Gobiernos de Juan Manuel de Rosas

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GOBIERNOS DE JUAN MANUEL DE ROSAS

1º gobierno de Rosas (1829-32)

Luego de la renuncia de Rivadavia, disuelto nuevamente el gobierno central y rechazada la Constitución de


1826, las provincias volvieron a regirse por sus propias instituciones y los intentos de unidad nacional se
diluyeron. La forma que debería asumir el gobierno central siguió enfrentando a los diferentes grupos
dominantes. En la provincia de Buenos Aires, fue elegido gobernador Manuel Dorrego. Éste contaba con el
apoyo de diferentes caudillos provinciales, quienes lo consideraban un partidario de las ideas federales.
Tenía apoyo popular, pues se había opuesto firmemente a la Constitución unitaria, a los intentos de
restringir el sufragio universal masculino, excluyendo a milicianos y asalariados, y por sus críticas a las levas
masivas de soldados para la guerra. Además, Dorrego contaba con el apoyo de los sectores rurales
acomodados y del comandante de milicias Juan Manuel de Rosas. Sin embargo, no pudo continuar el
esfuerzo de la guerra impopular y tuvo que firmar la paz con el Brasil, mediante un tratado GESTIONADO
POR RIVADAVIA que reconocía la independencia de la Banda Oriental. Este tratado era fruto de la
mediación de Inglaterra, que deseaba un estado independiente de las dos naciones sudamericanas, para
favorecer sus intereses en el Río de la Plata.
Las tropas que regresaban de combatir en la guerra con Brasil, conducidas por el general Lavalle, se
sublevaron. Se consideraban traicionadas por el tratado firmado por Dorrego. Apoyadas por los grupos
unitarios que habían sido desplazados del gobierno al renunciar Rivadavia, ocuparon militarmente la ciudad
de Buenos Aires. Dorrego fue derrocado y, posteriormente, en 1828, fusilado por orden de Lavalle.
En ese contexto, un importante estanciero de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, logró organizar a un
sector de la población rural y se levantó en armas contra el gobierno. Los sectores unitarios que apoyaban a
Lavalle decidieron negociar la paz y acordaron, en 1829, convocar a elecciones para designar un nuevo
gobernador, en las que resultó electo Rosas. Éste sumaba al prestigio ganado en las luchas internas, la
capacidad para movilizar a importantes sectores de la población rural.
Tras la elección del caudillo Juan Manuel de Rosas para ejercer el gobierno de la provincia de Buenos Aires,
el resto de las provincias se fue incorporando a lo que llamaron la Confederación Argentina.

¿Quiénes fueron los caudillos?

Los caudillos eran líderes que se habían destacado en los campos de batalla durante las guerras de
independencia, y que sumaron a su prestigio en las regiones en las cuales habitaban, enormes extensiones
de tierras y una creciente autoridad política. En la mayoría de los casos, los caudillos identificaban sus
intereses materiales con los de su localidad o región, e intentaban influir en la forma de organizar a las
Provincias Unidas del Río de la Plata. Tales fueron los casos de Juan Bustos en Córdoba, Estanislao López
Santa Fe, Facundo Quiroga en La Rioja, o Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires. Generalmente, los
caudillos provenían de familias que habían sido poderosas durante la época colonial, propietarios de tierras
y con cargos militares, como Juan Manuel de Rosas o Estanislao López. Peones de estancia y gauchos
integraban las milicias de los caudillos y eran movilizados detrás de los conflictos de sus patrones, quienes
los protegían a cambio de lealtad y servicio y eran vistos como protectores y proveedores de trabajo,
alimento y vivienda. La condición indispensable para llegar al gobierno o influir en una provincia o región
era, junto con la posesión de riqueza, el hecho de tener el control de las milicias del lugar. Tal es el caso de
Facundo Quiroga, estanciero y comerciante de la provincia de La Rioja, quien llegó a ser gobernador de su
provincia, luego de ser nombrado capitán de las milicias de San Antonio en 1816 y comandante general de la
provincia en 1827.
1º y 2º gobierno de Rosas interregno

Rosas: del primer al segundo gobierno (1832-35)


Juan Manuel de Rosas llegó al gobierno porteño contando con un fuerte ascendiente sobre los hombres de
la campaña y los sectores populares urbanos, y con un amplio respaldo de los principales comerciantes y
propietarios de estancias y saladeros. Así construyó una sólida base de poder durante su primer gobierno
provincial (1829-1832). Debió compartir el liderazgo federal con Quiroga, en el Interior, y con López, en el
Litoral. Los tres afirmaban que tenían los mismos principios federales, pero su forma de practicarlas era
diferente. Cada uno aspiraba a imponer su supremacía y a defender los intereses de las provincias que
controlaba.
Las diferencias entre los federales se pusieron de manifiesto inmediatamente, pues derrotaron a los
unitarios y consiguieron la adhesión de todas las provincias al Pacto Federal, pero el Congreso que debía ser
convocado no se realizó. Triunfó, así, la opinión de Rosas: la organización constitucional del país debía
postergarse hasta que la paz, el orden y la prosperidad imperaran en todas las provincias. Santa Fé y
Corrientes insistían en concretarla, pero no pudieron cambiar la postura porteña y no se decidieron a
enfrentar a Buenos Aires.
Al terminar su mandato, Rosas fue sucedido en el gobierno de Buenos Aires por Juan Ramón Balcarce.
Mientras tanto, Rosas comandó en 1833 una nueva expedición para ganar territorios hacia el sur de la
provincia. Sin Rosas en el gobierno, estallaron diferencias entre los dos bandos de federales porteños: de un
lado, los apostólicos, seguidores de Rosas; del otro, los cismáticos, contrarios al federalismo rosista de
buenos aires. Los enfrentamientos entre ambas facciones fueron en aumento, y los periódicos y " pasquines
se sumaban a la lucha encarnizada, que incluía desde injurias hasta atentados físicos. Cuando circuló la
versión de que Rosas sería juzgado, en octubre de 1833 se movilizaron los grupos rurales y urbanos en un
episodio conocido como la Revolución de los Restauradores. Balcarce fue desplazado por la Legislatura, que
nombró en su lugar a Viamonte, pero este también cedió a las presiones de los rosistas y renunció, en abril
de 1834. Rosas, que aspiraba a concentrar todo el poder, rechazó el cargo de gobernador porque la
Legislatura no le otorgaba facultades extraordinarias y la suma del poder público, entonces, fue designado
Vicente Manuel Maza, uno de sus partidarios.
Durante la ausencia de Rosas (por su campaña al desierto) su mujer Encarnación Ezcurra, formó un grupo de
choque para defender al federalismo apostólico, llamado mazorca.
A fines de ese año, Facundo Quiroga aceptó mediar en el conflicto que enfrentaba a los gobernadores de
Salta y de Tucumán. Con instrucciones de Rosas, Quiroga viajó al Norte y logró algunos acuerdos con los
jefes provinciales. De regreso a Buenos Aires, fue asesinado por una partida en Barranca Yaco (Córdoba). Su
muerte causó una profunda conmoción y la Sala de Representantes porteña encumbró nuevamente a Rosas
como gobernador investido de la suma del poder público. Ahora estaba en condiciones de construir su
hegemonía en todo el país.

2º gobierno de Rosas (1835-52)

Los conflictos internacionales durante el 2º gobierno de Rosas

Durante su gobierno, debido a la cesión por parte de las provincias del manejo de las relaciones exteriores,
Rosas debió afrontar varios conflictos armados con países extranjeros. Entre ellos, los más importantes
fueron con Francia e Inglaterra. Ambas potencias buscaban expandir su comercio exterior y acrecentar sus
actividades económicas en el Río de la Plata.
En este contexto, el gobierno francés inició un bloqueo al puerto de Buenos Aires (1838), con la excusa de
exigir para sus ciudadanos residentes en nuestro país la exclusión del servicio militar, tal como ocurría con
los ingleses. El gobierno de Rosas se negó a aceptar el pedido y resistió hasta que los franceses se retiraron.
El otro conflicto se produjo también con Francia, pero esta vez aliada con Inglaterra. Ambos gobiernos
resolvieron bloquear el puerto de Buenos Aires con el objetivo de detener la influencia de Rosas sobre la
Banda Oriental y lograr la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay, ya que ambas situaciones
perjudicaban sus intereses. Frente a la presencia de naves inglesas y francesas (1845) preparadas para
incursionar en los ríos interiores, Rosas organizó la defensa y, en la batalla naval de la Vuelta de Obligado, las
fuerzas militares de la provincia impidieron el paso de los barcos extranjeros. Finalmente, Francia e
Inglaterra retiraron sus naves y firmaron la paz con el gobernador de Buenos Aires.
La actuación de Rosas en estos conflictos le valió el reconocimiento de la población, que lo vio como un
defensor de la independencia política y económica del país, lo cual contribuyó a aumentar su prestigio.

La oposición a Rosas

Para resolver los conflictos políticos y frenar cualquier manifestación de los opositores, el gobierno recurrió
a la violencia: encarcelamientos, atentados contra la propiedad, censura de prensa y prohibición de libros.
Frente a la imposibilidad de expresar libremente sus críticas al gobierno o la oposición a determinadas
decisiones y ante las persecuciones que sufrían, numerosos intelectuales debieron salir del país e instalarse
en el extranjero (exilio).
Los principales opositores al gobierno de Rosas fueron los grupos dominantes de las provincias del Litoral
(propietarios de extensas tierras y comerciantes), quienes exigieron los derechos de comerciar libremente
por los ríos Paraná y Uruguay y de disponer de los ingresos de sus propias aduanas. Sus intereses
coincidieron con los de algunos países extranjeros, como Brasil, también interesado en la libre navegación
fluvial. Hacia fines de la década del treinta, la oposición contra Rosas adoptó formas violentas, a través de
levantamientos militares encabezados por caudillos. No obstante, todos los intentos de acabar con su
gobierno fueron derrotados.
En 1850, el gobernador de Entre Ríos, el caudillo rural Justo José de Urquiza, propietario de grandes
extensiones de tierra en esa provincia, logró aglutinar a diferentes sectores opositores a Rosas. Junto al
grupo de exiliados en Montevideo, algunos uruguayos y las fuerzas navales brasileñas, formaron el ejército
grande. En 1851 hay un pronunciamiento de Urquiza contra la postura de Rosas de renunciar a la
representación de las relaciones exteriores de la confederación. Siendo este hecho un detonante para que
se produzca la fractura y posterior enfrentamiento entre ambos caudillos. El tres de febrero de 1852 se
enfrentan en la batalla de Caseros, resultando triunfador el ejército grande. Rosas vencido y agobiado por la
situación emprende el exilio a Inglaterra donde muere en el año 1877.
La derrota de Rosas no destruyó el poder del grupo de estancieros de Buenos Aires; los conflictos entre
distintos intereses continuaron, y entraron en una nueva etapa.

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