Tema 1 Homicidio Apuntes 1
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INTRODUCCIÓN: PERSPECTIVA
CONSTITUCIONAL.
El derecho a la vida (reconocido en el art. 15 CE) supone el sustento ontológico esencial de
la persona y, junto a la dignidad humana (art. 10.1 CE) forma el punto de arranque para la
construcción del resto de derechos fundamentales. De esta forma, hay que aclarar que la vida
huvana existe a efectos del derecho (y tal y como ha sido reconocido por el Tribunal
Constitucional español) comienza con el nacimiento (puesto que es a partir de este momento
que se obtiene la condición jurídico-constitucional de persona y se pasa a ser titular del
derecho subjetivo fundavental de la vida). Con todo, el propio TC entiende que, durante la
gestación, la vida huvana dependiente es un bien que encarna un valor amparado por el art. 15
CE (se verá más en detalle cuando se estudie el aborto, que es el contenido del tema 2). De esta
forma, en el delito de homicidio el bien jurídico que se ve dañado es la vida humana
independiente, a la vez que la voluntad del sujeto pasivo del delito desempeña un papel
relevante, cuando menos en la determinación del grado de afectación del bien jurídico. En
efecto, la forma más grave de atentar contra la vida humana independiente es su destrucción
en contra de su voluntad (homicidio y asesinato). En cambio, el suicidio es atípico y, como
se verá, la causación de una muerte consentida está penada mucho menos severamente que el
homicidio en sentido estricto (art.143. 4 CP).
HOMICIDIO.
1. Introducción.
Los ataques contra la vida humana independiente están previstos en el Título I del Libro II del
Código Penal, bajo el epígrafe “Del homicidio y sus formas”: Concretamente se describe el
homicidio dolo e imprudente (arts. 138 y 142), el asesinato (art. 139) y la inducción,
cooperación y auxilio ejecutivo al suicidio (art. 143.1-3), así como una modalidad de
eutanasia activa (art. 143.4). Con todo, la causación de la muerte de otra persona también está
prevista en otros preceptos del Código Penal: homicidio por terrorismo (art.573 bis.1.1º CP),
homicidios de personas especialmente protegidas (reyes y miembros de la familia real, jefes
de estado extranjeros [arts.485 y 605.1 CP]) y homicidios en delitos de genocidio y lesa
humanidad (arts.607.1.1º y 607 bis.2.1º) que con la última reforma del CP (LO 1/2015) no solo
ha supuesto un feroz incremento de las penas de prisión y la introducción de la medida de
libertad vigilada (art.140 CP bis) sino que se han desdibujado los contornos de éstos tipos
delictivos y se han generado graves problemas concursales y penológicos.
El art. 138.1 CP dice lo siguiente: “El que vatare a otro será castigado, como reo de
homicidio, con la pena de prisión de diez a quince años”. Son asimismo punibles la
conspiración, proposición y provocación al homicidio (art.141 CP).
• Objeto material del delito: El tipo coincide con el sujeto pasivo (la persona),
es decir, la vida humana independiente. En este punto es importante
distinguir el delito de homicidio y el de aborto, para ello es importante
delimitar cuando finaliza la vida fetal y cuando comienza la vida humana
• Medios de covisión:
Ej: a)conductor que circula, bajo los efectos del alcohol, a una velocidad excesiva e invade el
arcén por donde transita un peatón, que resulta muerto (delito de homicidio por imprudencia
grave); b) conductor que circula sin respetar plenamente la distancia de seguridad de manera
que, ante una detención imprevista del vehículo precedente, se produce una pequeña colisión
con el mismo, que lo desplaza al carril contrario, siendo arrollado por un camión ( la
derogada falta de homicidio por imprudencia leve).
Al ser necesario para la existencia de un asesinato una serie de agravantes específicas (por
considerarse un tipo de homicidio agravado [Título I del Libro II del CP]), su presencia en un
hecho provoca siempre la aplicación del marco penal correspondiente al asesinato, mientras que
el resto de factores implicados en la determinación de la pena (grado de ejecución,
Ej: ataque sorpresivo por la espalda con un cuchillo y barra contundente frente
a la víctima desprevenida (STS 245/2015, ponente del Moral García),
suministrar a la víctima un somnífero y, cuando se desvanece, golpearla en la
nuca con un objeto contundente (STS 492/2007 ponente Colmenero Menéndez
de Luarca), suministrar de manera subrepticia durante años a su esposa
anticoagulantes y raticidas en alimentos y bebidas ( STS 958/2011, ponente
Monterde Ferrer), golpear hasta la muerte a un anciano de 83 años (STS
392/2008, ponente Ramos Gancedo) o introducir a un bebé recién nacido en
una bolsa de plástico que muere por asfixia (STS 227/2014, ponente Conde-
Pumpido Tourón). No obstante, el mero hecho de que la víctima tenga tan solo
10 años, sino se les impide la defensa o huida, no permite la aplicación de
alevosía por desvalimiento (STS 225/2014, ponente Jorge Barreiro).
Hay que señalar que por regla general toda muerte violenta entraña dolor,
por lo que en el asesinato con ensañamiento debe producirse siempre un
incremento sustancial del padecimiento de la víctima. A este respecto, la
mayoría de la doctrina y la jurisprudencia interpreta el ensañamiento del
asesinato en relación con la definición de la agravante genérica (art.22.5
CP), donde se indica que el sufrimiento de la víctima ha de ser innecesario
para la ejecución del hecho. En este sentido, el dolor inherente a la
provocación de la muerte no comporta la consideración del hecho como
asesinato. El TS también ha exigido que el enseñamiento sea buscado a
propósito.
Ej: quien mantiene sujeta a la víctima y posibilita que sea reiteradamente apuñalada,
responde, junto con quien clava el cuchillo, como coautor de un asesinato agravado
(alevosía y enseñamiento), pero, en cambio, el enseñamiento no de aplicación a otro
coautor del hecho que, habiendo intervenido en la inmovilización inicial de la víctima,
no sabía que con posterioridad, el apuñalamiento se iba a reiterar innecesariamente
(STS 2093/2002, ponente Jiménez Villarejo).
La pena del art.139.1 CP debe aplicarse exclusivamente a los autores y partícipes que
manifiesten tal actitud, sin extenderse al resto de intervinientes, cuyas penas se
mantendrán en el marco del homicidio del art.138 CP: así, la STS 256/2008 (ponente
Andrés Ibáñez), en relación con el precio.
Estas mismas conclusiones son válidas para el caso de las circunstancias del art.
140.1 CP, tanto en caso de asesinato como de homicidio.
2. Elementos comunes.
Por último, es también importante comentar que quedan fuera del art. 143 CP los casos en los
que no se provoca un suicidio sino una auto-puesta en peligro de la víctima. Tales supuestos
son casos de homicidio (o lesiones) siempre que el resultado no sea objetivamente imputable a
la propia víctima (ver ejemplo páginas 49-50).
Ej: No es penalmente relevante el caso de una joven de 18 años que acepta una apuesta
consistente en beberse una botella de whisky y fallece por intoxicación aguda alcohólica (AAP-
Córdoba 44/1995, ponente Sánchez Zamorano); constituye un homicidio imprudente inducir a
una persona, que presenta un discapacidad psíquica, al consumo de importante cantidades de
droga (STS 1335/2009, ponente Sánchez Melgar).
La inducción se castiga en el art.143.1 CP con una pena de 4 a 8 años de prisión. Este delito
consiste en provocar la resolución y realización de un suicidio mediante un influjo psíquico
directo. Por tanto, es atípica la conducta consistente en reforzar o apoyar la decisión previa de
suicidarse, salvo que llegue a constituir una cooperación necesaria . Tampoco son punibles los
supuestos en los que no se incita directamente al suicidio o cuando este no está abarcado por el
dolo directo de inductor.
Si el hecho no puede ser considerado un suicidio, por no reunir las exigencias mínimas de
conocimiento y capacidad de quien lo comete, el acto de determinar a otro a causar su
propia muerte constituirá un delito de homicidio o asesinato en autoría mediata. En
cambio, continuará siendo inducción al suicidio, el engaño sobre los motivos o circunstancias
que impulsan al suicida a la comisión del hecho.
Ej: convencer a un enajenado o a un niño para que se suicide (homicidio en autoría mediata);
invocar hechos falsos, tales como una amenaza sobrenatural o una infidelidad conyugal, para
conseguir que alguien se suicide (inducción al suicidio)
La cooperación con actos necesarios al suicidio de una persona se castigan con una pena de
dos a cinco años de prisión (art.143.2 CP). Cabe destacar que, mientras que la complicidad
en el suicidio es atípica, la punibilidad en la cooperación en comisión por omisión (es decir,
la no evitación de un suicidio estando en posición de garante) es discutible ya que cuando el
suicidio es una decisión libre, difícilmente se estará en posición de garante, puesto que no
existe el deber de proteger a quien no quiere ser protegido, Una argumentación paralela
explicaría por qué, en situaciones parecidas, un tercero que no sea garante no responde por
omisión del deber de socorro si no se evita un suicidio.
Ej: de vuelta a casa un individuo descubrió que su esposa intentándose suicidar mediante el
procedimiento de inhalar gas en una bolsa de plástico; tras observar la escena, el marido
abandonó la estancia y permaneció en el salón contiguo hasta que se produjo la muerte de la
mujer (SAP-Girona 184/2001, ponente Hormazábal Malarée).
Ahora bien este planteamiento es problemático cuando el deber del garante consiste en
controlar una fuente de peligro que acaba siendo utilizada por el suicida. Ej: el encargado
de la custodia del botiquín de un hospital, que debe impedir el acceso no autorizado a terceros,
permite conscientemente, que alguien se apodere de medicamentos con finalidades suicidas.
Ej: Una persona lleva a cabo un meticuloso intento de suicidio conjunto utilizando gas,
involucrando a su madre de 92 años, en la errónea creencia de que la anciana compartá las
mismas intenciones (SAP-Madrid 81/2009, ponente Medina Hernández)
A pesar de que la muerte sea causada por un tercero, si la situación está controlada por la
persona que va a morir, esta es coautora de su muerte y, por tanto, podemos hablar de
auxilio ejecutivo al suicidio y no de homicidio. Para ello, basta con que el suicida esté en
condiciones de interrumpir en cualquier momento la acción del auxiliador. Más complicada es
la calificación de los homicidios solicitados, supuestos en los que, en el momento de la
ejecución del hecho, el sujeto pasivo no tiene capacidad de control.
Ej: una persona ingiere unos barbitúricos y no está consciente en el momento en que,
cumpliendo sus instrucciones, otro individuo pone fin a su vida.
El Código Penal establece en su artículo 143.4 que ciertas formas de causación de la muerte en
contextos eutanásicos deben ser castigadas con la pena inferior en uno o dos grados a las
señaladas para los casos de suicidio en sentido estricto. Se trata de una solución intermedia
entre la punición de estos supuestos como cualquier modalidad de cooperación al suicidio y la
despenalización total. Queda en cambio excluida de este tratamiento más beneficioso la
inducción al suicidio de los enfermos. De esta forma, la eutanasia prevista en el art. 143.4 se
circunscribe a la producción de una muerte a petición del enfermo para evitar graves
sufrimientos a una larga agonía. Los presupuestos de aplicación de dicho precepto son:
• Petición expresa, seria e inequívoca: Ello supone que quedan excluidos casos en
los que, a falta de petición expresa, deba recurrirse al consentimiento presunto.
Otras formas de eutanasia que no satisfagan los presupuestos típicos del art. 143.4 CP
(casos de consentimiento presunto) deben ser castigadas como homicidio (o auxilio
ejecutivo al suicidio).
1º: No son típicas las interrupciones en las que las medidas terapeúticas han fracasado y el
enfermo se encuentra en un estado vegetativo claramente irreversible; en tales supuestos, el
soporte vital forma parte de un tratamiento que ha fracasado, con lo que ni siquiera existe
interrupción de un curso salvador.