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¡Oh!, Madre celestial, protege además nuestros hogares y a nosotros de las insidias del
enemigo infernal. Haz que los Santos Ángeles habiten siempre en ellos y nos traigan las
bendiciones del Altísimo. ¿QUIÉN COMO DIOS? ¿Quién como Tú, María? Eres la Reina de
los Ángeles y la Vencedora sobre satanás. Eres buena y tierna Madre, Tú serás siempre
nuestro Amor y nuestra Esperanza.
¡Oh!, Madre de Dios, envíanos los Santos Ángeles, para defendernos y para rechazar lejos
al demonio, nuestro mortal enemigo. Santos Ángeles y Arcángeles defiéndannos y
guárdennos. Amén.
“En 1863 un alma…” (Beato Luis Eduardo Cestac) sintió su mente elevada hacia la
Santísima Virgen, quien le dijo que efectivamente, los demonios andaban sueltos por
el mundo, y que había llegado la hora de rogarle como Reina de Los Ángeles pidiéndole
las Legiones Angélicas para combatir y aplastar los poderes infernales.” (Beato Luis
Eduardo Cestac, fundador de la Congregación de las Siervas de María).
En un momento de intenso recogimiento, el padre Cestac “creyó ver” los estragos
indecibles causados por las potencias del mal. Sintió vivamente la necesidad de la
oración a la Virgen María, Reina de los Ángeles. La Virgen le inspiró esta súplica:
“Augusta Reina de los cielos y señora de los Ángeles"… para combatir y derrotar las
potencias del infierno, después de que tuviera esta visión de los «destrozos
indescriptibles» causados por los demonios en la Tierra.
No está de más advertir que, durante la primera impresión, las máquinas se rompieron
dos veces; sin embargo, la oración a la Reina de Los Ángeles se extendió rápidamente
y fue aprobada por muchos obispos y arzobispos.
Ha sido recomendada por el papa Pío IX, y enriquecida de indulgencia por los papas
León XIII y San Pío X.
Versión resumida:
345. Augusta Reina de los cielos y Señora de los Ángeles, a Vos que habéis recibido
de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de Satanás, os pedimos humildemente
que enviéis las celestiales legiones, para que, a vuestras órdenes persigan a los
demonios, los combatan por todas partes, repriman su audacia y los hundan en el
abismo. «¿Quién como Dios?»
¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh
divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio,
nuestro mortal enemigo. Amén.
Indulgencia de quinientos días. (S. C. de Indulg., 8 jul. 1908; S. Pen. Ap., 28 mar. 1935.)
2. ORACIÓN DE LEÓN XIII A SAN JOSÉ
San José Patrono de la Iglesia (Giuseppe Rollini)
LATÍN
Ad te beáte Joseph, in tribulatióne nostra
confúgimus, atque, imploráto Sponsæ tuæ
sanctíssimæ auxílio, patrocínium quoque tuum
fidénter expóscimus. Per eam, quǽsumus, quæ te
cum immaculáta Vírgine Dei Genitríce conjúnxit,
caritátem, perque patérnum, quo Púerum Jesum
ampléxus es, amórem, súpplices deprecámur, ut ad
hereditátem, quam Jesus Christus acquisívit
Sánguine suo, benígnus respícias, ac necessitátibus
nostris tua virtúte et ope succúrras.
TRADUCCIÓN
476 A vos, oh bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación; e implorando
el auxilio de vuestra santísima Esposa, pedimos también, con confianza vuestro
patrocinio. Os pedimos suplicantes, por aquella caridad que os unió con la inmaculada
Virgen Madre de Dios y por el paternal amor con que abrazasteis al Niño Jesús, que miréis
benignamente la herencia que Jesucristo adquirió con su Sangre, y que, con vuestro
poder y auxilio, nos socorráis en nuestras necesidades.
El Papa León XIII, mediante rescripto del 20 de Octubre de 1885, concedió Indulgencia
de tres años, Indulgencia de siete años y siete cuarentenas por cada vez que se rece
devotamente después del rezo público del Rosario durante el mes de octubre; y 300
días de indulgencia una vez al día, en cualquier otro tiempo del año.
Nuestro Señor Jesucristo, Te imploramos que envíes a Tus Ángeles Santos para echar de…
**Polonia, Colombia, toda América, y en el mundo entero** a todas las fuerzas del mal
al Infierno y a la condenación eterna. Que llegue a nosotros Tu Reino, y Tu Gracia sea
esparcida a cada uno de los corazones para que se llenen de Tu Paz.
¡Oh!, Reina Celestial y Madre nuestra, Santísima Virgen María, con el corazón puro Te
imploramos que, por favor, envíes a Tus Ángeles Santos a arrojar al infierno y a la
condenación eterna a todos los espíritus malignos.
Arcángel San Miguel,
Comandante de las fuerzas
celestiales. Nuestro Señor Te
puso a cargo de llevar a cabo
esta enorme tarea, para que
Su Gracia sea desparramada
para siempre en todos
nosotros. Guía a Tu Armada
Celestial para que las fuerzas
del mal sean arrojadas al
Infierno y a la condenación
eterna. Unifica todas tus
fuerzas para derrotar a Lucifer
y a sus ángeles caídos que se
rebelaron contra la Voluntad
de Dios y ahora trabajan para
destruir nuestras almas. Sé
victorioso, pues Dios te ha
otorgado el poder y la
autoridad para combatir las
fuerzas del mal. Pide a Dios
que nos dé la gracia de Su Paz
y de Su Amor para que
podamos seguir siempre a
Nuestro Señor hacia Su Reino
Celestial. Amén.
“Cada vez que se recita esta oración 50 mil demonios son arrojados a la condenación
eterna. Ésta es una enorme gracia. ¡Díganlo tan frecuentemente como puedan! Éste es
el regalo más grande de Dios para todos ustedes, a través de mí, en ocasión de mi fiesta.
De esta manera, ustedes pueden ser instrumentos para liberarse de las garras del
enemigo del mal en nuestros países. Los poderes del mal tiemblan cuando se recita
esta plegaria porque son condenados para toda la eternidad. Esta oración puede liberar
a nuestro país y al mundo entero de las fuerzas y de la influencia del mal.” –Arcángel
San Miguel.