PANEL Sociología en Colombia
PANEL Sociología en Colombia
PANEL Sociología en Colombia
Obra escrita en 1986. Gonzalo Cataño es egresado de la primera generación del programa de
Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, maestría en la Universidad de Stanford y
doctor en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas en la Universidad Externado de Colombia.
El libro es la recopilación de una serie de ensayos escritos durante seis años, y su objetivo central
es resaltar los problemas de la Sociología como ciencia y profesión en Colombia, pero en su
contexto de 1986. Aún tiene validez?
También tiene como intención promover el estudio de la disciplina en Colombia. El libro está
dedicado a tres profesores: Orlando Fals Borda (fundador del Depto. De Sociología de la UN),
Jaime Jaramillo Uribe (historiador más importante de Colombia) y a Darío Mesa (le dictó Weber en
la Nacional).
2 – Balance crítico
En 1959 se fundan los primeros programas de pregrado de sociología: uno en la Universidad
Nacional de Colombia, y dos en universidades pontificias: la Bolivariana de Medellín y la Javeriana
de Bogotá. El objetivo de las tres era similar: formar investigadores en ciencias sociales para
realizar cambios y estrategias de planificación social.
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principal que sólo asimilando la tradición sociológica se podía competir con los países
desarrollados en el tema.
Darío Mesa, docente de la Nacional en aquellas épocas: “la formación de nuestros sociólogos
debe hacerse según las exigencias más rigurosas del pensamiento moderno en el plano
internacional. Formarlos de acuerdo con las normas locales o de América Latina, equivaldría a
colocarlos cándidos y desarmados, frente a realidades que otros habrían de entender mejor que
ellos”.
El Estado se había alejado de la Universidad y de las facultades de sociología, ya no había
afinidad respecto al campo de acción de la materia y de los tipos de cambio que se debían
promover. Los movimientos estudiantiles y profesorales pedían cambios estructurales y se habían
radicalizado, el estado sólo podía manejar la diferencia ideológica por medio de la fuerza.
Esta reforma curricular se efectuó en 1969 y buscaba superar las técnicas convencionales de
investigación y rescatar el papel de la teoría en los procesos de indagación social. Sin embargo,
generó resultados adversos, se convirtió la disciplina en una mera exégesis de los textos clásicos
sin confrontarlos con el terreno de la investigación.
Junto con la expansión de la educación superior en el país, fue aumentando la enseñanza de la
sociología, por lo que entre 1965 y 1970 se fundaron nuevas Facultades en universidades
privadas religiosas mayoritariamente, lo que reflejaba un renovado interés de la Iglesia por la
“cuestión social”. A diferencia de la UN, todas ellas crearon programas ajenos a la política, con
aceptación del Estado y ahogaban cualquier vestigio de manifestación interna en la carrera.
El crecimiento de las ciencias sociales desde la década del 70, amplió la oferta y demanda de
programas académicos como Economía, Trabajo Social, Sociología y Antropología. En muchos
casos fueron fundadas por ser consideradas “facultades baratas”, por no requerir mayores
inversiones para su enseñanza, lo cual tiene un efecto adverso en la calidad de la formación
profesional.
La expansión de las Facultades de sociología generó por supuesto, gran cantidad de egresados
urgidos de ocupación laboral, quienes se encontraron con profesionales de demás ciencias
sociales que aplicaban para los mismos oficios. Esto por la poca especificidad ocupacional, que
permite que distintos especialistas puedan desempeñar las mismas labores, contrario a lo que
pasa con, verbigracia, odontólogos y arquitectos.
El estigma de “subversivos”, “agitadores” y “revolucionarios” que cargan los sociólogos contribuye
a uno de los problemas principales de los profesionales en esta área: el desempleo y la
subocupación. Han optado por trabajos que no son precisamente ideales para un especialista en
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su disciplina. Esto permite afirmar que la sociología como profesión está perdiendo prestigio y
visibilidad, que en conjunto con las dificultades laborales, ha repercutido en los aspirantes a la
universidad.