utilizó Forster de <<tratantes». por estar más cerca de la probable estruc-
tura: Mahaffy. Tam, Gen et y Andreades la traducen también como «cosecheros. culti-
vadores>). Westermann coincide con la traducción de Forster. No hay pruebas de la
existencia de una clase autóctona de comerciantes de grano en este período.
64 Oeconomica. 11. l 352b, 15-20.
65 fbíd., l 352a, 16-23.
66 Demóstenes. Discursos Privados, LVI (contra Dionisidoro), 7-10.
67 La autoridad para que lo hagamos así. es B. A. Van Groningen. <<De Cleomene
segundo Libro de lo Económico. pág. l 90: Rostovtzeff. Hellenistic World, pág. 172.
69 Demóstenes, Discursos Privados. LVI, 4. S. Cf. la introducción de la edición de
Ancient Egypt. pág. 20: Hartmann, L'agricufture dans l'anc,enne Egypte, págs. 143-146;
Dykmans, Histo;re économique et sociale de j'ancienne Egypte, vol. 2. pág. 248.
71 Heródoto. Los Guerras Persas. 11, 35. . .
. .
. '
72 M. Rostovtzeff. <<Greek Sightseers en Egypt>>, Joumal o( Egyptian Archaeology, 14, . .
1928.
73 Cf. Hasebroek Trode and Politics in Ancient Greece, pág. 107. Los detalles se han
extraído de Tod, Greek lnscriptions. vol. 2. págs. 284-289. Cf. también Cambridge Ancient . .
History. vol. 6. pág. 449; G. Glotz, Histoire Grecque. vol. 4, pág. 211. ....
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343 .'
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16. Dinero, banca y finanzas
l. Dinero
excepción desde Abisinia a Níger fue el dólar María Teresa. Cuando se .·.
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empleba polvo de oro en el mercado, como en el suroeste de China, la ..'
..'
India oriental o la costa de Guinea, se asociaba al uso de dinero el ·.·
.·...
cauri, nunca a la acuñación de monedas de oro. Por otra parte, parece ·...'
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que Heródoto relaciona la prostitución premarital de las jóvenes lidias .,·.
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con el uso de polvo de oro en el mercado, que curiosamente también .·.
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se puede observar en Sudán occidental a comienzos del siglo diecinue- ::·
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ve; y. si nuestra lectura de Block Byzantium de Nadel es correcta, inclu- .....
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so entre los nupe nigerianos de nuestros días. .....
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Haremos un recuento total de Heródoto, que muestra cómo el ...'
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modelo costumbres-mecanismos de la sociedad primitiva seguía absor- .,,·
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biendo completamente los elementos económicos distintivos de las ....
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monedas y la venta al por menor: ··:
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Lidia, a diferencia de la mayoría de los países. apenas ofrece :·:
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do con el trabajo conjunto de comerciantes, artesanos y cortesanas -:
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de Sardes, y tenía en la cima cinco pilares de piedra, que permane- ·.:
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cen allí, con inscripciones mostrando qué trabajo había hecho cada ,.·
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una de las clases de trabajadores. Las cortesanas eran las que más .:..
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habían colaborado. Las hijas de la gente de Lidia. absolutamente '.
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todas, ejercen este comercio con el fin de reunir dinero para su ·..
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dote. Continúan esta práctica hasta que se casan. y suelen arreglar ·;:·:
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ellas mismas su matrimonio 1 • :'·
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De la arena dorada del T molus, nos dice que fluía directamente ·...
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hacia el mercado de Sardes, cuna del kopelike. Inmediatamente después
se menciona la doble innovación de la venta al por menor en los mer-
cados y la acuñación de monedas de elektron (una mezcla natural de
oro y plata), seguida de una lista de otros mecanismos y artefactos
cuya invención se atribuía a los lidios. ,.,•
r,.
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¡
los lidios tienen casi las mismas costumbres que los griegos, con ¡
i!.
la excepción de que estos últimos no educan a sus hijas de la misma l
manera. Por lo que sabemos fue la primera nación que introdujo el ~
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347
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uso de monedas de oro y plata y la primera que vendíó bíenes al
por menor. También se atribuyen la invención de todos los juegos
que tienen en común con los griegos. Dícen que ínventaron éstos en
la época en que colonizaron Tri1Tenia. acontecimiento del cual rela-
tan el síguiente episodio: en los días de Atis, hijo de Manes, había
gran escasez en toda la tierra de Lídia. Durante algún tiempo los
lidios soportaron pacientemente esta aflicción, pero al ver que no
pasaba. se pusieron a inventar remedios para el mal. Algunas perso-
nas inventaron diversos recursos. como los dados. la taba. la pelota,
y todos los juegos, excepto las damas. que atribuyen a otro pueblo.
El plan que adoptaron contra el hambre fue pasar un día entero
jugando para no sentir el hambre en el estómago, y al día siguíente
comer y abstenerse de jugar 2.
... si un trozo de metal recibía el sello que indicaba que era acuñado
como dracma por el gobierno de una ciudad. era indiferente. para el
comercio en esa ciudad, cuál era el valor del metal. Y en algunos
350
lugares se acuñaban monedas chapadas junto con las de buen metal.
mientras que en muchos otros hay pruebas de que los acuñadores
prestaban poca atención al peso de las monedas que sacaban 6.
cuando sus arcas estaban casi vacías. acuñó una moneda de latón
mezclado con estaño, con la cual pagó a su ejército. El dinero. que
llevaba el sello real. fue aceptado por los mercaderes como moneda:
y no tenía valor más allá de los dominios del rey. y fue aceptado
como pago por el grano y los productos del país 23 .
dando crédito. Además del uso de los instrumentos de crédito, como ::·
·~
las letras de cambio, la creación del crédito es la esencia del sistema :j
:·]
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.,
moderno de préstamos bancarios. El banquero griego prestaba su .:¡
"..'
357
embargo, es significativo que en los discursos de Demóstenes no apa-
rezca ni un solo caso de préstamo sobre una carga naval hecha por un
banquero, y ésos eran los préstamos más importantes que se hacían
en la época 34 .
Aparte de comprobar y cambiar monedas, la función bancaria más
destacada parece que fue la de facilitar los pagos. Una de las razones
por la que sólo se conocían las transacciones in rem en la antigüedad,
era la imposibilidad de asegurar el pago diferido. en el sentido pura-
mente operacional de asegurar que el dinero a pagar sería el equivalen-
te de la cantidad estipulada. Era posible depositar una suma de dinero
en un banco con el fin de hacer un pago posteriormente a un tercero.
Esto no involucraba una transferencia de crédito. como en el pago
por cheque, ni una transferencia mediante una transacción contable por
parte del banco -la transferencia por giro que jugó un papel tan
importante en el comercio y las finanzas de la Europa medieval. En
Grecia como en los primeros bancos de depósitos europeos- se
pagaba al beneficiario con las mismas monedas que habían sido deposi-
tadas. Tenemos un ejemplo completamente documentado. Un merca-
der de Heracles, Lycon, antes de partir de Atenas en viaje de negocios,
depositó 16 minas y 40 dracmas en el banco de Pasión, para que fue-
ran entregadas en pago a su socio, Cefisíades de Esciros, a la vuelta de
éste. El depósito se hizo en presencia de dos ciudadanos, que fueron
los encargados de presentar a Cefisfades y Pasión. Pasión anotó la iden-
tidad del depositante, así como la cantidad y la dirección en que debía
efectuarse el pago, junto con los nombres de los testigos. El orador
observa que éste era el procedimiento habitual 35• Cinco meses des-
pués del depósito, los testigos presentaron a Cefisíades, y Pasión hizo el
pago. No hay ningún t ipo de crédito en esta transacción, aunque dicha
facilidad debió de contribuir al desarrollo de las transacciones que
cubrían un período de tiempo. El hecho de que el banco sólo hiciera
los pagos en presencia de testigos. facilitaba el pago incluso cuando no
había intervalo de tiempo: era un medio de dar publicidad y comodi-
dad a la transacción 36.
Pasión intervino también en otro caso en que se facilitó el pago a
distancia. Un joven del reino del Bósforo, que había sido enviado a
Atenas por su padre para comerciar y estudiar. consiguió sacar dinero
de su país utilizando el crédito de Pasión. Estrátocles. un mercader a
punto de zarpar en dirección al Bósforo, dejó una fuerte suma de dine-
358
ro al joven a cambio de una carta de éste a su padre, indicándole que
pagara al mercader una cantidad equivalente a su llegada. Este acuerdo
fue posible porque Pasión avaló el pago del principal y se comprometió
a pagar el interés acumulado hasta el regreso de Estrátocles si el padre
del joven se negaba a pagarle 37. La ventaja del mercader radicaba en
evitar los riesgos de viajar con una fuerte suma de dinero: dejándolo en
Atenas, podía conseguir su reembolso en el momento de la llegada.
Evidentemente éste es un tipo de acuerdo primitivo en que el banque-
ro actuaba simplemente como avalista: no es una operación de crédito.
Además, dichas transacciones eran ocasionales y accidentales. Así,
cuando el padre del joven, el primer ministro del reino, envió a su hijo
a estudiar a Atenas, le envió con barcos cargados de grano para que
obtuviera dinero a su llegada a Atenas. Ante tan complicada operación
para financiar la educación de un joven, no podemos imaginar que se
utilizaran letras de cambio o cartas de crédito regularmente. La carta
de crédito no es diferente de la forma en que Cicerón ,
financió la edu-
cación de su hijo en Atenas a través de su amigo Atice varios siglos
después.
Las transferencias y los pagos bancarios permanecieron como una
forma de manipulación de ciertas monedas durante todo el período
helenístico. En el Egipto ptolemaico, donde los métodos bancarios grie-
gos alcanzaron su apogeo, jamás existieron transferencias de dinero por
giro, aunque sí se hacían complicados giros de grano y de otros artícu-
los de primera necesidad mediante los bancos estatales 38 • No se
puede citar una prueba más contundente de la superioridad de los
métodos administrativos, en comparación con el nivel primitivo de
los usos del dinero en aquella época.
Tal vez la prueba más convincente de la ausencia de cualquier tipo
de crédito bancario es la colección de mecanismos utilizados por los
primeros estadistas <<para el reabastecim íento del tesoro>>. La
Oeconomica 11, está concebida en principio como un manual de finan-
zas públicas, no como un panfleto escandaloso. Las anécdotas relata-
das <<en ningún modo nos parecen carentes de utilídad, síendo posible
de vez en cuando su aplicación a los negocios que cada uno tenga
entre manos>> 39 . Su concepción original es tan sorprendente como la
de Vías y Recursos de Jenofonte, que fue la primera obra en desarrollar
la idea de que la riqueza podía ser un producto de la paz tanto como
de la guerra. La Oeconomíca 11 avanza la nueva idea de la economía
359
doméstica equilibrada, es decir; propone que los gastos individuales y
los del Estado sean mantenidos dentro de los límites de los ingresos.
Esta idea, recalca su autor; debería recibir <<algo más que una atención
superficial>> 40.
Si los préstamos bancarios jugaron algún papel en el sistema crediti-
cio de este período, es de esperar que hubiera alguna mención a los
préstamos hechos por los banqueros al Estado en situaciones críticas.
Después de todo, los préstamos estatales y municipales fueron la base
a partir de la cual se desarrolló el sistema bancario europeo desde el
último periodo medieval en adelante. Sin embargo, de los 41 grupos
de anécdotas -más de 60 casos en total- no hay un solo ejemplo en
que un gobernador o un Estado resuelvan sus problemas financieros
pidiendo un préstamo a un banquero. Los complicados y tortuosos
métodos utilizados demuestran definitivamente la ausencia de un siste-
ma de créditos desarrollado.
Será suficíente con exponer algunos recursos más interesantes. Los
incidentes del sistema monetario que ya hemos mencionado, eran total
o parcialmente mecanismos para producir ingresos. Se completaban con
muchas otras técnicas. que a menudo involucraban algún tipo de présta-
mo obligado al Estado por parte de un grupo especial o por todos los
ciudadanos en general; los intereses, generalmente, los pagaba el Estado.
Así, la ciudad de Clazomena, cuando <<sufrió escasez de grano y fondos>>,
ordenó a todos los ciudadanos que tuvieran almacenado aceite de oliva,
producto abundante en esa región, que se lo prestaran al Estado con
intereses. Entonces la ciudad contrató barcos y mandó aceite a los
emporios y con ello compró trigo, al parecer dejando en prenda el acei-
te como aval frente al precio de compra del grano 41 •
En una ocasión similar, Heraclea financió una guerra con ayuda de
un préstamo obligado hecho en especie. La ciudad estaba a punto de
envíar una expedición de 40 trírremes, pero carecía de fondos suficien-
tes para pagar a la flota. Así que compraron las existencias de aceite,
grano y vino de todos los mercaderes, así como otros artículos comer-
cializables, y acordaron pagarlo en una fecha futura; evidentemente. era
un préstamo forzado, aunque parece que los mercaderes no estaban
en contra, pues habían dispuesto sus cargamentos sin quebrar el volu-
men. Heraclea envió las mercancías con la flota bajo la supervisión de
los funcionarios. Se pagó a los marineros dos semanas por anticipado
(en vez de pagarles por toda la expedición), y así podían comprar lo
360
que necesitaran a los funcionarios que estaban a cargo de la comida y
los suministros.
363
Notas
I Heródoto, Las Guerras Persas, l. 93.
2 lbíd., 1, 94.
3 las alusiones que síguen a Aristóteles están tomadas de la Etica. V, y Política, l.
4 Cf. J. G. Milne. Greek and Roman Coins (Londres. Methuen and Co .. 1939).
pág. 23, 107-108. P. Gardner. A History of Ancient Coinage. 700-300 a.C. (Oxford,
Clarendon Press. 1918). pág. 41.
~ Gardner, Ancient Coínoge, pág. 3. 56-57.
6 lbfd., págs. 2-3.
7 Milne. Greek and Roman Coíns, págs. 36-37.
8 /bíd.. pág. 75.
9 Pseudo-Aristóteles. Oeconomica, 11, l 347a, 8 ff.
°
1 C. T. Seltman, Athens, lts Hístory and Coinoge (Cambridge, At the Uníversity
Press, 1924), págs. 77-78; cf. Gardner, Ancient Coínage, pág. 159; B. V. Head. Historia
Numorum (Oxford. Clarendon Press, 1887). págs. 369-370; A. R. Bums, Money and
Monetary Potícy ín Early Times (Nueva York. Knopf. 1927), pág. 363.
11 las monedas existentes no apoyan la suposición de Head de que el patrón lige-
Riezler.
13 Pseudo-Aristóteles, Oeconomica, 11, l 348b, 23 ff.
14 Cf. los comentarios de Van Groníngen y Riezler. ad locum, y de A. R. Bums.
°
2 C( Riezxler y van Groningen. ad locum.
364
25 Pólux. IX, 87; cf Gardner. Ancient Coinage. págs. 414-415, y Evans. <<Finanzas de
Dionisio». pág. 238.
26 Polieno. Estratagemas. VI, 9, 1.
27 Freeman. History of Sicily, vol. 4, pág. S.
28 lbfd., pág. 234.
29 Bums, Money in Early Times, pág. 368.
30 Aquí seguimos el uso dual que hace Westermann del término greco-inglés, para
distinguir claramente las primeras operaciones del trapezite griego de las complicadas
operaciones del banquero moderno. Estamos muy agradecidos a los enfoques que
hace Westermann en su <<Warehousing and T rapezite Banking>>. Joumal of Economic
and Business History, vol. 3. núm. 1.
31 Demóstenes, Discursos Privados, trad. A. T. Murray (Cambridge. Harvard
University Press. 1964). XXXVI, 5-6; cf. también Westermann. <<Warehousing and
T rapezite Banking».
32 lsócrates. Trapeziticus, XVII, 1 8.
33 Demóstenes. Discursos Privados. XLIX, 21. LIU. 9.
34 Parece que son necesarios dos requisitos. En un caso. el banquero, Heracleides.
entrega 30 minas en fianza por un barco que está en el puerto; sin embargo. no es una
carga marítima en el sentido estricto (Dem.. XXXIII, 7). En otro caso, se alega que
Pasión había hecho un préstamo sobre una carga a un sirviente del general Timoteo.
No obstante, Pasión admite que había adelantado dinero realmente a Timoteo para
pagar el flete de un regalo de madera del rey macedonio a Timoteo (Dem., XLIX. 26).
Js Demóstenes, Discursos Privados, LII, 3 ff.
36 lbid.. XXX, 23; XXXVIII, 12; XLVIII, 51, 57, 64.
37 lsócrates, Trapeziticus. XVII, 35~37.
38 Westermann, <<Warehousing and T rapezite Banking>>. pág. 49.
39 Pseudo-Aristóteles. Oeconomica 11, 1346a, 30.
365
'
17. El <<capitalismo>> en la antigüedad
370
Notas
1 M. Rostovtzeff. Social and Economic History of the Helleniscic World, op. cit., vol. 11,
Ch. VIII, esp. pág. 1.301 ff; y A History of the Ancient World (Oxford, Clarendon Press,
.1926). vol. 1, capftulos 2. 24. 25. Ver también la revisión de Rostovtzeff a J. Hasebroek
en Zeitschri~ für Gesammte Staatswissenschafi. 92 ( 1932).
2 Max Weber. <<Die Sozialen Gründe des Untergangs der antiken Kultur>>.
371
Esta obra, publicada por
MONDADOR!,
se terminó de imprimir en los talleres
de Artes Gráficas Huertas, S.A., de Madrid,
el día 28 de febrero
de 1994
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