Ensayo El Alma de La Toga
Ensayo El Alma de La Toga
Ensayo El Alma de La Toga
Los abogados, como seres humanos que cuentan con el conocimiento natural, adquirido por la
experiencia, bien saben la manera en la que se deben comportar (con honradez y rectitud) y que
se confirma en su proceso formativo desde el colegio hasta la carrera de derecho que se
encuentran cursando o ya han aprobado; aun así algunos abogados en el ejercicio de su profesión
toman la elección de obrar de mala fe y deshonrar su título, ya sea por la tentación del dinero o
por la falta de interés en el momento de defender a una persona por una causa injusta. (Por eso,
pienso que) El libro de Ossorio me lleva a hacer una introspección de lo que el autor quiso
expresar en su obra y que aun sucede en la actualidad, tal y como él nos lo dice: no debemos
limitarnos a lo escrito, es necesario realizar una introspección de lo que se encuentra ahí. Y la
interpretación de lo que él expresa es lo que me lleva a preguntar ¿Qué valor le da el abogado a
su profesión en la actualidad?, pues aunque este libro de hace un siglo hable sobre el deber ser
del abogado, razón por la que continúa vigente, por el hecho de enseñar aún en la actualidad, la
manera en la que un abogado con su comportamiento y actuaciones puede llegar a ser merecedor
de ese título y no simplemente ser llamado un Licenciado en Derecho, se seguirá viendo a lo
largo de la existencia las personas que de mala fe o con fines negativos ejerzan su profesión de
abogado.
Pienso que El Alma de la Toga es una lectura fundamental para evitar incurrir en el poco
valor que le dan algunos abogados a su profesión y entender lo que lleva tanto a estudiantes o ya
licenciados a la realización como profesionales en Derecho apropiándose del puesto que cumple
en la profesión:
Ya explicado lo anterior puedo afirmar que El Alma de la Toga más que del ejercicio del
derecho habla sobre la deontología del abogado, que esto es lo que hace al abogado. Pues bien el
abogado no solo debe limitarse al derecho positivo o la teoría aprendida, sino que puede
aprender a entender la conexión que hay entre la profesión y los sentimientos, esos que hacen
pensar en un fin justo, también la necesidad del ejercicio permanente (no eventual) de la
profesión y la puesta en práctica de todo lo expuesto.
Cuando Ossorio nos habla sobre qué es un abogado, adicional a todos los conceptos ya
tratados, él nos habla de la cultura en la abogacía como determinante de la formación
profesional. Como el autor habla sobre una conexión entre la profesión y los sentimientos,
juntando estos él los considera un arte; se puede interpretar que entonces considera el ejercicio
del derecho como un arte, ya que la misión de expresar los sentimientos y la vocación por la
profesión se hace por medio del arte. Pero ya para darle el significado compacto a lo qué es ser
un abogado en el sentido pleno, no se puede olvidar nunca la experiencia, que como ser
humano que es el abogado adquirió a lo largo de la vida. Entonces, el abogado no solo es
abogado por el título universitario obtenido, sino se define como el que ejerce de manera
permanente su profesión y la maneja de manera correcta.
A pesar de que las premisas del autor son idóneas y muchas personas se enriquecen
absorbiendo el conocimiento plasmado en esta lectura, surgen aun en la actualidad personas que
no valoran el ser abogados, que no sienten el amor hacia el área en el que se especializan y
hacen de la práctica de la profesión una actividad de segundo plano, ignorando el deber ser de la
profesión y considerando que lo único necesario para ser alguien respetable es tener un título
académico. Se hace evidente que en la actualidad donde todo es tomado tan informal y de
manera general, se pierde el valor de la práctica de la profesión, de igual manera también se
pierde el valor de esta al tomar el ejercicio de la profesión como una obligación por considerarla
un simple y aburridor trabajo; porque no comprenden que la abogacía es un asunto de pasión, no
se amparan tampoco en la fuerza interior, ya que tienden constantemente a dudar de su criterio.
Las personas que actúan de esta manera no merecen ser llamadas abogados, ya Ossorio lo
resume en su libro: “el abogado tiene que comprobar a cada minuto si se encuentra asistido de
aquella fuerza interior que ha de hacerle superior al medio ambiente; y en cuanto le asalten las
dudad en este punto debe cambiar de oficio”, pues un profesional que obra de esta manera no
puede llegar a la sensación de la justicia que tiene un buen hombre cuando con criterio y pasión
ejerce el derecho. El ser conocedor de derecho pero no aplicar en la profesión la experiencia de
la vida y la moral con la que debe formarse un abogado o futuro abogado, lo hace ser un simple
Licenciado en Derecho, porque de aplicarlo, sí podría decirse que tiene en su mente la sensación
de lo justo e injusto.
Expongo otra postura del autor sobre lo que es ser un abogado, de la cual difiero en gran
medida y es la independencia, un abogado puede perfectamente ser mejor en su profesión
siendo alguien independiente, atendiendo diferentes casos y a diferentes clientes, pero esto no
implica que no sea subordinado, como lo dice Ossorio; el realizarse como abogado
independiente no significa que el cliente no lo atosigue o lo mande, pienso el abogado puede ser
el medio para encontrar la justicia y la paz siendo empleado o independiente y es libre en la
medida en la que él mismo se lo permita, en él está la decisión de a quién defiende y bajo qué
criterios lo hace, siempre que haga su trabajo con amor y pasión será alguien libre.
Hablando de lo que es ser un abogado pienso que este debe ser un conocedor del derecho en
general. Al ser un conocedor de todo se debe evitar la arrogancia, más bien tratar de ser alguien
generoso y con su conocimiento entender y percibir mejor las cosas, como aquel generoso que
defendería a los pobres cuando ve una injusticia sin la necesidad de estar pensando en lo que
gana o lo que pierde. Lo que he escrito es cosa contraria a lo que postula el autor, tal vez es por
la época en la que se encontraba cuando escribió el libro y la cultura que había en ese tiempo
que él establece que al defender a un pobre y perder el juicio, el pobre es el que deberá ser
sancionado. No difiero tanto en esta posición como en la posición que el autor tiene sobre la
mujer, ya que nos encontramos en épocas diferentes y este postulado no servirá. Concluyo con
esta posición que tomo frente a lo que es ser abogado, en lo que concuerdo y difiero con
Ossorio, para dejar plasmado cómo pienso yo que un abogado debe ser, para que merezca que lo
llamen así. Explicado y analizado desde la deontología del abogado y el ejercicio de la profesión
estoy de acuerdo con los siguientes puntos del Decálogo del abogado: